El concepto legal de patrimonio histórico español 1 / 7

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El concepto legal de patrimonio histórico español
Alejandro ALONSO
Cuerpo Superior de Administradores del Principado de Asturias
Gonzalo JIMÉNEZ-BLANCO
Abogado del Estado en excedencia
Diario La Ley, Nº 8721, Sección Tribuna, 14 de Marzo de 2016, Ref. D-107, Editorial LA LEY
El artículo delimita el concepto legal de patrimonio histórico español con objeto de acotar los bienes sobre los
que el estado puede ejercitar las prerrogativas del derecho de tanteo y la sujeción a permiso de exportación que
le otorga la Ley 16/1985 de Patrimonio Histórico Español.
Normativa comentada
I. INTRODUCCIÓN. OPORTUNIDAD DEL ARTÍCULO Y OBJETO DEL MISMO
La delimitación del concepto de patrimonio histórico español es una cuestión omnipresente en la actualidad en la
mayoría de las mediáticas intervenciones de la Administración Española en los mercados del arte y de las
antigüedades. Los operadores artísticos se quejan constantemente que la Administración española ha acuñado un
concepto de patrimonio histórico español contraconceptual y arbitrario, del que además se pueden derivar
responsabilidades penales, generando una grave inseguridad jurídica en la ciudadanía y en los operadores, que
depende —ese concepto— del juicio interesado de los puestos directivos intermedios en la Dirección General de
Patrimonio Histórico. Califican de contraconceptual la delimitación del concepto que realiza la Administración ya que
incluye, al menos a efectos de exportación, hasta el arte chino o budista con tal de que se encuentre en territorio
español, arte que en principio parece difícil de incardinar, como trataremos de demostrar, en el concepto de
patrimonio histórico español.
Antes de comenzar a desarrollar el contenido del presente artículo, es preciso aclarar que el mismo no tiene una
vocación de estudio omnicomprensivo de la materia, sino aportar elementos de juicio para delimitar, con la mayor
precisión que permite la regulación legal, el concepto de patrimonio histórico español. Esta delimitación se pretende
realizar desde la buena fe en la interpretación del texto normativo, es decir desde la literalidad original del mismo y
sus antecedentes normativos, prescindiendo de algunos intereses administrativos de control o recaudatorios que
puedan estar presentes en los ámbitos político-administrativos de nuestro país, de los que los autores de este
artículo nos encontramos completamente libres.
La delimitación de este concepto es piedra nuclear, ya que sólo a los bienes que merezcan tal calificación les son de
aplicación las prerrogativas exorbitantes que le Ley 16/1985 (LA LEY 1629/1985) de 26 de junio, de Patrimonio
Histórico Español, atribuye a la Administraciones Públicas Españolas: fundamentalmente, la sujeción a licencia o
autorización previa de exportación de los bienes que lo integran y el derecho de tanteo o de adquisición preferente,
en la protección del patrimonio histórico español.
II. DEFINICIÓN LEGAL DE PATRIMONIO HISTÓRICO ESPAÑOL. VALOR JURÍDICO DEL
PREÁMBULO DE LA LEY
1. Constitución
La Constitución regula en su art. 46 (LA LEY 2500/1978) la protección del patrimonio histórico de España y se refiere
con claridad al patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y no a cualesquiera otros aunque se
encuentren en España.
«Los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico,
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cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran, cualquiera que sea su régimen jurídico
y su titularidad. La ley penal sancionará los atentados contra este patrimonio».
Además, la referencia al patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España debe entenderse en el
contexto del Preámbulo de la Constitución, que proclama la voluntad de la Nación española de proteger a todos los
españoles y los pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas, y tradiciones, lenguas e
instituciones (1) .
Por otra parte, y en cuanto a cuáles son los bienes que deben entenderse como incluidos en el Patrimonio Histórico,
Cultural y Artístico, una aproximación a esta cuestión la proporciona la STC 17/1991 (LA LEY 58127-JF/0000) que
afirma la existencia de «un estatuto peculiar de unos determinados bienes que, por estar dotados de singulares
características, resultan portadores de unos valores que les hacen acreedores de una especial consideración y
protección, en cuanto dichos valores, y hasta los mismos bienes, son patrimonio cultural de todos los españoles e
incluso de la comunidad internacional por constituir una aportación histórica a la cultura universal» (2) .
2. Trabajos preparatorios de la ley
La exposición de motivos del proyecto de ley señala que «El Patrimonio Histórico Español es el principal testigo de la
contribución histórica de los españoles a la civilizaci6n universal y de su capacidad creativa contemporánea. La
protección y el enriquecimiento de los bienes que lo integran constituyen obligaciones fundamentales que vinculan a
todos los poderes públicos, según el mandato que a los mismos dirige el art. 46 de la norma constitucional».
También dice que «La Ley establece distintos niveles de protección que se corresponden con diferentes categorías
legales. La más genérica y que da nombre a la propia Ley es la de Patrimonio Histórico Español, constituido éste por
todos aquellos bienes de valor histórico, artístico, científico o técnico que conforman la aportación de España a la
cultura universal» (3) .
El informe de la ponencia desestimó una enmienda de la minoría Catalana pero subrayó la necesidad de españolidad
de los bienes del patrimonio para ser considerados parte del patrimonio histórico español. Según se dice en su
informe de la ponencia:
«Esta enmienda se justificaba por el Grupo proponente en el hecho de que parece desprenderse de la Exposición de
Motivos de la Ley que esta trata de proteger todos aquellos bienes que con forman la aportación de España a la
cultura universal, concediendo un valor singular a lo que el mismo provecto llama Bienes de interés Cultural,
concepto extendido tanto a bienes muebles como inmuebles. Por este motivo, la Ley debería denominarse, a juicio
del Grupo Parlamentario de Minoría Catalana, Ley del Patrimonio Cultural de España, para no dejarla sólo referida a
los bienes de valor histórico, denominación que no incluye de forma determinada, a juicio del Grupo enmendante, el
acervo artístico, técnico y material que con la palabra cultural puedan quedar explícita y plenamente incluidos. La
Ponencia, por mayoría, no aceptó la enmienda 193 por considerar que la Exposición de Motivos a la que aludía, se
refería, precisamente, bajo la denominación de Patrimonio Histórico Español, a todos "aquellos bienes de valor
histórico, artístico, científico o técnico que conforman la aportación de España a la cultura universal" y que, en
consecuencia, se encontraban comprendidos dentro de esta denominación los bienes que constituyen el acervo
artístico, técnico y material expresados en la justificación de la enmienda 193, a los que se refiere también el art. 1
del proyecto en la redacción propuesta por la Ponencia».
En los debates parlamentarios, el ministro de cultura señor Solana Madariaga afirmó:
«Leo unas líneas, creo que instructivas, de un periodista famoso de la época, Larra, en donde denunciaba aquella
situación claramente escandalosa: Riquezas en arquitectura —decía—, en cultura, en pintura, en manuscritos, en
medallas, en archivos, y riquezas todas españolas, todas nacionales. Riquezas que saben apreciar los extranjeros
que vienen a estudiarlas, a diseñarlas, a sustraerlas también, a veces, para exportarlas a sus países; para especular
sobre ellas con vergüenza nuestra: para contarnos ellos mismos, después, con insultante desprecio, nuestra propia
historia y nuestros propios hechos. Ahoguemos —escribía Larra— el despotismo; regeneremos nuestra Patria, pero
salvemos con ella nuestros hombres, nuestra gloria, nuestras armas».
3. Definición legal de Patrimonio Histórico Español
La parte dispositiva de la Ley de Patrimonio Histórico Español no delimita con precisión una definición del concepto
de patrimonio histórico español sino que la da por sabida y pasa a establecer en su artículo primero las distintas
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categorías en la que sus bienes se integran.
No obstante la parte expositiva, es decir el Preámbulo de la ley, si en la delimitación ayuda en la delimitación del
concepto de patrimonio histórico español e incluso aporta elementos de juicio que delimitan con mayor precisión su
contenido.
Comienza afirmando el Preámbulo de la Ley que «El Patrimonio Histórico Español es el principal testigo de la
contribución histórica de los españoles a la civilización universal y de su capacidad creativa contemporánea». En
definitiva tiene como punto de partida que el patrimonio histórico español es la suma de la contribución histórica de
los españoles, no de otros pueblos o de otras culturas, y de su capacidad creativa contemporánea a la civilización
universal.
El Preámbulo sigue afirmando «La ley establece distintos niveles de protección que se corresponden con diferentes
categorías legales. La más genérica y que da nombre a la propia ley es la de Patrimonio Histórico español constituido
éste por todos aquellos bienes de valor histórico, artístico, científico o técnico que conforman la aportación de
España a la cultura universal». Nos encontramos pues con una definición de patrimonio histórico español en la que se
define la categoría más genérica de protección como bienes de valor histórico, artístico, científico o técnico que
conforman la aportación de España a la cultura global. Nuevamente la referencia al carácter español aparece en la
definición de los bienes definidos y protegidos como patrimonio histórico español.
Pues bien sigue afirmando el Preámbulo que «en torno a este concepto se estructuran las medidas de la ley y se
precisan las técnicas de intervención que son competencia de la Administración del Estado». Es decir que las técnicas
de intervención del estado, básicamente la licencia a la exportación y el derecho de tanteo se refieren al concepto
definido, es decir a los bienes de valor histórico, artístico, científico o técnico que conforman la aportación de España
a la cultura. La ley no puede ser más clara en este sentido.
Para que no quede lugar a dudas el preámbulo vuelve a afirmar nuevamente en el párrafo 9.º «El Patrimonio Histórico
Español es una riqueza colectiva que contiene las expresiones más dignas de aprecio en la aportación histórica de
los españoles a la cultura universal». Nuevamente la españolidad de los bienes se exige en el concepto de
patrimonio histórico español y se refuerza la exigencia de españolidad al calificarlo de «elemento de identidad
cultural» del pueblo español, identidad cultural histórica que no es indeterminada y que está vinculada a la historia
de nuestro pueblo.
Finaliza el Preámbulo afirmando que «Todas las medidas de protección y fomento que la ley establece sólo cobran
sentido, si al final, conducen a que un número cada vez mayor de ciudadanos pueda contemplar y disfrutar las obras
que son herencia de la capacidad colectiva de un pueblo». Nuevamente se hace referencia a que las medidas
previstas por la ley tienen por objeto difundir las obras, los bienes, que son herencia de un pueblo, evidentemente,
el español.
Cabe concluir que para el legislador al concepto de patrimonio histórico español, le es inherente la españolidad de
los bienes y la idea de que conforman la identidad cultural e histórica del pueblo español. Y que con objeto de
salvaguardar esa identidad histórica y cultural del pueblo español se articulan las medidas previstas en la ley para
proteger esos bienes.
4. Valor jurídico del Preámbulo
Ha sido el propio Tribunal Constitucional el que ha afirmado en su Sentencia 36/1981, de 12 de noviembre, en cuyo
Fundamento Jurídico 7.º declaró que «el preámbulo no tiene valor normativo aunque es un elemento a tener en
cuenta en la interpretación de las Leyes».
En definitiva a nivel interpretativo, el Preámbulo tiene un papel fundamental ya que recoge las decisiones políticas
más importantes contenidas en el texto dispositivo de la norma en forma de principios o reglas en la que prima el
criterio interpretativo de dar unidad y coherencia al articulado que recoge la norma aprobada, es decir, nos va a
ayudar a entender el ánimo de legislador y cómo debemos aplicar lo regulado en la norma, esto es, sirven para
efectuar una interpretación finalista.
Parece pues que el Preámbulo forma parte de la ley en la que se integra. Por eso pueden ser enmendados a lo largo
del debate parlamentario. Aunque no se integra en la parte dispositiva de la norma determina la interpretación
original y auténtica del articulado y manifiesta la voluntad del legislador y el fin de la norma.
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Si todo esto es cierto, es claro que el Preámbulo define el patrimonio histórico español como la aportación de los
españoles a la historia universal y que las prerrogativas que otorga la ley van dirigidas exclusivamente a proteger el
patrimonio histórico español.
III. INTERPRETACIÓN CONTRACONCEPTUAL DEL CONCEPTO DE PATRIMONIO HISTÓRICO
ESPAÑOL POR PARTE DE LA ADMINISTRACIÓN GENERAL DEL ESTADO
La Administración del Estado ha acuñado un nuevo concepto de patrimonio histórico español que excluye el carácter
español de los bienes afectados y que delimita simplemente como bienes de más de cien años de antigüedad, en
definitiva bienes de carácter histórico.
Para sostener esta conclusión, que a nuestro juicio pretende extender las potestades que la ley concede a la
Administración para la protección de nuestra identidad histórica, a antigüedades de todas las culturas en manos de
colecciones privadas de ciudadanos españoles, sin amparo legal, la Administración se fundamenta en una difícil
interpretación del art. 32 de la Ley.
El art. 32 (LA LEY 1629/1985) establece un régimen privilegiado para los bienes integrantes del patrimonio histórico
español legalmente importados, para promover precisamente la adquisición de bienes del patrimonio histórico
español en los mercados extranjeros, donde con frecuencia se subastan obras históricas españolas de carácter
sobresaliente. Se establece respecto a los bienes importados del patrimonio histórico español una vacatio legis de
10 años, de tal forma que durante ese período la Administración no podrá ejercer el derecho de tanteo ni impedir la
exportación del bien. Estas medidas son razonables en la medida en que para un coleccionista no es cómodo ni
rentable adquirir un bien del patrimonio histórico español en el extranjero para que una vez llegado a España la
Administración pueda adquirirlo por el precio que pagó el coleccionista o impedirle la exportación y limitar las
posibilidades de venta al mercado español, mucho más limitado que otros mercados de arte europeos.
Pues bien la Administración del Estado sostiene, que cuando la ley afirma que transcurridos diez años dichos bienes
quedarán sometidos al régimen general de la presente ley, afirma que dichos bienes serían todos los que se importen
desde el exterior, sea patrimonio histórico español o no, de tal forma que pasarían a considerarse patrimonio
histórico español a los diez años, al margen de su cultura de proveniencia por imperativo de la ley.
Esta interpretación no tiene ningún sentido en el contexto de la ley. Primero porque la ley no tiene por objeto regular
el patrimonio histórico procedente de otros estados y eso lo deja muy claro el Preámbulo, es decir que no tiene por
objeto regular bienes de patrimonio histórico chino, indonesio o de cualquier otra cultura que se encuentre en una
colección privada española. Segundo el art. 32 hace referencia a los bienes que se importen que revistan las
características del art. 1 de la ley que define las categorías que forman el patrimonio histórico español, cuyo
concepto ha sido delimitado con claridad en el preámbulo. En definitiva, es una interpretación manifiestamente
contraria a la voluntad del legislador expresada en el Preámbulo y con la clara finalidad de abrogarse poderes sobre
otros bienes culturales sin la cobertura legal necesaria, ya que no es voluntad del legislador de la Ley 16/1985 (LA
LEY 1629/1985) otorgar poderes sobre bienes distintos del propio patrimonio histórico español.
Es preciso señalar en este sentido que la sentencia 102/2015 de 23 de marzo (LA LEY 100207/2015)de la sección 7.º
de la Audiencia Provincial de A Coruña dictada en apelación de la sentencia de 21 de octubre de 2013 del Juzgado de
lo Penal n.o 2 de Santiago ha generado, a nuestro juicio, una jurisprudencia incoherente que se produce en el ámbito
de lo penal y no en el ámbito de lo contencioso-administrativo, orden posiblemente más adecuado para interpretar
las leyes administrativas.
El caso se deriva de una importación de una colección de objetos precolombinos para su exposición en Santiago de
Compostela, España, que organiza un «afamado coleccionista» (en adelante A.C.) con apoyo de la Comunidad
Autónoma de Galicia en 1996. Tras diversas peripecias motivadas por las reiteradas presiones de estados
latinoamericanos para obtener dichos bienes vinculados a su historia el señor A.C. exporta su colección de bienes
precolombinos de España a Alemania. El Estado español, en ayuda de los países latinoamericanos le denuncia a don
A.C. por delito de contrabando de patrimonio histórico español al entender que habiendo transcurrido diez años
desde la entrada de los bienes en territorio español se habían convertido en patrimonio histórico español en virtud
de la mencionada interpretación del art. 32, que realiza la Dirección General de Bellas Artes. En consecuencia si los
bienes precolombinos se habían convertido en patrimonio histórico español, hubieran requerido permiso de
exportación de bienes del Patrimonio Histórico Español y como don A.C. no lo solicitó habría incurrido en un delito de
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contrabando en su exportación a Alemania; luego procedería el decomiso de su colección.
La finalidad de la actuación de la Administración en la persecución y denuncia de este ciudadano de Costa Rica, en
términos reconocidos por la propia Administración y la Fiscalía, era decomisar los bienes precolombinos para
devolverlos a los países de origen, para lo cual le imputan un delito de contrabando de patrimonio histórico español,
en base a la contraria interpretación al preámbulo del art. 32 en los términos expuestos anteriormente. A nuestro
juicio, deberían haber sido los países latinoamericanos los que reclamasen la propiedad de la citada colección en la
vía jurisdiccional civil, mediante la acreditación de que dichos bienes habían sido robados, expoliados o exportados
ilegalmente del país de origen y no la Administración española imputar la comisión de delitos en base a, por lo
menos, dudosas interpretaciones de la ley que generan graves inseguridades jurídicas.
Don A.C. fue absuelto en primera y segunda instancia, pero por razones distintas y su colección no fue incautada (los
países latinoamericanos perdieron los procesos que entablaron ante la jurisdicción alemana), mas la jurisprudencia
generada en este proceso penal, especialmente por la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Santiago, no es a
nuestro juicio especialmente acertada. Si bien el Juzgado concluye que los bienes exportados no son patrimonio
histórico español, la Sala admite la interpretación que el Estado realiza del art. 32 de la Ley, es decir, que en diez
años desde su importación los bienes que entren en territorio español se convierten en patrimonio histórico español
independientemente de su españolidad o no, pero no explica porqué es lícita una interpretación que contraviene el
sentido de la ley y expresamente el preámbulo y por lo tanto la interpretación originaria y auténtica de la ley cuando
la españolidad de los bienes es continuamente reiterada en la norma.
El hecho de que el apartado segundo del art. 1 de la ley afirma que integran el Patrimonio Histórico Español «los
inmuebles y objetos muebles de interés artístico, histórico, paleontológico, arqueológico, etnográfico, científico,
técnico. También forman parte del mismo el patrimonio documental y bibliográfico, los yacimientos y zonas
arqueológicas, así como los sitios naturales, jardines y parques, que tengan valor artísticos, histórico o
antropológico…» supone simplemente que se regulan las manifestaciones de lo que se entiende por patrimonio, las
categorías en las que se divide el patrimonio histórico y los elementos que lo integran. Pero el hecho de que no
mencione el término español en ese apartado no quiere decir —a nuestro juicio— que el patrimonio histórico español
se extienda a todos los bienes de todas las culturas, sino que a la luz del título de la ley, del preámbulo y del resto
del articulado se entiende que hace referencia exclusivamente a bienes categorías o las manifestaciones culturales
que tengan el carácter de español que es el objeto de regulación de la ley. En consecuencia la importación a la que
hace referencia el art. 32 es a bienes que formen parte del patrimonio histórico español que se encuentren en
mercados extranjeros, que son el objeto de la ley y para los cuales establece un régimen especial, y no bienes de
otras culturas que no quedan sujetos a la Ley de Patrimonio Histórico Español, ni tras su importación.
IV. OTROS ELEMENTOS DE JUICIO QUE COADYUVAN A LA DELIMITACIÓN DEL CONCEPTO DE
PATRIMONIO HISTÓRICO ESPAÑOL
El Decreto que desarrolla la ley del patrimonio histórico español establece en su art. 32 que «Requiere permiso
expreso y previo del Ministerio de Cultura la exportación, incluso de carácter temporal, de los bienes integrantes del
Patrimonio Histórico Español con cien o más años de antigüedad, o que estén incluidos en el Inventario General o
tengan incoado expediente para su inclusión». La norma específica que para estar sujetos a permiso de exportación,
tienen que ser bienes integrados en el patrimonio histórico español y tienen que tener más de cien años de
antigüedad. Por lo tanto, si la norma considerara que todos los bienes de más de cien años necesitan permiso de
exportación, no añadiría la exigencia concurrente de que formen parte del patrimonio histórico español.
Recordar que el Tribunal Constitucional en su sentencia de 31 de enero de 1991, interpreta el concepto de patrimonio
histórico español en el mismo sentido que manifiesta la exposición de motivos de la propia ley: «Esta ley pretende
establecer el estatuto peculiar de unos determinados bienes, que por estar dotados de singulares características,
resultan portadores de unos valores que los hacen acreedores a especial consideración y protección, en cuanto
dichos valores (hasta los mismos bienes) son patrimonio cultural de todos los españoles e incluso de la comunidad
internacional, por constituir una aportación histórica a la cultura universal» (fundamento jurídico segundo). Comenta
Carlos López Bravo esta afirmación de la siguiente forma «El punto de partida es el carácter globalizador o universal
de la cultura, la pertenencia de los distintos bienes histórico-artísticos de los pueblos de España, a la colectividad de
todos los españoles, en cuanto aportación nacional a la cultura universal».
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Todas las leyes autonómicas que regulan el patrimonio histórico de cada Comunidad Autónoma definen el mismo
como el propio de los pueblos que habitan la región o que ha tenido origen en la misma. Por ejemplo el art. 1.2 de la
Ley del Patrimonio cultural del Principado de Asturias lo define como «todos los bienes muebles en inmuebles
relacionados con la cultura de Asturias». Si el patrimonio histórico español está integrado por el patrimonio de todas
y cada una de sus comunidades autónomas, no tiene sentido que por ejemplo las antigüedades chinas se integren en
el mismo por acceder o transitar por nuestro territorio o espacio aéreo.
V. CONCLUSIONES
1. La Ley de Patrimonio Histórico Español tiene por objeto regular exclusivamente el patrimonio histórico español,
entendido como el conjunto de bienes o manifestaciones culturales, artísticas, materiales o inmateriales vinculadas a
los pueblos de España y a su historia.
2. Las potestades que la ley de Patrimonio Histórico Español atribuye a la Administración sólo pueden ejercerse
sobre bienes que tengan la característica esencial de la españolidad. La única excepción a esta regla que realiza la
propia ley son los bienes de propiedad de museos u otras instituciones de titularidad pública o los bienes muebles
que formen parte de un bien inmueble declarado de interés cultural, en cuyo caso también se consideran patrimonio
histórico español aunque pertenezcan a distintas culturas.
3. Es esencial la españolidad de los bienes o manifestaciones culturales o artísticas que delimita el artículo uno de la
ley para la incardinación de las mismos en el concepto del patrimonio histórico español. Así se manifiesta con
claridad la voluntad del legislador en el Preámbulo de la Ley.
4. La Administración sólo puede sujetar a licencia de exportación o ejercer el derecho de tanteo respecto a los bienes
del patrimonio histórico español, exigiendo la españolidad que estén vinculados a España o a sus pueblos y no a
otras culturas pues dichos bienes no son objeto de regulación de la Ley 16/1985 (LA LEY 1629/1985) como una y otra
vez se reitera en el Preámbulo.
5. La interpretación que la Administración realiza del art. 32 en relación al artículo primero de la ley es
manifiestamente contraria a la voluntad del legislador expresada en el Preámbulo de la ley y por lo tanto a la
interpretación originaria y auténtica de la ley tal como se deriva del mismo Preámbulo, al excluir el requisito de
españolidad. En definitiva el art. 32 regula exclusivamente la importación, la recuperación (por eso establece
ventajas), de los bienes del patrimonio histórico español, estableciéndose un régimen privilegiado tanto respecto al
tanteo como a la exportación que caduca a los diez años. La afirmación de que los bienes de otras culturas que se
importen pasan a ser conceptuados patrimonio histórico español a los diez años, vulnera el sentido del artículo
primero de la ley y no tiene encaje en una interpretación auténtica u original de la ley.
6. Esta interpretación contraconceptual genera una grave inseguridad jurídica que además puede acarrear sanciones
administrativas o penales a aquellas personas que actúen de buena fe. Es decir, aquellos que por ejemplo exporten
sin licencia bienes con más de cien años que no formen parte del patrimonio histórico español, es decir que sean de
otras culturas no vinculadas a España, a pesar de respetar la ley, la contraconceptual interpretación de la
administración supondría que estarían cometiendo delito o infracción administrativa, pudiendo generar graves
perjuicios para su seguridad y libertad. En definitiva la Administración con su interpretación modifica un tipo penal
haciéndolo más gravoso y en manifiesta colisión con la intención del legislador manifestada en el Preámbulo.
7. Sólo una norma con rango de ley puede atribuir a la Administración la potestad de someter bienes a licencia de
exportación. En conclusión, si la Administración desea someter a licencia de exportación todas las antigüedades de
más de 100 años, aunque no sean patrimonio histórico español, las Cortes Generales deben aprobar una ley que les
habilite de forma clara y expresa y hacerlo.
VI. BIBLIOGRAFÍA
— LÓPEZ BRAVO, C.: El patrimonio cultural en los derechos fundamentales, Universidad de Sevilla, Secretariado de
Publicaciones 1999 (pág. 202).
— http://www.nial-artlaw.com/blog/?s=patterson
— http://www.nial-artlaw.com/blog/tag/bienes-precolombinos/
— RENART GARCÍA, F.: La protección penal del patrimonio histórico español a través del art. 323 del código penal (LA
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LEY 3996/1995). Universidad de Alicante, 2010.
(1) http://www.congreso.es/consti/constitucion/indice/sinopsis/sinopsis.jsp?art=46&tipo=2)
(2) http://www.congreso.es/consti/constitucion/indice/sinopsis/sinopsis.jsp?art=46&tipo=2
(3) http://www.congreso.es/public_oficiales/L2/CONG/BOCG/A/A_096-I.PDF
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