"La ley de convertibilidad. Su estudio en el Congreso de la Nación

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Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba
(República Argentina)
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"La ley de convertibilidad.
Su estudio en el Congreso de la Nación"
por
Luis MOISSET de ESPANES
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SUMARIO:
I.- Introducción
II.- La Constitución Nacional y el valor de la moneda:
a) Facultades del Congreso. Recuperación.
b) El tratamiento de urgencia.
c) La delegación de atribuciones.
III.- Convertibilidad del austral.
a) La moneda patrón y la moneda símbolo.
b) Las reservas del Banco Central
1.- Proporción de reservas.
2.- Existencia real de reservas.
3.- Integración de las reservas. Los títulos nacionales.
4.- Información sobre las reservas.
5.- Inembargabilidad.
c) Compromiso de no emitir.
d) ¿Convertibilidad o cambio fijo?
e) Equilibrio presupuestario. Necesidad de eliminar el déficit fiscal.
f) La moneda como herramienta de una política monetaria.
g) Las presiones políticas.
1.- Situación de las provincias.
2.- Sueldos y aguinaldos.
3.- Jubilaciones.
4.- Nuestra opinión. .
IV.- El retorno al nominalismo.
a) Injusticias del nominalismo.
b) Correcciones al nominalismo.
1.- El proyecto originario.
2.- Consejos de una Comisión Asesora.
3.- El silencio del legislador y los daños y perjuicios derivados de
la mora.
c) Solución alternativa propuesta por el diputado Ibarbia.
V.- Las cláusulas de actualización.
a) Justificación de las cláusulas de actualización.
b) Cláusulas de actualización fluctuantes (o aleatorias).
VI.- Prohibición de indexar.
a) La "perversa" indexación.
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b) Sustitución de la indexación por los intereses.
c) Prohibición de indexar y teoría de la imprevisión.
VII.- Ambito de aplicación de la prohibición de indexar.
a) Obligaciones dinerarias y obligaciones de valor.
b) El art. 7. Obligaciones comprendidas.
c) Obligaciones excluidas.
1.- Garantía de la propiedad.
2.- Obligaciones alimentarias.
3.- Obligaciones en dólares.
d) La actualización por el precio de una mercadería.
VIII.- Intervención en cláusulas contractuales.
a) El art. 9. ¿Desindexación o cambio en las pautas de
actualización?
b) El mecanismo de "desindexación".
c) Obligaciones comprendidas.
1.- Seguros.
2.- Alquileres.
3.- ¿Créditos del Banco Hipotecario?
4.- Contratos de obra pública y de suministro.
5.- Otras hipótesis.
d) Obligaciones excluidas.
IX.- Las reformas al Código civil.
a) La subsistencia en el Código civil de las obligaciones de valor.
b) Dinero sin curso legal.
c) El cumplimiento de las obligaciones dinerarias.
d) Anatocismo. La circular 1050.
X.- Las sentencias y la ley de convertibilidad.
XI.- Cuestiones de derecho transitorio.
a) Efecto inmediato (artículo 10).
1.- Constitución de nuevas relaciones jurídicas.
2.- Efectos o consecuencias de relaciones jurídicas ya constituidas.
b) Efecto retroactivo (artículos 9 y 13).
XII.- Otros problemas.
a) Orden público.
b) Derogación genérica.
XIII.- Palabras finales.
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(*) Hemos trabajado con las versiones taquigráficas provisorias, es decir aquellas en las que no
se han realizado todavía las correcciones de forma, autorizadas por los respectivos
Reglamentos de ambas Cámaras.
En la numeración de esas versiones cada grupo de diez páginas corresponde a un turno
de cinco minutos de taquigrafía, es decir de 450 a 700 palabras de texto, aproximadamente,
según el ritmo de exposición.
I.- Introducción
Es un hecho fácil de comprobar que nuestra sociedad mira con marcado
escepticismo la labor de los cuerpos legislativos y, con frecuencia, se afirma que no cumplen
adecuadamente su misión.
Las críticas se multiplican y alcanzan diferentes aspectos de la labor
parlamentaria: inasistencia a las sesiones, no discusión de temas importantes, falta de
preparación o de capacidad de nuestros representantes, monto de las dietas, jubilaciones de
privilegio..., sin pretender con ello agotar la lista de quejas.
Al momento de redactar estas líneas llega a mis manos un artículo de Cadorín,
publicado en un prestigioso matutino (1), en el que se nos informa que:
"Según una encuesta del Centro de Estudios para la Nueva Mayoría, la imagen
negativa del Congreso alcanza una cifra excesivamente alta: 47 por ciento".
Debo confesar que mis propios sentimientos -a pesar de ser un ferviente
admirador de la función que cumple el Poder Legislativo, tanto en el ámbito nacional, como en
el provincial-, han tomado a veces por ese derrotero, llegando a pensar que nuestros
Parlamentos están muy lejos de cumplir con la misión que les asignan las respectivas
Constituciones y que en las últimas épocas es notorio el descenso en el nivel de preparación de
quienes los integran.
En mi juventud he trabajado durante quince años como taquígrafo
parlamentario en el Senado de la provincia de Córdoba, y recuerdo que cuando practicaba para
presentarme al exigente concurso de ingreso, me dictaban fragmentos de las exposiciones de
las encendidas arengas de Moisés Lebenhson, o de los medulosos informes de Arturo Sampay,
pronunciados en la Convención Constituyente de 1949, que eran publicados por todos los
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periódicos del país. Y de mi niñez me queda nítido el recuerdo de los titulares de primera plana
de "Los Principios", que fué uno de los principales diarios de Córdoba, con la noticia de las
intervenciones de José Aguirre Cámara en la discusión del presupuesto nacional o de alguna
ley impositiva.
Hoy, en cambio, ninguno de los órganos de prensa dedica más de dos líneas a
las sesiones de las Cámaras, y si lo hace apenas se limita a mencionar los asuntos tratados, sin
indicar quienes participaron ni -lo que es más importante- las razones que fundamentaron las
respectivas posturas adoptadas. Y los Diarios de Sesiones, que contienen la versión
taquigráfica de los debates, tienen una difusión muy reducida, y se publican con varios meses
de retraso, por lo que prácticamente nadie se entera de la actividad parlamentaria.
Los medios de difusión masivos, en lugar de ocuparse de la tarea de los
legisladores, dedican más atención al accidente mortal sufrido por un cómico, el crimen
cometido por un boxeador, o la drogadicción de un futbolista, factor que, sin duda, contribuye
a dar forma a la imagen de ineficiencia que tanto se ha generalizado. Cabe sin embargo
preguntarse, como lo hace Rosendo Fraga, jefe del equipo que realizó la encuesta que
mencionábamos más arriba (2) si, más allá del aludido porcentaje de insatisfechos, que es un
dato objetivo:
" ... tan mala opinión sobre la labor legislativa ¿es justa o injusta, merecida o
inmerecida?".
CADORIN, que es un observador atento y siempre procura ser justo en sus
apreciaciones, reflexiona (3):
" ... cuando se ataca al Congreso no se suele hacer la distinción entre los
legisladores y la institución. Sin embargo no son lo mismo.
Hay diputados y senadores que aparecen de vez en cuando. Pero también están los que
trabajan, presentan proyectos y tienen un alto índice de asistencia a las sesiones ordinarias".
He reproducido estos párrafos porque coinciden con las reflexiones que me
formulaba en estos días, cuando conseguí y leí con detenimiento las versiones taquigráficas de
los debates (4) que, primero en el Senado (5) y luego en la Cámara de Diputados (6), se
desarrollaron con motivo de la aprobación del proyecto del Poder Ejecutivo por el cual se
restableció el nominalismo, se prohibieron las indexaciones y se fijó la convertibilidad del
austral.
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Conviene recordar el escaso tiempo de que dispusieron los legisladores para
estudiar el proyecto, que debió ser tratado en el Senado a las 48 horas de su remisión, y en la
Cámara de Diputados, cuando todavía no había transcurrido una semana.
La lectura de las versiones taquigráficas nos obliga a superar preconceptos;
quienes participaron en la discusión eran personas capaces, que se habían preocupado por
profundizar el tema y efectuaban observaciones agudas... Al analizar la labor cumplida no
podemos limitarnos a computar las horas que insumieron las sesiones, sino que debemos
pensar forzosamente en el tiempo que demandó a cada uno de los que intervinieron el estudio
de los aspectos que abordaron...
Más allá de cualquier discrepancia conceptual o política, reconforta comprobar
que muchos de nuestros representantes se preocupan seriamente por cumplir con su deber. La
mayoría de los nombres que aparecen en esas versiones efectuando valiosos aportes, no
coinciden con los que acostumbra mostrar la televisión en programas políticos; prácticamente
ninguna de sus palabras ha sido reproducida en los periódicos...
Honestamente confieso que yo también había llegado a pensar que el nivel de
nuestros legisladores había descendido tanto que no podía comparárselos con los
parlamentarios de antaño (7); debo rectificarme: hoy, como en otras épocas, hay legisladores
buenos y malos; ociosos y trabajadores... Lo que importa es que el Poder Legislativo no
resigne sus facultades, que haya en él suficientes hombres honestos y capaces, y que ello le
permita cumplir a conciencia la misión que le asigna la Carta Magna. Dentro de la misma línea
de pensamiento, se ha dicho de los legisladores:
"La ciudadanía sabe que no son perfectos. No les pide perfección. Les pide
capacidad y transparencia.
En todo caso, que hagan algo para demostrar que no se puede descalificar a todo
el Congreso por la actitud de los legisladores que no cumplen con la función para la
que fueron elegidos" (8).
Pues bien, debates como el que procuraremos analizar son la más clara
demostración de la seriedad con que trabajan muchos de los hombres que nos representan en el
Parlamento, y la importancia vital que para la vida de la democracia, tiene el buen
funcionamiento del Poder Legislativo.
II.- La Constitución Nacional y el valor de la moneda:
a) Facultades del Congreso. Recuperación.
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En muchas oportunidades hemos insistido en la necesidad de que el Congreso
reasumiera la facultad constitucional de fijar el valor de la moneda. Resulta auspicioso que con
esta ley se retome la buena senda, y así lo hizo notar el senador Romero, que actuaba como
miembro informante del proyecto, cuando manifestó:
"En cuanto a los aspectos constitucionales de este proyecto de ley, destaco que se
recupera para el Congreso de la Nación una facultad perdida hace mucho tiempo. Me
refiero a la que dispone el artículo 67, inciso 10, según la cual corresponde al Congreso
de la Nación hacer sellar moneda, fijar su valor y el de las extranjeras.
Esto debe ser apreciado en toda su dimensión, por cuanto le toca a este
Congreso, por primera vez en muchos años, debatir una nueva ley monetaria, crear en
los hechos una nueva moneda y fijar el valor de la moneda nacional con relación a las
extranjeras" (9).
Más adelante insistió sobre el particular, diciendo:
"Con la sanción de esta ley no sólo se produce la recuperación del Congreso de
su facultad de legislar sobre esta materia, atribución por tantos años olvidada, sino
también el inicio de la estabilidad deseada por todos..." (10).
También se refirió al problema el senador Aguirre Lanari (11).
En la Cámara de Diputados el tema fue motivo de variadas reflexiones; el
informante de la mayoría, diputado Lamberto, expresó que de esta manera:
" ... el Poder Legislativo retoma la facultad constitucional del artículo 67 de fijar
el valor del signo monetario" (12).
El diputado Martínez Raymonda fue aún más terminante, y se explayó sobre el
punto, destacando:
"El país asiste en esta época a un planteo de tipo legislativo bastante extraño a las
prácticas parlamentarias -digo extraño con dolor y no como queja- esto es, que el
Congreso tome por primera vez en sus manos, en mucho tiempo, la determinación de
fijar el valor de la moneda, que es una de sus facultades constitucionales. La
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Constitución quiso dotar a este Cuerpo -y, obviamente, al Senado- del contralor de
instrumentos muy delicados como son la moneda y el crédito" (13).
E insistió que, al no haber cumplido durante décadas el Congreso de la Nación
con esa facultad constitucional:
" ... dejó que el Poder Ejecutivo y el Banco Central de la República Argentina
fueran los que dictaran las políticas monetarias y crediticias. Y así ocurrió que desde su
fundación en 1935, el Banco Central nació con el pecado original del exceso de
potestades que permitieron que a lo largo del tiempo se fuera deteriorando el valor de
la moneda, tantas veces señalada como símbolo de la soberanía nacional" (14).
El diputado Figueroa, representante del Movimiento popular jujeño, también se
congratuló por la participación dada al Parlamento, expresando:
" ... hoy llega al Congreso, por primera vez en mucho tiempo, un tema que nos
permite discutir un plan económico, al contrario de lo ocurrido en otras oportunidades.
Por lo tanto debemos celebrar esta circunstancia, a pesar de las falencias y del apuro"
(15).
Sin embargo otros legisladores, como el diputado radical Baglini, consideran
que la participación del Congreso en la fijación del valor de la moneda se traduce en una
excesiva rigidez institucional, ya que si se presentase la necesidad de disponer una
devaluación, la lentitud de los mecanismos parlamentarios impediría tomar las medidas con la
urgencia requerida por la actividad de los mercados (16).
Dentro de la misma línea de pensamiento el diputado Jesús Rodríguez ha
expresado que si el programa económico que traza esta ley no tiene éxito, el Estado carecerá
de instrumentos para desarrollar una política económica (17), insistiendo:
" ... hoy estamos encadenando el futuro a la imposibilidad de desarrollar una
política monetaria y si esto no funciona nos hallaremos, en medio de una dolarización
de la economía, de un caos que involucrará al aparato productivo y al sistema
financiero" (18).
También el diputado González (E.A.), expresaba su temor por la grave
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responsabilidad que asumía el Congreso, ya que si el plan fracasaba debería "reunirse de
urgencia para modificar esta ley o para producir una devaluación", lo que provocaría no ya una
"incertidumbre del mercado, sino la incertidumbre parlamentaria" (19), agregando que:
"Por haberse fijado este tipo de cambio por una ley, puede ser modificado por
otra ley. Cualquier legislador puede tener la iniciativa y presentarla de esa manera,
juntando los votos necesarios para modificar el tipo de cambio. Incluso quizás mañana,
por ejemplo, los productores de soja digan que el verdadero tipo de cambio es el de
veinte mil australes por dólar. Entonces será cuestión de que junten los votos
necesarios en el Parlamento para llegar a la paridad deseada" (20).
Respetamos el pensamiento de quienes sustentan estas posiciones, pero
estamos persuadidos que carecen de razón. Los males que afectan nuestra economía monetaria
tienen su raíz en la inestabilidad que provoca la actitud del Congreso que renunció a la
prerrogativa que le concede la Constitución de ser él quien fije un "valor", y que -al hacerloelija adecuadamente los medios técnicos que permitan establecer dicho valor de manera
estable (21).
Si para ello se recurre a las enseñanzas de la Economía Política, y se establece
una adecuada relación entre el circulante y la masa de bienes y productos, las variables
económicas que pueden afectar el valor de la moneda no tendrán una magnitud tan grande
como para provocar sobresaltos, y no se correrá el riesgo de tener que efectuar devaluaciones
de "urgencia".
Se corre mucho más peligro si se deja total libertad al Poder Administrador
para que, sin control alguno, altere constantemente el valor de la moneda por vía de emisiones
masivas, que distorsionan seriamente el funcionamiento de los mercados, provocando
estallidos que obligan a recurrir a "cirugía de urgencia".
Es cierto que, si se cumple con el precepto constitucional y el Parlamento
establece un valor "fijo" para nuestra moneda, se limitan las herramientas de una "política
monetaria", ya que se elimina de la panoplia tributaria el impuesto inflacionario. Pero,
precisamente, una triste experiencia demuestra que esas "políticas monetarias" son las que han
empobrecido al país y minado su economía. Al no existir una moneda de valor estable, al
vivirse en una inflación permanente, desaparece la ilusión de los efectos benéficos que puede
tener la expansión monetaria, y se acaba precipitando al país en los abismos de las
hiperinflaciones.
Finalmente, no compartimos el temor de que las influencias de un sector
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puedan llevar a ambas Cámaras del Parlamento a modificar arbitrariamente el valor de la
moneda. Si tal cosa ocurriese sería porque el Poder Legislativo se ha prostituído totalmente, y
no solamente las leyes monetarias, sino todas las normas que nos rigen podrían convertirse en
letra muerta, lo que acarrearía -no lo dudamos- la destrucción del sistema, ya que si nuestra
desconfianza en el legislador alcanza tales grados, sólo restaría vivir en la anarquía.
¿Se considera acaso más seguro, y preferible, que el valor de la moneda se fije
por la vía de decretos del Poder Ejecutivo, o de resoluciones del Banco Central, que dependen
de la voluntad de una sola persona, en lugar de necesitar del consenso de ambas Cámaras? El
argumento esgrimido no nos parece feliz.
b) El tratamiento de urgencia.
Sin embargo, aunque la remisión del proyecto al Congreso significa un
acatamiento de los preceptos constitucionales, quienes deseamos que la Carta Magna se
cumpla no solamente en su letra, sino en su espíritu, no podemos estar conformes si el paso del
proyecto por el Congreso aparece sólo como el cumplimiento "formal" de un requisito, y la
actividad de los representantes del pueblo se limita a dar aprobación a los textos remitidos por
el Poder Ejecutivo, sin posibilidad de estudiarlos, debatirlos, ni modificarlos.
En esta oportunidad se esgrimieron razones de "urgencia"; el Ministerio de
Economía consideraba "indispensable" que su propuesta entrase en vigencia el día primero de
abril, lo que exigía no demorar el trámite y no concedía el mínimo de tiempo necesario para
profundizar en los textos proyectados y determinar si realmente eran instrumentos legales
aptos para llenar las finalidades perseguidas, vale decir si con ellos se fijaba realmente un valor
"estable" de la moneda, y se limitaba la emisión.
No desconocemos que la correcta aplicación de los principios que sustentan
una organización democrática pone en manos de las mayorías la aprobación o rechazo de las
leyes, pero exige también que esas decisiones se adopten con responsabilidad y previo un
estudio serio, escuchando todas las observaciones que se formulen, siempre que ellas puedan
contribuir al mejoramiento de los textos proyectados.
Ninguna razón de "urgencia" justifica que las leyes no se estudien antes de
sancionarlas; menos aún que, a sabiendas, se sancionen normas defectuosas, dejando para una
oportunidad posterior el rectificarlas. Cuando en el curso del debate parlamentario se advierte
que el texto legal proyectado da una solución incorrecta a los problemas, o tiene vacíos
insalvables, no debe prestársele aprobación, ni confiar en que estos defectos se subsanen por
vía del "decreto reglamentario", o de una interpretación judicial "inteligente".
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Por supuesto que, pese a cualquier oposición, si la mayoría estima que la norma
proyectada es correcta, vale decir brinda la solución adecuada, tiene todo el derecho -mejor
diríamos el deber- de aprobarla, aunque en realidad la solución sea incorrecta.
En manos de la mayoría está la decisión política. El error es excusable; lo que
no tiene excusas es adoptar la norma defectuosa con pleno conocimiento de sus defectos,
sustentándola solamente en "urgencias" temporales. Hemos padecido casi medio siglo de
inflación; ¿qué apuro hay en demorar una semana o un mes la sanción de una ley destinada a
ponerle fin, y obtener con ello una herramienta más perfecta?
Muchos legisladores expresaron la preocupación que les causaba el ritmo
vertiginoso impreso al trámite de la ley de convertibilidad. Por ejemplo, en el Senado, Aguirre
Lanari manifestó que:
" ... estos aspectos jurídicos y económicos deben merecer un análisis más
profundo y detenido.
Así lo pedimos en la reunión de presidentes de bloque, habiéndosenos expresado
una negativa fundada en razones de urgencia que, según el bloque justicialista están
entroncadas con altos intereses de la Nación que podrían verse perjudicados por una
dilación en el tratamiento legislativo, habida cuenta del conocimiento público del
proyecto y de las repercusiones que el mismo genera desde ya en los mercados.
Por ello debo declarar, para el juzgamiento que pueda efectuarse de la falta
argumental exhaustiva de mi exposición que desmenuce muchas dudas suscitadas en
un análisis inicial y que están aflorando en la opinión pública, que por mi parte no
ignoro que cualquier explicitación de las mismas resultaría insuficiente en este
momento dadas las circunstancias que estamos protagonizando por la urgencia en el
tratamiento del tema" (22).
Los senadores radicales Trilla (23) y Laferriere (24) también se refirieron a la
urgencia que se imprimió al trámite, y lo mismo hizo Gass (25) presidente del bloque de
senadores radicales.
En la Cámara de Diputados, donde se dispuso de algo más de tiempo, no
faltaron voces que reclamaran por el apuro en el tratamiento del tema, haciendo referencia el
diputado Aramouni a:
" ... la improvisación con la que se ha trabajado. Este proyecto no se puede tratar
tal como se está haciendo. No debió ser sancionado por el Senado en pocas horas y no
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se puede pretender que también se lo apruebe rápidamente por la Cámara de
Diputados" (26).
Por su parte el diputado Avila Gallo sostuvo que no era posible "aceptar que se
nos obligue a considerar este proyecto de ley sin contar con el tiempo necesario para realizar
los estudios correspondientes" (27), agregando un poco más adelante:
" ... recién hoy conozco los dictámenes de minoría y el de mayoría. ¿Cómo se
cree que estos graves problemas pueden ser estudiados en el propio recinto donde se
los está debatiendo? Debemos tratar estas cosas con seriedad y no con apuros" (28).
También Alvarez Guerrero manifestó:
"Sin duda hubo apresuramiento en la realización de esta sesión. Hubiéramos
querido mayor información en cifras, predicciones y orientaciones, de las que ha
carecido esta Cámara. Lamentablemente se empleó un procedimiento acelerado para
discutir este importantísimo proyecto de ley que tiene repercusiones en los campos
político, económico y social" (29).
Pero en la Cámara de Diputados las críticas se orientaron más al hecho de que
no se aceptara introducir enmiendas al proyecto de ley, aspecto al que se refirieron -entre
otros- los diputados Baglini (30), Aramouni (31), Durañona y Vedia (32), Alvarez Guerrero
(33) y Jesús Rodríguez, quien afirmó que esta manera de actuar, parecía:
" ... una suerte de validación de naturaleza formal de decisiones sustantivas
tomadas unilateralmente por el Poder Ejecutivo, que conmina al Poder Legislativo a
una situación que lo coloca frente a la sociedad en los términos de: aprueba o rechaza.
Si rechaza es cómplice de los perjuicios y calamidades que puedan sobrevenir; si
aprueba, tiene una cuota de complicidad por la incertidumbre sobre la validez de estas
propuestas" (34).
En la discusión en particular cada vez que se propuso una modificación al texto
del proyecto el diputado Matzkin, en nombre de la comisión, se apresuró a adelantar que no se
aceptaría ninguna enmienda, y al considerarse el artículo 4, frente a una propuesta del diputado
Ibarbia, expresó que:
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" ... solamente con respecto a los artículos 5, 8 y 9 el señor diputado Lamberto
formulará brevísimas apreciaciones, sin que ello implique modificación alguna al texto
votado" (35).
Estimamos que una correcta técnica legislativa exigía, en varios de estos casos,
introducir en la ley las correcciones necesarias para que su texto resulte claro, completo y
preciso, en lugar de dejar librado el tema a las disposiciones del decreto reglamentario, o a
futuras interpretaciones.
c) La delegación de atribuciones.
Existen en la ley dos referencias expresas a su reglamentación; la primera en el
artículo 9, cuando se habla de "las condiciones que determine la reglamentación"; la segunda
el artículo 12, por la que se faculta al Poder Ejecutivo a reemplazar la denominación de la
moneda, y también la expresión numérica del austral, pero "respetando la relación de
conversión que surge del artículo primero".
¿Hay en estas normas una delegación de atribuciones legislativas? Y si tal
cosa ocurriese, ¿es correcto que el Congreso delegue el ejercicio de las facultades que le son
propias?
El punto ha sido tema de debate en la Cámara de Diputados, donde se ha dicho
que:
"Una gran parte de la interpretación se deja librada a la reglamentación de la ley.
Aquí rige el principio constitucional de que una ley no puede reglamentarse ni
interpretarse más allá de lo que ha sido su espíritu e intención. Me pregunto, entonces,
si aquí no hay una delegación de facultades en el Poder Ejecutivo, y si no debe tener en
cuenta la prohibición del artículo 29 de la Constitución Nacional. Si esta determinación
de delegar en el Poder Ejecutivo la reglamentación e interpretación de las normas es
una facultad extraordinaria que excede su propio poder, ¿no será entonces, conforme
con el artículo 29 de nuestra Carta Magna, una ley nula de nulidad absoluta por
haberse otorgado precisamente esas facultades al Ejecutivo?" (36).
El diputado Avila Gallo, que votó en contra del proyecto, también hizo
hincapié en que el artículo 12 contenía una delegación de facultades violatoria de la
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Constitución (37).
A nuestro criterio la mención a las facultades reglamentarias del Poder
Ejecutivo contenida en el artículo 9 no tiene nada de objetable, y la pretendida delegación de
facultades del artículo 12 tampoco es violatoria de dispositivos constitucionales, pues lo que
compete al Congreso, en virtud de lo dispuesto por el inciso 10 del artículo 67 de la
Constitución Nacional es "hacer sellar moneda y fijar su valor", resultando indiferente el
nombre que se dé a esa moneda (38), y su expresión numeraria, mientras no se altere el valor
(39), como parece preverlo el mismo artículo 12 al disponer expresamente que debe respetarse
el valor de conversión.
En realidad, más que en el texto de las normas sancionadas, la posibilidad de
una delegación de facultades violatoria de los principios constitucionales parece haberse
encontrado en el espíritu de algunos legisladores, que han aludido a que el Poder Ejecutivo
podría interpretar o completar los dispositivos de la ley por vía reglamentaria, como ha
sucedido luego. Dentro del orden jerárquico de las normas establecido por nuestra
Constitución, los decretos del Poder Ejecutivo deben limitarse a reglamentar las leyes para
posibilitar su funcionamiento, pero no pueden modificar su contenido, ni para aclararlo, ni para
llenar lagunas.
III.- Convertibilidad del austral.
La convertibilidad del austral se establece sobre la base de mantener en
reservas en el Banco Central una cantidad de oro y divisas que represente el ciento por ciento
de la masa monetaria circulante, en una relación de diez mil australes por dólar.
a) La moneda patrón y la moneda símbolo.
Resulta conveniente recordar, de manera previa, que en la historia de la
evolución del dinero aparece en primer lugar la "moneda mercancía", o moneda de "pleno
contenido", cuyo valor está dado por el producto mismo de que se encuentra formado ese
dinero, generalmente un metal precioso, y resultará entonces de la cantidad de metal fino que
contenga cada pieza de moneda.
La convertibilidad es un paso en la evolución del concepto del dinero, que lleva
a retirar de la circulación directa las monedas de metal y reemplazarlas por "documentos"
representativos de esas monedas, mientras el metal se mantiene en reserva para, en caso de que
el portador de esos documentos lo solicite, entregárselo.
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Clásicamente, en este sistema, la moneda "real" es el patrón monetario que se
encuentra en reserva, y la moneda circulante no son más que papeles que garantizan la
posibilidad de "convertirlos" en la cantidad de moneda "real" que ellos representan.
Para poder cumplir con la obligación que se asume, el Estado emisor debe
mantener una cantidad de moneda "patrón" en sus Bancos, que le permita en cualquier
momento atender a los requerimientos de "conversión".
En las etapas iniciales de la moneda "convertible" se suele establecer que las
reservas alcancen a un monto igual a los papeles que se emiten para representarlas, aunque
-como ya lo hemos señalado en el trabajo que publicamos en el primer tomo de esta colección
(40)- pronto se advierte que no resulta indispensable mantener en encaje más que un
porcentaje del dinero emitido, porque son escasos los usuarios de la moneda simbólica que
acuden a convertirla y reclamar la moneda "patrón" (41).
Además los economistas advierten que el encaje puede estar integrado no
solamente por reservas en metal fino, es decir en la moneda patrón, sino que también el Estado
puede completar sus reservas con las "divisas" que tenga disponibles, es decir monedas
extranjeras que representan valores computables en reemplazo de la "moneda patrón".
El otro punto que deseamos señalar es que clásicamente las leyes de
"convertibilidad" suelen establecer como moneda "patrón", sea que realmente se la acuñe, sea
que sólo se la emplee como unidad de cuenta, la cantidad de metal fino que se estipula como
unidad monetaria (42); así la ley 1130, del año 1881, había fijado el peso oro en 1,6129
gramos de oro, de 900 milésimos de fino. Posteriormente, por haberse emitido un exceso de
papel, se dispuso la "inconvertibilidad", y cuando en 1899 se dicta la Ley de Conversión 3871,
se establece que cada peso papel sirve para obtener cuarenta y cuatro centavos de oro sellado.
La presente ley de convertibilidad presenta la peculiaridad de que no se toma
como "patrón" una cantidad fija de metal fino, es decir una moneda de contenido pleno, sino
que la relación se establece con una moneda extranjera, el dólar de Estados Unidos, por
considerar que ella garantiza un "valor estable", pese a que dicha moneda no es "convertible" a
oro (43).
No se trata únicamente de admitir que las reservas estén integradas por divisas,
sino que se ha seleccionado una de esas divisas como "moneda patrón", lo que puede justificar
que algunos piensen que se adopta como "moneda real" al dólar, ya que los australes
circulantes son meramente una moneda simbólica que representa a aquella en la que pueden
convertirse.
En el Senado de la Nación, al comenzar a debatirse el problema de la
convertibilidad, el miembro informante de la mayoría, senador Romero, manifestó que al
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aprobarse esta ley se incorporaba "a la calidad del tenedor de un austral el derecho a ser
considerado acreedor de una obligación de conversión" recordó que no se trataba de un
problema nuevo en el derecho monetario argentino, ya que la mencionada ley 3871,
promulgada el 4 de noviembre de 1899, había establecido en aquella época que el peso papel
podía ser convertido en cuarenta y cuatro centavos de peso oro sellado (44).
Procuró también justificar la adopción del dólar como patrón monetario,
expresando:
"Luego de la Segunda Guerra Mundial el patrón oro fue desplazado en el mundo
-no sólo en la Argentina- por el patrón dólar. Esto no responde a nuestras decisiones.
La convertibilidad cambiaria establecida en el siglo pasado estaba basada en el patrón
oro o plata, porque eran la referencia mundial del valor. Ahora es ésta la referencia
mundial; no depende de nosotros. Tal vez habríamos provocado confusión si
hubiéramos tomado otra moneda. Pero sabemos que ésta es la moneda que se utiliza
como reserva en el mundo. No está en nosotros optar" (45).
El senador Romero Feris, para señalar la diferencia que existe entre la presente
ley de convertibilidad, y la ley 3871 que se cita como antecedente, diferencia que él considera
sustancial, decía que vincular el valor del austral con la divisa de los Estados Unidos de
América "significa sin duda atar la moneda argentina a las contingencias de otro país
soberano" (46), y agregaba:
" ... se debe dar por sobreentendido que la ley ha buscado una forma de
simplificación en la resolución de la convertibilidad, pero ello a su vez no deja de
entrañar un riesgo adicional al que encierra la propuesta, si nos atenemos a las
variaciones que a su tiempo ha registrado el dólar norteamericano frente a una canasta
de monedas de otros países..." (47).
Por su parte el senador León, en una interrupción que hizo a la exposición del
senador Trilla, recordó que había escuchado al señor Ministro de Economía, y también al
miembro informante de la mayoría, "hacer la comparación de que el dólar de hoy es el
respaldo de oro de antes", pero que no debía olvidarse que:
" ... después de los acuerdos de Bretton Woods se estableció el dólar como
moneda internacional, como la más importante, la que tenía respaldo oro. Pero en 1971
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el señor Nixon, unilateralmente le sacó el respaldo oro al dólar. O sea que nosotros nos
estamos pegando a una moneda que en este momento no tiene respaldo oro..." (48).
Y concluyó destacando que en los tiempos de Pellegrini la Caja de Conversión
se caracterizaba por el respaldo oro.
Resulta interesante también la intervención del senador Laferriere, que propuso
que se adoptase como patrón de valor a los derechos especiales de giro (49):
"Mi propuesta es que en lugar de declarar la convertibilidad atándonos a la
moneda de un país soberano, lo hagamos estableciendo una equivalencia exactamente
igual, en derechos especiales de giro. La equivalencia actual, en este caso, sería de 0,73
derechos especiales de giro, que correspondería a diez mil australes o a un dólar. Esto
es a los efectos de evitar la distorsión que implicaría el hecho de atarse a la moneda de
uno de los países con que comercia la Argentina, y que podría provocarse en nuestro
comercio internacional cuando hubiera variaciones en el valor relativo del dólar
respecto de otras monedas".
En la Cámara de Diputados el representante de la democracia cristiana, E.A.
González, criticó también la adopción del dólar como moneda "patrón" (50), posición
compartida por el diputado Avila Gallo, quien sostuvo (51):
" ... en este caso creo que se han cometido gran cantidad de errores y hay uno
que es fundamental: utilizar el dólar como patrón igual que el oro. Eso no lo podemos
aceptar jamás porque significa la dependencia y atentar contra la soberanía del país".
En cambio el diputado justicialista Manzano defendió la medida, afirmando
que no debe confundirse "convertibilidad con dolarización", ya que no se resigna la capacidad
de emisión del Estado nacional, sino que en virtud de esta ley "nuestra moneda vale porque
tiene una prenda sobre una divisa que vale en todo el mundo" (52).
b) Las reservas del Banco Central.
Varios fueron los aspectos que se debatieron con relación a las reservas que
deben constituirse para que funcione adecuadamente la ley de convertibilidad. Procuraremos
trazarnos un orden de exposición que facilite diferenciar los problemas que fueron debatidos.
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1.- Proporción de reservas. Hemos dicho, más arriba, que los estudios técnicos
efectuados por los economistas indican que no es indispensable que las reservas tengan un
monto igual o superior al de la cantidad de dinero circulante. Sin embargo la ley de
convertibilidad ha optado, para consolidar la confianza pública, por establecer que el monto de
reservas debe ser igual al ciento por ciento de la emisión monetaria.
El senador Romero, informante de la mayoría expresó, refiriéndose al artículo
4 de la ley (53):
" ... ya hemos visto al analizar someramente los antecedentes históricos de este
proyecto de ley que anteriores cartas orgánicas del Banco Central previeron la
necesidad de la existencia de reservas que respaldaran la circulación de papel moneda.
En un régimen de libre convertibilidad como el que estamos disponiendo a través
de este proyecto, las reservas deben ser equivalentes a por lo menos el ciento por
ciento de la base monetaria. Ello es así por cuanto el Estado nacional asume la
obligación de convertir en dólares todos los australes en circulación. Por lo tanto es
necesario que dichos dólares, o el oro equivalente, exista en algún lugar: ésa es la
función de las reservas en un régimen de convertibilidad".
El senador Solana insistió en que con este proyecto "se procura alcanzar un
grado de confianza tal que permita desvirtuar las expectativas inflacionarias", afirmando que el
respaldo del Banco Central, obtenido por la existencia de un 100 % de reservas, "importa
asimismo crear la sólida convicción en cuanto a la eliminación de la emisión monetaria sin
respaldo" (54), opinión que no fue compartida por el senador Grosso, quien aclaró que la
existencia de reservas no constituía una valla para la emisión inflacionaria, pues existían
diversas maneras de incrementar esas reservas y, en consecuencia, continuar emitiendo (55).
El informante del proyecto en la Cámara de Diputados, Lamberto, afirmó que
con la relación que se establece entre la base monetaria y las reservas que actualmente existen
en el Banco Central, el respaldo es superior al 120 % del circulante (56).
A nuestro criterio la solución adoptada por la ley de fijar el monto de las
reservas en el 100 % del circulante tiene aspectos positivos, como el efecto psicológico que
ejerce, ya que induce a pensar que no se continuará emitiendo moneda; pero en la realidad
-como bien lo señalaba el senador Grosso- no impide que el Estado ponga en circulación más
billetes, sea porque incremente real y efectivamente sus reservas, sea que por la vía de
maniobras contables parezca acrecentarlas, cuando realmente se ha endeudado externa o
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internamente, aspectos que también fueron objeto de observaciones, de las que nos
ocuparemos a continuación.
2.- Existencia real de reservas. Otro de los puntos que preocupó a los
legisladores fue el de la existencia o inexistencia de reservas efectivas que pudiesen dar
respaldo a la ley de convertibilidad.
El diputado Lamberto manifestó enfáticamente que esas reservas en el
momento actual ascendían a seis mil millones de dólares, mientras que la base monetaria,
calculada a razón de 10.000 australes por dólar, no alcanzaría a cinco mil millones, vale decir
que había un excedente que significaba poseer un 120 por ciento de reservas (57), y atribuyó
esta situación al sacrificio realizado por el pueblo en el último año y medio, que dejado como
saldo:
" ... un aumento en las reservas del Banco Central, y si bien ese incremento no
fue espectacular, por lo menos nos permite sentarnos a mirar el mundo desde otra
óptica. Es muy distinto observar el mundo con los bolsillos rotos y sin un peso, a
contar las reservas suficientes que nos permiten introducir cambios en la política
nacional" (58).
Apreciaciones similares fueron formuladas por Martínez Raymonda, para
quien el país "cuenta con reservas líquidas, que le permiten adoptar una ley de convertibilidad"
(59).
En cambio algunos legisladores radicales, como el diputado Baglini (60), y los
senadores Gass (61) y Grosso, dejaron traslucir sus dudas sobre la real existencia de reservas,
expresando este último legislador:
" ... acá aparece mi primera duda. ¿Cómo podemos sostener que el Banco
Central cuenta con una cantidad de divisas equivalente al ciento por ciento del
circulante actual, tomando como base la paridad de un dólar cada diez mil australes, si
al mismo tiempo -y nadie lo ignora- el país adeuda una cifra muchas veces superior a
esta suma?
Estas pretendidas reservas son, simplemente, el fruto tal vez de no pagar la
amortización de la deuda externa o no pagar sus intereses. Bastará, por lo tanto, que el
país incremente su deuda externa, desatendiendo los pagos o consiguiendo nuevos
créditos, para que en los balances del Banco Central figure mayor existencia de divisas,
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lo cual autorizaría a emitir más australes con el pretendido respaldo de esos fondos,
que existen sólo imaginariamente" (62).
Desde nuestra óptica particular entendemos que más importante que la
convertibilidad, y la existencia de reservas, ha de ser la firmeza con que el gobierno aplique su
anunciada promesa de no emitir, única conducta que garantizará la eliminación del más grave
de los factores inflacionarios: el crecimiento desmedido de la base monetaria.
3.- Integración de las reservas. Los títulos nacionales. Otra de las
preocupaciones esbozadas en el curso del debate se vincula con el artículo 4 de la ley, que
enumera los distintos rubros que pueden integrar el fondo de reserva monetaria, mencionando
no solamente el oro y las divisas extranjeras, sino también la posibilidad de que se inviertan en
depósitos u otras operaciones a interés, o "en títulos públicos nacionales o extranjeros
pagaderos en oro, metales preciosos, dólares estadounidenses u otras divisas de similar
solvencia".
Desde el momento en que se difundió el proyecto esa composición de las
reservas fue objeto de agudas críticas, lo que motivó que el miembro informante, senador
Romero, aludiese al problema en los siguientes términos:
"Hemos advertido que algunos medios de difusión han señalado que, en virtud
de este artículo las reservas podrían colocarse en Bonos Externos de la República
Argentina. Este señalamiento podría inducir suponer que en la inteligencia de la ley no
existe límite a tal posibilidad. De tal manera, podría llegarse a la aberrante situación de
que todas la reservas estén constituídas por los citados títulos del Estado. Esta
posibilidad queda anulada a través del propio texto del proyecto, por cuanto se propone
que el cómputo de tales títulos se efectúe siempre a valores de mercado y no a valores
nominales..." (63).
Las explicaciones no conformaron a todos, y el senador radical Laferriere
propuso la eliminación de la posibilidad de incluir en las reservas títulos públicos nacionales,
expresando con mucho criterio que:
" ... los títulos públicos nacionales no pueden formar parte de las reservas de la
propia moneda nacional porque entraríamos en el contrasentido de que nuestras
propias deudas están garantizando nuestra moneda, lo que se presta a un juego contable
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y le quita seriedad a la convertibilidad... " (64).
En la Cámara de Diputados varios legisladores volvieron sobre el tema, en
especial Martínez Raymonda, Baglini, Alsogaray, Durañona y Vedia e Ibarbia.
Algunas de estas intervenciones tuvieron tal relieve, que parece conveniente
reproducirlas. Martínez Raymonda dijo:
"Tenemos mucha aprensión por el hecho de que las reservas de libre
disponibilidad puedan estar representadas por títulos públicos nacionales. De esta
forma se abriría una brecha que permitiría generar una emisión no querida; incluso me
atrevo a decir convincentemente negada por quienes apoyan el proyecto de ley
remitido por el Poder Ejecutivo; pero puede darse el caso de que no exista la firmeza o
el límite necesarios cuando los hechos cotidianos -desgraciadamente tan comunes en
la Argentina- puedan forzar a usar ese mecanismo para evadir el principio
fundamental de no emisión al que nos sujetamos" (65).
A continuación expresó que, aunque se tenga confianza en la prudencia del
gobernante, es preferible que la prudencia esté en la propia ley, que acote el manejo
dispendioso de la emisión (66), y propuso que se enmendara el artículo 4, agregando un
párrafo que limitase la inversión en títulos públicos nacionales a aquellos cuya emisión fuese
anterior al 31 de diciembre de 1990, y por un monto que no excediese el 5 por ciento de las
reservas de libre disponibilidad (67).
Baglini sostuvo que el artículo 4 no garantizaba un esquema cerrado de
convertibilidad, y ejemplificó con los Bonex (68), refiriéndose también a los pases y depósitos
en moneda extranjera, expresando con mucho humor que:
"La relación entre la base monetaria y las reservas, la calidad de estas últimas y
la composición no tanto de la base, que se publica casi por semana, pero
fundamentalmente de las reservas, diría que son como las patas de gallo de nuestra
artista preferida: si uno no está muy cerca de ella piensa que sigue teniendo veinticinco
años y está en el mejor estado, pero la realidad puede ser totalmente distinta" (69).
Alsogaray explicó que se trataba de un mecanismo de ingeniería financiera,
pero que no sabía con qué intención se lo había establecido, agregando: "creo que se trata de
una válvula de seguridad o de escape y es algo que abre muchos interrogantes sobre la
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viabilidad del plan" (70).
Durañona y Vedia expresó su desacuerdo con la posibilidad de que los títulos
nacionales pudiesen formar parte de las reservas de convertibilidad (71), e Ibarbia -al
discutirse en particular el artículo 4- insistió en la necesidad de suprimir de su texto toda
referencia a los títulos nacionales (72), lo que no fue aceptado por la Comisión que mantuvo su
política de que se aprobase el proyecto sin ninguna modificación.
Lo curioso es que a esa altura del debate se dió entrada a un proyecto de
resolución por el que se recomendaba que en la ley de presupuesto se introdujese una norma
permanente que regulase la forma de inversión de los títulos públicos nacionales a emitirse con
posterioridad al primero de abril de 1991, para que puedan computarse entre las reservas
previstas por el artículo 4 de la ley de convertibilidad, y se procedió a tratarlo sobre tablas (73).
Se consideró por la mayoría que, en lugar de introducir modificaciones a la ley
que se estaba debatiendo, era suficiente aprobar una declaración de que en una futura ley se iba
a dar solución adecuada al problema, lo que motivó diversas objeciones (74). El mencionado
proyecto de resolución fue tratado y aprobado.
4.- Información sobre las reservas. Ya el senador Romero, como informante del
proyecto, al referirse al artículo 5 sostuvo que esa norma "tiene por objeto el cumplimiento del
principio de claridad en la información, que forma parte de los estados contables del Banco
Central", agregando a continuación que "deberán establecerse modificaciones a los
mecanismos de análisis de estos balances para que reflejen el monto y la composición de la
base monetaria y la cantidad de la reserva de libre disponibilidad" (75).
En la Cámara de Diputados se formularon también algunas reflexiones sobre el
tema, mereciendo destacarse especialmente que el informante de la mayoría, diputado
Lamberto, al discutirse en particular el artículo 5 aclaró que la Comisión entendía que "la
información resultante de la nueva metodología contable que debe introducir el Banco Central
tiene que ser proporcionada semanalmente, conforme ha sido el trámite usual en dicha
institución" (76).
Flotaba en el ambiente la convicción de que para que la aplicación de la nueva
ley mereciese credibilidad resultaba indispensable mantener al público informado sobre la
existencia de reservas en cantidad y proporción adecuadas.
5.- Inembargabilidad. Finalmente, y con relación siempre a las reservas
previstas para asegurar la convertibilidad, el senador Romero destacó que la ley, en la primera
parte del artículo 6, establecía su inembargabilidad:
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" ... se propone crear lo que en términos de derecho privado podríamos
denominar patrimonio de afectación, toda vez que el oro y divisas de libre
disponibilidad -esto es, las reservas- están afectadas al cumplimiento de la ley,
presentándose al mundo como patrimonio del Estado nacional argentino. Y en relación
a ello el Estado despliega su inmunidad soberana. Por tal motivo el oro y las divisas de
libre disponibilidad se declaran inembargables" (77).
La norma fue aprobada en ambas Cámaras sin objeciones, debiendo
computarse únicamente una observación formal del diputado Durañona y Vedia (78).
Sin embargo, atento el tenor literal del artículo, y las intenciones que persigue
-claramente expuestas por el senador Romero, informante de la mayoría- de que esas divisas
sirvan de garantía al circulante, cabría preguntarse si los acreedores del Estado por ser
tenedores de billetes "convertibles" podrían, en caso de que no se cumpliera con el deber de
convertibilidad establecido en el artículo 1, demandar judicialmente al Estado, procediendo a
embargar y secuestrar las divisas del Banco Central para cobrarse con ellas y hacer efectiva la
convertibilidad.
¿Qué sucedería si el Estado, arguyendo una nueva emergencia económica,
suspendiese por decreto la convertibilidad? ¿Cuáles serían los efectos de una nueva ley, que
introdujese modificaciones al valor del circulante, con relación al patrón que se ha adoptado?
¿En estos casos qué prevalecería: el alcance de prenda que se ha dado a las divisas hoy
existentes, o la inembargabilidad de esas divisas?
c) Compromiso de no emitir.
Antes de referirnos al "compromiso de no emitir" parece conveniente destacar
que la casi totalidad de los legisladores que participaron en el debate comparten la idea de que
la principal causa de la inflación padecida por nuestro país, ha sido la emisión incontrolada de
circulante (79).
Este pensamiento fue muy bien expresado por el senador cordobés Grosso,
quien recordó que:
"La emisión continua de moneda para enjugar los déficit fiscales provoca como
consecuencia inmediata la inflación, pues multiplica el circulante sin atender para nada
a la existencia de bienes representados por esa moneda.
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Lamentablemente, señor presidente, durante un período muy
prolongado ha resultado cómodo reemplazar los ingresos genuinos -que resultan
odiosos a quien tiene que pagarlos- por emisiones monetarias que forzosamente
provocan inflación y reciben con razón la denominación de impuesto inflacionario"
(80).
No debe creerse, sin embargo, que todos los que así piensan se enrolan en tesis
crudamente monetaristas, ya que -sin duda- muchos de ellos aceptan que pueden concurrir
otras causas, como ser la escasez de producción, la presión salarial e incluso factores
psicológicos.
Esa convicción de que la impresión de moneda ha sido el elemento que ha
contribuído en mayor grado a la inflación, lleva a la conclusión de que el remedio más efectivo
para poner límite a ese flagelo, es frenar la emisión, aunque ello signifique que el Estado pueda
llegar a carecer de fondos para atender algunas de sus necesidades u obligaciones.
Incluso aquellos que opinan que el Estado debe gozar de facultades que le
permitan aplicar una política monetaria flexible, y critican la rigidez del plan, como los
diputados radicales Baglini y Jesús Rodríguez, y el senador Brasesco, no han propiciado de
manera directa el incremento de la masa monetaria, aunque se advierte por el tenor de sus
exposiciones una postura favorable a que se mantenga en manos del Poder Ejecutivo la
posibilidad de emitir las cantidades que crea necesarias para atender sus políticas de gobierno.
Flota, pues, en el ambiente una actitud de rechazo generalizado a la emisión
(81), y en todos subyace el deseo de que el gobierno se comprometa a no emitir, junto con
cierto grado de escepticismo y temor de que no se quiera renunciar a esta herramienta
económica y, aunque se prometa no emitir, luego se incumpla la promesa, como sucedió con el
plan Austral. Las palabras del senador Laferriere, en este sentido, son muy ilustrativas:
" ... si viniera el gobierno a asegurarnos que no va a haber emisión monetaria
para financiar el déficit fiscal operativo, le contestaríamos como oposición: Pónganlo
en una ley, a ver si se animan!" (82).
Varios legisladores integrantes de la mayoría han sostenido con énfasis que en
esta oportunidad el gobierno se compromete a no emitir. Así, por ejemplo, el senador Romero
expresó que:
"¿Qué mayor castigo se le pudo haber infligido a nuestra moneda -y no entro a
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buscar culpables- que una continua práctica de emisión espuria, que hizo que no
existiera un valor referencial? Por eso estamos fijando un tipo de cambio. Estamos
obligando a hacer algo que el gobierno no estuvo haciendo, que es no emitir sin
respaldo" (83).
Y el mismo senador, algunos momentos después, agregaba que "el Poder
Ejecutivo cumplirá la promesa de no emitir y mantendrá la paridad", y que, así como el
Congreso está cumpliendo con su deber al legislar sobre este tema, " ... el Poder Ejecutivo
cumplirá con el suyo, ajustándose a la promesa de no emitir de una manera espuria y no
modificar la paridad cambiaria que estamos estableciendo" (84).
En Diputados, el presidente del bloque Justicialista afirmó, refiriéndose a los
integrantes de los equipos económicos de gobierno, que " ... la época de la alquimia se
terminó; con esto casi le terminamos de prohibir todo. Pocas cosas les quedan. Quizás si les
hubiéramos prohibido todo, sería mejor todavía. Pero no podemos prohibirles todo, porque hay
que cubrir cosas anteriores, de arrastre", rematando su idea con estas palabras:
" ... todos saben que lo único que vamos a hacer es no cubrirla con emisión, con la
maquinita" (85).
El tema de la promesa de "no emisión" se reitera en diversas exposiciones, no
sólo de legisladores oficialistas, sino también de miembros de partidos opositores, como el
diputado Martínez Raymonda, cuyas palabras merecen ser reproducidas, porque a su criterio la
ley contiene normas que establecen con claridad esa prohibición:
"El proyecto que ahora se propone cuenta con dos elementos que consideramos
importantes. El primero de ellos es que por primera vez -y esto, además de remarcarlo,
lo exigimos- se fija una limitación a la emisión monetaria. Esta posibilidad siempre
fue expresada como una voluntad política de muchos gobiernos no sólo del pasado
sino también del actual, pero nunca contamos con el marco referencial de una norma
limitativa. Podrá decirse que las normas se han violado muchas veces, pero ahora
contaremos con una norma que nos permitirá exigir su cumplimiento; y cuando alguien
cometa alguna irregularidad podremos acusarlo de violación de los deberes de
funcionario público porque al emitir en contra de una ley que lo prohibe estarían
inclumpliendo en forma delictual con sus funciones de administradores de las finanzas
y la moneda del país" (86).
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Algunos momentos después, al referirse al artículo 4 de la ley, insiste sobre el
tema:
"Dentro del Título I del proyecto de ley figura el artículo 4, que para nosotros es
fundamental. El Poder Ejecutivo, a través del Banco Central, asume la responsabilidad
y la obligación -diríamos que es la autocontracción de sus propias facultades- de no
emitir moneda.
Para nosotros éste es el artículo clave del proyecto de ley, porque si no cierra
totalmente dentro de los márgenes que el Congreso de la Nación determina y estipula
... estaría en peligro todo el esqueleto de la futura ley" (87).
También manifestaron que el proyecto se fundaba en la eliminación de la
emisión espuria el senador Solana (88) y los diputados Alsogaray (89) y Fescina (90).
Se ha advertido, sin embargo, que la prohibición de emitir no es tan tajante; el
primero en señalarlo fue el senador Grosso, cuando decía:
"El proyecto de ley que estamos considerando, y que tiende a establecer lo que
se da en denominar austral convertible, no contiene un mecanismo que a mi criterio
ponga coto a la emisión de moneda sino que, con una especie de pase mágico, vincula
la cantidad de circulante admisible con las reservas de oro y divisas que
pretendidamente posee el Banco Central" (91).
Más adelante apuntaba que sería suficiente con que el país incrementase su
deuda, sea desatendiendo pagos, sea obteniendo nuevos créditos, para que de esa forma
aparezcan en los balances del Banco Central mayores reservas de divisas, lo que autorizaría a
emitir más australes respaldados con fondos imaginarios, porque en la realidad son deudas
contraídas por el país (92).
El diputado Ibarbia también destacó que las posibilidades de emitir se
mantienen vigentes (93), porque "subsisten instrumentos que van a permitir una expansión de
la cantidad de moneda" (94), ya que el Banco Central continúa investido de "facultades de
emisión, a diferencia de lo que ocurría con la ley de convertibilidad de 1899, sancionada bajo
la presidencia de Roca e inspirada por Carlos Pellegrini" (95), y Alsogaray, que prestaba apoyo
al proyecto, no se privó de manifestar que "el Estado se reserva algunas válvulas de escape que
pueden poner en peligro el funcionamiento de la iniciativa" (96), y se detuvo a explicar en
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detalle lo que denominó "mecanismo de ingeniería financiera" (97), que abre una válvula de
escape y permite al gobierno emitir australes pese a la aparente rigidez de la ley (98).
El diputado radical Baglini coincidió en que "la primera regla que pretende
asegurar este proyecto es la no emisión" (99), pero sostuvo que -a su criterio- la ley no
garantiza que se adopte esa conducta, "ni la eliminación del déficit cuasifiscal, como así
tampoco la inflación cero" (100).
Un análisis objetivo de la ley obliga a concluir que no ha consagrado una
prohibición rígida de emitir, sino que ha dejado válvulas de escape, que permiten al Poder
Administrador y su equipo económico aumentar el circulante, si lo considera necesario, sea
para solucionar "problemas de arrastre", como sostenía el diputado Manzano, sea para hacer
frente a alguna emergencia imprevisible.
Sólo resta desear que quienes hoy tienen en sus manos la conducción
económica, y también quienes en el futuro los sucedan, respeten el propósito central que
inspira a la ley, y no recurran a la emisión de moneda para satisfacer urgencias políticas
circunstanciales, pues si no se ponen límites al aumento de circulante, la inflación retomará su
ritmo de manera incontenible.
d) ¿Convertibilidad o cambio fijo?
Otro de los problemas planteados en el curso de los debates es que la ley
sancionada no responde al clásico modelo de convertibilidad de la moneda, que fija como
respaldo del circulante un patrón oro, sino que en realidad se limita a establecer un tipo de
cambio fijo, aspecto al que aludieron, entre otros, los diputados Ibarbia (101), Baglini (102) y
Jesús Rodríguez (103).
El primero de los legisladores que mencionamos se detuvo a reseñar que
cuando se adopta un patrón oro como medida de convertibilidad, es una consecuencia casi
ineludible que el tipo de cambio sea fijo, mientras que "los tipos de cambio flotante se
imponen en la economía contemporánea a consecuencia del abandono de los patrones
monetarios rígidos, lo que ya comienza con los acuerdos de Génova y Bruselas de 1932"
(104).
Se extendió a continuación haciendo una historia de la evolución del problema
de los cambios en la economía mundial, y la sustitución de los tipos de cambio fijo por los
flotantes, para concluir afirmando que:
" ... los tipos de cambio flotantes son el remedio que adopta el mercado contra las
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políticas fiscales nefastas y las políticas monetarias contrarias a la estabilidad y el
progreso económico y material de los pueblos. No son consecuencia de un dogmatismo
filosófico y nada tiene que ver con el liberalismo económico la existencia de la libertad
de mercados con tipos de cambio flotante o fijo. Lo que sí se relaciona con la
estabilidad de una moneda es que las políticas monetaria y fiscal sean compatibles con
un sistema de convertibilidad, porque las tasas de interés, el crédito, el flujo de capital
y la inversión dependen de la confianza que exista entre los agentes económicos en el
sentido de que cuando se establece un tipo de cambio no se ha sobrevaluado la moneda
nacional y de que se lo mantendrá en el tiempo" (105).
Entendemos que nuestros legisladores, al afirmar que las normas de la ley, más
que una "convertibilidad", consagran un "tipo de cambio fijo", están poniendo de relieve el
hecho de que, a diferencia de las clásicas leyes de convertibilidad, no se toma como patrón la
"moneda real" del país, que se mantiene en reserva, sino el valor de una divisa, que sirve
solamente de moneda de cuenta, sin adquirir "curso legal". En consecuencia la ley persigue
varias finalidades: fijar el valor de la moneda nacional; otorgarle como respaldo las reservas
existentes en el Banco Central y establecer el tipo de cambio con una moneda extranjera. Si se
hubiese dado "curso legal" al dólar no sólo el Banco Central, sino las instituciones oficiales y
todo el sistema bancario tendría que entregar esa moneda en cambio de australes, cuando se le
requiriese, sin hacer diferencias entre "tipo comprador" y "tipo vendedor", ni cobrar impuesto
a las transacciones de divisas, sino limitándose a efectuar en todos los casos la conversión al
monto fijado por el artículo 1 de la ley, es decir a razón de 10.000 australes por cada dólar.
En estas circunstancias es lógico, como lo apunta el diputado Ibarbia, que la ley
adopte el sistema de cambio fijo, aunque vemos que en la realidad del mercado la conducción
económica sigue operando con el sistema de "bandas cambiarias" (106).
Insistimos, no se trata de una "convertibilidad legal del dólar", sino de la
adopción de un tipo de cambio, aparentemente fijo, para esa moneda, que continúa cotizándose
en el mercado de divisas.
Es comprensible también que la adopción de un tipo de cambio "fijo" despierte
ciertas dudas, vinculadas unas con el acierto técnico de la paridad cambiaria escogida, y otras
con la posibilidad real de mantener esa paridad.
Así, el senador Laferriere -como lo hemos visto más arriba- expresó que era
preferible, en lugar de vincular el cambio con el dólar, hacerlo con los Derechos especiales de
giro (107), que en realidad son una canasta de monedas (108).
A su vez, el diputado Alsogaray ha sostenido que la paridad establecida por la
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ley, fijando el nivel de diez mil australes por dólar, es arbitraria, y explicaba sus afirmaciones
diciendo:
"Nadie sabe cuál es el valor del dólar por la sencilla razón de que no ha estado
funcionando un verdadero mercado libre de cambios sino un mercado deformado por
el Banco Central a través de una tasa de interés extravagantemente alta, que provocaba
el ingreso de divisas y mantenía el dólar estabilizado a un nivel comparativamente
bajo" (109).
Deslizó también su temor de que el arrastre inercial de la inflación, que todavía
no había concluído, influyese nocivamente provocando un retraso cambiario, con:
" ... los efectos de todo retraso cambiario: recesión, mayor desocupación, y sobre
todo el mantenimiento de una verdadera inflación reprimida que en algún momento
termina por explotar ... " (110).
Estos temores fueron compartidos por el senador Aguirre Lanari (111) y el
diputado Jesús Rodríguez, quien se refirió a los nocivos efectos del atraso cambiario, en los
siguientes términos:
" ... tenemos el tema del dólar a diez mil australes. Este tipo de cambio significa,
en nuestro análisis de la realidad, que las industrias nacionales o las radicadas en la
Argentina -sin importar el origen de su capital- difícilmente continúen en condiciones
de exportar" (112).
Pronosticó también que la ley, en este punto, no se iba a poder cumplir, porque
el tipo de cambio atrasado "no durará hasta el fin de los días y en algún momento tendrá que
ser modificado", expresando su creencia de que:
"El día que se adopte esa decisión será por medio de un decreto, porque las
devaluaciones no se discuten -se efectúan, se deciden- y mucho menos de manera
pública y abierta como supone el proceso de formación de las leyes..." (113).
En conclusión, la ley no es estrictamente de "convertibilidad", ya que no crea
una moneda real que se mantenga en reserva, sino que se limita a establecer una paridad
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cambiaria con el dólar, que se utiliza como moneda de cuenta.
e) Equilibrio presupuestario. Necesidad de eliminar el déficit fiscal.
Existe clara comprensión de que no basta con las buenas intenciones, ni con la
sanción de leyes ya que, como bien dice Michel CROZIER, "no se cambia la sociedad por
decreto" (114). En nuestro caso la sanción de la ley de convertibilidad, y las promesas de "no
emitir", resultarán insuficientes si no se atacan las causas profundas que impulsan al Poder
Administrador a reincidir en el empleo del "impuesto inflacionario".
Resulta imprescindible eliminar el ya crónico desequilibrio presupuestario,
provocado principalmente por la "empleomanía", con la que se procura satisfacer clientelas
electorales, y por el gasto público improductivo; por la proliferación de actividades que no
hacen a los fines propios del Estado y por la desarticulación de los regímenes tributarios, ya
que se han reemplazado los ingresos genuinos por la emisión de moneda (115).
Por eso ha dicho el diputado Ibarbia que:
" ... de nada servirá ahora la norma que se propone al Congreso, si no se cambian
las causas profundas que llevan a que diariamente se deprecie la moneda nacional y a
que los tipos de cambio se eleven constantemente. Si ello no ocurre, resultará
imposible anticipar cuál será en diciembre de este año la paridad del dólar en relación
con el austral o, peor aún, cuáles serán las tasas de interés que van a prevalecer en los
mercados.
Deben atacarse las causas, debe irse al fondo de la cuestión, sin quedarse en
meros cambios cosméticos. No creo en los cambios cosméticos aunque vengan
acompañados del aparato publicitario del gobierno, aunque sean ayudados por una ley,
si no están absolutamente destruídas todas las naves que permiten al Estado volver a la
emisión de papel moneda sin ningún respaldo" (116).
Dentro de la misma línea de pensamiento el senador Bravo sostuvo que "si la
autoridad política no reduce el gasto público inoficioso, si no sabe decir que no cuando hay
que decirlo, si no se terminan los favoritismos, si no está dispuesta a imponerse ante los
desbordes sindicales y económicos, si está con la mira puesta en mayor medida en las
elecciones que en la recuperación global del país, entonces inútiles serán todas las leyes que
podamos dictar fijando utópicas paridades" (117).
Varios legisladores expresaron su preocupación por la posibilidad de que en
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esta búsqueda de equilibrio presupuestario se pudiesen cometer injusticias si, para reducir los
gastos, no se remuneraba adecuadamente a los empleados de la administración. Vemos así que
el diputado Jesús Rodríguez aludió a la posibilidad de que para congelar los gastos se
afectaran:
" ... las remuneraciones de todo el personal del sector público. Y cuando digo
esto hago referencia a docentes, médicos, enfermeros, personal de la administración
nacional, que incluye a las fuerzas armadas y de seguridad" (118).
El presidente del bloque justicialista de diputados respondió que no se iba a
desatender el problema salarial, pero que se lo haría sin recurrir a la emisión de moneda (119).
Se destacó también, con acierto, que entre los gastos que el Estado debía
afrontar con su presupuesto estaba el pago de los servicios de intereses de la deuda externa
(120), aunque algún diputado desenfocó el problema afirmando que esos pagos ya no saldrán
de la emisión, sino que tendrán que salir de los bolsillos del pueblo argentino ... ! (121), como
si el impuesto inflacionario no pesase sobre el patrimonio de toda la población!
La búsqueda del equilibrio fiscal requiere, sin duda, disminuir los gastos e
incrementar la recaudación impositiva (122), persiguiendo a los evasores (123), creando
nuevos tributos e, incluso, vendiendo bienes del Estado (124). El éxito o fracaso del plan
dependerá, en gran medida, de la forma en que se solucione el déficit fiscal (125).
El problema fue objeto de minucioso análisis por los senadores Romero Feris
(126), Trilla (127) y Gass (128).
El problema recurrente del déficit fiscal es un fantasma que se agita
permanentemente sobre el plan de convertibilidad, y que ha reaparecido ya con motivo del
pago del medio aguinaldo en el mes de junio, o con motivo de la ayuda económica a
provincias cuyas finanzas se encuentran en estado de quiebra, como ha sucedido con la
provincia de La Rioja. Recurrir a la emisión de billetes para atender esos gastos puede atizar
nuevamente el fenómeno inflacionario (129).
f) La moneda como herramienta de una política monetaria.
El debate es viejo, ya que frente a la posición de la escuela clásica que sostenía
la "neutralidad" de la moneda (130), se alzaron -especialmente en este siglo- numerosas
voces, en especial la de Keynes y sus seguidores, que sostenían que la manipulación de la
moneda podía ser una herramienta útil en manos del Estado para propiciar determinadas
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políticas (131), ya que la abundancia de dinero impulsaba el consumo y, como consecuencia,
alentaba la producción y el crecimiento del país.
Frente a esta postura ha reaccionado la escuela denominada "monetarista"
(132), que retomando las tesis cuantitativas del dinero sostiene que su abundancia sólo tiene
una influencia aparentemente benéfica en el corto plazo, pero que ese impulso resulta
neutralizado pronto y sólo deja como efecto la inflación, que termina convirtiéndose en una
enfermedad crónica y perniciosa (133).
Hemos señalado más arriba que a lo largo del debate de esta ley prevaleció
netamente la convicción de que la emisión incontrolada ocasionaba serios daños a la economía
del país, pues -junto con la inflación- creaba inseguridad, y ella no es propicia para el ahorro,
ni para las inversiones productivas, sino que induce a la especulación.
Pocos han sido los legisladores que insinuaron sus reparos contra esta ley
fundándose en que entraña el abandono de la posibilidad de ejercitar políticas monetarias.
Podemos mencionar entre ellos al senador Brasesco, representante radical de la provincia de
Entre Ríos, quien ya en una interrupción que le concediera el miembro informante de la
mayoría, adelantó que se le planteaban algunos interrogantes, que surgían de su "concepción
político económica no monetarista" (134). Más adelante, a lo largo de su exposición, fustigó
las concepciones economicistas y monetaristas, sosteniendo que estas medidas iban a producir
desempleo (135). Destacó en varias oportunidades que "una moneda fuerte no resuelve por sí
sola los problemas sociales" (136), para concluir expresando su creencia en "la planificación
democrática de la economía" (137). Sus palabras demuestran claramente que comparte la
postura de quienes estiman debe utilizarse la moneda como herramienta política, aunque para
ello deba degradarse su valor.
También el diputado radical Jesús Rodríguez hizo hincapié en el abandono de
los instrumentos de política económica (138), pronosticando además que no puede haber
reactivación de la economía si se adopta un rumbo deflacionario (139).
En cambio el presidente del bloque justicialista, diputado Manzano, contestó
que era menester hacer una autocrítica con relación a "los efectos de los enfoques
absolutamente monetarios de la lucha contra la inflación a la que nos había sometido la
conducción del Banco Central de nuestro propio gobierno", agregando que se pedía ayuda:
" ... para un tránsito que permitiera hacer política económica reactivando la
economía, pensando que lo que no habían sabido hacer los tecnócratas con sus
fórmulas mágicas quizás sí lo supieran hacer los argentinos con su trabajo" (140).
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Más adelante agregó que "no se cree en las promesas porque no bastan: hasta
las leyes generan dudas. Venimos aquí a anclar una referencia, a ponerle corsé a la capacidad
del Estado de emitir moneda" (141) lo que equivale decir que se renuncia a las herramientas
monetarias como instrumentos de una política, para adoptar el camino de la seguridad
económica fundada en una moneda estable.
Ha prevalecido, pues, el concepto de que el recurso a políticas monetarias
emisionistas es más nocivo que beneficioso.
Quizás aquí la única acotación que convendría efectuar es que la lucha contra
la inflación debe tener como meta el lograr la estabilidad monetaria y no provocar la variante
de signo inverso, la denominada "deflación" que, como bien señala HARROD, "es también un
mal" (142), que generalmente une el desempleo con una sensible baja en la producción.
g) Las presiones políticas y sociales.
Cuando hace media docena de años nos ocupamos del plan Austral,
vaticinamos que uno de los riesgos que corría era el de las presiones políticas que, sea para
atender a clientelas electorales, sea para satisfacer requerimientos sociales justificados, podían
hacer que se incumpliese la promesa de "no emitir", tan enfáticamente formulada (143).
Desgraciadamente los hechos demostraron que esos temores estaban fundados, y el Ministerio
de Economía cedió ante diversas exigencias, la primera de las cuáles provino del Poder
Legislativo, que procedió a aumentarse sus dietas el mismo mes de junio de 1985. El resto de
la historia es de todos conocida, por lo que no es menester detenernos a narrarla, pero sí resulta
obligatorio recordarla, para que su ejemplo nos impulse a evitar el recaer en idénticos errores
(144).
Uno de los primeros legisladores que hizo uso de la palabra para referirse a esta
ley, el senador Leopoldo Bravo, representante del bloquismo sanjuanino, advirtió que si la
autoridad política "no está dispuesta a imponerse ante los desbordes sindicales y económicos,
si está con la mira puesta en mayor medida en las elecciones que en la recuperación global del
país, serán inútiles todas las leyes que podamos dictar" (145).
El senador Brasesco, al iniciar su exposición, recordó el fracaso de numerosos
planes, cuya concepción "economicista y monetarista" no compartía; pero, agregó, "en
homenaje a esos ministros de Economía, que todas sus ortodoxias económicas fueron torcidas
por decisiones políticas de los gobiernos de turno" (146); parece de interés reproducir algunas
palabras de Brasesco:
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" ... lo cierto es que hubo decisiones políticas que fueron modificando la
ortodoxia de esos planes. ¿Y, por qué hubo decisiones políticas que fueron
modificando la ortodoxia de esos planes? Porque el país no es una sociedad anónima.
En él viven los ricos, los pobres, los honestos y los deshonestos, los que producen, los
que especulan, los que viven del desorden; en fin, conviven los distintos intereses.
Viven los que producen; viven el trabajador, el comerciante y el banquero. Es decir, el
país es algo dinámico que no solamente se maneja dentro de las reglas económicas,
sino, también, dentro de las expresiones anímicas de la sociedad en momentos
determinados. Y todas esas cosas influyen, señor presidente y señores senadores, en los
distintos enfoques económicos" (147).
Nos ocuparemos brevemente de algunos de estos problemas de tipo político y
social, que fueron mencionados en el debate de la ley.
1.- Situación de las provincias. El cambio de política monetaria, que implica
sin duda un cambio sustancial en materia impositiva, creará -como lo adelantábamos más
arriba- un serio problema a muchas provincias, en especial a aquellas cuyas finanzas se nutren
casi exclusivamente de la coparticipación nacional.
Es conveniente recordar que las provincias no tienen la facultad de emitir
dinero, y desconocían totalmente el giro de ciento ochenta grados que iba a tomar la política
monetaria, lo que no les ha permitido tomar previsiones para afrontar la nueva situación y
transcurrirá algún tiempo hasta que reorganicen su sistema tributario.
Romero Feris se refirió a "las necesidades de las provincias cuyas rentas no son
suficientes como para cubrir sus presupuestos de gastos ordinarios", calificándolas de
"cuestión fundamental que ha sido olvidada" (148). Y agregó:
"En el pasado mes de febrero, por medio de emisión, el Tesoro nacional ha
cubierto todos sus atrasos acordándose simultáneamente fuertes incrementos salariales
a sus empleados -lo cual me parece perfecto-, obrándose de la misma manera con los
de las empresas públicas. Ello crea una demanda similar en las provincias, que me
parece razonable. Estoy totalmente convencido que esto debió ser solucionado con
anterioridad o en forma simultánea a la confección de este proyecto" (149).
A su turno el senador Brasesco señaló con acierto que:
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" ... las provincias que tienen déficit -al igual que las restantes- no están
autorizadas por la Constitución Nacional a emitir dinero. Así, mientras la Nación
preparó el plafón necesario para iniciar esta pelea, las provincias continúan con su
déficit, algunas incluso en su calidad de acreedoras, tal como ocurre en el caso de las
que son titulares de los créditos por regalías, mientras consideran al mismo tiempo lo
que puede pasar con la coparticipación" (150).
Agregó luego que "nos encontramos con provincias que tienen déficit y no
cuentan con los elementos necesarios para superarlo", y esas provincias ven peligrar sus
economías regionales, "pues las políticas arancelarias les pueden producir una caída de sus
rentas impositivas genuinas", a lo que se suma el problema social de la desocupación y de "las
cesantías y suspensiones" (151).
El diputado Baglini, luego de recordar que el 8 de marzo el Ministro de
Economía dijo que las transferencias de fondos a las provincias quedaban limitadas a 200 mil
millones de australes, pero que hacia el día 15 ya se habían transferido 700 mil millones de
australes, expresó que el incumplimiento de esa pauta "refleja la angustia, la preocupación y
-por qué no decirlo- las presiones que se producen desde los gobiernos provinciales con
respecto a las eventuales consecuencias de esta iniciativa en lo que atañe a las provincias"
(152).
También se refirieron a los problemas financieros que podían afectar a las
provincias el senador Trilla (153) y el diputado Jesús Rodríguez, quien citó como ejemplo que
sólo el 8 por ciento del gasto público de la provincia de Formosa se financia con recursos
propios, y "el resto son transferencias de la Nación" (154).
El hecho real es que la supresión del "impuesto inflacionario", que permitía a la
Nación emitir billetes que se repartían entre las provincias por vía de la "coparticipación", e
incluso auxiliar de manera discrecional a las que consideraba más necesitadas, creará un
problema serio de transición, hasta que cada provincia reorganice su sistema tributario.
A ello se suman los reclamos de numerosas provincias por atrasos de la Nación
en el pago de los fondos coparticipados, y de las regalías petroleras, deudas que difícilmente
pueda afrontar el Tesoro nacional con los recursos impositivos ordinarios.
2.- Sueldos y aguinaldos. En la mente de los economistas se encuentra siempre
presente el temor de que la presión social o sindical (155) por mejoras salariales contribuya
decisivamente a la inflación (156). Como consecuencia ineludible, al presentarse una ley
destinada a lograr una moneda de valor estable, casi todos presumen que en ella se contienen
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elementos destinados a congelar los salarios.
Esta idea subliminar afloró en el debate de ambas Cámaras, y los críticos de la
ley se apresuraron a adelantar que en ella la "variable de ajuste" eran los salarios, mientras que
sus defensores afirmaron enfáticamente que no se propiciaba su "congelamiento". Ya en el
Senado el miembro informante de la mayoría se refirió a este problema en varias
oportunidades, sosteniendo en primer lugar que "el salario está excluído" de la desindexación
prevista en el artículo 9 (157), y que la supresión de indexación contenida en el artículo 10, y
aplicable a las convenciones colectivas de trabajo, "no implica que se esté pensando en el
congelamiento salarial" (158), agregando que:
"el incremento salarial se puede producir tantas veces como las partes lo
convengan, pero no por la vía de la indexación, sino mediante acuerdos, los que tienen
relación con el aumento de la actividad económica, que es lo que estamos buscando"
(159).
Más adelante, en una interrupción que le concedió el senador Trilla, insistió en
que:
" ... el texto legal en ningún momento habla de congelamiento de las jubilaciones
y salarios. Los del sector público, más que de nuestra voluntad, dependerán de la
capacidad de pagarlos. Se apuesta a que con una inflación baja aumentarán los ingresos
del Estado y así podrán incrementarse los salarios" (160).
En la Cámara Baja expresaron su preocupación por la congelación de los
salarios los diputados Aramouni (161), Lazara (162) y Zamora (163).
En lo que se refiere a las dificultades con que podían tropezar las provincias
para el pago del medio aguinaldo en el mes de junio, resultaron premonitorias las advertencias
formuladas por Baglini (164) y Jesús Rodríguez (165).
Mientras no se incrementen los ingresos fiscales por la vía de cobrar más
impuestos, resultará imposible, tanto a la Nación como a las provincias, conceder aumentos
salariales, porque para atenderlos tendría que emitir más circulante, violando las promesas
formuladas y poniendo en peligro la estabilidad monetaria. Lo que cabe preguntarse es: ¿hasta
cuándo podrá resistir el gobierno la presión social si al atraso ya existente en los salarios, se
agrega un atraso mayor, sea por inflación inercial, sea por inflación provocada por la emisión
de moneda destinada a atender otras necesidades del Estado?
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3.- Jubilaciones. La situación de inopia en que se encuentra la mayor parte de
los integrantes de la llamada clase pasiva origina también grave y justificada presión sobre el
plan esbozado por el gabinete económico. A lo exiguo de las jubilaciones y pensiones (166), se
agrega el hecho de que se desatienden las previsiones legales relativas al 75 y 82 por ciento
móviles, y que no se cumplen las numerosas sentencias condenatorias, que imponen a la Caja
el pago de los montos que en estricto derecho corresponde abonar.
El diputado Baglini se refirió al problema en los siguientes términos:
"Para que la situación fiscal cierre se presupone el auto financiamiento del
sistema de seguridad, lo que significa seguir no cumpliendo con los haberes del 75 y el
82 por ciento de la ley previsional, postergando el reconocimiento de deudas para los
jubilados y apostando a que el impacto del primer aumento de la nómina salarial
sostenga nivelada la situación de las Cajas. No fue así en el pasado, y recordemos que
también se renunció a impuestos destinados a la seguridad social" (167).
Los legisladores sienten esa presión y se convierten en eficaz caja de
resonancia, que multiplica el clamor de los afectados, cuyos ecos llegan a las más altas esferas
y así todos los televidentes del país pudieron ver al Ministro de Economía, conmoverse hasta
las lágrimas por los reclamos de los jubilados. Pero, ¿qué solución se da a este problema? El
diputado Avila Gallo decía:
" ¿Dónde vamos a ir a parar? Vamos a empobrecer a la gente, al pueblo, a los
jubilados, quienes precisamente nos gritaban corruptos el otro día, cada vez que
ingresábamos al Palacio y tenían razón porque nosotros no estamos solucionando sus
problemas.
Yo invité a todos los legisladores nacionales, cuando estuve sentado 25 horas en
una banca, para que trabajemos juntos en la búsqueda de la solución de todos estos
problemas de los jubilados, pero nadie vino. Sin embargo nos llaman a todos
inmediatamente para considerar este proyecto que debemos sancionar en 24 horas"
(168).
Finalmente, el diputado Zamora expresó que no iba a referirse extensamente a
los jubilados, "pues aquí ya se ha hablado de ese tema. Hoy estuvieron en la puerta del
Parlamento 300 ó 400 jubilados para expresar lo que pensaban de este Congreso. No habrían
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cambiado de opinión luego de escuchar este debate." (169).
4.- Nuestra opinión. Los tres meses transcurridos desde la sanción del plan han
mostrado en varias oportunidades lo difícil que es resistir las presiones políticas y sociales.
Aunque el equipo económico se ha debatido denodadamente, no en todos los casos ha salido
airoso. Basta citar como ejemplo lo sucedido con la negativa del Congreso al intento de
sancionar una ley que autorizase pagar escalonadamente el medio aguinaldo correspondiente al
mes de junio; la incorporación de 15 mil empleados, que estaban como contratados, a la planta
permanente de la administración pública tucumana (170); y la frustrada intervención a la
provincia de La Rioja, que concluyó con el otorgamiento de una ayuda económica
extraordinaria "con fondos del Ministerio del Interior".
Al parecer en ningún caso existían fondos genuinos, y esos desembolsos, fruto
de presiones políticas o sociales, más o menos justificables, es posible que se hayan atendido
con emisión de circulante, que engrosa la base monetaria y alimenta inexorablemente el
proceso inflacionario que, lamentablemente, no se ha detenido.
Quedan todavía sin solución problemas sociales de suma gravedad, como los
ya mencionados: exiguas jubilaciones, magros salarios del personal docente y fuerzas armadas,
y falta de recursos en muchas provincias (171). Todos ellos provocan reclamos, de los que se
hacen eco sectores políticos que desearían que el Estado quebrantase la promesa de "no
emitir", para atender las necesidades mencionadas. La suerte de esta ley de "convertibilidad"
depende del mayor o menor acierto con que se resuelvan estos problemas y se afronten los
requerimientos sociales más urgentes, sin desequilibrar la política monetaria.
IV.- El retorno al nominalismo
Uno de los pilares de la ley de convertibilidad es el retorno al nominalismo
que, en virtud de la interpretación positivista y formalista que dominaba en la doctrina y
jurisprudencia nacionales, integró el plexo de nuestro sistema jurídico, aunque no tenía
expresión concreta en la normativa del Código civil argentino, a diferencia de otros cuerpos
legales como el código francés, cuyo artículo 1895, al tratar del mutuo dinerario prescribe que
la obligación que de ellos resulta es siempre “la suma numérica enunciada en el contrato”.
El artículo 7 de la ley de convertibilidad habla de manera genérica de las
obligaciones “de dar una suma determinada de australes” y emplea el giro de cantidad
nominalmente expresada, consagrando ahora de manera expresa en nuestro derecho positivo la
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teoría “nominalista”, cruda manifestación de un formalismo que puede estar totalmente
divorciado de la realidad económica monetaria, si no se cumple el presupuesto de que el dinero
mantengan un valor estable.
La ley ha optado, sin embargo, por esta solución y el informante de la mayoría
en el Senado la ha fundado diciendo que el mencionado artículo 7 restablece el principio del
nominalismo “que se encontraba ya en el artículo 619 del Código civil y es mantenido y
reformado en este proyecto de ley” (172).
El diputado Lamberto, que actuó como
informante en la cámara Baja, expresó también que “el proyecto del Poder Ejecutivo restablece
el valor cancelatorio del valor nominal o escrito del dinero. Se vuelve al régimen del Código
Civil y se prohiben las indexaciones” (173).
Aunque opinamos que la afirmación de que el artículo 619 del Código
Civil argentino consagraba el nominalismo es inexacta, parece inoportuno extenderse aquí
sobre esa discusión doctrinaria y remitimos a lo que ya hemos escrito sobre el tema (174).
Expresó también el senador Romero que, de acuerdo con el principio
nominalista:
“... el deudor de una suma de dinero cumple su obligación pagando la
cantidad a que se había obligado al contraer la deuda. Es decir que si se obligó por la
suma de mil australes el 1° de enero de 1990, cumple con su obligación entregando esa
suma, haciendo abstracción de la capacidad adquisitiva de la misma.
Este principio fue derogado por la inflación y por su consecuencia
inmediata que es la indexación o el ajuste de las obligaciones de dar sumas de dinero”
(175).
Pensamos que, con más propiedad, en lugar de hablar de “derogación” del
principio nominalista, lo que sucedió es que los juristas comprendieron el error en que se
incurría al aplicar esa teoría a una realidad económico-monetaria de tipo inflacionario, en que
la “moneda” carecía de uno de sus principales atributos, el de ser una medida estable de los
valores”, aspecto sobre el que volveremos en el punto siguiente.
Señalamos, sí, que tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados se
alzaron voces contrarias a la adopción del nominalismo. Por ejemplo, el senador Grosso
manifestó que “el artículo 7 del proyecto, al pretender implantar a rajatabla el nominalismo
monetario dentro de una realidad económica que es inflacionaria, constituye un absurdo” (176)
y agregó luego: “... Corren aquí parejos el voluntarismo, que autoconvence al autor del
proyecto que la inclusión de una norma legal es suficiente para cambiar la realidad, con la idea
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de que la sanción de normas de este tipo basta para detener la inflación y tales normas pueden
prevalecer por sobre lo que dispone la Constitución” (177).
También el diputado liberal Ibarbia dijo: “Nosotros nos oponemos al
nominalismo y por eso hemos presentado un proyecto alternativo” (178).
Por supuesto que los defensores del proyecto alegan que el objetivo
fundamental de estas normas “es contar con una moneda que sea unidad de medida, que tenga
poder cancelatorio y que cuente con el respaldo y la garantía del Banco
Central, de manera que el hombre común no tenga que desprenderse de sus australes porque
ellos van a valer lo mismo durante mucho tiempo; vendría a ser algo así como que los
argentinos volveremos a tener moneda” (179).
Se ha defendido también el retorno al nominalismo como una conquista ética
(180), aunque sin desconocer que el éxito de esta solución dependerá de la propia conducta del
gobierno (181).
a) Injusticias del nominalismo
Es curioso ver como el propio informante del proyecto resaltó las injusticias a
que puede conducir la solución que adopta la ley, apartándose del sistema vigente, al decir:
“El nominalismo es un principio aceptable mientras la
capacidad adquisitiva de la moneda se mantiene razonablemente estable. Pero
cuando la inflación comienza a deteriorar la capacidad adquisitiva, el principio
se torna totalmente injusto en perjuicio del acreedor de una suma de dinero,
quien observa que, con el transcurso del tiempo y a raíz de la inflación, su
crédito queda reducido a la nada.
Eso sucedió y sucede en nuestro país ...” (182).
Por eso hemos dicho nosotros que la reimplantación del nominalismo resulta
anacrónica y en los escasos países cuyas normas lo mantiene como régimen legal, se admiten
diversas válvulas de escape que permitan corregir, aunque sea parcialmente, los resultados
disvaliosos a que conduce en los períodos de inestabilidad monetaria, como ser la posibilidad
de indemnizar totalmente las consecuencias derivadas de la mora, incluyendo en ellas las
provenientes de la desvalorización monetaria.
No deseamos repetir nuestras críticas a la teoría nominalista, sino que
preferimos ceder la palabra a un jurista francés, el decano de Toulouse, Gabriel Marty, por el
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hecho de que en el código de su país se consagró el principio nominalista. Refiriéndose al pago
de las deudas dinerarias expresa que los problemas se han acrecentado singularmente por lo
avatares sufridos por la moneda francesa y afirma rotundamente que “las reglas legales
resultan a menudo injustas o peligrosas porque ellas fueron hechas para una moneda estable,
que a menudo no existe” (183), lo que obliga a las partes a multiplicar los pactos relativos a la
moneda de pago; y un poco más adelante, refiriéndose al ya mencionado artículo 1895 del
Código Civil francés, nos dice que la “concepción nominalista ha tenido graves consecuencias
para los acreedores como resultado de las diversas devaluaciones sufridas por el franco” (184).
El Diccionario de la Real Academia Española enseña con propiedad que
nominal es lo “perteneciente al nombre”, y en la segunda acepción del vocablo, “que tiene
nombre de una cosa, y le falta la realidad de ella en todo o en parate”. Y al ocuparse del
“nominalismo” dice que es un sistema que se opone al “realismo” y al “idealismo” (185).
Es que el nominalismo tiene el defecto de todos los formalismos, que prestan
atención solamente al aspecto exterior, al ropaje, sin atender a la verdadera esencia de las
cosas. Mientras el rótulo externo coincide con el contenido, no se originan problemas; pero
cuando lo que expresa la “etiqueta” se aparta de la realidad, estamos frente a un engaño;
cuando el dinero no cumple con su función de medida de de los valores, la “legalización” del
nominalismo atenta gravemente contra la justicia.
b) Correcciones al nominalismo
El diputado López de Zavalía, insigne jurista tucumano, recordó que “en todos
los países en los que rige el principio nominalista -con una excepción que luego mencionaré-.
Se admite que la autonomía privada pueda establecer en los contratos cláusulas previendo una
actualización” (186).
Descartada sin embargo de manera expresa, por esta ley, la posibilidad de que
las partes acudan a cláusulas de actualización indexatoria, aspecto que analizaremos en el
próximo apartado, debemos formularnos la pregunta de si será posible o no recurrir a las
normas generales de la responsabilidad por incumplimiento para obtener una indemnización
integral en el caso de obligaciones en mora, punto sobre el cual el legislador ha guardado
silencio.
1.- El proyecto originario. La primera publicación periodística del proyecto
elaborado por el Poder Ejecutivo contenía un artículo más que el tratado por el Congreso. Esa
norma, que llevaba el número 12, expresaba que “en caso de mora del deudor se aplicarán las
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estipulaciones sobre daños e intereses previstas en el Código Civil”.
En realidad se trataba de una previsión superflua pues, mientras no se
modifique el mencionado cuerpo legal, sus disposiciones relativas al incumplimiento moroso
de cualquier tipo de obligaciones, entre las que se incluyen las de dar sumas de dinero, son
aplicables si necesidad de que en cada oportunidad una ley venga a refirmar su vigencia.
2.- Consejos de una Comisión Asesora. Relata Alterini (187) que una Comisión
Asesora, que integraba junto con Videla Escalada, Podetti, Aramburu y Gastaldi, advirtió al
Ministro de Economía que el mencionado artículo podría conmover el principio nominalista,
pues daría pie a mantener la actualización de las deudas dinerarias en caso de mora y agrega
que, afortunadamente, la observación fue atendida y “el propio Ministro de Economía dispuso
eliminarlo” (188). Aclara, también, que fue el único punto en que se escuchó a la Comisión.
3.- El silencio del legislador y los daños y perjuicios derivados de la mora. En
realidad el Poder Ejecutivo al suprimir del proyecto el mentado artículo 12 no ha propiciado
ningún pronunciamiento sobre el particular, pues no ha cambiado en lo más mínimo los
artículos 520 y 521 del Código Civil, ni la interpretación que puede darse a dichas normas para
conceder al acreedor una indemnización que lo resarza íntegramente en caso de mora del
deudor, lo que no atentaría contra el principio nominalista, ni es una “actualización” de la
deuda, sino que significa exclusivamente indemnizar los “daños y perjuicios moratorios”.
En los debates legislativos se ha guardado casi total silencio sobre el punto al
que sólo aludió incidentalmente el diputado radical Baglini (189). Nada se ha dicho sobre la
forma de indemnizar los perjuicios derivados de la mora, ni se ha propuesto cambiar el
régimen del Código Civil, que mantiene, por tanto, su vigencia.
A nuestro criterio el consejo dado por la Comisión, y escuchado por el
Ministro, tendrá resultados doblemente desafortunados.
Una ley debe tener suficiente flexibilidad como para permitir a su intérprete
encontrar soluciones justas; una de las razones que dieron perdurabilidad a la obra de Don
Dalmacio Vélez Sársfield fue la existencia de “válvulas de escape”, que permitían la
corrección judicial, como el viejo y nunca suficientemente bien ponderado artículo 953. Todo
legislador inteligente debe incluir en su obra dispositivos de ese tipo, y si los suprime puede
llegar a ar a la ley tanta rigidez que, no solamente la torna injusta, sino que también la priva de
proyección temporal.
La norma propuesta no era nociva, ni siquiera desde la óptica de quienes
califican de "perversa" a la indexación, pues sólo tendría aplicación en sede judicial, y en caso
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de que no se hubiese logrado detener la inflación.
Agréguese a ello que el artículo eliminado del proyecto en manera alguna
atentaba contra el nominalismo, ya que en países como Francia, que mantienen ese principio y
prohiben expresamente la "indexación" (190), se admite sin embargo corregir las
consecuencias de las deudas en mora e indemnizar la totalidad del perjuicio, cuando el deudor
obró de mala fe (191).
Finalmente, al haberse procedido a eliminar el artículo 12 del proyecto, con
fundamento en la opinión de los juristas consultados, pero sin introducir cambio alguno en los
artículos 520 y 521 del Código civil, se crea un factor de confusión, pues podrá sostenerse con
fundamentos igualmente sólidos que la intención del legislador ha sido no admitir la
indemnización complementaria del daño causado por la desvalorización monetaria, como
nosotros mismos lo hemos entendido (192), y también la posición contraria: la indemnización
complementaria sigue siendo procedente, para que la reparación por el incumplimiento sea
integral, con base en los artículos 520 y 521 que no han sido modificados ni derogados.
c) Solución alternativa propuesta por el diputado Ibarbia.
Un grupo de diputados liberales se opuso a la consagración del nominalismo,
por considerar que con ello "se quiere poner un corsé al sector privado" mientras que "el
gobierno de ningún modo piensa limitarse por este tipo de posiciones" (193).
Propuso como solución alternativa la creación de sanciones penales para los
funcionarios que desnaturalizasen la moneda, expresando:
"Nuestro proyecto introduce un concepto importante que hace pasibles de
aplicación de las penas previstas en el artículo 287 a los funcionarios públicos que
consientan la expansión de la cantidad de billetes y monedas o que sean responsables
de la disminución de reservas, de modo tal que se haga peligrar la convertibilidad
establecida en el proyecto en consideración. Estas penas oscilarán entre uno y seis años
de prisión" (194).
Ya hemos visto que la mayoría se negó a aceptar modificaciones al proyecto.
Sin embargo hubiese resultado positivo que, aunque se incorporara el nominalismo, se
estableciese claramente una sanción para quienes aprovechando la posibilidad de manejar la
economía del país, desnaturalizan su moneda. Estas normas concordarían perfectamente con la
proclamada decisión de no emitir, y permitirían pedir cuentas a quienes la violasen.
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V.- Las cláusulas de actualización. (195)
a) Justificación de las cláusulas de actualización.
Un sentimiento de justicia, innato en el ser humano, lo impulsa a buscar el
equilibrio entre las prestaciones que intercambia, pero éstas son de tan diversa naturaleza que
le resulta indispensable idear herramientas técnicas que le sirvan de unidad de medida de los
géneros intercambiados. Nacen entonces las medidas de volumen, peso, extensión, superficie
y, en el campo de los valores económicos, el dinero.
El Estado, que en su momento asumió la función de supervisar las unidades de
medida para garantizar su estabilidad y confiabilidad, en materia monetaria ha faltado
gravemente a su deber y dejado a los usuarios sin unidad de medida. En los países aquejados
por inflaciones estructurales, con todas las secuelas de injusticia que la inflación provoca
(196), todos se ven impulsados a buscar sucedáneos que cumplan la función de medida de
valores que la moneda ha perdido.
Esta necesidad se torna aún más acuciante cuando alguna de las prestaciones
no se cumple en el momento mismo de celebrar el contrato, sino que su ejecución queda
diferida en el tiempo. Las partes, además de fijar el valor que las mercaderías o servicios tienen
a la época del contrato, deben efectuar una previsión relativa al valor que tendrán, actualizado
a la época de cumplimiento.
Cuando el valor del dinero es estable esa previsión no resulta difícil, pues será
suficiente fijar el monto de la prestación diferida y adicionarle apenas un pequeño "plus" en
concepto de "interés", para satisfacer el precio por haber usado de ese capital durante el lapso
por el cual se haya aplazado el cumplimiento. El propio dinero, expresado nominalmente, sirve
en tales casos para mantener actualizado de manera estable el valor de las prestaciones.
Cuando el Estado comienza a imprimir billetes de manera creciente, y ese
nuevo "dinero" sólo sirve como medio de pago, pero deja de ser una medida de los valores, los
particulares -como hemos dicho- se ven forzados a incluir en sus contratos cláusulas
destinadas a actualizar las prestaciones, para que representen los valores debidos, aunque con
una expresión dineraria nominalmente acrecentada.
Se echa mano, entonces, a muy diversas fórmulas; a veces, recordando la
función de dinero que en una época cumplieron los metales preciosos, se incluyen cláusulas de
pago "en oro", o "valor oro"; otras, se acude a monedas extranjeras, con la vana ilusión de que
ellas no sufren los deterioros de la inflación, cuando la verdad es que la política emisionista de
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billetes se ha difundido por doquier y contribuye a deteriorar todas las monedas. Dentro de esta
búsqueda ansiosa se estipula también la actualización con relación al precio de alguna
mercadería (trigo, kilo de carne de novillo, hierro, cemento, etc.), o las cláusulas llamadas de
"escala móvil", basadas en los índices estadísticos de un conjunto de artículos.
Cada uno trata de crear su propia "medida de los valores", que reemplace al
casi inútil "dinero", que el Estado continúa emitiendo sin cesar, y el caos ocasionado por esta
inadecuada política monetaria favorece generalmente a los grupos más poderosos que, al
imponer las cláusulas del contrato eligen aquellas que les son más beneficiosas, y no vacilan
en incluir como "estabilizadoras" fórmulas que inclinan hacia su lado el fiel de la balanza.
El propio Estado, que deprecia su moneda, la "desprecia" y, para resguardar sus
créditos "indexa" los impuestos, celebra contratos incluyendo cláusulas de actualización, y se
ve obligado a reconocer a sus empleados actualizaciones en los salarios, destinadas a
contrarrestar el deterioro de la moneda.
Por eso, con alguna ironía, el diputado Ibarbia se preguntaba quién fue el
primero que inventó la indexación, y fue luego imitado por el resto de la sociedad, destacando:
"El gobierno buscó el camino equivocado de conjurar la inflación por vía de la
indexación. Así se llegó al colmo del decreto 435/90, que estableció la indexación de
las deudas devengadas y no vencidas. El gobierno era el único capaz de proveer la
moneda en que debían pagarse esas obligaciones, pero dispuso que el IVA se indexase
del 1 al 20 de cada mes en función de un índice que también publicaba" (197).
b) Cláusulas de actualización fluctuantes (o aleatorias).
Aún en épocas y países en que el valor del dinero es estable, solemos encontrar
numerosos contratos con cláusulas de "actualización" que introducen en la relación cierto
áleas.
Esto no significa forzosamente convertir el contrato en un juego, ni dejar
ciegamente librado el valor de las prestaciones al azar, sino que en muchas oportunidades las
cláusulas de "actualización aleatoria" persiguen como finalidad hacer más justa la relación
entre las partes, atendiendo las circunstancias particulares del caso, para que los riesgos de
algunos cambios que se operan en el mercado sean en cierta forma compartidos por ambos
contratantes.
Veamos algunos ejemplos. Enrique, propietario de un campo, lo da en
arrendamiento a Domingo, que piensa dedicarlo a una explotación agrícola; la merced
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arrendaticia se fija en el valor de 100 quintales de trigo, tomando en cuenta las dimensiones de
la finca y su productividad. Esa cláusula de "actualización" hará que el precio del
arrendamiento fluctúe, junto con las variaciones que se operen en el precio del trigo, de manera
que si el mercado es favorable, arrendador y arrendatario obtendrán mayores beneficios, uno
porque su renta se verá incrementada, y el otro porque colocará mejor su producción. En
cambio, si hay depresión en el mercado triguero, ambos soportarán el áleas del menor ingreso.
Hoy, en nuestro país, es muy frecuente que el arrendamiento de campos
destinado a explotaciones pecuarias se fije en relación al valor del kilo vivo de novillo en el
mercado de Liniers.
Podemos mencionar otro ejemplo, donde el áleas es doble, y se da
frecuentemente en el caso de los contratistas de viñas, en las provincias cuyanas, a quienes se
les abona la mayor parte de su trabajo con un porcentaje del producido de la cosecha de uva
que se obtenga en la finca, de manera que si por un azar cualquiera no hay cosecha, nada cobra
el contratista, y si la cosecha es buena su crédito estará en función de la abundancia de uva, y
del precio que se obtenga en el mercado.
Estas cláusulas "actualizan" la prestación en cada período de pago, pero no
estabilizan su valor, sino que tienen un carácter netamente aleatorio (o fluctuante), y se
encuentran al margen del concepto de las "indexaciones" vinculadas a los procesos
inflacionarios.
Algo similar sucede cuando el precio de una obra se fija en relación con el
costo del cemento, o del hierro; o cuando en un contrato de suministro de pan, para fijar su
precio se atiende al costo de la harina; hay en tales casos "actualización" de la prestación, pero
no "estabilización del valor", ni "indexación".
Con frecuencia doctrina y jurisprudencia han descuidado esta distinción, y
dado un tratamiento similar a todas las cláusulas de "actualización", sin diferenciar aquéllas
que cumplen una función "estabilizadora", de las que son típicamente fluctuantes (o
aleatorias), que muchas veces tienen cierto carácter "asociativo", ya que hacen compartir a las
partes los riesgos o beneficios en la fluctuación que se opere en los valores.
Antes de la sanción de la ley 23.928 hemos escuchado a economistas y juristas
sostener la conveniencia de dejar absoluta libertad de contratar a las partes y permitir que
elijan cualquier cláusula de "estabilización", agregando a continuación que las cláusulas más
adecuadas, en cada caso, son las que contienen las "variables" propias de ese tipo de contrato.
El consejo puede ser correcto si ambas partes están dispuestas a compartir los
riesgos de la contratación, y asumen voluntariamente la decisión de someterse a ese áleas, pero
en tal caso la cláusula no es estabilizadora, sino que -insistimos- es una cláusula de
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"actualización aleatoria", que no se traduce en el pago de "valores constantes", sino de
prestaciones de "valor y monto fluctuante".
VI.- Prohibición de indexar.
Muchos economistas han destacado que la indexación es un mecanismo que
puede realimentar la inflación. Suele distinguirse así entre las "presiones inflacionarias
básicas", que serían realmente causas que provocan inflación, y los "mecanismos de
propagación" (198) y entre estos últimos se coloca el mecanismo de reajuste de precios y
salarios.
De esta manera las actualizaciones, aunque provocadas por el proceso
inflacionario, como única forma de restablecer el equilibrio que ya ha sido roto, suelen mirarse
-en especial cuando se generalizan y comienzan a funcionar de manera automática- como una
de las causas que impulsan el crecimiento de la inflación, e impiden que se detenga el proceso.
En la difícil lucha contra la inflación, a veces se confunden los objetivos y se
atacan los efectos, en lugar de suprimir las causas (199), por lo que se justifica la irónica
pregunta del diputado Baglini: "¿Qué debe matarse, el huevo o la gallina?" (200).
También han señalado que no deben confundirse las causas con los efectos el
senador Aguirre Lanari (201), y el diputado Ibarbia (202).
a) La "perversa" indexación.
Hemos recordado ya en un trabajo anterior que Roberto ALEMANN calificaba
a la indexación de "perversa" (203), adjetivo que ha hecho fortuna. El senador Romero lo
emplea en dos oportunidades, pues al comenzar a referirse al Título II del proyecto dice que en
él "se trata de desmontar y desactivar un mecanismo perverso, que arrastra a nuestra economía:
la indexación" (204), y luego de algunas interrupciones torna a ocuparse del mencionado
Título II, expresando que:
"En él se elimina un mecanismo perverso de indexación de la economía, que es
una práctica que potencia la inflación. Esto está en relación con el traslado al mes
siguiente de la suba de los precios del mes anterior de manera exagerada y automática.
Es así como se potencia el fenómeno de la inflación, que nos castiga desde hace tanto
tiempo. La verdadera unidad monetaria es el austral más un índice de corrección que
opera en la economía y constituye, como dije, base potenciadora de la inflación" (205).
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Expresión muy similar es utilizada por el senador Rubeo (206), y en la Cámara
de Diputados el informante de la mayoría, luego de explicar las razones que llevaron a la
indexación de la economía (207), la califica de "infernal", expresando:
" ... por el camino de la indexación se montó un mecanismo infernal que aceleró
la transferencia de riqueza entre sectores y en el cual normalmente los más pobres
fueron tributarios de los más ricos. Se trataba de un verdadero mecanismo de
transferencia de riqueza que se aceleraba y potenciaba" (208).
Nos parece conveniente aclarar aquí que la transferencia de riquezas y
distorsión en la economía es fruto de la inflación, y no de la indexación; el valor de los precios
relativos de mercancías y servicios crece con desigual rapidez, resultando favorecidos aquellos
sectores que gozan de más "elasticidad", como los empresarios, inversores y financistas,
mientras que los asalariados carecen de posibilidades de especular con la inflación (209); en
estas circunstancias la "indexación" generalizada es un mecanismo protector de esos sectores
que, de otra manera, quedarían totalmente desprotegidos.
La ley, en cambio, parece achacar la culpa de la transferencia de riqueza a los
mecanismos indexatorios, y así lo expuso con detenimiento en el Senado el informante de la
mayoría:
"Los salarios, por ejemplo, que en muchos casos constituyen la única subsistencia
de los trabajadores, están expuestos al fenómeno inflacionario. Pierden valor en razón
de que es prácticamente imposible, dentro de la economía indexada, mantener el
equilibrio entre precios relativos, ya que siempre los mecanismos indexatorios operan
en forma desacompasada, produciendo un incremento de precios. Luego, los salarios
tratan de alcanzar esa suba, siendo siempre derrotados en el intento.
Lo mismo sucede a los propietarios de explotaciones agrícolas o industriales, que
inmersos en la crisis económica, que no sólo es nacional sino en algunos casos también
mundial, observan cómo tales bienes productivos se deprecian; luego venden sus
cosechas, los precios siguen indexándose y ellos no tienen la posibilidad de contar con
los medios para la inversión en la próxima cosecha.
Esto ha traído la depreciación del valor de la propiedad inmueble y de los
campos. Sin embargo, eso no ocurre con los créditos indexados. El valor de la tierra y
de los productos primarios va decayendo, no así el de las deudas, que han seguido un
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mecanismo indexatorio que se ha transformado en confiscatorio del valor de la
propiedad" (210).
El diputado Lamberto, por su parte, entendía que estos mecanismos
indexatorios han enraizado de tal forma en la mente de los argentinos, que una de las tareas
más trascendentes que debe encarar el Congreso de la Nación es la desindexación de la
economía (211), aunque mencionaba erróneamente entre los casos de "indexación" de triste
recuerdo a la famosa circular 1050 (212), punto sobre el que volveremos al ocuparnos del
reemplazo de las cláusulas de actualización por los intereses.
No podemos dejar de mencionar la opinión de Martínez Raymonda, que luego
de sostener que uno de los elementos de trascendental importancia de esta ley es la
desindexación de la economía, que "nos brinda la posibilidad de encarar con cierta expectativa
favorable el desarrollo futuro de las actividades económicas" (213), y explicar cuándo, cómo y
por qué se recurrió en nuestro país a la indexación (214), sostuvo que "los mecanismos
indexatorios son notoriamente irregulares y deformantes de lo que ocurre en la realidad
económica" (215), porque:
" ... cuando se actualiza el monto de la condena por el costo de vida, el índice de
precios mayoristas, el del precio de la construcción o por un mix o cualquier otro
sistema de indexación, el cálculo matemático es inexorable y el monto sube y se
acumula, es decir, se realimenta permanentemente, pero los bienes a que están
referidos esas indexaciones no siempre suben de precio en la misma proporción porque
el mercado ha producido mesetas, por obra de depresiones, por controles de precios o
por cualquier otra causa. Entonces, quien demandó por el cobro de un par de zapatos
terminó cobrando el valor de tres pares y el que había sufrido daño en un guardabarros
de su automóvil terminó cobrando el importe de un auto entero" (216).
Es cierto que, en alguna medida, le asiste razón porque hay distorsiones en los
precios relativos de cada producto, con relación al índice inflacionario, aunque sin llegar a
extremos de tan grosera desproporción como los ejemplos utilizados; debemos, sin embargo,
insistir que incluso con una moneda estable las variaciones en los valores de mercado de
algunos productos pueden llevar a que al finalizar el juicio el importe indemnizatorio difiera de
lo que en ese momento cuesta el producto que motivó el reclamo.
Hay otro aspecto en qué, como abogados, no podemos en manera alguna
aceptar la generalización que efectuó el diputado Martínez Raymonda, cuando afirmó:
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" ... los profesionales intervinientes fomentan incluso el pleito largo, prolongado en
el tiempo, pues de ese modo también se indexan los honorarios de los abogados y
peritos que participan en tales actuaciones judiciales" (217).
Esta afirmación encierra un agravio gratuito e injustificado; quienes litigan y
luego de largo tiempo logran una regulación de honorarios saben, por amarga experiencia, que
cuánto más demoren en percibirlos menos valdrán, aunque hayan sido debidamente
actualizados, pues por lo general el índice de costo de vida no recompone adecuadamente la
pérdida de valor adquisitivo del dinero. Tenemos profundo respeto por el diputado Martínez
Raymonda y confiamos que su hidalguía hará que, oportunamente, rectifique esta afirmación
errónea.
Expresaron también su adhesión a la prohibición de indexar el senador
Rodríguez Saa, quien sostuvo que de esta forma "se podrá pedir créditos sin tener miedo y
sabiendo cuánto se debe pagar" (218) y el diputado Balestrini, para quien "la desindexación es
una consecuencia imprescindible para que no se produzcan injusticias graves" (219), mientras
que el diputado Aramouni opinó que con una visión progresista de la economía se pretende
reducir la inflación a niveles civilizados para anclar los precios y terminar con los mecanismos
indexatorios que realimentan dicha inflación" (220).
El senador radical Brasesco consideró lógico que se suprimiese la actualización
monetaria y toda cláusula de automaticidad, incluso en los convenios colectivos de trabajo, si
se brindaba una moneda estable (221).
El diputado Ibarbia que, como dijimos más arriba, reclamaba que el primero en
desindexar fuese el propio Estado, ya que él había sido quien dió el mal ejemplo en esta
materia, agregaba:
"El gobierno introdujo la indexación. Por ello también estoy de acuerdo con que
el mismo gobierno la elimine. Sin embargo, no comparto que prohiba a los particulares
tener un reaseguro para el caso de que la convertibilidad no funcione. Me preocupa que
el gobierno diga que aquellas deudas que contrajo hace un año, un mes o una semana
se pagarán en moneda devaluada, lo que tiene que aceptarse porque esta iniciativa es
de orden público. Esta tesis violenta los principios de justicia y equidad" (222).
Y esto nos conduce a una observación formulada por el diputado López de
Zavalía, que ya mencionamos anteriormente. Recordó el jurista tucumano que los países que
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consagran el nominalismo, admiten sin embargo las cláusulas de estabilización, con excepción
de Francia, que en algunos casos prohibe la indexación:
" ... La excepción a que me refería -posiblemente haya otras, pero ésta es la única
que recuerdo- surge de la ordenanza francesa del 4 de febrero de 1959, en la que se
estableció el nuevo franco. Aparecía en ella una cláusula similar a ésta que recoge el
proyecto bajo examen, aunque preveía una excepción digna de interés, ya que ha sido
reiteradamente mencionada desde distintos enfoques en el curso del debate en general.
Me refiero a los créditos por prestaciones alimentarias, expresamente excluidos de la
prohibición de actualización en esa ordenanza francesa" (223).
El punto parece de interés y posiblemente debamos retornar sobre él cuando
consideremos las obligaciones excluídas de la prohibición de indexar. Sin embargo conviene
destacar desde ya que el modelo francés es menos rígido que nuestra ley en varios aspectos, a
saber: a) la prohibición no opera de manera retroactiva; b) se admite la actualización por el
precio de un producto, siempre que tenga vinculación con el objeto del contrato o la actividad
de una de las partes; c) se continúa indexando los salarios mínimos, de acuerdo a las
previsiones del Código de Trabajo; d) jurisprudencia y doctrina interpretan las prohibiciones
legales de manera restrictiva; e) varias leyes posteriores regulan casos especiales de
indexación.
Efectuadas estas aclaraciones retornemos al debate de la ley. Resultan de
interés las palabras del senador Grosso que se pronunció terminantemente en contra de la
prohibición de indexar:
"A través de distintas integraciones la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha
expresado reiteradamente que la actualización monetaria se impone para respetar la
garantía constitucional del derecho de propiedad, y no significa de manera alguna
pagar más, sino solamente entregar el valor debido expresado en una cifra numeral
distinta. Mientras subsista la inflación, esas expresiones del más alto tribunal del país,
acogidas por todos los restantes tribunales, conservarán plena validez, porque la
Constitución se encuentra por encima de cualquiera de las leyes, que solamente pueden
reglamentarla" (224).
E insistió en que esta prohibición crea una falsa ilusión de estabilidad, ya que
lo que debe suprimirse es la inflación y no la indexación (225).
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Por su parte en la Cámara de Diputados, al tratarse en particular el artículo 7,
un cordobés, representante de la Democracia Cristiana, refutó las manifestaciones de Martínez
Raymonda de que la indexación de las obligaciones conduce a valores superiores a los
originarios, sosteniendo que:
" ... esto es una verdad a medias, porque generalmente la aplicación de los índices
inflacionarios ha dado exactamente resultados inversos, con lo cual las obligaciones
terminaron depreciadas respecto del acuerdo original".
Agregó luego que, en caso de continuar la inflación el mecanismo indexatorio
es imprescindible, "y este Congreso no tiene competencia para suprimirlo", ya que la Corte
Suprema de Justicia de la Nación ha fundamentado "la aplicación de la indexación en
principios constitucionales y no en una interpretación del Código Civil" (226).
b) Sustitución de la indexación por los intereses.
Uno de los propósitos declarados del legislador es reemplazar las cláusulas de
actualización por los intereses. Así lo dijo en el Senado el miembro informante de la mayoría:
" ... el gran objetivo del artículo 7 es la prohibición para el futuro y a partir del 1º
de abril de 1991 de toda actualización monetaria, indexación por índices de precios,
variación de costos o repotenciación de deudas, tanto de origen legal, como contractual
o convencional. ...
... Con una moneda estable, con un sistema de precios razonablemente
estabilizado, las proyecciones de los empresarios y operadores económicos tendrán que
canalizarse a través de tasas de interés o expectativas respecto de ellas, que estamos
seguros se van a reducir, acercándose a parámetros razonables y compatibles con la
economía de los países estables.
Así es como funcionó la economía argentina antes de la indexación, y así es
como pretendemos los argentinos que vuelva a funcionar a partir de esta realidad
estabilizadora" (227).
Frente a esta intención, el senador correntino Aguirre Lanari señaló que, si bien
es cierto que la automaticidad en la indexación puede conducir a soluciones disvaliosas, y su
reemplazo por la capitalización de intereses admitida ahora por el texto que se propone para el
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artículo 623 del Código civil podría ser un mecanismo adecuado, deberá obrarse con suma
prudencia, pues de lo contrario el remedio puede resultar peor que la enfermedad (228).
El diputado Baglini sostuvo que "es absurdo pretender eliminar los
mecanismos de indexación para el futuro y que se deje la posibilidad de capitalizar intereses"
(229), y el representante del radicalismo sanjuanino, Seguí, fue aún más rotundo al opinar "se
vuelve a sancionar la indexación que se ha pretendido erradicar definitivamente, porque los
futuros contratos en dólares o en australes contendrán una cláusula que permitirá la
capitalización diaria de los intereses, lo que producirá un efecto más grave aún que el de la
indexación" (230).
Volveremos sobre el punto cuando nos ocupemos del anatocismo en el
apartado d) del capítulo IX de este trabajo.
c) Prohibición de indexar y teoría de la imprevisión.
En muchos ambientes, al conocerse el proyecto de convertibilidad del austral y
las normas por las cuáles avanzaba decididamente sobre la vida de contratos en curso de
ejecución, se despertó una justificada inquietud respecto a si la aprobación de la ley podría dar
lugar a invocar la teoría de la imprevisión, ya que se estaba frente a un hecho del príncipe,
extraordinario e imprevisible, que podía romper el equilibrio existente en la relación jurídica y
tornar excesivamente onerosa la prestación a cargo de una de las partes.
Ya en el Senado de la Nación, con fundamento en el desequilibrio que la ley
puede generar en las prestaciones intercambiadas, y con especial referencia a los contratos de
obra pública, el senador entrerriano Laferriere consideró necesario efectuar un agregado al
artículo 9, por el que se fijara "un plazo de sesenta días" para que los empresarios pudieran
pedir la resolución del contrato, si había desaparecido la equivalencia entre las prestaciones
(231).
Esta inquietud repercutió en la Cámara de Diputados, donde Martínez
Raymonda, en la discusión en general, expresó que su sector proponía se incorporase al final
del artículo 9 un texto que dijese lo siguiente:
"El acreedor, cuando considere que los importes a percibir por aplicación de lo
dispuesto en el presente artículo por el precio, cuota o alquiler a pagar por el deudor
por el bien, servicio o período, fuere inferior a su expectativa contractual podrá tener
por resuelto el contrato, previo aviso al deudor dentro del plazo de los sesenta días,
quien podrá evitar la resolución de la relación jurídica que los une ofreciendo mejorar
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equitativamente los efectos resultantes".
Y explicó que "los abogados sabemos que esto está en el artículo 1198 del
Código civil, y sabemos que para recurrir a él hay que ir a la vía judicial. Aquí tratamos de
mostrar el camino del acuerdo" (232).
Al discutirse en particular el artículo 7, López de Zavalía sostuvo de manera
terminante que esta ley no excluía la posibilidad de invocar los párrafos 2º y 5º del artículo
1198, es decir la teoría de la imprevisión (233).
Algunos minutos después, al tratarse el artículo 9 de la ley, el miembro
informante de la mayoría pidió la palabra:
" ... al solo efecto de que quede constancia en el Diario de Sesiones, la comisión
estima que ninguna disposición contenida en el proyecto de ley que estamos
considerando puede obstar a la utilización de la teoría de la imprevisión que legisla el
artículo 1198 del Código civil, por quienes estimen afectados sus derechos por
aplicación del artículo 9. Asimismo se sugiere que la reglamentación que debe dictarse
explicite públicamente el ejercicio de este derecho" (234).
Podemos considerar estas palabras casi como una interpretación auténtica; el
legislador ha entendido que la ley de convertibilidad configura un hecho "extraordinario e
imprevisible", lo que puede dar lugar, si se reúnen los demás requisitos, a que quienes se
sienten afectados por sus normas invoquen la teoría de la imprevisión. Debemos, sin embargo,
destacar dos puntos: en primer lugar, lo imprevisible de la ley alcanza no solamente al artículo
9, sino a toda su normativa; y en segundo lugar, que es improcedente la recomendación de que
el decreto reglamentario se ocupe del punto, pues un decreto no tiene la jerarquía normativa
para modificar las disposiciones de fondo, y lo que en él se diga no alterará en nada la
calificación de "imprevisible" y "extraordinaria" que pueda aplicarse a esta ley.
VII.- ámbito de aplicación de la prohibición de indexar.
a) Obligaciones dinerarias y obligaciones de valor.
La doctrina y la jurisprudencia han distinguido las obligaciones dinerarias, que
son aquellas que desde su nacimiento fijan como objeto una "suma determinada de dinero", de
las "obligaciones de valor", que se satisfacen entregando dinero, pero que la cantidad se
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determina recién en el momento de cumplimiento, en la suma necesaria para satisfacer el
"valor" debido.
En el curso de los debates encontramos dos referencias incidentales a estas
categorías, primero en la exposición del senador Romero, que recordó que en nuestro país los
tribunales comenzaron a reconocer el reajuste, primero "en las obligaciones de valor" (235), y
luego por el diputado Martínez Raymonda, que se refirió al problema en los siguientes
términos:
"La base de la economía de nuestro país establecida por el Código civil es la
nominalidad. Así funcionó durante mucho tiempo hasta que nuestros tribunales
comenzaron a distinguir las deudas de valor de las de dinero y a ajustar la resultante de
las deudas de valor para mantener la equivalencia de la relación económica que tenía el
actor o el demandado al inicio de la acción judicial o de la relación económica que lo
vinculaba. Pero las deudas de dinero siguieron rigiéndose por el concepto de la
nominalidad, ..." (236).
Surge claro de estas palabras que la aplicación del "nominalismo" a las "deudas
dinerarias", no se opone a la existencia de otra categoría de obligaciones, las "deudas de valor",
que siempre deberán actualizarse.
La literalidad de los términos empleados por la ley permite sostener, como ya
lo han hecho varios autores, que la categoría de las obligaciones de valor no solamente
subsiste, sino que a ellas no les resulta en manera alguna aplicable la prohibición de actualizar,
cuyo ámbito sólo alcanza, de manera estricta, a las deudores de "una obligación de dar una
suma determinada de australes" (artículo 7, ley 23.928).
Al considerarse en particular esa norma, y luego de una intervención del
diputado cordobés Gentile, con extrema concisión López de Zavalía recordó dos artículos del
Código civil, expresando:
"Finalmente, atendiendo a la brevedad, me limito a citar los artículos 3477 y 3602
del Código civil, que los señores diputados conocen de memoria" (237).
La concisión e ironía se justificaban porque la Cámara llevaba ya más de doce
horas de sesionar ininterrumpidamente, y el Presidente había pretendido privarle el uso de la
palabra, por tratarse de la discusión en particular, sin atender a que López de Zavalía se
abstuvo de participar en la discusión en general, para no agobiar a la Cámara, pero
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reservándose el derecho de extenderse en particular sobre los puntos en que fuera necesario.
Como estimo que ni los legisladores, ni el que escribe estas líneas, ni el lector,
recuerdan de memoria el texto de los mencionados artículos, conviene refrescar conocimientos
y advertir que ambos fueron modificados por la ley 17.711, consagrando en ellos de manera
expresa la distinción entre las obligaciones de valor y las dinerarias.
El primero se refiere a hipótesis de colación hereditaria, y determina el
momento en que deben tomarse en consideración los valores para su posterior actualización.
Pero, tiene aún mayor relevancia el hecho de que contempla la posibilidad de reajuste aún en
el caso de obligaciones dinerarias (238).
El artículo 3602 establece reglas para la determinación de las legítimas, y
además de acentuar la existencia de obligaciones de valor, contiene una remisión al artículo
3477, con la consiguiente posibilidad de reajustar obligaciones dinerarias.
Ambos dispositivos, como bien lo señaló López de Zavalía, permanecen
inalterados.
Por nuestra parte recordaremos que la ley 17.711 introdujo al Código otras
modificaciones que marcan la existencia de esa categoría de obligaciones, como el párrafo
agregado al artículo 2736, que habla del valor computable de la medianería, o el artículo 1788
bis, que dispone, para los casos de disolución de una sociedad, que se computen los valores
reales del activo; y en otros casos ordena el reajuste de los créditos, como en el artículo 1316
bis, para el caso de disolución de la sociedad conyugal.
Ninguna de estas normas ha sido modificada por la ley de convertibilidad, de lo
que surgen las siguientes conclusiones:
a) nuestro derecho privado mantiene la distinción entre obligaciones dinerarias y
obligaciones de valor;
b) la prohibición de actualizar no alcanza a las obligaciones de valor;
c) tampoco alcanza a obligaciones de dar dinero a las cuáles, con carácter excepcional,
el legislador ha dispuesto expresamente someterlas al régimen de las obligaciones de valor,
como sucede en los mentados artículos 3477, 3602 y 1316 bis del Código civil.
b) El artículo 7. Obligaciones comprendidas.
El artículo 7 establece que, a partir del 1º de abril de 1991, fecha en que debe
entrar en vigencia la convertibilidad del austral, "serán inaplicables las disposiciones
contractuales o convencionales", que estableciesen actualizaciones monetarias, y que "quedan
derogadas las disposiciones legales y reglamentarias", que estableciesen este tipo de
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actualizaciones.
En la Cámara de Diputados el representante de la Democracia Cristiana,
Gentile, advirtió que si las leyes que disponen actualizaciones monetarias son provinciales, la
ley nacional no tiene potestad para "derogarlas", como tampoco puede derogar las ordenanzas
municipales, ni las convenciones colectivas de trabajo, porque el Congreso de la Nación carece
de competencia en esa materia (239).
En verdad, asiste razón al diputado Gentile en estas afirmaciones; el Congreso
no puede derogar leyes provinciales. Pero también es cierto que si el Congreso de la Nación
modifica el Código civil, imponiendo con carácter de orden público el "nominalismo" en las
obligaciones dinerarias, ni las legislaturas provinciales, ni las municipalidades, ni las
organizaciones sindicales, ni los particulares, pueden transgredir estas disposiciones, y las
leyes provinciales que se dictasen en sentido contrario, serían inconstitucionales, mientras que
las que ya tenían vigencia, no serían "derogadas" por el Congreso, pero "perderían
aplicabilidad", por estar en contradicción con normas de jerarquía superior.
Corresponde al Congreso de la Nación establecer el régimen jurídico de las
obligaciones dinerarias, y también establecer excepciones, asimilando o no algunas de éstas a
las obligaciones de valor, como lo ha hecho en los casos que reseñamos en el apartado
anterior.
En resumen, parece que debemos llegar a la conclusión de que la prohibición
de actualizar, para el futuro, se reduce a las "obligaciones dinerarias", mientras que las
obligaciones de valor, por su naturaleza misma deben ser reajustadas.
c) Obligaciones excluidas.
1.- Garantía de la propiedad. Al discutirse en particular el artículo 7 en la
Cámara de Diputados, se planteó el problema de si algunas obligaciones dinerarias deberían
quedar excluídas de la prohibición de indexar, recordando que en determinas circunstancias,
como es el caso de las obligaciones en mora, la no actualización de los valores debidos podía
atentar contra el principio constitucional que garantiza el derecho de propiedad (240).
2.- Obligaciones alimentarias. López de Zavalía avanzó más sobre el punto,
recordando las ordenanzas francesas de 1958 y 1959, que han servido de modelo a la presente
ley, y que -de manera expresa- excluyen a los créditos alimentarios de la prohibición de
actualizar (241).
Cuando nos ocupemos del artículo 9 veremos que el decreto reglamentario
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considera que la "quita" en él prevista no alcanza a las prestaciones alimentarias, lo que es
correcto. Pero, tampoco debe afectar a su "actualización futura", por el carácter mismo que
tienen dichas prestaciones, que en realidad no son "obligaciones dinerarias", sino
"obligaciones de valor", y cuyo monto puede ser revisado judicialmente cuantas veces sea
necesario, sin que el pronunciamiento que sobre ellas recaiga haga "cosa juzgada".
Aceptamos que si la moneda alcanza relativa estabilidad, no se proceda a la
actualización "mecánica" de las prestaciones alimentarias, pero ello no es obstáculo para que
las partes reclamen su reajuste si la situación económica -sea de las partes involucradas, sea la
general del país- varía de manera que su reclamo se haga atendible.
3.- Obligaciones en dólares. De manera muy sintética López de Zavalía
afirmó que las obligaciones en moneda extranjera, atento la redacción dada a las distintas
normas de esta ley, y las modificaciones introducidas al artículo 617 del Código civil,
quedaban al margen de la prohibición de actualizar:
"La tercera observación es de mayor envergadura. Se trata de un aspecto que me
parece realmente escandaloso dentro de la estructura del proyecto de ley. De acuerdo a
la modificación que se propone al artículo 617 del Código civil, sin lugar a dudas se
prohibiría la actualización para las "deudas en australes", pero no para las deudas en
dólares o en otras monedas extranjeras, que resultarían privilegiadas con respecto a las
deudas en moneda nacional" (242).
Y más adelante, al tratarse en particular el artículo 617, insistió, diciendo:
" ... afirmo que este texto es injusto por las consecuencias que acarrean las
cláusulas de actualización que serán válidas para los dólares pero no para los australes"
(243).
El jurista tucumano vuelve sobre el tema en el Apéndice a la reimpresión de su
obra de contratos (244), sosteniendo que escapa al artículo 7:
"a) La contratación en dólares estadounidenses, o en cualquier otra moneda
extranjera que queda al amparo del artículo 1197. Por un lado, el texto se refiere
visiblemente al austral; por el otro, es de aplicación el principio odia sunt
restringenda, tanto más cuanto que la restricción establecida para el austral es ya
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irrazonable".
Coincidimos en que la restricción impuesta a la actualización del austral es
irrazonable, y debería ser declarada inconstitucional, en cuanto afecte el derecho de propiedad;
pero pensamos que, precisamente la modificación introducida al artículo 617 del Código civil,
por la cual en los casos en que se contrata sobre moneda que no es de curso legal, las
obligaciones emergentes "deben considerarse como de dar sumas de dinero", hace que todas
las obligaciones en moneda extranjera queden también atrapadas por la "irrazonable"
prohibición de actualizar del artículo 7 de la ley.
d) La actualización por el precio de una mercadería.
El diputado Berhongaray señaló que tampoco debían considerarse afectados
por la prohibición de actualizar aquellos contratos en que el precio se hubiese fijado con
relación a la evolución de productos específicos, y lo hizo aludiendo a expresiones del
presidente del bloque justicialista (245), en los siguientes términos:
" ... cuando el señor diputado Manzano expuso en general sobre este proyecto,
reivindicó con buen criterio la existencia de los créditos ligados al valor de productos
específicos, que en gran parte son el fundamento del desarrollo de muchas economías
regionales.
Cualquier provincia conoce las ventajas de este tipo de créditos. En el Valle del
Río Negro se ajustan por el valor de las manzanas: en Cuyo, por las uvas; en el centro,
por la grasa butirosa, las carnes o las oleaginosas; y en el norte por los productos
regionales típicos.
Creo que la adecuada hermenéutica de este artículo excluye de la prohibición a
estos créditos, porque no están vinculados con la indexación. Quisiera que esta
reivindicación que hizo el señor diputado Manzano se tome como una interpretación
fidedigna a los efectos de que sea tenida en cuenta cuando se reglamente la ley" (246).
Este reclamo fue, en un primer momento, escuchado por el Poder Ejecutivo
que en el artículo 5 del decreto reglamentario 529/91 estableció que "aquellas obligaciones
dinerarias que se ajusten por la evolución del precio de un solo producto o correspondan a la
cuota parte del precio de un solo producto, tienen los efectos de una permuta y no se
encuentran alcanzadas por los artículos 7, 9 ó 10 de la ley". Posteriormente otro decreto, el
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959/91, dictado en el mes de mayo, derogó el ya mencionado artículo 5.
En realidad dicha norma reglamentaria no tenía razón de ser, pues no debe
olvidarse que la solución está dada -y con más corrección, pues no se habla de "permuta"-, en
el último párrafo del artículo 1349 del Código civil, referido al precio de la compraventa,
norma que no ha sido modificada ni derogada por la ley de convertibilidad. El Código civil
admite, de manera expresa, que el precio se fije "con referencia a otra cosa cierta", lo que
permite, sin mención alguna de la permuta, recurrir al oro, el trigo o la soja, como valores que
sirvan para determinar el precio.
Las normas de la compraventa relativas al precio son aplicables a la cesión de
créditos (artículo 1435, Código civil) y en general a las locaciones (artículo 1494), salvo las de
inmuebles en las cuáles regirán en cuanto al precio las limitaciones establecidas por la ley
23.091. En el caso del contrato oneroso de renta vitalicia, aunque el precio debe ser pagado en
dinero, puede fijarse su valor con relación a frutos naturales o servicios (artículo 2074, Código
civil).
La plena vigencia del artículo 1349, y las palabras del diputado Berhongaray,
ratifican nuestra convicción de que el caso de fijación del precio con relación a un producto no
cae dentro de las prohibiciones del artículo 7.
Recordemos también que en Francia, país que se mantiene fiel al nominalismo,
al sancionar una prohibición genérica de indexar, se admitieron sin embargo las cláusulas de
actualización por el precio de un bien, producto o servicio que tuviese relación directa con el
objeto de la convención o con la actividad de una de las partes.
VIII.- Intervención en cláusulas contractuales.
La ley, en sus artículos 9 y 10, no se limita a fijar pautas futuras de conducta
sino que avanza decididamente sobre los contratos en curso de ejecución y sobre otras
relaciones jurídicas establecidas en virtud de leyes o convenciones colectivas de trabajo. Se
advierte aquí una clara diferencia con el modelo francés que hemos mencionado, pues allí la
desindexación sólo intervenía en la vida futura de los contratos, mientras que la solución
adoptada en la ley argentina opera retroactivamente y, de acuerdo a las previsiones del artículo
9, provoca una corrección en las actualizaciones operadas a partir de mayo de 1990.
Este punto ha sido objeto de variadas críticas, en especial por los legisladores
de extracción liberal, pero también por otros de diversas tendencias que interpretaban este
avance como una intrusión ilegítima en derechos constituídos válidamente bajo el imperio de
las leyes vigentes al momento de celebrarse los actos, mientras que la mayoría sostuvo como
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línea argumental las características de orden público de las medidas que se adoptan, y su efecto
inmediato respecto a las consecuencias de las relaciones jurídicas ya existentes.
El primero en expresar sus objeciones fue el senador correntino Aguirre Lanari,
quien señaló la "intromisión del Estado en las relaciones contractuales aplicando un nuevo
desagio" (247), y las dudas que generaban en su ánimo "ciertas cláusulas que pueden
comprometer la seguridad jurídica" (248). Luego el senador radical Grosso, dijo que "los
artículos 9 y 10 coartan la libertad de contratación y llegan a afectar derechos adquiridos
cuando pretenden introducir correcciones en valores intercambiados que ya han quedado
firmes" (249).
En la Cámara de Diputados el representante demócrata progresista, que prestó
amplio apoyo al proyecto de ley, expresó sin embargo su preocupación porque este artículo 9
pueda "alterar las relaciones económicas privadas más allá de lo razonablemente tolerable y
pueda gestar una serie de problemas de profunda gravitación en la economía general del país"
(250).
Baglini sostuvo que el artículo 9 "produce una deflación forzada", a través de
una regla que:
" ... no respeta el mecanismo económico de cada contrato, lo cual producirá
efectos confiscatorios..." (251).
Alsogaray, que votó favorablemente el proyecto, señaló sin embargo como
aspecto negativo que "existen insuficiencias, errores, y avances sobre la propiedad privada y
sobre las relaciones jurídicas" (252). Más categórico en esta condena fue el diputado Fescina,
que dijo que debe desecharse, por ser:
" ... altamente peligrosa y riesgosa respecto a la estabilidad que se pretende, la
perturbación de las relaciones jurídicas que incorpora el artículo 9 del proyecto en
estudio. No es útil, no es bueno, no es saludable, no ejerce docencia, no tiene
fundamento ético. La inalterabilidad de las relaciones jurídicas está por encima de las
coyunturas económicas si es que queremos restablecer la estabilidad como instrumento
válido en la vida nacional, tanto económica, como jurídicamente expresada" (253).
El mismo rechazo al artículo 9 aparece en las exposiciones de los diputados
Tomasella Cima (254) y Durañona (255).
Entre los defensores de esta intervención estatal en los contratos podemos
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mencionar al diputado Balestrini, quien sostuvo que de esta forma se congelaba "para el futuro
un plus que hoy ya no existe porque no hay riesgos" (256), aunque debió reconocer que "este
tipo de fórmulas siempre generan inconvenientes particulares" (257).
a) Artículo 9. "¿Desindexación" o cambio en las pautas de
actualización?.
El artículo 9 prevé, para la transición del viejo austral, a lo que el legislador
denomina "austral convertible", un cambio en las pautas de actualización, a aplicar
retroactivamente en el período de un año anterior a la creación de esta nueva moneda "no
actualizable".
Este cambio en los mecanismos de actualización significa en la práctica, para la
mayoría de los casos, una verdadera quita en los montos de los créditos que, por una
asociación de ideas con el Plan Austral, ha sido llamada por algunos "desagio" (258), mientras
que el informante de la mayoría en el Senado, la ha denominado "desindexación" (259), por
constituir el puente entre la economía "indexada", y el nuevo régimen monetario. Se ha dicho
así que:
"El artículo 9 constituye la aplicación de los mecanismos desindexatorios
previstos en los artículos anteriores. La técnica normativa elegida en primer lugar parte
del concepto amplio de las relaciones jurídicas, acotándolo seguidamente con la
exigencia de que las relaciones jurídicas sometidas a desindexación retroactiva
involucran prestaciones pendientes de cumplimiento por ambas partes" (260).
A lo que el diputado Lamberto agregaba:
" ... En el proyecto se toma como base para la desindexación el mes de mayo de
1990, porque había en él un tipo de cambio fijado por un mercado único y libre, el
índice de precios de ese mes tenía ya incorporados todos los desajustes que había
provocado el proceso hiperinflacionario de diciembre y había una relación de valor
absolutamente racional entre el austral y el dólar. Esta base será el elemento para
desindexar determinadas relaciones contractuales" (261).
b) El mecanismo de desindexación.
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Ya en el Senado el miembro informante de la mayoría procuró explicar cómo
funciona el mecanismo "desindexador" establecido por la presente ley, que sustituye las pautas
anteriormente fijadas para cada relación jurídica, por la evolución del valor del dólar, a partir
de mayo de 1990, afirmando que la fecha elegida "no es caprichosa" y:
" ... se ha determinado que luego de un período de inestabilidad de precios y de
moneda en el año anterior, mayo es un mes que se puede tomar como estable,
comparado con anteriores períodos de inestabilidad de la moneda" (262).
Una idea semejante fue expuesta por Lamberto en la Cámara de Diputados,
como lo hemos visto más arriba (263).
Al discutirse en particular el artículo 9 el diputado Gentile señaló que la ley
habla de la cotización del dólar en el mes de mayo de 1990, pero:
" ... no se tiene en cuenta que el mes de mayo tiene 31 días, ni que la cotización
del dólar era libre y se podía considerar en diversas instituciones y en distintos
momentos: a la apertura, durante la rueda, o al cierre de las operaciones" (264).
Es fácil advertir que durante el mes de mayo el dólar sufrió una variación de
varios puntos en su cotización, además de las mencionadas oscilaciones diarias; por ello el
diputado Gentile consideraba imprescindible introducir una modificación al artículo, que
aclarase debidamente el punto, para evitar ulteriores conflictos (265); frente a estas atinadas
reflexiones, uno de los miembros de la Comisión, el diputado Matzkin, se limitó a decir: "se
trata de un promedio" (266), expresión a todas luces insuficiente para despejar las dudas y dar
la certeza suficiente respecto al valor del dólar que debe tomarse como base para las
actualizaciones durante el período comprendido entre mayo de 1990 y abril de 1991 (267).
Con relación a la mecánica de transformación de las actualizaciones
convenidas, a la fijada por la ley, el senador Romero hizo algunas otras apreciaciones. En
definitiva, lo que el legislador ha hecho para el período anterior al primero de abril de abril de
1991, es sustituir las restantes cláusulas estabilizadoras, por una cláusula "legal", de evolución
por "valor del dólar", con más un posible incremento del 12 % anual (268), con un matiz: las
cifras así obtenidas se cotejan con la que resultaría de aplicar las cláusulas de actualización
previstas para cada relación, y en definitiva la suma debida es la menor de ambas.
El senador Romero finalizó esta parte de su exposición recordando que en la
Comisión habían planteado una serie de inquietudes ante las autoridades económicas, y que el
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propio ministro Cavallo había manifestado que existía la intención de que la ley fuese puesta
en vigencia lo más pronto posible, agregando:
"La reglamentación ya se está elaborando; hemos conocido algunos aspectos y
podemos decir que se contemplan todos los casos y situaciones especiales en la
reglamentación" (269).
Creemos, sin embargo, que la ley silencia algunos problemas que eran materia
propia del Parlamento, y no debieron dejarse postergados para su consideración en el decreto
reglamentario.
c) Obligaciones comprendidas.
La ley ha utilizado el término "relaciones jurídicas", que sin duda es
excesivamente amplio ya que solamente un tipo de relaciones jurídicas patrimoniales, las
obligaciones, son las que pueden estar sometidas a "desindexación" (270), e incluso no todas
las obligaciones pendientes de cumplimiento sufrirán esta quita, sino solamente aquellas que
determina de manera específica el artículo 9. En el Senado el miembro informante de la
mayoría explicaba:
"La técnica normativa elegida en primer lugar parte del concepto amplio de las
relaciones jurídicas, acotándolo seguidamente con la exigencia de que las relaciones
jurídicas sometidas a desindexación retroactiva involucren prestaciones pendientes de
cumplimiento por ambas partes" (271).
El diputado Gentile, en la discusión en particular, objetó que se hablase de
"relaciones jurídicas", en lugar de referirse a "contratos" (272); en realidad -como dijimos más
arriba- lo que se van a desindexar son "relaciones jurídicas obligatorias", de carácter dinerario,
que por lo general tendrán como fuente un contrato (como sucede prácticamente en todos los
casos sujetos al artículo 9), pero podrían haber nacido de otra fuente, verbigracia la ley.
Dentro de este concepto, el mecanismo desindexatorio alcanza "a las
obligaciones de ejecución continuada, con prestaciones y contraprestaciones periódicas" (273),
lo que "significa incluir en las previsiones desindexatorias a contratos tales como los de
medicina prepaga, servicios educativos, ahorro para fines determinados" (274).
De manera coincidente, el senador correntino Romero Feris, mencionaba "los
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aranceles escolares, los servicios de obras sociales o medicina prepaga, las obras en ejecución,
viviendas, trabajos sobre bienes de terceros y una infinita cantidad de situaciones, la mayoría
de las cuales tienen alto componente de costo laboral, sea asalariado o profesional" (275), pero
estimaba, además, que "la redacción del artículo 9 del proyecto en consideración involucra,
dentro de sus conceptos la relación salarial y las tasas retributivas de servicios que cobran los
municipios" (276) que, como veremos en el apartado próximo, los legisladores de la mayoría
consideran no están comprendidos en la desindexación.
Siguiendo una línea de pensamiento similar el diputado Baglini señaló que con
esta desindexación se procura "que bajen los servicios privados, que son el fantasma de los
planes de estabilización. Estos servicios incluyen la cuota de los colegios, la medicina prepaga,
los gastos de garage o de los servicios de computación, además de todos los ítems que se nos
ocurra agregar"; pero, acotaba que "estos conceptos tienen un componente salarial del orden
del 80 por ciento" (277), de manera que para que los precios bajen realmente, tendría que bajar
el salario industrial, agregando más adelante que "el artículo 9 del proyecto produce una
deflación forzada a través de una regla que no es común y que no respeta el mecanismo
económico de cada contrato, lo cual producirá efectos confiscatorios, por ejemplo en seguros,
alquileres, servicios públicos, sistemas de capitalización y ahorro, medicina prepaga, colegios,
obras públicas, suministros, títulos públicos ajustables, tasas municipales y no sabemos
cuántos rubros más. Si hubiéramos tenido oportunidad de consultar a juristas de primera línea,
seguramente la lista sería interminable" (278).
El diputado Martínez Raymonda ha sostenido que la amplia gama de
situaciones comprendidas, que no son de naturaleza homogénea, sino muy disímil, aparejaba
injusticias, ya que "no es lo mismo un contrato de alquiler que un contrato de seguros; no es lo
mismo un contrato de medicina prepaga con una de las organizaciones de primer nivel que el
caso de un sanatorio que cobra una cuota barrial como abono de los vecinos para prestarles
atención médica" (279).
Trataremos en particular algunas relaciones jurídicas que fueron motivo de
especial preocupación, como los seguros, los alquileres, las cuotas del Banco Hipotecario
Nacional, etc.
1.- Seguros. De conformidad a lo dispuesto por el artículo 9, las cuotas
correspondientes a las primas de los seguros que se encuentran pendientes y que en virtud de
las pólizas suscritas por las partes deben ser indexadas, sufrirán un reajuste y la
correspondiente quita.
El diputado Martínez Raymonda expresó su preocupación, por la repercusión
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que la desindexación va a tener en este sector de la economía, de gran importancia cuantitativa,
por estimar que atraviesa una grave crisis (280), que se agravará porque las quitas van a recaer
sobre las primas que esas compañías perciben, pero no van a alcanzar al pago de los siniestros
pendientes, porque esos contratos ya no están en curso de ejecución (281). Esta circunstancia,
a su criterio, provoca una grave injusticia, que hace peligrar la situación del sector.
2.- Alquileres. Sin duda que uno de los principales objetivos del legislador con
esta quita retroactiva era provocar una rebaja en los alquileres de inmuebles destinados a
vivienda. Ya en el Senado de la Nación, luego de mencionar el miembro informante que el
artículo 9 hace expresa referencia a los alquileres, pidió la palabra el senador Rubeo, quien
manifestó enfáticamente que "por aplicación de ese artículo se elimina todo sistema
indexatorio o de ajuste en el precio de los alquileres. Nos vamos a encontrar con una situación
que repara absolutamente la cuestión desde el punto de vista de los inquilinos, porque vamos a
impedir que el mecanismo perverso de la indexación, que se ha venido realizando mensual o
bimensualmente sobre el costo de la locación, pueda violentar lo que se ha pactado
voluntariamente al iniciar el contrato" (282).
Sostuvo el mismo legislador que con la mecánica de desindexación aplicable,
el propietario que en mayo de 1990 cobraba un alquiler de 100 dólares por mes, ahora cobrará
112 dólares, lo que significa concederle una renta genuina del 12 por ciento sobre el capital
colocado en el mercado de la locación, es decir el uno por ciento mensual, que es superior al
que habría obtenido si hubiese efectuado una inversión financiera en dólares, caso en el cual el
porcentaje "nunca podría superar el 0,75" (283) y remató sus palabras diciendo que esta
propuesta "no hace más que recoger el anhelo del sector de los propietarios, que solicitaban
una renta del uno por ciento mensual", destacando que "es una renta absolutamente líquida,
porque el inquilino tiene que hacerse cargo de los gastos, de las expensas, los servicios
centrales, que implican el contrato de locación" (284).
Estas opiniones fueron respaldadas por el presidente del bloque de senadores
justicialistas, quien afirmó que el proyecto de ley "no afecta la libertad de los contratos", sino
que "respeta absolutamente el precio de los contratos pactados libremente entre las partes", ya
que "está brindando un mecanismo de cálculo para determinar la equivalencia entre las
monedas, a partir de este nuevo sistema", e insistió en que "este mecanismo no afecta para
nada los intereses de las partes, puesto que mantiene absolutamente la libertad de los
contratos" (285).
Parece indispensable acotar que resulta muy curiosa esta "libertad
contractual", que obliga a todos a someterse al empleo de una moneda extranjera como módulo
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de cálculo, aunque el sujeto desconfíe de la estabilidad de esa moneda, o prefiera optar por
otros caminos, que no solamente se le prohiben, sino que, si los había elegido, se le obliga a
dejarlos de lado!
Tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados se alzaron duras críticas
contra esta nueva intervención en el mercado de locaciones.
El senador Laferriere, primero en una interrupción al miembro informante de la
mayoría (286), y luego en su intervención central, se refirió a los alquileres, diciendo que es
posible que se garantice a los propietarios el uno por ciento mensual en moneda fuerte, "pero
se lo garantizamos porque nosotros queremos, y no porque él lo desee, ya que estamos
disponiendo de una propiedad que les pertenece" (287), agregando que "si nosotros forzamos
una conversión del precio del contrato sin dejar escapatoria, estamos incidiendo en un contrato
en curso de ejecución y afectando, con nuestra decisión, el derecho de propiedad de una
persona" (288), e insistió en los efectos nocivos que tiene la intervención del legislador en la
vida de los contratos y "la posibilidad de que a partir de la vigencia de este proyecto de ley los
dueños comiencen a incorporar un sobreprecio por el riesgo legal" (289).
El diputado Baglini apuntó que las quitas en materia de alquileres presentaban
como curiosidad que iban a ser muy variables, pues "en algunos casos el desagio sería del 40
por ciento", mientras que en otros, "si el contrato se realizó más cerca del 1º de abril no habrá
desagio, sino que resultará más caro" (290); observación atinada, la práctica posterior
demostró su acierto, pues las variaciones operadas en el valor del dólar a lo largo del período
que contempla la ley pueden conducir a resultados muy disímiles según sea el momento en que
comenzó la vigencia del contrato de locación, que es el que debe tomarse en cuenta para
efectuar la reformulación del precio del alquiler.
Una de las objeciones más serias fue la formulada por el diputado Tomasella
Cima, quien no sólo afirmó que el artículo 9 es "injusto y contrario a normas constitucionales",
sino que también "viola una ley que hace no más de ocho meses sancionó este Congreso y que
también es de orden público", insistiendo:
"Todos los sectores nos habíamos comprometido a que ésa sería la última vez que
se iban a revisar los contratos en forma retroactiva. Ahora lo hacemos nuevamente y
eso no nos parece ni razonable, ni necesario para el esquema financiero que se pretende
alcanzar" (291).
Finalmente, resulta indispensable destacar lo que dijo el diputado López de
Zavalía, quien luego de recordar que "los créditos son propiedad, en el sentido constitucional"
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del vocablo, agregó que "hay un problema particular derivado de una promesa específica del
legislador que está contenida en el artículo 6 de la ley 21.342, que no ha sido derogado por la
ley 23.091" (292), y leyó el mencionado texto que expresamente dice:
"El Estado garantiza la libertad de contratación y el ejercicio regular de los
derechos de los contratantes en las locaciones iniciadas o que se inicien a partir del 1º
de enero de 1971. Las condiciones pactadas entre locadores y locatarios no serán
alterados por el Poder Público ni éste aplicará medidas en relación con las locaciones
urbanas que deban ser cumplidas a expensas de una sola de las partes".
Entendió finalmente que, en este caso, los escrúpulos constitucionales no
pueden salvarse ni siquiera con la invocación de que media un cambio de moneda, cuyo
carácter general incide sobre la vida de todos los contratos, como una consecuencia indirecta
de leyes económicas, porque si comparamos los artículos 9 y 10 de la ley veremos que
"cuando se trata de créditos de particulares entra a jugar como límite la variación del dólar
estadounidense; pero cuando se trata de impuestos o de créditos del fisco ya no funciona esta
relación con el dólar, lo que significa que no estamos realmente frente a un texto que pueda
fundarse constitucionalmente en la variación de una moneda" (293), que afectaría por igual a
todas las obligaciones.
No podemos concluir sin acotar que quien lee y analiza las distintas
exposiciones que se efectuaron con relación a las locaciones, queda con la impresión de que la
poco afortunada intervención en la vida de numerosos contratos tuvo en mira principalmente
conceder una rebaja en los alquileres.
3.- ¿Créditos del Banco Hipotecario?. El interés de beneficiar con la quita a
quienes son deudores de sumas de dinero en razón de la ocupación de una vivienda se reflejó
en el debate en el Senado. Durante la exposición en general del miembro informante, el
senador Velázquez solicitó una interrupción y preguntó de qué manera "se piensa desindexar
los montos relacionados con los préstamos del Banco Hipotecario Nacional que en muchos
casos fueron indexados en forma deliberada en un ciento por ciento o en un 200 por ciento,
según las circunstancias", por estimar que "resulta indispensable llevar tranquilidad a un vasto
sector de nuestra comunidad que está atento a la forma en que va a operar esta ley en la
materia indicada" (294).
El senador Romero encontró "muy atinada la observación" y sostuvo que la ley
no excluye las obligaciones que debe cumplir el Banco Hipotecario, ya que ninguna norma
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señala "que dicha institución bancaria no deba efectuar ese mecanismo de reducción" (295). A
estas expresiones se sumó el senador Rubeo, diciendo que las comisiones de Vivienda y
Economía tienen a estudio un proyecto de ley que "apunta a elaborar un mecanismo que
implique solucionar las tremendas dificultades por que atraviesan los que han recibido créditos
del Banco Hipotecario Nacional (296) y el senador Rodríguez Saa dijo que compartía la
preocupación del senador Velázquez "pues es sumamente justa", expresando textualmente, a
continuación:
"Entiendo que la relación de los propietarios y titulares de créditos con el Banco
Hipotecario es atípica, yo diría anómala, con algunas irregularidades, especialmente en
los precios que tienen actualmente las viviendas y en las cuotas que se están pagando.
Es decir, algunos valores están sobrevaluados y otros están subvaluados.
En tal sentido, este proyecto de ley no agrega ni quita nada. No empeora la
situación, ni tampoco la mejora" (297).
Creemos que toda esta discusión se limita a poner de relieve la existencia de un
problema respecto a las cuotas que se pagan por créditos concedidos por el Banco Hipotecario
Nacional, pero se incurre en un malentendido. Esas obligaciones dinerarias no están sujetas a
quita o desindexación, pues provienen de un mutuo y, como lo veremos luego, las deudas
originadas en mutuos dinerarios están excluídas de la quita.
4.- Contratos de obra pública y de suministro. Con relación a los contratos
de obras públicas, cuya actualización suele estar prevista "por fórmulas polinómicas que
incluyen el valor de la mano de obra, los insumos e impuestos", el senador Laferriere advirtió
que los costos de los celebrados en el mes de mayo de 1990, se encuentran "en este momento
en un determinado nivel que ha ido acompañando el índice de precios", y acotó:
"Si nosotros le ponemos como precio este desagio dolarizado, podemos
encontrarnos con varias empresas de obras públicas que tienen un costo real muy
superior -hasta un 30 ó 40 por ciento- al precio que la aplicación de este índice
forzado puede darle a ese tipo de contratos de obra pública, lo que puede llevar a la
quiebra o a la paralización de las obras públicas en ejecución".
Para solucionar estos problemas proponía que se fijara un plazo de sesenta días
a fin de que el empresario de obras públicas, si se hubiese roto el equilibrio entre las
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prestaciones, pudiese desistir del contrato, o sea rescindirlo, "sin que exista culpa en ninguna
de las partes" (298).
En la Cámara de Diputados se hizo referencia a contratos de suministro,
ejemplificando con el caso de "un proveedor de pan de un hospital de Cañuelas", o con el
proveedor "de fideos del programa alimentario de la provincia de Buenos Aires", que se han
comprometido a entregar la mercadería ajustándola "por la variación del precio de la harina" y
deberán entregarla "a partir del 1º de abril a un precio un 27 por ciento menor al que lo venían
haciendo", que "no cubrirá los costos"; "esto significa que nos estamos metiendo en un terreno
donde habrá paralización de obras y de entregas, pleitos, incumplimientos: en fin, situaciones
que darán lugar a un semillero de conflictos" (299).
5.- Otras hipótesis. Pasaremos rápidamente revista a otras hipótesis que fueron
mencionadas, sea para señalar que la aplicación de la quita conduce a resultados injustos, sea
para propiciar que se las considerara incluídas en el mecanismo desindexatorio.
Se habló, así, de las dudas que generará la expresión empleada por la ley, al
referirse a la fecha de nacimiento de las obligaciones como punto inicial para efectuar la
comparación, "porque hay contratos que se renuevan", como sucede con "los aranceles que se
pagan en colegios y universidades, donde un alumno ingresa en primer año y luego de cinco
años permanece en el mismo establecimiento" (300), expresando que para el cálculo de la
quita no hay que referirse al momento en que el alumno ingresó al establecimiento, sino "al
comienzo del último contrato" (301).
Por otra parte, ¿qué sucederá si el arancel para los estudios universitarios, ha
estado fijado siempre en dólares, y en años anteriores se cobraban 80 dólares, pero desde
comienzos de este año se estipularon 200? ¿Se va a mantener? ¿Se lo debe pasar a australes y
desindexarlo? Estos interrogantes se los planteaba el diputado Gentile (302), que afirmó: "Creo
que merecemos una explicación -la sociedad también la merece- para aplicar correctamente
este artículo".
El diputado Aramouni sostuvo la necesidad de que las tarifas de los servicios
públicos se sometieran a desindexación (303), e hizo especial referencia al caso de los
servicios telefónicos, sosteniendo que "desde el momento en que las dos nuevas empresas
adjudicatarias de ENTEL se hicieron cargo del servicio, elevaron el valor del pulso en forma
considerable, por encima del nivel de precios al consumidor nivel general" (304).
De manera coincidente el diputado Martínez Raymonda afirmó que, en su
concepto, "los servicios telefónicos sí tendrán que ajustarse de acuerdo con el mecanismo de la
ley" (305), agregando que también lo habían entendido así algunos de los funcionarios
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presentes en la reunión de Comisión. Aclaró, en cambio, que esos mismos funcionarios, al ser
interrogados sobre la luz y el gas, que son servicios de prestación continua, respondieron que
no quedaban comprendidos en el mecanismo de quita del artículo 9, porque "no son contratos,
sino reglamentaciones, puesto que el servicio lo presta el Estado" (306). Acotó, entonces, que
"costará hacerle entender esto al ama de casa, a quien le aplican una variable porque el monto
de las tarifas está atrasado. Esto provocará un gran malestar social" (307). En la discusión en
particular se apuntó, con acierto, que las tarifas telefónicas o eléctricas son el fruto de
"contratos de adhesión", por lo que deberían estar sometidas al régimen del artículo 9 (308).
Con respecto a los planes de ahorro previo se planteó el interrogante de qué
pasaría con sus cuotas: "¿Serán ajustadas de acuerdo lo que establece el proyecto de ley, o
serán indexadas? Esto es grave, porque en esas cuotas se establece un tipo de indexación que
probablemente ocasione que se las considere fijas y no indexadas" (309), en razón de que la
cuota surge de un porcentaje del valor del bien que se piensa adquirir por medio del plan de
ahorro. Como el valor de esos bienes se iba indexando: "¿Quién podrá entender que la cuota
que pagan mensualmente quienes están inscriptos en un sistema de ahorro previo no está
indexada?" (310). Finalmente el diputado Aramouni recordó que los círculos de ahorro no se
limitaban a automotores o electrodomésticos, "sino que también se involucra a la vivienda", y
se preguntaba qué ocurrirá en ese rubro, y también: "¿qué sucederá con los planes de vivienda
de los gobiernos provinciales, con los círculos privados, las cooperativas de vivienda y las
mutuales? ¿Cómo se interpretarán la indexación y la desindexación?" (311).
Para terminar con este punto nos limitamos a observar que las inquietudes de
los legisladores han puesto de manifiesto lo amplio y variado que es el campo de las
obligaciones afectadas por la quita, lo difícil que resulta delimitarlo, lo contradictorio de la
exclusión de las tarifas de servicios prestados por el Estado, como así también lo injusto que
resulta en la mayoría de los casos esa quita, razón por la cual hubiera sido preferible, a nuestro
criterio, que el legislador se abstuviese de intervenir retroactivamente en las relaciones
contractuales.
d) Obligaciones excluídas.
La exigencia de que haya "obligaciones pendientes de cumplimiento por ambas
partes", excluye automáticamente todas las deudas que tengan su origen en contratos
unilaterales, como el mutuo (313), y también aquellas nacidas de contratos bilaterales, pero en
los cuáles una de las partes ha cumplido ya la prestación a su cargo.
Se ha expresado también, de manera reiterada, que los salarios están excluídos
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de la quita desindexatoria, porque el artículo 9 "se refiere únicamente a precio, cuota o
alquiler" (314).
El senador Romero, al discutirse en particular el artículo 9, ejemplificó las
obligaciones excluídas de la quita, mencionando a los "deudores que no hubieran pagado en
término sus obligaciones de la seguridad social"; a la indemnización de daños no contractuales,
entre los cuáles se comprenden tanto las hipótesis de delitos, como las de accidentes; y
también quedan excluídas de la quita las multas (315).
En el punto anterior hemos visto que varios legisladores entendían que las
tarifas de gas, energía eléctrica, obras sanitarias y otros servicios debían estar sometidas a la
quita desindexatoria, pero que la interpretación del Poder Ejecutivo y sus funcionarios es que
se encuentran eximidas.
Refiriéndose al punto el diputado Ibarbia expresó que "hoy nos hemos enterado
en la Comisión de Finanzas que el gobierno no entiende que los servicios de gas, energía
eléctrica, obras sanitarias y los impuestos entren dentro de esta cláusula del artículo 9", lo que
resulta lamentable, porque "se quiere poner un corsé al sector privado, pero el gobierno de
ningún modo piensa limitarse por este tipo de posiciones" (316), y Jesús Rodríguez afirmó que
el gobierno debería manejarse de manera coherente y hacer extensivo a los servicios el planteo
que efectúa para los alquileres (317).
En lo que se refiere a los alimentos el diputado Baglini, de manera dubitativa,
manifestó que su posible inclusión en la quita engendraría cuestiones judiciales (318). En
realidad en las cuotas alimentarias no hay obligaciones pendientes para ambas partes, por lo
cual no se encuentran comprendidas en el artículo 9, y ello posiblemente es lo que tenía en
mente el diputado Durañona y Vedia cuando, aludiendo a Baglini, expresó "que el ejemplo de
la cuota alimentaria que él presentó no se ajusta al texto del proyecto" (319).
Nos ocuparemos a continuación de las reformas introducidas a varios artículos
del Código civil, dejando el análisis del artículo 10 de la ley para el capítulo que dedicamos a
las cuestiones de derecho transitorio.
IX.- Las reformas al Código civil.
Al encarar el estudio de este Capítulo advertimos de inmediato una gran
disparidad en los debates de ambas Cámaras, tanto en la extensión como en la profundidad de
tratamiento de los temas.
Estimamos que en ello han influído principalmente dos factores: la escasez de
tiempo, que impidió a los senadores indagar con detenimiento sobre el alcance de las
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modificaciones que se introducían al Código civil, mientras que los diputados pudieron dedicar
al tema algunos días más; súmese a ello la notable participación en la Cámara Baja de uno de
los más destacados civilistas argentinos contemporáneos que, pese a la innegable valla que
significó la escasez de tiempo, tanto para el estudio como para la exposición del tema, aportó
su versación para señalar con agudeza algunos de los problemas que generan estas reformas.
a) La subsistencia en el Código civil de obligaciones de valor.
Hemos visto ya en un apartado anterior que el nominalismo y la prohibición de
indexar están consagrados de manera expresa para las obligaciones de "dar una suma
determinada de australes", de donde puede inferirse que las obligaciones de valor no se ven
afectadas por las previsiones del artículo 7 de la ley. Remitimos, pues, a lo allí dicho (320).
b) Dinero sin curso legal.
Algunos economistas, luego de señalar que la principal función del dinero es la
de servir como medio de pago (321), terminan identificándolo con cualquier cosa o mercadería
que cumpla esa función, siempre que haya conformidad entre los integrantes de la sociedad en
aceptarlo como tal (322).
Este concepto, puramente económico, difiere generalmente del concepto
jurídico del dinero, que solamente reconoce como tal, dentro de un Estado, al que es aceptado
por sus leyes como medio de pago, es decir al que goza de "curso legal" (323). En cambio, los
otros bienes o mercaderías que se utilizan como "medio de cambios" o "de pago", pero sin
tener "curso legal", no suelen ser aceptados jurídicamente como "dinero", aunque cumplan esa
función en los usos económicos (324).
La nueva redacción que se ha dado al artículo 617 del Código civil, al par que
reconoce la función económica de "dinero" que cumplen ciertas "monedas", predica de ellas
que "no tienen curso legal", pero prevé que las obligaciones que tengan por objeto esas
monedas serán consideradas "como de dar sumas de dinero".
Destacamos el empleo del vocablo "monedas", porque la norma no ha
extendido el concepto de "dinero" a cualquier bien o mercadería que cumpla las funciones
económicas propias del "dinero", sino solamente a "monedas" que "no tienen curso legal" en el
país, es decir a monedas extranjeras.
Se trata, pues, de la aceptación legal de una realidad económica y la admisión
de que esas monedas puedan servir como dinero, aunque limitando esta función a los casos en
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que la voluntad de las partes así lo haya dispuesto.
Dentro de esta línea de pensamiento, el miembro informante de la mayoría en
el Senado sostuvo que "se incorpora a nuestro ordenamiento legal la posibilidad de pagar
deudas contraídas en moneda extranjera entregando la misma especie, lo que hasta ahora
estaba impedido por los artículos 617 y 619 del Código civil", y agregó a continuación que de
esta forma "estamos sincerando una costumbre ya incorporada" (325) pues, a pesar de la
prohibición legal solían cancelarse las obligaciones entregando moneda extranjera.
Entendía el senador Romero que "a partir de las modificaciones apuntadas se
permiten en nuestro país las hipotecas y prendas en dólares" (326), mientras que se eliminan
los sistemas de actualización monetaria o de indexación.
Algún senador radical, como Trilla, habló de que se adoptaba un
"bimonetarismo" (327); Laferriere sostuvo que la modificación del artículo 617 del Código
civil le provocaba recelos, porque creía que "puede dar lugar a un sembradero de pleitos" (328)
y expresó también sus dudas sobre lo que debe entenderse por "moneda", preguntando: "¿Es
moneda un Krugerrand? ¿Es moneda un mejicano oro? ¿Es moneda un derecho especial de
giro? Hay monedas que son internacionales, otras que son entre estados; algunas tienen un
poder resolutorio ... ", estimando que la proyectada modificación del Código civil necesitaba
un estudio más serio, con el asesoramiento de juristas que le explicaran sus alcances y lo
sacaran de la duda (329).
Ya en esta oportunidad el senador justicialista Rodríguez Saa ensayó una
explicación basada en la distinción entre "curso legal y curso posible" (330).
El senador Brasesco destacó que ahora pueden celebrarse contratos y realizarse
operaciones en moneda extranjera, pero que "en nuestro mundo común y corriente estamos
hablando del dólar, aunque sea posible que en otras especulaciones comerciales se utilicen
marcos o yenes" (331).
Más adelante el senador Grosso manifestó que, al establecer el artículo 617 que
"las obligaciones estipuladas en monedas que no tienen curso legal en el país serán tratadas
como obligaciones de dar sumas de dinero, en lugar de obligaciones de dar cantidades de
cosas, de una manera elíptica se está dando curso legal a las monedas extranjeras, y en especial
al dólar, que es prácticamente la que solemos emplear en nuestros contratos" (332), pero el
presidente del bloque justicialista respondió que la moneda argentina continuaba siendo el
austral, y lo único que se hacía era establecer el "curso posible" de las monedas extranjeras
(333), e insistió:
"Para que una moneda tenga curso legal, tiene que ser creada por una ley: se le
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pone una denominación, se fijan sus equivalencias, se emite, etcétera. La moneda
extranjera se llama "moneda extranjera". Como ahora se entenderá que se trata de
deudas de sumas de dinero -no como antes, que se consideraban como deudas de
cosas- se pagará en una moneda, como sucede en todos los países del mundo. Pero no
es curso legal, porque no hemos legalizado el dólar, ni lo hemos creado. Es curso
posible, si los particulares convienen en utilizar esa moneda para sus transacciones"
(334).
En la Cámara de Diputados el informante de la mayoría también insistió que
con este sistema no se adoptaba una moneda extranjera (335), sin dar mayores explicaciones
sobre el alcance de los cambios introducidos en los artículos 617 y 619, punto al que se refirió
con más detenimiento el diputado demócrata progresista Martínez Raymonda, quien dijo:
"Pareciera que se crea una moneda nueva de curso legal, pero no es así. Esto es importante
afirmarlo como concepto de nuestra propia concepción de país soberano. Nuestra moneda de
curso legal es el austral. El dólar es una moneda alternativa que voluntariamente las partes
pueden pactar". Y a continuación agregó:
"Al reformarse los artículos 617 y 619 del Código civil se podrán efectuar los
pagos en la misma moneda en que se concertaron, pero esta exigibilidad no será viable
si la voluntad de las partes no la acordaron de ese modo. Vale decir que la moneda de
curso legal es el austral; y la otra es una moneda que puede ser pactada por las partes
en sus estipulaciones y tendrá efecto cancelatorio como si fuera dinero corriente, pero
no es una moneda de curso legal obligatorio en la república.
Este primer concepto es importante destacarlo para evitar que haya malas
interpretaciones de aquellos que piensan que estamos abjurando del reconocimiento de
nuestra propia moneda" (336)
Más adelante expresó que, en su opinión, con estas medidas se podía aumentar
y movilizar la capacidad crediticia del sistema financiero argentino, ya que si bien no se daba a
la divisa norteamericana el carácter de moneda de curso forzoso, al aceptarla como "moneda
adicional o voluntariamente pactada entre partes", "podrán aparecer créditos hipotecarios o
prendarios que permitirán pasar del cortísimo plazo a la inversión y puesta en marcha del
aparato productivo argentino" (337).
En el transcurso del debate numerosos diputados expresaron su opinión de que
esta aceptación de las monedas extranjeras significaba una dolarización de la economía,
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mientras que quienes defendían la ley sostuvieron que no debía confundirse "convertibilidad"
con "dolarización", que son conceptos distintos.
Al tratarse en particular el artículo 11 de la ley hizo uso de la palabra López de
Zavalía, quien efectuó un profundo análisis del problema. Señaló que "el primero de los
artículos del Código civil que se intenta modificar es el 617", y luego de recordar el texto
originario, que a las obligaciones en monedas que carecen de curso legal les daba el
tratamiento correspondiente a las obligaciones de "dar cantidades de cosas", advirtió que ahora
se sustituye por "el régimen de las obligaciones dinerarias", y sostuvo:
"La modificación que se propone es excesiva, declamatoria e injusta.
Lamentablemente, para demostrar que es excesiva tengo que referirme a la historia de
la disputa que existe dentro de la familia civilista. En el derecho civil se distingue entre
los derechos personales creditorios y los derechos reales. Para los derechos personales
jamás ha habido una disposición dentro del Código civil que prohiba la contratación en
moneda extranjera. Acá se plantea otro problema. Dentro de los derechos reales el
artículo 3108 del Código civil define el derecho de hipoteca en garantía de
obligaciones de dinero, pero ocurre que ese tipo de hipotecas no puede existir cuando
se trata de obligaciones de dar moneda extranjera. Es decir que, en vez de modificar el
artículo 3108 se ha modificado el artículo 617 del Código civil" (338).
Expresó luego que la modificación introducida es excesiva, ya que "por más
que se les dé el mismo rótulo nunca tendrán el mismo carácter las obligaciones en moneda
extranjera y las establecidas en moneda de curso legal. No es embotellando un vino malo con
un rótulo bueno como se va a cambiar su sabor" (339).
Estimó, además, que en virtud de la subsistencia de las prohibiciones
contenidas en la ley 23.091, no se iban a poder contratar locaciones en moneda extranjera, y
que para solucionar el problema de las llamadas "hipotecas en dólar", hubiera sido suficiente
adecuar el artículo 3108 (340).
Concluyó afirmando que "el texto es declamatorio porque tal como está
ubicado en el Código civil no va a modificar el resto de las normas que no se encuentran
contenidas en ese cuerpo legal. Entonces, por más que se lo declare dinero, habrá un régimen
distinto en el procedimiento concursal, porque el artículo 131 de la ley de quiebras distingue
claramente las obligaciones dinerarias, de dar cosas o de entregar moneda extranjera", y habrá
también un régimen diferente "para los aportes societarios (artículos 51, 53 y 187 de la ley que
regula la materia), así como se establece un régimen especial en el artículo 44 de la ley
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cambiaria" (341).
Señalamos de paso que el senador Brasesco había apuntado el conflicto que
puede producirse con la ley 21.037, relativa a mutuos en moneda extranjera, aspecto sobre el
que volveremos al tratar de la derogación genérica (342).
c) El cumplimiento de las obligaciones dinerarias.
La modificación introducida al artículo 619 del Código civil es casi un
corolario del nuevo texto del artículo 617, pues pretende reforzar la idea de que "el pago debe
hacerse en la especie pactada", y no en otra, de forma sustitutiva.
Es sabido que el viejo artículo 619 era interpretado por la mayoría de la
doctrina como una autorización para entregar moneda de "curso legal", en lugar de la moneda
extranjera convenida, aunque literalmente expresara otra cosa. La supresión del párrafo que
admitía "dar otra especie de moneda nacional al cambio", indica claramente que la voluntad
del legislador ha sido establecer la exigencia de que se cumpla con la especie designada, y no
con otra.
Poco se dijo sobre este problema en el Congreso, pues las palabras del
informante del proyecto en el Senado no son categóricas, ya que se limita a expresar que "se
incorpora a nuestro ordenamiento legal la posibilidad de pagar deudas contraídas en moneda
extranjera entregando la misma especie" (343).
Más preciso fue el senador Grosso, cuando manifestó que los propósitos que
inspiraron al legislador cuando modificó el artículo 617, se completan "con la modificación
que se introduce en el artículo 619, en cuanto obliga a entregar la especie designada, de
manera tal que si se han pactado dólares, aunque no tienen curso legal, por el artículo 617
estaremos frente a una obligación de dar sumas de dinero, y por el artículo 619 tendremos que
entregar dólares..." (344).
En la Cámara de Diputados López de Zavalía, apremiado por el tiempo, fue
muy conciso en su crítica al artículo 619, centrándola sobre todo en el hecho de que el párrafo
suprimido, que permitía sustituir una especie de moneda nacional por otra, podría seguir
prestando utilidad puesto que todavía tenemos dos monedas, ya que "conservamos la moneda
oro de la ley 1130, que figura en algunas normas y en especial en el Código Aeronáutico"
(345).
d) Anatocismo. Circular 1050.
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El Código civil se había enrolado en una vieja línea doctrinaria que prohibe los
pactos anticipados de capitalización de intereses por estimar que suelen conducir, con
demasiada frecuencia, a aprovechamientos usurarios. Sin embargo en épocas recientes se
marcó la tendencia en algún sector de nuestra doctrina jurídica de admitir el anatocismo,
tendencia que plasmó en la reforma al artículo 623, propuesta en el Proyecto de Unificación de
la legislación civil y comercial (346).
Debe advertirse, sin embargo, que ese proyecto morigeraba los posibles
excesos provenientes del anatocismo con la previsión contenida en el artículo 624 que, en
protección de las personas físicas, facultaba a los jueces a reducir los intereses cuando su
monto resultaba abusivo (347).
El informante de la mayoría en el Senado justificó de manera muy escueta la
modificación introducida al artículo 623 del Código civil, expresando que, a través de él:
" ... se permite la capitalización de intereses, de modo que cuando se devenguen
se sumen al capital, produciendo nuevos intereses si así las partes lo convienen" (348).
En cambio fueron muy duros los reproches que se dirigieron a esta
modificación del Código civil por varios diputados, entre los cuáles merece muy
especialmente destacarse la opinión de López de Zavalía, por su prestigio y profundo
conocimiento del derecho. Dijo el diputado tucumano, ya al finalizar la sesión, cuando se
discutía en particular el artículo 11 de la ley (349):
" ... en épocas en que la República tenía en alto su honor y reinaba la honestidad,
el artículo 623 del Código civil era aplaudido por toda la doctrina. Incluso Colmo
calificó de inmoral el anatocismo fuera de esta prohibición relativa que establece el
Código civil.
Yo quisiera saber de dónde han sacado este texto. Por la sorpresa y el apuro de
este procedimiento no he tenido mucho tiempo de estudiar el asunto, pero debo
advertir que la vieja regla del artículo 1154 del Código de Napoleón subsiste, y que en
este siglo el Código civil alemán de 1900 prohibe el anatocismo en su artículo 248, del
mismo modo que el Código suizo de las Obligaciones de 1911, artículo 314; el Código
del Líbano de 1932, artículo 786; el Código italiano de 1942, en su artículo 1283; el
Código portugués de 1966 en el artículo 560 y, recientemente, el Código de Perú de
1984, en el artículo 1249.
... El texto que ahora se propone es mucho más grave que el que sancionara la
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Cámara al considerar el proyecto de unificación civil y comercial que, por lo menos
tenía una excusa porque unía ambas legislaciones y adoptaba una regla que podía
parecer cómoda para el derecho comercial que también se imponía al derecho civil
como consecuencia de la unificación que se producía.
Pero en el texto que ahora estamos considerando ocurre exactamente lo contrario
porque se modifica la legislación civil admitiendo el anatocismo mientras que en el
derecho comercial subsisten normas que lo limitan al caso de las cuentas corrientes".
Momentos después el diputado Seguí, como hemos visto anteriormente,
agregaba:
" ... se vuelve a sancionar la indexación que se ha pretendido erradicar
definitivamente, porque los futuros contratos en dólares o en australes contendrán una
cláusula que permitirá la capitalización diaria de los intereses, lo que producirá un
efecto más grave aún que el de la indexación" (350).
También criticaron la modificación introducida al artículo 623 los diputados
Martínez Raymonda y Aramouni, señalando el primero de ellos que debería ponerse un límite
de tres o seis meses a los períodos de capitalización (351), y afirmando el segundo que su
nueva redacción legitima "la usura de la usura" (352).
No olvidemos que ya el senador Aguirre Lanari, al destacar que se pretendía
reemplazar la actualización por la capitalización de intereses, había expresado su temor de que
fuese peor el remedio que la enfermedad (353), y ello se debe a que varios legisladores
advertían que el mecanismo incluído en el último párrafo del artículo 623 hacía revivir la
tristemente célebre circular 1050 (354), que distorsionaba el valor de los créditos de manera
mucho más grave que cualquier índice de actualización (355).
En varias oportunidades (conferencias, mesas redondas, notas
jurisprudenciales, artículos doctrinarios y libros) hemos hecho hincapié en que los índices
basados en la circular 1050 se limitaban a suministrar la evolución del llamado "costo del
dinero", y no son aptos para estabilizar los valores de una deuda, ya que sufren fluctuaciones
que llevan casi ineludiblemente a la deformación de los valores.
El "interés de plaza" a que hace alusión el último párrafo del nuevo texto del
artículo 623 sigue incluyendo un porcentaje destinado a recomponer el capital que se deteriora
por la inflación, que aún no se ha detenido, a lo que se suman varios rubros: a) los costos
operativos del banco; b) el seguro de riesgo y... por último el verdadero "costo del dinero". Si
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todo esto se capitaliza reiteradamente, en períodos breves, los resultados pueden ser más
graves para el deudor que cualquier índice de actualización! (356).
El problema lo advirtió con claridad el diputado Baglini, que dijo:
"Falta hacer una última acotación. Dentro de este capítulo se advierte una vuelta a
la era de Martínez de Hoz, porque es absurdo pretender eliminar los mecanismos de
indexación para el futuro y que se deje la posibilidad de capitalizar intereses por medio
de una redacción del artículo sobre anatocismo que realmente podría haber sido mucho
mejor si se hubiera tomado en cuenta el proyecto de unificación en materia civil y
comercial que se encuentra en revisión en el Senado. Pero lo importante es que renace
ahora la circular 1050, otro legado de la época de Martínez de Hoz y ahora de la era
Cavallo, porque se va a calcular una tasa de interés con efecto acumulativo diario y el
efecto de repotenciación de esa tasa de interés significa el resurgimiento del
anatocismo; en consecuencia, el del mecanismo de la circular BCRA 1050" (357).
Pero, al margen de la opinión que nos merezca, el hecho real es que la ley de
convertibilidad pretende reemplazar las cláusulas de actualización por los "intereses de plaza",
con la posibilidad de capitalizarlos estipulada anticipadamente en pactos, y no se fija
limitación alguna a la periodicidad de capitalización.
X.- Las sentencias y la ley de convertibilidad.
Un aspecto que ha creado seria preocupación a los juristas y que, sin duda, ha
de provocar graves conflictos en la práctica, es el avance que realiza la ley sobre la "cosa
juzgada", disponiendo la modificación de sentencias en las que se había mandado pagar una
suma actualizable hasta el momento del efectivo cumplimiento.
El miembro informante de la mayoría, senador Romero, trató de justificar la
medida en el cambio operado en la moneda al haberse dispuesto la "convertibilidad" del
austral. Dijo entonces:
"En cuanto al artículo 8, si bien existió la preocupación de que la ley avanzaba
sobre el principio de la intangibilidad de la cosa juzgada -esto es un reclamo que
muchos senadores nos hicieron llegar-, debemos decir que no existe tal avance. Lo que
ocurre es que las sentencias judiciales se han pronunciado con arreglo a una moneda, y
es menester regular lo que acontece cuando dicha moneda cambia" (358).
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Procuró ilustrar esta afirmación con un ejemplo tomado de Nussbaum, al tratar
de las disposiciones transitorias o normas de reducción que suelen incluirse en las leyes que
disponen un cambio monetario, aunque el ejemplo elegido no parece muy feliz, pues se refiere
a una hipótesis en que sólo se cambiaba la denominación de la moneda, en razón del
fraccionamiento del viejo imperio austro húngaro, pero no se alteraba el valor, y la conversión
se hacía a la par (359), razón por la cuál no se habían previsto normas suplementarias, ni había
quitas de ninguna naturaleza.
Remataba entonces su exposición afirmando "que el artículo 8 tiende a regular
la conversión de las deudas antiguas declaradas judicialmente, en la nueva moneda creada por
este proyecto de ley" (360).
En realidad en este caso el viejo austral y el austral "convertible" se han
cotizado a la par en el momento del cambio, razón por la cual carecen de sustento tanto la
"reconversión" de las deudas que dispone el artículo 9, como el intento de modificar por ley las
sentencias judiciales.
Sin embargo el dispositivo ha encontrado apoyo en algún legislador opositor de
reconocida seriedad, como el diputado Martínez Raymonda que, incluso, proponía la
modificación de la norma para darle mayor fuerza imperativa, sosteniendo, en coincidencia
con el pensamiento del Poder Ejecutivo:
" ... hemos querido ampliar para clarificar su contenido. En el caso de juicios en
trámite, pendientes de sentencia, ésta determinará
-si correspondierela
repotenciación debida hasta el 1º de abril, pero no se devengarán nuevos ajustes por
tales conceptos a partir de dicha fecha" (361).
La idea fue recogida por el informante de la mayoría, diputado Lamberto, que
sin aceptar modificar la ley, hizo sin embargo la siguiente aclaración cuando se trató en
particular el mencionado artículo 8:
" ... al igual que en el artículo 5, la comisión deja establecido como interpretación
del espíritu del artículo en consideración que él comprende las situaciones judiciales
con sentencia firme o no y los juicios en trámite pendientes de sentencia. En todos los
casos de actualización monetaria, cuando correspondiere, se aplicará exclusivamente
hasta el 1º de abril de 1991" (362).
Nosotros, en cambio, consideramos muy justificadas las observaciones del
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senador radical Edgardo Grosso, quien sostuvo:
" ... reviste también suma gravedad lo previsto en el artículo 8 del proyecto, por
cuanto pretende afectar los mecanismos de actualización establecidos por sentencias
judiciales, disponiendo que no se devenguen nuevos ajustes a partir del 1º de abril
próximo.
No obstante, durante el presente debate he escuchado que se trata de una
adecuación a la nueva moneda.
El proyecto, a mi criterio, atenta directamente contra el valor de la cosa juzgada
y pretende modificar por ley sentencias judiciales. Pocas veces, a través de una ley, se
ha pretendido instrumentar dispositivos tan claramente violatorios de nuestro sistema y
ordenamiento institucionales.
Estimamos que el Poder Judicial, que mantiene independencia frente a los otros
poderes del Estado, difícilmente va a aceptar la validez de una cláusula de este tipo, si
llegamos a cometer el error de aprobarla.
Los jueces, que tienen en sus manos el control de constitucionalidad de las leyes,
sin duda declararán la inconstitucionalidad de un precepto de este tipo" (363).
También coincidió en afirmar que el artículo 8 es claramente violatorio de
preceptos constitucionales el diputado Gentile, quien dijo de manera terminante:
"Entendemos que de acuerdo con el artículo 95 de la Constitución Nacional el
Poder Ejecutivo no puede invadir la competencia del Poder Judicial. Al Poder
Legislativo también le cabe la misma prohibición en razón de que sus atribuciones
están perfectamente establecidas en el artículo 67 y no puede inmiscuirse en lo
establecido en el artículo 100 de la Constitución, donde se fija la competencia del
Poder Judicial" (364).
Realizó también interesantes reflexiones sobre los problemas que iba a
engendrar esta modificación parcial de las sentencias, que pretende suprimir las cláusulas de
actualización y no tiene en cuenta para nada el hecho de que en esas sentencias los jueces fijan
un interés "puro", que resulta muy inferior al que el propio Ministerio de Economía prevé para
el futuro mercado financiero de australes "convertibles" (365).
Estimó Gentile, con acierto, que no se justifica, ni siquiera por razones de
emergencia, que se pretenda por una ley modificar una parte de la sentencia, alterando de esta
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forma la sustancia misma del fallo; con el agravante de que, "en caso de acatar esta ley
inconstitucional" (366), los magistrados, que desde el momento en que resolvieron el litigio
han perdido jurisdicción, no podrán en manera alguna revisar la sentencia, para corregir la tasa
de intereses (367).
En verdad, desde el punto de vista de los grandes números, pareciera
innecesario para el éxito del plan el hacer mención alguna a los pleitos con sentencias firmes
que fijan cláusulas de actualización, pues aunque se aceptase la tesis de que la "indexación"
repotencia en alguna medida la inflación, hubiese sido suficiente que la norma se redujese a
limitar la posibilidad de incluir tales cláusulas en las sentencias que se dicten en el futuro,
salvo que estuviese en juego otro interés no mencionado de manera expresa en el proyecto,
como real justificativo de este avance sobre la cosa juzgada.
Algunas palabras del diputado Gentile hacen suponer que efectivamente ese
interés ha existido, por parte del Estado (368), para en alguna medida licuar las deudas que
surgen de demandas en las que ya ha sido condenado y respecto a las cuáles, al suspender la
actualización y demorar el pago, el proceso inflacionario que no se ha detenido operará una
verdadera
XI.- Cuestiones de derecho transitorio.
a) Efecto inmediato (artículo 10).
Un autor nacional, que se ocupó en una excelente tesis doctoral de estudiar los
problemas del cambio de legislación sobre las relaciones nacidas de los contratos (369), decía
con mucha precisión que "la nueva disposición legal se aplica, en principio, desde su
promulgación, a todos los efectos que resulten en el en el futuro de situaciones jurídicas
nacidas o por nacer" (370).
Vemos así que el artículo 10 de la ley 23.928 está orientado a regular hacia el
futuro, es decir a partir del momento en que entró en vigencia el mencionado cuerpo legal,
tanto la constitución de nuevas relaciones jurídicas, como los efectos de las relaciones jurídicas
ya existentes.
1.- Constitución de nuevas relaciones jurídicas. Para lograr el primer
objetivo deroga "todas las normas legales o reglamentarias que establecen o autorizan la
indexación por precios, actualización monetaria, variación de costos o cualquier otra forma de
repotenciación de las deudas, impuestos, precios o tarifas de los bienes, obras o servicios".
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Quizás la redacción elegida no haya sido la más feliz, dentro de nuestro
régimen federal, pues ya hemos visto con anterioridad que el diputado Gentile objetó la
amplitud del dispositivo porque el Congreso de la Nación carece de facultades para derogar
leyes provinciales u ordenanzas municipales (371). Pero, en realidad, lo que sucede es que el
Congreso, en uso de sus atribuciones, consagra el nominalismo, y prohibe las cláusulas de
actualización, tema que nadie puede discutir es atribución propia del Poder Legislativo de la
Nación y, desde el momento en que la norma entra en vigencia, el "efecto inmediato" de la ley
nueva, alcanza inexorablemente a todas las relaciones y situaciones jurídicas que pretendan
constituirse o modificarse con posterioridad, no pudiendo esgrimirse en su contra ningún
dispositivo legal de carácter provincial, que resolviese en sentido contrario, pues el orden
jerárquico de las normas da primacía a la ley nacional, dentro de las materias sobre las que
tiene competencia.
Esto nos obliga a detenernos brevemente sobre el llamado "efecto inmediato",
que es uno de los pilares que sustentan el "derecho transitorio", es decir el cambio de sistema
legal. El efecto inmediato no se contradice con el principio de la "irretroactividad" de la ley,
sino que lo complementa, ya que se limita a disponer la aplicación de las nuevas normas para
el futuro, y con posterioridad a su vigencia (372).
A primera vista, como dice Roubier, parece muy simple diferenciar el efecto
retroactivo de una ley, de sus efectos inmediatos, ya que el primero sería su aplicación a
"hechos pasados" y el segundo a los "hechos presentes" o "futuros" (373). Si todo se redujera a
esto, si los casos a resolver se limitaran a situaciones que se agotaron en el pasado, y
situaciones que van a nacer en el futuro, la transición de un régimen legal a otro no suscitaría
dificultades, pero ocurre que hay situaciones o relaciones jurídicas nacidas bajo el imperio de
la vieja ley, que continúan viviendo y produciendo efectos después de su reemplazo por las
nuevas normas.
En virtud del "efecto inmediato", toda relación jurídica dineraria que nazca con
posterioridad al 1º de abril de 1991 estará sometida a un riguroso nominalismo, sin
posibilidades de actualización; este mandato legal, sancionado por el Congreso, tiene
aplicación en todo el territorio nacional y no puede eludirse so pretexto de que hay leyes
provinciales, ordenanzas municipales o convenciones colectivas de trabajo, que regulaban la
forma de actualizar esas obligaciones cuando el ordenamiento civil autorizaba dichas
actualizaciones!
Tampoco podrían las provincias o municipalidades sancionar nuevas leyes u
ordenanzas que estableciesen, por ejemplo, la actualización monetaria de impuestos o tarifas
de los servicios, ni celebrar contratos de obra pública con cláusulas de ese tipo. Si lo hicieran,
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las leyes u ordenanzas podrían ser tachadas de inconstitucionales, pues tales dispositivos
estarían invadiendo un terreno que no les corresponde legislar, ya que se trata de legislación de
fondo, delegada al Congreso de la Nación.
En lo que se refiere a las cláusulas de un futuro contrato de obra pública, o de
suministros, que previesen indexaciones, serían inválidas, y estarían afectadas de nulidad; lo
mismo que sucedería en los contratos celebrados entre particulares, que incluyesen cláusulas
de actualización.
El problema jurídico del efecto inmediato fue tratado muy superficialmente al
debatirse la ley, ya que sólo encontramos algunas expresiones como la del senador Romero, en
su informe, cuando dijo que "por el artículo 10 se derogan las normas legales o reglamentarias
que permitían la indexación", agregando que este dispositivo alcanza "a las convenciones
colectivas de trabajo, no sólo en cuanto a lo que se refiere al salario en sí, sino a otros aspectos
de esa relación contractual que, como forma de resguardar los intereses de los trabajadores se
había previsto que fueran indexadas" (374); en cambio numerosos legisladores se
pronunciaron sobre el alcance socio - político del dispositivo, afirmando unos que la norma
contenía una "congelación de los salarios" (375), y replicando otros con insistencia que no era
así, que "los salarios podrían ser incrementados si había más productividad" (376).
2.- Efectos o consecuencias de situaciones y relaciones jurídicas ya
constituídas. La aplicación inmediata de la ley nueva se extiende a los efectos "futuros", de
relaciones que habían nacido bajo el imperio de la ley ya derogada.
Alcanza así a relaciones en curso que contenían cláusulas indexatorias y se
habían constituído válidamente bajo el imperio de las leyes anteriormente vigentes. Cuando
tales normas son de resorte del Congreso, en virtud de la ley 23.928 han quedado derogadas;
en cambio, cuando fueron estipuladas en leyes provinciales u ordenanzas municipales, no
habrá derogación, pero perderán efectividad para regular consecuencias posteriores al 1º de
abril. Las relaciones nacieron sometidas a una cláusula indexatoria; se indexaron válidamente
de acuerdo a esa cláusula hasta el 31 de marzo; a partir del 1º de abril quedaron sometidas en
sus "consecuencias o efectos" a la nueva ley nacional, que establece el nominalismo para las
obligaciones dinerarias y prohibe la indexación. En consecuencia, practicada la última
indexación permitida, no podrán continuar actualizándose y de allí en más se cumplirán
nominalmente.
El diputado Baglini, criticando defectos de técnica legislativa, señaló que en el
proyecto primitivo se declaraba la "nulidad absoluta" de todas las normas legales anteriores
que establecieran indexación (377), calificando esa expresión de gravísimo error, y le asistía
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razón. Esas normas no padecían ningún vicio que afectase su formación; o han quedado
derogadas (las del ámbito nacional), o resultan "ineficaces" para autorizar una "indexación"
que no admite la legislación de fondo, pero no son nulas.
Aquí estamos también frente a una hipótesis de efecto "inmediato" de la ley
nueva, que atrapa las consecuencias de relaciones ya existentes, que nacieron bajo el imperio
de la ley antigua. Los efectos anteriores (actualización hasta el 31 de marzo), se han regido por
los dispositivos legales o convencionales entonces admitidos; los efectos posteriores (a partir
del 1º de abril), quedan sometidos a la nueva ley, que prevalece para esas consecuencias,
sobre las anteriores cláusulas legales o convencionales.
Todo contrato en curso de ejecución al tiempo de producirse el cambio
legislativo puede verse afectado por la aplicación de las nuevas normas pues, si bien las
condiciones exigidas para que el contrato naciese, y los efectos que produjo con anterioridad,
se juzgarán por la ley vieja; los requisitos para modificarlo, y las consecuencias posteriores,
tendrán que cumplir con los requerimientos de la nueva ley.
Varios legisladores se pronunciaron en contra de la ley 23.928 porque afectaba
a contratos vigentes. Por ejemplo el senador radical por Entre Ríos, Laferriere expresó: "Si
nosotros forzamos una conversión del precio del contrato sin dejar escapatoria, estamos
incidiendo en un contrato en curso de ejecución y afectando con nuestra decisión el derecho de
propiedad de una persona" (378), a lo que respondió el senador Rodríguez Saa que a su
entender no se afectaba la libertad de los contratos, sino "por el contrario, se respeta el precio
de los contratos pactado libremente entre las partes. El proyecto de ley está brindando un
mecanismo de cálculo para determinar la equivalencia entre las monedas a partir de este nuevo
sistema" (379).
La verdad es que, con carácter general, la ley nueva se presume mejor que la
antigua, y ello justifica su "efecto inmediato", siempre que ese efecto no configure un ataque
contra derechos protegidos por la Constitución, como el mencionado derecho de propiedad. Si
realmente se ha establecido una moneda "estable", el simple congelamiento del precio con
posterioridad a la vigencia de la nueva ley, suprimiendo la "indexación", intervendría
únicamente sobre "consecuencias" de la relación jurídica existente, y el legislador -al
sancionarla- no habría atacado ningún precepto de rango constitucional. Pero la respuesta que
da Rodríguez Saa avanza más allá, y alude al mecanismo de cálculo desindexatorio, al que nos
referiremos con más detenimiento en el próximo punto. En esa hipótesis la norma legal,
lamentablemente, no se ha reducido a consagrar un "efecto inmediato", sino que ha avanzado
sobre "consecuencias" ya agotadas en un período anterior a su vigencia, lo que tiene efectos
retroactivos.
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Aunque parezca innecesario insistiremos que este cambio de leyes no afecta a
las "obligaciones de valor", que continuarán actualizándose después del 1º de abril, ya que esa
categoría se encuentra excluída de la prohibición de indexar, aplicable exclusivamente a las
obligaciones "en moneda determinada", es decir a las obligaciones dinerarias puras. Hacemos
esta acotación porque el diputado Cruchaga, al discutirse en particular el artículo 7 de la ley,
manifestó especial preocupación por las indemnizaciones laborales, expresando:
"Esta iniciativa podría haber evitado un enorme daño jurídico a nuestro país si no
contase con los artículos 7, 8, 9 y 10. Si a partir de esta norma legal no hay más
desvalorización monetaria y se mantiene la estabilidad de nuestra moneda, no habría
hecho ningún daño el mantenimiento de todo un sistema legal que hubiera corregido
toda distorsión eventual que se produjera en el futuro.
Se intenta eliminar todo un cuerpo normativo que se ha ido formando durante
más de 40 años y que está plasmado en la jurisprudencia, la doctrina y las leyes
específicas, cuya inserción solicito en el Diario de Sesiones. Sólo mencionaré en este
momento a la que considero más importante dentro del listado de dichas leyes. Esta
iniciativa deroga las cláusulas que permiten la adecuación de las eventuales
indemnizaciones que podrían surgir de los contratos de trabajo regidos por la ley
20.744. ¿Qué sucederá cuando exista una alteración de nuestro signo monetario en el
futuro?" (380).
En realidad las indemnizaciones de daños no están comprendidas ni en la
"desindexación" del artículo 9, ni en la prohibición futura de actualizar de los artículos 7 y 10,
por no ser "obligaciones en moneda determinada", sino "obligaciones de valor".
b) Efecto retroactivo (artículos 9 y 13).
La regulación "desindexatoria" prevista en el artículo 9 de la ley tiene un claro
efecto retroactivo, ya que avanza sobre la aplicación de cláusulas de actualización que eran
plenamente válidas al tiempo de estipularse, y que operaron sus efectos hasta el 31 de marzo
de 1991 en un todo de acuerdo con el plexo normativo entonces vigente; pese a ello procede a
"reformular" el cálculo para el período comprendido entre mayo del año 1990 y el 1º de abril
del año en curso. Esas cláusulas habían agotado su actuar, produciendo modificaciones en el
precio de las relaciones jurídicas dinerarias, y ahora, en virtud de la nueva ley, se "revisan"
esas relaciones fijando un precio diferente, de acuerdo a una pauta actualizadora elegida por el
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legislador: la evolución del dólar estadounidense, con más un 12 %.
Se ha señalado por el senador Grosso que el artículo 9 "coarta la libertad de
contratación y llega a afectar derechos adquiridos cuando pretende introducir correcciones en
los valores intercambiados que ya han quedado firmes, retrotrayendo los cálculos al 1º de
mayo del año pasado y aplicando una pauta actualizadora vinculada con una moneda
extranjera" (381), y ejemplificó algo más adelante con el caso de las locaciones:
"Si se pretende disminuir en el mes de abril el monto de los alquileres que se han
venido actualizando y fijar por esta ley un monto inferior al que ya se alcanzó por el
convenio de partes que había sido válidamente contraído, se estará legislando de
manera retroactiva, en contra de claros preceptos legales -artículo 3 del Código civil- y
constitucionales -garantía del derecho de propiedad-. La sanción de una norma de este
tipo, señor presidente, provocará, a mi entender, un semillero de pleitos que sólo
beneficiará a los abogados, en cuanto significará para ellos una fuente de trabajo, pero
que ha de perjudicar por igual a propietarios e inquilinos, perturbando gravemente y
sin necesidad el mercado de las locaciones" (382).
En las ordenanzas francesas ya mencionadas, que en algunos aspectos han
servido de modelo a nuestra ley, se prestó especial atención al problema, para evitar
interpretaciones que pudiesen dar a la ley efecto retroactivo y se dispuso que para las
relaciones jurídicas en curso las cláusulas indexatorias se tomaría en cuenta el nivel alcanzado
con la última actualización anterior al 31 de diciembre de 1958 (383), destacando la doctrina
que no se trata de sancionar la nulidad de tales cláusulas, sino que se "bloquea" su
funcionamiento, impidiendo que en lo sucesivo produzcan efectos indexatorios (384).
Hace tres décadas, al reunirse en Córdoba el Tercer Congreso Nacional de
Derecho Civil, el primer tema considerado fue el de la vigencia y retroactividad de la ley (385)
y, sobre la base de una ponencia de Guillermo A. Borda, se aprobó una recomendación (386),
que luego dió forma al actual artículo 3 del Código civil (387).
Se destacó en esa oportunidad que la regla general es la "irretroactividad de la
ley", aunque ello no impide que el Congreso, si lo considera necesario, consagre de manera
expresa la retroactividad de una ley, con la salvedad que ese efecto retroactivo tendrá como
límite los derechos garantizados por la Constitución Nacional (388), habiéndose hecho
especial mención por varios de los profesores que participaron en ese certamen, del derecho de
propiedad consagrado en el artículo 17 de la Constitución (389).
Antes de concluir con este punto recordemos que muchas veces el legislador,
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para justificar la retroactividad establecida a favor de algunas normas, echa mano al concepto
de "orden público", y éste es el camino que se ha seguido en el artículo 13 de la ley, al expresar
que "ninguna persona puede alegar en su contra derechos irrevocablemente adquiridos".
Con este párrafo del artículo 13 se pretende convalidar el efecto retroactivo de
la "quita" en los precios o servicios establecida en el artículo 9, lo que ha provocado
justificadas resistencias. Por ejemplo el diputado Ibarbia ha dicho que le preocupaba que
"ninguna persona pueda alegar en su contra" (es decir en contra de la ley) "derechos
irrevocablemente adquiridos. Esto no condice en absoluto con el espíritu y la letra de nuestra
constitución nacional" (390); por su parte el diputado Durañona y Vedia manifestó:
"Tengo por último una objeción al artículo 13 porque allí se dice que nadie tiene
derechos irrevocablemente adquiridos respecto de esta ley que es de orden público; hay
una larga doctrina y una larga jurisprudencia del Alto Tribunal sobre derechos
adquiridos, que llevó hace 23 años a derogar una norma parecida que figuraba en el
artículo 5 del Código civil. Me parece que con esto nos retrotraemos 23 años porque la
ley se inmiscuye en una doctrina que viene siendo aplicada pacíficamente" (391).
Pasemos, pues, a ocuparnos del orden público.
XII.- Otros problemas.
a) Orden público.
La noción de orden público, utilizada con tanta frecuencia por el legislador y el
jurista, es una de las más difíciles de precisar y caracterizar, a punto tal que no suelen
encontrarse dos autores que coincidan.
El legislador suele emplear el calificativo con diversos fines, entre los cuáles
podemos señalar el deseo de reforzar la "imperatividad" de las normas a las que da esa
denominación, con la consecuencia de que las partes no pueden soslayarlas, ni renunciar a sus
beneficios; sobre la base de esta noción se concluye que las cláusulas contractuales que
vulnerasen mandatos de una ley de orden público son nulas, y que la nulidad que las afecta es
de carácter absoluto. Con la calificación de orden público se pretende también justificar la
aplicación retroactiva de los dispositivos legales, y se afirma, como en el presente caso, que
"nadie puede tener derechos irrevocablemente adquiridos" frente a la norma de orden público.
Vemos así que en el Senado de la Nación se ha dicho que "el artículo 13 señala
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una afirmación obvia en el sentido de que el texto legal es de orden público, no sólo
económico sino también constitucional de la República, de modo que nadie puede alegar
derechos adquiridos en contra de la ley" (392), y se ha justificado esta afirmación con la
jurisprudencia de la Corte Suprema que entiende, acertadamente "que nadie tiene derecho a
que el orden jurídico no sea modificado por otra ley", agregando, con cita de Hegel, que "toda
ley es una propuesta del legislador dirigida a la sociedad. De esta manera, señor presidente, la
sociedad argentina va a recibir -de sancionarse este proyecto- el esfuerzo estabilizador y el
interés del ordenamiento económico, en los que están empeñados tanto el Poder Ejecutivo
como el Congreso de la Nación" (393).
Sin duda que se trata de una concepción muy similar a la de Vareilles Sommieres, que estimaba suficiente la declaración del legislador para que la norma tuviese el
carácter de orden público (394).
El recordado maestro LLAMBÍAS, luego de pasar revista a distintas tesis
-entre las que podemos mencionar las que identifican el orden público con "el derecho
público", o con "el interés público", con "la voluntad del legislador", o con "la intuición del
intérprete"- y formular los reparos que le merecen cada una de ellas, señala que no hay
identidad conceptual entre las leyes imperativas y las de orden público (395), para exponer
finalmente su adhesión a la postura "que ve en esta noción el conjunto de principios
fundamentales en que se cimenta la organización social" (396).
De allí surge, precisamente, la dificultad de precisar la noción de orden
público, ya que las organizaciones sociales varían de naturaleza con el transcurso del tiempo, y
difieren mucho de una a otra sociedad, lo que forzosamente trae como resultado que el
conjunto de las instituciones que configuran el orden público no coincida de manera total en
los distintos países.
Hay sin embargo un punto de contacto básico; por lo general esos "principios
fundamentales de la organización social" son incorporados a las respectivas constituciones, y
garantizados por ellas.
De allí que, en nuestro concepto, las leyes no necesitan, por lo general, que el
legislador las declare de "orden público", ya que lo serán por su naturaleza misma, si
-respetando las normas constitucionales- son el armónico desarrollo de alguno de esos
"principios fundamentales"; y, por el contrario, si el legislador declara de "orden público" una
norma, pero sus previsiones están en pugna con derechos fundamentales garantizados por la
Constitución, esa declaración no será suficiente para salvar el vicio, y la norma deberá ser
declarada inconstitucional.
Nos parece que esta idea apuntaba en algunas de las manifestaciones que hizo
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el senador Grosso cuando, refiriéndose al artículo 13, sostuvo que esa norma:
" ... luego de calificar el proyecto como de orden público, afirma enfáticamente
que ninguna persona puede alegar en su contra derechos irrevocablemente adquiridos.
Se trata, señor presidente, de una expresión declamatoria y carente de contenido
jurídico. Ninguna ley puede estar por encima de la Constitución Nacional y los
derechos que ella consagra y protege como adquiridos, no pueden ser alterados
retroactivamente por las leyes. ....
"En consecuencia, el artículo 13 no tiene sentido. Si le damos sanción favorable
los tribunales de justicia de la Nación tendrán que declarar su inconstitucionalidad"
(397).
Estas ideas coinciden también con lo que expresara Areco en su libro sobre
derecho transitorio que ya mencionamos: "la ley de orden público tiene su barrera
infranqueable en la garantía constitucional de la inviolabilidad de la propiedad" (398).
En la Cámara baja el diputado Aramouni se ocupó con versación del problema
del orden público. En una primera parte de su intervención, y en coincidencia con lo que ya
hemos señalado, expresó que "no basta con que el artículo 13 determine que la ley es de orden
público, como si las leyes de orden público no estuvieran sometidas al contralor judicial"
(399). Luego volvió sobre el tema, demostrando su preocupación por estudiarlo con
detenimiento; a pesar de la extensión, creemos conveniente reproducir y comentar lo que dijo:
"El artículo 13 se refiere al orden público. Ninguno de los señores diputados
justicialistas, ni tampoco los funcionarios del Banco Central que estuvieron presentes
en la reunión conjunta de las comisiones de Legislación General y de Finanzas,
definieron el concepto de orden público, aunque debemos interpretarlo como una
norma imperativa" (400).
Capta aquí cabalmente lo que suele ser una de las intenciones dominantes en el
legislador, tal como lo expusimos más arriba; no olvidemos también que éste es el concepto
que, en nuestra doctrina, sostiene Guillermo Borda (401). Continuó Aramouni diciendo que:
"Ciertamente podría definirse que este concepto de orden público constituye un
civismo contractual -como, con terminología expresiva, señala Carbonnier- en cuanto
a la necesidad de que el hecho jurídico se ajuste a las exigencias sociales en lo
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económico y en lo moral; también podría decirse que se trata de un orden público
económico, de protección o de dirección.
Estamos más acostumbrados al concepto de orden público en cuanto a
protección, tal como rige para los contratos de trabajo o de locación. En cambio no
tenemos tantos ejemplos dentro del concepto de orden público de dirección. En este
caso se trata de las normas que imponen una determinada dirección a los contratos
privados para que su masa forme una orientación común de la economía nacional
dirigida por el poder. Parecería que éste es el orden público a que hace referencia el
artículo 13 del proyecto de ley, pero esto no ha sido definido" (402).
Carbonnier, como lo recuerda Aramouni en esta intervención, considera que el
contenido del contrato, para ser perfecto, debe ajustarse a las siguientes virtudes: civismo,
justicia y sinceridad; mientras que el derecho positivo se contenta con menos, bastándole con
el civismo contractual, que es "la conformidad con el orden público y las buenas costumbres"
(403).
Remató su exposición el diputado Aramouni diciendo que "en consecuencia,
este aspecto necesita ser aclarado, porque el sólo hecho de que esta iniciativa se proclame
como de orden público no es suficiente para que se la interprete de esa manera. No estará
exenta del contralor judicial y menos, de otros cuestionamientos que se van a suscitar" (404).
En definitiva, a nuestro criterio es indudable que las normas de la ley son de
orden público económico, pero ello surge de la naturaleza misma de su contenido, sin
necesidad de que el artículo 13 lo declare. Pero el mencionado orden público legal está
subordinado al "orden público constitucional", que es de superior jerarquía, y no puede ser
vulnerado por el legislador. Por ello entendemos que la frase incluída en la ley de que no
puede esgrimirse contra ella "derechos irrevocablemente adquiridos", es engañosa, ya que si se
trata de derechos garantizados por la Constitución, los magistrados deberán encargarse que
sean respetados, pese a cualquier manifestación en contrario de la ley.
b) Derogación genérica.
El tercer párrafo del artículo 13 de la ley expresa textualmente: "Derógase toda
otra disposición que se oponga a lo en ella dispuesto".
Estas expresiones derogatorias de carácter genérico, utilizadas con tanta
frecuencia en nuestras leyes, no prestan utilidad alguna (405), pues es obvio que los
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dispositivos que estén en pugna con el nuevo texto legal dejarán de ser aplicables desde el
momento en que éste entre en vigor, por aplicación del viejo aforismo latino, "lex posterior
derogat prior", ya que es evidente que no pueden tener aplicación de manera simultánea dos
mandatos que son incompatibles entre sí.
Para saber si la ley antigua ha quedado derogada, "es necesario confrontar las
normas y sólo en caso de formal contradicción entre ambas se podrá llegar a desechar la
aplicación de la anterior" (406), con la consiguiente incertidumbre en numerosos casos, que los
intérpretes pueden considerar no como de "contradicción", sino solamente como
"excepciones" a la regla que sienta la nueva ley.
Esa incertidumbre, unida a la posibilidad de interpretaciones contrapuestas, se
reflejó en las escasas intervenciones de legisladores que hicieron referencia al tema.
Así el senador Brasesco, luego de recordar los términos empleados por el
artículo 13, vinculó el problema con la interpretación que deberá darse en el futuro "a la ley
21.037, sobre contratos de mutuo pactados en moneda extranjera" (407), una de cuyas normas
determina, respecto al reintegro del mutuo en moneda extranjera, que: " ... cuando resultare
que el acreedor entregó moneda de curso legal en la República Argentina, serán nulas las
cláusulas que obliguen a devolver moneda extranjera o su equivalente ...".
Recordó además que esa ley dispone que: " ... en los contratos de mutuo
celebrados en el territorio argentino por personas físicas y/o jurídicas nacionales o residentes
en él, cuyo cumplimiento se haya pactado en moneda extranjera, el acreedor deberá acreditar
que las divisas objeto de la obligación han ingresado al país en cumplimiento de las
disposiciones de la ley 20.557, como asimismo, su titularidad y tenencia real al momento del
acto constitutivo".
Entendía Brasesco "que estas exigencias que se dan en la ley 21.037, en el
mutuo pactado en moneda extranjera, deben ser interpretadas a la luz del proyecto de ley que
hoy discute el Senado de la Nación, para que no se produzcan situaciones incompatibles"
(408).
El diputado López de Zavalía, en cambio, interpretaba que la derogación
genérica contenida en el artículo 13 resultaba insuficiente en numerosos casos; por ejemplo, la
ley prohibe la actualización de las deudas en australes, pero -pese a la modificación del
artículo 617 del Código civil- la prohibición no alcanzaría a "las deudas en dólares o en otras
monedas extranjeras, que resultarían privilegiadas con respecto a las deudas en moneda
nacional", y los artículos 3477 y 3602 del Código civil mantendrían vigencia (409). Entendía
además que la modificación de los artículos 617 y 619 del Código civil no podía afectar a "las
normas que no se encuentran contenidas en ese cuerpo legal", y ejemplificaba con "el artículo
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131 de la ley de quiebras", los "artículos 51, 53 y 187 de la ley de sociedades", y el "artículo 44
de la ley cambiaria" (410), hipótesis todas que, a su criterio, mantienen plena vigencia.
Una buena técnica legislativa exige estudiar las modificaciones que se
proyectan con más profundidad, para contemplar y resolver de manera expresa este tipo de
problemas, determinando con precisión cuáles son las normas que se derogan, en lugar de
emplear fórmulas genéricas que resultan inoperantes y pueden acrecentar la desorientación de
los intérpretes.
XIII.- Palabras finales.
El capitán Gulliver (411), luego de su viaje al país de los gigantes, nos
informaba que sus leyes eran breves y claras, a tal punto que no admitían más que una
interpretación (aunque él pensaba que quizás ello se debiese a la falta de viveza de ese
pueblo)... Y, lo más importante, se penaba con la muerte a quienes pretendiesen brindar otra
interpretación (412).
Por fortuna, aunque nuestras leyes son a veces farragosas e ininteligibles, los
intérpretes no corremos el riesgo de sanción tan drástica, pues de lo contrario hasta los propios
legisladores que contribuyeron con sus votos a darnos esta ley de convertibilidad podrían
haber sido ajusticiados, pues a veces -incluso los que la votaron favorablemente- basaban su
postura en fundamentos disímiles.
Esa impunidad de que gozamos nos ha permitido exponer también nuestra
propia opinión, sin acallar discrepancias, pero sin escatimar elogios a quienes realizaron un
esfuerzo sincero en la búsqueda de una herramienta legal que nos permita superar años de
incertidumbre.
En estas páginas hemos procurado volcar con la mayor objetividad las
opiniones y aportes de todos los legisladores que se ocuparon del tema; si incurrimos en
omisiones, han sido involuntarias; si no reflejamos fielmente sus opiniones, pedimos disculpa
por los errores cometidos...
Hemos expuesto nuestro pensamiento, con el afán científico de búsqueda de la
verdad, pero también con la pasión de quien vive en el país y está inmerso en sus problemas,
de los que no puede desentenderse.
De cualquier forma, nuestro principal objetivo era poner al lector en contacto
con el pensamiento del legislador, permitirle que extrajera de las palabras que se emplearon el
"sentido de la ley"; brindarle un anticipo de "interpretación auténtica", aunque no
desconocemos el acierto de lo que, parafraseando a Alf Ross, dijo el diputado López de
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Zavalía, como broche final de todos estos esfuerzos:
"Nada hay de mayor importancia que la opinión de los legisladores; cuando nos
dan la razón, la invocamos; cuando nos la niegan, la callamos, y como en un pleito
siempre hay dos partes, habrá también dos voces, y quien decide es el juez, sobre la
base de la ley" (413).
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NOTAS
(1) CADORIN, Atilio: "Mejor, con el Congreso", La Nación, domingo 16 de junio de 1991, p.
9.
(2) Artículo citado en nota anterior.
(3) Artículo y lugar citados en nota 1.
(4) Se trata, en ambos casos, de la versión provisoria, sin las correcciones que autorizan los
respectivos reglamentos.
(5) La reunión del Senado de la Nación se extendió durante casi cinco horas y media, desde las
19 y 10 del viernes 22 de marzo de 1991, hasta las 0 horas y 32 minutos del sábado 23.
(6) La Cámara de Diputados debatió el proyecto entre las 20 horas y 14 minutos del martes 26
de marzo, y las 9 y 16 del miércoles 24, es decir durante más de trece horas continuadas de
labor.
(7) CADORIN, en el artículo que mencionamos en nota 2, dice: "La prédica contra los
legisladores -y por consiguiente contra la dirigencia política y los partidos- se ha convertido
en un entretenimiento. O en un trabajo.
Claro que, en buena medida ello es posible porque los mismos legisladores son los que
colaboran para favorecer las críticas que, veladamente, sugieren que lo mejor es cerrar el
Congreso".
(8) CADORIN, Atilio: Artículo citado.
(9) Senador Romero: Diario de Sesiones del H. Senado de la Nación, año 1990, sesión del 22
de marzo de 1991, p. 5809.
(10) Senador Romero: Diario de Sesiones del H. Senado de la Nación, año 1990, sesión del 22
de marzo de 1991, p. 5817.
(11) Senador Aguirre Lanari: "En otro orden de ideas, como signo positivo cabe consignar que
con este proyecto se reivindica al Congreso Nacional que, constitucionalmente, es el
encargado de fijar el valor del papel moneda"; Diario de Sesiones del H. Senado de la Nación,
año 1990, sesión del 22 de marzo de 1991, p.5819.
(12) Diputado Lamberto, Diario de Sesiones de la H. Cámara de Diputados de la Nación, año
1990, sesión del 26/27 de marzo de 1991, p. 5290.
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(13) Diputado Martínez Raymonda, Diario de Sesiones de la H. Cámara de Diputados de la
Nación, año 1990, sesión del 26/27 de marzo de 1991, p. 5292.
(14) Diputado Martínez Raymonda, lugar citado en nota anterior.
Agregó también Martínez Raymonda que "se produjo un famoso debate donde
Lisandro de la Torre señaló que el proyecto del Poder Ejecutivo implicaba poner un barril de
pólvora con una mecha para que el primer inconsciente que en el futuro apareciera en la
conducción económica argentina la encendiera e hiciera volar el país en pedazos.
Lamentablemente no fue un inconsciente, sino cientos de inconscientes quienes, por
cualquier circunstancia, terminaron creando una maraña de argumentaciones, disposiciones
reglamentarias y circulares -que al final llegaron a ser hasta telefónicas- que alteraron el valor
de nuestra moneda..."; p. 5292 y 5293.
(15) Diputado Figueroa, Diario de Sesiones de la H. Cámara de Diputados de la Nación, sesión
del 26/27 de marzo de 1991, p. 5361.
(16) Diputado Baglini, Diario de Sesiones de la H. Cámara de Diputados de la Nación, sesión
del 26/27 de marzo de 1991, p. 5319:
"El proyecto de ley que estamos considerando ... introduce una rigidez institucional
fenomenal.
En varias oportunidades hemos discutido este tema, tanto cuando éramos oficialismo
como ahora que somos oposición, al tratar el problema de la deuda externa. Estos temas
requieren una determinada flexibilidad de manejo, por lo cual es imposible que los
mecanismos de funcionamiento y operatividad de ambas Cámaras permitan atenderlos.
Hay varios economistas que se preguntan: ¿qué ocurriría si el Congreso tuviera que
disponer una devaluación y los diputados y senadores se negaran a dar quórum a la espera de
algún redescuento para las provincias, mientras las reservas del Banco Central desaparecen?
Similar situación podría producirse ante un receso parlamentario, tras el período de
sesiones ordinarias.
El Congreso debe preservar su dignidad y la jerarquía de los instrumentos que dicta, y
no puede atender los mercados con la flexibilidad que estos requieren".
(17) Diputado Rodríguez (J.), Diario de Sesiones de la H. Cámara de Diputados de la Nación,
sesión del 26/27 de marzo de 1991, p. 5338.
(18) Legislador y lugar citados en nota anterior.
(19) Diputado González (E.A.), Diario de Sesiones de la H. Cámara de Diputados de la
Nación, sesión del 26/27 de marzo de 1991, p. 5333 y 5334.
(20) Legislador citado en nota anterior, p. 5334.
(21) Debemos recordar que las "facultades" del Congreso no son meros "derechos", sino que
imponen correlativamente el "deber" de ejercitarlas.
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(22) Senador Aguirre Lanari, Diario de Sesiones del H. Senado de la Nación, sesión del 22 de
marzo de 1991, año 1990, p. 5819 y 5820.
(23) Senador Trilla: "También fue muy rápida la forma en que esta iniciativa ingresó en el
Senado; tuvo sus desvíos respecto de la normativa común. Tanto es así que no hemos recibido
siquiera una comunicación oficial del Ministerio de Economía, que es el organismo cabeza en
este asunto. Sólo contamos con una copia que el presidente de la Comisión de Presupuesto y
Hacienda me enviara en mi calidad de vicepresidente de dicha comisión. Creo que asimismo
será rápida la sanción que seguramente daremos hoy.
También debido a esta rapidez ninguno de los sectores académicos o profesionales que
sin duda tienen que participar en las discusiones previas han tenido oportunidad de
comentarlo", Diario de Sesiones del H. Senado de la Nación, año 1990, sesión del 22 de marzo
de 1991, p. 5825.
(24) Senador Laferriere: "La importancia de este proyecto de ley queda desmerecido por la
forma en que se organizó esta sesión. Y lo digo sentando una protesta ante quien alguna vez
lea el Diario de Sesiones"; Diario de Sesiones del H. Senado de Nación, año 1990, sesión del
22 de marzo de 1991, p. 5830.
Agregó luego: "Fíjense que mal me siento en lo personal, después de haber estado
abogando para que mi bancada pudiera prestar espacios y apoyos para este proyecto,
encontrándome frente a la circunstancia de hablar de esta iniciativa sin estar debidamente
preparado.
El Ministro de Economía es uno de los más brillantes economistas de nuestro país, y se
ha preparado durante años para entender como funciona la economía argentina. Seguramente
habrá analizado bastante los fundamentos que avalan el proyecto para el correspondiente
estudio, lo cual le habrá requerido más de varias horas, días y semanas. Y yo soy simplemente
un senador, un ciudadano de esta República. No soy técnico en economía y no poseo la
brillantez o brillo intelectual del señor ministro. Entonces, puedo pretender contar con algunas
horas para analizar este proyecto en profundidad. Proyecto que en mi convencimiento íntimo
estoy seguro de que andará si somos capaces de ponerle la mística de la nación entera detrás",
p. 5830.
(25) Senador Gass: "Nuevamente esta bancada concurre hoy a este recinto citada de urgencia
para considerar un tema de tan significativa importancia económica", Diario de Sesiones del
H. Senado de la Nación, año 1990, sesión del 22 de marzo de 1991, p. 5844.
Explicó luego que había aceptado el tratamiento de urgencia de las leyes impositivas,
teniendo "poco tiempo para estudiarlas", para "darle la posibilidad al Poder Ejecutivo de la
Nación de tener en sus manos las leyes que consideraba importantes para una mejor marcha
económica de la República" (p. 5845), pero que sus compañeros de bloque le habían solicitado
la promesa de ésta fuese la última vez que aceptase un tratamiento de urgencia.
(26) Diputado Aramouni, Diario de Sesiones de la H. Cámara de Diputados de la Nación,
sesión del 26/27 de marzo de 1991, p. 5356.
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(27) Diputado Avila Gallo, Diario de Sesiones de la H. Cámara de Diputados de la Nación,
sesión del 26/27 de marzo de 1991, p. 5364.
(28) Diputado citado en nota anterior, p. 5364.
(29) Diputado Álvarez Guerrero, p. 5374.
(30) Diputado Baglini: " ... el proceso de gestación de esta norma nació de apuro: comenzó en
el Senado con la discusión en una comisión que a los diez minutos de entrado el proyecto ya
advertía que no había posibilidad de introducir modificaciones; con un episodio reiterado hoy
en las comisiones especializadas de esta Cámara ..." (p. 5312).
(31) Diputado Aramouni: " ... No se lo puede modificar ni se aceptan sugerencias; ni siquiera
hay manera de consensuar una mejor redacción. Esto equivale a atar al Poder Legislativo al
Ejecutivo; implica acatar firmemente la voluntad de este último sin poder asumir el rol de
poder independiente", p. 5357.
(32) Diputado Durañona y Vedia: " ... en esta Cámara existe una práctica -no sé si
antidemocrática- que por lo menos resulta poco republicana.
Es costumbre que cualquier proyecto que tratamos no se pueda modificar; no se pueda
incorporar una sola coma; no se puedan corregir ni siquiera errores materiales que contenga el
texto del proyecto que podamos tratar, o cualquier otro; no se puede enriquecer con la
experiencia y con el conocimiento de los señores diputados una sola disposición" (p. 5372).
(33) Diputado Álvarez Guerrero: "También incluyo en este concepto a las afirmaciones del
señor diputado Durañona y Vedia en el sentido de que estamos discutiendo proyectos donde
no se admite ni el cambio de una coma.
El Parlamento tiene sentido en la medida en que sigamos manteniendo la esperanza
-quizás irracional- de que cuando cada uno de nosotros habla tiene la posibilidad de convencer
al adversario o de influir en las decisiones que toma cada uno de los bloques", p. 5375.
(34) Diputado Rodríguez (J), p. 5339.
(35) Diputado Matzkin, p. 5378.
Al tratarse el artículo 5 el diputado Lamberto manifestó que las informaciones del
Banco Central sobre las reservas debían ser semanales (p. 5380); con respecto al artículo 8 dijo
que la comisión interpretaba que comprendía las situaciones judiciales con sentencia firme o
no y los juicios en trámite pendientes de sentencia (p. 5384); y al tratar el artículo 9 expresó
que la comisión entendía que ninguna de las disposiciones de la ley de convertibilidad
impedían la aplicación de la teoría de la imprevisión, sugiriendo que en el decreto
reglamentario se explicitara públicamente la posibilidad de ejercicio de ese derecho (p. 5385).
(36) Diputado Aramouni, p. 5356.
(37) Diputado Avila Gallo: " ... no acepto darle facultades al Poder Ejecutivo según surge del
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artículo 12 de esta iniciativa, por el cual podría reemplazar en el futuro la denominación y
expresión numérica del austral. No permitamos esta delegación al Ejecutivo. ésa es una
facultad de este Congreso, de acuerdo con la Constitución", p. 5365.
(38) Ya en 1985, con motivo del llamado Plan Austral, sostuvimos: "En primer lugar nos
parece conveniente señalar que el cambio de denominación de "pesos" por "australes" no
vulnera las previsiones del artículo 67, inciso 10", (ver nuestro "El desagio", en colaboración
con Mosset Iturraspe y Torres, ed. Rubinzal, Santa Fe, 1985, p. 100).
(39) Hemos dicho también, con motivo del Plan Austral, que "la supresión de tres ceros no es
más que una mera expresión de cuenta, para facilitar los cálculos, pero no altera el "valor" de
la moneda, que está dado por su poder adquisitivo, por lo que tampoco en este aspecto puede
afirmarse que haya un ataque a la norma constitucional" (obra y lugar citados en nota anterior).
(40) ver nuestro "Aspectos económicos y jurídicos de la ley de convertibilidad", T. 1, p. 5 y ss.,
en especial p. 26.
(41) ver TRIGO REPRESAS, Félix A.: "Obligaciones de dinero y depreciación monetaria", 2ª
ed., Platense, La Plata, 1978, p. 27.
(42) CALETTI, Alberto Mario: "Historia de las monedas metálicas y del papel moneda", ed.
Macchi. Buenos Aires, 1972: "En los patrones monetarios metálicos el valor de la moneda
radica en la cuantía del metal puro, expresado en su peso ..." (p. 89), y cuando se toma como
base divisas oro "la convertibilidad se efectúa en divisas determinadas que, a su vez, se fundan
sobre la base oro o lingote oro ..." (p. 92).
(43) Senador Romero: "En el proyecto en cuestión ese elemento de fijeza o estabilidad está
dado, a través de una ley, por el tipo de cambio que se fija entre el austral y el dólar
estadounidense y, a través de esto con el resto de las monedas del mundo", Diario de Sesiones
del H. Senado ..., p. 5806.
(44) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5806.
(45) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5811.
(46) Senador Romero Feris, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5821.
(47) Senador Romero Feris, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5821.
(48) Senador León, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5828.
(49) Senador Laferriere, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5832.
(50) Diputado González, E.A.: "¿Cuál es el efecto de este proyecto que hoy consideramos? No
hay duda de que el Estado renuncia a su autonomía monetaria y se subordina a la moneda
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patrón de los Estados Unidos", p. 5334.
(51) Diputado Avila Gallo, p. 5364.
(52) Diputado Manzano, p. 5348.
(53) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5809.
(54) Senador Solana, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5848.
(55) Senador Grosso, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5842.
(56) Diputado Lamberto: " ... la moneda nacional pasa a tener respaldo total. Con la actual
relación entre la base monetaria y las reservas, dicho respaldo es superior al ciento por ciento
-aproximadamente del ciento veinte por ciento- y esto es necesario porque existe un régimen
de garantía de los depósitos, y porque además los bancos pueden tener problemas de iliquidez
transitoria que obliguen a recurrir a su salvataje", p. 5290.
(57) Diputado Lamberto, lugar citado en nota anterior.
(58) Diputado Lamberto, versión taquigráfica provisoria, p. 5289. A continuación agregaba:
"Hoy el Banco Central cuenta con más de seis mil millones de dólares de reservas que
respaldan adecuadamente y en exceso toda la base monetaria", p. 5289.
(59) Diputado Martínez Raymonda: " ...las divisas que el país tiene, como consecuencia del
saldo de la balanza comercial del año pasado, más los ingresos de iguales valores provenientes
del exterior, han generado una capacidad de reservas líquidas que permite realizar esta jugada
de la posibilidad de convertir el austral al dólar con una relación de diez mil a uno para la
totalidad de la base monetaria, dadas las reservas del Banco Central", p. 5296.
(60) Diputado Baglini: "Luego de la exposición del señor diputado Ibarbia y algunos
conceptos vertidos por el señor diputado Martínez Raymonda, sostenemos que esta relación
entre la base monetaria y las reservas es por lo menos dudosa. Sin ir más lejos, recurriendo a
las informaciones periodísticas, un diario de la fecha sostiene que las reservas son de 4.170
millones de dólares; otro, de 5 mil millones de dólares, y el señor diputado Lamberto dice que
son de 6 mil millones de dólares, con lo cual la paridad cambiaria acaba de bajar a 7 mil
australes por dólar", p. 5318.
Y agregaba luego: "Dentro de las reservas se habla del oro, y no todo el oro es de
buena entrega; se está transformando en oro de buena entrega, pero no sabemos cómo es", p.
5318.
(61) Senador Gass: " ... tenemos dudas fundadas respecto de la composición de las reservas del
Banco Central, dado que podrán arbitrarse mecanismos que podrían desnaturalizar el esquema
propuesto", Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5846.
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(62) Senador Grosso, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5842.
(63) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5809.
(64) Senador Laferriere, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5832.
(65) Diputado Martínez Raymonda, p. 5298.
(66) Diputado Martínez Raymonda, p. 5298.
(67) Diputado Martínez Raymonda, p. 5298.
(68) Diputado Baglini: " ... se habla de los Bonex y se dice por ahí que hay 380 millones de
dólares en Bonex. De este modo la deuda del Estado se constituye en su propia reserva... ", p.
5318.
(69) Diputado Baglini, p. 5319.
(70) Diputado Alsogaray, p. 5325.
(71) Diputado Durañona y Vedia, p. 5373.
(72) Diputado Ibarbia, p. 5378.
(73) Ver Diario de Sesiones de la H. Cámara de Diputados de la Nación, sesión del 26/27 de
marzo de 1991, p. 5379 y 5380.
(74) El diputado Jesús Rodríguez, para fundamentar el voto adverso del bloque radical al
mencionado proyecto de resolución expresó: "El oficialismo ha dicho que no acepta
modificaciones porque eso significaría que el proyecto debe volver al Senado de la Nación, y
entonces intenta convencer al conjunto de la Cámara que con este proyecto de resolución
resuelve el problema. En primer lugar, no se resuelve el problema de fondo y estructural, que
es el efectivo financiamiento del gasto público en este hipermonetarismo que ganó la ideología
de la Cámara en el día de hoy y que traerá sin duda hiperrecesión. En consecuencia, el
oficialismo quiere convencer diciendo, mediante un proyecto de resolución, que asume el
compromiso de que, cuando en algún momento se trate el presupuesto, fijará un límite a la
posibilidad del Tesoro de colocar títulos en el Banco Central.
Si ésa es la voluntad, se resuelve en la ley y no con un compromiso a futuro, que no se
sabe cuando será", p. 5380.
(75) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5810.
(76) Diputado Lamberto, p. 5380.
(77) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5810.
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(78) Señaló que el artículo 6 no debía referirse a "los bienes que integran las reservas
mencionadas en el artículo anterior", sino a "los bienes mencionados en el artículo 4", p. 5381.
En realidad el cambio propuesto resultaba intrascendente, pues tales bienes están
mencionados tanto en uno como en otro artículo.
(79) Senador Romero: "Hubo continua práctica de emisión espuria", Diario de Sesiones del H.
Senado ..., p. 5811.
En sentido similar se expresó el senador Aguirre Lanari: "El abuso de la emisión, sin
la contrapartida de un genuino crecimiento de la producción, nos ha llevado a las recurrentes
crisis inflacionarias que son hijas de la falta de inversión, la fuga de capitales y la inseguridad
económica y jurídica, que ahuyentan toda expectativa de inversión en la Argentina", Diario de
Sesiones del H. Senado ..., p. 5819.
(80) Senador Grosso, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5842.
(81) Senador Aguirre Lanari: "El abuso de la emisión, sin la contrapartida de un genuino
crecimiento de la producción, nos ha llevado a las recurrentes crisis hiperinflacionarias",
Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5819.
(82) Senador Laferriere, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5831.
(83) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5811.
(84) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5812.
(85) Diputado Manzano, p.5346.
(86) Diputado Martínez Raymonda, p. 5296.
(87) Diputado Martínez Raymonda, p. 5297 y 5298.
(88) Senador Solana (solicitó la inserción de sus palabras); entre otras cosas expresa que: " ...
buscar la convertibilidad austral - dólar con respaldo del Banco Central en un ciento por ciento
importa asimismo crear la sólida convicción en cuanto a la eliminación de emisión monetaria
sin respaldo", Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5848.
(89) Diputado Alsogaray: " ... el gobierno se obliga por ley a no recurrir a procedimientos
inflacionarios para financiar sus erogaciones. Con mayor precisión, se obliga a no emitir
moneda espuria", p. 5324.
Más adelante agregó: "puede afirmarse en forma absoluta que esta esperanza se verá
realizada y el plan funcionará y tendrá éxito sólo si se cumplen dos premisas: controlar el
déficit y no emitir moneda espuria. Es evidente que con esto no estoy diciendo nada nuevo; es
algo que afortunadamente se está haciendo carne en la opinión pública argentina después de
muchos años de aplicación de una política dispendiosa y de despilfarro en la que no se
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prestaba atención a estos fenómenos", p. 5326.
(90) Diputado Fescina: " ... hay un compromiso esencial de no emitir, y un solo comprometido
a ello: el gobierno.
A partir de ahora el gobierno será un equilibrista que decide llegar a destino
abandonando la red de seguridad.
No habrá nuevos impuestos, ni tarifazos, ni emisión; sólo sacrificios por parte del
gobierno, quien no podrá imputar a nadie el fracaso de este nuevo plan que se propone para
lograr la estabilidad", p. 5357.
(91) Senador Grosso, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5842.
(92) Senador Grosso, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5842.
A continuación agregaba: "Desde el punto de vista meramente económico, estamos
frente a un proyecto que permite maniobrar al Banco Central de modo tal de mantener el
impuesto inflacionario con el solo recurso de aumentar nominalmente la existencia de divisas,
lo que le permitirá imprimir australes" (p. 5842).
(93) Diputado Ibarbia, p. 5304.
(94) Diputado Ibarbia, p. 5304.
(95) Diputado Ibarbia, p. 5306.
(96) Diputado Alsogaray, p. 5324.
(97) Diputado Alsogaray, p. 5325.
(98) Agregó también que si el flujo de capitales se detenía, aún con cierta elevación de las
tasas de interés, el gobierno podía también recurrir a "colocar Bonex en la reserva y obtener
dólares del Banco Central; es decir, que va a un lugar donde hay dólares buenos, le coloca un
vale no a la vista y retira esa moneda extranjera", p. 5325.
(99) Diputado Baglini, p. 5315.
(100) Diputado Baglini, p. 5319.
(101) Diputado Ibarbia: "Pienso que no estamos frente a un modelo clásico de convertibilidad,
sino más bien ante el establecimiento de un tipo de cambio fijo. Aclaro que no creo que tal
cosa sea un pecado, ni contraria a la libertad de los mercados", p. 5303.
(102) El diputado Baglini, al referirse a la forma en que se llegaba a la convertibilidad, acotó
tangencialmente que, en realidad se trata de "fijación de tipo de cambio con sustancial nivel de
reservas" (p. 5321), sin dar mayores explicaciones para justificar su aserto.
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(103) "Hoy consideramos este proyecto de ley que se nos ha remitido. Se trata de un proyecto
que sintéticamente podría ser clasificado en tres partes. La primera consiste en la fijación de un
tipo de cambio de convertibilidad por ley; ...", diputado Rodríguez (J.), p. 5339.
(104) Diputado Ibarbia, p. 5303.
(105) Diputado Ibarbia, p. 5304.
(106) Con relación a las "bandas cambiarias" puede consultarse COHEN, Benjamín, J.: "La
organización del dinero en el mundo", Fondo de Cultura Económica, Méjico, 1984, p. 236.
(107) Senador Laferriere, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5832.
(108) Ver COHEN, Benjamín J.: obra citada en nota 106, p. 232.
(109) Diputado Alsogaray, p. 5325.
(110) Diputado Alsogaray, p. 5326.
(111) "El déficit fiscal es el gran impulsor de la inflación por la vía de la creación de dinero a
través el Banco Central y tendría una consecuencia inevitable: el atraso del tipo de cambio que
obligaría a levantar -ya con intervención del Congreso- el techo de diez mil australes por
dólar, lo que agregaría una nueva presión inflacionaria por el lado de los costos, como siempre
resulta de toda devaluación de la moneda", senador Aguirre Lanari, Diario de Sesiones del H.
Senado ..., p. 5818.
(112) Diputado Rodríguez (J.), p. 5341.
(113) Diputado Rodríguez (J.), p. 5344.
(114) CROZIER, Michel: "No se cambia la sociedad por decreto" (trad. al castellano), Instituto
Nacional de Administración Pública, Alcalá de Henares - Madrid, 1984.
(115) Senador Grosso: " ... ha resultado cómodo reemplazar los ingresos genuinos -que
resultan odiosos a quien tiene que pagarlos- por emisiones monetarias que forzosamente
provocan inflación", Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5842.
(116) Diputado Ibarbia, p. 5304.
(117) Senador Bravo, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5817.
(118) Diputado Rodríguez (J.), p. 5340.
(119) Diputado Manzano: "¿Qué va a pasar con la política salarial? Todos saben que lo único
que vamos a hacer es no cubrirla con emisión, con la maquinita. Pero de alguna manera la
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vamos a cubrir. ¿O vamos a renunciar al principio básico de existencia de la sociedad que
tiende a la búsqueda de la armonía entre sus miembros? Ninguna norma está por encima de la
armonía", p. 5346.
(120) Diputado Rodríguez (J.): " ... cuando se analizan las cuentas fiscales, no sólo deben
computarse las erogaciones en materia de sueldos, jubilaciones, transferencias, atención de
servicios esenciales, etcétera, sino que también deben considerarse los devengamientos de
intereses de la deuda. Así nos introducimos en el tema de la política de negociación de la
deuda externa", p. 5346.
(121) Diputado Zamora, p. 5366.
(122) Senador Aguirre Lanari: " ... oportunidad en que nos asaltó la preocupación -que
entiendo comparte el señor ministro de Economía- sobre la posibilidad de eliminar el déficit
fiscal con menores gastos y mayor recaudación. El déficit fiscal es el gran impulsor de la
inflación por la vía de la emisión de dinero ...", Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5818.
Diputado González (E.A.): "En cuanto al equilibrio fiscal hay dos opciones: aumentar
la recaudación o bajar los gastos", p. 5334.
(123) Senador Gass: " ... el tema de los ingresos nos indica una conducta evasiva y una
administración tributaria deficiente: esto es estructural y lleva tiempo modificarlo", Diario de
Sesiones del H. Senado ..., p. 5846.
(124) Diputado Ramos: "El equilibrio fiscal significa nada más y nada menos que una mayor
imposición, una mayor presión impositiva en términos reales y concretos, ya no en teoría. Pero
para lograr el tan ansiado equilibrio fiscal perseguido por nuestros economistas se requiere
también que se rematen rápidamente los activos públicos, tal como ocurrió días pasados con
las áreas centrales petrolíferas. El pueblo no resiste más esta posibilidad que ahora se avecina
de que se haga un remate compulsivo de los bienes nacionales", p. 5337.
(125) Senador Solana: "No obstante todo lo expuesto subsisten dudas en cuanto a la forma en
que el Estado podrá evitar y combatir el déficit fiscal y aquí estará el éxito o fracaso del
proyecto en comentario", Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5848.
(126) Senador Romero Feris: " ... señalemos que está a consideración de este Congreso de la
Nación un proyecto de presupuesto para el corriente año que incluye una necesidad de
financiación calculada aproximadamente en más del 2 por ciento del Producto Bruto Interno,
que naturalmente no se compadece con esta propuesta.
... el déficit fiscal ha sido una constante durante los últimos treinta años, llegando a un
pico del 31 por ciento del Producto Bruto Interno en 1982 y superando para el conjunto de
tales treinta años a dos veces el producto, o sea en el orden de los 140 mil millones de dólares.
Ahora, si confrontamos el valor de nuestra moneda con dicho déficit fiscal,
observaremos que la devaluación existente entre fines de 1960 y el presente es de 122 mil
millones o, lo que es lo mismo, un austral actual es solamente una ocho billonésima parte de
aquel entonces.
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Es cierto que esta ley únicamente está referida a los aspectos monetarios, pero no por
ello este Honorable Congreso debe carecer de la información y darle a su vez la misma entidad
legal que permita dar consistencia al conjunto, y no mencionar un mero enunciado de buenos
propósitos", Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5821.
(127) Senador Trilla: "Deseamos que exista superávit operativo del Tesoro nacional. Hace una
semana el déficit calculado a partir de diciembre y hasta marzo era de 140 millones de dólares
por mes; hoy, se proyecta en 200 millones de dólares mensuales. El déficit total -a partir de
diciembre del año pasado- suma algo así como 900 millones de dólares, y fue solventado con
emisión monetaria, según lo manifestó aquí el señor ministro de Economía en su intervención
de la semana pasada.
Resulta ser, señor presidente, considerando la compleja situación de la economía y de
las finanzas del país, que a partir de abril y en los meses sucesivos, tiene que haber un
superávit cercano a los 200 millones de dólares, para que puedan equilibrarse los compromisos
externos asumidos por el país ante el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano
de Desarrollo y el Banco Mundial; compromisos que, por cierto, no pueden eludirse", Diario
de Sesiones del H. Senado ..., p. 5825.
(128) Senador Gass: " ... tenemos dudas fundadas con relación al superávit fiscal porque
sabemos que el gasto, variable a la que atacó con significativo resultado nuestro gobierno,
constituye una variable que -como lo ha admitido el señor Ministro de Economía- es cada vez
más difícil de modificar rápidamente porque cada paso que se da va imponiendo una reforma
estructural cada vez más profunda", Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5846.
(129) ver senador Grosso: " ... la emisión continua de moneda para enjugar los déficits fiscales
provoca como consecuencia inmediata la inflación, pues multiplica el circulante sin atender
para nada a la evolución de la existencia de bienes representados por esa moneda", Diario de
Sesiones del H. Senado ..., p. 5842.
(130) La escuela clásica sostiene que la política monetaria expansionista es ineficaz para
aumentar la producción y el empleo; pero sí provoca inflación (ver VILLARREAL, René: "La
contrarrevolución monetarista", Fondo de Cultura Económica, Méjico, 1986, p. 52).
(131) Nos dice KEYNES que "la importancia del dinero surge especialmente de que es un
eslabón entre el presente y el futuro" (p, 261); y luego, al ocuparse de la teoría de los precios,
procura determinar la elasticidad que tienen "en respuesta a las modificaciones en la cantidad
de dinero" (p. 264); analiza entonces "la forma en que los cambios en la cantidad de dinero
afectan los precios" (p. 272), tanto en el corto plazo como en el largo plazo ("Teoría general de
la ocupación, el interés y el dinero", Fondo de Cultura Económica, 2ª edición en español, 9ª
reimpresión, Méjico, 1986).
(132) El vocablo "monetarismo" ha sido acuñado hace apenas dos décadas, pero se ha
convertido en un término de uso corriente en el vocabulario económico y jurídico (conf.
DESAI, Meghnad: "El monetarismo a prueba", Fondo de Cultura Económica, Méjico, 1989, p.
29).
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(133) "La proposición básica del enfoque monetarista se encuentra en el aforismo de Friedman
de que la inflación es, en todo lugar y en todo momento, un fenómeno monetario", (ver
VILLARREAL, René: obra citada en nota 130, p. 86).
(134) Senador Brasesco: " ... soy empírico y he llegado a la conclusión de que todas las
medidas ortodoxas -inclusive científicamente perfectas- que hemos aplicado en el campo
económico desde 1970, tanto en los gobiernos de facto como los constitucionales -sean radical
o justicialista, como en este momento- no han resuelto nuestros problemas", Diario de
Sesiones del H. Senado ..., p. 5811.
(135) Senador Brasesco, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5837.
(136) Senador Brasesco, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5839 y 5841.
(137) Senador Brasesco, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5842.
(138) Diputado Rodríguez (J.), p. 5338.
(139) Diputado Rodríguez (J.), p. 5341.
(140) Diputado Manzano, p. 5345 y 5346.
(141) Diputado Manzano, p. 5350.
(142) HARROD, R.F.: "Política antiinflacionista", ed. Revista de Derecho Privado, Madrid,
1961, p. 40.
(143) ver "El desagio", obra citada, nota 43, p. 104, reproduzco allí una carta dirigida a un
jurista español, en la que me formulaba el interrogante: "¿sabrán los propios correligionarios
del Presidente ponerse a la altura de las circunstancias, y en lugar de continuar manteniendo su
clientela política, con la distribución de cargos públicos, adherirán a una política de efectiva
contención en los gastos?"
(144) El senador radical Trilla, con alguna nostalgia, señaló que "el Plan Austral fracasó, luego
de un año y medio de puesto en marcha, por razones que no eran las técnicas expuestas en
dicho plan. Seguramente ocurrirá exactamente lo mismo con este proyecto, en el que han
intervenido economistas, académicos muy inteligentes y con gran capacidad profesional, por
otras circunstancias existentes en la República y que fatalmente alterarán el ritmo de este
proceso", Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5826.
(145) Senador Bravo, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5817.
(146) Senador Brasesco, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5837.
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(147) Senador Brasesco, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5837.
(148) Senador Romero Feris, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5824.
(149) Legislador y lugar citados en nota anterior.
(150) Senador Brasesco, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5839.
(151) Senador Brasesco, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5839.
(152) Diputado Baglini, p. 5317.
(153) Senador Trilla, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5824.
(154) Diputado Rodríguez (J.), p. 5340.
(155) Conf. GRIFFITHS, Brian: "La abrumadora opinión general de quienes escriben sobre
economía... es que la causa predominante de la inflación británica de la posguerra no estriba en
la creación excesiva de dinero, sino en el poder monopolístico de los sindicatos, y en sus
intentos de aumentar su participación en el producto nacional bruto", ("Inflación, el precio de
la prosperidad", EDERSA, Madrid, 1978, p. 70).
(156) GRIFFITHS recuerda que las políticas antiinflacionarias de Nixon en EE.UU. y Heath
en Gran Bretaña comenzaron con la congelación de precios y salarios, y luego evolucionaron
hacia su regulación (obra citada en nota anterior, p. 257).
(157) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5813.
(158) Legislador citado en nota anterior, p. 5816.
(159) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5816.
(160) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5826.
(161) Diputado Aramouni: "Por esta ley se congelan los salarios y los haberes jubilatorios,
pero no los precios", p. 5354.
(162) Diputado Lazara: "La iniciativa presupone que es posible congelar por decreto la lucha
por el ingreso en la Argentina. También señala que no habrá conflicto social o, si lo hay, no
será respondido, porque habrá un congelamiento explícito de salarios en el sector público. En
el mediano plazo las modificaciones a la actual composición de la distribución del ingreso se
habrán de resolver por la vía del crecimiento de la productividad. Este argumento es bastante
viejo y, además, ha demostrado ser ineficiente para contener la natural aspiración de cualquier
persona a vivir en mejores condiciones", p. 5362.
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(163) El diputado Zamora aludió a la contradicción entre los precios libres y "los salarios
congelados que acompañan a la convertibilidad", p. 5366.
(164) Diputado Baglini: "¿Pagarán las provincias el aguinaldo de junio en estas condiciones?
Este es el primer cúmulonimbo que enfrenta el programa de estabilización desde el punto de
vista de los gastos", p. 5317.
(165) Diputado Rodríguez (J.): "¿Tiene Formosa alguna chance o alguien se imagina que
puede atender los requerimientos del aguinaldo de junio o la mayor remuneración derivada del
incremento salarial dispuesto por el ministro Cavallo a poco de asumir, sin recurrir a la
asistencia del Tesoro?", p. 5340.
(166) Senador Trilla: "Existe un tema que incursiona desde luego en el ámbito social: los
sueldos y las jubilaciones quedan atrasados con respecto a diciembre pasado, en términos
reales, entre un 20 y 25 por ciento por la misma situación. Los ingresos fijos del personal del
Estado y de los jubilados -esto realmente constituye un problema muy serio- quedan
congelados en sus valores...", Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5826.
(167) Diputado Baglini, p. 5316.
(168) Diputado Avila Gallo, p. 5364 y 5365.
(169) A las palabras que reproducimos en texto, el diputado Zamora agregó lo siguiente:
"A las cajas de jubilaciones se le han quitado 300 millones de dólares, que antes
ingresaban por el impuesto incluido en las tarifas telefónicas. El gobierno de Menem se los
quitó. Lo mismo ocurrió con los 350 millones de dólares incluídos en el precio de los
combustibles. Así que podría no cumplirse con el millón 200 mil australes que se prometió a
los jubilados, cifra que se congeló hasta fin de año. Si llegan a faltar fondos, el gobierno dirá
que quiere ayudar a los jubilados, pero que no podrá usar la "maquinita" porque ello requeriría
la aprobación de una ley del Congreso.
Además a los jubilados se les anuncia el "remediazo". Los norteamericanos obtuvieron
un gran triunfo: el pago de las patentes de los medicamentos. La Cámara de Laboratorios
Medicinales dice que los precios de los medicamentos se duplicarán cuando se apruebe la ley
correspondiente. Este es el tema que hoy preocupaba a los jubilados que se acercaron al
Congreso", p. 5368.
(170) Durante el debate de la ley el diputado Avila Gallo había expresado, refiriéndose a la
situación de la administración pública en su provincia, que: "Como tucumano eso me preocupa
ya que desde el mes de septiembre los jubilados, los empleados públicos, el personal de
seguridad, los judiciales, no han recibido un solo aumento, mientras que ya se están sufriendo
aumentos a espaldas de este plan, porque hay incrementos de precios de medicamentos, etc", p.
5364.
(171) Senador Trilla: " ... circunstancias ... propias de una economía como la nuestra, en la que
se tiene que estar constantemente atento para poder intervenir a los efectos de atender
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situaciones difíciles, como ser el problema de las provincias, el de la educación, el de la
sanidad, que no sabemos si están totalmente cubiertos en el presupuesto", Diario de Sesiones
del H. Senado ..., p. 5826.
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NOTAS
(continuación)
(172) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5812.
(173) Diputado Lamberto, p. 5291.
(174) Ver nuestro "Inflación y actualización monetaria", en colaboración con Pizarro y
Vallespinos, ed. Universidad, Buenos Aires, 1981, en especial Cap. IV, p. 77 y ss.
(175) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5812.
(176) Senador Grosso, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5843.
(177) Senador Grosso, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5843.
(178) Diputado Ibarbia, p. 5309.
(179) Diputado Lamberto, p. 5291.
(180) Diputado Fescina: "Otro aspecto que queremos destacar y que creo que se vincula con
una concepción ética se refiere a la posibilidad de volver al nominalismo del Código civil,
terminando con la indexación, elemento éste que ha prostituido las mentes argentinas y que de
hecho ha derogado el derecho contractual del Código civil ...", p. 5358.
El mismo legislador agregaba con énfasis: "Cualquiera que haya actuado y actúe en la
vida activa nacional como productor o como profesional puede decir que sólo conoce cómo
inicia una relación contractual pero no puede asegurar cómo termina. Y ello porque no
depende de la voluntad o de la buena fe de los celebrantes terminar bien esa relación
contractual, sino de la realidad económica ajena al contrato, lo que ha empalidecido la realidad
jurídica nacional y prostituido la palabra y la firma. Espero que este refresco de la concepción
ética del derecho se reinstale en la Argentina", p. 5358.
(181) Diputado Fescina: "La posibilidad del nominalismo en el orden contractual va a
depender del gran comprometido que es el gobierno, si realmente está dispuesto a imaginar el
futuro a través del esfuerzo y el sacrificio que en esta instancia le corresponde ...", p. 5358.
(182) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5812.
(183) MARTY, Gabriel y RAYNAUD, Pierre: "Droit Civil - Les obligations", Sirey, Paris,
1962, T. II, 1er. vol., Nº 563, p. 606.
(184) Autores y obra citada en nota anterior, Nª 564, p. 607.
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(185) Diccionario de la Real Academia Española, 20ª edición, Espasa - Calpe, Madrid, 1984,
T. II, p. 957.
(186) Diputado López de Zavalía, p. 5382.
Más adelante nos ocuparemos de la excepción mencionada por Fernando López de
Zavalía, que está en las ordenanzas francesas de diciembre de 1958 y febrero de 1959.
(187) ALTERINI, Atilio A.: "Desindexación. El retorno al nominalismo", Abeledo - Perrot,
Buenos Aires, 1991, 8 y 9.
(188) Autor y obra citada en nota anterior, p. 105.
(189) Diputado Baglini: "Por medio de esta iniciativa se modifican tácitamente normas del
Código civil como las que establecen la reparación integral del daño, lo que nunca se cumplirá
si persiste la inflación -aunque sea mínima- luego de que se dicte la convertibilidad", p. 5319.
(190) El principio nominalista está consagrado en Francia en materia de mutuo (artículo 1895),
norma que se ha considerado con fuerza expansiva a todas las obligaciones de dar sumas de
dinero.
La prohibición expresa de indexar -aunque se admite la actualización por el precio de
un producto- se estableció en la ordenanza del 30 de diciembre de 1958 (artículo 79), y su
modificatoria del 4 de febrero de 1959, por las que se creaba el "nuevo franco". Estas
ordenanzas, en muchos aspectos pueden considerarse antecedente directo de nuestra ley
23.928.
Sus normas fueron consideradas de interpretación estricta por la doctrina y los
tribunales, entendiéndose que la prohibición solamente alcanzaba a los casos especialmente
mencionados. Por eso en la ley 66-1010, del 28 de diciembre de 1966, relativa a la usura,
vemos que el legislador reconoce la posibilidad de indexación de préstamos dinerarios, y en el
artículo 2 habla de "los casos de indexación total o parcial del préstamo en las condiciones
previstas por los textos en vigor", y determina cuál debe ser el tope de la tasa para esas sumas
"indexadas".
(191) Una ley del 7 de abril de 1900 agregó un párrafo al artículo 1153, que dice: "el acreedor
a quien su deudor moroso le ha causado, por su mala fe, un perjuicio independiente de ese
retardo, puede obtener daños y perjuicios distintos de los intereses moratorios".
(192) Ver nuestro "Aspectos económicos y jurídicos de la ley de convertibilidad", en el tomo I,
p. 29.
(193) Diputado Ibarbia, p. 5309.
(194) Diputado Ibarbia, lugar citado en nota anterior.
(195) En este capítulo hemos seguido principalmente los lineamientos de un trabajo nuestro
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titulado:"Cláusulas de actualización. Una distinción necesaria: estabilizantes y fluctuantes (o
aleatorias)", J.A., 1982 - IV - 681.
(196) Recomendamos el trabajo de Juan VALLET de GOYTISOLO: "La antítesis inflación justicia", publicado en Revista Jurídica de Cataluña, LIX, septiembre - octubre 1960 y en
Revista Internacional del Notariado, Nº 50-51, 1961, e incluído como Cap. IX en su libro
"Sociedad de masas y Derecho", ed. Taurus, Madrid, 1969.
(197) Diputado Ibarbia, p. 5309.
(198) ver VILLARREAL, René: "La contrarrevolución monetaria", Fondo de Cultura
Económica, Méjico, 1986, p. 161 (cita allí un trabajo de Noyola Vázquez, Juan Francisco: "El
desarrollo económico y la inflación en México y otros países latinoamericanos").
(199) ver autor y obra citados en nota anterior: " ... el paquete de políticas de cuño monetarista
dentro de los programas de ajuste del FMI, se enfila en contra de los mecanismos de
propagación del proceso de desequilibrio externo, ... es decir, sobre los síntomas y no sobre las
causas profundas" (p. 169).
(200) Diputado Baglini: "El proyecto que se encuentra a consideración de la Honorable
Cámara cuenta con un capítulo al que se van a referir otros miembros de mi bancada pero al
que no puedo dejar de aludir aunque sea en forma breve: el esquema de desindexación.
Nadie puede dudar de que la desindexación es un mecanismo que va a contribuir a
eliminar un factor que retroalimenta la inflación. Pero es distinta la situación si se considera
que hay que "matar" al huevo y no la gallina"; y un poco más adelante agregaba: " ... hay que
tener en cuenta que la inflación es la causa y la indexación el efecto", p. 5319.
(201) Senador Aguirre Lanari: "Soy mucho más escéptico en el tema de la indexación que,
evidentemente, fue respetada por nuestros tribunales nacionales tras el fenómeno del
"Rodrigazo" para compensar el notorio envilecimiento del signo monetario, conforme lo
sostuvieron los plenarios de las Cámaras civil y comercial de la Capital Federal ...
Admito como cierto que la generalización del sistema, que debió concebirse como de
emergencia, retroalimenta el sistema y el concepto de aumento de las expectativas
inflacionarias pero, en definitiva, la indexación es efecto y no causa de la crisis", Diario de
Sesiones del H. Senado ..., p. 5819.
(202) Diputado Ibarbia: "La culpa no la tiene la indexación. Ello sería como echarle la culpa a
la regla de tres simple. La culpa radicaba en la inflación, que destruía la moneda", p. 5309.
(203) Ver en el tomo I, p. 33 y 34 (nota 54).
(204) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5810.
(205) Legislador citado en nota anterior, p. 5810.
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(206) Senador Rubeo: " ... vamos a impedir que el mecanismo perverso de la indexación, que
se ha venido realizando mensual o bimensualmente sobre el costo de la locación, pueda
violentar lo que se ha pactado voluntariamente al iniciar el contrato", Diario de Sesiones del H.
Senado ..., p. 5815.
(207) Diputado Lamberto: "Cuando las tasas de inflación comenzaron a ser muy superiores a
los promedios mundiales y se producían distorsiones entre los patrimonios de las personas,
entre el que compraba y el que vendía, alguien comenzó a pensar que había que hacer algo que
permitiese corregir estas iniquidades. Toda la doctrina de la época comenzó a hablar de
indexar la economía. Era la palabra mágica que iba a arreglar los problemas.
Todo esto se explicaba con un ejemplo sencillo. Si una persona -se decía- iba a
comprar un paquete de manteca, tenía que devolver un paquete de manteca. Esto parecía
razonable; era razonable. Si yo recibía un bien, tenía que devolver algo equivalente", p. 5290.
(208) Legislador y lugar citados en nota anterior.
(209) Conf. BOURCIER de CARBON, Luc: "Analyse économique, Tomo II - La Monnaie et
le Credit", Montchrestien, Paris, 1970, p. 118.
(210) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5812.
(211) Diputado Lamberto: "Todo este mecanismo no solamente ha formado parte de la
economía, sino que se ha internalizado en la mente de los argentinos por lo que es necesario
-yo diría que es la tarea más importante que debe cumplir este Congreso de la Nacióndesindexar la economía, ya que ese proceso se fue introduciendo en todas las normas legales:
en las del trabajo, en las impositivas y en los contratos con el Estado. Detrás de cada
disposición existió siempre una palabra mágica que significaba pagar más en beneficio
generalmente de quien fijaba los índices; se ofrecían planes en los cuales quien vendía el
producto fijaba las cuotas y el público siempre pagaba de más.
Por eso es necesario poner fin a este mecanismo. Es una decisión política trascendente
poder cortar con ese elemento que se ha incorporado casi en forma consuetudinaria a la vida de
los argentinos", p. 5291.
(212) Diputado Lamberto, p. 5290.
(213) Diputado Martínez Raymonda, p. 5296.
(214) Diputado Martínez Raymonda: "La base de la economía de nuestro país establecida por
el Código civil es la nominalidad. Así funcionó durante mucho tiempo hasta que nuestros
tribunales comenzaron a distinguir las deudas de valor de las de dinero y a ajustar la resultante
de las deudas de valor para mantener la equivalencia de la relación económica que tenía el
actor o el demandado al inicio de la acción judicial o de la relación económica que los
vinculaba. Pero las deudas de dinero siguieron rigiéndose por el concepto de la nominalidad,
hasta que en el primer golpe inflacionario ocurrido en 1975 la Corte y los tribunales inferiores
admitieron su corrección. La indexación pareció entonces una forma de solucionar la injusticia
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derivada de la inflación. Porque la inflación no sólo es mala sino siempre injusta pues castiga a
quien no tiene bienes ni deudas -que se siguen pagando al valor nominal- que es el caso del
trabajador, del pequeño empresario y de quien tiene ingresos fijos. Además, otro efecto
perjudicial es que genera una demanda adicional basada en las ventajas del deterioro de la
moneda", p. 5296.
(215) Diputado Martínez Raymonda, p. 5297.
(216) Legislador citado en nota anterior, p. 162 y 163.
(217) Diputado Martínez Raymonda, p. 5297.
(218) Senador Rodríguez Saa, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5851.
(219) Diputado Balestrini, p. 5332.
Agregó luego: "En la historia argentina la indexación ha generado injusticias graves.
Por ejemplo, cuando el índice de precios subía porque se incrementaba el valor de la carne
también se ajustaban los precios de los artículos de la construcción que nada tenía que ver
aquélla. Siempre que se utilizan mecanismos como los que ahora proponemos se producen
situaciones de injusticia transitorias, pero mucho más injusto es continuar con los mecanismos
que se vinieron utilizando hasta el presente" (p. 5332).
(220) Diputado Aramouni, p. 5355.
(221) Senador Brasesco: "Junto a esto se hace un planteo que es lógico. Se deja de lado lo que
llamamos actualización monetaria o indexación, incluso en los convenios colectivos de trabajo
y toda cláusula de automaticidad, tanto en el reajuste salarial como en otros aspectos, queda
derogada por este proyecto de ley. Es decir que se trata de un elemento que, sin lugar a dudas
-en plena estabilidad y con moneda estable, con el dólar con una paridad permanente en diez
mil australes- puede ser adecuado para las negociaciones colectivas y las relaciones de
trabajo", Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5838.
(222) Diputado Ibarbia, p. 5309.
E insistía: "Por eso nuestro partido está en contra de estas disposiciones. Comparte la
idea de eliminar la indexación. En este sentido el gobierno debe apostar fuerte y eliminar la
indexación de sus propias cuentas", p. 5309.
(223) Diputado López de Zavalía, p. 5382.
(224) Senador Grosso, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5843.
El diputado Baglini también coincidió con estas apreciaciones relativas a la
inconstitucionalidad de la prohibición de indexar: " ... la jurisprudencia de la Corte Suprema de
Justicia ha creado la indexación para preservar el derecho de propiedad -artículo 17 de la
Constitución Nacional- y la justicia, no permitiendo el despojo que se produce cuando hay
inflación y no se reconoce la actualización de los valores nominales. Este capítulo de la ley
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incurre franca y frontalmente en problemas de inconstitucionalidad", p. 5319.
(225) Senador Grosso: "Su aprobación contribuirá, tal vez, a crear una falsa ilusión de
estabilidad por la vía de inducir a error al hombre común, quien en el primer momento podrá
creer que la supresión de la indexación ha puesto fin a la inflación. Pero muy pronto, todos
padeceremos las consecuencias de este engaño, que ha de provocar graves inconvenientes al
país", Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5844.
(226) Diputado Gentile, p. 5381.
(227) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5813.
(228) Senador Aguirre Lanari: "Tal vez la realidad nos demuestra que la automaticidad con la
que se aplicó el mecanismo conduce a soluciones jurídicas disvaliosas pero, en definitiva, la
modificación que propone el proyecto de ley, reformulando el artículo 623 del Código civil,
brinda un medio de resarcimiento adecuado, sustituyendo capitalización de intereses por
indexación, pero deberá aplicarse la fórmula con precaución por cuanto el remedio podría
resultar peor que la enfermedad", Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5819.
(229) Diputado Baglini, p. 5320.
(230) Diputado Seguí, p. 5392.
(231) Senador Laferriere, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5833.
(232) Diputado Martínez Raymonda, p. 5300.
Momentos antes había anunciado que proyectaban "una disposición que atiende a una
posibilidad que, aunque está contemplada en el artículo 1198 del Código civil en el marco de
la teoría de la imprevisión, no está mal que la estructuremos en forma práctica, avisándole a la
gente que puede resolver sus problemas llegando a un acuerdo con el cocontratante", p. 5300.
(233) Diputado López de Zavalía: " ... debe sobreentenderse que no abarca la hipótesis
contemplada por los párrafos segundo a quinto del artículo 1198 del Código civil, que
consagra la teoría de la excesiva onerosidad sobreviniente en la prestación", p. 5382.
(234) Diputado Lamberto, p. 5385.
(235) Senador Romero: " ... en un proceso iniciado en la década del 60 se apeló al mecanismo
de indexación o de ajuste monetario y se comenzó a aplicar este mecanismo de reajuste
monetario. Así, se comenzaron a pactar en los contratos cláusulas de reajuste y, en los casos en
que no se había previsto este mecanismo los tribunales empezaron a reconocerlo, primero
en las llamadas obligaciones de valor, y luego en todas las obligaciones en virtud de las
cuales deberían ser pagadas sumas de dinero. Se concluyó así estableciendo una relativa
autonomía de los mecanismos de indexación con relación al resto de la economía" (el
subrayado es nuestro), Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5812 y 5813.
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(236) Diputado Martínez Raymonda, p. 5296.
(237) Diputado López de Zavalía, p. 5382.
(238) "Art. 3477.- ... Tratándose de créditos o sumas de dinero, los jueces pueden determinar
un equitativo reajuste según las circunstancias del caso".
(239) Diputado Gentile: "Por último, quiero destacar que por esta norma no se derogan las
leyes provinciales, ni ordenanzas municipales, como así tampoco las convenciones colectivas
de trabajo que tengan cláusulas de carácter indexatorio, porque nosotros como Congreso de la
Nación no somos competentes para ello de acuerdo con una vieja jurisprudencia de la Corte en
el caso "Soenga, Héctor c/ Ferrocarriles Argentinos", del 7 de agosto de 1989, y en el caso
"Nordensthol" (Fallos, 193 - 639)", p. 5381 y 5382.
(240) Diputado Gentile: "La Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el año 1973, en el
caso "Valdez c/ Estado nacional", fundamentó la aplicación de la indexación en principios
constitucionales y no en una interpretación del Código civil", p. 5381.
(241) Diputado López de Zavalía, p. 5382.
Por nuestra parte señalaremos que se admite también la actualización de las rentas
vitalicias, que son consideradas como deudas alimentarias (ver GHESTIN, J. y BILLIAU, M.:
"Le prix dans les contrats de longue durée", L.G.D.J., Paris, 1990, Nº 49, p. 79 y Nº 65, p. 97).
(242) Diputado López de Zavalía, p. 5382.
(243) Legislador citado en nota anterior, p. 5391.
(244) LÓPEZ de ZAVALÍA, Fernando J.: "Teoría de los Contratos - Parte General", 3ª
edición, reimpresión, Buenos Aires, 1991, Apéndice, p. 2, punto I-a.
(245) Las palabras de Manzano constituían una referencia incidental al problema de
actualización por el precio de un producto. Textualmente dijo: "Los que venimos de
economías regionales sabemos cómo han sobrevivido algunos créditos a los sacudones
hiperinflacionarios. Se fijaron en productos para que fueran devueltos en esa especie, anclados
a algo", p. 5348.
(246) Diputado Berhongaray, p. 5382 y 5383.
(247) Senador Aguirre Lanari, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5820.
(248) Legislador citado en nota anterior, p. 5820.
(249) Senador Grosso, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5843.
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(250) Diputado Martínez Raymonda, p. 5299.
(251) Diputado Baglini, p. 5319.
(252) Diputado Alsogaray, p. 5328.
(253) Diputado Fescina, p. 5358.
(254) Diputado Tomasella Cima: " ... a pesar de nuestra buena voluntad en tratar de colaborar,
no daremos nuestro voto al artículo 9, porque lo creemos injusto y contrario a normas
constitucionales. Este artículo viola una ley que no hace más de ocho meses sancionó este
Congreso y que también es de orden público. Todos los sectores nos habíamos comprometido
a que ésa sería la última vez que se iban a revisar los contratos en forma retroactiva. Ahora lo
hacemos nuevamente y eso no nos parece razonable ni es necesario para el esquema financiero
que se pretende alcanzar", p. 5360.
(255) Diputado Durañona y Vedia: "Voy a votar en contra del artículo 9 porque contiene la
misma raíz intervencionista en las convenciones particulares que tuvo el decreto del presidente
Alfonsín sobre desagio...", p. 5373.
(256) Diputado Balestrini, p. 5332.
(257) Legislador citado en nota anterior, p. 5332.
(258) Por ejemplo, habla de desagio el senador Aguirre Lanari, Diario de Sesiones del H.
Senado ..., p. 5820; y de "desagio dolarizado", el senador Laferriere, p. 5833.
El diputado González (E.A.), utiliza ambos términos como si fueran sinónimos (p.
5335).
(259) Habla de "desindexación" el senador Romero (ver nota siguiente), y el propio Laferriere
también usa el vocablo en p. 5832.
La mayor parte de los legisladores, en ambas Cámaras, han empleado el término
desindexación.
(260) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5813.
(261) Diputado Lamberto, p. 5291.
(262) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5814.
(263) Ver nota 261.
(264) Diputado Gentile, p. 5386.
(265) Diputado Gentile: "En el caso de que no se proceda a efectuar esta modificación
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imprescindible, podríamos decir que se trata de la cotización al cierre del último día hábil del
mes de mayo de 1990, en el Banco de la Nación Argentina, tipo comprador", p. 5386.
(266) Diputado Matzkin, p. 5386.
(267) Con posterioridad el último párrafo del artículo 3 del decreto reglamentario 529/1
dispone que debe emplearse para el cálculo "el tipo de cambio comprador del Banco de la
Nación Argentina al cierre del día o los días correspondientes", lo que sigue siendo
insuficiente. Luego, en la Resolución ministerial 313/91, se procuran establecer mayores
precisiones, sin lograrlo totalmente.
(268) El diputado Jesús Rodríguez explicaba de esta manera el cálculo que debe efectuarse: "
... para determinar el precio de un producto o de un servicio se deberá seguir el siguiente
procedimiento: el valor que tenía al mes de mayo de 1990, expresado en dólares, se incrementa
en un 12 %; se obtendrá así el valor del producto o del servicio a valor dólar de hoy, y esta
cifra se multiplica por 10.000 -que es el tipo de cambio de convertibilidad-, obteniéndose así
el precio actual en australes", p. 5343.
(269) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5814.
(270) Resulta obvio que las relaciones jurídicas familiares no están sujetas a quita!; y dentro de
las relaciones patrimoniales, no hay quita en las relaciones de derecho real. La desindexación
comprende exclusivamente a "obligaciones dinerarias".
(271) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5813.
(272) Diputado Gentile, p. 5386.
(273) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5813.
(274) Legislador y lugar citados en nota anterior.
(275) En atención a la variedad de situaciones comprendidas, y su naturaleza, agregaba el
senador Romero Feris: "No se trata, pues, solamente de alquileres, cuya reducción se
pretendería justificar con la sobrevaloración que tuvo el austral el año anterior, sino -como
digo- de tal pluralidad de situaciones que la norma resuelve que volverán a atestar los
tribunales -como ocurriera con el desagio del Plan Austral- de infinidad de juicios", Diario de
Sesiones del H. Senado ..., p. 5823.
(276) Senador Romero Feris, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5823.
(277) Diputado Baglini, p. 5317.
(278) Diputado Baglini, p. 5319.
Debemos acotar, sin embargo, que algunas de las obligaciones mencionadas no están
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comprendidas en la desindexación, por que sólo hay una prestación pendiente.
(279) Diputado Martínez Raymonda, p. 5299.
(280) Legislador y lugar citados en nota anterior.
(281) "Este mecanismo del artículo 9 va a desindexar, desagiar o deflacionar en cierto
porcentaje las primas que cobrarán las compañías aseguradoras, por tratarse la relación entre la
compañía y el asegurado de un contrato de prestaciones de ejecución continuada. Por ende los
ingresos de las compañías de seguros estarán afectados por este proceso de deflación que
aplica el artículo 9. Pero los gastos de tales compañías, constituidos en su enorme proporción
por los pagos de los siniestros derivados de la responsabilidad civil -que cubren más del 70
por ciento de la siniestralidad del sector asegurador-, no tendrán ninguno de los desagios
porque no se trata de contratos de ejecución continuada", diputado Martínez Raymonda, p.
5299.
(282) Senador Rubeo, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5815.
Señaló que con las cláusulas de indexación que se aplicaban los alquileres habían
crecido desmesuradamente y que con el mecanismo previsto por la ley "vamos a lograr una
reducción sustancial, que en algunos casos puede llegar al 30 por ciento de la locación", p.
5815.
(283) Senador Rubeo, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5815.
(284) Senador Rubeo, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5815.
Luego volvió sobre el punto en una interrupción que le concedió el senador Laferriere,
diciendo: " ... la aplicación de un interés genuino del 1 % mensual surge de un antiguo reclamo
formulado por los centros de propietarios; tenemos la documentación pertinente que acredita
esta cuestión.
No se trata de un hecho caprichoso, sino que surge de un reclamo proveniente de la
organización gremial que nuclea a los propietarios ... ... Tendríamos que preocuparnos
enormemente por esta situación que está atravesando el mercado de las locaciones desde el
ámbito de los inquilinos. Con esto no me refiero solamente a los sectores de bajos ingresos,
sino también a los comerciantes y profesionales que han sufrido las consecuencias del
vertiginoso desarrollo de la hiperinflación, que hizo que en algunos casos el austral pegara una
estampida mayor a la evolución del dólar...", Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5833.
(285) Senador Rodríguez Saa, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5834.
Las palabras de este legislador eran una respuesta al senador radical Laferriere, quien
había afirmado que el proyecto afectaba la libertad de los contratantes (p. 5833).
(286) Dijo que podían producirse situaciones de injusticia en las relaciones entre particulares,
mencionando los contratos de locación, entre otros (Diario de Sesiones del H. Senado ...,
senador Laferriere, p. 5816).
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(287) Senador Laferriere, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5833.
Por nuestra parte, deseamos acotar que no es cierto que se garantice al propietario una
renta del uno por ciento mensual sobre el valor de la propiedad, porque para la fijación de estos
precios en dólares no se toma en cuenta para nada cuál es el valor real del inmueble!
(288) Legislador y lugar citados en nota anterior.
(289) Senador Laferriere, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5833.
(290) Diputado Baglini, p. 5320.
(291) Diputado Tomasella Cima, p. 5360.
(292) Diputado López de Zavalía, p. 5385.
(293) Diputado López de Zavalía, p. 5386.
(294) Senador Velázquez, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5814.
Dijo también en esa oportunidad que no es novedad que "el valor de las cuotas excede
con creces el 20 por ciento de los ingresos del núcleo familiar".
(295) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5814.
(296) Senador Rubeo, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5815.
(297) Senador Rodríguez Saa, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5814.
(298) Senador Laferriere, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5833.
(299) Diputado Baglini, p. 5320.
(300) Diputado Gentile, p. 5386.
(301) Diputado Gentile, p. 5386.
(302) Diputado Gentile: "Hay contratos pactados en dólares y aquí no se habla de cómo se van
aplicar o no con respecto a la evolución del dólar", p. 5386.
(303) Diputado Aramouni, p. 5353.
(304) Diputado Aramouni, p. 5354.
(305) Diputado Martínez Raymonda, p. 5299 y 5300.
(306) Legislador citado en nota anterior, p. 5299.
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(307) Diputado Martínez Raymonda, p. 5299.
(308) Diputado Gentile, p. 5386.
(309) Diputado Aramouni, p. 5356.
(310) Diputado Aramouni, p. 5356.
(311) Legislador y lugar citados en nota anterior.
(312) Volveremos sobre el punto en el Capítulo XI, al tratar los problemas de derecho
transitorio.
(313) Senador Romero: "En razón de esta norma quedan fuera del ámbito de aplicación de esta
cláusula, por ejemplo, los contratos de mutuo", Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5813.
(314) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5813.
(315) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5853.
(316) Diputado Ibarbia, p. 5309.
(317) Diputado Rodríguez (J.), p. 5343.
(318) Diputado Baglini: "¿Qué pasará con la cuota alimentaria fijada en un divorcio? Este es
un tema que seguramente dará que hablar, porque si una sentencia judicial ha fijado una cuota
alimentaria, significa que el marido tiene que pasar alimentos de acuerdo con el ajuste que fije
el índice de precios al consumidor, y de aquí en más se producirá un desagio del 40 por ciento
en la cuota del mes de abril respecto de la del mes de marzo corriente", p. 5320.
(319) Diputado Durañona y Vedia, p. 5373.
(320) Ver apartado a, Capítulo VII.
(321) Así, por ejemplo, Benjamin J. COHEN nos dice que la más conocida de las funciones
del dinero es la "de medio de cambio, por la cual se pagan los bienes y servicios y se descargan
las obligaciones contractuales" ("La organización del dinero en el mundo", Fondo de Cultura
Económica, Méjico, 1984, p. 26); y Laurence HARRIS destaca que "en una sociedad
capitalista avanzada es imposible el trueque, de modo que el dinero existe como una base
necesaria para el cambio" ("Teoría monetaria", Fondo de Cultura Económica, Méjico, 1981, p.
17).
En nuestro país se ha dicho que "la moneda surgió como consecuencia de múltiples
necesidades, entre las cuales merece citarse en lugar preferente, la necesidad de disponer de
un elemento idóneo para la determinación de los términos del intercambio" (CALETTI,
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Alberto Mario: "Historia de las monedas metálicas y del papel moneda", ed. Macchi, Buenos
Aires, 1972, p. 4).
(322) ver NEWLYN, W.T. y BOOTLE, R.P.: "Teoría monetaria", 3ª edición en castellano,
Fondo de Cultura Económica, Méjico, 1984, p. 11: "Es dinero cualquier cosa que funcione
como medio de cambio. la condición necesaria para el desempeño de esta función de cambios
es la aceptabilidad general en el pago de las deudas. ... Si los miembros de una comunidad
piensan que el dinero será generalmente aceptable, lo será, de otro modo no lo será".
(323) HERNÁNDEZ GIL, Antonio: "Dinero es, dentro de cada Estado, aquel a que el
ordenamiento jurídico asigna las funciones propias del mismo. El Estado establece cuál es el
dinero, fija su unidad ideal o de cuenta y emite o reconoce los signos monetarios en que se
materializa o que lo representan", Derecho de Obligaciones, Madrid, 1960, Nº 61, p. 179.
(324) NEWLYN y BOOTLE nos dicen que uno de los factores que contribuyen a la
aceptabilidad del dinero es su curso legal, que lo hace jurídicamente aceptable para la
satisfacción plena de las deudas: "El dinero que tiene esa calidad se llama dinero legal,
mientras que el dinero que no la tiene se llama dinero consuetudinario. Esta diferencia entre
el dinero legal y el consuetudinario interesa más al jurista y al historiador que al
economista...", ver obra citada en nota 322, p. 11.
(325) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5816.
(326) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5816.
(327) El senador Trilla hizo alusión al "bimonetarismo" que se implantaba al admitirse
"efectuar contratos con obligaciones de dar en la misma moneda pactada", Diario de Sesiones
del H. Senado ..., p. 5829.
(328) Senador Laferriere, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5835.
(329) Senador Laferriere, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5835.
(330) Senador Rodríguez Saa: "Se modifica el Código civil en lo siguiente. Se mantiene la
moneda de curso legal, que es el austral y se incorpora una moneda de curso posible que es la
moneda extranjera", Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5835.
(331) Senador Brasesco, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5840.
Agregó: " ... cuando alguien quiera comprar un sillón en una mueblería van a decir que
la operación se puede hacer en dólares y vamos a firmar la documentación en dólares y habrá
que pagar en dólares. Estoy hablando de la economía doméstica, del hombre común que
camina por la calle, pero que alimenta el mercado interno. Estoy hablando del que compra no
el auto, sino la heladera, la estufa y del que tiene que pagar las expensas, que las puede pagar
en dólares", Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5840.
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(332) Senador Grosso, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5843.
(333) Senador Rodríguez Saa: "No es así. ... Lo que tienen ahora el dólar y otras monedas
extranjeras, como sucede en todos los países del mundo, es el curso posible, la aceptación de
las monedas extranjeras en las transacciones entre particulares", Diario de Sesiones del H.
Senado ..., p. 5844.
(334) Senador Rodríguez Saa, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5844.
En realidad, el representante de la provincia de San Luis pretende distinguir aquí entre
"curso posible", y "curso forzoso", pero si ambas categorías están admitidas por la ley quizás
debería llegarse a la conclusión de que son sub-especies del "curso legal"!
(335) Diputado Lamberto, p. 5290.
(336) Diputado Martínez Raymonda, p. 5297.
(337) Diputado Martínez Raymonda, p. 5300.
(338) Diputado López de Zavalía, p. 5390.
(339) Diputado López de Zavalía, p. 5390.
(340) Legislador y lugar citados en nota anterior.
(341) Diputado López de Zavalía, p. 5390.
(342) Senador Brasesco, versión taquigráfica provisoria, p. 481.
Estas palabras no aparecen en la versión definitiva publicada en el Diario de Sesiones.
(343) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5816.
(344) Senador Grosso, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5843.
(345) Diputado López de Zavalía, p. 5391.
(346) "Art. 623 (Proyecto de Unificación).- Se deben intereses sobre intereses si:
1) Se ha convenido la acumulación de los intereses al capital.
2) Se ha demandado judicialmente el cobro del capital. La acumulación de los intereses
ocurrirá en la fecha de interposición de la demanda.
3) En los demás casos previstos por este Código".
(347) "Art. 624 (Proyecto de Unificación).- Sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 953 los
jueces podrán reducir los intereses adeudados por personas físicas cuando excedan en tal
medida el costo habitual del dinero en los mercados financieros para deudores y operaciones
similares que deba considerarse que su estipulación constituyó un aprovechamiento abusivo de
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la situación del deudor".
(348) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5816.
(349) Diputado López de Zavalía, p. 5391.
(350) Diputado Seguí, p. 5392.
(351) Diputado Martínez Raymonda: "En cuanto al artículo 623 del Código civil, creemos que
éste debe modificarse pero estableciéndose un límite para los ajustes de acumulación de por lo
menos tres o seis meses, evitándose así una nueva transformación en intereses que terminarán
superando las tasas reales de mercado", p. 5300.
(352) Diputado Aramouni: " ... no puedo menos que reprobar, condenar y rechazar la
modificación al artículo 623 del Código civil por cuanto su redacción no hace más que
legitimar la aplicación de intereses usurarios sobre intereses usurarios; es decir la usura de la
usura. Me gustaría saber si ésta no es la moneda corriente con que se le paga tanto a la banca
acreedora externa como a la interna para que, de esa manera no tengan inconvenientes ni
escrúpulos en que los deudores de los créditos bancarios se vean compelidos a pagar interés
sobre interés", p. 5355.
(353) Ver nota 228.
(354) El diputado Lamberto, para criticar los mecanismos de indexación, mencionó como
ejemplo la circular 1050, diciendo: " ... Hay recuerdos famosos, como la circular 1050, los
créditos del Banco Hipotecario Nacional y los círculos de ahorro. Se trataba de algo en lo que
la gente sabía cómo empezaba pero no cómo terminaba y generalmente finalizaba pobre y
perdiendo los bienes que poseía", p. 5290 y 5291.
Lo que sucede es que la mencionada circular no estableció realmente una cláusula de
actualización, sino un cálculo de costo del dinero por vía de la capitalización de intereses.
(355) Diputado Ibarbia: "Los precios subían por el ascensor y los salarios por la escalera. Las
cuotas de los créditos hipotecarios otorgados en virtud de la circular 1050, Seguían un camino
distinto al de los salarios", p. 5309.
(356) De manera coincidente López de Zavalía, en apéndice a la reimpresión del tomo I de su
"Teoría de los Contratos", dice: "Como es de esperar que los intereses "brutos" de plaza tengan
en cuenta la inflación, se da de este modo, y acumulado al escandaloso anatocismo, la vía de
escapar totalmente a la prohibición del artículo 7 de la ley. Se da a los prestamistas lo que se
prohibe a los contratantes, y a éstos, indirectamente se los está alentando a que se vuelquen al
dólar o, si permanecen en el austral, a que acudan a las más sofisticadas combinaciones para
eludir la irrazonable prohibición" (ed. Zavalía, Buenos Aires, 1991, última página del
apéndice).
(357) Diputado Baglini, p. 5320.
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(358) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5813.
(359) "Un teórico de la importancia de Arthur Nussbaum, en su "Teoría jurídica del dinero,
señala: 'El paso al nuevo sistema de las deudas antiguas, es decir, de las expresadas en la
moneda sustituida, se regula por las disposiciones transitorias (normas de reducción) que el
legislador establezca. Pero no es indispensable que esa disposición se determine en todo caso
de una nueva manera expresa, sino que puede deducirse tácitamente. Así, con ocasión de la
caída de la monarquía austrohúngara, la norma para la reducción de la antigua corona a la
corona de los nuevos estados resultantes de la disgregación, se presentaba evidentemente en la
proporción uno a uno, puesto que las nuevas coronas habían sido creadas precisamente para
sustituir a la antigua'. Así concluye la cita", legislador y lugar citados en nota anterior.
(360) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5813.
(361) Diputado Martínez Raymonda, p. 5299.
(362) Diputado Lamberto, p. 5384.
(363) Senador Grosso, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5843.
(364) Diputado Gentile, p. 5385.
(365) Diputado Gentile: "Hay tribunales federales, como los de Córdoba, que cuando indexan
las obligaciones establecen en algunos casos un 5 por ciento de interés anual, y en otros un 6 u
8 por ciento.
Sí, como se anuncia, a partir de este plan la inflación será del 1 o el 2 por ciento
mensual, los intereses compensatorios tendrán que ser del 12 por ciento, como se establece en
el articulado del proyecto, o del 24 por ciento, respectivamente", p. 5385.
(366) "La supresión parcial de la sentencia por parte de una norma inconstitucional dictada por
el Congreso va a traer no sólo una afectación a la Constitución Nacional sino también a la
propia sentencia, porque no se podría -en el caso de acatarse esta ley inconstitucionalmodificar la tasa de interés que está preestablecida en la sentencia", diputado Gentile, lugar
citado en nota anterior.
(367) El decreto 941/91, cuyo artículo 10 modifica el artículo 8 del decreto reglamentario,
faculta a los jueces que fijen intereses que resulten realmente compensatorios. ¿Acaso ha
pretendido, también aquí, el Poder Ejecutivo autorizar una actividad judicial que modifique la
"cosa juzgada"? ¿O debe interpretarse que esta norma se aplica solamente a las sentencias
futuras?
(368) Recordó el diputado Gentile que " ... el gobierno nacional, a través de los decretos 34, 53
y 383 de 1991 suspendió los juicios en los que es parte el Estado nacional. Estos decretos han
sido declarados inconstitucionales por varios tribunales y han originado la presentación de un
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proyecto de ley del cual soy autor por el que se propone su abrogación", p. 5385.
(369) ARECO, Juan Segundo: "La irretroactividad de la ley y los contratos sucesivos", ed.
Kraft, Buenos Aires, 1948.
(370) Obra citada en nota anterior, p. 100.
(371) Ver nota 239.
(372) ver nuestro "Irretroactividad de la ley y el nuevo artículo 3 del Código civil", Direc.
General de Publicaciones, Univ. Nacional, Córdoba, 1976 (distribuye ed. Zavalía), en especial
Cap. I, p. 13 y ss.
(373) ROUBIER, Paul: "Le droit transitoire", Dalloz, Paris, 1960, Cap. IV, p. 177.
(374) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5816.
(375) Por ejemplo los diputados Aramouni (p. 5354), Lazara (p. 5362) y Zamora (p. 5366),
sostuvieron que se congelaban los salarios, pero no los precios.
(376) El senador Romero en reiteradas oportunidades afirmó que no había congelación de
salarios:
"Aclaro que esto no implica que se esté pensando en el congelamiento salarial. El
incremento salarial se puede producir tantas veces como las partes lo convengan, pero no por
vía de la indexación, sino mediante acuerdos, los que tienen relación con el incremento de
productividad, con el aumento de la actividad económica, que es lo que estamos buscando.
De ninguna manera puede interpretarse esto como un congelamiento. Por el contrario,
se trata de eliminar el mecanismo arbitrario de la indexación para pasar a otro mecanismo que
tenga que ver con la realidad del incremento de la productividad" (Diario de Sesiones del H.
Senado ..., p. 5816; ver también ps. 5813 in fine, y 5826).
(377) Diputado Baglini: " ... recuerdo a los señores diputados que la semana pasada el ministro
Cavallo reunió en la Casa de Gobierno a los presidentes de bloque de esta Cámara y del
Senado, así como a otros integrantes de ambos cuerpos legislativos. Nos repartió ejemplares
del proyecto de ley que quedaron en nuestro poder. El artículo 7 contenía una enormidad tal
como la de declarar nulas de nulidad absoluta las disposiciones legales y reglamentarias que se
le opongan. Quien redactó esa barbaridad no lograría aprobar Introducción al Derecho, primera
materia de la Facultad...", p. 5388.
(378) Senador Laferriere, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5833.
(379) Senador Rodríguez Saa, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5834.
(380) Diputado Cruchaga, p. 5383.
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(381) Senador Grosso, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5843.
(382) Senador Grosso, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5843.
(383) Art. 14 de la ordenanza 59/246, del 4 de febrero de 1959.
(384) ver GHESTIN y BILLIAU, obra citada en nota 241, p. 78.
(385) ver Actas del "Tercer Congreso Nacional de Derecho Civil", Imp. Univ. Nacional,
Córdoba, 1962, T. I, p. 68 y ss.
(386) ver Recomendación Nº 1, Actas del "Tercer Congreso Nacional de Derecho Civil", Imp.
Univ. Nacional, Córdoba, 1962, T. II, p. 769.
(387) Reformas introducidas por la ley 17.711.
(388) Ver Actas del "Tercer Congreso ... ", T. I, ponencia del Dr. Orgaz (p. 75), despacho de la
Comisión definitiva (p. 76), y T. II, recomendación Nº 1, punto 2º, p. 769.
(389) Ver intervenciones de Brebbia, p. 95; Novillo Saravia, p. 96; Spota, p. 97.
(390) Diputado Ibarbia, p. 5310.
(391) Diputado Durañona y Vedia, p. 5373.
(392) Senador Romero, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5816.
(393) Senador y lugar citados en nota anterior.
(394) ver LLAMBÍAS, Jorge Joaquín: "Tratado de Derecho Civil - Parte General", Perrot,
Buenos Aires, 1961, T. I, Nº 191, p. 154.
Se ocupa allí de la tesis que identifica el orden público con la voluntad del legislador, y
afirma que "este criterio es enteramente insatisfactorio, porque no ilustra sobre los motivos o
razones que pueden conducir al legislador para acordar el carácter de orden público a una
norma, lo cual no puede depender de un puro arbitrio legislativo".
(395) Autor y obra citados en nota anterior, Nos. 186 a 194, p. 151 y ss.
(396) Autor y obra citados en nota 394, Nº 195, p. 156.
(397) Senador Grosso, Diario de Sesiones del H. Senado ..., p. 5843.
(398) ARECO, Juan Segundo, obra citada en nota 369, p. 125.
(399) Diputado Aramouni, p. 5354.
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(400) Diputado Aramouni, p. 5356.
(401) BORDA, Guillermo A.: "Tratado de Derecho Civil, Parte General", 4ª ed., Perrot,
Buenos Aires, 1965, T. I, Nº 47 y 48, p. 60 a 62.
(402) Diputado Aramouni, versión taquigráfica provisoria, p. 1021 y 1022.
(403) CARBONNIER, Jean: "Droit Civil - Les Obligations", 10ª ed., Presses Universitaires de
France, Paris, 1979, Cap. II, p. 124.
(404) Diputado Aramouni, p. 5356.
(405) ver TORRE, Abelardo: Introducción al Derecho, 5ª ed., Abeledo - Perrot, Buenos Aires,
1965, Cap. XII, Nº 56, p. 300.
(406) AFTALION, Enrique R.; GARCÍA OLANO, Fernando y VILANOVA, José: Introducción al Derecho, 11ª ed., Cooperadora de Derecho, Buenos Aires, 1980, p. 296.
(407) Senador Brasesco, versión taquigráfica provisoria, p. 481.
Las palabras de Brasesco mencionadas en esta nota, y en la siguiente, no aparecen en la
versión definitiva del Diario de Sesiones.
(408) Senador Brasesco, versión taquigráfica provisoria, p. 482.
(409) Diputado López de Zavalía, p. 5382.
(410) Diputado López de Zavalía, p. 5390.
(411) SWIFT, Jonathan: "Viajes de Gulliver", traducción de Pollux Hernúñez, Hyspamerica,
Buenos Aires, 1985 (tomo 58 de la colección: "Biblioteca personal de Jorge Luis Borges).
(412) "En aquel país ninguna ley debe tener más palabras que letras el alfabeto, que cuenta
sólo con veintidós. Aunque a decir verdad pocas llegan a alcanzar tales límites. Están
redactadas en los términos más claros y sencillos, y aquella gente no es tan viva como para
descubrir en ellos más de una interpretación. Y es un crimen que se paga con la muerte escribir
un comentario sobre alguna ley", Capítulo 7, Parte Segunda, p. 164, obra citada en nota
anterior.
(413) Diputado López de Zavalía, p. 5385.
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INDICE
de legisladores citados
(los números hacen referencia a las notas en que se los menciona)
SENADORES:
AGUIRRE LANARI: 11, 22, 79, 81, 111, 122, 201, 229, 247, 248, 258.
BRASESCO: 131, 135, 136, 137, 146, 147, 150, 151, 221, 331, 342, 407, 408.
BRAVO: 117, 145.
GASS: 25, 61, 123, 128.
GROSSO: 55, 62, 80, 91, 92, 115, 129, 176, 177, 224, 225, 249, 332, 344, 363, 381, 382, 397.
LAFERRIERE: 24, 49, 64, 82, 107, 258, 259, 284, 286, 287, 288, 289, 298, 328, 329, 378.
LEON: 48.
ROMERO: 9, 10, 43, 44, 45, 53, 63, 75, 77, 79, 83, 84, 126, 148, 157, 158, 159, 160, 172, 175,
182, 204, 205, 210, 228, 235, 259, 260, 262, 269, 271, 274, 295, 313, 314, 315, 325, 326, 343,
348, 358, 359, 360, 374, 376, 392, 393.
ROMERO FERIS: 46, 47, 126, 148. 149, 275, 276.
RODRÍGUEZ SAA: 258, 285, 297, 330, 333, 334, 379.
RUBEO: 206, 282, 283, 284, 296.
SOLANA: 54, 88, 125.
TRILLA: 23, 127, 144, 153, 166, 171, 327.
VELÁZQUEZ: 294.
DIPUTADOS:
ALSOGARAY: 70, 89, 96, 97, 98, 109, 110, 252.
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ÁLVAREZ GUERRERO, 29, 33.
ARAMOUNI: 26, 31, 36, 161, 220, 303, 304, 309, 310, 311, 352, 375, 399, 400, 402, 404.
AVILA GALLO: 27, 28, 37, 51, 168, 170.
BAGLINI: 16, 30, 60, 68, 69, 99, 100, 102, 152, 164, 167, 189, 200, 224, 230, 251, 277, 278,
290, 299, 318, 357, 377.
BALESTRINI: 219, 256, 257.
BERHONGARAY: 264.
CRUCHAGA: 380.
DURAÑONA y VEDIA: 32, 71, 78, 255, 319, 391.
FESCINA: 90, 180, 181, 253.
FIGUEROA: 15.
GENTILE: 226, 227, 239, 240, 264, 265, 272, 273, 300, 301, 302, 308, 364, 365, 366, 368.
GONZÁLEZ (E.A.): 19, 20, 50, 122, 258.
IBARBIA: 72, 93, 94, 95, 101, 104, 105, 106, 116, 178, 193, 194, 197, 202, 222, 263, 316,
355, 390.
LAMBERTO: 12, 35, 56, 57, 58, 76, 173, 179, 207, 208, 211, 212, 234, 261, 335, 354, 362.
LAZARA: 162, 375.
LÓPEZ de ZAVALÍA: 186, 223, 233, 237, 241, 242, 243, 244, 292, 293, 338, 339, 340, 341,
345, 349, 356, 409, 410, 413.
MANZANO: 52, 85, 119, 140, 141, 245.
MARTÍNEZ RAYMONDA: 13, 14, 59, 65, 66, 67, 86, 87, 213, 214, 215, 216, 217, 236, 279,
280, 281, 305, 306, 307, 336, 337, 351, 361.
MATZKIN: 35, 266.
RODRÍGUEZ, (J.): 17, 18, 34, 74, 103, 112, 113, 118, 120, 138, 139, 154, 165, 268, 317.
RAMOS: 124.
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(República Argentina)
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SEGUI: 231, 350.
TOMASELLA CIMA: 254, 291.
ZAMORA: 121, 123, 169, 291, 375.
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