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LAS ATARAZANAS DEL GRAO DE VALENCIA
Mª Elisa Durá Micó
Historia y gestión del Patrimonio Artístico
Grado Historia del Arte. 3º B
SUMARIO
I.INTRODUCCIÓN…………………………………………………………… 3
II.CUESTIÓN DE TÉRMINOS…………………………………………… 3
III.HISTORIA DE LAS ATARAZANAS DEL GRAO……………
4
3.1. Otras atarazanas valencianas………………………………. 4
3.2. Marco geográfico. La Villanueva del Grao………….. 4
3.3. Evolución histórica de las atarazanas…………………. 5
3.3.1. Las atarazanas en el siglo XIV……………………….. 5
3.3.2. El gran arsenal del siglo XV…………………………… 7
3.3.3. El siglo XVI: comienza el declive………………….. 9
3.3.4. Cambios de uso y función…………………………….. 10
IV.CARACTERÍSTICAS ARQUITECTÓNICAS…………………. 12
4.1. Antecedentes constructivos y la arquitectura
Con arcos de diafragma……………………………………….. 12
4.1.1. Antecedentes constructivos………………………….. 12
4.1.2. La arquitectura con arcos de diafragma………. 13
4.2. Descripción del edificio………………………………………. 14
V.REHABILITACION DEL EDIFICIO………………………………
15
VI.USOS ACTUALES Y PROPUESTAS DE USO……………….
16
VII.CONCLUSIÓN…..……………………………………………………….
17
VIII.BIBLIOGRAFIA………………………………………………………..
18
2
I.INTRODUCCIÓN
Las atarazanas del Grao de Valencia son el principal recuerdo de unos
astilleros valencianos, donde se construían y reparaban barcos aptos tanto para el
comercio como para la guerra, antes incluso de que existiera un auténtico puerto.
Su período de mayor actividad coincide con el auge de Valencia como potencia
mediterránea. Fue la ciudad de Valencia quien las financió y se encargó de sus
ampliaciones y constantes labores de mantenimiento, de hecho, su historia tiene
gran paralelismo con la historia de la ciudad, de la que contribuyeron a dar una
imagen próspera. Constituían un gran recinto con gran número de dependencias
relacionadas con la función propia de un astillero, pero también con otras
destinadas a la representación y a la acogida de personajes ilustres que llegaban a
Valencia por mar. Este recinto fue menguando progresivamente conforme
variaba su función, hasta quedar reducido a las cinco naves que hoy podemos
contemplar. Estas cinco naves, además de ser testimonio de la historia de
Valencia, también lo son de una tipología constructiva que tendría amplio uso y
reconocimiento social en los países ribereños del Mediterráneo occidental de los
siglos XIII al XV, la de arcos diafragma con techumbre de madera, de la que son
un ejemplo notable.
El presente trabajo intentará mostrar la historia del edificio, los motivos de su
construcción y las funciones que cumplió, así como sus singulares características
arquitectónicas y los antecedentes en que se basó. También se referirá a su
reciente rehabilitación, a sus usos actuales y posibles usos futuros.
II. CUESTIÓN DE TÉRMINOS
La palabra atarazana proviene del vocablo árabe ad-dar as-ssina´a, que
significa “casa de fabricación de barcos” o “casa de la industria”, del que también
proceden los términos castellanos arsenal y dársena. Atarazana se define como un
“arsenal de embarcaciones”, mientras que arsenal es el “establecimiento militar o
particular en que se construyen, reparan y conservan las embarcaciones, y se
guardan los pertrechos y géneros necesarios para equiparlas”.1 Dársena hace
referencia al espacio artificial de carga y descarga de barcos. Atarazana y arsenal
tienen, pues, significados muy parecidos y se suelen utilizar indistintamente,
aunque en la lengua vernácula se prefirió usar los términos drassana, drassanes,
con alguna otra pequeña variante, para referirse el arsenal valenciano.
1
Definiciones del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.
3
III. HISTORIA DE LAS ATARAZANAS DEL GRAO
3.1. Otras atarazanas valencianas
En Valencia existieron otras atarazanas además de las atarazanas objeto de
este trabajo. En el mismo Grao estuvieron emplazadas las llamadas atarazanas
reales o draçana del Senyor Rei. De ellas existe documentación al menos desde el
año 1321, en la que se hace referencia a una draçana del rei próxima al camino que
unía el Grao con la ciudad, así como la existencia de un guarda de la daraçana del
Senyor Rei en un documento fechado en 1334. También otro documento de 1346
recuerda, con ocasión del armamento de dos galeras, la abundancia de redes en la
daraçana del Senyor rei que es al Grau de la mar2. La información es escasa, lo que
nos impide conocer cómo era su construcción y organización. Es en estas
atarazanas donde debieron construirse por encargo de los reyes algunas de las
naves que participaron en las expediciones militares por el Mediterráneo durante
el último tercio del siglo XIII.
Otras atarazanas, situadas intramuros de la ciudad de Valencia y dependientes
del municipio, anteriores a las que la propia ciudad construiría en el Grao,
debieron estar situadas al final de la actual calle de La Nave, en la vía que se llamó
de la Taraçana (que unía la calle Coronas con Santo Domingo), muy próximas al
puente del Mar, al final del camino del Grao3 . En ellas se construían
embarcaciones pesqueras de pequeño calado y allí se guardaban además
diferentes tipos de pertrechos navales. Caídas en desuso a principios del siglo XV,
pasaron por diversas vicisitudes hasta que desaparecieron en el siglo XVIII, al
construirse en el mismo lugar el edificio de la Aduana.
3.2. Marco geográfico. La Villanueva del Grao
La fundación de Valencia el 138 a.C. no tuvo lugar junto a la costa, para evitar los
problemas derivados de un medio físico hostil e inseguro para la vida humana,
sino en un espacio más seguro, unos kilómetros al interior. Este alejamiento
explica la necesidad de que hubiera, en la zona inmediata al mar, un poblamiento
que fuera base de la defensa del litoral y de los intercambios comerciales
marítimos que la ciudad precisaba. Son pocas las noticias fiables anteriores a la
conquista musulmana referidas a un posible asentamiento en la zona donde hoy
se encuentra el Grao4, situado en una playa continua sin otro obstáculo físico que
la desembocadura del rio Turia o Guadalaviar. De la época islámica las únicas
fuentes existentes son las noticias de diversos autores musulmanes que vivieron
por entonces, como Al Idrisi (siglo XII), quien, refiriéndose a medina Valencia
2
BOIRA I MAIQUES, Josep Vicent; SERRA DESFILIS, Amadeo, 1994, p. 25
ALMELA I VIVES, Francisco, 1953, p. 4
4
Grao proviene del término catalán grau, que hace referencia a un escalón o grada, en el sentido de
puerto.
3
4
dice: “está edificada en el llano, bien poblada y allí viven muchos comerciantes y
agricultores. Hay mercados y es lugar de partida y llegada de naves”. 5 Todo parece
indicar que antes del siglo XIII la fachada marítima de la ciudad era ya escenario
de activos intercambios comerciales a cargo de barcos que llegaban a la costa
valenciana desde diversos puntos del Mediterráneo.
La primera vez que aparece citado el Grao en las fuentes cristianas es en el
momento de la conquista de Valencia por Jaime I y hacen referencia a unas casas
situadas cerca del Grao, en cuyas proximidades habían acampado las tropas.
Finalizada la conquista militar, se inició una política de creación de nuevos graos
y núcleos de población anexos a lo largo de toda la costa valenciana (Castellón,
Burriana, Sagunto, Gandía, Oliva, etc.) y como éstos, también la creación del
Grao de Valencia dio origen a un raval que, además de proteger la costa, acortaba
la distancia entre la ciudad y el mar. Las causas de la fundación de la Vilanova de
la Mar de Valencia hay que situarlas dentro de la estrategia de control del
territorio del nuevo reino.
El primer privilegio real, fechado el 27 de mayo de 1249 testimonia la voluntad
del monarca de consolidar un núcleo de población ya existente, compuesto por
barracas, patios y propiedades bien delimitadas dentro de un primitivo muro,
además de promover la construcción de casas con materiales perdurables y dotar
al conjunto de un sistema defensivo más sólido. Se crean una serie de
infraestucturas básicas, estímulos al poblamiento y órganos de gobierno propios,
todo ello en un interés por fomentar el caríz naval de sus reinos. Este
protagonismo inicial de la corona será continuado desde principios del siglo XIV
por la ciudad de Valencia, quien será la que tutele la evolución de la Vilanova,
dada su importancia como punto comercial y defensivo.
Pero además la Vilanova del Grau de finales del siglo XIII se hacía servir de
base para la reparación y aprovisionamiento de naves. En este sentido cabe
destacar la licencia que en 1284 Pedro III concede a los cónsules de Valencia para
construir una barraca en el Grao con la finalidad de guardar los aparejos de las
naves y proceder a su reparación.
3.3. Evolución histórica de las atarazanas
3.3.1. Las atarazanas en el siglo XIV
Las primeras referencias explícitas a unas atarazanas dependientes de la
ciudad de Valencia en el Grao datan del año 1338, cuando el Consejo de la ciudad,
dado el creciente aumento de la actividad naval, ordena la construcción de un
edificio propio para guardar las velas, remos, jarcias y otros objetos
5
BOIRA I MAIQUES, Josep Vicent; SERRA DESFILIS, Amadeo, 1994, p. 12
5
pertenecientes a la municipalidad. Las obras no comenzaron inmediatamente,
puesto que no se vuelven a tener noticias documentales hasta 1377, fecha en que
ya consta la existencia de un recinto propiedad de la ciudad para la construcción
y custodia de al menos dos galeras. Este recinto debió tener una capacidad
limitada, pues la ciudad tuvo que alquilar solares y talleres en el Grao para la
construcción de las dos naves y seguramente tendría un carácter provisional,
hecho con material no perdurable. El hecho es que en 1388 el Consejo decidió la
construcción de unos porches donde albergar dos nuevas galeras que la ciudad
debía fabricar para reemplazar otras dos deterioradas, con la posibilidad de
añadir otros cuando fuera necesario. Estos porches se terminaron en 1391 y eran
una construcción de ladrillo y madera, como las naves de arcos diafragma que
hoy podemos contemplar.
La creciente necesidad de aumentar la flota hizo que en 1494 el Consejo de la
ciudad decidiera la construcción de nuevos porches junto a los ya existentes y
semejantes a los que ya había. Por tanto, el edificio no se debió concebir con un
plan previo general, sino que se levantaron primero unas naves y, según fueron
aumentando las necesidades de espacio, se irían añadiendo las restantes.6
Se desconoce cuando finalizó su construcción, pero lo cierto es que no estaban
totalmente concluidas en 1398, pues el 28 de septiembre de dicho año un Jurado
llamado Juan Suau planteó determinada cuestión administrativa relacionada con
las bóvedas de las atarazanas, obra que tenía a su cargo.7
Las cinco naves longitudinales de arcos diafragmáticos y techumbre de madera
que más adelante serán descritas con detalle, eran el núcleo de un recinto que a
fines del siglo XIV incluía otras dependencias: se tiene constancia de la existencia
de unas cubiertas de madera, que la documentación denomina “archades”, de
tamaño superior a las naves y hechas a propósito para custodiar las galeras más
grandes. Debieron levantarse en el lado norte del recinto. En la parte posterior de
estas cubiertas y de las cinco naves habría balsas de agua para preparar la madera
destinada a la construcción de los navíos, así como almacenes y casas para
guardar los materiales y pertrechos necesarios. También se tiene constancia de la
existencia de un cuidado huerto. Delante de las naves de las atarazanas se situaría
el gran patio en el que se terminaban de preparar las galeras antes de sacarlas al
mar. El recinto se rodeaba de una pared, que en principio debió ser una
empalizada de madera, y cuya parte delantera, la situada ante el gran patio, era
derribada cada vez que se necesitaba botar una embarcación.8
6
CONTRERAS ZAMORANO, Gemma, 2002, p. 50
ALMELA I VIVES, Francisco, 1953, p. 6
8
CONTRERAS ZAMORANO, Gemma, 2002, p. 56-58
7
6
Al frente de las atarazanas estaba el taraçaner o drassaner, nombrado por la
ciudad para controlar las labores que allí se realizaban y encargado de mantener
en buen estado las instalaciones.
3.3.2. El gran arsenal del siglo XV
El siglo XV será la época de mayor esplendor y actividad de las atarazanas,
coincidiendo con la prosperidad del Reino de Valencia y su floreciente comercio
marítimo, así como con las campañas navales de Alfonso el Magnánimo.
El modelo de desarrollo valenciano del siglo XV presenta caracteres originales:
se asienta en unas formas flexibles de extracción de rentas del campo, en la
consolidación de una agricultura dinámica y en una pujante manufactura propia
dirigida en parte hacia la exportación. Pero la expansión también aparece
conectada con importantes cambios en la estructura del comercio mediterráneo,
como son la posición estratégica de Valencia en el proceso de occidentalización
de los negocios ante las dificultades italianas (Génova y Venecia) de acceso a los
mercados orientales por el avance turco, puesto que en sus escalas en el litoral
valenciano podían encontrar productos similares o alternativos (frutos secos,
azúcar, arroz y grana) así como las ventajas que ofrecían las altas tasas de
urbanización y jerarquización urbana, el incremento de la especialización
exportadora local y las buenas condiciones de situación del puerto(aunque sus
características materiales no lo fueran), para el establecimiento de colonias de
mercaderes extranjeros y la formación de una red estable de relaciones
comerciales y financieras. Por otra parte, la alta tasa de urbanización también
provocará un déficit de productos alimentarios de primera necesidad, que tendrá
necesidad de importar.9
Valencia se había convertido en un gran centro de negocios y las autoridades
municipales procuraban mejorar la apariencia de la ciudad con la construcción de
nuevos edificios de los que poder enorgullecerse y que la afamasen. Uno de estos
signos de poder municipal fueron los astilleros, que recibían a los llegados a
Valencia por mar.
Siguiendo con esta política de mejoras entre 1416 y 1418 se levantó en el recinto
de las atarazanas un porche con estancias en la planta superior. Este porche no
corresponde a ninguna parte del edificio conservado, a cuyas naves también se les
denomina porches, sino que se trataba de una construcción nueva, hecha con
materiales diferentes y con una funcionalidad distinta. Aunque la historia del
nuevo edificio es compleja y sólo parcialmente documentada, se puede concluir
que se trataba de un edificio apoyado en arcos de piedra, con un espacio amplio
abierto al exterior, donde se almacenarían pertrechos navales y otros enseres. Las
9
IRADIEL MURUGARREN, Paulino, 2006, pp. 111-112
7
estancias de la planta superior eran dos habitaciones o cambres y una gran sala, a
las que se accedía por una escalera abovedada de piedra. La construcción se
remataba con un antepecho almenado con función defensiva. Su finalidad debió
de ser la de servir de edificio representativo del gobierno de la ciudad en el litoral,
como lugar de audiencias y reunión de las autoridades y para agasajar a los
visitantes ilustres que llegaban al Grao. Las obras fueron dirigidas por dos
maestros, el de cantería y el de albañilería: Miquel Beneyto y Joan del Poyo
respectivamente, como se desprende de la participación más o menos continuada
de ambos y el similar salario que recibieron.10La suerte del edificio se desconoce,
pero el hecho de que su referencia en la documentación quede ensombrecida
hace sospechar de un desventurado final.11
En este tiempo el recinto, protegido por una tapia de obra y rodeado por un
pequeño foso inundable, aumentó su defensa con la dotación de piezas de
artillería, que ayudaban a contrarrestar posibles ataques enemigos. Las labores de
mantenimiento y las reparaciones fueron continuas, dado el uso intensivo de las
naves y la exposición a unas condiciones medioambientales tan corrosivas.
Muestra de estos trabajos es el programa de reformas acordado por el Consejo de
la ciudad el 21 de octubre de 1435, en el que se nombran muchas de las
dependencias del recinto y nos permite hacernos una idea de su composición:
además de las naves de arcos diafragma (a las que se refiere como cinch archades)
destinadas a construir y reparar las galeras a cubierto de la intemperie, estaban
los patios del huerto y el corral o pati major, donde se encontrarían las balsas
para la madera de los astilleros así como navíos en construcción, el standalar, la
casa de los remos y la armería o archiu. También habría dependencias y
almacenes para el bizcocho, herrerías y todo aquello que fuera necesario para
poner en línea de combate los barcos de guerra. El pórtico de piedra, con sus
estancias de la planta superior, completarían el conjunto.
La construcción naval alcanzó su máxima pujanza en los años cuarenta del
siglo XV. La ciudad necesitaba, además de medianas embarcaciones para el
tráfico de cabotaje, de grandes galeras para el comercio transmediterráneo y que
además la protegieran de los ataques de los corsarios, incitados por los
enfrentamientos de Alfonso el Magnánimo con otras potencias marítimas. Los
astilleros valencianos del Grao centraron sus esfuerzos, desde 1437, en la
construcción de grandes galeras de “mercadería” de 450 “botes” (337,5
toneladas).12
10
IBORRA BERNAD, Federico; MIQUEL JUAN, Matilde, 2007, p. 402
CONTRERAS ZAMORANO, Gemma, 2002, p. 192
12
GUIRAL-HADZIIOSSIF, Jacqueline, 1989, p. 235
11
8
Pero este auge constructivo debió perder fuerza a partir del último tercio del
siglo, puesto que en 1477 las naves de las atarazanas comenzaron a ser empleadas
como almacén de trigo.
3.3.3. El siglo XVI: comienza el declive
Aunque en el siglo XVI aún pueden encontrarse documentos referidos a la
construcción de galeras, la función de las atarazanas como astillero irá
disminuyendo con el paso de los años, al tiempo que el Atlántico va desplazando
al Mediterráneo de su posición central en el comercio internacional tras el
descubrimiento del continente americano.
El inicio del siglo supuso para las atarazanas del Grao un lento camino hacia la
reconversión del edificio en depósito de grano y de artillería, aunque continuó
con su función de lugar de representación y acogida de autoridades y personajes
ilustres.
Dos inventarios realizados en 1512 y 1518 permiten conocer la distribución y uso
de los espacios y muestran que las atarazanas eran utilizadas como depósito y
fábrica de municiones de guerra, mientras que de su primitiva función sólo
quedaba la de servir de taller de reparación y custodia de naves, pero no ya como
propiamente astillero. Sin embargo, el Consejo de la ciudad no dejó de invertir en
el recinto, pues, aunque los trabajos relacionados con la construcción naval
fueran mínimos, el comercio marítimo no debió ser desdeñable. Prueba de ello
son las obras realizadas entre 1499 y 1503 por el maestro constructor Pere Venia,
colaborador de Pere Compte en la Lonja nueva y en la Universidad (Estudi
General) por aquellos mismos años. Los trabajos consistían en la realización de
unos estudios con sus establos, a base de ladrillo y con azulejos en el pavimento,
destinados a acoger a los señores Jurados cuando se trasladaran al Grao.
Relacionado con la nueva función de almacén hay que situar el mandato de los
Jurados, el Racional y el Síndico en 1504 para que fuese pavimentada una nave de
las atarazanas con losas de piedra, tarea que fue encargada al mismo Pere
Compte, maestro mayor de las obras más representativas de la ciudad. En 1545 se
pavimentaron otras dos por el maestro cantero Joan Porcar, enlosado que será
ampliado en 1565 por el mismo maestro. En el contrato de 1565 se hace referencia
a la necesidad de elevar el suelo de les taraçanes velles (debe referirse a las dos
naves que quedaban por pavimentar) y que se igualara al de las otras naves,
puesto que el trigo se estropeaba por la humedad. Ante la necesidad de utilizar
las naves como almacén de grano, parte de la artillería allí depositada será
trasladada a las atarazanas intramuros de Valencia.
Hacia mediados de siglo el arsenal no sólo había perdido importancia como
astillero, sino también como edificio de referencia de la Villanueva del Grao,
9
siendo sustituido hacia los años cuarenta por el baluarte, construcción heredera
de la torre construida por Jaime I en 1277 para proteger la costa y pieza
fundamental de las fortificaciones del Grao en la Edad Moderna. Las atarazanas
fueron utilizadas temporalmente como almacén de los pertrechos de las obras
mientras duró su construcción.
La ciudad dejó de invertir en nuevas dependencias y tan sólo se sucederán
pequeñas intervenciones destinadas a asegurar su buen estado.
3.3.4. Cambios de uso y de función.
A partir de este momento la historia de las atarazanas se desligó de la del
puerto, corriendo una suerte muy diversa a la de éste y a la de la Villanueva del
Grao. Al dejar de construirse embarcaciones en ellas y destinarse definitivamente
a almacén de grano, no sólo varió su función, sino que también perdió gran parte
del terreno, hasta quedar limitado al edificio que hoy se conserva.
En el siglo XVII ya no hay noticias de galeras allí construidas, es más, en el
lienzo que pintó Pere Oromig sobre el embarque de los moriscos en el Grao de
Valencia en 1609, se puede ver que el patio delantero destinado a armar las
galeras había perdido su función y tampoco aparece el muro de protección del
recinto.
La finalidad de las atarazanas como almacén de trigo quedó consagrada con la
declaración del edificio como casa pública para la custodia del grano en 1677.
Tras la pérdida de los fueros, la ciudad tuvo ceder las atarazanas al rey Felipe V
para almacenar provisiones, principalmente sal, lo que contribuyó a aumentar su
deterioro. Superados los momentos difíciles, fue reclamada su devolución, y una
10
vez conseguida, el Ayuntamiento las reparó, aunque de nuevo tuvo que
desprenderse de ellas al tener que entregarlas a la Hacienda Real como pago de
una deuda. En 1840 el propio gobierno central vendió las cinco naves,
desglosadas, a particulares, que las destinaron a diferentes usos y que alteraron,
por tanto, su unidad de conjunto.
A pesar de su deterioro, el edificio despertó el interés de algunas personas
dentro y fuera de Valencia, y prueba de ello fue la promulgación, el 11 de
noviembre de 1949, de un decreto por parte del Ministerio de Educación Nacional
que lo declaraba Monumento Histórico Artístico. El decreto, tras unas notas
históricas y descriptivas, agregaba: “Las Atarazanas del Grao de Valencia, a pesar
de las modificaciones sufridas, constituyen una serie de edificios con aspecto
monumental que recuerda el poderío naval de la antigua Valencia… por lo que se
impone adoptar las medidas oportunas para atajar la desnaturalización de
edificaciones que deben perdurar como vivo testimonio de grandezas y estímulo
de continuidad”.13
El hecho de declarar oficialmente la importancia del edificio no sirvió para
cambiar de momento su situación de deterioro, pues continuaba utilizándose
como naves industriales, e incluso una de ellas había servido como teatro y
posteriormente como sala de cine hasta 1936. En otra se integró una vivienda de
dos plantas con fachada modernista. La vivienda ocupaba dos tramos de la nave,
destinándose los restantes a almacén de la empresa del propietario. Otra de las
naves sufrió considerables desperfectos a causa de la explosión de una bomba
durante la guerra civil.14
Exterior de las atarazanas antes de su restauración
13
ALMELA I VIVES, Francisco, 1953, p. 22
CATALÁ GORGUES, M. Ángel, 2008, p. 236. El autor cita los propietarios de las naves en el momento
previo a su expropiación: Enrique Illueca poseía tres naves, dos de ellas destinadas a talleres
metalúrgicos y la otra había sido teatro y posteriormente el cine “Alhambra”. Luis Ballester era
propietario de una nave destinada a almacén de efectos navales, que había sido con anterioridad
bodega y garaje; y Bernardo Prieto, propietario de una nave destinada a almacén de hierros.
14
11
Interior de las atarazanas antes de su restauración
Hay que señalar también que el entorno del recinto fue perjudicado en los
años cincuenta con el levantamiento de edificios de viviendas que lo privaron de
la comunicación con el mar y lo desconectaron de un frente marítimo inherente a
él. Las cosas empezaron a cambiar cuando en 1978 el Ayuntamiento se planteó la
recuperación del edificio. Primero expropió tres naves, y durante los años 1980 y
1982 las otras dos. Así y todo, aún sirvieron de refugio temporal de las Rocas del
Corpus mientras se restauraba la llamada Casa de les Roques.
IV. CARACTERÍSTICAS ARQUITECTÓNICAS
4.1. Antecedentes constructivos y la arquitectura con arcos diafragma.
4.1.1. Antecedentes constructivos.
El antecedente inmediatamente anterior desde el punto de vista estructural
son las atarazanas hispanomusulmanas. Eran recintos en forma de cuadrilátero
con un número determinado de naves múltiples, espaciosas y de igual luz,
cubiertas con bóvedas más o menos apuntadas separadas por recios pilares.
Abiertos al mar en uno de sus lados, se completaban con otras dependencias
destinadas a almacén y zona comercial.15 En ellos se construían y reparaban
navíos, a la vez que se fabricaban y almacenaban máquinas, instrumentos y
armas.16 Ejemplos significativos fueron los de Algeciras, Almería, Málaga o
Sevilla, y ya más cercanos, los de Tortosa o Denia.
La disposición de las atarazanas hispanomusulmanas, con sus naves paralelas,
no es una invención islámica. Ese tipo de edificio industrial era ya el de las neoria
15
16
MOLINA LÓPEZ, Emilio, 1995 , p. 107
TORRES BALBÁS, Leopoldo, 1983, p. 169
12
helenísticas y, más tarde, el de las navalia romanas, de las que poseemos escasas
noticias. Vitruvio dice de estas últimas que debían orientarse al norte, para
librarlas de la acción destructora de los insectos; no era conveniente emplear
madera en su construcción, para prevenir incendios, y sus dimensiones habían de
ser proporcionadas al tamaño de los mayores navíos que fueran a recibir.
Reproducciones de navalia abovedadas se pueden ver en los relieves de La
columna de Trajano en Roma y en alguna pintura mural de Pompeya.
Probablemente los bizantinos también construyeron en las costas mediterráneas
arsenales del mismo tipo.17 Los musulmanes no hicieron, pues, más que copiar un
modelo tradicional ya existente y que sería el punto de referencia inmediato para
las posteriores construcciones cristianas.
4.1.2. La arquitectura con arcos de diafragma.
La arquitectura de arcos diafragma se conforma mediante una serie de arcos de
fábrica, paralelos entre sí, sobre los que se construye la cubierta del edificio. El
techo es generalmente de madera y salvo enmascaramientos, queda aparente al
interior. La cubierta es comúnmente a dos vertientes, pero también puede
construirse plana. El sistema de arcos de diafragma con techumbre de madera,
aunque resulta paradójico, es el que menor cantidad de madera precisa para su
construcción. Frente a los sistemas abovedados, no necesita las costosas cimbras
de madera que se precisan para su montaje. De hecho, el arco de diafragma hace
el papel de la viga, la cercha o el cuchillo.18
Este sistema alcanza su máximo desarrollo de los siglos XIII al XV y tiene un
amplio uso en los países ribereños del Mediterráneo occidental. Las razones que
explican su éxito son diversas, pero ante todo está la economía que supone el
mínimo consumo de madera en unos territorios que tienen un bosque débil, de
poca altura y en regresión. Las reservas de madera son para la construcción de
barcos, especialmente en esta época en que vuelve a desarrollarse el comercio
exterior. Este es el caso de la Corona de Aragón, que en los siglos XIII y XIV fue
una sociedad en expansión que acabó dominando comercial y militarmente el
Mediterráneo. Durante el siglo XIII el crecimiento se realizó a costa de los
territorios islámicos y las nuevas construcciones derivadas del proceso de
colonización cristiano utilizarían ampliamente este sistema constructivo, tanto
en iglesias como en edificios civiles tales como hornos, almacenes o alhóndigas,
hospitales y atarazanas. Entre estas últimas destacan las de Barcelona y Valencia.
Las de Barcelona comenzaron a construirse en 1378 y cuentan con once naves,
construidas en diferentes etapas y con diferentes dimensiones, de arcos de piedra
y trazado de medio punto. Las de Valencia serán descritas a continuación.
17
18
TORRES BALBÁS, Leopoldo, 1983, pp. 168-169
ZARAGOZÁ CATALÁN, Arturo, 2003, p.110
13
4.2. Descripción del edificio.
El edificio de las cinco naves de las atarazanas es una construcción que ocupa
un solar de planta rectangular de 48 metros de longitud por 68 metros de ancho,
lo que supone una superficie aproximada de unos 3.500 m2, y que configura el
mayor espacio cubierto de toda la arquitectura medieval valenciana. Está
edificado a base de tapial o enfoscado de mortero de cal y arena revestido de
ladrillo en arcos y pilares, y verdugadas de ladrillo y calicanto en cerramientos.
Cada una de estas cinco naves longitudinales está formada por nueve arcos
diafragma de perfil apuntado, de 10,40 metros de luz, 9 metros de altura en el
vértice y 82 centímetros de grosor, que apoyan sobre pilares rectangulares
transversales al eje mayor de las naves. Estos pilares sustentan dos arcos cada
uno, excepto en los lados norte y sur en que los arcos descansan sobre
contrafuertes, visibles al exterior de la fachada norte e integrados en el recinto
interior los de la fachada meridional. Las naves están comunicadas entre sí por
ocho arcos apuntados de 5,30 metros de luz, 7 metros de altura y un grosor de
0,85 centímetros.
Las cubiertas a dos aguas están formadas por correas de madera y una
cumbrera, hendidas sobre el trasdós de los arcos diafragma. Un entramado de
pares de madera sustenta los tableros de ladrillo sobre los que se instalan las tejas
árabes, y que en su origen debieron de ser planas.
Los cinco arcos de la fachada posterior están tabicados, si bien a determinada
altura se han abierto ventanales. La conversión de la fachada principal en una
especie de zaguán porticado ha permitido que sus arcos permanezcan en la
actualidad descubiertos, como lo fueran en su origen, situándose el cerramiento
actual en el segundo tramo de las naves.
Elementos originales de la construcción que han superado el paso de los
siglos son los cuatro canalones de piedra caliza que se prolongan a modo de
gárgolas y en los que aparece el escudo de la ciudad tallado en su frente
Interior del edificio
Detalle de una gárgola de piedra
14
V. REHABILITACIÓN DEL EDIFICIO
Tras algunas intervenciones parciales entre 1979 y 1984, el arquitecto Manuel
Portaceli dirigió los trabajos de rehabilitación entre 1991 y 1993, aunque el edificio
fue inaugurado oficialmente el 10 de noviembre de 1992.
La idea, según el arquitecto, era “dejar hablar al edificio”, liberándolo de los
añadidos, producto de las agresiones que había padecido desde que pasó a manos
privadas en 1840. Los trabajos en el interior se dedicaron a la limpieza y
sustitución de piezas cerámicas en los arcos existentes y a la demolición de los
rellenos de los arcos, así como a la restitución de las cubiertas. Las fachadas
principal y posterior se limpiaron eliminando los elementos añadidos. En la
fachada posterior se crearon ventanas verticales cerradas con una cristalera-reja
de perfiles en frío pintados, mientras que en la principal se retiró el cerramiento a
la segunda crujía. Este cerramiento está constituido por un muro hasta el
arranque de los arcos, y a partir de ahí una reja vidriera cierra todo el hueco del
arco, estableciendo una transparencia visual que integra la primera crujía,
destinada a porche.
El acceso al recinto se llevó a cabo en la segunda nave empezando por el lado
sur mediante grandes puertas correderas horizontales de madera, que dan paso a
una doble puerta acristalada, enmarcadas por una “U” de hormigón armado visto.
Los materiales de los cerramientos son de carácter industrial: la cristalera a base
de perfiles metálicos pintados, y las puertas de emergencia y de servicio (situadas
entre dos contrafuertes del lado norte) con perfil y chapa metálica pintados. El
pavimentado, a base de losas de piedra de Borriol, deja un foseado perimetral en
los muros y bases de los arcos originales.19
El resultado del proyecto llevado a cabo debe considerarse una rehabilitación,
que ha tenido como mérito principal el haber recuperado el espacio amplio y la
articulación de los arcos diafragma, pero esta estructura a duras penas consigue
entonarse con los elementos de obra nueva y materiales modernos añadidos. Por
otra parte, apenas pueden diferenciarse las etapas constructivas del edificio, cuya
historia está salpicada de reformas y reparaciones de las que casi no queda otro
testimonio que el documental.20
19
20
http://rest-gh.blospot.com/2006/10/manuel-portaceli-rehabilitación.html
CONTRERAS ZAMORANO, Gemma; SERRA DESFILIS, Amadeo, 1997, p.172
15
VI. USOS ACTUALES Y PROPUESTAS DE USO
Desde el mismo momento en que se planteó rehabilitar el edificio de las
atarazanas, siempre se pensó en destinarlo a Museo Marítimo, sin descartar que
tal uso pudiera ser compatible con otros fines culturales. Tras su inauguración
comenzaron a ser utilizadas como salas de exposiciones temporales y otros
eventos de tipo cultural.
Después de la primera exposición, dos de las cinco naves (y luego solo una)
acogieron las colecciones del llamado Museo Marítimo, instituido en 1971 e
inaugurado con carácter provisional en los bajos de las torres de Serranos. Estas
colecciones compartían espacios simultáneamente con otras exposiciones
temporales. Pero las expectativas creadas pronto fueron frustración, al quedar
reducido el ámbito expositivo a una sola nave no visitable, sino como simple
almacén, hasta que se decidió trasladar la mayor parte de esos fondos a otras
dependencias municipales, no accesibles al público.
Así las cosas, cuatro de las cinco naves de las atarazanas se vienen utilizando
para albergar exposiciones temporales, la mayoría de ellas de arte actual y cuyo
montaje ha determinado el apanelamiento postizo y la compartimentación
artificial de tan enorme espacio, lo que desvirtúa su diafanidad originaria y la
misma lectura de la singularidad arquitectónica del monumento.21
Exposiciones temporales en las atarazanas
El objetivo primordial de la recuperación del edificio debiera ser rescatar su
memoria, potenciar su importancia histórica, poniendo en valor, además, su
singularidad arquitectónica; explicar, tanto su primitivo uso como sus funciones
posteriores, pero resaltando lo que fue su razón de ser: casa de fabricación de
naves. Ello aconsejaría incluir en su interior una reproducción de embarcaciones
a escala real, así como la recreación del proceso de su construcción, contando
21
CATALÁ GORGUES, M. Ángel, 2008 p. 246
16
para ello con el apoyo de las nuevas tecnologías museogáficas. Todo ello sin
perder de vista que el protagonismo debe concedérsele al propio edificio, dada su
singularidad y funcionalidad, testimonio histórico y exponente de la ciudad de
Valencia, punto de encuentro de civilizaciones y puerta abierta al mar
Mediterráneo.
VII. CONCLUSIÓN
Las atarazanas del Grao rememoran una etapa brillante del pasado de
Valencia como potencia naval. En ellas trabajaron maestros de obras de la talla de
Pere Compte o Joan del Poyo, lo que da fe de la importancia que tenía para la
urbe su apariencia y buen estado. La historia del recinto tiene un gran
paralelismo con la de la misma ciudad, con la que compartió momentos álgidos
con otros de menor protagonismo.
Las atarazanas son valiosas por las funciones que desempeñaron desde el
primer momento de su construcción, funciones que como hemos visto han sido
variadas, pero también lo son por sus singulares características arquitectónicas.
Es por ambas razones por lo que fueron declaradas Monumento Histórico
Artístico Nacional, reconociéndose de este modo su valor patrimonial, como
legado material que actúa de nexo entre generaciones, como verdadero
mensajero de cultura. Todos los monumentos conllevan algo trascendente que les
hace particularmente útiles y estimados. Son consagraciones a la memoria.22
22
BALLART HERNANDEZ, Josep, 1997, p.35
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VIII. BIBLIOGRAFIA
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Grao de Valencia”. Archivo del Arte Valenciano. 2008, vol. 84, p. 229253.
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Páginas web consultadas:
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http://www.gothicmed.es/browsable/es/Atarazanas.html
http://rest-gh.blospot.com/2006/10/manuel-portacelirehabilitación.html
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