Retablos relicario en la Nueva España

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RETABLOS RELICARIO EN LA NUEVA ESPAÑA1
Gabriela Sánchez Reyes
Universidad Nacional Autónoma de México
Todo un mundo de esperanzas, de deseos
flotó en torno a esos frágiles relicarios, que
nos emocionan hoy, como todas las cosas
de las que el pensamiento humano se
preocupó largamente.
Emile Mâle.
Definiciones
La creación de relicarios, ha acompañado las oraciones de los fieles a lo
largo de los siglos. Su función es la preservación de las reliquias de los santos
para ser ostentadas públicamente con el boato y el decoro debidos. El cuerpo
santo se venera porque todos los seres humanos están considerados como
templos de Dios donde habita el Espíritu Santo; por eso, las reliquias son tan
apreciadas porque son un fragmento donde habitó Dios y son en síntesis, un
punto de contacto con lo divino.
La palabra reliquia proviene del latín reliquiae, es decir restos. Por
extensión se entiende como reliquias los restos de los santos, concepto que
comprende tanto cualquier parte del cuerpo como huesos, o algún objeto
perteneciente al santo con el que mantuvo contacto físico.
La elaboración de relicarios para resguardar y venerar las reliquias de
los santos, está sujeta a la imaginación de los artistas de diferentes gremios
como los plateros, los escultores y los pintores; quienes tuvieron el reto de
encontrar soluciones formales adecuadas, determinadas en buena medida,
por la forma y el tamaño de la reliquia del santo. A lo largo del tiempo, se fue
instaurando una tipología de relicarios que se adaptó a los diferentes
materiales y a los estilos artísticos. Ejemplo de esto, son algunos retablosrelicario estudiados en la zona centro de México. El tema central de este
trabajo, es dar a conocer unos ejemplos del trabajo escultórico realizado en
este tipo de retablo donde la presencia de los santos, a través de sus restos
corporales, se preservó incluso, en la planeación de retablos incluso en el siglo
XIX.
Las clasificaciones establecidas para los relicarios están en función de
la reliquia principal que contiene o de la forma de la misma. En escultura se
crearon bustos, brazos e imágenes de cera de cuerpo entero para resguardar
una o varias reliquias. De igual forma, se idearon retablos diseñados
estructuralmente para la ostentación pública o privada de reliquias. El gremio
de plateros se enfrentó al reto de la invención de variadas formas para
relicarios, aunque entre ellos el tipo ostensorio fue el más frecuente.
1 Esta ponencia es el resultado parcial de mi tesis de maestría en Historia del Arte,
titulada Relicarios novohispanos a través de una muestra de los siglos XVI al XVIII, que
realizo en Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM). Agradezco a la Coordinación de Historia del Arte de la UNAM, el financiamiento
otorgado para realizar el viaje a España y poder participar en este Congreso.
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En función del contenido existen las Estaurotecas 2, es decir, relicarios
con reliquias de la Santa Cruz llamada en latín Lignum Crucis, que pueden
estar acompañadas de diversas reliquias de santos como de ceras de Agnus
Dei. De igual forma, existen las Lipsanotecas, que son un conjunto de
diminutos fragmentos de reliquias de santos, que forman pequeñas
composiciones en un soporte que puede estar pintado al óleo, adornadas con
filigranas de papel o acompañados de finos bordados.
Cualquiera que sea la forma o cantidad de reliquias resguardadas en
los relicarios, éstas deben estar identificadas con una cédula (cedulae), es
decir, un diminuto papel que señala el nombre del santo al que pertenece la
reliquia. La exposición de reliquias debe estar avalada por un documento
denominado auténtica, que las legitima por la Santa Sede y que señala la
parte del cuerpo del santo que fue donada para su veneración.
Traslado de reliquias al nuevo mundo
La circulación de reliquias de los santos a la Nueva España, se inicia a
partir de la segunda mitad del siglo XVI. Situación en la que intervienen
clérigos que las solicitaban, o las trasladaban de Europa al Nuevo Mundo. Son
dos las vías detectadas para la obtención de reliquias en México, la primera
son las solicitudes realizadas directamente al Pontífice, o a algunos clérigos
residentes en alguna parte de Europa. La segunda, es la donación efectuada
por personas distinguidas, ya sean civiles o clérigos a iglesias y conventos. En
este caso, su obtención no queda muy clara aunque cabe suponer que ellos
mismos hicieron sus peticiones al alto clero. Si bien las fuentes en general, no
especifican su obtención, no puede descartarse el comercio ilícito de estas,
tanto en Europa como en América.
La procedencia de tales reliquias, en su mayoría debe fijarse en las
catacumbas romanas, donde las tumbas de los mártires se convirtieron en los
proveedores de reliquias al mundo cristiano. Se ha calculado que un 51.8% se
destinó a Italia; 22.2% a Francia; 6.3% a España; 5% hacia América; 3.2 %
para Alemania; 2.3% a las islas británicas; 2.2% a los Países Bajos; 2.2.% a
los cantones suizos; 1.8% al imperio austriaco; 1.4% a Polonia, y el resto a
Oceanía y África.3 Este traslado de reliquias originó la creación en el año de
1667, de la Congregación de Indulgencias y de Santas Reliquias por órdenes
del Papa Clemente IX, que se encargó de reglamentar y autenticar las reliquias
extraídas de las catacumbas.
Retablos y reliquias
El sentido de los retablos es destacar la tradición didáctica que la
Iglesia siempre ha mantenido en torno a las imágenes, especialmente después
del Concilio de Trento. En el retablo, se concentran las verdades
fundamentales de la Iglesia, a través de las narraciones de los diferentes
pasajes de Cristo, de la Virgen María y de las vidas ejemplares de los santos.
Como bien señala Sebastián de Covarrubias, en su Tesoro de la lengua
2 Reliques d’Europe et d’Océanie. “la mort n’en saura rien”, Paris, Musée national
des Arts d’Afrique et d’Océanie, 1999, pp. 208, 210.
3 Ibid, p. 91.
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castellana de 1611, el retablo “retrae y retrata las figuras de la historia”4; en
este caso la historia sagrada. Dedicados a los santos, se destinaron estos
espacios de veneración donde su imagen y sus restos corporales pudieran
estar expuestos de manera pública para difundir y promover la devoción que
merecen.
Varios son los caminos que se pueden elegir para estudiar un retablo.
Ya sea desde el punto de vista iconográfico, por su arquitectura, su función o
su estilo. En el caso de los retablos con reliquias, dos son los aspectos que
deben analizarse. Uno es la función, es decir, que se diseñó para la
ostentación de las reliquias y el segundo, es la solución formal lograda por el
artífice. La historiografía española, ha fijado como un primer tipo de retablorelicario aquél que tenga como característica el tener forma de “armario”,
donde es preciso abrir unas puertas para tener acceso a las reliquias. Éstos
están constituidos por un banco, varios cuerpos y encasamentos. El segundo
tipo de retablo-relicario, está constituido por estantes, dentro de los cuales se
colocan los distintos relicarios.5
En el caso de los retablos de México, he localizado dos tipos de retablorelicario, el primer grupo lo constituyen aquellos creados específicamente para
la exposición de reliquias, es decir, una sección estructural del mismo, ha sido
planeada para tal fin. Mientras que el segundo grupo, lo conforman aquellos
que en alguna sección de su traza, se albergan pequeños medallones que
contienen las distintas reliquias.
Antes de abordar algunos ejemplos de los retablos-relicario diseñados
por los artistas novohispanos, es necesario apuntar que antiguamente las
mesas de los altares requerían de reliquias para su consagración, de ahí su
importancia dentro de la liturgia.6 Las reliquias eran resguardadas en un ara,
que era una caja cuadrada u oblonga, generalmente de mármol, de un grosor
aproximadamente de dos centímetros y que al centro de la mesa del altar,
permitía reposar la hostia y el cáliz.7 El uso de aras en la Nueva España fue
común para improvisar altares necesarios en los largos viajes de predicación.
En las visitas pastorales de los obispos, como el que realizó Alonso Mota y
Escobar podían incluso, quedarse sin oficiar misa por falta de un ara, ya que
en 1610 recorriendo lo que es ahora el estado de Veracruz, se quedó sin ara
en el rancho de Tortugas, por estar muy crecido el río. 8
Las crónicas hacen especial mención sobre el material utilizado, que
fue la piedra blanca jaspeada conocida como tecalli, extraída en la jurisdicción
de Tepeaca, Puebla. Esta se caracteriza por su color blanquecino y su
transparencia, aunque también podía ser de color verde. Con esta piedra se
hacían además de aras, cruces, espejos, salvillas, cofres, mesas, tinteros y
pilas de agua bendita. Esta piedra fue empleada para las columnas del retablo
mayor de la Catedral de Puebla. En el convento de San Francisco de la ciudad
4 COVARRUBIAS OROZCO Sebastián de, Tesoro de la lengua castellana o española,
Madrid, Editorial Castalia, p. 863.
5 MARTÍN GONZÁLEZ Juan José, El retablo barroco en España, Madrid, pp. 16-18.
Román Hernández Nieves, Retablística de la baja extremadura (siglos XVI-XVIII), pp. 379381.
6 En la actualidad ya no son obligatorias las reliquias para la consagración de los
altares, ésta práctica fue modificada a raíz del Concilio Vaticano II.
7 Diccionario enciclopédico de la fe católica, México, Editorial Jus, 1953, p. 50.
8 MOTA Y ESCOBAR Alonso de la, Memoriales del obispo de Tlaxcala, México, SEP,
1987, p. 53.
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de México, ésta se usó para el púlpito y las pilas de agua bendita que se
localizaban en las puertas del convento.
Otro material utilizado para la elaboración de aras, fue la piedra
llamada Chalchihuites, mineral de color verde que fue llamada esmeralda. El
convento franciscano de Quecholac poseía una “ara de esmeralda bruta” que
era sujetada con cuatro pernos.9 Fueron tan apreciadas por sus cualidades,
tanto las aras como otros objetos manufacturados con estos materiales, que
incluso se exportaron a Europa.
Las aras para los altares eran importantes por contener en su interior
reliquias de los santos. En el caso del altar de los Reyes de la Catedral de
Puebla, se colocaron reliquias insignes como son un pedazo del velo de la
Virgen María, un cabello de San Pedro, un fragmento de la púrpura de Cristo,
un pedazo de la Santa Cruz del Buen Ladrón, y otras reliquias de mártires.
Todas ellas tenían su bula que las autenticaba para su veneración.10 Es
importante señalar que aún algunos retablos conservan sus aras
consagradas.
Los retablos-relicario en México están asociados en algunos casos, a
capillas edificadas para la exposición de reliquias. Este tipo de capilla se
puede encontrar en Catedrales y en iglesias conventuales. Dentro del
programa de las catedrales de ciudades como México y Puebla, existe la
planeación de una capilla para conservar las apreciadas reliquias enviadas
desde Europa. En el caso de la Catedral de México, se cuenta con la Capilla
del Santo Cristo y de las Reliquias, a un costado de la sacristía. 11 En el
interior de esta capilla se conserva el altar mayor que contiene las reliquias,
dos colaterales: uno dedicado a la Virgen de Guadalupe y el otro a la Virgen de
la Virgen de la Confianza.
Se sabe que el Cabildo Catedralicio contrató el retablo de las reliquias
el 11 de junio de 1698, para resguardar la colección de relicarios que poseía
en ese momento. Para esa tarea fue contratado el maestro ensamblador
Manuel de Nava,12 en tanto que las pinturas en tabla son de Juan de Herrera.
El retablo ha tenido algunas modificaciones como en el zoclo y la mesa del
altar, realizados en 1965. Dichas piezas sustituyeron a otras de estilo
neoclásico, y son obra de Miguel Soto Rodríguez. En esta intervención también
fue colocada la imagen-relicario de San Teodoro.13
VETANCURT Agustín de, Teatro mexicano. Descripción breve de los sucesos
ejemplares, históricos y religiosos del nuevo mundo de las Indias, México, Porrúa, 1971,
libro I, capítulo II, p.54, 56, 59-60.
10 ALCALÁ Y MENDIOLA Miguel, Descripción en bosquejo de la imperial cesárea muy
noble y muy leal ciudad de Puebla de los Ángeles, Puebla, (México), Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla, 1992, p. 87.
11 El nombre de esta capilla hace alusión a dos devociones. Una es la escultura de
un Cristo Crucificado, imagen que de acuerdo con la tradición, fue regalada por el
emperador Carlos V. La segunda corresponde a la veneración de las santas reliquias de los
santos.
12 CASTRO MORALES Efraín, “Manuel de Nava, un escultor y ensamblador
mexicano de los siglos XVII y XVIII”, en Nuevo Museo Mexicano, México, vol. 1, núm. 1,
1985, pp. 31-69.
13 Catedral de México. Patrimonio artístico y cultural , México, SEDUE-Banamex,
1986, pp. 346-347.
9
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Figura 1: Retablo relicario. Catedral de México.
Elisa Vargas Lugo, Archivo Fotográfico IIE-UNAM.
El retablo-relicario está formado por una predela, un solo cuerpo y un
remate; en la calle central, hay un nicho cruciforme con la escultura del Santo
Cristo. Las calles laterales están formadas por nichos que albergan escultura
de la Virgen Dolorosa, San Juan Evangelista, San Pedro, Santa María
Magdalena y Santa Verónica. Los soportes empleados son unas columnas
cariátides.
El diseño de este retablo fue pensado para las reliquias desde su
contratación con el maestro Manuel de Nava. Así lo testimonia el documento
notarial donde se establece que se habría de “fabricar un colateral relicario en
todo los que ocupa el frente de dicha capilla del Santo Cristo, desde lo que
pidiere el altar hasta cerrar en el medio punto que hace para las bóvedas.”14 El
costo del retablo requirió una inversión de 2, 000 pesos; para ello se acordó
emplear madera de cedro viejo para las partes interiores y ayacahuite para las
exteriores. La entrega de la obra se realizaría en ocho meses para dejarla
“fenecida y acabada con toda perfección del dorado, que no corre por nuestra
cuenta, la he de dejar puesta en dicho altar, con todas las calidades y
condiciones que van referidas”.15
La predela fue diseñada como la estructura para contener los relicarios.
Compuesta por dos bancos, permite su división en veintidós secciones que
van desde cajones con sus tapas, estructuras cruciformes, y una urna; todos
diseñados exclusivamente para los relicarios. En el contrato se especificó la
14
15
CASTRO MORALES Efraín, Op.cit., p.34.
Ibid., p. 35.
620
creación de “diecinueve cajoncitos laboreados por la parte de adentro, cada
uno con su puerta y chapa, para la seguridad de las reliquias que se han de
colocar dentro y cada uno ha de ser con dos llaves, para que si la una se
quebrare quede la otra”.16 Cajones que miden en promedio 61.5 x 56.5 x 52
cm. Algunas de las puertas aún se cierran con sus llaves.
Figura 2: Retablo relicario. Catedral de México. Detalle.
Gabriela Sánchez Reyes.
Otra característica de éstas puertas, es que fueron encargadas
específicamente para estar pintadas. El contrato especifica que “todas las
porteñuelas de las reliquias por la parte de afuera han de ir pintadas en las
historias y conforme lo que a cada perteneciere, y las vidrieras que se les han
de poner a todas ellas las ha de dar el señor Deán”.17 Sobre esto, cabe citar
que San Carlos Borromeo en sus Instrucciones de la fábrica y del ajuar
eclesiástico, recomienda que el armario donde se oculten las reliquias se
reproduzca “religiosa y decorosamente una pintura de los santos cuyas
reliquias, sobre todo las más insignes, se guardan ocultas en él.”18
La elaboración de las pinturas en tabla, se encomendó al pintor Juan
de Herrera, de quien se conoce su obra a través de las pinturas de este
retablo-relicario y otros cuatro lienzos pertenecientes a la catedral de
Texcoco.19 De las doce tablas del retablo, únicamente once son de la autoría
de Juan de Herrera, su firma se encuentra en la pintura correspondiente a
Ibid., p. 34.
Ibid., p. 35.
18 BORROMEO Carlos, Instrucciones de la fábrica y del ajuar eclesiástico, México,
UNAM-IIE, 1985, p. 38.
19 MAZA Francisco de la, “El pintor Juan de Herrera y un cuadro flamenco en la
Catedral de México”, en Anales de Instituto de Investigaciones Estéticas, México, UNAM-IIE,
Núm. 41, 1972, p. 131.
16
17
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San Primitivo. Francisco de la Maza observa que la tabla con la escena de
“Juan Diego ante Zumárraga” es obra del siglo XVIII. Los rótulos de las
pinturas, salvo dos de ellos, también son del siglo XVIII. Seis de estas tablas
muestran una numeración, que no fue respetada en la colocación del retablo,
desconozco desde cuándo mantienen este orden pero desde el año de 1887,
año en que José María Marroquí describe esta capilla, conservan este orden.20
La predela que bien podría denominase predela-relicario, consta de dos
niveles; el inferior, está conformado por seis pinturas y un espacio
correspondiente a la urna de un Santo Entierro, obra posterior cuyo
emplazamiento significó la eliminación de tres cajones, ya que en el contrato
se solicitaron diecinueve.21 El segundo cuerpo de la predela, está compuesto
por cuatro esculturas de ángeles, diferenciados entre sí por sus atributos
pasionarios: de izquierda a derecha un plato con monedas, una lámpara, un
ángel que no conservó atributo, y el último un plato con dados. Hay, además,
cinco pinturas, dos estructuras cruciformes y un pequeño sagrario.
Las pinturas de los santos muy probablemente se encargaron en
función de los restos corporales de los santos que en ese momento poseía la
Catedral. La capacidad de los cajones permitió albergar más de un relicario a
través del tiempo. Los santos, en la mayoría de los casos, son mártires, por lo
que se representó, el momento de su martirio. Los santos son San Felipe de
Jesús, San Primitivo; San Gelasio Papa; San Anastasio; San Vito; Santa
Hilaria y Santa Cándida; Santa Ursula y una compañera, San Epigmenio; San
Pedro Mártir y San Theodo.
En los que respecta a la calle central, en el contrato se estipula que “en
medio ha de llevar de medio relieve el Santo Sepulcro con el cuerpo de Nuestro
Señor Jesucristo en él y a un lado José de Abari Mathea, teniendo la Sábana
Santa y el otro lado Nicodemo, con el vaso de la unción”;22 pieza escultórica
que no se conserva. Sobre el elemento arquitectónico planeado para el Santo
Cristo que denominan como “una caja principal” se habría de
[…] fabricar en la mesma forma y manera que está demostrado en el diseño o
dibujo, haciendo en ella un arco capialzado de bastidores y en estos han de ir vidrios
azogados que ha de dar el señor Deán, y en caso de no hallarse dichos vidrios se pondrá lo
que conforme a arte de buena escultura fuere mejor y más vistoso. 23
Esta estructura está visiblemente alterada, esto se observa en los
elementos decorativos empleados como las rocallas, además de carecer de un
fondo que lo unifique con el resto del retablo, donde incluso se puede ver el
paramento del muro. En el retablo hay un manejo del tema pasionario, porque
se presentan a algunas figuras presentes el Calvario como San Juan y la
Magdalena; además de la presencia de ángeles sus atributos pasionarios. El
retablo es una doble alusión al martirio: el principal es el de Cristo, seguido de
la muerte de los hombres que dieron la vida por la fe, y que en espera de la
Resurrección, duermen y se muestran como testimonio de la grandeza de
Dios.
Las escenas numeradas son las correspondientes a San Gelasio con el número 9;
San Anastasio con el 1; Santa Cándida y Santa Hilaria con el 2; Santa Ursula con el 4; San
Abundio San Basso y San Palmasio con el 3, y San Epigmenio con el 2, por lo que existen
dos pinturas con el mismo número 2. El resto de las tablas carece de número. Cfr.
MARROQUÍ José María, La ciudad de México, México, Jesús Medina Editor, 1969, pp. 408414.
21 Catedral de México. Patrimonio artístico y cultura, Op.cit., p. 347.
22 Castro Morales Efraín, Op.cit.,p. 35
23 Ibidem.
20
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Algunos retablos fueron diseñados para la exposición de las reliquias
que poseían algunas órdenes religiosas. Así, la orden de los carmelitas
descalzos se caracterizó por la edificación de capillas situadas en el presbiterio
de algunas de sus iglesias donde se colocaron retablos diseñados
especialmente para sus reliquias. En el convento de San Ángel, en la ciudad
de México, edificado hacia 1626 y obra del religioso fray Andrés de San
Miguel, se conservan dos capillas-relicario que flanquean el ábside.24 Sobre
estas dos capillas, el religioso carmelita fray Isidro de la Asunción, quien las
conoció durante su estancia en la Nueva España entre los años 1673-1678;
refiere que la iglesia era hermosa y que tenía “a los lados dos capillas que
llaman sagrarios, porque sus altares están llenos de reliquias o, por otro
nombre, relicarios; son pequeñas pero muy devotas.”25
Figura 3: Retablo-relicario. Iglesia del Carmen. San Ángel, DF.
Gabriela Sánchez Reyes.
Sobre el arquitecto del conjunto, fray Andrés de San Miguel, apunta
Eduardo Báez, que “introdujo otra innovación, al abrir en ambos lados del
presbiterio dos camarines o relicarios, muy bien señalados en el plano del
SAN MIGUEL Andrés de, Obras de fray Andrés de San Miguel, INAH-IIE, México,
1969, p. 35.
25 ASUNCIÓN Isidro de la, Itinerario a Indias (1673-1678), México, CONDUMEXOrden del Carmen en México, 1992, p. 76.
24
623
manuscrito, con sus pequeñas cupulillas de media naranja”.26 En la
actualidad, estas capillas conservan pintura mural policromada, los motivos
son un par de ángeles turiferarios, y guías de flores sobre los arcos y
ventanas. Estas dos capillas se caracterizan por tener un retablo-relicario
cada una. En el retablo ubicado en el lado del Evangelio, el frontal de la mesa
del altar es de azulejo en cuyo centro se dibujó a la Virgen del Carmen;
conserva todavía las aras consagradas de la mesa. El retablo consta de una
predela, un solo cuerpo y un remate. El primer cuerpo está formado por cinco
calles: cada calle exterior está formada por dos nichos; mientas que las otras
dos calles y la central están formadas por casetones y medallones. La calle
central, la más ancha, está compuesta a manera de un marco encasetonado.
El remate está formado por cinco nichos, casetones y un frontón roto.
El retablo del lado del Epístola, también tiene su frontal de azulejo,
pero en este caso se dibujó el escudo de la orden carmelita. Al igual que el
anterior retablo, éste presenta casetones y medallones en toda su estructura.
Este se diferencia porque el intradós fue recubierto con reliquias. El remate se
caracteriza por el diseño cruciforme, donde muy probablemente se guardó un
santo Lignum Crucis.
Entre ambos retablos, hay características similares como la predela y el
primer cuerpo que son estructuralmente semejantes, a diferencia de los
remates diseñados para cada uno de ellos. La traza de ambos retablos está en
relación con la función del retablo, es decir, la exposición de las reliquias
conservadas por la orden carmelita. Para ello se valieron de serie de
encuadramientos divididos en su interior para contener las diminutas
reliquias de santos.
El trabajo realizado en los casetones y los medallones, merece
destacarse ya que el tratamiento que se les dio, fue el de una obra realizada
por los pintores iluminadores de libros. Si bien no hay caligrafías, figuras
mitológicas o de santos que pudieran relacionarlos, la policromía y la
pincelada permite vincular este trabajo con el gremio de pintores. Todo el
fondo del retablo así como de cada casetón está dorado, por lo que los colores
empleados como el rojo y el azul, logra un mayor contraste. Dorado que
acentúa su relación con el trabajo de los iluminadores.
Otro recurso empleado es la talla de bajorrelieves en cada
encuadramiento y casetón con roleos, rostros de ángeles, y follaje que de igual
forma están pintados. En cuanto a las reliquias de este retablo, la mayor parte
se perdieron, sin embargo en el retablo correspondiente al lado de la
Evangelio, sólo hay trece pequeños fragmentos de reliquias mientras que en el
otro hay Ceras de Agnus Dei además de algunas reliquias en algunos
medallones.
En el convento carmelita de Atlixco, en el estado de Puebla, también se
construyeron unas capillas-relicario con sus respectivos retablos. El cronista
de la orden, fray Agustín de la Madre de Dios, poco refiere sobre este
convento, sólo narra el momento de la fundación así como las vidas de los
venerables. El único comentario respecto a la fábrica material, refiere que éste
fue el tercer convento en fundarse “aunque el primero en fábrica y
hermosura”27.
26Ibid.,
p. 37.
MADRE DE DIOS Agustín de la, Madre de Dios Agustín de la, Tesoro escondido en
el Monte Carmelo Mexicano, México, UNAM-IIE, 1986, p. 148.
27
624
De igual forma, fray Isidro de la Asunción apunta que “la iglesia es muy
suntuosa y excede a lo que se estila entre Descalzos Carmelitas; en el cuerpo
de la iglesia, tiene cuatro medias naranjas, con muchas labores y relieves,
todos bancos, pero tanto como si se acabaran de hacer”.28 Como se ha dicho,
la arquitectura carmelita se caracterizó por planear sus iglesias con una o dos
capilla-relicario en el presbiterio, en Atlixco al igual que en el convento de San
Angel, se construyeron dos capillas en un ábside semihexagonal. Si bien se
aprecian los vanos de entrada a ambas capillas, sólo se puede tener acceso a
la correspondiente al lado del Evangelio.
Esta capilla consta de dos cámaras, una pequeña que permite acceso a
la habitación en la que seguramente se encontraban los retablos-relicario. Lo
peculiar de la ornamentación es que tanto los arcos como el intradós, se
utilizaron como motivo principal unos casetones que también están presentes
en el tambor de la cúpula.
Retablo-relicario. Capilla de San Félix, Atlixco, Puebla.
Eduardo Limón.
De los retablos que existieron en esta capilla, sólo se conserva uno que
fue trasladado a la capilla de San Félix en la misma ciudad de Atlixco. La
solución formal de este retablo se basa en enmarcamientos basados en
tornapuntas ovales, romboidales y cuadrangulares que cubren la superficie
del la predela, el cuerpo, el remate y el intradós. En este retablo, el fondo de
las tecas es rojo, recordando que resguarda restos de mártires. Aún se pueden
ver en algunos enmarcamientos reliquias con sus vidrieras.
28
ASUNCIÓN Isidro de la, Op.cit., p. 58.
625
En la iglesia del ex convento de la Enseñanza la Antigua en la ciudad
de México, existe un retablo dedicado a la Inmaculada Concepción, cuya traza
está pensada en función de las reliquias. En la predela, hay tres medallones
mixtilíneos de fondo rojo con roleos dorados en cuyo interior se aprecian
óvalos de diferentes tamaños, ahora vacíos, que contenían reliquias y ceras de
Agnus Dei.
Retablo-relicario. Iglesia de la Enseñanza, Ciudad de México.
Gabriela Sánchez Reyes.
En el primer cuerpo hay dos nichos acodados con puertas en cuyo
interior, de fondo rojo, se encuentran los restos corporales de dos santos.
Visto de frente, en la puerta derecha están las reliquias de Santa Cándida
“cuyo cuerpo se puede ver quitando la pieza de madera que lo cubre, la cual
tiene un óleo en su parte posterior que es una reproducción del cuerpo de la
santa”.29 Del lado izquierdo están los restos de San Clemente, de igual forma
están en la tapa está pintado el cuerpo del santo. El autor de las pinturas se
deben al pintor José de Páez y están fechadas en 1776.30
MAYA TÉLLEZ Luz María, El convento de la Enseñanza Antigua, México, s/i, 1974,
Ibid., p. 116.
30 No me fue posible constatar lo que la autora menciona respecto a las pinturas y
en general a las reliquias del retablo.
29
626
En el entablamento que separa el cuerpo y el remate hay dos medias
tallas de San Rufo y Santa Rubinetra, que funciona como dos cubiertas, que
al retirarse muestran los restos de dichos santos. En el remate hay tres
esculturas correspondientes a Santa Eufemia, San Gualberto y Santa
Reparata. En pequeños marcos se exponen dos ceras de Agnus Dei, de las
cuales sólo se conserva una. Como se ve, este retablo muestra una variante de
los retablos-relicarios diseñados en México, donde las soluciones de
ensamblaje y en general la traza del mismo fue pensada con soluciones
arquitectónicas y ornamentales que salen de los estantes y armarios que se
pudieron haber utilizado.
De acuerdo con la clasificación inicialmente propuesta, en torno al
retablo-relicario, he observado que se pueden señalar algunas variantes, ya
que mientras en ciertos retablos las reliquias forman parte estructural del
retablo, como los analizados anteriormente; en otros la proporción del espacio
retablístico dedicado a las reliquias es menor. Otra rasgo es que este tipo de
retablo se ubica en la nave de la iglesia y no en capillas especiales. Estas
superficies suelen ser pequeños medallones que forman parte de la
ornamentación y el diseño del retablo, o espacios no estructurales como
panales o cajones contenedores de reliquias.
En la iglesia de Santa Prisca en Taxco, los dos retablos del transepto,
muestran una estructura planeada para exhibir diversas reliquias. Los dos
colaterales, dedicado a la Virgen de Guadalupe y a Nuestra Señora del Rosario
respectivamente, fueron diseñados de la misma forma, por lo que en la calle
central del primer cuerpo de ambos, hay un relicario mixtilíneo compuesto por
pequeños paneles dentro de los cuales están las reliquias que son pequeños
fragmentos de tela y huesos diversos. Esto hace pensar que don José de la
Borda, destacado minero y patrono de la iglesia, pudo conseguir algunas
reliquias de santos que quiso compartir con el pueblo de Taxco.
En Tlacolula en el estado de Oaxaca, en la capilla de la iglesia dedicada
al Santo Cristo, existen dos retablos anástilos en el transepto. En la predela
de éstos, se dispuso de dos pares de medallones geométricos, uno para
contener reliquias y el otro, de mayor tamaño con reliquias y ceras de Agnus
Dei. El problema con este tipo de retablos es que han perdido las vidrieras que
las protegían. Sobre las ceras de Agnus Dei, vale decir que es común
encontrarlas en los retablos ya sea en un marco con reliquias o solas.
Otro ejemplo de retablo con reliquias es el dedicado a San Juan
Nepomuceno en la iglesia de Santa Clara en la ciudad de Querétaro. En este
retablo compuesto por un solo cuerpo y un remate, se han empleado pilastras
estípites, donde los cubos frontales se transformaron en relicarios. Para ello,
se han utilizado unos medallones donde la decoración se ha basado en la
división de espejos en forma de estrellas de ocho y diez picos, en cuyo centro
se ha colocado la teca con las reliquias. La utilización de espejos destaca la
presencia de las reliquias en la superficie del retablo, ya que logra un
contraste de color con el dorado del mismo. Cada medallón-espejo equivale a
una reliquia dentro del retablo. Estos se encuentran también sobre las
cornisas del primer cuerpo, además de los cubos de los estípites.
El siglo XIX cambió los retablos dorados por unos de estilo neoclásicos
que por los siguientes ejemplos, cabe pensar que se diseñaron para conservar
las reliquias que probablemente existían en los antiguos. En la iglesia de la
compañía de Jesús en Guanajuato, existe un retablo de cantera rosa dedicado
a San Antonio. Este tiene dos medallones ovalados coronando los nichos
laterales, mientras que en el remate sólo se conserva uno cuadrado. Las
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reliquias están inscritas en unos tableros a manera de panales con diversas
reliquias de santos.
De igual forma, en la iglesia del ex convento de Santa Mónica de
Puebla, los retablos fueron modificados. En el retablo dedicado a San José y a
la Virgen de Guadalupe se proyectaron, flanqueando los altares, unas bandas
verticales con medallones inscritos. Estas bandas también se colocaron en el
ábside, pero ahora flanquean los nichos con las esculturas orantes de los
fundadores del convento, el obispo de Puebla don Manuel Fernández de Santa
Cruz31 del lado del Evangelio, y del escribano Jorge Zerón Zapata del lado de
la Epístola.32 Cada medallón puede tener en la parte central una cera de
Agnus Dei y a su alrededor, diminutas reliquias.
En el templo de la Profesa de la ciudad de México, existe un retablo dedicado a
la Purísima Concepción donde, entre los intercolumnios, se abrieron ocho cajones que
contienen diferentes relicarios. Es importante notar, cómo a pesar de los cambios
ocurridos durante el siglo XIX, se respetaron los medallones pertenecientes a los
antiguos retablos. Podría pensarse incluso, que en los retablos anteriores, existieron
reliquias que se conservaron de esta forma para mantener viva la devoción a las
reliquias de los santos.
Retablo de la Inmaculada Concepción. Iglesia de la Profesa, Ciudad de México.
Alena Robin.
31 En el coro de lo que fuera este convento agustino, se conserva el corazón del
obispo, quien así lo dispuso en su testamento.
32 Estos nichos como se ven actualmente, fueron edificados en 1841 por iniciativa
de las religiosas. Cfr. ALCALÁ Y MENDIOLA Miguel de, Op.cit., p. 139. FERNÁNDEZ DE
ECHEVERRÍA Y VEYTIA Manuel, Historia de la fundación de la ciudad de la Puebla de los
Ángeles en la Nueva España, su descripción y presente estado, Ediciones Altiplano, Puebla,
(México), 1963, p. 464.
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Del muestreo realizado, queda claro que el culto a los santos, a través
de sus reliquias, motivó soluciones y creaciones que hablan de la calidad y
creatividad de los escultores y arquitectos, que tuvieron que planear dos
aspectos básicos, el estructural y el funcional como receptáculos de reliquias.
En estos retablos, también habrá que re valorar el trabajo de los iluminadores
que dieron lugar a verdaderos retablos pintados. Estos espacios
arquitectónicos, crearon nuevas soluciones artísticas para la veneración
pública de las reliquias, finalmente, estos retablos estuvieron en contacto
directo con los fieles, es decir, pudieron encomendarse a ellos, e inclusive
prenderles candelas para agradecerles los favores recibidos.
El propósito del retablo–relicario, además de cumplir con su función de
enseñanza de los dogmas y de la doctrina cristiana, hace que se transforme el
retablo en un recinto sagrado, donde se mantiene viva la memoria de la vida
ejemplar de los santos y los mártires. Son estos espacios, un fragmento de la
promesa del Paraíso donde residen los justos; ante los santos se puede
encontrar un cobijo espiritual y sólo resta rendirles veneración y rogar por su
intercesión.
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