07. Relaciones - Revista Relaciones

Anuncio
SECCIÓN
RELACIONES
97,
G ENERAL
INVIERNO
2004,
VOL.
XXV
Este artículo analiza los festejos que se llevaron a cabo en la ciudad de
Puebla de los Ángeles por la celebración del nacimiento, en 1708, del
príncipe heredero al trono, Luis I. Se estudia con particular énfasis la
procesión organizada por los comerciantes más importantes de la ciudad, y el carro triunfal que fue la pieza central de la fiesta. En este
análisis es posible observar que la elite poblana incorporó a la festividad una serie de aspectos simbólicos polivalentes, que le permitieron
manejar una multiplicidad de mensajes para afirmar su identidad
como europeos, y comentar la crisis desatada por la Guerra de Sucesión, la legitimidad del gobierno borbónico, y la autoridad del representante del rey en la localidad.
(Puebla de los Ángeles, Luis I, Borbones)
A
RTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO, Y LA REAFIRMACIÓN
DE LA AUTORIDAD REAL EN PUEBLA DURANTE
EL SIGLO XVIII: LA CELEBRACIÓN EN HONOR
DEL HÉRCULES BORBÓNICO
Frances L. Ramos*
UNIVERSIDAD
DE TEXAS EN
AUSTIN
En julio de 1708, la ciudad de Puebla de los Ángeles, México, celebró el
nacimiento del Luis I, hijo de Felipe V y primer heredero de la dinastía
borbónica al trono de España. La celebración tuvo lugar durante la Guerra de Sucesión por el trono español (1702-1713), y forzó a las elites de
la segunda ciudad novohispana en importancia a enfrentarse con el problema de la legitimidad del gobierno Borbón. Ocho años antes, Carlos II
había muerto sin heredero directo, con lo que transmitió la corona al
* [email protected] [email protected] Quiero agradecer al programa
Fullbright-Hays para la investigación de tesis doctoral en el extranjero, así como al programa de becas para doctorandos del Consejo Internacional para la Investigación en
Ciencias Sociales por el apoyo que hizo posible la realización de este artículo. Asimismo,
agradezco a Patricia Díaz Cayeros, Sandra Laudardale Graham y Russel Lohse por sus
comentarios y sus ánimos.
1 7 9
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
nieto de su media hermana y del hombre que había sido, hasta épocas
recientes, el peor enemigo de España: Luis XIV, rey de Francia. Austria,
Inglaterra y las Provincias Unidas se coaligaron para impugnar esta sucesión, y abismaron a Europa en una guerra. Las elites políticas y sociales poblanas, interesadas indudablemente en la continuidad del sistema,
vieron en el nacimiento de Luis I una fuente de legitimidad de Felipe V
y, por lo tanto, una causa gloriosa que celebrar. Pero si bien tomaron una
posición en la lucha para legitimar la transición del gobierno de los
Habsburgo al de la casa de Borbón, los poblanos encaraban otros problemas que les resultaban más inmediatos. En los albores del siglo XVIII,
Puebla había experimentado el final de su edad de oro para entrar en un
periodo de declive económico e inestabilidad política. Hacia 1708, el cabildo de la ciudad enfrentaba una significativa disminución en el número de sus miembros, una deuda impagable y, lo que era peor, se encontraba bajo la mira de la corona que intentaba reformar las prácticas
corruptas de la elite gobernante. Además, mientras se recuperaba de la
desestabilización causada por el hambre y las epidemias de la década
de 1690, la elite poblana vivía continuamente bajo la amenaza de un
estallido social. Es en este clima de incertidumbre que el cabildo de la
ciudad organizó las fiestas para celebrar el nacimiento del príncipe heredero, y los cuatro capitanes de los batallones de comerciantes comisionaron la hechura de un carro triunfal como parte de una procesión festiva muy elaborada.
La celebración se realizó durante cuatro días, a mediados de julio, y
durante todo ese tiempo hubo misas en honor del nacimiento real en el
convento franciscano, en el convento dominico, y en la catedral.1 El cabildo realzó la conmemoración con juegos pirotécnicos, y solicitó a los
estudiantes universitarios de la ciudad, comunidades indígenas,
gremios, y a los comerciantes y propietarios de las tiendas de cacao de
la ciudad, que organizaran mojigangas.2 Por invitación del cabildo, los
cuatro capitanes del batallón cabalgaron por las calles en compañía de
400 jinetes uniformados. Al centro de la multitud que desfiló se colocó
el impresionante carro triunfal con una fortaleza completa de dos cuerpos con torres, pendones, emblemas y ocho lienzos dedicados a la infancia de la mitológica figura de Hércules.3
A través de la ceremonia en honor del nacimiento real, los diseñadores y los patronos de la procesión correspondiente al regimiento, expresaron una variedad de mensajes sobre la identidad de la elite, la disputa por la sucesión dinástica y, particularmente, la crisis local de Puebla.
A principios del siglo XVIII, Hércules representaba la Virtud y la Fuerza,
pero también funcionaba como un símbolo polisémico pues representaba tanto a la Monarquía hispánica, como a la defensa del status quo, la
defensa de la fe católica, la sujeción y la Clemencia.4 Pascual Pérez, el
2
1
Jacinto Bernardez de Rivera, Sermon que en accion de gracias ofrecio â Dios, y à su Purissima Madre el Convento de las Llagas de Nuestro Seraphico Padre S. Francisco de la ciudad de
la Puebla de los Angeles [...], México, Viuda de Miguel de Ribera Calderon, 1708; Alonso
Gil, Oración panegyrica que en la celebridad que en acción de gracias por el felis nacimiento de
nuestro señor, y Principe hizo el convento de N.P.S. Domingo de la Puebla [...], Puebla, , Imprenta de Diego Fernández de León,1708; José Gómez de la Parra, Famosos Triumphos y
victoriosos tropheos [. . .] en honor de la Immaculada Concepción de Maria SS. N. S. su titular,
para dar gracias a Dios N.S. por el feliz Nacimiento de su Alteza [. . .], Puebla, Oficina de D.
José Pérez, N.d.
“Propuesta del Señor General para las fiestas que se han de hacer para el nacimiento del príncipe Don Luis I, 3 de enero de 1708”, Archivo Municipal de Puebla, microfilm
de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (en adelante BNAH-AMP), Actas de
Cabildo (en adelante AC) 36, ff. 14v.-19v. La BNAH microfilmó las minutas del cabildo poblano en la década de 1970, y desde entonces el archivo municipal cambió la paginación,
de tal manera que los números de folio de los documentos originales actualmente no se
corresponden con los del microfilm.
3
Antonio de Heredia, Elogio genethliaco, festivo Peán, que en un carro triumphal en las
fiestas, con que esta Muy Noble, y Cesárea Ciudad de la Puebla de los Angeles, celebró el feliz nacimiento de nuestro príncipe... Puebla, Imprenta de D. José Pérez, 1709. Francisco de la
Maza extractó parte de la descripción impresa en La mitología clásica en el arte colonial de
México, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1968, 142-146. Víctor Mínguez comentó brevemente acerca del carro en Los reyes distantes: imágenes del poder en el
México virreinal, Castelló de la Plana, Publicacions de la Universitat Jaume I, 1995, 54.
Antonio de Heredia hace referencia a los patronos que comisionaron el carro triunfal
simplemente como los “capitanes del batallón.” No obstante, queda claro que estos capitanes pertenecían a la elite poblana y servían en el Regimiento del Comercio de Puebla.
Véase Lyle N. McAlister, The “Fuero Militar” in New Spain: 1764-1800, Gainesville, University of Florida Press, 1957, 93.
4
Véase Gothard Karl Galinsky, The Heracles Theme: The Adaptations of the Hero in
Literature from Homer to the Twentieth Century, Totowa, New Jersey, Rowan and Littlefield,
1972.
1 8 0
1 8 1
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
nieto de su media hermana y del hombre que había sido, hasta épocas
recientes, el peor enemigo de España: Luis XIV, rey de Francia. Austria,
Inglaterra y las Provincias Unidas se coaligaron para impugnar esta sucesión, y abismaron a Europa en una guerra. Las elites políticas y sociales poblanas, interesadas indudablemente en la continuidad del sistema,
vieron en el nacimiento de Luis I una fuente de legitimidad de Felipe V
y, por lo tanto, una causa gloriosa que celebrar. Pero si bien tomaron una
posición en la lucha para legitimar la transición del gobierno de los
Habsburgo al de la casa de Borbón, los poblanos encaraban otros problemas que les resultaban más inmediatos. En los albores del siglo XVIII,
Puebla había experimentado el final de su edad de oro para entrar en un
periodo de declive económico e inestabilidad política. Hacia 1708, el cabildo de la ciudad enfrentaba una significativa disminución en el número de sus miembros, una deuda impagable y, lo que era peor, se encontraba bajo la mira de la corona que intentaba reformar las prácticas
corruptas de la elite gobernante. Además, mientras se recuperaba de la
desestabilización causada por el hambre y las epidemias de la década
de 1690, la elite poblana vivía continuamente bajo la amenaza de un
estallido social. Es en este clima de incertidumbre que el cabildo de la
ciudad organizó las fiestas para celebrar el nacimiento del príncipe heredero, y los cuatro capitanes de los batallones de comerciantes comisionaron la hechura de un carro triunfal como parte de una procesión festiva muy elaborada.
La celebración se realizó durante cuatro días, a mediados de julio, y
durante todo ese tiempo hubo misas en honor del nacimiento real en el
convento franciscano, en el convento dominico, y en la catedral.1 El cabildo realzó la conmemoración con juegos pirotécnicos, y solicitó a los
estudiantes universitarios de la ciudad, comunidades indígenas,
gremios, y a los comerciantes y propietarios de las tiendas de cacao de
la ciudad, que organizaran mojigangas.2 Por invitación del cabildo, los
cuatro capitanes del batallón cabalgaron por las calles en compañía de
400 jinetes uniformados. Al centro de la multitud que desfiló se colocó
el impresionante carro triunfal con una fortaleza completa de dos cuerpos con torres, pendones, emblemas y ocho lienzos dedicados a la infancia de la mitológica figura de Hércules.3
A través de la ceremonia en honor del nacimiento real, los diseñadores y los patronos de la procesión correspondiente al regimiento, expresaron una variedad de mensajes sobre la identidad de la elite, la disputa por la sucesión dinástica y, particularmente, la crisis local de Puebla.
A principios del siglo XVIII, Hércules representaba la Virtud y la Fuerza,
pero también funcionaba como un símbolo polisémico pues representaba tanto a la Monarquía hispánica, como a la defensa del status quo, la
defensa de la fe católica, la sujeción y la Clemencia.4 Pascual Pérez, el
2
1
Jacinto Bernardez de Rivera, Sermon que en accion de gracias ofrecio â Dios, y à su Purissima Madre el Convento de las Llagas de Nuestro Seraphico Padre S. Francisco de la ciudad de
la Puebla de los Angeles [...], México, Viuda de Miguel de Ribera Calderon, 1708; Alonso
Gil, Oración panegyrica que en la celebridad que en acción de gracias por el felis nacimiento de
nuestro señor, y Principe hizo el convento de N.P.S. Domingo de la Puebla [...], Puebla, , Imprenta de Diego Fernández de León,1708; José Gómez de la Parra, Famosos Triumphos y
victoriosos tropheos [. . .] en honor de la Immaculada Concepción de Maria SS. N. S. su titular,
para dar gracias a Dios N.S. por el feliz Nacimiento de su Alteza [. . .], Puebla, Oficina de D.
José Pérez, N.d.
“Propuesta del Señor General para las fiestas que se han de hacer para el nacimiento del príncipe Don Luis I, 3 de enero de 1708”, Archivo Municipal de Puebla, microfilm
de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (en adelante BNAH-AMP), Actas de
Cabildo (en adelante AC) 36, ff. 14v.-19v. La BNAH microfilmó las minutas del cabildo poblano en la década de 1970, y desde entonces el archivo municipal cambió la paginación,
de tal manera que los números de folio de los documentos originales actualmente no se
corresponden con los del microfilm.
3
Antonio de Heredia, Elogio genethliaco, festivo Peán, que en un carro triumphal en las
fiestas, con que esta Muy Noble, y Cesárea Ciudad de la Puebla de los Angeles, celebró el feliz nacimiento de nuestro príncipe... Puebla, Imprenta de D. José Pérez, 1709. Francisco de la
Maza extractó parte de la descripción impresa en La mitología clásica en el arte colonial de
México, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1968, 142-146. Víctor Mínguez comentó brevemente acerca del carro en Los reyes distantes: imágenes del poder en el
México virreinal, Castelló de la Plana, Publicacions de la Universitat Jaume I, 1995, 54.
Antonio de Heredia hace referencia a los patronos que comisionaron el carro triunfal
simplemente como los “capitanes del batallón.” No obstante, queda claro que estos capitanes pertenecían a la elite poblana y servían en el Regimiento del Comercio de Puebla.
Véase Lyle N. McAlister, The “Fuero Militar” in New Spain: 1764-1800, Gainesville, University of Florida Press, 1957, 93.
4
Véase Gothard Karl Galinsky, The Heracles Theme: The Adaptations of the Hero in
Literature from Homer to the Twentieth Century, Totowa, New Jersey, Rowan and Littlefield,
1972.
1 8 0
1 8 1
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
pintor de los ocho lienzos del carro, hizo la crónica de las aventuras de
infancia del héroe, y proporcionó una alegoría de la guerra. El primer
lienzo encerraba un poema de celebración por el nacimiento del héroe
mientras que los otros siete contenían imágenes: el segundo representaba a Hércules estrangulando a la serpiente enviada por Juno –la esposa
de Júpiter– para asesinarlo. En el tercero Juno intentaba destruir a Hércules con hechizos y cantos, en el siguiente se representó a Juno dormida sobre una nube mientras que Mercurio colocaba al niño para beber
de su pecho. El quinto lienzo mostraba a Quirón, maestro guerrero, ungiendo al infante con aceite. El sexto representaba a la ninfa Galatis convertida en una comadreja por desobedecer las órdenes dadas por Juno
de asesinar al niño. En el séptimo, Amaltea, la nodriza de Júpiter, era representada lanzando flores al cielo en celebración del nacimiento de Hércules. En el lienzo final, Alcmene, la madre de Hércules, sacrificaba una
res en honor a Júpiter. En la parte de arriba de cada una de las pinturas
había un mote en latín, y debajo de ella un poema, ambos concebidos
por el intelectual local, Antonio de Heredia, autor también de una descripción de la fiesta que fue dada a la imprenta. Llena de celos porque
Júpiter concibió a Hércules con una mujer mortal, la diosa Juno hizo
suya la misión de acabar con el niño. Según la versión de Heredia sobre
el mito, Mercurio –el numen– o el diplomático, protegió a Hércules de
todos los atentados de la diosa humillada. Varios actores permanecieron
alrededor del carro para representar las aventuras pueriles del héroe.
Como todos los espectadores estaban informados para comprenderlo,
Hércules simbolizaba a Luis I, Juno a la Alianza Austriaca, y Mercurio a
Luis XIV.
Sin embargo, el carro hacía más que proveer una definición de enemigos o aliados. La festividad sirvió como un espacio en el que los organizadores intentaron condensar y, en palabras de un académico moderno,
“unificar una rica diversidad de significados”.5 Mediante la celebración
del nacimiento de Luis I con construcciones efímeras típicas de las ceremonias públicas europeas, y habiendo seleccionado el tema del amadísimo héroe romano Hércules, los capitanes del batallón afirmaron su
civilidad a la vez que manifestaron la afinidad de la elite poblana con la
alta cultura europea. Cuando eran usados en la procesión del Corpus
Christi, los carros triunfales simbolizaban la victoria de Cristo sobre la
herejía. Pero en este caso, el carro simbolizaba también la victoria de
España sobre la infertilidad, la victoria de Felipe V sobre aquellos que
dudaban de su legitimidad, la derrota de los rebeldes dentro de la península, así como la victoria de la Iglesia católica sobre los protestantes
infieles aliados con los Austria. En su búsqueda por legitimar la dinastía
borbónica, los diseñadores del carro dieron una importancia particular
al papel jugado por Francia en la guerra, y se esforzaron en comunicar
que el nacimiento de Luis I anunciaba una nueva era de paz para Europa. Lo que es más, el carro combinaba las referencias a los enemigos
europeos de la Corona con una advertencia a los potenciales rebeldes
poblanos. Los capitanes del batallón del comercio querían verse congraciados con el alcalde mayor, cuyas recientes reformas los habían afectado adversamente, y así le dedicaron el carro. Los organizadores de la
festividad utilizaron el nacimiento de Luis I para comunicar una serie
de mensajes que unían el contexto europeo con el contexto local, tendiendo un puente entre el Viejo y el Nuevo Mundo.
ESPAÑA Y PUEBLA EN 1708
David Kertzer, Ritual, Politics, and Power, New Haven, Yale University Press, 1988,
11. “unify a rich diversity of meanings”.
La Guerra de Sucesión de España comenzó formalmente en mayo de
1702, cuando la Alianza Austriaca declaró la guerra a España. Leopoldo
I de Austria nutrió la esperanza romántica de reintegrar los dominios
hispánicos al Sacro Imperio Romano, una unidad que no se había visto
desde el reinado de Carlos V en el siglo XVI. Inglaterra y las Provincias
Unidas temían la creciente influencia de Francia como resultado de la
sucesión, y se aliaron a Austria por esta razón fundamentalmente. En
1705, Valencia y Cataluña se rebelaron contra la Corona, y la Alianza
Austriaca adquirió el control de amplios espacios territoriales en estas
provincias. Durante la primera fase de la guerra, Luis XIV dirigió la defensa a través de embajadores y generales franceses en el frente. Esto
añadió leña al fuego, y levantó las sospechas por parte del enemigo de
que, a pesar que en el codicilo de Carlos II se prohibía la anexión de Es-
1 8 2
1 8 3
5
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
pintor de los ocho lienzos del carro, hizo la crónica de las aventuras de
infancia del héroe, y proporcionó una alegoría de la guerra. El primer
lienzo encerraba un poema de celebración por el nacimiento del héroe
mientras que los otros siete contenían imágenes: el segundo representaba a Hércules estrangulando a la serpiente enviada por Juno –la esposa
de Júpiter– para asesinarlo. En el tercero Juno intentaba destruir a Hércules con hechizos y cantos, en el siguiente se representó a Juno dormida sobre una nube mientras que Mercurio colocaba al niño para beber
de su pecho. El quinto lienzo mostraba a Quirón, maestro guerrero, ungiendo al infante con aceite. El sexto representaba a la ninfa Galatis convertida en una comadreja por desobedecer las órdenes dadas por Juno
de asesinar al niño. En el séptimo, Amaltea, la nodriza de Júpiter, era representada lanzando flores al cielo en celebración del nacimiento de Hércules. En el lienzo final, Alcmene, la madre de Hércules, sacrificaba una
res en honor a Júpiter. En la parte de arriba de cada una de las pinturas
había un mote en latín, y debajo de ella un poema, ambos concebidos
por el intelectual local, Antonio de Heredia, autor también de una descripción de la fiesta que fue dada a la imprenta. Llena de celos porque
Júpiter concibió a Hércules con una mujer mortal, la diosa Juno hizo
suya la misión de acabar con el niño. Según la versión de Heredia sobre
el mito, Mercurio –el numen– o el diplomático, protegió a Hércules de
todos los atentados de la diosa humillada. Varios actores permanecieron
alrededor del carro para representar las aventuras pueriles del héroe.
Como todos los espectadores estaban informados para comprenderlo,
Hércules simbolizaba a Luis I, Juno a la Alianza Austriaca, y Mercurio a
Luis XIV.
Sin embargo, el carro hacía más que proveer una definición de enemigos o aliados. La festividad sirvió como un espacio en el que los organizadores intentaron condensar y, en palabras de un académico moderno,
“unificar una rica diversidad de significados”.5 Mediante la celebración
del nacimiento de Luis I con construcciones efímeras típicas de las ceremonias públicas europeas, y habiendo seleccionado el tema del amadísimo héroe romano Hércules, los capitanes del batallón afirmaron su
civilidad a la vez que manifestaron la afinidad de la elite poblana con la
alta cultura europea. Cuando eran usados en la procesión del Corpus
Christi, los carros triunfales simbolizaban la victoria de Cristo sobre la
herejía. Pero en este caso, el carro simbolizaba también la victoria de
España sobre la infertilidad, la victoria de Felipe V sobre aquellos que
dudaban de su legitimidad, la derrota de los rebeldes dentro de la península, así como la victoria de la Iglesia católica sobre los protestantes
infieles aliados con los Austria. En su búsqueda por legitimar la dinastía
borbónica, los diseñadores del carro dieron una importancia particular
al papel jugado por Francia en la guerra, y se esforzaron en comunicar
que el nacimiento de Luis I anunciaba una nueva era de paz para Europa. Lo que es más, el carro combinaba las referencias a los enemigos
europeos de la Corona con una advertencia a los potenciales rebeldes
poblanos. Los capitanes del batallón del comercio querían verse congraciados con el alcalde mayor, cuyas recientes reformas los habían afectado adversamente, y así le dedicaron el carro. Los organizadores de la
festividad utilizaron el nacimiento de Luis I para comunicar una serie
de mensajes que unían el contexto europeo con el contexto local, tendiendo un puente entre el Viejo y el Nuevo Mundo.
ESPAÑA Y PUEBLA EN 1708
David Kertzer, Ritual, Politics, and Power, New Haven, Yale University Press, 1988,
11. “unify a rich diversity of meanings”.
La Guerra de Sucesión de España comenzó formalmente en mayo de
1702, cuando la Alianza Austriaca declaró la guerra a España. Leopoldo
I de Austria nutrió la esperanza romántica de reintegrar los dominios
hispánicos al Sacro Imperio Romano, una unidad que no se había visto
desde el reinado de Carlos V en el siglo XVI. Inglaterra y las Provincias
Unidas temían la creciente influencia de Francia como resultado de la
sucesión, y se aliaron a Austria por esta razón fundamentalmente. En
1705, Valencia y Cataluña se rebelaron contra la Corona, y la Alianza
Austriaca adquirió el control de amplios espacios territoriales en estas
provincias. Durante la primera fase de la guerra, Luis XIV dirigió la defensa a través de embajadores y generales franceses en el frente. Esto
añadió leña al fuego, y levantó las sospechas por parte del enemigo de
que, a pesar que en el codicilo de Carlos II se prohibía la anexión de Es-
1 8 2
1 8 3
5
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
paña a Francia, las dos potencias intentarían la unión para buscar el dominio de Europa.6
Los poblanos no pudieron evitar encontrarse de lleno frente a la crisis. En 1705, la Corona ordenó a los gobiernos municipales a lo largo del
imperio que hicieran una contribución monetaria para la guerra contra
el “infiel”, y Puebla no fue la excepción.7 En marzo de 1707, el duque de
Albuquerque, virrey de la Nueva España, pasó por Puebla rumbo a Veracruz a la inspección del puerto para la defensa de la colonia.8 El 10 de
marzo de 1707, el alcalde mayor anunció que, de entonces en adelante,
Puebla poseería una sala de armas. Pero si bien hacía tiempo que los regidores habían deseado establecer una armería en la ciudad, la decisión
había derivado de las exigencias de la guerra. Como Puebla se encontraba en el cruce de caminos entre el puerto de Veracruz y la capital virreinal, era necesario que contase con un arsenal y reserva de armas para
defender el interior de la colonia en caso de invasión.9
La posición geográfica particular de Puebla no sólo la hacía un punto estratégico para la defensa militar, sino que también la había convertido en la tradicional puerta de entrada para los bienes venidos de España, para la gente y las noticias que arribaban del Viejo al Nuevo
Mundo.10 Al ser Puebla un eje tan importante, seguramente el grueso de
la población española se mantendría enterado de los más recientes
acontecimientos. Las redes de relaciones de las elites a lo largo del impe-
rio contribuían en mantener informados a los poblanos. El 3 de enero de
1708, más de dos meses antes de que arribara la real cédula que lo anunciaba, el cabildo recibió noticias del exitoso nacimiento del príncipe heredero. En una carta fechada el 25 de agosto de 1707, el marqués de Mejorada le comunicó la noticia al gobernador y capitán general de las Islas
Canarias, quien inmediatamente le escribió al alcalde mayor de Veracruz, el que a su vez informó al de Puebla.11 A pesar de encontrarse en
la periferia del imperio, las condiciones sirvieron para acortar la distancia entre Puebla y España, y para mantener informados a los poblanos.
Poco tiempo después de la muerte del último monarca Habsburgo,
los vecinos principales de Puebla expresaron su consternación ante el
inminente conflicto por venir. Para la ceremonia de jura del rey preparada para Felipe V en 1701, el cabildo de Puebla montó un esmerado espectáculo que incluyó un tablado sobre el cual el alférez real de la ciudad dirigió el juramento de lealtad al nuevo rey Borbón de España. El
tablado dejó al descubierto la intranquilidad de los notables poblanos
respecto a la crisis de sucesión y su preocupación sobre la legitimidad
del nuevo rey: sus motivos grecorromanos equiparaban al rey ascendente con Marte, el dios romano de la guerra, sugiriendo así que Felipe
12
V tendría que pelear para defender el imperio español. En su oración
fúnebre en honor a Carlos II, el canónigo de la catedral, José Gómez de
la Parra, intentó mitigar las posibles dudas respecto a dónde se encontrarían las lealtades de Felipe V: el sermón comparaba al rey con Cristo
quien, como hacía notar el canónigo, no era conocido como Jesús de Belén por su lugar de nacimiento, sino como Jesús de Nazaret, por el lugar
donde fue criado y educado.13 Las inquietudes de la elite poblana res-
6
Henry Kamen, La Guerra de la Sucesión en España (1700-1715), traducción de Enrique
Obregón, Barcelona, Ediciones Grijalbo, 1974 (1969).
7
Mandamiento para el donativo de Su Magestad, 13 de julio de 1706, AMP, AC 35, f.
437r-437v.
8
Carta de Su Excelentísima en que avisa estará en esta ciudad el día doce del corriente, 7 de marzo de 1707, AMP, AC 35, ff. 505v-506v.
9
Para la sala de armas, 10 de junio de 1707, AMP, AC 35, ff. 516r-517r.
10
Para un estudio detallado de la migración a Puebla desde una ciudad española durante el siglo XVI y los albores del XVII, véase Ida Altman, Transatlantic Ties in the Spanish
Empire: Brihuega, Spain and Puebla, Mexico, 1560-1620, Stanford, Stanford University Press,
2000. Para referencias respecto a que la migración española fue constante a lo largo del
siglo XVIII, véase Miguel Ángel Cuenya Mateos, “Migración y movilidad espacial en el siglo XVIII. El caso de la ciudad de Puebla. Una visión a través de los registros matrimoniales”, en Francisco Javier Cervantes, (ed.), Las dimensiones sociales del espacio en la historia de
Puebla (XVII-XIX), Puebla, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2001, 9-66.
1 8 4
11
Propuesta del Señor General para las fiestas que se han de hacer para el nacimiento del Príncipe Don Luis I, 3 de enero de 1708, AMP-BNAH, AC 35, ff. 14v-15v.
12
Ambrosio Montoya y Cárdenas Ponce de León, Diseño festivo del amor. Obstentiva
muestra de la lealtad, acclamacion alegre con que la muy noble, augusta imperial ciudad de la Puebla de los Angeles en el dia diez de Abril del año de 1701 juro por su Rey, y señor natural al Invinctissimo Señor D. Phelipe V..., México, Imprenta de los Herederos del Capitán Juan de
Villa Real, 1702, pp. 7r-7v.
13
José Gómez de la Parra, Grano de trigo fecundo de virtudes en la vida, fecundissimo por
la succession en la muerte..., Puebla, Herederos del Capitan Juan de Villa-Real, 1701, 37.
1 8 5
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
paña a Francia, las dos potencias intentarían la unión para buscar el dominio de Europa.6
Los poblanos no pudieron evitar encontrarse de lleno frente a la crisis. En 1705, la Corona ordenó a los gobiernos municipales a lo largo del
imperio que hicieran una contribución monetaria para la guerra contra
el “infiel”, y Puebla no fue la excepción.7 En marzo de 1707, el duque de
Albuquerque, virrey de la Nueva España, pasó por Puebla rumbo a Veracruz a la inspección del puerto para la defensa de la colonia.8 El 10 de
marzo de 1707, el alcalde mayor anunció que, de entonces en adelante,
Puebla poseería una sala de armas. Pero si bien hacía tiempo que los regidores habían deseado establecer una armería en la ciudad, la decisión
había derivado de las exigencias de la guerra. Como Puebla se encontraba en el cruce de caminos entre el puerto de Veracruz y la capital virreinal, era necesario que contase con un arsenal y reserva de armas para
defender el interior de la colonia en caso de invasión.9
La posición geográfica particular de Puebla no sólo la hacía un punto estratégico para la defensa militar, sino que también la había convertido en la tradicional puerta de entrada para los bienes venidos de España, para la gente y las noticias que arribaban del Viejo al Nuevo
Mundo.10 Al ser Puebla un eje tan importante, seguramente el grueso de
la población española se mantendría enterado de los más recientes
acontecimientos. Las redes de relaciones de las elites a lo largo del impe-
rio contribuían en mantener informados a los poblanos. El 3 de enero de
1708, más de dos meses antes de que arribara la real cédula que lo anunciaba, el cabildo recibió noticias del exitoso nacimiento del príncipe heredero. En una carta fechada el 25 de agosto de 1707, el marqués de Mejorada le comunicó la noticia al gobernador y capitán general de las Islas
Canarias, quien inmediatamente le escribió al alcalde mayor de Veracruz, el que a su vez informó al de Puebla.11 A pesar de encontrarse en
la periferia del imperio, las condiciones sirvieron para acortar la distancia entre Puebla y España, y para mantener informados a los poblanos.
Poco tiempo después de la muerte del último monarca Habsburgo,
los vecinos principales de Puebla expresaron su consternación ante el
inminente conflicto por venir. Para la ceremonia de jura del rey preparada para Felipe V en 1701, el cabildo de Puebla montó un esmerado espectáculo que incluyó un tablado sobre el cual el alférez real de la ciudad dirigió el juramento de lealtad al nuevo rey Borbón de España. El
tablado dejó al descubierto la intranquilidad de los notables poblanos
respecto a la crisis de sucesión y su preocupación sobre la legitimidad
del nuevo rey: sus motivos grecorromanos equiparaban al rey ascendente con Marte, el dios romano de la guerra, sugiriendo así que Felipe
12
V tendría que pelear para defender el imperio español. En su oración
fúnebre en honor a Carlos II, el canónigo de la catedral, José Gómez de
la Parra, intentó mitigar las posibles dudas respecto a dónde se encontrarían las lealtades de Felipe V: el sermón comparaba al rey con Cristo
quien, como hacía notar el canónigo, no era conocido como Jesús de Belén por su lugar de nacimiento, sino como Jesús de Nazaret, por el lugar
donde fue criado y educado.13 Las inquietudes de la elite poblana res-
6
Henry Kamen, La Guerra de la Sucesión en España (1700-1715), traducción de Enrique
Obregón, Barcelona, Ediciones Grijalbo, 1974 (1969).
7
Mandamiento para el donativo de Su Magestad, 13 de julio de 1706, AMP, AC 35, f.
437r-437v.
8
Carta de Su Excelentísima en que avisa estará en esta ciudad el día doce del corriente, 7 de marzo de 1707, AMP, AC 35, ff. 505v-506v.
9
Para la sala de armas, 10 de junio de 1707, AMP, AC 35, ff. 516r-517r.
10
Para un estudio detallado de la migración a Puebla desde una ciudad española durante el siglo XVI y los albores del XVII, véase Ida Altman, Transatlantic Ties in the Spanish
Empire: Brihuega, Spain and Puebla, Mexico, 1560-1620, Stanford, Stanford University Press,
2000. Para referencias respecto a que la migración española fue constante a lo largo del
siglo XVIII, véase Miguel Ángel Cuenya Mateos, “Migración y movilidad espacial en el siglo XVIII. El caso de la ciudad de Puebla. Una visión a través de los registros matrimoniales”, en Francisco Javier Cervantes, (ed.), Las dimensiones sociales del espacio en la historia de
Puebla (XVII-XIX), Puebla, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2001, 9-66.
1 8 4
11
Propuesta del Señor General para las fiestas que se han de hacer para el nacimiento del Príncipe Don Luis I, 3 de enero de 1708, AMP-BNAH, AC 35, ff. 14v-15v.
12
Ambrosio Montoya y Cárdenas Ponce de León, Diseño festivo del amor. Obstentiva
muestra de la lealtad, acclamacion alegre con que la muy noble, augusta imperial ciudad de la Puebla de los Angeles en el dia diez de Abril del año de 1701 juro por su Rey, y señor natural al Invinctissimo Señor D. Phelipe V..., México, Imprenta de los Herederos del Capitán Juan de
Villa Real, 1702, pp. 7r-7v.
13
José Gómez de la Parra, Grano de trigo fecundo de virtudes en la vida, fecundissimo por
la succession en la muerte..., Puebla, Herederos del Capitan Juan de Villa-Real, 1701, 37.
1 8 5
FRANCES L. RAMOS
pecto al recibimiento del que sería objeto Felipe V reflejaban las de los
burócratas novohispanos de alto nivel, quienes tomaron medidas para
contener influencias desleales y contagiosas al interior de la colonia. En
1706, el duque de Albuquerque, virrey de la Nueva España, mandó
encarcelar a varias personas acusadas de ser desafectos, o indiferentes,
a Felipe V.14 En enero de 1707, el alcalde mayor de Puebla anunció que a
cualquiera que pronunciara comentarios peyorativos sobre el rey se le
cortaría la oreja derecha.15
Dado que la monarquía hispánica había sido maldecida con dureza
por décadas, la Corona interpretó las noticias del embarazo de la reina
María Luisa como un signo del favor de Dios y de la inevitable victoria
de Felipe V.16 Las elites seculares y eclesiásticas de Puebla también relacionaron el nacimiento del príncipe con la problemática guerra. En julio
de 1707, la ciudad exaltó la gravidez de la reina con una novena marcada por letanías, rogativas u oraciones pidiéndole protección a Dios, y
una procesión diaria. En la procesión principal de la decimocuarta conmemoración que salió desde la catedral, los regidores de la ciudad y caballeros principales llevaron bajo palio una imagen de la virgen de la
Defensa.17 Dada la apremiante situación de la monarquía los poblanos
no perdieron la esperanza de que, además de guardar por la madre y el
hijo, la Virgen de la Defensa protegería a los súbditos españoles durante
el curso de la guerra.
14
Véase, por ejemplo, “El fiscal con Alberto de Rada y Oreña, alcalde mayor de Tepeaca y Tecali, sobre ser desafecto al rey Felipe V”, 1708, Archivo General de Indias (en
adelante AGI), Escribanía 190A.
15
El duque de Albuquerque al Cabildo de Puebla, con una nota de Juan José de
Veytia y Linaje, México, 28 de enero de 1707, AMP, Reales Cédulas 10, f. 191r-191v.
16
En una real Provisión, el duque de Albuquerque instruyó que no se debería “dilatar un punto este consuelo universal a los vasallos que tan fielmente lo son del rey nuestro señor por estas ciertas premisas de próxima sucesión [...] como para que en continuas
rogativas pedimos a su Divina Magestad el felíz [y] dichoso alumbramiento de la reina”.
Razón de lo que se hizo con la noticia de estar en cinta la reina, 23 de julio de 1707, AMP,
AC 35, f. 527r.
17
Razón de lo que se hizo con la noticia de estar en cinta la reina, 23 de julio de 1707,
AMP, AC 35, f. 527r.
1 8 6
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
A la vez que asimilaban la crisis sobre el ascenso al trono de Felipe
V, los poblanos encararon otros problemas de origen local. En la década
de los años de 1690, los habitantes de Puebla experimentaron una devastadora hambruna, inflación, y dos epidemias que llevaron a la muerte a miles de personas.18 La década de 1700 no trajo consigo la liberación
de los problemas de la década anterior. En agosto de 1707, lluvias torrenciales golpearon la ciudad y destruyeron el puente sobre el río Atoyac. Como si no fuera suficiente, durante los meses inmediatamente
anteriores a la fiesta, varios temblores sacudieron la ciudad repetidamente, y se propagó el tifus.19
Varias pugnas por el control político y jurisdiccional sirvieron de telón de fondo para las celebraciones reales. En 1697, el gobierno municipal perdió el privilegio para la colecta de la alcabala, o real impuesto
por ventas. Durante la mayor parte del siglo XVII, quienes controlaban el
municipio se habían beneficiado del privilegio del manejo de los impuestos para excluirse a sí mismos y a sus allegados del pago de la alcabala. Cuando, endeudado, el cabildo no pudo afrontar más el pago de
la alcabala, la Corona colocó a Juan José de Veytia y Linaje como superintendente de la Alcabala.20 En 1699, Veytia y Linaje se convirtió en alcalde mayor de Puebla y con este puesto obtuvo el título de teniente de
Capitán General, dándosele así autoridad directa sobre las milicias de la
ciudad. Pronto llegó a tener una variedad de empleos, incluyendo el de
supervisor del monopolio de azogue de la Corona, y supervisor del comercio con el Pacífico, y sus esfuerzos concienzudos por promulgar reformas golpearon al status quo. En su primer año como superintendente
de la Alcabala, Veytia incrementó los ingresos en 350%, y asestó un certero golpe al poder de los regidores de la ciudad, a quienes obligó él
personalmente a redimir un préstamo de 10 mil pesos para la entrada
del virrey conde de Montezuma, que ellos se habían comprometido a
18
Juan de Villa Sánchez y Francisco Javier de la Peña, Puebla sagrada y profana: Informe
dado a su muy ilustre ayuntamiento el año de 1746 (facsímile), Puebla, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 1997, 39.
19
Propuesta del Alcalde Mayor, 13 de agosto de 1707, AMP, AC 35, f. 528r.
20
Gustavo Rafael Alfaro Ramírez, “La lucha por el control del gobierno urbano en la
época colonial. El Cabildo de la Puebla de los Ángeles, 1670-1723”, tesis de maestría inédita, Universidad Nacional Autónoma de México, 2000, 169.
1 8 7
FRANCES L. RAMOS
pecto al recibimiento del que sería objeto Felipe V reflejaban las de los
burócratas novohispanos de alto nivel, quienes tomaron medidas para
contener influencias desleales y contagiosas al interior de la colonia. En
1706, el duque de Albuquerque, virrey de la Nueva España, mandó
encarcelar a varias personas acusadas de ser desafectos, o indiferentes,
a Felipe V.14 En enero de 1707, el alcalde mayor de Puebla anunció que a
cualquiera que pronunciara comentarios peyorativos sobre el rey se le
cortaría la oreja derecha.15
Dado que la monarquía hispánica había sido maldecida con dureza
por décadas, la Corona interpretó las noticias del embarazo de la reina
María Luisa como un signo del favor de Dios y de la inevitable victoria
de Felipe V.16 Las elites seculares y eclesiásticas de Puebla también relacionaron el nacimiento del príncipe con la problemática guerra. En julio
de 1707, la ciudad exaltó la gravidez de la reina con una novena marcada por letanías, rogativas u oraciones pidiéndole protección a Dios, y
una procesión diaria. En la procesión principal de la decimocuarta conmemoración que salió desde la catedral, los regidores de la ciudad y caballeros principales llevaron bajo palio una imagen de la virgen de la
Defensa.17 Dada la apremiante situación de la monarquía los poblanos
no perdieron la esperanza de que, además de guardar por la madre y el
hijo, la Virgen de la Defensa protegería a los súbditos españoles durante
el curso de la guerra.
14
Véase, por ejemplo, “El fiscal con Alberto de Rada y Oreña, alcalde mayor de Tepeaca y Tecali, sobre ser desafecto al rey Felipe V”, 1708, Archivo General de Indias (en
adelante AGI), Escribanía 190A.
15
El duque de Albuquerque al Cabildo de Puebla, con una nota de Juan José de
Veytia y Linaje, México, 28 de enero de 1707, AMP, Reales Cédulas 10, f. 191r-191v.
16
En una real Provisión, el duque de Albuquerque instruyó que no se debería “dilatar un punto este consuelo universal a los vasallos que tan fielmente lo son del rey nuestro señor por estas ciertas premisas de próxima sucesión [...] como para que en continuas
rogativas pedimos a su Divina Magestad el felíz [y] dichoso alumbramiento de la reina”.
Razón de lo que se hizo con la noticia de estar en cinta la reina, 23 de julio de 1707, AMP,
AC 35, f. 527r.
17
Razón de lo que se hizo con la noticia de estar en cinta la reina, 23 de julio de 1707,
AMP, AC 35, f. 527r.
1 8 6
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
A la vez que asimilaban la crisis sobre el ascenso al trono de Felipe
V, los poblanos encararon otros problemas de origen local. En la década
de los años de 1690, los habitantes de Puebla experimentaron una devastadora hambruna, inflación, y dos epidemias que llevaron a la muerte a miles de personas.18 La década de 1700 no trajo consigo la liberación
de los problemas de la década anterior. En agosto de 1707, lluvias torrenciales golpearon la ciudad y destruyeron el puente sobre el río Atoyac. Como si no fuera suficiente, durante los meses inmediatamente
anteriores a la fiesta, varios temblores sacudieron la ciudad repetidamente, y se propagó el tifus.19
Varias pugnas por el control político y jurisdiccional sirvieron de telón de fondo para las celebraciones reales. En 1697, el gobierno municipal perdió el privilegio para la colecta de la alcabala, o real impuesto
por ventas. Durante la mayor parte del siglo XVII, quienes controlaban el
municipio se habían beneficiado del privilegio del manejo de los impuestos para excluirse a sí mismos y a sus allegados del pago de la alcabala. Cuando, endeudado, el cabildo no pudo afrontar más el pago de
la alcabala, la Corona colocó a Juan José de Veytia y Linaje como superintendente de la Alcabala.20 En 1699, Veytia y Linaje se convirtió en alcalde mayor de Puebla y con este puesto obtuvo el título de teniente de
Capitán General, dándosele así autoridad directa sobre las milicias de la
ciudad. Pronto llegó a tener una variedad de empleos, incluyendo el de
supervisor del monopolio de azogue de la Corona, y supervisor del comercio con el Pacífico, y sus esfuerzos concienzudos por promulgar reformas golpearon al status quo. En su primer año como superintendente
de la Alcabala, Veytia incrementó los ingresos en 350%, y asestó un certero golpe al poder de los regidores de la ciudad, a quienes obligó él
personalmente a redimir un préstamo de 10 mil pesos para la entrada
del virrey conde de Montezuma, que ellos se habían comprometido a
18
Juan de Villa Sánchez y Francisco Javier de la Peña, Puebla sagrada y profana: Informe
dado a su muy ilustre ayuntamiento el año de 1746 (facsímile), Puebla, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 1997, 39.
19
Propuesta del Alcalde Mayor, 13 de agosto de 1707, AMP, AC 35, f. 528r.
20
Gustavo Rafael Alfaro Ramírez, “La lucha por el control del gobierno urbano en la
época colonial. El Cabildo de la Puebla de los Ángeles, 1670-1723”, tesis de maestría inédita, Universidad Nacional Autónoma de México, 2000, 169.
1 8 7
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
pagar. Al poco tiempo de haber asumido Veytia el cargo de alcalde mayor, varios de los regidores renunciaron, mientras que otros simplemente cesaron de asistir a las sesiones del cabildo.21
Otros miembros de la elite poblana pronto se volvieron contra Veytia. Poco después de asumir el puesto de supervisor de alcabala, se distanció del regidor Pedro de Jáuregui y Bárcena, quien esperaba hacerse
cargo de la supervisión de la colecta. El regidor tenía dos hermanos que
servían en el capítulo catedralicio, Juan de Jáuregui y Bárcena y Antonio
de Jáuregui y Bárcena. Según algunos, al apropiarse Veytia de la posición de Pedro de Jáuregui llevó a toda la familia del regidor a ponerse
en su contra. Pedro Nogales Dávila se convirtió en obispo de Puebla en
octubre de 1708, pero Antonio de Jáuregui, como archidiácono de la Catedral de Puebla y obispo electo de Caracas, continuó disfrutando un
considerable manejo de influencia sobre el cabildo catedralicio, y en
1710 incluso incitó un pleito contra Veytia, quien anteriormente había
sido nombrado Consejero Honorario del Consejo de Indias.22 Considerando que hacia julio de 1708 Puebla no había tenido un obispo residente, es altamente probable que los hermanos Jáuregui dominasen las
opiniones de los demás miembros de la catedral. Como pugnaban por
darle sentido a la Guerra de Sucesión de España y a los desastres naturales que las desbordaban, las elites citadinas se sumergieron en la controversia política creándose divisiones entre ellas. Fue justo entre este
contexto problemático e incierto que los poblanos celebraron el nacimiento del primer príncipe Borbón en España.
miembros del cabildo, adquirían una mayor responsabilidad al momento de organizarlas. Si bien para 1708 el cabildo había experimentado una
aguda disminución en el número de sus miembros, una deuda impagable, y conflictos con el alcalde mayor, los regidores intentaron cumplir
con sus responsabilidades para con el monarca, manteniendo así el esperado nivel de decencia. En este contexto, decencia significaba el actuar
de acuerdo con su posición social o, en de alguna forma, comportarse
con civilidad. Centrando la discusión en Francia y Alemania, el sociólogo Norbert Elias ha argumentado que durante la primera época del periodo moderno, civilidad significaba actuar de acuerdo a los dictados de
la etiqueta de la corte, una manera de proclamarse a sí mismo como
miembro de los más altos peldaños de la sociedad.23 Al planear una ceremonia pública, la elite gobernante de Puebla se esmeraba en proveer
el requerido nivel de ostentación ya que la decencia lo demandaba así.24
La elite gobernante de Puebla se esforzaba por expresar su decencia
mediante el atractivo de las diversiones propias de las ceremonias públicas en España: mascaradas, simulacros de batallas, torneos y corridas
de toros. Para organizar la mascarada de los indígenas de la ciudad en
honor de Luis I, el cabildo español envió representantes para hablar con
el gobernador indio, que representaba al cabildo indígena paralelo dentro de la ciudad. Bosquejaron planes para que los indios de Puebla se
vistieran como chichimecas, y para soltar animales domesticados en la
plaza principal para el regocijo de los espectadores.25 Tener a los indios de Puebla, hablantes de náhuatl que en su mayoría eran descendientes de los tlaxcaltecas y cholultecas, imitando a los indios salvajes
del norte, debe haber tenido como intención lograr una diversión bufa,
LA IDENTIDAD POBLANA Y LAS FIESTAS PARA EL PRÍNCIPE
Las ceremonias reales en Puebla reflejaban de manera característica el
prestigio de los hombres principales de la ciudad, los mismos que, como
Ibid., 171, 176-180.
Para la enemistad entre los hermanos Jáuregui y Veytia, véase: “Juan Joseph Fernández y Veytia al Consejo de Indias”, 27 de marzo de 1723, AGI, México, 835, f. 873-956v.;
y AGI, México 846, Juan Joseph de Veytia y Linaje al Consejo de Indias, 10 de enero de
1711, sin foliar.
23
Véase Norbert Elias, The Civilizing Process: Sociogenetic and Psychogenetic Investigations, trans. Edmund Jephcott, Oxford, Blackwell Publishers, 2000 (1939). Versión en español: El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas, traducción
de Agustín García Cotarelo, Madrid, Fondo de Cultura Económica de España, 1987, 384
p., (Sección de Obras de Sociología).
24
Para referencias de cómo el cabildo planeaba sus ceremonias públicas de acuerdo
a los dictados de la decencia véase “Libro que contiene los Patronatos de esta muy noble,
muy fiel, y leal Ciudad de la Puebla de los Angeles [...]”, 1769, AMP, Libros Varios 20
25
Máscara de los Naturales, 3 de enero de 1708, BNAH-AMP, AC 36, f. 18r-18v.
1 8 8
1 8 9
21
22
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
pagar. Al poco tiempo de haber asumido Veytia el cargo de alcalde mayor, varios de los regidores renunciaron, mientras que otros simplemente cesaron de asistir a las sesiones del cabildo.21
Otros miembros de la elite poblana pronto se volvieron contra Veytia. Poco después de asumir el puesto de supervisor de alcabala, se distanció del regidor Pedro de Jáuregui y Bárcena, quien esperaba hacerse
cargo de la supervisión de la colecta. El regidor tenía dos hermanos que
servían en el capítulo catedralicio, Juan de Jáuregui y Bárcena y Antonio
de Jáuregui y Bárcena. Según algunos, al apropiarse Veytia de la posición de Pedro de Jáuregui llevó a toda la familia del regidor a ponerse
en su contra. Pedro Nogales Dávila se convirtió en obispo de Puebla en
octubre de 1708, pero Antonio de Jáuregui, como archidiácono de la Catedral de Puebla y obispo electo de Caracas, continuó disfrutando un
considerable manejo de influencia sobre el cabildo catedralicio, y en
1710 incluso incitó un pleito contra Veytia, quien anteriormente había
sido nombrado Consejero Honorario del Consejo de Indias.22 Considerando que hacia julio de 1708 Puebla no había tenido un obispo residente, es altamente probable que los hermanos Jáuregui dominasen las
opiniones de los demás miembros de la catedral. Como pugnaban por
darle sentido a la Guerra de Sucesión de España y a los desastres naturales que las desbordaban, las elites citadinas se sumergieron en la controversia política creándose divisiones entre ellas. Fue justo entre este
contexto problemático e incierto que los poblanos celebraron el nacimiento del primer príncipe Borbón en España.
miembros del cabildo, adquirían una mayor responsabilidad al momento de organizarlas. Si bien para 1708 el cabildo había experimentado una
aguda disminución en el número de sus miembros, una deuda impagable, y conflictos con el alcalde mayor, los regidores intentaron cumplir
con sus responsabilidades para con el monarca, manteniendo así el esperado nivel de decencia. En este contexto, decencia significaba el actuar
de acuerdo con su posición social o, en de alguna forma, comportarse
con civilidad. Centrando la discusión en Francia y Alemania, el sociólogo Norbert Elias ha argumentado que durante la primera época del periodo moderno, civilidad significaba actuar de acuerdo a los dictados de
la etiqueta de la corte, una manera de proclamarse a sí mismo como
miembro de los más altos peldaños de la sociedad.23 Al planear una ceremonia pública, la elite gobernante de Puebla se esmeraba en proveer
el requerido nivel de ostentación ya que la decencia lo demandaba así.24
La elite gobernante de Puebla se esforzaba por expresar su decencia
mediante el atractivo de las diversiones propias de las ceremonias públicas en España: mascaradas, simulacros de batallas, torneos y corridas
de toros. Para organizar la mascarada de los indígenas de la ciudad en
honor de Luis I, el cabildo español envió representantes para hablar con
el gobernador indio, que representaba al cabildo indígena paralelo dentro de la ciudad. Bosquejaron planes para que los indios de Puebla se
vistieran como chichimecas, y para soltar animales domesticados en la
plaza principal para el regocijo de los espectadores.25 Tener a los indios de Puebla, hablantes de náhuatl que en su mayoría eran descendientes de los tlaxcaltecas y cholultecas, imitando a los indios salvajes
del norte, debe haber tenido como intención lograr una diversión bufa,
LA IDENTIDAD POBLANA Y LAS FIESTAS PARA EL PRÍNCIPE
Las ceremonias reales en Puebla reflejaban de manera característica el
prestigio de los hombres principales de la ciudad, los mismos que, como
Ibid., 171, 176-180.
Para la enemistad entre los hermanos Jáuregui y Veytia, véase: “Juan Joseph Fernández y Veytia al Consejo de Indias”, 27 de marzo de 1723, AGI, México, 835, f. 873-956v.;
y AGI, México 846, Juan Joseph de Veytia y Linaje al Consejo de Indias, 10 de enero de
1711, sin foliar.
23
Véase Norbert Elias, The Civilizing Process: Sociogenetic and Psychogenetic Investigations, trans. Edmund Jephcott, Oxford, Blackwell Publishers, 2000 (1939). Versión en español: El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas, traducción
de Agustín García Cotarelo, Madrid, Fondo de Cultura Económica de España, 1987, 384
p., (Sección de Obras de Sociología).
24
Para referencias de cómo el cabildo planeaba sus ceremonias públicas de acuerdo
a los dictados de la decencia véase “Libro que contiene los Patronatos de esta muy noble,
muy fiel, y leal Ciudad de la Puebla de los Angeles [...]”, 1769, AMP, Libros Varios 20
25
Máscara de los Naturales, 3 de enero de 1708, BNAH-AMP, AC 36, f. 18r-18v.
1 8 8
1 8 9
21
22
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
equiparando a los chichimecas con los propios animales que soltarían.26
Más todavía, los principales del ayuntamiento deben haber intentado
que la procesión de chichimecas representase el triunfo de la monarquía
hispánica sobre los elementos del desorden. En el siglo XVI, las tribus
chichimecas resistieron tenazmente la civilización española, pero en el
siglo XVIII todos habían sido absorbidos por otros grupos indígenas y
habrían quedado totalmente “domesticados”.27 Incluso en esta celebración en apariencia criolla, el cabildo sin embargo declaró sus raíces
europeas; en la España del siglo XVII, las procesiones del Corpus Christi
solían incorporar gente vestida como “salvajes”, no sólo para el divertimento de los espectadores, sino como una referencia al triunfo de Cristo
sobre los gentiles.28
A pesar del deseo de los regidores de expresar su civilidad, estos se
toparon con varios impedimentos. En el siglo XVII el cabildo representaba a una fuerte oligarquía terrateniente y comercial, y controlaba las
alcabalas de la ciudad. Por lo tanto, las ceremonias del cabildo reflejaban el poder municipal y el orgullo de sus regidores.29 Sin embargo, el
cabildo de 1708 no guardaba ningún parecido con el del siglo XVII.
Cuando el alcalde mayor anunció el nacimiento del príncipe, los regidores declararon su buena disposición para organizar la ceremonia, pero
hicieron notar a la vez que sus recursos limitados representaban un obstáculo. Varios meses más tarde, la necesidad de organizar las festividades con poco dinero creó un clima de tensión al interior del cabildo.
Cuando el portero del cabildo requirió dinero para luminarias, velas y
nuevas ropas para las festividades, el regidor Francisco Torija Ortuño
contestó que debería tomar todo el dinero que necesitase del cofre dentro de la sala de cabildo. Cuando los maceros expresaron que sus ropas
eran viejas e indecentes y solicitaron dinero para nuevos vestidos, el regidor sugirió de nuevo que tomaran el dinero del cofre del cabildo. El
escribano de cabildo, sin embargo, apuntó que como no había dinero en
el cofre, las sugestiones de Torija constituían una sarcástica negativa a
aprobar los gastos.30
Empero, el dinero no representaba el único obstáculo del cabildo.
Desde el comienzo de la organización, los concejales pusieron mucho
énfasis en la realización de un simulacro de batalla consistente en ocho
cuadrillas, cada una mandada por uno de los más ilustres miembros de
la ciudad. Varios evadieron el compromiso posiblemente porque el cabildo ya no reunía el respeto que antes solía tener, o porque los ocho
caballeros carecían de una razón para complacer a los regidores ahora
que el alcalde mayor controlaba las alcabalas. Además, los comandantes
de cuadrilla debían asumir los costos del evento, y los planes pronto se
deshicieron.31 Cuando Veytia, quien había pasado varias semanas en
Acapulco, volvió a Puebla y le preguntó al cabildo acerca de la justa y
la mascarada, los regidores le explicaron que los planes habían fracasado por razones financieras y porque una ola de tifus y repetidos temblores de tierra los habían dejado debilitados, temerosos y desalentados.32
El fracaso del cabildo por llevar a término sus propios planes reflejó la manera en que se había reducido su poder.33 Los capitanes de bata-
26
A la fecha, no existe un estudio detallado sobre las comunidades indígenas de
Puebla de los Ángeles. De acuerdo con Fausto Marín Tamayo, los indios de Calpan,
Huejotzingo y la Mixteca también se establecieron en los barrios indígenas de la ciudad.
Véase La división racial en Puebla de los Ángeles bajo el régimen colonial, Puebla, Centro de
Estudios Históricos, 1960.
27
Véase David Frye, Indians into Mexicans: History and Identity in a Mexican Town,
Austin, University of Texas Press, 1996.
28
Carolyn Dean, Inka Bodies and the Body of Christ: Corpus Christi in Colonial Cuzco,
Durham, Duke University Press, 2000, 12.
29
Rosalva Loreto López ha hecho también notar como las celebraciones públicas de
la ciudad reflejaban el prestigio del poderoso cabildo de Puebla. Véase “La fiesta de la
Concepción y las identidades colectivas, Puebla (1619-1636)”, en Clara García Ayluardo
y Manuel Ramos Medina, (eds.), Manifestaciones religiosas en el mundo colonial americano,
México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1997, 233-252.
Petición de Joseph de Sumaya/Petición de Bacilio de Linares, 7 de julio de 1708,
36, 58v.
31
Representación del Señor Justicia Mayor/Representación que hacen los Republicanos acerca de la cuadrilla, 29 de febrero de 1708, BNAH-AMP, AC 36, ff. 32v-34v.
32
Propuesta del Señor Alcalde Mayor, 5 de mayo de 1708, AMP, AC 36, f. 43f-43v. Para
ser precisos, el tifus causó que muchos poblanos sufrieran de intensos dolores entre las
costillas. Mezclado con los temblores, resultó que los regidores estaban “tan temerosos
como gastados y los ánimos con total descaecimiento [...] ”
33
Los documentos financieros de 1708 no reflejan que el cabildo haya gastado dinero
en la organización de un torneo. Los registros detallados sin embargo hacen mención a
los tablados y los vestidos para el portero y los maceros. Es entonces posible que el cabil-
1 9 0
1 9 1
30
AMP, AC
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
equiparando a los chichimecas con los propios animales que soltarían.26
Más todavía, los principales del ayuntamiento deben haber intentado
que la procesión de chichimecas representase el triunfo de la monarquía
hispánica sobre los elementos del desorden. En el siglo XVI, las tribus
chichimecas resistieron tenazmente la civilización española, pero en el
siglo XVIII todos habían sido absorbidos por otros grupos indígenas y
habrían quedado totalmente “domesticados”.27 Incluso en esta celebración en apariencia criolla, el cabildo sin embargo declaró sus raíces
europeas; en la España del siglo XVII, las procesiones del Corpus Christi
solían incorporar gente vestida como “salvajes”, no sólo para el divertimento de los espectadores, sino como una referencia al triunfo de Cristo
sobre los gentiles.28
A pesar del deseo de los regidores de expresar su civilidad, estos se
toparon con varios impedimentos. En el siglo XVII el cabildo representaba a una fuerte oligarquía terrateniente y comercial, y controlaba las
alcabalas de la ciudad. Por lo tanto, las ceremonias del cabildo reflejaban el poder municipal y el orgullo de sus regidores.29 Sin embargo, el
cabildo de 1708 no guardaba ningún parecido con el del siglo XVII.
Cuando el alcalde mayor anunció el nacimiento del príncipe, los regidores declararon su buena disposición para organizar la ceremonia, pero
hicieron notar a la vez que sus recursos limitados representaban un obstáculo. Varios meses más tarde, la necesidad de organizar las festividades con poco dinero creó un clima de tensión al interior del cabildo.
Cuando el portero del cabildo requirió dinero para luminarias, velas y
nuevas ropas para las festividades, el regidor Francisco Torija Ortuño
contestó que debería tomar todo el dinero que necesitase del cofre dentro de la sala de cabildo. Cuando los maceros expresaron que sus ropas
eran viejas e indecentes y solicitaron dinero para nuevos vestidos, el regidor sugirió de nuevo que tomaran el dinero del cofre del cabildo. El
escribano de cabildo, sin embargo, apuntó que como no había dinero en
el cofre, las sugestiones de Torija constituían una sarcástica negativa a
aprobar los gastos.30
Empero, el dinero no representaba el único obstáculo del cabildo.
Desde el comienzo de la organización, los concejales pusieron mucho
énfasis en la realización de un simulacro de batalla consistente en ocho
cuadrillas, cada una mandada por uno de los más ilustres miembros de
la ciudad. Varios evadieron el compromiso posiblemente porque el cabildo ya no reunía el respeto que antes solía tener, o porque los ocho
caballeros carecían de una razón para complacer a los regidores ahora
que el alcalde mayor controlaba las alcabalas. Además, los comandantes
de cuadrilla debían asumir los costos del evento, y los planes pronto se
deshicieron.31 Cuando Veytia, quien había pasado varias semanas en
Acapulco, volvió a Puebla y le preguntó al cabildo acerca de la justa y
la mascarada, los regidores le explicaron que los planes habían fracasado por razones financieras y porque una ola de tifus y repetidos temblores de tierra los habían dejado debilitados, temerosos y desalentados.32
El fracaso del cabildo por llevar a término sus propios planes reflejó la manera en que se había reducido su poder.33 Los capitanes de bata-
26
A la fecha, no existe un estudio detallado sobre las comunidades indígenas de
Puebla de los Ángeles. De acuerdo con Fausto Marín Tamayo, los indios de Calpan,
Huejotzingo y la Mixteca también se establecieron en los barrios indígenas de la ciudad.
Véase La división racial en Puebla de los Ángeles bajo el régimen colonial, Puebla, Centro de
Estudios Históricos, 1960.
27
Véase David Frye, Indians into Mexicans: History and Identity in a Mexican Town,
Austin, University of Texas Press, 1996.
28
Carolyn Dean, Inka Bodies and the Body of Christ: Corpus Christi in Colonial Cuzco,
Durham, Duke University Press, 2000, 12.
29
Rosalva Loreto López ha hecho también notar como las celebraciones públicas de
la ciudad reflejaban el prestigio del poderoso cabildo de Puebla. Véase “La fiesta de la
Concepción y las identidades colectivas, Puebla (1619-1636)”, en Clara García Ayluardo
y Manuel Ramos Medina, (eds.), Manifestaciones religiosas en el mundo colonial americano,
México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1997, 233-252.
Petición de Joseph de Sumaya/Petición de Bacilio de Linares, 7 de julio de 1708,
36, 58v.
31
Representación del Señor Justicia Mayor/Representación que hacen los Republicanos acerca de la cuadrilla, 29 de febrero de 1708, BNAH-AMP, AC 36, ff. 32v-34v.
32
Propuesta del Señor Alcalde Mayor, 5 de mayo de 1708, AMP, AC 36, f. 43f-43v. Para
ser precisos, el tifus causó que muchos poblanos sufrieran de intensos dolores entre las
costillas. Mezclado con los temblores, resultó que los regidores estaban “tan temerosos
como gastados y los ánimos con total descaecimiento [...] ”
33
Los documentos financieros de 1708 no reflejan que el cabildo haya gastado dinero
en la organización de un torneo. Los registros detallados sin embargo hacen mención a
los tablados y los vestidos para el portero y los maceros. Es entonces posible que el cabil-
1 9 0
1 9 1
30
AMP, AC
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
llones representaban a la elite comercial de la ciudad y, sin lugar a dudas, la eficiente exacción de impuestos de Veytia los debió afectar; pero
al contrario que el cabildo, ellos no habían sufrido una crisis tan aguda.
Sin tomar en cuenta la forma en la que los capitanes de milicia veían a
Veytia por ello, cabe recordar que él había servido como lugarteniente
del virrey y, en consecuencia, había supervisado los batallones en Puebla. Los capitanes comprendieron por supuesto que habían obtenido el
respeto del alcalde mayor. Pero no dudaron en dedicarle el carro en su
honor, con el objeto de acrecentar su favor y suavidad en el cobro de la
alcabala. Cualesquiera que hayan sido los motivos subyacentes en la organización de la comparsa, en su celebración los capitanes de milicias
subrayaron su propia importancia como grupo al interior de la ciudad.
No obstante, su mascarada posiblemente no reflejaba exclusivamente el
sentido que de sí mismos tenían, sino el de las elites de la ciudad en su
conjunto.
La elite poblana se consideraba a sí misma como la más europea de
entre todas las ciudades del Nuevo Mundo. En el siglo XVI, la Audiencia
de México fundó Puebla como una ciudad para conquistadores españoles, de quienes la Corona esperaba que trabajasen la tierra por sí mismos, permaneciendo separada de las comunidades indígenas de los alrededores. Si bien Puebla fue inmediatamente habitada por indígenas y
trabajadores africanos, prevaleció el mito de Puebla como la “ciudad de
españoles”. Para mediados del siglo XVIII, los vecinos de otras ciudades
de la colonia reconocían la diferencia entre ellos y la gente de Puebla. En
la década de 1770, circulaban ampliamente en la ciudad de México sátiras anónimas que se burlaban de los poblanos. En 1794, el comisario de
la Inquisición en Querétaro descubrió una sátira que criticaba a los poblanos, entre otras cosas, por su carencia de una conciencia criolla.34
Posiblemente los poblanos buscaban manifestar una manera de ser
distinta durante sus diversas actuaciones públicas. La historiadora del
arte Nancy Fee ha argumentado que a través de los emblemas de los arcos triunfales en la Puebla del siglo XVII, las elites “elogiaban España
como una fuente de autoridad cultural y política y promovían y abanderaban la ciudad de Puebla como la maravilla española privilegiada
del Nuevo Mundo”.35 Para las celebraciones en honor de Luis I, la ciudad también subrayó con elocuencia su “europeidad”. En el sermón
que dio en el convento franciscano de la ciudad, Jacinto Bernárdez de
Rivera se refirió a Puebla como “la antigua y noble casa” de los “más
fieles héroes” de la colonia.36 La comparsa también celebraba la conexión de la ciudad con Europa. Los capitanes de milicias donaron artículos tan lujosos como paños de Flandes y tisú, una apreciada tela francesa bordada con hilos de oro y plata, como testimonio de su inclusión
entre el mundo atlántico de las elites.37 Los organizadores de las festividades intentaron contrarrestar una imagen de provincialismo comisionando a los principales artistas de la ciudad para diseñar el carro triunfal. Antonio de Heredia, autor de la poesía y la descripción impresa del
carro, estudió medicina en la Universidad de México y era ampliamente
respetado por sus habilidades literarias. Pascual Pérez, el creador de las
imágenes de Hércules, pintó lienzos para la iglesia de San José en Puebla, el Colegio del Espíritu Santo, la iglesia del Carmen, el templo de la
Concordia. Aunque los académicos juzgan en la actualidad sus obras
como algo mediocre, Heredia se refería a él como el “Zeuxis de nuestro
siglo”.38
Fee ha argumentado que durante las ceremonias de entradas de virreyes en Puebla en el siglo XVII, las elites trataron de hacer invisible la
35
do haya seguido adelante con su propia mascarada. Véase Cuenta de 1708, AMP, Cuentas
de Propios, vol. 1, ff. 51-68v.
34
Expediente formado con motivo de haverse remitido el comisario de Querétaro un
papel titulado Relación verídica que hace de la Procesión del Corpus, AGN, Inquisición
1321, Expediente 10, ff. 48r-74v; Expediente formado con motivo de un papel satírico
contra los poblanos valiéndose en el sagrado texto de la Doctrina Cristiana y protesta de
la fe, AGN, Inquisición 1156, Expediente 10, ff. 280r-297r.
Nancy Fee, “La Entrada Angelopolitana: Ritual and Myth in the Viceregal Entry in
Puebla de los Angeles,” en The Americas 52, núm. 3 (1995), 284.
36
Jacinto Bernardéz de Rivera, op. cit., p. A1r. “Antiguo noble solar de fidelissimos
Heroès!”
37
Antonio de Heredia, op. cit., pp. A2-A4.
38
Enrique Cordero y Torres, Diccionario Biográfico de Puebla, vols. 1-2, Puebla, Centro
de Estudios Históricos, 1972, 322, 527-28; Manuel Toussaint, Pintura Colonial en México,
México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1990, 123.
1 9 2
1 9 3
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
llones representaban a la elite comercial de la ciudad y, sin lugar a dudas, la eficiente exacción de impuestos de Veytia los debió afectar; pero
al contrario que el cabildo, ellos no habían sufrido una crisis tan aguda.
Sin tomar en cuenta la forma en la que los capitanes de milicia veían a
Veytia por ello, cabe recordar que él había servido como lugarteniente
del virrey y, en consecuencia, había supervisado los batallones en Puebla. Los capitanes comprendieron por supuesto que habían obtenido el
respeto del alcalde mayor. Pero no dudaron en dedicarle el carro en su
honor, con el objeto de acrecentar su favor y suavidad en el cobro de la
alcabala. Cualesquiera que hayan sido los motivos subyacentes en la organización de la comparsa, en su celebración los capitanes de milicias
subrayaron su propia importancia como grupo al interior de la ciudad.
No obstante, su mascarada posiblemente no reflejaba exclusivamente el
sentido que de sí mismos tenían, sino el de las elites de la ciudad en su
conjunto.
La elite poblana se consideraba a sí misma como la más europea de
entre todas las ciudades del Nuevo Mundo. En el siglo XVI, la Audiencia
de México fundó Puebla como una ciudad para conquistadores españoles, de quienes la Corona esperaba que trabajasen la tierra por sí mismos, permaneciendo separada de las comunidades indígenas de los alrededores. Si bien Puebla fue inmediatamente habitada por indígenas y
trabajadores africanos, prevaleció el mito de Puebla como la “ciudad de
españoles”. Para mediados del siglo XVIII, los vecinos de otras ciudades
de la colonia reconocían la diferencia entre ellos y la gente de Puebla. En
la década de 1770, circulaban ampliamente en la ciudad de México sátiras anónimas que se burlaban de los poblanos. En 1794, el comisario de
la Inquisición en Querétaro descubrió una sátira que criticaba a los poblanos, entre otras cosas, por su carencia de una conciencia criolla.34
Posiblemente los poblanos buscaban manifestar una manera de ser
distinta durante sus diversas actuaciones públicas. La historiadora del
arte Nancy Fee ha argumentado que a través de los emblemas de los arcos triunfales en la Puebla del siglo XVII, las elites “elogiaban España
como una fuente de autoridad cultural y política y promovían y abanderaban la ciudad de Puebla como la maravilla española privilegiada
del Nuevo Mundo”.35 Para las celebraciones en honor de Luis I, la ciudad también subrayó con elocuencia su “europeidad”. En el sermón
que dio en el convento franciscano de la ciudad, Jacinto Bernárdez de
Rivera se refirió a Puebla como “la antigua y noble casa” de los “más
fieles héroes” de la colonia.36 La comparsa también celebraba la conexión de la ciudad con Europa. Los capitanes de milicias donaron artículos tan lujosos como paños de Flandes y tisú, una apreciada tela francesa bordada con hilos de oro y plata, como testimonio de su inclusión
entre el mundo atlántico de las elites.37 Los organizadores de las festividades intentaron contrarrestar una imagen de provincialismo comisionando a los principales artistas de la ciudad para diseñar el carro triunfal. Antonio de Heredia, autor de la poesía y la descripción impresa del
carro, estudió medicina en la Universidad de México y era ampliamente
respetado por sus habilidades literarias. Pascual Pérez, el creador de las
imágenes de Hércules, pintó lienzos para la iglesia de San José en Puebla, el Colegio del Espíritu Santo, la iglesia del Carmen, el templo de la
Concordia. Aunque los académicos juzgan en la actualidad sus obras
como algo mediocre, Heredia se refería a él como el “Zeuxis de nuestro
siglo”.38
Fee ha argumentado que durante las ceremonias de entradas de virreyes en Puebla en el siglo XVII, las elites trataron de hacer invisible la
35
do haya seguido adelante con su propia mascarada. Véase Cuenta de 1708, AMP, Cuentas
de Propios, vol. 1, ff. 51-68v.
34
Expediente formado con motivo de haverse remitido el comisario de Querétaro un
papel titulado Relación verídica que hace de la Procesión del Corpus, AGN, Inquisición
1321, Expediente 10, ff. 48r-74v; Expediente formado con motivo de un papel satírico
contra los poblanos valiéndose en el sagrado texto de la Doctrina Cristiana y protesta de
la fe, AGN, Inquisición 1156, Expediente 10, ff. 280r-297r.
Nancy Fee, “La Entrada Angelopolitana: Ritual and Myth in the Viceregal Entry in
Puebla de los Angeles,” en The Americas 52, núm. 3 (1995), 284.
36
Jacinto Bernardéz de Rivera, op. cit., p. A1r. “Antiguo noble solar de fidelissimos
Heroès!”
37
Antonio de Heredia, op. cit., pp. A2-A4.
38
Enrique Cordero y Torres, Diccionario Biográfico de Puebla, vols. 1-2, Puebla, Centro
de Estudios Históricos, 1972, 322, 527-28; Manuel Toussaint, Pintura Colonial en México,
México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1990, 123.
1 9 2
1 9 3
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
presencia de los indígenas, o al menos, de ignorarlos en las descripciones impresas que iban hacia España. La autora concluye que la elite poblana se apoyó mucho en el mito de Puebla como ciudad europea.39 Un
fenómeno paralelo ocurrió en la capital virreinal de Perú, donde las elites enfatizaron su identidad europea a través del arte festivo típico de
Andalucía, degradando la cultura indígena de la región.40 Al igual que
Lima, Puebla fue fundada en un territorio que no había sido habitado
previamente por comunidades indígenas, y constituía una especie de
página en blanco en las mentes de las elites. De la misma manera que
en las descripciones impresas sobre las entradas virreinales del siglo
XVII, las escritas sobre festividades de 1708 no hicieron mención de la población indígena o las castas que habitaban la ciudad.
Lo que es más, las actas de cabildo no reflejan el hecho de que los indios poblanos participaran abiertamente en las ceremonias públicas.
Antes que eso, las actas describen fundamentalmente a los indígenas
sirviendo con funciones auxiliares, como la limpieza de las calles, la
construcción de los arcos floridos, o actuando como músicos callejeros.
Esto contrasta con la ciudad de México donde, como han subrayado los
investigadores, las relaciones sobre las entradas de virreyes, ceremonias
de jura y Corpus Christi enfatizaron la participación de los indígenas
nativos y la incorporación de su iconografía en los trabajos de arte efímero.41 Más todavía, la falta de reconocimiento de la participación indígena en las actas del cabildo poblano puede ser consecuencia más de
la visión de las elites sobre su propia hispanidad, que un reflejo real
de la participación de los indígenas. Para la jura del rey preparada para
Luis I en 1724, por ejemplo, los concejales no describieron ningún plan
para que los indígenas de la ciudad organizaran su propia celebración.
No obstante, una solicitud de un maestro carpintero hace mención de la
existencia de una celebración indígena organizada de manera paralela.
El carpintero había adquirido el derecho para realizar corridas de toros
en la plaza principal de la ciudad durante tres días, acordando que él se
quedaría con los beneficios. El 13 de octubre pidió al cabildo la extensión del periodo por otros tres días, y declaró que comenzaría a realizar
las corridas el jueves 17 y no el día anterior dado que había escuchado
que era el día en que el gobernador indígena quería realizar su ceremonia de entrada en la ciudad.42 Lo anterior sugiere que, a pesar del euro
centrismo de las elites poblanas, los indígenas principales de la ciudad
organizaban sus propias ceremonias públicas de manera independiente.
Toda vez que la elite comercial ignoraba la contribución cultural de
las comunidades indígenas, su mascarada subrayaba su afinidad con la
alta cultura europea. Los inmigrantes a la ciudad celebraban de la forma
en la que estaban acostumbrados de manera natural: utilizando carros
triunfales similares a los que habían conocido en España. Aunque es difícil determinar si los organizadores encontraron inspiración en grabados, libros festivos o pinturas, resulta claro que tomaron prestado ampliamente un corpus de símbolos europeos derivados del mito de Hércules
que conocían bien. El entusiasmo por Hércules se había extendido por
Europa durante los siglos XVI y XVII. La mitología grecorromana consideraba en realidad seis figuras diferentes de Hércules, aunque todas venían a acrisolarse en un único héroe que, durante sus viajes por Europa,
había establecido una serie de linajes reales, incluyendo el borgoñés y el
de los Habsburgo austriacos y españoles.43 Los Habsburgo españoles reclamaron para sí una propiedad especial del mito de Hércules, ya que
uno de sus mayores trabajos –la captura de la res del rey Gerion– se supone que sucedió en el sur de la península. Los reyes hispanos y los nobles del siglo XVI se favorecieron con la idea de ser descendientes de
Hércules, y muchas familias acomodadas poseían pinturas y tapices del
héroe, e incorporaron su figura a la arquitectura palaciega. Los cronistas
bajo medievales y de los inicios de la era moderna afirmaron que duran-
39
Nancy Fee, op. cit., pp. 300-320.
Rafael Ramos Sosa, Arte festivo en Lima Virreinal (siglos XVI-XVII), Sevilla, Junta de
Andalucía, 1992
41
Véase Solange Alberro, “Barroquismo y criollismo en los recibimientos hechos a
don Diego López Pacheco Cabrera y Bobadilla, virrey de Nueva España, 1640: un estudio preliminar,” en Colonial Latin American Historical Review 8, núm. 4, 1999, 443-460; y
Linda Curcio, “Saints, Sovereignty and Spectacle in Colonial Mexico”, tesis doctoral
inédita, Tulane University, 1993.
40
1 9 4
42
Petición de Antonio de Arteaga sobre que se concedan tres días más de toros, 13
de octubre de 1724, BNAH-AMP, AC 40, f. 310v.
43
Jonathan Brown y J. H. Elliot, A Palace for a King: The Buen Retiro and the Court of
Philip IV, New Haven, Yale University Press, 1980, 157-160.
1 9 5
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
presencia de los indígenas, o al menos, de ignorarlos en las descripciones impresas que iban hacia España. La autora concluye que la elite poblana se apoyó mucho en el mito de Puebla como ciudad europea.39 Un
fenómeno paralelo ocurrió en la capital virreinal de Perú, donde las elites enfatizaron su identidad europea a través del arte festivo típico de
Andalucía, degradando la cultura indígena de la región.40 Al igual que
Lima, Puebla fue fundada en un territorio que no había sido habitado
previamente por comunidades indígenas, y constituía una especie de
página en blanco en las mentes de las elites. De la misma manera que
en las descripciones impresas sobre las entradas virreinales del siglo
XVII, las escritas sobre festividades de 1708 no hicieron mención de la población indígena o las castas que habitaban la ciudad.
Lo que es más, las actas de cabildo no reflejan el hecho de que los indios poblanos participaran abiertamente en las ceremonias públicas.
Antes que eso, las actas describen fundamentalmente a los indígenas
sirviendo con funciones auxiliares, como la limpieza de las calles, la
construcción de los arcos floridos, o actuando como músicos callejeros.
Esto contrasta con la ciudad de México donde, como han subrayado los
investigadores, las relaciones sobre las entradas de virreyes, ceremonias
de jura y Corpus Christi enfatizaron la participación de los indígenas
nativos y la incorporación de su iconografía en los trabajos de arte efímero.41 Más todavía, la falta de reconocimiento de la participación indígena en las actas del cabildo poblano puede ser consecuencia más de
la visión de las elites sobre su propia hispanidad, que un reflejo real
de la participación de los indígenas. Para la jura del rey preparada para
Luis I en 1724, por ejemplo, los concejales no describieron ningún plan
para que los indígenas de la ciudad organizaran su propia celebración.
No obstante, una solicitud de un maestro carpintero hace mención de la
existencia de una celebración indígena organizada de manera paralela.
El carpintero había adquirido el derecho para realizar corridas de toros
en la plaza principal de la ciudad durante tres días, acordando que él se
quedaría con los beneficios. El 13 de octubre pidió al cabildo la extensión del periodo por otros tres días, y declaró que comenzaría a realizar
las corridas el jueves 17 y no el día anterior dado que había escuchado
que era el día en que el gobernador indígena quería realizar su ceremonia de entrada en la ciudad.42 Lo anterior sugiere que, a pesar del euro
centrismo de las elites poblanas, los indígenas principales de la ciudad
organizaban sus propias ceremonias públicas de manera independiente.
Toda vez que la elite comercial ignoraba la contribución cultural de
las comunidades indígenas, su mascarada subrayaba su afinidad con la
alta cultura europea. Los inmigrantes a la ciudad celebraban de la forma
en la que estaban acostumbrados de manera natural: utilizando carros
triunfales similares a los que habían conocido en España. Aunque es difícil determinar si los organizadores encontraron inspiración en grabados, libros festivos o pinturas, resulta claro que tomaron prestado ampliamente un corpus de símbolos europeos derivados del mito de Hércules
que conocían bien. El entusiasmo por Hércules se había extendido por
Europa durante los siglos XVI y XVII. La mitología grecorromana consideraba en realidad seis figuras diferentes de Hércules, aunque todas venían a acrisolarse en un único héroe que, durante sus viajes por Europa,
había establecido una serie de linajes reales, incluyendo el borgoñés y el
de los Habsburgo austriacos y españoles.43 Los Habsburgo españoles reclamaron para sí una propiedad especial del mito de Hércules, ya que
uno de sus mayores trabajos –la captura de la res del rey Gerion– se supone que sucedió en el sur de la península. Los reyes hispanos y los nobles del siglo XVI se favorecieron con la idea de ser descendientes de
Hércules, y muchas familias acomodadas poseían pinturas y tapices del
héroe, e incorporaron su figura a la arquitectura palaciega. Los cronistas
bajo medievales y de los inicios de la era moderna afirmaron que duran-
39
Nancy Fee, op. cit., pp. 300-320.
Rafael Ramos Sosa, Arte festivo en Lima Virreinal (siglos XVI-XVII), Sevilla, Junta de
Andalucía, 1992
41
Véase Solange Alberro, “Barroquismo y criollismo en los recibimientos hechos a
don Diego López Pacheco Cabrera y Bobadilla, virrey de Nueva España, 1640: un estudio preliminar,” en Colonial Latin American Historical Review 8, núm. 4, 1999, 443-460; y
Linda Curcio, “Saints, Sovereignty and Spectacle in Colonial Mexico”, tesis doctoral
inédita, Tulane University, 1993.
40
1 9 4
42
Petición de Antonio de Arteaga sobre que se concedan tres días más de toros, 13
de octubre de 1724, BNAH-AMP, AC 40, f. 310v.
43
Jonathan Brown y J. H. Elliot, A Palace for a King: The Buen Retiro and the Court of
Philip IV, New Haven, Yale University Press, 1980, 157-160.
1 9 5
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
te sus viajes por Iberia, el héroe creó linajes, erigió las columnas en el estrecho de Gibraltar, y fundó ciudades como Cádiz y Sevilla en Andalucía.44 Hércules se volvió popular entre los autores y escritores emblemáticos de los siglos XV, XVI y XVII, e incluso inspiró un libro de emblemas
dedicado completamente a sus aventuras.45 El héroe representaba la
asimilación de la civilización española, una cultura que los poblanos
nutrieron con cuidado en América.
Así como la elite poblana vio a Hércules como un civilizador, también debió ver su propio papel en la periferia del imperio. Una pintura
sobre el arco triunfal erigido en Puebla en el año de 1688, dedicado a
Gaspar de la Cerda, describía al virrey en la forma de un león que emergía de una selva en búsqueda de un arco triunfal por el cual pudiese
entrar en la ciudad. De acuerdo con Fee, esto “colocaba a Puebla como
un sitio civilizado en medio del dominio de la selva”, y posiblemente
funcionó como una “referencia sesgada a la ‘hispanidad’ de Puebla”.46
En el siglo XVIII, el mito de que nobles conquistadores fundaron Puebla
se mantenía fuerte, y el historiador del arte Diego Angulo apuntó la
existencia de una relación entre la imagen de Hércules y aquella del
conquistador.47 Al dar por sentado que durante sus famosos “trabajos”,
y precediendo el establecimiento de asentamientos, Hércules vencía a
diferentes monstruos míticos, la comparación entre el héroe y el conquistador adquiere sentido. Hacia el siglo XVI la figura de monstruos
como la Hidra, vencida por Hércules durante su segundo trabajo, se
convirtió en una representación de la rebelión y la heterodoxia.48 Al escoger el tema de Hércules para el carro triunfal, los organizadores quizá
pensaron en transmitir la manera en la que ellos habían trasladado Es-
paña a Puebla, y establecido un bastión de civilización en una tierra heterodoxa y desordenada.
44
Diego Angulo Iñiguez, La mitología clásica y el arte español del renacimiento, Madrid,
Imprenta y Editorial Maestre, 1952, 65-123; Florencia también reclamó a Hércules como
su patrón y protector. Véase Jean Seznec, The Survival of the Pagan Gods: The Mythological
Traditions and Its Place in Renaissance Humanism, trans. Barbara F. Sessions, Princeton,
Princeton University Press, 1972, p. 20.
45
Juan Francisco Fernández de Heredia, Trabajos, y afanes de Hércules, floresta de sentencias, y exemplos, Madrid, Francisco Sanz, 1682.
46
Nancy Fee, op. cit., p. 313.
47
Ibid.., p. 77.
48
Jonathan Brown y J. H. Eliot, op. cit., 160-161.
1 9 6
HÉRCULES TRIUNFANTE: LUIS I Y LA GUERRA DE SUCESIÓN DE ESPAÑA
Aunque la mascarada de Puebla en honor a Luis I reflejaba la manera
en la que las elites se percibían a sí mismas y a su ciudad, sus organizadores no perdieron de vista el propósito fundamental de la celebración:
la legitimación de la monarquía gobernante en España. En la década de
1710, los poblanos debían enfrentarse al reciente fin de casi dos siglos
de gobierno de la casa Habsburgo y una guerra sobre la sucesión de la
monarquía. En este periodo de incertidumbre política, los súbditos de
España se regocijaron con el nacimiento de un heredero al trono. Durante la lectura del sermón en el convento franciscano de la ciudad, Jacinto
Bernárdez de Rivera comparó a los poblanos con los “Ángeles de Bethlehem”, que dan gracias por el nacimiento de Jesús “Príncipe soberano
del cielo cuyo nacimiento ha sido deseado por tanto tiempo”, y se preguntaba “cuantas eran las ruinas, que se esperaban si no naciera”.49 A
pesar de la relación consanguínea con el último rey Habsburgo, Felipe
V carecía de autoridad por haber nacido fuera de España, y por ser el
nieto del monarca francés. Muchos tenían razones para temer la influencia de Luis XIV sobre el nuevo rey: España dependía completamente del
apoyo militar de Francia, y antes de 1709 todas las decisiones eran tomadas en Versalles, no en Madrid.50 En el sermón leído en el convento
dominico de Puebla, Alonso Gil reconoció la importancia de contar con
un príncipe nacido en territorio español, pues aunque Felipe V había ascendido legítimamente al trono, así se erradicaba cualquier duda acerca
de su “legítima pocesión” del título real.51 El canónigo José Gómez de
la Parra hizo eco de esta opinión en el sermón de acción de gracias en la
catedral de Puebla. Citando el Evangelio de San Lucas, utilizó las palabras de Cristo “El que conmigo no está, es mi contrario” para argumen49
Jacinto Bernardez de Rivera, op. cit., p. A6r.
Henry Kamen, op. cit., 56.
51
Alonso Gil, op. cit., 6.
50
1 9 7
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
te sus viajes por Iberia, el héroe creó linajes, erigió las columnas en el estrecho de Gibraltar, y fundó ciudades como Cádiz y Sevilla en Andalucía.44 Hércules se volvió popular entre los autores y escritores emblemáticos de los siglos XV, XVI y XVII, e incluso inspiró un libro de emblemas
dedicado completamente a sus aventuras.45 El héroe representaba la
asimilación de la civilización española, una cultura que los poblanos
nutrieron con cuidado en América.
Así como la elite poblana vio a Hércules como un civilizador, también debió ver su propio papel en la periferia del imperio. Una pintura
sobre el arco triunfal erigido en Puebla en el año de 1688, dedicado a
Gaspar de la Cerda, describía al virrey en la forma de un león que emergía de una selva en búsqueda de un arco triunfal por el cual pudiese
entrar en la ciudad. De acuerdo con Fee, esto “colocaba a Puebla como
un sitio civilizado en medio del dominio de la selva”, y posiblemente
funcionó como una “referencia sesgada a la ‘hispanidad’ de Puebla”.46
En el siglo XVIII, el mito de que nobles conquistadores fundaron Puebla
se mantenía fuerte, y el historiador del arte Diego Angulo apuntó la
existencia de una relación entre la imagen de Hércules y aquella del
conquistador.47 Al dar por sentado que durante sus famosos “trabajos”,
y precediendo el establecimiento de asentamientos, Hércules vencía a
diferentes monstruos míticos, la comparación entre el héroe y el conquistador adquiere sentido. Hacia el siglo XVI la figura de monstruos
como la Hidra, vencida por Hércules durante su segundo trabajo, se
convirtió en una representación de la rebelión y la heterodoxia.48 Al escoger el tema de Hércules para el carro triunfal, los organizadores quizá
pensaron en transmitir la manera en la que ellos habían trasladado Es-
paña a Puebla, y establecido un bastión de civilización en una tierra heterodoxa y desordenada.
44
Diego Angulo Iñiguez, La mitología clásica y el arte español del renacimiento, Madrid,
Imprenta y Editorial Maestre, 1952, 65-123; Florencia también reclamó a Hércules como
su patrón y protector. Véase Jean Seznec, The Survival of the Pagan Gods: The Mythological
Traditions and Its Place in Renaissance Humanism, trans. Barbara F. Sessions, Princeton,
Princeton University Press, 1972, p. 20.
45
Juan Francisco Fernández de Heredia, Trabajos, y afanes de Hércules, floresta de sentencias, y exemplos, Madrid, Francisco Sanz, 1682.
46
Nancy Fee, op. cit., p. 313.
47
Ibid.., p. 77.
48
Jonathan Brown y J. H. Eliot, op. cit., 160-161.
1 9 6
HÉRCULES TRIUNFANTE: LUIS I Y LA GUERRA DE SUCESIÓN DE ESPAÑA
Aunque la mascarada de Puebla en honor a Luis I reflejaba la manera
en la que las elites se percibían a sí mismas y a su ciudad, sus organizadores no perdieron de vista el propósito fundamental de la celebración:
la legitimación de la monarquía gobernante en España. En la década de
1710, los poblanos debían enfrentarse al reciente fin de casi dos siglos
de gobierno de la casa Habsburgo y una guerra sobre la sucesión de la
monarquía. En este periodo de incertidumbre política, los súbditos de
España se regocijaron con el nacimiento de un heredero al trono. Durante la lectura del sermón en el convento franciscano de la ciudad, Jacinto
Bernárdez de Rivera comparó a los poblanos con los “Ángeles de Bethlehem”, que dan gracias por el nacimiento de Jesús “Príncipe soberano
del cielo cuyo nacimiento ha sido deseado por tanto tiempo”, y se preguntaba “cuantas eran las ruinas, que se esperaban si no naciera”.49 A
pesar de la relación consanguínea con el último rey Habsburgo, Felipe
V carecía de autoridad por haber nacido fuera de España, y por ser el
nieto del monarca francés. Muchos tenían razones para temer la influencia de Luis XIV sobre el nuevo rey: España dependía completamente del
apoyo militar de Francia, y antes de 1709 todas las decisiones eran tomadas en Versalles, no en Madrid.50 En el sermón leído en el convento
dominico de Puebla, Alonso Gil reconoció la importancia de contar con
un príncipe nacido en territorio español, pues aunque Felipe V había ascendido legítimamente al trono, así se erradicaba cualquier duda acerca
de su “legítima pocesión” del título real.51 El canónigo José Gómez de
la Parra hizo eco de esta opinión en el sermón de acción de gracias en la
catedral de Puebla. Citando el Evangelio de San Lucas, utilizó las palabras de Cristo “El que conmigo no está, es mi contrario” para argumen49
Jacinto Bernardez de Rivera, op. cit., p. A6r.
Henry Kamen, op. cit., 56.
51
Alonso Gil, op. cit., 6.
50
1 9 7
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
tar que el nacimiento del príncipe puso fin a la neutralidad de aquellos
que dudaban de la legitimidad del acceso al trono de Felipe V.52 El nacimiento de Luis I, en efecto, invalidaba el reclamo de quienes afirmaban
que un extranjero no podía gobernar España.
El carro triunfal reflejó la interpretación de Gómez de la Parra y Gil
referente al impacto de Luis I en la transición del gobierno de los Habsburgo al de los Borbones. En general, los carros triunfales simbolizaban
el éxito, y eran utilizados comúnmente para conmemorar las victorias
militares de España, a la vez que como rituales de paso de miembros de
la familia real. En Puebla, el carro representó la victoria de Felipe V sobre aquellos que dudaban de su legitimidad, y Heredia resaltó este tema
en su interpretación impresa: “¿Que esperan ya los fanáticos inquietos,
y los enemigos rebeldes? Si ven ya nacido el Hércules Augusto, a quien
le viene tan justo derecho para el dominio”. Heredia argumentó que con
el nacimiento de un príncipe en territorio español, los enemigos de Felipe V no podían dudar por más tiempo de su derecho a gobernar.53
Las imágenes del carro proclamaban visualmente este tema central.
En lo alto del carro triunfal descansaba un dosel, un palio de rico brocado utilizado usualmente para cubrir los tronos reales, debajo del cual se
encontraba puesto un retrato de Luis I.54 La distancia que separaba México de España hacía necesaria la utilización de imágenes de la familia
real para que la gente pudiese identificar, y sentirse más próxima a sus
gobernantes. A través de la pintura de Luis I, Pascual Pérez presentó al
príncipe heredero ante sus súbditos, y el convento dominico utilizó
también la ocasión para volver a presentar a Felipe V: para el sermón de
acción de gracias de Alfonso Gil, los frailes colocaron una pintura del
monarca sentada sobre un trono en el lado derecho del presbiterio.55
Pero como la pintura de Luis I se encontraba sobre un carro triunfal, la
gente debe haberle dado más que una profunda significación. Como los
carros triunfales solían llevar al “victorioso”, la pintura anunciaba la
“victoria” de Felipe V en haber dado un príncipe legítimo natural de
España.
El carro representaba una fortaleza y dos emblemas descansaban sobre su piso superior reforzando este mensaje de triunfo. Uno de los emblemas representaba al Hércules Borbón vestido con una túnica con un
nudo atado a su falda. En su descripción, Heredia explicó cómo la firmeza del nudo representaba el reforzado amor que los súbditos españoles sentían por el monarca, ahora que había dado un príncipe español;
el nacimiento, en cierto sentido, “ataba” a la gente con el rey, y al rey firmemente con España.56 El otro emblema representaba una mano alzada
que protegía un lirio. Como los artistas utilizaban normalmente lirios
para representar a la monarquía francesa, el emblema puede leerse
como una indicación de la forma en la que los súbditos españoles defenderían la Casa de Borbón durante la guerra. Pero también, y como el
poema debajo del emblema explicaba, lis o “lirio” en español, significaba “disputa” o “litigio” en latín. Heredia explicó que antes del nacimiento de Luis I, los enemigos de la Corona habían difundido el rumor
de que los Borbones habían mentido acerca de la preñez de la reina con
la intención de imponerle fraudulentamente a la gente un heredero ilegítimo. De acuerdo con Heredia, la mano representaba a los seis nobles
caballeros franceses y españoles que fueron testigos del nacimiento, que
desmintieron el rumor, y que esparcieron las jubilosas noticias a lo largo
del imperio.57
Con objeto de legitimar el cambio de dinastía gobernante, los organizadores no sólo tuvieron que enaltecer el nacimiento del príncipe español, sino también, ilustrar cómo Luis I se parecía a sus antecesores
Habsburgo. El antropólogo David Kertzer ha destacado la forma en que
en los periodos de transición a lo largo de la historia, los gobiernos se
han visto involucrados en una “expropiación simbólica” con objeto de
tomar prestada la legitimidad del gobierno antecesor, y así asegurarle al
pueblo la continuidad política.58 La utilización de Hércules para representar al príncipe Borbón español demostró ser especialmente oportu-
52
José Gómez de la Parra, op. cit., 66-72; cf. Lucas 11:23. “El que conmigo no está, es
mi contrario: el que no se junta conmigo, de mi se aparta”
53
Antonio de Heredia, op. cit., p. A5
54
Ibid., p. A4.
55
Alonso Gil, op. cit., sin foliar
1 9 8
56
Antonio de Heredia, op. cit., p. A14.
Ibid.., pp. A5-A16.
58
David Kertzer, op. cit., 42-44.
57
1 9 9
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
tar que el nacimiento del príncipe puso fin a la neutralidad de aquellos
que dudaban de la legitimidad del acceso al trono de Felipe V.52 El nacimiento de Luis I, en efecto, invalidaba el reclamo de quienes afirmaban
que un extranjero no podía gobernar España.
El carro triunfal reflejó la interpretación de Gómez de la Parra y Gil
referente al impacto de Luis I en la transición del gobierno de los Habsburgo al de los Borbones. En general, los carros triunfales simbolizaban
el éxito, y eran utilizados comúnmente para conmemorar las victorias
militares de España, a la vez que como rituales de paso de miembros de
la familia real. En Puebla, el carro representó la victoria de Felipe V sobre aquellos que dudaban de su legitimidad, y Heredia resaltó este tema
en su interpretación impresa: “¿Que esperan ya los fanáticos inquietos,
y los enemigos rebeldes? Si ven ya nacido el Hércules Augusto, a quien
le viene tan justo derecho para el dominio”. Heredia argumentó que con
el nacimiento de un príncipe en territorio español, los enemigos de Felipe V no podían dudar por más tiempo de su derecho a gobernar.53
Las imágenes del carro proclamaban visualmente este tema central.
En lo alto del carro triunfal descansaba un dosel, un palio de rico brocado utilizado usualmente para cubrir los tronos reales, debajo del cual se
encontraba puesto un retrato de Luis I.54 La distancia que separaba México de España hacía necesaria la utilización de imágenes de la familia
real para que la gente pudiese identificar, y sentirse más próxima a sus
gobernantes. A través de la pintura de Luis I, Pascual Pérez presentó al
príncipe heredero ante sus súbditos, y el convento dominico utilizó
también la ocasión para volver a presentar a Felipe V: para el sermón de
acción de gracias de Alfonso Gil, los frailes colocaron una pintura del
monarca sentada sobre un trono en el lado derecho del presbiterio.55
Pero como la pintura de Luis I se encontraba sobre un carro triunfal, la
gente debe haberle dado más que una profunda significación. Como los
carros triunfales solían llevar al “victorioso”, la pintura anunciaba la
“victoria” de Felipe V en haber dado un príncipe legítimo natural de
España.
El carro representaba una fortaleza y dos emblemas descansaban sobre su piso superior reforzando este mensaje de triunfo. Uno de los emblemas representaba al Hércules Borbón vestido con una túnica con un
nudo atado a su falda. En su descripción, Heredia explicó cómo la firmeza del nudo representaba el reforzado amor que los súbditos españoles sentían por el monarca, ahora que había dado un príncipe español;
el nacimiento, en cierto sentido, “ataba” a la gente con el rey, y al rey firmemente con España.56 El otro emblema representaba una mano alzada
que protegía un lirio. Como los artistas utilizaban normalmente lirios
para representar a la monarquía francesa, el emblema puede leerse
como una indicación de la forma en la que los súbditos españoles defenderían la Casa de Borbón durante la guerra. Pero también, y como el
poema debajo del emblema explicaba, lis o “lirio” en español, significaba “disputa” o “litigio” en latín. Heredia explicó que antes del nacimiento de Luis I, los enemigos de la Corona habían difundido el rumor
de que los Borbones habían mentido acerca de la preñez de la reina con
la intención de imponerle fraudulentamente a la gente un heredero ilegítimo. De acuerdo con Heredia, la mano representaba a los seis nobles
caballeros franceses y españoles que fueron testigos del nacimiento, que
desmintieron el rumor, y que esparcieron las jubilosas noticias a lo largo
del imperio.57
Con objeto de legitimar el cambio de dinastía gobernante, los organizadores no sólo tuvieron que enaltecer el nacimiento del príncipe español, sino también, ilustrar cómo Luis I se parecía a sus antecesores
Habsburgo. El antropólogo David Kertzer ha destacado la forma en que
en los periodos de transición a lo largo de la historia, los gobiernos se
han visto involucrados en una “expropiación simbólica” con objeto de
tomar prestada la legitimidad del gobierno antecesor, y así asegurarle al
pueblo la continuidad política.58 La utilización de Hércules para representar al príncipe Borbón español demostró ser especialmente oportu-
52
José Gómez de la Parra, op. cit., 66-72; cf. Lucas 11:23. “El que conmigo no está, es
mi contrario: el que no se junta conmigo, de mi se aparta”
53
Antonio de Heredia, op. cit., p. A5
54
Ibid., p. A4.
55
Alonso Gil, op. cit., sin foliar
1 9 8
56
Antonio de Heredia, op. cit., p. A14.
Ibid.., pp. A5-A16.
58
David Kertzer, op. cit., 42-44.
57
1 9 9
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
no; durante los inicios de la edad moderna el héroe vino a ser un símbolo adaptable de la virtud y la fuerza, y muchas casas reales atribuyeron
al héroe la paternidad de sus linajes.59 Para el siglo XVI, sin embargo,
Hércules vino a ser utilizado principalmente para representar a los monarcas españoles, y al comparar a Luis I con el héroe, los diseñadores del
carro imbuyeron de legitimidad al heredero. En el siglo XVI, el sacro emperador romano Carlos V utilizó una imagen de las columnas colocadas
por Hércules en el Estrecho de Gibraltar como su insignia personal. Los
cronistas de los siglos XVI y XVII afirmaron que Carlos V utilizó el símbolo, con el mote en latín Plus Ultra, para representar su ampliación del
imperio español en las Américas.60 Finalmente, Hércules mismo terminó
por representar a los monarcas españoles. Para conmemorar el ascenso
al trono de Felipe II, en 1555, Carlos V emitió medallas en las que aparecía la imagen de Felipe II de un lado, y de Hércules del otro, y en 1569,
Hércules figuró de manera prominente en el arco triunfal diseñado por
Juan Mal de Lara para la entrada del rey en Sevilla.61 Para el reinado de
Felipe IV, comparar al héroe con los reyes españoles se había convertido
en una práctica común; para el Salón de los Reinos del Palacio del Buen
Retiro, Francisco de Zurbarán pintó diez lienzos las labores del monarca con los Trabajos de Hércules. Dos pinturas en particular, Hércules
separando las montañas de Cape y Abylla, y Hércules matando al rey Geryon,
colocaban al héroe en Iberia, y según el historiador del arte Jonathan
Brown y el historiador J. H. Elliot, reforzaban “la afirmación de descender del antiguo semidiós”.62 Al equiparar al héroe con el nuevo príncipe
Borbón, los organizadores lo colocaron en un continuo con sus predecesores Habsburgo, e intentaron asegurar al pueblo la continuidad en
el gobierno.
En el semidivino Hércules la gente podía reconocer al príncipe Borbón español. La jerarquía religiosa de Puebla definió el nacimiento
como un milagro. En el sermón de acción de gracias leído en el convento franciscano, Bernárdez de Rivera comparó a los súbditos españoles
con los padres de Juan Bautista y María de Nazaret. Argumentó que así
como Dios había respondido a las súplicas de estas parejas de terminar
con su esterilidad, había recompensado las plegarias de los súbditos españoles con el nacimiento de Luis I.63 Para el sermón de la catedral de
Puebla, Gómez de la Parra utilizo una estrategia discursiva similar. En
un punto comparó a Felipe V con Juan Bautista, quien puso las bases de
la Iglesia católica y prefiguró al Salvador, a quien entonces Gómez comparó con Luis I.64 Al remitirse a comparaciones bíblicas similares, la jerarquía religiosa poblana explicó el nacimiento como un regalo de Dios,
y los diseñadores del carro triunfal de los capitanes de milicias hicieron
eco de esta interpretación. Así como Dios engendró a Cristo a partir de
una mujer mortal, Júpiter concibió a Hércules con la mortal Alcmene.
Por la simple extensión de las comparaciones, los espectadores podían
concluir que Dios había prohijado a Luis I, representado como Hércules.
Al comparar a Luis I con Hércules, los diseñadores del carro triunfal
equipararon, de manera indirecta, al príncipe con el Salvador. En obras
de arte que datan del siglo XVI, Hércules fue asociado normalmente con
Jesucristo, pues ambos habían destruido elementos del desorden: Hércules venció monstruos, como la Hidra de las múltiples cabezas, y Cristo destruyó al mal, representado alegóricamente por una serpiente o
dragón.65 Al principio de la era moderna, las procesiones del Corpus
Christi del imperio español incluían comúnmente una tarasca o dragón,
a menudo con siete cabezas que representaban los siete pecados capitales. En el siglo XVII, los diseñadores de los carros para el Corpus Christi
ataban con frecuencia efigies de dragones cerca de las ruedas, que muchas veces hacía referencia a hidras, ilustrando así la manera en la que
Cristo había pisoteado al mal.66
59
63
Galinsky, op. cit., 185-198.
Véase Earl Rosenthal, “Plus Ultra, Non Plus Ultra, and the Columnar Device of
Emperor Charles V.”, en Journal of the Warburg and Courtauld Institutes, 34, 1971, 204-228.
61
Juan de Mal Lara, Recibimiento que hizo la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla a la
C.R.M. del rey D. Felipe N.S., Sevilla, Junta de Andalucía, 1992.
62
Jonathan Brown y J.H. Elliot, op. cit., 160-161.
Jacinto Bernardez de Rivera, op. cit., pp. A3r-A3v, A2r.
José Gómez de la Parra, op. cit., 2-3.
65
Diego Angulo, op. cit., 92-95.
66
Teresa Gisbert, “Calderón de la Barca y la pintura virreinal andina,” en Iconología
y sociedad: arte colonial hispanoamericano, Congreso Internacional de Americanistas, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 230-231.
2 0 0
2 0 1
60
64
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
no; durante los inicios de la edad moderna el héroe vino a ser un símbolo adaptable de la virtud y la fuerza, y muchas casas reales atribuyeron
al héroe la paternidad de sus linajes.59 Para el siglo XVI, sin embargo,
Hércules vino a ser utilizado principalmente para representar a los monarcas españoles, y al comparar a Luis I con el héroe, los diseñadores del
carro imbuyeron de legitimidad al heredero. En el siglo XVI, el sacro emperador romano Carlos V utilizó una imagen de las columnas colocadas
por Hércules en el Estrecho de Gibraltar como su insignia personal. Los
cronistas de los siglos XVI y XVII afirmaron que Carlos V utilizó el símbolo, con el mote en latín Plus Ultra, para representar su ampliación del
imperio español en las Américas.60 Finalmente, Hércules mismo terminó
por representar a los monarcas españoles. Para conmemorar el ascenso
al trono de Felipe II, en 1555, Carlos V emitió medallas en las que aparecía la imagen de Felipe II de un lado, y de Hércules del otro, y en 1569,
Hércules figuró de manera prominente en el arco triunfal diseñado por
Juan Mal de Lara para la entrada del rey en Sevilla.61 Para el reinado de
Felipe IV, comparar al héroe con los reyes españoles se había convertido
en una práctica común; para el Salón de los Reinos del Palacio del Buen
Retiro, Francisco de Zurbarán pintó diez lienzos las labores del monarca con los Trabajos de Hércules. Dos pinturas en particular, Hércules
separando las montañas de Cape y Abylla, y Hércules matando al rey Geryon,
colocaban al héroe en Iberia, y según el historiador del arte Jonathan
Brown y el historiador J. H. Elliot, reforzaban “la afirmación de descender del antiguo semidiós”.62 Al equiparar al héroe con el nuevo príncipe
Borbón, los organizadores lo colocaron en un continuo con sus predecesores Habsburgo, e intentaron asegurar al pueblo la continuidad en
el gobierno.
En el semidivino Hércules la gente podía reconocer al príncipe Borbón español. La jerarquía religiosa de Puebla definió el nacimiento
como un milagro. En el sermón de acción de gracias leído en el convento franciscano, Bernárdez de Rivera comparó a los súbditos españoles
con los padres de Juan Bautista y María de Nazaret. Argumentó que así
como Dios había respondido a las súplicas de estas parejas de terminar
con su esterilidad, había recompensado las plegarias de los súbditos españoles con el nacimiento de Luis I.63 Para el sermón de la catedral de
Puebla, Gómez de la Parra utilizo una estrategia discursiva similar. En
un punto comparó a Felipe V con Juan Bautista, quien puso las bases de
la Iglesia católica y prefiguró al Salvador, a quien entonces Gómez comparó con Luis I.64 Al remitirse a comparaciones bíblicas similares, la jerarquía religiosa poblana explicó el nacimiento como un regalo de Dios,
y los diseñadores del carro triunfal de los capitanes de milicias hicieron
eco de esta interpretación. Así como Dios engendró a Cristo a partir de
una mujer mortal, Júpiter concibió a Hércules con la mortal Alcmene.
Por la simple extensión de las comparaciones, los espectadores podían
concluir que Dios había prohijado a Luis I, representado como Hércules.
Al comparar a Luis I con Hércules, los diseñadores del carro triunfal
equipararon, de manera indirecta, al príncipe con el Salvador. En obras
de arte que datan del siglo XVI, Hércules fue asociado normalmente con
Jesucristo, pues ambos habían destruido elementos del desorden: Hércules venció monstruos, como la Hidra de las múltiples cabezas, y Cristo destruyó al mal, representado alegóricamente por una serpiente o
dragón.65 Al principio de la era moderna, las procesiones del Corpus
Christi del imperio español incluían comúnmente una tarasca o dragón,
a menudo con siete cabezas que representaban los siete pecados capitales. En el siglo XVII, los diseñadores de los carros para el Corpus Christi
ataban con frecuencia efigies de dragones cerca de las ruedas, que muchas veces hacía referencia a hidras, ilustrando así la manera en la que
Cristo había pisoteado al mal.66
59
63
Galinsky, op. cit., 185-198.
Véase Earl Rosenthal, “Plus Ultra, Non Plus Ultra, and the Columnar Device of
Emperor Charles V.”, en Journal of the Warburg and Courtauld Institutes, 34, 1971, 204-228.
61
Juan de Mal Lara, Recibimiento que hizo la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla a la
C.R.M. del rey D. Felipe N.S., Sevilla, Junta de Andalucía, 1992.
62
Jonathan Brown y J.H. Elliot, op. cit., 160-161.
Jacinto Bernardez de Rivera, op. cit., pp. A3r-A3v, A2r.
José Gómez de la Parra, op. cit., 2-3.
65
Diego Angulo, op. cit., 92-95.
66
Teresa Gisbert, “Calderón de la Barca y la pintura virreinal andina,” en Iconología
y sociedad: arte colonial hispanoamericano, Congreso Internacional de Americanistas, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 230-231.
2 0 0
2 0 1
60
64
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
Como Hércules y Cristo habían realizado actos milagrosos en beneficio de la humanidad, el carro triunfal contenía la promesa de que Luis
I haría lo mismo por España. El carro, en primer lugar, auguraba que el
príncipe realizaría el milagro de terminar la guerra a través de inspirar
y unificar a los súbditos españoles. En la dedicatoria del sermón que fue
leído en el convento dominico de Puebla, el prior Diego de la Vera definió el papel que le tocaba a Luis I de finalizar la guerra. Relató la manera en la que el duque de Bramante llevó al infante Luis I al campo de
batalla para mostrarlo ante los soldados, quienes inmediatamente se encontraron tan conmovidos que hicieron la promesa de ganar la guerra.
Según Vera, esto demostraba cómo el infante vendría a ser “el medio
para que las armas Católicas triunfen de las enemigas”.67 Gómez de la
Parra también vio en el infante una fuente de inspiración. Describió
cómo el duque de Orleáns y capitán de los ejércitos Borbones en España, al oír acerca del nacimiento de su sobrino, se dio prisa en restituir la
ciudad de Lérida al gobierno de la Corona española.68 Al caracterizar a
Luis I como el heraldo de la victoria y fuente de motivación, Gómez de
la Parra convirtió al infante en guerrero, nuevamente de manera similar
a Hércules. El canónigo mencionó que, inmediatamente después de un
nacimiento, los espartanos colocaban a los hijos varones sobre un escudo para indicar sus destinos y, sumándolo para su propósito, que
Alcmene colocó a Hércules también sobre un escudo. Como servía
como fuente de motivación y lealtad, el canónico comparó a Luis con los
guerreros recién nacidos que perdieron la vida durante la matanza de
infantes que el rey Herodes había instrumentado contra el Salvador.
Para el canónico, Luis I debería seguir la tradición bíblica de los “guerreros infantes”.69
Como la jerarquía eclesiástica de Puebla venía representando al
príncipe como una fuente de inspiración, los realizadores del carro también le atribuyeron al infante el poder de pelear activamente contra los
enemigos de España. El quinto lienzo del carro representaba a Mercurio
llevando a Hércules con Quirón, el maestro de la guerra, para que lo
ungiese con un ungüento que lo prepararía “para sufrir las afanes de
lucha”.70 Sin embargo, no sólo los lienzos de Hércules servían para
transformar al infante en un guerrero, sino también lo hacía la pintura
que descansaba en lo alto del fuerte. De pie sobre la cima del carro, Luis
I parecía mantener la vigilancia sobre su territorio. Los 400 jinetes, por
turnos, parecían guardar al príncipe. Como el carro mostraba pendones
que representaban a cada uno de los reinos hispánicos, resulta claro que
los diseñadores intentaron que el fuerte representase al imperio, dando
a entender de esa manera que el príncipe y sus legiones leales lo protegerían de los ataques enemigos.71
El carro resaltó el papel del príncipe como vencedor del enemigo
empleando el tema de los “monstruos”. En la alegoría de Hércules, los
monstruos solían aparecer como elementos del desorden. En 1650, la
catedral de México comisionó la hechura de un carro triunfal que equiparaba al virrey Luis Enrique de Guzmán con Hércules, afirmando que
él terminaría con el periodo de inundaciones de la ciudad, simbólicamente representado por monstruos.72 Los monstruos, solían utilizarse
para representar “enemigos”, o fuerzas del caos que atentaban contra el
status quo. El séptimo lienzo del carro representaba a la nodriza de Júpiter lanzando flores al aire para celebrar el nacimiento del “domador de
monstruos”.73 En un tono similar, uno de los cuatro emblemas que engalanaban la parte superior del carro, describía a Hércules jugando con
la serpiente venenosa que había enviado Juno para asesinarlo. El mote
en latín y el poema que rodeaba al emblema se referían a las serpientes
como juguetes del príncipe.74 Más aún, los diseñadores del carro buscaron persuadir a la audiencia poblana que la casa de Borbón no sólo vencería a la Alianza Austriaca, sino también a las provincias rebeldes de
Cataluña y Valencia. El carro advertía que si los rebeldes no cesaban su
67
70
68
71
Alonso Gil, op. cit., sin foliar.
José Gómez de la Parra, op. cit., 33; Lérida, la principal ciudad en la ruta entre
Barcelona y Zaragoza, había caído en manos de la Alianza Austriaca en 1705. Henry
Kamen, op. cit., 285.
69
José Gómez de la Parra, op. cit., 59-65.
2 0 2
Antonio de Heredia, op. cit., p. A10.
Ibid.., p. A4.
72
Francisco de la Maza, op. cit., 77.
73
Antonio de Heredia, op. cit., pp. A12-13.
74
Ibid.., p. A15.
2 0 3
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
Como Hércules y Cristo habían realizado actos milagrosos en beneficio de la humanidad, el carro triunfal contenía la promesa de que Luis
I haría lo mismo por España. El carro, en primer lugar, auguraba que el
príncipe realizaría el milagro de terminar la guerra a través de inspirar
y unificar a los súbditos españoles. En la dedicatoria del sermón que fue
leído en el convento dominico de Puebla, el prior Diego de la Vera definió el papel que le tocaba a Luis I de finalizar la guerra. Relató la manera en la que el duque de Bramante llevó al infante Luis I al campo de
batalla para mostrarlo ante los soldados, quienes inmediatamente se encontraron tan conmovidos que hicieron la promesa de ganar la guerra.
Según Vera, esto demostraba cómo el infante vendría a ser “el medio
para que las armas Católicas triunfen de las enemigas”.67 Gómez de la
Parra también vio en el infante una fuente de inspiración. Describió
cómo el duque de Orleáns y capitán de los ejércitos Borbones en España, al oír acerca del nacimiento de su sobrino, se dio prisa en restituir la
ciudad de Lérida al gobierno de la Corona española.68 Al caracterizar a
Luis I como el heraldo de la victoria y fuente de motivación, Gómez de
la Parra convirtió al infante en guerrero, nuevamente de manera similar
a Hércules. El canónigo mencionó que, inmediatamente después de un
nacimiento, los espartanos colocaban a los hijos varones sobre un escudo para indicar sus destinos y, sumándolo para su propósito, que
Alcmene colocó a Hércules también sobre un escudo. Como servía
como fuente de motivación y lealtad, el canónico comparó a Luis con los
guerreros recién nacidos que perdieron la vida durante la matanza de
infantes que el rey Herodes había instrumentado contra el Salvador.
Para el canónico, Luis I debería seguir la tradición bíblica de los “guerreros infantes”.69
Como la jerarquía eclesiástica de Puebla venía representando al
príncipe como una fuente de inspiración, los realizadores del carro también le atribuyeron al infante el poder de pelear activamente contra los
enemigos de España. El quinto lienzo del carro representaba a Mercurio
llevando a Hércules con Quirón, el maestro de la guerra, para que lo
ungiese con un ungüento que lo prepararía “para sufrir las afanes de
lucha”.70 Sin embargo, no sólo los lienzos de Hércules servían para
transformar al infante en un guerrero, sino también lo hacía la pintura
que descansaba en lo alto del fuerte. De pie sobre la cima del carro, Luis
I parecía mantener la vigilancia sobre su territorio. Los 400 jinetes, por
turnos, parecían guardar al príncipe. Como el carro mostraba pendones
que representaban a cada uno de los reinos hispánicos, resulta claro que
los diseñadores intentaron que el fuerte representase al imperio, dando
a entender de esa manera que el príncipe y sus legiones leales lo protegerían de los ataques enemigos.71
El carro resaltó el papel del príncipe como vencedor del enemigo
empleando el tema de los “monstruos”. En la alegoría de Hércules, los
monstruos solían aparecer como elementos del desorden. En 1650, la
catedral de México comisionó la hechura de un carro triunfal que equiparaba al virrey Luis Enrique de Guzmán con Hércules, afirmando que
él terminaría con el periodo de inundaciones de la ciudad, simbólicamente representado por monstruos.72 Los monstruos, solían utilizarse
para representar “enemigos”, o fuerzas del caos que atentaban contra el
status quo. El séptimo lienzo del carro representaba a la nodriza de Júpiter lanzando flores al aire para celebrar el nacimiento del “domador de
monstruos”.73 En un tono similar, uno de los cuatro emblemas que engalanaban la parte superior del carro, describía a Hércules jugando con
la serpiente venenosa que había enviado Juno para asesinarlo. El mote
en latín y el poema que rodeaba al emblema se referían a las serpientes
como juguetes del príncipe.74 Más aún, los diseñadores del carro buscaron persuadir a la audiencia poblana que la casa de Borbón no sólo vencería a la Alianza Austriaca, sino también a las provincias rebeldes de
Cataluña y Valencia. El carro advertía que si los rebeldes no cesaban su
67
70
68
71
Alonso Gil, op. cit., sin foliar.
José Gómez de la Parra, op. cit., 33; Lérida, la principal ciudad en la ruta entre
Barcelona y Zaragoza, había caído en manos de la Alianza Austriaca en 1705. Henry
Kamen, op. cit., 285.
69
José Gómez de la Parra, op. cit., 59-65.
2 0 2
Antonio de Heredia, op. cit., p. A10.
Ibid.., p. A4.
72
Francisco de la Maza, op. cit., 77.
73
Antonio de Heredia, op. cit., pp. A12-13.
74
Ibid.., p. A15.
2 0 3
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
guerra contra la Corona el Hércules Borbón los aplastaría. El segundo
lienzo del carro duplicaba el emblema que describía a Hércules estrangulando a la enorme serpiente enviada por Juno. De acuerdo con Herrera, la serpiente representaba a los enemigos domésticos del príncipe.75
Al interpretar el significado alegórico de los monstruos, Pérez y Heredia
dieron a entender la manera en la que el heroico príncipe destruiría los
elementos del desorden que amenazaban a España.
Los organizadores de la celebración del nacimiento real caracterizaron al conflicto por la sucesión como una guerra santa. Junto con los varios milagros que se esperaban de Luis I, el carro manifestaba cómo el
príncipe y su familia Borbón dispersarían las fuerzas heréticas que amenazaban la fe católica. El carro triunfal personificaba la sensación de
ansiedad en la que habían caído los poblanos durante esta guerra religiosa, y los diseñadores jugaron con la equiparación de Hércules con
Cristo. El primer lienzo del carro, que simplemente contenía un poema,
declaraba que Alcides (otro nombre de Hércules) pisotearía la “Hidra
Anglicana”, vengando los insultos cometidos contra la Iglesia durante
la guerra.76 El segundo lienzo, como se ha anotado, representaba a Hércules niño en su cuna estrangulando la serpiente enviada por Juno. La
serpiente, sin embargo, no necesariamente debía representar exclusivamente el desorden causado por la deslealtad, sino que también podría
ser interpretada como el mal y la herejía. Después de todo, los organizadores igualaron al príncipe con el Salvador cuyo nacimiento, como Gómez de la Parra afirmó, marcó el fin del reino de Satanás.77
La jerarquía eclesiástica y los diseñadores del carro utilizaron la metáfora de Cristo para comunicar que Luis I salvaría a España. En sus
sermones, Gómez de la Parra y Alonso Gil compararon a los poblamos
con la mujer que en el evangelio según San Lucas alzó su voz en agradecimiento por el nacimiento del Salvador.78 Dos pinturas en el carro parecen aludir a este pasaje bíblico, posiblemente con la intención de provocar el reconocimiento de la audiencia católica de Puebla. El séptimo
lienzo del carro representaba a Amaltea lanzando flores al aire en honor
del nacimiento real, y el octavo lienzo describía a Alcmene sacrificando
una res a Júpiter en agradecimiento por el nacimiento de su hijo, porque
todas las cosas buenas vienen del “cielo”.79 Los diseñadores del carro se
esforzaron para igualar al príncipe con el Salvador y para caracterizarlo como campeón de la España católica.
Sin embargo, el carro no pretendía que el heroico Luis I pudiese detener él solo la amenaza religiosa. Dentro del discurso del príncipe hercúleo, los diseñadores del carro aludieron a la importancia de la monarquía francesa para la España católica. El príncipe nació el 25 de agosto,
día de la festividad de San Luis IX de Francia, quien en el siglo XIII había
peleado tenazmente en pro de la fe católica, incluso dirigiendo dos cruzadas en Palestina.80 En su sermón en la catedral de Puebla, Gómez de
la Parra argumentaba que los descendientes del santo, Luis XIV y Luis I
de España, defenderían su legado durante la guerra.81 El carro reflejaba
el papel atribuido por el canónigo catedralicio tanto al monarca francés
como al príncipe heredero español. El ungimiento del príncipe por
Quirón, el tema del quinto lienzo, podría haber sido interpretado por la
audiencia católica de Puebla como un bautismo. Heredia especificó que
Mercurio representaba al piadoso Luis XIV, y los espectadores podrían
haber entendido que él fungía como el padrino de Luis I. El tercer lienzo representaba a Juno intentando matar a Hércules con hechizos y cantos, por lo cual Luis XIV, como Mercurio, defendía al niño del ataque de
Juno.82 El canónigo caracterizaba la extrema piedad del “Cristianísimo
Rey” como un baluarte contra los protestantes que amenazaban con dividir el imperio.83 En la introducción al sermón impreso, el canónigo
apuntó que la imagen de un gallo constituía una de las insignias del monarca francés, y comparó a Luis XIV con el gallo que cantó la mañana de
la crucifixión de Cristo. Así, comparó a la Iglesia Católica Romana con
79
Antonio de Heredia, op. cit., pp. A12-13.
David Farmer, Oxford Dictionary of Saints, Oxford, Oxford University Press, 1997,
309-310.
81
José Gómez de la Parra, op. cit., pp. 3-4
82
Antonio de Heredia, op. cit., p. A7.
83
José Gómez de la Parra, op. cit., 19-20.
80
75
Ibid., p. A7.
Ibid., p. A6.
77
José Gómez de la Parra, op. cit., 61.
78
Ibid., 1; Alonso Gil, op. cit., 1.
76
2 0 4
2 0 5
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
guerra contra la Corona el Hércules Borbón los aplastaría. El segundo
lienzo del carro duplicaba el emblema que describía a Hércules estrangulando a la enorme serpiente enviada por Juno. De acuerdo con Herrera, la serpiente representaba a los enemigos domésticos del príncipe.75
Al interpretar el significado alegórico de los monstruos, Pérez y Heredia
dieron a entender la manera en la que el heroico príncipe destruiría los
elementos del desorden que amenazaban a España.
Los organizadores de la celebración del nacimiento real caracterizaron al conflicto por la sucesión como una guerra santa. Junto con los varios milagros que se esperaban de Luis I, el carro manifestaba cómo el
príncipe y su familia Borbón dispersarían las fuerzas heréticas que amenazaban la fe católica. El carro triunfal personificaba la sensación de
ansiedad en la que habían caído los poblanos durante esta guerra religiosa, y los diseñadores jugaron con la equiparación de Hércules con
Cristo. El primer lienzo del carro, que simplemente contenía un poema,
declaraba que Alcides (otro nombre de Hércules) pisotearía la “Hidra
Anglicana”, vengando los insultos cometidos contra la Iglesia durante
la guerra.76 El segundo lienzo, como se ha anotado, representaba a Hércules niño en su cuna estrangulando la serpiente enviada por Juno. La
serpiente, sin embargo, no necesariamente debía representar exclusivamente el desorden causado por la deslealtad, sino que también podría
ser interpretada como el mal y la herejía. Después de todo, los organizadores igualaron al príncipe con el Salvador cuyo nacimiento, como Gómez de la Parra afirmó, marcó el fin del reino de Satanás.77
La jerarquía eclesiástica y los diseñadores del carro utilizaron la metáfora de Cristo para comunicar que Luis I salvaría a España. En sus
sermones, Gómez de la Parra y Alonso Gil compararon a los poblamos
con la mujer que en el evangelio según San Lucas alzó su voz en agradecimiento por el nacimiento del Salvador.78 Dos pinturas en el carro parecen aludir a este pasaje bíblico, posiblemente con la intención de provocar el reconocimiento de la audiencia católica de Puebla. El séptimo
lienzo del carro representaba a Amaltea lanzando flores al aire en honor
del nacimiento real, y el octavo lienzo describía a Alcmene sacrificando
una res a Júpiter en agradecimiento por el nacimiento de su hijo, porque
todas las cosas buenas vienen del “cielo”.79 Los diseñadores del carro se
esforzaron para igualar al príncipe con el Salvador y para caracterizarlo como campeón de la España católica.
Sin embargo, el carro no pretendía que el heroico Luis I pudiese detener él solo la amenaza religiosa. Dentro del discurso del príncipe hercúleo, los diseñadores del carro aludieron a la importancia de la monarquía francesa para la España católica. El príncipe nació el 25 de agosto,
día de la festividad de San Luis IX de Francia, quien en el siglo XIII había
peleado tenazmente en pro de la fe católica, incluso dirigiendo dos cruzadas en Palestina.80 En su sermón en la catedral de Puebla, Gómez de
la Parra argumentaba que los descendientes del santo, Luis XIV y Luis I
de España, defenderían su legado durante la guerra.81 El carro reflejaba
el papel atribuido por el canónigo catedralicio tanto al monarca francés
como al príncipe heredero español. El ungimiento del príncipe por
Quirón, el tema del quinto lienzo, podría haber sido interpretado por la
audiencia católica de Puebla como un bautismo. Heredia especificó que
Mercurio representaba al piadoso Luis XIV, y los espectadores podrían
haber entendido que él fungía como el padrino de Luis I. El tercer lienzo representaba a Juno intentando matar a Hércules con hechizos y cantos, por lo cual Luis XIV, como Mercurio, defendía al niño del ataque de
Juno.82 El canónigo caracterizaba la extrema piedad del “Cristianísimo
Rey” como un baluarte contra los protestantes que amenazaban con dividir el imperio.83 En la introducción al sermón impreso, el canónigo
apuntó que la imagen de un gallo constituía una de las insignias del monarca francés, y comparó a Luis XIV con el gallo que cantó la mañana de
la crucifixión de Cristo. Así, comparó a la Iglesia Católica Romana con
79
Antonio de Heredia, op. cit., pp. A12-13.
David Farmer, Oxford Dictionary of Saints, Oxford, Oxford University Press, 1997,
309-310.
81
José Gómez de la Parra, op. cit., pp. 3-4
82
Antonio de Heredia, op. cit., p. A7.
83
José Gómez de la Parra, op. cit., 19-20.
80
75
Ibid., p. A7.
Ibid., p. A6.
77
José Gómez de la Parra, op. cit., 61.
78
Ibid., 1; Alonso Gil, op. cit., 1.
76
2 0 4
2 0 5
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
un fuerte, afirmando que mientras el gallo cante “estará y permanecerá
segura la fortaleza de sus murallas [...]”84 En el mismo tono, los espectadores podrían haber interpretado la construcción efímera que representaba una fortaleza con la Iglesia militante y con la Corona española.
De tal forma, el carro daba a entender que el piadoso Luis XIV canalizaría la fuerza militar francesa para defender la fe católica.
Mientras que la mascarada celebraba el triunfo de España sobre la
infertilidad, los enemigos internos y externos, y la herejía, el polivalente
carro también veía hacia el futuro y predecía una paz duradera. En sus
luchas contra el caos y el mal, el Hércules virtuoso representaba la guerra justa. Como sea, el héroe también representaba la paz, la unidad y la
misericordia. El arte en la edad moderna temprana frecuentemente describía a Hércules con una espada, simbolizando la victoria, y una rama
de olivo, simbolizando la clemencia.85 Las festividades en honor del príncipe Borbón jugaron con este aspecto dual de Hércules para afirmar que
la unidad reinaría después de la guerra, y los organizadores mostraron
especial preocupación por mantener la paz con Francia. Si bien el monarca francés había sido un feroz enemigo de España, Francia aparecía
ahora como el aliado incondicional de España. El canónigo Gómez de la
Parra reconocía la importancia de exaltar al enemigo número uno de España, e incluso dedicó un sermón a Luis XIV. Argumentaba que, así
como Cristo había actuado como “Príncipe de la paz”, uniendo judíos y
gentiles, Luis I crearía una unión duradera entre España y Francia.86
El carro también sirvió para convertir en su más fiel aliado al que había sido el más feroz enemigo de España. Para el tercer lienzo del carro,
Pérez y Heredia alabaron a Luis XIV por proteger a la Corona española.
La pintura describía el intento de Juno de matar al niño con cantos y hechicerías, mientras que Mercurio, el “custodio vigilante del Patrimonio
Español”, lo protegía.87 Pérez y Heredia hicieron eco de este mismo tema
en el cuarto lienzo del carro, el cual representaba a Luis XIV/Mercurio
colocando al infante para que bebiera del seno de Juno con objeto de ha-
cerlo inmortal. Heredia y Pérez reconocieron, por lo tanto, que Luis XIV
aseguraba la “inmortalidad” del Imperio español.88 Un emblema con el
mote en latín Concordia felix o “feliz unión”, celebraba la unidad que
ahora existía entre las dos monarquías. Dado que el lirio representaba a
la monarquía francesa, las rosas representaban Castilla, y el emblema
describía una flor de lis creciendo desde el centro de un capullo de rosa.89
En su enfoque sobre la paz, el carro triunfal también se dirigía a la
reintegración de los rebeldes españoles al imperio. El tercer emblema
del carro mostraba a Ganímedes, el copero de los dioses romanos, regando lirios con un vaso de leche, y el poema expresaba que si bien la
leche proveía nutrientes a los súbditos españoles, dicho sustento no derivaba de “pechos”, una palabra que significaba tanto el “seno materno” como “contribuciones directas”. En su explicación, Heredia expresó
que Cataluña y Valencia se lamentaban ahora de haberse rebelado contra el rey, pues las fuerzas de ocupación los obligaban a excesivas contribuciones para sostener la guerra.90 El emblema, por lo tanto, prometía
un mejor futuro para las provincias rebeldes.
El carro buscaba convencer que con el nacimiento de Luis I, las fuerzas rebeldes vendrían a entender la irracionalidad de sus actos. Hacía
principios del siglo XVI, Hércules llegó a representar a la razón. En la
Iconología de Cesare Ripa (1593), un emblema describe al héroe llevando una piel de león que representa la fuerza de la mente y la generosidad, y empuñando un garrote que representa la razón.91 El intelectual
español del siglo XVI, Juan de Pérez de Moya, afirmó que Hércules había
vencido a aquellos que habían sido “rebeldes a la razón” y que como
“ferocísimos monstruos” molestan y fatigan a la humanidad.92 En el sexto lienzo del carro, el artista y el poeta buscaron expresar que con el nacimiento del príncipe, los reinos rebeldes españoles se darían cuenta del
84
Ibid., sin foliar.
Jonathan Brown and J. H. Eliot, op. cit., 190.
86
José Gómez de la Parra, op. cit., 16-17.
87
Antonio de Heredia, op. cit., pp. A7-A8.
85
2 0 6
88
Ibid., pp. A8-A9.
Ibid., p. A15.
90
Ibid., p. A15.
91
Gothard Karl Galinsky, op. cit., 198.
92
Diego Angulo, op. cit., 69-70. “que la fortaleza de Hércules fué del ánimo y no del
cuerpo, con la cual venció todos aquellos apetitos desordenados, los cuales, siendo rebeldes a la razón, como ferocísimos monstruos turban al hombre de continuo, y le molestan
y fatigan”.
89
2 0 7
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
un fuerte, afirmando que mientras el gallo cante “estará y permanecerá
segura la fortaleza de sus murallas [...]”84 En el mismo tono, los espectadores podrían haber interpretado la construcción efímera que representaba una fortaleza con la Iglesia militante y con la Corona española.
De tal forma, el carro daba a entender que el piadoso Luis XIV canalizaría la fuerza militar francesa para defender la fe católica.
Mientras que la mascarada celebraba el triunfo de España sobre la
infertilidad, los enemigos internos y externos, y la herejía, el polivalente
carro también veía hacia el futuro y predecía una paz duradera. En sus
luchas contra el caos y el mal, el Hércules virtuoso representaba la guerra justa. Como sea, el héroe también representaba la paz, la unidad y la
misericordia. El arte en la edad moderna temprana frecuentemente describía a Hércules con una espada, simbolizando la victoria, y una rama
de olivo, simbolizando la clemencia.85 Las festividades en honor del príncipe Borbón jugaron con este aspecto dual de Hércules para afirmar que
la unidad reinaría después de la guerra, y los organizadores mostraron
especial preocupación por mantener la paz con Francia. Si bien el monarca francés había sido un feroz enemigo de España, Francia aparecía
ahora como el aliado incondicional de España. El canónigo Gómez de la
Parra reconocía la importancia de exaltar al enemigo número uno de España, e incluso dedicó un sermón a Luis XIV. Argumentaba que, así
como Cristo había actuado como “Príncipe de la paz”, uniendo judíos y
gentiles, Luis I crearía una unión duradera entre España y Francia.86
El carro también sirvió para convertir en su más fiel aliado al que había sido el más feroz enemigo de España. Para el tercer lienzo del carro,
Pérez y Heredia alabaron a Luis XIV por proteger a la Corona española.
La pintura describía el intento de Juno de matar al niño con cantos y hechicerías, mientras que Mercurio, el “custodio vigilante del Patrimonio
Español”, lo protegía.87 Pérez y Heredia hicieron eco de este mismo tema
en el cuarto lienzo del carro, el cual representaba a Luis XIV/Mercurio
colocando al infante para que bebiera del seno de Juno con objeto de ha-
cerlo inmortal. Heredia y Pérez reconocieron, por lo tanto, que Luis XIV
aseguraba la “inmortalidad” del Imperio español.88 Un emblema con el
mote en latín Concordia felix o “feliz unión”, celebraba la unidad que
ahora existía entre las dos monarquías. Dado que el lirio representaba a
la monarquía francesa, las rosas representaban Castilla, y el emblema
describía una flor de lis creciendo desde el centro de un capullo de rosa.89
En su enfoque sobre la paz, el carro triunfal también se dirigía a la
reintegración de los rebeldes españoles al imperio. El tercer emblema
del carro mostraba a Ganímedes, el copero de los dioses romanos, regando lirios con un vaso de leche, y el poema expresaba que si bien la
leche proveía nutrientes a los súbditos españoles, dicho sustento no derivaba de “pechos”, una palabra que significaba tanto el “seno materno” como “contribuciones directas”. En su explicación, Heredia expresó
que Cataluña y Valencia se lamentaban ahora de haberse rebelado contra el rey, pues las fuerzas de ocupación los obligaban a excesivas contribuciones para sostener la guerra.90 El emblema, por lo tanto, prometía
un mejor futuro para las provincias rebeldes.
El carro buscaba convencer que con el nacimiento de Luis I, las fuerzas rebeldes vendrían a entender la irracionalidad de sus actos. Hacía
principios del siglo XVI, Hércules llegó a representar a la razón. En la
Iconología de Cesare Ripa (1593), un emblema describe al héroe llevando una piel de león que representa la fuerza de la mente y la generosidad, y empuñando un garrote que representa la razón.91 El intelectual
español del siglo XVI, Juan de Pérez de Moya, afirmó que Hércules había
vencido a aquellos que habían sido “rebeldes a la razón” y que como
“ferocísimos monstruos” molestan y fatigan a la humanidad.92 En el sexto lienzo del carro, el artista y el poeta buscaron expresar que con el nacimiento del príncipe, los reinos rebeldes españoles se darían cuenta del
84
Ibid., sin foliar.
Jonathan Brown and J. H. Eliot, op. cit., 190.
86
José Gómez de la Parra, op. cit., 16-17.
87
Antonio de Heredia, op. cit., pp. A7-A8.
85
2 0 6
88
Ibid., pp. A8-A9.
Ibid., p. A15.
90
Ibid., p. A15.
91
Gothard Karl Galinsky, op. cit., 198.
92
Diego Angulo, op. cit., 69-70. “que la fortaleza de Hércules fué del ánimo y no del
cuerpo, con la cual venció todos aquellos apetitos desordenados, los cuales, siendo rebeldes a la razón, como ferocísimos monstruos turban al hombre de continuo, y le molestan
y fatigan”.
89
2 0 7
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
error de sus actos. Describía a la ninfa Galatis enviada por Juno para
asesinar a Hércules pero que, enamorada de su belleza, rehusó seguir
adelante. Para castigar la traición, Juno la convirtió en una comadreja y
la condenó a parir por la boca.93 Heredia explicó que Galatis representaba a los súbditos rebeldes, quienes a través del nacimiento regio aprenderían a “amar la razón”. El poema correspondiente al lienzo decía:
ción a las alabanzas al Hércules Borbón, la descripción impresa por
Heredia celebraba al Hércules poblano: el controvertido alcalde mayor
Juan José de Veytia y Linaje. Heredia mantenía una relación con Veytia,
y con aquellos que buscaban su favor; justo un año antes, el contador de
la alcabala, Francisco Antonio de Mier, contrató a Heredia para escribir
un poema que sería recitado por los oficiales de la aduana en el cumpleaños de Veytia.96 Si los capitanes de milicia buscaban utilizar las habilidades de Heredia para congraciarse con Veytia, el autor no los defraudó. En la dedicatoria de la descripción mostró a la distinguida
familia del alcalde mayor como descendiente directa del héroe. Según
Heredia, Veytia mismo merecía el título de Hércules pues, a la par que
el héroe, se dedicaba a realizar buenas obras.97
Dados los esfuerzos de Veytia por reformar la recaudación de alcabalas, la decisión de los capitanes del batallón en encomiar sus “buenas
obras” resulta inicialmente sorprendente. El riguroso cobro de la alcabala debe haber acortado los beneficios de estos comerciantes. El historiador Gustavo Alfaro ha sugerido que la reforma de la alcabala golpeó
y casi desbarató inmediatamente la economía local, dado que muchos
comerciantes cesaron sus actividades mercantiles en la ciudad.98 Aunque resulta difícil evaluar con precisión el impacto de la reforma de la
alcabala sobre el comercio local, no cabe duda que para 1708 mucha
gente estaba molesta con Veytia. En 1699, antes de recibir la cédula con
el nombramiento de alcalde mayor, y mientras trabajaba exclusivamente como superintendente de la recaudación de alcabalas, se intensificó
un pleito en el cual estaba involucrado uno de los guardias de Veytia
hasta llegar a un levantamiento popular. Veytia creyó que el levantamiento había sido organizado por el cabildo para poder proseguir con
sus fraudes.99 En 1705, el alcalde mayor fue objeto de un intento de asesinato cerca del pueblo de Coronango. A pesar de que el duque de Albuquerque envió un delegado a la ciudad para realizar investigaciones,
A Galathis aconseja
Juno, mate el tierno infante.
Y ella a la razon amante
Hace desayre a la queja:
Convirtiola en Comadreja,
Porque no dio cumplimiento
Al ruego, O furor violento
De una zelosa passion!
Por quitarle la razon,
Quitarle el entendimiento.94
Debido a la “celosa” pasión de los aliados de los Habsburgo, no podían escuchar la razón. Con este poema, Heredia hizo entender a su audiencia que sólo una monstruosidad, o un animal incapaz de razonar, se
rebelarían contra el rey. El lienzo siguiente, sin embargo, representaba a
la nodriza de Júpiter regocijándose por el nacimiento del que Heredia
llamó “el domador de monstruos”, o aquellos que se podían tener por
“irrazonables”. En el poema debajo de la pintura celebró “La Paz y la
fertilidad”, derivadas del nacimiento.95
HÉRCULES EN PUEBLA
Así como el carro sirvió para legitimar al heredero Borbón al trono español, y para asegurar a su audiencia la inminente victoria de España y
Francia, también dirigió la atención hacia la crisis local poblana. En adi93
Antonio de Heredia, op. cit., pp. A11
Ibíd., A12.
95
Ibid., p. A13.
94
2 0 8
96
Antonio de Heredia, Loa que se represento a la celebracion de años del muy Illustre Señor
D. Juan José de Veitia Linaje, Puebla, s/f, 1708.
97
Antonio de Heredia, op. cit., sin foliar
98
Gustavo Alfaro, op. cit., 185.
99
Ibid., 175.
2 0 9
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
error de sus actos. Describía a la ninfa Galatis enviada por Juno para
asesinar a Hércules pero que, enamorada de su belleza, rehusó seguir
adelante. Para castigar la traición, Juno la convirtió en una comadreja y
la condenó a parir por la boca.93 Heredia explicó que Galatis representaba a los súbditos rebeldes, quienes a través del nacimiento regio aprenderían a “amar la razón”. El poema correspondiente al lienzo decía:
ción a las alabanzas al Hércules Borbón, la descripción impresa por
Heredia celebraba al Hércules poblano: el controvertido alcalde mayor
Juan José de Veytia y Linaje. Heredia mantenía una relación con Veytia,
y con aquellos que buscaban su favor; justo un año antes, el contador de
la alcabala, Francisco Antonio de Mier, contrató a Heredia para escribir
un poema que sería recitado por los oficiales de la aduana en el cumpleaños de Veytia.96 Si los capitanes de milicia buscaban utilizar las habilidades de Heredia para congraciarse con Veytia, el autor no los defraudó. En la dedicatoria de la descripción mostró a la distinguida
familia del alcalde mayor como descendiente directa del héroe. Según
Heredia, Veytia mismo merecía el título de Hércules pues, a la par que
el héroe, se dedicaba a realizar buenas obras.97
Dados los esfuerzos de Veytia por reformar la recaudación de alcabalas, la decisión de los capitanes del batallón en encomiar sus “buenas
obras” resulta inicialmente sorprendente. El riguroso cobro de la alcabala debe haber acortado los beneficios de estos comerciantes. El historiador Gustavo Alfaro ha sugerido que la reforma de la alcabala golpeó
y casi desbarató inmediatamente la economía local, dado que muchos
comerciantes cesaron sus actividades mercantiles en la ciudad.98 Aunque resulta difícil evaluar con precisión el impacto de la reforma de la
alcabala sobre el comercio local, no cabe duda que para 1708 mucha
gente estaba molesta con Veytia. En 1699, antes de recibir la cédula con
el nombramiento de alcalde mayor, y mientras trabajaba exclusivamente como superintendente de la recaudación de alcabalas, se intensificó
un pleito en el cual estaba involucrado uno de los guardias de Veytia
hasta llegar a un levantamiento popular. Veytia creyó que el levantamiento había sido organizado por el cabildo para poder proseguir con
sus fraudes.99 En 1705, el alcalde mayor fue objeto de un intento de asesinato cerca del pueblo de Coronango. A pesar de que el duque de Albuquerque envió un delegado a la ciudad para realizar investigaciones,
A Galathis aconseja
Juno, mate el tierno infante.
Y ella a la razon amante
Hace desayre a la queja:
Convirtiola en Comadreja,
Porque no dio cumplimiento
Al ruego, O furor violento
De una zelosa passion!
Por quitarle la razon,
Quitarle el entendimiento.94
Debido a la “celosa” pasión de los aliados de los Habsburgo, no podían escuchar la razón. Con este poema, Heredia hizo entender a su audiencia que sólo una monstruosidad, o un animal incapaz de razonar, se
rebelarían contra el rey. El lienzo siguiente, sin embargo, representaba a
la nodriza de Júpiter regocijándose por el nacimiento del que Heredia
llamó “el domador de monstruos”, o aquellos que se podían tener por
“irrazonables”. En el poema debajo de la pintura celebró “La Paz y la
fertilidad”, derivadas del nacimiento.95
HÉRCULES EN PUEBLA
Así como el carro sirvió para legitimar al heredero Borbón al trono español, y para asegurar a su audiencia la inminente victoria de España y
Francia, también dirigió la atención hacia la crisis local poblana. En adi93
Antonio de Heredia, op. cit., pp. A11
Ibíd., A12.
95
Ibid., p. A13.
94
2 0 8
96
Antonio de Heredia, Loa que se represento a la celebracion de años del muy Illustre Señor
D. Juan José de Veitia Linaje, Puebla, s/f, 1708.
97
Antonio de Heredia, op. cit., sin foliar
98
Gustavo Alfaro, op. cit., 185.
99
Ibid., 175.
2 0 9
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
los responsables nunca fueron aprehendidos. El atentado le obligó a aumentar el número de guardias armados para protegerlo. De entonces en
adelante, el alcalde mayor trabajaría bajo un justificable temor a un levantamiento popular.100
Sin embargo, Veytia, provocaba no sólo hostilidad sino también temor y respeto. Como Veytia gozaba el título de Teniente del Capitán General, sólo el virrey tenía más autoridad sobre las milicias de Puebla.
Como alcalde mayor, Veytia también servía como el primer representante del rey al interior de la ciudad. Al dedicarle a Veytia la mascarada, los capitanes de milicia deben haber buscado ganar el favor de este
poderoso burócrata. Si esta era su intención, el desfile de una fortaleza
podría haberse referido al reciente intento de asesinato contra Veytia.
Después del atentado, Veytia adquirió un gran número de pedreros, o
armas que descargaban piedras. El carro triunfal, con sus troneras para
cañones, también conocidos como pedreros, debe haber hecho eco en el
alcalde mayor, quien ahora tenía un especial interés en su defensa. Como
en adición a la representación del príncipe, Hércules también representaba al alcalde mayor, los capitanes de milicias cabalgando a los lados
del carro enunciaban así que ellos no sólo defenderían al imperio, sino
al mismo Veytia. Pero más probablemente, los capitanes del comercio
esperaban distanciarse de esta forma de los enemigos del burócrata.
Si bien el carro mostraba el apoyo a Veytia, una imagen del carro
debe haber contenido un mensaje velado respecto a las consecuencias
de una excesiva exacción. En el segundo emblema descrito por Heredia,
Ganímedes regaba lirios con leche, “dejándolos satisfechos”, pero el carro afirmaba que esta leche no provenía de pechos, recordando a los espectadores que los monarcas Borbones españoles confiaban más en las
contribuciones voluntarias que en las forzosas para sostener la guerra.
Cuando en 1706 el rey solicitó el donativo, para el sostenimiento de la
guerra, el cabildo recaudó la cifra de 850 pesos.101 Si bien era una canti-
dad significativa, se antojaba corta en comparación con los 18 329 pesos
erogados solamente doce años antes, para la ceremonia de la entrada
del virrey conde de Montezuma, en 1696.102 Al recordar, en el poema debajo del emblema, que Cataluña y Valencia “sufrían” bajo el yugo de las
contribuciones forzosas que demandaba la Alianza Austriaca, Heredia
insinuó que sólo los enemigos imponían impuestos por la fuerza a la
gente.103 Aunque la alcabala no tenía en ningún sentido un equivalente
con el pecho directo, parece que la gente utilizaba los términos como sinónimos.104 Los patronos que comisionaron la hechura del carro podrían
no haber aprobado la reforma a las alcabalas, y posiblemente esperaban
advertir a Veytia que el gravamen injusto podía llevar a las comunidades a la rebelión. En los albores de la edad moderna, se elaboraron rituales para los “ceremoniales de constitución”, o manuales de “como
debe constituirse el estado”.105 La elite mercantil debe haber incorporado esta advertencia al carro con la esperanza de obtener alivio de las
cargas fiscales. En cualquier caso, por supuesto que el mensaje fue registrado por los regidores y sus aliados del cabildo catedralicio.
Hayan tenido o no los capitanes de milicias la intención de comunicar una advertencia velada a Veytia a través de la descripción de cómo
sufrían los catalanes y valencianos bajo las pesadas cargas fiscales, las
ceremonias no contenían abiertos mensajes de subversión. Por el contrario, el nacimiento del príncipe proveyó de una ocasión a las elites secular y eclesiástica de la ciudad para reafirmar su autoridad sobre el populacho y los poblanos, para ganar control sobre el incontrolable, en
apariencia, entorno natural. Como se ha dicho, Puebla entró al siglo XVIII
con una seria crisis de hambrunas, inflación y epidemias. Mientras la
población luchaba por restablecerse, las lluvias torrenciales causaron
100
Ibid., 186-187; Mariano Fernández de Echeverría y Veytia, Historia de la fundación
de la ciudad de la Puebla de los Ángeles en la Nueva España, su descripción y presente estado,
Puebla, Ediciones Altiplano, 1962, 164-165.
101
Mandamiento para el donativo de Su Magestad, 13 de julio de 1706, AMP, AC 35, f.
437v.
102
Relación jurada presentada por Miguel Vásquez Mellado de los gastos hechos en
el hospedaje del Excelentísimo Señor el Conde de Montezuma, 17 de febrero de 1698,
BNAH-AMP, AC 20, ff. 268v-283v.
103
Antonio de Heredia, op. cit., p. A15.
104
Véase, por ejemplo, el uso de ambos términos en un ataque anónimo contra
Veytia: La Violencia de un poder ejecutado con tiranía, y sentida con suspiros de Dolor,
AGI, Audiencia de México 844.
105
Edward Muir, Ritual in Early Modern Europe, Cambridge, Cambridge University
Press, 1997, 230.
2 1 0
2 1 1
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
los responsables nunca fueron aprehendidos. El atentado le obligó a aumentar el número de guardias armados para protegerlo. De entonces en
adelante, el alcalde mayor trabajaría bajo un justificable temor a un levantamiento popular.100
Sin embargo, Veytia, provocaba no sólo hostilidad sino también temor y respeto. Como Veytia gozaba el título de Teniente del Capitán General, sólo el virrey tenía más autoridad sobre las milicias de Puebla.
Como alcalde mayor, Veytia también servía como el primer representante del rey al interior de la ciudad. Al dedicarle a Veytia la mascarada, los capitanes de milicia deben haber buscado ganar el favor de este
poderoso burócrata. Si esta era su intención, el desfile de una fortaleza
podría haberse referido al reciente intento de asesinato contra Veytia.
Después del atentado, Veytia adquirió un gran número de pedreros, o
armas que descargaban piedras. El carro triunfal, con sus troneras para
cañones, también conocidos como pedreros, debe haber hecho eco en el
alcalde mayor, quien ahora tenía un especial interés en su defensa. Como
en adición a la representación del príncipe, Hércules también representaba al alcalde mayor, los capitanes de milicias cabalgando a los lados
del carro enunciaban así que ellos no sólo defenderían al imperio, sino
al mismo Veytia. Pero más probablemente, los capitanes del comercio
esperaban distanciarse de esta forma de los enemigos del burócrata.
Si bien el carro mostraba el apoyo a Veytia, una imagen del carro
debe haber contenido un mensaje velado respecto a las consecuencias
de una excesiva exacción. En el segundo emblema descrito por Heredia,
Ganímedes regaba lirios con leche, “dejándolos satisfechos”, pero el carro afirmaba que esta leche no provenía de pechos, recordando a los espectadores que los monarcas Borbones españoles confiaban más en las
contribuciones voluntarias que en las forzosas para sostener la guerra.
Cuando en 1706 el rey solicitó el donativo, para el sostenimiento de la
guerra, el cabildo recaudó la cifra de 850 pesos.101 Si bien era una canti-
dad significativa, se antojaba corta en comparación con los 18 329 pesos
erogados solamente doce años antes, para la ceremonia de la entrada
del virrey conde de Montezuma, en 1696.102 Al recordar, en el poema debajo del emblema, que Cataluña y Valencia “sufrían” bajo el yugo de las
contribuciones forzosas que demandaba la Alianza Austriaca, Heredia
insinuó que sólo los enemigos imponían impuestos por la fuerza a la
gente.103 Aunque la alcabala no tenía en ningún sentido un equivalente
con el pecho directo, parece que la gente utilizaba los términos como sinónimos.104 Los patronos que comisionaron la hechura del carro podrían
no haber aprobado la reforma a las alcabalas, y posiblemente esperaban
advertir a Veytia que el gravamen injusto podía llevar a las comunidades a la rebelión. En los albores de la edad moderna, se elaboraron rituales para los “ceremoniales de constitución”, o manuales de “como
debe constituirse el estado”.105 La elite mercantil debe haber incorporado esta advertencia al carro con la esperanza de obtener alivio de las
cargas fiscales. En cualquier caso, por supuesto que el mensaje fue registrado por los regidores y sus aliados del cabildo catedralicio.
Hayan tenido o no los capitanes de milicias la intención de comunicar una advertencia velada a Veytia a través de la descripción de cómo
sufrían los catalanes y valencianos bajo las pesadas cargas fiscales, las
ceremonias no contenían abiertos mensajes de subversión. Por el contrario, el nacimiento del príncipe proveyó de una ocasión a las elites secular y eclesiástica de la ciudad para reafirmar su autoridad sobre el populacho y los poblanos, para ganar control sobre el incontrolable, en
apariencia, entorno natural. Como se ha dicho, Puebla entró al siglo XVIII
con una seria crisis de hambrunas, inflación y epidemias. Mientras la
población luchaba por restablecerse, las lluvias torrenciales causaron
100
Ibid., 186-187; Mariano Fernández de Echeverría y Veytia, Historia de la fundación
de la ciudad de la Puebla de los Ángeles en la Nueva España, su descripción y presente estado,
Puebla, Ediciones Altiplano, 1962, 164-165.
101
Mandamiento para el donativo de Su Magestad, 13 de julio de 1706, AMP, AC 35, f.
437v.
102
Relación jurada presentada por Miguel Vásquez Mellado de los gastos hechos en
el hospedaje del Excelentísimo Señor el Conde de Montezuma, 17 de febrero de 1698,
BNAH-AMP, AC 20, ff. 268v-283v.
103
Antonio de Heredia, op. cit., p. A15.
104
Véase, por ejemplo, el uso de ambos términos en un ataque anónimo contra
Veytia: La Violencia de un poder ejecutado con tiranía, y sentida con suspiros de Dolor,
AGI, Audiencia de México 844.
105
Edward Muir, Ritual in Early Modern Europe, Cambridge, Cambridge University
Press, 1997, 230.
2 1 0
2 1 1
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
inundaciones masivas, fue golpeada por terremotos, y la propagación
del tifus. Las fiestas por el príncipe deben haber suministrado un pequeño respiro ante los variados problemas por los que atravesaba la ciudad, y una vía para que la gente liberara sus tensiones. Por lo común, la
elite colonial española utilizaba las ceremonias públicas como “válvulas
de escape”: entreteniendo a las masas, los líderes locales distraían a la
plebe y realzaban su legitimidad.106 Más todavía, las ceremonias de nacimientos regios no funcionaban sólo como pura diversión. Enfermedades, terremotos y lluvias torrenciales habían castigado a la ciudad, y
parecen haber llevado a muchos a pensar que Dios se había disgustado
con Puebla. Cuando los miembros del cabildo informaron a Veytia que
no podrían hacer el montaje de la festividad de acuerdo a los planes originales, le explicaron que a causa de los desastres naturales que le habían sucedido a Puebla, la población debía concentrarse en sostener
rogativas, plegarias públicas para lograr la intervención divina.107 En julio de 1707, los poblanos oraron colectivamente por el exitoso nacimiento del hijo de Felipe V. Un año después, rezaron a Dios para que conservara la salud del nuevo príncipe heredero. Las nueve procesiones en
honor de la gravidez de la reina suministraron a la gente la oportunidad
de pedirle a la Virgen de la Defensa éxito en el nacimiento de un heredero, mientras que simultáneamente pedían que los defendiera a ellos.
Un año después, mientras Gómez de la Parra daba su sermón de acción
de gracias en la catedral, las lluvias continuaban cayendo sobre la ciudad. Al día siguiente, el convento dominico tuvo su propia misa de acción de gracias seguida de una procesión de la milagrosa Virgen del
Rosario. Mientras que la gente pedía a Dios preservar lo que era, en pa-
labras de Alonso Gil, “una vida tan necesaria”, la gente podía pedirle a
la virgen la protección de sus propias vidas, y la de sus familias.108
Pero si los componentes de las ceremonias religiosas no servían para
calmar la inquietud de la gente, la mascarada prometía importantes repercusiones en el caso de un levantamiento. En las ceremonias reales a
lo largo del imperio español, las milicias jugaron un papel predominante: escoltaban las efigies del rey durante la celebración de las ceremonias
de jura, descargaban sus armas durante las honras fúnebres reales, y
acompañaban a los virreyes en sus entradas triunfales. La mascarada en
honor del nacimiento real pertenecía a la milicia del comercio de Puebla, cuyos capitanes jugaban papeles protagónicos. Considerando la facilidad con la que los regidores habían fomentado la rebelión de 1699, y
el atentado contra la vida de Veytia en 1705, la ciudad parecía a punto
del desorden. La mascarada organizada por los capitanes del batallón
debe haber servido como advertencia a la población de que Veytia y los
capitanes suprimirían la deslealtad. El poema de alabanza recitado alrededor del carro durante el desfile se dirigía repetidamente al tema del
desorden refiriendo, por ejemplo, de qué manera Luis I “humillaría” al
“Dragón” y vencería a los “monstruos”.109 Mientras que el dragón con
figura de serpiente estrangulada por Hércules representaba a los infieles y a los enemigos “domésticos” de la Corona, muy fácilmente podía
leerse que se incluía a todos aquellos inclinados a la deslealtad. En los
capitanes de milicia rodeando el carro, los 400 jinetes uniformados, la
fortaleza y los cañones, aquellos súbditos insatisfechos con la situación
en Puebla podían reconocer lo inútil de una revuelta.
106
Varios académicos han manejado este argumento de “válvula de seguridad” para
el estudio de las fiestas. José Maravall y Antonio Bonet Correa popularizaron su uso para
la historia de las ceremonias públicas del imperio español. Maravall, Culture of the Baroque: Analysis of a Historical Structure, trans. Terry Cochran, Minneopolis, University of
Minnesota Press, 1986; y Bonet Correa, “La fiesta barroca como práctica del poder,” en El
arte efímero en el mundo hispánico, México, Universidad Nacional Autónoma de México,
1983, 45-78. Para una visión de conjunto de la ceremonia pública en las colonias españolas en América, véase Ángel López Cantos, Juegos, fiestas y diversiones en la América Española, Madrid, MAPFRE, 1992.
107
Propuesta del Señor Alcalde Mayor, 5 de mayo de 1708, AMP, AC 36, f. 43f-43v
2 1 2
CONCLUSIÓN
Los festejos en Puebla en honor del Hércules Borbón suministró a la jerarquía municipal y a los capitanes de milicia la ocasión de comunicar
una variedad de mensajes acerca de la identidad de la elite, la legitimidad política, y el orden social. Los diseñadores de la mascarada presen108
109
Alonso Gil, op. cit., sin foliar.
Antonio de Heredia, op. cit., 19, 26.
2 1 3
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
inundaciones masivas, fue golpeada por terremotos, y la propagación
del tifus. Las fiestas por el príncipe deben haber suministrado un pequeño respiro ante los variados problemas por los que atravesaba la ciudad, y una vía para que la gente liberara sus tensiones. Por lo común, la
elite colonial española utilizaba las ceremonias públicas como “válvulas
de escape”: entreteniendo a las masas, los líderes locales distraían a la
plebe y realzaban su legitimidad.106 Más todavía, las ceremonias de nacimientos regios no funcionaban sólo como pura diversión. Enfermedades, terremotos y lluvias torrenciales habían castigado a la ciudad, y
parecen haber llevado a muchos a pensar que Dios se había disgustado
con Puebla. Cuando los miembros del cabildo informaron a Veytia que
no podrían hacer el montaje de la festividad de acuerdo a los planes originales, le explicaron que a causa de los desastres naturales que le habían sucedido a Puebla, la población debía concentrarse en sostener
rogativas, plegarias públicas para lograr la intervención divina.107 En julio de 1707, los poblanos oraron colectivamente por el exitoso nacimiento del hijo de Felipe V. Un año después, rezaron a Dios para que conservara la salud del nuevo príncipe heredero. Las nueve procesiones en
honor de la gravidez de la reina suministraron a la gente la oportunidad
de pedirle a la Virgen de la Defensa éxito en el nacimiento de un heredero, mientras que simultáneamente pedían que los defendiera a ellos.
Un año después, mientras Gómez de la Parra daba su sermón de acción
de gracias en la catedral, las lluvias continuaban cayendo sobre la ciudad. Al día siguiente, el convento dominico tuvo su propia misa de acción de gracias seguida de una procesión de la milagrosa Virgen del
Rosario. Mientras que la gente pedía a Dios preservar lo que era, en pa-
labras de Alonso Gil, “una vida tan necesaria”, la gente podía pedirle a
la virgen la protección de sus propias vidas, y la de sus familias.108
Pero si los componentes de las ceremonias religiosas no servían para
calmar la inquietud de la gente, la mascarada prometía importantes repercusiones en el caso de un levantamiento. En las ceremonias reales a
lo largo del imperio español, las milicias jugaron un papel predominante: escoltaban las efigies del rey durante la celebración de las ceremonias
de jura, descargaban sus armas durante las honras fúnebres reales, y
acompañaban a los virreyes en sus entradas triunfales. La mascarada en
honor del nacimiento real pertenecía a la milicia del comercio de Puebla, cuyos capitanes jugaban papeles protagónicos. Considerando la facilidad con la que los regidores habían fomentado la rebelión de 1699, y
el atentado contra la vida de Veytia en 1705, la ciudad parecía a punto
del desorden. La mascarada organizada por los capitanes del batallón
debe haber servido como advertencia a la población de que Veytia y los
capitanes suprimirían la deslealtad. El poema de alabanza recitado alrededor del carro durante el desfile se dirigía repetidamente al tema del
desorden refiriendo, por ejemplo, de qué manera Luis I “humillaría” al
“Dragón” y vencería a los “monstruos”.109 Mientras que el dragón con
figura de serpiente estrangulada por Hércules representaba a los infieles y a los enemigos “domésticos” de la Corona, muy fácilmente podía
leerse que se incluía a todos aquellos inclinados a la deslealtad. En los
capitanes de milicia rodeando el carro, los 400 jinetes uniformados, la
fortaleza y los cañones, aquellos súbditos insatisfechos con la situación
en Puebla podían reconocer lo inútil de una revuelta.
106
Varios académicos han manejado este argumento de “válvula de seguridad” para
el estudio de las fiestas. José Maravall y Antonio Bonet Correa popularizaron su uso para
la historia de las ceremonias públicas del imperio español. Maravall, Culture of the Baroque: Analysis of a Historical Structure, trans. Terry Cochran, Minneopolis, University of
Minnesota Press, 1986; y Bonet Correa, “La fiesta barroca como práctica del poder,” en El
arte efímero en el mundo hispánico, México, Universidad Nacional Autónoma de México,
1983, 45-78. Para una visión de conjunto de la ceremonia pública en las colonias españolas en América, véase Ángel López Cantos, Juegos, fiestas y diversiones en la América Española, Madrid, MAPFRE, 1992.
107
Propuesta del Señor Alcalde Mayor, 5 de mayo de 1708, AMP, AC 36, f. 43f-43v
2 1 2
CONCLUSIÓN
Los festejos en Puebla en honor del Hércules Borbón suministró a la jerarquía municipal y a los capitanes de milicia la ocasión de comunicar
una variedad de mensajes acerca de la identidad de la elite, la legitimidad política, y el orden social. Los diseñadores de la mascarada presen108
109
Alonso Gil, op. cit., sin foliar.
Antonio de Heredia, op. cit., 19, 26.
2 1 3
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
taron estos mensajes a través de una simbología multivalente –particularmente un carro triunfal con la figura de Hércules–. En el carro-fortaleza, los capitanes de milicias celebraban la recreación –en la existencia
misma de la ciudad– de la victoria de España sobre América, el triunfo
de España sobre la infertilidad, la victoria de Felipe V sobre aquellos que
dudaban de su derecho a gobernar, el inminente triunfo de España sobre la Alianza Austriaca, y el triunfo de la fe católica sobre el protestante
infiel. Al comparar al príncipe infante con Hércules (el fundador de ciudades, el “domador de monstruos”, “el Salvador”), la elite poblana expresó su afinidad con la alta cultura europea, y se caracterizó a sí misma
a la vez como civilizados y civilizadores. Al concentrar la atención en el
mito de Hércules, los organizadores también simplificaron la complejidad de la Guerra de Sucesión de España para los espectadores poblanos; y al concentrar la atención en las primeras aventuras del hé-roe,
los organizadores comunicaron cómo España vencería a los enemigos
internos y externos, y cómo Luis I y Luis XIV reunirían Europa y preservarían la fe católica.
Al expresar el sentido de sí misma de la elite poblana, y al suministrar una detallada argumentación respecto a la legitimidad del gobierno borbónico y la Guerra de Sucesión de España, los organizadores también dirigían la atención a los problemas locales de Puebla. Al dedicar
el carro al controvertido alcalde mayor de la ciudad, y compararlo con
Hércules, los cuatro capitanes del batallón y Heredia hicieron visibles
los problemas locales en medio de la celebración real. La comparación
entre Hércules y Veytia articulaba simbólicamente la jerarquía del poder
que idealmente debía existir al interior de la ciudad, y posiblemente
permitió que los capitanes de milicia, los miembros del cabildo y la jerarquía eclesiástica hiciesen conocer sus deseos de una manera segura.
Los componentes espirituales de la ceremonia deben haber suministrado confort a la población citadina al haber luchado bajo una serie de
continuos desastres naturales. Dadas las condiciones inestables al interior de la ciudad, los componentes más obvios de la mascarada, como
la fortaleza, los cañones, y la presencia de los capitanes a caballo, se presentaron como una advertencia a la potencial plebe subversiva.
La festividad en honor del nacimiento de Luis I ilustra los caminos
para conectar el Viejo Mundo con el Nuevo Mundo que brindaban las
ceremonias públicas a gran escala. La mascarada no sólo permitió a la
elite poblana retarse a sí mismo como europea, sino también sirvió
como un vehículo a través del cual los vecinos principales intentaban
educar a las clases bajas de la ciudad respecto a la guerra en Europa. El
pueblo bajo probablemente no comprendió muchas de las intrincadas
alegorías, pero seguramente se quedó con el mensaje de que la Corona
ganaría la guerra contra la diabólica Alianza Austriaca. Dentro de este
discurso sobre la guerra, los descontentos de la localidad probablemente comprendieron el poder de la casa de Borbón. Si el Hércules Borbón podría realizar milagros y vencer monstruos, fácilmente podría disipar el desorden al interior de las colonias americanas del imperio.
2 1 4
BIBLIOGRAFÍA
ALBERRO, Solange, “Barroquismo y criollismo en los recibimientos hechos a don
Diego López Pacheco Cabrera y Bobadilla, virrey de Nueva España, 1640:
un estudio preliminar”, Colonial Latin American Historical Review 8, núm. 4,
otoño, 1999, 443-460.
ALFARO RAMÍREZ, Gustavo Rafael. “La lucha por el control del gobierno urbano
en la época colonial. El Cabildo de la Puebla de los Ángeles, 1670-1723,” tesis de maestría, Universidad Nacional Autónoma de México, 2000.
ALTMAN, Ida, Transatlantic Ties in the Spanish Empire: Brihuega, Spain and Puebla,
Mexico, 1560-1620, Stanford, Stanford University Press, 2000.
ANGULO IÑIGUEZ, Diego, La mitología clásica y el arte español del renacimiento,
Madrid, Imprenta y Editorial Maestre, 1952.
BERNÁRDEZ DE RIVERA, Jacinto, Sermon que en accion de gracias ofrecio â Dios, y à su
Purissima Madre el Convento de las Llagas de Nuestro Seraphico Padre S. Francisco de la ciudad de la Puebla de los Angeles..., México, Viuda de Miguel de Ribera Calderón, 1708.
BONET CORREA, Antonio, “La fiesta barroca como práctica del poder,” en El arte
efímero en el mundo hispánico, México, Universidad Nacional Autónoma de
México, 1983, 45-78.
BROWN, Jonathan and J. H. ELLIOT, A Palace for a King: The Buen Retiro and the
Court of Philip IV, New Haven, Yale University Press, 1980.
2 1 5
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
taron estos mensajes a través de una simbología multivalente –particularmente un carro triunfal con la figura de Hércules–. En el carro-fortaleza, los capitanes de milicias celebraban la recreación –en la existencia
misma de la ciudad– de la victoria de España sobre América, el triunfo
de España sobre la infertilidad, la victoria de Felipe V sobre aquellos que
dudaban de su derecho a gobernar, el inminente triunfo de España sobre la Alianza Austriaca, y el triunfo de la fe católica sobre el protestante
infiel. Al comparar al príncipe infante con Hércules (el fundador de ciudades, el “domador de monstruos”, “el Salvador”), la elite poblana expresó su afinidad con la alta cultura europea, y se caracterizó a sí misma
a la vez como civilizados y civilizadores. Al concentrar la atención en el
mito de Hércules, los organizadores también simplificaron la complejidad de la Guerra de Sucesión de España para los espectadores poblanos; y al concentrar la atención en las primeras aventuras del hé-roe,
los organizadores comunicaron cómo España vencería a los enemigos
internos y externos, y cómo Luis I y Luis XIV reunirían Europa y preservarían la fe católica.
Al expresar el sentido de sí misma de la elite poblana, y al suministrar una detallada argumentación respecto a la legitimidad del gobierno borbónico y la Guerra de Sucesión de España, los organizadores también dirigían la atención a los problemas locales de Puebla. Al dedicar
el carro al controvertido alcalde mayor de la ciudad, y compararlo con
Hércules, los cuatro capitanes del batallón y Heredia hicieron visibles
los problemas locales en medio de la celebración real. La comparación
entre Hércules y Veytia articulaba simbólicamente la jerarquía del poder
que idealmente debía existir al interior de la ciudad, y posiblemente
permitió que los capitanes de milicia, los miembros del cabildo y la jerarquía eclesiástica hiciesen conocer sus deseos de una manera segura.
Los componentes espirituales de la ceremonia deben haber suministrado confort a la población citadina al haber luchado bajo una serie de
continuos desastres naturales. Dadas las condiciones inestables al interior de la ciudad, los componentes más obvios de la mascarada, como
la fortaleza, los cañones, y la presencia de los capitanes a caballo, se presentaron como una advertencia a la potencial plebe subversiva.
La festividad en honor del nacimiento de Luis I ilustra los caminos
para conectar el Viejo Mundo con el Nuevo Mundo que brindaban las
ceremonias públicas a gran escala. La mascarada no sólo permitió a la
elite poblana retarse a sí mismo como europea, sino también sirvió
como un vehículo a través del cual los vecinos principales intentaban
educar a las clases bajas de la ciudad respecto a la guerra en Europa. El
pueblo bajo probablemente no comprendió muchas de las intrincadas
alegorías, pero seguramente se quedó con el mensaje de que la Corona
ganaría la guerra contra la diabólica Alianza Austriaca. Dentro de este
discurso sobre la guerra, los descontentos de la localidad probablemente comprendieron el poder de la casa de Borbón. Si el Hércules Borbón podría realizar milagros y vencer monstruos, fácilmente podría disipar el desorden al interior de las colonias americanas del imperio.
2 1 4
BIBLIOGRAFÍA
ALBERRO, Solange, “Barroquismo y criollismo en los recibimientos hechos a don
Diego López Pacheco Cabrera y Bobadilla, virrey de Nueva España, 1640:
un estudio preliminar”, Colonial Latin American Historical Review 8, núm. 4,
otoño, 1999, 443-460.
ALFARO RAMÍREZ, Gustavo Rafael. “La lucha por el control del gobierno urbano
en la época colonial. El Cabildo de la Puebla de los Ángeles, 1670-1723,” tesis de maestría, Universidad Nacional Autónoma de México, 2000.
ALTMAN, Ida, Transatlantic Ties in the Spanish Empire: Brihuega, Spain and Puebla,
Mexico, 1560-1620, Stanford, Stanford University Press, 2000.
ANGULO IÑIGUEZ, Diego, La mitología clásica y el arte español del renacimiento,
Madrid, Imprenta y Editorial Maestre, 1952.
BERNÁRDEZ DE RIVERA, Jacinto, Sermon que en accion de gracias ofrecio â Dios, y à su
Purissima Madre el Convento de las Llagas de Nuestro Seraphico Padre S. Francisco de la ciudad de la Puebla de los Angeles..., México, Viuda de Miguel de Ribera Calderón, 1708.
BONET CORREA, Antonio, “La fiesta barroca como práctica del poder,” en El arte
efímero en el mundo hispánico, México, Universidad Nacional Autónoma de
México, 1983, 45-78.
BROWN, Jonathan and J. H. ELLIOT, A Palace for a King: The Buen Retiro and the
Court of Philip IV, New Haven, Yale University Press, 1980.
2 1 5
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
CORDERO Y TORRES, Enrique, Diccionario Biográfico de Puebla, 2 vols., Puebla,
Centro de Estudios Históricos de Puebla, 1972.
CUENYA MATEOS, Miguel Ángel, “Migración y movilidad espacial en el siglo
XVIII. El caso de la ciudad de Puebla. Una visión a través de los registros matrimoniales,” en Francisco Javier Cervantes Bello, ed., Las dimensiones sociales del espacio en la historia de Puebla (XVII-XIX), Puebla, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2001, 39-66.
CURCIO, Linda, “Saints, Sovereignty and Spectacle in Colonial Mexico,” tesis de
doctorado inédita, Tulane University, 1993.
DEAN, Carolyn, Inka Bodies and the Body of Christ: Corpus Christi in Colonial Cuzco,
Durham, Duke University Press, 2000.
ELIAS, Norbert, The Civilizing Process: Sociogenetic and Psychogenetic Investigations, trans. Edmund Jephcott, rev. ed., Oxford, Blackwell Publishers,
2000 (1939).
FEE, Nancy, “La Entrada Angelopolitana: Ritual and Myth in the Viceregal Entry in Puela de los Angeles,” The Americas 52, núm. 3, 1995, 284.
FRYE, David, Indians into Mexicans: History and Identity in a Mexican Town, Austin, University of Texas Press, 1996.
FERNÁNDEZ DE HEREDIA, Juan Francisco, Trabajos, y afanes de Hércules, floresta de
sentencias, y exemplos, Madrid, Francisco Sanz, 1682.
FERNÁNDEZ DE ECHEVERRÍA Y VEYTIA, Mariano, Historia de la fundación de la ciudad
de la Puebla de los Ángeles en la Nueva España, su descripción y presente estado,
Puebla, Ediciones Altiplano, 1962.
GALINSKY, Gothard Karl, The Heracles Theme: The Adaptations of the Hero in Literature from Homer to the Twentieth Century, Totowa, New Jersey, Rowan and
Littlefield, 1972.
GIL, Alonso, Oración panegyrica que en la celebridad que en acción de gracias por el
felis nacimiento de nuestro señor, y Principe hizo el convento de N.P.S. Domingo
de la Puebla...; Puebla, Imprenta de Diego Fernández de León, 1708.
GISBERT, Teresa, “Calderón de la Barca y la pintura virreinal andina,” en Iconología
y sociedad: arte colonial hispanoamericano, Congreso Internacional de Americanistas, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1987, 223-242.
GÓMEZ DE LA PARRA, José, Famosos Triumphos y victoriosos tropheos [. . .] en honor
de la Inmaculada Concepción de Maria SS. N. S. su titular, para dar gracias a Dios
N.S. por el feliz Nacimiento de su Alteza [. . .], Puebla, Oficina de D. José Pérez,
N.d.
––––, Grano de trigo fecundo de virtudes en la vida, fecundissimo por la succession en
la muerte..., Puebla, Herederos del Capitan Juan de Villa-Real, 1701.
HEREDIA, Antonio de, Antonio de Heredia, Elogio genethliaco, festivo pean, que en
un carro triumphal en las fiestas, con que esta Muy Noble, y Cesarea Ciudad de la
Puebla de los Angeles, celebró el feliz nacimiento de nuestro pincipe..., Puebla, Imprenta de D. José Pérez, 1709.
––––, Loa que se represento a la celebracion de años del muy Illustre Señor D. Juan José
de Veitia Linaje (Puebla: N.p. 1708).
KAMEN, Henry, La Guerra de la Sucesión en España (1700-1715), traducción de. Enrique Obregón, Barcelona, Ediciones Grijalbo, 1974 (1969). 1974.
KERTZER, David, Ritual, Politics, and Power, New Haven, Yale University Press,
1988.
LÓPEZ CANTOS, Ángel, Juegos, fiestas y diversiones en la América Española, Madrid,
Editorial MAPFRE, 1992.
LORETO LÓPEZ, Rosalva, “La fiesta de la Concepción y las identidades colectivas,
Puebla (1619-1636), en Clara García Ayluardo y Manuel Ramos Medina,
(eds.), Manifestaciones religiosas en el mundo colonial americano, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1997, 233-252.
MAL LARA, Juan de, Recibimiento que hizo la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla
a la C.R.M. del rey D. Felipe N.S., Manuel Bernal Rodríguez, eds., Sevilla,
Universidad de Sevilla, 1992.
MARAVALL, José, Culture of the Baroque: Analysis of a Historical Structure, trans.
Terry Cochran, Minneapolis, University of Minnesota Press, 1986.
MARÍN TAMAYO, Fausto, La división racial en Puebla de los Ángeles bajo el régimen
colonial, Puebla, Centro de Estudios Históricos, 1960.
MAZA, Francisco de la, La mitología clásica en el arte colonial de México, México,
Universidad Nacional Autónoma de México, 1968.
MCALISTER, Lyle N. The “Fuero Militar” in New Spain: 1764-1800, Gainesville,
University of Florida Press, 1957.
MÍNGUEZ, Víctor, Los reyes distantes: imágenes del poder en el México virreinal, Castelló de la Plana, Publicacions de la Universitat Jaume I, 1995.
MONTOYA Y CÁRDENAS PONCE DE LEÓN, Ambrosio, Diseño festivo del amor. Obstentiva muestra de la lealtad, acclamacion alegre con que la muy noble, augusta imperial ciudad de la Puebla de los Angeles en el dia diez de Abril del año de 1701 juro
por su Rey, y señor natural al Invinctissimo Señor D. Phelipe V..., Mexico, Imprenta de los Herederos del Capitán Juan de Villa Real, 1702.
2 1 6
2 1 7
FRANCES L. RAMOS
ARTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO
CORDERO Y TORRES, Enrique, Diccionario Biográfico de Puebla, 2 vols., Puebla,
Centro de Estudios Históricos de Puebla, 1972.
CUENYA MATEOS, Miguel Ángel, “Migración y movilidad espacial en el siglo
XVIII. El caso de la ciudad de Puebla. Una visión a través de los registros matrimoniales,” en Francisco Javier Cervantes Bello, ed., Las dimensiones sociales del espacio en la historia de Puebla (XVII-XIX), Puebla, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2001, 39-66.
CURCIO, Linda, “Saints, Sovereignty and Spectacle in Colonial Mexico,” tesis de
doctorado inédita, Tulane University, 1993.
DEAN, Carolyn, Inka Bodies and the Body of Christ: Corpus Christi in Colonial Cuzco,
Durham, Duke University Press, 2000.
ELIAS, Norbert, The Civilizing Process: Sociogenetic and Psychogenetic Investigations, trans. Edmund Jephcott, rev. ed., Oxford, Blackwell Publishers,
2000 (1939).
FEE, Nancy, “La Entrada Angelopolitana: Ritual and Myth in the Viceregal Entry in Puela de los Angeles,” The Americas 52, núm. 3, 1995, 284.
FRYE, David, Indians into Mexicans: History and Identity in a Mexican Town, Austin, University of Texas Press, 1996.
FERNÁNDEZ DE HEREDIA, Juan Francisco, Trabajos, y afanes de Hércules, floresta de
sentencias, y exemplos, Madrid, Francisco Sanz, 1682.
FERNÁNDEZ DE ECHEVERRÍA Y VEYTIA, Mariano, Historia de la fundación de la ciudad
de la Puebla de los Ángeles en la Nueva España, su descripción y presente estado,
Puebla, Ediciones Altiplano, 1962.
GALINSKY, Gothard Karl, The Heracles Theme: The Adaptations of the Hero in Literature from Homer to the Twentieth Century, Totowa, New Jersey, Rowan and
Littlefield, 1972.
GIL, Alonso, Oración panegyrica que en la celebridad que en acción de gracias por el
felis nacimiento de nuestro señor, y Principe hizo el convento de N.P.S. Domingo
de la Puebla...; Puebla, Imprenta de Diego Fernández de León, 1708.
GISBERT, Teresa, “Calderón de la Barca y la pintura virreinal andina,” en Iconología
y sociedad: arte colonial hispanoamericano, Congreso Internacional de Americanistas, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1987, 223-242.
GÓMEZ DE LA PARRA, José, Famosos Triumphos y victoriosos tropheos [. . .] en honor
de la Inmaculada Concepción de Maria SS. N. S. su titular, para dar gracias a Dios
N.S. por el feliz Nacimiento de su Alteza [. . .], Puebla, Oficina de D. José Pérez,
N.d.
––––, Grano de trigo fecundo de virtudes en la vida, fecundissimo por la succession en
la muerte..., Puebla, Herederos del Capitan Juan de Villa-Real, 1701.
HEREDIA, Antonio de, Antonio de Heredia, Elogio genethliaco, festivo pean, que en
un carro triumphal en las fiestas, con que esta Muy Noble, y Cesarea Ciudad de la
Puebla de los Angeles, celebró el feliz nacimiento de nuestro pincipe..., Puebla, Imprenta de D. José Pérez, 1709.
––––, Loa que se represento a la celebracion de años del muy Illustre Señor D. Juan José
de Veitia Linaje (Puebla: N.p. 1708).
KAMEN, Henry, La Guerra de la Sucesión en España (1700-1715), traducción de. Enrique Obregón, Barcelona, Ediciones Grijalbo, 1974 (1969). 1974.
KERTZER, David, Ritual, Politics, and Power, New Haven, Yale University Press,
1988.
LÓPEZ CANTOS, Ángel, Juegos, fiestas y diversiones en la América Española, Madrid,
Editorial MAPFRE, 1992.
LORETO LÓPEZ, Rosalva, “La fiesta de la Concepción y las identidades colectivas,
Puebla (1619-1636), en Clara García Ayluardo y Manuel Ramos Medina,
(eds.), Manifestaciones religiosas en el mundo colonial americano, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1997, 233-252.
MAL LARA, Juan de, Recibimiento que hizo la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla
a la C.R.M. del rey D. Felipe N.S., Manuel Bernal Rodríguez, eds., Sevilla,
Universidad de Sevilla, 1992.
MARAVALL, José, Culture of the Baroque: Analysis of a Historical Structure, trans.
Terry Cochran, Minneapolis, University of Minnesota Press, 1986.
MARÍN TAMAYO, Fausto, La división racial en Puebla de los Ángeles bajo el régimen
colonial, Puebla, Centro de Estudios Históricos, 1960.
MAZA, Francisco de la, La mitología clásica en el arte colonial de México, México,
Universidad Nacional Autónoma de México, 1968.
MCALISTER, Lyle N. The “Fuero Militar” in New Spain: 1764-1800, Gainesville,
University of Florida Press, 1957.
MÍNGUEZ, Víctor, Los reyes distantes: imágenes del poder en el México virreinal, Castelló de la Plana, Publicacions de la Universitat Jaume I, 1995.
MONTOYA Y CÁRDENAS PONCE DE LEÓN, Ambrosio, Diseño festivo del amor. Obstentiva muestra de la lealtad, acclamacion alegre con que la muy noble, augusta imperial ciudad de la Puebla de los Angeles en el dia diez de Abril del año de 1701 juro
por su Rey, y señor natural al Invinctissimo Señor D. Phelipe V..., Mexico, Imprenta de los Herederos del Capitán Juan de Villa Real, 1702.
2 1 6
2 1 7
FRANCES L. RAMOS
MUIR, Edward, Ritual in Early Modern Europe, Cambridge, Cambridge University Press, 1997.
RAMOS SOSA, Rafael, Arte festivo en Lima Virreinal (siglos XVI-XVII), Sevilla, Junta
de Andalucía, 1992.
ROSENTHAL, Earl, “Plus Ultra, Non Plus Ultra, and the Columnar Device of Emperor Charles V,”Journal of the Warburg and Courtauld Institutes 34 (1971),
204-228.
SEZNEC, Jean, The Survival of the Pagan Gods: The Mythological Traditions and Its
Place in Renaissance Humanism, trans. Barbara F. Sessions, Princeton, Princeton University Press, 1972 (1940).
TOUSSAINT, Manuel, Pintura colonial en México, México, Universidad Autónoma
de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1990 (1965).
VILLA SÁNCHEZ, Juan de y Francisco Javier DE LA PEÑA, Puebla sagrada y profana:
Informe dado a su muy ilustre ayuntamiento el año de 1746 (facsímile), rev. ed.,
Puebla, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 1997 (1835).
Traducción de Víctor Gayol
FECHA DE ACEPTACIÓN DEL ARTÍCULO: 8 de septiembre de 2003
FECHA DE RECEPCIÓN DE LA VERSIÓN FINAL: 19 de septiembre de 2003
◆
◆
2 1 8
◆
Documentos relacionados
Descargar