Huelgas y paros en el 2013

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Huelgas y paros en el 2013:
Intensificación de la lucha de clases de la clase trabajadora, y tres
nuevas tendencias en el movimiento obrero
Santiago Aguiar
03 enero 2014
El 2013 fue un año marcado por las elecciones presidenciales y parlamentarias, pero que
cerraba el período de gobierno de la derecha, la clase trabajadora protagonizó un año de
paros, huelgas y movilizaciones que se caracterizaron en general por su intensificación y
por la emergencia de nuevas tendencias y fenómenos, aún iniciales.
Las candidaturas electorales debieron dar cuenta de estos fenómenos. La candidata
ganadora, Bachelet de la Nueva Mayoría, como modo de usurpar los procesos de lucha
de clases, anunció reformas (tributaria, educacional y de la Constitución), dentro de los
marcos del neoliberalismo.
Y que deberá llevar adelante cuando el dinamismo de la economía comienza a enfriarse.
El factor principal, es el fin del llamado “superciclo del precio del cobre”. Con la
consecuente disminución de los ingresos fiscales. Y con intentos de reducción de costos
de las grandes empresas mineras que saquean el mineral rojo, es decir, despidos,
menores sueldos, etc.
La desaceleración de la economía comenzó a tener efectos, con despidos a cuentagotas
y quita de derechos en la minería. Ya para septiembre, la creación de empleos se
mantuvo en las grandes empresas, pero se desaceleró en las medianas y pequeñas: las
firmas con más de 200 trabajadores generaron 141.660 plazas laborales; las que tienen
entre 5 y 49 operarios, perdieron 38 mil puestos de trabajo. En la minería comenzaron los
despidos de trabajadores subcontratados: Codelco redujo su dotación en un 9%, de
30.264 a 27.557, despidiendo a 2.707 trabajadores.
Este cambio de escenario, probablemente marque hacia adelante la situación general de
la clase trabajadora en Chile.
Y la posibilidad de una convergencia del enfriamiento de la economía con la crisis de
legitimidad del régimen, puede agudizar los procesos de lucha de clases. A la vez, el
silencio de las candidaturas respecto a las demandas de la clase trabajadora, silencio
compensado por el activo apoyo de la dirección oficial de la CUT, puede alentar la
pugna de la clase trabajadora por entrar en la escena política nacional.
El escenario de paros, huelgas y movilizaciones, muestra su baja frecuencia, aunque
con tendencia al alza. Su importancia, sin embargo, reside en los fenómenos
cualitativos, las nuevas tendencias y fenómenos a que están dando lugar.
Los procesos de huelgas y paros en Chile del 20131: un año de alza
En nuestro anterior análisis de las huelgas y los paros del año 20122, decíamos que, de
conjunto, los procesos de huelga se caracterizaron, de acuerdo a sus demandas, por
ser corporativas: la relación particular empresario- trabajador; fragmentadas, dispersas;
mayormente defensivas. Aunque, señalábamos también que lo nuevo estaba en un
régimen político en crisis de legitimidad, y una tendencia a una mayor actividad de la
lucha de clases, planteando que los procesos de huelgas van desarrollando –en forma
desigual- nuevas dinámicas.
Entre estas nuevas dinámicas, resaltábamos el desarrollo de formas más radicalizadas
de huelgas y paros, que traspasan la legalidad, que tienden a sobrepasar a las
dirigencias que quieren controlarlas.
Estas nuevas dinámicas se desplegaron el 2013, como veremos más abajo.
La tendencia inmediata, es a un alza de los paros, huelgas y movilizaciones. Mientras
registramos 148 en el 2012, para el 2013 se elevaron a 247.
Esto, en términos relativos, incrementó la categoría “Huelga legal o paro”, con relación
a la categoría “Corte de ruta, bloqueo acceso de trabajo, o toma lugar de trabajo o
edificios públicos”: entre las primeras, fueron 73 (49,5%) el 2012, y 157 (63,5%) el
2013, mientras que para la segunda categoría fueron 49 (33%) y 53 (21%)
respectivamente.
De todos modos, destaca que las huelgas o paros con tomas de lugares de trabajo o
bloqueos corresponden a 34 marcas el 2013.
1
Para comprender el proceso de huelgas en Chile el 2012, hemos construido un registro de huelgas,
confeccionado a partir de las noticias aparecidas en los medios de comunicación. Aunque no contiene todo el
universo de huelgas y paros, esta decisión nos permite aproximarnos a conocer su carácter y dinámica a partir
de los hechos de mayor impacto público, y considerar los paros, no registrados en las estadísticas de la
Dirección del Trabajo. Las cifras de 2012 de la Dirección del Trabajo (DT) registran 159 huelgas (contra 183 el
2011), en nuestro registro fueron 148 para el 2012.
2
Ver “Huelgas y paros en el Chile del 2012. Relación de fuerzas desfavorable, tendencias a la ilegalidad y
predominancia de sectores estratégicos y clave”. Santiago Aguiar y Dolores Mujica. Revista la Batalla nº 3.
Mayo 2013.
Paros y huelgas en Chile años 2012-2013
Formato
Total
%
8,8
19,6
7,4
14
5,4
28,4
4,7
0,7
6,7
0,7
3,4
Huelga legal o
paro
Movilización
73
49,5
157
63,5
26
15,6
38
15,4
Corte de ruta,
bloqueo
acceso
de
trabajo,
o
toma lugar de
trabajo
o
edificios
públicos
49
33,1
52
21,1
Aumento
salarial
Paro
en
Solidaridad
Mejoras
condiciones
de trabajo
Otras
73
49,3
107
43,3
1
0,7
2
0,8
9
6
31
12,5
65
148
43,9
100
107
247
43,3
100
Industrial
Minero
Portuario
Servicios
Comercio
Sector Público
Transporte
Pesca
Construcción
Agricultura
Diversos
sectores
Sector
Tipo
demanda
2012
Frecuencia
13
29
11
21
8
42
7
1
10
1
5
de
2013
Frecuencia
27
38
6
54
20
72
9
4
15
2
%
10,9
15,4
2,4
21,9
8
29,1
3,6
1,6
6
0,8
Notas:
* En esta ocasión, la categoría de “cortes, tomas, bloqueos”, registró cuando es en este formato
exclusivamente, los paros o huelgas legales con corte de rutas o avenidas, se registran en la dimensión
“huelga legal o paro”.
*Las huelgas o paros con tomas de lugares de trabajo o bloqueos corresponden a 34 marcas.
* Los paros pueden ser con movilización a las oficinas de las empresas. Sólo se registran en la dimensión
“movilización” aquellas que no son con paro o huelga legal.
* El sector público incluye sectores industriales (Asmar, ENAER), así como el Municipal, los Profesores, la
Junji, Correos de Chile, TVN, y la Salud.
* En “otras” y “diversos sectores”, se registra: el Paro Nacional de la CUT del 11/7; la movilización
multisectorial de la Coordinadora No+AFP el 3/10.
* Entre los tipos de demanda, la categoría “Otras”: entre ellas: contra despidos, por sueldos impagos, contra la
subcontratación, por pago de gratificaciones, contra malos tratos laborales, etc.
Con relación al agrupamiento por sectores estratégicos y clave y tendencias a la
ilegalidad, se ve, en similar sentido, una disminución en ambas categorías.
Huelgas y paros 2012-2013, según sectores estratégicos o clave y tendencias a la ilegalidad
2012
2013
Frecuencia
Porcentaje
Frecuencia
Porcentaje
53
35,8
81
32
Tendencias a la
ilegalidad
49
33,1
52
21
Totales
72
Sectores
estratégicos
clave
o
Totales
sobre
universo
de
huelgas y paros
133
56
53
Notas:
3
Hemos definido los sectores estratégicos o clave a Industria, Minería y Puertos . Por su capacidad de afectar
el funcionamiento del conjunto de la economía, en los dos últimos casos; como, en el caso de la Industria, por
ser un sector clásico en la constitución del movimiento organizado de los trabajadores, y donde ha surgido su
experiencia histórica más avanzada, los Cordones Industriales.
El alza en las huelgas, paros y movilizaciones, se sostienen en, y a la vez alienta,
el paso a la ofensiva de la clase trabajadora, con acciones de carácter político,
con mayor peso de los sectores estratégicos y centrales, y con el desarrollo de
nuevos fenómenos.
A continuación revisamos algunos de los principales fenómenos que nos muestran
estas tendencias.
Asesinato de un dirigente sindical
El año se inició en enero con un ataque físico al movimiento sindical. El asesinato con
un balazo en la cabeza del dirigente sindical Juan Pablo Jimenez, presidente del
sindicato de Azeta, empresa contratista de Chilectra y de la Federación de
Trabajadores de Azeta.
Inmediatamente se declaró que se trataría de una “bala loca”, o bala perdida. Poco
después, se declaró que se debería investigar a ex uniformados armados contratados
como seguridad de la empresa.
3
Ver: Cuadernos de Estudios del Trabajo nº 12: Santiago Aguiar, “El concepto de “posición estratégica”.
Reseña de un libro y avances de una investigación”; y también Dolores Mujica, “Oro Rojo. Los Diez Hechos
Más Importantes en la Lucha de los Mineros del Cobre en Chile”, Folletos de la Biblioteca de Historia Obrera
nº 8, 2012.
Pero despertó de inmediato la respuesta de una serie de sindicatos y organizaciones
de izquierda, que iniciaron movilizaciones.
En marzo, se anunció el cierre de la investigación de la PDI por el crimen del dirigente
sindical. La familia del dirigente rechazó sus conclusiones la familia: que se habría
tratado de una “bala loca”, atribuida a un adolescente internado en un hospital con 7
balas y de acuerdo a un testigo secreto.
El crimen sigue en la impunidad, y la movilización y denuncia siguió durante todo el
año.
El proceso de movilización por el esclarecimiento de esta muerte sospechosa, re-abrió
el debate sobre la subcontratación, las condiciones de trabajo, y las prácticas antisindicales.
Menor desempleo, trabajo más precario
A las cifras de disminución del desempleo del Gobierno, que se ubican en alrededor
del 6%, se les contrapone el debate sobre la precariedad del trabajo.
Que a lo largo del año puso en el debate público realidades que padecen los
trabajadores. Recorramos algunas:






Más de 1 millón de trabajadores para la Fundación Sol, y 733.000 para el
instituto de la UDI Libertad y Desarrollo son sin contrato.
El subempleo alcanza a casi 700.000 trabajadores, que desempeñan sus
labores por 3,5 horas por día.
El debate del sistema de pensiones, sacó a la luz el monto de las pensiones
para los trabajadores: $178.000. Y con ello, las condiciones de trabajo:
inestable, con bajos salarios.
A pesar de la discusión sobre una ley de seguridad del trabajo, en el 2012 se
incrementó el número de accidente laborales: 225.000, mientras que en el 2011
llegaron a los 182.000.
En el sector público, aunque el Estatuto Administrativo admite hasta un 20% de
funcionarios a contrata, estos alcanzan el 60%.
Y alcanza una discusión más amplia. Primero, con relación a la desigualdad con
origen en el trabajo. Nuevamente, se debate sobre la realidad dramática de que
el 50% de los trabajadores gana menos de $218 mil. Y que la brecha en la
distribución del ingreso es abismante: “que si al 2018 alcanzamos el PIB per
cápita de país desarrollado, pero nuestra distribución del ingreso permanece
intacta, el 20 % más pobre vivirá como se vive hoy en promedio en el Congo,
mientras que el 20 % más rico vivirá como se vive hoy en Luxemburgo. Para
modificar esta situación se requiere reformas profundas en muchas áreas. Una
de ellas es la laboral. Es en el mercado laboral donde se juega una buena parte
de la distribución del ingreso, de la incidencia de la pobreza, y del bienestar de
las familias en términos más generales. No podemos aspirar a ser un país
desarrollado con tantas familias viviendo rezagos de oportunidades tan
enormes”. (Andrea Repetto, Centro de Políticas Laborales de la UAI). Otro
planteo en el mismo sentido: Ahora, en año electoral, con un Imacec de 6,7 %,
con 14 chilenos ultramillonarios Forbes cuyas riquezas están avaluadas en $


29,4 millones de millones, con un problema distributivo incontrolable donde las
personas que pertenecen al 5 % más rico obtienen 260 veces más ingresos
(ingresos autónomos) que quienes pertenecen al 5 % más pobre (estas 260
veces reflejan un incremento de 100 % respecto al año 1990), parece irracional
negar un ajuste salarial o incluso terminar por imponer uno a causa de no llegar
a un acuerdo (salida auxiliar del veto presidencial) (G. Duran y M. Kremerman,
Fundación SOL). Por su parte, un estudio de la OIT aparecido a mediados de
mayo, destaca la enorme desigualdad: de los asalariados chilenos el 29 por
ciento, gana 72 mil a 258 mil pesos, el 45 por ciento de 258 a 344 y el 66,8 por
ciento, es decir dos tercios de los asalariados chilenos ganan menos de 516 mil
pesos al mes. Según la Fundación SOL, en Chile la brecha de ingresos
autónomos (sin ayuda del Estado), medida en veintiles, es decir, comparando
los ingresos de las personas que pertenecen al 5% más rico, versus quienes se
encuentran en el 5% más pobre, es de 260 veces, y en los últimos 20 años ha
crecido en un 100%. Es decir, la desigualdad no se ha mantenido, se ha
duplicado.
Finalmente, llegó el reconocimiento oficial de esta situación de precariedad: un
informe de la Secretaria General de la Presidencia, revelaba oficialmente el
carácter del empleo total (825.840 plazas) creado durante este Gobierno.
Según este informe: El 45,5% de empleos creados desde 2010 corresponde a
trabajadores externos (subcontratación y suministro), los trabajadores
subcontratados ganan, en promedio, 27% menos que aquellos empleados de
manera directa; 28,8% es cuenta propia de muy baja calificación y tiempo
parcial principalmente; 2,5% corresponde a servicio doméstico y familiar no
remunerado.
Por último, sólo el 8% de los trabajadores negocia colectivamente y tiene
derecho a huelga (aunque de acuerdo al Código de Trabajo, el trabajador en
huelga puede ser reemplazado.
No se trata de ningún automatismo de mercado: la destrucción de las organizaciones de
trabajadores durante la dictadura, y la mantención de esa estructura de relaciones
laborales durante los Gobiernos de la Concertación, está en la base de este estado de
cosas.
Pero es un estado de cosas que comienza a ser cuestionado. Y que no solo se sostiene y
es alentado por el incremento de las huelgas y los paros, sino que está dando paso a
nuevos fenómenos.
Tendencias al surgimiento de un nuevo sindicalismo
Entre los nuevos fenómenos, están los intentos del surgimiento de nuevos
agrupamientos político- sindicales, con un discurso clasista y anti-capitalista, que
intenta organizarse en distintas expresiones. Es el caso de la Conferencia Intersindical
de Trabajadores, a la que pertenecía el dirigente sindical asesinado, o del Consejo
Nacional por un Nuevo Sindicalismo.
A la vez, ante episodios como el incendio en Valparaíso del 14 de febrero una serie de
sindicatos se movilizaron para recolectar ayuda para los pobladores damnificados. En
un hecho nuevo, que se distinguió con relación al terremoto del 27/F.
Diferentes sindicatos han impulsado una campaña contra las AFP. En junio se
reunieron en la ANEF para coordinar estos esfuerzos la Confusam, la Fenpruss, la
Anef, la Confederación Bancaria, el Movimiento Sindical por la Previsión Social y la
Previsión de Concepción, el Movimiento por una Previsión Justa y Digna de Rancagua,
Rebeldes contra las AFP de Arica, el Comando de Defensa de los Fondos
Previsionales de la Región Metropolitana.
Otras acciones por el estilo, ha sido la “Carta por un Chile justo y sin subcontrato”,
presentada entre otros por la Fundación SOL, CENDA, dirigentes sindicales de Tres
Montes Lucchetti, la Coordinadora Nacional de Subcontratados del Retail, FENASIPEC
(Federación de los peonetas de Coca-Cola), la Confederación Bancaria.
Se creó el Comando Nacional de Trabajadores de la Energía, donde participan los
máximos dirigentes (o representantes) de los Sindicatos de la distribución y generación
eléctrica, petrolera y gasífera, tales como CONAFE, AES Gener, ENAP, ENAMI,
ENDESA, Colbún, Lipigas, CONSTRAMET, Metrogas, Gasco, Chilquinta.
La Unión Portuaria de Chile irrumpió con el paro en solidaridad con los trabajadores en
huelga en Mejillones.
Se anunció la creación de un frente común para coordinar las movilizaciones de
distintos sindicatos que durante el año se han manifestado por mejoras laborales, con
la Confederación de Trabajadores Bancarios, el Sindicato de Asmar, Sindicato de
Unimarc, Sindicato Hotel Sheraton, Sindicato Zara, Sindicato Starbucks, Sindicato
Correos de Chile, Confederación Bancaria, Frente de Trabajadores, con la adhesión de
la FECH y la FEUSACH.
Por su parte, los sindicatos y centrales tradicionales, como la CUT, han ganado nuevos
protagonismo, como veremos más abajo.
Muchos de estos agrupamientos, fueron de corta vida (como el Consejo Nacional por
un Nuevo Sindicalismo), otros sólo quedan en declaraciones o asesorías legales (como
la Conferencia Intersindical).
Pero son expresivos de procesos profundos entre los trabajadores.
Pero no se trata tan solo de agrupamientos de sindicatos ya existentes o de acuerdos
entre dirigentes. Lo central este año 2013, estuvo en los procesos de lucha de clases
de la clase trabajadora.
Entrada de sectores estratégicos de los trabajadores y tendencias a las huelgas
políticas
Los trabajadores mineros, de planta y subcontratistas, de la minería privada y de
Codelco, inician en marzo un proceso de movilizaciones, que culmina en abril con un
paro de 24 horas. Fue antecedido por una serie de movilizaciones, paros y bloqueos a
las faenas. El más relevante, la paralización en el yacimiento Radomiro Tomic de
Codelco, en rechazo a las declaraciones de un gerente ante la muerte de un
trabajador, por haber afirmado que se trataba de un hecho fortuito cuando había sido
advertido anteriormente por los trabajadores el riesgo.
El 15 de marzo, se inició el paro portuario, que culminaría los primeros días de abril.
Con tres características centrales: Primero, que comenzó por una demanda básica:
bono y media hora de colación. Segundo, que promovió la irrupción de una política
sindical combativa, y por fuera de las organizaciones tradicionales: la negativa
empresarial, el recurso a la represión, el despido de trabajadores y dirigentes, polarizó
el proceso, transformándolo en un paro nacional portuario en solidaridad, impulsado
por la Unión Portuaria de Chile con una política sindical combativa que recupera estos
métodos de los paros en solidaridad, aunque por arriba. Tercero, que alentó su
conversión en una huelga política: el Gobierno y todas las asociaciones empresariales
intervinieron en el conflicto, oponiendo de un lado a los empresarios y el Gobierno, y
del otro lado a los trabajadores.
El 9 de abril, fue el “paro de advertencia” de los trabajadores mineros, convocado por la
Federación de Trabajadores del Cobre- FTC, de Codelco, con declaraciones y paros
parciales de solidaridad de la Federación Minera de Chile- FMC, la CTC, y otros
sindicatos mineros.
Paros largos y combativos: un nuevo ánimo y disposición a la lucha
Una serie de huelgas y paros largos y combativos marcaron las luchas obreras el 2013.
Entre las huelgas más extensas destacan:
No solo se trató de paros largos, sino también combativos: bloqueos a los accesos y
tomas de los lugares de trabajo, tomas de rutas, cortes de calles, acampes, defensa
contra la represión, generación de fondos de huelga junto con los estudiantes,
enfrentamientos con las dirigencias burocráticas intentando rechazar la firma de acuerdos
desfavorables. Entre estos destacan los paros de los portuarios de Mejillones, de los
trabajadores de Correos de Chile, los trabajadores recolectores de basura, las
trabajadoras de la JUNJI y de Integra, los trabajadores mineros de Codelco, los
trabajadores de Concha y Toro, los trabajadores bodegueros de Sodimac.
Son muestras de un nuevo ánimo y disposición a la lucha entre los trabajadores. Los
patrones no quedarían indiferentes.
Las reacciones patronales
En abril, los empresarios, en su tradicional encuentro de ICARE, reaccionó ante el
creciente protagonismo sindical y este clima de mayor combatividad y disposición a la
lucha, declaraban, en boca del director de este encuentro Alfonso Swett, que: “Lo que les
puedo decir a ustedes es que si no están cerca de sus trabajadores, el Partido Comunista
lo va a estar”. Aunque mencionen al PC, como imagen, vemos que nuevos fenómenos se
están desarrollando.
Por su parte, el presidente de la CPC Andrés Santa Cruz, en una columna llamó a que “no
permitamos que los paros ilegales, las acciones violentistas o la irracionalidad
prevalezcan en nuestro país como manera de corregir los problemas”. Destacando que:
“preocupan enormemente acciones que en nada colaboran con este objetivo. El paro
portuario, las tomas de la Ruta 5 Sur, la huelga “de advertencia” en Codelco, los
encapuchados y sus actos de violencia, son ejemplos de sucesos por los cuales nuestro
país paga un alto precio. El paro portuario es el más grave de este tipo de hechos
acaecido en los últimos meses. Resulta una mala práctica que a una huelga ilegal que
nace en un puerto determinado se le unan, aduciendo el principio de “solidaridad”, otros
puertos, a sabiendas del enorme perjuicio que ello produce en vastos sectores del país,
amén de la ilegalidad en que se incurre. Sería un agravante, además, si algunos grupos
hubieran intentado instrumentalizar los sindicatos, buscando resultados que no se
relacionaran con las demandas de los trabajadores portuarios”.
Los partidos políticos del régimen se sumaron a la reacción que el protagonismo del actor
sindical generó. El diputado de la UDI Ernesto Silva afirmó que “empiezan a haber
señales de una instrumentalización de los temas laborales y sociales para generar daño al
gobierno”, y que “está siendo muy barato hacer actos irresponsables y no hay debida
conciencia de ello”.
Los empresarios, y los partidos del régimen, a la vez recurren a las fuerzas policiales para
la represión, e impulsan campañas con los medios de prensa, buscan contrarrestar ese
clima, y aislarlos.
Por su parte los trabajadores, en el marco de un nuevo ciclo de la lucha de clases que se
inició con su primer embate del 2011 con el movimiento estudiantil como protagonista (y
que este año 2013 intentó un re-impulso con el “tomazo” con 14 Universidades y más de
50 liceos en tomas o paros), buscó evitar el aislamiento, generando sus propias alianzas.
Tendencias a la emergencia de una fuerza social
Está entonces manifestándose otra tendencia: a la formación de una fuerza social, es
decir, al agrupamiento de distintas fracciones de clase detrás de una demanda común.
Si lo vimos en modos policlasistas en Magallanes y Aysen, aquí lo vemos alrededor de
un sector de la clase trabajadora y sus luchas. Distintos sindicatos, como los mineros,
apoyaron la huelga portuaria; lo hicieron también sectores del movimiento estudiantil, y
algunos intelectuales.
El mes de junio estuvo marcado por el paro y movilización obrero-estudiantil del 26 de
junio (y por los preparativos para el Paro Nacional con movilización convocado por la
CUT).
El miércoles 26 de junio se realizó un paro de sectores de los trabajadores que
marcharon junto a los estudiantes reuniendo 150.000 personas en las calles en todo
Chile. Se retomó una así una tradición clásica: la unidad obrero estudiantil.
En una jornada de 15 horas, se inició a las 7 de la mañana cortes de calle, barricadas,
concentraciones de obreros y estudiantes, en las principales ciudades del país. A las 8
comenzó el paro portuario, la paralización y bloqueo de los accesos a los lugares de
trabajo de los trabajadores subcontratistas del cobre, la paralización de sectores de
Profesores. A las 11 comenzaron las movilizaciones, reuniendo a más de 100.000
personas sólo en Santiago, donde se veían las columnas de estudiantes, y de los
trabajadores: la Unión de Trabajadores Portuarios, la Confederación de Trabajadores
del Cobre (CTC), el Sindicato de Trabajadores del Cobre (SITECO), el Colegio de
Profesores, la Asociación Nacional de Funcionarios (ANEF), trabajadores del sector
privado como la locomoción colectiva de Valparaíso, trabajadores de la tienda La Polar,
las zonales de la CUT, la Confederación de Empleados Particulares de Chile (CEPCH)
y muchos otros. La CUT central adhirió a la movilización. La jornada culminó a las 19
hs. con nuevas concentraciones y cacerolazos en algunos puntos de Santiago.
Uno de los debates que abre es respecto a los modos en cómo avanzar en el
desarrollo de esas tendencias, y respecto a la hegemonía de clase y política en los
procesos de la lucha de clases.
La dirección oficial de la CUT, de la Nueva Mayoría, con la presidencia de la militante
del Partido Comunista Bárbara Figueroa, comenzó a dar su respuesta.
Las direcciones oficiales del movimiento obrero: la CUT y la movilización de
presión como instrumento de negociación y apoyo a partidos del régimen
Ya desde inicios del año, la dirección oficial de la CUT marcó su política al respecto: una
alianza de la clase trabajadora con los partidos del régimen y acuerdos con los
empresarios.
La CUT y la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC) se reunieron y
ratificaron la "Declaración de Voluntades" firmada en el 2012, que entre sus puntos
principales destacan la seguridad laboral, la reforma al seguro de empleo y el multirut.
A la vez, lo hace jugando la carta de la movilización y el intento de fortalecer las
organizaciones sindicales.
Para el 1º de mayo, con las demandas principales de cambios al Código Laboral, reforma
tributaria y pensiones, convocó a la concentración más importante de los últimos años:
50.000 se movilizaron sólo en Santiago.
Mostrando un intento de recomponer su fuerza, se volcó a apoyar la candidatura de la
Nueva Mayoría.
Actuando en el escenario de la campaña electoral presidencial y parlamentaria, se buscó
instalar el debate sobre problemas estructurales de la clase trabajadora.
La CUT forcejeó con la candidata Bachelet de la Nueva Mayoría criticando la ausencia en
su programa de los problemas laborales. Finalmente, se incorporaron algunos puntos,
entre ellos: la regulación del uso de los multirut, la titularidad sindical, el fin de los
reemplazos en huelga. La dirigencia de la CUT se congratuló con este anuncio. Aunque
no está en la prioridad del próximo gobierno.
Aunque la dirigencia de la CUT se congratuló con los puntos laborales integrados al
programa de la Nueva Mayoría, lo cierto es que se verá obligada a impulsar este debate.
Nolberto Días, vicepresidente de la CUT declaró que “creemos que se tiene que gobernar
cambiando sustantivamente el Código del Trabajo que heredamos de la dictadura”,
agregando que “las cosas que hay que cambiar tienen que ver con fortalecer la
negociación colectiva y fortalecer la sindicalización. En este país los trabajadores tienen
prohibidos los sindicatos, en la realidad, porque son perseguidos y porque son
despedidos. En la realidad, en Chile la negociación colectiva no sirve para nada y esas
son cosas que tenemos que arreglar. La gente tiene que tener sindicatos fuertes y
negociación colectiva que proteja los derechos de las personas”. Probablemente la
tensión vuelva a la Central. Este mismo dirigente, de la Democracia Cristiana, declaró
también que “los trabajadores no consiguen nada si no es peleando. Sólo peleando, sólo
movilizando y luchando los trabajadores logran reformas profundas al modelo. Y eso será
por la vía del diálogo pero también por la vía de la movilización democrática, pacífica y
respetuosa. Pero a nosotros nadie nos va a regalar nada”.
A la vez, la presidenta de la CUT, del Partido Comunista, Barbara Figueroa, invitada al
Encuentro Nacional de la Empresa- ENADE, se esforzó por convencer a los empresarios
de la necesidad de reformas: “la posibilidad de diálogo y de reformas en nuestro país es
efectiva. Estamos entrando en una nueva etapa. Esto tiene que ver con el agotamiento de
un modelo, que exige profundas reformas”. Y para mayor tranquilidad, agregó: “Eso
significa entonces que tienen que dejar de ganar, no señores; yo no estoy diciendo eso.
Pero repartamos la torta, porque si no Chile no va a poder enfrentar un nuevo ciclo de
oportunidades”, precisó.
El forcejeo con la candidata de la Nueva Mayoría, Bachelet, que finalmente saldría electa,
fue trabajoso. El programa laboral de la Nueva Mayoría fue presentado. El secretario
general de la CUT, Arturo Martínez, fue el encargado de exponer los ejes principales del
programa de Michelle Bachelet, en el Consejo Directivo Ampliado: el fortalecimiento del
rol de los sindicatos, destacando la idea de la negociación colectiva con titularidad
sindical, el respeto a la libertad sindical, “conforme a las normas y convenios que Chile ha
ratificado en materia laboral”, el fin del uso “artificioso” del multi RUT, la ley de pisos
mínimos (contra el uso de que cada proceso de negociación parte de la base de lo
negociado anteriormente), el impedimento de que se recontraten reemplazantes en las
huelgas. Sin embargo, en esa ocasión, la CUT advirtió sobre la ausencia de otras
demandas. Entre ellas: la posibilidad de negociación interempresas y por rama, y el
problema previsional (rechazando una AFP estatal). El resultado fue el anuncio de que la
CUT decidía mantener su independencia en la elección presidencial. De todos modos, la
CUT resaltó que el debate laboral se había instalado finalmente en la discusión electoral.
Según la Presidenta de la CUT, Bárbara Figueroa, “avanzamos en esto y fue un mérito
de una estrategia que construimos”. Finalmente expresarían su apoyo a Bachelet.
Pero para negociar, deben mostrar su fortaleza. A la vez, la mayoría de las huelgas largas
y combativas, fueron por fuera de la CUT. Afirmarse como la principal central sindical, era
imperativo. Y el clima de huelgas y paros obliga a acciones mayores.
El Paro Nacional del 11 de julio
El 11 de julio se realizó el Paro Nacional, con una movilización sólo en Santiago de más
de 150.000 personas, fue la convocatoria más grande realizada por una organización de
la clase trabajadora desde el fin de la dictadura. Tuvo además alcance nacional. Y lo
nuevo fue la participación del sector privado: más del 25% no concurrió a su trabajo ese
día, y contando los retrasos, la cifra se eleva al 50%. Sin demandas económicas, la
convocatoria reflejó que el clima de protesta social alcanza a la clase trabajadora. Aún
así, la dirigencia de la CUT, en los días previos, resaltó que la Confederación de la
Producción y el Comercio (CPC), reconociera la necesidad de reformas de fondo a la
institucionalidad laboral, siendo que son sus principales oponentes.
En este clima, en el marco del re-ajuste anual, y a pocas semanas de las elecciones,
ganaría mayor peso la lucha de los trabajadores del sector público.
El protagonismo del sector público
Los trabajadores del sector público tuvieron un especial protagonismo el 2013,
destacando entre otros, los paros del Registro Civil por 17 días, de las trabajadoras de la
JUNJI, de Integra.
Se inició la negociación por el reajuste del sector público, pidiendo un incremento salarial
del 8,8%.
En el mes de octubre, se realizó el paro de advertencia del sector público, en el marco de
la negociación anual de re-ajuste salarial. El martes 22 de octubre convocado por la Mesa
del Sector Público, integrada por 14 gremios (AJUNJI, ANEF, ANTUE, ASEMUCH,
Colegio de Profesores A.G., CONFEMUCH, CONFENATS, CONFUSAM, FENAFUCH,
FENAFUECH, FENATS Unitaria, FENPRUSS, FENFUSSAP, FENTESS). La demanda
principal fue de un reajuste de 8,8%, además de un aumento del 10% para los sueldos
menores a $750.000. La movilización fue contundente: según la ANEF, fueron 450.000
trabajadores en todo Chile. Según los medios de prensa, 50.000: en Santiago 10.000, en
Concepción 15.000, en Temuco 10.000, en Valdivia 3.000, en Valparaíso 10.000, en
Osorno 500, en Copiapó 3.000. Además, el paro alcanzó al 93%.
La situación trasciende el problema salarial: de los 220 mil trabajadores que están en los
(21) ministerios y (340) servicios públicos del Gobierno, el 60% de los trabajadores está a
contrata y el 10% está a honorarios, sin cotización de salud ni previsión ni estabilidad,
mientras que apenas el 30% tiene contrato de planta.
Es la expresión en el sector público de las condiciones estructurales de la clase
trabajadora en Chile, que se asientan en el Código de Trabajo.
A diferencia de las negociaciones de años anteriores, en esta ocasión, se realizaron
cuatro jornadas de paro nacional con movilización: el 22/10, 7/11, 13/11, 25/11. Sigue
mostrando una nueva disposición a la lucha.
Un nuevo ánimo comienza a emerger
Hasta aquí, tres son las conclusiones más generales a las que se puede arribar.
Una, es una tendencia a la entrada de sectores centrales y estratégicos de la clase
trabajadora: sectores que ponen en jaque a toda la economía nacional, alentando las
reacciones del actor empresarial.
Otra, es a la recuperación de métodos históricos de la lucha de clases de los
trabajadores, como el paro en solidaridad.
Por último, al fortalecimiento del sindicalismo. Al menos en sectores centrales y
estratégicos de la economía. Pero que pueden actuar como paraguas para sectores más
débiles.
Es necesario a la vez, señalar el entrelazamiento de demandas. En el caso de los
trabajadores portuarios, se trata de demandas básicas de las condiciones de trabajo: que
su jornada de trabajo pagada incluyera media de colación o que se les diera una
compensación por no parar a comer.
En el caso de los trabajadores mineros, se trata de demandas que hacen a la estructura
productiva y al entero “modelo de desarrollo”, precisamente por ser el sector estratégico y
motor de la economía nacional: la mejora en las pensiones, mayor seguridad laboral, la
renacionalización del cobre y el litio, la legislación de un nuevo Código laboral, un mayor
respeto a la ley de subcontratación.
Reflejan un nuevo ánimo en la clase trabajadora, una disposición a la lucha que comienza
nuevamente a ponerse en movimiento.
Pero no quedaría allí.
Las tres claves de la lucha de clases de la clase trabajadora, y nuevos fenómenos
Tres procesos emergieron en el curso de las huelgas, paros y movilizaciones.
El primero, el paro en solidaridad. Que pudo verse con el paro nacional de los
trabajadores portuarios durante 22 días en marzo y abril.
El segundo, el descontento con las direcciones sindicales. Como pudo verse en la huelga
de los trabajadores recolectores de basura, que ante la firma de un acuerdo de la
dirigencia lo rechazó y pretendieron extender la huelga más allá de la firma del acuerdo, o
de las trabajadoras de la Junji.
El tercero, la organización en base a delegados por áreas o secciones en los lugares de
trabajo. Como pudo verse en el paro y la huelga de los trabajadores de Correos de Chile.
De todos modos, estos tres procesos son embrionarios. Además, simultáneos en tanto
tales, no convergentes: si los trabajadores recolectores de basura expresaron su
descontento con su dirigencia, no contaban con una forma de organización sindical como
delegados por secciones o áreas de trabajo, que les permitiera proponer una alternativa
ante el problema. A la vez, los trabajadores de Correos de Chile contaban con esta forma
de organización, pero esperaban que “esta vez” la dirigencia no los defraudara: no fue así,
y se firmó un acuerdo a ciegas.
Pero no se trata tan sólo de estos fenómenos embrionarios, en desarrollo.
Una coyuntura especial: los 40 años del golpe y la herencia de la dictadura.
Politización y potencial de unificación de las filas de los trabajadores
En septiembre se conmemoraron los 40 años del golpe de Estado, en un modo que no se
había visto antes en Chile, sacudiendo el conjunto de las relaciones políticas y sociales.
Se realizó una de las más grandes movilizaciones desde el fin de la dictadura, numerosos
actos, velatones, foros, movilizaciones, programas de televisión de alto impacto público.
La propia derecha tuvo que realizar sus declaraciones, en algunos casos pidiendo perdón,
llevándola a una extrema tensión, que culminó con las declaraciones de Piñera hablando
de los “cómplices pasivos”, el cierre del penal Cordillera, el traslado de los reos,
integrantes de la DINA y la CNI al penal de Punta Peuco, y el suicidio del ex jefe de la CNI
general Odlanier Mena.
El golpe tuvo un carácter contra-revolucionario, dirigido esencialmente contra la clase
trabajadora y las organizaciones de izquierda. Que estuvieron entre sus víctimas. A
mediados del año 90, cuando se constituye la comisión Rettig, la CUT da cuenta de que
“el 76% del total de muertos y detenidos desaparecidos cobrados por la dictadura a partir
del 11 de septiembre de 1973 corresponde a trabajadores” (Fortín Mapocho, viernes 20
de julio de 1990). Y que hubo 308 dirigentes sindicales que fueron directamente fusilados
o desaparecidos. El informe Valech, que informó sobre la tortura en dictadura, precisa que
más de la mitad de ellos corresponde a trabajadores. Y casi un 80% pertenecía o estaba
ligado a organizaciones sindicales o de trabajadores.
Pero eso fueron las condiciones para avanzar en cambios estructurales, que perduran
hasta hoy. La herencia de la dictadura, en el mundo del trabajo.
En 1979 se lanzó el “Plan Laboral”, elaborado por José Piñera. Buscaba romper el
sindicalismo de clase. Se sostuvo en dos pilares centrales: la prohibición de la
negociación colectiva por rama, y la imposibilitación del derecho efectivo a huelga vía el
permiso para el reemplazo de los huelguistas. Aseguró la impunidad empresarial,
expresada por ejemplo en las “prácticas anti-sindicales” (persecución para impedir la
formación de sindicatos), la casi nula negociación colectiva, ni siquiera al nivel de la
empresa, la extensión de la subcontratación, los bajos salarios, las bajas pensiones.
Esa realidad, no fatal, sino instalada en dictadura, pervive a través de su herencia, y se
actualiza una y otra vez. No solo como memoria. Con ocasión de los 40 años, dirigentes
de la CUT y la ANEF rinden homenaje a Salvador Allende frente a La Moneda, para
recordar la protección de los derechos básicos como salud, educación y vivienda y
medidas como el medio litro de leche para todos los niños, y concluir en “la necesidad de
grandes reformas, no sólo una nueva Constitución, no sólo reforma tributaria, no sólo el
derecho a educación, sino también el derecho a salud, a vivienda digna y a que a los
trabajadores se nos devuelva el espacio de poder que nos fue arrebatado, que se nos
reconozca la organización sindical como un actor cooperante, como un actor que va a
generar desarrollo también para el país y no como un enemigo, como hasta ahora se lo
ha querido ver”.
La CUT ha sido un actor cooperante en los 25 años de la democracia. Con sus mesas de
diálogo por ejemplo. Y sus efectos están a la vista: la pervivencia de la herencia de la
dictadura.
Y es precisamente esa herencia, la que abre crecientes contradicciones que motorizan los
procesos de lucha de clases en curso. Del movimiento estudiantil, de las regiones. Y
también de la clase trabajadora.
Lo nuevo, es que la paulatina instalación de las reformas laborales, el rechazo al Código
del Trabajo heredado de la dictadura, actúe como un eje unificador de las huelgas, paros
y movilizaciones de los trabajadores, en momentos de emergencia de nuevos procesos
de carácter cualitativo como los que aquí señalamos. Esto abriría un escenario nuevo,
fortalecería la dinámica a la intensificación de la lucha de clases de la clase trabajadora, y
a su politización.
Tendencias para el período: ¿Qué tipo de movimiento obrero se está gestando y
pugna por nacer?
Con el gobierno de Bachelet y sus reformas, distintos escenarios se presentan.
Por un lado, en una dinámica de protesta social, que incluye las movilizaciones
estudiantiles, de Regiones, de los trabajadores, el avance o no en el debate e
implementación de las promesas laborales será un elemento catalizador en los procesos
de protesta obrera.
De no avanzarse, alentará la movilización por el cumplimiento de las promesas. De
avanzarse, puede crearse un momento de “pasivización”, pero que sea seguido por un
estado de ánimo favorable para buscar resolver el problema pendiente del fin del Código
de Trabajo vigente, que coadyuve a la unificación de las dispersas movilizaciones, paros y
huelgas en curso.
Estas probabilidades, de todos modos, tendrán como uno de sus escenarios el debate
parlamentario, sin excluir movilizaciones.
Esto último, se enlaza con el otro gran fenómeno.
Que es que, por otro lado, otras demandas (como el fin de la subcontratación), nuevos
procesos (como la convergencia entre estudiantes, trabajadores y organizaciones de
izquierda), nuevas organizaciones (como todo el sindicalismo no adherido a la CUT), se
abran paso.
A inicios del siglo XX, en la década de los años ’20, ante los llamados “sindicatos libres”, y
el despliegue de huelgas combativas, el presidente Arturo Alessandri Palma presentó un
proyecto de Código del Trabajo, abriendo una discusión que finalizaría con su sanción
bajo el gobierno de Carlos Ibañez del Campo. El movimiento sindical se dividió entre los
sindicatos libres y los legales. La FOCH de Recabarren, al inicio, resistió la legalización. A
la vez, se enfrentaron dos concepciones sindicales: la de la FOCH y la del anarco-
sindicalismo (IWW, FORCH, CGT, aunque finalmente convergieron, tanto en llamados
comunes a huelgas, como en la participación política, por ejemplo en la USRACH).
La historia no se repite, pero los problemas irresueltos y replanteados vuelven a aparecer.
En el período que se abre, renovadas disputas se presentan. Entre ellas, la relación
Estado, régimen, movimiento de los trabajadores; y ante su dispersión y debilitamiento,
las concepciones sobre cómo recomponerlo –sindicalistas, reformistas, anarquistas,
revolucionarias. Cuán activas sean estas disputas, que carácter cobrarán, es algo que
permanece abierto, pero que sin embargo, estarán presentes en el próximo período.
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