Rodríguez Pérez, J. C., Entre Italia y Flandes. La correspondencia

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ENTRE ITALIA Y FLANDES. LA CORRESPONDENCIA DEL
MARQUÉS DE VILLAGARCIA CON EL PRÍNCIPE DE PARMA
(1680-1682).
JUAN CARLOS RODRÍGUEZ PÉREZ
Tras ocuparse de los virreinatos de Navarra y Cataluña, Alejandro Farnesio,
príncipe de Parma, hijo segundón de Eduardo I de Parma, es designado en 1680 para
ocuparse del gobierno de los Países Bajos españoles. A pesar de la lucha de su padre
contra la Monarquía en la guerra de los Treinta Años, él retoma las buenas relaciones
con la Corona Católica y se convierte primero en general de la caballería española,
pasando después a desempeñar importantes cargos de gobierno, terminando su cursus
honorum siendo nombrado consejero de Estado.
Con su llegada al gobierno de Bruselas comenzará una relación epistolar con el
segundo marqués de Villagarcía, la cual se desarrollará a lo largo de toda su estancia en
Bruselas y donde volcará no solo noticias de su gobierno y de las relaciones
internacionales del momento, sino también impresiones personales, inquietudes o
desánimos. Esta correspondencia permite acercarse a su mentalidad, a sus relaciones
con otros servidores regios repartidos por Europa y, a la vez, conocer sus métodos para
ir cobrando importancia dentro del entramado de la Monarquía.
Por otro lado, el marqués de Villagarcía, don Antonio Domingo de Mendoza
Caamaño y Sotomayor, que en ese momento se encuentra destinado en la embajada
veneciana, desarrollará a lo largo de su carrea política diferentes oficios destacando las
embajadas extraordinarias ante Francia y la república de Génova, la embajada ordinaria
en Venecia, el puesto de gentilhombre de la cámara de Su Majestad, pertenecer a los
consejos de Italia y de Guerra y ser nombrado Virrey y Capitán General de Valencia.
Esta relación a través de las cartas permite observar a dos nobles y analizar sus
formas de sociabilidad, que vuelcan en el papel, con sus formulas cercanas a la oralidad,
mostrando las cortesías aristocráticas vertidas en la escritura. Asimismo, la
correspondencia se muestra como un servicio más al monarca, como un método
inexcusable para desempeñar los oficios para el servicio regio, pero a la vez, sirve como
un elemento para forjar relaciones dentro del grupo nobiliario, relaciones que para un
extranjero como el príncipe de Parma pueden ser muy importantes a la hora de elevarse
dentro la Monarquía.
1 Durante sus embajadas en Italia, el marqués de Villagarcía crea una serie de
redes epistolares que abarcan a toda Europa y le permiten estar informado de todo lo
que ocurre en el ámbito internacional. Dentro de esta red de información son muy
importantes las cartas que intercambia con los gobernadores de los Países Bajos, al ser
un territorio clave para la Monarquía de Carlos II. Este conjunto de más un centenar de
cartas en casi dos años permite ver la labor de gobierno que emprende Parma en los
Países Bajos, pero lo que es más importante, su visión de la situación de la Monarquía,
su opinión sobre los conflictos internacionales del momento y su defensa de los estados
de la Corona española frente a las injerencias del reino de Francia. En las cartas de
Parma se puede advertir a un fiel servidor de Carlos II, sinceramente preocupado por la
situación de la Monarquía Hispánica y que busca desesperadamente una solución frente
a las “injustiçias” de Francia.
Cobra especial importancia en sus cartas y en su gobierno la defensa de los
Países Bajos tras los ataques que esta llevando a cabo Luis XIV, especialmente su
intento de apoderarse de Luxemburgo. Igualmente expone en sus cartas como deposita
sus esperanzas para la protección de esos estados en la alianza con Inglaterra y, sobre
todo, con Holanda, que en los años anteriores a la llegada de Parma se ha mostrado
como un fuerte aliado frente al expansionismo de Luis XIV. A través de la
correspondencia se puede percibir el progresivo desanimo que invade a Parma y como
sus esperanzas se depositan cada vez con mayor peso en la ayuda aliada, frente a sus
queja por la falta de asistencias desde Madrid.
A la vez el marqués de Villagarcía compadece a su colega y
se muestra
comprensivo ante sus dificultades. Asimismo le participa todas las noticias que llegan a
su conocimiento, principalmente de Italia, y sobre el problema que se vive en ese
momento con la plaza de Casal. Este conjunto epistolar permite conocer como dos
servidores de Carlos II entienden la Europa del momento e intentan adaptarse a las
oportunidades que les ofrece la Monarquía para prosperar con el servicio regio.
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