PARÁLISIS FACIAL PERIFÉRICA REVISIÓN Parálisis facial periférica. Utilidad de la neurofisiología clínica J.M. Pardal-Fernández a, G. García-Álvarez b, P. Jerez-García a, J. Marco-Giner a, C. Almodóvar-Álvarez b PERIPHERAL FACIAL PARALYSIS. THE VALUE OF CLINICAL NEUROPHYSIOLOGY Summary. Aims. The aim of this study was to review the value of neurophysiological exploration in peripheral facial paralysis in the literature and in our own experience. Method. Peripheral facial paralysis is a frequently occurring cranial neuropathy with an acute presentation. Its striking clinical expression is usually in strong contrast to its benign prognosis, except for a small percentage of cases in which the existence of acute injury to the nerve (axonotmesis) will cause it to progress unfavourably, either due to the absence of nerve regeneration or because this is inadequate or insufficient. A neurophysiological study aids diagnosis and the functional and prognostic assessment. Conclusions. We recommend the utilisation of standardised studies involving a comprehensive electromyographic and electroneurographic evaluation of the facial territory, including reflexology (blink reflex). Use of a suitable methodology in the neurophysiological study of this neuropathy will allow us to complete the diagnosis and to evaluate progress, even from very early days (early surgical approach prior to the onset of nerve degeneration), all of which is decisive in the prognosis of injury throughout the process. [REV NEUROL 2003; 36: 991-6] Key words. Axonotmesis. Blink reflex. Electromyography. Electroneurography. Facial paralysis. Nerve regeneration. INTRODUCCIÓN La parálisis facial periférica (PFP) es probablemente la neuropatía craneal aguda más común [1-3]. Su sintomatología clínica, muy llamativa, contrasta con una evolución de curso habitualmente favorable. Existen dos formas clínicas principales: idiopáticas y sintomáticas. Entre las formas idiopáticas la parálisis de Bell es la más frecuente, y traduce el traumatismo de origen incierto que afecta al nervio en el trayecto proximal a su salida por el agujero estilomastoideo (AEM). Su pronóstico suele ser benigno: más del 50% de los casos se recuperan por completo en pocas semanas; un 40% tiene una recuperación parcial, aunque funcionalmente satisfactoria; y el restante 5-10% queda con secuelas serias, debido a una recuperación incompleta e insatisfactoria [4]. La forma sintomática secundaria a procesos lesionales orgánicos es poco habitual. La exploración neurofisiológica nos permite evaluar en todo momento el estado funcional del nervio, el tipo de lesión, su intensidad, su localización (tanto proximal como distal al AEM) e incluso predecir su evolución. La lesión correspondiente a una neuroapraxia, desmielinización focal o ambas provoca una debilidad facial ipsilateral que suele remitir en algunas semanas o meses. La axonotmesis, pura o mixta (asociada a alguna de las anteriores), es de presentación infrecuente y entraña un pronóstico más sombrío, bien por falta de una regeneración nerviosa o por ser ésta aberrante y provocar sincinesias. Se revisan las distintas técnicas descritas de exploración neurofisiológica de la PFP, y se recomienda una pauta metodológica para su mejor control evolutivo. RECUERDO ANATÓMICO El facial es un nervio craneal con un recorrido complejo, tortuoso y expuesto, lo que le hace fácilmente vulnerable. Su recorrido Recibido: 09.04.02. Recibido en versión revisada: 18.08.02. Aceptado: 09.09.02. a Servicio de Neurofisiología Clínica. Unidad de Electroencefalografía. b Servicio de ORL. Hospital General Universitario de Albacete. Albacete, España. Correspondencia: Dr. J.M. Pardal Fernández. Hospital General Universitario de Albacete. Hernández Falcó, 37. E-02006 Albacete. E-mail: josempardal@ yahoo.es 2003, REVISTA DE NEUROLOGÍA REV NEUROL 2003; 36 (10): 991-996 podemos dividirlo anatómicamente en dos trayectos, uno intracraneal, que incluye el segmento que abarca desde su origen en el puente hasta el conducto auditivo interno en el interior del peñasco, y otro extracraneal, a partir del AEM (Fig. 1). Es un nervio mixto e incluye fibras motoras encargadas de movilizar la región facial ipsilateral, además de otras vegetativas y sensitivas cutaneomucosas. Las fibras motoras proceden del núcleo del facial o VII par craneal, situado en el tercio distal del borde ventrolateral del tegmentum pontino. Desde allí se dirigen al suelo del IV ventrículo y rodean al núcleo del VI par (abducens), formando un bucle orientado desde el lado medial hacia el lateral, denominado rodilla interna del facial. Continúa su trayecto hacia el ángulo pontocerebeloso y recibe fibras preganglionares parasimpáticas que proceden del núcleo salivar superior y forman el nervio intermediario de Wrisberg y otras fibras cutáneas sensitivas que terminan en el núcleo del tracto solitario. Se introduce por el meato auditivo interno (CAI), dentro del hueso temporal, y en el fundus del CAI entra en la porción petrosa, que la atraviesa de manera serpenteante buscando el canal del facial (de Falopio). Este recorrido divide en tres segmentos el trayecto intrapetroso: el primero, más proximal o laberíntico, en el que el nervio aparece atravesado lateralmente entre los canales semicirculares y la cóclea a través de un espacio muy estrecho, tanto que ocupa hasta las 4/5 partes del diámetro total. El segundo, timpánico u horizontal, en el que tras recorrer la caja timpánica, gira bruscamente hacia la región posterior. En la unión del segmento laberíntico con el timpánico se sitúa un engrosamiento, denominado ganglio geniculado (GG) o geniculum que forma la denominada rodilla externa. El tercero y más distal de los segmentos discurre en relación con las celdas mastoideas, donde cambia su curso a otro vertical y se dirigie hacia el AEM, por donde sale. Fuera del AEM, el nervio facial se ramifica profusamente para inervar a más de 20 músculos. La rama que primero se desprende es la auricular posterior, que, unida a otras del nervio vago, constituye el nervio auricular. A su vez, éste se une a ramas occipitales pequeñas que inervan el músculo auricular posterior junto a otros de esa región. Antes de llegar a la parótida se desprenden otras dos ramas: la digástrica, para el vientre posterior de ese músculo, y la estilohioidea, para el músculo estilohioideo. Una vez en la glán- 991 J.M. PARDAL-FERNÁNDEZ, ET AL dula parótida forma una tupida red de la que parten cinco divisiones: 1) temporal, que atraviesa el arco zigomático para inervar los músculos auricular anterior y superior, frontalis y orbicularis oculi; 2) zigomática, que atraviesa el hueso zigomático para alcanzar el cantus lateral de ojo, donde inerva también al músculo orbicularis oculi; 3) bucal, con sus dos brazos, el profundo superior y el profundo inferior, el cual inerva a los músculos buccinator y orbicularis oris, entre otros; 4) mandibular, que atraviesa el ángulo mandibular inferior; 5) cervical, en el margen inferior de la parótida y que inerva al músculo platisma. Las fibras viscerales o vegetativas son de tipo parasimpático eferente y proceden del núcleo salivatorio y lacrimal troncoencefálico. Se unen medialmente al nervio motor para constituir el nervio intermediario. En el CAI se separan, alcanzan el geniculum y siguen dos caminos: el primero, a través del nervio petroso mayor, se dirige hacia el ganglio pterigopalatino y se ocupa de las glándulas lacrimales y de la mucosa nasal; y el segundo, por el nervio cuerda del tímpano, se dirige hacia el ganglio submandibular para las glándulas submandibulares y sublinguales. Las fibras sensitivas son de dos tipos: cutaneomucosas y gustativas. Las primeras recogen la sensibilidad de la cara externa de la membrana timpánica, del conducto auditivo externo (CAE), de la región posterior del pabellón auricular y de la región vecina al AEM. Sinaptan con su primera neurona en el GG, se dirigen a través del nervio intermediario hacia el tracto espinal y terminan en el núcleo adyacente a éste. Las segundas recogen información gustativa de los 2/3 anteriores de la lengua. Se reúnen en el brazo lingual del nervio mandibular y constituyen el nervio cuerda del tímpano, que perfora la pared posterior de la cavidad timpánica y se dirige al GG y, posteriormente, al nervio intermediario que termina en el tracto solitario. a ETIOLOGÍA c b En este tipo de patología la localización intrapetrosa suele ser la habitual. En ella se incluyen la idiopática o parálisis de Bell, otitis, infecciones víricas como el herpes zóster, y otras menos frecuentes de tipo tumoral, como el neurinoma del acústico, neurinoma facial, infiltración de un tumor dermatológico, etc. Pese a la existencia de causas que podemos denominar centrales, y que incluyen patologías de tipo vascular, tumoral, etc, son sin duda infrecuentes (Tabla). BASES NEUROFISIOLÓGICAS Tres tipos patogénicos que mezclan conceptos procedentes de la anatomía patológica y de la fisiología se responsabilizan genéricamente de las lesiones del nervio periférico. Esta clasificación es especialmente valiosa si lo que se pretende es hacer una valoración de la evolución y pronóstico: neuroapraxia, desmielinización segmentaria y axonotmesis [4,5]. La diferencia estriba en el nivel histológico de la afectación. – Neuroapraxia. Es la pérdida de continuidad en la trasmisión del impulso nervioso sin causa orgánica aparente. La imposibilidad de una conducción normal constituye lo que se denomina bloqueo, que puede ser parcial o completo, según su intensidad. Histológicamente parece corresponderse con una invaginación peculiar del axón que dificulta los flujos axónicos fisiológicos normales y, sobre todo, establece un impedimento físico para la transmisión del potencial de acción (conducción saltatoria fisiológica), sin que se encuentre ninguna alteración manifiesta de la mielina o de otra estructura. Su pronóstico es excelente y la recuperación completa en pocas semanas o incluso días. 992 Figura 1. Electromiografía. a) PUM normal. b) PUM inmaduro de reinervación; c) PUM neurogénico: remodelación, cronicidad. – Desmielinización segmentaria. Incluye una pérdida de continuidad física en el nervio en lo que se refiere a la mielina de la fibra nerviosa, lo que de igual modo va a alterar la conducción. La recuperación suele demorarse semanas o meses. – Axonotmesis. Consiste en una disrupción del componente axonal de intensidad variable. Este nervio posee una característica anatómica particular pues, a diferencia de la mayoría de otros de nuestro organismo, tiene una estructura monofascicular. Esto obliga, en caso de rotura que incluya el tubo REV NEUROL 2003; 36 (10): 991-996 PARÁLISIS FACIAL PERIFÉRICA Tabla. Causas de parálisis facial (revisión) (15) Al nacimiento Fórceps, amoldamiento, distrofia miotónica, síndrome de Moebius Traumatismo Fracturas de la base del cráneo, lesiones penetrantes de oído medio, barotrauma Neurológicas Síndrome opercular, síndrome de Millard-Gubler Infecciosas Otitis media o externa, mastoiditis, varicela, síndrome de Ramsay-Hunt, encefalitis, poliomielitis, parotiditis, lepra, tuberculosis, sida, etc. Metabólicas Diabetes mellitus, hipertiroidismo, embarazo, HTA, porfiria aguda, avitaminosis A Neoplásicas Parotídeas, colesteatoma, neurinomas del VII par, leucemia, tumor glomus yugular, meningioma, sarcoma, carcinoma invasor o metastásico, teratoma, etc. Tóxicas Talidomida, etilenglicol, alcoholismo, arseniasis, tétanos, difteria, monóxido de carbono Yatrógenas Anestesia por bloqueo mandibular, cirugía parotídea y mastoidea, suero antitetánico, vacuna antirrábica, dental, embolización, etc. Idiopáticas Parálisis familiar de Bell, síndrome de Melkerson-Rosenthal, neuropatía hereditaria sensitivomotora, amiloidosis, panarteritis nodosa, arteritis de la temporal, púrpura trombocitopénica trombótica, etc. endoneural (axonotmesis), a que se regenere sin un trayecto definido. Así se ocasionan las denominadas sincinesias hemifaciales, que consisten en la contracción hemifacial masiva o, cuando menos, extendida a otros territorios no deseados, cuando una rama regenerativa alcanza un músculo distinto del que debía (orbicularis oculi en vez del orbicularis oris y viceversa), lo que ensombrece notablemente su pronóstico. Destaca una característica electroclínica común a todas las lesiones nerviosas: la capacidad que todo nervio motor tiene de seguir siendo estimulado a pesar de su sección física o funcional durante los primeros 8-10 días. A partir del 5.º o el 6.º día comienzan a alterarse paulatinamente ciertos parámetros del nervio y se refleja la degeneración walleriana del cabo distal, de la que luego hablaremos. En otro orden de cosas, el nervio facial está también implicado en una serie de mecanismos reflejos encaminados a proteger y facilitar ciertas tareas y movimientos. Su reflejo más conocido y por tanto el más útil en la clínica es el reflejo de parpadeo [1-3,7,8]. Persigue el cierre palpebral mediante la contracción de los músculos orbicularis oculi de ambos lados ante un estímulo sensitivo trigeminal adecuado, unilateral o no. Se trata de un reflejo defensivo ocular que, como tal, se compone de aferencias y eferencias. En neurofisiología se utiliza el estímulo eléctrico de la rama trigeminal supraorbitaria (V1) para ponerlo de manifiesto más claramente. El estímulo eléctrico probablemente activa fibras nociceptivas que llegan al núcleo trigeminal troncoencefálico ipsilateral, de donde parten dos circuitos: el primero, ipsilateral al estímulo mediante fibras trigeminofaciales, que provoca una respuesta motora facial ipsilateral poco expresiva y funcionalmente inefi- REV NEUROL 2003; 36 (10): 991-996 ciente denominada respuesta R1; el segundo, bilateral, que precipita la estimulación de los dos núcleos faciales mediante fibras que interaccionan previamente con la sustancia reticular bulbar, y producen una respuesta motora R2 que desencadena la contracción bilateral responsable del cierre palpebral, objetivo final del reflejo. En ocasiones se observa una respuesta tardía R3, de escaso interés clínico en la valoración de esta patología. En resumen, el registro simultáneo estándar de ambos músculos orbicularis oculi tras el estímulo de V1 muestra una respuesta R1 ipsilateral y otra R2 bilateral más amplia y tardía (algo más la contralateral al estímulo), de gran consistencia y reproducibilidad. VALORACIÓN ELECTROCLÍNICA La neurofisiología clínica permite el estudio funcional de un nervio lesionado mediante la aplicación de diferentes test diagnósticos estandarizados [1,2,9-12]. En esta patología se emplea la electroneurografia (ENG), la electromiografia (EMG) y los reflejos troncoencefálicos en los que el nervio facial está implicado –el más utilizado es el del parpadeo (RP). ENG del nervio facial Consiste en estimular el nervio en el territorio más cercano al AEM y registrar la respuesta en los músculos faciales distales. Dicha estimulación debe efectuarse mediante un pulso eléctrico de intensidad supramáxima (un 25% superior a la necesaria para obtener una contracción mínima, bien en mastoides o pretrago). El registro se realiza en la musculatura distal facial mediante electrodos de superficie (técnica belly-tendon); se obtiene una señal eléctrica denominada potencial muscular evocado (PME), que resulta de la contracción de todas sus fibras musculares. Se debe valorar el umbral de excitabilidad, la latencia, amplitud y morfología, así como la diferencia de parámetros entre ambos lados y la denominada respuesta faciofacial. Habitualmente utilizamos como parámetros de normalidad los siguientes: un umbral de excitabilidad entre 3-8 mA y <2 mA entre ambos lados, 4 ± 0,5 ms de latencia (4,1), 1,5 mV de amplitud (1,8) y 0,6 ms de diferencia de latencia interlado. La sección anatomofuncional de un nervio produce una serie de cambios fisiopatológicos cuantificables según la intensidad de la lesión, expresión de su destrucción paulatina –se conoce como degeneración walleriana–, aunque el nervio todavía permanece excitable durante los 8-10 primeros días. Así pues, existe un abanico de posibilidades que abarca desde la ausencia de respuesta a una disminución significativa de amplitud (más del 50% con respecto al contralateral), o a caídas progresivas en exploraciones repetidas, lo que se interpretará como que se ha producido una axonotmesis. Si, por el contrario, pese al cuadro clínico de seguimiento en los primeros días (al menos tres), el nervio presenta parámetros normales, indica que se trata de una neuroapraxia o bien una desmielinización segmentaria. Se ha relacionado la diferencia porcentual de amplitud del PME con su pronóstico (una disminución superior al 90% a los 14 días del inicio de la lesión es signo de mal pronóstico, aunque no necesariamente lo contrario). Existen otras metodologías de cuestionada validez, como determinar el umbral de excitabilidad, que consiste en establecer al tercer día de inicio la mínima intensidad de estímulo necesaria para provocar una respuesta registrable (twitch) y compararla con el contralateral (asintomático). La normalidad viene a situarse en una diferencia interlado menor de 2 mA. La diferencia de más de 10 mA es signo de mal pronóstico. 993 J.M. PARDAL-FERNÁNDEZ, ET AL EMG de musculatura facial Valoración posterior, en las siguientes semanas Sin entrar en detalles descriptivos técnicos, diremos que la evaluación electromiográfica completa el diagnóstico. Combinada con la ENG permite diferenciar el mecanismo lesional, valorar la evolución funcional de la lesión y predecir su pronóstico. El concepto en el que se basa la EMG es el de la unidad motora (UM), elemento básico del movimiento voluntario. Se compone de motoneurona (asta anterior medular), su axón y las células musculares (fibras) que inerva. En los músculos faciales no son muchas –quizá docenas–, pero en músculos de acción poco refinada, como los de la pierna, encargados de mantener la aptitud bípeda, son miles. La introducción del electrodo de aguja coaxial en el músculo evalúa varios parámetros en diferentes momentos y actitudes: – Reposo. Importante en cuadros en los que las fibras musculares se han quedado ‘denervadas’, es decir, sin motoneurona que controle su función. En la axonotmesis, tras unos 15 días de evolución, e incluso antes, tratándose del facial, se observan en reposo actividades espontáneas involuntarias de características patológicas, denominadas ondas positivas y potenciales de fibrilación, que no son más que la expresión de la irritabilidad de una membrana muscular denervada, abandonada a su suerte como resultado de la pérdida relativa o completa de la inervación del músculo. – Actividad voluntaria. Se valoran los potenciales de unidad motora. El potencial de unidad motora (PUM) es la señal eléctrica que produce la actividad muscular voluntaria, resultado de la suma algebraica de todos y cada uno de los pequeños potenciales de las fibras musculares contraídas simultáneamente que componen una misma unidad. En el oscilógrafo o pantalla del electromiógrafo pueden observarse múltiples PUM que presentan unos parámetros de duración, amplitud, fases y estabilidad perfectamente conocidos. La forma de aparecer que tienen estos PUM en relación con la intensidad de contracción se denomina sumación de UM (temporal y espacial), y viene determinada por la frecuencia de disparo de las UM, fenómeno conocido como ‘reclutamiento’. Deben explorarse al menos 20 UM por músculo, lo que permite definir si el patrón básico de la lesión es neurogénico o miopático, su intensidad y, en exploraciones sucesivas, hasta su evolución funcional y pronóstico. Transcurridas unas 8-12 semanas (Fig. 1), el músculo debe comenzar a mostrar signos que sugieren su capacidad de reinervación/regeneración [2,14]. Los músculos que han perdido buena parte de su inervación motora muestran características que indican una activa remodelación muscular. Esta se expresa por la presencia de PUM inmaduros, pequeños en amplitud, polifásicos y de gran duración, que sugieren un relativo y cauto buen pronóstico en su evolución, en tanto la porción de músculo sin innervación va siendo ‘reclutada’ por aquellas ramas nerviosas reinervantes (inmaduras) que surgen de los axones no dañados. Una vez estabilizada la remodelación regional inicial, y en cierto modo detenidos los mecanismos antes comentados, las unidades motoras adquieren características denominadas neurogénicas, definidas por el aumento de la duración, la aparición de polifásicos y la sumación temporal en la contracción voluntaria aumentada. Así pues, la exploración EMG periódica permite valorar múltiples datos que ofrecen una visión funcional muy clara de la evolución del nervio lesionado. EVALUACIÓN CRONOLÓGICA DE LA LESIÓN Valoración inicial, primeras 2-3 semanas En los primeros 15 días la EMG no permite diferenciar por sí misma el mecanismo lesional. El diagnóstico ha de realizarse combinando la información proporcionada con la ENG [13]. En lesiones parciales, la EMG muestra una disminución del número de UM (trazado simplificado), potenciales de parámetros generalmente normales y una sumación temporal aumentada. La intensidad de la lesión será proporcional a la disminución de dichas UM y al aumento de la sumación de éstas. Como vemos, los hallazgos en la EMG son habitualmente inespecíficos por sí mismos. Si la lesión es suficiente (axonotmesis muy aguda o completa) no se obtendrá ninguna actividad. Como ya hemos comentado, al cabo de unas dos semanas aparecen en las axonotmesis actividades espontáneas patológicas en mayor o menor medida, sin una clara correlación con la intensidad de la lesión. Conforme los mecanismos regeneradores van apareciendo, estas actividades tienden a desaparecer, aunque no totalmente. 994 Reflejo de parpadeo El estudio del reflejo de parpadeo constituye una aportación importante en la correcta valoración de esta patología [1-3,7,8]. Se explora mediante la estimulación eléctrica alterna de la rama V1 y el registro de la actividad de los músculos orbicularis oculi de manera simultánea. Una vez determinado el umbral de estimulación, es decir, la mínima intensidad de corriente necesaria para conseguir una respuesta motora, podemos averiguar la intensidad del estímulo supramáximo aplicable multiplicándolo por tres o cuatro veces. El reflejo de parpadeo se compone de respuestas motoras reflejas, necesariamente reproducibles, en las que se diferencian los componentes R1, R2 ipsilateral y R2 contralateral. La respuesta R1 ronda los 10 ms, la R2 ipsilateral los 30 ms, y la R2 contralateral es algo más retrasada que la ipsilateral. El límite máximo de la normalidad, dependiendo de los autores, es de 12-13 ms para R1, 38-40 ms para R2 ipsilateral y 5-6 ms para la diferencia interlado de la R2 [1,3,7]. Test de Schirmer Es una exploración sencilla que permite evaluar la topografía de la lesión. Se realiza colocando un filtro de papel en ambos párpados inferiores durante cinco minutos tras estimular la mucosa nasal con un algodón, lo que provoca lagrimeo. La reducción de más de un 25% en uno de los lados sugiere la lesión del nervio efector parasimpático situado proximalmente al origen del nervio petroso mayor. Reflejo estapedial El músculo estapedial se contrae ante sonidos muy intensos, lo que provoca la rigidez de la cadena de huesecillos del oído medio y el aumento de la impedancia o resistencia a la trasmisión de la señal. Mediante una impedanciometría audiométrica electroacústica se pueden detectar los cambios de impedancia con tonos puros de 85 dB de intensidad en ambos oídos. Si no existe variación, es decir, es positiva, la lesión la situaremos proximalmente al origen de la rama estapedial. No es valorable en hipoacusias. Electrogustometría Se realiza mediante la estimulación eléctrica de ambas regiones laterales de la lengua, lo que provoca, a ciertos niveles de intensidad, un sabor amargo o metálico. Esto permite determinar un umbral e inferir si existen diferencias de interlado, aunque es una técnica muy subjetiva. REV NEUROL 2003; 36 (10): 991-996 PARÁLISIS FACIAL PERIFÉRICA PATRONES HABITUALES Reflejo de parpadeo PME Estímulo izquierdo Estímulo derecho Normal derecho izquierdo Lesion desmielinizante /neuropráxica derecha Axonotmesis grave derecha R1 R2 R1 R2 Figura 2. Formas habituales de presentación del potencial muscular evocado (PME) y del reflejo de parpadeo. a b c Figura 3. Potencial muscular evocado. a) Frontalis; b) Orbicularis oculi; c) Orbicularis oris. a Como hemos comentado previamente, el 50% de los casos se recuperan de manera completa en poco tiempo, un 40% lo hace de forma incompleta, aunque adecuada funcionalmente, y un porcentaje pequeño (5-10%) de forma incompleta e insatisfactoria y con importantes secuelas (Fig. 2). Establecer el mecanismo fisiopatológico implicado y la intensidad de la lesión permiten conocer su pronóstico. – Neuroapraxia/desmielinizacion segmentaria. Presencia de un test de umbral de estimulación a partir del tercer día y respuesta directa o PME a partir del 5.º-8.º día de evolución de características normales. Reflejo de parpadeo con respuestas ipsilaterales (R1 y R2) retrasadas o ausentes (bloqueo parcial o completo que implica una disminución significativa de la amplitud/área), con latencia normal en la R2 contralateral. El trazado de la EMG está simplificado. El pronóstico será bueno, como ya se ha comentado. – Axonotmesis. El umbral de estimulación en el lado afectado y el PME son patológicos. El reflejo de parpadeo muestra respuestas ausentes o con latencias normales, aunque de baja amplitud. Los trazados de la EMG son simplificados, y dependiendo del tiempo de evolución, con características de proceso agudo o crónico (ya descrito). El pronóstico será más sombrío (Figs. 3 y 4). – Mecanismo mixto. Propio de aquellas situaciones mixtas en las que existe una mezcla de axonotmesis y desmielinización/ neuroapraxia, son de peor pronóstico, ya que su evolución transcurre en dos fases, una inicial durante los primeros meses, en la que se produce una mejoría progresiva aunque parcial, a expensas fundamentalmente del componente neuroapráxico y desmielinizante, y otra tardía, que incluso puede durar años, en la que de manera igualmente paulatina, se produce una mejoría limitada y más lenta. Si se obtiene una regeneración suficiente, ésta será aberrante (sincinesias hemifaciales). Debe contemplarse la presencia de complicaciones, como el hemiespasmo o la disfunción posparalítica en la evolución a medio plazo de la lesión del facial. Se recomienda, por tanto, realizar varias evaluaciones neurofisiológicas programadas que incluyan una inicial en los primeros días, otra a los tres meses y las siguientes cada 6-12 meses, según las variaciones clínicas que surjan. PACIENTE. EVALUACIÓN NEUROFISIOLÓGICA b c Figura 4. Reflejo de parpadeo. a) Estímulo lado derecho, b) Estímulo lado izquierdo; c) Estímulo lado izquierdo (doble barrido), n.º R3. REV NEUROL 2003; 36 (10): 991-996 El paciente con una PFP debe someterse a una exploración neurofisiológica en los cuatro primeros días, mediante un estudio convencional de ENG, EMG y reflejo de parpadeo. – ENG. Estudio del PME del nervio facial que se obtiene bilateralmente con las técnicas comentadas. Se valora el umbral de excitabilidad, la morfología, la latencia y la amplitud de ambos lados. Si la exploración se realiza con electrodo de aguja coaxial, podrán evaluarse la latencia y el umbral de excitabilidad, pero no la amplitud. – EMG. Se exploran, al menos, los músculos correspondientes a tres ramas del nervio: frontalis, orbicularis oculi y orbicularis oris del lado sintomático. Se valora la actividad insercional, la presencia de actividades espontáneas patológicas, la actividad voluntaria, la morfología de los PUM y el trazado máximo. – Reflejo de parpadeo. Técnica ya descrita que permite confirmar y precisar la localización proximal de la lesión al AEM 995 J.M. PARDAL-FERNÁNDEZ, ET AL y su mecanismo productor; la intensidad es un parámetro de incierta valoración. El resultado de la exploración nos proporciona información sobre la localización de la lesión, su mecanismo de producción, intensidad y alcance, lo que nos permite establecer un pronóstico inicial del que dependerá una pauta terapéutica [15]. El patrón neuroapráxico o desmielinizante indica un buen pronóstico, con una recuperación ad integrum en semanas o meses, sin que el tratamiento quirúrgico esté indicado. Por el contrario, la presencia de una axonotmesis intensa puede requerir una cirugía descompresiva. Los controles seriados periódicos informan de la evolución que está llevando la patología. Es recomendable, para apreciar adecuadamente el desarrollo funcional de la lesión, realizar una serie de estudios, el inicial en los 3-4 primeros días, otro a los 7-10, a las tres semanas, a los tres meses y cada 6-12 meses, según el criterio clínico, dado que la regeneración de un nervio puede prolongarse todavía hasta un período máximo de tres años, a partir del cual ésta se estabiliza y se detiene. Los parámetros que debemos valorar en los sucesivos controles son aquellos que nos van a informar sobre cómo está realizándose dicha regeneración nerviosa: desaparición de los fenómenos denervativos, presencia de PUM reinervativos, mejoría de la riqueza de los trazados, o por el contrario, aparición de sincinesias (regeneración aberrante habitual). Estos exámenes serán más concisos e irán dirigidos a evaluar estos fenómenos fisiopatológicos. Además, se debe incluir al menos un rastreo somero del lado asintomático mediante un EMG y PME. El conjunto de todos estos datos permitirá al clínico saber cuál es su evolución funcional y lo que ésta va a deparar. Por ejemplo, la desaparición de las actividades denervativas y, sobre todo, la presencia de frecuentes PUM reinervativos, sugerirán la existencia de ramas colaterales incipientes e inmaduras que mejorarán la funcionalidad del nervio en los próximos meses. CONCLUSIÓN Se han revisado en este artículo los parámetros funcionales más útiles que se obtienen en la exploración neurofisiológica para el diagnóstico de la neuropatía del facial en su topografía más habitual, el trayecto intrapetroso. Es necesario conocer las características de la lesión desde su inicio para valorar la posibilidad de un tratamiento efectivo. Se propone el uso de metodologías y protocolos potencialmente universales como vía imprescindible para el estudio correcto de la parálisis facial periférica. BIBLIOGRAFÍA 1. Kimura J. Electrodiagnosis in diseases of nerve and muscle: principles and practice 2. 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Revisar la utilidad de la exploración neurofisiológica en la parálisis facial periférica en la bibliografía y en nuestra experiencia. Desarrollo. La parálisis facial periférica es una neuropatía craneal de aparición frecuente y presentación aguda. Su llamativa expresión clínica contrasta la mayor parte de las veces con un pronóstico benigno, a excepción de un pequeño porcentaje de casos en los que la existencia de una lesión aguda del nervio (axonotmesis) determina una evolución desfavorable, bien por la ausencia de regeneración nerviosa o por ser ésta inadecuada o insuficiente. El estudio neurofisiológico ayuda en el diagnóstico y en la valoración funcional y el pronóstico. Conclusiones. Recomendamos la realización de estudios estandarizados en los que se incluya una evaluación amplia electromiográfica y electroneurográfica del territorio facial, incluida la reflexología (reflejo de parpadeo). Una adecuada metodología en el estudio neurofisiológico de esta neuropatía va a permitir completar el diagnóstico y valorar la evolución, incluso desde los primeros días (puede indicar un abordaje quirúrgico precoz previo al inicio de la degeneración nerviosa), todo lo cual resulta determinante de cara al pronóstico lesional del proceso. [REV NEUROL 2003; 36: 991-6] Palabras clave. Axonotmesis. Electromiografía. Electroneurografia. Parálisis facial. Reflejo de parpadeo. Regeneración nerviosa. PARALISIA FACIAL PERIFÉRICA. UTILIDADE DA NEUROFISIOLOGIA CLÍNICA Resumo. Objectivo. Rever a utilidade do exame neurofisiológico na paralisia facial periférica na bibliografia e na nossa experiência. Desenvolvimento. A paralisia facial periférica é uma neuropatia craniana de aparecimento frequente e apresentação aguda. A sua atractiva expressão clínica contrasta, na maioria das vezes, com um prognóstico benigno, à excepção de uma pequena percentagem de casos em que a existência de uma lesão aguda do nervo (axonotmese) determina uma evolução desfavorável, quer pela ausência de regeneração nervosa ou por esta ser inadequada ou insuficiente. O estudo neurofisiológico ajuda no diagnóstico e na avaliação funcional e prognóstica. Conclusões. Recomendamos a realização de estudos padronizados nos quais se inclua uma avaliação ampla electromiográfica e electroneurográfica do território facial, incluindo a reflexologia (reflexo do pestanejo). Uma adequada metodologia no estudo neurofisiológico desta neuropatia vai permitir completar o diagnóstico e avaliar a evolução, inclusive desde os primeiros dias (abordagem cirúrgica precoce prévia ao início da degeneração nervosa), todo ele determinante do prognóstico lesional do processo. [REV NEUROL 2003; 36: 991-6] Palavras chave. Axonotmese. Electromiografia. Electroneurografia. Paralisia facial. Reflexo do pestanejo. Regeneração nervosa. 996 REV NEUROL 2003; 36 (10): 991-996
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