ESPIRITU Y CARISMA AMIGONIANO APLICADO A LO COTIDIANO DE NUESTRO TRABAJO Por Juan José Calderón Depto. Pedagogía MIS.A.P Contexto laboral: Los centros urbanos densamente poblados son los que más necesidades y problemas de socialización presentan en todos los segmentos de población, entre ellos cobra la mayor atención e importancia para la Congregación, los niños, niñas y jóvenes sometidos a presiones de marginación que en no pocas ocasiones los abocan a la trasgresión social por infracciones y contravenciones a la Ley. No es tarea expedita y simple ofrecer alternativas eficaces a los múltiples problemas que de la marginación y delincuencia juvenil se derivan, ya que la pedagogía reeducativa exige enfrentar de forma integral la recuperación del sujeto de su quehacer. Así se expresa en el Manual Pedagógico de los T.C en la página 153 cuando dice: “en el transcurso de su historia la Congregación ha buscado la estructura más adecuada para realizar eficazmente su labor. El tipo de estructura es uno de los problemas que más controversia despierta en el campo de la reeducación. El criterio que ha guiado y guía a la Congregación en la resolución de este problema es el siguiente: adoptar los tipos de estructura pedagógica que sean más adecuados para atender a las necesidades del menor desadaptado, teniendo en cuenta las circunstancias sociales y culturales de los lugares donde se ejerce la misión”. Es esta sin lugar a dudas una posición visionaria y abierta siempre a los avances de la pedagogía y a la constante complejidad de los problemas de socialización que las condiciones sociales generan. Consciente de la importancia de su misión se organiza cada centro de educación, reeducación y terapéuticos con métodos de aprendizaje y de 2 enseñanza, ya que el fin es que el hombre no sólo cree su posibilidad de ser libre, sino que aprenda a hacerla efectiva y a ejercerla. Cada educador convocado por este espíritu desarrolla en su interrelación con los sujetos de su intervención los elementos amigonianos que sustentan su trabajo, ellos son: Entrega, servicio y solidaridad Progresividad o evolución Libertad y responsabilidad Equilibrio personal y social Constancia en el acompañamiento del proceso Favorecer la conversión o reeducación del hombre. El principio evangélico de “he venido a curar a los enfermos y no a aquellos que no necesitan curación” le da sentido al quehacer amigoniano. Que dedica toda su capacidad y energía a recobrar en los niños, jóvenes y sus familias, actores de problemas de socialización, esa capacidad y esos dones que en su naturaleza el Creador ha puesto, y que por las circunstancias permanecen ocultos. Los principios, elementos y técnicas que en los años de experiencia se han venido aplicando y renovando con el progreso de las ciencias y las disciplinas, apuntan siempre a una sensibilización de las personas como invitación a ser constructores y dueños de su propio proceso vital, es esta la connotación de la sentencia “joven a ti te lo digo, levántate”, en un claro reconocimiento de sus potencialidades y virtudes, más que de sus defectos. Entrega, servicio y solidaridad Los grupos poblacionales a los que nos dedicamos son depauperados no sólo en lo material, sino también en lo espiritual y afectivo; ello reclama entonces amplias dosis de generosidad para asumir esa opción que da sentido a la vida humana en realismo y certeza, ya que plantea la “complicidad” con el otro en una 3 relación de respeto y reconocimiento como entrega incondicional de conocimientos, experiencias, capacidades y tiempo que ponen en evidencia el espíritu amigoniano de tratar a cada uno por su nombre, lo cual no es más que personalizar la intervención y darle a cada quien la importancia que se merece. Esa entrega que se reviste de servicio involucra la vida misma del amigoniano, sirviendo como formador, amigo, líder y referente ejemplar, de esta forma orienta, corrige, acompaña sin paternalismo y sin subestimar a quien le han encomendado con lo cual entrega al servicio de quienes lo necesitan, toda su capacidad como persona y como profesional. La solidaridad social se hace manifiesta en quien labora con el espíritu y carisma amigoniano. En tanto su vida sirve desde las ciencias sociales a todo el colectivo para dar respuesta a la complejidad de los conflictos con la intención de crear poco a poco mejores condiciones de justicia y equidad y es desde la solidaridad irrestricta con los jóvenes y sus familias por los conflictos, carencias, necesidades, problemáticas y problemas relevantes, como logra proyectarse a la sociedad para asumir el papel que sus propias micro y macro historias le han asignado. Progresividad o evolución: Toda intervención educativa – reeducativa – psicoterapéutica se orienta a ratificar la transformación de la persona en consonancia con la natural tendencia a evolucionar desde cada etapa de la vida. El amigonianismo apuesta porque esta evolución sea tarea principal y protagónica de los jóvenes que se sirven de su acción, de ahí que el profesional convocado para esta misión se constituye en acicate permanente que impulsa, anima y orienta las tendencias y capacidades de los jóvenes para que se revolucionen desde sí mismos y no se subordinen a las limitaciones a que son sometidos por sus propios errores o por situaciones degradantes generadas en el medio en donde viven. 4 Es por eso que todo el ambiente en la institución se diseña para que el individuo desarrolle todo su ser en beneficio propio y de la comunidad y de esta manera evidencie el progreso y los niveles de crecimiento en todos los aspectos. Una evolución integral sometida a retroalimentación permanente por procesos autoevaluativos, coevaluativos y eteroevaluativos, en los que el profesional amigoniano tiene la mayor responsabilidad, pues también progresa a nivel personal y profesional con los sujetos de su quehacer. Libertad y responsabilidad: Sólo es efectivo un proceso educativo – reeducativo y terapéutico si se implementa y activa para la libertad, por ello el ser amigoniano reconoce y defiende por antonomasia la posibilidad que tenemos como hijos de Dios de optar y decidir sobre nuestra propia existencia. Más allá de todos los avatares de la vida cotidiana nuestros muchachos evidencian esa condición humana y la proyectan en sus actos con equivocaciones y aciertos, sin embargo porque todos estamos involucrados en una sociedad de esquemas y parámetros determinados que muchas veces nos niega la posibilidad de ser; las conductas y comportamientos que se juzgan inadaptados o asóciales, son gritos de auxilio que esperan una respuesta de ayuda y apoyo desde la misma realidad y condición que implica relaciones de respeto y comprensión y sobre todo la activación de ese reconocimiento de que mostrándole alternativas y caminos diversos para construir una vida digna, él es quien debe decidir lo que hará. El amigonianismo se fundamenta así en la profundidad de la antropología cristiana que enseña que la felicidad está dentro de cada uno y se asume como una opción única y personal de darle sentido a la propia existencia. Implícita en este proceso de opción está la responsabilidad del joven que no tendrá ya más motivos para culpar o endilgar a otros la responsabilidad sobre sus propias acciones y sobre las situaciones que la vida misma que ha escogido le proponen, pues no existe libertad sin responsabilidad que la haga válida y 5 fructífera. La cita bíblica de: “¿en dónde están los que te condenaban?, pues tampoco yo te condeno” ilustra fehacientemente el espíritu que debe animar al profesional amigoniano que no condena a nadie, sino que ofrece oportunidades para utilizar la libertad, sin coartar opciones desde la comprensión de la situación del otro y la necesaria decisión personal. Equilibrio personal y social: La calidad de vida se plantea siempre como una motivación para los ciudadanos de hoy, en ese sentido y como contribución a la dimensión personal en todos los aspectos, los seres humanos reconocemos nuestros intereses personales y los colectivos, nuestras limitaciones y nuestras potencialidades, nuestros defectos y virtudes y siempre estamos buscando optimizar nuestro quehacer profesional para proyectarnos socialmente, esto nos mantiene activos en el desarrollo del equilibrio personal que cotidianamente involucra todas nuestras vivencias. El profesional amigoniano de cualquier disciplina proyecta en cada intervención, en cada acto pedagógico – terapéutico formal o informal, programado o casual, toda su riqueza interior, todo lo que es como hombre, mujer, ciudadano y facilitador, porque al interactuar directamente con el niño, joven y familia, se expone a ser auscultado, a ser confrontado, a ser observado en la coherencia de su discurso y su vida y no es que se le pida por parte de estos, excepcionalidades o conductas absolutamente intachables. El equilibrio personal y social oscila entre lo correcto y lo equívoco y tiene todo el sentido de su valor en el esfuerzo y la lucha cotidiana por la superación personal y esta dinámica es la que ellos quieren descubrir en quien interviene en su vida con la intención de ser un adulto – referente adecuado y válido para los procesos vitales que se generan en las instituciones o programas que agenciamos. 6 Constancia en el acompañamiento del proceso: Los amigonianos hemos sido convocados para una misión dura, difícil y de retos permanentes, que no siempre entrega los resultados esperados; es más, que en muchísimas ocasiones genera efectos sino contraproducentes si muy cuestionantes para todos, porque los jóvenes y niños por la misma vitalidad que poseen son impredecibles y asumen por fortuna su vida como un descubrimiento constante. Lo indómito en la vida de un muchacho, la tendencia a dejarse manipular, la facilidad para asumir el riesgo, el deseo de protagonizar su vida, el espíritu contestatario e inconforme hacen que la labor sea ardua y poco reconocida por quienes reciben sus beneficios, pero es justamente por ello que en el buen sentido de la palabra tenemos que desarrollar cada día la obstinación, la tenacidad y el mantenernos constantes aún sobre las dificultades que nos plantea el trabajo. Casos hay en los que habiendo hecho infinitos esfuerzos por recuperar del vicio y la marginación a quienes nos dedicamos, arriesgamos hasta la integridad física y la armonía emocional y a cambio sólo se reciben insultos y desaires, con lo cual se pone a prueba no sólo nuestra madurez, sino también la grandeza y vocación con que construimos un mundo mejor. 7 IDENTIDAD DEL PROFESIONAL AMIGONIANO EN SU VIDA PERSONAL, FAMILIAR Y LABORAL Por Juan José Calderón Depto. Pedagogía MIS.A.P La vida es una búsqueda constante que activa en los seres humanos la capacidad de ser y hacer de acuerdo a los ambientes, motivaciones, recursos e influencias que se reciben desde los primeros años de vida. Cada uno en su fuero personal va captando y optando por lo que más le conviene y lo que desea para su vida aunque existan paradigmas y presupuestos de orden social, cultural, religioso, económico, etc, que limiten las aspiraciones de ser o vivir de tal o cual manera, en nuestro fuero interno pervive incansable esa libertad que como a ente individual el Creador nos otorgó y ella puede esconderse o camuflarse a voluntad hasta pasar desapercibida, pero siempre estará allí esperando ser usufructuada. En efecto muy dentro de nosotros mismos nos negamos a ser encasillados y sometidos totalmente porque a veces por pasividad o facilismo aceptamos condiciones sutiles abiertamente alienantes que limitan nuestra capacidad de ser y hasta de pensar. Pareciera que viajáramos por el mundo construyendo nuestra propia identidad a partir de lo que se nos ha dado y en ese trasegar vamos consciente e inconscientemente adoptando ideologías, comportamientos, maneras y ocupaciones que posibilitan la inserción armónica en el grupo humano al que pertenecemos o queremos pertenecer. Aquí evidenciamos una ubicación particular alentada por elementos especiales y únicos que determinaremos de la siguiente forma: 8 El humanismo cristiano que nos mueve: Es ese que ha mostrado la dimensión del hombre en todos los aspectos de su vida y que parte del bien supremo como atributo de la divinidad que nos ha sido compartida y que en el Maestro Jesús cobra toda la fuerza mediante la expresión: “conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”. El Amigoniano no tiene otra alternativa más válida que personificar la verdad y no sólo a través del lenguaje, sino y fundamentalmente con su vida, ésta tan humana y tan demasiado humana que por ser imperfecta, sometida al acierto y al error, enriquecida por las debilidades y potencialidades se muestra tal como es y no fabrica simulacros, porque no oprime con la imperiosa imposición de no cometer errores y de obrar siempre con absoluta rectitud por cumplir perfiles. La identidad amigoniana entonces operativiza el amor comprensivo con uno mismo en el reconocimiento y perdón de las propias falencias, liberándome de neurosis y culpas que puedan destruir la posibilidad de proyectar la propia superación personal como pre-requisito para poder ayudar a los otros. El humanismo cristiano, base del espíritu amigoniano, nos enseña que el Reino de Dios está dentro de nosotros mismos y es la fuerza expansiva del amor que sensibiliza toda la experiencia personal en cada acto, con realismo, sin falsos adornos, así nos valoran las niñas, niños y muchacha(os), así también se reconocen en nosotros. Mujeres, hombres y no Ángeles: Los perfiles nos agobian, destruyen muchas veces nuestra creatividad, casi no nos dejan ser, por tratar de montar esquemas y arquetipos, el deber se vuelve contra nosotros y aleja a los niños y jóvenes de la acción pedagógica y de vida que presentamos como alternativas de vida, no nos ven reales, nos ven utópicos 9 y poco perceptibles, el discurso que esgrimimos está alejado de la realidad, no corresponde a su sentir. El sistema amigoniano vivenciado en cada detalle, en cada actividad, valora los errores humanos y sobre ellos construye la visión integral del hombre porque apunta a la transformación interior de la persona, es decir, por la propia acción pedagógica hacia los jóvenes desarrolla en nosotros un proceso de reconversión interior en el que la soledad, la tristeza, las angustias, los avatares de la vida; se transforman si queremos en dinámica para proyectar optimismo y seguridad en los que nos rodean, mostrándoles con la nuestra, que es posible una vida digna. Desde las propias limitaciones. No tenemos todas las respuestas, pero sí la disposición para buscarlas. La propia familia, primer campo de acción: Una sociedad perfecta, una familia absolutamente ejemplar son sofismas que el ser amigoniano enfrenta, construyendo desde su propia familia extensa o nuclear relaciones de respeto y convivencia armónica, en donde el aprecio por la vida y la alegría de construir juntos no ocultan las naturales diferencias ni las normales desavenencias de los gustos diversos generados en la individualidad y el pensamiento autónomo. Por eso quien asimila y comparte este espíritu siente la necesidad de prevenir con el ejemplo y con los hechos en su propia familia, los graves problemas de socialización que atacan sin distinción a todos los grupos humanos expresados en: desestructuración y disfuncionalidad familiar, irresponsabilidad parental, alcoholismo y drogadicción, abandono e irrespeto, apasionamientos mezquinos, rupturas afectivas y comunicacionales, etc. Todos generados en una postmodernidad que pulveriza la identidad y la pertenencia al mundo y a los otros. 10 La familia con identidad amigoniana: Toda familia que tenga en su seno a un Amigoniano es susceptible de recibir la influencia de una axiología particular que se bebe de las fuentes del quehacer, de aquel que poco a poco introyecta los valores del carisma que orienta la misión de la Congregación. Ellos son el respeto por la libertad individual de cada miembro, una convivencia franca y cordial, un diálogo abierto y sincero, una férrea unidad en los intereses familiares, el amor, la cordialidad, el afecto y la capacidad de comprender y sobrellevar los errores y limitaciones de los otros, así como se logra hacerlos en el ámbito de la misión específica. En pocas palabras el profesional Amigoniano está presto a distinguir actitudes que le hagan ser: luz de la calle y oscuridad de la casa. Un ambiente amigoniano para nuestro trabajo: No se puede negar que el ambiente de trabajo en el que generalmente nos desempeñamos, genera en sí mismo amplias dosis de tensión, en ocasiones elementos de insatisfacción, motivos de impotencia y hasta desesperanza por no percibir u obtener los resultados esperados; elementos estos y otros más que contribuyen a que el ambiente si no es bien manejado y no se aprovechan adecuadamente los espacios de descanso y recreación que el mismo ofrece, afecten determinantemente a la persona en los demás frentes en que se mueve, por eso el ambiente en nuestro sitio de trabajo es una construcción colectiva que nos convoca a todos, que nos compromete para actuar solidariamente, facilitando el desempeño del compañero, apoyando con sincera dedicación lo que beneficia a toda la comunidad educativa, compartiendo amistosamente las dificultades y logros, reconociendo con sencillez los límites de 11 nuestra intervención, asumiendo plenamente las responsabilidades que nos competen, sin buscar excusas o pretextos, construyendo día a día la interdisciplinariedad, derrotando el egoísmo que por celos e inmadurez oculta el conocimiento de saberes a los demás. Relaciones humanas impregnadas de valores amigonianos: El espíritu amigoniano se fundamenta también en la aceptación incondicional del otro, con lo cual revitaliza cotidianamente el mandamiento del amor para hacer posible la realización del hombre nuevo. No somos ángeles, ni mucho menos espíritus que estén por encima del bien y del mal, en todo grupo humano hay dificultades, asperezas y situaciones conflictivas, pero son justamente estos componentes de las relaciones humanas los que hacen la vida más digna de vivirse, dado que nos someten al necesario crisol de depurarnos entre las dificultades y en el roce con los otros. No somos ajenos a la envidia, el orgullo, los chismes, los comentarios altisonantes, los desaires, las asperezas de carácter, la intriga, la disociación, la subestimación, la hipocresía y en general muchos otros sentimientos y comportamientos humanos que como en la caja de pandora escapan al menor descuido para corroer poco a poco, pero muy efectivamente las relaciones humanas en nuestra Institución. Es grandeza reconocerlo y nobleza aceptarlo, pero nobleza obliga y ante esta variedad los principios amigonianos también tienen su aplicabilidad y si permitimos que nos impregnen y que se vivan en nuestro colectivo seguro es que tendremos relaciones humanas cada vez más constructivas, solidarias, generadoras de empatía, promotoras de tolerancia, ratificadas en la verdad, impulsoras de pensamiento crítico y reflexivo, buscadoras del diálogo y el debate que construye, sinceras, libres y espontáneas, porque el amigonianismo es eso, construir un mundo mejor, más justo y más humano desde cada uno de nosotros. 12 PERSPECTIVAS EDUCATIVAS - TERAPEUTICAS Y REEDUCATIVAS DE NUESTRA MISION Y CARISMA EN EL MUNDO DE HOY Por Juan José Calderón Depto. Pedagogía MIS.A.P El necesario devenir de los tiempos exige una mirada auscultadora y descifradora en torno a los problemas de relevancia social que tenemos en frente y con mayor razón si nuestro quehacer y el ser que nos identifica (carisma) está dedicado por entero a las niñas, niños, jóvenes y familias en circunstancias especialmente difíciles, así como las condiciones sociales, legales y políticas cambian para todos y especialmente para ellos por su situación de marginalidad, infortunadamente en forma regresiva. Nuestra disposición, capacidad profesional y perspectivas para responder adecuada y efectivamente a sus necesidades, han de ir evolucionando en saberes y conocimientos. Ello implica esfuerzo, dedicación y disciplina al más alto nivel porque tanto ellos como nosotros merecemos la calidad de vida que nos dignifique y nos proyecte cotidianamente a una sociedad mejor. En estas medidas los referentes contextuales, culturales e históricos necesitan ser revisados constantemente, pues son soportes invaluables en la misión. El valor de la experiencia: 118 años de trabajo, haciendo realidad la difícil tarea de unir hacia un fin específico el conocimiento empírico y el conocimiento científico convalidan con creces la labor amigoniana que por ser reeducativaterapéutica y estar afincada en el humanismo cristiano que la inspira, goza del reconocimiento justo que las sociedades y países que se han servido de ella le profesan. 13 Es el trabajo con jóvenes y familias desde las necesidades más apremiantes de éstos, el que ha enseñado sobre el terreno como actuar. Los elementos y componentes reeducativos y terapéuticos que las ciencias sociales y del comportamiento desarrollan desde lo teórico y es este mismo el que impulsa nuevas técnicas para enfrentar las situaciones problemáticas que los sujetos de reeducación van presentando. La intervención de carácter individual, tanto como la colectiva, el trabajo cada vez más depurado desde lo interdisciplinario, el acto pedagógico, la psicoterapia y en general todas las instancias formativas, se fundamentan en una experiencia centenaria que no se ha enclaustrado para sí misma, sino que puesta a prueba en el medio, ha asumido como tarea también fundamental la formación de profesionales de las distintas ciencias sociales, que desde el primer contacto amigoniano descubren el valor del espíritu y la misión que mueven a la Congregación y la pertinencia y vigencia del carisma que da sentido a la labor que realiza. Nunca una experiencia se consolida y se transmite sólo por medio del discurso, es absolutamente necesario que ella se respalde en acciones coherentes y transformantes que la hagan revolucionaria, dinámica y pertinente; es de esta forma como se optimiza en el tiempo y es así como accede a nuevas perspectivas en todos los frentes que la ocupan. La formación humana y espiritual, la formación académica y técnica, la formación socio-familiar, la formación interna del individuo a nivel psicoterapéutico, la formación en lo lúdico, recreativo y deportivo y en general la atención integral que se dan en los centros reeducativos, terapéuticos y educativos; están basadas en la experiencia adquirida y se fortifican y enriquecen para ser legados válidos en el futuro. 14 La importancia de las técnicas: La ciencia y la técnica por ser dinámicas e innovadoras, no sólo responden a nuevos retos, sino que generan otros para los que es necesario abrirse, disponer y exponer los esquemas y paradigmas, a fin de que con ellos todos evolucionemos y respondamos efectivamente a los requerimientos de una labor que está en continuo movimiento. El sistema amigoniano ha favorecido siempre el necesario desarrollo de las ciencias sociales al interior de sus programas, generando también el encuentro entre las mismas a través de la interdisciplinariedad de los equipos profesionales. No es extraño entonces que cada proceso educativo, reeducativo y terapéutico encuentre en la antropología, el derecho, la sociología, la pedagogía, la psicología, la filosofía, la teología, la psiquiatría y demás disciplinas y ciencias afines, los saberes y conocimientos necesarios para desarrollar nuevas líneas de investigación y con ellas, técnicas más apropiadas, que le permitan dar cuenta acertadamente de líneas de intervención en las situaciones problemáticas de los sujetos de educación y reeducación. Sin embargo es importante advertir que en muchos de los programas la enorme riqueza de experiencias, conceptos y técnicas se pierde o pasa desapercibida para el mundo académico y para otros programas del sistema amigoniano, por carecer de sistematización y referencias teóricas que no se consignan, con lo cual se llega al infortunado estado de funcionar como islas, muy separados entre sí, aún perteneciendo al mismo engranaje. Los amigonianos garantes de derechos universales: 15 Por principios y por legado fundacional, la Congregación ha sido destinada a ser voz de los que no la tienen, a ser guía en el camino de los que han perdido su rumbo y fundamentalmente a ser la fortaleza de los más débiles. Desde la concepción cristiana del hombre, la libertad y dignidad son los insumos más valiosos que aún ocultos o casi perdidos en los muchachos más necesitados la Congregación potencia y revitaliza, porque sigue creyendo a pesar de todo en su trascendencia, en sus capacidades, valores y fortalezas para ser el protagonista de su propia vida. Es desde esa posición frente al joven y su familia, interactuando directamente con ellos como se erige defensora incondicional de los derechos universales en un enfrentamiento pacífico y efectivo con las instancias de poder, con las condiciones de marginalidad, con los mecanismos de opresión y alienación, con los paradigmas negativos de la sociedad que excluyen y estigmatizan el quehacer del sistema amigoniano desde todos los frentes; es absolutamente garantista de derechos y en la defensa de ellos se identifica, forma y construye a los sujetos de su labor y a los colaboradores en la misma, hace conciencia de los necesarios deberes y actitudes correlativos para propiciar una sociedad más justa y equilibrada, por ello en lugar de rechazar a aquellos jóvenes más problematizados, difíciles y necesitados, defiende hasta las últimas consecuencias la oportunidad de recuperarse y el derecho que tiene a elegir su propio destino. Un discurso incoherente con la realidad sería más funesto para los muchachos y para la sociedad misma, que las propias situaciones problemáticas que determinan su inadaptación o disociación, por ello el pensamiento, el sentimiento y el hacer de cada amigoniano es una defensa frontal contra toda situación de injusticia y de marginación.