UNIVERSIDAD AUSTRAL DE CHILE FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES ESCUELA DE DERECHO LA POTESTAD PARA RECHAZAR IN LIMINE UNA DEMANADA POR MANIFIESTA FALTA DE FUNDAMENTO Y SU RELACIÓN CON EL DERECHO FUNDAMENTAL A LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA NOMBRE: MARCO HORACIO ANTIMILLA NAHUELPAN MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE LICENCIADO EN CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES PROFESOR PATROCINANTE: IVÁN HUNTER AMPUERO VALDIVIA – CHILE 2011 Agradezco en primer lugar a Dios por este trabajo, por la inspiración en aquellos momentos de confusión en donde el tiempo jugaba en mi contra. También a mi familia, quienes incondicionalmente me han dado fuerza con sus buenos deseos, en forma especial a mi Madre y a mi Padre que han depositado su confianza en mí a lo largo de toda esta carrera. A la secretaria de mi facultad, quien ha tenido un trato amable y una paciencia realmente considerable con mi persona. Finalmente al profesor Iván Hunter por su apoyo, comprensión y por su tiempo, de verdad que lo agradezco demasiado. INDICE INTRODUCCIÓN……………………………………………………………..3 CAPITULO I. ANÁLISIS DE CONCEPTOS BÁSICOS 1. Rechazo In limine de la demanda……………………………………………….4 2. Control formal y material de una demanda………………………………………..7 3. Manifiesta falta de fundamento…………………………………………………10 4. Principios que inspiran la presente potestad a la luz de la búsqueda de una nueva normativa en el ámbito procesal civil………………………………………………..13 4.1 Economía procesal……………………………………………………………. 14 4.2 Dirección e impulso procesal………………………………………………….15 CAPITULO II. DERECHO A LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA Y DEBIDO PROCESO COMO GARANTÍAS FUNDAMENTALES DE CONTENIDO PROCESAL 1. Derecho de acción y tutela judicial efectiva. ………………………………………17 1.1 Análisis doctrinal- acción y tutela judicial efectiva…………………………………19 1.2 Objeto del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva…………………..21 1.3Titularidad del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva……………….21 1.4 Contenido esencial del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva………22 1.4.1 Derecho de acceso a la jurisdicción………………………………23 1.4.2 Derecho a obtener una resolución judicial conforme a derecho……23 1.5 Características del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva…………23 2 Derecho fundamental a un debido proceso…………………………………….24 2.1 Concepto de Debido Proceso……………………………………………………..28 3 Relación entre el derecho a la tutela judicial efectiva y el debido proceso como garantías de naturaleza procesal………………………………………………………….31 CAPITULO III. RECHAZO IN LIMINE DE LA DEMANDA Y DERECHO A LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA 1. Rechazo In limine y tutela judicial efectiva.………………………….35 CONCLUSIONES……………………………………………………………..38 BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………40 2 INTRODUCCION Un código procesal civil es una normativa que orienta y regula el procedimiento del juez para resolver un asunto o una pretensión, cuando las personas acuden a demandar la tutela judicial del estado. El actual código procesal civil data desde el siglo XIX, visto en esta instancia como una ley obsoleta que hasta ahora nos ha posibilitado resolver los problemas jurídicos que se presentan en los diferentes juzgados, pero que es necesario actualizar, para hacer frente a los conflictos jurídicos de nuestra sociedad contemporánea. Una de las más grandes innovaciones del proyecto de código procesal civil es sin lugar a dudas el artículo 18°1, que viene en otorgar una facultad al juez que carece de toda tradición en nuestro sistema procesal chileno. Este precepto legal genera bastantes problemas y cuestionamientos en la doctrina jurídica que en este trabajo se buscará analizar, siendo el objetivo primordial investigar acerca de la compatibilidad de esta institución con el derecho fundamental a la tutela judicial efectiva, que permite a los ciudadanos acceder al poder judicial para demandar la tutela de sus derechos e intereses legítimos. Esta nueva propuesta en materia procesal civil otorga a nuestros jueces una potestad que va más allá del mero control formal de admisibilidad, que comúnmente se realiza cuando la demanda no contiene alguno de los tres primeros requisitos señalados en el actual artículo 254 de nuestro código procesal civil y se extiende a un examen del fondo de la demanda en forma anticipada, lo cual ha generado un debate en la doctrina en relación a si existiría o no infracción a la tutela judicial efectiva, ya que el juez realizaría en virtud de esta potestad, un control prematuro del fundamento de la pretensión invocada por las partes, pero resulta que recién una vez concluidas las etapas de discusión y recepción de la causa a prueba, el juez contará con el material necesario para pronunciarse sobre el fondo de la pretensión deducida. Junto a ello además el proyecto de código procesal civil no otorga límites claros y precisos en cuanto a lo que debe entenderse por una demanda manifiestamente infundada, permitiendo en otras disposiciones también al juez rechazar de plano otras actuaciones de las partes, sobre la base este mismo concepto de “manifiesta falta de fundamento”. La presente tesis permitirá al lector cuestionar la debida relación que debe existir entre el derecho a la tutela judicial efectiva del ciudadano y la función que en un estado de derecho contemporáneo debe desarrollar la jurisdicción, para promover la existencia de una justicia pronta, concentrada y eficaz para la adecuada protección de los derechos. 3 CAPITULO I. ANALISIS DE CONCEPTOS BASICOS EN RELACION AL TEMA En el primer capítulo creo necesario abordar ciertos conceptos básicos para lograr entender con mejor claridad el problema. Conceptos que resultan de esencial importancia para logar comprender el corazón del presente trabajo. 1. RECHAZO IN LIMINE DE LA DEMANDA En primer lugar para abordar la formula “rechazo in limine” se hace necesario explicar y desentrañar las aristas de un concepto clave en el derecho procesal “el acto de demandar”. Sin lugar a dudas la demanda es un acto central del proceso, sin la cual este no podría existir. El proceso civil, a diferencia del proceso penal, no gira en torno a un delito, que es resultado del existente ímpetu salvaje o animal del ser humano, muy por el contrario es un proceso en donde los conflictos y rencillas entre particulares se resuelven en forma civilizada, por lo cual siguiendo al profesor Couture la demanda sería la forma civilizada de cometer venganza 1. Con la demanda se materializa el derecho de acción a nivel de primera o única instancia, es el acto que constituye la manifestación más pura del ejercicio del derecho de acción como derecho al proceso2, mediante ella el actor en forma concreta reclama la tutela judicial del Estado, para que se proteja y reconozca un derecho que le ha sido negado. Nuestro código procesal civil (en adelante CPC) en la actualidad no define el concepto demanda, se hace referencia a ella en el artículo 253 del mismo cuerpo legal, señalando que “todo juicio ordinario comenzara por demanda del actor, sin perjuicio de lo dispuesto en el titulo cuarto de este libro”, lo mismo sucede en el PCPC en el artículo 230 “el juicio ordinario comenzará por demanda escrita, sin perjuicio de las medidas prejudiciales que pudiere solicitar en los casos previstos en la ley”, pero es claro que la demanda es la base de todo el juicio y esto porque en primer lugar, del planteamiento que formule el actor en su demanda va a depender en gran medida, el destino del juicio en cuanto al éxito o fracaso del litigio, pero sin perjuicio de lo que pueda ocurrir durante el juicio mismo, en donde pueden afectar otros factores, sin embargo es claro que para tener altas probabilidades de éxito resulta necesario partir con una buena demanda. En segundo lugar la demanda concreta las peticiones del actor y limita los poderes del juez a su respecto, ya que la sentencia deberá limitarse a las peticiones que el actor ha formulado (artículo 160 del CPC), y en tercer lugar solo puede rendirse prueba sobre los hechos estipulados en la demanda y en la contestación de la misma. Podemos definir a la demanda como “una actuación judicial escrita que emana del demandante, a través de la cual este manifiesta sus peticiones al tribunal competente y requiere su 1 COUTURE EDUARDO, “Fundamentos del Derecho Procesal Civil”, Ediciones Depalma, Buenos Aires, 1990, p.74. 2 ORTELLS RAMOS MANUEL, “Derecho Procesal Civil”, Editorial Aranzadi.S.A, Pamplona, 2007, p.286. 4 intervención a fin de solucionar el conflicto”. Para Casarino la demanda “es el acto procesal del actor mediante el cual ejercita una acción tendiente a la declaración, en sentido amplio, por parte del tribunal, de un derecho que le ha sido desconocido o menoscabado, es entonces la forma de ejercitar la acción en juicio; y esta, la de reclamar judicialmente un derecho controvertido. 3 Es fundamental además lograr distinguir teóricamente tres conceptos procesales; la acción, la pretensión y la demanda. En primer lugar la acción es un derecho que se eleva a la categoría de derecho fundamental bajo la fórmula “tutela judicial efectiva”, es la facultad de recurrir a la jurisdicción, de provocar la actividad de los órganos jurisdiccionales del estado, cuya materialización práctica se verifica con la presentación de la demanda. En segundo lugar, la pretensión procesal es la petición fundada que formula el actor, solicitando del órgano jurisdiccional una actuación frente a determinada persona y constituye el fundamento y objeto del proceso, la materia sobre la que recae y en torno a la cual gira el complejo de elementos que lo integran, y se contiene dentro de la demanda que le sirve como vehículo para introducirse al proceso, además cabe agregar que la pretensión es un acto y no un derecho, en consecuencia se diferencia claramente del derecho subjetivo material que puede servirle de fundamento y de la acción como derecho subjetivo autónomo distinto del anterior. Finalmente, en tercer lugar, la demanda es solo el acto material que da nacimiento a un proceso y encierra dentro de sí a la pretensión procesal y hace efectivo en sentido formal, ante los tribunales de justicia, al derecho de acción.4 En resumen se podrían establecer como características de la demanda las siguientes: A) Por regla general es un acto escrito. B) Es un acto de parte en virtud del principio dispositivo, que rige nuestro proceso civil. C) Por regla general constituye el acto que da inicio al proceso. D) Es el acto formal que contiene materialmente la pretensión del actor y permite la sólida concreción del derecho fundamental de acción o tutela judicial efectiva. E) Para que la demanda genere consecuencias jurídicas debe presentarse al tribunal, no siendo suficiente su mera elaboración.5 Ahora teniendo claro cuáles son los límites del concepto “demandar” se puede precisar con mayor facilidad la formula “rechazo in limine de la demanda”, supone entonces que la demanda va a ser denegada, no admitida a tramitación en la antesala del juicio, rechazada sin más, en forma inicial, de manera prematura, sin generar un trámite completo para su desaprobación, se desechara de plano “ab initio” por no cumplir con los requisitos mínimos y necesarios que exige la ley. 3 CASARINO VITERBO MARIO, “Manual de Derecho Procesal”, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 2007, p.21. 4 RODRIGUEZ PAPIC IGNACIO, “Procedimiento Civil, Juicio Ordinario de Mayor Cuantía”, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 2006, p. 22. 5 GOMEZ LARA CIPRIANO, “Derecho Procesal Civil”, Editorial Oxford University Press, Mexico, 1998, p.35. 5 Actualmente el artículo 254 del CPC señala los requisitos que se deben cumplir a la hora de elaborar una demanda y el artículo 256 del mismo cuerpo legal, habilita al juez para rechazar y no admitir a tramitación una demanda, cuando esta no contiene alguno de los tres primeros requisitos señalados en el artículo 254 del CPC, entonces se trata de normas ordenatorias que versan sobre la tramitación del juicio y persiguen su ordenada y completa discusión en el aspecto externo, y sólo permiten al juzgador controlar la forma en que ha sido redactada la demanda y no así su fundamentación. Es por ello que el articulo 18 N°1 del PCPC resulta bastante innovador y revolucionario, por otorgar al juez una potestad que carece de toda tradición en nuestro sistema procesal, que claramente genera bastantes problemas y cuestionamientos en la doctrina nacional, que en este trabajo se buscara analizar, en particular su relación con el derecho a la tutela judicial efectiva reconocido constitucionalmente. El juez realizaría en virtud de esta potestad un control prematuro del fundamento de la pretensión presentada por el actor, prescindiendo de la contestación de la contraparte, de la aportación de pruebas para lograr una mejor convicción en relación al asunto, en definitiva negando la posibilidad de generar un proceso con tramitación completa para recopilar el material necesario y pronunciarse en un estadio posterior sobre el fondo del asunto, además con el rechazo in limine el juez mata la pretensión contenida en la demanda, de oficio, de manera que no podremos entablarla en ningún tribunal de la república, se trata de una resolución que sella el asunto con efecto de cosa juzgada material. Sin embargo resulta importante destacar que en nuestro sistema jurídico conviven, diversas especies o clases de rechazo liminar de una demanda plenamente legítimos y aceptados por la doctrina procesal. Siguiendo al profesor Jorge W. Peyrano, existirían diversas clases o especies de rechazo in limine presentes actualmente en nuestro sistema jurídico, con lo que se trataría de un género que abarca diversas especies, teniendo como tronco común la característica de que se impide la tramitación de la causa en un estadio prematuro, vale decir sin generar un proceso con tramitación completa, como usualmente ocurre en la práctica jurídica culminando con la dictación de una sentencia sobre el fondo. a) Primero, el caso de la demanda “inhábil”, la que no se ajusta a las reglas de la competencia exigidas por el sistema procesal, al presentarse frente a un juez que no tiene competencia para conocer del asunto. b) El supuesto de la demanda “inatendible”, que dice relación con una pretensión que carece de un grado mínimo de seriedad, hecha con ánimo de broma, por ejemplo: actor demanda el cobro de una suma miserable. c) La demanda “inútil” que dice relación con un actor que no afirma titularidad alguna en el interés base de su acción. Por ejemplo: se demanda por actor una suma de dinero pero no manifiesta interesarle en lo más mínimo, por lo cual renuncia a ella. 6 d) La demanda “irregular” o “defectuosa”, se trata del escrito de demanda que no da cumplimiento a los presupuestos procesales exigidos por la ley, este sería un supuesto de rechazo In limine plenamente válido que logra aceptación en la doctrina, el que actualmente se encuentra reconocido en el artículo 254 de nuestro CPC y se transforma en un coladero formal y legitimo de pretensiones. e) La demanda con objeto imposible, aquí lo que se pide por el actor en la práctica resulta imposible de amparar. f) Finalmente estaría el caso de la demanda objetivamente “improponible”, la que se caracteriza porque presupone un examen en “abstracto” acerca de la posibilidad que le asiste al órgano judicial interviniente de juzgar el caso, el objeto de la pretensión no puede ser juzgado, se trata de una pretensión carente de todo sustento legal. Esta clase de rechazo In limine estaría emparentada con la institución reconocida en el PCPC, al tratarse de un ejercicio realizado por el juez en abstracto por el cual se llega a la conclusión de que resulta evidente que los hechos en que se funda la pretensión constitutiva de la causa petendi, no son idóneos para obtener una decisión de merito, por lo cual se abre la posibilidad de rechazar de oficio la demanda, para con ello evitar un inútil desgaste del sistema procesal, se produce entonces un juicio de merito prematuro emitido con anterioridad a la dictación de la sentencia final, por ejemplo Actor demanda prisión por deudas. 2. CONTROL FORMAL Y MATERIAL DE UNA DEMANDA Con esta materia hacemos referencia a la atribución legislativa de una potestad judicial, vale decir se trata de un acto del tribunal para controlar, examinar y revisar los requisitos legales mínimos que debe cumplir la demanda a la hora de su interposición, resultado de este examen será establecer si procede o no admitir a tramitación la demanda. Como la demanda es un acto central del proceso, la ley exige que la misma contenga todos los elementos necesarios para su adecuada identificación y fundamentación. Se trata de un ejercicio de selección que debe realizar el juez con efecto de determinar si la demanda presentada por el actor, tiene calidad y mérito para poner en marcha el aparato jurisdiccional. El artículo 254 del CPC establece cinco requisitos a saber, identificación del tribunal, identificación del demandante y su representante, identificación del demandado, exposición clara de los fundamentos de hecho y de derecho y enunciación precisa y clara de las peticiones sometidas al fallo del tribunal. El PCPC viene a ampliar estos requisitos en el artículo 231, estableciendo siete exigencias de contenido mínimo a saber, la designación del Tribunal; el nombre, profesión u oficio, domicilio del actor como aquel que dentro del territorio jurisdiccional del tribunal fija para los efectos del juicio; el nombre, profesión u oficio y domicilio del demandado como del representante legal o convencional a través de quien pretendiere efectuar el 7 emplazamiento; la narración precisa de cada uno de los hechos que configuran la pretensión, señalando los medios de pruebas pertinentes con los cuales pretenden acreditarse, y el derecho en que se funda; el petitorio formulado con toda claridad y precisión; el valor o cuantía de la causa, si fuere determinable; finalmente las firmas del actor o de su representante y del abogado, salvo los casos exceptuados por la ley. El CPC actualmente restringe el examen de admisibilidad de la demanda sólo a la verificación formal de la proponibilidad de la demanda, es más el juez sólo puede rechazar de oficio la demanda si ésta no contiene alguno de los tres primeros requisitos del 254, en cuanto a los demás se hará necesario esperar a la contestación del demandado. En cambio, nuevamente el PCPC viene a ampliar la gama conocida para el examen de admisibilidad de la demanda en su artículo 236, que reza de la siguiente manera “presentada una demanda sin cumplir con los requisitos formales previstos en la ley, el Tribunal dispondrá que se subsanen los defectos en el plazo que señale, bajo apercibimiento de tenerla por no presentada. Si el Tribunal estimare que la demanda no puede ser admitida a tramitación por carecer de jurisdicción o de competencia absoluta, existencia de litispendencia; inexistencia de una de las partes, falta de capacidad o representación de una de las partes, manifiesta falta de legitimación para actuar; u otro defecto manifiesto que impida la existencia, validez o eficacia del proceso, lo declarará de plano, expresando los fundamentos de su decisión. En conclusión la potestad del juez a la hora de revisar una demanda se acrecienta, otorgándole mayores facultades para clausurar el juicio en un estadio prematuro, acentuando claramente el carácter publicista del proceso, además junto con ello hay que agregar la inclusión del control material de admisibilidad de la misma en el artículo 18 Nº 1, que será el objeto de estudio de la presente tesis. CONTROL FORMAL DE LA DEMANDA Presentada una demanda a su jurisdicción, el juez no queda obligado por la ley para admitir a tramitación tal pretensión en forma incondicional, esta facultado para efectuar un examen de admisibilidad de la demanda y verificar si se cumplen o no los requisitos procesales mínimos que exige el CPC para identificarla. Es un control que se realiza antes de entrar a analizar el fondo del asunto y se establece como un límite legítimo y normal al derecho a la tutela judicial efectiva que consagra nuestra carta fundamental. Actualmente el examen de admisibilidad de la demanda, se limita y acaba en este tipo de control, de carácter netamente formal y procesal, en relación a los requisitos exigidos por el numeral 1, 2 y 3 del artículo 254 del CPC. 8 En el fondo para que la demanda surta efectos debe estar revestida de ciertas formalidades mínimas y necesarias que contempla la ley, que dicen relación con la identificación del tribunal y de las partes litigantes. Además cabe agregar que tratándose por regla general de un acto escrito, la demanda también debe cumplir los requisitos comunes a todo escrito señalados en el articulo 30 y 31 del CPC y por tratarse de la primera actuación que va a realizar el actor, además deberá cumplir los requisitos de patrocinio y poder exigidos por la ley 18.120 sobre comparecencia en juicio. En resumen de no cumplir la demanda estos requisitos se decretara su inadmisión, que no es otra cosa más que renunciar a tramitar un proceso completo y negarle a la demanda el efecto de producir litis pendencia. La revisión entonces de los presupuestos formales del escrito de demanda, es un supuesto normal previsto por la ley y que funda una eventual resolución de inadmisibilidad de la misma. CONTROL MATERIAL DE LA DEMANDA El control material de la demanda, apunta al examen de los presupuestos materiales de la misma y que van a permitir al juez pronunciarse favorablemente sobre la pretensión, resolver el litigio y fallar sobre el fondo del asunto. Dichos presupuestos materiales serian en primer lugar la legitimación de las partes, en segundo lugar el interés procesal y finalmente la existencia del derecho material que fundamenta la pretensión. Actualmente nuestro CPC, no permite al juez efectuar un control material de la demanda, de oficio, al momento de su interposición, siempre va a ser necesario esperar al menos a la contestación de la parte contraria y en definitiva se entiende razonable, que recién una vez culminada las etapas de discusión y recepción de la causa a prueba, el juez dispondrá del material necesario para pronunciarse sobre el fondo de la pretensión. De los cinco requisitos que exige el artículo 254 del CPC, a mi juicio sólo los dos últimos numerales, en especial el numeral cuarto, serían requisitos que dicen relación con la sustancia o médula del juicio mismo, y que podrían habilitar al juez para evaluar la debida fundamentación de la demanda presentada, pero resulta que el artículo 256 del CPC, sólo permite al juez no dar curso de oficio a la demanda, si esta no contiene o no cumple con los tres primeros numerales del artículo 254 CPC, por lo cual el examen de admisibilidad que hoy conocemos, sólo permite un control formal del escrito de demanda. El numeral cuarto del artículo 254 del CPC hace alusión a la denominada “causa petendi” que en el fondo viene a fijar junto con el petitorio de la demanda el objeto del proceso a seguir. “Causa petendi” o causa de pedir es sinónimo de fundamento de la pretensión, se puede definir como “el conjunto de hechos jurídicamente relevantes en el que se funda la petición del 9 actor”6 o también como “el conjunto de hechos esenciales que sirven de base para la obtención de las consecuencias jurídicas pretendidas por la parte en un determinado momento”.7 Quiero recalcar y poner énfasis en la diferencia que actualmente existe en un plano legal y práctico entre dos conceptos; a saber la procedencia de la demanda y la fundamentación de la misma. Dar curso a la demanda o no admitirla a tramitación, es reconocer la procedencia o improcedencia de esta, mas no anticipar si está fundada o no, porque donde va a juzgarse si estuvo fundada en un cien por ciento, es en la sentencia, es en ella en donde el juez va a decidir si lo que a pedido el actor en su demanda estaba o no fundado.8 El control material entonces se vincula con la fundabilidad mínima de la acción y el control formal con la admisibilidad de la acción, conceptos que resultan de la dicotomía entre derecho sustancial y derecho procesal. 9 Siendo las cosas así todo parece bastante lógico, pero que pasa cuando se presentan a un tribunal demandas que carecen de un grado mínimo de seriedad y fundabilidad como por ejemplo demandar la reivindicación del estadio nacional, ¿es razonable que el juez admita a tramitación este tipo de peticiones? ¿Está obligado a admitir a tramitación todas las demandas que se someten a su jurisdicción? ¿Qué pasa con las demandas correctamente fundadas que presentan otros ciudadanos y que necesitan de manera urgente la tutela y amparo del poder judicial? ¿Podría un abogado en su sano juicio patrocinar este tipo de demandas? Sobre esta luz transita el artículo 18 N°1 del PCPC y viene a instaurar una institución que carece de toda tradición en nuestro sistema procesal, permitiendo al juzgador efectuar un control material de admisibilidad de la demanda, en la fase prematura del juicio y rechazar sin más una pretensión cuando ella adolece de manifiesta falta de fundamento, dictando una resolución con carácter de sentencia definitiva y con efecto de cosa juzgada material, que pone fin al juicio y clausura el proceso sin más, ocupando el juez entonces con el rechazo liminar de la demanda un rol mucho más activo en la substanciación del proceso. 3. MANIFIESTA FALTA DE FUNDAMENTO Es claramente un concepto esencial para establecer el límite legítimo para el ejercicio de esta potestad y a la vez generar un límite legítimo al derecho a la tutela judicial efectiva. El artículo 18 numeral uno del PCPC rompe los cristales actualmente conocidos en materia jurídica, al instaurar en nuestro ordenamiento el control material de admisibilidad de la demanda en forma prematura y anticipada, permitiendo al juzgador analizar inmediatamente los fundamentos de la pretensión, sus motivos y razones y rechazar in limine, de inmediato y sin más, la pretensión cuando es infundada, pero el punto a destacar es que esa falta de fundabilidad debe ser manifiesta. Este artículo reza de la siguiente manera: 6 ORTELLS RAMOS MANUEL, “Derecho Procesal Civil”, op. cit. p. 252. PICO I JUNOY JOAN, “La Modificación de la Demanda en el Proceso Civil”, Editorial Tirant Lo Blanch, Valencia, 2006, p. 28. 8 GOMEZ LARA CIPRIANO, “Derecho Procesal Civil”, op. cit. p.40. 9 ONFRAY VIVANVO ARTURO FELIPE, “Cuadernos de Análisis Jurídico “Reforma Procesal Civil II”, Escuela de Derecho Universidad Diego Portales, Santiago, 1997, p.32. 7 10 Artículo 18 nº 1: “El tribunal estará facultado para rechazar in limine la demanda cuando fuere manifiestamente infundada, cuando manifiestamente carezca de los requisitos formales exigidos por la ley para la existencia, validez o eficacia del proceso o cuando se ejercite una pretensión especialmente sujeta a término de caducidad y éste haya vencido”. Resulta increíble que tan solo dos palabras, puedan generar tanta problemática en el plano legal y doctrinal en aras de conciliar dicha potestad con el derecho a la tutela judicial efectiva. Para el diccionario de la real academia española, el concepto manifiesto supone algo “patente, ostensible, claro y evidente”10, por otro lado fundamento supone el “principio o base de una cosa, cimiento, motivación o razón de un juicio, elemento básico”11. Siendo las cosas así, el articulo 18 N°1 del PCPC invita al juez a efectuar un claro ejercicio de selección en relación a las demandas puestas a su jurisdicción y depurar en forma legítima pretensiones en donde la falta de fundabilidad resulta evidente, de la sola lectura del escrito de demanda, por tratarse de casos en donde el vicio que acompaña a la pretensión resulta manifiesto, no susceptible de subsanación, por lo que la demanda en tales casos generara su inadmisibilidad ad portas. De esta manera el actor por más que se esfuerce en probar en un estadio eventual lo que pide, jamás tendrá éxito, ni aun contratando al mejor abogado del país para que se encargue de su representación, su pretensión está destinada en forma absoluta al fracaso, de manera que tal demanda no podría ser admitida en ningún tribunal de la república. Ahora el problema que se genera es determinar en forma objetiva cuándo estamos frente a una pretensión que reúna estas características. El PCPC no define el concepto y tampoco establece límites claros y precisos en relación a la manifiesta infundabilidad, pero ¿qué ha dicho la doctrina en relación a este concepto?; en primer lugar para Berizonce una pretensión aparece objetivamente improponible -formula que coincide con la manifiesta infundabilidad- cuando es manifiesta, evidente, que aflora sin más y puede revelarse al cabo de la sola verificación liminar (…) Se trata de la decisión sobre el fondo de las pretensiones, cuando estas desde su misma proposición se manifiestan inequívocamente como sin fundamento en su mera confrontación con el ordenamiento jurídico vigente12. Para Manuel Ortells la inadmisión de la demanda por cuestiones de fondo, no parece de entrada razonable, pero postula que solo se justificaría, si de un modo evidente, la tutela pedida no tiene amparo en el ordenamiento, de modo que no podría ser concedida aunque se probaran sus fundamentos, con lo cual resulta adecuado no realizar un proceso en el que el actor en absoluto podrá obtener lo que pretende 13. Raúl Tavolari Oliveros señala que el adverbio manifiestamente improponible, busca destacar el cuidado que ha de poner el juez en la selección de los casos, para sólo rechazar aquellos en los cuales su actividad jurisdiccional aparecería definitivamente destinada a la esterilidad.14 Reyes, por su parte, hace especial hincapié a que el examen de la demanda que de entrada efectúa el juez “no debe requerir un esfuerzo de técnica jurídica distinto al del promedio, ya que en tal caso, la improponibilidad 10 DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA, Real Academia Española, Barcelona, 1987, p. 689. Ídem, p. 529. 12 BERIZONCE, Citado por HUNTER AMPUERO IVÁN, “El Poder del Juez para Rechazar in limine la Demanda por Manifiesta Falta de Fundamento”, IUS ET PRAXIS, N°2, 2009, p.160-161. 13 ORTELLS RAMOS MANUEL, “Derecho Procesal Civil”, op. cit. p. 299. 14 TAVOLARI OLIVEROS RAÙL, “Cuadernos de Análisis Jurídico “Reforma Procesal Civil II”, Escuela de Derecho Universidad Diego Portales, op. cit. p.49. 11 11 no sería manifiesta”15. Luís María Simón, por su parte, señala que en todos los supuestos de manifiesta improponibilidad de la demanda, lo que el contralor jurisdiccional releva es la existencia de un vicio o defecto en los sujetos, objeto o causa de una pretensión que la vuelve inatendible, esto es inidónea para permitir el examen del fondo del asunto. La deficiencia en estos casos adquiere tal relevancia que torna jurídicamente imposible que pueda ampararse por sentencia la pretensión tal como se la planteó16. Peyrano postula que la existencia de un caso de improponibilidad objetiva se puede identificar recurriendo a dos síntomas cuya concurrencia es fácilmente comprobable; A) se debe tratar de un caso en donde medie un defecto absoluto en la facultad de juzgarlo “en sede judicial”; B) el objeto de la pretensión en cuestión (en abstracto), es decir con abstracción de las partes involucradas no puede ser juzgado 17. El profesor Iván Hunter concluye que la potestad en comento expresa una exigencia de contenido objetivo resultante del vocablo “manifiesta falta de fundamento”, la carencia de fundamento de la pretensión debe resultar evidente, irrebatible, indudable o axiomático. Esta carencia de fundamento debe aparecer de la sola lectura de la demanda y su confrontación con el ordenamiento jurídico, sea que lo pedido no guarde relación con los hechos o con el derecho subjetivo e interés que se intenta tutelar, sea que la causa de pedir se muestre completamente inidónea para lo pretendido.18 En resumen es la manifiesta falta de fundamento de la demanda, el pilar mínimo objetivo que el artículo 18 N°1 del PCPC otorga al juez, para hacer efectiva esta potestad y de esta forma conciliar dicho poder con el derecho a la tutela judicial efectiva. Por ejemplo si actor demanda la reivindicación de la propiedad del Presidente de la Republica ubicada en Caburgua, de la sola lectura preliminar del escrito de demanda, no es posible concluir en forma exacta si tiene o no derecho, con lo cual habrá que esperar a la contestación del demandado y la aportación de pruebas de parte de actor para acreditar su derecho sobre la propiedad, distinto es el caso si actor demanda la reivindicación de la Moneda o de la Plaza de la Republica, en donde es evidente y notorio que el objeto de la pretensión de actor no puede ser juzgado por tratarse de la reivindicación de bienes de dominio publico. El juez no deberá permanecer impasible ante la proposición de esta demanda cuya tramitación solo se traduciría en un inútil desgaste del aparato jurisdiccional. A mi juicio otros claros ejemplos de manifiesta infundabilidad serian; actor demanda a su novia porque esta no quiso contraer vinculo sagrado con él, actor demanda una deuda contraída en un juego de azar, actor demanda a su sobrino de diez años para que pague la obligación contraída en virtud de un contrato de compraventa, también en el mismo sentido tenemos el caso de la acción redhibitoria efectuada por un comprador, cuando la adquisición ha 15 REYES, Citado por HUNTER AMPUERO IVAN, “El Poder del Juez para Rechazar in limine la Demanda por Manifiesta Falta de Fundamento”, op. cit. p.161. 16 LUIS MARÍA SIMÓN, “Improponibilidad Manifiesta de la Oposición a la Pretensión y de otros Actos de Proposición distintos a la Demanda”, p.392. 17 PEYRANO W. JORGE, “Jornadas Iberoamericanas de Derecho Procesal, Rechazo in limine de la Demanda”, p.228. 18 HUNTER AMPUERO IVÁN, “El Poder del Juez para Rechazar in limine la Demanda por Manifiesta falta de Fundamento”, op. cit. p. 161. 12 operado en una venta efectuada por la autoridad de la justicia o aquel ciudadano que pretende impugnar una paternidad o maternidad determinada por sentencia judicial19. en todos estos casos es razonable y lógico que la tutela pedida no encuentra amparo en nuestro ordenamiento jurídico, en definitiva se trata de la falta de aquellos parámetros mínimos de proponibilidad que impone el sentido común a toda persona en su sano juicio, con lo cual seguir un proceso cuya demanda jamás podrá tener éxito, cualquiera sean las alternativas de la litis, porque resulta jurídicamente inatendible, implicaría un inútil dispendio de esfuerzos y energías de las partes y del tribunal, tornándose necesario entonces clausurar el juicio ya en su comienzo, a fin de no incurrir en tal derroche infructuoso. 20 4. PRINCIPIOS QUE INSPIRAN LA PRESENTE POTESTAD A LA LUZ DE LA BUSQUEDA DE UNA NUEVA NORMATIVA EN EL AMBITO PROCESAL CIVIL El PCPC pretende implementar una normativa en donde gobiernen la eficacia y expedición de la justicia, en un mundo contemporáneo en donde su retardo importa una verdadera denegación, y ha procurado evitar la proliferación de procedimientos que lo único que logran en definitiva es alejar la justicia de la gente y dificultar su conocimiento y aplicación. Los principios básicos sobre los que se apoya esta futura normativa son la oralidad, concentración, inmediación, y publicidad. Estos principios constituyen el referente más importante de los modernos estados democráticos que promueven la existencia de una justicia pronta, concentrada y eficaz, junto con ellos además es necesario agregar los principios de debido proceso legal, de legalidad procesal, de igualdad de armas, buena fe procesal, economía procesal, autoridad del juez en el proceso y libertad probatoria, todos ellos constituyen el primer referente de interpretación al que deberán acudir jueces y abogados en la aplicación práctica que este Código producirá. En la actualidad los cultores de la ciencia procesal redoblan esfuerzos en procura de encontrar caminos que permitan economizar recursos, agilizar la actividad jurisdiccional y, simultáneamente, mantener incólumes los principios que aseguran a toda persona el efectivo acceso a la justicia, la idea es lograr la eficacia del proceso y la efectividad puntual de los resultados de la jurisdicción, para que lleguen lo antes posible, al menor costo y de manera real 21. La tarea se vuelve un desafío excitante, extremo y muchas veces cuestionable, claro ejemplo de ello, es la institución del rechazo liminar de la demanda, cuya complejidad radica en que va a operar en la antesala del juicio, anticipando el conocimiento y la decisión en torno a la fundabilidad de la pretensión y, con mayor razón, si se le confiere a dicha resolución efecto de cosa juzgada material22. El rechazo liminar de la demanda encuentra entonces dos grandes 19 Ídem, p. 130. LUIS MARÍA SIMÓN, “Improponibilidad Manifiesta de la Oposición a la Pretensión y de otros Actos de Proposición distintos a la Demanda”, op. cit. p. 392. 21 TAVOLARI OLIVEROS RAÙL, “Cuadernos de Análisis Jurídico “Reforma Procesal Civil II”, Escuela de Derecho Universidad Diego Portales, op. cit. p. 47. 22 MORELLO. M AUGUSTO Y BERIZONCE. O ROBERTO, “Improponibilidad Objetiva de la Demanda”, p. 789. 20 13 fundamentos; en primer lugar el principio de economía procesal y en segundo lugar el principio de autoridad del juez en el proceso, dirección e impulso procesal. A) ECONOMIA PROCESAL No resulta sano y comprensible, la tramitación de un proceso durante meses e incluso años, cuando la pretensión que le da inicio y lo hace valer, carece de todo fundamento plausible, con lo cual solo se genera un mero gasto de energías y recursos para el Estado. Como señala Azula Camacho, puede definirse este principio del derecho procesal con la famosa frase de Guiseppe Chiovenda, en orden a que “debe obtenerse el máximo resultado posible con el mínimo esfuerzo”.23 Se trata de uno de los máximos ideales que persigue el derecho procesal moderno, para brindar a la ciudadanía un adecuado y eficaz acceso a la justicia, con el firme propósito de evitar que la actividad jurisdiccional, se transforme en un instrumento del encono de los individuos o se torne en un medio para retardar, indefinidamente, la satisfacción de pretensiones justas y fundadas que un ciudadano haga valer.24 Claramente este principio es el pilar que sustenta el rechazo in limine de una demanda, cuando de la sola lectura preliminar, el juez pueda llegar al convencimiento de que dicha pretensión, no tiene ningún futuro prospero para incoar un proceso con trámite completo, por tanto la actuación oficiosa del juez, tiene en este plano como gran ventaja, evitar vacíos procesales y acelerar la sustanciación de los asuntos judiciales. Lo que se pretende es establecer como criterio regulador de las diferentes fases que integran el procedimiento, que el proceso se desarrolle con el menor número de actuaciones posibles, en el menor tiempo y con los menores gastos que se puedan obtener. La economía procesal es un principio formativo del proceso, es una súper directriz que viene a informar a otros principios técnicos del procedimiento, como por ejemplo el principio de concentración y continuidad, el principio de eventualidad, de saneamiento, de preclusión y celeridad. Actualmente en el CPC se manifiesta en diversas instituciones como la oportunidad que fija la ley para rendir pruebas, en la limitación que existe para rendir la prueba de testigos, equivalentes jurisdiccionales como la conciliación en el proceso, el allanamiento, la transacción, también la posibilidad que la ley concede en algunos casos para recurrir al arbitraje, la posibilidad que se brinda al demandado para entablar demanda reconvencional, las excepciones deben oponerse todas juntas en un mismo escrito, la imposibilidad de acreditar las tachas a un testigo de la contraria recurriendo a otros testigos, el termino de emplazamiento y en sentido amplio en la infinidad de plazos que establece la ley para la actuación de las partes y el tribunal, en el fondo comprende todas las previsiones que tienden a la abreviación y simplificación del proceso, evitando que su irrazonable prolongación haga inoperante la tutela de los derechos e intereses comprendidos en el. 23 ONFRAY VIVANVO ARTURO FELIPE, “Cuadernos de Análisis Jurídico “Reforma Procesal Civil II”, Escuela de Derecho Universidad Diego Portales. op. cit. p. 17. 24 AZULA CAMACHO, Citado por ONFRAY VIVANVO ARTURO FELIPE, Ídem, p. 48. 14 Para Luís Torello y Luís Alberto Viera la institución del rechazo in limine de la demanda por ser manifiestamente improponible, se funda, indudablemente, en el principio de economía procesal 25 , resulta sólido expresar que es resultado de la economía procesal “el rechazo de la demanda que no reúne los requisitos legales para que al ser corregida desde un principio, no vaya a ser la causa de la pérdida de mayores actuaciones, así mismo la inadmisibilidad de las pruebas inútiles, de incidentes inconducentes o que la ley no permite para el caso, la acumulación de pretensiones para que en un mismo proceso se ventilen varias, y evitar, en consecuencia, la necesidad de diversos procesos, la restricción de los recursos de apelación y casación, entre otras medidas semejantes.26 A mi juicio siendo así las cosas, parece razonable en el fondo, que se genere una limitación a la tutela judicial efectiva, para de esta forma, acercar este derecho fundamental, en lo que mas se pueda, a la realidad, evitando un futuro proceso que podría resolverse en la antesala del juicio y convertir el rechazo liminar en un depurador legitimo de pretensiones, en definitiva se trata de conseguir que la inversión económica y de energías que el proceso supone, tenga la máxima eficacia posible.27 Es importante recalcar, que el derecho a la tutela judicial efectiva, en cuanto derecho a obtener un pronunciamiento de un tribunal en relación a un asunto litigioso, solo cobra sentido, si la demanda cumple con los requisitos procesales y materiales que impone el ordenamiento jurídico por un lado, y el sentido común por el otro. La economía procesal es una materia que no ha logrado ser desarrollada de manera completa y a sido escasamente tratado en la doctrina nacional, debido a la modernidad y complejidad del tema, si bien la normativa que persigue instaurar el PCPC es inspirada en gran medida en esta directriz del procedimiento, resulta paradójico que no haya un reconocimiento expreso en el primer capitulo del proyecto referente a los principios básicos, pero sin duda va implícito en varias de sus normas, como es el caso de aquellas que facultan al juez para rechazar de plano o in limine actuaciones de las partes, no solo es importante para las partes obtener una sentencia conforme a derecho, sino también que esa sentencia llegue en el menor tiempo posible, de manera que una resolución judicial deja de ser justa, si se actúa con una lentitud procesal evidente, la aplicación del derecho al caso concreto actualmente debe distanciarse de la legalidad y formalidad excesiva y debe ir acompañada de la eficacia suficiente que demanda este principio del derecho, de manera que el juez debe abrirse a nuevos horizontes y generar justicia en el mundo presente bajo el valor de la economía procesal. B) Principio de dirección e impulso procesal En el actual estado de cosas, la dirección e impulso del proceso esta entregada principalmente a las partes. Consiste en la actividad requerida para que una vez puesto en marcha el procedimiento mediante la interposición de la demanda, este pueda superar en los distintos 25 LUÍS TORELLO y LUÍS ALBERTO VIERA, Citado por LUIS MARÍA SIMÓN, “Improponibilidad Manifiesta de la Oposición a la Pretensión y de otros Actos de Proposición distintos a la Demanda”, op. cit. p. 392. 26 ONFRAY VIVANVO ARTURO FELIPE, “Cuadernos de Análisis Jurídico “Reforma Procesal Civil II”, Escuela de Derecho Universidad Diego Portales. op. cit. p. 17. 27 PICO I JUNOY JOAN, “La Modificación de la Demanda en el Proceso Civil”, op. cit. p. 65. 15 periodos de que se compone, las trabas que se fueren generando, para conducirlo hasta la decisión final. La normativa del PCPC busca acentuar el carácter publicista del proceso, busca dotar al juez de mayores poderes como director del juicio, en pos de lograr una más rápida y eficaz administración de justicia. Se consagra así entonces en el artículo cuarto del PCPC, que la dirección del procedimiento se encuentra confiada al tribunal, quien adoptará de oficio todas las medidas que considere pertinentes para su válido, eficaz y pronto desarrollo, de modo de evitar su paralización y conducirlo sin dilaciones indebidas a la justa solución del conflicto. El tribunal deberá adoptar, a petición de parte o de oficio, todas las medidas necesarias que resulten de la ley o de sus poderes de dirección, para prevenir o sancionar cualquiera acción u omisión contrarias al orden o a los principios del proceso y para lograr el más pronto y eficiente ejercicio de la jurisdicción, así como la mayor economía en su desarrollo. En efecto, aunque nuestro ordenamiento jurídico asigna a la iniciativa privada la promoción de todo proceso civil (salvo ciertas excepciones), el sentido económico procesal impone que el tribunal, ejercitando sus poderes de dirección, clausure los juicios comenzados al abrigo de tal iniciativa, si desde que empiezan, la misma se encuentra destinada al fracaso, por excepcionales razones de manifiesta improponibilidad de la pretensión, ya que de continuarse con una litis así inaugurada, se estarían empleando inútilmente los esfuerzos de las partes y del Estado en la sustanciación y decisión de un asunto que en realidad resulta inatendible. 28 El juez ahora ocupa un rol mucho mas activo en la dirección de la litis, dejando atrás su papel de mero espectador y dictador, y no puede entonces permanecer pasivo frente a una demanda que carezca del mas mínimo grado de seriedad y sentido común y jurídico, se busca dejar de lado la idea de que el juez debe aceptar, en razón del derecho a la tutela judicial efectiva, todas las demanda que se presenten a su jurisdicción, tramitarlas y fallarlas conforme a derecho. Ante una demanda, el juez ahora deberá realizar un ejercicio de selección y rechazar aquellas pretensiones cuya tramitación este destinada a la mas pura infructuosidad. 28 LUIS MARÍA SIMÓN,”Improponibilidad Manifiesta de la Oposición a la Pretensión y de otros Actos de Proposición distintos a la Demanda”, op. cit. p. 392. 16 CAPITULO II. DERECHO A LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA Y DEBIDO PROCESO COMO GARANTIAS FUNDAMENTALES DE CONTENIDO PROCESAL. 1. DERECHO DE ACCION Y DERECHO A LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA Para lograr abordar la compatibilidad, de la institución del rechazo liminar de una demanda con el derecho a la tutela judicial efectiva, resulta imprescindible revisar la esencia de este derecho fundamental. Además me siento en la necesidad de lograr distinguir su campo de acción, en relación con otra garantía de contenido procesal, tan fundamental como la primera. El Derecho Procesal es una rama jurídica que pertenece al ámbito del Derecho Publico, puede ser llamado como el Derecho de la justicia, cuyo estudio se enmarca en el ámbito de la actividad jurisdiccional, actividad constitucionalmente reservada en forma exclusiva y excluyente, a un conjunto de órganos de carácter estatal predeterminados e independientes, cuya función es aplicar el derecho en un caso concreto, en virtud de un proceso, a través del cual se concederá efectiva tutela a los intereses legítimos invocados por los particulares. Tres instituciones básicas y esenciales van a conformar la medula espinal del Derecho Procesal, a saber; jurisdicción, acción y proceso, conceptos inseparables, imprescindibles por igual y de importancia equivalente, sin que uno de ellos pueda tener mas peso que los demás. En términos generales, actualmente el Derecho tiene como una de sus funciones mas importantes, la prevención y la composición pacifica de las controversias que puedan surgir entre quienes integran la sociedad, reglamentando la actividad de los particulares, los cuales adoptan el nombre de sujetos de derecho, abandonando así el estado de naturaleza, en el cual primaba la forma mas antigua y rudimentaria de solución de los conflictos “la autotutela o autodefensa”, en donde una de las partes, en virtud de su fuerza física, imponía simplemente a la otra la solución de la controversia. Al asumir entonces el Estado, el monopolio de la jurisdicción, se abre paso al denominado estado de Derecho, se prohíbe en términos generales el recurso a la autotutela, solo se permite en casos excepcionales, en donde el poder estatal no alcanza a intervenir en forma oportuna, por ejemplo en la legitima defensa y, en contrapartida se reconoce a los particulares el Derecho de acción para demandar la tutela jurisdiccional de sus intereses legítimos. Es así entonces que el Derecho de acción o tutela judicial efectiva, representa la obligación del Estado para otorgar la tutela jurisdiccional en tiempo oportuno. Con estas palabras, doy a entender que en el presente trabajo asumiré como términos sinónimos “acción y tutela judicial efectiva” y al equiparar ambos conceptos, pretendo tomar distancia de aquellas posiciones doctrinales, sobre todo en el Derecho Español, que ven como concepto intermedio entre Derecho de acción y debido proceso, al Derecho a la tutela judicial efectiva, dotando a esta ultima garantía de ciertos elementos que forman parte mas bien, del Derecho a un debido proceso, tema que pretendo abordar mas adelante con el objeto de lograr una clara delimitación entre el Derecho a un Debido Proceso y el Derecho de Acción o Tutela judicial efectiva. 17 En doctrina comparada el Derecho de Acción constituye una de las materias procesales mas trabajadas por los diversos autores y a las vez una de las más polémicas a lo largo de la historia del Derecho, sin embargo como lo establece el profesor Andrés Bordali, en el derecho nacional poco ha sido el trabajo doctrinal y jurisprudencial, en la configuración y clarificación de la naturaleza y contenidos de este derecho de naturaleza constitucional 29, tomando en cuenta además que no existe reconocimiento expreso del derecho de acción en nuestra carta fundamental, si bien se consagra, pero de manera bastante débil, a diferencia de otros textos constitucionales en donde se consagra con bastante claridad30. En nuestra constitución el único artículo que hace referencia a los derechos fundamentales de contenido procesal, es el artículo 19 nº 3, que en su primer inciso reza de la siguiente forma: Articulo 19 nº 3 inciso 1: La Constitución asegura a todas las personas “el derecho a la igual protección de la ley en el ejercicio de sus derechos”. En definitiva es la ultima parte “ejercicio de sus derechos” la que da pie para inducir, a través de un ejercicio hermenéutico, la comprensión del derecho en comento, por lo cual se puede concluir que esta presente en el ordenamiento constitucional chileno. Además es importante tener en cuenta que existe un extenso cúmulo de documentos internacionales ratificadas por Chile y que se encuentra actualmente vigentes, que reconocen el derecho a la tutela judicial efectiva y que tendrían directa aplicación en el ordenamiento jurídico chileno, a través del artículo 5 de nuestra constitución; estos documentos internacionales podrían ser enumerados de la siguiente manera: A) En primer lugar el artículo 10 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece: Articulo 10: “toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal”. B) El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en su artículo 14 establece: Articulo 14: “todas las personas son iguales ante los tribunales y cortes de justicia. Toda persona tendrá derecho a ser oída públicamente y con las debidas garantías por un tribunal competente, independiente e imparcial, establecido por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación de carácter penal formulada contra ella o para la determinación de sus derechos u obligaciones de carácter civil. C) También en la misma línea tenemos los artículos 8° y 25° de la Convención Americana de Derechos Humanos (Pacto de san José de Costa Rica) señalan respectivamente: Articulo 8: “Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación 29 BORDALÍ SALAMANCA ANDRÉS, “Derecho Fundamental de Acción: Un Intento de Configuración en el Orden Constitucional Chileno”, en Revista de Derecho y Jurisprudencia, Tomo XCVII, Nº 3, Año 2000., p. 81. 30 Ejemplo de ello es la constitución de España, que en su artículo 24.1 señala “todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión”. También en el mismo sentido la constitución peruana, establece en su artículo 4 “toda persona tiene el derecho de acceso a los órganos jurisdiccionales para el ejercicio y defensa de sus derechos e intereses. Es deber del Estado, a través del poder judicial, facilitar el acceso a la justicia. Para ello propicia las condiciones de estructura y funcionamiento. El derecho a la tutela judicial efectiva se concreta a través de una resolución jurisdiccional firme, oportuna y fundada en derecho. 18 de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la determinación de sus derechos u obligaciones de orden civil, laboral fiscal o de cualquier otro carácter”. Articulo 25: “Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales” 31 . ANALISIS DOCTRINAL - ACCION Y TUTELA JUDICIAL EFECTIVA Como señalaba anteriormente, hay un sector de la doctrina, principalmente en España, que postulan la idea de que el Derecho a la tutela judicial efectiva es más amplio que el Derecho de acción, por lo cual se rompe la noción de términos sinónimos, así por ejemplo es la opinión del profesor Joaquín Silguero Estagnan32, quien postula que ambos conceptos deben ser diferenciados, sin perjuicio de reconocer la íntima relación que existe entre ambos. Si en ocasiones la distinción no aparece con claridad, ello se debe a que este derecho surge por evolución de las teorías sobre la acción, pero lo que no parece de recibo, es utilizar los dos conceptos como si fueran equivalentes, en realidad, el derecho a la tutela judicial efectiva es mas amplio que el poder de acción. Para este autor el derecho a la tutela judicial efectiva presupone pues, la acción, al igual que presupone la jurisdicción, encontrando así fundamento en el ámbito más amplio del derecho a la tutela judicial, aspectos que no pueden ser contemplados en la acción, por ejemplo el derecho a la ejecución de la sentencia “sin el cual carecerían precisamente de efectividad las resoluciones judiciales” o la prohibición de indefensión, que limita la acción de las partes y el ejercicio procesal de la jurisdicción33. Como ya he señalado, vengo en adoptar una posición contraria en relación a este tema, derecho de acción y tutela judicial efectiva como conceptos unívocos34, evidenciando una serie de problemas teóricos que generaría esta idea de distinguir ambos conceptos; A) se produciría así, en primer lugar una relación de género y especie entre el derecho a la tutela judicial efectiva y el derecho de acción, lo que produciría una confusión con otro concepto procesal que teóricamente debe ser distinguido, como es la pretensión, equiparando de esta forma, o la acción o la tutela judicial efectiva con el término pretensión. A mi modo de entender las cosas, se obsta por esta doctrina la idea de acercar la tutela judicial efectiva a la pretensión, tomando en cuenta el carácter abstracto del derecho de acción35, en el sentido de entender que la acción se satisface con una sentencia sobre el fondo, del asunto concreto que se plantea al 31 Documentos Internacionales citados en el trabajo del profesor Andrés Bordalí, BORDALÍ SALAMANCA ANDRÉS, “Derecho Fundamental de Acción: Un Intento de Configuración en el Orden Constitucional Chileno”, op cit, p. 84. 32 Así también en el mismo sentido autores como Juan Montero Aroca, Luiz Guilherme Marinoni, Víctor Moreno Catena, Jesús Pérez Gonzáles. 33 SILGUERO ESTAGNAN JOAQUÍN, “La Tutela Jurisdiccional de los Intereses Colectivos através de la Legitimación de los Grupos”, Dykinson, Madrid, 1995, p. 86. 34 En la misma posición los profesores Iván Hunter y Andrés Bordali. 35 Postura que hoy predomina en la doctrina. 19 tribunal, si se cumplen previamente los requisitos exigidos por la ley, cualquiera sea el contenido de esta sentencia, favorable o no a las pretensiones del actor, dotando entonces al derecho a la tutela judicial efectiva de un carácter concreto. B) En segundo lugar se estaría invadiendo el contenido de otra garantía fundamental, como es el Debido Proceso, al entender que la tutela judicial efectiva conlleva algo mas que el simple acceso a tribunales y respuesta de parte de estos. A mi juicio, si bien ambas garantías se encuentran estrechamente relacionadas en la dinámica procesal, deben ser claramente diferenciadas en su ámbito de aplicación, distinción que desarrollare mas adelante en este mismo capitulo, por ahora dejo sentada mi posición de entender al derecho de acción, como aquella garantía que al elevarse a la categoría de derecho fundamental y recibir reconocimiento constitucional, adopta el nombre de “derecho a la tutela judicial efectiva” y se agota al poner en movimiento el andar jurisdiccional y crear en el juez competente para conocer de la litis, la obligación de dictar una resolución conforme a derecho. Las normas constitucionales reguladoras del derecho a la tutela judicial efectiva y el debido proceso, constituyen verdaderos principios generales de todo el ordenamiento jurídico, informando la labor del intérprete. El derecho a la tutela judicial efectiva o derecho de acción, no podría en ningún caso, dejar de ser concebido como un derecho fundamental, toda vez que el derecho a la prestación jurisdiccional efectiva es consecuencia de la propia existencia de los demás derechos y, de este modo, la contrapartida a la prohibición de la autotutela. El derecho a la prestación jurisdiccional es fundamental para la propia efectividad de los derechos, toda vez que estos últimos, frente a situaciones de amenaza o agresión, siempre dependen de su plena realización. No es por otro motivo que el derecho a la prestación jurisdiccional efectiva ya fue proclamado como el más importante de los derechos, precisamente por constituir el derecho a hacer valer los propios derechos.36 En virtud del derecho a la tutela judicial efectiva se permite a los particulares la facultad de acudir a los tribunales de justicia, con el único objeto de pedir el amparo del Estado, en aquellas situaciones en que su intervención resulta imprescindible, de manera que se invoca un hecho al tribunal, el cual deberá demostrarse en cuanto a su verdad o falsedad, lo cual será establecido finalmente en la resolución de termino pronunciada por el ente jurisdiccional, por tanto la actividad jurisdiccional se desarrolla, no por el hecho de que exista un derecho material previo, sino por el contrario, se desarrolla porque se tiene un derecho de acción reconocido por el ordenamiento en forma previa, para tener acceso a tribunales basta con afirmar ser titular legitimo de un derecho subjetivo, pero no es necesario serlo realmente, de esta manera concluyamos que el derecho a la tutela judicial efectiva, es en su esencia un derecho de contenido procesal distinto del derecho material que se invoca, que se tiene aun sin ser el verdadero titular legitimo del derecho subjetivo. 36 GUILHERME MARINONI LUÍZ, “Derecho Fundamental a la Tutela Jurisdiccional Efectiva”, Lima, 2007, p. 226-227. 20 Ahora ¿Cómo podemos definir el derecho a la tutela judicial efectiva? Para Silguero Estagnan37 “es el derecho fundamental que asiste a toda persona para obtener, como resultado de un proceso sustanciado con todas las garantías previstas en el ordenamiento jurídico, la protección jurisdiccional de sus derechos e intereses legítimos. Jesús Pérez Gonzáles38 lo define como “el derecho de toda persona a que se le haga justicia; a que cuando pretenda algo de otra, esta pretensión sea atendida por un órgano jurisdiccional, a través de un proceso con unas garantías mínimas. Luis Guillterme Marinoni39 lo concibe como “el deber del estado de prestar la tutela jurisdiccional debida”. Ninguna de estas definiciones me parece acertada, precisa si se quiere, en definitiva estos autores se empeñan en dotar de algo más, a la tutela judicial efectiva en relación al derecho de acción, definiendo a la tutela judicial efectiva siempre en relación a la garantía del Debido Proceso, dando a entender de esta forma, a mi modo de ver las cosas, la idea de que el derecho a la tutela judicial efectiva solo se ve satisfecho con la dictación de una sentencia de contenido concreto, favorable a las pretensiones del justiciable. Entonces hay derecho a la tutela judicial efectiva cuando la sentencia reconoce el derecho material, pero ¿Qué ocurrirá en caso contrario? Por ello prefiero entender al derecho de acción o tutela judicial efectiva como; “ aquella institución del derecho procesal, cuyo valor trasciende en la totalidad del ordenamiento jurídico, desde el momento en que se eleva a la categoría de derecho fundamental, en virtud de la cual se otorga a toda persona, en cumplimiento de ciertos requisitos, el poder de acudir al órgano jurisdiccional, creando en él, la obligación de inexcusabilidad, en el sentido de emitir un pronunciamiento por medio de una resolución judicial según derecho, con independencia de su contenido”. OBJETO DEL DERECHO A LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA En relación al objeto del derecho a la tutela judicial efectiva, consiste simplemente en poner en movimiento la actividad jurisdiccional, para con ello prestar el amparo debido, frente a un eventual reconocimiento del derecho material invocado por el actor. TITULARIDAD DEL DERECHO FUNDAMENTAL A LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA ¿Cuáles son los requisitos para ser titular del derecho a la tutela judicial efectiva? Siguiendo al profesor Bordali40, serian dos los requisitos para ser efectivo titular del derecho a la 37 . SILGUERO ESTAGNAN JOAQUÍN, “La Tutela Jurisdiccional de los Intereses Colectivos através de la Legitimación de los Grupos”,op. Cit, p. 85. 38 GONZALÉZ PÉREZ JESÚS, “Derecho a la Tutela Jurisdiccional”, Civitas, Madrid, 2001, p .33. 39 GUILHERME MARINONI LUÍZ, “Derecho Fundamental a la Tutela Jurisdiccional Efectiva”, op. cit, p. 13. 21 tutela judicial efectiva; A) en primer lugar una exigencia de tipo subjetivo que dice relación con la capacidad procesal, vale decir serian titulares del derecho de acción o tutela judicial efectiva todos aquellos que tengan capacidad para ser parte en juicio, tanto las personas naturales (sean chilenas o extranjeras) como también las personas jurídicas (ya sean privadas o públicas), además de los grupos. ¿Qué ocurre con las personas que carecen de la debida capacidad procesal, como por ejemplo un menor de edad? Deberá subsanarse tal defecto a través de la debida representación, para este caso sus padres o quienes lo tengan a su cuidado. B) En segundo lugar destaca una exigencia de tipo objetivo, que supone afirmar la titularidad de un derecho subjetivo o interés legitimo necesitado de tutela, dicha necesidad de tutela deberá estar acogida por el ordenamiento jurídico, para que de esta forma los tribunales se vean en la obligación de abrir sus puertas y dictar una resolución judicial y, no meras expresiones de fastidio o desahogo. Además cabe agregar que la tutela pedida debe ser estrictamente necesaria, imprescindible o imposible de lograr extrajudicialmente. Quiero recalcar, que para cumplir con este segundo requisito, solo se exige el hecho de afirmar ser titular de un derecho, sin necesidad de realmente serlo, lo que se descubrirá al final del proceso, cuando el tribunal dicte una sentencia sobre el fondo del asunto ventilado, basta con que una persona crea tener derecho a algo para acudir al poder judicial. Analizados los requisitos para ser efectivo titular de este derecho fundamental de índole procesal, desde mi punto de ver las cosas, si bien estamos frente a un valor supremo necesario para la vida de nuestro Estado de Derecho, creo que no es un derecho que se tiene por el hecho de ser persona, sino por el hecho de pertenecer a una comunidad jurídica y ostentar la calidad de sujeto de derecho, por lo cual no seria un principio perteneciente al conjunto de directrices que conforman el “derecho natural”, sino que una institución procesal que nace a la vida, desde el momento en que el Estado asume el monopolio de la jurisdicción y se reconoce por el derecho positivo. No se trata de algo inherente al ser humano, por el solo hecho de ser persona, no me es posible necesariamente presentar una demanda, por mi propia cuenta, ante un tribunal. Sin embargo no quiero bajarle el perfil y la importancia que se merece esta garantía, la cual permite dar vida a todos los demás derechos fundamentales reconocidos por nuestra carta fundamental, sin la cual se transformarían simplemente “en bonitas expresiones de cariño y buena intención”. CONTENIDO ESENCIAL DE LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA En relación al contenido esencial del derecho a la tutela judicial efectiva, soy de la postura de ver en esta garantía dos elementos integrantes; A) el acceso a los tribunales de justicia y B) la obtención de parte del órgano jurisdiccional de una resolución judicial conforme a derecho, ya sea meramente procesal o de fondo. Solo en estas dos partes se bifurcaría el presente derecho 40 BORDALÍ SALAMANCA ANDRÉS, “Derecho Fundamental de Acción: Un Intento de Configuración en el Orden Constitucional Chileno”, op. cit, p. 84-93. 22 fundamental, de forma tal que el hecho de entender que habría otros eventuales componentes de la tutela judicial efectiva, generaría una confusión e invasión del contenido de la garantía del Debido Proceso, tema que desarrollare en páginas siguientes. A) Derecho de acceso a la jurisdicción Supone la facultad para promover, incoar y hacerse parte en un proceso judicial, lo que podría traducirse en la formula “derecho a la jurisdicción”. Sin embargo en la práctica jurídica de muchos países, se generan diversos impedimentos, que restringen de alguna forma este derecho de acceso, de naturaleza económica, cultural, incluso hasta institucional. Por lo cual, es deber del Estado en su conjunto, no solo del poder legislativo, generar la técnica procesal mas adecuada para brindar un efectivo acceso a la jurisdicción, sin perjuicio de que nuestra constitución, al no brindar un desarrollo de esta garantía, deja entregada dicha tarea a la ley. Este es cronológicamente, el primer elemento para que exista la tutela judicial efectiva, pero coincidentemente es el más importante. B) Derecho a obtener una resolución judicial conforme a derecho Desde una lógica jurídica una vez concretado el acceso a la jurisdicción, el siguiente paso para agotar el contenido del derecho a la tutela judicial efectiva, será obtener un pronunciamiento del tribunal en virtud de una resolución judicial, resolución de contenido abstracto, que podrá ser favorable o no a las pretensiones del justiciable, con lo cual el derecho a la tutela judicial efectiva, no se vera vulnerado con una sentencia, que no le concede al litigante el resultado que esperaba. Además es necesario señalar, que cuando no se cumplen los requisitos procesales mínimos, la resolución será de carácter meramente procesal y no sobre el merito, pero de todas formas se constituye en una resolución judicial conforme a derecho, con lo cual el derecho de acción se ve satisfecho de todas formas. CARACTERISTICAS DEL DERECHO FUNDAMENTAL A LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA Se trata de un derecho de contenido procesal, pero que resulta ser anterior al proceso mismo, por lo cual no nace con el proceso sino por el contrario precede a este. Su reconocimiento trasciende del nivel legal y se posiciona a nivel constitucional, configurándose como un derecho fundamental tanto al interior del sistema jurídico, como a nivel de comunidad internacional. A pesar de su característica anterior, se constituye en un derecho de configuración legal, toda vez que el constituyente entrega su desarrollo al legislador. Es un derecho de carácter autónomo, distinto del derecho material cuya protección se exige, por tanto existe con independencia de si el actor tiene o no fundamento en su pretensión. 23 Es un derecho de carácter abstracto, que no demanda un contenido concreto en relación a la tutela judicial solicitada, la cual podrá efectivamente reconocerse o no. Es un derecho de naturaleza positiva ya que consiste en exigir una prestación del Estado. Finalmente en un plano teórico se hace necesario diferenciar el derecho de acción o tutela judicial efectiva con el concepto de pretensión, a pesar que en la dinámica procesal ambos conceptos confluyan. A) En primer lugar, la acción es un derecho fundamental que se concreta en una pretensión, en cambio la pretensión es simplemente una declaración de voluntad. B) El derecho de acción es anterior al proceso mismo, en cambio la pretensión es consustancial a este, imprime su ser durante todo el proceso y no solo en su inicio. C) en cuanto al sujeto pasivo, el derecho a la tutela judicial efectiva se dirige contra el Estado, por el contrario la pretensión se dirige contra el demandado. D) la acción tiene un carácter unitario, vale decir como derecho fundamental existe un único derecho de acción, en cambio la pretensión admite pluralidad y de acuerdo con la pretensión que se deduzca, nacerán distintos tipos de proceso. E) en relación a su objeto, el derecho a la tutela judicial efectiva tiene por finalidad poner en marcha la actividad jurisdiccional, en cambio la pretensión como declaración de voluntad tiene por objeto la satisfacción de una necesidad particular. F) finalmente la eficacia y existencia del derecho de acción, no depende de su fundamentación, por gozar de un carácter abstracto basta con que el justiciable crea o sienta que tiene derecho a algo, la pretensión por el contrario solo se reconocerá si es debidamente fundada, apuntando entonces a un contenido de carácter concreto. 2. EL DEBIDO PROCESO COMO DERECHO FUNDAMENTAL La institución del Debido Proceso fue una conquista de la Revolución Francesa, en contra de los jueces corruptos que aplicaban la voluntad del rey y no de la justicia. En ese sentido, dentro del moderno estado de derecho, se entiende que todas las personas tienen igual derecho al acceso a la justicia. En vista de que el Estado, por vía del Poder Judicial toma para sí el control y la decisión respecto a conflictos que tengan que ver con la interpretación o violación de la ley y que de dichos conflictos, una persona pueda resultar sancionada o lesionada en sus intereses, se hace necesario que en un Estado de derecho, toda sentencia judicial deba basarse en un proceso previo legalmente tramitado, que garantice en igualdad de condiciones, las prerrogativas de todos los que actúen o tengan parte en el mismo. 24 Este principio jurídico procesal constituye un derecho fundamental, que dice relación con la actividad jurisdiccional necesaria y racional que debería efectuar el poder judicial, para lograr dar una respuesta adecuada a las pretensiones de los justiciables. Al institucionalizarse el proceso, se convierte en el único mecanismo idóneo que tienen a disposición los particulares, para lograr la efectividad de sus derechos en forma legitima. Antes de analizar detenidamente la acepción Debido Proceso como derecho fundamental, se hace necesario explicar que se debe entender simplemente por “proceso”. Es cierto y claro que en nuestro Estado de Derecho la actividad jurisdiccional se expresara solo a través del proceso, de manera que el proceso debe ser visto como aquella secuencia de actos y reglas exigidos por el sistema jurídico, para el legitimo desarrollo procesal de la potestad jurisdiccional, con lo cual el proceso constituye por un parte una herramienta técnica que constriñe la labor del juez y por otra parte, respecto a los justiciables constituye un derecho fundamental configurado en la formula debido proceso, ambos puntos de vista resultan necesarios para lograr la tutela judicial efectiva de los derechos. En su sentido natural el vocablo proceso es comprendido como transcurso de tiempo, desarrollo o marcha de una cosa. En su sentido jurídico, no obstante el uso permanente, el diario convivir con el mismo y el estudio de maestros y eximios juristas, su significación cada día se aleja mas para enmarcarla con una precisión científica 41. En términos generales podemos comprender jurídicamente al proceso “como una secuencia de actos que se desenvuelven progresivamente, con el objeto de resolver mediante un juicio de la autoridad el conflicto sometido a su decisión”42. En la actualidad el proceso se configura como un dialogo de carácter triangular, entre el juez y las partes, evidenciando una clara relación entre personas, en posiciones de igualdad, compartiendo derechos y deberes en forma reciproca, el juez es ahora un funcionario publico responsable también frente a las partes, las cuales son titulares de derechos reconocidos en la Carta Suprema, derechos que se configuran en la formula “debido proceso”, garantía que hoy da paso a un Estado de Derecho inmerso en un sistema democrático respetuoso de los derechos de las personas, abandonando de esta forma la idea de un juez “autoridad soberana” frente a meros súbditos, no dignos de defenderse por su propia cuenta, idea que era propia de un sistema inquisitivo. Los primeros antecedentes históricos que se tienen del Debido Proceso se dan en el “common law” inglés, saliendo a la luz en el mundo del derecho en la Carta Magna del Rey Juan en el año 1215, por la cual se comprometió con los nobles ingleses, a respetar sus fueros e inmunidades y a no disponer su muerte, prisión y confiscación de sus bienes, mientras dichos nobles no fuesen juzgados por sus iguales, mas tarde sigue siendo reconocida esta garantía en diversos cuerpos normativos del Derecho Anglosajón, hasta llegar a nuestros días con un amplio margen de reconocimiento en el derecho positivo de los Estados. 41 42 VVAA, “Debido Proceso”, Editorial Rubinzal Culzoni, Buenos Aires, 2003, p.260. EDUARDO COUTUTE, “Fundamentos del Derecho Procesal Civil”, Op Cit, p. 122. 25 En nuestro país es posible afirmar con toda seguridad el reconocimiento a nivel constitucional del Debido Proceso, si bien no se utiliza la expresión “Debido Proceso” en forma propiamente tal, se prefirió por nuestro constituyente utilizar la expresión “racional y justo procedimiento”43. Es el artículo 19 N° 3 de nuestra Constitución el que se encarga de enumerar una serie de garantías de contenido procesal que dirán relación con el Debido Proceso, la norma establece lo siguiente: Articulo 19 nº 3: La Constitución asegura a todas las personas “la igual protección de la ley en el ejercicio de sus derechos. Toda persona tiene derecho a defensa jurídica en la forma en que la ley señale y ninguna autoridad o individuo podrá impedir, restringir o perturbar la debida intervención del letrado, si hubiese sido requerida. Tratándose de los integrantes de las fuerzas armadas y de orden y seguridad pública, este derecho se regirá, en lo concerniente a lo administrativo y disciplinario, por las normas pertinentes de sus respectivos estatutos. La ley arbitrará los medios para otorgar asesoramiento y defensa jurídica a quienes no puedan procurárselos por sí mismos. Nadie puede ser juzgado por comisiones especiales, sino por el tribunal que señale la ley y que se halle establecido con anterioridad por esta. Toda sentencia de un órgano que ejerza jurisdicción debe fundarse en un proceso previo legalmente tramitado. Corresponderá al legislador establecer siempre las garantías de un racional y justo procedimiento. La ley no podrá presumir de derecho la responsabilidad penal. Ningún delito se castigará con otra pena que la ley señale de acuerdo a una ley promulgada con anterioridad a su perpetración, a menos que una nueva favorezca al afectado. Ninguna ley podrá establecer penas sin que la conducta que se sanciona esté expresamente descrita en ella”. Entonces este artículo de nuestra carta fundamental agrupa un conjunto de garantías de naturaleza procesal que serían las siguientes: a. En primer lugar el derecho a la defensa. b. Legalidad del tribunal. c. Legalidad del juzgamiento. d. Exclusión de presunciones de derecho en materia penal. e. Irretroactividad de la ley en materia penal. f. Finalmente el principio de tipicidad. Es así como este conjunto de garantías formarían parte del contenido de un Debido Proceso. Ahora sin embargo como se puede ver, en ninguna parte de la norma se habla de debido proceso en forma propiamente tal, se prefiere utilizar por el constituyente la expresión “racional y justo procedimiento”, dejando a la ley el desarrollo del cause procedimental que estime mas idóneo, sin imponer nuestra Constitución un procedimiento determinado, además sin intención de enumerar los elementos que vendrían a integrar el Debido Proceso, para con ello evitar el peligro de omitir algunos. 43 Diferente es el caso de la constitución Peruana, la cual utiliza expresamente la voz Debido Proceso en su artículo cinco “El debido proceso radica en la observancia de las garantías que la constitución, las leyes de la República y los tratados de los que el Perú es parte consagran para acceder a un pronunciamiento justo, legal y debidamente motivado. Toda persona tiene derecho a exigir que las decisiones tomadas por las autoridades jurisdiccionales, de gobierno o administrativas del Poder Judicial deban inspirarse en fines reputados como lícitos o no prohibidos por el ordenamiento jurídico nacional, y a la vez, llevarse a cabo mediante los medios considerados como constitucionalmente adecuados o proporcionales”. 26 La expresión que utiliza el inciso 5° del número 3 del artículo 19, puede ser comprendida como una exigencia de racionalidad, que deberá irradiar a todo proceso y en un orden lógico, desde la excitación del órgano jurisdiccional hasta la decisión que se pronuncia sobre el destino de la pretensión deducida44. En el fondo se debe abarcar el fenómeno procesal en toda su magnitud. Además en virtud del artículo 5° de nuestra Constitución es posible acudir al derecho internacional, donde esta garantía se encuentra recogida en múltiples documentos ratificados y que tienen plena vigencia en el país45: A) En primer lugar la declaración de derechos humanos de 1948, que a pesar de carecer de fuerza obligatoria en un sentido formal, tiene pleno valor moral que repercute en las instituciones jurídicas de la humanidad. Dicha declaración constriñe al respeto de un conjunto de derechos de índole procesal; Artículo 7°: “todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley. Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta declaración y contra toda provocación a tal discriminación”. Artículo 8°: “Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los tribunales nacionales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la constitución o por la ley”. Artículo 9°: “nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado”. Artículo 10°: “toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal” . Artículo 11.1: “toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa”. Artículo 11.2: “nadie será condenado por actos u omisiones que en ele momento de cometerse no fueron delictivos según en el derecho nacional o internacional. Tampoco se impondrá pena más grave que la aplicable en ele momento de la comisión del delito”. B) También tenemos la declaración americana de derechos y deberes del hombre, que en su disposición XXVI reconoce el derecho a un proceso regular, siendo el primer documento americano en reconocer la garantía del debido proceso; Artículo XXVI: “se presume que todo acusado es inocente, hasta que se pruebe que es culpable. Toda persona acusada de delito tiene derecho a ser oída en forma imparcial y pública, a ser juzgada por tribunales anteriormente establecidos de acuerdo con leyes pre existentes y a que no se le imponga penas crueles, infamantes o inusitadas”. 44 BORDALÍ SALAMANCA ANDRÉS, “Derecho Fundamental de Acción: Un Intento de Configuración en el Orden Constitucional Chileno”, op. cit, p. 100. 45 Normas Internacionales extraídas de la Tesis de grado; VVAA, “Estado de Derecho, Debido Proceso y Ministerio Publico”, Universidad Austral de Chile, 2001, p. 43-49. 27 C) También el pacto internacional de derechos civiles y políticos de 1966, instrumento internacional más importante en esta materia, que goza de poder vinculante para los estados signatarios; Artículo 14°: “todas las personas son iguales ante los tribunales y cortes de justicia. 1. Toda persona tendrá derecho a ser oída públicamente y con las debidas garantías, por un tribunal competente, independiente e imparcial, establecido por la ley, la substanciación de cualquier acusación de carácter penal formulada contra ella o para la determinación de sus derechos y obligaciones de carácter civil. 2. Toda persona acusada de un delito, tiene derecho a que se presuma su inocencia, mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley. 3. Durante el proceso, toda persona acusada de un delito tendrá derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas: a) A ser informada sin demora, en un idioma que comprenda y en forma detallada de la naturaleza y causas de la acusación formulada contra ella. c) A ser juzgada sin dilaciones indebidas. d) A-…- ser asistida por un defensor de su elección. g) A no ser obligada a declarar contra si misma, ni declararse culpable”. D) El pacto de San José de Costa Rica en su artículo 8° reconoce en forma clara un conjunto de garantías propias de un debido proceso, en forma muy similar al pacto internacional de derechos civiles y políticos. E) Finalmente, en la mayoría de los textos constitucionales de occidente existe un amplio reconocimiento de este derecho fundamental, incluyendo nuestra propia Carta Fundamental. CONCEPTO DE DEBIDO PROCESO No existe un concepto unívoco de esta garantía fundamental, en términos generales el debido proceso puede entenderse como un conjunto de garantías mínimas que deben otorgarse y respetarse a la persona que es parte en un proceso jurídico. En doctrina comparada se ha entendido, que en esencia es aquel proceso que reúne las garantías ineludibles para que la tutela jurisdiccional sea efectiva, empezando por la garantía del juez natural 46. También se ha definido como aquel derecho fundamental que garantiza al ciudadano, que su causa sea oída por un tribunal imparcial y a través de un proceso equitativo; derecho al proceso debido que agrupa y se desdobla en un haz de derechos filiales reconocidos a la vez todos ellos como derechos fundamentales, y que incluye entre otros principios y garantías el derecho a la defensa, el principio de igualdad de armas, el principio de contradicción, el principio de publicidad, el principio de aceleración procesal y de presunción de inocencia47. En chile el trabajo doctrinal y jurisprudencial en la configuración de esta garantía ha sido más bien somera, en general sucede así también con las demás garantías de naturaleza procesal, destaca aquí el concepto entregado por el profesor Andrés Bordalí; “El derecho a un debido proceso habrá de entenderse como una garantía consistente en que el legislador deberá regular 46 GONZALÉZ PEREZ JESÚS, “Derecho a la Tutela Jurisdiccional”, op. cit. p, 163. BANDRÉS S, JUAN MANUEL, “Derecho Fundamental al Proceso Debido y el Tribunal Constitucional”. Editorial Aranzadi. Pamplona, 1992, p.101. 47 28 la actuación jurisdiccional por medio de un proceso, lo que supone por definición enfrentar a dos partes parciales en términos de dualidad, contradicción e igualdad, frente a un tercero imparcial, como debe ser el juez estatal. A ello habrá de agregarse por el legislador unas garantías específicas que hacen de ese proceso un proceso justo o debido, como ocurre con el derecho a un juez ordinario predeterminado por la ley, el derecho de defensa, que incluye los actos de comunicación y derecho de audiencia, la asistencia letrada, la utilización de los medios de prueba, el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas, el derecho a un proceso público, el derecho a los recursos, el derecho a obtener una resolución motivada entre otros contenidos48 De las definiciones señaladas se puede concluir que la formula “debido proceso” opera como un principio general del derecho, compuesto a su vez por una serie de subprincipios que lo integran, cuya única finalidad es guiar la relación procesal, con el objeto de configurar un proceso racional y justo. Junto a ello se agrupan una serie de garantías mínimas, que en todo proceso judicial se deberían respetar, con independencia que se trate de un proceso de naturaleza penal, laboral, civil, por nombrar algunos. Este haz de garantías, serian entonces los elementos componentes que darían vida al contenido esencial, del derecho fundamental a un debido proceso. No es tarea fácil enumerar los elementos que vendrían a componer el Debido Proceso, ya que se corre el riesgo de omitir alguna garantía, sin la que este derecho fundamental dejaría de ser tal. Como lo destaca el profesor Bordali, siguiendo al profesor Cea, lo adecuado seria señalar que en un Debido Proceso se deberían contemplar entre otras garantías, la publicidad de los actos jurisdiccionales, el derecho a la acción, el oportuno conocimiento de ella por la parte contraria, el emplazamiento, la adecuada asesoría y defensa con abogados, la producción libre de pruebas conforme a la ley, el examen y objeción de la evidencia rendida, la bilateralidad de la audiencia, la facultad de interponer recursos para revisar las sentencias dictadas por tribunales inferiores, el pronunciamiento de los fallos dentro de los plazos legalmente previstos y la fundamentación de aquellos en el régimen jurídico vigente o, en su defecto, en los principios generales del derecho y la equidad natural49 En un atrevido ejercicio de enumeración, vengo en concluir como garantías mínimas de un debido proceso judicial las siguientes: El derecho a un juez imparcial, vale decir un juez desinteresado en el conflicto que se ventila, que aplique el derecho con independencia, no solo frente a las partes, sino también frente a otros poderes del Estado. Derecho a un juez ordinario predeterminado por la ley, vale decir que se encuentre establecido con anterioridad a los hechos que motivan el juicio por las normas jurídicas vigentes, invistiéndolo de jurisdicción y competencia para conocer del proceso en curso. 48 BORDALÍ SALAMANCA ANDRÉS, “El Recurso de Protección como Proceso de Urgencia”, en Revista Chilena de Derecho, Volumen 31, Nº 2, Año 2004, p. 273 49 CEA, Citado por BORDALÍ SALAMANCA ANDRÉS, “El Derecho Fundamental de Acción: Un intento de Configuración en el Orden Constitucional Chileno”, op. cit, p. 100. 29 Efectiva igualdad de las partes en el proceso. Para ello es necesario conceder a las partes de un proceso los mismos derechos, posibilidades y cargas, de tal forma que no se generen privilegios ni a favor ni en contra de alguna de ellas. Derecho a asistencia letrada, adecuada asesoría y defensa por un abogado. Realización efectiva del principio de contradicción, garantizando siempre a la contraria el derecho a defenderse. Conlleva también el derecho de las partes a ser oídas en todo el proceso, para que puedan alegar y demostrar su verdad. Brindar efectivas condiciones de publicidad en conformidad a lo estipulado por la ley, no solo en relación a los justiciables, sino también respecto de la sociedad, lo cual brinda una mayor transparencia en la labor jurisdiccional. Respeto efectivo del principio de inmediación50. Realización del principio de congruencia, el cual constriñe y limita el accionar del juez, a no pronunciarse más allá de lo solicitado por las partes. La debida motivación de las resoluciones judiciales que se dicten, estas deberán contar con la expresión del fundamento jurídico que las sustenta. Efectiva responsabilidad de los jueces, las partes y sus abogados por sus acciones en el proceso. El Derecho a recurrir, a presentar los recursos previstos por la ley frente a una resolución dictada por un tribunal inferior, que causa agravio o perjuicio a las partes. El derecho a la efectividad de las resoluciones judiciales que se dictan, sobre todo tratándose de la sentencia de termino, lo que exige la debida ejecución de la sentencia en aras de lograr que el fallo se cumpla y que el litigante vencedor sea repuesto en su derecho y compensado, si hubiere lugar a ello, por el daño ocasionado. Economía y celeridad procesal. La idea es que los actos procesales garanticen un ahorro de tiempo, gastos y esfuerzos, para lo cual se busca un proceso que sea llevado a cabo sin demora y dilaciones indebidas, respetando los plazos exigidos por el legislador. En el fondo nuestro constituyente dejo entregada la tarea de generar las debidas garantías de un proceso debido al legislador, sin imponer un tipo de procedimiento determinado a seguir y, de esta forma respetar la naturaleza de cada procedimiento judicial, la ley entonces es la encargada de efectuar el desarrollo de este derecho fundamental, aplicado a las exigencias propias de cada procedimiento. 50 Principio que es recogido expresamente por la ley 19.968 en su artículo 12°.- Inmediación. “Las audiencias y las diligencias de prueba se realizarán siempre con la presencia del juez, quedando prohibida, bajo sanción de nulidad, la delegación de funciones. El juez formará su convicción sobre la base de las alegaciones y pruebas que personalmente haya recibido y con las que se reciban conforme a lo dispuesto en el numeral 9) del artículo 61”. 30 Actualmente las reformas en el sistema judicial, principalmente en el área penal y de familia, han creado nuevas exigencias para lograr un proceso más efectivo, como lo son la oralidad, la desformalización, la libertad probatoria. Proceso de reforma que también pretende implementarse en un futuro no muy lejano en el procedimiento civil, exigencias que si bien a mi parecer, lograrían una mayor realización de la garantía del Debido Proceso en el área del derecho civil, no le quitan en el presente, el crédito de ser un proceso racional y justo, por el hecho de que en el sistema procesal actual “predomina” en mayor medida, el principio de escrituración y el sistema de prueba legal tazada. Pero sin embargo me atrevo a señalar que en todo procedimiento judicial, con independencia de su naturaleza, deberían respetarse las garantías mínimas señaladas anteriormente, para generar un racional y justo procedimiento. 3. RELACION ENTRE EL DERECHO A LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA Y EL DERECHO AL DEBIDO PROCESO Delineados ya los parámetros de ambas garantías fundamentales de contenido procesal, abordare la distinción existente entre ellas. Estos derechos fundamentales se encuentran reconocidos en nuestra Constitución en la misma disposición, pero a su ves en numerales distintos y en la practica jurídica operan de forma simultanea, primero opera el derecho a la tutela judicial efectiva, que permite a los particulares acceder a un tribunal de justicia, y en segundo lugar, se va a generar un proceso en donde estarán presentes un conjunto de garantías mínimas, para con ello obtener eventualmente la tutela de sus derechos e intereses legítimos, en virtud de una resolución judicial conforme a derecho. En esta parte de mi trabajo quisiera establecer y dejar sentada mi posición, en cuanto comprender, que nos encontramos frente a dos derechos distintos, a pesar de que comparten una misma naturaleza. El derecho fundamental a la tutela judicial efectiva no puede abarcar elementos que miren más allá del comúnmente llamado derecho de acción, como lo he señalado anteriormente ambos derechos son términos sinónimos y se limitan a comprender solo dos elementos formativos de su contenido esencial; acceso y respuesta judicial, agregando además que se trata de un derecho anterior al proceso debido y en ningún caso consustancial a este, siendo el debido proceso una garantía con un objeto distinto que dice relación con la “forma de actuación del tribunal”, con el “modo en que pronunciaran el derecho los órganos encargados de aplicar justicia” y además dueño de un conjunto de subprincipios que vendrían a conformar su contenido mínimo. En conclusión las grandes diferencias entre ambos derechos de naturaleza procesal, se van a dar en relación al objeto o finalidad de cada derecho y en cuanto a su contenido esencial. Ambas garantías se constituyen como una de las conquistas mas importantes y trascendentales que ha logrado la lucha por el respeto y pleno reconocimiento de los derechos fundamentales. Creo imprescindible por ende, reconocer una relación necesaria en cuanto a la existencia misma de este par de garantías, y esto porque si no se reconociera el derecho 31 fundamental de acción a los ciudadanos, no podría tener aplicación practica el derecho al debido proceso, ya que los tribunales permanecerían por siempre estáticos. Por otro lado, si solo se reconociera el simple derecho a un proceso cualquiera y no un proceso con pleno respeto de ciertas garantías mínimas, el derecho fundamental a la tutela judicial no podría ser acompañado de la debida efectividad que requiere para ser tal. Como se ha señalado en forma anterior el estudio doctrinal y jurisprudencial en nuestro país, resulta ser bastante mínimo en relación a delimitar estas garantías, destaca en esta sede el trabajo realizado por el profesor Andrés Bordali,51 sobre el cual me apoyare principalmente para llevar a cabo la presente distinción. El principal desarrollo entorno a la materia se ha generado en el derecho español, en primer lugar destaca su configuración bastante clara a nivel constitucional, sumando además el trabajo realizado a nivel de doctrina, como también a nivel de la jurisprudencia, emanada fundamentalmente del Tribunal Constitucional español, lo que a permitido una mejor configuración de estas garantías procesales fundamentales y que podrían influir directamente en la situación jurídica chilena, por pertenecer nuestro país a la misma tradición jurídica que España. En este extenso trabajo realizado por los juristas españoles, la gran mayoría a optado por extender el contenido del derecho a la tutela judicial efectiva a horizontes que serian propios de un debido proceso, se han empeñado en ver algo mas, todo ello según mi punto de vista por el hecho de entender que al tomar el tradicional derecho de acción y elevarlo a la categoría de derecho fundamental, bajo formula “tutela judicial efectiva”, se produciría un cierto estatus de esta ultima expresión por sobre el típico derecho de acción, que conllevaría otros elementos dignos de un derecho fundamental, que irían mas allá del acceso y la esperada respuesta judicial. Es mas, sucedería incluso en la opinión de autores, que señalan abiertamente su intención de distinguir el derecho a la tutela judicial efectiva y el derecho a un debido proceso, como es el caso de Vallespin Pérez quien manifiesta; “aún reconociéndose la intima conexión entre ambos derechos, lo mas acertado hubiese sido distinguir nítidamente entre el derecho a la tutela judicial efectiva, configurado como el derecho de acceso a los órganos jurisdiccionales para la obtención de una sentencia motivada y fundada en derecho, a ser posible sobre el fondo, que con todos los efectos de la cosa juzgada ponga fin al litigio, y en su caso, para su ejecución; y el derecho a un proceso con todas las garantías, en el que tendría cabida la protección de los demás derechos de incidencia procesal”52. En el fondo esta opinión no me parece del todo lógica, ya que este autor estaría integrando al contenido del derecho a la tutela judicial efectiva, elementos propios de un debido proceso, como serian la debida motivación de las resoluciones judiciales que se dictan y la efectiva ejecución de las resoluciones judiciales que se dictan, garantías necesarias para lograr la efectiva tutela de los derechos, pero que en mi parecer actúan al interior del proceso mismo, por tanto nuevamente se caería en la confusión, en relación al área de movimiento de uno y otro 51 En su articulo titulado “Derecho Fundamental de Acción: Un intento de Configuración en el Orden Constitucional Chileno”, también en su articulo titulado “El Recurso de Protección como Proceso de Urgencia". Así como también el trabajo realizado por el profesor Iván Hunter, el cual ha servido de apoyo para la realización de toda la presente tesis. 52 VALLESPIN PÉREZ DAVID, Citado por HUNTER AMPUERO IVÁN, “El Poder del Juez para Rechazar in limine la Demanda por Manifiesta falta de Fundamento”, op. cit. p. 154. 32 derecho fundamental y con ello no se lograría por cierto la finalidad de delimitar estos derechos, como el autor así lo plantea. En base a los textos estudiados, principalmente de dos autores, Jesús Pérez Gonzáles cuya obra se titula “derecho a la tutela jurisdiccional” y Luiz Guilherme Marinoni y su obra titulada “derecho fundamental a la tutela jurisdiccional efectiva”, que a la vez realizan un estudio de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Español, he podido concluir que para ellos y en la mayoría de los fallos emitidos por el Tribunal Constitucional de España, el derecho a la tutela judicial efectiva tendría un contenido mas amplio que el defendido en la presente tesis, en definitiva el contenido esencial del presente derecho abordaría los siguiente elementos: Primero un derecho de acceso a la jurisdicción. El derecho a obtener pronunciamiento de la jurisdicción en relación a la petición planteada, en base a una resolución conforme a derecho. La prohibición de indefensión. Derecho a efectiva ejecución de la sentencia dictada Deber de motivación o fundamentación de la sentencia dictada. Finalmente el derecho a los recursos que la ley permite. Entonces frente a la pregunta ¿Cuál es el real contenido del derecho a la tutela judicial efectiva? Se evidencia claramente un problema, porque al asumir una visión demasiado amplia en relación al contenido de la tutela judicial efectiva, se desbordaría su real y verdadero campo de acción frente a la garantía de un proceso debido, racional y justo. Se ha señalado anteriormente la postura que se asume en este trabajo, se defiende la idea de que el derecho a la tutela judicial efectiva termina ahí donde comienza el derecho al debido proceso, solo los dos primeros elementos enumerados conformarían el verdadero contenido del derecho a la tutela judicial efectiva. ¿Qué pasa con los demás elementos restantes? Todos ellos, la prohibición de indefensión, el derecho a la efectiva ejecución de la sentencia dictada, el deber de motivación o fundamentación de la sentencia dictada y finalmente el derecho a los recursos legalmente previstos, formarían parte del contenido que se exigiría para la existencia de un Debido Proceso, son un conjunto de garantías que actúan al interior del proceso mismo, teniendo en mente el orden cronológico que se genera entre el concepto de acción y proceso, por lo cual actúan en un plano aparte fuera del alcance del derecho de acción o tutela judicial efectiva. Simplemente como ya se ha dicho el derecho de acción tiene como único objetivo poner en movimiento a la jurisdicción, excitar la función del tribunal en virtud del debido acceso y la respuesta que se debe dar al justiciable, respuesta que solo exige que sea conforme a lo previsto por el derecho, pero cuya motivación fáctica y jurídica es ya una exigencia del derecho a un Debido Proceso. Por tanto todo lo demás que se pueda exigir como garantía mínima, se imprime en el campo de 33 movimiento del proceso mismo, garantías que sin lugar a dudas son absolutamente necesarias para lograr una adecuada y justa respuesta a los intereses de los ciudadanos por parte del tribunal. 34 CAPITULO III. RECHAZO IN LIMINE Y DERECHO A LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA. Analizados los limites del derecho a la tutela judicial efectiva en el capitulo anterior, podemos ahora abordar el tema central del presente trabajo, para de esta forma lograr efectuar una comparación entre la institución del rechazo liminar de una demanda y el derecho fundamental, constitucionalmente reconocido a la tutela judicial efectiva. La primera barrera que debe sortear un proyecto de ley para nacer a la vida del derecho, es analizar, si alguna de sus normas es contraria a las disposiciones consagradas en la Carta Fundamental, de esta manera logar prevenir alguna eventual incompatibilidad con el régimen de derechos fundamentales actualmente vigentes. Sobre el particular no se genera consenso en la doctrina, por un lado hay diversos autores que apoyan una tesis contraria y entienden que la institución del rechazo liminar es inconstitucional por pugnar con el derecho a la tutela judicial efectiva, entre los más importantes destacan: En primer lugar De La Torre Ruiz53, quien postula que es inconstitucional el poder reconocido al juez para rechazar in limine la demanda por afectar el derecho del actor a la tutela judicial efectiva, porque tal derecho corresponde tanto a los titulares efectivos y reales de los derechos subjetivos como aquellos que dicen ostentarlos. Montero Aroca, postula que el derecho a la tutela judicial efectiva supone en primer lugar, la admisión de la demanda por parte del órgano jurisdiccional, siendo su rechazo in limine entonces una clara negación al derecho a la tutela judicial efectiva54. Ortells Manuel, señala que la disposición que permite al juez rechazar in limine la demanda por manifiesta falta de fundamento, técnicamente niega la entrada en el proceso con base en el pronostico de que la pretensión que se interpone no será considerada fundada, aunque alcanzan esta conclusión prescindiendo, precisamente, de las alegaciones, de las pruebas y de la contradicción a los que, generalmente, el ordenamiento somete la verificación del fundamento de las pretensiones. Si la racionalidad de este criterio de admisión es cuestionable cuando influye en la admisión de un recurso, en mayor medida debe serlo cuando incide en la toma en consideración de una petición inicial de tutela judicial55. Desglosando los argumentos postulados por este sector doctrinal, vengo en rebatirlos de la siguiente manera: • Primero como se dijo en el capitulo anterior, el derecho a la tutela judicial efectiva correspondería tanto a los titulares legítimos y verdaderos del derecho material que se 53 DE LA TORRE RUIZ, Citado por HUNTER AMPUERO IVÁN, “El Poder del Juez para Rechazar in limine la Demanda por Manifiesta falta de Fundamento”, op. cit. p. 153. 54 MONTERO AROCA JUAN, Citado por HUNTER AMPUERO IVÁN, Ibídem. 55 ORTELLS RAMOS MANUEL, “Sobre el Anteproyecto de Código Procesal Civil Chileno 2006. Una Intervención Provocada”, Cuadernos de Extensión Jurídica U. de los andes, nº 16, 2009, p.55. 35 invoca al tribunal, como también al que no lo es realmente, basta solamente que se afirme ser titular de un derecho o interés legitimo, pero como lo señala el profesor Jorge Peyrano eso no obsta para entender que el derecho a la tutela judicial efectiva gozaría de un carácter absoluto, de manera que el ordenamiento no podría establecer limite alguno a la interposición de una demanda, lo que traería consecuencias negativas y solo contribuiría a atochar el sistema jurídico, “el derecho de acción es un derecho de acudir a los tribunales , a ser oído en los estrados judiciales; pero no un derecho a la sustanciación integra, completa y acabada del juicio promovido” “siendo brutalmente franco, podría afirmarse que en esencia el derecho a la tutela judicial efectiva o derecho de acción es aquel en cuyo merito cualquier persona puede demandar a cualquier otra por cualquier concepto y cualquiera fuere la cuota de razón que la asista, lo cual supondría un derecho brutalmente absoluto que justificaría legitimar por ejemplo una demanda con objeto imposible, con objeto ilícito o incluso inhábil, vale decir que no se ajusta a las reglas de la competencia”56. En consecuencia el derecho a la obtención de una respuesta judicial sobre el fondo de la pretensión, como elemento fundante del derecho a la tutela judicial efectiva, se satisface también, debidamente, con una resolución de in admisión, siempre que tenga como gran fundamento una causal establecida expresamente en la ley. • En segundo lugar, el principal elemento que compone el derecho a la tutela judicial efectiva, es el acceso a la jurisdicción, dicho acceso dice relación con la admisión de la demanda presentada por el actor, pero no necesariamente se traduce en admitir a tramitación una demanda, al rechazar in limine el juez se ha dado previamente el tiempo en analizar la demanda, el fundamento de su pretensión y con ello llega a la conclusión de que resulta evidente, que se trataría de una acción destinada en forma absoluta a la esterilidad, lo que expresara en una resolución judicial conforme a derecho, siendo la ley misma la que le permite adoptar esta actitud, siguiendo al profesor Iván Hunter “ el poder del juez de que venimos hablando, no debería pugnar en su contenido con el derecho de acción, puesto que el juez decide y atiende efectivamente la pretensión del ciudadano, mediante una sentencia motivada en derecho. En otras palabras, el ciudadano promueve una actuación jurisdiccional que desemboca en una determinada, precisa y fundada decisión judicial, en consecuencia, ve satisfecho íntegramente su derecho a la tutela judicial. No hay un impedimento de acceso a los tribunales de justicia. Por tanto el iter lógico del contenido del derecho a la tutela judicial efectiva se ve íntegramente cumplido cuando el juez rechaza in limine la demanda: en primer lugar, el ciudadano accede al tribunal mediante la interposición de una demanda, y constriñe automáticamente al tribunal a pronunciarse sobre la misma y; en segundo lugar, obtiene del órgano una respuesta a su pretensión motivada en Derecho. Otra cosa es que esa sentencia no sea favorable o que no venga antecedida del desarrollo completo del proceso” 57. 56 PEYRANO W. JORGE, “Jornadas Iberoamericanas de Derecho Procesal, Rechazo in limine de la Demanda”, p. 224-225. 57 HUNTER AMPUERO IVÁN, “El Poder del Juez para Rechazar in limine la Demanda por Manifiesta falta de Fundamento”, op. cit, p.155-156 36 • Finalmente a lo señalado por Manuel Ortells, se puede contra argumentar que la tutela judicial efectiva se satisface con el acceso a la jurisdicción, con el rechazo in limine de la demanda existe el tan anhelado acceso al tribunal, lo que no se genera es un proceso con tramite completo, en donde se permita al actor gozar de las garantías procesales mínimas exigidas por el derecho fundamental a un debido proceso, alegaciones, pruebas y en general el principio de contradicción, garantías que forman parte del contenido al debido proceso, pero no así de la tutela judicial efectiva, que como ya se ha señalado anteriormente se satisface con el acceso y la resolución conforme a derecho por parte del tribunal. Nuevamente siguiendo al profesor Iván Hunter la potestad en comento, no pugna realmente con el derecho a la tutela judicial efectiva, pero sí podría ser con la exigencia de un justo o debido proceso58. Seria en este estadio en donde se podría cuestionar la legitimidad de la potestad estudiada, sin embargo me adhiero a lo señalado por profesor Hunter,59 en cuanto a entender que nos encontramos frente a una medida de política legislativa que busca resguardad la calidad y eficiencia del sistema procesal, en relación a la duración y costos del procedimiento judicial, donde no se vería afectado el derecho a un debido proceso, tratándose de llevar a cabo la tramitación de una demanda manifiestamente inútil, innecesaria y carente de un fundamento plausible, que es posible de desestimar al inicio del juicio y de esta forma atender otras demandas o pretensiones que realmente si necesitan la tutela judicial del Estado, finalmente la sentencia de termino al finalizar el procedimiento llegaría a la misma conclusión, por lo cual esta institución vendría a configurar una suerte de tutela preventiva, que no haría mas que enriquecer, a mi parecer, la esencia misma del derecho fundamental al debido proceso, como principio general de directa aplicación en nuestro sistema jurídico, que tiene como uno de sus componentes esenciales el principio de economía y celeridad procesal, el cual pretende que los actos procesales garanticen un ahorro de tiempo, gastos y esfuerzos, para lo cual se busca un proceso que sea llevado a cabo sin demora y dilaciones indebidas, respetando los plazos exigidos por el legislador, principio que es coherente con el paso del tiempo que avanza hacia un sistema mas eficaz, desformalizado y descongestionado para dar mayor eficacia a la tutela judicial resaltando su carácter de efectiva. 58 59 Ídem, p. 154. Ídem, p. 157-158. 37 CONCLUSIONES GENERALES. La institución del rechazo in limine se constituye como una gran innovación en el sistema procesal chileno dentro del proceso de reforma a la normativa procesal civil, tiene como gran fundamento el principio de economía procesal, el cual busca la agilidad y mayor sencillez del procedimiento, así como también se busca acentuar el carácter publicista del proceso, dotando al juez de mayores facultades en la dirección del juicio. La formula rechazo in limine de una demanda supone la idea de que no se va a generar un procedimiento en toda su integridad y complitud para proceder a la desaprobación de la demanda, esta será desestimada en forma inicial por no cumplir los requisitos mínimos que exige la ley, en este caso en concreto su fundamentación resulta poco sana, lógica, loable, para abrir la discusión sobre la pretensión y ello se manifiesta de forma evidente. La institución del rechazo in limine se encuentra presente bajo diversas formas en nuestro sistema procesal actual, pero ninguna de ellas permite una facultad demasiado extrema como la reconocida por el PCPC en su artículo 18 nº 1, institución que vendría a generar un control material de las demandas presentadas por los ciudadanos en la etapa de admisibilidad. La institución del rechazo In limine necesariamente genera controversias en relación al derecho fundamental a la tutela judicial efectiva, sin embargo se puede concluir que existiendo como norma vigente en el sistema jurídico se trataría de un instrumento plenamente valido para lograr la eficacia del aparato procesal. El contenido del derecho a la tutela judicial efectiva se agota en el debido acceso a la jurisdicción y a obtener una respuesta conforme a derecho, con lo cual no presenta distancia alguna con el tradicionalmente conocido derecho fundamental de acción, todo lo demás que se quiera ver en ella pasaría a ser parte del campo de acción del derecho al Debido Proceso. Es claro que el juez al hacer uso de esta potestad impide la tramitación de un procedimiento con tramite completo, no dando paso fundamentalmente al principio de contradicción, sin embargo se defiende la idea de que se busca enriquecer el principio de economía procesal, el cual tiene tanta importancia como el primero para lograr una efectiva garantía del debido proceso. Se afirma en el presente trabajo la tesis de compatibilidad del rechazo in limine de la demanda por adolecer ella de manifiesta falta de fundamento, con el derecho a la tutela judicial efectiva constitucionalmente reconocido, como principal argumento se puede señalar que no estamos frente a una barrera al debido acceso a un tribunal de justicia, ya que de todos modos existirá una respuesta conforme a lo que el sistema jurídico establece. También se defiende la compatibilidad con el derecho a un debido proceso, siendo este el procedimiento legalmente reconocido frente a una pretensión evidentemente infundada, 38 caso en el cual el demandante no tiene derecho a que se tramite todo un proceso que inevitablemente tendrá como único resultado el rechazo de su pretensión en una sede final. Finalmente cabe señalar que resulta conveniente el ideal que trae consigo esta nueva propuesta en materia procesal civil, contenida en el PCPC para flexibilizar nuestro sistema actual y de esta manera distanciarnos de sistemas demasiado rígidos, que de apoco comienzan a quedar obsoletos, sin embargo en relación al rechazo in limine por manifiesta falta de fundamento, el articulo 18 nº 1 debería detallar con mayor precisión el concepto que permite el uso de esta facultad “manifiesta falta de fundamento” para con ello sortear las dificultades y malentendidos que se podrían llegar a generar a la hora de aplicar el precepto a un caso concreto por parte de nuestros jueces. 39 BIBLIOGRAFÍA. - ANDRES S, JUAN MANUEL. “Derecho Fundamental al Proceso Debido y el Tribunal Constitucional”. Editorial Aranzadi. 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