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EL FIDEICOMISO DE INVERSION Y ADMINISTRACION EN EL SECTOR AGROPECUARIO María Jimena Rodríguez Schettini Facultad de Derecho- Universidad de la República Año 2004 Indice Introducción…………………………………………………………………………….3 El Contrato de Fideicomiso…………………………………………………………...3 Clasificación del Contrato de Fideicomiso……………………..…………………3-4 Requisitos de Validez del Contrato de Fideicomiso……………………………..4-5 Las Modalidades de Fideicomiso………………………………………………….…5 El Fideicomiso de Inversión y de Administración……………………..…………5-8 Sujetos Intervinientes y el Rol que desempeñan………………………..……..9-12 Ventajas y Desventajas del Contrato de Fideicomiso………………………..12-17 Conclusiones…………………………………………………………………………18 EL FIDEICOMISO DE INVERSIÓN Y ADMINISTRACIÓN EN EL SECTOR AGROPECUARIO Introducción Este trabajo tiene como fin estudiar el instituto del fideicomiso de inversión y de administración, atendiendo a las necesidades que presenta el sector agropecuario, así como también el generar -a través de su aplicaciónfuturas y frecuentes relaciones entre sujetos de derecho con el objetivo de fomentar la seguridad jurídica, y el índice de inversiones en el mercado. Es así que el contrato de fideicomiso puede colaborar en esta tarea interminable de lograr una política económica eficaz y eficiente, incrementando el capital invertido en este sector. El legislador ha dado un giro importante al derogar de forma expresa el artículo 865 del Código Civil, el que determinaba la nulidad de todo fideicomiso, cualquiera sea la forma que revistiera. El fideicomiso es un negocio jurídico obligacional, que cumple una función instrumental. Mediante el fideicomiso se relacionan un conjunto de sujetos de derecho que tienen como meta obtener determinados resultados, regulados por el marco normativo exteriorizado por ellos mismos, y al cual se someten en un régimen de coordinación. Elaborar un contrato de fideicomiso es crear una norma que emana del ejercicio del poder normativo negocial del que son titulares los sujetos intervinientes. La fuente de validez es la ley 17.703 y sus decretos reglamentarios, asignándole a los creadores de derecho la capacidad para conducirse legalmente. El Contrato de Fideicomiso El contrato de fideicomiso supone la transferencia de un conjunto de bienes de una persona a favor de otra con el objeto de cumplir un fin dado. El fiduciante –titular de un patrimonio propio- transfiere sus bienes, conformándose así un patrimonio especial, denominado patrimonio fideicomitido, distinto del suyo. Este patrimonio es administrado por un fiduciario con el fin de beneficiar a un tercero. Una vez cumplido el plazo o la condición a la cual fue sometido el contrato de fideicomiso, el fiduciario transfiere los bienes que debió administrar, al fiduciante. Clasificación del Contrato de Fideicomiso1 El fiduciario es titular del poder de disposición de los bienes y el fiduciante por otra parte, puede reivindicar la cosa en caso de verificarse un incumplimiento. De lo expuesto corresponde sin lugar a dudas determinar si el contrato es unilateral o bilateral en relación a las obligaciones que emanan del mismo, y por tanto concluir si es oneroso o gratuito. El fiduciante está obligado a transferir el dominio, y como contraprestación el fiduciario se obliga a ejercerlo en la forma acordada, y en su caso a transferir nuevamente la propiedad al fiduciante una vez realizados los fines perseguidos, o transferirla a un tercero determinado por el fiduciante. Según lo expuesto estamos en presencia de un contrato bilateral ya que impone a ambas partes obligaciones recíprocas, y por ende oneroso, pues una clasificación supone la otra en atención a lo dispuesto por el artículo 1249 in fine del Código Civil. A su vez es conmutativo pues cada parte se obliga a dar o hacer alguna cosa que subjetivamente es apreciada como equivalente respecto de lo que la otra parte debe dar o hacer. Y por último corresponde indicar que el fideicomiso es un contrato principal, ya que el mismo subsiste sin necesidad de cualquier otra convención. El contrato de fideicomiso es nominado, a pesar de lo dispuesto en la ley 17.703, y típico. El citado cuerpo normativo regula conjuntamente con su decreto reglamentario su funcionamiento e instrumentación. Podemos distinguir claramente un error, de tipo quizás conceptual, en el que incurrió el legislador, al referirse en el artículo 2 al fideicomiso por acto entre vivos como un negocio jurídico innominado. Es nuestro cometido distinguir la aplicación de este instituto, -que si bien es reciente su aparición legal, el mismo existe desde antaño- en el campo de los contratos agrarios. Estos se distinguen de los regulados por el derecho civil o comercial, pues sus elementos de validez atienden a la actividad agraria como fenómeno social, y al medio rural, aunque muchas veces deba recurrirse al derecho común en aplicación del título preliminar del Código Civil. Es así que el fideicomiso aplicado al sector agrario se ve teñido en parte por la finalidad que persiguen los contratos agrarios en general.1 Requisitos de validez del Contrato de Fideicomiso2 Proseguiremos a hacer un análisis de los requisitos esenciales de validez de los contratos haciendo exclusiva referencia al contrato de fideicomiso. 1 Código Civil Uruguayo Cap. I, Sección I De los Contratos en General Dr. Fernández Reyes, Reflexiones acerca de los Contratos Innominados en Materia Agraria 2 Artículo 1261 del Código Civil Uruguayo 1 1- Consentimiento de partes La voluntad de las partes debe constar por escrito y por ello concluimos que estamos en presencia de un contrato solemne, como así lo dispone el artículo 2 de la ley 17.703. Caffera ha criticado esta disposición ya que la misma establece a renglón seguido requiriéndose escritura pública en los casos en que dicha solemnidad es exigida por la ley. No existe una ley que disponga de forma general en que casos corresponde otorgar el acto jurídico en estudio en escritura pública. El Código Civil hace referencia a la compraventa de inmuebles que necesariamente para ser válida, debe ser otorgada en el instrumento público de referencia, lo que no significa que todo acto que tenga por objeto material bienes inmuebles deba ser otorgado en escritura pública. A los efectos de obtener una mayor seguridad jurídica, se ha concluido que resulta de total conveniencia otorgar el contrato de fideicomiso en escritura pública cuando el patrimonio especial, o llamado también paralelo, transferido por el fiduciante, contenga un bien inmueble. 2- Capacidad legal de la parte que se obliga Al decir de Caffaro y Carnelli este requisito más que de validez es un elemento externo del contrato, como también lo es el poder normativo negocial, derecho potestativo del que son titulares las partes relacionadas en el contrato de fideicomiso. De todas formas proseguiremos nuestro estudio según el orden que nos indica el artículo 1261 del Código Civil en el capítulo de los Contratos en General. El fideicomiso puede ser constituido por acto entre vivos o por testamento. El fiduciario deberá tener capacidad para ejercer el comercio, esto es, 18 años de edad. Este contrato admite heterogeneidad de sujetos intervinientes, y los mismos podrán ser personas físicas como jurídicas, privadas o públicas, y a su vez éstas últimas adminten una subclasificación en no estatales y estatales. Dependiendo del sujeto de derecho interviniente serán las exigencias que deberá cumplir, para llevar adelante el fin que se persigue con la instrumentación del fideicomiso. Si el fideicomiso es testamentario, la capacidad del fiduciante será la dispuesta por el Código Civil para otorgar un testamento. Este cuerpo normativo exige tener 12 años si se es mujer y 14 años si se es varón. El fiduciario deberá al igual que en el fideicomiso por acto entre vivos, ser mayor de edad. 3- Un objeto lícito y suficientemente determinado que sirva de materia de la obligación. El fideicomiso puede ser constituído sobre bienes corporales e incorporales, presentes o futuros, e inclusive sobre una universalidad cuando de fideicomiso testamentario se trata. Sin duda que el objeto debe ser lícito, determinado o determinable para que el contrato sea válido. El fideicomiso de garantía podrá tener por objeto un inmueble rural por ejemplo, con la finalidad de saldar una deuda contraída por un préstamo por parte de un productor agropecuario. El objetivo primordial de su instrumentación será obtener un mejor y mayor resultado en la explotación agropecuaria. 4- Que sea lícita la causa inmediata de la obligación Con este punto reiteraremos un tema ya desarrollado en líneas anteriores, pero sin lugar a dudas conveniente a los efectos de determinar este requisito esencial de validez en el fideicomiso aplicado al campo de los agronegocios. Según el artículo 1287 del Código Civil la causa en los contratos onerosos es la ventaja o provecho que le procura la otra parte, mientras que si el contrato es gratuito, la misma consiste en la mera liberalidad del bienhechor. Resulta difícil conciliar la idea de una mera liberalidad por parte del fiduciante en este contrato que estamos estudiando. Sin embargo no sucede lo mismo al intentar concebirlo como contrato de naturaleza oneroso. El contrato de fideicomiso importa obligaciones para ambas partes. El fiduciante se obliga a transferir el dominio, y como contraprestación el fiduciario se obliga a ejercer el mismo en la forma acordada, y en su caso a transferir nuevamente la propiedad al fiduciante una vez realizados los fines perseguidos, o transferirla a un tercero determinado por el fiduciante. Por ende, si entendemos que el contrato es bilateral, en aplicación inmediata del artículo 1249 del Código Civil, también será oneroso, ya que una clasificación importa la otra, no así tratándose de negocios jurídicos gratuitos. Las modalidades de Fideicomiso El artículo 5 de la ley 17.703 establece que el fideicomiso puede adoptar dos modalidades: por acto entre vivos o por testamento. Por acto entre vivos el fideicomiso es título hábil para transferir el dominio fiduciario. En esta modalidad la transferencia de la propiedad al fiduciario requiere de la conjunción de dos negocios: el obligacional y el dispositivo. El fideicomiso testamentario podrá ser constituido por testamento abierto o cerrado, debiéndose respetar la normativa referente a este acto unilateral personalísimo, y la transferencia de los bienes o de la universalidad es por el modo sucesión. Corresponde detallar dos situaciones bien distintas. Si el fiduciario no es heredero, tendrá un derecho de crédito contra los herederos, a efectos de exigir de ellos la trasmisión de los bienes mediante el modo tradición. La otra situación plantea la hipótesis de un fiduciario heredero quien sucede de acuerdo a los principios generales. Cuando los bienes fideicomitidos constituyen una especie cierta y determinada, ingresarán directamente al patrimonio fiduciario una vez producida la apertura legal de la sucesión, por el modo sucesión. Nuestro interés es especificar las características del fideicomiso por acto entre vivos de inversión y de administración, pues son los tipos que mejor se adaptan a la esfera de los negocios agropecuarios. El Fideicomiso de Inversión y de Administración Pretendemos ahora desarrollar el fideicomiso de inversión y de administración, relacionándolos directamente con la empresa agraria, haciendo hincapié en la incidencia que pueden tener estas nuevas modalidades de contratación en la producción agrícola. En una primera instancia debemos preguntarnos si el fideicomiso es un contrato agrario, a lo que corresponde responder que no pues su regulación es propia del derecho civil. No obstante ello, si destinamos su finalidad a la persecución de un objetivo que guarde inmediata relación con el sector agropecuario, nos vamos a ver en la necesidad de recurrir a normas específicas y elaboraciones doctrinarias propias del Derecho Agrario. Los contratos agrarios son una categoría autónoma, que como tal, tiene elementos que los diferencian de los contratos comerciales o del derecho común. El Derecho Agrario como rama jurídica mixta, aplicada a los agronegocios, tutela la actividad agraria y el medio rural, ámbito que es determinado según lo dispone el artículo 286 del Código Rural por los límites que fijan los Gobiernos Departamentales de nuestro país, en ejercicio de la potestad conferida por la Ley de Centros Poblados número 10.723. Introduciéndonos en los tipos de fideicomiso, comenzaremos por analizar el contrato de fideicomiso de Administración. El Contrato de Fideicomiso de Administración Mediante el fideicomiso de Administración, el fiduciante transfiere al fiduciario determinados bienes para que éste realice operaciones de guarda, conservación y cobro de sus frutos, sean éstos civiles o naturales. Tales productos serán entregados a un tercero denominado beneficiario. Este tipo de fideicomiso es ideal tratándose de titulares menores de edad, que por un insuceso, adquieren una explotación agropecuaria por el modo sucesión. El tutor discernido para el ejecicio del cargo podrá previa solicitud de la venia judicial prescrita por el artículo 395 del Código Civil, constituir un fideicomiso. Consideramos que el fideicomiso en esta circunstancia evitaría la venta de la explotación agrícola que reporta ganancias para los menores, quedando su administración, en manos de un entendido en el sector agropecuario. El titular de los frutos del país o semovientes transfiere la propiedad al fiduciario de los bienes referidos a fin de que éste los alimente o cultive. Los frutos obtenidos del ejercicio de la actividad agraria, serán reportados al fiduciante o a un tercero beneficiario designado por aquel. El ejercicio de tal actividad importa según Gelsi Bidart1 una relación funcional que coordina la conservación de los recursos naturales renovables, (estando exluídos los no renovables), elementos que propulsan el proceso agrabiológico, y el desarrollo de la producción que requiere para su logro eficiente y eficaz, del conocimiento técnico de un profesional (el fiduciario), quien deberá tener una participación activa, y no ser un simple recolector de frutos. Desde el punto de vista dinámico esta relación es instrumental, y encierra una nota de aleatoriedad que va desde la función final no instrumental (la conservación de los recursos naturales) hasta la obtención de un beneficio económico (función netamente instrumental). Debemos tener presente que en la actividad agraria reinan factores que prescinden y van más allá de la voluntad humana, como ser los plazos dados por los ciclos biológicos, el ciclo hidrológico del agua, las pérdidas dadas por acontecimientos metereológicos, etc. El Contrato de Fideicomiso de Inversión El principal objetivo del fiduciante es encontrar un destino a sus bienes, que le reporte un rendimiento interesante. El fiduciante, quien puede o no ser productor agropecuario, encarga al fiduciario la adquisición de determinados bienes o la realización de determinadas mejoras u obras, las que son abonadas con los recursos transferidos para el cumplimiento de tal fin. Es conveniente que el fiduciario reciba directivas en el como y cuando emplear los referidos recursos. Dependerán los resultados de este tipo de fideicomiso del buen desempeño de las instrucciones dadas al fiduciario, las que perjudicarán o beneficiarán al fiduciante, o al tercero beneficiario en su caso. De todas formas habrá que estar a sí medió dolo o culpa por parte del fiduciario que lo vuelva responsable de lo actuado. Tratándose de un fiduciante no productor o empresario agrícola, la relación contractual deberá estar teñida de la característica inescindible del contrato de fideicomiso: la confianza que reposa en el fiduciante respecto del fiduciario, la profesionalidad y conocimiento técnico de éste último sujeto de la relación. En la situación planteada las instrucciones no serán del todo óptimas, o incluso será conveniente que el fiduciario no las disponga por ser ajeno al campo de la actividad agraria. El fin central en este tipo de fideicomiso es el encargo vinculado al desarrollo de una actividad agraria, -como ser el cultivo de determinadas plantas o el engorde de animales- y para lo cual es necesario invertir en mejoras de tipo comunes, según el destino de la explotación o de cultivo, para alcanzar el fin deseado, retribuyendo este engranaje de operaciones regulado por el contrato de fideicomiso mediante los frutos percibidos durante el ejercicio de esa actividad. Si el fideicomiso organiza una explotación ganadera, la persona del fiduciante encarga al fiduciario la compra de semovientes siendo las cabezas de ganado de propiedad del primero, al igual que sus crías. El fiduciante 1 Gelsi Bidart, La actividad Agraria, LJU Tomo 86 transfiere la propiedad, conformándose de este modo un patrimonio paralelo al suyo, el que se le denomina patrimonio fiduciario. En esta hipótesis se requiere de una única inversión que consiste en la compra de los animales, compra que podrá ser asesorada por el fiduciario por tener que ser éste, necesariamente un profesional en el tema, debiendo oficiar la diligencia media de un técnico, para así poder llevar adelante este tipo de fideicomiso, o en su defecto tener la idoneidad suficiente para seleccionar un profesional o técnico en el área. El ciclo de cría tendrá una duración de cuatro años, o menos, dependiendo del tipo de pasturas, durante el cual los animales serán dados en pastoreo (artículo 3 inciso 1 del decreto ley 14.384), los que deberán ser alimentados y cuidados en todos sus términos por el plazo del contrato, que no podrá superar los 30 años. Por ejemplo si se instrumenta un sistema de feed lot el plazo a estipularse será directamente proporcional a la cantidad de ración que corresponda por animal. Las ventas estarán documentadas por DICOSE, y la gestión deberá ser auditada por la persona de confianza del inversor que es el fiduciario. El proceso de producción asegura el retiro de los animales, los que serán vendidos en un local feria o frigorífico según lo estipulen las partes. El dinero obtenido de la venta incluirá los intereses generados durante el período que se llevó a cabo la inversión, los que capitalizarán con el nacimiento de animales, recuperándose la inversión al liquidarse totalmente el pool. El fiduciario recibirá una remuneración acorde a la relación existente entre cabezas de ganado y la unidad de superficie, o recibirá una cuota parte de los intereses generados durante el lapso de la inversión. El fiduciario podrá ser consignatario de ganado1, debiendo estar inscripto en el Registro Nacional de Consignatarios de Ganado que lleva la Cámara Nacional Mercantil de Productos del País. De esta forma, podría lograrse una colocación más rápida del ganado en el mercado. La propiedad de los animales deberá estar a su nombre, no siendo el certificado guía de propiedad una prueba iure et de iure de tal titularidad.2 Además deberá reunir los requisitos de admisibilidad dispuestos en la ley 16.064, esto es, ser mayor de edad, demostrar solvencia económica por encima de las 2.000 UR o garantía equivalente, y estar inscripto en DICOSE, DGI y BPS. Las caravanas serán un medio interno de individualización del animal, y así podrá el fiduciario llevar un control de la trazabilidad de los animales engordados. El personal a cargo del fiduciario en nada guardará relación con la persona del fiduciante, y los mismos deberán estar en un régimen de subordinación, quedando de este modo tutelados por el estatuto del trabajador, salvo las excepciones que este cuerpo normativo prevé. A nuestro modo de ver, el medio rural importa al igual que el destino del establecimiento en donde se afinquen los animales, no solo a los efectos del fideicomiso de inversión, sino también en todo lo referente a las demás relaciones jurídicas accesorias que este contrato genere. 1 Ley 16.064 Código Rural Uruguayo, art. 182 a 208 Decreto 700/ 973 Decreto ley 14.785 2 Los fideicomisos de administración contienen fondos de inversión, los que a su vez son manejados por la estipulación de común acuerdo, plasmada en un contrato de fideicomiso de inversión. Es así que estos dos tipos de fideicomisos, si bien guardan una autonomía jurídica, uno respecto del otro, ambos en su ejecución pueden interrelacionarse a fin de obtener un óptimo y mejor resultado. De todas formas el ejemplo citado es un modismo del tipo de fideicomiso de inversión. El mismo implica un desprendimiento de capital por parte del fiduciario, que deberá ser invertido en semovientes, y los mismos serán retribuidos a su persona no en especie, sino en dinero, que resultará de la venta de las cabezas de ganado y sus respectivas crias e intereses generados. Sujetos Intervinientes y el rol que desempeñan 1- FIDUCIANTE El fiduciante es el propietario de los bienes en una primera instancia, los que son transferidos al fiduciario, habiéndole encomendado previamente una o varias tareas a desempeñar para alcanzar un fin deseado. El fiduciante cumple una función formal que es transferir la propiedad, mientras que el fiduciario hace valer el lado material de este instrumento, pues tiene la propiedad (una vez operada la transferencia) no solo en referencia al título hábil que acredita la legitimidad de dicha titularidad, sino que ahora dispondrá sustancialmente de los bienes fideicomitidos. Al igual que el beneficiario, podrá hacer uso de la acción de responsabilidad, reclamando una indemnización por los daños y perjuicios ocasionados por el erróneo desempeño del fiduciario. El fiduciario en ningún momento podrá ser exonerado de presentar la correspondiente rendición de cuentas. Esta especie de inventario podrá ser exigida por el fiduciante en los tiempos que el contrato de fideicomiso así lo disponga. Los sucesores o beneficiarios del fiduciante podrán también reclamar la entera devolución de los bienes si éste fallece sin antes haber designado un fiduciario sustituto. En caso de haberse nombrado un sustituto, los bienes se trasladarán al designado en calidad de tal, no debiéndose entender esta transferencia como un pacto sobre sucesión futura. El plazo estipulado en vida del hoy causante no podrá superar los 30 años, o en su defecto podrá ponerse fin al contrato si se hubiere cumplido la condición resolutoria convenida por las partes. Debemos tener presente que si bien el fiduciario falleció, el no era titular del derecho de propiedad respecto del patrimonio fideicomitido, ya que éste guarda la naturaleza de autónomo, característica que más adelante se analizará con detenimiento. El fiduciario deberá abonar la justa remuneración al fiduciante, sin perjuicio de ello, el fiduciante podrá ejercer el derecho de renuncia al cargo en caso de incumplimiento de esta obligación por parte del fiduciario. El mismo principio rige tratándose del reembolso de gastos abonados por el fiduciario en beneficio del patrimonio fideicomitido. 2- FIDUCIARIO El fiduciario es el sujeto a quien el fiduciante le transfirió la propiedad de sus bienes. En el contrato de fideicomiso de administración como de inversión podrá serlo cualquier persona física como jurídica que sea mayor de edad y que no haya quebrado, debiendo de este modo tener capacidad para ejercer el comercio. Si quien es investido en la calidad de fiduciario reúne a su vez la calidad de profesional,1 esto es, que sea parte como fiduciario al menos en cinco contratos de fideicomiso en un año, deberá estar inscripto en el Registro Público de Profesionales Fiduciarios que lleva el Banco Central. El fiduciario deberá confeccionar un inventario a fin de determinar los bienes que le fueron transferidos, separando los suyos propios, así como también estará obligado a rendir cuentas en las condiciones y plazos en que se pactó el contrato. La ley nada dice respecto a como realizar la facción de inventario, pero la convocatoria de un perito tasador, así como la reunión de las cédulas catastrales respecto de los bienes inmuebles que integren el patrimonio fideicomitido, son una condición sine qua non que vigoriza la destreza y aptitud del fiduciario para desempeñar el cargo. Al finalizar el fideicomiso de administración o de inversión deberá transferir los bienes al fiduciante o a un beneficiario, quedando terminantemente prohibido que la persona del fiduciario coincida con la de éste último según el artículo 33 de la ley 17.703. El fiduciario deberá cumplir con determinadas obligaciones fiscales, de este modo podemos verificar que el fideicomiso de inversión importa también un cierto grado de administración necesario para que la finalidad no se frustre. El fiduciario deberá estar inscripto en el Registro Único de Contribuyentes y en el Banco de Previsión Social si actúa por ejemplo como empresa unipersonal, al igual que sus dependientes, debiendo presentar las declaraciones juradas que se le soliciten por parte de este ente, así como el pago de impuestos que graven el patrimonio transferido. No solamente será centro de imputación de obligaciones, sino que tendrá derecho a percibir una remuneración que estará estipulada en el contrato de fideicomiso, sea éste de administración o de inversión, y en su defecto hará uso del artículo 22 de la ley 17.703 que establece que en caso de no existir convención expresa, el fiduciario estará habilitado legalmente para descontar sus honorarios del beneficio que genere el fideicomiso, pudiendo cobrarse también los gastos extras en que incurrió para solventar, redimir, mejorar, reparar el patrimonio que le fue transferido, valiendo todo pacto en contrario. El fiduciario tiene la obligación de guardar reserva, lo que algunos autores han asimilado esta obligación al secreto profesional. La relación generada entre fiduciario y fiduciante está basada en la confianza que tiene éste con respecto a aquel, pero no por ello es intuito personae. Si fallece el fiduciario, los bienes fideicomitidos no son bajo ninguna circunstancia transferidos a sus herederos y/o legatarios, sino que aparecerá una nueva figura: el sustituto. Este sujeto de derecho -que puede ser una 1 Decreto 516/ 003, sección II, art. 6 Circular 1889 del BCU del 26/12/03 persona física como jurídica- es designado en el contrato de constitución de fideicomiso, o por acto posterior en coordinación con las disposiciones de la convención. A falta de estipulación expresa, aplicaremos al contrato de fideicomiso el artículo 22 de la ley 17.703 que prevé distintas circunstancias en una enumeración taxativa, en las que irremediablemente operará el instituto de la sustitución por vía legal. El fiduciario será sustituído en los siguientes casos: por fallecimiento, incapacidad, por la pérdida de alguna de las exigencias necesarias para ejercer el comercio, por quiebra, concurso, disolución o liquidación judicial, por remoción judicial en caso de incumplimiento de alguna de sus obligaciones a pedido del fiduciante o beneficiario, como también operará esta causal a instancia de los acreedores que representen más del 50% de los créditos, por renuncia cuando así lo permita el contrato de fideicomiso, y por la cancelación de la inscripción en el ente autónomo necesario Banco Central del Uruguay. 3- BENEFICIARIO El beneficiario no es parte en el contrato de fideicomiso, por tanto su aceptación no es requisito de perfeccionamiento de esta figura jurídica. La misma se perfecciona con la oferta y la posterior aceptación entre fiduciario y fiduciante. Para ser beneficiario la ley no especificó ninguna capacidad especial, por ello toda persona debidamente individualizada puede cumplir este rol, incluso podría llegar a serlo un concebido o alguien de quien se espera su concepción. De todas formas quien reciba el beneficio deberá reunir los requisitos que dispone el artículo 216 in fine del Código Civil, es decir, que la criatura haya nacido viable, esto es, de vida, y que haya vivido veinticuatro horas naturales, considerándola de este modo un individuo de la especie humana (artículo 21 del Código Civil). Con anterioridad al nacimiento del beneficiario nos encontramos ante un contrato de fideicomiso bajo condición suspensiva. El contrato será ineficaz pero válido (ya que reunió todos los requisitos del artículo 1261 del Código Civil), no desplegando entonces su efecto típico que es el nacimiento de las obligaciones. Los Dres. Hernández, Foti y Gutiérrez1 sostienen que la aceptación del beneficiario es requisito de perfeccionamiento del contrato. Estos autores expresan que el mismo puede no existir al momento del otorgamiento del contrato de fideicomiso, quedando bajo condición suspensiva, la que deberá verificarse, como así lo indica la ley, en el plazo de un año contado a partir del otorgamiento del contrato. Consideramos que el hecho de que el contrato esté condicionado al acaecimiento de un hecho incierto, como ser el nacimiento de la persona del beneficiario, no invalida el contrato. El contrato nació, y no es nulo, pues además no debemos olvidar el adagio no hay nulidad sin ley que la establezca. Al estar este negocio jurídico bajo condición suspensiva, implica justamente lo que su denominación nos está indicando: las obligaciones no nacerán hasta el cumplimiento de la condición. Estamos ante una figura jurídica congelada, pero como tal esta existe, y es válida por haberse perfeccionado. El 1 Hernández, Gianni y Foti. Fideicomiso. Aspectos legales, tributarios y contables. hecho de que los derechos del beneficiario emanen del contrato de fideicomiso no significa que el mismo deba aceptar las condiciones contractuales, so pena de nulidad de la figura jurídica. El Dr. Jorge Gamarra 2sostiene que estamos ante el instituto jurídico de la estipulación para otro del artículo 1256 del Código Civil. La aceptación del beneficiario es imprescindible a los efectos de poder exigir el cumplimiento de las obligaciones que emanan del fideicomiso con respecto a su persona, esto es, que se le transfiera la propiedad por así haberlo estipulado las partes, o que se lo beneficie con la entrega de los frutos que reportó el patrimonio fideicomitido. La estipulación para otro constituye una excepción al principio de la relatividad de los contratos en atención a lo dispuesto por el artículo 1292 del Código Civil. La figura del beneficiario como un tercero ajeno a la relación contractual no es imprescindible. Puede otorgarse un contrato de fideicomiso entre fiduciante y fiduciario. En esta hipótesis los beneficios son recabados por el fiduciante. En caso de que la figura convenida reporte un beneficio a un tercero (beneficiario) podrá revocarse este contrato cuantas veces se desee, y el límite inmediato para efectuar una nueva revocación será la aceptación por parte del beneficiario, primando así la teoría del conocimiento de los actos y negocios jurídicos. La ley 17.703 admite pluralidad de beneficiarios para que gocen de forma sucesiva o conjunta de su derecho personal y trasmisible producto de haber exteriorizado la aceptación. Esta ley también previó que en caso de faltar el beneficiario podrá nombrarse un sustituto. El beneficiario goza de determinadas prerrogativas, pudiendo ser oído, y equilibrar las desigualdades o dificultades que pudieren ocasionarse durante el funcionamiento del negocio jurídico. Podrá valerse de determinadas herramientas permitidas por la ley, tales como revisar los estados contables que está obligado el fiduciario a confeccionar con la frecuencia temporal que el contrato lo indique, exigirle al fiduciario el fiel cumplimiento de las obligaciones, como también solicitar vía judicial la sustitución del fiduciario. El beneficiario podrá ejercer si las circunstancias lo ameritan, las acciones de responsabilidad por haber aquel ocasionado daños y perjuicios por el mal desempeño de su cargo. Ventajas y Desventajas del Contrato de Fideicomiso Para determinar las ventajas y desventajas del fideicomiso resulta necesario analizar previamente la naturaleza de la propiedad fiduciaria. La propiedad fiduciaria 2 Gamarra, Jorge, Tratado de Derecho Civil Uruguayo, Tomo XV El artículo 1 de la ley 17.703 comienza estableciendo que El fideicomiso es el negocio jurídico por medio del cual se constituye la propiedad. Esta no es la primer vez que el legislador utiliza esta expresión para referirse al dominio. (Igual error ha cometido en la ley 16.871 que instrumenta los Registros Públicos dependientes de la unidad ejecutora Ministerio de Educación y Cultura). El dominio no se constituye, sino que se transfiere, modifica o extingue. Pero más allá de esta objeción, la propiedad fiduciaria es un conjunto de derechos de propiedad, u otros derechos reales o personales. El artículo 6 de la ley 17.703 nos indica que el patrimonio objeto de transferencia es de afectación. Se distingue del patrimonio del fiduciante, del fiduciario y del beneficiario, concibiéndoselo como un patrimonio autónomo, especial o paralelo en relación a los referidos. Oddo identifica el patrimonio con la persona humana. Para este autor es imposible desvincular el conjunto de bienes –sean éstos corporales y/o incorporales- de la personalidad . Sin embargo, otra parte de la doctrina se ha encargado de despedazar esa percepción e idea estructural que se tiene respecto del concepto de patrimonio, con la colaboración del legislador. La ley 17.703 refiere en su artículo 6 a un patrimonio de afectación, un patrimonio por destino que necesariamente estará compuesto por bienes porque la idea es cumplir el fin al cual está afectado. Este patrimonio autónomo vale por sí mismo, y está aislado de su titular, y hasta cumplirse un plazo o una condición resolutoria figurará como administrado por el fiduciario, a quien el fiduciante le transfirió su patrimonio original. De acuerdo a toda esta elaboración de derecho positivo en conjunción con justificaciones doctrinarias, este conjunto de derechos y obligaciones son independientes de la pesona humana, suspendidos unicamente gracias a la fuerza de gravedad, flotan sin identificarse con un titular. En el Derecho Romano el patrimonio admitía división y no estaba ligado de forma absoluta a la persona. Es más, existían tres tipos de personas: los sui juris que eran titulares de su patrimonio, los alieni juris quienes gozaban del peculio, y el pater familias que administraba, y podía disponer de los bienes si así lo deseaba. Distintas son las teorías que han prosperado a nivel doctrinario desde ese entonces. Se ha entendido mayoritariamente que el patrimonio es un conjunto de bienes de una persona, integrando una universalidad de derecho. El mismo emana de la personalidad, y su titular posee un poder absoluto, que se desliza más allá de las coordenadas espacio temporales, y por ende no tiene vida propia o autónoma. La doctrina clásica sostiene que donde no existe personalidad no existe patrimonio, y aunque no se posea bienes, igualmente hay un patrimonio porque la persona tiene capacidad de adquisición. El sistema alemán entiende que el patrimonio es una relación jurídica entre el sujeto y los objetos, y son los fines, y no la persona, los capaces de conglomerar a ese conjunto de derechos y obligaciones en una universalidad. Un ejemplo de ello es el patrimonio de una fundación. Su patrimonio está afectado al cumplimiento de un fin, totalmente desvinculado de los destinatarios. Otros autores han manifestado que la personalidad –a diferencia del axioma dado por la doctrina clásica- no es la razón de ser del patrimonio. La teoría del patrimonio-fin explica que para dar origen a un patrimonio es necesario que exista un interés, manteniéndose el sentido de la universalidad. Transferencia del Patrimonio Fideicomitido El fiduciante se obliga a transferir al fiduciario su patrimonio, y éste, como ya bien lo hemos mencionado, deberá una vez cumplido el fin para el cual se constituyó el fideicomiso, transferir el patrimonio de afectación al fiduciante. El título hábil obligacional es el contrato de fideicomiso, y el negocio dispositivo está dado por el modo tradición. Esa retroversión del dominio opera no como una restitución de las cosas a su estado original. La remuneración recibida por el fiduciario ha sido convenida y debe ser saldada, así como también la corroboración de los estados contables en conjunto con el inventario, instrumentos que conforman el contenido de las distintas rendiciones de cuentas que ha tenido que confeccionar el fiduciario. Queda de este modo exluída la idea de que en esta devolución patrimonial opere un pacto de retroventa, ya que falta el presupuesto fundamental que es que exista una compraventa entre fiduciario y fiduciante. Por otro lado podríamos afirmar que estamos ante un contrato de mutuo disenso en atención a lo dispuesto por el artículo 1294 del Código Civil, pero esta hipótesis tampoco es posible. En esta figura jurídica el nuevo contrato debe ser un espejo del contrato original: su contenido es el mismo pero a la inversa, lo que implicaría desmantelar el fin logrado con el fideicomiso, volviendo las cosas a su estado inicial, situación que resulta materialmente imposible. Ventajas Luego de haber analizado la naturaleza del patrimonio que encierra la ley 17.703, corresponde referirnos al tema planteado en un principio: las ventajas y desventajas que pueden incurrirse con la constitución de un fideicomiso de administración o de inversión en el sector agropecuario. Tanto en uno como en el otro tipo de fideicomiso los bienes todos del deudor ya no serían la garantía común de sus acreedores. He aquí la primer ventaja para quien transfirió su patrimonio a fin de lograr una mejor inversión en su emprendimiento agropecuario, o de que el fiduciario se lo administre para así lograr un resultado eficiente y eficaz de su producción. El artículo 7 de la ley 17.703 respecto del derecho de persecución de los acreedores indica que los bienes fideicomitidos quedarán exentos de la acción singular o colectiva de los acreedores del fiduciario. Unicamente estarán provistos de la acción, -previa justificación- por haberse constatado fraude a la ley. Tratándose de los acreedores del beneficiario, éstos podrán satisfacer el monto de su crédito cobrándose en los frutos que los bienes fideicomitidos generen. El fideicomiso, sea de inversión o de administración, permite que un conjunto de sujetos puedan ubicar sus capitales a fin de obtener beneficios resultantes de la oportunidad de inversión en el sector agropecuario. La unidad de capitales permite reunir una cifra mayor, pudiendo destinarla a un mismo marco de aplicación delimitado por el fideicomiso. La ventaja radica en que uniendo capitales se podrá acceder a mejores resultados, quizás inalcanzables si operan de forma individual. Las oportunidades aumentan en la medida en que se unifican esfuerzos y capital, pudiéndose obtener mejores líneas de crédito por parte de las instituciones crediticias, que verán garantidos sus préstamos de forma más contundente. El fideicomiso de administración como de inversión permite la conexión entre productores y no productores agrarios. Nuestro país ha vivido una severa crisis económica, al igual que la región, y existen capitales que no encuentran el mercado propicio para ser ubicados. Quienes tienen capitales no confían en la política económica, la que que sufrió un complejo desequilibrio por la crisis que vivió el país. Invertir en un plan instrumentado mediante un fideicomiso importa que el capital perdure a vista del inversor todo el ciclo de su producción. Este no se consume ni se extingue, sino que será destinado a su venta, a fin de obtener los frutos de toda esta puesta en marcha. En lo que a la materia tributaria refiere se trató de lograr un equilibrio en este campo, incentivando su aplicación. Si bien no está exonerado en su totalidad desde el punto de vista fiscal, su constitución presenta ventajas en la medida de no soportar cargas tributarias pesadas. Es necesario analizar si la transferencia de patrimonio que opera entre fiduciante y fiduciario es de carácter real u obligacional, o es un negocio con doble efecto jurídico. En la fiducia germana se fracciona el derecho de propiedad, y por ende el fiduciario se transforma en propietario formal o legal, en tanto el fiduciante conserva la propiedad material. En los sistemas que admiten la trasmisión abstracta es posible que el negocio fiduciario se constituya sobre la base de dos negocios, sistema que no es admitido por nuestro ordenamiento jurídico. La transferencia es de índole jurídica, y su puesta en marcha está dada por un acuerdo de voluntades (negocio obligacional). El fideicomiso como tal será sujeto pasivo del Impuesto a la Renta de la Industria y Comercio (IRIC) en la medida que desarrolle actividades comerciales consustanciadas con el capital y el trabajo destinado al mismo. El fiduciario es solidariamente responsable con el fiduciante si éste no opera con la debida diligencia en el cumplimiento de las obligaciones tributarias de sus antecesores. El artículo 19 del Código Tributario define al responsable como aquella persona que sin ser contribuyente, debe por disposición expresa de la ley, -en nuestro caso por el artículo 44 de la ley 17.703- cumplir con las obligaciones de pago y los deberes formales que corresponden a aquél sin perjuicio del derecho de repetición que podrá ejercer el fiduciante. Dicha responsabilidad se limita a los bienes que integren el fideicomiso de administración o de inversión, con la salvedad de que el fiduciario hubiere actuado con dolo, exonerando en este caso de responsabilidad al fiduciario, y debiendo aquel responder con sus bienes. Los productores agropecuarios tienen derecho a optar entre ser contribuyentes del Impuesto a las Rentas Agropecuarias (IRA), -en cuyo caso el Impuesto a la Enajenación de bienes Agropecuarios se deducirá del saldo del Impuesto a las Rentas Agropecuarias- o del Impuesto a la Enajenación de bienes Agropecuarios (IMEBA). Según el decreto 563/03 determinó –por vía reglamentaria, contradiciendo un texto ordenado que tiene el carácter y la fuerza de una leyque el fideicomiso está exonerado del Impuesto al Patrimonio. Con respecto al Impuesto al Valor Agregado (IVA), el fideicomiso será contribuyente del mismo ya que este impuesto indirecto grava las enajenaciones de bienes y prestaciones de servicios en territorio nacional, y las importaciones de bienes. En caso de que operen ventas, promesas de enajenación de inmuebles a plazo, sean típicas o atípicas, y sus cesiones, deberá abonarse el Impuesto a las Trasmisiones Patrimoniales (ITP) en el plazo de quince días corridos siguientes a su otorgamiento. Las compraventas en cumplimiento de un contrato de promesa que contribuyó con este impuesto al otorgarse la misma, estará exonerada por disposición expresa según lo dispone la ley 16.107 del 31 de marzo de 1990 en su artículo 7.2 Si el fideicomiso se constituyó en el exterior, careciendo de sucursales y/o agencias en el país, tendrá igual tratamiento tributario que los fideicomisos nacionales.1 Desventajas Del mismo modo que analizamos las oportunidades que le ofrece al inversor, ajeno o no al sector agropecuario, procuraremos identificar las desventajas en que puede incurrir quien participa en un fideicomiso. La unión de capitales de inversión aumenta el entusiasmo y fortifica el cumplimiento de la estrategia, la que se verá devastada con el acaecimiento de factores metereológicos, o enfermedades mortales que impliquen la destrucción del capital, sea por causa de la naturaleza o producto de la mano del hombre (como ocurrió en el año 2001 con la aparición de la aftosa, y la obligatoriedad de aplicar el rifle sanitario, y la prevención de su propagación). La ley 3.606 sobre sanidad animal establece que siendo la enfermedad mortal, los semovientes no serán indemnizados por parte del Estado. En relación a la aftosa, la ley 16.082 indica en su artículo 13 que los animales y bienes muebles que resulten destruídos serán indemnizados con dinero proveniente del Fondo Permanente de Indemnización, que tiene por fin el control, erradicación de la fiebre aftosa y de enfermedades exóticas. En caso de que este ente no pueda responder con las indemnizaciones en forma total, se recurrirá a Rentas Generales. Podríamos prever estos posibles acaecimientos, o al menos contrarestar sus consecuencias negativas. El seguro es un medio para equilibrar esta ecuación económica contractual dada por el fideicomiso. En el área de la 1 Hernández, Gianni, Foti. Fideicomiso. Aspectos legales, tributarios y contables Rippe, Siegbert. Sociedades Comerciales. Ley Nº 16.060 2 Esc. Cedrés, Elba,-Solari, Miguel. Impuesto a las Trasmisiones Patrimoniales forestación la ley 15.939 establece el seguro obligatorio tratándose de este tipo de explotación. Estos hechos van más allá de la figura del fideicomiso, esto es, podrían acaecer sin importar el tipo de inversión, y ocasionar igualmente los mismos daños. El hecho de actuar en el marco contractual de un fideicomiso, no implica que las partes estén eximidas de cumplir con los planes de conservación de aguas y suelos, así como la resolución que determine la forestación obligatoria en determinada área de la explotación. Estas son herramientas de que se valen las autoridades estatales que atienden a la protección de un interés público, en respeto directo por lo dispuesto en los artículos 47 y 230 de nuestra Carta, atendiendo a la estabilidad y a la renovación de los recursos naturales. Toda inversión importa un riesgo, y más aun si la misma se estructura en función de factores naturales. El fideicomiso podría volverse una amenaza para el fiduciario si el fiduciante no actuara con la debida cautela, incumpliendo sus obligaciones, y defraudando al fisco. Los bienes que responden ante tales incumplimientos son los que conforman el patrimonio fideicomitido. En esta hipótesis hay una clara ruptura fundada en la confianza entre fiduciante y fiduciario, y éstos con respecto al fisco. Conclusiones Los emprendimientos en el sector agropecuario son ejecutados por el sector privado, siendo la responsabilidad por el éxito o el fracaso del empresario. La política agropecuaria en términos generales plantea ser innovadora a fin de lograr mejores resultados para competir con los precios en el mercado internacional. Sin duda que debemos contrarestar las pautas de la competencia desleal, requiriendo de políticas a nivel de la comunidad internacional de anti dumping, tendientes a reducir las medidas arancelarias y no arancelarias permitiendo exportar en un régimen de igualdad de condiciones. En el marco nacional, se ha seguido una política tributaria reductiva respecto del factor tierra. Existen programas para el desarrollo y financiamiento de pequeños y medianos productores ganaderos, destinados a atender algunas zonas del país. Ha vuelto a ser atractivo invertir en el sector agropecuario, en especial se ha notado un índice creciente de capitales ajenos al sector. El aumento de la faena de ganado, es debido en parte a lo anteriormente citado. Las autoridades han mostrado preocupación al respecto: si la misma se efectúa en forma desmedida, producirá una carencia de novillos en relación a tiempos venideros. El fideicomiso es una herramienta más que conduce a la unificación y a la incorporación de nuevos capitales que estaban destinados a otros sectores en sus orígenes. Esta es una de las fortalezas más significativas que promueve este instituto jurídico, que redunda en forma positiva a nivel macro y microeconómico.