La escuela como sociedad http://www.educ.ar/educar/superior/biblioteca_digital/verdocbiblio1.jsp?url=S_B_P_PENSAR/MENDEL.HTML&Padre =#Goldszmidt El destacado psicoanalista francés Gérard Mendel, especialista en el estudio de las instituciones, autor de El Psicoanálisis revisitado y La sociedad no es una familia, entre otros, visita regularmente la Argentina invitado por diversos ámbitos académicos. En 1999 dictó un seminario de doctorado para la carrera de Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, basado en su reciente obra El acto es una aventura. Del sujeto metafísico al sujeto del actopoder. En esa oportunidad fue invitado a dar la conferencia de cierre del II Congreso Internacional de Educación, organizado por el Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación de la misma Facultad. Dicha conferencia estuvo centrada en la temática de la socialización en la escuela. ¿Cuál es su concepción acerca del acto? Dediqué cinco años de mi vida a desarrollar el análisis del acto, y ese trabajo quedó plasmado en mi último libro. El concepto de acto escapó siempre al análisis filosófico, interesado en el estudio de la acción, es decir, en la preparación para la puesta en marcha de un proyecto y en la posterior evaluación de dicha acción. De esta forma se alude al análisis del momento presente del hacer, es decir, al momento del acto propiamente dicho. Esto ha sido así porque el pensamiento filosófico nunca tomó en cuenta al acto como factor de socialización del sujeto. Yo considero, en cambio, que en el acto humano no sólo se pone en juego el pensamiento anticipador de lo que se llevará a cabo —la acción— sino también la interacción entre un sujeto capaz de creatividad y la realidad nunca completamente previsible. En otras palabras, en esa interacción que se da en el acto, y que marca el encuentro entre el sujeto y la realidad, ambos términos resultan modificados: el acto modifica la realidad y, al mismo tiempo, modifica al sujeto en su componente más vívido. A este fenómeno me refiero precisamente cuando hablo del actopoder en sus tres dimensiones: el poder que el acto humano tiene de transformar la realidad, el que el sujeto tiene o no sobre sus actos y sobre los efectos de los mismos en la realidad, y las consecuencias que el sujeto experimenta a nivel psicológico, según pueda o no apropiarse del poder sobre sus propios actos. ¿Cómo se relaciona esto con el proceso de socialización? Durante mucho tiempo la sociología y la psicología trataron el tema de la socialización sin reconocer el rol activo que tiene el sujeto en su propia socialización. Freud es quien admite por primera vez —abordando el tema desde la perspectiva de la identificación primaria a las figuras parentales— la intervención del sujeto en su propia socialización, si bien este es un sujeto fuertemente determinado por la herencia que transforma fantasmáticamente la realidad a partir La escuela como sociedad Page 1 of 3 de sus deseos y temores inconscientes. Será finalmente Winnicott quien advierta que el sujeto no sólo deforma fantasmáticamente la realidad sino que interviene activamente frente a ella, justamente por ser portador de esa ilusión creadora surgida en los procesos transicionales de la primera infancia. Nuestra relación con la realidad está marcada inicialmente por la ilusión creadora, luego mediatizada por el fantasma y, finalmente, establecida a partir de la confrontación entre sujeto y realidad a través del acto. Una vez admitido el hecho de que el sujeto participa de su propia socialización —primaria en el seno de la familia, secundaria en la escuela y en el resto de los espacios sociales por los que transita—, cabe todavía señalar que la socialización secundaria no es exclusivamente identificatoria, es decir, no depende únicamente de la identificación con los adultos. Afortunadamente —porque los modelos identificatorios adultos se han ido debilitando con la declinación del sistema patriarcal— existe también una socialización no identificatoria, que es la que se da horizontalmente, entre pares. Ésta supone, sin embargo, tres condiciones: una relación directa del sujeto con la realidad, la existencia de un marco social y su desarrollo dentro de pequeños espacios colectivos. ¿Existe, entonces, un vínculo entre el proceso de socialización no identificatoria en la escuela, la posibilidad de ejercicio del actopoder por parte de los actores institucionales y el Método de Expresión Colectiva de los Alumnos, creado por usted y el grupo Desgenettes de París? Efectivamente, el Método crea en la escuela un marco organizacional sumamente preciso, cuyas reglas de funcionamiento son garantizadas por el rol del regulador educacional; este rol forma parte del "marco social" del dispositivo y favorece el desarrollo de la socialización no identificatoria no sólo de los alumnos sino también de los docentes. Dentro de este marco social los alumnos reflexionan con sus compañeros de clase acerca de la realidad institucional que comparten. Al mismo tiempo, se ejercitan en aquellas conductas indicadoras de socialización como la escucha del otro, la tolerancia de las diferencias, la capacidad de argumentación y propuesta, etc. Luego de la reflexión y concertación grupal, los alumnos realizan la comunicación con su equipo docente. La comunicación de grupo a grupo es mediatizada por el regulador educacional (RE); los docentes reciben las inquietudes del grupo-clase y contestan a ellas a través del RE. Es así como los niños y adolescentes toman contacto con la realidad de la escuela, se sienten partícipes y responsables del proceso de aprendizaje junto con las otras categorías institucionales y aprenden a apropiarse del poder sobre sus actos y sobre los efectos de esos actos. El marco organizacional provisto por el dispositivo permite que se desarrolle un proceso similar en el equipo docente, que encuentra en aquél la posibilidad de La escuela como sociedad Page 2 of 3 conocer lo que piensa el grupo-clase, de fundamentar frente a los alumnos sus decisiones y de compartir con sus colegas preocupaciones, criterios y estrategias que hacen a su práctica profesional cotidiana. Por esta vía los docentes afianzan su identidad profesional y se reapropian de un poder sobre sus actos, que la organización del trabajo y las condiciones de ejercicio de la práctica contribuyen habitualmente a expropiarles. ¿Qué recepción ha tenido esta iniciativa en los docentes argentinos? En la Argentina —y en Latinoamérica en general— muchas veces se piensa que ciertos aspectos culturales pueden generar obstáculos insalvables para la aplicación del Método. En función de la experiencia realizada, yo no considero que sea así. Las dificultades que vemos en la Argentina están ligadas más bien a la precariedad de las condiciones laborales y salariales de los docentes, situación agravada por el hecho de tener que trabajar con un alumnado que presenta importantes déficit en su socialización y está terriblemente descreído respecto de su futuro. La conferencia que usted dio en el II Congreso Internacional de Educación comenzaba, desde el título, con el interrogante ¿la escuela es una sociedad aunque ella todavía no lo sabe? ¿Por qué eligió llamarla así? Desde la experiencia constatamos que la escuela todavía no se reconoce como espacio social y que no tiene, por lo tanto, suficiente conciencia de la importancia de su función socializadora. Esta función posibilita el proceso pedagógico, y además contribuye a la formación de ciudadanos comprometidos activamente en la vida democrática. Creemos que encuentros como el realizado en Buenos Aires ayudarán a crear esa conciencia, y esperamos encontrar, en el futuro, el apoyo oficial que permita la generalización de nuestro proyecto. La escuela como sociedad Page 3 of 3