La oposición política al franquismo. Acuerdo político del Congreso de Munich de 1962

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Documento 23
La oposición política al franquismo.
Acuerdo político del Congreso de Munich (1962)
El texto tiene un carácter netamente político. Es el acuerdo al que llega la oposición política al franquismo en
el Congreso celebrado en Munich los días 7 y 8 de junio en el marco del IV Congreso del Movimiento
Europeo.
Veamos el contexto histórico en el que se produce el texto. En el interior la contestación al régimen franquista
es fuerte .La liberalización económica y la apertura creciente al exterior implican una debilidad de la antigua
disciplina político−social. Durante la década de los sesenta, la agitación del mundo laboral se manifiesta de
nuevo de forma alarmante. En este tiempo histórico marcado por la huelga de la cuenca minera de Asturias,
políticos españoles se dan cita en la capital bávara para hablar de España y su futuro político.
Participaron en el Congreso 118 políticos españoles de todas las tendencias opositoras al régimen franquista,
tanto del interior como del exilio: monárquicos liberales, democristianos, socialistas, socialdemócratas,
nacionalistas vascos y catalanes; reunidos todos bajo la alta autoridad moral de Salvador de Madariaga que, al
concluir la reunión, afirmó: Hoy ha terminado la Guerra Civil. El texto corresponde a la resolución íntegra
que aprobaron.
En el transcurso del congreso, Rodolfo Llopis le pidió a Joaquín Satrústegui que transmitiera al Conde de
Barcelona −don Juan de Borbón− que "el PSOE tiene un compromiso con la República que mantendrá hasta
el final. Ahora bien, si la Corona logra establecer pacíficamente una verdadera democracia, a partir de este
momento el PSOE respaldará lealmente a la Monarquía."
La reunión de los opositores españoles alcanzó aún más repercusión porque produjo la represión política más
sonada de la oposición de centro y derecha durante todo el franquismo. De Contubernio de Munich habló el
diario falangista Arriba por aquellos días. Franco, encolerizado por el repentino activismo de grupos que hasta
entonces no habían ejercido más que una tímida oposición al régimen dentro de las fronteras españolas,
encarceló, deportó y exilió a los asistentes a medida que regresaban a España. La ofensiva que en España
organizó la prensa franquista contra el contubernio de Munich fue un escándalo nacional. Los falangistas
maniobraron para hacer daño a los juancarlistas. Para hacer frente a esta presión, el presidente del Consejo
Privado del Conde de Barcelona, José María Pemán, acompañado por el secretario Valdecasas, visitó al Rey,
que navegaba en su velero, y redactaron la siguiente nota: El Conde de Barcelona nada sabía de las reuniones
de Múnich hasta que después de ocurridas escuchó en alta mar las primeras noticias a través de la radio.
Nadie, naturalmente, ha llevado a tales reuniones ninguna representación de su Persona ni de sus ideas. Si
alguno de los asistentes formaba parte de su Consejo, ha quedado con este acto fuera de él. Esto suponía la
liquidación de José María Gil−Robles como miembro del Consejo Privado.
La reacción del Régimen contra los participantes causó fuertes críticas en el extranjero, sobre todo en el
Comunidad Económica Europea a la que España había solicitado la asociación pocos meses antes, solicitud
que quedó prácticamente sin posibilidades de avanzar a partir de entonces. Unas semanas más tarde, el 10 de
julio de 1962, liquidó, dentro de una crisis de Gobierno, al ministro de información Gabriel Arias−Salga, que
ocupaba este cargo desde 1951 y al que Franco hacía responsable de la histeria de la Prensa sobre Múnich. A
Gabriel Arias Salgado le sustituyó Manuel Fraga Iribarne que, cuatro años después, con su Ley de Prensa
abriría la crítica al Régimen y una cierta liberalización. El defensor máximo de la Regencia, que era la
fórmula de decir <no> a la restauración Borbónica, el general Agustín Muñoz Grandes, se convirtió en
vicepresidente del Gobierno. En 1963 el régimen creó el Tribunal de Orden Público para juzgar los delitos
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políticos, torturó detenidos en Asturias durante las huelgas y ejecutó al líder comunista Grimau.
El texto está formado por un articulado de cinco puntos. Corresponden al compromiso político al que llegan
los participantes. Acaba con una conclusión final de apuesta por la incorporación de España a Europa una vez
materializados los acuerdos firmados.
Se alude en el preámbulo a la Convención Europea de los Derechos del Hombre y a la Carta Social Europea.
En el artículo primero se defiende las instituciones representativas y democráticas. Se habla de la libertad de
expresión en el dos. Se reconoce en el tres las comunidades autónomas como hecho diferencial, los derechos
fundamentales de los trabajadores en el cuarto, y en el cinco la existencia de los partidos políticos.
En mi opinión en este breve pero sustancioso articulado se sientan las bases de la futura organización política
de España; en el se recogen los principios básicos de lo que es un autentico Estado democrático. El espíritu de
consenso que medio tras la muerte de Franco aparece ya esbozado en las últimas líneas cuando se habla de
prudencia política, de sinceridad por parte de todos o de renunciar a toda violencia activa o pasiva. Parece
marcar el texto el principio del fin de la era franquista.
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