Tercer Teatro - Odin Teatret Archives

Anuncio
Eugenio Barba, Teatro. Soledad, oficio y revuelta, Buenos Aires, Catálogos, 1997, pp.
203-205
TERCER TEATRO
En este texto Eugenio Barba formula la idea de un Tercer Teatro. La
marginalidad, el autodidactismo, la dimensión ética y existencial del oficio, la
nueva vocación social le parecen las características fundamentales de una
realidad teatral compuesta por grupos que no se vinculan ni al teatro
tradicional ni al teatro de vanguardia.
Escrito como documento interno para los participantes del Encuentro
Internacional de Investigación Teatral (que dirigía el propio Barba) en el
ámbito del Bitef/Teatro de las Naciones, Belgrado, 1976, el texto asumió
pronto el valor de un “manifiesto” convirtiéndose en un punto de referencia
clave para muchos grupos de Europa y América Latina.
Publicado por primera vez en “International Theatre Information”,
UNESCO, París 1976.
En muchos países del mundo existe un archipiélago teatral que se ha
formado en estos últimos años, más o menos ignorado, sobre el cual casi nadie
reflexiona y para el cual no se organizan festivales ni se escriben reseñas.
Parece constituir la extremidad anónima de los teatros reconocidos por el
mundo de la cultura: por una parte, el teatro institucional, protegido y
subvencionado por los valores culturales que parece transmitir, viva imagen de
una confrontación creativa con los textos de la cultura del pasado y del
presente - o versión “noble” de la industria del entretenimiento. Por otra, el
teatro de vanguardia, experimental, arduo o iconoclasta, teatro de cambios, a
la búsqueda de una nueva originalidad, defendido en nombre de la necesaria
superación de la tradición, abierto a las novedades que acontecen en las artes
y en la sociedad.
El Tercer Teatro vive en los márgenes, a menudo fuera o en la periferia
de los centros y de las capitales de la cultura. Es un teatro de personas que se
definen como actores, directores, gente de teatro, casi siempre sin haber
pasado por las escuelas tradicionales de formación o por el tradicional
aprendizaje teatral, y que, por tanto, ni siquiera son reconocidos como
profesionales.
Pero no son aficionados. Toda su jornada está marcada por la
experiencia teatral, a veces a través de lo que llamamos el training o a través
de espectáculos que deben luchar para encontrar su público. Según los
cánones tradicionales del teatro, el fenómeno puede parecer irrelevante. Sin
embargo, desde un punto de vista distinto, el Tercer Teatro hace pensar.
1
En toda Europa, en América del Sur, en América del Norte, en Australia,
en Japón, jóvenes se reúnen y forman grupos teatrales que se obstinan en
resistir, islas sin contacto entre sí.
Pero sólo pueden sobrevibir bajo dos condiciones: o bien consiguen
integrarse en las regiones de los teatros reconocidos, aceptando las leyes de la
oferta y la demanda teatrales, con los gustos de moda, con las preferencias de
las ideologías políticas o culturales, con la adecuación a los últimos resultados
aclamados; o bien consiguen individuar, mediante la fuerza de un trabajo
continuo, un espacio propio, distinto para cada uno, buscando lo esencial a lo
cual permanecer fieles, intentando constreñir a los otros a respetar esta
diversidad. Quizás es ahí, en el Tercer Teatro, donde nos es dado ver, más allá
de las motivaciones a posteriori, lo que constituye la materia viviente del
teatro, un sentido lejano que atrae al teatro nuevas energías, y que, a pesar
de todo, todavía lo hace estar vivo en nuestra sociedad.
En varias partes del mundo, hombres y mujeres experimentan el teatro
como un puente - siempre amenazado - entre la afirmación de las propias
necesidades personales y la exigencia de contagiar con ellas la realidad que los
rodea.
¿Por qué escoger precisamente el teatro como un factor de cambio
cuando somos conscientes de que son otros los factores que deciden la
realidad en que vivimos? ¿Se trata de una forma de ceguera? ¿De una mentira
vital?
Quizás para ellos “teatro” es lo que permite encontrar el propio modo de
estar presente - lo que los críticos llamarían “nuevas formas expresivas” buscando relaciones más humanas entre hombre y hombre, intentando realizar
una célula social en la que las intenciones, las aspiraciones, las necesidades
personales empiecen a transformarse en hechos.
Las divisiones abstractas que vienen confeccionadas e impuestas desde
lo alto - escuelas, estilos, líneas de tendencias distintas, las etiquetas que
ponen orden en los teatros reconocidos - no sirven aquí de nada. Lo que
cuenta no son los estilos o las tendencias expresivas. Lo que parece definir el
Tercer Teatro, lo que parece ser el común denominador entre grupos y
esperiencias tan distintas es una tensión difícilmente definible. Es como si
necesidades personales, a veces ni siquiera formulables - ideales, miedos,
múltiples impulsos que permanecerían turbios - quisieran transformarse en
trabajo mediante una actitud que externamente es justificada como un
imperativo ético, no sólo limitado a la profesión, sino extendido a la totalidad
de la vida cotidiana. ¿Elección irrisoria? Pero quienes la hacen pagan el precio
en primera persona.
No se puede soñar sólo el futuro, esperando un cambio total que parece
alejarse a cada paso que damos, y que, entretanto, autoriza todas las
coartadas, las componendas, la impotencia de la espera. Uno desea que en
seguida se forme una nueva célula, pero no desea aislarse en ella.
Sumergirse como grupo en el círculo de la ficción para encontrar el
coraje de no fingir: el Tercer Teatro es esta paradoja.
2
Traducción: Lluís Masgrau.
3
Descargar