La nueva organización del desgobierno; Alejandro Nieto

Anuncio
COMENTARIO A:
LA NUEVA ORGANIZACIÓN DEL DESGOBIERNO
GRUPO 1E4 . ECONOMIA
LA NUEVA ORGANIZACIÓN DEL DESGOBIERNO
El comentario de este libro ha sido realizado sobre la edición reformada de La organización del desgobierno
actualizada y nuevamente publicada bajo el título de La nueva organización del desgobierno.
Ante la imposibilidad de localizar la edición original, he de reconocer que el libro a comentar refleja muchas
de las corrupciones y problemática de nuestros días, que quizás el título anterior no contenía. También quiero
decir que es muy posible que en la edición de 1984, muchos temas que ahora, para mí, resultan comprensibles
y acabados, no estuvieran siquiera citados en la anterior edición; así como muchos otros aspectos hayan sido
eliminados o yo no haya conocido su existencia, siquiera como problemas.
En la nueva organización del desgobierno parece que no haya muchas cosas realmente nuevas. He observado
que el desgobierno existente en la actualidad no es muy distinto del que yo empecé a conocer a través de la
lectura de los periódicos. Me ha llamado la atención la capacidad del autor para hablar sobre la falta de
gobierno en casi todos los estamentos de la Administración Pública sobre los que he adquirido recientemente
los primeros conocimientos.
Y reconozco que las ideas que yo tenía, previas a mis estudios, sobre la organización del poder, no difieren
gran cosa de lo reflejado en este libro. Siempre me pregunté cómo un ministro podía ejercer todas sus
funciones, seguir con sus funciones y además vivir. No sé si realmente lo que se dice de los gobernantes será
totalmente cierto, siempre seguiré pensando, hasta que sea ministro, que existirá alguna razón de peso para
que uno tras otro, y a lo largo de los años, pasando por diferentes tendencias políticas, se siga trabajando del
mismo modo.
Como joven que soy, tengo muy grandes aspiraciones, y hasta antes de pasar este rato con el profesor Nieto
pensaba que algún día podría cambiar algo, ya que desde hace muchos años sufro en mis propias carnes el
régimen funcionarial. Ahora veo que debo dirigir mi camino hacia otro sector −por supuesto en privado− o me
veré en la obligación de fundar un partido político o dar un golpe de estado, aunque vista la historia todavía
me quedan mis dudas.
También me ha impactado un capítulo en especial, sobre cuyo tema he trabajado mucho en los últimos meses:
Las decisiones de gobierno y su ejecución. Siempre me pregunté si tanta descentralización e integración sería
finalmente más eficaces que perjudiciales. Demasiadas actuaciones semejantes en diferentes planos
jerárquicos, demasiadas revisiones, intervenciones, controles, etc. , entre las diferentes estructuras de
gobierno. La ejecución de todas las decisiones tomadas por los diferentes mandos no son menos jocosas que
las propias tomas de decisión. Eso sí, infinitamente mas complicadas y duraderas −del orden de cuatro a seis
años−.
Mucho más grave que todo este desgobierno de la centralización/descentralización, me ha parecido los temas
referidos a los presupuestos nacionales, cuentas del estado y en definitiva, a las arcas del pueblo. Me ha
parecido despreciable que, suponiendo que es verdad lo leído en este libro, las solicitudes de todas las
organizaciones administrativas sean realizadas siguiendo los mecanismos que aquí se describen: Programas
previsibles, futuras ampliaciones de personal, supuestas inversiones de milagrosa rentabilidad, y todo ello sin
saber a ciencia cierta el destino final de los fondos solicitados; a lo que debemos sumar el maravilloso
1
concepto presupuestos consolidados y lo que ello implica.
Por otra parte, querría analizar la actitud de la generación anterior a la mía, personas jóvenes y con
aspiraciones parecidas a las mías, que habrán visto su gozo en un pozo y que a saber si ahora estarán ya dentro
de la dinámica funcionarial, intentando incrementar su estatus por vía administrativa con grandes comidas,
hoteles de lujo, mil reuniones y comisiones por doquier o todavía estarán luchando por que las cosas
funcionen dentro de su pequeña organización administrativa, ya que la de mis padres queda dentro de ese
cambio desde el Estado centralizado al Estado del bienestar. Aunque he de reconocer que no me gustaría
retroceder treinta años, me pregunto si materialmente la organización estaría tan descalabrada o, mejor dicho,
funcionarían peor las cosas que como lo hacen ahora.
Respecto a los capítulos referentes a la mera administración pública, es decir, a la relación que podamos tener
los administrados, he de decir que me ha sorprendido la sorpresa del autor ante esta situación. Mi relación con
la actividad pública comenzó hace aproximadamente diez años y, sinceramente, yo no conozco otra cosa. Yo
no me llevaría una sorpresa cuando debiera recoger cuatro instancias en cuatro ventanillas diferentes para
llevarlas a cuatro sitios distintos y todo ello para la misma cosa; y que luego me manden a hablar con una
quinta persona a causa de mis protestas porque no tienen una grapa y tenga que volver al día siguiente.
Realmente parece que estamos en los tiempos de Larra y su Vuelva usted mañana.
O como dice el profesor Nieto, en la cultura de tirada de manta. En la cultura donde los dossieres durante años
frenados se aceleran repentinamente, donde los detectives privados y servicios de escuchas telefónicas van a
aparecer en las `páginas amarillas', donde ver la paja en el ojo del hermano y no la viga en el propio parece el
lema de cada partido político. Lo siento, tampoco me sorprende. El último cambio político ha sido el primero
que he vivido, todo mi conocimiento anterior está basado en dicha cultura; y cada vez que lo pienso agradezco
que me haya tocado todavía joven y conservo la esperanza de que si algún día me toca directamente un
cambio ideológico gubernamental, mi permanencia dependa de mi trabajo y no de mis amigos ni de mis
compañeros de comidas.
Y lo único en lo que disiento del autor es en las esperanzas −pocas, eso sí− de que este nuevo gobierno
mantenga un mínimo básico de dignidad en el poder, y que no tengamos que vivir ni los votantes ni los no
votantes el desgobierno que ha padecido y que aún padece España, y que en algunos años las generaciones
venideras podamos volver a organizar el gobierno.
2
Descargar