L. Carroll /// Alicia en el País de las Maravillas: Un Eterno Instante del Delirio "Ella está en el horizonte -dice Fernando Birri-. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más para allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía?Para eso sirve: para caminar." Eduardo Galeano La historia en el presente... Es la operación que emite una verdadera tirada de dados para producir la configuración más consistente, la curva que determina el máximo de "desplegamiento" que teje de un punto a otro otras tantas relaciones humanas. Es actualizar la potencia o devenir activo: está en juego la vida y su prolongación, pero también la razón de su proceso, una victoria sobre la muerte, puesto que no hay más inmortalidad que esta historia en el presente, no hay más vida que aquélla que conecta y hace converger entornos.1 La historia en el presente, presente que huye simultáneamente hacia lo que fue y será y nunca hacia lo que es. Historia en el presente eterno, presente que es pasado y futuro a la vez, instante fugaz que "no precisa ser infinito, sino infinitamente subdivisible" para no acabar jamás, para dejar de ser, precisamente, fugaz. Este es el tiempo de una única tirada del "juego ideal", de una única serie que se desplaza a través de todas las series que la constituyen; es el tiempo de singularidades que se cruzan, se hacen eco y se comunican entre sí. Este es el tiempo rizomático del azar ramificado, es el tiempo abstracto de la "superficie" donde la unidad se pierde en la multiplicidad; donde ya no se trata de causas, sino de efectos, donde el tiempo es simultaneidades y no un rótulo de series sucesivas o divisiones cronológicas, es decir tiempo que en esa superficie deja de ser lineal. El instante eterno en su división infinita se puede traducir como una evasión del presente, como una coincidencia, como una coexistencia del pasado y el futuro; se puede traducir como un no-presente posible por el devenir loco de simultaneidades. Esa coincidencia del pasado y el futuro es el tiempo carrolliano, es la esencia de las "aventuras de Alicia". Las aventuras de Alicia sólo pueden evadir el tiempo cronológico, en un entorno de locura, de ensueño como lo es el indefinible "país de las maravillas". Este lugar que va a conocer Alicia es el extraño mundo del inconsciente, mundo oscuro y caótico, puro devenir-loco; mundo del "delirio", descarrilado y fuera del surco en la estipulado, mundo que, en términos de Derrida, permite estar más allá del límite, "piel" del "erizo". Este mundo de risa, pero también de llanto, rompe con jerarquías, pues es el mundo del "juego ideal", es un mundo que sólo conoce el tiempo del presente continuo, y por lo tanto escapa a toda estructura temporal. "El país de las maravillas", es el lugar de lo impredecible, lugar de irregularidades al que se lo podría equiparar con un extraño atractor, pues este lugar onírico no conoce las estructuras ni tampoco el orden, es el lugar de la desestabilización que permite que el hombre sea en todas sus posibilidades y deseo de ser. El mundo de Alicia es un mundo inestable, un mundo donde toda realidad es relativa. Así la obra se desarrolla en un constante cambio, así la obra se inserta perfectamente en la noción de mundo dinámico que surge en el siglo XIX a partir de la Teoría de la evolución ideada por Chales Darwin. Hay varios momentos de Alicia... en los cuales se podría leer la incidencia de dicha teoría. Por ejemplo, hay varias alusiones al crecimiento, a la superación (marca evolutiva) a través de la "supervivencia del más apto, o "selección natural". La idea de crecimiento y de progreso evidentemente no está aislada de esa teoría de la selección natural; ya que ella "constituye la base teórica que explica no sólo la evolución biológica de las especies sino también todas y cada una de las etapas de la evolución biológica desde el origen mismo de la vida". Bastaría agregar para comprobar la eficacia, según Darwin, de esa base teórica que la selección natural es el mecanismo que conduce a la etapa más alta de la evolución biológica terrestre, a saber, la evolución humana. ... Así como los brotes dan origen, por crecimiento, a nuevos brotes, y éstos si son vigorosos se ramifican y sobrepujan por todos los lados a muchas ramas más débiles, así también, a mi parecer, ha ocurrido en el gran árbol de la vida, que con sus ramas muertas y rotas llena la corteza terrestre y cubre su superficie con sus hermosas ramificaciones, siempre en constante bifurcación...2 La evolución se da por estos constantes cambios y variaciones, que a pesar de ser constantes, son paulatinos y acumulativos. Esto último no se cumple en Alicia.... (todos los cambios, tanto de acción como de personajes, y principalmente las transformaciones que sufre la niña se producen inesperada y repentinamente), pero hay que rescatar la resonancia de esta teoría en la obra por la aparición, como dije anteriormente, del deseo de crecer, de ingresar en el mundo adulto, para de alguna manera superarse y poder escapar del acatamiento a las órdenes de los mayores, para poder escapar de una supuesta condición de inferioridad, la niñez. Otro punto que podría conectarse con la teoría darwiniana es la "adaptación" por la que tiene que pasar Alicia para poder permanecer en el extraño país de las maravillas. Ella se va a ir acostumbrando a ese mundo impredecible hasta el punto en que lo extraño se vuelve natural, hasta el punto en que ella misma podrá controlar y utilizar su metamorfosis según le convenga para tal o cual ocasión. Al comienzo de las aventuras por el mundo "subterráneo", la figura de Alicia y no sólo el inconsciente, tal vez, esté funcionando como un extraño atractor, en tanto que ella desestabiliza a ese mundo, asusta a todo ser que la rodea; en tanto que se puede escuchar un "gran estrépito de cristales rotos" por un conejo, que sin entender el porque de su accidente, cae sobre ellos; o bien se puede ver a un "Pepito" despegar de cierta chimenea para volar y aterrizar en medio de una gran confusión ante los incomprensibles sucesos. Luego, una vez que la niña se adapta por ese dominio de las transformaciones y por ese resultar natural de lo extraño, deja de desestabilizar los sistemas y comienza a ser una integrante más de los mismos. Casualmente, este pasaje hacia la adaptación, a mi parecer, coincide con el pasaje que atraviesa Alicia de la profundidad a la superficie; pues a partir del momento en que la Oruga le da esos "sabios" consejos y se afianza la adaptación, comienza también una intensificación de la locura, locura que alcanzará su mayor exponente en esa inconcebible "Merienda de locos", o bien, en el alcance total de la superficie donde la partida de Croquet, el "juego ideal" de tirada única, tendrá su lugar. Es aquí, en este pasaje donde se acerca el alcance de la superficie, que aparecerá una Duquesa totalmente desestereotipada inserta en un ambiente "infame" como para una mujer de su clase; es aquí donde se realiza ese descabellado juicio y donde una Tortuga artificial cuenta, según la percepción de Alicia, las "ridiculeces" que aprendió en su escuela bajo el mar; es aquí donde hace su presentación ese gato tan sugestivo, ese gato que es pura sonrisa, pura risa, y que aparece y desaparece a su antojo, ese gato que explícita la adaptación de Alicia en coincidencia con el avance hacia la superficie: "...Pero es que a mí no me gusta estar entre locos", observó Alicia. "Eso sí que no lo puedes evitar" repuso el Gato; "todos estamos locos por aquí. Yo estoy loco; tú también lo estás". "Y ¿cómo sabes tú si yo estoy loca?", le preguntó Alicia. "Has de estarlo a la fuerza", le contestó el Gato; "de lo contrario no habrías venido aquí..." (Cap. VI - Pág. 109) Así, Alicia hasta el final permanecerá adaptada a un presente onírico, a un mundo que, mientras esté en el marco de dicho presente, será siempre indefinido e ilimitado; un mundo que sólo hallará sus límites en el preciso instante en que Alicia, ya por los últimos capítulos, comienza nuevamente a transformarse. Esta vez la transformación vuelve a escapar a su control: esta vez la transformación hace recobrar a Alicia su tamaño "normal" y "real". Esta recuperación de su tamaño real provoca otra desestabilización del sistema (Alicia es convocada para testimoniar y al levantarse voltea a todos los miembros del jurado que se encontraban en su mismo estrado), última desestabilización que dejará la huella del caos; pues la recuperación del tamaño real de Alicia abre camino a la invasión de la vigilia sobre este mundo de ensueño y de "desterritorialización". Este es el momento en que el "país de las maravillas" roza su final, pues el sueño es quebrado por la "insulsa realidad", pues el despertar irrumpe en el mundo onírico; y allí, donde el sueño y el "delirio" acaban, allí, la literatura también debe acabar. He dicho en los párrafos precedentes que en Alicia en el país de las maravillas se pueden hallar indicios de la Teoría de la evolución. Ahora bien, ¿la existencia de esos indicios implica que la obra funcione en términos de evolución?, ¿no cabría la posibilidad de pensar en un funcionamiento serial de la obra, funcionamiento que se opone a los preceptos de la Teoría de la evolución? Efectivamente se puede pensar en la serialización dentro de Alicia en el país de las maravillas, serialización que se vislumbra en la fuga hacia la inagotable superficie de simultaneidades. La superficie es el lugar donde es posible un funcionamiento de tipo rizoma, funcionamiento que descentraliza el lenguaje sobre otras dimensiones. La superficie es el lugar del devenir-loco, es el lugar de la desterritorialización, del encuentro entre dos cuerpos donde se produce una determinación recíproca de sus poderes, de sus deseos. La superficie es ese presente continuo, o no-presente, donde el instante fusiona el pasado y el futuro en eterna simultaneidad. La profundidad, en cambio, es un tratar de hundirse en la esencia de los cuerpos, donde pasado, presente y futuro constituyen tres dimensiones sucesivas del tiempo. Sin embargo ¿es posible sumergirse y hallar la esencia de los cuerpos, o sólo hallaremos un vacío, una nada, en ese infinito caer "Por la Madriguera de un Conejo"? Evidentemente en estas últimas nociones esbozadas subyacen dos formas de concebir el tiempo. El problema ahora es dónde ubicar a Alicia... , si en la superficie o en la profundidad, si concebirla como un relato diacrónico o como un relato sincrónico. Bien podría ubicarse esta obra en la profundidad, y concebirla como un relato sincrónico; en tanto que el sueño de la niña comienza con ese sumergirse en la profundidad de un pozo, esa profundidad que parece no tener fin; en tanto que los movimientos del comienzo del relato son de puro hundimiento (caer por la madriguera, peligro de ahogarse en las propias lágrimas, o de asfixiarse en la pequeña casa del conejo mientras la cabeza golpea el techo pidiendo poder salir a la extravagante superficie); movimientos que contrastan con el desplazamiento y deslizamiento que aparece desde un principio en A través del espejo. Sin embargo no se puede catalogar a Alicia... como una obra sincrónica, pues existen líneas de fuga que con el simple hecho de existir estarían planteando una ruptura del eje sincrónico, del eje causal, estarían planteando las simultaneidades posibles del presente onírico de la superficie anárquica. No se puede catalogar esta obra como un sistema sincrónico, pues las infinitas líneas de fuga, de desterritorialización conducen a Alicia a descubrir esa "nada" de la profundidad, esa nada de las palabras que sólo significan en la reivindicación de la autonomía del lenguaje. Este es el descubrimiento que la hará emerger en el devenir ilimitado, en esa caótica y desestructurada superficie. Y si no hay nada que ver detrás del telón, es que todo lo visible, o más bien toda la ciencia posible está a lo largo del telón, que basta con seguir lo bastante lejos y lo bastante estrechamente, bastante superficialmente, para invertir lo derecho, para hacer que la derecha se vuelva izquierda e inversamente. No hay pues unas aventuras de Alicia, sino una aventura: su subida a la superficie, su repudio de la falsa profundidad, su descubrimiento de que todo ocurre en la frontera.3 Esta erupción en la superficie, las tantas líneas de fuga descartan la posibilidad de evolución, descartan la estructuración del tiempo en la obra. Sin embargo se podría objetar que sí hay una linealidad, linealidad siempre dada por la escritura; pero en tanto coexistan ambos tiempos, el eje temporal de series sucesivas se verá trastocado; en tanto existan simultaneidades esta objeción pierde su validez. Una de las tantas líneas de fuga, que esquiva el presente, línea que huye en dos direcciones a la vez, una de esas tantas líneas es la metamorfosis de Alicia: cuando ella crece se vuelve más joven y cuando se hace pequeña, más vieja; es mayor de lo que era, pero menor de lo que ahora es. Claramente aquí coexisten el pasado y el futuro descartando toda posibilidad de definir un presente. La metamorfosis constante en el cuerpo de Alicia, es el principio del camino hacia el hallazgo que revela la nada de la profundidad. Así, Alicia inserta en ese vacío, en esas simultaneidades, en esa imposibilidad de una clasificación definitiva, comenzará a preguntar lo incontestable, comenzará a sentir la pérdida de la identidad. Alicia, con esas abruptas transformaciones, teme desaparecer: "...Sólo que de nada me serviría ahora", sollozó la pobre Alicia, "portarme como dos personas cuando apenas si queda una"..." (Capítulo I - Página 39). La niña teme e intenta tranquilizarse poniendo a prueba su saber, como si ese saber pudiese contestar y resolver la pregunta por el yo. Sin embargo el saber la traiciona, y así, por ejemplo, cuando trata de recordar "instructivos" poemas que ha aprendido, inopinadamente nuevos versos inundan su cabeza. Los nuevos versos que salen de la boca de Alicia, operan una especie de parodia o desacralización de otros poemas caracterizados como moralizantes. Este hecho nos enfrenta ante una nueva situación de simultaneidades, pues el nuevo poema-parodia coexiste con el otro, que el lector inglés sabe parodiado. Todo conduce a Alicia a una íntegra indefinición del mundo, a un derrumbe de las verdades absolutas, todo conduce a Alicia a comprender que la única identidad es la noidentidad; todo conduce a Alicia a un mundo donde ya nada es lo que parece ser, a un mundo donde la realidad estalla en la relatividad. Retomando la recurrencia al saber por la cual Alicia intenta afianzar su identidad se llega a otro tópico de simultaneidades. Se trata aquí de uno de los más importantes personajes de la obra; no es un animal ni una persona, es la máxima expresión de la heterogeneidad y de la multiplicidad, es la máxima expresión de la superficie: el lenguaje. El lenguaje, según Deleuze, expresa lo incorporal, expresa el poder de los cuerpos; y cada porción del poder de un cuerpo depende de su encuentro con una máquina específica. Así las expresiones del lenguaje pueden constituir el mismo enunciado, pero a la vez distinto, ya que la situación de los cuerpos varía y por lo tanto también varía la transformación incorporal. El lenguaje es materialidad, es sonoridad; el lenguaje es pura superficie y no hay nada que encontrar en profundidad; pues no existe un determinado significante para tal significado sustentado por un ego trascendental, sino que existe un significante para infinitas series simultáneas. Específicamente esta noción postula una reivindicación de la autonomía del lenguaje, autonomía que lleva anclado un quiebre de todo tipo de jerarquías; pues en este marco donde el significado es meramente un vacío, un variar constante en sus contextos nunca saturables, ya no puede sostenerse un sujeto que se adueñe de dicho significado y coarte las infinitas interpretaciones a una única interpretación. La autonomía del lenguaje se corresponde muy bien con la anarquía y la locura reinante en el "país de las maravillas", pues, al igual que el lenguaje, éste es un mundo sin reglas y sin dueño. Alicia, la niña razonable y auto-controlada, trata siempre de dar un sentido y un orden a este extravagante mundo, a este lenguaje carente de referencias. Sin embargo en el ascenso a la superficie, tendrá que descubrir que precisamente el único sentido posible es el "sin-sentido", tendrá que descubrir que la única lógica del lenguaje reside en la imposibilidad de una lógica, en el delirio de simultaneidades materiales. En toda la obra, Carroll se encarga de manifestar explícitamente esta condición autónoma del lenguaje; se encarga de manifestar explícitamente la coexistencia de heterogeneidades que lo constituye. Por ejemplo, el relato "seco" del Ratón es interrumpido por una discusión que tiene origen en una única causa, la falta de referencialidad del lenguaje: "...Encontró ¿qué?", preguntó el Pato. "Encontrándo-lo", repuso el Ratón con alguna irritación. "Naturalmente, usted sabe lo que lo quiere decir, ¿no?" "Pues claro que sé lo que lo quiere decir cuando soy yo el que encuentra algo..." (Cap. III - Pág. 56). Esta reflexión de la obra sobre el lenguaje también se observa en el discurso de los habitantes de este excéntrico mundo (habitantes por cierto malhumorados y sólo afectos a sus pasiones), discurso al que se podría catalogar como una alegorización constante del sin-sentido, sin-sentido que irrita y desorienta a Alicia. Sin embargo, ella también ilustra esa nada que constituye el decir al utilizar palabras sólo por la importancia que tienen al sonar. Así tanto los susceptibles personajes como Alicia, permiten vislumbrar la inconexión de las palabras con el mundo exterior. Ahora bien, pese a la imposibilidad de hallar la esencia de las palabras, imposibilidad que permite la infinitud del lenguaje; pese a ello, existe un principio regularizador. Ese principio es la iteración de los signos, iteración indispensable para que un discurso sea inteligible, y lo sea aún en ausencia absoluta del sujeto. Podría pensarse que la idea de iteración es incompatible con la alteridad característica del lenguaje, alteridad referida al contexto siempre cambiante e indefinido, contexto que hace ser al signo siempre un "nuevo-otro". Sin embargo no es que iteración y alteridad sean incompatibles, sino que coexisten en la superficie, en lo incorporal, en ese presente continuo de simultaneidades. Y aquí radica el concepto de serialización, aquí, en una sucesión de nombres (parte homogénea de la coexistencia) y en una variación de esos nombres (parte heterogénea de la coexistencia). El pasaje en el cual la Duquesa parece haberse "enamorado" de las moralejas, representa perfectamente las últimas ideas esbozadas; en tanto que una moraleja se sucede en la otra, pero también dicha sucesión lineal se quiebra, paradójicamente, con la variación de cada iteración. Otro punto que merece ser destacado como ejemplo de la serialización producida por el lenguaje, es el relato de la Tortuga Artificial sobre la diversidad de cosas que ha aprendido en la escuela. Aquí se puede apreciar un gran juego de palabras en base a sonidos onomatopéyicos (addition-ambition, substraction-distraction, multiplicationuglyfication, division-derision, history-mystery, etc.); juego siempre dado en el significante, en la superficie. Nuevamente, el lector se enfrenta a una coexistencia de dos series diferentes, la parodia y lo parodiado; nuevamente el lector se enfrenta con una de esas tantas líneas de fuga que se conjugan en toda la obra para dar paso a ese eterno y soñado presente. Cuántas fugas diacrónicas atraviesan y ramifican este utópico "país de las maravillas", cuántos pasajes conducen siempre a ese tiempo que es a la vez pasado y futuro, pero nunca presente como integrante del tiempo lineal. Considero "Una merienda de Locos " como una de las fugas de mayor trascendencia en la obra, puesto que no sólo evidencia el sin-sentido en el "deshilachado" discurso; sino que todo el pasaje es una explícita ilustración de lo que ese sin-sentido está sugiriendo, es una explícita ilustración de ese tiempo (tal vez "intiempo") sin estructuras, de esa superficie que rechaza toda convención; es una espléndida ilustración de ese devenir infinitamente loco. La historia en el presente que mencioné al principio, aquí parece personificarse en esa vida de merienda constante; y la subdivisión infinita que hace del correr de Aquiles una marcha perpetuamente inmóvil, aquí parece concretarse en incontables tácitas de té. Todo en Alicia... transcurre alrededor del sin-sentido, y una vez que la aventura de Alicia alcanza la superficie, el "sin-sentido" cobra vida en un "juego ideal". En pleno auge del Imperio Inglés, en pleno auge del positivismo y del mercantilismo utilitario, Carroll libera a Alicia de toda regla coercitiva a través de un sueño y un juego que como tales carecen de todo tipo de objetivos; carecen, precisamente, del valor utilidad por ese sin-sentido que constituye ambas actividades. Se podría pensar, sin embargo, que esa libertad de Alicia en el juego es relativa, en tanto que todo juego implica conocer y acatar sus reglas para poder jugarlo. Pero en los juegos que participa la niña no existen reglas, en ellos no hay ni vencedores ni vencidos, pues representan lo que Deleuze llama el "juego ideal". El juego de croquet de la Reina, estaría contrariando la ausencia de autoridad que implica el juego ideal, en tanto que el poder se representa en dicha Reina; en tanto que se pone de manifiesto la tiranía de dicho poder. Sin embargo, el abuso del poder es un elemento más que hace al sin-sentido de la obra, es un elemento más que conforma a ese mundo donde ya nada es reprimido. Allí la Reina, puede saciar sus deseos autoritarios sin que nadie sea afectado, pues luego de tanto gritar "...Que le corten la cabeza!..." todos permanecen sin ser decapitados. Tal vez, sí habría que considerar la aparición de la autoridad en esta obra postulante de una abolición de jerarquías, como una parodia a la monarquía de los tiempos de Carroll. Una vez más la parodia abre el campo de simultaneidades, ya que si bien la lógica del mundo real no puede penetrar en la apasionante lógica del mundo onírico sin hacer que por ello el sueño acabe, ambas lógicas coexisten en este plano del juego ideal, juego que justamente, hace posible todo tipo de simultaneidades. El juego de croquet es un argumento más para rechazar la estructuración del tiempo en la que se basa la Teoría de la evolución; pues esta partida tan especial no se juega por turnos sucesivos, sino que se juega en una única tirada, tirada que se desplaza por todos los turnos y que es el pasado y es el futuro del eterno instante del delirio. Todo este loco juego se puede sintetizar en el gato de Cheshire; pues él se mueve como quiere, él aparece y desaparece a su antojo; el gato de Cheshire es la sonrisa de la libertad. Risa y juego, poesía y sueño... Estas son las únicas actividades que devuelven a la vida todo lo que la pesadumbre de la sistemática cotidianidad le ha quitado. Sólo en ellas los límites son liberados y las estructuras derribadas; sólo en ellas la efímera vida puede fantasear con la eternidad. Sin embargo, como dice Borges en uno de sus ensayos, "...la vida es demasiado pobre para no ser también inmortal. Pero ni siquiera tenemos la seguridad de nuestra pobreza, puesto que el tiempo fácilmente refutable en lo sensitivo, no lo es también en lo intelectual, de cuya esencia parece inseparable el concepto de sucesión..."4. Así, el mundo de Alicia es maravilloso, en tanto que es sueño, risa y juego; así el mundo de Alicia se contrapone a la lógica del discurso científico; a ese discurso que quiere hallar un origen y un orden, cosas ambas imposibles en este país de eternidad y simultaneidades, cosas ambas imposibles en el país del inconsciente, ese extraño atractor, que sólo acepta el caos y la desestabilización. Así, el mundo de Alicia parece perpetuamente fascinante, aunque bien se sabe que la maravilla acaba. El sueño siempre tiene su despertar y la marcha inmóvil de Aquiles no es más que una hermosa ilusión.Alicia comienza a recordar su pasado, y a recobrar su tamaño. La ineludible sucesión temporal ha invadido su devenir eternamente loco. La obra acabó. "...¿Y aún esperas un sueño tú, gran alma, que ya no tengo este color de embuste que a nuestros ojos muestran ondas y oro? ¿Cantarás cuando seas vaporosa? Todo huye, bah. Porosa es mi presencia, Y también la impaciencia santa muere..."5 María Laura Sotelo NOTAS 1 Deleuze, Gilles, Pericles y Verdi,Valencia, Pre-textos,1989. Pág. 21. Darwin, Charles. El origen de las especies: “La selección natural o la supervivencia de los más aptos”, Madrid, Editorial EDAF, S.A., 1985. Capítulo IV, pág. 158. 3 Deleuze, Gilles. La lógica del sentido: “Segunda serie de paradojas - De los efectos de superficie”, Barcelona, Editorial Planeta - De Agostini, S.A., 1994. Pág. 33. 4 Borges, J. Luis, Otras inquisiciones: “A “, en Prosa, Barcelona, Círculo de lectores, S. A., 1975. Pág. 609. 5 Valery, Paul, El cementerio marino: “Poema XVII”, Madrid, Alianza Editorial, S. A., 1995. Pág. 57. 2 BIBLIOGRAFÍA: Auden, W. H., El mundo de hoy necesita a Alicia, en Diario de Poesía, Buenos Aires, Primavera, 1997. Borges, J. L., Otras inquisiciones en Prosa, Barcelona, Círculo de Lectores, S.A., 1975. Carroll, L., Alicia en el país de las maravillas, Madrid, Alianza Editorial, S.A., 1994. (Traducción: Jaime de Ojeda ) Darwin, C., El origen de las especies, Madrid, Edaf, S.A., 1985. Deleuze, G., La lógica del sentido, Barcelona, Planeta-De Agostini, S.A., 1994. Deleuze, G.- Guattari, F., Mil Mesetas, Valencia, Pre-textos, 1988. Deleuze, G., Pericles y Verdi, Valencia, Pre-textos, 1989. Galeano, E., Las palabras andantes, Buenos Aires, Catálogos Editora, 1996. Montes, Graciela, El carro de la infancia, Coquena Grupo Editor, 1990. Valery, P., El cementerio Marino, Madrid, Alianza Editorial, S.A., 1995.