Pieza del mes SEPTIEMBRE 2012 Medalla conmemorativa de Francisco Martínez de la Rosa Eduardo Fernández Pescador y Alberto Estruch Sala V (Antesalón) Carmen Sanz Díaz Conservadora de Museos (Museo Cerralbo) Carmen Sanz Díaz Conservadora de Museos (Museo Cerralbo) 1 Atildado, frío, sereno, Martínez de la Rosa, pasa por la Historia como pasó por la vida, conservando, bajo la máscara de su irónica sonrisa, el desencanto que le produjeron personas e instituciones. (Luis de Sosa, 1930) 2 ÍNDICE …. 1.Ficha técnica. 2.Francisco Martínez de la Rosa, un romántico en las colecciones del Museo del Romanticismo. Iconografía de un personaje. 3.Algunas notas biográficas sobre Francisco Martínez de la Rosa: 3.1. Trienio Liberal: el papel de un «doceañista» (1820-1823). 3.2. Exilio en Francia: el nacimiento de un literato (1823-31). 3.3. Regreso a España: apoyo a la Regente y defensa de los derechos isabelinos. Nuevo exilio. (1831-1843). 3.4. Presencia en el Gobierno de Narváez y evolución política en los últimos años de su vida (1844-1862). 4. Bibliografía. 3 1. FICHA TÉCNICA .... Anverso Reverso Medalla conmemorativa de Francisco Martínez de la Rosa Eduardo Fernández Pescador y Alberto Estruch, grabadores 1862 Bronce Diámetro: 42 mm Inv. 6735 Sala V (Antesalón) Anverso: “MARTINEZ DE LA ROSA”. Debajo, en el exergo “FERNANDEZ Y ESTRUCH” (marca de los grabadores). Reverso: “ORADOR” (estrella de seis puntas) “POETA”; Corona de laurel y rama de olivo. Debajo, en el exergo “MURIO VII FEBRERO / MDCCCLXII”. Canto: liso. 4 2. FRANCISCO MARTÍNEZ DE LA ROSA, UN ROMÁNTICO EN LAS COLECCIONES DEL MUSEO DEL ROMANTICISMO. ICONOGRAFÍA DE UN PERSONAJE .... L a elección de esta medalla como pieza del mes no es baladí, puesto que durante este año se conmemoran varios acontecimientos históricos ligados a este personaje, Francisco Martínez de la Rosa: de un lado, el Bicentenario de la Constitución de las Cortes de Cádiz de 1812, de cuyos valores fue un firme defensor, llegando a encabezar el denominado bando “doceañista” de los liberales; de otro, el que falleció hace ahora ciento cincuenta años, en 1862, y con ese mismo motivo, se acuñó esta medalla conmemorativa. No olvidemos que, durante el siglo XIX -como ya se abordó en uno de los apartados de la pieza del mes de septiembre de 2011, dedicada a la Medalla con María Cristina e Isabel II, de Pierre Lévèque (Inv. 6722), expuesta en esta misma sala y vitrina1-, las medallas conmemorativas gozaron de mucho éxito y difusión. Se trata de objetos numismáticos, con origen renacentista, y realizados con motivo de algún acontecimiento o para celebrar hechos pasados. En este caso, se destaca la faceta del personaje como orador y poeta, y se realiza conmemorando la fecha de su fallecimiento (7 de febrero de 1862, incluida en números romanos). En el anverso de esta medalla, figura el retrato de busto y perfil mirando a la derecha de Francisco Martínez de la Rosa, representado con facciones más juveniles de lo que le correspondería. Se trata de un ejemplar realizado por Eduardo Fernández Pescador, en colaboración con su discípulo Alberto Estruch. En el reverso la láurea y la rama de laurel que destacan su faceta como literato, que, como diría Luis Augusto Rebello da Silva en su ensayo “una modesta corona entrelazada por las humildes manos de un consocio suyo, en las pacíficas lides académicas”2, cuya dedicatoria firma en septiembre de 1862, 7 meses más tarde del fallecimiento de nuestro personaje. Eduardo Fernández Pescador (1836-1872)3, se formó en la Academia de San Fernando, de Madrid, y con su tío Sancho Pescador, siendo discípulo también de Oudine, de París. En 1866, es nombrado profesor de la Escuela de Bellas Artes de Madrid y académico de San Fernando. Además fue miembro de la comisión que se nombró al efecto de refundir en uno solo el Museo de la Trinidad y el de 1 SANZ DÍAZ, C., “Medalla con María Cristina e Isabel II, Pierre Lévèque, 1836”, 2011, pp. 5-8, http://museoromanticismo.mcu.es/web/archivos/documentos/septiembre2011medalla.pdf. 2 REBELLO DA SILVA, L.A., Memoria sobre la vida política y literaria de D. Francisco Martínez de la Rosa, Madrid, 1864, prólogo. 3 VIVES, A., Medallas de la Casa de Borbón. De D. Amadeo I, del Gobierno Provisional y de la República Española, Real Academia de la Historia, Madrid, 1916, p. 511. 4. Según se publicó en la Gaceta de Madrid del 27 de noviembre de 1870, la comisión estuvo presidida por Manuel Silvela y junto con Fernández Pescador, formaban parte de ella Francisco Pi i Margall, Antonio Gisbert, en calidad de Director del Museo del Prado, y Cosme Algarra, por parte del de la Trinidad. 5 Pintura y Escultura del Prado4, origen del actual Museo del Prado. Destacó por la realización de medallas de personajes célebres como el pintor Madrazo, el Duque de Rivas o Salustiano Olózaga, quien fuera Presidente del Consejo de Ministros (1843), medalla de la que también se conserva un ejemplar en el Museo del Romanticismo (Inv. 6734). Precisamente a Olózaga dio contestación Martínez de la Rosa en su ingreso a la Academia de la Historia5. Por otro lado, Fernández Pescador realizó medallas conmemorativas de acontecimientos, entre las que puede destacarse la del Congreso de los Diputados (Cortes de 1858) que se conserva en la Fundación Museo Lázaro Galdiano (Inv. 4608)6, y del Convenio de Vergara. Obtuvo por esta labor distintos premios, así como condecoraciones de la importancia de la Cruz de Carlos III y Gran Cruz de María Victoria. Medalla conmemorativa con Salustiano de Olózaga Educardo Fernández Pescador. Bronce. Inv. 6734. Museo del Romanticismo. Sala V (Antesalón) El Museo del Romanticismo conserva distintas representaciones de la efigie de Francisco Martínez de la Rosa7, entre las que destaca el retrato realizado por Rafael Benjumea (Inv. 137), un pequeño óleo sobre cartón, de carácter casi miniaturista, debido al reducido formato rectangular, expuesto en la Sala XVII8. 5 Salustiano de Olózaga fue recibido por la Real Academia de la Historia el 9 de enero de 1853 con un discurso sobre el conflicto aragonés en época de Felipe II, y le dio respuesta Francisco, al igual que cuando ingresa el Duque de Rivas el 24 de abril de ese mismo año, que realiza una reflexión sobre la importancia del estudio de la Historia, tal y como se recoge en los Discursos publicados por la institución. 6 En esa institución, se conserva un ejemplar igual al que nos ocupa, donada, junto con otra dedicada a Calderón de la Barca, por los nietos de Pedro Antonio de Alarcón, tal y como se recoge en el artículo de Enrique Pardo Canalis titulado “Dos nuevas medallas del Museo Lázaro” (Goya, núm. 172, enero-febrero 1983, pp. 210-211) en el que destaca que “No deja de ser curioso que en la medalla reproducida se consigne en el reverso, como títulos más representativos, su doble condición de Orador y Poeta, pero omita cualquier otra mención a su actividad política, tal vez, porque no habiendo sido ésta muy afortunada parecería más discreto relegarla a los confines del olvido que exhibirla como un timbre de gloria”. 7 El propio Martínez de la Rosa tuvo una colección hacia 1821, en la que recogió estampas o pinturas relativas a su persona; en unas, enaltecido, en otras menos valorado o en etapas más críticas, como el exilio en la Gomera, y se menciona que “por debajo de esta pequeña serie de dibujos que en su gabinete tenía colocados, había escrito el mismo Señor Martínez estas palabras: «ni lo uno ni lo otro merecía»” en Personajes célebres del siglo XIX por Uno que no lo es, tomo II, Madrid, 1843, pp. 38 y 39. Las imágenes que ilustran este texto proceden de la colección del Museo del Romanticismo. 8 En esta sala, reservada a los principales personajes románticos españoles, Martínez de la Rosa pasa prácticamente desapercibido, frente a presencias más notables como las de Larra, Bécquer o las célebres Alegorías del suicidio romántico, pintadas por Leonardo 6 Se trata de un retrato de busto del célebre dramaturgo. El literato luce la banda de la Gran Cruz de la Muy Noble y Distinguida Orden de Carlos III y la insignia de los caballeros de la orden del Toisón de Oro. Francisco Martínez de la Rosa Rafael Benjumea Óleo/cartón Inv. 137 Museo del Romanticismo. (Sala XVII: Gabinete de Larra) Rafael Benjumea9 describe en este cartón minuciosamente las características fisonómicas del retratado: representado de busto, con ligera torsión hacia su derecha, cabellos entrecanosos y ligeramente alborotados, cara larga y enjuta, frente despejada, mirada baja, de ojos pequeños y vivaces, bolsas, nariz larga y sonrisa esbozada. Los rasgos básicos (cara y nariz largas) se mantienen en la medalla conmemorativa realizada por Fernández Pescador, quien añade unas patillas aún más exageradas que en el retrato pictórico, y parece representarlo ligeramente más joven. Respondiendo a los avances técnicos y a las modas que se van imponiendo entre las clases acomodadas, Martínez de la Rosa también posó para algunos de los fotógrafos más conocidos y afamados del momento, entre los cuales Laurent y Hebert. De las realizadas por el primero, se conservan tres ejemplares distintos en las colecciones del Museo de Historia de Madrid (IN: 1991/18/1-352, 353 y 354)10: siempre en una misma localización, probablemente el interior del estudio; con un mismo breve decorado, integrado por una mesa sobre la que hay unos libros; en todas ellas, viste igual, con levita oscura, y pantalón y camisa claros, con pañuelo al cuello, y sombrero de copa y mira de frente, esbozando su habitual media sonrisa; en dos de ellas, está de pie, en la primera apoyando una mano sobre los libros y la otra sujeta el sombrero, y en la segunda, con las manos cruzadas sosteniéndolo ante sí. En la tercera imagen, sentado en una silla, apoya un brazo sobre la mesa, y cruza las piernas, pero no es de figura completa. Alenza. 9 El artista sevillano, formado en la sevillana Escuela de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, se especializó en pintura de historia y costumbrista, y fue nombrado pintor de Cámara de la reina Isabel II al igual que gozó de la protección de los duques de Montpensier, quienes le encomendaron diversas pinturas. Entre 1856 y 1864, participó en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes. 10 VV.AA, Jean Laurent en el Museo de Historia de Madrid, t. IV: Políticos (M-Z), Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 2011, pp. 35-36. 7 En la realizada por Hebert, una carte de visite conservada en las colecciones del Museo del Romanticismo (Inv. 30411), posa sentado, de figura completa, en un ambiente de estudio, muy escenográfico apoyado sobre una mesa, tras la que hay un cortinón semirrecogido; esta imagen tiene claras influencias de los retratos pictóricos que habían predominado hasta el nacimiento de la fotografía. Francisco Martínez de la Rosa M. de Hebert Albúmina Inv. 30411 Museo del Romanticismo La figura de Martínez de la Rosa está firmemente ligada al nacimiento del Romanticismo en España, y puede decirse que es prototipo del hombre romántico, ya que desarrolla múltiples facetas a lo largo de su trayectoria vital: político, diplomático, poeta y dramaturgo. Pero ¿quién fue realmente Martínez de la Rosa y qué tipo de aportaciones hizo en el periodo histórico que le tocó vivir? Podemos adelantar que fue, en el plano literario, un avanzado del movimiento romántico en nuestro país; en el político, un joven exaltado, firme defensor de los valores constitucionales de Cádiz, y un adulto moderado, valedor de la monarquía bicameral, ocupando altos cargos de responsabilidad; en el personal, un patriota enamorado de su tierra natal, Granada. 3. ALGUNAS NOTAS BIOGRÁFICAS SOBRE FRANCISCO MARTÍNEZ DE LA ROSA .... “E l personaje ilustrado de quien vamos á ocuparnos, y con cuya amistad nos honramos, ha dado ya lugar á varias biografías [sic] hechas por nacionales y extranjeros, acordes todos en tributarle los elogios que á su saber, á sus virtudes y patriotismo son debidos, y que ni sus más encarnizados 8 enemigos, por nunca faltan aun para la virtud, se atreven á negarle”11. Francisco de Paula Martínez de la Rosa Berdejo Gómez y Arroyo nació en Granada, el 10 de marzo de 1787, en el seno de una familia acomodada de comerciantes. Niño brillante y despierto, ingresó con tan solo 12 años en la Universidad de Granada, donde se licenció en 1804 y llegó a ocupar la cátedra de Filosofía Moral (algunas fuentes señalan que en 1805, otras que en 1808). Ya desde muy joven, comienza a escribir versos, como La solemnidad del Corpus en Granada (1805) y Odas a los atributos de Dios que brillan en la Sacrosanta Eucaristía, publicada en la misma fecha. Fue académico honorario en 1805. Fundó el Diario de Granada en 1808 y fue un firme defensor de los principios de libertad de imprenta 12. Encabezó una misión diplomática a Gibraltar y Londres. En 1809 escribió Zaragoza para aspirar a un premio patriótico ofrecido por la Junta Central, que se publica en Londres, en 1811, tal vez aprovechando un viaje del que regresa como firme propagador del parlamentarismo británico. Con el seudónimo de “Ingenuo Tostado” fue autor de folletos como Incompatibilidad de la libertad española con el restablecimiento de la Inquisición y Banderilla de fuego al Filósofo rancio. Se sumó a las filas de los liberales durante la Guerra de la Independencia (1808-1812), llegando a asumir el cargo de Diputado en las Cortes de Cádiz que aprobaron la Constitución de 1812, lo que le valió, cuando regresa el rey Fernando VII, la cárcel y el exilio en el Peñón de Vélez de la Gomera13. EL RECUERDO DE LA PATRIA14 (En Londres, año de 1811) Vi en el Támesis umbrío Cien y cien naves cargadas De riqueza; Vi su inmenso poderío, Sus artes tan celebradas, Su grandeza; Mas el ánima afligida Mil suspiros exhalaba Y ayes mil; Y ver la orilla florida Del manso Dauro anhelaba Y del Genil. Vi de la soberbia corte Las damas engalanadas, Muy vistosas; Vi las bellezas del norte, De blanca nieve formadas Y de rosas: […] Doncellas las del Genil, Vuestra tez escurecida No trocara Por los rostros de marfil Que Albion envanecida Me mostrara. 11 Personajes célebres del siglo XIX por Uno que no lo es, t. II, Madrid, 1843, Lit. del Artista JAL, p. 3 Durante las Cortes de Cádiz, fue vocal de la Comisión de Libertad de Imprenta y secretario de la Junta Suprema de Censura. 13 Cincuenta y un procesados fueron condenados a penas de prisión, destierro o multa y confiscación de bienes. Entre ellos, Argüelles, Canga Argüelles y Martínez de la Rosa, a los que imponen a ocho años de presidio. 14 La inclusión de fragmentos de algunos de sus más conocidos poemas quiere ser un sencillo recuerdo de su labor como poeta, que es al fin y al cabo, la faceta homenajeada con la emisión de la medalla analizada. 12 9 Padre Dauro, manso río De las arenas doradas, Dígnate oír Los votos del pecho mío; Y en tus márgenes sagradas Logré morir. 3.1. El Trienio Liberal: el papel de un «doceañista» (1820-1823) Durante el Trienio Liberal, recuperó la libertad, con entrada triunfal en su ciudad natal, y ocupó el puesto de Diputado a Cortes por Granada, y durante la primera fase de este periodo, llegó a encabezar la rama moderada de los liberales, conocidos como “doceañistas”, por ser partidarios de la Constitución de Cádiz y de mantener un equilibrio de poderes, otorgando al rey las funciones recogidas en la Carta Magna. El 1 de marzo de 1822 “tomaba posesión el nuevo Ministerio, de que formaban parte, además de Martínez de la Rosa, Garelly (Ministerio de Gracia y Justicia) y Moscoso (Ministerio de la Gobernación de la Península),[…], Sierra Pambley, como ministro de Hacienda, D. Manuel de la Bodega, que desempeñaba la cartera de Ultramar, estando encargados de Marina y Guerra, D. Luis Balanzat y D. Francisco Romarate, respectivamente”15. Tras la Sublevación de la Guardia Real en julio de 1822, presentó su dimisión, la cual le fue aceptada finalmente en agosto. Tras su caída, la situación se radicalizó. Por un lado asumía el gobierno el sector de los exaltados mientras que por otro el rey Fernando VII veía fracasar sus intentos de recuperar el poder absoluto y decidía recurrir a la intervención extranjera, que se haría efectiva con la intervención del ejército francés de los Cien Mil Hijos de San Luis, bajo los auspicios de la Santa Alianza, restableciendo la monarquía absoluta en España en octubre de 1823. 3.2. Exilio en Francia: el nacimiento de un literato (1823-31) Ese mismo año, Martínez de la Rosa ingresa en la Real Academia de la Lengua, de la que llegó a ser Presidente, y fue miembro del Consejo de Estado, y finalmente, se exilia en París -con paso previo por la costa mediterránea francesa y Roma-, donde su producción literaria se ve directamente influida por el movimiento romántico, publicando entre 1827 y 1830 sus Obras literarias, en cinco volúmenes, una historia crítica del desarrollo de varios géneros en España, y escribe Edipo (1829), el drama Aben-Humeya (en francés y e prosa, que relata un episodio de la rebelión de los moriscos), y La Conjuración de Venecia. Ambas han quedado siempre ligadas al nacimiento del Romanticismo literario en España y a la ruptura con la unidad neoclásica. La última de ellas se estrenó con gran éxito en Madrid, en el Teatro del Príncipe, en la primavera de 1834. Puede decirse que supo Martínez de la Rosa aprovechar bien la circunstancia y dedicarse a la 15 SOSA, L., Martínez de la Rosa. Político y Poeta, Col. Vidas españolas del siglo XIX, Espasa-Calpe, Madrid, 1930, p. 91. Entre paréntesis, en algunos casos, se ha añadido la cartera que ocuparon. 10 Literatura, algo más que una afición, como demuestran algunas composiciones anteriores a esta estancia parisina, y beber de la influencia de las obras de otros poetas y dramaturgos extranjeros. Francisco Martínez de la Rosa Martínez (G) Grabado calcográfico Segunda mitad del siglo XIX Inv. 4265 Museo del Romanticismo 3.3. Regreso a España: apoyo a la Regente y defensa de los derechos isabelinos. Nuevo exilio. (1831-1843) LAVUELTA A LA PATRIA (Granada, 27 de octubre de 1831) Amada patria mía, ¡Al fin te vuelvo a ver! ... Tu hermoso suelo, Tus campos de abundancia y de alegría, tierra amada: Tu claro sol y tu apacible cielo! ... Sí: ya miro magnífica extenderse De una y otra colina a la llanura La famosa ciudad; descollar torres Entre jardines de eternas verdura; Besar sus muros cristalinos ríos; Su vega circundar erguidos montes; 11 Besar sus muros cristalinos ríos; Su vega circundar erguidos montes; Y la Nevada Sierra Coronar los lejanos horizontes. No en vano tu memoria Do quiera me seguía; Turbaba mi placer, mi paz, mi gloria; El corazón y el alma me oprimía! Del Támesis y el Sena En la aterida margen recordaba Del Dauro y del Genil la orilla amena; Y triste suspiraba; Y al ensayar tal vez alegre canto, Doblábase mi pena, Mi voz ahogaba el reprimido llanto. El arno delicioso Me ofreció en balde su feraz recinto, Esmaltado de flores, Asilo de la paz y los amores: «Más florida es la vega Que el manso Genil riega; Más grata la morada De la hermosa Granada ... » Y tan sentidas voces Murmuraba con triste desconsuelo; […] Así en mi juventud yo vi las torres de la soberbia Alhambra quebrantadas Amenazar del Dauro la corriente Con su ruina inminente; Cada rápido instante de mi vida El plazo apresuró de su caída; Y del antiguo Alcázar soberano, En que el moro poder vinculó ufano Su gloria a las edades, Tal vez un día ni hallarán mis ojos Los míseros despojos... A tan funesta imagen, en el pecho Mi corazón se ahogaba; Y en lágrimas deshecho, Al pie de los sepulcros me postraba... ¿Cuál es tu magia, tu inefable encanto, 12 […] Y yo, a quien diera la benigna suerte Nacer, Granada, en tu feliz regazo, Y crecer en tu seno, De tantos bienes lleno; Yo triste, ausente de la patria mía, De ti me olvidaría! En las ásperas costas africanas, Al náufrago inhumanas, Yo tu sagrado nombre repetía; Y las inquietas olas Llevábanlo a las costas españolas En el polo apartado Oyólo de mi labio el mar furioso, Por el tesón del batávo enfrenado; Oyóle el Rhin, el Ródano espumoso, El alto Pirineo, el Apenino; Y del Vesubio ardiente En el cóncavo hueco Por vez primera repitiólo el eco. Regresa a España en 1831, y como refleja en esta composición, su tierra natal siempre había estado presente durante su exilio. Estando en Granada fue llamado a Madrid, por su conocida postura centrista, para ser nombrado presidente del Consejo de Ministros (durante la primera regencia de la reina María Cristina, por enfermedad de su esposo), y ministro de Estado del 15 de enero de 1834 al 15 de junio de 1835. En aquel periodo crucial, Martínez de la Rosa puso en pie un régimen de monarquía limitada con el primer Parlamento bicameral de la historia de España, reflejado en el Estatuto Real (1834). Buscando el apoyo liberal a la causa de Isabel II contra las pretensiones al trono de don Carlos, Martínez de la Rosa decretó la amnistía para los liberales encarcelados durante el periodo absolutista; pero, siempre en posiciones centristas, intentó también humanizar la guerra declarada contra los carlistas. En 1834, Martínez de la Rosa encabeza la fundación del Partido Moderado, apoyado por algunos sectores del Ejército, los terratenientes y parte de las clases medias. En ese mismo periodo, Martínez de la Rosa fue Procurador por Granada entre 1834 y 1835 y diputado electo por Granada, Segovia y Oviedo en el bienio 1837-1838. De 1840 a 1843 estuvo de nuevo exiliado en París tras el ascenso a la regencia de Espartero, formando parte del entorno de María Cristina. Fue admitido en el Institut Historique. Allí publicó diversos ensayos en francés sobre cuestiones históricas relacionadas con Cristóbal Colón y con el espíritu del siglo en la literatura. 13 3.4. Presencia en el Gobierno de Narváez y evolución política en los últimos años de su vida (1844-1862) Fue ministro de Estado de 1844 a 1846, con los gobiernos de Narváez. En ellos impulsó el programa ministerial favorable a reformar el modelo constitucional progresista de 1837, y tomó parte en el proceso que desembocaría en la promulgación de la Constitución moderada de 1845. Durante el bienio 1848-1849 fue embajador en París y en Roma. Posteriormente, fue elegido (1 de diciembre de 1852) presidente del Congreso de los Diputados de España en las tres últimas legislaturas de la Década Moderada. Esta elección simbolizó el rechazo de las Cortes a los proyectos de reforma política de Bravo Murillo, a cuya caída del gobierno contribuyó. Volvió a ser ministro de Estado entre 1857 y 1858, y presidente del Consejo de Estado en 1858. Durante esta última etapa pública, en 1848, fue nombrado embajador en Roma. Bendición de banderas del ejército español por N. S. R. Pío X Mateo Sans (D y L) Julio Donon (EL) Litografía Mediados del siglo XIX Inv. 3894 Museo del Romanticismo Su vida fue una continua evolución ideológica, pasando de ser, en sus años de juventud, un revolucionario liberal a un equilibrado reaccionario de la Monarquía. A Martínez de la Rosa los columnistas del semanario radical El Zurriago le apodaron “Rosita la Pastelera” por su capacidad política para la componenda y por su excesiva moderación, ya que una de sus principales premisas era la pronunciada en el Congreso de 1820, “defendiendo al gobierno se defiende a la libertad”16. En realidad, él sólo era un moderado opuesto a los exaltados, en busca del término medio. Por otro lado, algunos coetáneos dicen que 16 ZAVALA, I. M., “La prensa exaltada en el trienio constitucional: «El Zurriago»”, Bulletin Hispanique, año 1967, volumen 69, número 3, p. 375, <http://www.persee.fr/web/revues/home/prescript/article/hispa_0007 4640_1967_num_69_3_3910?_Prescripts_Search_tabs1=standard&#>, [18/07/2012]: Señala Zavala que entre los nombres que utilizaban los periodistas que trabajaban en El Zurriago para referirse a sus enemigos políticos estaban: “Tin Tin” para San Martín; “el Mandarín de la China” para Fernando VII; “El Divino” para Argüelles; “Rosita la Pastelera” para Martínez de la Rosa; “el General Castañuelas” para Castaños y “el Aprendiz” para Moscoso de Altanara. 14 tenía cierto afeminamiento y lo llamaban “Barón del Bello Rosal”, invento al parecer de B. J. Gallardo. Por otro lado, su prestigio intelectual le llevó a formar parte de las Reales Academias de la Lengua (que presidió de 1839 a 1862), de la Historia (1847), de Bellas Artes y de Jurisprudencia, de Ciencias Morales y Políticas, así como a ser presidente del Ateneo de Madrid. A punto de cumplir 75 años, Francisco Martínez de la Rosa falleció en Madrid el 7 de febrero de 1862. Firma de Francisco Martínez de la Rosa Firma de Francisco Martínez de la Rosa Real Orden comunicada por Francisco Martínez de la Rosa a Antonio Martínez transmitiéndole su nombramiento como Prócer del Reino Inv. FD0078 Museo del Romanticismo OBRAS17 Lo que puede un empleo, 1812 (comedia estrenada en Cádiz en plena Guerra de la Independencia). La revolución actual de España, Granada, 1813 (Antes en “El Español”, de Londres, 30 octubre y 10 noviembre de 1810). Tratado político. La viuda de Padilla, 1814, (tragedia) Morayma, 1818 Obras literarias, 1827-1830 (En París) Edipo, 1829 (En París) Aben Humeya, 1830 (En París) La conjuración de Venecia, 1830 (En París) Poética, Palma, 1831 Los celos infundados, el marido en la chimenea, Madrid, 1833 (Comedia) Poesías (La perdiz, La soledad, El huérfano, El recuerdo de la patria, El cementerio de Momo, Canción del 17 Se incluye una relación de las obras literarias de Martínez de la Rosa por su contribución a la Literatura española, aunque su análisis no se ha podido incluir en este texto, por no ser el objeto del mismo. 15 cautivo, El árbol de la esperanza, El reloj de arena, La muerte, Canción guerrera, La vuelta a la patria, etc.). Madrid, 1833 Hernán Pérez del Pulgar, el de las hazañas, Madrid, 1834 (Historia novelada) Espíritu del siglo, Madrid, 1835, 1836 y 1838 (Ensayo histórico) Discursos, Madrid (1837) Doña Isabel de Solís, Madrid 1837 (Novela) Libro de los niños, Madrid, 1839 La boda y el duelo, Madrid, 1839 (Comedia) Bosquejo histórico de la política de España en tiempos de la dinastía austriaca, Madrid, 1856 La moralidad como norma de las acciones humanas, Madrid, 1856 El parricida, Madrid, 1856 La hija en casa y la madre en las máscaras, Madrid, 1868 (obra póstuma). LA SOLEDAD18 Único asilo en mis eternos males, Augusta soledad, aquí en tu seno, Lejos del hombre y su importuna vista, Déjame libre suspirar al menos: Aquí, a la sombra de tu horror sublime, poeta. Daré al aire mis lúgubres lamentos, Sin que mi duelo y mi penar insulten Con sacrílega risa los perversos, Ni la falsa piedad tienda su mano, Mi llanto enjugue y me traspase el pecho. Todo convida a meditar; la noche El mundo envuelve en tenebroso velo; Y aumentando el pavor quiebran las nubes De la luna los pálidos reflejos: El informe peñasco, el mar profundo Hirviendo en torno con medroso estruendo, El viento que bramando sordamente Turba apenas el lúgubre silencio, Todo inspira terror, y todo adula Mi triste afán y mi dolor acerbo. La horrible majestad que me rodea, Lentamente descarga el grave peso que mi pecho, oprimió; por vez primera Se mezclan mis sollozos a mis ecos, Y apiadado el destino da a mis ojos 18 Señala el hispanista norteamericano Russell P. Sebold que, entre las obras de Martínez de la Rosa, hay una serie de poemas líricos de ambiente y tendencia románticos, como “La Alhambra” y “El sepulcro de Hiledenbanl” y «una pareja de hermosas composiciones plenamente románticas –casi “esproncedianas” ya-, unidas por el tema de la búsqueda de un asilo contra las tempestades del universo y las del corazón humano”, según decía el novelista romántico catalán Ramón López Soler. Me refiero a “La soledad” y “La tormenta” cuya temática se remonta al año 1812», en P. SEBOLD, R., “Martínez de la Rosa en la lírica romántica”, ABC, 9 de marzo de 1994, p. 82 16 De una mísera lágrima el consuelo... […] Yo vi en la aurora de mi edad florida Sus encantos brindarse a mis deseos: Gloria, riquezas, cuantos falsos bienes Anhela el hombre en su delirio ciego, En torno me cercaron: oficiosa La amistad redoblaba mi contento; La pérfida ambición me sonreía; Me brindaba el amor su dulce seno... Temí, también, me apercibí al combate: Demandé a mi razón su flaco esfuerzo;' Y apenas pude en afanosa lucha Rechazar tanto hechizo lisonjero. ¡Qué fuera, oh Dios, si al rápido torrente Yo propio me arrojara! En presto vuelo Pasaron cinco lustros de mi vida, Y el cuadro encantador huyó con ellos; Huyó, volví la vista, lancé un grito... Y en vez de flores encontré un desierto. 4. BIBLIOGRAFÍA .... AZORÍN, “Ne quid nimis”, ABC, Madrid, 31 de enero de 1952 BOIX, I., Galería de españoles célebres contemporáneos o Biografías y retratos de todos los personages [sic] distinguidos de nuestros días en las ciencias, en la politica, en las armas, en las letras y en las artes, publicadas por Nicomedes Pastor Díaz, y Francisco de Cárdenas, Madrid, 1841- 46, vol. 1, escrita por J. F. Pacheco (MARTÍNEZ DE LA ROSA, pp. 3-75) MENÉNDEZ Y PELAYO, M., “Don Francisco Martínez de la Rosa”. en CÁNOVAS DEL CASTILLO, A. (pr.), Autores dramáticos contemporáneos y joyas del teatro español del siglo XIX .Tomo II. Madrid, Imprenta de Fortanet, 1882. p. [3]-63 OJEDA ESCUDERO, P., El justo medio. Neoclasicismo y Romanticismo en la obra dramática de Martínez de la Rosa, Burgos, Universidad de Burgos, 1997 PARDO CANALIS, E., “Dos nuevas medallas del Museo Lázaro”, Goya Revista de Arte, núm. 172, enero17 febrero 1983, pp. 210-211 SEBOLD, R. P. , “Martínez de la Rosa en la lírica romántica”, ABC, 9 de marzo de 1994, p. 82 REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA, Discursos en las sesiones públicas que para dar posesión de plazas de número ha celebrado desde 1852 la Real Academia de la Historia, Madrid, 1858 REBELLO DA SILVA, L. A., Memoria sobre la vida política y literaria de D. 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Agradecimientos: En modo particular a Paloma Otero y Paula Grañeda, del Departamento de Numismática y Medallística del Museo Arqueológico Nacional, algo más que una referencia en este campo; a Paloma Dorado, bibliotecaria, y a Carmen Linés, técnico auxiliar, ambas del Museo del Romanticismo; al resto del personal del mismo, por el tiempo compartido; a Pilar Calzas, técnico auxiliar, y responsable del Archivo y Biblioteca, y a todo el personal del Museo Cerralbo, idem; y en esta ocasión, a mi familia, pero de modo especial, a los que ya no están: a mi primo Jaime, de Bilbao, a quien cuando escribo estas líneas, recuerdo por ser hoy el día de su santo patrón, y a mi queridísimo padre, Onésimo, que nos dejó en abril de este año y del que tantas cosas aprendí, pero una sobre todas: a vivir trabajando y aprendiendo continuamente. ¡Gracias papá! ¡Qué lo pases bien! 19 LA PIEZA DEL MES. CICLO 2012 Enero Carolina Miguel Arroyo EL RETRATO INFANTIL EN LA MINIATURA DEL MUSEO DEL ROMANTICISMO Febrero Mercedes Rodríguez Collado MANTÓN DE MANILA, ca. 1880-1890 Marzo Carmen Linés Anónimo, CONSTITUCIÓN DE 1812, ca. 1820 Abril Antonio Granados PAREJA DE CÓMODAS, Gabinete de Larra, ca. 1830 Mayo Luis Gordo Peláez RUINAS DE SAN JUAN DE LOS REYES DE TOLEDO Y LA CAPILLA DE SANTA QUITERIA, de Cecilio Pizarro, 1846 Junio Mercedes Pasalodos ROOMBOX TEATRINOS Septiembre Carmen Sanz Díaz Octubre Isabel Ortega Fernández INFANTE MUERTO, José Piquer y Duart, 1855 Noviembre Laura González Vidales ALFREDITO ROMEA Y DÍEZ, Antonio Mª Esquivel, ca. 1845 Diciembre Paloma Dorado Pérez LITERATURA INFANTIL EN LA BIBLIOTECA DEL MUSEO DEL ROMANTICISMO 20 21