MANUAL PARA LA MISIÓN Guía para participar activamente en un proyecto diocesano: “Cada parroquia una misión. Cada cristiano un misionero” Diócesis de Plasencia MANUAL PARA LA MISIÓN Llega a tus manos un sencillo manual para que te sea más fácil participar en la misión diocesana evangelizadora (MDE). Si no te importa, os vamos a dar unas pautas para que sepas que convendría ir haciendo paso a paso. No obstante, antes de seguir adelante, vas a permitir que te hagamos una pregunta muy personal: ¿Estás dispuest@ a participar “activamente? Seguramente tienes buena voluntad y has entendido que no te puedes echar atrás, pero quieres saber qué es eso de la misión diocesana. Según parece, circulan por ahí diversas versiones: 1. Unos dicen que la misión es una semana de muchas actividades que tendrá lugar el próximo curso en cada una de las parroquias.(No es falso, pero es poco) 2. Otros que esa semana hay que prepararla con mucho esmero, porque de lo contrario no podría salir bien. (ya es mucho, pero no es todo) 3. Los hay que dicen que todo se acaba con esa semana misionera en las parroquias y después ya no hay nada que hacer. (Falso, muy falso) 4. Muchos piensan que lo más importante es irse preparando interiormente y, sobre todo ir reflexionando juntos, para que se despierte en 3 nosotros la conciencia de que somos discípulos misioneros y así irnos comprometiendo cada uno en lo que nos vayan invitando a hacer al servicio de la misión. (Muy importante y necesario es esto, pero también hay que participar, hay que hacer mucho). 5. Los hay muy ilusionados con lo que vendrá después de la misión, que será casi todo. (Estos apuntan bien, pero sólo pueden recoger si antes siembran) Entonces, ¿qué es en realidad la misión? Es un gran impulso del Espíritu Santo que nos va a mover a todos para que entremos juntos en un recorrido misionero, que primero nos hará discípulos del Señor y después nos va a poner en actitud de salida para llevar el Evangelio de la alegría a nuestros hermanos y hermanas en cada una de nuestras parroquias. ¿Con qué objetivo hacemos la misión? Poner a nuestra diócesis en estado de misión. Para crear un clima permanente en nuestras comunidades para que los más posibles se sientan discípulos-misioneros del Señor y se cree en las parroquias un estilo y un espíritu misionero, que se cultiva afianzándonos en la conciencia de que somos discípulos de Jesús. ¿Quién promueve, convoca y anima la misión? En toda la Diócesis la convocatoria la hace el Obispo, que prepara y coordina la misión con una comisión diocesana. Será la responsable de animar, coordinar, seguir la marcha y evaluar la preparación y realización de la Misión Diocesana Evangelizadora (MDE). La misión es una acción de la Iglesia diocesana que se hace en cada parroquia con la participación activa, consciente 4 y responsable de todos sus miembros y con la ayuda de un equipo de voluntarios que se formará en cada arciprestazgo. ¿Dónde se hace la misión? En cada parroquia la hace el Consejo de Pastoral, presidido por el párroco, con todos los que tienen en la parroquia alguna responsabilidad, con los que se quieran sumar a alguna tarea concreta para la que estén preparados. La hacen los mayores, las familias, los jóvenes, los adolescentes, los niños. Todos los miembros de la comunidad parroquial han de entrar en clima misionero, todos pueden hacer algo, para todos hemos de pensar alguna responsabilidad y todos han de participar en el tiempo de preparación y en la misión misma. La convocatoria ha de ser muy activa, incisiva, personalizada y se procurará usar todos los medios posibles. Se hará con tiempo suficiente: a lo largo de la convocatoria habrá diversas fases en las que ir dando pasos e intensificado la llamada para que participen en la misión el mayor número posible de fieles cristianos. ¿En qué va a consistir la misión? La misión, como se nos va a explicar, se va a concentrar en una semana en cada una de las parroquias de los pueblos y ciudades de nuestra Diócesis. Será una semana de gran actividad misionera que habrá que preparar con mucho esmero. Y para eso contamos con la participación de todos. Ya se os dirá cómo. La misión, sin embargo, no consiste sólo en lo que hagamos en esa semana, aunque esa semana sea fundamental para el logro de nuestros objetivos. También es misión todo el periodo de preparación y sensibilización que entre todos tendremos que ir haciendo en cada parroquia: hay que ir creando clima misionero y poniendo a los más posibles en actitud de misión. Desde hoy, todos 5 hemos de tomar conciencia de que la misión ya ha comenzado con este tiempo de preparación y durará hasta que se haya hecho la última misión, en la última parroquia. La misión se irá haciendo en un itinerario en el que todos tomaremos conciencia de que somos discípulos misioneros. Las dos cosas: nunca la una sin la otra. El verdadero discípulo siempre es misionero y somos misioneros porque somos discípulos. ¿Cuándo empieza la misión? La misión se hará en dos etapas: En una primera de preparación, la que hoy iniciamos, en la que se va tomando conciencia de que por el bautismo somos discípulos del Señor, llamados a ser misioneros. A lo largo de la cuaresma y la pascua del 2014, haremos el Año del Discipulado. En una segunda etapa entraremos en el Año Misionero, es decir, el año en que se hará la misión en cada parroquia (curso 2014-2015). ¿Habrá algún acto especial de anuncio del comienzo de la misión? programa que se estudiará y pactará con las parroquias de cada arciprestazgo, y que también tendrá en cuenta a los equipos de animadores arciprestales en la elaboración del calendario. PRIMERA ETAPA: AÑO DEL DISCIPULADO 6. ¿Qué hay que hacer en la primera etapa? En esta primera fase, que llamamos del discipulado, queremos hacer las cosas como las hizo Jesús. Leed despacio Mc 3, 13-15: “Jesús subió al monte, llamó a los que quiso, y se fueron con él. E instituyó doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, y que tuvieran autoridad para expulsar a los demonios”. Ahora toca estar con él personal y comunitariamente. Juntos hemos de crear en nuestras parroquias lo que el Papa Francisco llama “espacios motivadores”: encuentros de oración, reflexión en los que ir aprendiendo poco a poco “evangelizadores con espíritu”. Los primeros pasos de la misión serán de oración, de reflexión, diálogo, de escucha de la Palabra de Dios, de vida sacramental intensa, pero siempre con una mirada al campo, que es la vida de nuestros hermanos y hermanas, a los que queremos ofrecerle la alegría de conocer y amar a Jesús. Comunitariamente ha de ir creciendo el grupo de aquellos que en cada parroquia van a animar la semana de misión. Aunque no coincidirá con el comienzo propiamente dicho de la reflexión misionera, en cada parroquia se recibirá a lo largo de esta etapa del discipulado la cruz de la misión. Se hará una recepción solemne, con una celebración que nos invite a tomar conciencia de que ya estamos en tiempo de misión. Porque en realidad la misión ya ha comenzado con este tiempo de preparación, con la convocatoria, con la selección de animadores voluntarios, con su formación y, sobre todo, con la invitación al discipulado que haremos en cuaresma y pascua. Pero la misión parroquial propiamente dicha o lo que entendemos como semana de misión en cada parroquia se hará a lo largo del próximo curso, con un La cuaresma y la pascua 2014 será el tiempo oportuno para intensificar el discipulado. Se hace al calor litúrgico y espiritual de la vida de la Iglesia; se hace en la riqueza del camino cuaresmal y pascual, que en si mismo es el 6 7 ¿Es este es el tiempo oportuno? mejor cauce para una incorporación en profundidad al misterio de Cristo. El realidad con los textos y los ritos del ciclo “A”, que son todos catecumenales y bautismales, se puede hacer, si entramos en ellos con profundidad, el mejor camino posible de discipulado. Se invita especialmente a vivir la Vigilia Pascual como acontecimiento esencial del discipulado. ¿Con qué materiales haremos todo esto? Os ofrecemos algunos materiales específicos para la reflexión misionera, como se apuntó en la presentación de la misión. A. Evangelii Gaudium. Para entrar en la misión, será imprescindible conocer la Exhortación Apostólica del Papa Francisco Evangelii Gaudium, que nos sitúa en el clima misionero de la Iglesia. Para que os resulte más fácil su lectura, se ofrece un trabajo hecho por el Señor Obispo en el que se pregunta: ¿Por qué me gusta Evangelii Gaudium? Al hilo de su reflexión nos resultará más cómodo entrar en el contenido. Nos puede servir muy bien como una guía de lectura. B. Un segundo documento que nos va a ayudar es la Carta Pastoral del Obispo “Del Año de la Fe al Año de la Misión”. Ha siso escrita para que sirva de reflexión a los grupos. Si seguimos el cuestionario, podemos ir entrando poco a poco en el estilo de discípulos misioneros. C. El material específico para la reflexión en el Año del discipulado está en el folleto “Ser discípulos Misioneros”. En torno a sus temas se puede construir un itinerario para encuentros parroquiales a diversos niveles. Los temas, como sabéis, son: • Mi vocación cristiana: llamado a vivir la amistad con Jesús. 8 • Seguir a Jesús es configurarme con él. • Soy elegido y enviado para anunciar el Reino. • Las dificultades, exigencias de mi vocación apostólica. • Mi vida en el Espíritu Santo: fortaleza para la misión. • Ser conciente de mi compromiso bautismal. • Ser misionero desde mi identidad laical. • El pueblo, el barrio, la familia, la sociedad… mi campo para la misión. • Mi lugar como misionero en la Diócesis. • Retiro espiritual. ¿Cómo enriquecer la reflexión? Como ya se indica en el folleto “Ser Discípulos Misioneros”, a lo largo de la reflexión conviene que en cada parroquia se tenga un retiro espiritual que afiance en el espíritu misionero. A esto habría que añadir otras iniciativas como celebrar el vía crucis misionero, vía lucis en la pascual, alguna vigilia de oración misionera, especialmente el jueves santo ante el Sant´simo Sacramento, y se sugiere también programar cada semana exposición del Santísimo para pedir al Señor que nos impulse en un estilo evangelizador. Sería interesante convertir el jueves santo en un día misionero: “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. Ven, Señor, Jesús”. ¿Qué más podríamos hacer para animar la misión? Comenzar el año del discipulado con algún rito misionero, durante la pascua programar alguna convivencia parroquial con intención de anunciar y convocar la misión; una asamblea parroquial en las vísperas de Pentecostés para concretar sobre todo el objetivo y los destinatarios de la misión. Sería también 9 muy conveniente programar alguna peregrinación a algún lugar mariano, que no necesariamente tendría que ser lejano. No obstante, si se va a Guadalupe se elige un buen destino para encomendarle a la Virgen la misión. Un especial relieve misionero lo debería de tener Pentecostés (la vigilia y el día). Se ofrecerán materiales para que sea esa solemnidad una oportunidad de convocatoria misionera. ¿Cómo presentar la misión en los actos de piedad popular? En primer lugar en la preparación: novenarios, quinarios, triduos, etc. Los temas de predicación e incluso las moniciones de estas celebraciones, deberían inspirarse en torno a lo que se recoge en el folleto “Ser Discípulos Misioneros”. Se aprovecharan también estos actos para invitar a una participación activa en la misión de cada parroquia. Sobre todo se invitará a las Hermandades y Cofradías. Es muy importante que nos se pierda la oportunidad catequética que ofrece la semana santa. En cualquier momento y oportunidad conviene no olvidarse de hacer mención expresa de la misión. Algo similar habrá que hacer en las fiestas marianas pascuales. Muchas de ellas tienen lugar en la semana de pascual. En todas habrá que recordar que la Santísima Virgen nos llama a ser discípulos misioneros de su Hijo. ¿Cómo han de hacer el año del discipulado los niños y los jóvenes? Se entiende que niños y jóvenes están en proceso de educación cristiana en la familia, la catequesis y la escuela; proceso que siempre es un discipulado. La iniciación cristiana es un tiempo de aprendizaje a ser cristianos, discípulos de Jesucristo. No obstante, conviene que la misión se haga presente en esos procesos: en algunos contenidos de la catequesis y de la enseñanza en la escuela, en murales, trabajos, actividades lúdicas y celebrativas, en testimonios y en sus oraciones. Se ha de preparar algún material para la oración en familia por la misión, para la catequesis, la enseñanza de la religión escolar, actividades infantiles y juveniles, campamentos y convivencias de verano. De un modo especial se recomienda que la misión esté presente en las oraciones de los fieles y en las moniciones de los sacramentos de cuaresma y pascua: celebraciones penitenciales, primeras comuniones, confirmaciones, etc. No habría que desaprovechar ninguna ocasión para dar a conocer la misión. De un modo especial se le pide a los colegios de ideario católico que, con la creatividad de sus departamentos de pastoral, animen la misión de la forma más didáctica posible, tanto entre los profesores como de cara a los alumnos. ¿A quién le confiamos la misión? Insistir con la Santísima Virgen en la misión, sobre todo en el ejercicio diario del mes de mayo. Recomendamos especialmente que el mes de mayo sea misionero: Con María a la Misión. Nadie como ella nos puede ayudar a ser discípulos misioneros. Es una buena oportunidad para tener algunas celebraciones misioneras junto a la Virgen con niños, jóvenes, mayores, enfermos, etc. Naturalmente al Señor. “Si bien esta misión nos reclama una entrega generosa, sería un error entenderla como una heroica tarea personal, ya que la obra es ante todo de Él, más allá de lo que podamos descubrir y entender. Jesús es «el primero y el más grande evangelizador». En cualquier forma de evangelización el primado es siempre de Dios, que quiso llamarnos a colaborar con Él e impulsarnos con la fuerza de su Espíritu. La verdadera novedad es la que Dios mismo misteriosamente quiere producir, 10 11 ¿Qué hacer en el mes de mayo? la que Él inspira, la que Él provoca, la que Él orienta y acompaña de mil maneras. En toda la vida de la Iglesia debe manifestarse siempre que la iniciativa es de Dios, que «Él nos amó primero» (1 Jn 4,19)” y que «es Dios quien hace crecer» (1 Co 3,7)” (EG 12). ¿A quién le encomendaremos la oración misionera? Si algo no puede faltar en el año de preparación a la misión es la oración. Todos hemos de estar ya encomendando la misión. Lo haremos sobre todo con la oración oficial, pero jamás debería faltar en nuestras súplicas habituales al Señor. Se necesita la oración de todos, pero le encomendaremos la misión de un modo especial a nuestras comunidades contemplativas. Desde los monasterios subirá al cielo la oración que ponga la misión diocesana evangelizadora en el corazón mismo de Dios. Y serán testigos especiales del ardor misionero nuestros enfermos: los que pasan por nuestros hospitales y los que viven día a día su enfermedad en sus casas. Es oración ofrecer al Señor el dolor y el sufrimiento. Como los enfermos suelen llevar la oración en sus almas, les pedimos que encomienden con especial ardor nuestra misión diocesana. ¿En qué clima se ha de hacer el periodo de discipulado (Año del discipulado)? Siempre en un clima espiritual. Es imprescindible que se cree un ambiente de presencia del Espíritu, que nos hará descubrir la presencia del Señor entre nosotros. Para eso, el clima orante es siempre necesario: todo ha de tener el arranque de la fe y, por tanto, de la oración. Todo será para el encuentro personal con Jesucristo. Sólo así percibiremos los dos horizontes que han de acaparar nuestra atención en la reflexión: gustar la amistad y el mensaje de Jesús, para buscar y amar lo que él ama y así desarrollar el gusto espiritual de estar cerca de la 12 gente. Porque la misión es una pasión por Jesús, pero al mismo tiempo es también una pasión por el pueblo. ¿Qué se espera de todos nosotros en esta etapa del discipulado? Una actitud de apertura y de acogida; disponibilidad para cooperar y participar; nuestra actitud espiritual de abrirnos al Señor para ser sus discípulos. “Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque «nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor». Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos. Éste es el momento para decirle a Jesucristo: «Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores».” (EG 3). El que se sitúe ante el Señor como discípulo, inevitablemente se descubrirá misionero, enviado a sus hermanos. “Si alguien ha acogido ese amor que le devuelve el sentido de la vida, ¿cómo puede contener el deseo de comunicarlo a otros? […]Por eso, quien quiera vivir con dignidad y plenitud no tiene otro camino más que reconocer al otro y buscar su bien. No deberían asombrarnos entonces algunas expresiones de san Pablo: «El amor de Cristo nos apremia» (2 Co 5,14); «¡Ay de mí si no anunciara el Evangelio!» (1 Co 9,16).” (EG 9). ¿Quién hace la misión? Un amplio grupo de cristianos voluntarios, que serán elegidos, por arciprestazgos, teniendo en cuenta sus 13 capacidades, su formación, su disponibilidad, sus carismas concretos, su vocación para un campo u otro de la misión: para los niños, los jóvenes, las zonas periféricas de las ciudades, la piedad popular, los enfermos, los ancianos, la cultura, lo lúdico, el teatro, la música, etc. Colaboran especialmente en la selección y preparación de animadores los arciprestazgos, las delegaciones y secretariados de la diócesis. Con los animadores seleccionados se formarán cuantos equipos misioneros sean necesarios y posibles. ¿Qué formación se va a pedir para ser animadores en la misión? Una formación cristiana suficiente, si bien, una vez seleccionados, a los animadores se les acompañará con una formación específica y concreta para la tarea que se le va a pedir en la misión, tanto en los pueblos como en las ciudades. Es necesario cultivar, dice el Papa Francisco, “una fraternidad mística, contemplativa, que sabe mirar la grandeza sagrada del prójimo, que sabe descubrir a Dios en cada ser humano, que sabe tolerar las molestias de la convivencia, aferrándose al amor de Dios, que sabe abrir el corazón al amor divino para buscar la felicidad de los demás como la busca su Padre bueno” (EG 92). Los discípulos del Señor estamos llamados a vivir una pertenencia a la Iglesia evangelizada y evangelizadora. “La Iglesia no evangeliza, si no se deja evangelizar”. “Los discípulos misioneros acompañan a los discípulos misioneros”. 14 LA SEGUNDA ETAPA: AÑO DE LA MISIÓN ¿Cómo preparar la semana parroquial de misión? De cómo se haga el Año del discipulado va a depender mucho el clima y el desarrollo del año de la misión. Por eso es necesario cuidar, poniendo lo mejor de nosotros mismos, la preparación parroquial de la misión: con ella sembraremos en el terreno ricas semillas de fe y amor a Cristo y, sobre todo, con la de la preocupación misionera por todos nuestros hermanos y especialmente por los más alejados. Hemos de pensar que la misión no la hacen (“no la hacen otros”) la hacemos nosotros en cada parroquia. En la semana misionera nos va a ayudar, pero todo será más fácil, más ágil y más abundante si hemos preparado muy bien, sobre todo con calidad espiritual y evangelizadora, el clima que se necesita para una misión dé sus frutos. ¿Cómo es el desarrollo de la misión? Se hará a lo largo de una semana, que será en cada parroquia de nuestros pueblos y ciudades intensamente misionera. Naturalmente cada día estará lleno de actividades dirigidas a diversos destinatarios y distintas horas y lugares. Las actividades tendrán un contenido diverso, que podrá variar en cada lugar, pero siempre será fiel a un esquema básico: oración, diálogo, catequesis, actividades, celebraciones, encuentros, etc. Cada actividad que se haga hemos de cuidar que todos se sientan a gusto, para eso han de ser bellas, alegres, profundas, provocadoras, con calor religioso y que animen el corazón creyente de los que esperan encontrar a Cristo en la Iglesia a través de esas experiencias. 15 ¿A quiénes se dirige la misión? Lo primero que hemos de pensar es en aquell@s a los que le queremos dirigir la misión. Naturalmente sin excluirnos. Para ser evangelizados hemos de dejarnos de evangelizar nosotros mismos. Por eso los primeros destinatarios son el obispo, los sacerdotes, los religiosos y religiosas y todos los cristianos que más hayan tomado conciencia a lo largo del año del discipulado de que la misión es una responsabilidad a la que nos envía el Señor. No obstante, hay que diseñar, primero entre todos los que han hecho su reflexión en el año del discipulado un cuadro de destinatarios de la misión. Después lo podrán en común con los misioneros voluntarios, para que todos juntos tomen conciencia de a quienes se van a dirigir. La mirada puede comenzar por los más alejados y siempre con una pregunta: ¿Cómo les vamos a hacer llegar la invitación a participar en la misión? ¿quiénes les va a invitar personalmente? Y naturalmente hemos de preguntarnos: ¿qué necesitan esos destinatarios? Porque siempre porque somos concientes de que tenemos mucho que ofrecerles: la alegría del Evangelio. Desde los más lejanos habrá que ir poco a poco a todos, hasta llegar de nuevo a los más cercanos. No se pueden olvidar destinatarios concretos y específicos: ambientes sociales, culturales, familiares. También tenemos que pensar en mayores, enfermos, familias, jóvenes, niños, etc. las circunstancias. Es importante ver con qué medios hemos de llamar la atención antes, durante y después del periodo misionero en cada parroquia. Y después de la misión… Entonces viene lo bueno. Si en algo se ha podido empujar la actitud misionera de nuestras comunidades cristianas, si se ha descubierto la llamada a evangelizar en el día a día de la misión personal y de la pastoral comunitaria, habrá merecido la pena. ¿Para qué la misión? Es una buena pregunta, si no la convertimos en coartada para ponerle pegas y para prepararnos a reprochar el posible fracaso. Es ésta una excelente pregunta para hacérsela al Señor, que con seguridad apelará a nuestro corazón apostólico y nos dirá: si dejas que la pregunta madure dentro de ti podrás crecer en el ardor misionero que hoy se necesita para poder evangelizar en medio de un ambiente que tantos obstáculos le pone a la alegría del Evangelio. El que le pregunta a Jesucristo para qué la misión, siempre descubrirá de él que la misión es imprescindible. ¿Dónde hacemos la misión? La misión es salida, por eso cuanto más miremos a la calle mejor. Poca misión haríamos si nos reducimos a nuestros tempos y centros pastorales. Por eso conviene mirar primero a la calle, después a las casas, después a los centros culturales, educativos, pastorales y el templo como lugar de encuentro para la oración y la celebración. Todo ha de hacerse con el “ruido” que nos permitan 16 17