Oxandaburu. Prisiòn preventiva. Criterios para su procedencia

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RECURSO DE CASACION: Impugnabilidad objetiva: Coerción personal:
resoluciones que restringen la libertad del imputado. COERCION PERSONAL:
Fundamentación. Peligrosidad procesal: Concepto. Fundamento. PRISION
PREVENTIVA. Pronóstico punitivo hipotético: Noción. Fundamento. Pronóstico
de pena efectiva: Primacía del análisis del artículo 281 inc. 1° del C.P.P.
Presunción iuris tantum: Excepción.
I. Son recurribles a través del recurso de casación aquellas decisiones que antes de
la sentencia que pone fin a la causa, resuelven sobre medidas de coerción personal.
Dicha hermenéutica ha sido expuesta con relación a resoluciones que restringen la
libertad del imputado, puesto que –dada la jerarquía constitucional de la libertad
personal de quien cuenta con la presunción de inocencia– son susceptibles de irrogar
agravios de imposible reparación posterior.
II. La prueba sobre la existencia del hecho y las circunstancias que permiten inferir el
riesgo procesal son condiciones que deben concurrir simultáneamente para la
justificación de la coerción, debiendo la fundamentación del pronunciamiento que
dispone la medida, proyectarse en forma autónoma con relación a cada uno de ellos.
III. Por peligrosidad procesal debe entenderse el riesgo que la libertad del imputado
puede entrañar para los fines del proceso seguido en su contra, esto es, su posible
afectación de los objetivos de descubrimiento de la verdad real -interponiendo
obstáculos para su logro- y de actuación de la ley penal sustantiva -impidiendo el
normal desarrollo del juicio o el cumplimiento de la pena eventualmente impuesta, al
sustraerse de la autoridad. Constituye la razón fundamental por la que puede
ordenarse la prisión preventiva del sometido a un proceso por un delito respecto del
cual, por expreso mandato constitucional, debe ser tenido por inocente hasta que se
demuestre lo contrario.
IV. La regulación normativa del requisito relativo a la prisión preventiva consistente
en la peligrosidad procesal, transita sobre el pronóstico punitivo que el Juzgador debe
efectuar a los fines de establecer –obviamente prima facie– la procedencia o
improcedencia para el caso de condena, de su ejecución condicional. Cuando este
vaticinio es negativo y se prevé un eventual cumplimiento efectivo de la pena
privativa de libertad, la peligrosidad procesal se presume iuris tantum (art. 281 inc.
1°, C.P.P.); en cambio, cuando puede avizorarse una condena condicional, el riesgo
debe acreditarse en función de “vehementes indicios de que el imputado tratará de
eludir la acción de la justicia o entorpecer su investigación” (art. 281 inc. 2°,
C.P.P.).
V. La correlación entre el pronóstico punitivo hipotético y habilitación de la prisión
preventiva, encuentra fundamento sólido en el principio de proporcionalidad que debe
existir entre la pena que se espera de una condena eventual y los medios de coerción
aplicables durante el procedimiento, de tal modo que no se concibe el
encarcelamiento preventivo para los procedimientos que sólo tienen por objeto la
imputación de un delito no amenazado con pena privativa de libertad, exigiendo
incluso los códigos más modernos cierta gravedad de la amenaza penal a pena
privativa de libertad para condicionar el encarcelamiento preventivo.
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VI. El derecho fundamental a la libertad, como todo derecho, no es absoluto. En
efecto, no todos los derechos fundamentales son ilimitados sino que debe tenerse en
cuenta la concurrencia de otros valores que el ordenamiento jurídico también protege,
tal como ocurre con los fines del proceso, en tanto la consecución de la verdad
objetiva y la actuación de la ley penal, preservan la tutela de intereses y derechos
que también cuentan con protección constitucional. En ello consiste precisamente la
interpretación del alcance de los derechos e intereses en conflicto conforme al
método del balanceo o balancín test. De tal modo, las disposiciones legales y
constitucionales logran aceptable equilibrio entre el interés individual y el interés
social, haciendo prevalecer de acuerdo al momento del proceso a uno y, a veces, a
otro. De allí, el pronóstico punitivo hipotético impone una limitación al interés
individual en la presencia del encarcelamiento preventivo –siempre que sea
absolutamente indispensable- para asegurar la regular y efectiva persecución penal.
VII. En el supuesto de prisión preventiva del art. 281 inc. 1° del C.P.P., el legislador
ha presumido iuris tantum la peligrosidad procesal frente a un pronóstico de pena
privativa de la libertad de cumplimiento efectivo por el delito que se le sigue en el
proceso. De tal modo, la ley local -idéntica a la vigente en el orden federal (artículo
312, 1°, C.P.P.N.) y a las de la mayoría de la Provincias-, consagra una presunción
iuris tantum del legislador según la cual el peligro para los fines del proceso existe
toda vez que la amenaza penal exceda de cierto límite.
VIII. Por ser iuris tantum, la presunción de peligrosidad procesal que emana del
artículo 281 inc. 1° del C.P.P. admite prueba en contrario. Es que conforme la
naturaleza de la presunción aludida, es factible que el imputado que no sea pasible de
condena condicional pueda permanecer en libertad durante el proceso, en la medida
en que concurran circunstancias específicas que enerven la sospecha en el caso
concreto, como ocurre cuando se presentan condiciones distintas del común
denominador de las personas imputadas por un delito, que por sí resulten suficientes
para desactivar la presunción legal.
T.S.J. "Sala Penal", S. n° 40, del 10/3/2010, "Oxandaburu, Diego Gastón p.s.a.
falsedad
ideológica -Recurso de Casación-". Vocales: Tarditti, Cafure de
Battistelli, Blanc G. de Arabel.
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SENTENCIA NUMERO: CUARENTA
En la Ciudad de Córdoba, a los
siendo las
diez
diez
días del mes de marzo de dos mil diez,
horas, se constituyó en audiencia pública la Sala Penal del
Tribunal Superior de Justicia, presidida por la señora Vocal doctora Aída Tarditti,
con asistencia de las señoras Vocales doctoras María Esther Cafure de Battistelli y
María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, a los fines de dictar sentencia en los
autos "Oxandaburu,
Diego
Gastón p.s.a.
falsedad ideológica -Recurso de
Casación-" (Expte. "O", 5/2010), con motivo del recurso de casación interpuesto por
el Dr. Miguel Angel Palacio, en su condición de defensor del imputado Diego Gastón
Oxandaburu, en contra del Auto número noventa y dos, de fecha diecisiete de
diciembre de dos mil nueve, dictado por la Cámara Décima del Crimen de esta
Ciudad.
Abierto el acto por la Sra. Presidente se informa que las cuestiones a resolver
son las siguientes:
1°) ¿Es nula la resolución en cuanto deniega el cese de la prisión preventiva
solicitado?
2°) ¿Qué solución corresponde dictar?
Las señoras Vocales emitirán sus votos en el siguiente orden: Dras. Aída
Tarditti, María Esther Cafure de Battistelli y María de las Mercedes Blanc G. de
Arabel.
A LA PRIMERA CUESTION:
La señora Vocal doctora Aída Tarditti, dijo:
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I. Por A. n° 92, de fecha 17 de diciembre de 2009, la Cámara Décima del
Crimen de esta Ciudad rechazó la solicitud de cese de la prisión preventiva
formulado por el Dr. Miguel Angel Palacio en favor de su defendido Diego Gastón
Oxandaburu (fs. 2611/2614).
II. Contra dicha resolución, recurre en casación el mencionado defensor,
invocando el motivo formal previsto en el segundo inciso del artículo 468 del C.P.P.
(fs. 2/7).
Explica que la elevación a juicio de Diego Gastón Oxandaburu, por supuesto
coautor de seis hechos de falsedad ideológica, se resolvió con fecha 29/09/2009, y
hace notar que la validez de dicho pronunciamiento se encuentra impugnada en
casación por la nulidad que deriva de la invasión ilegal de la soberanía de otro
Estado Provincial, al involucrar dos de los hechos, documentos oficiales de su
exclusiva y excluyente propiedad. Indica que no obstante ello, con fecha 10/11/2009
solicitó el cese de la prisión preventiva de su representado, lo que fue resuelto
negativamente con argumentos banales y no probados (fs. 2 vta./3).
Refiere que el anterior defensor de Oxandaburu, al conocer que era buscado,
presentó como paso previo un pedido de mantenimiento de libertad, que no le fue
respondido por el Fiscal de Instrucción, siendo sus defensores quienes debieron
concurrir ante el Juez de Control para que hiciera efectiva su petición; ese error en la
defensa no puede serle achacado al imputado, ya que su voluntad fue ponerse a
derecho a través de quien lo asesoraba (fs. 3 y vta.). Tampoco es cierto que se
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abstuvo de presentarse a la justicia; lo hizo dos veces en las que solicitó previamente
se dispusiera el mantenimiento de su libertad ambulatoria (fs. 4).
En cuanto al domicilio laboral fijo -que la Cámara le reprocha no tener- alega
que como surge de la documentación impositiva agregada en autos (fs. 2115 y ss.), el
medio lícito de vida de Oxandaburu es la venta de cereales al por mayor. Es una
actividad de venta independiente por la cual tributa, pero no tiene negocio de venta al
pública, sino que se desempeña recorriendo las cerealeras y exportadores; es un
trabajo domiciliario, que constituye su medio de subsistencia y progreso (fs. 3
vta./4).
Refuta asimismo la meritación de los dichos del agente de policía Fornagueira,
a quien le fuera encomendada la búsqueda de Oxandaburu, puesto que se trata de
meros chismes, huérfanos de prueba objetiva que los acrediten; ni siquiera se
identifica a quienes realizaron esas desafortunadas manifestaciones a las que la a quo
les otorga fuerza de verdad revelada para negar la libertad (fs. 4 vta./5).
Expresa luego que el Tribunal le achaca al encartado haber "simulado" que
se ponía a disposición de la Instrucción, y no se comprende ante quién simulaba
Oxandaburu: si era ante el Fiscal que ordenaba su detención, con sólo haberle
otorgado el beneficio quedaba desvirtuada tal presunción (fs. 5 vta./6).
En cuanto a la escala penal conminada en abstracto, alega el quejoso que no se
ha observado la doctrina derivada del plenario "Díaz Bessone" (30/10/2008), cuyo
criterio rector impone atender a la magnitud del riesgo procesal proyectado al caso
concreto (fs. 6).
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Concluye en consecuencia que la a quo incurre en una errónea valoración de
las normas procesales; debió haber explicado y justificado concretamente cuáles eran
las circunstancias que subsisten en el proceso y que autorizaban a presumir
certeramente que, en libertad, Oxandaburu pondrá en riesgo el proceso. En su lugar,
la Cámara ha efectuado una valoración incompleta y parcial, basándose en chismes
infundados, en instrumentos oficiales de otra jurisdicción provincial, y sin considerar
la falta de antecedentes penales del nombrado (fs. 6 vta.).
Por último, refiere al agregado que efectúa en su voto el Dr. Iglesias, que le
reprocha haber ofrecido en garantía, luego de haberse anoticiado de la presente causa,
el inmueble objeto de los ilícitos que se le atribuyen. Critica el defensor que el
instrumento público en cuestión es auténtico hasta tanto sea redargüido de falso en
acción civil o criminal en su lugar de creación, lo que no ocurrirá en estos autos por
ser incompetente el Tribunal. Además, no pesaba ninguna medida restrictiva sobre
dicho inmueble y por ende Oxandaburu gozaba de todos los derechos que la ley civil
otorga a los propietarios (fs. 6 vta./7).
III.1. Como cuestión previa se exige dar tratamiento a la formal cuestión
relativa a la impugnabilidad objetiva de la resolución puesta en crisis.
En innumerables precedentes, esta Sala ha tomado razón de la doctrina judicial
establecida por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que ha considerado
recurribles aquellas decisiones que antes de la sentencia que pone fin a la causa,
resuelven sobre medidas de coerción personal (Fallos 280:297; 290:393; 300:642;
301:664; 302:865; 306, V. I.:262; 307:549; 308:1631; 311, Vol. I.:359; T.S.J., Sala
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Penal, “Aguirre Domínguez”, S. n° 76, 11/12/1997; “Martínez Minetti”, S. n° 51,
21/6/2001; S n° 203, 24/08/07, “Mansilla”; S. n° 170, 02/07/2009, "Fruttero", entre
otros).
Dicha hermenéutica ha sido expuesta en relación a resoluciones que
restringen la libertad del imputado, puesto que –dada la jerarquía constitucional de
la libertad personal de quien cuenta con la presunción de inocencia– son susceptibles
de irrogar agravios de imposible reparación posterior.
Sentada pues la recurribilidad de la resolución cuestionada, corresponde
ingresar al análisis de aquello que es materia de controversia.
2. De la atenta lectura del líbelo impugnativo, surge que la defensa focaliza su
esfuerzo crítico en los indicadores concretos de peligrosidad procesal meritados
por la Cámara, y en relación a la presunción que emana del pronóstico punitivo
sólo refiere que ello no respeta la doctrina del plenario de la Cámara Nacional de
Casación Penal in re "Díaz Bessone".
En ambos extremos, e invirtiendo el orden de análisis, la pretensión defensiva
debe ser rechazada en base a las siguientes consideraciones:
a) En doctrina reiterada, esta Sala Penal se ha pronunciado sobre los extremos
con los cuales debe cumplimentarse el deber de fundamentación de las decisiones
judiciales, cuando ellas atañen a la coerción personal del imputado.
En este sentido, se ha afirmado que “la prueba sobre la existencia del hecho y
las circunstancias que permiten inferir el riesgo procesal son condiciones que deben
concurrir simultáneamente para la justificación de la coerción, debiendo la
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fundamentación del pronunciamiento que dispone la medida, proyectarse en forma
autónoma con relación a cada uno de ellos” (T.S.J., Sala Penal, “Conesa”, S. nº 97,
20/11/2002; “Vivanco”, S. nº 111, 19/11/2003; “Montero”, S. nº 1, 14/02/2005;
“Peralta”, S. 195, 21/12/2006; "Fruttero", S. n° 170, 02/07/2009, entre muchos otros).
La cuestión traída a consideración de este Tribunal por el impugnante, se
reduce al segundo de tales extremos y que en doctrina se conoce como el “periculum
in mora”.
b) En consolidada jurisprudencia, totalmente soslayada por el recurrente, esta
Sala ha sostenido que por peligrosidad procesal debe entenderse el riesgo que la
libertad del imputado puede entrañar para los fines del proceso seguido en su contra,
esto es, su posible afectación de los objetivos de descubrimiento de la verdad real interponiendo obstáculos para su logro- y de actuación de la ley penal sustantiva impidiendo el normal desarrollo del juicio o el cumplimiento de la pena
eventualmente impuesta, al sustraerse de la autoridad-.
Constituye la razón fundamental por la que puede ordenarse la prisión
preventiva del sometido a un proceso por un delito respecto del cual, por expreso
mandato constitucional, debe ser tenido por inocente hasta que se demuestre lo
contrario (T.S.J., Sala Penal, S. n° 114, 18/10/2005, “Navarrete”; S. n° 66, 7/07/2006,
“Spizzo”; S. n° 99, 7/09/2006, “Berrotarán”).
Hemos sostenido que la regulación normativa de este requisito transita sobre el
pronóstico punitivo que el Juzgador debe efectuar a los fines de establecer –
obviamente prima facie– la procedencia o improcedencia para el caso de condena, de
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su ejecución condicional. Cuando este vaticinio es negativo y se prevé un eventual
cumplimiento efectivo de la pena privativa de libertad -como ocurre en el sub
examine- la peligrosidad procesal se presume iuris tantum (art. 281 inc. 1°, C.P.P.);
en cambio, cuando puede avizorarse una condena condicional, el riesgo debe
acreditarse en función de “vehementes indicios de que el imputado tratará de eludir
la acción de la justicia o entorpecer su investigación” (art. 281 inc. 2°, C.P.P.;
T.S.J., Sala Penal, S. n° 203, 24/08/2007, "Mansilla", entre muchos otros).
Hemos explicado que esta correlación entre el pronóstico punitivo hipotético
y habilitación de la prisión preventiva, encuentra fundamento sólido en el principio
de proporcionalidad que debe existir entre la pena que se espera de una condena
eventual y los medios de coerción aplicables durante el procedimiento, de tal modo
que no se concibe el encarcelamiento preventivo para los procedimientos que sólo
tienen por objeto la imputación de un delito no amenazado con pena privativa de
libertad, exigiendo incluso los códigos más modernos cierta gravedad de la amenaza
penal a pena privativa de libertad para condicionar el encarcelamiento preventivo
(T.S.J., Sala Penal, “Aguirre Domínguez”, S. n° 76, 11/12/1997, y otros).
Ello, toda vez que el principio de proporcionalidad decanta en la llamada
prohibición de exceso, esto es, que la pérdida de la libertad como consecuencia de
la prisión preventiva sólo sea posible cuando resulta esperable una pena de prisión
(T.S.J., Sala Penal, “Aguirre Domínguez”, “Spizzo”, “Berrotarán”, cit.).
En esta línea de pensamiento, se ha aseverado que el derecho fundamental a la
libertad, como todo derecho, no es absoluto (art. XXVIII, Declaración Americana de
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los Derechos y Deberes del Hombre; se la subordina, implícitamente, a la existencia
de garantías que aseguren la comparecencia del imputado durante el proceso y
eventualmente para la ejecución de la pena, art. 9.3, Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos).
En efecto, no todos los derechos fundamentales son
ilimitados sino que debe tenerse en cuenta la concurrencia de otros valores que el
ordenamiento jurídico también protege, tal como ocurre con los fines del proceso, en
tanto la consecución de la verdad objetiva y la actuación de la ley penal, preservan la
tutela de intereses y derechos que también cuentan con protección constitucional. En
ello consiste precisamente la interpretación del alcance de los derechos e intereses en
conflicto conforme al método del balanceo o
balancín test, que este Tribunal,
siguiendo al Tribunal Constitucional español (S.T.C. S. 81/83 del 10 de octubre), ha
adoptado en varios precedentes sobre cuestiones de distinta naturaleza (T.S.J., Sala
Penal, “Carranza”, S. n° 33, del 25/08/1997, “Aguirre Domínguez”, cit; “Querella
Caruso c/ Remonda”, S. n° 108, del 9/09/1999; y “Sánchez”, S. nº 45, del 8/06/2000)
y que tienen en común con la presente que el conflicto en lugar de resolverse
atendiendo a la supremacía absoluta de uno sobre otro, pondera a todos los derechos
como limitados y analiza en cada caso concreto la razonabilidad de la restricción de
uno por otro.
De tal modo, hemos considerado que las disposiciones legales y
constitucionales logran aceptable equilibrio entre el interés individual y el interés
social, haciendo prevalecer de acuerdo al momento del proceso a uno y, a veces, a
otro. De allí, el pronóstico punitivo hipotético impone una limitación al interés
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individual en la presencia del encarcelamiento preventivo –siempre que sea
absolutamente indispensable- para asegurar la regular y efectiva persecución penal.
Regresando al punto que aquí interesa, cabe recordar que en el supuesto de
prisión preventiva del art. 281 inc. 1° del C.P.P., hemos dicho que el legislador ha
presumido iuris tantum la peligrosidad procesal frente a un pronóstico de pena
privativa de la libertad de cumplimiento efectivo por el delito que se le sigue en el
proceso.
De tal modo, la ley local -idéntica a la vigente en el orden federal (artículo
312, 1°, C.P.P.N.) y a las de la mayoría de la Provincias-, consagra una presunción
iuris tantum del legislador según la cual el peligro para los fines del proceso existe
toda vez que la amenaza penal exceda de cierto límite (T.S.J., Sala Penal,
“Berrotarán”, cit.; “Alvarez”, S. nº 140, 28/06/2007 entre muchos otros).
En lo que específicamente concierne a Oxandaburu, se le atribuyen seis
hechos, en concurso real, de falsedad ideológica. La imputación, en consecuencia, lo
es por ilícitos reprimidos con una escala penal que tiene un mínimo de un año y un
máximo de treinta y seis, lo que muestra como razonable un pronóstico punitivo de
condena efectiva, tal como lo señalara la a quo (fs. 2613 vta./2614).
c) Ahora bien; por ser iuris tantum, hemos explicado que aquella presunción
admite prueba en contrario. Es que conforme la naturaleza de la presunción
aludida, es factible que el imputado que no sea pasible de condena condicional pueda
permanecer en libertad durante el proceso, en la medida en que concurran
circunstancias específicas que enerven la sospecha en el caso concreto, como ocurre
11
cuando se presentan condiciones distintas del común denominador de las
personas imputadas por un delito, que por sí resulten suficientes para desactivar
la presunción legal (T.S.J., Sala Penal, "Santucho", S. 54, 14/06/2004; "Bustos
Fierro", S. n° 110, 19/05/2008; "Pereiro", S. n° 312, 11/11/2008).
d) Asimismo y al margen de la presunción de peligrosidad que proyecta la
prognosis de pena efectiva, se observan además concretos indicadores de riesgo
procesal que dan sustento real a la conclusión relativa a la peligrosidad de la libertad
de Oxandaburu para los fines del proceso.
Las críticas esgrimidas por el impugnante en contra de dichos argumentos, no
resisten su análisis.
La supuesta "voluntad de estar a derecho" no se compadece con la falta de
comparecencia cuando le fuera rechazado el mantenimiento de la libertad, ni con las
diversas oportunidades en que cambió su paradero sin dar noticia al Instructor, o
proporcionando uno diferente a aquél en que se encontraba. Y más allá de lo que le
impongan las necesidades de su supuesta actividad comercial, lo cierto es que no
tiene domicilio laboral o comercial fijo en el que pueda ubicárselo cuando las
necesidades del proceso así lo impongan.
También son fuertemente indiciarios de su intención de sustraerse lejos de la
acción de la justicia, el que se encontrara residiendo en una ciudad (Río Cuarto)
diferente de aquella en la que se desenvolvía su familia (sus hijos concurrían a la
escuela en Villa María), y que se desplazaba con documentación perteneciente a su
hermano.
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Por último, su capacidad económica le habilita los recursos materiales
necesarios para ponerse en fuga y ocultarse de la acción de la Justicia.
Las premisas arriba expuestas tornan innecesario ingresar a la alegada falta de
prueba respaldatoria de los dichos de la Of. Fornagueira, puesto que ya sustentan
válidamente la conclusión en crisis.
e) En suma, todos estos indicios, valorados en su confluencia, dotan de
contenido concreto a la presunción de peligrosidad procesal que emana del
pronóstico punitivo concreto, corroboran la razonabilidad de la conclusión afirmativa
del a quo, y frustran la pretensión recursiva.
Voto, en consecuencia, negativamente.
La señora Vocal doctora María Esther Cafure de Battistelli, dijo:
Estimo correcta la solución que da la señora Vocal que me precede, por lo que
adhiero a la misma en un todo, votando, en consecuencia, de igual forma.
La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo:
La señora Vocal preopinante da, a mi juicio, las razones necesarias que
deciden correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome
en igual sentido.
A LA SEGUNDA CUESTION:
La señora Vocal doctora Aída Tarditti, dijo:
Atento al resultado de la votación que antecede, corresponde rechazar el
recurso deducido, con costas (arts. 550 y 551, C.P.P.).
Así voto.
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La señora Vocal doctora María Esther Cafure de Battistelli, dijo:
Estimo correcta la solución que da la señora Vocal que me precede, por lo que
adhiero a la misma en un todo, votando, en consecuencia, de igual forma.
La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo:
La señora Vocal preopinante da, a mi juicio, las razones necesarias que
deciden correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome
en igual sentido.
En este estado, el Tribunal Superior de Justicia, por intermedio de su Sala
Penal;
RESUELVE: Rechazar el recurso de casación deducido por el Dr. Miguel Angel
Palacio, en su condición de defensor del imputado Diego Gastón Oxandaburu, con
costas (CPP, arts. 550/551).
Con lo que terminó el acto que, previa lectura y ratificación que se dio
por la señora Presidente en la Sala de Audiencias, firman ésta y las señoras Vocales
todo por ante mí, el Secretario, de lo que doy fe.
Dra. Aída TARDITTI
Presidenta de la Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia
Dra. María Esther CAFURE DE BATTISTELLI
Vocal del Tribunal Superior de Justicia
Dra. María de las Mercedes BLANC G. de ARABEL
Vocal del Tribunal Superior de Justicia
Dr. Luis María SOSA LANZA CASTELLI
Secretario Penal del Tribunal Superior de Justicia
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