Condena por responsabilidad por hecho ajeno

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CONDENA A CLINICA POR RESPONSABILIDAD POR HECHO AJENO
PSZ interpuso demanda por responsabilidad civil extracontractual ante
el Segundo Juzgado Civil de San Antonio en contra de LMMC, auxiliar
paramédico; JPRP, médico; y clínica CSAL, solicitando una indemnización por
concepto de daño emergente, lucro cesante y daño moral. Señaló que se
sometió a una intervención de histerectomía vaginal y corrección de
incontinencia urinaria, siendo trasladada luego a sala de recuperación. Durante
la noche fue atendida por la demandada LMMC, quien, debido a que la
paciente manifestó experimentar tercianas y sensación de frío, aplicó un
guatero en sus pies, provocándole quemaduras en una importante superficie,
principalmente atribuibles al efecto de la anestesia regional que adormeció el
tren inferior de la afectada. Señala la actora que posteriormente recibió
curaciones, mediante aplicación de cremas externas y vendajes, resultando
igualmente con huellas de heridas grandes y profundas, lo que motivó su
tratamiento por un cirujano plástico, quien realizó una intervención a través del
procedimiento de “colgajos” o injertos.
En su demanda, PSZ fundó la responsabilidad de la clínica en los
artículos 2320 y 2322 del Código Civil, señalando que la prestación ocurrió en
sus dependencias en el marco de procedimientos post operatorios con
ocasión de una intervención quirúrgica, dentro del negocio o giro comercial que
le es propio y bajo su riesgo económico.
La clínica contestó la demanda, alegó que no concurrían los supuestos
de la responsabilidad extracontractual por hecho ajeno, por no ser LMMC
dependiente y, en subsidio, por concurrir la eximente del art. 2322 del Código
Civil. Señaló además que únicamente prestó el servicio de hospitalización, el
cual incluye la infraestructura clínica, pabellones y prestaciones de enfermería,
quedando todo el acto médico a cargo de JPRP y su equipo. Sostuvo que fue
la propia paciente y su familia quienes contrataron a LMMC para cuidar a la
actora, siendo ésta una asistencia externa y ajena a la clínica. En este
sentido, manifiesta que LMMC, sin recibir orden médica al respecto y sin
informarlo al personal de la Clínica, decidió aplicar un guatero en los pies de la
actora, lo que le causó quemaduras en sus talones, siendo evaluada por el
médico tratante, quién indicó curaciones diarias y le otorgó el alta hospitalaria.
Por su parte, la defensa del facultativo contestó la demanda, señalando
que el estatuto de responsabilidad aplicable es el contractual, toda vez que se
celebró un contrato de servicios médicos, cuyo objeto era la realización de dos
procedimientos quirúrgicos que se realizaron en la clínica escogida, con la cual
la paciente celebró otra convención, conocida como “contrato desdoblado de
asistencia en hospital o clínica”. Argumenta el demandado, que las lesiones
que sufrió la actora no guardan relación con la intervención quirúrgica ni con las
1 obligaciones a que se comprometió mediante la celebración del contrato de
servicios médicos, pues él no proporcionó instrucciones o indicaciones que
pudieren provocar los perjuicios alegados; por el contrario, en virtud de lo
acordado con la paciente, el profesional cumplió eficiente y satisfactoriamente
las prestaciones médicas comprometidas, sin que pueda atribuírsele
incumplimiento alguno de su parte.
La auxiliar paramédico, no contestó la demanda.
El Juez de primera instancia acogió la demanda, manifestando que en este
caso no es posible desconocer la procedencia del estatuto de responsabilidad
extracontractual, pues ambos demandados están sometidos a deberes
generales de cuidado, impuestos por el derecho y no por el contrato, afirmando
que no existe un conflicto de normas que se excluyen recíprocamente, sino
una concurrencia alternativa. De esta manera, al actor le favorecería la
posibilidad de optar por la sede que le resulte más favorable, no estándole
vedado el planteamiento de una demanda sustentada en las normas de la
responsabilidad aquilina, a pesar de las convenciones celebradas.
En relación con la participación de la auxiliar paramédico, la sentencia estima
que faltó a los deberes que le impone el ejercicio de la función de cuidadora de
enfermos, pues debía conocer los usos y costumbres que rigen el oficio y
obtener la venia del personal de la clínica antes de emprender cualquier acción
en relación con un paciente. Asimismo, se señala que la utilización del guatero
en quien se recupera del efecto de la anestesia resulta imprudente y está
prohibido, calificando finalmente su conducta como negligente y culpable.
Respecto de la clínica, el tribunal señala que no se ha formado convicción en
cuanto a la pretendida vinculación laboral con la autora material del ilícito; sin
embargo, estima que dicha relación no es la única que amerite la aplicación de
la presunción de culpabilidad por el hecho ajeno, pudiendo darse situaciones
de sometimiento a autoridad o, bien, relaciones de cuidado o dependencia,
menos formales. Es así como el tribunal concluye que la clínica mantiene una
relación de dependencia con la auxiliar paramédico y está en posición de
supervisar el ejercicio de sus funciones de cuidadora, presumiendo, de esta
forma, su culpa según lo dispuesto por el artículo 2322 del Código Civil.
Arriba a esta conclusión toda vez que, de acuerdo con la prueba rendida, el
ingreso a la clínica de la auxiliar para ejercer funciones de cuidadora, fue
consentido y autorizado por ésta, sometiendo este servicio a la subordinación
técnica de su personal.
En consecuencia, el segundo juzgado civil de San Antonio, en su considerando
vigésimo sexto resuelve:
2 “Vigésimo Sexto […] el permitir el ingreso de terceros a ejercer funciones
dentro de sus dependencias, elaborar y poner a disposición de los pacientes
listas con personas destinadas a prestar el servicio de cuidadora, y la
dependencia técnica que mantienen las cuidadoras con personal de enfermería
de la institución, revelan una relación de dependencia, que impone a la
demandada CSA, la obligación de vigilancia de los cuidadores en el ejercicio de
sus funciones. En nada obsta a esta conclusión si el pago por los servicios lo
cubre directamente el paciente, o si elige de entre aquellos que se le propone,
pues es la Clínica la que ha asumido el deber de cuidado de la salud de la
paciente, y de su integridad física, y poco razonable parece poner el riesgo de
la conducta del cuidador, funcionalmente ligada al giro o actividad de la clínica,
de cargo del paciente, ya que este por regla general es lego en medicina,
enfermería y sus procedimientos, y se encuentra muchas veces impedido de
siquiera advertir la conducta o accionar de este tercero cuidador, que la clínica
puso a su disposición, en quien además confía, pues si se encuentra en la lista
lógico resulta que está comprobada su capacidad y eficiencia”.
En cuanto a la responsabilidad del médico por haber gestionado el alta de la
demandante, sostiene la sentencia que de acuerdo con el informe pericial
acompañado en el proceso, su conducta se ajustó a la lex artis, derivando
luego a la paciente a un especialista, lo que resulta suficiente al tribunal para
calificar como lícita y no culpable su participación.
Finalmente, el juez determina la procedencia y avaluación de los perjuicios,
dando lugar al daño emergente, por una suma de $261.120, y al daño moral
por un monto de $6.000.000, rechazando sin embargo, la alegación de lucro
cesante por insuficiencia de la prueba rendida para determinar su cuantía.
Apelada esta sentencia, la Corte de Apelaciones de Valparaíso aumenta la
indemnización por daño moral a $25.000.000, refiriéndose al principio de la
reparación integral del daño, aplicable en el ámbito de la responsabilidad civil
extracontractual según se desprende de los artículos 2314 y 2329 inciso 1º del
Código Civil. Hace referencia también a disposiciones de rango constitucional,
afirmando que corresponde a los jueces regular prudencialmente la reparación
del daño moral, teniendo como parámetro para fijar su quantum la naturaleza
del hecho culpable, el derecho agraviado, las facultades de la autora y de la
sociedad demandada y muy especialmente, la situación personal de la
ofendida y la manera cómo el evento dañoso la ha afectado en sus actividades
normales.
Posteriormente, la clínica interpone recursos de casación en la forma y en el
fondo, fundándose este último en la infracción de los artículos 2320 y 2322 del
Código Civil, toda vez que la sentencia impugnada dio por establecida la
relación de dependencia de una de las demandadas con la clínica. Ambos
recursos son rechazados por la Corte, declarando respecto del segundo de
3 ellos su improcedencia pues pretende impugnar los presupuestos fácticos y
conclusiones establecidas por los jueces del fondo, los cuales son inamovibles
para el tribunal de casación.
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