Luis Monreal

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32 CUADERNO CENTRAL
El coleccionismo privado y los museos
de Barcelona
Oriol Maspons
TEXTO Luis Monreal
Director general
de la Fundació “la Caixa”
B.MM NÚMERO 55 ABRIL-JUNIO 2001
● Uno de los rasgos característicos que distinguen al conjunto de museos
de Barcelona respecto al de otras ciudades españolas y europeas es el papel
que el coleccionismo privado ha desempeñado en su formación y desarrollo. A partir de la Revolución Industrial, aparecieron en el seno de la alta
burguesía catalana próceres y mecenas que consideraron que la creación de
riqueza económica debía ir acompañada de una actividad que, en último
término, redundara en el enriquecimiento del patrimonio de las instituciones públicas. Esta serie de ilustres coleccionistas barceloneses se inicia con
Eduardo Toda Güell (1855 - 1941). Su interés por la arqueología faraónica
le llevó a emprender y costear excavaciones en diversos yacimientos del antiguo Egipto, de las que proceden los objetos de su colección que pasaron, en
1886, al Museu Biblioteca Balaguer de Vilanova i la Geltrú, donde actualmente se exponen al público.
Durante la primera mitad del siglo XX se crean en la sociedad barcelonesa
diversas colecciones de mérito. El político Francesc Cambó fue, en primer
lugar, quien, con un decidido propósito de colmar las lagunas existentes en
las colecciones del Museu d’Art de Catalunya, dedicó una parte de su fortuna a la adquisición de pintura de las escuelas internacionales, principalmente las del Renacimiento y del Barroco. Cambó fue un coleccionista muy
activo que actuó con el asesoramiento de algunos de los especialistas más
destacados de su época. Gracias a su esfuerzo, el Museu Nacional d’Art de
Catalunya expone una importante serie de obras pictóricas de las escuelas
italiana, flamenca y española de los siglos XV al XVIII.
Entre la burguesía barcelonesa de la primera mitad del siglo XX destacaron
también personalidades coleccionistas como Santiago Espona y Lluís
Plandiura; las obras más importantes que ambos reunieron han pasado
también a nutrir las colecciones del Museu Nacional d’Art de Catalunya. Sin
embargo, el ejemplo más conspicuo de coleccionismo privado barcelonés es
el del escultor Frederic Marès i Deulovol (1893 - 1991). Desde los primeros
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“La historia de los museos de Barcelona está íntimamente
ligada a la de la actividad coleccionista del sector privado.
Ello explica en gran parte el carácter de ‘ciudad de
museos’ que tiene la urbe, constituida por un tejido de
grandes y pequeñas instalaciones que reflejan
perfectamente su contexto histórico y social”.
años del siglo XX, este artista inició una colección personal que con el
tiempo se convertiría en uno de los conjuntos más importantes del
país de escultura medieval, renacentista y barroca. Después de la
Guerra Civil, Frederic Marès dedicó virtualmente todos los recursos
económicos obtenidos a través de su actividad artística a la constitución de una colección fabulosa que, en 1946, por un acuerdo con el
municipio, pasó a constituir el actual Museu Marès, sito en el Antic
Palau Reial Major, en pleno barrio gótico de Barcelona. Más de cincuenta años después, el Museu Marès, engrandecido en sucesivas ocasiones tanto en su contenido como en sus instalaciones, sigue atrayendo a un público erudito o simplemente curioso que descubre
colecciones de escultura que abarcan desde la antigüedad hasta el
siglo XIX.
Marés fue un activo coleccionista durante toda su vida, que alcanzó
casi la edad centenaria. En 1962 cedió al Museo Militar de Montjuïc
una espléndida colección de armas renacentistas, que había iniciado
en 1924; en 1971 realizó una importante donación al renovado Museu
de l’Empordà en Figueres, consistente en piezas arqueológicas de
época grecorromana, de artes aplicadas, escultura medieval y documentación histórica de interés comarcal. Pocos años más tarde cedió
al municipio de Arenys de Mar una colección de encajes y puntillas
que había adquirido en su juventud al Marqués de Valverde; en la
actualidad ésta constituye el Museu de la Punta en dicha localidad del
Maresme. Aún más tarde, en 1979, continuó su labor de mecenazgo
con la donación a la villa de Montblanc de un importante grupo de
esculturas medievales, renacentistas y barrocas que forman el Museu
Frederic Marès en la restaurada iglesia de Sant Marçal. Finalmente, en
1983 depositó en la Biblioteca de Catalunya una importante serie de
libros e incunables originales de la Cartuja de Valldemosa, de incalculable valor sentimental para Marès, puesto que habían sido heredados
de su padre, que era bibliófilo.
Otro gran coleccionista barcelonés de la segunda mitad del siglo XX
fue Francisco Godia Sales, conocido tanto por su actividad empresarial como por el hecho de que en su juventud fuera el más destacado
piloto español en la competición automovilística de Fórmula 1. A lo
largo de su vida, atesoró una importantísima colección de cerámica
española, que abarca desde la época medieval al siglo XVIII. Además,
Godia reunió una excelente representación de escultura medieval,
principalmente en madera policromada, que comprende extraordinarios conjuntos de los siglos XIII y XIV, así como una nutrida representación de la escultura de la época de los Reyes Católicos. Esta
colección fue instalada en su residencia del antiguo Conventet, edificio anejo al Monasterio de Pedralbes, restaurado y adecuado por él
con esta finalidad. Sus hijas, Liliana y Carmen, han perpetuado su
memoria con la creación de la Fundació Francisco Godia que abrió
sus puertas al público en Barcelona en 1999.
En el panorama de los museos de Barcelona procedentes de colecciones privadas ha hecho acto de presencia en los últimos años el Museu
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“Missing Lines”, de Juan Uslé, acrílico sobre
tela de 1996 perteneciente al fondo de arte
contemporáneo de la Fundació “la Caixa”.
Colección de Arte Contemporáneo Fundació “la Caixa”
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A la izquierda, estatuilla perteneciente a la
colección Barbier-Mueller, que se muestra
en el Museu d’Art Precolombí.
Bajo estas líneas, piezas expuestas en el
Museu Marès.
Eva Guillamet
d’Art Precolombí, formado por el depósito de una parte de la colección Barbier-Mueller, que tiene en Ginebra su sede principal. Se halla
ubicado en un palacio de la calle Montcada, restaurado por el municipio para esta finalidad expositiva en virtud del acuerdo establecido
entre éste y la ilustre familia ginebrina.
Una de las últimas iniciativas del coleccionismo privado barcelonés es
el Museu Egipci de la Fundació Clos, establecido desde hace varios
años en nuestra ciudad por iniciativa del hotelero Jordi Clos. Para dar
cabida y acceso público a sus colecciones de arte faraónico, Clos estableció un museo de dimensiones reducidas en un inmueble de la
Rambla de Catalunya. Desde mayo de 2000, un nuevo Museu Egipci
ampliado ocupa la planta baja de otro inmueble en la calle València,
muy cercano al Hotel Claris, lugar donde expuso sus colecciones antes
de su primera iniciativa museística.
El panorama del coleccionismo privado barcelonés es muy amplio y
sería imposible resumirlo en el limitado espacio de estas páginas. Para
concluir hay que hacer referencia a la actividad de la Fundació “la
Caixa”, que desde 1985, aparte de sus habituales tareas de divulgación
de la cultura y del arte a través de un amplio programa de exposiciones temporales, ha constituido una gran colección de arte contemporáneo que se inicia con obras de la década de 1980 y tiene su énfasis
en la producción de los noventa. Dicha colección está abierta a las
tendencias más importantes de nuestro tiempo, cuenta hoy con más
de 700 obras y constituye un obligado punto de referencia.
La Fundació “la Caixa” sigue la política de presentar regularmente los
fondos de dicha colección, sea en grandes exposiciones antológicas,
como la que se realizó en Sevilla con motivo de la Expo 92 o en
Barcelona, el mismo año, con motivo de los Juegos Olímpicos, o bien
mediante la cesión de sus fondos a diversos museos nacionales y
extranjeros para su exhibición en exposiciones de carácter temporal.
A partir de finales del año 2001, la colección de la Fundació “la Caixa”
c
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Eva Guillamet
tendrá su sede permanente en el nuevo Centro de Exposiciones de
Barcelona, CaixaForum, instalado en la antigua fábrica de tejidos
Casaramona, monumento industrial de principios del siglo XX, obra
del arquitecto Puig i Cadafalch. En dicho lugar, el público podrá
conocer, a través de exposiciones temporales de carácter rotativo, los
fondos más destacados de esta colección, que por su volumen no
puede ser objeto de una presentación global en un solo espacio.
La historia de los museos de Barcelona está íntimamente ligada, como
se ha visto, a la de la actividad coleccionista del sector privado. Ello
explica en gran parte el carácter de “ciudad de museos” que tiene la
urbe, constituida por un tejido de grandes y pequeñas instalaciones
museísticas que reflejan perfectamente su contexto histórico y social,
en el que, a diferencia de las grandes capitales estatales, la sociedad
civil y algunos de sus representantes más insignes han desempeñado
un papel determinante en el desarrollo y la promoción de la cultura
artística.
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