Intencionalismo o Funcionalismo

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¿Estaba programada de antemano la destrucción de los judíos de Europa?
Dos corrientes historiográficas han intentado comprender el modo en que se organizó
el genocidio de los judíos. Ambas están de acuerdo en constatar la enormidad de los
crímenes cometidos, pero ¿cuál fue el papel personal jugado por Hitler? ¿Cuál el de
los nazis en su conjunto?
Unos son los "intencionalistas", que piensan que el genocidio estaba ya presente en
el primer programa de Hitler, en 1.919- 1.920; los otros son "funcionalistas", que
sostienen que el genocidio se planteó sobre la marcha, a menudo mediante la
improvisación y en medio de la pugna entre diversos poderes del sistema nazi.
Los "intencionalistas": Para un considerable grupo de historiadores, las preguntas
sobre el surgimiento de la solución final encuentran respuesta en la retórica antisemita
de Hitler que, en diferentes periodos de su carrera, materializa en los judíos un
objetivo constante. De esta forma, Hitler aparece como el motor de la política
antisemita nazi, manifestando en sus opiniones una línea de pensamiento coherente.
Hitler es, asimismo, considerado como el único estratega con suficiente autoridad y
determinación para llevar a cabo la realización de la solución final. En la que puede
ser la obra más leída sobre este aspecto (La guerra contra los judíos), Lucy
Dawidowicz sostiene que el Fürher preparaba ya el terreno para el exterminio masivo
en septiembre de 1.939, durante la invasión de Polonia. "La aniquilación de los judíos
y la guerra eran interdependientes", escribe. Los desórdenes de la guerra
proporcionaron a Hitler la cobertura necesaria para cometer los asesinatos
desenfrenados. Tales operaciones necesitaban de un escenario donde las reglas de la
moral o los habituales códigos de la guerra no tuvieran ya lugar". Septiembre de 1.939
vio pues desarrollarse una "doble guerra": por una parte, una guerra de conquista
buscando por medios tradicionales el control de las materias primas y la creación de
un imperio; por otra, la guerra contra los judíos, la confrontación decisiva contra el
principal enemigo del Tercer Reich. Desde esta perspectiva, la orden de exterminio en
masa a escala europea, lanzada a finales de la primavera o durante el verano de 1.941,
se deriva directamente de las ideas de Hitler acerca de los judíos., ideas que ya había
expresado en 1.919. Pudo, en diversas ocasiones, camuflar o minimizar la importancia
de su programa de aniquilación. Pero, insiste Dawidowicz, sus intenciones no
variaron jamás: "Hitler había formulado planes a largo plazo para realizar sus
objetivos ideológicos, y la destrucción de los judíos era su núcleo fundamental".
Tomando la expresión del historiador británico Tim Mason, Chistopher Browning fue
el primero en calificar de "intencionalista" esta interpretación que pone el acento
sobre el papel jugado por Hitler en la puesta en ejecución del asesinato de los judíos
de Europa, detectando un alto grado de obstinación, de coherencia y de lógica en el
desarrollo de la política antisemita de los nazis, de la que el principal objetivo era el
exterminio masivo. Los "funcionalistas", que critican esta corriente, insisten más
sobre la evolución de los objetivos nazis, al compás de los acontecimientos azarosos
de la política alemana y de la interacción entre esta y los mecanismo internos del
Tercer Reich.
(Michael Marrus: L´Holocauste dans l´Histoire. Eshel, 1.990)
Los funcionalistas: La corriente funcionalista se desarrolló en torno a importantes
historiadores alemanes como Martin Broszat. Los trabajos de Martin Broszat, de Hans
Mommsen y de muchos otros ponen en cuestión la idea de que la evolución del Tercer
Reich fuera el resultado de la aplicación de un plan preestablecido, enunciado en el
Mein Kampf y minuciosamente preparado durante el "periodo de lucha" previo a la
toma del poder, en 1.933. Rechazan el hecho de que tal programa hubiera podido
imponerse sin zaherir a todos los componentes de la sociedad alemana y más aún al
resto de la sociedad internacional. Critican el postulado de base de este análisis,
llamado intencionalista, que sostiene que Hitler fue el factor determinante del sistema
criminal puesto en funcionamiento por los nazis, y que la violencia extrema y una
posición omnipotente le permitieran concretar su visión racista del mundo. Frenet a
esta perspectiva, los funcionalistas retomaron y desarrollaron una idea sugerida en
1.942 por el sociólogo exiliado Fraz Neumann. Lejos de conformar un bloque, el
régimen nazi estaba sometido a fuerzas centrífugas que constituían apartados en los
que la interacción definía su especificidad: el aparato del partido propiamente dicho,
sus múltiples organizaciones satélites (profesionales, culturales, juveniles...), el
ejército, las fuerzas económicas, en las que se juntan aparatos totalitarios que escapan
al control tanto del partido como del Estado. Dos hechos esenciales se deducen de
esta interpretación. Por una parte, el sistema nazi se construyó sobre la dinámica de un
movimiento discontinuo. La etapa final – la radicalización asesina -, no puede erigirse
en el punto de arranque de todo análisis, en una especie de aproximación teleológica,
porque el Tercer Reich estuvo sujeto a una temporalidad propia, es el producto de una
historia que se trata precisamente de analizar. Lejos de ser un sistema rígido y
cerrado, el estado hitleriano fue un sistema relativamente abierto, a veces anárquico,
en evolución permanente y del que uno de sus resortes fue la existencia de fuertes
rivalidades entre las diversas fuentes de poder, eso que Broszat denomina la
"policracia nazi". Por otra parte, en este sistema, la función de Hitler, que está lejos de
ser el dictador todopoderoso tantas veces descrito, era la de garantizar la cohesión del
sistema. Su voluntad personal era un factor menos determinante que el "mito del
Führer", elaborado por una propaganda eficaz y omnipresente. Este mito o esta
mística tenía como objetivo movilizar las energías, integrar a los diferentes estratos
sociales (por el terror, la persuasión o la exclusión) y legitimar un régimen cuyos
mecanismos internos escapaban en parte a sus dirigentes.
Esta corriente se ha mostrado especialmente fecunda para estudiar la génesis de la
solución final, los procesos de decisión y los complejos resortes de su aplicación.
Sobre este punto en concreto, los historiadores de la corriente funcionalista han
reevaluado a la baja el peso personal de Hitler en beneficio de otras instancias de
decisión centrales o locales, y han insistido sobretodo en la importancia decisiva de
las circunstancias políticas y militares de 1.940-1.941. Una vez efectuada la
deportación y la concentración a gran escala de las poblaciones judías del este, y en
particular de los judíos polacos, los responsables nazis, especialmente los de la
Polonia ocupada, se encontraron ante una situación material inadministrable que la
invasión de la URSS, en junio de 1.941, y el avance de las tropas alemanas en el
frente oriental volvieron aún más crítica. La decisión de exterminar en masa a los
judíos , que se produce según ellos en el otoño de 1.941, sería el resultado de una
conjunción de factores: el fanatismo ideológico extremo (la condición necesaria), las
divergencias de los aparatos burocráticos, las pujanzas radicales resultantes y la
anarquía de una situación que los nazis no controlaban, a pesar de que ellos mismos la
habían creado.
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