Teórico 13 2008

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TEORIAS Y PRÁCTICAS DE LA COMUNICACIÓN I
Cátedra: Mangone
Teórico: 13
Fecha: 23/06/2008
Docente: Leonardo Varela
Hola, buenas noches… ¿Cómo están? Voy a escribir en el pizarrón la estructura de la
clase de hoy, mientras llega el sonido.
Introducción al funcionalismo.
¿Qué es el Funcionalismo? Marcos de referencia: el pragamatismo filosófico, el
conductismo y el funcionalismo sociológico.
Positivismo y Funcionalismo.
La TEORIA DEL EQUILIBRIO.
Del Modelo de la aguja hipodérmica, Funciones, Efectos y al Enfoque de los usos y
gratificaciones.
¿Por qué se identifica el Funcionalismo con EEUU?
La conformación de EEUU como potencia imperial.
Funcionalismo "no institucionalizado", funcionalismo y academia, funcionalismo y
estado, funcionalismo y mercado.
La ciudad como objeto de estudio.
Masa, grupos e individuos.
Los principales factores por los que el Funcionalismo "funcionó" exitosamente en EEUU.
Hoy vamos a trabajar básicamente con Blanca Muñoz y también vamos a tomar algunos
conceptos de los trabajos de H. Lasswell -con referencias al trabajo de Sabattini, si es posiblepara "descomprimir" un poco lo de las comisiones de prácticos y para ejemplificar algunas de
las cosas que explica Blanca Muñoz. También vamos a abordar algunos de los núcleos del
trabajo de P. Lazarsfeld y P. Merton (que corresponde a la clase que viene). El lunes que
viene, quedamos en que vamos a dictar teórico (para clausurar bien, sin que falte nada, el
cuatrimestre) y vamos a trabajar con “Perspectivas históricas de la cultura popular”, de Leo
Lowenthal; nos vamos a centrar en este caso en los siguientes puntos (cuando lo, focalicen en
ellos):
1) La relevancia de la cultura popular.
2) Las dos posiciones básicas con respecto a los medios. Montaigne (los medios como "alivio"
de la existencia y seguro de supervivencia) y Pascal (los medios como instrumentos que
conducen a la autodestrucción) como representantes.
3)Diferencias entre cultura popular y arte. Gratificación espuria versus experiencia auténtica
(realización individual).
4) Investigación y cultura popular.
5) Critica social de la cultura popular actual: a) relación producto/sistema, b) declinación del
individuo en el marco de la cultura de masas, c) interdependencia poder, medios y público, d) el
gusto del público (el entretenimiento, la distracción y los "valores"), e) los medios -radio, cine,
diarios- como modos y expresión de vida.
La idea, entonces, es terminar de sistematizar esta primera parte del Funcionalismo para que
tengan todas las herramientas necesarias. En el segundo cuatrimestre vamos a partir de
Efectos y luego vamos a avanzar hacia El enfoque de los usos y gratificaciones.
Entonces, reiteremos, para los que entraron recién: el lunes que viene hay teórico y también
hay prácticos para recuperar la clase del lunes que fue feriado.
El Módulo número 6 corresponde a Funcionalismo. A esta escuela teórica la vamos a
estudiar, para que se pueda explicar de una manera más ordenada y tal vez más sencilla,
en tres partes. La que corresponde concretamente a las funciones de los medios masivos
en las sociedades modernas o actuales; la que corresponde a los presuntos efectos que
esos medios masivos provocan en la sociedad, en el público, en los consumidores; lo
que corresponde a los usos y las gratificaciones En la clase de hoy nos vamos a referir
pura y exclusivamente a las funciones de los medios, de acuerdo con la perspectiva
funcionalista.
Hay una serie de palabras, que vamos a ir utilizando en esta clase y en las que vienen,
que son las siguientes: funcionalismo, valores, normas, efectos, conflicto, equilibrio,
adaptación, asimilación, influencia, refuerzo, predisposición, entretenimiento,
espectacularización, motivación, estímulo, respuesta, grupo, individuo.
Estas palabras son, podemos decirlo, conceptos centrales que vamos a ir abordando en
el marco del funcionalismo. Una serie de investigadores y teóricos van a llevar a cabo
muchas investigaciones EMPIRICAS. Este es uno de los méritos del funcionalismo
norteamericano: llevar a cabo una serie de investigaciones de campo que permiten
sostener lo que se dice en términos teóricos con investigaciones concretas. El
funcionalismo abjura de la mera especulación teórica.
Bueno, vamos a partir tomando como disparadores una serie de publicidades, avisos
clasificados y fragmentos de entrevistas, para examinar de qué manera el funcionalismo,
como modo de percibir y comprender y representar la realidad, opera diariamente sobre
todos nosotros. Veremos también por qué, aun en el marco de sociedades como las
nuestras, en donde no sólo ha tenido influencia el funcionalismo sino también otras
corrientes teóricas como la Escuela de Frankfurt o la corriente de los Estudios
Culturales, observamos que, sin embargo, aun cuando no somos plenamente concientes
de cuán funcionalistas somos, en la realidad diaria nos encontramos, permanentemente,
con ejemplos que nos marcan que la lógica “ESTIMULO/RESPUETA”, sigue presente
con una relevancia inocultable en nuestras propias conductas y comportamientos.
Ofrezcamos, entonces, algunos ejemplos. Tomamos un aviso clasificado del diario
Clarín en el que se dice:
“Se necesita recepcionista, buena presencia, joven (hasta 24 años), conocimientos
generales de PC, con domicilio en zona norte, con curriculum vitae y referencias
comprobadas. Horario: 9 a 12 y 15 a 17. Presentarse en … Vicente López.”
Es un aviso clasificado en el que uno observa qué es lo que se solicita para acceder a un
trabajo. En ninguna parte de este aviso se solicita que la persona tenga, por ejemplo,
capacidad de reflexión o creatividad. Lo hemos naturalizado tanto que no nos llama la
atención, pero pensemos en lo que se está pidiendo. “Se necesita recepcionista” (este es
el oficio), “buena presencia, joven (hasta 24 años), con domicilio en zona norte,
curriculum vitae, referencias comprobadas”. Es decir, no se habla de ninguna condición
en particular, salvo una serie de saberes o destrezas vinculados con una especie de
instrucción. Y por supuesto que responda a los parámetros estéticos hegemónicos.
Tomemos ahora un fragmento de una noticia del diario de la Señora de Noble; aparece
cuando se están por llevar a cabo las elecciones en Francia en las que finalmente ganó
Nicolás Sarkozy. El texto dice literalmente:
“Las encuestas en Francia dan un virtual empate entre Sarkozy y Ségolène Royal. Los
sondeos indican que el ex ministro del Interior de Chirac lleva una pequeña ventaja a
su rival del Partido Socialista, 51% a 49%.”
Nos encontramos con varias cosas. Primero, las encuestas como método de
conocimiento de la realidad. Las encuestas estarían revelando, en este caso, que N.
Sarkozy le va a ganar a Ségoléne Royal y esto efectivamente ocurrió. También las
encuestas, en otro momento, pronosticaban que de ninguna manera Le Pen iba a llegar a
una segunda vuelta en Francia y llegó, luego de una vuelta extraordinaria para la
ultraderecha. Bueno, pero la encuesta aparece como un método confiable respecto del
conocimiento de la realidad. Las encuestas de este tipo expresan básicamente valores
cuantitativos. Podemos decir que la cuantificación es una constante dentro del
funcionalismo, la realidad “puede y debe” ser cuantificada, entonces la encuestas se
constituyen como un método (otros consideran que es simplemente una técnica)
importante para el funcionalismo.
Habrá, luego, autores no funcionalistas, como Pierre Bourdieu, que van a hacer una
serie de evaluaciones muy agudas con respecto qué es una encuesta, a cuáles son sus
debilidades y sus presupuestos que ya orientan y modelan al “encuestado”.
Otro ejemplo. En este caso, el de la publicidad de un producto cultural, como fue el film
“Las Tortugas Ninja”. Textualmente:
“Llegan las Tortugas Ninja, mutantes y hechas en Hong Kong”. Y luego un recuadro
dice: “24,3 millones de dólares recaudó el fin de semana pasado en Estados Unidos,
siendo el film más visto”.
Esto es muy interesante porque están hablando de un producto cultural, que puede ser
evaluado de muy diversas maneras. Se puede decir: “Es un buen film”, “Es un mal
film”, “Está bien hecho”, “Está mal hecho”, etc. Acá, en cambio, lo que se muestra es la
cifra (recaudó 24,3 millones de dólares). Es decir, estamos nuevamente viendo cómo se
constituye en valor lo numérico. La lógica de razonamiento es que debido a que recaudó
tanta cantidad de dinero, entonces el film es bueno. Cuantificación, mérito, virtud. El
funcionamiento es ese, porque están pensando en un público que se deja llevar por el
hecho de que hubo muchos que antes vieron el film. Es decir: “si muchos han visto este
film, yo lo tengo que ver porque no puedo quedarme afuera. Si muchos lo vieron, algún
valor tiene”. De más está decir que la cosa no es necesariamente de esta manera: que
mucho público vea un film no garantiza que sea bueno; tampoco lo garantiza que no lo
vean pocos o nadie. En todo caso habrá que hacer una evaluación de otro tipo, pero en
el marco del funcionalismo lo cuantitativo se impone fuertemente.
Les voy a leer ahora cómo encabezó la revista Viva una entrevista que le hicieron a
Roberto Carnaghi, actor de teatro, cine y televisión. Observemos, en principio, que si se
efectúa una entrevista, salvo que esté en clave de humor corrosivo (como puede suceder
en algunos pocos casos), supone o implica un modo de legitimar al entrevistado, al
asignarle relevancia, aun cuando pueda estarse en desacuerdo con él. El espacio que le
asignan lo reconoce, lo legitima, lo valora. En este caso, es una entrevista (elogiosa) a
una figura del espectáculo a la que se reconoce por su trayectoria. Lo que se dice es lo
siguiente:
TITULO: “El señor de los aplausos”
RECUADRO: “Roberto Carnaghi hizo más de 60 obras de teatro, 44 films, unos 50
programas de TV, y más de 100 publicidades”. Uno puede agregar, ironizando o con
maldad, “todas malas”. Lo que aparece como elemento de valoración de Roberto
Carnaghi (que es un gran actor y además fanático de Independiente), es que hizo tanta
cantidad de obras de teatro, films, programas y publicidades. De nuevo lo cuantitativo
se impone fuertemente.
Publicidad de Toyota:
“Mi auto es el número 1. Corolla. Mi auto es el más elegido del mundo.”
Bueno, el hecho de que el producto o el objeto sea comprado por muchos (en este casos,
relativamente), está marcando que es significativo (en lo connotado) por el hecho de ser
el más elegido.
El “paco” también es muy elegido. Por suerte, hoy estamos en el segundo lugar en el
consumo de drogas, después de EE.UU.
Un cartel en un negocio, que ustedes habrán visto muchas veces:
“Sonría. Usted está siendo filmado para su seguridad”
Pensemos en esa frase. ¿Ustedes creen que es para la seguridad de ustedes que los
filman? Se puede creer que es cierto, que nos cuidan mucho porque nos quieren casi
paternalmente. O podemos intuir que es otra la razón por la que nos filman. Hay quienes
hablan (no el funcionalismo), de una sociedad de control, una sociedad de vigilancia, en
la que se disciplina a los sujetos, que siempre están mirados por el Gran Hermano.
Veamos otro ejemplo:
“Gran Hermano. El 57% ha decidido que Nadia abandone la casa.” (Quizás hasta
ustedes mismos participaron de la votación, llamaron por teléfono).
En este caso vemos lo numérico como un elemento que sirve para excluir. La
particularidad de este tipo de programas es que el televidente se siente, de alguna
manera, poderoso, porque puede excluir a alguien de un espacio. De algún modo esto es
una suerte reflejo de una sociedad que (sobre todo a partir de la década del 90, pero no
solamente), empezó a construirse sobre la base de que el otro era una competencia, una
amenaza, alguien a quien era imprescindible exterminar y no alguien con el que era
posible compartir cosas. No es casual que en la década del 90, aparezcan programas
como “Expedición Robinson”, “Gran Hermano”, “El Bar” y todos esos programas cuyo
objetivo era eliminar al otro para subsistir yo. Si era necesario engañar o lo que fuera,
no importaba, eras parte del juego. No es que uno no reconozca que estamos en
presencia de un juego, pero puede haber juegos en los que el otro se integre. Cuando
todos los juegos mediáticos, se fundan en echar al otro, en condenarlo al oprobio del
“afuera”, estamos en problemas. Porque un programa es un producto cultural. Por
ejemplo, el fútbol es un deporte, un juego, en el que el otro, el que está en mi equipo, es
alguien que colabora conmigo en la tarea de sobrellevar un obstáculo, que es el equipo
rival. Pero yo tengo compañeros, tengo quienes colaboran conmigo y con los que
interactúo solidariamente. En cambio, en estos programas, aun cuando pueda haber
alianzas circunstanciales, el objetivo es eliminar al otro, porque finalmente el otro es
quien compite conmigo: un adversario o lisa y llanamente un enemigo.
Bueno, finalmente les voy a leer un fragmento de una entrevista que le hicieron,
también en la revista Viva, a un ex alumno de Carlos Fuentealba, el maestro neuquino
asesinado por el gobierno de Sosbisch, en Neuquén. Bueno, dice un alumno de
Fuentealba, cuando le preguntan por la muerte de su maestro:
“Yo nunca lloré tanto en mi vida. Fue peor que cuando me pega mi viejo, porque
bueno, si hay que poner límites alguna piña te tienen que dar”.
¿Por qué tomamos esto? El funcionalismo, entre otras muchas cosas, tiene como
referencia disciplinaria y teórica a la PSICOLOGIA CONDUCTISTA , uno de cuyos
máximos exponentes es Charles Watson. El conductismo, hasta hace relativamente poco
tiempo era una corriente teórica con una gran incidencia en el proceso de
enseñanza/aprendizaje. Es decir, la educación estaba concebida, hace 50 años, desde
una perspectiva conductista: el maestro estimula, el alumno responde a esa
estimulación; a mayor cantidad de estimulaciones, más posibilidades de respuesta, por
lo tanto si yo estimulo sistemáticamente a alguien, por ejemplo, para que aprenda de
memoria algo haciéndolo leerlo infinidad de veces, finalmente lo recordará y de eso se
despenderá el aprendizaje. O también: si yo estimulo a alguien para que realice
determinada acción, esa acción, al final, se reiterará (inclusive sin que este presente la
estimulación inmediata). Se llevaron a cabo investigaciones con ratitas de laboratorio,
con conejos, etc. También podemos mencionar el famoso “perro de Pavlov”, al que
primero le acercaban el alimento y salivaba porque le daba hambre; luego colocaban el
alimento y sonaba una campanita, y el perro salivaba de nuevo; finalmente sonaba la
campanita sin que estuviera presente el alimento y el perro salivaba de todas maneras,
porque asociaba la campanita al alimento. En definitiva, empezó a ligar una cosa con
otra: alimento con sonido de campana y a actuar (involuntariamente) en consonancia.
Volvamos al fragmento de la entrevista. Hay una persona que está afectada por un
episodio que es la muerte de su maestro. Sin embargo, ha naturalizado que el castigo es
necesario. Uno puede decir que acá hay un proceso interesante, porque el que
internalizó que el castigo es necesario, es el propio afectado por el castigo. Es la
víctima la que reconoce que está bien que lo castiguen. No es tan fácil de explicar esto,
muchas veces se dice que hay sociedades o individuos que tienen comportamientos
patológicos o que son autodestructivos. Eso puede ser una parte del asunto. Nos
encontramos con alguien que reconoce como válida una práctica que se ejerce contra él.
Piensen de qué manera va a considerar esa práctica cuando sea adulto, por ejemplo con
sus hijos, si reconoce esa práctica como válida cuando se ejerce tácticamente contra él.
Esto está marcando que vivimos en una sociedad en la que muchos de los valores que
proclama el funcionalismo operan, intervienen, funcionan, son amos y señores, aunque
estrictamente nuestra cultura no se pueda encuadrar como absolutamente funcionalista.
Habiendo formulado en esta primera parte una serie de disparadores, vamos a ingresar
plenamente en lo que es el funcionalismo como corriente teórica que se encarga de
estudiar los procesos comunicativos de manera sistemática y que va a nacer y se va a
desarrollar sobre todo en Estados Unidos.
Lo que nos conviene reconocer, en principio, es que no es casual que esta corriente
teórica haya nacido y se haya desarrollado en una nación como Estados Unidos. Hay
una serie de razones, que vamos a ir explicando en la clase de hoy.
Para comenzar, mencionemos que entre 1920 y 1950, en Estados Unidos hubo un gran
desarrollo de medios tecnológicos y también un gran consumo de esos medios
tecnológicos. Por ejemplo, hacia 1920 hay una radio por familia (hoy puede parecer que
esto no es tanto, pero en 1920 era mucho); una década después, hacia 1930, la práctica
de consumir cine, de ir al cine, involucra e incluye a toda la familia; diez años después,
hacia 1940, se consume un diario por familia; y en 1950, ya con la televisión
desarrollada, hay en Estados Unidos un aparato de televisión por familia. Esto quiere
decir que en un lapso de 30 años los medios tecnológicos (como son la radio, el cine, los
medios gráficos y la televisión), pasan a ser integrantes de la familia, formando parte del
paisaje familiar.
Con respecto a los medios hay diferentes posicionamientos. Hay quienes van a sostener
(el funcionalismo, en términos generales, se ubica en esta posición) que los medios
favorecen la integración social, la cohesión social, la adaptación social. Hay otra postura
que señala, en cambio, que los medios favorecen la anomia, es decir la debilidad o
inexistencia de normas que permitan una mejor convivencia. Por ejemplo, cuando hoy
se habla de la crisis de legitimidad o crisis de representatividad, muchas veces se dice
que el lugar que deben ocupar determinadas instituciones (la justicia, los partidos
políticos, los sindicatos, etc.) está siendo ocupado por los medios, que se convierten en
jueces, en falsos promotores de igualdad, justicia o lo que fuere. Por último, hay una
tercera posición, que es la sostiene que los medios no sólo no sirven para la integración
social bien entendida, sino que, por el contrario, alienan y enajenan a los sujetos. Es
decir, los medios cumplen desde esta perspectiva una función por la cual este individuo,
este sujeto que ya está alienado por estar inscripto en una sociedad en la que hay
división en clases sociales, en la que hay dueños de los medios de producción y
trabajadores en condiciones de explotación; consolida –en sus propios consumos y
prácticas- su enajenación.
Bueno, de todos modos, aún en casos enfrentados como pueden ser la primera y la
tercera posición que recién mencionamos, en lo que hay coincidencia es en que los
medios afectan a los sujetos, a los individuos. En lo que difieren es en la valoración del
modo en que afectan a los individuos, pero no está en duda que efectivamente los
medios operan sobre nosotros.
Esto va a dar lugar, en términos muy generales y esquemáticos, a dos grandes corrientes
teóricas que se van a encargar de estudiar los medios masivos y las prácticas que se
llevan a cabo con esos medios masivos. Por un lado vamos a reconocer el
Funcionalismo norteamericano (la corriente de la que estamos hablando) y, por el otro,
vamos a encontrar a los llamados Críticos de la cultura. Una de las diferencias centrales,
que vamos a trabajar hoy en la clase, es que en el caso de los funcionalistas el punto de
partida es que existe una sociedad en equilibrio, que es un todo armónico; y que ese
todo armónico, como si fuera un organismo viviente, puede encontrarse, en ciertas
circunstancias, con inconvenientes, con problemas. Esos problemas van a generar un
desequilibrio provisorio, un desorden provisorio, que va a tener que ser restaurado.
Vamos adelantando que el funcionalismo se va a basar, sobre todo, en las ciencias
naturales (ya nos hemos referido al conductismo) que eran las ciencias que hacia finales
del siglo XIX y comienzos del XX alcanzaron un gran desarrollo teórico-metodológico,
consiguiendo avances muy relevantes en distintas disciplinas. Dentro de las ciencias
naturales, la concepción del organismo viviente es importante, porque se reconoce que
todo organismo viviente tiene necesidades que satisfacer. Por ejemplo, un animal en
algún momento tiene hambre y cuando tiene hambre tiene un desequilibrio en su
organismo (necesita comer, porque si no se muere). Frente a este desequilibrio, que
tiene que ver con una estimulación, va a salir a cazar e intentar alimentarse. Una vez que
el animal logró alimentarse recupera el equilibrio perdido y vuelve a una situación
armónica.
Bueno, en el marco del funcionalismo se cree también que la sociedad es una especie de
organismo viviente, que está en equilibrio y que en determinadas circunstancias puede
sufrir cierto desorden, producto de factores externos o internos. Cuando ese desorden se
presenta habrá que ver de qué manera se logra restaurar el estado armónico inicial.
Ustedes van a leer en las comisiones de prácticos un trabajo de H. Lasswell,
“Estructura y función de la comunicación en la sociedad”, que aborda abiertamente
estos asuntos. Es decir, en el funcionalismo se parte de una teoría que podemos
denominar como “Teoría del equilibrio”.
En cambio, en la otra corriente, que hemos denominado como la de los “Críticos de la
cultura”, el punto de partida es el conflicto. Es decir, lo “normal” no es el equilibrio sino
el conflicto. Lo que hace avanzar a las sociedades, desde esta perspectiva, es el
conflicto, el motor de la historia.
Habiendo hecho esta breve introducción al funcionalismo, vamos a ir tomando cada uno
de los puntos que están escritos en el pizarrón, y en principio vamos a decir algunas
cosas nucleares, para ir profundizando luego sobre cada una de ellas.
Habíamos marcado antes que el funcionalismo es una corriente que parte de la base de
que la sociedad es una suerte de organismo que está en estado de armonía. Si este
organismo se encuentra en estado de armonía y va necesariamente hacia estados de
mayor armonía o virtud, lo importante será que cada uno de los individuos que formen
parte de esa sociedad, se vaya adaptando a las reglas y a las normas que esa sociedad ha
determinado como las deseables y válidas. Es decir, el sujeto debe adaptarse a las
normas, reglas, creencias y valores de una sociedad; sino será de alguna manera
castigado.
Pues bien: habrá una serie de valores que deberán instaurarse; deberán transmitirse de
generación en generación, para lo cual se necesitará un conjunto de instituciones que se
encarguen de transmitir ese legado cultural. Uno de los valores, dijimos antes, es lo
cuantitativo, el otro es el de la uniformidad. Es decir, ser distinto, en la sociedad
norteamericana, es un problema, diferenciarse del resto es algo que se ve
negativamente. Ser diferente es ser indecente. Si quieren ejemplos de esto, basta con ver
las comedias norteamericanas o dibujos animados con Los Simpson, en los que el punto
es cómo lograr integrarse alguien a una sociedad para ser uno más, en lo posible con
éxito. El problema es, en el caso de Homero Simpson, que no logra ser exitoso, pero
hace todo lo posible para tratar de integrarse aceptando el funcionamiento de la
sociedad. Ahora bien, el caso de Los Simpson, como explica Lucas Rubinich, lo que
provoca comicidad o gracia, sobre todo a los sectores más jóvenes, es que la familia y la
autoridad del padre en particular se presenta con todas sus vulnerabilidades y
contradicciones. Marca una zona de transición entre la familia idealizada (la de los
Ingalls), y la familia “real”.
También marcamos antes que el aprendizaje se entiende como un proceso por el cual se
va a premiar a los que acaten y a castigar a quienes no se adapten a esa sociedad, a aquel
que no logre (o no quiera) internalizar los valores, la IDEOLOGIA , de esa sociedad. La
IDEOLOGIA es lo que transmiten esas instituciones; esa es una de las funciones
centrales de las instituciones, entre las que figuran los medios. Observen, en la
presentación de Los Simpson, el caso de Lisa. Ella está en una orquesta… y lo que
sucede es que están todos tocando una música y ella toca otra música (o la misma pero
con variaciones individuales, no lo sabemos); Lisa no se adapta a la orquesta, Lisa es un
estilo. Su música es muy linda, muy creativa, pero no se integra al conjunto y por eso se
va o la echan. Ese es el problema que tiene Lisa permanentemente, es el único personaje
dentro de la serie con un grado de rebelión significativo. Ella es en cierto modo
idealista. No es simple transgresión; Bart Simpson es transgresor. Transgresor no es
revolucionario, es transgresor… Si me tomo diez cervezas no soy revolucionario,
simplemente me emborracho, transgredo un edicto, una norma de convivencia o una
ley, nada más. El caso de Lisa es otra cosa. Al cinismo de Bart Simpson –expresión de
una sociedad en la que ya no se cree en nada, como si fuera el narrador del “Bienvenido
Bob” de Juan Carlos Onetti-, se le opone la “candidez” de Lisa que desea trasformar un
mundo que le resulta insatisfactorio pero no sabe cómo. Ahora bien, el cinismo de Bart,
en alguna medida, surge de la evaluación de las fuerzas que están de un lado y del otro y
de lo que es la sociedad de consumo en la que los medios conforman subjetividades,
inclusive la de ellos.
Lisa resiste las presiones hasta donde puede; es una especie de bicho raro en una
sociedad en la que lo individual no importa más que como un tópico publicitario.
Este sistema de premios y castigos llega a incluir la violencia, que está aceptada como
una forma de castigo, la última de las etapas del castigo. En los Estados Unidos, que se
autoproclama como una gran democracia, existe la pena de muerte, que se entiende
como el castigo a alguien por haber realizado algo que es calificado como negativo o
malo.
¿Qué es el funcionalismo? ¿Cuáles son sus marcos de referencia? En principio digamos
rápidamente que el funcionalismo es la primera escuela teórica que sistematizó el
estudio de la comunicación de masas. Se originó en Estados Unidos y podemos decir
que hasta el presente ha organizado la mirada hegemónica en lo que a los medios
masivos se refiere. El funcionalismo tiene como marcos teóricos de referencia, por un
lado, al pragmatismo filosófico, cuyo referente principal es Charles Sanders Peirce; por
otro lado al conductismo psicológico, que tiene como referente a Charles Watson; y la
sociología funcionalista.
Bueno, antes decíamos que la corriente funcionalista tomada como referencia
importante a las ciencias naturales. Esto nos lleva a lo que se conoce con el nombre de
positivismo. En el marco del positivismo y de las ciencias más importantes dentro de
esta corriente (las ciencias naturales), se concibe a la sociedad como un organismo,
como ya dijimos. Se parte de la teoría del equilibrio y se entiende que esa sociedad, lo
repetimos, es un todo armonioso. Ahora, ese todo armonioso puede sufrir agresiones,
las agresiones pueden ser internas o externas. Supongamos un organismo viviente, el
cuerpo de un animal, un hombre, ¿qué puede ser una agresión interna? No me abrumen
con las respuestas, por favor…Bueno, por ejemplo la presencia de células de cáncer.
Puede haber, también, una agresión externa: un individuo puede ser agredido por otro,
una nación puede ser agredida por otra. En los dos casos el organismo tiene que
reaccionar, porque tanto la agresión externa como la interna quieren desestabilizar a ese
organismo e inclusive pueden destruirlo. Si tomamos el ejemplo de las células con
cáncer, si no se defiende el organismo, si no se aplica cobalto o no se realiza una
operación quirúrgica, entonces esas células pueden producir metástasis, se reproducen,
invaden todo el organismo y lo matan.
Es lo mismo que podemos decir en relación a las agresiones externas. Veamos un
ejemplo, supongamos que una manada de búfalos es atacada por un grupo de leonas y
leones. Los búfalos, en ese caso, se organizan colectivamente y hacen un círculo en el
que quedan dispuestos de la siguiente manera: hacia afuera, mirando a los leones, los
búfalos machos más fuertes; en un segundo círculo las hembras y en un tercer círculo
las crías. ¿Por qué se organizan de esa manera? En una situación de igualdad
león/búfalo, lo más probable es que el león venza al búfalo, aunque no es seguro, a
veces los búfalos lastiman mucho a los leones. Ahora bien, los leones suelen atacar en
grupo, en manada y por lo tanto la respuesta tiene que ser colectiva. Lo que suele
suceder, entonces, es que los búfalos machos, que ya tienen experiencia de defenderse
de leones, se ubican en el primer círculo y no se mueven, se quedan quietos,
imperturbables, aun cuando el león se le ponga a medio metro. ¿Por qué? Los búfalos
saben que su fuerza radica en lo grupal, en lo colectivo. Están al lado de otros búfalos,
por lo que si son atacados podrán ser defendidos por los otros búfalos. Lo que suele
suceder es que los búfalos más jóvenes, que tienen por primera vez una experiencia de
combate con los leones, cuando el león deliberadamente se les pone al lado, sienten
mucho miedo, pavor…y suelen salir corriendo, huyen (es lo que creen), se apartan del
grupo. Lo que hacen los leones, entonces, es perseguir al búfalo que se quiso salvar
solo. Esta es una enseñanza política, ante una amenaza externa los búfalos responden
organizándose colectivamente. Cualquier similitud con la realidad, no es pura
coincidencia.
Continuemos. A. Mattelart marca justamente que hay una primera obra, que data de
1927, que es un libro de Harold Lasswel (1902-1978), llamado “La técnica de la
propaganda en un mundo en guerra”, que es clave. En ese trabajo, H. Lasswell toma la
experiencia de la Primera Guerra Mundial, que se desarrolló entre 1914 y 1918 y que es
considerada una de las “guerras totales”. Lo que H. Lasswell verifica en sus estudios es
que la propaganda fue determinante para que hubiera un sector vencedor y un sector
vencido. Esto se vincula con lo que H. Lasswell denomina la gestión gubernamental de
las opiniones, es decir cómo se logra construir el apoyo (hoy diríamos el consenso). H.
Lasswell va más allá y afirma una hipótesis que perdura hasta el presente: la propaganda
y la democracia están ligadas de manera indisoluble, no puede haber democracia sin
propaganda. Lo que es más que interesante es el argumento que emplea H. Lasswell,
que, repito, aún tiene vigencia. Cree que la propaganda es el único modo de ganarse la
adhesión de las masas, y a esto se le suma, dice H. Lasswell, que resulta mucho más
barato, como método, que los normalmente empleados, que son la violencia y la
corrupción. Pasando en limpio, H. Lasswell dice: la propaganda está ligada a la
democracia; hay que utilizarla, primero porque es eficaz, y segundo porque es más
barata que los métodos que se emplean habitualmente; admite –bañado en un realismo
que no lo inquieta demasiado- que esos métodos son la corrupción y la violencia.
Bueno, en esta perspectiva, que podemos asignar al funcionalismo inicial (el
funcionalismo tendrá, básicamente, cuatro etapas), se consagra la omnipotencia de los
medios de comunicación, que son concebidos como instrumento de circulación de los
SIMBOLOS EFICACES. En otras palabras, yo puedo controlar a las masas por medio
de la violencia (las masas quieren hacer algo, yo llevo a cabo contundente represión y
logro que dejen de hacerlo, pero eso es normalmente costoso y además los resultados no
siempre serán los óptimos, puede fallar (como dijo Tu Sam alguna vez). Frente a esto,
tenemos la posibilidad de controlar a las masas mediante la propaganda, que se
convierte de esta manera en un elemento eficaz y barato.
Esta primera etapa corresponde al modelo denominado “Modelo de la aguja
hipodérmica”. Una aguja con determinada sustancia se aplica sobre alguien, que a partir
de esa sustancia inoculada actúa de determinada manera. Este modelo de la aguja
hipodérmica, que es el modelo inicial del funcionalismo, está ligado con la concepción
de “estímulo/respuesta” propia del conductismo y parte de la base de que habría una
especie de “blanco amorfo” –el receptor-, que obedece ciegamente a este esquema de
“estímulo/respuesta”. El sujeto es considerado como un individuo atomizado sobre el
cual los medios van a producir un impacto.
En este punto hago una aclaración para que vayamos avanzando. Se pueden reconocer,
como ya dijimos, distintas etapas dentro del funcionalismo. Una primera etapa, esta de
la que estoy hablando ahora, aparece designada como la del “modelo de la aguja
hipodérmica”; una segunda etapa relacionada con las “funciones de los medios”; una
tercera etapa, que es la de los “efectos de los medios”; y una cuarta etapa
correspondiente al enfoque de los “usos y gratificaciones” de los medios.
Vamos a decir velozmente algunas cositas de cada una de las etapas, que luego iremos
profundizando. El modelo de la aguja hipodérmica es el que acabamos de describir. En
el caso de las “funciones de los medios”, van a haber distintas posiciones respecto a
cuáles son estas funciones dependiendo de los investigadores, pero en términos
generales podemos decir que, por ejemplo, un autor como H. Lasswell va a hablar de los
medios como elementos que vigilan el entorno, que a partir de esa vigilancia del entorno
permiten que haya una respuesta (correlación) si ese entorno es amenazante. Por otro
lado se va a referir a la función de transmitir el legado cultural; igual que instituciones
como la escuela o la familia transmiten valores, creencias y normas, los medios también
van a transmitir un legado cultural. A estas funciones le van a agregar posteriormente la
del entretenimiento. Por otra parte, autores como P. Lazarsfeld y R. Merton, que ustedes
tienen también para leer en el material de teóricos (próxima clase), van a hablar de la
función de conferir estatus, la función de compulsión normativa y de “disfunción
narcotizante”. Por ahora estamos enumerando, pero para que vayan conociendo estas
funciones, ofrecemos una muy breve explicación.
Vigilancia del entorno. El entorno puede implicar amenazas para un individuo, grupo o
sociedad. Supongamos que nos enteramos de que dentro de una hora y media habrá una
tormenta de granizo en la ciudad de Buenos Aires, el entorno nos amenaza. Al
enterarnos de esta información, ¿qué podemos hacer?
Alumno: Nos encerramos y nos quedamos hasta que termine.
Alumna: Nos vamos ahora.
Varela: Claro, hay muchas posibilidades, muy bien. Frente a la información, no hay una
sola manera de actuar. Entonces, la vigilancia del entorno es una de las funciones de los
medios. La otra función se vincula con cómo reaccionamos o actuamos frente a esos
datos articulados que se convierten en información.
La transmisión del legado cultural es más simple. En el marco de cualquier sociedad
hay valores que la definen, que la estructuran. Esos valores, normas, reglas, hábitos,
tienen que ser transmitidos para que esta sociedad funcione adecuadamente, aún en el
marco de cierta dinámica de cambio: toda sociedad –como la lengua- es permanencia y
cambio.
Cuando hablamos finalmente de la función de entretenimiento, nos estamos refiriendo a
la función que quizás se tiende a relacionar más en la actualidad con los medios:
entretener, divertir, etc. Hay un texto de Gonzalo Abril, muy breve pero muy
interesante, en el que marca claramente algunas de las contradicciones que se presentan
cuando alguien dice que una de las funciones de los medios (sin que se la articule con
una totalidad) es entretener y divertir. Porque en este marco el entretenimiento aparece
como algo “a-ideológico”, es decir que la dimensión ideológica no aparecería reflejada
en los géneros vinculados con el entretenimiento o la diversión. Lo que va a señalar
Gonzalo Abril es que no existe ningún género que pueda ser considerado libre de
ideología, que en todo caso esto está marcando cierta inocencia (quizás deliberada), por
parte del funcionalismo, al no entender que la dimensión ideológica está presente en
todos los discursos, en todos los géneros y en todas las prácticas. Lo que sucede es que,
muchas veces, la dimensión ideológica no es reconocida o percibida por quienes forman
parte de un sistema cultural en el que les enseña a mirar de determinada manera. Se
domestica la mirada. Esto tiene que ver con lo que hablábamos en la comisión de
prácticos el lunes pasado: uno puede decir que el programa de Susana Giménez es un
programa de divertimento, aceptemos eso provisoriamente. Ahora bien, aun en el marco
de que sea un programa de divertimento, hay una dimensión ideológica, que no siempre
“aparece” de manera evidente para el televidente-promedio, que lo conforma. Como
explicábamos antes en relación con el Gran Hermano, uno puede decir es un programa
de divertimento, pero resulta que el divertimento consiste en eliminar al otro. Entonces,
aun en el marco del divertimento hay una construcción ideológica que opera sobre
nosotros, sobre nuestras subjetividades y sobre nuestro modo de ver el mundo. Otro
ejemplo, quizás los que cursan o hayan cursado el Seminario de Cultura popular con
Pablo Alabarces lo hayan visto. Un programa como “El Aguante”, que estuvo diez años
en TyC Sports, en el cable, era un programa en donde se reivindicaba el folclore del
fútbol, ¿de qué manera? Bueno, viendo qué se cantaban las hinchadas entre ellas. Se
reflejaban, entonces, como folclore del fútbol, el “NO EXISTIS”, “TE VAMOS A
MATAR”, “NEGROS DE MIERDA”, “JUIDOS PUTOS”, etc. Ese folclore, por más
que alguien, como televidente, hasta lo pueda ver como algo divertido o simpático. Pero
conforma subjetividades, no es neutral. Gonzalo Abril efectúa una serie de
observaciones muy valiosas en esta dirección.
Otra de las funciones de los medios, según P. Lazarsfeld y R. Merton, es conferir estatus
y, por otro lado, la función de la compulsión normativa. No vamos a profundizar
demasiado porque corresponde a prácticos, pero ofrecemos un primer acercamiento.
Cuando P. Lazarsfeld y R. Merton se refieren a la compulsión normativa, nos están
diciendo que el hecho de que alguien aparezca en un medio diciendo cosas que son
toleradas en el marco de lo privado pero no el público, llevan a que esa norma (esa regla
cuya transgresión es aceptada en el ámbito de lo privado), si se hace pública deba ser
castigada. Por ejemplo, cuando Luis Barrionuevo dice, en el programa de Bernardo
Neustadt (fallecido hace poquito), “lo que pasa, Bernardo, es que para solucionar los
problemas del país tenemos que dejar de robar por dos años”. Luis Barrionuevo,
sindicalista gastronómico, “ultra-alcahuete menemista”, ex presidente de Chacarita,
etc., dice eso. ¿Qué es lo que sabemos nosotros como integrantes de esta sociedad? En
términos generales sabemos que muchos de los sindicalistas argentinos que desde hace
décadas están en sus sindicatos, efectivamente han robado (no todos, muchos, cuidado
con las absolutizaciones). Entonces, Barrionuevo no estaba diciendo nada nuevo, sino
algo que en general era sabido, pero el problema fue que lo hizo público y es por eso
que se generó una reacción muy potente. Es decir, una cosa es que todos sepamos que
roba y que se diga en el ámbito privado, y otra cosa, muy diferente, es que esto se haga
público, que alguien aparezca en la televisión diciendo “tenemos que dejar de robar”
(además utilizando la primera persona del plural, incluyéndose). Entonces, esta reacción
que se genera es la que tiene que ver con la compulsión normativa, lo que en privado
puede tolerarse, no se acepta si se hace público. Debe haber una sanción social.
Todas las retractaciones que hubo a partir de lo que dijo públicamente, por ejemplo,
Alfredo De Angeli, que ha entrado en una dinámica en la que cada dos horas dice:
“Bueno, le pido perdón a la presidenta por lo que dije…”, o “le pido perdón a los
legisladores si los he ofendido…”, etc. etc. Estas cosas, en el ámbito de lo privado, se
dicen permanentemente. Sin ir más lejos, venía hoy con un taxista (medio fascistoide,
como casi todos los taxistas; no todos), que pontificaba “Hay que tirarla a esta conchuda
de mierda” (por la Presidenta ). Entonces yo, con paciencia pedagógica, le digo: “¿Por
qué piensa eso? “Porque son una mierda, roban todos”, fundamenta. “¿Y usted a quién
cree que habría que votar si hubiera elecciones? “¡No! Tienen que venir los militares”
(que por supuesto, según él, no asesinaron, no secuestraron, no torturaron, no
contrajeron deuda externa, no se llevaron bebés… no hicieron nada malo). Bien: si ese
taxista dice eso en un programa de televisión puede ir preso por ser un apologista del
delito, pero en lo privado esas cosas se dicen sin problemas. Total: es gratis. Hay que
estar atentos a algo, hay muchos estudios sobre cómo se fue conformando el nazismo,
no sólo en lo que concierne al lugar de los medios masivos, sino sobre cómo, en las
conversaciones cotidianas, en esto que circula de boca en boca, se iban aceptando
ciertas lógicas de razonamiento que finalmente derivaron en la existencia de un A.
Hitler. En ese sentido es interesante ver qué es lo que pasa, cuál es el control o el “no
control” cuando empiezan a circular este tipo de “impresiones” sin que haya ningún tipo
de devolución. Cuando digo devolución me refiero, aunque más no sea, a una ligera
interferencia, en principio: ¿Por qué dice esto? ¿Usted efectivamente cree que los
militares eran mejores? Cuando aparecen este tipo de discursos circulando sin ningún
tipo de control social ni devolución, quiere decir que estamos en complicados.
P. Lazarsfeld y R. Merton hablan también de otra “función” que llamativamente
nombran como “disfunción narcotizante”. Utilizan el término “disfunción”, o sea que el
medio lleva a cabo una función que no es la deseada o la deseable.
Para Lazarsfeld y Merton esto se relaciona con el hecho de que, a partir del consumo de
medios, los sujetos o los individuos estén sobre-informados. Esta saturación informativa
los lleva a creer que por el solo hecho de estar informados ya están haciendo algo y en
rigor dejan de obrar, dejan de hacer, porque entraron en una zona de narcotización:
mucho consumo de medios, pero poca intervención. Algo parecido es lo que uno puede
apreciar en la actual profusión de correos electrónicos y cosas por el estilo, pareciera
que estamos inmersos en una especie de revolución: convocatoria para tal lado, para tal
otro, etc., pero cuando uno va y mira, en el lugar concreto en el que se lleva a cabo el
encuentro, hay muy pocos. Sin embargo, en si uno se centra en lo que “sucede” en el
espacio virtual… estamos al borde la revolución o del golpe de estado. ¿Qué es lo que
está pasando en términos de conformación de subjetividades –incluyendo siempre la de
quien habla? Creo que nos faltan herramientas para poder dilucidarlo, tenemos que
construirlas.
Bueno, entonces esto es lo que corresponde a la etapa de las “funciones de los medios”.
Dijimos que existe una tercera etapa, que es la de los “efectos de los medios” (la vamos
a trabajar en profundidad en el segundo cuatrimestre). Para que quede bien organizado,
retomamos y decimos que hablamos ya de una primera etapa, que era la del modelo de
la aguja hipodérmica, de una segunda etapa, descripta recién, que es la de las funciones
de los medios. Ahora ingresamos en una tercera etapa, que es la de los “efectos”, en la
que ya no se va a estudiar tanto qué funciones sociales llevan a cabo los medios, sino
qué efectos producen los medios en aquellos que los consumen: receptores, público.
Si yo me hago la pregunta de qué efectos producen los medios en quienes los
consumen, hay un presupuesto, que es que efectivamente los medios producen
determinados efectos. Acá se va a diferenciar entre lo que son los efectos a corto,
mediano y largo plazo. En fotocopiadora dejamos un material que sirve para
ejemplificar e ilustrar esto, sobre varios casos que tuvieron mucha repercusión
mediática, como por ejemplo el caso de Junior, el adolescente de Carmen de Patagones
que asesinó a varios de sus compañeros. Nosotros tomamos lo que los medios dijeron
respecto de las “razones” por las cuales ese adolescente “estalló”: ¿por qué y cómo llegó
a asesinar? Hay una serie de observaciones de lo más llamativas: el tipo de música que
escuchaba (Marilyn Manson, por ejemplo), qué tipo de vestimenta (colores oscuros),
etc. Como si estos elementos fueran determinantes de un tipo de conducta violenta, en
una perspectiva muy elemental respecto de un esquema: “medio-influencia del medio
sobre el individuo-individuo que actúa sobre otros de manera violenta”. Ahora, lo que
se ocultaba (o no se consideraba suficientemente) era elementos pertinentes, no
menores. Primero, asesinar a varios compañeros no es tan sencillo, no es tan sencillo
disparar y acertarle a otros, hay que tener práctica para hacerlo, o sea hay que saber
disparar. Entonces, era un adolescente con prácticas con armas de guerra. Primera
incógnita: ¿quién le enseñó a disparar? El que le enseñó a disparar, se supone, fue un
adulto. ¿Qué recuerdan, qué escucharon en los medios al respecto?
Alumno: el padre le enseñó, era gendarme.
Varela: Exactamente, el padre le enseñó a disparar. Entonces, hagamos una
composición de lugar: al adolescente se lo presenta inscripto en el mundo del rock, un
mundo que nace con una consigna central (en oposición al mundo de los adultos en la
segunda posguerra): la paz, la no violencia como valor. Imaginen ustedes, entonces, a
alguien que se empieza a construir su identidad en ese mundo “de la no violencia” como
valor, y un padre, que está en una institución encargada de controlar y eventualmente
reprimir, que le enseña a disparar y a matar (porque también lo llevaba a cazar). Bueno,
esas cosas en general no aparecieron. Lo que apareció hasta el hartazgo es que era
introvertido, que iba siempre vestido de negro, que escuchaba música en inglés, como
determinantes de su conducta. Digamos, desde luego, que no hay relaciones
automáticas: “consume determinado género musical, por lo tanto es violento”, o “se
viste de determinada manera, por lo tanto es peligroso”. No existe la relación
automática, pero existe una construcción social que lleva a que se activen esas
representaciones colectivas y que muchas veces se acepten como válidas. Se
internalizan las representaciones de los sectores hegemónicos. Bastaba escuchar a
supuestos especialistas en radio y televisión explicando por qué sucedió lo que sucedió.
Bueno, tienen material en fotocopiadora para retirar, en el que tomamos ese y otros
casos.
Hablábamos, entonces, de efectos a corto plazo, a mediano plazo y a largo plazo. Por
supuesto que es complicado de evaluar y medir los efectos de un medio sobre el
receptor o el público. Uno puede preguntarse cuáles pueden ser los efectos a corto plazo
de mirar el programa de Marcelo Tinelli. En rigor, los efectos a corto plazo son los que
menos relevancia tendrán. En cambio, los efectos a mediano y largo plazo son más
significativos, pero a la vez son más complejos de reconocer y de ponderar, porque no
hay un solo factor que influya en las conductas y en la conformación de las
subjetividades. Es decir, los medios son un factor importante, pero todavía no se puede
precisar cuál es exactamente la dimensión de esa influencia que los medios pueden
ejercer sobre los individuos y sobre las sociedades.
Marcamos como cuarto punto: la identificación entre la corriente funcionalista y
Estados Unidos. Podemos tomar, como está escrito en el pizarrón, tres elementos
sustanciales, aunque no son los únicos. Por un lado el poder económico…
(Interrumpen estudiantes para invitar a una cátedra libre sobre Salvador Allende)
Varela: Estábamos diciendo que la identificación entre el funcionalismo y los Estados
Unidos tiene que ver con que el funcionalismo como marco teórico expresaba (y
expresa) muchos de los valores norteamericanos. Desde el punto de vista del poder
económico, Estados Unidos estaba en ese momento constituyéndose como una gran
potencia (dicho sea de paso, digamos que Estados Unidos es hoy el mayor deudor
internacional). Esta expansión económica va a estar acompañada de una serie de
prácticas en el orden de lo militar, de lo económico y de lo cultural. Hoy Estados
Unidos, desde el punto de vista bélico, tiene más poder de destrucción que las catorce
naciones que le siguen juntas. Un poder de destrucción que, entre otras cosas, influye en
que no se le pueda reclamar a Estados Unidos el pago de la deuda que mantiene con
organismos que controla y con otras naciones. El poder bélico, entonces, permite que
aun siendo la nación con más deuda no sufra las mismas presiones que pueden sufrir
otras naciones. Por supuesto, no sólo importa la deuda que tiene sino también su
capacidad de producción, el Producto Bruto Interno, etc.
Desde el punto de vista del poder cultural, Estados Unidos vio con claridad que
necesitaba de otro elemento de “guerra” poderoso. Y Dios dijo: “HAGASE LA
INDUSTRIA CULTURAL ” (concepto que no emplea el Funcionalismo). A Hollywood
se lo denomina “la fábrica de sueños”, en una doble acepción. Podemos pensar que esos
sueños tienen que ver con cada uno de los sujetos considerados individualmente (en lo
onírico subjetivo) pero también podemos (y debemos) pensar en una fábrica de sueños
como construcción de imaginarios sociales. Por ejemplo, la industria cinematográfica
norteamericana tiene un poder de inserción, en todo el mundo, que no lo tiene ninguna
otra industria cinematográfica. Inclusive hay una serie de normas y requerimientos para
que ingrese el cine extranjero en Estados Unidos, que no tiene el cine norteamericano
cuando se difunde en otros lugares del mundo. Lo relevante es que la exportación de la
cultura norteamericana es transmisión de valores, miradas y creencias. Si la economía
norteamericana sirve para dominar o controlar otras economías, la cultura, los valores
culturales norteamericanos también van a operar en la construcción de representaciones
del mundo de acuerdo con los intereses propiamente norteamericanos. No es casual que
durante el gobierno de Ronald Reagan, un gobierno conservador, republicano, la
industria cinematográfica norteamericana haya impulsado a figuras como Silvester
Stallone y Arnold Schwarzenegger –hoy gobernador-, etc.; siempre se enfrentan a
amenazas exteriores: los rusos (soviéticos), los orientales, los negros; en otros casos,
pelean -codo a codo con Bin Laden por la libertad-. Vean Rambo III, si mal no
recuerdo; Bin Laden, el actual monstruo, entonces era bueno porque era el jefe de la
guerrilla antisoviética… después se volvió malo, las idas y venidas de la vida y destruyó
las Torres Gemelas a avionazos).
En resumen, una industria sostiene parte de la política exterior norteamericana. Ahora
bien, desde el punto de vista de la conformación de Estados Unidos como potencia
imperial, se puede marcar que el capitalismo norteamericano tiene una serie de
particularidades (algunos hablan de capitalismo “progresista”), sobre todo relacionadas
con lo que fue la conquista del oeste, en la que participó el ejército, pero también los
colonos como actores principales. En este sentido hay una diferencia importante con
respecto a lo que fue el sistema de conquista en Argentina. Digamos, los grandes
terratenientes de la actualidad son, en muchos casos, los herederos de generales,
oficiales y soldados (cada uno con su porción, no igualitaria), de lo que se conoció con
el nombre de “Conquista del desierto”, un desierto que estaba lleno de personas.
Registren el eufemismo. La conquista del desierto fue uno el genocidio inaugural. Hay
una construcción de la realidad que se hace desde y con el lenguaje: se nombra como
“desierto” lo que no era ni estaba desierto. Se han escrito libros como el de Lucio V.
Mansilla llamado “Una excursión a los indios ranqueles”. No saben qué excursión
maravillosa fue para los miembros de las comunidades originarias. Es más, algo que no
siempre se recuerda es que muchas veces los estancieros contrataban mercenarios para
“cazar indios”. Y el modo en que se garantizaban los estancieros que los mercenarios
contratados no los engañaran era que les llevaran, a modo de prueba, una oreja del
“indio” asesinado. Ese era el “documento” que certificaba que la calidad de la caza.
Bueno: el robo de tierras, mal que le pese a Mariano Grondona, se llevó a cabo de esa
manera. Muchos de los tataranietos y bisnietos, hoy reclaman que no se efectúen
retenciones, porque atenta contra la propiedad privada. Son patéticos, pero muy
peligrosos.
En Estados Unidos fue distinto, hubo una participación civil junto al ejército, y la
distribución de las tierras fue mucho más equitativa de lo que fue acá. Por otra parte, en
lo que concierne a la conformación de la nación, el propio territorio norteamericano, tan
extenso que va de océano a océano, implicó una serie de necesidades que rápidamente
tuvieron que comenzar a resolver. Una de las cuestiones era de qué modo se iba a
garantizar la cohesión social: extensión territorial, más etnias diferentes, más religiones
diferentes (católicos y protestantes)…todo un problema. En ese sentido los medios iban
a cumplir una función central, de cohesión e integración, y además como instrumentos
necesarios para que, digámoslo metafóricamente, se pueda conocer la ley se conozca y
se pueda cumplir.
En China tienen un problema serio con la lengua. Los chinos hablan, claro está, en
chino, pero existe una cantidad de dialectos impresionante, con lo cual no logra haber
una lengua nacional que sea comprendida al menos por una parte importante de la
población. Este es un problema porque, entre otras cosas, no se puede hacer cumplir la
ley si el otro no sabe cuál es la ley. Bueno, en Estados Unidos este problema lo lograron
resolver: un territorio extenso en el que, gracias a ese sistema nervioso o circulatorio
que son los medios, la información llegaba a todos lados, en tiempos razonables.
Marcamos también la diversidad religiosa y étnica: se debió construir un
reconocimiento de la diversidad para la convivencia. La esclavitud (o mejor: los
sistemas y modos de producción) dividió al Norte del Sur, monocultivos o industria, por
decirlo brutalmente. Hoy Obama puede llegar a ganar las elecciones presidenciales,
aunque no sea -como dicen equivocadamente los medios. “negro”. Pero un poquito
negro es…ya es algo, ¿no es cierto?
Volvamos: en este proceso de cohesión e integración social van a participar distintas
instituciones: la familia, la escuela, las iglesias y los medios, con idas y vueltas, de
manera zigzagueante. No ha ido EEUU la cuna de la tolerancia, como se quiere hacer
creer. Pero es cierto que ha tenido la capacidad de integrar a muchos sectores.
Desde el punto de vista de las relaciones que fue estableciendo la corriente
funcionalista, se pueden reconocer cuatro etapas: la no institucionalizada, la de la
academia, la del Estado y la del mercado, que indican un recorrido. Podemos hablar de
una primera etapa, en la que hay un “funcionalismo no institucionalizado”, una segunda
etapa en donde el funcionalismo establece relaciones fuertes con lo que podemos
denominar como “la academia”. Luego, una tercera etapa en la que el funcionalismo se
va a relacionar con el Estado y una cuarta etapa en la que vincula fuertemente con el
mercado. Cada una de estas etapas, con sus correspondientes relaciones, implican
perspectivas teórico metodológicas más o menos particulares y también objetos de
estudio más o menos particulares. Es decir, de acuerdo con cuál sea la relación, se van a
plantear determinados tipos de perspectivas teóricas y metodológicas y también se van
reconocer o proponer diferentes objetos de estudio.
Uno de los asuntos centrales que va a considerar el funcionalismo es el de la masa, los
grupos y con los individuos. En primer lugar digamos que siempre existen tensiones
entre la masa y el grupo y entre el grupo y el individuo (las relaciones entre unidades
menores y unidades mayores suelen ser conflictivas). Nosotros ya hemos trabajado con
el tema “masas” y hemos visto las distintas posiciones teóricas que había alrededor del
concepto, según la perspectiva de distintos autores. Lo que sucede es que el
funcionalismo, cuando empieza a ligarse con el mercado, comienza a operar de manera
tal que vastos sectores sociales (acuérdense que nos referimos al pasaje de la masa al
público, concebido como masa domesticada), pueden ser vistos como público y como
posible consumidor y a la vez se va a entender que se puede llevar a cabo un proceso de
fragmentación de esa totalidad para detectar cuáles son las necesidades de cada uno de
los distintos grupos que componen esa unidad superior. Cuando nosotros diferenciamos
entre géneros musicales y decimos “cumbia y rock”, estamos hablando de dos públicos
diferentes. Entonces, como estrategia de mercado, el reconocimiento de distintos grupos
nos puede permitir ubicar productos más fácilmente. Por otro lado va a estar el
individuo, que va a estar en tensión respecto del grupo, porque justamente lo que
necesita es diferenciarse del grupo para individualizarse. En resumen, el individuo está
en el marco de un grupo que le va a exigir determinados comportamientos,
determinadas prácticas, determinado lenguaje para pertenecer a ese grupo. Ser en el
grupo es ser un poco menos en términos subjetivos: Lisa Simpson en la orquesta.
Entonces, también es una situación de tensión porque a mayor individualidad más
complicada la pertenencia al grupo, y a mayor aceptación en el grupo, más posibilidades
de pérdida de la individualidad, más insatisfacción, más represión.
Tenemos, entonces, un recorrido que se podría trazar desde una concepción según la
cual la masa aparece como algo uniforme a la segmentación, la fragmentación y la
diferenciación de los consumidores. Acá se plantea un obstáculo, que por lo menos
desde mi punto de vista es el más importante en relación con el funcionalismo. Nos van
a hablar permanentemente de qué es lo que quiere el público. Un argumento permanente
en el ámbito de la televisión es que si el público ve el programa de, por ejemplo,
Marcelo Tinelli, es porque ese programa satisface ciertas necesidades de ese público.
Por lo tanto, lo que hacen es ofrecerle al público lo que el público pide. Claro,
enunciado de esa manera parece ser razonable, pero el asunto es qué viene primero, ¿la
oferta o la demanda? Si nos hacemos esa pregunta ponemos en tela de juicio o por lo
menos empezamos a objetar esta idea según la cual “les damos lo que nos piden”,
porque se fija un punto de partida anterior: “nosotros construimos un tipo de televidente
para que nos pida esto. Nos pide esto; casualmente es lo que nosotros deseábamos que
nos pidiera porque favorece nuestra rentabilidad”. Entonces después lo que se hace es
reforzar esta construcción, que es el resultado de una construcción sistemática que,
además, estuvo acompañada de muchos otros factores (degradación del sistema
educativo, condicionamientos socioeconómicos, etc.). Bueno, esta pregunta no está
resuelta. En todo caso lo que yo estoy ofreciendo es un punto de vista. Pero, ante la
demagogia permanente y persistente según la cual lo que nos ofrecen es lo que nosotros
queremos ver, escuchar o leer, está siempre la posibilidad de preguntarse cómo se ha
construido el televidente, cómo se ha construido el radioescucha, cómo se ha construido
el lector para que pida determinadas cosas y no otras. Y en esto tiene que ver lo que
hablábamos en algunos de los teóricos anteriores: cuando estamos en presencia de un
vaciamiento de lenguaje o de un lenguaje degradado, es muy arduo que una vez llevado
a cabo ese proceso, y habiendo convertido en una especie de primate a ese que alguna
vez fue un ciudadano (si es que esto existió), es muy arduo, casi hostil, pedirle a este
primate que lea a E. Kant o Epicuro. Estoy ironizando, o llevando al extremo el
razonamiento: el punto no es leer a E. Kant o al estoico Epicuro. Se trata de ver qué es
lo que se puede lograr o pedir en el marco de un sistema en el que se tiende a degradar
el lenguaje y por lo tanto nuestra capacidad de representar. El lenguaje es lo que nos
permite imaginar futuro. Entonces la pregunta es, y la dejamos acá por ahora: ¿qué
viene primero, la oferta o la demanda? ¿Se puede pensar dialécticamente la relación
entre esta oferta y esta demanda?
¿Cuáles fueron los principales factores que hicieron que el funcionalismo “funcionara”
en Estados Unidos exitosamente? Bueno, Carlos Mangone utiliza a veces una frase que
me parece acertada; también Blanca Muñoz dice algo semejante, aunque con otros
términos: la base central es el disimulo del conflicto de clases. Dijimos que el
funcionalismo parte de la una sociedad armónica, en equilibrio; lo que el funcionalismo
permite es disimular el conflicto de clases sociales. Es más, ni siquiera se reconoce el
conflicto, puede haber diferencias pero no necesariamente implican conflicto. Las
diferencias se reconocen, la desigualdad, no. De más está decir que el funcionalismo no
se ubica dentro de una perspectiva marxista, en la que se colocan, vamos a verlo más
adelante, la Escuela de Frankfurt e inclusive los Estudios culturales.
Otro elemento importante es que los Estados Unidos puede ser considerado como una
sociedad mesocrática transversal; o sea, una sociedad en la que hay un predominio de la
clase media. Otro elemento importante es el tecnologicisimo; la técnica es concebida
como neutral. Nosotros ya hemos visto, en el módulo correspondiente, que de neutral no
tiene nada, pero en los Estados Unidos la técnica es concebida como neutral o “aideológica”. El otro factor de peso es que se cree verdaderamente en el progreso
individual y social como un ideal común, esta idea de “hazte a ti mismo” sigue
funcionando hasta el presente. Esta creencia según la cual si yo me desarrollo
individualmente y este desarrollo se suma a otros, va a implicar la mejora o el desarrollo
social común. Mariano Grondona es un exponente de esta visión en nuestra amada
patria. Esta idea también funciona entre nosotros, al menos al nivel de los discursos
hegemónicos, por ejemplo cuando se dice “necesitamos empresarios que vengan a
invertir porque si a ellos les va bien, a todos nos va a ir bien”. Lamento decirles que no
necesariamente ocurre eso: a Berlusconi le va muy bien y a Italia no le va tan bien,
desciende en la tabla de posiciones de las potencias. La Forestal en Chaco ganó mucho
y a los obreros leñadores les fue muy mal. Al Campo hoy le va muy bien y sin embargo
a los peones les va bastante mal: el 70 por ciento está en negro y cobran los peores
salarios.
El último de los factores que vamos a mencionar es que Estados Unidos se ha sentido, a
partir de una serie de discursos fundadores, como una nación elegida. En ese sentido, la
sociedad norteamericana se considera una nación con un destino religioso.
Para ir concluyendo por hoy vamos a leer un texto de Sandra Russo llamado “El juego
republicano”, que apareció en Página 12 y dice lo siguiente:
“El jueves leí el pirulo de tapa de este diario y me recorrió un escalofrío, no por lo que
son capaces de hacer los republicanos en Estados Unidos, sino porque comprendí de
pronto que el mundo se está republicanizando norteamericanamente.
Los miembros del Club Republicano de la Universidad de Nueva York anunciaron que
jugarán a “Encuentre al inmigrante ilegal” en el parque de la casa de estudios.
Algunos estudiantes estarán identificados como “agentes de inmigración” y otros como
“indocumentados”. El juego consiste en detener al indocumentado, y por cada
indocumentado detenido los “agentes de inmigración” ganarán un premio de cien
dólares. Según los voceros del Club Republicano, el juego no es “racista” sino
“provocativo”.
Me quedé pensando quiénes serán los estúpidos que acepten jugar de
“indocumentados”: no sólo serán perseguidos sino que no podrán ganar el premio. Eso
no lo aclaraba el cable de noticias, pero es un dato fundamental para entender la
lógica del juego, que así descripto no es ningún juego sino pura y asquerosa
propaganda de los defectos que los republicanos insisten en convertir en virtud. El
hecho es que es un juego imposible. ¿Quién, me sigo preguntando, será el idiota que
juegue de “indocumentado”?
Es muy difícil, desde estas latitudes geográficas e ideológicas, entender la mente
republicana. Y también es difícil entender que la palabra “republicano” designe a ese
amasijo de temores, prejuicios y brutalidades intelectuales que expresa ese sector de la
sociedad norteamericana. La polaridad política de Estados Unidos, que siempre ha
prescindido de izquierdas y derechas, porque no se permite ni expresarlas ni asumirlas,
se resume en republicanos y demócratas. Si uno lo piensa por un instante, no es una
polaridad sino un simple juego de matices. Los demócratas no perseguirían a los
indocumentados por un jardín, pero adoptarían muy tranquilos alguna política de
patada en el culo a los inmigrantes.
Que los norteamericanos se hayan organizado políticamente para ser todos iguales
pero dividirse a la hora de los matices ayuda a comprender la fortaleza de ese país. Es
cierto que son poderosos y es cierto que lo que más les importa a todos ellos es seguir
siendo poderosos. La idiosincrasia norteamericana es tan rotundamente clara en ese
aspecto, que sólo así se puede comprender que en tres siglos ninguna corriente
ciudadana haya sido lo suficientemente fuerte como para romper ese artificio de
alteridad política que es imprescindible tanto para una democracia como para una
república. Los norteamericanos no son ni demócratas ni republicanos. Sus actos como
comunidad política no tienden a preservar o a valorar ni la democracia ni la república,
sino a darle continuidad a un poder que ejercen en el mundo, y al que ningún
norteamericano promedio (ya sé: todos adoramos a Sean Penn) parece dispuesto a
renunciar.
Los norteamericanos de la era Bush, el hombre que según las encuestas es el más
admirado de ese país, escupen sobre la democracia y la república. Batallan con esas
palabras, hacen guerras con esas palabras, matan a destajo en nombre de esas
palabras, pero no creen en ellas. Democracia y república son coberturas de chocolate
blando para recubrir otros intereses en los que sí están todos ellos involucrados y por
los que están dispuestos... no sé si a morir, pero a mandar a morir a un montón de
muchachos de pueblos ignotos, qué duda cabe.
En la vida real, fuera del jardín del Club Republicano de la Universidad de Nueva
York, nadie que pueda elegir otra cosa es indocumentado. Y si hay algo que mucha
gente de bien no querría ser jamás, es agente de inmigración en uno de los países más
toscamente racistas del mundo.
Hace años demócratas y republicanos nos vienen dando letra, con sus puerilidades,
para que creamos que son bobos. Pero los bobos dominan el mundo, mientras venden
no sólo sus exportaciones sino también sus falacias y sus síntomas de decadencia. El
habano de Clinton nos entretuvo bastante tiempo, y hasta llegamos a añorarlo. Los
demócratas la van de chicos que han terminado el secundario, mientras los
republicanos, pese a tener un Club en la Universidad de Nueva York, manejan
parámetros mentales de escuela primaria.
Pero es con esos parámetros que construirán el muro que los separará de México, y es
con esos parámetros que perseguirán a los indocumentados y que seguirán saliendo de
sus fronteras para apropiarse de los insumos naturales que les hagan falta o que
deseen: la imagen del mono con navaja nos amenaza.
La Gran Democracia Occidental, vamos, es una opereta de mala calidad en la que se
rifan diariamente todos los valores que nosotros asociamos tanto con democracia como
con república. Fue un truco maestro del lenguaje el que les permitió emerger como
portadores de algo que es deseable, respetable y difícil: los pueblos de los patios
traseros sabemos mucho, pero mucho más de democracia y república que esos
imbéciles que pasarán la tarde jugando a atrapar indocumentados.”
El lunes que viene vamos a dar la última clase teórica. Nos vemos el lunes que viene a
las 19.
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