XXI CONGRESO NACIONAL DE DERECHO DEL TRABAJO Y DE LA SEGURIDAD SOCIAL. Barcelona, 20 y 21 de mayo de 2010. COMUNICACIÓN presentada a la Segunda Ponencia Temática (“Relaciones Laborales y Comunidades Autónomas), de la Profa. Dra. Carolina Martínez Moreno. EL PAPEL DE LA AUTORIDAD LABORAL AUTONÓMICA EN EL PROCESO DE ACREDITACIÓN DE LAS ENTIDADES ESPECIALIZADAS PARA LA REALIZACIÓN DE AUDITORÍAS DEL SISTEMA DE PREVENCIÓN DE RIESGOS LABORALES Mª DE LOS REYES MARTÍNEZ BARROSO Profesora Titular de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social. Universidad de León 1.- INTRODUCCIÓN La LPRL dedica su capítulo IV a establecer los instrumentos con los que han de ser desarrolladas las actividades preventivas necesarias en las empresas como consecuencia de la evaluación de los riesgos, configurando a los servicios de prevención como una de las modalidades más completas de organización para la realización de tal cometido. Las entidades especializadas que pretendan desarrollar la actividad de servicios de prevención ajeno habrán de contar con una acreditación de la autoridad laboral y, de modo paralelo, el legislador establece la obligación de los empresarios de someter su sistema de prevención al control de una evaluación externa, cuando no hubieran concertado el servicio de prevención con una entidad ajena especializada o cuando para ello se utilicen recursos propios y ajenos. En paralelo a lo que hacen otras normas de calidad y medio ambiente, la LPRL define la auditoría como herramienta de gestión, lo que no significa que sólo interese al responsable de la gestión, sino a todos aquellos que participan en el proceso, desde los propios trabajadores hasta la autoridad laboral, pasando por la propia sociedad --responsabilidad social de la empresa--. La auditoría de prevención de riesgos laborales es una actividad de “verificación” que necesariamente debe seguir unas pautas procedimentales sistemáticas. Su realización debe ajustarse a unos requisitos de capacidad, personalidad e incluso legitimación, que permita identificar a quienes la desarrollan como una entidad dedicada a la auditoría. Dada su trascendencia, esta materia ha sido objeto de desarrollo reglamentario a través del RD 39/1997, de 17 de enero, estableciendo los requisitos de las personas o entidades especializadas para que puedan desarrollar actividades de auditoría o evaluación externa (arts. 32 y ss.). A partir de tal marco normativo, la actividad auditora deberá ser realizada por personas físicas o jurídicas que posean, además, un conocimiento “suficiente” de las materias y aspectos técnicos objeto de la misma y cuenten con los medios “adecuados” para ello. Ex Disp. Fin. 1ª RSP, con fundamento claro en una serie de razones de 1 eficacia administrativa y con el fin de establecer unos criterios comunes en la determinación de las condiciones para el desarrollo de tales actividades de auditoría --o de entidades formativas con capacidad para certificar los niveles y funciones de cualificación necesaria-- se aprueba la Orden de 27 de junio de 1997, en vigor desde el 5 de julio del mismo año, concretando las condiciones mínimas que han de reunir tales personas o entidades con el fin de que puedan cumplir adecuadamente sus funciones, manteniendo un equilibrio entre garantías y medios mínimos. Dicha Orden Ministerial regula las condiciones que han de reunir las solicitudes de las personas o entidades que pretendan desarrollar las actividades referidas, con un pormenorizado detalle que permita a la autoridad laboral tener suficientes elementos de juicio a la hora de dictar resolución y, finalmente, y directamente unida a esa exigencia de garantía en su funcionamiento, establece la comprobación del mantenimiento de las condiciones de acreditación o autorización, de acuerdo con el RSP. A la hora de enmarcar normativamente esta cuestión procede recordar cómo el título competencial del que se deducen las competencias de los poderes públicos en la regulación y en la ejecución de la normativa preventiva está, sin duda, en el art. 149.1.7º CE, que atribuye la competencia exclusiva del Estado en la regulación de las relaciones laborales, sin perjuicio de su ejecución por las Comunidades Autónomas. Esto es, la ejecución de esta legislación y, singularmente, las competencias administrativas de gestión de la prevención de riesgos laborales y del control administrativo a través del ejercicio de la potestad administrativa, corresponde a los entes autonómicos, a los cuales han sido transferidos los servicios correspondientes, en aplicación del Título VIII CE. Ciertamente, esta última competencia es relevante, pues la existencia de una competencia exclusiva en materia de reglamentación laboral no alcanza a la competencia de las Comunidades Autónomas para establecer sus propias normas de organización y funcionamiento y, en el caso de las auditorías, adquiere una especial dimensión ordenadora en cuanto al régimen del procedimiento de autorización y en cuanto al ejercicio de la potestad sancionadora de la Administración Pública, relacionada con el régimen de obligaciones y responsabilidades de las empresas y de las propias entidades auditoras. En concreto, la Administración de las Comunidades Autónomas es competente para autorizar a personas y entidades para la realización de controles del sistema de prevención de riesgos de las empresas, acreditándolas, cualquiera que sea el ámbito de actuación de las mismas (autorización que, por si alguna duda hubiere, tras el nuevo apartado 7 añadido al art. 30 LPRL por la Ley 25/2009, tendrá carácter único y “validez en todo el territorio español”); para el registro y publicidad de la autorización constitutiva y, por último, para el desarrollo, según sus propias normas organizativas y procedimentales, de las disposiciones --coordinadas o no con otras Comunidades Autónomas-- aplicables al régimen de auditorías del sistema de prevención de riesgos de las empresas. 2.- REQUISITOS EXIGIBLES A LOS PROFESIONALES DE LA AUDITORÍA La identificación profesional --entendida como dedicación permanente y sistemática a la actividad auditora-- plantea unos requerimientos mínimos de capacitación que doten de seguridad y credibilidad a los resultados del proceso de 2 verificación si la empresa quiere, efectivamente, utilizar la técnica de la evaluación externa para cualquiera de las motivaciones por las que una auditoría puede realizarse. Puede tratarse tanto de personas físicas (profesionales) o jurídicas (empresas especializadas) que reúnan competencia profesional (conocimiento suficiente de las materias y aspectos técnicos objeto de la misma y cuenten con los medios adecuados para ello) y además el requisito “constitutivo”1 de autorización de la autoridad competente del lugar donde radiquen sus instalaciones principales. Esto es, requisito legal esencial de las entidades y personas que pretendan realizar estas actividades preventivas es su acreditación mediante una autorización administrativa. Como muy bien apunta la doctrina, el desarrollo infralegal del art. 30.6 LPRL ha seguido, en este punto, un itinerario de burocratización. De una previsión reglamentaria sobre el contenido de la actividad, con vocación de liberalización, se ha llegado a una regulación de autorización administrativa restrictiva, no de la actividad auditora, sino de la entidad2 . El procedimiento está regido por el art. 33 RSP que, a estos efectos, remite al establecido en los arts. 24 y 25 RSP para la acreditación de los servicios de prevención ajenos y al art. 26 del mismo texto reglamentario, en relación con el mantenimiento y, en su caso, extinción de las autorizaciones otorgadas (art. 27 RSP). 2.1.- Medios humanos exigibles para la autorización Las personas o entidades especializadas que pretendan desarrollar la actividad de auditoría del sistema de prevención de las empresas deberán tener capacidad para poder realizar las tareas que constituyen los objetivos de aquélla, para lo cual el RSP impone una serie de requisitos de obligada observancia. Como se anticipó, la norma admite que puedan ser auditores tanto las personas físicas como las jurídicas, flexibilidad que conduce, en este caso, a la no exigencia de una organización y de una composición multidisciplinaria, frente a lo que ocurre para poder actuar como servicios de prevención. En consecuencia, el diseño legal permite que un solo auditor realice la auditoría en su integridad, abarcando todas y cada de las especialidades preventivas, lo que choca con la filosofía general seguida por el RSP, en el cual se establecen cuatro disciplinas bien diferenciadas, exigiendo para cada una de ellas personal formado. Parece poco apropiado, al menos para la evaluación de sistemas articulados en torno a servicios propios (que reclamará, por lo común, una intervención plural); en cambio, la presencia de un único sujeto es más comprensible para empresas pequeñas con personal designado3. 2.1.1.- El auditor persona física: requerimientos formativos GONZÁLEZ LABRADA, M y RICO LETOSA, S.: “Infracciones muy graves”, en GARCÍA BLASCO, J. y MONEREO PÉREZ, J.L.: Comentario sistemático al texto refundido de la Ley de Infracciones y Sanciones en el Orden Social y normas concordantes, Granada (Comares), 2005, p. 266. 1 2 MOLTÓ GARCÍA, J.I.: Auditoría externa del sistema de prevención de riesgos laborales de la empresa, Madrid, AENOR, 2002. p. 233. 3 NIETO GÓMEZ DE SALAZAR, J.Mª.: Manual de auditoría de sistemas de prevención, 2ª ed., Madrid, Ecoiuris, 2006, p. 131. 3 Las dos condiciones básicas que debe reunir el auditor son la de poseer un conocimiento suficiente de las materias y aspectos técnicos objeto de la auditoría y contar con los medios adecuados para llevarla a cabo; sin embargo, el RSP omite cualquier referencia al nivel de formación exigible a los mismos. El silencio de la norma --integrado con posterioridad a través de los postulados de la OM de 27 de junio de 1997-- obligó al interprete primigenio a considerar que, dado que el objeto de la auditoría incluye, o puede incluir, la evaluación de la actividad preventiva de la empresa, sea cual fuere la organización adoptada por la misma, incluido el examen de las funciones y capacidades correspondientes al nivel superior, tal debería ser la cualificación requerida, sin perjuicio de otros medios personales con inferior capacitación que pudieran ser precisos para llevar a cabo la labor auditora. Igualmente, el RSP guarda silencio acerca de la necesidad de dominio de la técnica propia del trabajo de auditoría, pese a que, por motivos lógicos, debería haberse configurado como condición de necesaria concurrencia4 . La mentada Orden vino a confirmar estas conclusiones doctrinales, al exigir, con carácter inexcusable, que el auditor persona física sea un experto de nivel superior en cualquiera de las cuatro especialidades o disciplinas preventivas consideradas en el art. 34 RSP, lo cual se presume suficiente para verificar los 45 requisitos del INSHT, además de disponer de una formación o experiencia probada en gestión y realización de evaluaciones externas y en técnicas auditoras. Esto es, la aptitud como auditor no caduca ni exige validaciones periódicas, pero debe acreditarse la actualización de la experiencia mediante la realización efectiva de su actividad específica5. Sea como fuere, el vacío de la norma general en cuanto a la medida o baremo que deberá utilizarse para concretar estos aspectos tampoco se integra a través de la normativa autonómica, que no aporta información respecto de estos requisitos, pese a que su fundamento sustantivo es quizá el más importante en cuanto a la efectiva verificación del sistema. Por tanto, desde el punto de vista práctico, lo más seguro será acudir a los Criterios del Comité Técnico Mixto, en tanto que producto de la coordinación entre Autoridades territoriales. La conclusión a la que conducen las consideraciones anteriores es la de que no existe precisión alguna fiable (o que no sea criticable) sobre la formación y la experiencia que exigen tanto la Orden de 27 de junio de 1997 como el RSP para autorizar la actuación como auditor. Por cuanto hace a la formación, al no estar regulada, queda al criterio de los organismos autonómicos que conceden las autorizaciones, situación ante la cual sería deseable la especificación normativa de lo que debiera entenderse como “contenido mínimo de un programa de formación de auditoría de sistemas de prevención”6, pues en estos momentos existen entidades que 4 GONZÁLEZ ORTEGA, S. (Coord.); MORENO MÁRQUEZ, A. y FERNÁNDEZ PERDIDO, F.: Comentarios al Reglamento de los Servicios de Prevención (Real Decreto 39/1997, de 17 de enero), Valencia, Tirant lo Blanch, 1997, p. 216. 5 MOLTÓ GARCÍA, J.I.: Auditoría externa del sistema de prevención de riesgos laborales de la empresa, cit., p. 254. 6 NIETO GÓMEZ DE SALAZAR, J.Mª.: Manual de auditoría de sistemas de prevención, cit., p. 132. 4 ofertan y desarrollan cursos al efecto pero con grandes divergencias en cuanto a las materias impartidas. 2.1.2.- Las entidades auditoras y la posibilidad de subcontratar a otros profesionales En el caso de las entidades especializadas, deberán contar con, al menos, un técnico que cumpla las condiciones antecitadas y, además, con expertos de nivel superior, propios o, en su caso, concertados, en todas las demás disciplinas preventivas con el fin de poder efectuar las verificaciones de la evaluación de riesgos que pudieran ser necesarias. Es obvio que cuando el solicitante es una persona física que pretende realizar por sí misma las actividades de auditoría del sistema de prevención, la capacitación formativa que exige el art. 4.2 de la Orden Ministerial es una condición subjetiva que debe concurrir en ella. En cambio, cuando aquél es una persona jurídica, la expresión “contar con” debe entenderse como una disponibilidad evidente, formalizada contractual o precontractualmente con un experto que reúna estas características de formación superior en cualquiera de las especialidades contempladas en el RSP . También habilita el art. 32.3 RSP el recurso a otros profesionales que cuenten con los conocimientos, medios e instalaciones precisos para afrontar la realización de verificaciones complejas (“complejidad” determinada por la necesidad de realizar mediciones, análisis, pruebas, ensayos o reconocimientos de la salud) destinadas a contrastar los resultados, no siendo obligatorio en este caso que las personas o entidades especializadas dispongan de personal o de recursos materiales para efectuar dichas operaciones. Como puede observarse, la posibilidad de subcontratar a otros profesionales es más flexible que la prevista en el art. 19 RSP en relación con las entidades especializadas para actuar como servicio de prevención. Dicha flexibilidad supone, no obstante, un riesgo de fragmentación excesiva, que en los servicios ajenos ha querido ser controlado, aunque con una limitación verdaderamente pobre7 a través del carácter excepcional de la subcontratación, y que en este caso, dada la indeterminación de los requisitos exigidos (capaces de generar un nuevo desorden en el mercado de auditores y de empresas de auditoría8), sólo puede serlo por medio de la autorización administrativa. A este respecto, los Criterios del Comité Técnico Mixto, bajo los epígrafes de “dotación de personal” y “dedicación del personal” incorporan una interpretación creativa y plenamente innovadora de los expertos no propios o concertados, estableciendo que es necesario un concierto documentado entre la entidad solicitante y 7 GONZÁLEZ ORTEGA, S. (Coord.); MORENO MÁRQUEZ, A. y FERNÁNDEZ PERDIDO, F.: Comentarios al Reglamento de los Servicios de Prevención (Real Decreto 39/1997, de 17 de enero), cit., p. 218. MOLINA NAVARRETE, C.: “Servicios de prevención”, en AA.VV. (MONEREO PÉREZ, J.L.; MOLINA NAVARRETE, C. y MORENO VIDA, Mª.N, Dirs.): Comentario a la Ley de Prevención de Riesgos Laborales y sus desarrollos reglamentarios, Granada, Comares, 2004, p. 329. 8 5 el técnico o entidad correspondiente “en el que constará el compromiso de colaboración cuando sea necesario” --esto es, una relación estable para cuya personificación existen dudas acerca de la viabilidad de las modalidades contractuales temporales o del contrato de trabajo en prácticas--, así como el compromiso escrito del técnico o entidad de no intervenir en ninguna empresa a auditar con la que mantenga vinculaciones comerciales. Una “promesa” de inhibición y autorrecusación que aparece como requisito imprescindible para que el concierto --contrato de arrendamiento de servicios adoptado en forma escrita-- permita acreditar la cobertura permanente de las condiciones exigibles, pero que, en última instancia, no supone sino una manifestación clara de la “marea burocrática obstativa” incorporada por aquellos criterios, la cual, además de no garantizar ninguna seguridad jurídica o económica en el auditado ni en el sistema preventivo organizado, no hacen sino contribuir a dificultar la sustancia efectiva de la prevención sumergiéndola en toda una traba de requisitos formales carentes de fundamento, pues lo que en definitiva debe garantizar el ordenamiento es que el empresario, responsable de su sistema, pueda elegir una oferta de servicios identificada registralmente. 2.2.- La exigencia de medios materiales Los recursos materiales (locales, instalaciones, aparatos y equipos mínimos) reclamados serán los suficientes y adecuados para realizar la función auditora comprometida. Dicha disponibilidad de medios resulta exigible, a fin de asegurar el derecho del auditado a la competencia del auditor y no para la autorización de éste, cuyos requisitos se sitúan en el ámbito del procedimiento de autorización; su exigibilidad es, por tanto, una condición contractual para la empresa que encarga la evaluación externa, no una condición estructural en la concepción del RSP9. Ahora bien, aunque no existe previsión alguna en las disposiciones reguladoras, sean estatales o autonómicas, que exija una determinación del marco sectorial o del tipo de empresas sobre los que el solicitante quiere o pretende realizar su actividad económica o profesional, nada impide que en la propia solicitud, al objeto de dotar de cierta coherencia y congruencia el diseño e identificación de los medios, se autoimponga una restricción del ámbito material de actuación auditora, para obtener una autorización de suficiencia de aquéllos en relación con lo proyectado. En fin --y para concluir--, la referencia del art. 32.2 RSP a la independencia en el resultado de sus actividades es muy razonable y plausible, incluso consustancial al concepto de auditoría de control, pero es una característica que tanto la LPRL como el RSP sólo predican de la realización de la auditoría y no del auditor; así pues, de ninguna manera constituye un requisito excluyente de su acreditación, que dispone de un régimen jurídico específico de procedimiento administrativo reglado, en modo alguno discrecional en la resolución. Por tanto, la incompatibilidad que establece el precepto reglamentario es, inequívocamente, una incompatibilidad funcional sobre la empresa auditada que en nada puede afectar al régimen constitutivo de la autorización. 9 Los medios de que se puede dotar el auditor son un instrumento de competitividad de su propia actividad profesional pero no una exigencia” orgánica. MOLTÓ GARCÍA, J.I.: Auditoría externa del sistema de prevención de riesgos laborales de la empresa, cit., p. 245. 6 3.- LA AUTORIZACIÓN DE LA ENTIDAD ESPECIALIZADA PARA LA REALIZACIÓN DE LA AUDITORÍA DEL SISTEMA PREVENTIVO Al contrario de cuanto establece para los servicios de prevención ajenos en su art. 31.5, la LPRL no sentó de manera expresa la exigencia de aquiescencia administrativa para poder actuar como auditor, como tampoco lo hizo para las entidades formativas. Sin embargo, el RSP hizo caso omiso de esa voluntad manifiesta del legislador e impuso un régimen de autorizaciones administrativas (discutible, no sólo en cuanto a la habilitación reglamentaria, sino en cuanto a la adecuación del procedimiento a las reglas de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común --LRJPAC-- y su reglamento de aplicación a la materia), eludiendo la referencia a la acreditación --que sólo mantuvo para los servicios externos-- y residenciando la exigencia de requisitos no tanto en la autorización o acreditación como en la auditoría misma. La OM de 27 junio 1997, por su parte, innovando la normativa que dice desarrollar, reconduce las tres actividades al concepto “especialización” --hasta ese momento limitado sólo a entidades preventivas ajenas-- y al régimen de autorización, justificando la decisión en “razones de eficacia administrativa y con el fin de establecer unos criterios comunes en la determinación de las condiciones” necesarias para el desarrollo de tales funciones. En cualquier caso, tal vacío legal ha sido cubierto por el actual art. 8 de la Ley 25/2009, que viene a incorporar un nuevo apartado, el séptimo, en el art. 30 LPRL, haciendo referencia a tal procedimiento administrativo. Las autorizaciones aparecen definidas jurídicamente en el RD 1778/1994, de 5 de agosto, como “todos aquellos actos administrativos, cualquiera que sea su denominación específica, por los que, en uso de una potestad de intervención legalmente atribuida a la Administración, se permite a los particulares el ejercicio de una actividad, previa comprobación de su adecuación al ordenamiento jurídico y valoración del interés público afectado”. Así pues, la pretensión última de someter a las mentadas entidades a este trámite, es la de otorgarles un nivel adecuado, impidiendo que quede al libre arbitrio de empresarios poco rigurosos. La confusión sobre la interpretación adecuada de las condiciones mínimas de la autorización administrativa para realizar las actividades de auditoría y la dispersión territorial de las competencias en su reconocimiento han forzado la búsqueda de criterios homogéneos con los que racionalizar tan caótica dispersión. Tales competencias de ejecución de las Comunidades Autónomas, pueden, de hecho, llevar a establecer reglas de instrucción adicionales a la discrecionalidad del art. 33.2 RSP, razón por la cual el Comité Técnico Mixto MTAS-CCAA, en los tantas veces citados Criterios, propone una unificación desde la Administración Pública estatal sobre diferentes aspectos de la normativa, fundamentalmente sobre aquellos que tanto el RSP como la Orden Ministerial de 27 de junio de 1997 dejan sin desarrollar y que resultan necesarios para que la Administración pueda cumplir con sus obligaciones en relación con las autorizaciones. 3.1.- El procedimiento administrativo específico --ratione materiae-- de autorización La concurrencia de las competencias normativas de carácter sustantivo -exclusivas del Estado-- y las de organización y funcionamiento --exclusivas de las 7 Comunidades Autónomas-- legitima las disposiciones privativas autonómicas en materia de auditorías, tanto en cuanto al régimen de su control de autorizaciones y funcionamiento, como respecto del ejercicio de las competencias sancionadoras. Además, en el caso de los requisitos de las auditoras, los criterios de organización que las Comunidades Autónomas pueden aplicar son más amplios que en otros ámbitos procedimentales, en la medida en que las condiciones esenciales de la autorización y los aspectos registrales de la misma revisten un margen muy amplio de discrecionalidad. Un examen ligero de la regulación propia de la organización de estas funciones por las normas autonómicas muestra importantes divergencias de criterios que, más allá de simples diferencias de procedimiento, suponen exigencias distintas en cuanto a la obtención de la autorización, por lo cual, en la práctica, una auditora con sede en una Comunidad Autónoma puede obtener, para actuar en el ámbito territorial de otra, más facilidades que las reclamadas a las ubicadas en dicho marco geográfico. Por cuanto hace al objeto específico de este estudio, el punto de partida es el novísimo art. 33 RSP (modificado por el RD 337/2010, de 19 de marzo), que regula el iter a través del cual las personas o entidades especializadas que pretendan desarrollar la actividad de auditoría del sistema de prevención podrán obtener la preceptiva autorización para poder llevar a cabo la misma, teniendo en cuenta que en materia de procedimientos administrativos, en todo lo no previsto expresamente en el RSP y en la Orden de desarrollo, se estará a lo establecido en la LRJPAC y en el RD 1778/1994, de 5 de agosto. De acuerdo con lo dispuesto en aquel precepto, en relación con los artículos del Capítulo IV a los que se remite, cabe distinguir las siguientes fases o etapas: a) Solicitud de la persona física o jurídica que pretenda desarrollar la actividad de auditoría; b) Solicitud de informes por la Autoridad Laboral y c) Resolución de la Autoridad Laboral, autorizando o denegando la solicitud formulada, obviando desde la entrada en vigor de la reforma comentada el incoherente trámite de resolución provisional que tan duramente había sido criticado por la doctrina10, pues exigía, al igual que en el procedimiento de acreditación de los servicios de prevención, un primer pronunciamiento que recaía sobre el proyecto o previsiones acompañadas a la petición de autorización. La resolución, si era estimatoria, no autorizaba a la realización de lo solicitado --las auditorías-- sino que quedaba subordinada a la acreditación del cumplimiento de las previsiones exigidas, por lo cual, no ponía fin al procedimiento administrativo. En cambio, si era denegatoria, sí lo clausuraba y abría las vías -administrativa y jurisdiccional-- de recurso. Constituía, según la doctrina más crítica, una especie de resolución “por entregas”11 totalmente incongruente, en la medida en que las resoluciones administrativas son ejecutivas y eficaces desde que se dictan, pudiendo suspender o condicionar su eficacia temporal, pero no subordinarse al cumplimiento de requisitos cuya verificación es precisamente el objeto material del proceso de comprobación e instrucción del procedimiento de autorización. 10 MARTÍNEZ BARROSO, Mª.R. y AGRA VIFORCOS, B.: La auditoría en la prevención de riesgos laborales, Granada (Comares), 2010, pp. 70-71. 11 MOLTÓ GARCÍA, J.I.: Auditoría externa del sistema de prevención de riesgos laborales de la empresa, cit., pp. 291-292. 8 3.1.1.- Solicitud de la persona física o jurídica que pretenda desarrollar la actividad de auditoría ante la Autoridad Laboral competente Las personas o entidades especializadas que pretendan ser autorizadas para desarrollar la actividad de auditoría del sistema de prevención de las empresas deben formular solicitud ante la Autoridad Laboral competente de la Comunidad Autónoma o de la Ciudad con Estatuto de Autonomía del lugar donde radiquen sus instalaciones principales. En caso de duda sobre dicho lugar se estará a lo dispuesto en el art. 2.1 de la Orden de 27 de junio de 1997, según el cual se entenderá como principal aquélla que cuente con mayor número de trabajadores dedicados a actividades preventivas, excluyendo de dicho cómputo a quienes se dediquen a tareas meramente administrativas. Dado que la competencia de ejecución de la legislación laboral (de la que forma parte la seguridad y salud laboral) reside en las Comunidades Autónomas, resulta acertado encomendar el conocimiento de las solicitudes de autorización al correspondiente órgano de ésta [no necesariamente integrado en la Administración Laboral de la misma, como precisa la disposición adicional 1ª RSP en su apartado 2.b)]. La función específica de autorización se concreta, en fin, por el régimen privativo de atribución de competencia orgánica de cada Comunidad Autónoma, correspondiendo, por tanto, a ésta, proceder a determinar quien debe actuar; en todo caso, no es una cuestión que plantee grandes dificultades procedimentales, pues lo que resulta relevante es el marco espacial de actuación a la que la Administración Pública territorial puede autorizar, y este extremo carece de restricción, por lo que una entidad auditora no sólo puede sino que tiene que ser autorizada por la Comunidad Autónoma en la que radiquen sus instalaciones principales, aun cuando su operatividad geográfica autorizada sea de extensión territorial superior. En cualquier caso, el problema principal consiste en determinar donde radican las instalaciones principales, lo cual determina a su vez la competencia para resolver. La única forma posible de aclarar la competencia a priori y que la entidad solicitante sepa dónde tiene que presentar su instancia, consiste en valorar, con los criterios que permite el propio RSP, los medios e instalaciones “proyectados” y su distribución, con el fin de determinar el lugar en se encuentran las principales y, consiguientemente, la Autoridad ante la cual debe formular su petición. En fin, dado que las competencias de autoorganización de cada Administración Pública territorial permiten el establecimiento de reglas de procedimiento de autorización y de criterios de resolución favorable o desfavorable distintas en cada territorio en el que se siga el procedimiento, de conformidad con los cometidos que la Disp. Ad. 8ª RSP encomienda a la Comisión Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (órgano de encuentro de la Administración General del Estado y las Autonómicas, junto con los agentes sociales), se han propuesto las correspondientes pautas de coordinación. En efecto, la facultad de “conocer los criterios adoptados por las Administraciones Laboral y Sanitaria en relación con la acreditación de las entidades especializadas para poder actuar como servicios de prevención y con la autorización de las personas físicas o jurídicas que quieran desarrollar la actividad de auditoría, con el fin de poder informar y formular propuestas dirigidas a una adecuada coordinación entre Administraciones” parece surgir de la preocupación del legislador por la diversidad de 9 criterios entre territorios12), si bien cabe criticar que la redacción de la norma que determina esta función se preste a confusión al reunir en el mismo párrafo la acreditación de servicios externos, en la que la Administración Sanitaria se pronuncia de manera vinculante para la Autoridad Laboral que ha de resolver, y la autorización para las auditorías, en la que no se prevé esa intervención imperativa13. En virtud de lo dispuesto en el reformado RSP, en la solicitud de autorización se harán constar una serie de previsiones tasadas en los párrafos a), c), d), e) y g) del art. 23 RSP, relativas, por un lado, a su identificación, al ámbito territorial y de actividad profesional en que pretende actuar, así como previsión del número de empresas y volumen de trabajadores en los que tiene capacidad para extender su actividad, y, de otro, a previsiones --que a partir de la entrada en vigor de la reforma deberán ser efectivas en el momento en que la entidad empiece a prestar servicios-- de dotación de personal para el desempeño de la misma, con indicación de su cualificación profesional y dedicación, así como de las instalaciones y medios instrumentales y de su respectiva ubicación. 3.1.2.- Solicitud de informes por la Autoridad Laboral En cuanto al acto de trámite de petición de informes, la fórmula utilizada por el art. 33 RSP --“los que estime oportunos”-- deja total libertad a la Autoridad Laboral para pedir los que considere convenientes, sin limitación alguna. Generalmente la selección de los órganos que han de informar se efectuará en función de las previsiones acompañadas a la solicitud de autorización14; en todo caso, lo más usual es que el instructor lo reclame a la Inspección de Trabajo y Seguridad Social con competencias en los territorios afectados por el ámbito de actuación proyectado, operando como acto de trámite no preceptivo que la Inspección atiende si reúne las condiciones procedimentales exigibles de acuerdo a la Ley 42/1997, de 14 de noviembre y, en su caso, en los términos que establezca el convenio de colaboración en vigor entre aquélla y la Comunidad Autónoma competente. En relación a la eficacia de estos informes de la Inspección, el art. 83.1 LRJPAC señala que los remitidos a la Administración no tienen carácter vinculante, salvo que una disposición expresa preceptúe lo contrario, lo cual no es habitual. En consecuencia, por aplicación de la norma administrativa citada, hay que entender que, en tales casos, la autoridad administrativa no se sentirá en ningún caso obligada a ratificar el criterio de la Inspección, debiendo ponderar el informe junto con el resto de elementos de prueba obrantes en el expediente15. 12 MORENO MÁRQUEZ, A.: A.: Los servicios de prevención, Valencia, Tirant lo Blanch, 1997, p. 125. 13 GONZÁLEZ ORTEGA, S. (Coord.); MORENO MÁRQUEZ, A. y FERNÁNDEZ PERDIDO, F.: Comentarios al Reglamento de los Servicios de Prevención (Real Decreto 39/1997, de 17 de enero), cit., p. 278. 14 GONZÁLEZ ORTEGA, S. (Coord.); MORENO MÁRQUEZ, A. y FERNÁNDEZ PERDIDO, F.: Comentarios al Reglamento de los Servicios de Prevención (Real Decreto 39/1997, de 17 de enero), cit., p. 278. 15 No obstante, dado que aquellos documentos contienen un juicio técnico y pericial, es evidente que alcanzarán un importante valor probatorio en el procedimiento, razón por la cual cuando el llamado a resolver decida apartarse del criterio reflejado en el informe, será necesario 10 Junto a éste, también se podrán solicitar otros informes a los servicios técnicos de la propia entidad territorial (preceptivos cuando lo imponga la norma autonómica, como hace el Decreto 177/1998 de la Comunidad de Madrid) o a otros órganos. En cualquier caso, los informes de verificación o de cualquier otro tipo que pueda exigir el instructor no suspenden el plazo de resolución. 3.1.3.- Resolución de la Autoridad Laboral, autorizando o denegando la solicitud formulada Lo verdaderamente relevante del trámite de instrucción es la determinación efectiva de qué elementos jurídico-materiales de la solicitud y que requisitos legales debe verificar la Autoridad Laboral para otorgar la autorización: identificación del solicitante y su existencia efectiva como interesado y como persona jurídica, en caso de serlo, y determinación de la veracidad de los datos aportados en la petición relacionados con los medios materiales y personales a utilizar e incluso sobre la existencia de elementos objetivos que permitan dudar o inviten a precisar la declaración jurada de no incompatibilidad a que se refiere la Orden de 27 de junio de 1997. Sin embargo, en cuanto a la determinación del requisito material del art. 33.1 RSP y la valoración de su “suficiencia”, no existe norma específica que pueda ilustrar con carácter general al instructor sobre su concurrencia. Por último, la Autoridad, merced a lo preceptuado en los arts. 24, 25 y 33 RSP, debe dictar resolución autorizando o denegando la solicitud formulada en el plazo de tres meses, contados desde la entrada de ésta en el Registro del órgano administrativo competente. El silencio es negativo, implicando, en consecuencia, el rechazo de la petición. 3.2.- Comprobación del mantenimiento de las condiciones de autorización Para dar cumplimiento a lo dispuesto en los arts. 26 y 33 RSP, el art. 6 OM 27 junio 1997 ordena a las personas o entidades auditoras que mantengan las condiciones en que se basó la decisión estimatoria, debiendo comunicar a la Administración concedente cualquier modificación de las mismas. Al tiempo, la Autoridad Laboral competente podrá verificar, de oficio o a instancia de parte, la persistencia de aquéllas y el cumplimiento de la normativa aplicable, comunicándolo a la autorizante y proponiendo, en su caso, medidas y plazos para la corrección de las desviaciones observadas. Esta duplicidad de Autoridades permite concluir que aquella verificación corresponde a las competentes en todos los lugares en los que la entidad cuente con instalaciones que hayan sido tenidas en cuenta al otorgar el placet. que motive su decisión, con expresión de las razones que justifican su separación de la opinión ofrecida por el órgano inspector [art. 54.1.c) LRJPAC], GARCÍA RUBIO, Mª.A.: La Inspección de Trabajo y Seguridad Social (Doctrina y Jurisprudencia), Valencia, Tirant lo Blanch, 1999, p. 209. 11 Dicha comprobación podrá llevarse a cabo a través de los respectivos órganos técnicos o de inspección, incluida la Inspección de Trabajo y Seguridad Social, que podría tomar conocimiento de las deficiencias existentes en su caso, a través de su actuación inspectora, conforme a lo previsto en el art. 40 LPRL, si bien conviene advertir que en esta materia no tiene cabida la propuesta de sanción, dada la ausencia de tipo infractor. Algunas normas autonómicas, al objeto de controlar el cumplimiento de las condiciones de acreditación, imponen a las entidades especializadas como auditoras la obligación de “notificar y remitir copia de los contratos firmados con todas y cada una de las empresas a las que van a prestar sus servicios”, pertenezcan o no a dicha Comunidad Autónoma, en el plazo de quince días desde la firma. Asimismo, las personas y entidades acreditadas definitivamente por otras Comunidades Autónomas deberán presentar copia de los contratos firmados con todas y cada una de las ubicadas en el ámbito territorial propio (art. 7.2 Orden de 10 mayo 2000, de Castilla y León). La finalidad de las comprobaciones efectuadas será la de informar a la Autoridad Laboral que concedió la autorización, a fin de que ésta pueda adoptar la decisión que proceda en orden a su extinción en los términos ulteriormente indicados. En definitiva, viene a establecer el precepto que no basta con que el solicitante reúna los requisitos para actuar como auditor en el momento de formular la petición y obtener la resolución favorable, sino que es preciso que no desaparezcan con posterioridad. 3.3.- Expediente de suspensión y revocación de autorización Si como consecuencia de la verificación se comprobara alguna irregularidad que afectara sustancialmente a las condiciones de autorización o al desarrollo de la actividad, o si no se cumplieran las medidas y plazo para la corrección de las desviaciones observadas, se iniciará un expediente de suspensión de la autorización, haciéndose constar tal circunstancia en su inscripción registral y requiriendo los informes pertinentes a la Inspección Provincial de Trabajo y Seguridad Social y a los órganos técnicos territoriales. En el expediente se harán constar los hechos comprobados, las irregularidades detectadas y las disposiciones normativas incumplidas, dando vista a la entidad afectada (por un período de quince días, en el Decreto 177/1998, de la Comunidad de Madrid) para que pueda formular las alegaciones que a su derecho convenga. En alguna Autonomía se establece que la Dirección General de Trabajo y Empleo, en el plazo máximo de tres meses, dictará resolución en el expediente de suspensión, pudiendo suspender total o parcialmente o, en su caso, extinguir la autorización otorgada y notificándolo a la persona o entidad afectada y las autoridades laborales que intervinieron en el proceso de autorización (art. 5.3 Decreto 177/1998, de la Comunidad de Madrid). La resolución suspensiva de la autorización determinará las condiciones que debe reunir la persona o entidad para poder reiniciar sus actividades, así como el plazo para su cumplimiento. Contra la misma cabe la interposición de recurso de alzada en el plazo de un mes ante el órgano superior jerárquico correspondiente. 12 Por último, también mediante la oportuna resolución administrativa, la Autoridad Laboral puede extinguir la autorización otorgada, previo requerimiento de los informes oportunos de las autoridades laborales correspondientes a los diversos ámbitos de actuación territorial de la entidad especializada, siguiendo los ritos del nuevo art. 27 RSP y comunicándolo a la persona o entidad afectada, así como al registro establecido en el art. 28 RSP. Este carácter potestativo asignado a la posibilidad de extinción parece permitir posibles fórmulas previas a la adopción de tal medida, si bien la falta de previsión legal y de un criterio aplicable con carácter general haría problemática la aplicación de tales fórmulas; por tanto, cabe aventurar que quizás sea éste uno de los aspectos sobre los que podría proyectarse la actuación coordinadora que asigna la disposición adicional 8ª RSP a la Comisión Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo. Esta extinción es un acto de revocación de la autorización por estar la entidad “desacreditada” en los requisitos que determinan la esencialidad de su constitución. En efecto, si la autorización consiste en el establecimiento de una condición constitutiva para el ejercicio de un derecho, la pérdida de aquélla no es una sanción en sentido estricto, sino un acto administrativo declarativo por desaparición de su objeto16. Como mecanismo último de garantía, el apartado 21 del art. 12 LISOS sanciona la obtención fraudulenta de la autorización preceptiva que permite a estas entidades realizar sus funciones, así como todo intento abusivo de evitar la suspensión o la extinción de la misma por la pérdida de los requisitos mínimos exigibles para cumplir correctamente su función. En concreto, tipifica la conducta consistente en facilitar --a la Autoridad Laboral competente-- datos de forma o con contenido inexactos, omitir los que hubiera debido consignar, así como no comunicar cualquier modificación de sus condiciones de autorización. Se trata, por tanto, de un incumplimiento formal, pero que por las serias consecuencias que conlleva, se ha calificado como infracción grave. 3.4.- Registro La eficacia definitiva del efecto constitutivo exige una inscripción registral en los órganos competentes de las Comunidades Autónomas y en el caso de las Ciudades con Estatuto de Autonomía de Ceuta y de Melilla, de la Administración General del Estado, debidamente intercomunicados entre sí para poder disponer de toda la información que contienen, recordando la exigencia de que el tratamiento automatizado de datos de salud o de otro tipo de datos personales se realice conforme a lo dispuesto por la LO 15/1999, de 13 de diciembre. La atribución de la competencia a las Comunidades Autónomas para la creación de estos registros ha introducido, en la mayoría de los casos, el carácter de “inscripción de oficio” de la acreditación. En tales registros deben inscribirse tanto las entidades especializadas que hayan sido autorizadas como servicios de prevención, como las personas o entidades a las que se haya concedido autorización para efectuar auditorías o evaluaciones de los sistemas de prevención, pues se crea con la “finalidad de proporcionar información de acuerdo con los datos que sean facilitados por las propias 16 MOLTÓ GARCÍA, J.I.: Auditoría externa del sistema de prevención de riesgos laborales de la empresa, cit., p. 300. 13 personas y entidades, así como de acuerdo con los datos obrantes en la Administración…, ofreciendo un importante servicio a la ciudadanía, ya que tanto las personas físicas como jurídicas que pretendan contratar la prestación de tales servicios u obtener cualquier otra información que sea de interés en esta materia tendrán la garantía que proporciona la Administración por medio de un registro público (Preámbulo del Decreto 26/2008, del País Vasco). A estos efectos, la Autoridad que hubiera concedido la autorización deberá comunicar a la de registro tanto las inscripciones de entidades acreditadas como servicios de prevención y de personas o entidades autorizadas para efectuar auditorías, especificando su ámbito de actuación, como las denegaciones efectuadas, así como cualquier otra incidencia que a su juicio deba ser conocida por las restantes Autoridades, ex Disp. Ad. 1ª OM de 27 de junio. En cuanto a la certificación de la vigencia de la acreditación, también se puede obtener mediante una solicitud de certificación negativa de extinción. La configuración de los registros deberá permitir que, con independencia de la autoridad laboral competente que haya expedido la autorización, los ciudadanos y demás entes interesados (autoridades laborales, sanitarias, ITSS, INSHT, así como los órganos técnicos territoriales en materia de seguridad y salud) puedan consultar las entidades especializadas acreditadas como entidades auditoras y tener acceso a toda la información disponible sobre las mismas. Quizá con la idea latente de contar con un registro general para el control, coordinación y unificación de toda la información, al propio tiempo que como punto de referencia para evitar duplicidades, se establece la obligatoria remisión por los citados órganos competentes --tanto estatales como autonómicos--, a la Dirección General de Trabajo del Ministerio de Trabajo e Inmigración, en el plazo de ocho días hábiles, de copia de todo asiento practicado en sus respectivos registros. Las mentadas normas autonómicas17 fijan las peculiaridades propias de que disponen las Administraciones autonómicas para la creación y regulación de los oportunos registros (definiendo el ámbito de inscripciones que abarca, requisitos que en el mismo deben figurar y modo de acceder a la información que contienen), como instrumentos informatizados de organización y planificación de las competencias asignadas en la materia. Igualmente, al amparo de la Disp. Ad. 1ª de dicha Orden, algunas normas autonómicas establecen la obligación del órgano encargado del Registro de comunicar a las Autoridades Laborales competentes de otras Comunidades Autónomas o, en su caso, de la Administración General del Estado, todas las “inscripciones” de entidades y 17 Entre otras, Decreto 277/1997, de 17 de octubre, de Cataluña (DOGC 28 Octubre 1997); Decreto 143/1997, de 2 diciembre, de Extremadura (DOE 9 diciembre 1997), desarrollado por Orden de 11 de enero de 200 (DOE de 15 de enero de 2000); Decreto 23/1998, de 12 de febrero, de Madrid (BOCM, 17 de febrero de 1998); Decreto 80/1998, de 28 de agosto, de Baleares (BOCAIB de 12 de septiembre de 1998), modificado por Decreto 182/1999, de 13 de agosto, o Decreto 26/2008, de 5 de febrero, del País Vasco (LPV 2008/70). Otras Comunidades Autónomas optan por disposiciones de rango jerárquico inferior; es el caso de Andalucía (Orden de 8 de marzo de 1999 --BOJA de 30 de marzo de 1999--) o de Castilla y León (Orden de 10 de mayo de 2000 --BOCYL de 29 mayo 2000--). 14 personas autorizadas para efectuar auditorías, especificando su ámbito de actuación; todas las “denegaciones” a las solicitudes, así como cualquier otra incidencia que a su juicio deba ser conocida por aquéllas (art. 9 Orden de 10 mayo 2000, de Castilla y León). 3.5.- Publicidad Por último, las personas o entidades autorizadas como auditoras deberán hacer constar la resolución de autorización en cualquier acto publicitario que realicen referido a sus actividades como tales; también en los conciertos que, a efectos de auditoría, suscriban con eventuales clientes (por aplicación analógica de lo establecido en el art. 20 RSP para los servicios externos), sin olvidar, por su parte, que las Autoridades Laborales deberán informar sobre tales autorizaciones a los órganos de participación institucional (Disp. Ad. 2ª y 6ª OM 27 junio 1997). 15