Nuestras grandes fortunas, nuestro gran gasto

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Nuestras grandes fortunas,
nuestro gran gasto
A los admiradores de las grandes fortunas les gusta decir que cuando la riqueza se concentra
cosas buenas se filtran desde las alturas. En la vida real, sugiere el economista Robert Frank, la
desigualdad hace las cosas peores, incluso para sus ostensibles beneficiarios.
El economista de la Universidad de Cornell Robert Frank puede hacer teoría en
mayúscula. Ha sido autor de varios libros de texto tanto en micro como en
macroeconomía incluyendo dos con su colega economista Ben Bernanke que después
sería el presidente de la Reserva Federal.
Pero Robert Frank también puede fijar su foco en los más mundanos aspectos de
nuestra vida cotidiana. ¿Por qué por ejemplo desperdiciamos tanto tiempo en atascos
y topamos con tantos baches?
Frank ha observado desde la cercanía y desde la perspectiva alejada. ¿Qué guía su
exploración? ¿Qué impacto tiene sobre nosotros esta concentración? En libros
titulados como “The winner-take-all society” y “Luxury Fever” pero también en
columnas y artículos de opinión en la prensa popular, Frank ha estado trabajando
durante décadas para introducir estas cuestiones en la agenda pública.
Desde su oficina en Nueva York, Frank ha charlado recientemente con el editor de
“Too Much” Sam Pizzigati acerca de la promesa de un mundo menos desigual y las
perspectivas sobre el tema.
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Too much: Has destacado que la desigualdad hoy día se engorda a sí misma. ¿A
qué te referías?
Robert Frank: Tengo en mente principalmente el proceso en el que las ventajas del
mercado de trabajo pasan de padres a hijos. Los trabajos de altos directivos son
mucho mejor pagados de lo que solían estar y la competencia para obtenerlos se ha
vuelto mucho más intensa.
Las credenciales juegan naturalmente un mayor papel para determinar quien tiene
oportunidades en estos trabajos. Si quieres ser analista de JPMorgan - lo que parece
que desea el 90% de los graduados de Princeton al acabar - tener un currículum que
dice Princeton te ofrece un mejor camino para hacerte con una entrevista con
JPMorgan que si has venido de Slippery Rock State.
Las empresas que están contratando este tipo de posiciones simplemente no tienen
recursos para adentrarse en las profundidades de emails de solicitudes que reciben
cada vez que publican una oferta. Por tanto su primera criba es hablar con aquellos
chavales provenientes de Harvard, Yale o Princeton, y eso es más que suficiente para
cubrir sus vacantes.
Montones de gente válida están disponibles en otros lugares por supuesto pero ¿por
qué estas compañías necesitan buscar más allá si pueden simplificar el proceso
simplemente mirando un pequeño subconjunto?
Toda una vida acaba dependiendo de si entras en Harvard, Yale o Princeton en primer
lugar. La competencia se hace intensa para entrar en las preescuelas de élite. Hay
tutores estrella para ayudar a preparar los exámenes de admisión. Para los trabajos
de élite, las puertas se cierran cada vez más pronto.
Los chavales que se gradúan de familias de ingresos medios o bajos, entretanto,
tienen una enorme carga de deuda cuando se gradúan. En el tiempo en el que
deberían ahorrar y comprar una casa, están devolviendo los préstamos de estudiante.
Es simplemente un vacío creciente.
Too much: Algunos miran a la desigualdad y ven injusticia. Tú ves esa arbitrariedad
pero también ves un increíble gasto.
Frank: Creo que la retórica sobre la igualdad se centra en equidad y justicia. La
equidad tiene un papel contundente en la discusión pero creo que podemos llegar
mucho más fácilmente a un acuerdo sobre lo que es costoso que sobre lo que es
desigual o injusto. Lo último es mucho más controvertido.
Nadie piensa que sea mejor para los ricos si todas nuestras mansiones crecen de los
50000 a los 55000 pies cuadrados. Todo el mundo intuitivamente tiene la idea de que
este aumento simplemente sube el listón de lo que define cuán grande es una
mansión que necesitas si eres rico para ser capaz de mantener el estilo de vida que se
espera de ti.
De manera similar, para la boda de tu hija, estamos gastando 30 de los grandes
cuando solíamos gastar 10. Nadie cree que las parejas casadas sean más felices
porque gastemos mucho más ahora.
Gastamos más porque se ha subido el listón y, ¿por qué se ha subido? Pues es
porque la gente en la cumbre tiene muchísimo más dinero, gastan más en sus
celebraciones y este gasto cae en cascada un nivel cada vez.
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Too Much: Vivimos un momento de sencillez en los Estados Unidos, la gente dice que
no necesitamos todas las cosas que tenemos, que si paramos de obsesionarnos por
poseer más cosas podríamos escapar de la carrera de ratas y llevar vidas más felices.
¿Es más difícil dejar la carrera de ratas en una sociedad profundamente más
desigual?
Frank: Totalmente. Si pudieras escapar por tus propios medios la necesidad del
gobierno de intervenir sería mucho más débil.
Creo que la respuesta de la voluntad de sencillez está bien dentro de unos límites,
pero si quieres llevar a tus hijos a una buena escuela, tienes que comprar una casa
más cara que lo normal en tu zona porque las buenas escuelas en cualquier zona
están donde están las casas caras.
Si compras una casa que sea menos cara que la norma, tus chicos acabarán yendo a
una escuela que será vista como por debajo de la media y no te puedes calmar en
aras de la simplicidad y obviar este coste.
Ahora, te puedes decir, realmente no necesito un bolso Gucci, realmente no necesito
cuatro cafés al día. Puedo seguir adelante sin nada de eso pero estoy cobrando en la
media no voy a responder a una llamada a la calma y tratar de enviar a mis hijos a una
escuela de una calidad por debajo de la media; simplemente no es una demanda
razonable que hacerle a ningún padre.
Y si no te puedes permitir una casa en un distrito céntrico entonces te mudas más allá
para encontrar una buena escuela que te puedas permitir y tienes que soportar los
efectos de largos viajes en coche para trabajar.
Too Much: Este punto acerca de los largos desplazamientos nos lleva a otro tema de
tu trabajo: los costes ocultos de la desigualdad. Has escrito, por ejemplo, sobre el
impacto de las desigualdades en el precio de la vivienda.
Frank: En la vivienda y en otros casos vemos algo a lo que llamo “gastos en cascada”.
La gente de mayor patrimonio empieza estas cascadas. Gastan más por algo que se
explica simplemente porque tienen más dinero. Nuestro incremento de ingresos ha ido
a los de arriba y por lo tanto, y por supuesto, los de arriba construyen mayores
viviendas, sería raro que no lo hicieran.
La gente justo debajo de los de más arriba están en los mismos círculos sociales. Ven
a la gente de mayores ingresos construir casas con salones de baile de manera que
pueden tener la recepción de la boda de su hija en casa de forma que ahora la gente
justo por debajo de los de mayores ingresos también necesita un salón de baile. O
quizás los más ricos de los ricos celebran cenas para 36 y no para 24 y entonces la
gente justo por debajo necesitan mayores comedores.
Es a través de comparaciones como estas como bajamos escalón tras escalón de
manera que el marco de referencia se mueve y se forma lo que la gente cree que
necesita. Y si no observas esta clase de proceso no puedes explicar porque la media
de las nuevas construcciones de viviendas unifamiliares en Estados Unidos es ahora
un 50 % mayor de lo que lo eran sus homónimas en los 70.
Los que cobran el salario medio hoy en día no tienen más dinero en términos reales
que sus homólogos en los 70, o no mucho más. ¿Por qué gastan tantísimo más en
viviendas? Porque otros como ellos están gastando mucho más. ¿Por qué otros como
ellos gastan más? Pues porque los de más arriba gastan más en viviendas y esto cae
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en cascada hacia abajo.
Too Much: También has hablado de matrimonio y de la relación entre desigualdad y
divorcio.
Frank: Los consejeros matrimoniales dirán que la gente va a verles por una larga lista
de razones. Pero es raro que una pareja que busque consejo no incluya en la lista de
problemas que estén sufriendo alguna clase de angustia financiera. Vemos ratios de
divorcio más altas en países en los que la desigualdad ha aumentado más.
Too Much: Tenemos toda clase de índices para la economía estadounidense hoy en
día: índices bursátiles, índices de confianza del consumidor, y muchos más. Tienes un
índice que habla más directamente a las familias de Estados Unidos. Lo llamas el
“índice del esfuerzo”.
Frank: Este “índice del esfuerzo” mide cuántas horas un trabajador de ingresos
medios tiene que trabajar cada mes para cobrar el equivalente a una casa de precio
medio. Este número era de 40 - y fluctuó muy poco - entre 1950 y 1970. Por tanto si
trabajabas 40 horas a la semana, entonces gastabas la primera semana de cada mes
cobrando el suficiente dinero para alquilar una casa a un nivel de precio medio. Las
otras tres semanas serían para cualquier otra cosa.
Ahora, desde que la desigualdad comenzó a aumentar duramente en 1970, la vivienda
de precio medio ha aumentado enormemente, pero el salario medio ha visto cambios
muy pequeños. En 2006, el número de horas que tenías que trabajar para pagar el
alquiler de una vivienda media subió a 100 horas al mes, esta es la carga adicional
para las familias de clase media.
Alguien podría decir, bien, si no quieres trabajar tanto, trabaja sólo 40 horas. Pero si lo
haces entonces tus hijos irán a escuelas que tienen detectores de metales en la
entrada.
Too Much: Los políticos que hoy en día hablan de despilfarro no hablan sobre éste en
tus términos. Hablan sobre ir tras el “despilfarro, fraude y abuso en el gasto del
gobierno” como una alternativa a subir los impuestos a los ricos.
Frank: Tenemos programas del gobierno despilfarradores, eso es cierto, y hemos
tenido intentos de limitar el gasto en el gobierno, algunos exitosos, pero muchos de
ellos se enfrentan a duros fracasos.
Eso es porque los programas del gobierno no nacen por accidente, existen porque así
lo quieren sus votantes. La gente lucha amargamente para mantener cualquier
beneficio que hayan podido asegurarse para sí mismos. Recortar un programa del
gobierno, incluso siendo despilfarrador, puede ser muy difícil por la respuesta que
puedes recibir.
Y por lo tanto cuando recortas programas del gobierno, a menudo, nos centramos más
en aquellos en los que los votantes que los quieren son los más débiles para poder
hacer retroceder el recorte. Y las cosas que acabamos por recortar no son
frecuentemente aquellas que deberían recortarse.
Durante los años de Bush, se recortaron programas de asistencia nutricional para
madres pobres con niños pequeños. Cada dólar que gastas en tal asistencia se
recupera mucho más que un dólar en beneficios futuros. Pero si te centras en recortar
el gasto del gobierno es en estos programas donde a menudo se recorta.
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Entretanto, el despilfarro en el sector privado es notablemente mayor que en el público
y bastante más fácil de recortar. Si la gente se da cuenta que no necesitan gastar
tanto como lo que gastan ahora para conseguir los objetivos que tratan de conseguir
serían felices de inscribirse en una alternativa en la que cada cual reduce el gasto en
despilfarros y lo aumenta en cosas que marcan mucho más la diferencia.
Para mí el ejemplo más ilustrativo de esto es sobre alguien al que le gustan los coches
que se imagina en un mundo de impuestos bajos para los ricos lo que le permite
conducir un Ferrari de un tercio de millón de dólares pero los bajos ingresos que el
gobierno recauda de esos bajos impuestos a los ricos se traduce en que el gobierno
no tienen capacidad de mantener las carreteras. Por lo tanto conduces el Ferrari en
carreteras plagadas de enormes baches. Este sería el mundo uno.
En el mundo dos, los ricos pagan mayores impuestos. Conducen coches menos caros,
tal vez un Porsche que cuesta la mitad que un Ferrari. Pero los ingresos del gobierno
de los impuestos más elevados ayuda a mantener las carreteras en perfecto estado de
manera que los ricos del mundo dos pueden conducir haciendo el mejor uso de su
máquina.
¿Quién es más feliz, alguien que conduce Ferraris en una carretera plagada de
baches o alguien que es relativamente menos rico y conduce un coche menos caro
pero todavía espectacularmente lujoso en buenas carreteras? Nadie podría decir
seriamente que es más feliz el conductor de Ferrari en una carretera llena de baches.
Too Much: Hemos visto un par de incidencias recientemente en las que los ricos han
justificado sus extravagancias - sus gastos en superyates por ejemplo - sobre la base
de los puestos de trabajo que esta extravagancia crea.
Frank: Teníamos un impuesto sobre los yates en los 90 y la gente dejó de comprar
yates de los astilleros de Nueva Inglaterra y empezaron a comprarlos en astilleros en
el extranjero. Destruimos algunos trabajos y no es nada para presumir. Por tanto
nuestro objetivo no debería ser decirle a la gente que no pueden comprar yates,
dejemos que se construya el yate que se desee.
La reacción más simple y menos intrusiva al problema del gasto en cascada sería
gravar a la gente en lo que gasta, en ratios progresivas, más que sobre sus ingresos, y
entonces mantener la demanda en la economía de manera que sea realmente
diferente para la gente.
Si gravar el gasto es tan buena idea, me preguntan, ¿Cómo es que no lo hacemos?
Esa es la pregunta exacta.
La gente normalmente tiene un exabrupto por respuesta a impuestos mayores:
Tendría menos dinero y menos capacidad para conseguir lo que quiero si pago más
impuestos. Y es cierto que la mayor parte del tiempo cuando nos suceden cosas que
hacen que tengamos menos dinero, somos menos capaces de conseguir lo que
queremos.
Pero si los impuestos sobre los ricos subieran, los ricos podrían todavía conseguir lo
que desean. ¿La razón de esto? Las cosas que los ricos quieren son cosas de las que
no hay suficiente de manera que tienen que competir entre ellos para conseguirlas.
Los que ofrecen más ganan. Cuando tus impuestos suben y los míos suben, si somos
los dos ricos, eso no afecta al contexto de las ofertas que hacemos por las cosas que
ambos queremos; esas cosas acaban en las mismas manos que antes.
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La diferencia entre lo que pasa cuando tengo menos y lo que pasa cuando todo el
mundo tiene menos es una simple diferencia que comprender. Si la gente suficiente en
sus círculos clave, en sus redes de conversación empieza a comprender esto,
entonces es fácil de imaginar que las opiniones sobre esta clase de cosas puedan
empezar a cambiar muy rápidamente.
En todo caso, esta es mi principal esperanza. Pero no he visto ninguna evidencia real
de que el punto de inflexión esté cerca.
Too Much: Un surtido de líderes políticos durante los últimos años, tanto demócratas
como republicanos, han reivindicado impuestos sobre el gasto, un impuesto sobre el
consumo. Tú has reivindicado un impuesto sobre el consumo abruptamente
progresivo. ¿Cuál es la diferencia?
Frank: Bien, los impuestos ordinarios a las ventas son impuestos de consumo. Pagas
sobre cada cosa que compras un porcentaje fijo sobre el precio del producto. En
Nueva York es algo más del 8 % y en otros estados está en el 3%.
¿El argumento contra un impuesto sobre las ventas? Que es muy regresivo. Los
pobres consumen virtualmente todos sus ingresos de manera que pagan impuestos
sobre todas las cosas. Los ricos ahorran gran parte de sus ingresos de manera que
gran parte de su ingreso está libre de los impuestos sobre las ventas.
El impuesto progresivo sobre el consumo es de una clase muy diferente. Se parece
mucho a un impuesto sobre los ingresos. Informas sobre tus ingresos tal y como haces
ahora, idealmente de una forma más simplificada y documentas cuánto ahorras
durante el año. Es lo que hacemos ahora para las cuentas 401 (k) [cuenta de pensión
en EEUU].
La diferencia entre esos dos números, lo que cobras menos lo que ahorras - menos
una gran deducción, digamos 30.000 dólares para una familia de cuatro personas sería tu consumo gravable.
El tipo impositivo empezaría muy bajo de manera que si tienes una baja cantidad de
consumo gravable, probablemente pagarías menos impuestos de los que pagas con el
actual impuesto sobre la renta.
Más gastes, más alta la tasa. En el nivel más alto de consumo, si consumes varios
millones de dólares cada año, podríamos tener un alto tipo impositivo por cada nuevo
dólar que gastes.
Este sería un incentivo poderoso y no burocrático para hacer que la gente se pregunte,
¿necesito esta gran ampliación de mi mansión? ¿Necesito una fiesta de diez millones
para la puesta de largo de mi hija?
Por supuesto, si tuviéramos un impuesto progresivo sobre el consumo, también
necesitaríamos un impuesto a las herencias robusto para tener en cuenta a la gente
rica que moriría con más ahorros.
Too Much: Hablar de impuestos del estado nos lleva a la idea de un impuesto sobre la
riqueza. Has estado algún tiempo en Francia ¿Has tenido oportunidad de sentarte con
el economista Thomas Pikkety?
Frank: Me he encontrado varias veces con él. Conozco su propuesta sobre un
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impuesto sobre la riqueza. Si yo fuera la persona al cargo y pudiera impulsar una
propuesta así estaría muy interesado en su propuesta sobre un impuesto sobre la
riqueza. Pero creo que, políticamente, si le dices a los ricos que vas a gravar el
patrimonio que han acumulado, sería muy difícil bajo las disposiciones políticas
actuales hacer que un gobierno adopte esto como un cambio real en la política fiscal.
Si en su lugar le dijéramos a los ricos que vamos a hacer que sus ahorros estén libres
de impuestos opuestamente a como los gravamos ahora, montones de gente rica se
apuntaría a esto.
Por lo tanto, si tengo un capital político que gastar muy limitado, no propondría ir
directamente tras la riqueza acumulada en forma de un impuesto del 1 % al año como
propone Piketty. Iría primero por un impuesto progresivo del consumo y entonces, a
través del impuesto sobre la renta, intentar recuperar muchos de esos ahorros exentos
de impuestos en el momento de la muerte.
Las personas ricas verdaderamente conscientes no quieren dejar 100 millones de
dólares a sus herederos. No es algo bueno el crecer sabiendo que recibirás 100
millones de dólares en tu 25 cumpleaños.
Too Much: Escribes para revistas profesionales pero también escribes libros de
divulgación y haces muchos trabajos para el público general, sobre todo a través de tu
columna cada 5 domingos en el New York Times.
Frank: Me hago mayor, y mi principal prioridad es conseguir la mayor difusión del
argumento que he resumido recientemente en un artículo online en Vox.
También resumí ese argumento en mi último libro, “The Darwin Economy: Liberty,
Competition, and the Common Good”. Este libro no ha vendido más que algunas
copias, la gente lee menos de lo que solía. De manera que estoy pensando formas de
ganar atractivo.
El formato en Vox obtiene una respuesta sólida de los lectores. De manera que tal vez
online, con piezas más pequeñas a las que la gente accede indirectamente a través de
las redes sociales sea la manera de llegar a la gente en el futuro.
No sé exactamente como se reestructurará esto. Pero estoy experimentando,
intentando encontrar la manera más fácil de empezar las conversaciones sobre estos
temas.
Es tan frustrante pensar que todos estos duros problemas a los que nos enfrentamos
podrían ser resueltos sin necesidad de dejar nada de lo que nos importa. Hay tanto
despilfarro en el sistema. Si pudiéramos únicamente dirigir algunos de esos dólares a
otros usos, podríamos estar mucho más avanzados de lo que estamos.
Too Much: ¿Trabajas en algún nuevo libro?
Frank: Lo hago, acabo de enviar el primer borrador a la editorial Princeton University
Press. Se titula Success and Luck.
Los sucesos azarosos influyen en los resultados de la vida, incluyendo el éxito de
mercado, mucho más profundamente de lo que muchos de nosotros percibimos. Una
de las consecuencias de reconocer este fallo: Nos aferramos más tenazmente a cada
dólar que se cruza en nuestro camino si tenemos éxito de lo que estaríamos inclinados
a hacerlo si entendiéramos el rol central que la suerte ha jugado en nuestro éxito.
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Too Much: ¿Cuál es la mejor introducción a tu trabajo para los amigos que todavía no
se han lanzado?
Frank: Hay un libro breve que publiqué en 2007, se llama Falling Behind: How Rising
Inequality Harms the Middle Class, y es agradecidamente corto. Una lectura indolora
con muchas bellas imágenes.
Robert Frank es un prestigioso economista que ha publicado, entre otros, conocidos libros como The winner-takeall society y Luxury Fever. Escribe a menudo en prensa.
Traducción para www.sinpermiso.info: Txomin Martino
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