SE EXPANDE LA OFERTA, SE RESTRINGE EL INGRESO PERO AUMENTAN LOS PRECIOS. LINEAMIENTOS EMPÍRICOS Y CONCEPTUALES PARA COMPRENDER LAS PARADOJAS DEL MERCADO INMOBILIARIO PORTEÑO Luis Baer BECARIO CONICET – INSTITUTO DE GEOGRAFÍA (UBA) RESUMEN Varios indicadores socioeconómicos de la Ciudad de Buenos Aires han manifestado en los últimos años una mejoría en las condiciones de vida de los porteños. Sin embargo, acceder una vivienda digna en suelo urbano con buena ubicación e infraestructura supone actualmente mayores esfuerzos que antes. El aumento de la brecha entre los ingresos y el precio del los bienes inmobiliarios es una de las razones que impiden traducir este derecho constitucional en el mejoramiento concreto de la cuestión habitacional de los porteños. El retraso del ingreso medido en dólares y el elevado costo del crédito hipotecario son visualizados como los grandes responsables de este problema. Sin embargo, poco se dice sobre el elevado precio alcanzado por el suelo y las viviendas, y menos aún sobre las causas que vienen impulsando este proceso de valorización inmobiliaria. Se trata de un tema controvertido y de tintes paradójicos. Pues resulta difícil comprender por qué el valor de las viviendas aumentó tanto en un contexto de expansión de la oferta residencial y de restricción del ingreso medido en dólares. Consideramos que en la lógica del contexto macroeconómico inaugurado en 2002 y, en relación a ello, en la dinámica territorial del mercado del suelo y la vivienda pueden rastrearse algunas pistas para comprender este aspecto que tan caro le vale al “derecho a la ciudad”. Esta hipótesis de trabajo es lo que aquí nos convoca. A continuación desarrollamos algunos conceptos y procesamos información estadística para abordarla. INTRODUCCIÓN La revitalización de las actividades económicas (entre ellas, la de la construcción), el aumento del empleo formal y la disminución de los índices de pobreza son algunos de los indicadores que periódicos, analistas y organismos de diversa índole han utilizado para anunciar el mejoramiento de las condiciones de vida de los porteños luego de la crisis de 2001/021. Este tipo de pronósticos han omitido, no obstante, al comportamiento del mercado del suelo y residencial como variables de análisis. En otros casos se llegó a considerar la dinámica de estos mercados de manera parcial y sesgada, por ejemplo, al tratar al supuesto 1 En Basualdo (2006) pueden rastrearse las causas y consecuencias económicas de la crisis. Una breve y lúcida caracterización de algunos de sus síntomas también puede consultarse en Bleichmar (2002). “boom inmobiliario” como un proceso benéfico que (solo) genera empleo, riqueza y oferta de viviendas, o bien al sostener que la valorización inmobiliaria favorece (de por si) al conjunto de la sociedad. Ponderar las condiciones de vida obviando las condiciones de acceso habitacional parece ser un ejercicio desatinado. Más aún en la Ciudad de Buenos Aires donde una parte significativa de los porteños percibe (y padece) que, a pesar del crecimiento económico y del dinamismo de la construcción y la actividad inmobiliaria luego de la crisis de 2001/02, el consumo de vivienda (a través de la compra o alquiler) viene presionando de manera creciente sobre sus ingresos. Consideramos que no se trata solo de un problema macroeconómico relacionado con el tipo de cambio de la moneda local (que reduce el ingreso en dólares frente a una mercancía que se comercializa en esa divisa) o de la restricciones para acceder al crédito hipotecario (dada las altas tasas de interés y de la relación cuota ingreso que deja afuera a quienes lo solicitan). La estrategia que asume en esta coyuntura el principal actor económico que construye ciudad, el sector inmobiliario privado, también refuerza esta tendencia, más aún cuando el Estado renuncia a movilizar la renta que produce la valorización inmobiliaria. Para instrumentar una política urbana que encauce las prácticas del mercado inmobiliario hacia una ciudad más justa, integrada y equitativa deben comprenderse las causas de la reciente valorización inmobiliaria y su impacto en el acceso a la vivienda en ámbitos urbanos con buena accesibilidad, equipamientos e infraestructura. Es aquí donde haremos especial hincapié. Para ello indagamos desde un plano teórico-conceptual el modo en que se articulan el precio del suelo urbano, la dinámica del sector inmobiliario y la demanda final de inmuebles. Luego describimos la evolución del precio promedio del suelo2 en el conjunto de 2 En concreto, el precio promedio de oferta de terrenos en dólares. Esta información fue obtenida de los informes que realizaba el Centro de Estudios para el Desarrollo Metropolitano (CEDEM) y que desde el 2005 realiza, mediante el mismo método de relevamiento y sistematización de datos, la Dirección General de Sistemas de Información Geográfica (DGSIG) sobre los precios de lotes ofertados en la ciudad durante cuatro meses en cada año (marzo, junio, septiembre y diciembre). Se trata del precio de oferta y no del precio comercial o de compraventa efectiva. Suele estimarse que el precio de oferta se encuentra entre un 5% y 15% por encima del precio real de transacción. El tamaño de las muestras presenta una gran variabilidad. La menor cantidad de observaciones se obtuvo en junio de 2002, precisamente en uno de los momentos más álgidos de la crisis cuando se colocaron a la venta una cantidad reducida de terrenos. A partir de 2003 el incremento de la oferta permitió registrar una mayor cantidad de observaciones. Las muestras utilizadas son: diciembre de 2001, 1466 observaciones; junio la ciudad3 y sus 47 barrios desde el inicio de la crisis en 2001/02 hasta 2006 diferenciando dos subperíodos; el primero, desde finales de 2001 hasta mediados de 2002, cuando el precio del suelo cae de manera abrupta; el segundo, desde mediados de 2002 hasta finales de 2006, cuando experimenta una notable apreciación. En tercer lugar, caracterizamos la expansión del mercado inmobiliario desde la reactivación de la economía en 2003. Por último, planteamos algunos efectos de su comportamiento reciente en el acceso a la vivienda. LA DEMANDA EN LA FORMACIÓN DEL PRECIO DEL SUELO URBANO Los precios del suelo urbano son señales que manifiestan el tipo de valoración social que adquieren los terrenos de acuerdo a sus atributos. En el caso de la mercancía “suelo urbano”, tales atributos no solo refieren a las características intrínsecas de esta mercancía (tales como tamaño y forma de superficie) sino también (y por sobre todas las cosas) a sus características extrínsecas (tales como ubicación y usos que allí pueden desarrollarse). La incidencia de las características extrínsecas en la determinación del precio de un lote es más que significativa. Superficies de lotes idénticas existen por doquier, no ocurre lo mismo con la ubicación y el tipo e intensidad de uso que pueden tolerar. Esta particularidad del mercado de suelo urbano determina, por lo menos, dos cuestiones básicas a tener en cuenta. En primer lugar, la inexistencia de una porción de suelo igual a otra y, en segundo término, la imposibilidad de de 2002, 107 obs.; diciembre de 2003, 641 obs., junio de 2004, 1013 obs.; junio de 2005, 1347 obs.; septiembre de 2006, 1367 obs. 3 Por ciudad de Buenos Aires nos referimos a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es decir a la porción central de la Región Metropolitana de Buenos Aires que ocupa 200 km2 y concentra desde hace aproximadamente 60 años a 3 millones de personas. 2 que una demanda efectiva por un lote logre satisfacerse plenamente con la oferta de otro lote. En este sentido, la oferta de suelo suele ser tan heterogénea como la cantidad misma de lotes que se ofrecen en el mercado. Sin embargo, la preferencia de los consumidores suele concentrarse en unos pocos lugares. La estructura territorial del precio del suelo al interior de las ciudades está condicionada por esta ausencia de complementariedad entre oferta y demanda que asigna precios elevados donde la demanda es concentrada y precios más bajos donde ésta es escasa. Esta imperfección del mercado se debe, en parte, a que el suelo no se produce y que, por lo tanto, carece de costos de producción. Por ello, el valor que asume el suelo es ajeno al trabajo y capital que los propietarios puedan introducir en él4. La demanda cumple así un papel fundamental en la determinación del precio ante una oferta que, a corto y mediano plazo, se mantiene inelástica, especialmente en ciudades como la de Buenos Aires donde la disponibilidad de suelo vacante es relativamente escasa. En suma, como sostiene Morales (2005:2), “el precio del suelo está determinado esencialmente por el tirón que ejerza la competencia entre los demandantes”. Ahora bien, la demanda compite por suelo, no para su consumo final, sino por los usos que en términos económicos y normativos soporta. Sobre el tipo e intensidad de uso que se espera de la ubicación de un terreno, se construyen expectativas de ganancia económica. Y tales expectativas de rentabilidad son precisamente las que estructuran los precios del suelo5. Por ello se dice que la demanda de suelo no es directa, sino derivada de la actividad que da soporte. Para cumplir esta función, el suelo debe ser edificado y ahí sí deben intervenir el trabajo y capital. La compra de suelo, su edificación y posterior venta es asumida por un promotor o desarrollador inmobiliario. Ellos son quienes ofician de intermediarios entre el propietario original del suelo y los usuarios finales de los inmuebles, ellos son pues la demanda derivada de suelo. La importancia que asume la demanda derivada en la formación del precio del suelo nos exige introducir a la actividad inmobiliaria y de la construcción como variables de análisis. Es decir, el abordaje de los factores que forman el precio del suelo no puede prescindir de la lógica con la que intervienen los promotores inmobiliarios en su rol de compradores de lotes, constructores y vendedores de lotes+construcción. Y vale aquí preguntarnos sobre el origen de la ganancia que capta este agente económico. ¿Surge acaso del desarrollo inmobiliario, o “el suelo” utilizado para construir (luego de descontar los costos de construcción y el beneficio de las unidades vendidas) cambia de precio? Más adelante se desarrollan algunos elementos para atender este interrogante. Focalicemos, por último, la atención sobre el accionar de los propietarios. Además de tener la propiedad de una mercancía que es escasa, única e irreproductible, ellos pueden ofrecer (y retirar) sus lotes del mercado cuando lo creen conveniente. El suelo es retenido cuando su precio cae, pero también cuando se valoriza o existen expectativas de que ello ocurra. 5 4 Excluimos de esta apreciación al suelo producido por los sistemas de polderización y otras técnicas de relleno de tierra sobre el agua. La imposibilidad de producir suelo también nos remite a la idea de “escasez física del suelo”. En este sentido, suele decirse que el valor del suelo está determinado por el “mejor y máximo uso”. En esta dirección, Martim Smolka (1981) sostiene que “… el precio de cierto terreno corresponde, por regla general, al diferencial de las ventajas proporcionadas por su uso sobre los demás”. 3 Mediante esta práctica los propietarios suelen participar de un proceso de valorización inmobiliaria que es independiente al esfuerzo que puedan destinar a sus terrenos. La expectativa sobre un aumento del precio del suelo en el futuro es la principal motivación que tienen para retenerlo. En efecto, se espera que el monto de la valorización supere ampliamente los costos inmediatos asociados a la retención del suelo en desuso, hecho que sucede especialmente cuando el impuesto inmobiliario es débil6. Existe algo de “profecía auto-cumplida” inherente a esta lógica de comportamiento; pues al contraer la oferta de terrenos en el mercado, la retención de suelo puede fomentar (aún más) el incremento del precio del suelo. La práctica especulativa que induce la retención puede agregarse así a los demás factores que motorizan la valorización del suelo. En este sentido, el comportamiento de los propietarios puede homologarse al de la competencia monopólica (Trivelli, 2006 y Sabatini, 2000). LA DOBLE CONTRACCIÓN. CRISIS EN EL PRECIO Y DEMANDA DE SUELO LA LA A finales de 2001, la gran depresión de la economía argentina afectó de manera notable al mercado inmobiliario porteño. Las compraventas y el precio de los inmuebles cayeron de manera abrupta, entre ellos el del suelo. En junio de 2002, quizás en el momento más profundo de la crisis económica, su precio se había desplomado a un promedio de U$S 214 el m2, un 62% menos del que registraba seis meses antes cuando promediaba U$S 558 el 6 Esto ocurre especialmente cuando el impuesto inmobiliario presenta una base imponible subvaluada con respecto al valor de mercado del suelo y también cuando la progresividad de las alícuotas sobre los terrenos baldíos son insignificantes. m2. ¿Cómo puede desencadenarse semejante caída del precio del suelo? Las sucesivas crisis económicas y los procesos inflacionarios que castigaron al país a lo largo de su historia fomentaron ciertos hábitos en el mercado inmobiliario formal de la ciudad. El empleo del dólar como referente para la cotización de los bienes inmobiliarios y el uso patrimonialista de la propiedad como reserva de valor frente a las crisis económicas y financieras son quizás las más importantes. A principios de 2002, luego de una década de paridad cambiaria entre el peso y el dólar, la moneda local se devalúa. De esta manera, el poder de compra de los bienes que cotizan en dólares (como los inmuebles y los artículos de importación) se contrae de manera automática. Vimos que el precio del suelo en dólares había caído abruptamente en el primer semestre de 2002. Pues bien, con el precio del suelo en pesos no ocurrió lo mismo. Por el contrario, éste había aumentado alrededor de un 50% durante el mismo período (FIG.1). Esto se explica porque la disminución del precio del suelo en dólares (casi tres veces menos) no había sido tan significativa como el aumento del costo de la moneda estadounidense (casi cuatro veces más). Pero otros factores se agregarían a la devaluación del peso para contraer la demanda de bienes inmuebles. En diciembre de 2001 una gran masa de ahorros había quedado “acorralada” en los bancos. El fenómeno se dio a conocer como “corralito” e impidió que más de un millón de ahorristas retiraran el dinero depositado previamente en los bancos oficiales. Asimismo, esta falta de liquidez en el mercado fue complementada con otro caudal de dinero que había sido colocado por 4 grandes ahorristas extranjeros7. en bancos Difícil era proyectar en este escenario un negocio inmobiliario. La contracción de la demanda final de inmuebles colocaba a la expectativa de rentabilidad, derivada de la compra de suelo y venta de suelo+construcción, en un marco de incertidumbre. En otras palabras, la disminución de la demanda final de productos inmobiliarios se trasladaba a la demanda derivada de suelo restringiendo su poder de compra. Existe información estadística que ampara este supuesto. El flujo de oferta de suelo en junio de 2002 fue mínimo (ver nota al pié 2) y la cantidad de superficie solicitada para construir nunca había registrado un nivel tan bajo desde 1935 (FIG.2). DESDE LA CRISIS HACIA LA REACTIVACIÓN DEL MERCADO INMOBILIARIO Poco tiempo transcurriría para que el precio del suelo aumentara a un ritmo insospechado. Ya a mediados de septiembre de 2005, con un promedio de U$S 690 el m2, supera el valor registrado antes de la crisis, y un año después experimenta el mayor incremento interanual para alcanzar en septiembre de 2006 U$S 1014 el m2. En todo el período el precio del suelo aumentó en promedio un 375%. 7 La Asociación de Bancos de la Argentina (ABA) calcula que el monto de dinero afectado por el “corralito” fue de más de 66 mil millones de pesos-dólares. Por su parte, la “fuga de capitales” hacia el exterior ascendió a casi 16.000 millones pesos-dólares durante el 2001, según el informe elaborado por la Comisión Especial Investigadora de Fuga de Divisas de la Cámara de Diputados. El corralito fue el instrumento que diseñó e implementó el entonces ministro de economía, Juan Domingo Cavallo, con el objetivo de frenar “la fuga de capitales” y el vaciamiento de los plazos fijos. Se calculó que para el 2001 los ahorristas (no acorralados) lograron extraer de los bancos un monto aproximado de 29.000 millones de pesos/dólares (Página12, Suplemento Cash, 03/12/06). La crisis económica de 2001/02 había reforzado una idiosincrasia que percibe a la inversión en “ladrillos” como la mejor estrategia para enfrentar la depreciación de la moneda local, la inexistencia de alternativas de inversión y el descrédito del sistema bancario. Pero claro, en el escenario económicofinanciero de 2002 existían grandes restricciones para invertir en “ladrillos”. ¿Cuáles fueron entonces los atractivos que motorizaron la recuperación del mercado de suelo en la Ciudad de Buenos Aires? Las crisis no solo empeoran las condiciones de vida de la mayoría, también pueden sentar condiciones favorables para realizar negocios. Esto último ocurrió con los actores capitalizados del mercado inmobiliario que visualizaron una atractiva oportunidad en la gran caída que había experimentado el precio del suelo en dólares. Estando el suelo tan barato el olfato especulativo comenzó a manifestarse, especialmente en las zonas de alta renta (comercial y residencial) donde se registraron las mayores depreciaciones (FIG 3). El barrio que aglomera la mayoría de los comercios y servicios de la ciudad (San Nicolás) experimentó la mayor depreciación del suelo (-84%). El eje norte de la ciudad (Recoleta, Palermo, Núñez y Villa Ortúzar) también fue testigo de una fuerte depreciación del suelo. Por lo general, se trata de barrios residenciales de categoría en cuyas avenidas principales se generan importantes rentas comerciales. Otro elemento favorable que dejó la crisis para proyectar un negocio inmobiliario fueron los bajos costos de construcción. De manera similar a la caída del precio del suelo, el costo de la construcción se desbarrancó en esos seis meses más de un 50%. Frente a la apreciación del dólar, el costo de mano de obra y de materiales de construcción mantuvo en 2002 el mismo valor en 5 pesos que había tenido antes de la devaluación8. Por último, las bajas tasas de interés que ofrecían los bancos domésticos y extranjeros incentivaron a grandes inversores, a quienes habían logrado conservar sus ahorros y a los que recuperaron el dinero que estaba en el corralito a buscar fuentes alternativas de inversión y ahorro. Se trata de otro factor que orientó parte de los recursos financieros disponibles hacia el desarrollo inmobiliario y la compra final de inmuebles. Los fondos líquidos provinieron de quienes estaban en condiciones de aprovechar rentabilidades que superaban la tasa de ganancia media de la economía y, en los casos más conservadores, de quienes encontraron en los “ladrillos” la mejor garantía de reserva de valor. Como bien lo sintetiza Krakowiac (2005), “la combinación entre esas tasas de rentabilidad y la seguridad que implica una inversión inmobiliaria generó una oportunidad difícil de igualar en otras actividades”. Estos tres factores fueron determinantes para la reactivación del mercado inmobiliario. El bajo costo de los factores de producción (suelo, mano de obra y materiales de construcción) y del costo de oportunidad (tasa de interés negativa y escasez de alternativas de inversión) alimentaron las expectativas de rentabilidad con la compra de suelo para venta de suelo+edificación y el uso de la vivienda como reserva de valor. ¿Pero cuál fue el uso más rentable destinado al suelo urbano que comenzó a movilizarse a partir de 2003? ¿Qué tipo de proyectos inmobiliarios fueron ideados para desarrollar en estos terrenos? ¿Qué tipo de demanda se 8 El bajo precio de los materiales de construcción se mantuvo por la necesidad de liberar stock para cubrir deudas y costos operativos mínimos. esperaba atender desarrollos? con estos ¿QUÉ, CUÁNTO Y DÓNDE? UNA CARACTERIZACIÓN DE LOS NUEVOS EMPRENDIMIENTOS La pregunta por la cantidad, composición interna y localización de la superficie autorizada para construir9 nos permite tener una idea sobre el suelo por el cual compite la demanda derivada y las expectativas que tienen los desarrolladores inmobiliarios en cuanto al tipo de demanda final que esperan satisfacer con sus emprendimientos. La demanda de suelo habría aumentado considerablemente en los últimos años. Mientras en 2002 se autorizaron solo 297.867 m2 para construir, en 2006 este valor ascendió a 3.103.450 m2, es decir, más de diez veces (FIG.2). Se podría considerar la adopción de estos años de referencia como sesgada. En primer lugar, porque 2002 fue un año atípico, recordemos que desde 1935 nunca se había autorizado tan poca superficie para construir como en ese año. En segundo lugar, porque 2006 también fue un año excepcional, pues desde 1978 no se habían autorizado tantos m2 para construir. Ahora bien, como estas cantidades refieren a la construcción total poco nos dicen sobre los usos a los que se volcó el sector inmobiliario. En este sentido, podemos advertir una preferencia creciente por el uso residencial. En el año 2002 el 72% de la superficie solicitada para construir fue destinada a este uso; cuatro años más tarde dicha 9 La información estadística de cuánto, qué y dónde se solicitan permisos de construcción es registrada por la Dirección General de Fiscalización de Obra y Catastro (DGFOyC). Se trata de información precisa sobre el comportamiento a corto plazo de la actividad de la construcción y de los productos que se ofrecerán en el mercado inmobiliario formal. 6 participación había ascendido a un 86%. Al interior del uso residencial sobresale el incremento absoluto y relativo de la superficie autorizada para construir vivienda multifamiliar por sobre la vivienda unifamiliar. En 2002 la participación de este tipo de edificación era poco menos del 81%, para el año 2006 había superado el 97%. Dicho en palabras, además de la prioridad otorgada al uso residencial, el mercado inmobiliario proyectó sus negocios hacia la construcción de “multiviviendas”. En este sentido, podríamos pensar que la demanda derivada de suelo volcó sus esfuerzos hacia la compra de lotes que, por normativa urbana, soportan una mayor edificabilidad. Analicemos ahora lo ocurrido con la composición de la superficie autorizada para construir “multivivienda”. La DGFOyC desagrega los usos residenciales según cuatro categorías; de menor a mayor, estándar, “sencilla, confortable, lujosa y suntuosa”10. El 40% de los m2 permisados para edificar vivienda multifamiliar entre 2003 y 2006 correspondió a la tipología residencial “suntuosa”11. Esto significa que el espacio residencial proyectado para atender a los sectores de altos ingresos fue mayor que el solicitado para satisfacer a los estratos medios y medios-altos (las dos categorías subsiguientes promedian un 38%). Por su parte, la superficie residencial destinada a los sectores de ingresos medio-bajos, la “multivivienda sencilla”, explica un quinto de la superficie permisada en el mismo período. 10 Sobre esta clasificación véase el informe publicado por la Dirección General de Estadísticas y Censos del Gobierno de la Ciudad (DGEyC) en 2004. http://www.buenosaires.gov.ar/areas/hacienda/ sis_estadistico/nuevoinforme/Edificacion_2003.p df 11 Conocida en la jerga de los desarrolladores como “Torres Deluxe”, “Torres Premium” o “Torres country”. Vale destacar que las categorías de “multivivienda” autorizadas para construir no han tenido siempre las mismas relaciones de proporción. En efecto, la categoría “suntuosa” fue incrementando su participación desde la década pasada: entre 1991 y 2001 fue del 20%, mientras que en el en período de activación del desarrollo inmobiliario de la década actual alcanzó un 43% (FIG.4). Precisamente lo contrario de lo ocurrido con las “multiviviendas” de menor categoría que, en su conjunto, perdieron peso relativo en los últimos 15 años. Para ponerlo de nuevo en palabras, el espacio residencial que en proporción deja de autorizarse para sectores medios y medios-bajos pasó autorizarse para sectores de altos ingresos. Otro camino para dimensionar el interés reciente por la construcción de “multiviviendas suntuosas” es comparando la cantidad absoluta de la superficie permisada de esta tipología residencial para ambos períodos. De este modo, puede notarse que en los últimos años se autorizaron más m2 de vivienda de alta categoría que en los noventa. En suma, el mercado residencial se encuentra hoy en día más segmentado que antes. El interés por ampliar la superficie residencial de mayor categoría también se manifiesta en la distribución territorial de las autorizaciones para construir. Entre 2003 y 2005 solamente 5 barrios porteños concentraron el 52% del espacio residencial habilitado para edificar. Entre ellos, se destaca Palermo explicando casi un quinto de la superficie total permisada en ese período. El patrón territorial de este fenómeno es evidente. El eje norte, y en menor medida el eje oeste, son las áreas que el sector inmobiliario escogió para sus desarrollos inmobiliarios. Esto muestra una clara preferencia por construir en zonas de alta renta y bien conectadas. Las vías de circulación que vertebran el eje norte (avenidas Santa Fe/Cabildo y línea “D” del subte) y el 7 eje oeste (avenida Rivadavia y línea “A” del subte) son asimismo las que mayor cantidad de comercios y servicios concentran. En suma, la proximidad a las centralidades lineales más importantes, la conectividad y la composición socioeconómica de los barrios estarían orientando las preferencias localizacionales de los promotores inmobiliarios. Resulta interesante comparar el comportamiento territorial de la superficie permisada entre 2003 y 2005 y el precio del suelo que alcanzaron los barrios porteños en septiembre de 2006 (FIG 5 y 6). El ejercicio permite distinguir patrones similares de comportamiento, pues los ejes norte y oeste se destacan con los mayores valores en ambas variables de análisis. Sin embargo, el eje tradicional de alta renta continúa diferenciándose (con valores mayores a 1050 U$S el m2) del eje oeste y, por supuesto, del resto de la ciudad. Cabría pensar si además de la ubicación, el acceso preferencial y la composición socioeconómica (que coincide con la calidad de la infraestructura urbana), la histórica percepción colectiva del eje norte como “espacio de distinción” contribuye a consolidar este cluster de valorización del precio del suelo. Como contrapartida a esta dinámica, la zona sur viene siendo la menos requerida para construir y la que presenta los precios de suelo más bajos. En suma, la edificación de vivienda para ricos en unos pocos “enclaves urbanos” viene siendo el principal motor de la construcción. Es oportuno recordar aquí que la rentabilidad que se espera por lo que se construye encima de un terreno, descontada la tasa de interés que prevalece en la economía en un momento dado, es el principal determinante del precio del suelo. Y en un contexto de escasez de suelo, como ocurre en los barrios porteños atractivos para construir, es esperable que el valor de los lotes ofrecidos en el mercado manifieste la intensión de los propietarios por captar (o anticipar) la mayor parte de dinero que los desarrolladores estarían dispuestos a ofrecer dado el retorno monetario que esperan de sus proyectos inmobiliarios. Estamos aquí ante un argumento válido para considerar que el precio de los productos inmobiliarios (en nuestro caso de “multiviviendas suntuosas”) tiene una influencia importante en la determinación del precio de los lotes12. En este sentido, podría alegarse que los elevados precios del suelo se explican, en parte, por los elevados precios de los inmuebles, y no a la inversa como lo sostienen algunos analistas (Smolka, 1981). Sin embargo, al aumentar el precio del suelo también se restringen las posibilidades de expandir el espacio residencial para la población de medianos y bajos ingresos. EXPANSIÓN DE LA OFERTA RESIDENCIAL, RESTRICCIÓN DEL ACCESO A LA VIVIENDA En los apartados anteriores comprobamos que el mercado inmobiliario decidió ampliar la oferta residencial para las personas de mayores ingresos en los barrios porteños tradicionalmente exclusivos (¿hoy más excluyentes?). De acuerdo con esta tendencia, es razonable esperar que las unidades de vivienda ya construidas (y aún por construir) se ofrezcan en el mercado a un precio elevado. Esta inquietud nos llevó a realizar una doble comparación de precios para un mismo tipo de 12 Deberíamos agregar que el precio de los terrenos no solo es determinado por el precio de los inmuebles, sino por las condiciones de producción del espacio construido (principalmente por las condiciones que fija la normativa urbana y la calidad del equipamiento, los servicios y la infraestructura pública). 8 vivienda13: por barrio y en lapsos de tiempo diferentes. Los barrios se seleccionaron previendo cubrir la diversidad socioeconómica existente en la ciudad. Los momentos elegidos fueron finales de 2001 y mediados de 2006. Nótese que para el año de base el peso aún no se había devaluado, es decir, la población aún percibía sus ingresos en pesos/dólares. A pesar de ello, la vivienda había alcanzado para julio de 2006 (exceptuando unos pocos barrios) un precio en dólares mayor al que presentaba en 2001. Lo paradójico aquí es que el precio de la vivienda aumentó a pesar de que el ingreso medio constante en dólares haya disminuido casi tres veces en ese período de tiempo. Para tener una idea de la restricción de compra de vivienda calculamos la cantidad de salarios medio que eran necesarios en diciembre de 2001 y julio de 2006 para comprar un departamento de características similares en diferentes barrios. Luego dividimos este indicador por doce para estimar la cantidad de años/salarios-medio (ASM) requeridos para el mismo fin. Por último, estimamos la diferencia de ASM para comprar este tipo de vivienda en ambos años. Empecemos por Nueva Pompeya. En este barrio de asiento tradicional de familias de ingresos bajos y mediosbajos los departamentos todavía no habían sobrepasado el precio que tenían en diciembre de 2001. Sin embargo, dada la depreciación de la moneda local, en 2006 se necesitaban aquí 4 ASM más que a finales de 2001 para comprar una unidad similar (FIG.7). Puede notarse que esta brecha se agranda al aumentar la condición socioeconómica de los barrios. Es decir, la variación absoluta de ASM necesarios para comprar un departamento entre 2001 y 2006 es más significativa en los barrios (o departamentos) más caros 13 Para estandarizar la unidad de comparación elegimos departamentos nuevos de 3 ambientes con un promedio de 60 m2. puesto que la valorización inmobiliaria fue en ellos mayor. El caso extremo es Palermo; allí no solo se registraron las mayores apreciaciones de los departamentos, también lo ha hecho el precio del suelo en simultáneo a la expansión de la superficie residencial de alta categoría. Inferimos, por lo tanto, que con un atraso salarial en dólares tan significativo, los promotores inmobiliarios orientaron sus desarrollos hacia los sectores de de ingresos altos, es decir, hacia los estratos sociales que no dependen del ingreso mensual para comprar vivienda. Se trata de una estrategia predecible en un contexto donde el crédito hipotecario es insuficiente para asistir a la demanda de vivienda que no posee ahorro y depende de las remuneraciones al trabajo para acceder a su compra. Además de reducirse el poder de compra de los sectores medios y bajos, la contracción del salario con respecto al valor de los inmuebles y la insuficiencia de crédito hipotecario estarían expandiendo la demanda de alquiler de vivienda para estos estratos poblacionales. El crecimiento de la demanda de alquileres parece no ser correspondido con un aumento similar de las unidades habitacionales para este fin. Se estaría generando así una situación de escasez relativa de viviendas para alquilar y, por lo tanto, un aumento del precio de estos bienes. Este círculo perverso estaría presionando a los sectores medios y bajos a destinar una mayor parte de sus ingresos al consumo habitacional. ¿Por qué aumenta entonces el precio de los inmuebles en un contexto donde el poder real de compra de estos bienes disminuye casi un tercio? Bajo las condiciones de restricción presupuestaria y de acceso al crédito hipotecario, ¿quiénes compraron (o comprarían) viviendas? Para atender estos interrogantes vale recordar que la demanda de bienes inmobiliarios no solo depende del nivel de los salarios y de la oferta crediticia, sino también de 9 la distribución del ingreso14. Existe un segmento de la población cuyo poder de compra de bienes que cotizan en dólares no disminuyó. Este sector fue el que el que concretó casi la totalidad de las transacciones inmobiliarias de los últimos años pagando al contado15. La liquidez para adquirir estos bienes inmuebles provino de diversas fuentes, tales como los recursos financieros repatriados, el ahorro “acorralado” en los bancos que fue liberado16, el capital que no había quedado en el “corralito” ni había sido enviado al exterior17 y el excedente de ganancia de los sectores productivos favorecidos por el contexto económico nacional e internacional actual. Esta masa de capital proveniente del ahorro y de las actividades productivas más dinámicas se utilizó para financiar proyectos inmobiliarios y también para comprar vivienda como reserva de valor frente a un sistema bancario que, por la crisis reciente y las históricas, alcanzó su máximo descrédito. Si agregamos a esta coyuntura la participación creciente de oferentes y consumidores inmobiliarios extranjeros, tenemos un marco propicio para reflexionar sobre el financiamiento del desarrollo y la compra de lo que algunos no dudaron en llamar “boom inmobiliario”: la expansión de la “multivivienda suntuosa” en unos pocos enclaves de la ciudad. EN SUMA… 14 Otros factores explicativos de la demanda final de inmuebles son el crecimiento demográfico y de la cantidad de hogares. 15 Entre 2003 y 2006, el 96% de las operaciones se realizaron por fuera del sistema crediticio. 16 El corralito se extinguió exactamente el 21 de agosto de 2005, cuando venció la última reprogramación. Existe un grupo de ahorristas que “ganaron” con el corralito. Son aquellos que en abril de 2003 adhirieron al llamado Canje 3 y aceptaron los Boden 2013 como parte de pago. 17 Recordemos que en 2001 se extrajeron de los plazos fijos de los bancos 29.000 millones de pesos/dólares mientras que “solo” salieron del país 16.000 millones de pesos/dólares en el mismo año. En el transcurso de este trabajo comprobamos que el precio del suelo de la Ciudad de Buenos Aires tuvo un fuerte aumento luego de la crisis de 2001/02. Vinculamos este proceso de valorización con la dinámica propia de la economía del país, pero también con un singular comportamiento del mercado inmobiliario. La respuesta del sector inmobiliario luego de la crisis de 2001/02 fue contundente; tal es así que en 2006 se autorizó la mayor cantidad de superficie para construir de los últimos 27 años. El uso residencial protagonizó este “boom” de la construcción. Pero a pesar de la expansión de la oferta residencial empeoraron las condiciones de acceso a la vivienda. Ello se explica por la devaluación del peso, pero también por el notable aumento del precio de los bienes inmuebles en un contexto de ausencia de crédito hipotecario. Esta coyuntura perjudica a la población que depende de las remuneraciones al trabajo para acceder a la vivienda. La restricción del poder de compra de vivienda para estas familias motivó a los emprendedores inmobiliarios a volcarse hacia la población con mayor poder adquisitivo. Esto se manifiesta a partir del doble sentido de la concentración del mercado inmobiliario: el territorial y el de categoría de vivienda. La demanda de terrenos para construir edificios suntuosos ha reforzado el alza del precio del suelo en ubicaciones estratégicas. La escasez de lotes en estos “enclaves urbanos” y la renta potencial esperada por los proyectos inmobiliarios son los componentes principales de dicha valorización. Bibliografía citada BASUALDO, Eduardo (2006) Estudios de historia económica argentina. Desde mediados del siglo XX a la actualidad., FLACSO-Siglo XXI, Buenos Aires. 10 BLEICHMAR, Silvia (2002) Dolor País, Libros del Zorzal, Buenos Aires. JARAMILLO, Samuel (2003) “Los fundamentos económicos de la `participación en plusvalías´”. Texto preparado para el CIDE, Universidad de los Andes y el Lincoln Institute of Land Policy, 2003 MORALES, Carlos. (2005) “Algunas peculiaridades del mercado de suelo urbano”. Texto preparado para el Curso a Distancia de Mercados de Suelo en Ciudades Latinoamericanas, marzo de 2005. SZAJNBERG, Daniela y Christian CORDARA (2005) “La transformación de Palermo Nuevo, Pacífico y el eje de Juan B. Justo – Int. Bullrich. Desarrollo inmobiliario selectivo en la ciudad de Buenos Aires” en, Revista Virtual Café de las Ciudades, Año 4, Nro. 35 Septiembre 2005. SABATINI, Francisco (2000) “Reforma de los mercados de suelo en Santiago, Chile: efectos sobre los precios de la tierra y la segregación residencial”, en: Revista EURE, Vol. 26, nº 77, Santiago de Chile, mayo de 2000. SMOLKA, Martim (1981) “Precio de la tierra y valorización inmobiliaria urbana: esbozo para una conceptualización del problema” en, Revista Interamericana de planificación. Vol. XV, Nro. 60, diciembre de 1981. TRIVELLI, Pablo (2006) “Sobre el debate acerca de la política urbana, la política de suelo y la formación de los precios de la tierra urbana en el Gran Santiago, antecedentes teóricos y empíricos”, Artículo elaborado para el Curso Fundamentos para el Análisis de los mercados de suelo en América Latina, Lincoln Institute of Land Policy, Santiago de Chile, noviembre de 2006. Fuentes documentales “Corralito de oro” Diario Página12, Suplemento Cash, 03/12/2006. http://www.pagina12.com.ar/diario/sup lementos/cash/17-2728-2006-1203.html Informes y boletines económicos del Centro de Estudios de Desarrollo Económico Metropolitano (CEDEM), varios números. www.cedem.gov.ar Informe de Edificación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires de la Dirección General de Estadística y Censos. Año 2003. http://www.buenosaires.gov.ar/areas/h acienda/sis_estadistico/nuevoinforme/E dificacion_2003.pdf KRAKOWIAK, Fernando “Yo compro, tu alquilas, ellos especulan”, Investigación exclusiva sobre el boom inmobiliario, Diario Página12, Suplemento Cash, 21/07/05. http://www.pagina12.com.ar/diario/sup lementos/cash/17-2020-2005-0821.html Publicaciones de la Dirección General de Sistemas de Información Geográfica (DGSIG), http://usig.buenosaires.gov.ar/publicaci ones.asp 11 FIG. 1 Precio del suelo (dólares y pesos) y del costo del dólar. CBA, 2001-06 $ m2 de suelo 3500 Valor dólar 4,5 4 3000 3,5 2500 3 2000 2,5 1500 2 1,5 1000 1 500 0,5 0 0 dic-01 jun-02 Precio suelo en dólares jun-03 jun-04 jun-05 Precio suelo en pesos s ep-06 Valor del dolar Fuente: Elaboración con datos del CEDEM, DGSIG y el Banco Central de la República Argentina. FIG. 2 Fuente: Reporte Inmobiliario FIG. 3 Los mayores cambios del precio del suelo, 12/01–06/02 y 06/02–09/06. Mayores depreciaciones del suelo 01-02 Mayores apreciaciones del suelo 02-06 1. San Nicolás -84,2 % 1. Palermo 714,3 % 2. Núñez -80,8 % 2. Retiro 655,7 % 3. Villa Ortúzar -76,4 % 3. San Nicolás 637,1 % 4. Palermo -76,3 % 4. Núñez 622,1 % 5. Flores -75,3 % 5. Recoleta 608,5 % 6. Recoleta -74,7 % 6. Floresta 587,5 % 7. Monte Castro - 74,3 % 7. Flores 513,1 % Promedio -63,4 % Promedio 378,5 % Fuente: Elaboración propia con datos del CEDEM y DGSyG. 12 FIG. 4 Superficie permisada (m2) de multivivienda por categoría. CBA, 1997-2005. Multiviviendas Año Part Conforta Part Part Suntuo Part. Sencilla Lujosa (%) ble (%) (%) sa (%) 2002 53.460 33 69.283 42 13.952 8 27.716 17 2003 188.436 18 434.847 43 73.209 7 324.369 32 2004 187.488 18 372.602 35 101.918 10 405.434 38 2005 317.889 19 361.261 22 142.418 8 854.217 51 2006 535.830 21 570.642 23 283.024 11 1.140.151 45 Tot 91-01 2.957.191 28 3.634.717 34 2.035.662 19 2.106.048 20 Tot 03-06 1.229.643 20 1.739.352 28 600.569 10 2.724.171 43 Fuente: Elaboración propia con datos de la DGSyG. FIG. 5 Superficie residencial autorizada (m2) por barrio. CBA, 2003 a 2005 Fuente: Elaboración propia con datos de la DGSIG FIG. 6 Distribución territorial del precio del suelo (U$S). CBA, septiembre de 2006 13 Fuente: Elaboración propia con datos de la DGSIG FIG. 7 Precio de departamentos nuevos de 60 m2 con 3 ambientes y años/salarios-medio (ASM) necesarios para su compra. Diciembre 2001 Julio 2006 Variación Barrios ASM dic01-jul06 $ Depto ASM* $ Depto ASM** Recoleta 84000 5,0 88260 16,3 11,2 Palermo 60000 3,6 82320 15,2 11,6 Caballito 54000 3,3 61080 11,3 8,0 Villa Urquiza 46800 2,8 61860 11,4 8,6 Villa Crespo 46800 2,8 57480 10,6 7,8 Flores 48000 2,9 52440 9,7 6,8 Floresta 42000 2,5 49020 9,0 6,5 La Boca 39000 2,3 39660 7,3 5,0 N. Pompeya 42000 2,5 36180 6,7 4,1 * El salario medio en diciembre de 2001 fue de $/U$S 1384. ** El salario medio en julio de 2006 fue de $1400 equivalente a U$S 452. Fuente: Elaborado con datos de Reporte inmobiliario en base a transacciones de diversas inmobiliarias. 14