Marco sociocultural y filosófico de Nietzsche (profes

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Marco sociocultural y filosófico de Nietzsche (profes.net)
Nietzsche (1844-1900) vive en el siglo de la revolución industrial, que significó
un cambio desde el sector agrícola al industrial, lo que produjo un aumento considerable
de trabajadores asalariados así como la acumulación de riqueza de una nueva clase
social, la burguesía. Como consecuencia de estos cambios aparecen los movimientos
obreros y se desarrolla el capitalismo liberal, que hizo crecer las aspiraciones y las
demandas políticas de la burguesía. Estas demandas fueron cristalizando a lo largo del
siglo en sistemas democráticos dotados de constituciones, en los que Nietzsche encontró
un síntoma de decadencia, puesto que la idea de igualdad que los sustentaba
“uniformaba” a los individuos e impedía la aparición de personalidades críticas,
artísticas y autónomas, más cercanas al ideal nietzscheano del superhombre.
Por otra parte, esta época es también la de la unificación alemana. La unificación
se realiza bajo la dirección de la Prusia de Bismark, y deja como resultado, tras el
crecimiento demográfico y el desarrollo industrial, una Alemania que se perfila como
primera potencia europea. Esta unificación respondía a los intereses nacionalistas que se
estaban extendiendo por toda Europa y que pedían la creación de estados nacionales.
Frente a ellos, Nietzsche prefirió la idea de superación del Estado, continuando la línea
de personajes como Napoleón y Goethe, que ya habían bosquejado una Europa unida.
Este movimiento político del nacionalismo estuvo muchas veces ligado a un
movimiento cultural, el Romanticismo, que influyó mucho a Nietzsche en su primera
época, y del que fue desvinculándose a lo largo de su vida. La figura romántica alemana
más destacada fue el músico R. Wagner, amigo de Nietzsche, con el que éste estuvo de
acuerdo en considerar el arte griego como arte verdadero, al cristianismo como culpable
de la hostilidad respecto a la vida, y a la música como impulsora del verdadero espíritu
artístico. Sin embargo, la relación de amistad que mantuvo Nietzsche con el músico
terminó con el estreno de la ópera Parsifal, en el recién abierto teatro de Bayreuth, en la
que Nietzsche encontró un cambio de orientación en la música de Wagner hacia
planteamientos ligados a la redención mediante la nueva ópera del pueblo alemán como
comunidad mística y racial, basada en elementos lingüísticos y en un Estado-pueblo.
A finales de siglo aparecieron también otras corrientes artísticas con intereses
muy distintos a los románticos. Entre ellas estarían la corriente realista y naturalista,
interesada por la vida cotidiana y la realidad social, que tuvo como representantes
destacados a Dickens en Inglaterra, a Sthendal y Flaubert en Francia y a Galdós en
España. Contra este movimiento reaccionarían, ya en el tránsito al siglo XX, otros
movimientos como el impresionismo, el expresionismo o el simbolismo, que se
inclinarían hacia la búsqueda de formas artísticas más libres.
En el plano filosófico, tras Kant surge el idealismo absoluto de Hegel, para el
que existe una única realidad regida por leyes del pensamiento, que se despliegan en la
historia hacia la emancipación y la libertad. Nietzsche se opuso a este planteamiento al
rechazar la idea de una realidad sujeta a leyes del pensamiento, idea que sí
compartieron, llevada a la acción social, Marx y Engels, cuya obra permaneció ajena a
la de Nietzsche, y que utilizaron los planteamientos hegelianos para potenciar la praxis
revolucionaria, considerando al proletariado como la clase destinada a regir la historia
mediante cambios en la estructura económica de la sociedad capitalista, que conducirían
a una sociedad comunista sin clases y sin propiedad privada.
Como el siglo XIX fue también un siglo de avance científico y desarrollo
técnico, hubo planteamientos que exaltaron el valor del progreso, tanto a nivel
filosófico, como a nivel biológico que consideraron los métodos científicos como los
únicos capaces de expresar correctamente la realidad (un claro ejemplo de esto fue el
positivismo de Comte). Frente a esta idea de progreso reaccionaron autores como Marx,
Freud y el propio Nietzsche, que criticaron la civilización occidental desde sus
cimientos, por “sospechar” que este progreso no era tal, sino un síntoma de decadencia a
causa de la imposición de la ideología y el sistema económico burgués, en el caso de
Marx; de la cultura represiva de nuestros instintos, en el caso de Freud; y de la filosofía
y la metafísica de valores decadentes y alejada de la vida, en el caso de Nietzsche.
Precisamente esta preocupación filosófica por la vida que profesó Nietzsche fue
compartida por otros autores que se pueden enmarcar dentro de la corriente de la
filosofía de la vida o vitalismo. Un autor vitalista con el que Nietzsche tuvo muchos
puntos de conexión fue A. Schopenhauer, que concibió el mundo como voluntad de
existir y como manifestación de un fondo irracional, al que sólo se podía acceder
mediante el arte, y no por el pensamiento teórico o representativo, que estaba dirigido
por los instintos y la voluntad. En esta misma línea de proponer otros tipos de
conocimiento de la vida, otro vitalista posterior a Nietzsche, Bergson, consideró la
intuición como única forma de acceso a la realidad, que consideraba un fluir constante.
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