FIEDRICH NIETZSCHE: LA CRÍTICA DE LOS VALORES ILUSTRADOS

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FIEDRICH NIETZSCHE: LA CRÍTICA DE LOS VALORES ILUSTRADOS
CONTEXTO FILOSÓFICO
La cosmovisión cientista de la realidad
La Ilustración lega al siglo XIX la exigencia del hombre de organizar toda la realidad con la guía
de su razón y autonomía. El instrumento es la ciencia física matemática, que se toma como modelo de
conocimiento universal y necesario. A imagen de su método se irán organizando las demás ciencias de la
naturaleza —en especial la biología— y más tarde los demás saberes relacionados con el hombre, la
sociedad y la historia.
Pero, tomar la ciencia física matemática como modelo conlleva la reducción de toda realidad,
incluida la humana, a hechos que constituyen el dato que debe ser objeto del conocimiento verdadero.
La visión científico positiva de la realidad se erige en la única cosmovisión acorde con el estadio de
civilización alcanzado por la humanidad (E. Comte). Solo la ciencia puede acometer legítimamente el
conocimiento de la naturaleza física y sus leyes, lo que ha de facilitar su dominio; igualmente, la
organización racional de la sociedad y de la convivencia política capaz de producir un progreso constante
de la humanidad, sólo se puede llevar a cabo desde el conocimiento científico de la sociedad y de la
historia.
La reacción contra el cientismo
El hecho cierto es que el siglo XIX está lleno de conflictos que no pudieron ser convenientemente
explicados ni encauzados desde estos presupuestos cientistas. No tardaron en producirse reacciones
contra los excesos positivistas que marcan los años de transición al siglo XX, época a la que pertenece
Nietzsche y su obra. Se rechaza la pretensión positivista de restringir la realidad a la racionalidad
científico-tecnológica. La oposición al positivismo científico y filosófico surge tanto en el campo de la
propia ciencia, donde comienza, como en el de la filosofía.
La ciencia se vuelve más modesta, deja de considerarse un saber absoluto, reconoce sus propios
límites y ya no se propone como único modelo de conocimiento. Son precisamente dos grandes físicos,
Ernesto Mach (+ 1916) y Enrique Hertz (+ 1894), quienes enuncian los dos principios fundamentales de
la nueva concepción crítica y antipositivista de la ciencia: 1) los conceptos científicos son signos, no
copias, de la realidad; 2) las leyes científicas son sólo instrumentos de previsión de los fenómenos. Hertz
afirma que "ignoramos y no tenemos medio alguno de comprobar si nuestras nociones de las cosas
coinciden con ellas".
La ciencia al incorporar la teoría de la relatividad de Albert Einstein abandona la concepción
mecanicista del mundo, admitiendo que las leyes físicas no son un conjunto de enunciados deterministas
sino probables, lo cual excluye la necesidad en el acontecer que describen.
En el campo de la biología, ciertas interpretaciones no mecanicistas de los fenómenos biológicos
(vitalismo de Driesch), proclaman la autonomía de los procesos vitales que son algo más que procesos
físicos y químicos, no reductibles por tanto a puros procesos mecánicos.
Historicismo y vitalismo
Desde la filosofía, la reacción al cientismo genera una enorme variedad de respuestas:
historicismo, vitalismo, fenomenología, existencialismo... En relación con el pensamiento de Nietzsche
interesa aclarar el sentido del ‘vitalismo’.
Bajo la denominación ‘vitalismo’ se reúne un conjunto de filósofos cuya reflexión gira en torno al
tema de la vida. Destacan, entre otros, Nietzsche, Dilthey, Ortega, y Gasset y Bergson. Dicha agrupación
no deja de ser ambigua. Pues, el término «vitalismo» hace referencia a dos conceptos distintos de vida:
vida en sentido biológico y vida en sentido biográfico, como existencia humana vivida, en relación
esencial con el concepto de vivencia.
Dilthey centró su reflexión en el sentido biográfico de la vida. Ortega y Gasset se ocupó de la
vida en ambos sentidos. En sus primeras obras, se ocupó más de la vida biológica, mientras que en su
producción posterior prestó una atención preferente a la vida humana, en un sentido muy próximo al de
Dilthey. En el caso de Nietzsche, el concepto de vida es biológico-cultural, y abarca, por tanto, ambas
dimensiones: el impulso y la vivencia. Bergson formula el concepto de vida como impulso vital universal
que se expande evolutiva y ascendentemente en lucha contra el peso retardatario de la materia.
En el caso del concepto de vida «biográfico», la conexión entre vitalismo e historicismo es
esencial. En efecto, la vida humana es, por naturaleza, temporal, y temporales son las realizaciones
humanas, individuales y colectivas. De ahí que la historicidad sea un rasgo esencial de las realizaciones_
culturales y estas, por tanto, no puedan ser comprendidas ni interpretadas adecuadamente no ser desde
la perspectiva histórica.
FRIEDRICH NIETZSCHE (1844/1900)
Biografía
Nace en Rócken, cerca de Leipzig (Prusia). Su formación, de carácter humanista, se desarrolla en
una de las más famosas escuelas, la de Pforta, en Turingia, al tiempo que se aficiona a la música. A
temprana edad comienzan sus enfermedades, fuertes dolores de cabeza, que marcarán en buena parte
su vida. En 1864 inicia estudios de filología clásica en Bonn y, al año siguiente, los continúa en Leipzig,
donde descubre la filosofía de Schopenhauer.
En 1869 recibe el nombramiento de catedrático extraordinario de filología clásica en Basilea
(Suiza), aunque su verdadero interés se vuelve a la filosofía. Cultiva la amistad de Wagner, de espíritu
revolucionario aún y seguidor de Schopenhauer. En 1872 publica El nacimiento de la tragedia. En 1878
rompe su amistad con Wagner, y al año siguiente las enfermedades le obligan a abandonar su cátedra de
Basilea. Tiene 35 años y comienza una vida errante, viajando siempre especialmente hacia el
Mediterráneo y los Alpes suizos, atormentado por dolores de cabeza, de ojos y vómitos.
En 1881, en la Alta Engadina (Suiza) recibe la inspiración del "eterno retorno", la idea central de
‘Así habló Zaratustra’. En 1882 conoce a Lou Andreas-Salomé, que rechazará su petición de matrimonio,
pero que le inspirará un nuevo deseo de vivir. En 1889, estando en una plaza de Turín, sufre un colapso
y tiene que ser internado en una clínica psiquiátrica. A partir de entonces, perdida definitivamente la
razón, queda al cuidado de su madre y de su hermana y finalmente muere en 1900. Su obra va
apareciendo entre 1901 y 1913 en su primera edición, con numerosos papeles alterados por su hermana.
A partir de 1954 K. Schlechta inicia la revisión crítica de las obras de Nietzsche.
Evolución de su obra
Suelen distinguirse cuatro períodos en la obra de Nietzsche, cada uno de los cuales se denomina
según los cuatro momentos del día:
1- Filosofía de la noche o período romántico. Coincide con su estancia en Basilea y manifiesta una
inspiración que se alimenta de la filosofía presocrática, de Schopenhauer y de la música de Wagner.
Nietzsche considera el arte como el medio para penetrar en la realidad, poniéndonos en contacto
con el fondo nocturno -emocional, pasional- de la existencia. El artista es el símbolo de la
actitud auténtica ante la vida. La obra fundamental es ‘El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la
música’ (1871)
2- Filosofía de la mañana o período ilustrado. Rompe aparentemente con el período anterior y toma
como modelo a Voltaire y los ilustrados franceses; adopta una postura "científica" para condenar la
metafísica (sobre todo la platónica), la religión y el arte. En las obras fundamentales de este período
– ‘Humano, demasiado humano'; 'Aurora'; ‘La gaya ciencia’- apuesta por la crítica psicológica como
procedimiento.
3- Filosofía del mediodía: el mensaje de Zaratustra. Su pensamiento alcanza la máxima altura o
"mediodía". Escribe su obra fundamental: Así habló Zaratustra. Un libro para todos y para nadie, en la
que Zaratustra es la figura que simboliza la actitud intelectual auténticamente nietzscheana y
reúne en sí las ideas clave de su filosofía. Es el aspecto constructivo de la tarea filosófica de
Nietzsche, donde, en el contexto de una original concepción de la vida como realidad
fundamental, van apareciendo ideas como "voluntad de poder", "eterno retorno",
"transvaloración", "superhombre", etc.
4- Filosofía del atardecer o período crítico. El propio Nietzsche reconoce el cambio de orientación de
su obra tras el "Zaratustra", comenzando una crítica violenta y apasionada de los elementos clave
de la cultura occidental: religión, filosofía y moral tradicionales. La figura es ahora ‘El filósofo a
martillazos’ que maldice al "último ser humano", tipo humano que precede al "superhombre":
es la crítica de toda una civilización que está en su ocaso, minada por el nihilismo.
El proyecto filosófico de Nietzsche
Nietzsche vive su filosofía como una "tarea" y como un "mensaje" personal. En su obra Ecce
Homo manifiesta que su tarea es «derribar ídolos (ideales)», pero una buena parte del sentido de su
tarea se hace comprensible cuando descubrimos, gracias a sus propias palabras, que Nietzsche es un
hombre enfermo que quiere devolverse a sí mismo la salud y en ello ve el símbolo de su propia misión:
«me puse a mí mismo en mis manos, me sané yo a mí mismo. Descubrí de nuevo la vida, y a mí mismo
incluido. Convertí mi voluntad de salud, de vida, en mi filosofía»1. Animado por esta actitud, convierte su
1
1 Ecce Homo. P. 24 Alianza.
filosofía en la más terrible y apasionada crítica a la civilización occidental, decadente y enferma de
hostilidad hacia la vida y sus valores.
Crítica a la civilización occidental
Es la parte de la filosofía que dice "no" y constituye el tema central de las obras de los períodos
segundo y cuarto. Esta crítica muestra siempre las mismas constantes:
- Un mismo método: El análisis psicológico, que trata de poner de manifiesto el trasfondo que anima
las diversas manifestaciones culturales para quitar la máscara a todo lo decadente, haciendo una
«genealogía de los valores».
- Un mismo diagnóstico: Todo procede de un instinto único, la voluntad de la nada, el odio a la vida.
En consecuencia, la cultura occidental está sumida en el nihilismo, en su propia autodestrucción.
- Un mismo enemigo: La crítica de Nietzsche se dirige a todos los aspectos de la cultura occidental: la
ciencia, el arte, la religión, la filosofía, la moral, lo alemán, el socialismo, etc. Pero todo ello se resume
en una palabra: «cristianismo».
La civilización occidental está abocada al nihilismo
Nietzsche afirma que la civilización occidental se funda en falsos valores que son la negación
misma de la vida y proceden en el fondo de la voluntad de la nada. Cuando esos valores se derrumben, y
se derrumbarán porque son ilusorios, llegará el nihilismo - actitud pasiva ante la vida, incapaz de
impulsar al hombre occidental en pos de nuevos valores que traigan una nueva vida más plena: del
«Dios es la verdad» se pasará a decir que «todo es falso»; se perderá «el sentido de la existencia», toda
meta, todo «para qué». Nietzsche entendía que ese momento aún no había llegado, pero lo haría
inevitablemente, y reacciona decididamente, proponiendo un nihilismo activo que por un lado es potencia
destructiva de los viejos valores, que nace de la "voluntad de poder", y, por otro, voluntad de crear
nuevos valores, expresión del sí a la vida que dará el hombre nuevo, el superhombre.
Expresión de esta voluntad destructiva de los viejos valores es sus CRÍTICAS a:
a) La filosofía.
La filosofía occidental quedó corrompida desde Sócrates y Platón. Aquél hizo triunfar la razón
contra la vida y éste creó otro mundo, desvalorizando éste, al tiempo que inventó el espíritu puro y el
bien en sí. Desde ambos autores toda la metafísica occidental muestra odio a la vida y al mundo, temor
a los instintos, que denotan un espíritu de decadencia.
Todos los principales conceptos metafísicos no son otra cosa que engaños gramaticales o del
lenguaje. El peor de todos ellos es el concepto de "ser". Como Heráclito, piensa que el ser es una ficción
vacía. También rechaza los conceptos de Yo (Descartes), "cosa en sí" (Kant), substancia, causa (no hay
causas ni efectos, sólo sucesos), finalidad (la necesidad ciega y el azar gobiernan el mundo). Todos estos
conceptos, afirma, proceden de una desestimación del valor de los sentidos y una sobreestimación de la
razón. Frente a esto Nietzsche defiende el testimonio de los sentidos como lo real, lo verdadero: lo real
es el devenir, el fenómeno, la apariencia; detrás de ellos no hay nada. El supremo error de la metafísica
es haber admitido un mundo verdadero frente a un mundo aparente, cuando sólo este último es el real.
En consonancia con ésta crítica, Nietzsche modifica el concepto de verdad. Si no hay "cosas en
sí", no hay "verdades en sí", sólo, "perspectivas". O dicho de otro modo, no hay hechos, sino
interpretaciones de los hechos; conocer no es sino interpretar los hechos, pero éstos son susceptibles de
múltiples interpretaciones. La pregunta: ¿qué es esto?, no es sino la pregunta: ¿qué es esto para mí? Es
decir, todo sujeto adopta un "punto de vista", una "perspectiva" que entraña una valoración.
b) La religión y la ciencia.
Las críticas a la religión (cristianismo) y a la ciencia no añaden nada nuevo a esta crítica a la
filosofía. El cristianismo, dice Nietzsche, no es sino «platonismo para el pueblo», y adolece, por tanto, de
sus mismos defectos. Por otro lado, Nietzsche ataca a la ciencia mecanicista y positivista: no todo es
materia y movimiento mecánico; hay sobre todo "fuerzas" (vitalismo dionisíaco) y el universo no está
sometido a leyes deterministas, es un caos de fuerzas.
c) La moral.
La crítica a la moral tiene su principal exponente en La genealogía de la moral. Utiliza como
método la investigación etimológica e histórica de la evolución de los conceptos morales, cuyos
resultados son los siguientes: en todas las lenguas "bueno" (en alemán gut) significó primitivamente "lo
noble y aristocrático", "lo anímicamente elevado", y se contraponía a "malo" (en alemán Schlecht), en el
sentido (no moral) de "simple, vulgar, plebeyo". Estas dos denominaciones "bueno-malo" fueron
creadas, pues, por los nobles y poderosos, en la medida en que eran ellos los que tenían el poder de
darse y dar nombres. Sin embargo, más tarde, los términos "bueno" (gut) y "malvado" (bóse) adquieren
un sentido moral, desplazando a los anteriores. Esta nueva contraposición, afirma Nietzsche, es creada
históricamente por los plebeyos, que se revelan contra los señores y por resentimiento invierten la
valoración, llamándose a sí mismos buenos y a los señores malvados.
Esta transmutación fue realizada por los judíos y continuada por los cristianos y es el resultado
de la «rebelión de los esclavos». El resentimiento creó los valores morales de occidente y es el
responsable de la aparición de una civilización enemiga de la vida y de «un ser humano incurablemente
mediocre». Es el causante del nihilismo que amenaza a occidente, aunque Nietzsche se atreve a esperar
que llegará el día en que se pueda vivir «más allá del bien y del mal», se recobre la primitiva inocencia y
aparezca el superhombre anunciado por Zaratustra.
La filosofía de Nietzsche que dice sí
La filosofía de Nietzsche es una exaltación de la vida como suprema realidad. Desde su primera
obra, El nacimiento de la tragedia, pone Nietzsche de manifiesto la originalidad de su pensamiento y la
contraposición con la filosofía tradicional. La tragedia griega es esencialmente coro. En el coro trágico ve
encamada la capacidad del hombre griego para conectar y fundirse en la suprema unidad de todas las
cosas y ver en el cambio aparente de las mismas que la vida es indestructiblemente poderosa y
placentera. El coro representa el espíritu dionisíaco (Dionisos es el dios griego de las pasiones, la
embriaguez, la vegetación) y es la exaltación de los sentimientos como medio para penetrar en el fondo
oscuro de la realidad. Frente a ello, Sócrates, el gran corruptor, crea al individuo teórico, para el que el
saber se convierte en «medicina universal» y el error es el supremo mal. Nietzsche afirma que existe una
«lucha eterna entre la consideración teórica y la consideración trágica del mundo» y que, en el contexto
de la civilización occidental, sólo gracias a la filosofía (Schopenhauer) y la música (Wagner) alemanas
vuelve a triunfar lo dionisíaco.
En la filosofía del tercer período Nietzsche abandona su interés por la metafísica y se interesa
únicamente por los valores morales. Por eso elige la figura de Zaratustra como símbolo de actitud vital
fundamental. Zaratustra (s. VII a. C.), reformador de la religión iraní, insistió más que nadie en la
contraposición bien-mal, pero para Nietzsche representa la superación de esta oposición y la posibilidad
de ir más allá, superando la moral.
Zaratustra viene a decirnos que la vida, el ser humano, son "voluntad de poder", que debe ser
entendida como voluntad de ser más, de superarse, lo que en el plano de la moral debe entenderse
como voluntad de crear valores nuevos y de aniquilar los anteriores valores. En los fragmentos póstumos
la voluntad de poder adquiere una dimensión cósmica: «el mundo es un mar de fuerzas tempestuosas
que se agitan y transforman desde toda la eternidad y vuelven eternamente sobre sí mismas en un
enorme retorno de los años2».
Es esta una visión del cosmos vitalista, opuesta a la cosmología mecanicista, que le aporta otra
de las ideas clave en su filosofía, el eterno retorno, y que le sirve para afirmar que no hay más mundo
que éste, negando así el "trasmundo" platónico y el "otro mundo cristiano". Toda huida a otro mundo es
una pérdida de la realidad, hay que permanecer fieles a la tierra. El eterno retorno toma así un sentido
axiológico (valorativo) y se convierte en la fórmula de la fidelidad a la tierra, del sí a la vida y al mundo
que pronuncia la voluntad de poder.
El eterno girar simboliza que este mundo es el único mundo (un tiempo lineal conduce a "otro"
mundo) y expresa que todo es bueno y justificable (puesto que todo debe repetirse). Un mundo que da
vueltas sobre sí mismo y no avanza - como una peonza - es la imagen de un alegre juego cósmico, de
una canción de aceptación de sí mismo, de bendición de la existencia y del deseo de que todo sea
eterno: «el amor fati (amor al destino); el no querer que nada sea distinto, ni en el pasado, ni en el
futuro, ni por toda eternidad»3.
El sí a la vida exige una transvaloración de los valores, que termine con la moral vigente, fruto
de un espíritu enfermo y decadente. Hay que recuperar la inocencia primitiva y estar más allá del bien y
del mal. Esta es la tarea reservada al superhombre (significa un nuevo ser humano, pero no en el
sentido biológico, racial, sino un tipo moral). La forma en que aparecerá el superhombre no es algo que
explique; hay que entender que lo traerá el eterno retorno, como el inocente ser humano primitivo que,
con la inocencia de un niño, está más allá del bien y del mal, posee el poder de crear valores, de vivir fiel
a la tierra. La condición de la aparición del superhombre es la muerte de Dios. Para Nietzsche, el
concepto "Dios" representa la antítesis de la vida y la negación de la inocencia del ser humano. Por ello
la muerte de Dios y la destrucción del cristianismo, como expresión de toda la cultura decadente, son la
condición negativa de la aparición del superhombre.
2
3
La voluntad de poder, # 1067
Ibid., p.54
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