LOS RETABLOS DE LA NUEVA GRANADA Rodolfo Vallín Por todos es sabido que la palabra retablo significa detrás de la mesa, mesa de altar y en la edad media se colocaban tablas con reliquias de santos que se fueron convirtiendo en iconos, estos a su vez se volvieron dípticos, trípticos, hasta los políticos y así fueron avanzando en su desarrollo empleando variedad de materiales, como mármoles, esmaltes, marfiles etc. hasta llegar a los de madera, dorados y con pinturas, en Europa los mas famosos artistas nos dejaron un valioso legado. Con la presencia de España en el nuevo mundo esas influencias llegan y las nuevas edificaciones conventuales de La Nueva España y el Perú nos muestran ejemplos de retablos que comienzan no-solo cubriendo el presbiterio si no que con los años avanzan tapizando la casi totalidad de los muros. Transformando los paramentos en una nueva piel de madera tallada, dorada y con inclusión de escultura y pintura. O realizando miniaturas de ellos que tiene una función de marco, como es el caso de un retablillo que se encuentra en la iglesia de Santo Domingo de Tunja, que sirve para resaltar la imagen de un pequeño niño de la espina. En los territorios anteriores, se conocen algunos nombres de los artistas que allí los realizaban, el trabajo de los retablos implicaban la participación de un grupo de artistas, desde el arquitecto o maestro retablista que lo diseñaba, los talladores ensambladores, escultores y maestros doradores incluyendo los que policromaban estofaban y esgrafiaban. Gran cantidad de esas obras eran dirigidas por maestros venidos de España que traían todos los conocimientos y modas que imperaban en el siglo XVI los grandes retablos renacentistas hicieron presencia. Pero que pasaba en los territorios y centros urbanos más pequeños y con menos poder económico como es el caso de la Nueva Granada, Enrique Marco Dorta nos cuenta que los talleres sevillanos tuvieron una buena clientela en el Nuevo Reino de Granada, existen testimonios notariales donde se manifiestan sus envíos y algunos obras aun se conservan como las que se encuentran en la capilla de los Mancipe en la Catedral Tunja que hizo Bautista Vázquez y un pequeño retablo en la iglesia de Santo Domingo firmado por Francisco de Ocampo escultor y Blas Martín Silvestre pintor fechado en 160..., el mismo autor nos dice que indudablemente estos y otros ejemplos deben de haber influido en los maestros locales y agrega que artistas llegados de España contribuyeron a crear las escuelas regionales. De todas formas debemos recordar que los más importantes artistas que llegaron casi nunca se quedaron en estos territorios él mas claro ejemplo es el de Angelino Medoro, que vivió algunos años en Tunja pasando finalmente al Perú. Ignacio García de Ascucha es el más importante maestro retablista que llegó a estas tierras y del que se tiene documentación, este maestro asturiano es el más importante artista que desarrollo su trabajo en la Nueva Granada en el siglo XVII, se había formado en Andalucía. Tras un pasado azaroso arribo a la capital del Nuevo Reino y en 1623 firma un contrato para realizar el retablo mayor de la nueva Iglesia de San 641 Francisco, especificando en él las ordenes de arquitectura que deben llevar como el sobre cuerpo y el uso de columnas amelcochadas, actualmente se conservan los colaterales ya que el retablo principal se cambio en el posterior siglo, Ascucha murió sin verlo terminado, este es quizá el único retablo trabajado por un grupo de artistas ya que tan solo en los relieves escultóricos se nota la presencia de por lo menos tres artistas. Mientras esto sucedía en la capital del Nuevo Reino donde se edificaban los templos de las principales ordenes religiosas con los alarifes y artesanos importantes, en el resto del territorio había también una proliferación de construcciones religiosas, los llamados templos doctrineros, conocemos una gran cantidad de documentos de visitadores ordenando cambiar los templos de bahareque y techos pajizos y que se construyeran nuevas en materiales nobles, en esas doctrinas se imitaba lo que sucedía en los centros más importantes tenemos una serie de ejemplos de retablos renacentistas que copiaban los importados de España, eran simulados en pintura mural sobre los muros absidales siendo las más importantes muestras las que se conservan en los templos doctrineros de Oicatá, Turmequé, Sora, Sutatausa y muchos más cercanos a la ciudad de Tunja estas pinturas eran pagadas por los caciques locales que evidentemente querían reproducir lo que veían en los templos de la capital regional. Es en esos sitios donde podemos apreciar los retablos más antiguos de esta región, todos ellos estaban complementados con decoraciones murales en el resto de los paramentos. Casi todos estos retablos corresponden entre 16201650 posteriormente fueron borrados o cubiertos por retablos de madera tallada dorada y en algunas ocasiones policromados, en ellos se observa generalmente una talla más sencilla, los ordenes no se respetan y por casi cien años se mantiene los mismos estilos, sobre todo en las regiones alejadas de los grandes centros, a finales del siglo XVII y durante todo el XVIII el eje de influencias cambia y es Quito el que impone la moda exporta las obras o los maestros llegan a viajar dejando una clara influencia en los retablos de ciudades como Popayán y Buga. El soporte columnario como ya lo han mencionado muchos autores el que marca fundamentalmente los cambios donde se manifiesta esencialmente en los adornos olvidando a veces las proporciones, en nuestro caso, los cambios más notorios ya para esos cien años son las variaciones en las medidas de los tercios en las columnas, caso especial es retablo de la iglesia de San Ignacio en Bogotá realizado hacia el año de 1640 donde se conserva aún las decoraciones geométricas vislumbrando apenas un poco de barroquismo, a continuación viene la columna dominante del siglo XVIII, la columna salomónica que llego para quedarse y es desplazada solo en los últimos años del siglo XVIII, ejemplo de esto lo vemos en el retablo mayor de la iglesia de San Francisco en Bogotá donde se emplean columnas huecas a las que se le adosan tallas florales acompañadas por hojas en el primer tercio, el resto se acompaña de más talla, el retablo nos muestra una planta barroca de gran movimiento. Esos últimos cambios de moda se manifiestan en las iglesias de la capital del ahora virreinato de la Nueva Granada y escasamente en Tunja, siendo los más notables el de la iglesia del Topo con sus columnas antropomorfas desplazadas que algún autor a querido ver un antecedente de la columna estípite o el retablo de los pelícanos de la iglesia de San Francisco de Tunja en estilo rococó y emparentado con los retablos de la tercera Orden de Bogota, realizados por el retablista Pedro Caballero. 642 Las influencias más notables como hemos mencionado continua siendo Quito como centro de irradiación, es en estos, momentos que el empleo de telas pegadas a los muros imitando retablos, tiene una gran difusión tanto en las iglesias como por ejemplo San Francisco de Popayán o en las pequeñas capillas de las haciendas como son los casos de Calibio o Antón Moreno. Pocos son las menciones de los estudiosos del barroco, que han hecho mención sobre la presencia del soporte estípite en el sur del continente, en comparación con abundancia de estos en España y México, casi ausente en el Virreinato del Perú así como la llamada zona del Alto Perú, contadas son las muestras existentes. En la Nueva Granada, Enrique Marco Dorta para Cartagena nos menciona su existencia en las iglesias de Santa Clara (ahora ubicado en la iglesia de la Popa en esa misma ciudad) y el de Santa Teresa desaparecido, otro autor llama al estípite (soporte cartagenero) insinuándolos como un hecho aislado, sin embargo, podemos decir que especialmente en la zona de la costa del Caribe se encuentra la presencia del empleo del estípite como una manifestación del barroco, sin la conexión con las influencias que venían de Quito; la distancia y las dificultades de comunicación permitieron la presencia del estípite que debió de arribar por mar a Cartagena, de donde?, de México, o de España...., mucho era el comercio que se realizaba en toda la costa caribe, este nuevo estilo abarcó prontamente un gran territorio por el norte hasta la iglesia de San Francisco de la Montaña, en Panamá y hacia el sur al actual territorio de Venezuela, es en la iglesia de Santo Toribio de Cartagena donde hacía el año de 1730-1732 se levanta un gran retablo con estípites, de un solo cuerpo pero con gran dimensión las columnas, prontamente empiezan a aparecer en diferentas puntos de la geografía caribeña, los ya mencionados de Santa Teresa y Santa Clara. Hacia el norte tenemos en la iglesia de Mamatoco fechado en 1787 un retablo pequeño de un solo cuerpo y remate las calles flanqueadas por estípites, destacándose el pequeño sagrario con sus correspondientes columnas. Todavía más al norte del actual territorio colombiano y hacía el interior en la pequeña población de Tubará donde en el siglo XVI fue evangelizada por San Luis Beltrán (1562) y que actualmente, lo único que conserva de antiguo es un pequeño retablo con sus estípites (en restauración) de proporciones acordes con sus dimensiones. En los pueblos de Galapa y Soledad tenemos otros ejemplos notables donde el estípite es el que ordena y da prestancia a los retablos, los monumentos que los contienen son ahora modernas iglesias, la modernidad no ha dejado nada, tan solo como huella del pasado e importancia de la población se conserva el retablo. Se tienen referencias documentales que en la población de Sabanagrande en 1745 se estaba terminando de dorar el tabernáculo mayor de la ermita, en varias colecciones privadas de Cartagena existen columnas estípites compradas en diferentes pueblos de la región lo que nos permite pensar que existió una mayor presencia de este elemento. En el interior del país escasos son los ejemplos, algunos ya insinuados por Santiago Sebastián en la iglesia de Santo Domingo en Popayán y unas canéforas existentes en el Museo del Chico en Bogotá pero no son ejemplos muy dicientes, existe en la colección del Museo de Arte Colonial un pequeño altar que en su hornacina central esta enmarcada por columnas estípite que en este caso no dejan la menor duda del estilo se desconoce su procedencia, en la iglesia de San Agustín de Bogota tenemos otra muestra, el cancel de 643 madera tallada tiene pilastras estípites, lo mismo que un pequeño altar dedicado a Santa Rita. 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