Tríptico: El Jardín de las Delicias 1. Introducción: Cerrado Abierto El tríptico desarrolla la historia del mundo y la progresión del pecado. Comienza en las tablas exteriores con la Creación del Mundo y continúa en las interiores con el origen del pecado (Adán y Eva), en el panel izquierdo; su extensión por un mundo dominado por los placeres terrenales, en la tabla central; y termina en el panel derecho, con los tormentos del infierno. 2. El Autor: El Bosco (2 de octubre 1450–agosto 1516). Se llamaba Hieronymus Van Aken, apodado Bosch (por su pueblo Den Bosch o's-Hertogenbosch, cerca de Amberes, en Holanda); tuvo una vida acomodada, ya que se casó con una mujer adinerada (Aleyt van Mervende), lo que le permitió siempre trabajar a su aire, sin las exigencias de los encargos, actuando independientemente a las imposiciones de los estamentos civiles y religiosos. A pesar de vivir como un opulento burgués, estaba obsesionado con la religión, el pecado y el sexo. Se ha especulado mucho acerca de las ideas, que quizá, le sirvieron de inspiración: tal vez fuera un visionario, un hereje, un obseso sexual, o cofrade de alguna secta herética; aunque todo parece indicar que no fue nada de eso, sino simplemente un moralista culto y comprometido éticamente con una causa. Desde luego es uno de los pintores más fascinantes de la Historia del Arte por su imaginación, sus temas enigmáticos, sus escenas cautivadoras, sus colores y espacios y por lo sugerente de sus temas. 1 ¿Verdaderamente quien fue El Bosco?: Es decir: ¿fue un criptoadepto a corrientes heréticas?, ¿conoció la alquimia?, ¿fue cátaro?, ¿hay señales astrológicas en su pintura?, ¿acaso El Jardín de las Delicias es la imagen programática y optimista de la secta Los Hermanos y Hermanas del Libre Espíritu? (grupos heréticos que los situamos en los S. XIII y XIV principalmente, y se encuentran diseminados por varias partes de los Países Bajos. Siguiendo la bula de su condena podemos señalar los siguientes errores: 1) el hombre puede llegar a un estado de perfección en el que ya no puede pecar; 2) quien ha llegado a este estado no tiene la necesidad de ayunar ni de rezar y puede conceder a su cuerpo todo lo que le plazca; 3) no hay que estar sujeto a ninguna obediencia, ni eclesiástica ni civil; 4) el hombre puede alcanzar su dicha última en este mundo; 5) la sola luz intelectual basta para alcanzar el gozo de Dios; 6) el acto carnal no es pecado, si la naturaleza está inclinada a ello; 7) no debe hacerse reverencia al cuerpo de Cristo, ni pensar en la Pasión de Nuestro Señor). Además, en el 1500 abundaron los rumores apocalípticos, lo que incide para que El Bosco intente desde sus pinturas dar un mensaje moralista, si bien de un moralismo nada tranquilo sino satírico. El Bosco tiene mucho de medieval, pero por otra parte nos anticipa al humanismo de la Edad Moderna. Pocas personas conocen mejor las respuestas a estas preguntas que Joaquín Yarza, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Barcelona. Este medievalista las ha contestado en “El Jardín de las Delicias de El Bosco”, y las ha contestado negativamente. Ha estudiado la vida y obra de Jeroen van Aken, llamado Jheronimus Bosch, y ha constatado que otros biógrafos, estimulados por sus pinturas deslumbrantes y enigmáticas, han presentado muchos Boscos falsos, "atractivos pero inadmisibles como figuras históricas". Con estas palabras retrata Yarza a El Bosco: "No hay ningún argumento serio y riguroso para decir que fuera un hombre heterodoxo, extraño o esotérico. Hablamos de un pintor famoso, perfectamente identificado en una sociedad cristiana de la que es miembro apreciado y respetado". Y, sobre el contenido de su admirada y tan diversamente interpretada obra pictórica, concluye: "Es un moralista y, también, un prestidigitador al que le complace representar los vicios". Y los vicios humanos pocas veces se han representado tan bien como en El Jardín de las Delicias. El Bosco pintó este tríptico, según Yarza, a principios del siglo XVI. Pero no se tiene noticia de él hasta 1517, un año después de la muerte del artista, cuando el italiano Antonio de Beatis lo admira en casa del noble de Brabante, Enrique de Nassau. No existen testimonios de que se ausentara de su ciudad natal, como hicieron otros pintores holandeses. Por lo que se descarta la teoría de que estuvo trabajando en España. Desde el principio, se inclinó por seguir el oficio de pintor como la saga familiar: padre, abuelo- también muy conocido, Jan van Aeken-, tío y hermanos, y, posteriormente, su propio hijo. 2 Al ser pintor, según el sistema medieval formaba parte del respectivo gremio. Esto es importante para entender por qué se hizo conocido como “El Bosco” (en neerlandés: Den Bosch); a la muerte del padre, el hermano mayor fue el único con derecho para usar gremialmente el apellido van Aken. En 1480, cerca de 4.000 casas de la ciudad fueron destruidas por un incendio catastrófico, que El Bosco podría haber visto y reflejado, en varias de sus pinturas, entre ellas en el panel del Infierno. El 9 de agosto de 1516 se celebraron solemnes exequias por el pintor, en la capilla de la cofradía de Nuestra Señora de Bolduque en 1516: «Obitus fratrum Hieronimus Aquen alias Bosch, insignis pictor». Fue un devoto católico y miembro de la Hermandad de Nuestra Señora (que una vez al año se reunían a comer un cisne, pero muy probablemente la fiesta servía de excusa para comunicarse las experiencias más espirituales), y cuyos integrantes tenían una idea humanista del mundo. Esto y el clima pre-reformista de la época hacen que sus ideas con respecto a la Iglesia no sean siempre ortodoxas, y en ocasiones se muestre crítico con el poder y el clero. Los temas que trata están claramente influidos por sus creencias católicas: la inclinación del hombre hacia el pecado, en desafío a Dios; la condena eterna a las almas perdidas en el Infierno, etc. En su obra atacó a los vicios de la sociedad y la relajación de las órdenes monacales, describió las debilidades a que estaba expuesto el hombre, lo que ubica su obra, violenta y llena de elementos muy imaginativos, en un plano moral e intelectualmente superior. El origen de estas ideas esta en las torturas, como cumplimiento de sentencias, llevadas a cabo en las plazas públicas de Los Países Bajos, como también en los sermones del dominico Alain de la Roche, en los cuales describía animales horrendos como símbolos de los pecados. El Bosco dejaba al mundo una obra personal y diferente que, basada en la tradición iconográfica medieval, rompía por su originalidad con la pintura flamenca al tiempo que se alejaba de los cánones renacentistas. Su obra, por lo general de temática religiosa e iconografía demoníaca, se nutre de personajes fantásticos y paisajes oníricos que parecen anticipar en cinco siglos el movimiento surrealista. 3. Aspectos Técnicos de El Jardín de las Delicias: Es la obra cumbre del pintor holandés El Bosco. Se trata de un tríptico pintado al óleo de 2,20 x 3,89 m, compuesto por una tabla central y dos laterales (pintadas en sus dos lados) que se pueden cerrar. Tiene una estructura muy frecuente en pintura de altar, la del tríptico con 2 hojas laterales. La analogía de los lados hace aún más patente la anomalía del centro, que es lo menos adecuado que imaginarse pueda para un cuadro de altar. Se deduce que formaba parte de una colección de curiosidades ajena a la esfera religiosa. 3 Emplea la secuencia temporal en el tríptico. En la Biblia, en el Génesis se describe el Paraíso, pero en ninguna parte se detalla el Infierno. El aspecto secreto de la obra es que mientras en los cuadros de altar de la época el centro lo ocupa el Juicio Final, aquí está reemplazado por un mundo que no existió. El Jardín de las Delicias Pintor El Bosco Año creación Entre 1485-1515, dependiendo del especialista Estilo artístico Gótico Técnica pictórica Óleo sobre tabla Obra de gran simbolismo, que Museo del Prado, todavía no ha sido completamente Localización Madrid descifrada, el Jardín de las Delicias se sustrae a cualquier clasificación iconográfica tradicional. Se considera, no obstante, que la obra obedece a una intención moralizante que habría sido comprensible para la gente de la época; en este sentido, el propio rey Felipe II de España, alguien poco sospechoso de herejía, llegó a adquirir el tríptico como consecuencia de su interés por el mismo. Se cree que su finalidad era didáctico-moral, una critica a la debilidad del ser humano Considerada como una de las obras más fascinantes, misteriosas y atrayentes de la Historia del Arte, el cuadro forma parte de los fondos de exposición permanente del Museo del Prado de Madrid. 4. Historia del tríptico: El Bosco no fechó ninguno de sus cuadros y sólo firmó algunos. Por tanto, El Jardín de las Delicias como el resto de las obras de El Bosco, carece de datación unánime entre los especialistas, siendo una de aquellas en la que más enfrentadas están las posiciones, pues mientras unos la consideran juvenil, otros dicen que es obra de madurez. En el catálogo de la exposición sobre el artista, celebrada en Rótterdam, en el año 2001 se señala la fecha entre 1480 y 1490. El origen de este tríptico -la obra más afamada y singular de cuantas realizó El Bosco- se vincula definitivamente a la Casa de Nassau propietaria de un castillo en Breda, no lejos de Hertogenbosch-, si bien, por el momento, no se sabe si lo mandó hacer Engelberto II de Nassau, fallecido en 1504, o su sobrino y heredero Enrique III de Nassau, en cuyo castillo-palacio de Bruselas lo vio Antonio de Beatis en 1517, durante el viaje que hizo a los Países Bajos acompañando al cardenal Luís de Aragón. A la muerte de Enrique III de Nassau, pasó a manos de su hijo Enrique de Châlons y al fallecer éste en 1544, a las de su sobrino Guillermo de Orange, líder de la rebelión holandesa contra la corona de los Habsburgo. Fue confiscada esta obra por el Duque de Alba, incluyéndose en el inventario redactado con tal motivo el 20 de enero de 4 1568. El duque dejó los cuadros a Fernando de Toledo, su hijo natural y prior de la orden de San Juan, muerto en 1591. El poderoso rey católico Felipe II ansiaba coleccionar su obra, de ahí la magnífica colección de boscos que guarda el Prado. En contrapartida, la Reforma Protestante la consideró inmoral, y ordenó su quema: sólo se conservan unas 40 piezas del pintor. ¿Cómo fue posible que tuviera que escaparse la obra de la Reforma Protestante y no fuera perseguida por la Inquisión?. Fue comprada por Felipe II en la “subasta pública de lo confiscado al príncipe de Orange por el Duque de Alba, en 1568”, y el 8 de julio de 1593 lo destinó al Monasterio de El Escorial, registrándose en su libro de entregas como “una pintura de la variedad del Mundo, que llaman del Madroño” (El madroño es el único árbol que tiene flor y fruto al mismo tiempo, su flor tiene un aroma muy intenso, pero fugaz). Se colocó en el dormitorio del rey, donde estuvo hasta su muerte. Es la pintura más famosa de la colección de nueve boscos que Felipe II reunió en El Escorial. Es curioso que rechazara el trasfondo religioso de las pinturas de El Greco, después de pagarle muy bien, (parece que no se ajustaba a la Contrarreforma Católica) y se identificase con la religiosidad de El Bosco. Permaneció en El Escorial (ni siquiera la Inquisición se atrevió a censúrale) hasta la Guerra Civil y trasladada la pintura en 1936, al Museo del Prado, al inicio de la misma para protegerla. Desde 1939 permanece, por deseo expreso de Franco, en el Museo del Prado como depósito de Patrimonio Nacional. ¿Qué les pudo unir en las mentes del Duque de Alba, Felipe II y de Franco, para “proteger” el cuadro?, cuando eran personalidades sumamente conservadoras, y el estilo de la pintura pudiera ir en otra línea a su esquema de valores. Pese a que no está firmado ni documentado, nadie duda de que El Jardín de las Delicias sea un original de El Bosco, y se sitúa su realización entorno a 1503. No se puede descartar la posibilidad de que lo encargara su tío Engelberto II de Nassau, pues ambos eran amantes de la pintura y miembros de la cofradía de la Virgen de Hertogenbosch, a la que también pertenecía El Bosco desde 1486, por lo que debían conocer al pintor y su obra, pues en la catedral de San Juan -en la que tenía su capilla la cofradía- había entonces varias pinturas de El Bosco. Por lo que respecta a su cronología, aunque no hay elementos de juicio para establecer una evolución en las obras de El Bosco, todo apunta a que, a fines de la década de 1480, su estilo estaba ya perfectamente conformado, de modo que nada impide que El Bosco haya podido ejecutar El Jardín de las Delicias entorno a 1500, puesto que la dendrocronología de esta obra, confirma que el soporte de roble del Báltico en el que se hizo, estaba cortado y secado en 1458, si bien se almacenó y se utilizó bastantes años después, por lo excepcional de sus dimensiones. 5 Retratos de Enrique de Nassau y su esposa Mencía de Mendoza. 1531. Berlín, Staatliche Museen. Por tanto, los primeros poseedores de la obra fueron, pues, los miembros de la casa de Nassau, en cuyo palacio de Bruselas pudo ver el cuadro el primer biógrafo de El Bosco, Antonio de Beatis, personaje que viajaba en el séquito del cardenal de Aragón, en el año 1517. Su descripción no deja lugar a dudas de que se encuentra frente al famoso tríptico: «Después hay algunas tablas con diversas bizarrías, donde se imitan mares, cielos, bosques y campos y muchas otras cosas, unos que salen de una concha marina, otros que defecan grullas, hombres y mujeres, blancos y negros en actos y maneras diferentes, pájaros, animales de todas clases y realizados con mucho naturalismo, cosas tan placenteras y fantásticas que en modo alguno se podrían describir a aquellos que no las hayan visto». Descrito por primera vez por el padre Sigüenza, en 1605, como el “Cuadro de las Fresas" y designado en general por los viejos escritores españoles como "La Lujuria". En el catálogo de El Escorial de Poleró, en 1912, aparece el título "De los Deleites Terrenales". De ahí arranca su denominación actual de Jardín de las Delicias o De las Delicias Terrenales. 5. Análisis del Tríptico. 5. 1. Tríptico Cerrado: 6 El tríptico cerrado: La Creación del Mundo, óleo sobre tabla, 220 x 195 cm. El cuadro cerrado en su parte exterior alude al tercer día de la creación del mundo. Se representa un globo terráqueo, con la Tierra dentro de una esfera transparente, símbolo, de la fragilidad del universo. El mundo de El Bosco sigue las convenciones de la época: la tierra es plana, con agua alrededor y con abundante vegetación, rodeada de una esfera, con reflejos luminosos para dar la impresión de ser cristalina y traslúcida. Solo hay formas vegetales y minerales, no hay animales ni personas. Está pintado en tonos grises, blanco y negro, lo que se corresponde a un mundo sin el Sol ni la Luna aunque también es una forma de conseguir un dramático contraste con el colorido interior, entre un mundo antes del hombre y otro poblado por infinidad de seres. En la esquina superior izquierda, aparece una pequeña imagen de Dios Padre, que surge de un círculo de luz, con una tiara y la Biblia sobre las rodillas (como si creara el mundo ayudándose de la Biblia a manera de guión). En la parte superior se puede leer la frase, extraída del salmo 32,9 IPSE DIXIT ET FACTA S(U)NT / IPSE MAN(N)DAVIT ET CREATA S(U)NT, que significa «Él lo dijo, y todo fue hecho. Él lo mandó, y todo fue creado». Tradicionalmente, la imagen que muestra el tríptico cerrado se ha interpretado como el tercer día de la creación. Siguiendo a Pedro Lombardo, maestro del libro Sentencias: “El hombre fue colocado en un paraíso terrestre que comenzó a ser plantado cuando se retiraron las aguas, esto es el tercer día”. Además, el número tres era considerado un número completo, perfecto, ya que en sí mismo encierra el principio y el fin. Y aquí al cerrarse, se transforma, en el número uno, en el círculo: de nuevo nos permite vislumbrar la perfección absoluta y, quizá, a la trinidad divina. Un argumento en contra de esta teoría es el hecho de que dentro del disco que representa la Tierra se pueden observar 7 castillos y otros edificios, símbolo de la existencia de civilización. Las enseñanzas que nos quiere transmitir con su portada son: - Que Dios fue el creador del universo. Sólo a Dios debe temerse y no a las criaturas. Nada sucede en el mundo si Dios no lo permite, incluso lo que viene a continuación. Otra interpretación defiende que la imagen pudiera representar la Tierra tras el Diluvio Universal. Uno de los elementos que sostienen esta hipótesis es la presencia de un haz de rayos de luz a la izquierda de la esfera, que podrían ser el arco iris, que es la señal de la alianza que hizo Dios con Noé después del diluvio. Históricamente, la obra de El Bosco se sitúa entre el fin de la Edad Media y el inicio del Renacimiento. Esta época supone el final de un largo periodo de oscuridad intelectual. Durante el medioevo, Occidente vive bajo el dominio del cristianismo, que acaba con el espíritu precientífico de épocas anteriores. Las verdades están ya escritas en los libros sagrados, con lo cual toda búsqueda pierde sentido. Por otro lado, esta es una época brillante en el ámbito artístico, debido a la gran producción de representaciones religiosas. 5.2. Tríptico Abierto Visión Global: 8 Es un tríptico excepcional, prodigio de mitos y tradiciones mundanas e imaginativas, plagado de un clima de fantasía inagotable. Es una pintura que se lee, son situaciones sucesivas que implican la máxima atención del espectador en su contemplación. Las pequeñas figuras hormigueantes, es un recurso para luchar contra el “horror vacui”. Tradicionalmente se denominó "La Pintura del Madroño". El sobrenombre de "La Pintura del Madroño" es de origen español: tras la compra de Felipe II el cuadro es entregado al supervisor de El Escorial, el padre Sigüenza, quien dice textualmente al inscribirlo en los registros palaciegos: "la otra tabla, de la gloria vana y breve gusto de la fresa o madroño y su olorcillo que apenas se siente cuando ya es pasado, es la cosa más ingeniosa y de mayor artificio que se pueda imaginar", ya que efectivamente apreciamos la imagen de unas fresas o madroños en el primer término de la tabla central. Interpretación: El Bosco es uno de los pintores más misteriosos de toda la historia del arte y no es fácil interpretar sus obras. Podemos decir que la tabla izquierda significa la inocencia del hombre en el momento de la creación. La tabla central podríamos definirla como un sueño erótico desenfrenado ya que la lujuria era considerada en la época como el origen de todos los demás pecados. Esta entrega al erotismo la pagarán cara en la tabla de la derecha donde el infierno les espera. En esta pesadilla demonios y monstruos trabajan a destajo para infligir horrorosos tormentos a los condenados. Muchos animales tienen un significado oculto: el pájaro la libertad, el mono el placer sexual, el perro la fidelidad, etc. El objetivo parece ser el de moralizar, a base de ácidas críticas, que recuerdan a la tradición medieval que se servía de la deformación y la caricatura para revelar la malicia de sus personajes. Esta es la opinión tradicional, como considera su primer analista, el padre Sigüenza (1605). El tríptico de El Jardín de las Delicias es una obra de carácter moralizador -no exenta de pesimismo- en la que El Bosco insiste en lo efímero de los placeres pecaminosos representados en la tabla central. El pecado es el único punto de unión entre las tres tablas. Leído de principio al fin, narra la historia de la caída del género humano, sin posibilidad de redención, puesto que no existen las figuras divinas de Cristo o María, ni tampoco la elección de los benditos para vivir en la Gracia de Dios tras el Juicio Final. El mundo, los mundos que presenta el Bosco no tienen nada que ver con la realidad, ni con la comprensión humana. Es uno de los primeros genios de la historia del arte que introduce en sus imágenes el componente onírico que supera la realidad consciente. La fantasía, el humor, la crítica vitriólica saturan esta imagen cruda del ser humano, que se precipita en el infierno con cada uno de sus actos. El Bosco puebla sus paisajes con monstruos, plantas antropomorfas, objetos imposibles. A través de su trabajo pictórico El Bosco ofrece pruebas de su enorme curiosidad y de su rica capacidad imaginativa. Estuvo interesado por la alquimia, por la botánica y la zoología de otras zonas geográficas apenas conocidas para ese entonces. 9 Sus imágenes oníricas y fantásticas también influyeron al movimiento surrealista. Un claro ejemplo es el de Salvador Dalí. Análisis del Panel Izquierdo: El Jardín del Edén Detalles del Jardín del Edén, Dios y Eva. El Panel de la Izquierda representa el Paraíso Terrenal. Mide 220 centímetros de alto por 97,5 cm. de ancho. Al abrirse, el tríptico presenta, en el panel izquierdo, una imagen del Paraíso donde se representa el último día de la creación, con Eva y Adán, recién creados por Dios en medio de un jardín espectacular, con animales variados, rocas fantasmales, flora original y una imaginativa fuente, la Fuente de la Vida. En la parte superior izquierda, una multitud de aves levantan el vuelo en curiosa formación, mientras otras se encuentran picoteando para cumplir con el mensaje divino de creced y multiplicaros. En centro puede verse la Fuente de la Vida, o Fuente del Paraíso, en la base que emerge del agua hay piedras preciosas y perlas, que son mencionadas en el capítulo II del Génesis. En primer plano hay una escena del todo atípica ya que no representa ni la creación de Eva de la costilla de Adán, tampoco el modo de 10 comportarse en el jardín, ni el momento que sigue a la expulsión del paraíso, los únicos temas relatados en el Génesis en relación con este episodio. En esta curiosa y original escena aparecen Dios y Eva y Adán, desnudos porque todavía no han pecado (“estaban ambos desnudos, y sin avergonzarse de ello"). Adán está despierto, lo que sólo aparece en miniaturas, y Dios le está presentando a Eva, recién creada. Dios Padre está representado de una manera anticuada (aunque fundamentado en un pasaje del Nuevo Testamento puesto en boca de Cristo “quién me ve a mí, ve al Padre”) para los tiempos del Bosco: como Jesucristo, pero sin nimbo crucífero. Eva se encuentra arrodillada en el suelo y le toma la mano Dios y ofrece la mujer al primer hombre, signo de lo que se entendía por un matrimonio sacro (como el de la Virgen y San José), en un ámbito de belleza, orden y equilibrio, simbolizado en la inquebrantable fuente divina. Dios dicta: Creced y multiplicaos. Adán, tumbado, mira a la hermosa Eva, que le insinúa con su mirada. El Bosco quiere enfatizar el carácter lujurioso de Eva pintado cerca de los pies un conejo. Encima de la roca, a la derecha, el Árbol del Bien y del Mal, una palmera, planta exótica para la época, y enrollándose a su tronco se distingue la serpiente tentadora. El otro árbol es un drago (izquierda inferior), especie en ese momento exótica, procedente de Canarias, que se asocia con el Árbol de la Vida, de la Eternidad. No se sabe cual es la razón del drago, ni de donde pudo copiarlo. Detalle de Roca Antropomórfica La Roca Antropomórfica es el demonio, que está todavía oculto a los ojos de nuestros primeros padres. Cerca de la serpiente se ha colocado un extravagante animal con caparazón del que le salen 2 antenas, lo que hace que sugiera la forma de ojo. Bajo la falsa nariz se ha colocado otro animal que hace que se haya convertido en boca. El demonio está escondido también en la Fuente de la Vida, vemos una estructura entre mineral y orgánica, con un orificio por el que asoma una lechuza, un explícito símbolo de la malicia. En la parte inferior de esta tabla hay un estanque oscuro con animales, como el pez con alas, y nos recuerda al hecho de la expulsión del Paraíso: “Cuando la esposa de Adán comió de la manzana cogida del árbol prohibido, la dio a su marido. Después que él hubo comido, fueron 11 echados del Paraíso y arrojados en el estanque relleno de todas clases de de aguas, es decir a este mundo, que está lleno de adversidades, de males y de tormentos”. El principal enigma de la obra es su título. El Jardín de las Delicias, es una denominación moderna. "No sabemos cómo se llamó en su origen y, si lo supiéramos, es posible que muchas dudas sobre su significado se hubieran disipado", asegura el profesor Yarza. Dado que en el siguiente panel se representa un mundo lujurioso, se ha interpretado esta tabla como el preludio de lo que después acontecerá. En lo que a primera vista parece el típico Edén, asociado a la idea de paz y sosiego, con poco que observemos, ese idílico escenario se ve truncado. Varios signos de hostigamiento irrumpen en el tercio superior, los animales se enfrentan unos a otros: un león derriba a un ciervo y se dispone a comerlo, un extraño bípedo es perseguido por un jabalí. En el estanque, las disputas entre los animales vuelven a reanudarse. En la parte inferior, un leopardo lleva en la boca un enorme ratón, un ave devora una rana. Son señales ajenas a la paz paradisíaca que suelen interpretarse como aviso de pecado. • • El pecado femenino, se personifica en los bichejos que se arrastran por la tierra (insectos y reptiles) o nadan por el agua (anfibios y peces), ya que, de los cuatro elementos (tierra, agua, fuego y aire), la tierra y el agua eran consideradas esencias pasivas llenas de fecundidad que, como la mujer, reciben la semilla. El pecado masculino, se representa por las alimañas que vuelan (insectos voladores, aves, murciélagos…), ya que el aire es considerado un elemento activo, asociado al fuego y opuesto a la tierra y al agua, por lo tanto, masculino. Aparecen en la obra animales reales, pero extremadamente exóticos, en la época de El Bosco, como jirafas, elefantes, leones, leopardos, cuando África era prácticamente desconocida en Europa. El autor sólo pudo tener referencia de esos animales a través de los «Bestiarios mitológicos» medievales (que sin duda superó con creces) y los dibujos que comenzaban a circular gracias a la imprenta, sobre todo los que tenían Egipto como tema principal. La obra presenta un intenso y variado cromatismo. Predominan los verdes y el azul intenso del fondo, que contrastan con el manto rojo de Dios y la blancura de los cuerpos de Adán y Eva. En definitiva, este Paraíso especial se debe a la creencia medieval de que el Mal apareció en el Paraíso en el momento en que Dios creó a la mujer, este es justamente el momento representado por El Bosco. Análisis del Panel Central: El Jardín de las Delicias 12 La tabla central es El Jardín de las Delicias, propiamente dicho; mide 220 cm. de alto por 195 de ancho. Detalle parte inferior izquierda. El Jardín de las Delicias es un engañoso jardín de los falsos placeres terrenales, una consecuencia del pecado original. Cada detalle de este “mundo al revés” nos lo advierte en el panel central: es el paradisíaco ensueño, es el reino de lo no durable. La pieza central de este tríptico de El Bosco representa muchas de las actividades humanas, fundamentalmente las que implican relaciones entre hombres y mujeres. En la Edad Media era popular creer que la lujuria (después de la desobediencia) era el origen de todos los pecados y seguidamente aparecieron el resto. También se creía que la fuente de esta tentación y del pecado era la mujer. Siguiendo el ejemplo de Eva que engaño a Adán, se pensaba que las mujeres no se podían ayudar por si mismas. Asimismo, la tabla central del tríptico nos muestra una complicada escena con cientos de personajes en actitudes curiosas. Observamos: en un estanque circular un grupo de mujeres desnudas se da un baño y son contempladas por un numeroso grupo de jinetes también desnudos que cabalga alrededor, grupo de hombres sobre cabalgaduras distintas -algunas fantásticas-, alusivas a los pecados capitales. La escena es explícitamente sexual (montar un caballo es un símil de realizar el acto sexual) y los caballeros pretenden relación 13 carnal con las damas (la más atrevida ya está saliendo del agua). El fondo está ocupado por unas imaginativas estructuras absolutamente fantasiosas y surrealistas. En todo el paisaje vemos animales y frutos con tamaños desmesurados y hombres y mujeres, todos desnudos, entregándose febrilmente a todo tipo de placeres carnales. Si nos fijamos bien en las posturas, actos, prácticas sexuales, vemos que la lujuria lo invade todo, pero no hay niños, sólo adultos muy pálidos, que contrastan con algunos negros y negras, recordemos que aún en la época de El Bosco se conocía a los negros como esclavos, y también para involucrar a todas las razas humanas en este mundo pagano. Además, las negras tenían una connotación de tentación, de diablo, de “puta negra”. Mientras las blancas suelen llevar frutas, cisnes y cuervos, la negra de la parte izquierda del lago lleva un pavo real, símbolo de la soberbia y de la lujuria. En definitiva, en el panel central se representa la lujuria desatada: aparece el acto sexual y es donde se descubren todo tipo de placeres carnales, que son la prueba de que el hombre había perdido la gracia. Entre las escena, arte central derecha y bajo una campana de cristal, hay un relación triangular con la participación de dos hombres y de una abadesa, lo que se quiere hacer es una crítica al clero femenino del momento. La campana de vidrio recuerda el proverbio flamenco "la felicidad es como el vidrio, se rompe pronto". Sin duda, es una pintura que da que pensar y que se debe de observar con detenimiento. Un falso paraíso en el que la humanidad ya ha sucumbido en pleno al pecado, especialmente a la lujuria, y se dirige a su perdición. Decenas de símbolos diferentes, cuyas claves solo pueden sospecharse, pueblan este espacio opresivo y angustioso en el que la lujuria se ha apoderado del mundo. Se muestran todo tipo de relaciones sexuales y escenas eróticas, principalmente heterosexuales, pero también homosexuales y onanistas. Pese a una primera impresión de desorden, la escena se ordena en tres niveles en altura: En la parte superior, llama la atención el vuelo de un hombre sobre un grifo, símbolo demoníaco, mitad león y mitad águila, de enormes dimensiones y capaz de tomar con sus garras a un hombre o cualquier animal, aquí se le ve llevando un animal (¿sapo gigante?). De los grifos se decía que eran los que llevaron a Alejandro Magno al cielo. En la parte superior izquierda, un gran pez volador es cabalgado. En la parte opuesta, superior dos hombres vuelan. Aparece dominada por construcciones fantásticas, hay cuatro extrañas torres-colinas habitadas por amantes. Los componentes minerovegetales de todos estos monumentos, a base de cuernos, palmas, conos, cilindros, medias lunas, son emblemas masculinos y femeninos, lo mismo que los tubos transparentes diseminados sobre el plano herboso, símbolos de la mujer o del mercurio el elemento femenino en 14 la creación alquímica. Entre las cuatro torres destaca, en el centro, flotando, un enorme globo gris azulado: la Fuente de los Cuatro Ríos del Paraíso Terrenal, falsa fuente del paraíso, inestable, amenazando ruina con sus paredes cuarteadas. Se van a representar los pecados de la carne. Los cuatro ríos del Paraíso son: Frisón con una construcción con extrañas flores doradas, Geón con una colonia de monos, y los otros dos ríos aluden a los ríos de Mesopotamia (Tigres y Eufrates). El globo es utilizado para realizar acrobacias lascivas por parte de personajes lujuriosos. En el centro de la tabla, aparece la gran cabalgata del deseo, donde los caballeros jinetes desnudos no luchan entre ellos, van sobre cabalgaduras reales y fantásticas, con fuerte simbolismo: osos, asnos, caballos, bueyes, cabras, hienas, unicornios, ciervos, leones, leopardos, grifos… tomados de los bestiarios medievales, se ha interpretado la aparición de esos animales como símbolos de la lujuria. Gira la cabalgata en círculo, en torno a un estanque circular, donde se bañan varios grupos de mujeres desnudas que miran con atención al exterior. El estanque podría representar la fuente de la eterna juventud, un motivo muy extendido en la pintura del siglo XVI, o quizá sean las aguas en las que los hombres bañan sus pecados. También se le ha considerado que podría ser el estanque del adulterio, en el que, mientras los hombres cabalgan en círculo alrededor, las mujeres se bañan, y llevan tocados, como de cuervos (incredulidad) o pavos (símbolo de vanidad). En el plano inferior de la tabla, la sexualidad se manifiesta de mil maneras, en gran parte de los casos, los personajes o están comiendo o están copulando tanto en las acciones de la masa de hombres y mujeres, todas ellas de inequívoco signo erótico, como en las connotaciones sexuales de plantas, frutas y animales. Esta parte está dominada por numerosos desnudos, en grupos o en parejas, junto con extrañas plantas, minerales y conchas o comiendo grandes frutos. Las cabezas de los amantes se convierten en frutos con rocío. Frutas, peces, pájaros, reflejan una simbología erótica de procedente onírica, mística. Las cerezas, fresas, frambuesas, madroños, racimos de uva, con los que se deleitan los amantes, significan voluptuosidad, son una clara alusión a los placeres sexuales. En la Edad Media, la expresión “coger fruta” equivalía a tener relación carnal. Pero, al mismo tiempo, las frutas simbolizan la fugacidad de dicho placer, pues pasan en unos días de la frescura a la putrefacción. La valva de molusco (parte inferior centro-izquierda) que encierra a los amantes copulando, es una normal definición popular de la representación del adulterio, que ve en el portador al marido engañado. La representación del adulterio la volvemos a ver también en la gran manzana que navega por el lago, donde emerge un apareja y una pierna que desde luego no es de ninguno de los dos personajes. En las esquinas inferiores aparecen dos focos de atención peculiares: 15 • • • En la parte inferior derecha de la tabla se pueden apreciar otros dos elementos simbólicos. Concurren varios personajes. Uno de ellos, el único, por cierto, que aparece vestido en la tabla central, mira claramente hacia afuera estableciendo una complicidad con el espectador. Señala a una mujer tumbada que a todas luces parece ser Eva. Detrás del hombre vestido irrumpe un tercer personaje. Acerca de quien es el hombre vestido hay varias teorías. Se le identifica, mayoritariamente, con Adán mientras que el hombre que aparece por detrás saliendo de una cueva sería Noé anunciando una nueva era tras el diluvio. Desde la cueva se convierten en testigos de lo que sobrevino al mundo por su culpa. Otra teoría, es que el varón pertrechado es San Juan Bautista, que siempre se representa señalando siempre algo, el Cordero normalmente. Aquí, sin embargo, El Bosco nos sorprendería una vez más. El Bautista no aparece señalando al que quita los pecados del mundo (el Cordero) sino precisamente a la que los trajo, Eva. La cueva por la que irrumpe San Juan Bautista sería el símbolo de entrada en el limbo tal como se describe en el evangelio apócrifo de Nicodemo. San Juan Bautista encarnaría de esta forma el puente entre el mundo anterior al pecado y el mundo terrenal. Además, en la esquina inferior izquierda, hay un grupo de hombres, con un negro, que están señalando hacia la tabla anterior, en especial a Eva, lo que se ha interpretado como una clara acusación a la mujer como responsable de haber sucumbido a la tentación de la serpiente cometiendo el pecado por el que pagará toda la humanidad. La misoginia en la época en la que El Bosco pinta El Jardín de las Delicias es conocida. En el lado izquierdo hay aves de grandes proporciones. Estos pájaros, como el petirrojo son también símbolos eróticos, en concreto de la lascivia; las mariposas, de inconstancia; la lechuza, de herejía; el cuervo, de incredulidad. Los gigantescos pájaros que entran en el estanque, derivan de los bestiarios; la abubilla que se nutre de restos es el alma complacida en las falsas doctrinas; el martín pescador, la hipocresía. Un ratón dentro del tubo de vidrio, observatorio del refugio de un solitario meditabundo (a la izquierda, bajo la bola transparente), es la falsedad de las doctrinas que desvían a los creyentes. 16 Este enorme montón de símbolos y alusiones, que envuelve a las figuras, el ambiente, la pintura misma, no pesa sobre las posibilidades expresivas del artista que de ellos saca una vitalidad inventiva inagotable. Las extrañas estructuras, que aprisionan y oprimen a los personajes, a veces son como pompas, otras como costras, o conchas. Dan a conocer indirectamente que el pecado se apodera del ser humano, lo corrompe y atrapa para siempre. Muchas de estas estructuras recuerdan a alambiques o matraces, lo que hace que algunos historiadores consideren que muy probablemente, los significados intrínsecos de la obra se hallen vinculados al mundo de la alquimia. Los estanques no están limpios, sino son focos de concupiscencia, fuente y origen de todos los males que refleja la pintura; de hecho, en aquella época, referirse al baño podía aludir a Venus y, por lo tanto, al amor carnal. Chocan sobremanera las extraordinarias dimensiones de los animales (peces y mejillones incluidos) y las plantas que llega incluso a sobrepasar la estatura de los hombres. Es la idea del mundo al revés muy presente en el lenguaje iconográfico y literario de la época. Hay una obsesión por presentar animales y personas en posiciones invertidas: uno de ellos aparece con la cabeza y el torso sumergidos en el agua mientras que abre las piernas en forma de Y. Junto a las construcciones fantásticas de la parte superior de la tabla, unos hombres llevan colgado a un animal de un palo pero este, curiosamente, en vez de quedar suspendido naturalmente aparece boca arriba desafiando las reglas de la gravedad. Todas estas escenas muestran que nos encontramos ante un falso paraíso en el que todo lo que en él se representa no es lo que parece. Otro elemento clave de la tabla es la indiferenciación sexual, remarca poco los cuerpos y órganos sexuales. Apenas distinguimos a los hombres de las mujeres. Podría ser que El Bosco buscara así querer mostrar que toda la humanidad estaba implicada en el pecado. La sexualidad se manifiesta de mil maneras y la presencia de la homosexualidad resulta un nuevo tema a incluir, ya que amor homosexual era concebido en la Edad Media contra natura. Un hombre se agacha y eleva el culo, mientras mira hacia atrás, satisfecho de que otro vaya introduciendo en su ano flor tras flor. Se fija también en los dos jovencitos dentro de la torre de coral, a la derecha, con el hombre que lleva un gran pez. O bien la bola azulada que está en el lago, en la parte inferior 17 un hombre, masturba a otro, y este a su vez va a introducir un dedo en el ano de un hombre, de espaldas y agachado, que tiene levantadas las nalgas para facilitar la relación. En el tramo central inferior vemos las relaciones de unos hombres junto al cardo. Esta es la interpretación tradicional del panel central. No obstante, ha habido otras que se apartan de la misma, teniendo en cuenta que El Bosco realmente no condena lo que se está viendo en este panel, al contrario, parece un mundo positivo, altamente “deseable”. Se representa un universo de felicidad, sin dolor, enfermedad ni muerte. No se representa el paso del tiempo (no hay niños ni ancianos), tampoco se ve a nadie trabajando para ganarse el sustento con el sudor de su frente. Se describe a una humanidad diversa que se alimenta de los frutos de la tierra y se organiza en estructuras naturales. Por ello, se creyó ver en la obra una ilustración de las concepciones religiosas de la secta herética de los adamitas (una secta que profesaba el haber retomado la inocencia primaveral de Adán. Llamaban a su iglesia el Paraíso, condenaban el matrimonio ya que era ajeno al paraíso, y se desnudaban mientras oraban). Tesis que hoy no goza de aceptación. Análisis del Panel Derecho: El Infierno. El panel de la derecha representa el Infierno. Mide 220 cm. de alto por 97,5 de ancho. Detalle central: Infierno Musical. 18 Por último, tenemos la tabla de la derecha donde se representa la condena en el infierno. Con el Infierno, se completa el ciclo y en él se castiga a aquellos que se dejaron seducir por los goces placenteros que les ofrecía el jardín central, en ella el pintor nos muestra un escenario apoteósico y cruel en el que el ser humano es condenado por su pecado. Es una escena que representa el resultado de una vida de inmoralidad y pecado, donde el artista describe diferentes castigos para los diferentes pecados. En el infierno, el sueño es una pesadilla disloca: orejas de las que emergen cuchillos, demonios con bocas dentadas en el vientre, y, entre todo ello, los cuerpos de los pecadores que están siendo despedazados por los demonios y sus máquinas infernales. También es conocido como El Infierno Musical, por las múltiples representaciones de instrumentos musicales que aparecen para torturar a los pecadores que dedican su tiempo a la música profana. Se ignora por qué El Bosco asocia la música con el pecado. Ha pintado los tormentos del infierno, a los que está expuesta la Humanidad. Describe un mundo onírico, demoníaco, opresivo, de innumerables tormentos. Es una tabla muy sombría en relación con el colorido de las otras dos: tonos lívidos del infierno de hielo, vivas llamas del infierno de fuego. La tabla se puede dividir en tres niveles. En el nivel superior se ve la típica imagen del infierno, con fuego y torturas. Las arquitecturas están sumidas en extrañas iluminaciones fosforescentes. Ese incendio, que realmente representa el paisaje nocturno de una ciudad en llamas, se ha relacionado con un trauma del pintor, que vio como su localidad natal era pasto del fuego. Ciertamente, estas representaciones de ciudades en llamas se pueden ver en otros cuadros del autor. La atmósfera resulta totalmente demoníaca. En la parte central, dos grandes orejas, con un cuchillo (lengua) en el centro y atravesada por una flecha enorme, representa el castigo a los que no quisieron escuchar la palabra de Dios, relacionada con la frase que se atribuye a Platón en la Edad Media: “Que Dios Nuestro Señor nos dio dos orejas y una lengua, porque debemos oír dos veces de lo que vamos a hablar”. La crítica parece coincidir en que el cuchillo unido a las dos orejas es un genital masculino, mientras que la gaita sobre la cabeza del hombre podría ser un elemento homosexual o, tal vez, femenino. Asimismo, las dos orejas y el cuchillo, se podría asemejar a una máquina infernal que avanza sobre los condenados y los aplasta. Aparece un mundo onírico, con criaturas fantásticas, y cuya figura central en un “hombre-árbol”, quien, sin culo y con sus brazos en forma de troncos secos y sus manos como barcas flotantes, contempla lo que sucede en sus entrañas, en donde está representada un escena tabernaria, donde los comensales se sientan en sapos gigantes, servidos por una vieja “celestina” que saca vino de un barril. La figura del hombre-árbol, asociado con el demonio, destaca por su contraste por su color claro sobre fondo oscuro, como por su gran tamaño en relación a los otros seres representados. Sobre su cabeza, un disco con demonios y sus víctimas en torno a una gaita. Mira directamente al espectador. La cara que aparece en la parte central, bajo un plato que contiene una 19 gaita, es un autorretrato del Bosco, y que con un torpe vendaje intenta ocultar una llaga producida por la sífilis. Debajo de él hay un lago helado, sobre el que patinan algunos condenados, mientras el hielo se resquebraja. Se destina a los envidiosos el suplicio del agua helada. En la Edad Media se consideraba el contraste entre el frío y el calor como una de las torturas del infierno. A la derecha central aparece un hombre vestido (en cada tabla aparece una figura vestida: Dios-Jesucristo (Paraíso), y Adán/San Juan Bautista (central), que cabalga sobre una mujer que la va a meter en una ánfora y algo que no es común, tiene grandes pechos. Y en la parte central derecha, un caballero vestido con armadura (ira), caído sobre un gran plato, es atacado por siete perros famélicos, están comiéndose las entrañas mientras mantiene en su mano un cáliz de oro, como señal de sacrilegio. Al lado contrario, aparecen una serie de frailes que se cobijan en un convento con campana que tiene como badajo a un hombre y como campanero a una especie de sapo. En el ángulo inferior derecho aparece Lucifer como un monstruo con cabeza de pájaro y pies de vasijas que devora a hombres y los expulsa por el ano, en un orinal desde donde caen a un pozo negro. En él, el glotón (gula) es obligado a vomitar, y un individuo defeca monedas, ya que el dinero no sirve en el infierno (avaricia). Incluso los instrumentos musicales sirven de armas terribles para ejecutar a los malditos. Los personajes situados en primer término parecen condenados por el juego y las tabernas ya que portan dados, naipes y tableros de juego, y un ataque para el estamento del clero, tan desprestigiado entonces, como se verifica en la cerda con toca de monja que abraza a un hombre desnudo que intenta que firme un documento. El tintero representado por un ave reptil con yelmo y colgando un pie-reliquia, con un cilindro representativo de la autenticidad de la reliquia, como representación de la venta fraudulenta de reliquias que hacían los clérigos poco escrupulosos. Bajo el manto de Satanás hay una mujer que es acosada por un ente demoníaco cuyo culo es un espejo donde se refleja la cara de la mujer, que representa a una dama orgullosa (soberbia), otro demonio en forma de lobo la acosa. Le cubre un sutil y transparente tela que parece desnuda. En definitiva, todo ello es un simbolismo de lo que ocurre a la gente del panel central, del Jardín de las Delicias, debido a su comportamiento. En la parte inferior, aparecen lo que sería el infierno musical propiamente dicho, en donde los instrumentos musicales aparecen transformados en instrumentos de tortura. Bajo los músicos están los 20 jugadores y tahúres, acompañados por alguna prostituta (como la que lleva el dado en la cabeza) y recreando el ambiente tabernario y de los prostíbulos, es la representación del vicio del juego extendido en la época medieval. Un dato a reseñar es que el infierno se aprecia menor presencia femenina. Comentario global técnico: • El Bosco utiliza un punto de vista muy alto (como si estuviésemos observando desde una torre) y así se ve mucho paisaje, el horizonte queda muy lejano. Los colores son muy variados y estridentes, lo que, junto con lo representado, acentúa la sensación de sueño fantástico que impregna todo. La perspectiva se consigue empequeñeciendo lo que se encuentra lejos. Se hace hincapié en el movimiento de los personajes y en una representación realista de los mismos. • Algo muy típico de los pintores holandeses y flamencos del renacimiento es la minuciosidad en los detalles, hasta el punto de que con una lupa podríamos observar minúsculos detalles que a simple vista pasan desapercibidos. Las figuras tienen el consistente preciosismo de las miniaturas flamencas cuatrocentistas. La técnica minuciosa de El Bosco está directamente relacionada con la pintura de su época y los avances con el óleo permiten realizarla. Pero su forma de componer y situar las figuras en el espacio, así como su interpretación de un tema clásico de la pintura religiosa, no tienen nada en común con los otros pintores de su entorno. La diferencia entre las pinturas del Bosco y las de otros es que los demás procuraron pintar al hombre cual parece por fuera; él sólo se atrevió a pintarle cual es por dentro. Los cuadros de El Bosco no son disparates, sino es una sátira pintada de los pecados y desvaríos de los hombres. • Recursos pictóricos: El Bosco era un maestro: fue un gran dibujante, un maestro del color, del claroscuro, del tratamiento de la luz y la perspectiva; el paisaje (los hay luminosos o crepusculares), que a pesar de ser irreal es siempre lírico. La composición: Es aparentemente caótica, con multitud de escenas colocadas sin obedecer a una ordenación espacial clara, aunque en todas las escenas parecen existir grandes objetos que actúan como ejes organizadores (las fuentes en la primera tabla, los estanques en la segunda, y el hombre-árbol en la tercera). Coloca siempre la línea del horizonte muy alta para lograr profundidad y poder poner sucesivos planos que, a pesar de su independencia, se funden unos con otros. A pesar de estar compuesto por numerosos pequeños detalles, el tríptico se basa en una composición muy reflexionada. El paraíso y la tierra están unidos por la misma claridad y un 21 mismo horizonte, repitiéndose en ellas la estructura circular y las lagunas. No obstante, el infierno es distinto, nocturno, desesperanzado. • Ahora bien, no se interpretará la obra de El Bosco de forma correcta, si se ve en ella complacencia en la representación de los defectos y errores humanos, ya que el artista parte de sus convicciones de cristiano, y lo que hace es criticar los vicios degradadores de la condición humana. Es, por tanto, El Bosco, un hombre de su tiempo, no ajeno a lo que sucede a su alrededor, y empleó a través de su pintura su visión particular y sus conocimientos acordes con el movimiento humanista imperante. Pero siempre, refleja el mal en toda su fuerza y en su propia morada, es decir en el infierno, utilizando multitud de seres malignos que en sus representaciones pictóricas están presentes en toda la Edad Media. • Fue sin duda El Bosco el último y probablemente el más grande de los pintores medievales. Su visión del mundo y del hombre es pesimista, de ahí deriva su actitud moralizante. Para él la humanidad está marcada desde el pecado de Adán y Eva, que fueron arrojados del paraíso. La salvación no es posible, sino es a través de grandes penalidades y el destino final de la mayoría de los hombres, es la condenación eterna. La muerte y el temor que de ella se deriva están siempre presentes en todos sus cuadros. 6. Última Restauración: Después de dos años de restauración, desde el 2000, se puede apreciar al máximo la belleza de El Jardín de las Delicias. La restauración, realizada en colaboración con la Fundación Winterthur (dentro del ámbito de la Responsabilidad Social Corporativa, con poco reconocimiento de este tipo de acciones en España) se realizó teniendo en cuenta varias copias del original, realizadas en el siglo XVI: una copia anónima en lienzo, custodiada en el Museo de Budapest; otra copia, esta vez en tabla, atribuida a Michiel Coxcie y perteneciente a una colección privada belga; una tercera en tabla pasada a lienzo, también anónima, traída del Germanisches National Museum de Nuremberg, y otra en tapiz, encargada seguramente por el Duque de Alba y custodiada por Patrimonio Nacional. En cuanto a los estudios técnicos, los métodos empleados por las restauradoras, María Teresa y Rocío Dávila, confirman la calidad singularísima de El Bosco, y prueban que el pintor realizó numerosos cambios y modificaciones respecto del diseño originario en la ejecución pictórica. Los infrarrojos enseñan que eliminó numerosos elementos y figuras; las radiografías muestran que modificó mucho, dándole más simplicidad a la composición del panel lateral derecho (el infierno) y a la central; y los rayos ultravioletas desvelan que la obra sufrió retoques y repintes en anteriores restauraciones. 22 BILBIOGRAFÍA: BELTING, HANS. El desnudo en el Museo del Prado. Galaxia Gutenberg – Círculo de Lectores. 1998 GUILLAUD, JACQUELINE y MAURICE. Jerónimo Bosco. El Jardín de las Delicias. Guillaud Ediciones Paris. 1998. MARTINEZ, ROSA, Coord. Historia del Arte Vol. V. Ed. Instituto Gallart Barcelona. 1997 MATEO GÓMEZ, ISABEL. El Jardín de las Delicias y sus fuentes. Fundación de Apoyo a la Historia del Arte Hispánico. 2003. PANTORBA, BERNARDINO. El Jardín de las Delicias. Colección: Las obras maestras al trasluz (sin datos de fecha ni editorial). PIJOÁN, JOSÉ. Suma Artes, Historia General del Arte, Vol. XV. Espasa Calpe, S.A. 1980 YARZA LUACES, Joaquín. El Jardín de las Delicias de El Bosco. Tf. Editores. 1998. 23