Unidad 7 • La responsabilidad social "Si fuera necesario cometer o padecer cena injusticia, yo preferiría más bien padecerla, que cometerla." SÓCRATES "DIÁLOGO DE GORGIAS O DE LA RETÓRICA Responsabilidad Hoy en día se ha subrayado insistentemente en la necesidad de respetar la libertad de los demás, pero al mismo tiempo se ha olvidado señalar las responsabilidades que les corresponde a quienes, escudados en ese valor, pretenden eludir sus obligaciones. La libertad es un valor fundamental del hombre que no se puede ejercer sin responsabilidad. No se puede hablar del valor de la libertad al margen de la virtud de la responsabilidad, porque seria una insensatez. La responsabilidad es, entonces, una virtud propia de la libertad. La virtud de la responsabilidad consiste en asumir las consecuencias de los actos realizados, sean o no intencionados; de tal modo que se beneficie lo más posible a los demás, o al menos no se les perjudique.1 El término responsabilidad viene de la palabra “responder" . Para ser responsables se tiene que responder a la conciencia propia, a un semejan - te' a la sociedad yen última instancia' a Dios. Como ya se dijo, tenemos responsabilidad sobre los actos intencionados que realizamos, así como de aquellos que no son intencionales. En el primer caso, somos totalmente responsables por tratarse de un acto de voluntad propio, el cual se realiza con plena conciencia; y en el segundo caso, somos responsables cuando por falta de previsión, nuestros actos afectan a terceras personas. Existen dos actitudes que constituyen una desviación de la responsabi-lidad de las personas; la primera es la tendencia a recurrir a las excusas para justificar el hecho de evadir una responsabilidad y la segunda de ellas es la de no comprometerse nunca con nada, hasta cerciorarse de que todo va a salir bien. Estos mecanismos de escape' que son comunes en todos los medios sociales, se presentan también entre las empresas, cuando a través de excusas técnicas, pretenden evadir su responsabilidad por el daño ambiental que causan a \a comunidad, al señalar que es un mal necesario para poder mantener la planta productiva o evitar el desempleo. 1 Cfr. ISAACS, David. La educación de las virtudes humanas. ha. ed. Ed. MI-NOS. México 1994. p.139. La responsabilidad se desprende de la libertad. Esto quiere decir que la conducta del hombre parte de su interior hacia su exterior, no está condicionada por el medio ambiente sino que es el hombre quien decide, en última instancia, lo que ha de hacer. Por lo tanto, la conducta del hombre no se valora si es buena o mala de acuerdo con el entorno que lo rodea' porque el hombre libre decide por sí mismo la conducta e seguir; luego entonces' es responsable de lo que hace. A una serpiente no se le puede responsabilizar de morder a una persona, porque su actitud no depende de su libre albedrío, sino que actúa conforme a su instinto animal, responde a un estímulo del exterior siempre de la misma manera. El ser humano, al contrario, no responde a estímulos externos de manera mecánica ni instintiva. Consecuentemente, tratar de eludir o evitar imputarle una responsabilidad al hombre, equivale a degradarlo a la calidad de un simple animal. Iniciativa privada El concepto de la iniciativa privada está estrechamente ligado con la libertad para emprender, que a su vez representa la característica distintiva principal del sistema denominado liberalismo económico. No se puede prescindir de la libertad de iniciativa, ya que ésta constituye un bien socia, que ha demostrado su utilidad en la transformación económica y social del mundo a través de los años. Tampoco se puede soslayar que la iniciativa privada genera, en una proporción importante, la riqueza que se crea diariamente en el mundo, sin la cual no habría avances en las ciencias' la tecnología, la medicina, ni en cualquier otro ramo de la actividad humana. Sin embargo, tampoco esta libertad para emprender puede estar alejada de la responsabilidad; m para ser más categórico aún' es menos justificado el desequilibrio entre libertades y responsabilidades en la iniciativa privada. Las empresas modernas entienden, o quieren entender el término de la responsabilidad de una manera ambigua o limitada, ya que asumen que la responsabilidad de la empresa debe limitarse a la que tiene el hombre con respecto a sus actos individuales. Una moral empresarial debería en todo caso abarcar cuatro tipos de responsabilidad, tal como la señala Carlos Llano en su libro Dilemas éticos de la empresa contemporánea. Estos cuatro amplios tipos de responsabilidad se conocen como la responsabilidad consecuente (para responder de las consecuencias de la acción de las empresas), la responsabilidad ascendente (que responde a los principios que genera la acción emprendida), la responsabilidad congruente (relativa a los proyectos y actos realizados con anterioridad) y responsabilidad trascendente (la cual tiene que ver con la misión a la que ha sido destinada nuestra vida, o nuestra empresa). Responsabilidad consecuente Responsabilidad consecuente es la que nos capacita para responder de las consecuencias que se originan de nuestros actos. La responsabilidad consecuente no siempre es observada en el medio empresarial, ya que si bien es cierto que se privilegian las acciones dirigidas a fortalecer la libertad de iniciativa, no se pone igual empeño para clarificar las consecuencias de los actos libremente emprendidos, los cuales son responsabilidad de los mismos hombres de empresa. En las teorías económicas, existen dos extremos distantes que en esta ocasión nos sirven para ilustrar los efectos de la responsabilidad. Estas teorías son el liberalismo económico, el cual hace hincapié en la libertad para emprender como un valor fundamental para la comunidad, dejando al arbitrio de cada persona la determinación de las consecuencias de sus actos sobre las que asumiría una responsabilidad. Los seguidores de las teorías de la libre empresa defienden con tenacidad el derecho que tienen para ejercer con libertad su actividad empresarial; sin embargo, no asumen con la misma tenacidad su responsabilidad social, ya que sólo contraen las responsabilidades que ellos mismos determinan previamente. En otras palabras, un seguidor de esta teoría bien podría señalar "soy responsable de conseguir los objetivos que me he propuesto; pero no de las consecuencias ocasionadas por el logro del objetivo mencionado". En el lado opuesto, se encuentran las teorías socialistas, para quienes el hombre es responsable absoluto de todo lo que ocurra en su comunidad. De este modo, si el liberalismo minimiza la responsabilidad de las personas, el socialismo las maximiza. Para nadie es desconocido el hecho de que cuando todos son responsables de todo, lo que en verdad sucede es que nadie se responsabiliza de nada. Entre estas dos situaciones, existen numerosas posibilidades que impiden normar un criterio que nos indique hasta qué punto somos responsables de nuestros actos. Una forma de saberlo es a través de lo que se ha denominado "responsabilidad por círculos concéntricos".2 Este modelo señala que la responsabilidad de las consecuencias de los actos 2 Cfr. Llano. Op. cit. pp. 271-303. realizados, ya sean advertidas o inadvertidas, adquieren la conformación de círculos concéntricos, los cuales se pueden determinar de la siguiente forma: en primer lugar, soy responsable básica y principalmente de mí mismo y de mis virtudes fundamentales; después soy responsable de mi familia, en tercer lugar, de mi empresa; en cuarto lugar, de las empresas asociadas a la reía; enseguida, de las empresas del mismo ramo; posteriormente de la economía del país, o inclusive, del mundo. Como se puede ver, la responsabilidad consecuente de los actos conlleva un distinto grado de responsabilidad para cada círculo concéntrico; lo cual no quiere decir que no seamos responsables de los círculos más alejados, sólo que esa responsabilidad se comparte con la de otros individuos, por lo que implica un menor grado de responsabilidad. De tal modo que sería una irresponsabilidad preocuparse más por la asociación de empresas del ramo y descuidar la solución de los problemas urgentes de la empresa propia, o de la familia. Otro principio que cae en la categoría de responsabilidad consecuente es el principio de los efectos resultantes; el caso más claro es el deterioro ecológico que genera la actividad industrial. Se ha buscado que las técnicas de producción sean cada vez más potentes y baratas, pero se ha olvidado buscar --o al menos por muchos años lo olvidaron-, técnicas ecológicamente limpias, que no dañen el aire, el agua, la capa de ozono, ni la flora y fauna del planeta. Algunas empresas observan que es muy costoso introducir técnicas de producción que no dañen el medio ambiente; pero la realidad es que resulta mucho más caro no hacerlo, ya que el perjuicio ocasionado es, en muchas de las veces, de carácter irreparable, lo que reduce la calidad de vida de cuantos vivimos en este mundo. Puede ser que las empresas tengan señalados objetivos precisos que inciden en un mejor servicio a la comunidad, pero si sus efectos resultantes son malos, entonces es perjudicial para las personas. En ese sentido, los empresarios deben tener cuidado de puntualizar los objetivos que persiguen, así corno también los efectos resultantes que les ocasionaría buscar dichos objetivos. Como ha sido señalado en páginas anteriores, no se puede pasar por alto que en gran parte de las empresas hacen referencia a sus principios y objetivos, al estructurar la misión, visión y valores que la rigen, los cuales se exhiben en las oficinas de sus gerentes. No obstante, con mucha frecuencia nos encontramos que la realidad que impera en esa negociación, deja mucho que desear con respecto a esos principios enunciados. Estos principios que enuncian las empresas, crean expectativas muy altas al cliente, por lo que las decepciones de este último suelen ser más graves. Los efectos resultantes que hemos analizado hasta ahora son el resultado de la actividad empresarial, pero éstos también pueden aparecer en virtud de omisiones indebidas, lo cual es tan grave como las acciones realizadas de manera consciente. Para omitir una acción debida sólo se requiere la pasividad, es decir, no hacer nada. La omisión indebida es por ello muy frecuente. Ahora bien, sucede que normalmente se critica con más severidad a la "empresa que hace" que a la que "deja de hacer". Socialmente, la acción es más castigada que la omisión, lo que no deja de ser contradictorio tratándose de la iniciativa privada. El acto de emprender es, además de arriesgado, difícil y fatigoso; sin embargo, el acto de no emprender es más perjudicial, porque no aporta nada a la sociedad, ni siquiera la posibilidad de equivocarse. Por ello, el acto de emprender, aunque resulte a veces equivocado, es más valioso que la inmovilidad. Ahora bien, no debemos olvidar que el inhibirse de actuar o hacer algo implica un costo de oportunidad, ya que una omisión equivocada puede ocasionar una pérdida de oportunidades para ganar, ya sea en el contexto económico como en el moral o personal. Responsabilidad ascendente La responsabilidad ascendente se vincula con as razones en que se apoya el hombre para inclinarse por una decisión específica. Es decir, no sólo es responsable de las consecuencias de sus actos u omisiones, sino también de las razones que expone para actuar o no actuar. Si es irresponsable cuando se toman decisiones sin une razón que las fundamente. Ahora bien, si existen actos que no requieren sustentarse en razones, porque los propios actos responden por sí mismos, entonces nos encontramos frente a un principio. Las acciones que se sustentan en principios o en otras razones que se derivan de principios' son consideradas, por los teóricos de la ética, como acciones válidas. Ante esta circunstancia surge una dificultad común en las empresas, en la que no siempre los principios que deben seguir las personas son compatibles con los resultados que buscan alcanzar. Es decir, se presenta una contradicción entre las convicciones y las consecuencias de lo que se hace. “La ética de las convicciones es denominada también deontológica, porque se atiene prioritariamente a los deberes (deóntos) señalados por los principios objetivos, o las convicciones asumidas personalmente corno válidas. La ética de los resultados o consecuencias adquiere también el nombre de teleológica, porque se apoya prioritariamente en los fines (telós) que se quieren alcanzar, o los resultados que desean conseguirse."3 Tal pareciera que tenemos una disyuntiva' m ajustamos nuestra ética a la deontología, es decir' a nuestros principios, a a la teleología, o a los resultados. Pero más que una disyuntiva' los hombres, y en particular el hombre de empresa, deben tener la capacidad de sintetizar ambas posiciones' de tai modo que sea posible obtener los resultados esperados, sin alejarse de los principios que se profesan. Un buen director de empresa no tiene porqué ser un mal hombre, ni viceversa¡ en otras palabras, no es necesario transgredir los principios morales para triunfar en los negocios. Las empresas que no tienen bien consolidados los principios morales, viven encerradas en una doble moral que degenera en un problema mayor; ya que no tendrían autoridad moral para exigir a sus trabajadores emplea-dos que no roben al negocio, cuando todos saben que sus ganancias se obtienen de robar a los clientes; no les pueden pedir que no mientan, si cada momento le mienten a sus proveedores ya los consumidores finales de sus productos. Ésta es la principal justificación a favor de la síntesis de ambas posiciones. Es evidente que si se atiende a principios morales sólidos pana fundamentar \as acciones diarias' el resultado de éstas será siempre apegado a /os mismos principios. Responsabilidad congruente Además de la responsabilidad que las personas tenemos sobre /as consecuencias deseadas o no deseadas de nuestras acciones, y la responsabilidad de hacer concurrir nuestro diario hacer con nuestros principios mes, existe!***es.existe*** la responsabilidad de ser siempre congruente con el proyecto de vida que hemos elegido. La congruencia de los proyectos de vida también puede ser denomina-da autenticidad. Se es auténtico cuando se es fiel a uno mismo y se es coherente con una idea superior que rige sus actividades diarias. Quien no sea congruente consigo mismo, no es digno de confianza; es de personalidad voluble, carece de un patrón de actuación que se desprende de una ideología, ya que actúa de acuerdo con la circunstancia y el temperamento que tenga en ese momento. 3 Ídem. pp. 286-287. Por ello es válido decir que los individuos que carecen de responsabilidad congruente no pueden hacer empresa, ya que para hacerlo se requiere de diversos elementos, pero sobre todo se necesita de determinación y congruencia. Se podría decir que "con la responsabilidad congruente se hace responsable de sí mismo, así como con la antecedente se ha hecho responsable de ser hombre".4 Responsabilidad trascendente La responsabilidad trascendente se puede definir como la que nos lleva a responder ante la misión a la que fuimos destinados cada uno de nosotros. Ante la responsabilidad trascendente las empresas tienen un papel decisivo. Hace algunas décadas, se consideraba que las empresas tenían, fundamentalmente, la misión de generar riqueza o ganar dinero, sin importar la manera de lograrlo. Hoy no es así, cada empresa tiene una misión definida la cual constituye una valiosa aportación para la sociedad en la que se desenvuelve. La misión de la empresa de brindar un servicio de calidad y eficiente, así como el atender un segmento del mercado, constituye una prioridad sobre la generación de riqueza. Evidentemente que una empresa que no genera ganancias es inviable desde el punto de vista financiero. Si se es incapaz para mantener en el mercado a nuestras empresas, debernos dejar su lugar a otros negocios que tengan esa capacidad; sin embargo, esta característica no puede constituirse en el objetivo principal de la empresa; de hecho, se ha comprobado que aquellas que tienen una misión definida en donde se privilegia al cliente, tienen mayores posibilidades de sobrevivir que las que ven al cliente como una "cartera llena de dinero". La diferencia entre la misión personal y de la empresa, es obvia. Mientras que para la empresa es necesario definir su misión y buscarla diariamente a través de la actividad de cada uno de los empleados y trabajadores que la integran, la persona no define su misión, sino que se limita a descubrirla, para después apegarse a ella. La misión personal está ligada a la vocación, a las capacidades y a las preferencias personales; mientras que la misión empresarial, está relacionada con la determinación que hagan los accionistas, los miembros del Consejo de Administración o los Directivos, con respecto a la propia empresa; es decir, se define y se lucha por alcanzarla. 4 Ídem. p. 296. La responsabilidad social del empresario El empresario socialmente responsable es un agente de cambio, un impulsor del progreso integral, en el que junto a su empresa, prosperan sus empleados y trabajadores, sus proveedores y sus clientes, así como la sociedad en su conjunto, al contribuir a la creación de empleos, procurar la protección del medio ambiente y promover la competencia leal entre las demás empresas de su ramo. Un empresario socialmente responsable se interesa en sus trabajadores, porque sabe que con empleados y obreros más capacitados, que tienen satisfechas las necesidades de sus familias, puede mejorar su rendimiento y competitividad en el mercado. Respeta a sus clientes, entregándoles productos de calidad y ofreciéndo-le servicios de post-venta, como el otorgamiento de garantías suficientes para sus productos y cuida a sus proveedores, porque sabe que sin ellos no tendría la posibilidad de cumplir con sus metas de producción. Las empresas, vistas desde el ángulo de la responsabilidad social, no sólo sirven para pagar adecuadamente a los trabajadores, al fisco y a los accionistas, sino que contribuyen al bienestar de los trabajadores, de sus familias y de sus comunidades. A través de la responsabilidad social, los empresarios pueden aumentar la competitividad de las empresas, lo cual es fundamental en esta época de globalización de los mercados, a la vez que permiten abatir los índices de desempleo. Es determinante en los programas de desarrollo humano, sobre todo cuando gracias a las fuentes de empleo creadas se abren oportunidades para discapacitados, mujeres abandonadas y ex reos en proceso de readaptación, En virtud de que la empresa no debe ser considerada solamente como una sociedad de capitales, sino como una sociedad de personas, las empresas socialmente responsables pueden incidir en la creación e impulso de una nueva cultura laboral que armonice las relaciones entre los trabajadores, la representación sindical y la empresa, a fin de responder a las exigencias de competitividad que reclaman los mercados, sin soslayar la obligación de retribuir un salario justo y remuneradora sus trabajadores. Un empresario responsable se compromete con la comunidad donde está enclavada su empresa, al apoyar acciones y programas cívicos, educativos, culturales y de bienestar social. En suma, la responsabilidad social del empresario contribuye al desarrollo económico y social de las personas' a la promoción de los valores universales y a la creación de nuevas oportunidades para la movilidad social. La Unión Social de Empresarios Mexicanos, en su Foro Anual 1996, propuso un código de ética que abarca las relaciones entre la empresa y los colaboradores, dientes' proveedores, la sociedad' la familia y el gobierno. Por considerarlo de interés con respecto al terna que se aborda en este capítulo, así como para contribuir a su difusión, se incluye este código en este apartado. Relación empresa-colaboradores • Crear trabajo digno. • Dar compensación justa. • Desarrollar responsabilidades. • Predicar con el ejemplo. • Buscar la promoción permanente. • Inculcar valores. • Involucrarse más con los colaboradores. • Ver por su salud. • Reconocer su esfuerzo. Este apartado es de fundamental importancia social. Recordará el lector que la empresa es responsable de las consecuencias u omisiones de sus actos. Lo que haga o deje de hacer tiene efectos sociales en todos los ámbitos donde se desempeñe su empresa, ante todo con sus trabajadores, quienes son los que se relacionan directamente con los procesos productivos. Es responsabilidad del empresario, además de crear fuentes de empleo, retribuirlos de manera adecuada y ofrecer posibilidades reales de promoción social, humana, laboral y familiar a sus empleados. Es inconcebible que en momentos como los que vivimos, los incrementos salariales se sigan otorgando mediante "decreto". Al respecto, es necesario resaltar que las relaciones laborales deben estar basadas en sistemas de productividad; de tal modo que los aumentos del personal deben estar en función de lo que la empresa genera con la aportación de los trabajadores. Relación empresa-cliente • Fijar un precio justo. • No mentir. • Dictar reglas claras, con condiciones. • Ofrecer y brindar buen trato y servicio. • Cumplir con lo ofrecido. • Buscar la satisfacción del cliente. • Lograr una relación justa en todos los sentidos: precio, garantía y servicio. • Practicar la lealtad. • Cumplir con las garantías. • No hacer publicidad o propaganda falsa que predique cualidades que no tiene el producto. Ya se ha dicho que no se puede ver al cliente como una cartera llena de dinero, porque tarde o temprano esa cartera quedará vacía y no habrá quien compre sus productos. El cliente es el elemento fundamental de la empresa, es el objetivo y finalidad del negocio. Un mercado sin clientes es un contrasentido. Las teorías del marketing, así como las de calidad total, se enfocan a las necesidades del cliente. AI respecto, es necesario subrayar que a la mayoría de las empresas mexicanas les falta recorrer un largo camino en lo que se refiere al servicio al cliente. Como ejemplo señalaré una anécdota personal. Cierto día compré unos lentes de importación para sol en un establecimiento comercial de franquicia en nuestro país. Al comprarlos me gustaron, después de un par de días decidí cambiarlos por otros de diferente estilo. Acudí con el distribuidor donde los adquirí para que me los cambiara por otros. Los lentes estaban garantizados por un año contra defectos de fabricación, pero no contra una decisión equivocada del cliente. El vendedor me argumentaba que si no estaban defectuosos y yo los había escogido no tenia posibilidad de cambiarlos, aun cuando los llevé con el empaque original. No insistí más. Sin embargo, en una visita que realicé a una ciudad en Estados Unidos, me topé con un establecimiento de la misma franquicia que vendía esos mismos lentes. Les expliqué lo sucedido con mis lentes y les aclaré que no los había comprado con ellos. Mi sorpresa fue que no sólo me los cambiaron por otros que sí eran de mi agrado, sino que además me devolvieron una parte de lo que pagué en México porque los lentes que había comprado eran más caros que los que adquirí posteriormente. En este ejemplo se aprecia muy bien la visión diferente que tienen sobre el cliente los empresarios de México y Estados Unidos; un buen negociante sabe que vive del cliente y que el futuro de su empresa, de sus trabajadores y de él mismo depende de la calidad del servicio que les ofrezca. En el caso de los lentes, es evidente que los distribuidores estadounidenses han establecido sólidos lazos de colaboración con sus proveedores, a fin de garantizar siempre un servicio de excelencia al cliente. Otra experiencia similar la tuve en la compra de un aparato de telefonía celular. A la empresa mexicana que contraté le solicité un aparato telefónico con capacidad para dos lineas, ya que requería una linea disponible para utilizarla en Estados Unidos. En el primer viaje que realicé al extranjero, acudí a una compañía telefónica para contratar la segunda línea; sin embargo, me informaron que mi teléfono celular sólo era para una línea. De regreso a México acudí a reclamar a la empresa contratante, pero no quisieron reconocer su error, mucho menos cambiarme el teléfono celular por otro que tenga capacidad para dos líneas. Desesperado y molesto, busqué el teléfono de atención a clientes internacionales de la compañía fabricante del teléfono, con sede en el estado de Florida, en la Unión Americana, quienes eran los fabricantes del equipo que me vendieron en México. Al explicar mi problema, accedieron de inmediato a cambiarme mi teléfono celular, !m cual se hizo en menos de una semana, a través de una empresa de mensajería. Resulta irónico que !a empresa contratada no se responsabilizara de su proceder y que encontrara mayor comprensión en su proveedor. Si esta empresa hubiese hecho lo que le correspondía, tratarel caso con el proveedor, habría dejado a un cliente complacido, pero la desconfianza y la actitud negativa de esta empresa nacional predominó en todo momento. Un convenio que les permita la devolución mensual de una determinada cantidad de mercancía entre proveedores y distribuidores, además de los casos en que procede la garantía por defectos de fabricación, puede ser la diferencia entre un cliente satisfecho y otro descontento. Ofrece/ un producto m servicio de calidad, así como un precio justo por él a fin de obtener la plena satisfacción de los clientes, es una responsabilidad importante de todos los empresarios. Se debe recordar en primera instancia que sin ventas' no hay nada que producir ni servido que prestar. Los productos y servicios que se ofrecen son pensando en primer lugar en e\ cliente. Por ello, al cliente se le debe ofrecer siempre un precio justo, sin tomar ventaja de la urgencia que tenga de los productos ni del tamaño económico que representa. Se le debe ofrecer un buen servicio de preventa, a fin de orientarlo de la mejor manera posible con respecto a los productos que trata de elegir, proporcionarle apoyo en la instalación de los productos; asimismo, se debe garantizar un servicio post-venta' que puede incluir desde la instalación del producto vendido y la especificación de garantías que cubran los desper-fectos del mismo. Relación empresa proveedor • Pagar las cuentas a tiempo. • Trato personal y de amistad. • Conocer las necesidades de ambas partes para tener una relación sólida y duradera. • Tratar y negociar corno nos gustaría ser tratados. • Evitar la corrupción en el área de abastecimientos. • Obrar con verticalidad y honestidad. • Fomentar el desarrollo tecnológico. • Dar al proveedor una visión de su aporte al proceso de la producción para que entienda cuál es su valor agregado. • Ser solidario con sus problemas. La relación con el proveedor al igual que la relación con el cliente, constituyen dos sólidos eslabones que vinculan al empresario con el proceso productivo. La carencia de proveedores le ocasiona problemas al empresario en sus compromisos para surtir sus productos a los clientes. Asimismo, la falta de clientes afecta a los proveedores, ya que los empresarios tendrán sus inventarios llenos, además que la falta de liquidez no le permitiría comprar materia prima o productos a sus proveedores. Los tres elementos están fuertemente ligados entre sí y los problemas de uno repercuten en los demás. Sin embargo, en algunas empresas se ha considerado que los proveedores son "desechables", es decir, que son utilizados para exprimirlos, obtener de ellos el máximo provecho, y cuando ya no sean útiles, arrojarlos al "bote de los desperdicios"; una vez terminado con uno, se busca otro proveedor que alimente su insaciable voracidad. Para evitar problemas en la cadena productiva, la cual se inicia con el proveedor, algunos empresarios recomiendan y reconocen que se deben tener presentes tres principios básicos en las relaciones que se establezcan con ellos; éstos son la dignidad de la persona, la solidaridad y la subsidiariedad.5 5 Cfr. FERRARA, José Vicente. Ponencia presentada en el Foro USEM, 1996. La dignidad de la persona debe traducirse en respeto y aprecio para con los proveedores; pero no se puede tener respeto y aprecio por quienes no conocemos, por ello el primer paso, es convivir más con sus proveedores, conocer sus problemas y sus aspiraciones, y buscar la manera de apoyarse mutuamente en el desarrollo de sus respectivas empresas. La solidaridad con el proveedor es de singular importancia en los tiempos actuales, ya que si lo apoyamos en la búsqueda de soluciones a sus problemas, podrá mejorar sus productos y servicios, y en consecuencia, tendremos mejor materia prima. Este principio está estrechamente relacionado con el de la subsidiariedad, que significa impulsar el desarrollo y crecimiento profesional de nuestros proveedores. En suma, con mejores proveedores, tendremos mejores productos y servicios, por lo que nuestros clientes estarán más satisfechos; es decir, la diferencia entre apoyar y trabajar estrechamente con nuestros proveedores y exprimirlos al máximo para reducir los gastos de la empresa, está en consolidar en el largo plazo nuestras ventas con productos y servicios mejorados. Relación empresa-sociedad • Promover valores entre los trabajadores. • Comprometerse con los problemas sociales de México. • Promover y mejorar productos. • Buscar en conjunto el bien común. • Promover la educación. • Preservar el medio ambiente. • Promover la calidad de vida en las familias, • Apoyar a los organismos intermedios. • Respetar la unidad y el entusiasmo. Es indiscutible la apretada relación e interdependencia que existe entre la sociedad y las empresas. La sociedad requiere de empresas que den oportunidades de trabajo para los hombres y mujeres, ya que el trabajo constituye una herramienta del progreso y el bienestar de las personas. Debemos recordar que el hombre es un ser social que se perfecciona y se desarrolla a través dei trabajo. De tal forma, el trabajo humano es cada vez más importante para propiciar un desarrollo científico, tecnológico, económico y social de la humanidad. Sin trabajo no hay progreso, y sin empresas no hay trabajo organizado. No obstante, los empresarios deben cuidar que sus negociaciones no alteren el medio ambiente, contribuyan a buscar soluciones a los grandes problemas sociales y promuevan una mejor calidad de vida a sus trabajadores, a través de la educación y los valores. De este modo, la sociedad mejora y con ello, se beneficia también la empresa, la cual tendrá mayores oportunidades de desarrollarse en una comunidad en la que están satisfechas las necesidades básicas y se mantienen elevados niveles de educación y solidaridad social. Los problemas de la sociedad repercuten en la empresa, a la vez que los problemas de esta última, afectan sensiblemente a aquélla. Relación empress familia • Evitar que por el trabajo se descuide a la familia. • Hacer crecer a las familias de los colaboradores. • Promover la participación del hombre en la vida familiar. • Transmitir a los hijos de los colaboradores el respeto al trabajo. • Promover valores como: el amor a Dios, la responsabilidad, laboriosidad, lealtad y la honestidad. • impulsar un ambiente de paz en el hogar. Se ha dicho que la familia es la célula de la sociedad; también se ha señalado que es el santuario de la vida y, para otros, es la primera escuela de nuestra existencia. Como se le quiera definir, es indudable que la familia está íntimamente ligada a las empresas, en virtud de que los efectos, positivos o negativos que la afectan, repercuten primeramente en el seno de las familias que dependen del trabajo que se ofrece con regularidad en ese lugar. A las empresas les conviene tener trabajadores que provengan de familias de buenas costumbres, donde se tengan principios y valores morales sólidos como la responsabilidad, la laboriosidad, el respeto y la lealtad. Sin embargo, las familias de hoy en día viven crisis muy intensas, en virtud de los grandes problemas sociales que nos afectan. Cada vez es más frecuente encontrar familias desintegradas, donde es difícil incidir en la formación de valores. Para abatir este problema, la empresa puede contribuir de diversas formas; en primer lugar, evitando que por el trabajo se descuide a la familia, como dice el primer principio señalado. Asimismo, desde la empresa se pueden promover valores entre los trabajadores y sus familias, además de impulsar la educación de sus hijos, con el propósito de participaren la solución de sus problemas y por ende, de la sociedad en general. Relación empresa-gobierno • No contribuir a la corrupción. • Cumplir las obligaciones fiscales. • Vigilar y reclamar el buen uso de los impuestos. • Exigir resultados. • Ser propositivos, con exigencia y determinación. • Respetar al gobierno, como elemento necesario de regulación de las actividades dirigidas al desarrollo y crecimiento del bien común. • Cumplir con las leyes. • Ser participative en la modificación de las leyes. • Exigir eficiencia en la gestión de gobierno. Para concluir este aspecto de la responsabilidad social del empresario, veremos brevemente el apartado que incluye los principios que regulan las relaciones empresagobierno. El papel del gobierno es fundamental para el desarrollo de las empresas. Toca al gobierno la tarea de garantizar la seguridad, sin la cual no existe la posibilidad de un sano desarrollo humano, político y económico, ya que la inseguridad afecta la calidad de vida de amplios sectores de la población; impide los procesos de desarrollo económico y constituye un elemento que obstaculiza el flujo de inversiones. Asimismo, al gobierno le corresponde impulsar el desarrollo de las distintas ramas económicas, comerciales e industriales, a través de la expansión de la infraestructura de servicios básicos, sin los cuales las empresas tendrían limitadas sus capacidades de crecimiento. Igualmente, toca al gobierno establecer una política económica y social que favorezca al sector productivo y a las personas que habitamos este país, así como el marco jurídico adecuado para motivar la inversión productiva y favorecer el desarrollo empresarial. AI empresario le corresponde, al igual que a todos los ciudadanos, cumplir con sus obligaciones fiscales, así como con el resto de las disposiciones jurídicas que le sean de su competencia, también vigilar la aplicación correcta de los recursos públicos y proponer reformas legislativas que mejoren el entorno político, económico y social de nuestro país. En este marco de relación con el gobierno, se debe exigir el respeto a los derechos de los particulares; y de ser necesario, cuando exista un exceso en el ejercicio de la autoridad, es imperioso recurrir a los medios legales de defensa. Empresa y gobierno son dos entes sociales que interactúan entre sí. La empresa necesita de buenos gobiernos para su progreso y éstos requieren de empresas sólidas para su crecimiento económico. Como se puede apreciar, la empresa está íntimamente ligada a diversos elementos que influyen en ella y que necesitan estar en equilibrio para obtener mejores resultados. Con los clientes y proveedores, se integra una cadena productiva que es vital para la supervivencia en el mercado; con los trabajadores y sus familias, existe un compromiso de contribuir a su mejoramiento constante, y con la sociedad y el gobierno, la responsabilidad de trabajar unidos por el progreso del país.