Guía viaje al valle por el valle del Gállego

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Departamentos de Geografía e Historia
Ies. Medina Albaida e Ies. El Portillo
ZARAGOZA
“El valle y la montaña: estudio del relieve del valle del río Gállego”
Se trata de un viaje con dos objetivos:
1º.- Se recorre y estudia el curso del río un Gállego haciendo hincapié en el
estudio de:
- las terrazas del río Gállego en Villanueva de Gállego
- Los relieves tabulares situados en la margen izquierda
- Los glacis atravesados a lo largo del camino hasta llegar a Almudevar
- El inicio de la cadena pirenaica a la altura de Nueno
- El cañón del Isuela desde Arguís
- La morrena Terminal del antiguo glaciar que ocupó el valle de Tena
2º.- Visita a la catedral de Jaca donde el profesor de Historia del Arte explicará
a los alumnos las características técnicas y artísticas del arte románico.
En Villanueva de Gállego (km 515, de la antigua nacional): análisis de las
terrazas fluviales y de los paisajes tabulares. En una cantera abandonada que hay
en la salida norte de Villanueva de Gallego hacia Huesca, se observan las
características de los aluviones cuaternarios del río Gállego constituidos por los
típicos cantos rodados, muchos de ellos de naturaleza granítica, procedentes de
la zona axial del Pirineo.
Las TERRAZAS ALUVIALES son plataformas sedimentarias construidas por
la sedimentación de los materiales que transporta en suspensión el agua de un
río, y que se depositan a los lados del cauce cuando disminuye el caudal y con
ello la fuerza de arrastre del río. El transporte del material es la función
fundamental de las aguas corrientes. Los materiales que llevan en suspensión
constituyen la carga o caudal sólido.
La formación de una
terraza
es
un
proceso que precisa
largos periodos de
tiempo y que se ve
condicionado por las
características
climáticas de la
cuenca y por la
energía y potencia
de
arrastre
del
caudal. Un periodo
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de clima árido favorecerá la creación de terrazas porque disminuirá el caudal del
río y perderá potencia de transporte, predominando los procesos de
sedimentación de cantos y limos.
La distancia y la velocidad a la que se desplazan los fragmentos dependen de su
calibre. Los fragmentos más gruesos son arrastrados sobre el fondo del lecho
menor por deslizamiento y rodamiento. Cuanto más grandes necesitan un
aumento del caudal mayor para ponerse en movimiento. Las partículas
coloidales y los limos se mantienen dentro del flujo por suspensión. Son las que
vuelven el agua turbia. Las gravas avanzan por saltación, tras ser elevadas del
fondo por fuerzas helicoidales, que sin embargo no pueden mantenerlas dentro
del flujo.
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1- Sedimentación de llanura aluvial; 2- Erosión y encajamiento; 3-Nueva llanura
aluvial y 4-Nueva etapa erosiva.
Camino de Almudevar y sin realizar ninguna parada podremos ver desde el
autobús y estudiar los glacis
Etimológicamente GLACIS
significa terreno plano e
inclinado, de suave pendiente,
(menor del 10%) generalmente
formada por la lixiviación1 y
posterior deposición de las
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Lixiviación. Desplazamiento de sustancias solubles o dispersables (arcilla, sales, hierro,
humus, etc.) de los horizontes superiores del suelo arrastrados por el agua.
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partículas finas de un cono de deyección o una ladera.
En el valle del Gállego encontramos glacis
de acumulación que se apoyan o nacen al pie
de un escarpe y concluyen junto al cauce del
río (también se les conoce como glacis
terraza) o en el eje de una depresión. Se
trata, por tanto, de taludes cuya superficie
suele estar cubierta por un manto poco
espeso de derrubios procedente del escarpe.
Para la formación de un glacis son necesarios tres factores:
1. Persistencia de un mismo tipo de clima que se caracteriza por ser cálido o
frío pero seco, con lluvias torrenciales.
2. Estabilidad tectónica. En función de ésta, las dimensiones del glacis serán
mayores o menores, puesto que a mayor estabilidad tectónica mayor será
la extensión de éste.
3. Tipo de roca. Suelen formarse sobre rocas poco resistentes, margas o
arcillas que son fácilmente aplanadas por el proceso de arroyamiento no
encauzado provocado por las lluvias torrenciales.
En Aragón también se les conoce con los nombres de saso, sasillo y sarda, y son
el asentamiento preferente de los viñedos.
Otras forma de relieve fácilmente visible a lo largo del curso medio y bajo del
río Gállego son las CARCAVAS y los BADLANDS.
Las cárcavas se forman en
áreas donde el clima
semiárido de infrecuentes
pero intensas lluvias y
escasa vegetación.
Las cárcavas son, por
tanto, zanjas creadas por
las aguas de escorrentía.
Una de las condiciones
esenciales
para
su
formación es la existencia
de
materiales
no
consolidados sobre la
superficie; puede tratarse de, por ejemplo, suelos conformados por arena, arcilla
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o por la mezcla de distintas texturas. Si estas capas de materiales blandos no son
profundas, por consiguiente, las cárcavas serán de poca profundidad. Los
lugares más proclives a la erosión en cárcavas son aquellos carentes de
vegetación, como en vertientes de climas áridos o semiáridos. También se dan
en zonas deforestadas por diversas actividades antrópicas (agricultura, minería,
etc.), donde los suelos han quedado al descubierto.
Cuando entremos en contacto con el dominio pirenaico podremos observar los
depósitos de rañas.
se llama depósito de
Rañas a formaciones o
acumulaciones redimentarias que se encuentran
al pie de las montañas y
están formadas por una
mezcla de margas y
arcillas con fragmentos
de pierdas rodadas de
diverso tamaño, que
hacen de enlace entre la
montaña y la cuenca
sedimentaria.
Su Meteorización se
debe a los procesos de
erosión que sufren las
rocas, y pueden ser física
o mecánica y química.
La erosión mecánica
predomina
en
las
regiones secas; actúa
mediante las heladas y
los
cambios
de
temperatura que, por la
acción de cuña del hielo o por el diferente coeficiente de dilatación de los
minerales que componen las rocas, tienden a fragmentarlas. La meteorización
química, máxima en zonas húmedas y cálidas, altera las rocas transformando los
minerales por la acción de los gases atmosféricos, mediante hidratación,
carbonatación, oxidación, disolución, etc. Cuando coexisten ambos tipos, la
mecánica, al disgregar las rocas, favorece su descomposición química. El
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resultado final es la formación de una capa de derrubios sobre la roca madre,
que constituye los diversos tipos de suelos o los canchales y coluviones.
El primer contacto con el Pirineo
lo realizamos subiendo el puerto
del Monrepós. En realidad, se trata
del Prepirineo o Sierras Exteriores.
Es un manto de corrimiento que
tiene su origen en las zonas más
altas de la cadena montañosa o
Pirineo Axial, y que se desplazó
lentamente a lo largo de gran parte
del movimiento alpino hasta
reposar sobre el borde de la
Depresión del Ebro. Todo él está
compuesto por escamas de
materiales sedimentarias que se
superponen unas a otras. Si
observamos
detenidamente,
veremos que, desde el comienzo
del puerto de montaña hasta los
túneles, la roca dominante es la
caliza; desde los túneles hasta
Sabiñánigo, encontramos arenisca.
Posteriormente, en el entorno de la
ermita de Santa Elena, volveremos
a encontrar caliza.
El embase de Arguis nos permite observar dos interesantes formaciones:
1. El embase se sitúa en una hondonada
natural del terreno, a la que, desde su
formación, vertieron las aguas que la
lluvia dejaba en las montañas
circundantes. Hasta que esas aguas
consiguieron abrirse paso hacia el valle
del Ebro, convirtiéndose en el río
Isuela, permanecieron embalsadas de
forma natural en ese cono invertido. El
resultado fue la acumulación de lodos en su fondo, que hoy son unas
rocas sedimentarias, relativamente recientes, llamadas margas. Pero ese
embalse natural hizo otra cosa más: oxidó de forma anaeróbica (sin
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contacto con el aire-oxígeno, porque estaban cubiertas por el agua) el
hierro contenido en esos lodos, dando lugar a óxido ferroso, de color gris
azulado. Hoy vemos como las margas azuladas son las rocas dominantes
en las zonas que circundan el pantano de Arguis.
2. Desde la presa que construyeron los regantes para dar lugar al pantano de
Arguis (que no es sino un recuerdo de
la barrera caliza que la Naturaleza había
dispuesto hace millones de años)
observaremos el “cañón” del Isuela. Se
trata de un profundo y angosto valle,
excavado por las aguas que bajaban de
las montañas (que habían sido retenidas
en el embalse natural de Arguis, hasta
que se abrieron paso) a su paso por las
calizas. La caliza es una roca
sedimentaria formada a partir de
sedimentos del fondo de mares ricos en
corales y otros elementos calcáreos
(mares tropicales), que sometidos a
fuertes presiones dan lugar a una roca
compacta y firme pero que, por su
composición –rica en carbonato cálcico- presenta un elevado grado de
solubilidad en el agua. Esto explica que las aguas del Isuela hayan podido
cortar la roca “como un cuchillo en mantequilla” al encontrar alguna veta
u horizonte con mayor riqueza calcárea; esto es, con más elementos
calcáreos. Si nos fijamos bien, veremos en las paredes de cañón las
huellas de antiguos meandros y de los antiguos recorridos del río. Todo
ello, si las obras de ingeniería civil no has destruido las huellas de la
evolución del paisaje y de la vida a través de millones de años.
Después de Arguis, y desde la cima del Monrepós, veremos una panorámica
maravillosa de gran parte del Pirineo: a nuestros pies, tendremos la
“depresión interior”; tras ella, las Sierras Interiores; y al fondo, las
majestosas alturas del Pirineo Axial. El autobús continuará su camino de
descenso hacia Sabiñánigo, cruzando un paisaje de largos estratos
ligeramente inclinados (antes los hemos llamado “cuñas”) de areniscas
amarillentas. A veces, la disposición de las formaciones vegetales de bojes,
erizones y tomillares remarca el esquema de las formaciones del relieve.
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Ya en las proximidades de Sabiñánigo encontraremos un paisaje. En medio
de la continuidad de las areniscas del manto de corrimiento, veremos que
destacan unos estratos rocosos erguidos como paredes. Podemos establecer
dos hipótesis explicativas:
1. Se trata de estratos de sedimentos calizos que, situados en una zona
dominada por una falla en la que se está produciendo un proceso de
subducción (no olvidemos que hace poco tiempo hubo un pequeño
terremoto en la zona), lo están reflejando verticalizándose.
2. Son los restos de un antiguo sinclinal calizo, del que hoy quedan restos
muy aparentes en Peña Oroel o en la Sierra de San Juan de la Peña, pero
que formó un todo continuo de sierras, que la erosión ha ido demoliendo,
quedando como huellas las zonas que estaban protegidas por
acumulaciones de conglomerados (son rocas muy resistentes a la erosión)
en sus flancos.
Ya en la zona serrablesa, volvemos a encontrar “margas grises” y no
podemos dejar de pensar que esta zona hundida tuvo que estar también
inundada. Imaginamos un enorme lago, pero ¿de dónde salieron sus aguas?
Es fácil pensar que esta zona de la “depresión media”, hundida a lo largo de
casi todo el Pirineo, es propicia para que las aguas se quedasen estancadas
hasta que los ríos labrasen sus causes y desaguasen hacia la depresión del
Ebro, pero la labor tuvo que ser ardua: ¡excavaron sus valles cortando todo el
Prepirineo o sierras exteriores! No entenderemos el proceso sino pensamos
en términos de tiempos geológicos: hay que percibir el tiempo en magnitudes
de cientos de miles de años, de millones de años.
La pregunta sigue viva ¿de dónde salió semejante lago? La respuesta la
encontramos en la historia geológica y en la próxima parada.
La historia del Pirineo nos dice que comenzó a elevarse en el movimiento
alpino, que fue un proceso largo, que comenzó por el Este, por lo que hoy
llamamos pirineo catalán, y que concluyó por la zona occidental, que
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mientras esto se iba produciendo, el mar se iba retirando hacia lo que hoy es
el mar Cantábrico. Es más, que, hasta que los Montes Vascos no comenzaron
a elevarse, las aguas del mar invadieron la depresión del Ebro y las de
aquellas otras depresiones que se abrían a ellas. Así que ¡Sabiñánigo pudo
tener playa!
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Pero antes hemos hablado de embalses, no de mares. Efectivamente, en la
parada que realizaremos en Senegüé podremos observar la huella del glaciar
del valle de Tena, sus morrenas y otros restos que nos dejó la enorme masa
de hielo que, desde las zonas más altas, situadas a ¡unos 30 kilómetros!, y por
los valles transversales retuvo en forma de hielo el agua de las
precipitaciones durante las épocas glaciares, cuando los 0º C se alcanzaban
en ese lugar en el que encontramos la morrena terminal del glaciar, donde
comenzaba el deshielo, donde el agua manaba hacia las zonas bajas y se
quedaba “embalsada” en esa “depresión media”. Pero pensemos por un
momento en el final de las épocas glaciares: las temperaturas subían y las
masas de hielo comenzaban a derretirse, enormes masas de agua inundaban
las zonas circundantes a los glaciares hasta que se abrían paso en forma de
ríos, rompiendo con sus valles las barreras montañosas que las encerraban.
Ahora si que podemos comprender como se pudo formar un enorme lago de
agua dulce en el que se depositaron lodos, que luego serán nuestras margas
grises. Pero también entenderemos la fuerza de unos ríos, hoy, a veces, de
escaso caudal, que labraron cañones, amplísimos valles, etc.
Después de analizar los glaciares, daremos un agradable paseo entre pinares,
por una de las laderas del valle de Tena, recorriendo parte del llamado
“Sobrepuerto”. Los objetivos son:
-
Ver de cerca el flysh. Unas rocas sedimentarias que se aprietan en finas
capas que el movimiento alpino comprimió, dejando un conjunto de
clarísimos pliegues. Se trata de los depósitos que había en las
profundidades del mar mesozoico que ocupaba lo que hoy son los
Pirineos. Al comenzar el levantamiento alpino, esos sedimentos,
plásticos y escurridizos, del fondo del mar se elevaron, para enseguida
deslizarse y caer sobre la zona hundida del la depresión interior; de tal
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forma, que hoy los tenemos en la zona de enlace entre el bloque
elevado de las “sierras interiores” y el Pirineo Axial y el bloque
hundido de la depresión interior. Posiblemente, el manto de
corrimiento que cubre la mayor parte del Pirineo se deslizó sobre estos
estratos de flysh que, cuando comenzaron a formarse, estaban
compuestos por capas y capas de lodos húmedos.
-
Observar las “sierras interiores”. Al finalizar el camino de ida,
tendremos enfrente unas gruesas escamas de caliza que se yerguen
verticalizadas a lo lardo de gran parte del Pirineo, aunque cortadas en
fragmentos o sierras individualizadas (Telera, Tendeñera) por los
valles de los ríos. Son calizas de un color gris claro, que constituyen la
parte más norteña del manto de corrimiento, la que enlaza con el
Pirineo Axial. Las aguas de las precipitaciones y los deshielos han
actuado sobre la roca erosionándola. Si nos fijamos atentamente,
observaremos que los estratos están dispuestos en forma de escamas y
que la erosión ha ido dibujando en ellos un relieve en forma de dientes
de sierra, que se llaman chevrons. Por último, si miramos hacia abajo,
hacia el fondo del valle, además de ver el cañón que ha labrado el
Gállego en las calizas, podremos comprobar como los hielos del
glaciar, al encontrarse con el obstáculo de la barrera de las “sierras
interiores”, hasta que las rompieron, dejaron depósitos en forma de
morrenas, que conviven en el paisaje con el flysh.
A partir de aquí comienza el Pirineo Axial, las grandes cumbres del Pirineo, ¡los
tresmiles!. El balneario de Panticosa se asienta en un circo glaciar. Las montañas
que lo rodean formaban una cúpula invertida donde se acumulaba el hielo y la
nieve que luego se deslizaría por la lengua del glaciar, para enlazar con la lengua
principal de lo que hoy es el río Gállego, hasta ir a deshelarse en las
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proximidades de lo que hoy es Sabiñánigo. De ese viejo glaciar hoy sólo nos
quedan las huellas de la erosión y un pequeño embalse construido sobre lo que
fue un ibón; esto es, un embalse natural que quedó como hito del lugar en el que
resistió la última masa de hielo.
Los hielos congelan la humedad que ha penetrado en las rocas y las rompen, y
después las adhieren a su superficie inferior, la que se desliza sobre el suelo.
Conforme el hielo se mueve hacia el final del glaciar, va erosionándolo, va
realizando su labor “abrasiva”, que nos dejará esas formas redondeadas: valles
en forma de “u”, circos en forma semiesférica, rocas aborregadas, etc.
Pero nos queda una
duda:
cuando
observamos
las
cumbres, que están en
torno a los 3.000
metros sobre el nivel
del
mar,
cuando
sabemos que nosotros
estamos a casi 1.700
metros, que la distancia
que nos separa de las
cimas es de más de
1.300
metros
“en
vertical”, entonces nos
preguntamos: si la
erosión lleva actuando
sobre estas alturas prácticamente ¡cincuenta millones de años! ¿qué altura
pudieron haber alcanzado? La respuesta es difícil porque desde el momento en
el que la cordillera comenzó a levantarse la erosión empezó a actuar. De esta
manera, jamás llegó a alcanzar la altura a la que el acortamiento cortical de unos
100 km (el choque de la placa ibérica con la placa euroasiática hizo que los
sedimentos que había entre ellas se plegasen) pudo haber dado lugar. No
obstante, si que podemos hacer algunas hipótesis. Pensemos, por ejemplo, que lo
que estamos viendo en el Pirineo Axial es el zócalo sobre el que se habían
depositado los sedimentos que forman el enorme manto de corrimiento que llega
hasta la depresión del Ebro ¿qué altura podrían haber tenido estas cumbres si
descansase sobre ellas esa enorme masa de sedimentos? Dejemos que vuele la
imaginación…
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