TEMA 4 SCHELLING - La evolución del pensamiento de Schelling resultaba bastante compleja. La división más adecuada es aquella que considera seis períodos diferentes: 1) Los comienzos fitcheanos (1795-1796) 2) El periodo de la filosofía de la naturaleza (1797-1799) 3) El momento del idealismo trascendental (1800) 4) La fase de la filosofía de la identidad (1801-1804) 5) La fase teosófica y de la filosofía de la libertad (1804-1811) 6) La fase de la filosofía positiva y de la filosofía de la religión (a partir de 1815) 1. LOS COMIENZOS FICHTEANOS DEL PENSAMIENTO DE SCHELLING Y LOS NUEVOS FERMENTOS (17951796) - Schelling considera que las dificultades provocadas por la «cosa en sí» kantiana han sido solucionadas por la filosofía de Fichte. Los kantianos han errado el camino, porque la doctrina de Fichte es en realidad la verdadera doctrina kantiana, desarrollada de un modo coherente y consciente, y sus conclusiones indican una etapa decisiva: hay que buscar en la esfera del sujeto lo que antes se había buscado en la esfera del mundo externo y del objeto. - Sin embargo ya aparecen rasgos que le alejan de Fichte e indican el camino que Schelling seguirá: el «yo» puro es presentado como Absoluto, con una unidad propia del «Uno-Todo» inmutable. El yo no es conciencia, ni pensamiento, ni persona, porque tanto la conciencia como la persona son momentos sucesivos y deducidos. Schelling también concede una gran relevancia a la intuición intelectual (que Fichte ya había reivindicado para el «yo»), así como a la libertad. - Schelling tratará de a) satisfacer mejor las dificultades planteadas por el objetivismo de Spinoza y reequilibrar el subjetivismo absoluto de Fichte, que corre el peligro de caer en la unilateralidad opuesta a la de Spinoza, y b) llenar la evidente laguna del sistema fichteano, que había reducido toda la naturaleza al simple «no yo», haciéndole perder toda identidad específica y llegando casi a anularla. 2. LA FILOSOFÍA DE LA NATURALEZA DE SCHELLING (1797-1799) - ¿Qué es entonces la naturaleza, si no es un «puro yo»? Schelling cree que existe una unidad entre lo ideal y lo real, entre espíritu y naturaleza. El sistema de la naturaleza es al mismo tiempo el sistema de nuestro espíritu. Aquello que explica la naturaleza es la misma inteligencia que explica el «yo». Schelling de este modo llega a la conclusión de que la naturaleza es producida por una inteligencia inconsciente, que actúa en su interior y que se va desarrollando gradualmente de forma teológica, mediante sucesivos grados que muestran un finalismo intrínseco y estructural. - «La naturaleza debe ser el espíritu visible, y el espíritu, la naturaleza invisible. Aquí, por lo tanto, en la unidad absoluta del espíritu en nosotros y de la naturaleza fuera de nosotros, hay que resolver el problema referente a cómo se hace posible una naturaleza fuera de nosotros.» - En la naturaleza existe una organización general, que no es pensable sin una fuerza que la produzca. A su vez dicha fuerza necesita un principio organizativo. Sólo puede consistir en un principio espiritual, un espíritu fuera de nuestro espíritu, que sea capaz de esto. Puesto que no nos es lícito admitir una conciencia fuera del "yo", el espíritu que obra en la naturaleza debe ser un espíritu inconsciente. Aquí aparecen al mismo tiempo el punto de contacto con Fichte y la diferencia con éste, que afirmaba que la naturaleza surgía de un modo puramente idealista de la imaginación productiva del "yo", de una fuerza que obra de manera irreflexiva, y por lo tanto carente de conciencia. Schelling reafirma este obrar carente de conciencia, pero lo transfiere a la realidad objetiva, ya que el principio que actúa allí espiritualmente no es en su opinión el "yo", sino que está fuera de éste. - Si espíritu y naturaleza proceden de un mismo principio, en la naturaleza debe hallarse aquella misma fuerza que se expande, y el límite que se le contrapone, que hallamos en el «yo» fichteano. La contraposición del límite, empero, sólo detiene momentáneamente la fuerza expansiva, que muy pronto reemprende su curso, para detenerse luego ante un límite posterior, y así sucesivamente. - A cada fase constituida por un encuentro entre la fuerza expansiva y la fuerza limitadora le corresponde la producción de un grado y de un plano de la naturaleza, que poco a poco se presenta como más rico y jerárquicamente más elevado. El primer encuentro entre fuerza positiva expansiva y fuerza negativa y limitadora da lugar a la materia. El segundo encuentro da lugar a lo que se nos aparece como mecanicismo universal y como proceso dinámico general. Los encuentros continúan con grados más elevados, como el del organicismo, hasta llegar al hombre, en el que se suscita la conciencia y la inteligencia adquiere su autoconocimiento. - “La naturaleza logra su finalidad más alta -la de convertirse enteramente en objeto para sí misma- a través de la última y más elevada reflexión, que no es otra cosa que el hombre o, más en general, aquello que llamamos razón: de este modo, por vez primera se da un retorno completo de la naturaleza a sí misma, y se hace evidente que la naturaleza es originariamente idéntica a lo que en nosotros se reconoce como principio inteligente y consciente.” - Schelling concede un nuevo auge al antiguo concepto de «alma del mundo», que no es más que la inteligencia inconsciente que produce y rige la naturaleza, y que sólo al nacer el hombre se abre a la conciencia. Finalmente el hombre, que considerado en la infinitud del cosmos se presenta físicamente como algo pequeñísimo, resulta por el contrario ser el fin último de la naturaleza, porque en él se vuelve a despertar el espíritu, que en todos los demás escalones de la naturaleza permanece como adormilado. 3. IDEALISMO TRASCENDENTAL E IDEALISMO ESTÉTICO (1800) - Una vez establecido que la naturaleza no es más que la historia de la inteligencia inconsciente, que a través de sucesivos grados de objetivación acaba por llegar en el hombre a la conciencia, Schelling experimentó la necesidad de volver a examinar la filosofía de la conciencia, replanteando sus estructuras de acuerdo con las nuevas nociones. - En El sistema del idealismo trascendental escribe que la Filosofía de la Naturaleza debe partir de lo objetivo para extraer de ello lo subjetivo, y en cambio la Filosofía Trascendental debe partir de lo subjetivo, como lo primero y absoluto, y hacer que de éste derive lo objetivo. Y si toda filosofía debe conseguir que la naturaleza se convierta en inteligencia, o la inteligencia se convierta en naturaleza, de ello se sigue que la filosofía trascendental a la que le corresponde esta última tarea es la otra ciencia necesaria y fundamental para la filosofía. - Schelling adopta el siguiente esquema de razonamiento. El «yo» es actividad originaria que se pone a sí misma hasta el infinito, una actividad productiva que se convierte en objeto para sí misma. Sin embargo, la pura producción infinita que es característica del «yo»«debe poner límites a su propio producir» y por lo tanto «oponer algo a sí misma». La actividad del «yo», en cuánto actividad infinita, pone el límite y luego lo supera. Schelling denomina «actividad real» (en cuanto productora) aquella actividad que produce hasta el infinito, y llama «actividad ideal» a la que toma conciencia al encontrarse con el límite. Ambas actividades se presuponen recíprocamente. - “Al igual que las dos actividades se presuponen recíprocamente, lo mismo sucede con el idealismo y el realismo. Si reflexiono únicamente sobre la actividad ideal, nace para mí el idealismo, o la afirmación según la cual el límite ha sido puesto sólo por el «yo». Si reflexiono únicamente sobre la actividad real, nace para mí el realismo, o la afirmación según la cual el límite es independiente del «yo». Si reflexiono sobre las dos al mismo tiempo, nace para mí algo intermedio entre ambas, que se puede llamar «ideal-realismo», o lo que hasta ahora hemos designado con el nombre de «idealismo trascendental». La filosofía teórica es idealismo, y la práctica, realismo; sólo entre las dos se constituye el sistema completo del idealismo trascendental.” Así Schelling pone la filosofía trascendental como tercer momento, más allá de la filosofía teórica y la filosofía práctica, y justamente como síntesis de éstas. - ¿Cómo unificar ambas en la Filosofía Trascendental? La respuesta está en una actividad al mismo tiempo consciente e inconsciente y, como tal, presente tanto en el espíritu como en la naturaleza y que genera todas las cosas: la «actividad estética». Tanto los productos del espíritu como los de la naturaleza son engendrados por esta misma actividad. En efecto, en la creación artística se funden lo consciente y lo inconsciente; el producto artístico es finito, sin duda, pero conserva una significación infinita. En las obras maestras del arte humano existe una clave idéntica a las obras maestras del arte cósmico. De este modo el arte se convierte en «la revelación única y eterna». - Todo el sistema subsiste entre dos extremos, uno de los cuales ha sido designado por la intuición intelectual, y el otro por la intuición estética. La primera, que sólo es necesaria para aquella dirección particular que el espíritu toma al filosofar, no entra en general en la conciencia común. La otra, que no es más que la misma intuición intelectual, después de haber adquirido una validez universal y de haberse convertido en objetiva, puede hallarse al menos en todas las conciencias. Por eso la filosofía no puede conseguir una validez universal. El arte es la única cosa a la cual le ha sido concedida la objetividad absoluta. Quitadle al arte su objetividad, cabría decir, y dejará de ser lo que es, para convertirse en filosofía. Dadle objetividad a la filosofía, y dejará de ser filosofía para convertirse en arte. 4. LA FILOSOFÍA DE LA IDENTIDAD (1801-1804) - Esta concepción de la intuición estética, como la que capta en su unidad lo ideal y lo real, y la definición de la filosofía trascendental como ideal-realismo, implicaban una nueva concepción de lo Absoluto, en la que se representase como identidad originaria entre «yo» y «no yo», sujeto y objeto, consciente e inconsciente, espíritu y naturaleza, abandonando las fórmulas unilaterales kantianas y fichteanas de “yo” o “autoconciencia”. Lo absoluto es la identidad entre ideal y real, y la filosofía es el saber sobre lo absoluto, basado en la intuición acerca de éste. - A quien no posea intuición de este absoluto no se le puede proporcionar ninguna demostración, precisamente porque como absoluto es condición de toda demostración. A lo absoluto sólo nos podemos elevar mediante una intuición originaria. - A este absoluto se le llama «razón», o razón en la medida en que es pensada como total indiferenciación entre lo subjetivo y lo objetivo, y el punto de vista de la razón es el punto de vista del saber absoluto. - Nos hallamos ante una concepción en la que Fichte y Spinoza se ven sintetizados a través de una forma de espiritualismo panteísta radical. Todo es razón, y la razón lo es todo. Esta identidad absoluta es infinita, y por lo tanto todo lo que es, es identidad. Todas las cosas que se consideren como son en sí mismas se resuelven en esta identidad infinita, ya que sólo existen en ésta, y no fuera de ésta. Tal identidad no sale fuera de sí misma, sino que por lo contrario todo está en ella. Esta identidad absoluta, por lo tanto, es el Uno-Todo, fuera del cual nada existe por sí mismo, es el universo mismo, coeterno con la identidad. - Las cosas individuales son manifestaciones fenoménicas que surgen de la diferenciación cualitativa entre lo subjetivo y lo objetivo, de la que nace lo finito. Todo ser individual constituye la diferenciación cualitativa de la identidad absoluta; no sólo se halla radicado en la identidad, en cuanto fundamento suyo, sino que siempre supone asimismo la totalidad de las cosas individuales, a las que se halla ligado de un modo estructural y orgánico. - La identidad infinita se manifiesta de dos maneras: en una de ellas prevalece la subjetividad y en la otra prevalece la objetividad. Pero en ambos extremos se sobreentiende y prevalece la identidad. La siguiente dificultad consiste en explicar cómo y por qué de la identidad infinita nacen la diferenciación y lo finito. - Schelling está luchando con un problema muy serio: el origen de lo finito a partir de lo infinito. Había llegado a un punto en el cual no podía admitir el creacionismo (para el cual lo finito surge de un acto de libre voluntad del Creador y supone la trascendencia), ni tampoco la doctrina de Spinoza (que en la práctica anula lo finito). Por tanto, recupera el antiguo concepto, según el cual la existencia de las cosas y su origen suponen una caída originaria, un apartamiento de Dios. Para Schelling el origen del mundo sensible sólo puede explicarse mediante una separación de lo absoluto a través de un salto. Éste es el tema central de su fase teosófica. 5. LA FASE TEOSÓFICA Y LA FILOSOFÍA DE LA LIBERTAD (1804-1811) - La solución del problema anterior implica una revisión de lo absoluto. Schelling acepta que se le llame panteísta a condición de que se entienda por «panteísmo» el que todo está en Dios, pero no que todo sea Dios. Dios es lo antecedente y las cosas son lo consecuente. Lo consecuente está en lo antecedente, pero no al revés. - También acepta el considerar a Dios como persona, pero como persona que se hace. En Dios existe un principio obscuro y ciego que es voluntad irracional, así como un principio positivo y racional, y la vida de Dios se explica justamente como victoria de lo positivo sobre lo negativo. Dios no es puro espíritu, sino también naturaleza. - El drama del hombre -que consiste en la lucha entre el bien y el mal, entre libertad y necesidad- no es más que el reflejarse de un originario conflicto entre fuerzas opuestas que se hallan en la base de la existencia misma y de la vida misma de Dios. En el mundo existe el mal, porque éste existe ya en Dios. Los aspectos obscuros, negativos y angustiosos de la existencia tienen su origen en lo absoluto, están antes en Dios. La vida como lucha entre ambos momentos refleja la lucha originaria que existe en Dios, y la victoria de la libertad, la inteligencia y lo positivo, que es el objetivo de la historia de los hombres, es el reflejo de aquella victoria que se realiza eternamente en Dios. 6. LA FILOSOFÍA POSITIVA, O LA FILOSOFÍA DE LA MITOLOGÍA Y DE LA REVELACIÓN (A PARTIR DE 1815) - El último Schelling distinguió entre filosofía negativa y filosofía positiva, y se dedicó a esta última. Entiende por «filosofía negativa» la especulación alrededor del «qué» universal, es decir, alrededor de la esencia de las cosas. En cambio, por «filosofía positiva» entiende aquella que concierne a la existencia efectiva de las cosas. La primera se refiere a la posibilidad lógica de las cosas, y la segunda, a su existencia real. Con esta distinción no pretende negar la primera, sino hacer valer la necesidad de una integración substancial de ésta. - La filosofía negativa se construye por completo sobre la razón, y la positiva, sobre la religión y sobre la revelación, además de sobre la razón. Es evidente que la revelación por excelencia es aquella sobre la que se fundamenta la religión cristiana. Schelling, sin embargo, amplía el concepto de revelación a todas las religiones históricas, incluidas las politeístas. De un modo general, considera que el curso histórico de las religiones es una especie de «revelación progresiva de Dios». - Finalmente, es importante señalar que el Dios del cual se ocupa esta filosofía positiva es el Dios-persona que crea el mundo, se revela y redime al hombre de su caída. En definitiva, es un Dios objeto de una concreción religiosa.