Nº 94/Octubre 2011 Entrevista José Manuel Sieira Míguez, presidente de la Sala Tercera del Tribunal Supremo 14 “Habría que reorganizar el sistema judicial para trabajar en equipo” Procuradores En la primera entrevista que concede a un medio de comunicación como magistrado, el presidente de la Sala de lo ContenciosoAdministrativo del Tribunal Supremo, la que tiene más carga de trabajo y también mayor número de asuntos pendientes, pide unos 15 meses para ponerse al día. El objetivo es resolver todos los expedientes en el plazo medio de un año. Para ello, reclama que el trabajo en equipo, que ahora se realiza de forma excepcional gracias a la ayuda de un gabinete técnico de apoyo, se convierta en el método normal de funcionamiento no sólo del Supremo, sino también de otros órganos jurisdiccionales. Y amigo de los procuradores, reclama para ellos mayores atribuciones a fin de agilizar el proceso. procurador tiene que ser, o debería de ser, el experto en derecho procesal de las partes, el gran apoyo del tribunal. Recuerdo a un procurador de A Coru­ ña que trabajaba a veces con mi padre, ya que era el que conocía al detalle los recursos que procedían y los plazos. El procurador es el gran impulsor del proceso, durante el desarrollo y una vez terminado por sentencia. Su labor es importante y puede ser un gran apoyo. Probablemente habría que plantearse la posibilidad de darle al procurador atribuciones para poder presentar algu­ nos escritos sin necesidad de acudir a letrado. La labor de los procuradores es mucho más de lo que algunos piensan, son colaboradores esenciales del abogado y del tribunal. –El presidente del TS, Carlos Dívar, lo señalaba en la apertura del año judicial. La Sala Tercera es la que cuenta con la duración media de los procesos más elevada, 17,5 meses. Me figuro que debe preocuparle ese dato. –La Sala de lo Contencioso-Administrativo del TS tiene 32 magistrados e ingresa una media al año de 9.000 ó 10.000 asuntos. Si uno hace una división matemática se da cuenta de que no hay posibilidad de despachar esa cifra. Se viene haciendo un esfuerzo muy importante desde que tomó posesión como presidente mi predecesor, Ramón Trillo. En aquel momento, hace siete años, la Sala tenía 24.000 asuntos pendientes. Se redujo de una manera muy importante esa cifra, alrededor de 11.000 asuntos. Lo que ocurre es que aquella reducción giró fundamentalmente sobre el trámite de admisión. Lógicamente, el cuello de botella se produjo a continuación en cada una de las secciones. El problema se centraba entonces en resolver el mayor número de asuntos, en poner el mayor número de sentencias. Cuando yo tomé posesión analizamos la situación y le presentamos al Ministerio y al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) un plan de actualización, que empezó a funcionar en el mes de marzo del 2011 con la contratación de nuevos miembros en el gabinete técnico. –¿Cómo está siendo el resultado? –En estos seis meses, contando con que agosto es inhábil, los resultados son espectaculares. Estamos en este momento en algo más de 9.000 asuntos; es decir, el número de pendencias se ha reducido en más de mil. Si utilizamos las matemáticas, al ritmo que vamos, en enero-febrero del año 2013 estaríamos al día. Si tenemos en cuenta además la reciente aprobación de la Ley de Medidas de Agilización Procesal, calculo que el objetivo se puede conseguir a finales del año 2012, y tengamos entonces una media de 4.000 asuntos pendientes, que es lo que más o me- Procuradores Entrevista –Los procuradores están reclamando nuevas funciones, por ejemplo en materia de ejecución. ¿Cree que eso ayudaría a agilizar el proceso? –Sinceramente creo que sí. Los jueces estamos sobrecargados de trabajo y, por tanto, el objetivo es poner sentencias. A veces parece que cuando se ha puesto la sentencia el asunto se ha terminado, pero queda una segunda parte que es tan importante como la primera, que es la de ejecutar. La sobrecarga de trabajo, repito, y la exigencia de la sociedad de que se dicte sentencia nos lleva a centrarnos más en esa primera parte que en la segunda En materia civil y contenciosa, la ejecución no es de oficio. En la jurisdicción contenciosa se dicta la sentencia y quien tiene que ejecutar es la Administración; si no lo hace, la parte tiene que pedir al tribunal que requiera a la Administración, pero no hay una ejecución de oficio por parte del tribunal. En la jurisdicción penal sí hay una ejecución de oficio. –¿Cabe aumentar entonces el papel de los procuradores como colaboradores de la Administración de Justicia? –La colaboración de todos los que intervienen en el proceso, y por tanto de los procuradores, que son una parte importante en el proceso, es fundamental. Siempre he pensado que el Nº 94/Octubre 2011 José Manuel Sieira (A Coruña, 1947, casado, tres hijos) ingresó en la carrera judicial en 1972. Tras seis años de ejercicio como juez, tuvo varios cargos en sucesivos gobiernos, primero en el Ministerio de Trabajo, luego como gobernador civil de Granada (1980-82), y en el Ministerio de Justicia. En 1984 pasó a formar parte del cuerpo de Abogados del Estado. En 1994 fue nombrado magistrado del Tribunal Supremo (TS), y desde junio del pasado año preside la Sala de lo Contencioso del alto tribunal. Hace unos años intentó sin éxito ser elegido vocal del Consejo General del Poder Judicial en el cupo de los magistrados no adscritos a las asociaciones judiciales. Satisfecho a medias con la modernización emprendida en la Administración de Justicia, reclama un nuevo modelo organizativo que dé más competencias a los jueces en materia de gestión, y en el que secretarios judiciales y funcionarios dejen de depender de un Ministerio. 15 Entrevista Nº 94/Octubre 2011 16 nos la Sala puede resolver de manera normal en un año. –¿A quién atribuimos el mérito de esta reducción? –El mérito es de los magistrados y de los miembros del gabinete. Los magistrados de la Sala Tercera, creo que es bueno que se sepa, ponen a la semana, en circunstancias normales, al menos un 25 por ciento más de sentencias que cualquier otro magistrado del TS. En este momento están poniendo más del doble que el magistrado que más pone en el TS. Hay magistrados de la Sala Tercera que están poniendo seis sentencias a la semana, que es una barbaridad, si bien es verdad que trabajan con el apoyo de los miembros del gabinete, de los magistrados de apoyo. Y un magistrado que funciona a un régimen normal está poniendo tres sentencias a la semana, además de los autos correspondientes y de llevar la tramitación de los asuntos. La carga de trabajo de un magistrado de la Sala Primera, por ejemplo, es de dos sentencias a la semana. Ese ritmo de trabajo se sostiene sobre la base de un esfuerzo espectacular de los magistrados de la Sala, que no está realmente reconocido, y el apoyo del gabinete. Si se rompiera la dinámica del gabinete el plan se vendría abajo. Y digo si se rompiera, porque no basta con que el plan se mantenga hasta diciembre del 2012. Es necesario que después podamos seguir manteniendo la Sala al día, y para eso en esta Sala Tercera, y probablemente también en las otras Salas, se requiere que el gabinete se convierta en un órgano estable dentro del TS. –¿Ahora es excepcional este gabinete de apoyo a las salas? –Es algo que está sin regular de manera detallada. El TS le presentó en la última época al Ministerio un proyecto de reglamento del gabinete que, debido a las circunstancias políticas, se ha quedado en una propuesta. Nuestra intención es que, sea cual sea el resultado de las próximas elecciones, una de las primeras actuaciones será presentar al nuevo ministro de Justicia el proyecto de reglamento de gabinete para intentar conseguir su aprobación esencialmente en los términos que pre- Procuradores “A veces parece que cuando se ha puesto la sentencia el asunto se ha terminado, pero queda una segunda parte que es tan importante como la primera, que es la de ejecutar” sente el TS, porque es quien de verdad conoce la situación. Los jueces estamos acostumbrados a ser prudentes en nuestras peticiones, pero espero que ésta se atienda, por nosotros y por la institución, y también, fundamentalmente, por las per­sonas que trabajan en el gabinete, ya que tienen actualmente una situación muy inestable que les produce una cierta inseguridad en su trabajo. Creo que es una de las grandes asignaturas pendientes que tiene el TS. –¿Cuántas personas forman este gabinete? –En la Sala Tercera hay en torno a 70 personas. Veinticinco son magistrados y el resto funcionarios procedentes de otras Administraciones Públicas. Tenemos muchos problemas en rela­ ción con este segundo grupo, y es que la retribución que perciben en el TS es absolutamente insuficiente, porque no es equiparable ni a los letrados del Tribunal Constitucional, ni a los letrados del Tribunal de Cuentas, ni del Tribunal de Defensa de la Competencia, ni de otras instituciones, hasta el punto de que muchos de los letrados que tenemos aquí poco a poco se van marchando porque, una vez que el TS los ha formado, esas instituciones y despachos particula­ res los van reclamando. Y con los magistrados pasa algo parecido; lo ­cierto es que venir al gabinete del TS no les supone ninguna ventaja económica, sino una mayor carga de trabajo, y en algunas ocasiones trasladarse a una ciudad mucho más cara como es Madrid. De ahí la urgencia de aprobar un Estatuto del gabinete del TS. –¿Un año es un plazo razonable para resolver un recurso de casación? –Yo creo que un año es un plazo muy, muy satisfactorio. Hay que tener en cuenta la función que tiene el recurso de casación. La demanda de tutela judicial se cumple en primer lugar en la instancia. Es decir, la respuesta que tiene que ser más rápida es en primera instancia. Yo no quiero decir con esto que la segunda instancia y la casación no formen parte del sistema, que lo son, pero la casación tiene como finalidad depurar el ordenamiento jurídico, fijar la interpretación de las normas para que sirva de luz, de guía a los tribunales superiores de Justicia, a las audiencias provinciales y a los juzga- “Probablemente habría que plantearse la posibilidad de darle al procurador atribuciones para poder presentar algunos escritos sin necesidad de acudir a letrado” Procuradores Entrevista “Siempre he pensado que el procurador tiene que ser, o debería de ser, el experto en derecho procesal de las partes, el gran apoyo del tribunal” –¿En qué medida pueden ayudar las reformas que introduce la nueva Ley de Medidas de Agilización procesal a agilizar el trabajo de la Sala Tercera? Se ha criticado mucho que se aumente la cuantía mínima de 150.000 a 600.000 euros para el recurso de casación. –El porcentaje de inadmisión en la Sala Tercera en este momento es del 17 por ciento, cifra extraordinariamente baja. El incremento de la cuantía nos puede llevar aproximadamente a un 25-30 por ciento de inadmisión, no más, porque en contencioso las materias a las que le afecta la cuantía son muy específicas. En materia fiscal, el presidente de la Sección Segunda me dice que a él le puede suponer un 25 por ciento de inadmisión, que afecta fundamentalmente a los impuestos de sociedades; con las expro­piaciones pasa algo parecido, quizá algo más; y en materia de responsabilidad pa­ trimonial estamos en unos porcen­ tajes similares. Hay un dato en la Ley de Agilización que es extraordinariamente importante, y que es lo que más va a repercutir en la litigiosidad en el orden contencioso, y por tanto en el recurso de casación, como es el tema de las costas. En la ley viene la condena preceptiva en costas con el criterio del vencimiento desde la instancia, como ocurre en otras jurisdicciones. Es decir, el que pierde paga las costas. Creo que eso sí va a frenar la litigiosidad, tanto en el particular como en la Administración, porque la responsabilidad es de todos. –¿Ese freno impuesto por la amenaza del pago de las costas no puede interpretarse como una merma del derecho a la tutela judicial efectiva? Nº 94/Octubre 2011 dos. Esa labor sólo se puede hacer si el TS está al día, porque sólo puede fallar sobre leyes en vigor si resuelve en un plazo determinado; si los plazos son los de ahora, nos encontramos con que estamos resolviendo sobre derecho muerto, leyes que están derogadas y sobre las que han pasado una, dos o tres leyes posteriores. El plazo de un año es un plazo muy razonable y desde luego sería un éxito conseguirlo y mantenerlo. –¿Compensa económicamente el gasto que supone mantener el gabinete técnico de apoyo a la Sala? –Una buena organización del sistema, en cuanto al funcionamiento, es absolutamente determinante, y eso no tiene un coste excesivo. Cuando desarrollé el plan de actualización de la Sala Tercera hice unos números que le presenté al Ministerio, y se sorprendieron porque el coste no es alto. Creo que si conseguimos trasladar al Poder Ejecutivo el convencimiento de que el gasto en la Administración de Justicia no es tal gasto, sino inversión, el problema estaría solucionado. Un ejemplo: cuando propuse el plan hice un pequeño estudio de lo que suponía la rentabilidad de la inversión que se iba a hacer. En los meses de junio a diciembre de 2010, en 6 meses, los ingresos directos que tuvo el Tesoro, es decir, de estimaciones totales de la pretensión del Estado y, por tanto, dejando fuera las estimaciones parciales de aquellos supuestos en que se acuerda efectuar una nueva ­liquidación, que es una cantidad que también habría que sumar, salían 322 millones de euros. Uno se puede dar cuenta de que esa cifra es infinitamente más alta de lo que se ha gastado. El empresario quiere saber cuáles son las condiciones en las que se mueve en el mercado y eso sólo se lo da una Justicia rápida, que funcione bien en la instancia, con agilidad en los recursos. Esto repercute directamente en la vida económica. Si los gobiernos lo analizan, se darán cuenta de que la inversión que se pueda hacer en Justicia es una de más rentables para la economía del Estado. La Justicia ha sido siempre, y sigue siendo, la hermana pobre. 17 Entrevista Nº 94/Octubre 2011 18 –Existe la posibilidad de que el tribunal, teniendo en cuenta las circunstancias del caso, no imponga las costas. Ahora, el carácter de la condena en costas cuando la pretensión sea absolutamente desestimada, cuando sea manifiestamente infundada, es razonable y está justificada. Algunas veces hay un cierto uso indiscriminado del sistema judicial para resolver conflictos o suplir problemas de otro tipo. El tema de Justicia para ricos y Justicia para pobres es un argumento que se ha utilizado incluso en el Congreso de los Diputados, y que yo no comparto. Hay algo que es importante que se sepa: además del recurso de casación ordinario, que es en el que se incrementa la cuantía de 150.000 a 600.000 euros, hay otro recurso de casación de unificación de doctrina en el que no rige esa cuantía, que es al que se puede ir cuando la pretensión es realmente fundada, aunque exige una fundamentación clara y una explicación más de fondo ya que exige la cita de pronunciamientos contradictorios; eso es lo que desarma el argumento de la Justicia para ricos. Además, si somos realistas, 600.000 euros es una cantidad importante para el recurso de casación ordinario pero no tanto como hace unos años. –Usted ocupó varios cargos en el Ministerio de Justicia, por lo que no le es ajeno el trabajo de modernización y organización de esta Administración. ¿Qué opinión le merece el plan de modernización del Ministerio? –El esfuerzo es loable y digno de agradecer. Otra cosa es que yo comparta exactamente lo que se ha hecho, y la línea que parece seguirse. El gran problema de la Justicia es en el fondo de organización, de medios. Pero cuando hablo de medios no estoy hablando de ordenadores, ni de teléfonos, ni de cosas de este tipo; estoy hablando de un problema de medios personales, organizativos. Un juez, un magistrado, no puede seguir trabajando en la soledad de su despacho. El futuro tiene que ser el que vemos en los grandes tribunales europeos, incluso de España, como el Tribunal Constitucional. Es lo que estamos haciendo ahora en el TS, de Procuradores manera provisional, con este gabinete interino, por llamarlo de alguna manera, que pretendemos consolidar. El juez tiene que tener alguien que le apoye en su trabajo, que le ayude buscándole jurisprudencia, facilitándole información doctrinal, precedentes en tribunales europeos, alguien que le ayude incluso en la labor posterior de redacción de la sentencia. Es decir, un trabajo en equipo como el que se realiza en los grandes bufetes jurídicos y en los tribunales europeos. Creo que éste es uno de los temas fundamentales, una nueva organización del sistema judicial. –Y extendiendo este concepto empresarial, ¿deberían poder distribuir los órganos judiciales sus propias dotaciones económicas? “Si los gobiernos lo analizan, se darán cuenta de que la inversión que se pueda hacer en Justicia es una de más rentables para la economía del Estado” –En alguna ocasión he reclamado en la Sala de Gobierno tener nuestro propio presupuesto. Lo que pasa es que los jueces somos a veces demasiado prudentes. No estoy hablando de autonomía presupuestaria en el sentido en que la tiene el TC, ni el CGPJ. Estoy hablando de que haya una partida presupuestaria destinada al TS, a la Audiencia Nacional, o a los distintos tribunales superiores, a fin de que nosotros podamos administrarla. Y no digo administrarla libremente; al final de año habrá que rendir cuentas de en qué se ha gastado, como hace cualquier otra institución del Estado. Como hace la Fiscalía, que tiene su propia partida presupuestaria. Por cierto, con una labor extraordinaria realizada por el actual fiscal general del Estado, no sólo en ese aspecto, sino en otros muchos; creo que la Fiscalía ha pegado un gran salto adelante y la carrera fiscal se lo debe agradecer. Ese paso a nosotros nos falta. En definitiva, se trata de confiar en las instituciones. El Estado, y fundamentalmente el Poder Ejecutivo, tiene que confiar en el correcto funcionamiento de las instituciones. La confianza y la colaboración es fundamental, y por esa vía es por donde hay que empezar a avanzar. Responsabilidad sí, pero también auténtica independencia en el funcionamiento. –¿Y qué opina de la nueva oficina judicial? –La idea de una oficina judicial común no es mala, lo que ocurre es que hay que pensar cuáles son las peculiaridades de cada órgano jurisdiccional. Y en lo que sí discrepo absolutamente, y lo digo con el mayor respeto a quienes mantienen posiciones contrarias y a los gobiernos que han sido, es con la idea de que el personal al servicio de la oficina judicial y el secretario judicial sean dependientes del Poder Ejecutivo. Tienen que depender de los órganos jurisdiccionales y, en definitiva, del CGPJ. Es un tema grave que afecta, incluso, a la idea de la independen- léfono con un intento de presión en el sentido que sea? –Yo le puedo asegurar que a mí no me ha sonado nunca. Miento, sonó una vez. Llevaba en la carrera judicial dos años y medio, creo que estaba de juez en Arcos de la Frontera, y me llamó un director general de Justicia de la época preguntándome por un asunto de asesinato. Ante mi respuesta se me dijo que se iba a dar parte de mí, contesté que podía hacer lo que quisiera, pero nunca volví a saber del tema. Pero salvo ese episodio, nunca he tenido una llamada, ni conozco a ningún compañero que la haya tenido. Creo que eso no existe. Los políticos, en general, con todos los defectos que les queramos achacar, tienen un gran respeto por el Poder Judicial. Diría dos cosas: un gran respeto y un gran desconocimiento del sistema, que es algo que también produce respeto. –Y el caso más curioso en el que le ha tocado intervenir, ¿puede ser aquel en el que le tocó definir el concepto de trapío de los toros? –Parece ser que a los puristas del toreo les sentó muy mal porque el concepto de trapío debe estar todavía indefinido, pero nosotros lo sacamos de un diccionario, no nos lo inventa­ mos. Además de la interpretación de la norma, la labor fundamental del juez es la de valorar la prueba, y al hacerlo uno tiene que partir de lo que tiene en los papeles, de lo que le aportan las partes. En casos de responsabilidad médica, o en éste de los toros, la prueba pericial es fundamental, y el juez tiene que hacer una valoración crítica de los dictámenes de los expertos. No hay una sentencia en la que se declare la responsabilidad por acto médico en la que no exista un informe médico que diga que ha habido una actuación equivocada. No es que el juez se invente y decida; el juez tiene que apoyarse en la prueba del perito. Otra cosa es que dentro del sistema judicial debiera haber un cuerpo de peritos que preste ayuda, lo mismo que hay un cuerpo de médicos forenses. q Entrevista “Discrepo absolutamente con la idea de que el personal al servicio de la oficina judicial y el secretario judicial sean dependientes del Poder Ejecutivo. Tienen que depender de los órganos jurisdiccionales y, en definitiva, del CGPJ” RAÚL DE ANDRÉS Nº 94/Octubre 2011 cia del Poder Judicial. Quien trabaja en la Administración de Justicia no puede depender de ningún otro poder del Estado directamente, ni en su destino, ni en su valoración o carrera profesional. La dependencia tiene que ser exclu­ sivamente del Poder Judicial. Yo no concibo una gran empresa donde el personal no dependa de los directivos, y esto lo digo con todos los matices que se le quiera poner a la idea de personal y personal directivo. Quienes trabajan en una empresa tienen que tener una cabeza común. Éste es un tema que me ha preocupado siempre. ­Puedo estar equivocado, pero me parece tremendamente importante. –¿Cuál es el caso más difícil sobre el que le ha tocado decidir? –Recuerdo cuando estaba en la sección séptima un recurso que hubo de Sogecable relativo a Canal Plus por responsabilidad del Estado, en un tema muy importante económicamente, o el caso de la desclasificación de los papeles del Cesid, un asunto tremendo donde estaba en juego toda la estabilidad del Estado. Me gustaría que la ciudadanía pudiera ver por un agujerito lo que son las deliberaciones, y comprobara como allí no tiene ninguna relevancia la posición ideológica o la forma de pensar que tenga cada uno a nivel particular. Cuando nos sentamos a deliberar los jueces somos sólo eso, jueces. Podremos equivocarnos, como todos los seres humanos; podremos hacer una interpretación de la norma más o menos entendible por los ciudadanos, tal y como se transmite después la noticia, ya que tampoco tienen por qué conocer los profe­ sionales de la información todos los detalles y las circunstancias. Yo les pediría a los ciudadanos un voto de confianza, que confíen en sus jueces y magistrados, en el Poder Judicial, porque a la hora de decidir siempre se tomará esa decisión por razones jurídicas. En mi vida profesional no he visto ni he conocido ningún caso en el que un magistrado haya tenido una llamada directa o indirecta de otro organismo pidiéndole una resolución en uno u otro sentido. –En un puesto tan delicado como el suyo, ¿nunca suena el te- Procuradores 19