SECCIÓN III: INCIDENCIA DEL CARÁCTER FACULTATIVO DE LA DEFENSA TÉCNICA Y DE LA REPRESENTACIÓN PROCESAL SOBRE EL RÉGIMEN DE IMPOSICIÓN DE COSTAS (*) (*) Rafael Bellido Penadés. I. RESPECTO A LAS CAUSADAS EN LA PRIMERA, Y EN SU CASO ÚNICA INSTANCIA 1. Del juicio de faltas A. El carácter facultativo de la postulación técnica como argumento de exclusión de los derechos económicos devengados y el reconocimiento constitucional de la efectividad de la defensa Otra cuestión problemática que se ha suscitado en aquellos procesos en los que no resulta preceptúa legalmente la asistencia letrada y la representación procesal mediante Procurador es la consistente en determinar si, en aquellos casos en los que las partes deseen ser defendidas y representadas por estos técnicos, los derechos y honorarios de los profesionales intervinientes deben ser asumidos en todo caso por la parte a quien defienden y representan, o pueden repercutirse en ciertos supuestos sobre la parte contraria en el caso de que sea condenada en costas. En la mayoría de los supuestos producidos en la práctica judicial el problema viene referido a si los honorarios y derechos económicos del Abogado y del Procurador de la acusación particular pueden incluirse, cuando es condenado el acusado, en la tasación de costas del proceso penal por faltas. Como de todos es bien sabido, en el proceso penal son diversos los criterios que rigen el pronunciamiento de condena en costas en atención a la posición que ocupe la parte a la que le han sido impuestas éstas. Respecto al acusado, rige el principio 179 JUICIO DE FALTAS objetivo del vencimiento, recogido en el artículo 123 del CP, conforme al cual «las costas procesales se entienden impuestas por la Ley a los criminalmente responsables de todo delito o falta», de manera que «no se impondrán nunca las costas a los procesados que fueren absueltos» (art. 240.2.°.II LECrim). Sin embargo, respecto del acusador particular y del actor civil (235), rige el principio subjetivo de la temeridad o mala fe, de forma que éstos sólo podrán ser condenados «al pago de las costas cuando resultare de las actuaciones que han obrado con temeridad o mala fe» (art. 240. 3.°. II LECrim). Pues bien, partiendo de dicha regulación, el carácter facultativo de la intervención de Abogado y Procurador en el juicio de faltas ha suscitado en la práctica una polémica relativa a la incidencia que la contingencia de la actuación de dichos postuladores técnicos produce en el régimen general de condena en costas propio del proceso penal. La regla general en los supuestos en los que, como en el juicio de faltas, la intervención de Abogado y Procurador sea potestativa, ha sido tradicionalmente que los derechos y honorarios de estos profesionales no pueden repercutirse sobre la parte contraria, y ello aunque ésta sea condenada en costas. La razón de ser de este régimen, no siempre explícito en nuestro ordenamiento procesal —así sucede en las normas procesales penales—, puede hallarse en el concepto mismo de costas. Comprendiendo éstas «los desembolsos necesarios o imprescindibles que el propio proceso exige», no tienen la consideración de tal aquéllos «que no son estrictamente necesarios», como los «honorarios de Letrado cuando su intervención no es preceptiva por ley» (236). (235) En este sentido el artículo 240. 3.° de la LECrim, al equiparar el tratamiento del acusador particular y del actor civil en materia de imposición de costas, parece corroborar la aplicación de las normas de postulación del proceso penal al proceso civil que a él se acumule. (236) MUERZA ESPARZA, J.: Derecho procesal penal, con DE LA OLIVA, HINOJOSA, ARAGONESES y TOMÉ, Madrid, 1997, p.778. 180 SECCIÓN III: INCIDENCIA DEL CARÁCTER FACULTATIVO DE LA DEFENSA... De manera que el carácter no preceptivo de la intervención de Abogado y Procurador en el juicio de faltas ha llevado, tradicionalmente, a calificar los gastos devengados por la actuación de dichos profesionales en este proceso como innecesarios e inútiles (237). En consecuencia, el planteamiento anterior y el carácter facultativo de la intervención de Abogado y Procurador en los juicios de faltas ha conducido mayoritariamente en la doctrina (238) y en la jurisprudencia a considerar excluidos de las costas los honorarios del Letrado y los derechos arancelarios del Procurador en esta clase de proceso penal. En este sentido, son diversos los pronunciamientos jurisprudenciales que se manifiestan, bien «incidentalmente», bien directamente, sobre la posibilidad —o, más bien, sobre la no posibilidad-— de incluir como costas en el juicio de faltas los gastos devengados por la intervención de Abogado y Procurador, debido al carácter facultativo de su intervención en esta clase de proceso. Entre los primeros, se pueden traer a colación los contenidos en aquellas sentencias en las que habiéndose seguido un proceso por delito, se absuelve por delito y se condena por falta. Así, la STS de 9 de marzo de 1991 versaba sobre un supuesto en el que se había absuelto por delito y sólo se había condenado por falta de imprudencia regulada en el artículo 586 bis del viejo Código Penal. El recurrente impugnaba alegando que la condena en costas era consecuencia obligada del fallo penal condenatorio (art. 109 CP, hoy art. 123). Sin embargo, la Sala Segunda, aun reconociendo el criterio objetivo del vencimiento cuando existe sentencia de condena en el proceso penal, declaró que: (237) Sobre el particular, ARÍZA COLMENAREJO, Las costas..., ob. cit, pp. 23-31. (238) D E LAMO RUBIO, J, El Código Penal de 19.95 y su ejecución. Aspectos prácticos de la ejecución penal, Barcelona, 1997. pp. 582-583 y ESTÉVEZ GIMENO, ARROYO MENA, GANZENMÚLLER, ESCUDERO Y FRÍGOLA, Las faltas, Barcelona, 1998, pp. 248-249. 181 JUICIO DE FALTAS «...teniendo en cuenta los conceptos que como costas enuncia la Ley de Enjuiciamiento Criminal (art. 241), la reforma de la Ley 25/1986, y que en el juicio de faltas no es necesaria la intervención de Abogado y Procurador ni aun para formular la querella..., resulta que no procede cargar las costas de la acusación particular, en este procedimiento de instancia» (239). Esta interpretación fue reiterada en la sentencia de 8 de mayo de 1996 de la Audiencia Provincial de Murcia, que revocó parcialmente la sentencia de primera instancia y acordó la no inclusión en la condena en costas de los honorarios de Letrado y derechos del Procurador que intervinieron en defensa y representación de la acusación particular en un supuesto similar —absolución por delito y condena por falta del artículo 586.bis del viejo Código Penal—: «Finalmente en relación con la condena en costas..., alegando en síntesis la improcedencia de la inclusión de las originadas por la acusación particular, y en cualquier caso la de los honorarios del Letrado y derechos y suplidos del Procurador, siendo preceptiva la condena al pago de las costas a tenor de los artículos 109 del Código Penal, y 240 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, es lo cierto que la sentencia apelada en definitiva ha venido a absolver a los acusados de los delitos por los que se formuló acusación, condenándoles por falta y en tales casos la condena en costas es la correspondiente a un juicio de faltas... y no siendo preceptiva la intervención de Abogado y Procurador en el juicio de faltas, no procede cargar las costas de los mismos, en este procedimiento» (240). Sin embargo, también existen sentencias que hacen aplicación de la anterior interpretación a procesos que se inician, desarrollan y deciden por los trámites del juicio de faltas, interpretación que, en (239) STS (Sala 2.a), de 9 de marzo de 1991, Fundamento de Derecho Tercero, RA 1958. (240) SAP, Murcia (Sección 3.a), de 8 de mayo de 1996, FD 7.°, RAJ 1996/364. La cursiva es nuestra. 182 SECCIÓN III: INCIDENCIA DEL CARÁCTER FACULTATIVO DE LA DEFENSA... la actualidad, como veremos, puede presentar excepciones, una vez aprobada y publicada la Ley de Asistencia Jurídica Gratuita. En efecto, en el caso resuelto por la sentencia de 17 de marzo de 1997 de la Audiencia Provincial de Asturias se dice: «(...) si bien es cierto que y de conformidad con lo dispuesto en el art. 123 del Código Penal de 1995 (RCL 1995\3170 y RCL 1996\777) y arts. 239 y 240 de la LECrim, las costas procesales se entienden impuestas por ley a los responsables criminales de todo delito o falta, no debe olvidarse que existe reiterada doctrina del Tribunal Supremo (SS. 21 noviembre 1968 [RJ 1968\4826], 7 marzo 1988 [RJ 1988\1583] y 9 marzo 1991 [RJ 1991\1958]) estableciendo que, en los supuestos en que se condena al acusado por falta, teniendo en cuenta los conceptos que como costas enuncia la LECrim (art. 241), la reforma de la Ley 25/1986 (RCL 1986\3892) y que en el juicio de faltas no es necesaria la intervención de Abogado y Procurador ni aun para formular la querella (Decreto 21 noviembre 1952, art. 7) resulta que no procede cargar las costas derivadas de la actuación de la acusación particular, estimando el recurso de apelación en este extremo, revocando la sentencia a quo en este punto, condenando al acusado al pago de las costas correspondientes a un juicio de faltas, sin incluir las de la acusación particular, añadiendo por último que el art. 124 del Código Penal de 1995 al hablar de que en las costas se incluirán siempre los honorarios de la acusación particular habla tan sólo de los delitos, omitiendo toda referencia a las faltas a diferencia de lo establecido en el art. 123 ya citado (...)» (241). No obstante, hoy, otra corriente minoritaria ha propugnado la aplicación analógica de la Ley de Enjuiciamiento Civil, en particular de lo dispuesto en su artículo 11. II, al juicio de faltas (242). Esta interpretación es la realizada en la Sentencia de la Audiencia (241) SAP, Asturias (Sección 2.ª) de 17 de marzo de 1997, FD 2.°, BDAJ, 1997/549. (242) GUILLÉN SORIA, J. M., Las costas procesales penales. Aspectos prácticos y jurisprudenciales, Barcelona, 1998, pp. 51-56. 183 JUICIO DE FALTAS Provincial de Barcelona de 10 de marzo de 1995, que hizo una dudosa aplicación analógica de dicho precepto de la ley procesal civil, en lo que parece, sin que pueda deducirse claramente, un verdadero juicio de faltas. No obstante, por concurrir la salvedad contemplada en el último inciso del precepto citado —que la residencia habitual de la parte representada y defendida sea distinta del lugar en que se tramite el juicio— incluyó en la tasación de costas los gastos generados por la intervención del Abogado y del Procurador de la acusación particular. Pero no por la complejidad objetiva o subjetiva del caso, sino por la aplicación analógica del citado precepto. «Queda pues por determinar —y éste es el punto controvertido—, si el condenado como criminalmente responsable en un juicio sobre faltas y obligado por ello al pago de las costas, según establece el artículo 109 del Código Penal, está o no obligado, y en su caso en qué supuestos, al pago de los honorarios y de los derechos devengados respectivamente por el Abogado y por el Procurador de la acusación particular. Ninguna norma al respecto, salvo la alusión de la posibilidad de las partes de comparecer asistidas por Abogado realizada en el artículo 962 de la LECrim, se comprende —como antes se dijo—, en la referida Ley Procesal Penal, lo que obliga a acudir, para colmar la laguna legal, a la aplicación analógica de las normas correspondientes de la Ley de Enjuiciamiento Civil, y al respecto es de ver ... el artículo 11 de la misma.... Así pues, por aplicación de dicho precepto legal y dado que —como se expresa en el auto recurrido—, todos los reclamantes representados por la Procuradora ... y defendidos por el Letrado ... cuyas costas han sido incluidas en la tasación, tienen su domicilio en población distinta a la de la sede del juzgado, ha de estimarse como procedente y por dicha razón y no por la especial complejidad que la causa pudiera tener o por el éxito de la gestión letrada u otros motivos, la inclusión en la tasación de costas, no sólo de los derechos y suplidos de la Procuradora, sino también de los honorarios del Letrado pues a ambos alude el precepto legal y a ambos por igual se refiere la excepción a la no inclusión en la tasación de los derechos y 184 SECCIÓN III: INCIDENCIA DEL CARÁCTER FACULTATIVO DE LA DEFENSA... honorarios de Procuradores y Letrado cuando su intervención no sea preceptiva. Por consiguiente, procede desestimar el recurso de apelación interpuesto y confirmar el auto recurrido; con declaración de oficio de las costas de este recurso» (243). De las anteriores resoluciones puede extraerse un elemento común, que es el relevante en el ámbito de nuestro estudio, a saber, que en el juicio de faltas los honorarios y derechos de Abogado y Procurador no pueden incluirse en la tasación de costas, bien en ningún caso, bien con la excepción de que la residencia habitual de la parte sea distinta del lugar en que se tramita el juicio, y ello debido al carácter potestativo de su intervención en esta clase de proceso penal. Constatada esta interpretación jurisprudencial, resulta preciso valorar, siquiera sea someramente, la acomodación de esta hermenéusis a los imperativos del derecho de defensa y de la justicia, valor superior de nuestro ordenamiento y de reconocimiento constitucional (art. 1.1 CE), así como la repercusión que la Ley de Asistencia Jurídica Gratuita de 1996 puede tener sobre la misma; sin olvidar la corrección de la aplicación analógica de la norma contenida en el artículo 11. II de la ley procesal civil al juicio de faltas. Comenzando por esta última cuestión, es forzoso reconocer que resulta cierto que, en la actualidad, existe en el ordenamiento procesal civil una consagración legal de la aludida regla general de exclusión de los derechos económicos de Abogado y Procurador respecto de aquellos procesos civiles en los que su intervención no resulta; legalmente preceptiva. En efecto, conforme al artículo 11. II de la LEC, «en estos casos, así como en todos en los que su intervención no sea preceptiva, si hubiere condena en costas a fayor del que se haya valido de Procurador o de Letrado, no se comprenderán en ellas los derechos de aquél (243) SAP Barcelona (Sección 6.a) de 10 de marzo de 1995, FD 3.°, Base de Datos Aranzadi Audiencias, 1995/317. 185 JUICIO DE FALTAS ni los honorarios de éste». Y es cierto también que, una vez establecida la regla general, este precepto exceptúa aquellos supuestos en los que «la residencia habitual de la parte representada y defendida sea distinta del lugar en que se tramite el juicio». Sin embargo, la aplicación analógica que la última sentencia efectúa de la disposición civil citada no parece correcta. Por una parte, porque son heterogéneos los criterios que rigen la condena en costas en el proceso civil y en el proceso penal. Así, en el primero rige generalmente el criterio objetivo del vencimiento, sin hacer acepción de la posición —demandante o demandada— que se ocupa en la relación jurídica procesal (art. 523 LEC). Por el contrario, en el proceso penal dicho criterio objetivo sólo rige para el acusado, mientras que para el acusador y el actor civil rige el criterio subjetivo de la mala fe o temeridad (art. 240 LECrim y art. 123 CP). Diversidad de criterios que pueden quebrar la identidad de razón requerida por el artículo 4.1 del Código Civil para la aplicación analógica de las normas. Por otra parte, porque la indicada excepción del artículo 11. II de la LEC, si se quiere, también está prevista en la Ley de Enjuiciamiento Criminal, pero lo está para introducir una distinta consecuencia jurídica, es decir, para eximir al imputado de la obligación de concurrir al juicio y permitirle que apodere a cualquier persona para que presente en el mismo las pruebas de descargo que tuviere (art. 970 LECrim), pero no para determinar los criterios que rigen en materia de costas. Finalmente, porque el rechazo del criterio de la complejidad de la causa como criterio relevante a los efectos de incluir los honorarios del Abogado en la tasación de costas, aun cuando su intervención no fuera legalmente preceptiva, podría originar situaciones de clara injusticia. La aplicación de la regla que excluye de la tasación de costas los honorarios de Letrado cuando su intervención sea legalmente potestativa, siendo válida con carácter general —perspectiva de generalidad propia de la ley—, puede conducir a consecuencias reprobables y poco compatibles con el derecho de defensa constitucionalmente reconocido en el 186 SECCIÓN III: INCIDENCIA DEL CARÁCTER FACULTATIVO DE LA DEFENSA... artículo 24.2 de la CE, de aplicarse de modo uniforme, y sin consideración alguna de las circunstancias concurrentes en el caso concreto (244). Por ello, la doctrina no ha dejado de poner de manifiesto que la aplicación uniforme e indiscriminada de la anterior regla general contenida en el artículo 11. II de la LEC, incluso con la salvedad legal indicada, a todos los procesos civiles en los que no sea preceptiva la intervención de Abogado y Procurador puede llevar a soluciones manifiestamente injustas, contraviniendo las exigencias de un valor superior de nuestro ordenamiento (art. 1.1 CE). En este sentido, Fernández Montalvo considera que la regulación del art. 11. II LEC «puede resultar contraria a la doctrina contenida en la STC 47/1987, de 22 de abril, en cuanto que el ejercicio de la facultad de defensa técnica en los procesos exceptuados de la regla general de intervención preceptiva de Abogado no debiera verse penalizada, en todo caso, con la carga de satisfacer los honorarios correspondientes» (245). Así mismo, cierta «jurisprudencia menor», que atribuye carácter facultativo a la intervención de Letrado en el denominado «juicio verbal civil del automóvil», ha interpretado que no resulta justificado excluir sus honorarios en ciertos supuestos concretos, excepcionalísimos por lo demás, en los que, por su complejidad y (244) Tampoco parece ser un argumento contundente el hecho de que el artículo 124 del CP de 1995, al abordar el tema de la inclusión en costas de los gastos generados por la acusación particular, se refiera sólo a los delitos, pues debe tenerse en cuenta que este precepto, más que atender a la entidad del ilícito penal —delito o falta—, está poniendo el énfasis en la naturaleza del mismo —público, privado o semipúblico—. Y con la regulación que este cuerpo legal nos ofrece sólo existen delitos privados, al haber desaparecido las faltas de semejante naturaleza. (245) FERNÁNDEZ MONTALVO, R, Comentarios a la Ley de Medidas Urgentes de Reforma Procesal.I La reforma del proceso civil, con XlOL RÍOS, Valencia, 1992, p. 44. La cursiva es nuestra. 187 JUICIO DE FALTAS entidad, se revela necesaria su intervención, en aplicación directa de la Constitución, para enervar la indefensión de la parte (246). Esta interpretación resulta defendible, como advierte Santos, en ciertos juicios de gran complejidad y en los que la pretensión indemnizatoria formulada es de notable cuantía, «porque de lo contrario, el justiciable quedaría mermado en su derecho a una justa indemnización..., si, pese a ganar el pleito, tuviese que deducir los honorarios de su Abogado. Máxime, se añade, cuando el Tribunal Constitucional ha establecido (v. gr., S. 230/1988, de 1 de diciembre) que la imposición de costas no significa en nuestro ordenamiento una sanción al que pierde, sino una contraprestación por los gastos ocasionados para que quien obtuvo una victoria fundada no vea menoscabados sus intereses». Esta consideración resulta especialmente relevante en aquellos casos objetivamente complejos en los que se formulan pretensiones indemnizatorias de importante cuantía, como son los juicios en los que se denuncia una falta de imprudencia con resultado de muerte o lesiones (art. 621 CP) (247), en virtud del actual sistema legal de acumulación general de la pretensión civil y la aplicación a esta última del régimen de postulación propio del proceso penal en el que se acumula (248). Si la complejidad es el parámetro utilizado por el legislador para establecer la necesidad de la defensa técnica y el artículo (246) Sobre el particular, ver las resoluciones citadas por SANTOS VIJANDE, La intervención forzosa..., ob. cit., pp. 284-5, a quien pertenecen los entrecomillados siguientes, p. 289 (la cursiva es nuestra) y ALONSO-CUEVILLAS SAYROL, J, El juicio verbal de tráfico: Problemas relativos a la postulación procesal y su incidencia en la tasación de costas, Revista General de Derecho (RGD) 1998, n.° 640-641, pp. 65 y ss. (247) Complejidad respecto al objeto penal, que redunda en la dificultad de determinar ab initio el proceso penal adecuado y en que no pocos procesos por delitos de imprudencia culminen con la absolución por el delito de imprudencia y en la condena por falta de imprudencia Y complejidad respecto al objeto civil acumulado, similar y, en ciertos casos, idéntica a la del denominado juicio verbal de tráfico. (248) MONTERO AROCA, Derecho Jurisdiccional, III, ob. colectiva cit., p. 92. 188 SECCIÓN III: INCIDENCIA DEL CARÁCTER FACULTATIVO DE LA DEFENSA... 24.2 de la CE garantiza la efectividad del derecho de defensa, no se alcanza a comprender las razones que puedan justificar la exclusión de las costas, al menos —aunque probablemente no sólo— de los gastos generados por la intervención de un Abogado designado de oficio al pobre, cuando esa complejidad, y la consiguiente necesidad o imprescindibilidad de la defensa técnica, concurra en un concreto juicio de faltas, y ello pese a la sencillez que parece presidirle. B. Proyección de la Ley de Asistencia Jurídica Gratuita Sin embargo, la aprobación de la Ley 1/1996, de 10 de enero, de Asistencia Jurídica Gratuita permite cuestionar que ía excepcional regla de inclusión de los honorarios de Abogado en la tasación de costas en los procesos en los que no sea legalmente preceptiva su actuación tenga, en la actualidad, un fundamento exclusivamente constitucional. Es decir, que, tras la aprobación y publicación de esta ley, cabría plantearse que la inclusión de esos derechos económicos en la tasación de costas encuentra fundamento legal cuando se haya reconocido el derecho de asistencia jurídica gratuita, fundamento que podría extenderse, además, a los derechos arancelarios del Procurador. La cuestión es complicada, pues el artículo 36 de la LAJG, que regula el régimen de imposición de costas procedente cuando se haya reconocido el derecho de asistencia jurídica gratuita, no contempla expresamente el problema planteado. De hecho, autorizadas opiniones doctrinales que han estudiado en profundidad este derecho, tras la aprobación de la nueva ley reguladora del mismo, no parecen considerar que los honorarios de Abogado y los derechos arancelarios de Procurador designados de oficio puedan incluirse en la tasación de costas en los casos en que su intervención no sea preceptiva (249), como sucede en (249) En este sentido, BACHMAIER, La asistencia,... ob. cit., p. 151, que cita en apoyo de dicha interpretación la norma contenida en el art. 11, II LEC. 189 JUICIO DE FALTAS el juicio de faltas (250). Sin embargo, en nuestra opinión, una interpretación conjunta de lo dispuesto en los artículos 6.3 y 36 de la LAJG permite llegar a distinta conclusión (251). Como se expuso anteriormente, el derecho a la asistencia jurídica gratuita comprende la defensa y representación gratuitas por Abogado y Procurador en el proceso, no sólo cuando su intervención sea legalmente preceptiva, sino también cuando sea exigida en virtud de resolución judicial motivada, es decir, «cuando no siéndolo, sea expresamente requerida por el Juzgado o Tribunal mediante auto motivado para garantizar la igualdad de las partes en el proceso» (art. 6.3 LAJG) (252). Y, a nuestro juicio, en estos supuestos también resulta de aplicación el artículo 36 de la LAJG, el cual establece un régimen de imposición de costas para los procesos en los que alguna parte haya obtenido el reconocimiento del derecho de asistencia jurídica gratuita, sin distinguir en función de que fuera o no legalmente preceptiva la intervención de Abogado y Procurador. Es decir, el régimen de imposición de costas regulado en el artículo 36 de la LAJG se aplica respecto «de quien obtuvo el reconocimiento del derecho a la asistencia jurídica gratuita o de quien lo tuviera legalmente reconocido» (números 1 y 2 del art. 36 LAJG) y el reconocimiento al que se refiere el primer inciso puede producirse tanto cuando la intervención del Abogado y Procurador sea legalmente imperativa, como cuando, no siéndolo, sea expresamente requerida por el Juez en el caso concreto. De modo que el régimen de condena en costas en este último supuesto debiera ser el mismo que cuando la intervención de dichos profesionales (250) GUILLEN SORIA, Las costas..., ob. cit, pp. 51-56, salvo cuando concurra la excepción del segundo párrafo del artículo 11 de la LEC. (251) En este sentido, parece pronunciarse, ARIZA COLMENAREJO, Las costas..., ob. cit., pp. 28-31, al admitir la inclusión en costas de los derechos económicos de Abogado y Procurador cuando su intervención sea requerida por el juez para garantizar la igualdad de las partes. (252) Sobre el particular ver el apartado IV.4.C de la Sección primera. 190 SECCIÓN III: INCIDENCIA DEL CARÁCTER FACULTATIVO DE LA DEFENSA... sea legalmente preceptiva, pues, según vimos con anterioridad, el derecho de asistencia jurídica gratuita comprende los derechos económicos generados por la intervención del Abogado y del Procurador designados de oficio en ambos casos. Además del argumento j sistemático, podría añadirse un argumento lógico, pues parece poco razonable que, cuando es condenada en costas la parte contraria al declarado pobre, sea dicha parte quien deba asumir los gastos generados por la intervención del Abogado y del Procurador del beneficiario de la justicia gratuita (art. 36.1 LAJG) si su intervención es preceptiva por ley. Mientras que si su intervención es legalmente facultativa, pero necesaria para garantizar la igualdad de las partes (art. 6. 3 LAJG) o la efectividad de la defensa (253), sea el Estado, y no la parte condenada en costas, quien deba asumir los gastos generados por el Abogado y el Procurador (254) designados de oficio, situación que se produciría, y en contravención con lo dispuesto en el artículo 36.1, en aquellos juicios de faltas en los que el Juez acuerde mediante auto motivado la designación de Abogado y Procurador de oficio para garantizar la igualdad de las partes en el proceso (art. 6.3 LAJG), si entendemos que, por no ser legalmente preceptiva su intervención, los honorarios del Letrado y los derechos arancelarios del Procurador no son incluibles en costas. Por lo tanto, se puede concluir que cuando en el juicio de faltas sea requerida por el Juez la intervención de Abogado y Procurador para asegurar la igualdad de las partes o la efectividad de la defensa los derechos económicos devengados por la (253) Segundo parámetro validable en virtud de los imperativos del art. 6.3.c) del CEDH, según vimos en los apartados II.. 1 y IV. 3. B de la Sección primera. (254) O sólo los devengados por la intervención del Abogado, si se considera; que la LAJG no ofrece cobertura para la designación de Procurador de oficio. En este sentido, BACHMAIER, La asistencia..., ob. cit., p. 177, aunque la autora no considera que en los supuestos en que no es legalmente preceptiva la intervención de Letrado sean incluibles en costas sus honorarios (ob. cit, p. 151). 191 JUICIO DE FALTAS intervención de estos postuladores técnicos deben considerarse incluibles en costas y, en consecuencia, en materia de condena en costas serán de aplicación las reglas establecidas con carácter general en el artículo 36 de la LAJG. Esta conclusión tendría las consecuencias siguientes. En primer lugar, si es condenada en costas la parte contraria a la que obtuvo el beneficio de justicia gratuita, aquélla deberá costear también los derechos económicos generados por la actuación del Abogado y del Procurador, designados de oficio, para la defensa y representación del declarado pobre (art. 36.1 LAJG). En segundo lugar, si es condenado en costas el declarado pobre, éste debe pagar los honorarios y derechos arancelarios devengados por su representación y defensa y los de la parte contraria, si dentro de los tres años siguientes a la terminación del proceso deviene de mejor fortuna (art. 36.2 LAJG) (255). En tercer lugar, si no existe pronunciamiento expreso en costas, cada parte debe pagar al Abogado y al Procurador que le hayan defendido y representado, salvo la parte que hubiera obtenido el reconocimiento del derecho de asistencia jurídica gratuita, supuesto en el que los derechos y honorarios del Abogado y del Procurador designados de oficio al declarado pobre serán a cargo del Estado [art. 242, II LECRIM (256) y art. 36.3 LAJG]. Si bien, si venció en el juicio el declarado pobre, deberá éste pagar las costas causadas en su defensa, siempre que no excedan de la tercera parte de lo que en el juicio haya obtenido (art. 36.3 (255) Sin embargo, como advierten GÓMEZ COLOMER, El beneficio..., ob. cit, p. 286 y BACHMAIER, La asistencia..., ob. cit, pp. 156-157, resultará difícil que se haga efectiva la obligación del beneficiario que sea condenado en costas. (256) En este sentido, GÓMEZ COLOMER, J. L.: Derecho Jurisdiccional, III, ob. colectiva cit, p. 399, dice que «no entrando enjuego otra previsión expresa, o cuando el tribunal no lo considere procedente, corre a cargo de las costas el Estado (art. 240-1.° LECRIM), aunque las partes deben pagar en este caso, a pesar de ello y salvo que gocen del beneficio de justicia gratuita, a los Abogados y Procuradores que les hayan defendido y representado...». La cursiva es nuestra. 192 SECCIÓN III: INCIDENCIA DEL CARÁCTER FACULTATIVO DE LA DEFENSA... LAJG), disposición que resultará de difícil aplicación al acusado en el juicio de faltas, pero no tanto respecto del acusador que haya formulado una pretensión civil acumulada. Sin embargo, si, tras la designación provisional de Abogado y Procurador, no se reconociera el derecho de asistencia jurídica gratuita, en principio, la parte a quien hubiesen defendido y representado tendrá que abonar los honorarios y derechos económicos correspondientes (arts. 18 y 27 LAJG) (257). No obstante, consideramos que los honorarios del Abogado también debieran ser incluibles en costas, aun cuando no se reconozca el derecho de asistencia jurídica gratuita —que constituye el presupuesto de aplicación de la normativa contenida en la LAJG y cuya ausencia conduciría a la aplicación del régimen general de imposición de costas regulado en el CP y en la LECrim-—, si el órgano jurisdiccional hubiera declarado la necesidad de la intervención de Letrado para asegurar la igualdad de las partes o, en su caso, la efectividad de la defensa, habida cuenta de la complejidad del asunto concreto (258). De hecho, la interpretación tradicional de que en el juicio de faltas no cabe la condena en costas se fundaba en el argumento de que en este proceso penal la intervención de Abogado no es necesaria, pero constatado que en determinados juicios de faltas la asistencia letrada no es legalmente preceptiva, pero sí necesaria por imperativos del interés de la justicia y, por ende, de garantizar la igualdad de las partes y la efectividad de la defensa, puede cuestionarse la aplicación uniforme de dicha regla general, así como que los derechos devengados por la actuación del Letrado, cuya intervención es necesaria para que la defensa se realice de manera adecuada y efectiva, no sean incluibles en costas o considerables como tales. Máxime, cuando esta solución (257) En contra, DE DÍEZ, Asistencia jurídica..., ob. cit, p. 145. (258) En este sentido, CARMONA, «El principio acusatorio...», ob. colectiva cit, p. 330 y DELGADO, El juicio..., ob. cit., pp. 36-7. 193 JUICIO DE FALTAS tiene fundamento, como hemos visto, en la regulación efectuada en la Ley de Asistencia Jurídica Gratuita. Debiendo tenerse en cuenta, además, que, no siendo de aplicación esta normativa, sería plenamente aplicable el régimen de condena en costas establecido en la Ley de Enjuiciamiento Criminal y en el Código Penal. Y en estas leyes se deja un amplio margen de apreciación al órgano jurisdiccional de instancia, ordenando incluso el artículo 123 del Código Penal que las costas procesales se impongan a los condenados por todo delito o falta, incluidas las de la acusación particular. Para concluir conviene traer a colación el ATC 24/1993, de 25 de enero (Sala 1.a), que inadmitió un recurso de amparo contra la sentencia de la Audiencia Provincial de Sevilla de 13 de noviembre de 1991, que condenó al actor a las penas de tres días de arresto y multa de 50.000 pesetas, así como al pago de las costas procesales de la primera instancia, incluyendo las de la acusación particular, expresando que: «por imperativo legal se imponen las costas de la primera instancia al condenado incluyendo las de la acusación particular, pues aun cuando el argumento que se emplea para desestimar este tipo de peticiones es el de que no es necesaria la asistencia de Letrado en el juicio de faltas, no estimamos que el mismo sea el más adecuado para la estimación o desestimación, sino que consideramos correcto el de la complejidad del asunto de que se trata, para estimar la necesidad de asistencia o no, pues esta complejidad es la que determina que una persona pueda defenderse por sí o por medio de Letrado, para así obtener la tutela judicial efectiva que establece el art. 24 de la Constitución. Y en el caso enjuiciado hay que afirmar que tiene una complejidad que indudablemente necesitaba la asistencia de Letrado, que además ha sido decisiva en la resolución que ahora se dicta, a efectos de la imposición que se hace de las costas. Y no se hace expresa condena de las causadas en el presente recurso». Dicha interpretación no fue desvirtuada por el Tribunal Constitucional, que, tras recordar que «las concretas decisiones 194 SECCIÓN III: INCIDENCIA DEL CARÁCTER FACULTATIVO DE LA DEFENSA... judiciales en aplicación de la legislación sobre costas procesales corresponden a los órganos judiciales en el campo de la mera legalidad ordinaria» y que, «por tanto, corresponde enteramente al Tribunal que conoce del correspondiente juicio o recurso, tanto la determinación de a quién deben ser impuestas las costas, corno la regulación de sus conceptos y cuantías», puso de relieve que «igualmente, resulta; indiferente que la Ley no imponga de manera preceptiva la intervención de Abogado o Procurador en los juicios de faltas, pues es un dato real e innegable que en ocasiones estos procesos simplificados sirven para decidir conflictos de gran complejidad, por lo que la solución adoptada por la Sentencia impugnada no sólo no es arbitraria, sino que, además, resulta adecuada para garantizar el acceso de los ciudadanos a la tutela judicial efectiva y sin indefensión que ordena el art. 24.1 C E . , en la línea que marca la STC 47/1987». 2. Del proceso por delito en los supuestos de sentencia condenatoria por falta Una segunda cuestión cuya resolución tampoco es pacífica es la atinente a si pueden incluirse en las costas los gastos generados por la intervención de Abogado y Procurador cuando, habiéndose seguido un proceso por delitos, en la sentencia se absuelve por delito y se condena por falta, Ya hemos hecho referencia en el apartado anterior a una corriente jurisprudencial que considera que en estos supuestos la condena en costas debe ser la correspondiente a un juicio de faltas, pero, como en esta clase de proceso penal no es preceptiva la intervención de Letrado y Procurador, se estima que no procede la imposición de costas (259). (259) STS (Sala 2.a), de 9 de marzo de 1991. Fundamento de Derecho Tercero, RA 1958 y SAP, Murcia (Sección 3.a), de 8 de mayo de 1996, FD 7.°, RAJ 1996/364. 195 JUICIO DE FALTAS Otra interpretación es la de entender que las costas deben determinarse atendiendo a los actos procesales que efectivamente se realizaron, de manera que si se realizó un proceso por delito, aunque se condenara por falta, debe estarse para el cálculo de las costas a lo dispuesto para el proceso por delito que se siguió. En este sentido, el auto de 3 de junio de 1996 de la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, Fundamento de Derecho Segundo, dice que: «De la exposición fáctica realizada anteriormente tiene que deducirse que la cuestión planteada entre las partes ha quedado reducida a un único punto y que éste se refiere a si, realizado un proceso penal por la tramitación propia de los delitos, pero condenándose en la sentencia sólo por falta las costas de las que debe responder el condenado han de ser las propias de un proceso por delito o las indicadas para un juicio de faltas. Así planteados los términos de la cuestión y admitiendo que la solución de la misma no es unánime en la práctica jurisprudencial, la Sala concluye que las costas deben calcularse con relación a los actos procesales que efectivamente se realizaron, no en atención al resultado final de la calificación jurídica de los hechos punibles efectuada por el Tribunal Sentenciador. (...) En este sentido lo efectivamente realizado fue, especialmente, un acto de juicio oral propio de delito, no un juicio de faltas, y el trabajo efectuado fue el propio de aquél, no el de éste». Finalmente, una tercera corriente jurisprudencial, que se está consolidando como mayoritaria, estima que en estos supuestos de seguimiento de proceso por delito y condena por falta deben considerarse incluidas en las costas los gastos devengados por la intervención de Abogado y Procurador, si bien para su cálculo habrá de estarse a lo dispuesto para el juicio de faltas. En este sentido, el auto de 8 de febrero de 1994 de la Audiencia Provincial de Valencia (Sección 3.a), dice: 196 SECCIÓN III: INCIDENCIA DEL CARÁCTER FACULTATIVO DE LA DEFENSA... «Segundo.—A dicha afirmación no empece el hecho de que la condena no haya sido por delito, sino por falta, toda vez que hubo de acusar y defenderse, respectivamente las partes, como acusadora y acusadas (sic), de hechos que constituían delito, y todo ello sin perjuicio de que los honorarios y derechos devengados se constriñan a los que según las normas colegiales se devenguen en los juicios de faltas. Tercero.— En consecuencia, procede estimar el recurso de queja interpuesto y revocar la resolución recurrida en el sentido de proceder a la inclusión de los derechos de Procuradores y honorarios de Abogado que correspondan según un juicio de faltas, en la tasación de costas practicada» (260). En la misma línea de considerar incluibles en costas los derechos económicos causados por la intervención del Abogado y del Procurador, pero cuantificando los mismos con arreglo a lo establecido para el juicio de faltas se pronuncia la sentencia de 16 de enero de 1997 de la Audiencia Provincial de Asturias, la cual afirma que: «En lo que atañe a las costas de la acusación particular esta misma Sección ha declarado que el hecho de que se terminara condenando por falta no obsta a la inclusión de las costas correspondientes a la acusación particular —que se personó y actuó en juicio por delito—, siempre que los honorarios de los profesionales sean los correspondientes a un juicio de faltas en el que, en todo caso, su actuación, aunque no preceptiva, siempre sería legítima.... Todo ello con independencia del criterio esencialmente objetivo que, en principio, establece el Código Penal acerca de la imposición de las costas procesales a los criminalmente responsables de todo delito o falta (artículos 109 del CP y 240. 2.° de la LECrim), cuyo contenido incluye, entre otros conceptos, los derechos de Abogados y Procuradores (artículos 110 del CP y 241. 3.° de la LECrim). Por tanto, también debe desesti(260) Resolución citada por GUILLÉN SORIA, Las costas..., ob. cit, pp. 58-59. 197 JUICIO DE FALTAS marse el recurso formulado en cuanto pretende la exclusión de las costas de la acusación particular» (261). Una vez expuestas las principales corrientes jurisprudenciales en torno a la inclusión en costas de los derechos económicos generados por la actuación de Abogado y Procurador de la acusación particular en el proceso por delitos en el que se absuelve por delito y se condena por falta, le corresponde al intérprete asumir una postura. A nuestro juicio, es esta última corriente jurisprudencial la más acertada, que no es precisamente la adoptada por la Sala Segunda del Tribunal Supremo, pero no porque la intervención de Abogado y Procurador en el juicio de faltas, no siendo preceptiva, resulte legítima, pues también es legítima la intervención de estos profesionales en cualquier juicio de faltas, especialmente la del Abogado —pues, según vimos, el derecho a la defensa letrada pervive en los procesos en los que no es legalmente preceptiva su actuación—, y no por ello se admite que en todo juicio de faltas en que el acusado sea condenado por la falta que se le atribuye deban incluirse en las costas los gastos derivados por la actuación de estos postuladores técnicos de la acusación particular. Tampoco parece que el criterio adecuado para determinar o calcular los gastos incluibles en costas sea el de que la tramitación de la causa no haya dependido de la voluntad de las partes acusadoras, sino de la decisión del órgano jurisdiccional (262), pues, si aquéllas no hubiesen calificado el hecho punible como delito en su escrito de acusación —al margen del supuesto, poco frecuente, en el que el Ministerio Fiscal realizara una calificación jurídica más grave que la acusación particular—, no se hubiera seguido un juicio oral propio de proceso por delito. (261) SAP, Asturias (Sección 2.a), de 16 de enero de 1997, en BDAJ 1997/13. (262) En este sentido, GUILLÉN SORIA, Las costas..., ob. cit, p. 58 y auto de la Sala de lo Civil y de lo Penal del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, antes transcrito. 198 SECCIÓN III: INCIDENCIA DEL CARÁCTER FACULTATIVO DE LA DEFENSA... En consecuencia, en nuestra opinión, el criterio verdaderamente relevante para la determinación de los conceptos incluibles en costas en estos supuestos es el del proceso realmente seguido, de modo que si se sigue un proceso por delito, aunque se absuelva por éste y se condene por falta, deben considerarse incluidas en las mismas los gastos devengados por la actuación del Abogado y del Procurador de la acusación particular, pues en el proceso por delito que se siguió es preceptiva legálmente esta postulación procesal. Sin embargo, a la hora de proceder a la tasación y cálculo de las costas el criterio relevante debe ser atender a la cuantía correspondiente al juicio de faltas, ya que si se absolvió por delito, no pueden imponerse al acusado absuelto por el mismo los gastos generados por la intervención de Abogado y Procurador en la cuantía correspondiente a un proceso por delitos, por resultar contrario al sentido de lo dispuesto en el artículo 240. 2 ° . II de la LECrim y , a contrario sensu, en el artículo 123 del CP. Pero, si se le condena por falta y siendo en estos casos preceptiva por ley la intervención de estos postuladores técnicos, lo dispuesto en el último precepto citado autoriza que se le impongan los gastos generados por la intervención de Abogado y Procurador de la acusación particular, pero en la cuantía correspondiente a un juicio de faltas, ya que por falta ha sido condenado. II. C O N RELACIÓN A LAS COSTAS OCASIONADAS EN LA SEGUNDA INSTANCIA DEL JUICIO DE FALTAS En el apartado anterior poníamos de manifiesto que las normas procesales penales conferían al órgano jurisdiccional de instancia cierto margen de apreciación en materia de costas, que permitía que el mismo incluyera en la tasación de costas los honorarios de Abogado y los derechos arancelarios del Procurador—más claramente cuando se reconociera el derecho de asistencia jurídica gratuita, aunque también extensible, al menos respecto de los honorarios del Abogado, pese a que no se 199 JUICIO DE FALTAS reconociera-— cuando las circunstancias del caso concreto requirieran la intervención de postuladores técnicos para garantizar la igualdad de las partes o la efectividad del derecho de defensa. Desborda con creces el objetivo de este trabajo acometer el estudio de la condena en costas en la segunda instancia del proceso penal, deseando tan sólo realizar dos observaciones. De una parte, que, ante la ausencia de normas que regulen expresamente el régimen de imposición de costas en la segunda instancia (263), el margen de apreciación de los órganos jurisdiccionales es mayor. De otra, que una de las razones que hace necesaria la asistencia letrada es la complejidad, y la complejidad procedimental, tratada en la Sección segunda y resultado de la remisión que el artículo 976. II de la LECrim efectúa a los artículos 795 y 796 de la misma, es manifiesta. En consecuencia, los argumentos y consideraciones expuestos en relación a la primera instancia del juicio de faltas en aras a la posible inclusión en costas de los gastos devengados por la intervención de Abogado y Procurador son extensibles, con mayor razón si cabe, respecto de la segunda instancia. (263) En este sentido, ARIZA COLMENAREJO, Las costas..., ob. cit., pp. 249- 253, que analiza los criterios que se siguen en la práctica judicial en materia de imposición de las costas causadas en la segunda instancia y a la incidencia del recurso de apelación en las costas de la instancia. 200