sección iii: incidencia del carácter facultativo de la defensa técnica y

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SECCIÓN III:
INCIDENCIA DEL CARÁCTER FACULTATIVO
DE LA DEFENSA TÉCNICA Y
DE LA REPRESENTACIÓN PROCESAL SOBRE
EL RÉGIMEN DE IMPOSICIÓN DE COSTAS (*)
(*) Rafael Bellido Penadés.
I. RESPECTO A LAS CAUSADAS EN LA PRIMERA, Y EN SU CASO
ÚNICA INSTANCIA
1. Del juicio de faltas
A. El carácter facultativo de la postulación técnica como
argumento de exclusión de los derechos económicos
devengados y el reconocimiento constitucional
de la efectividad de la defensa
Otra cuestión problemática que se ha suscitado en aquellos
procesos en los que no resulta preceptúa legalmente la asistencia letrada y la representación procesal mediante Procurador es
la consistente en determinar si, en aquellos casos en los que las
partes deseen ser defendidas y representadas por estos técnicos,
los derechos y honorarios de los profesionales intervinientes
deben ser asumidos en todo caso por la parte a quien defienden
y representan, o pueden repercutirse en ciertos supuestos sobre
la parte contraria en el caso de que sea condenada en costas.
En la mayoría de los supuestos producidos en la práctica
judicial el problema viene referido a si los honorarios y derechos
económicos del Abogado y del Procurador de la acusación particular pueden incluirse, cuando es condenado el acusado, en la
tasación de costas del proceso penal por faltas.
Como de todos es bien sabido, en el proceso penal son
diversos los criterios que rigen el pronunciamiento de condena
en costas en atención a la posición que ocupe la parte a la que le
han sido impuestas éstas. Respecto al acusado, rige el principio
179
JUICIO DE FALTAS
objetivo del vencimiento, recogido en el artículo 123 del CP,
conforme al cual «las costas procesales se entienden impuestas
por la Ley a los criminalmente responsables de todo delito o
falta», de manera que «no se impondrán nunca las costas a los
procesados que fueren absueltos» (art. 240.2.°.II LECrim).
Sin embargo, respecto del acusador particular y del actor
civil (235), rige el principio subjetivo de la temeridad o mala fe,
de forma que éstos sólo podrán ser condenados «al pago de las
costas cuando resultare de las actuaciones que han obrado con
temeridad o mala fe» (art. 240. 3.°. II LECrim).
Pues bien, partiendo de dicha regulación, el carácter facultativo de la intervención de Abogado y Procurador en el juicio de
faltas ha suscitado en la práctica una polémica relativa a la incidencia que la contingencia de la actuación de dichos postuladores técnicos produce en el régimen general de condena en costas
propio del proceso penal.
La regla general en los supuestos en los que, como en el juicio de faltas, la intervención de Abogado y Procurador sea potestativa, ha sido tradicionalmente que los derechos y honorarios de
estos profesionales no pueden repercutirse sobre la parte contraria, y ello aunque ésta sea condenada en costas. La razón de ser
de este régimen, no siempre explícito en nuestro ordenamiento
procesal —así sucede en las normas procesales penales—, puede
hallarse en el concepto mismo de costas. Comprendiendo éstas
«los desembolsos necesarios o imprescindibles que el propio
proceso exige», no tienen la consideración de tal aquéllos «que
no son estrictamente necesarios», como los «honorarios de
Letrado cuando su intervención no es preceptiva por ley» (236).
(235) En este sentido el artículo 240. 3.° de la LECrim, al equiparar el tratamiento del acusador particular y del actor civil en materia de imposición de
costas, parece corroborar la aplicación de las normas de postulación del proceso penal al proceso civil que a él se acumule.
(236) MUERZA ESPARZA, J.: Derecho procesal penal, con DE LA OLIVA,
HINOJOSA, ARAGONESES y TOMÉ, Madrid, 1997, p.778.
180
SECCIÓN III: INCIDENCIA DEL CARÁCTER FACULTATIVO DE LA DEFENSA...
De manera que el carácter no preceptivo de la intervención
de Abogado y Procurador en el juicio de faltas ha llevado, tradicionalmente, a calificar los gastos devengados por la actuación
de dichos profesionales en este proceso como innecesarios e inútiles (237).
En consecuencia, el planteamiento anterior y el carácter
facultativo de la intervención de Abogado y Procurador en los juicios de faltas ha conducido mayoritariamente en la doctrina (238)
y en la jurisprudencia a considerar excluidos de las costas los
honorarios del Letrado y los derechos arancelarios del Procurador
en esta clase de proceso penal.
En este sentido, son diversos los pronunciamientos jurisprudenciales que se manifiestan, bien «incidentalmente», bien directamente, sobre la posibilidad —o, más bien, sobre la no posibilidad-— de incluir como costas en el juicio de faltas los gastos
devengados por la intervención de Abogado y Procurador, debido
al carácter facultativo de su intervención en esta clase de proceso.
Entre los primeros, se pueden traer a colación los contenidos en aquellas sentencias en las que habiéndose seguido un proceso por delito, se absuelve por delito y se condena por falta. Así,
la STS de 9 de marzo de 1991 versaba sobre un supuesto en el
que se había absuelto por delito y sólo se había condenado por
falta de imprudencia regulada en el artículo 586 bis del viejo
Código Penal. El recurrente impugnaba alegando que la condena en costas era consecuencia obligada del fallo penal condenatorio (art. 109 CP, hoy art. 123). Sin embargo, la Sala Segunda,
aun reconociendo el criterio objetivo del vencimiento cuando
existe sentencia de condena en el proceso penal, declaró que:
(237) Sobre el particular, ARÍZA COLMENAREJO, Las costas..., ob. cit,
pp. 23-31.
(238) D E LAMO RUBIO, J, El Código Penal de 19.95 y su ejecución. Aspectos
prácticos de la ejecución penal, Barcelona, 1997. pp. 582-583 y ESTÉVEZ
GIMENO, ARROYO MENA, GANZENMÚLLER, ESCUDERO Y FRÍGOLA, Las faltas,
Barcelona, 1998, pp. 248-249.
181
JUICIO DE FALTAS
«...teniendo en cuenta los conceptos que como costas enuncia la Ley de Enjuiciamiento Criminal (art. 241), la reforma de
la Ley 25/1986, y que en el juicio de faltas no es necesaria la
intervención de Abogado y Procurador ni aun para formular la
querella..., resulta que no procede cargar las costas de la acusación particular, en este procedimiento de instancia» (239).
Esta interpretación fue reiterada en la sentencia de 8 de
mayo de 1996 de la Audiencia Provincial de Murcia, que revocó
parcialmente la sentencia de primera instancia y acordó la no
inclusión en la condena en costas de los honorarios de Letrado y
derechos del Procurador que intervinieron en defensa y representación de la acusación particular en un supuesto similar
—absolución por delito y condena por falta del artículo 586.bis
del viejo Código Penal—:
«Finalmente en relación con la condena en costas..., alegando en síntesis la improcedencia de la inclusión de las originadas
por la acusación particular, y en cualquier caso la de los honorarios del Letrado y derechos y suplidos del Procurador, siendo
preceptiva la condena al pago de las costas a tenor de los artículos 109 del Código Penal, y 240 de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal, es lo cierto que la sentencia apelada en definitiva ha
venido a absolver a los acusados de los delitos por los que se formuló acusación, condenándoles por falta y en tales casos la condena en costas es la correspondiente a un juicio de faltas... y no
siendo preceptiva la intervención de Abogado y Procurador en
el juicio de faltas, no procede cargar las costas de los mismos,
en este procedimiento» (240).
Sin embargo, también existen sentencias que hacen aplicación
de la anterior interpretación a procesos que se inician, desarrollan
y deciden por los trámites del juicio de faltas, interpretación que, en
(239) STS (Sala 2.a), de 9 de marzo de 1991, Fundamento de Derecho
Tercero, RA 1958.
(240) SAP, Murcia (Sección 3.a), de 8 de mayo de 1996, FD 7.°, RAJ
1996/364. La cursiva es nuestra.
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SECCIÓN III: INCIDENCIA DEL CARÁCTER FACULTATIVO DE LA DEFENSA...
la actualidad, como veremos, puede presentar excepciones, una vez
aprobada y publicada la Ley de Asistencia Jurídica Gratuita.
En efecto, en el caso resuelto por la sentencia de 17 de
marzo de 1997 de la Audiencia Provincial de Asturias se dice:
«(...) si bien es cierto que y de conformidad con lo dispuesto
en el art. 123 del Código Penal de 1995 (RCL 1995\3170 y RCL
1996\777) y arts. 239 y 240 de la LECrim, las costas procesales se
entienden impuestas por ley a los responsables criminales de todo
delito o falta, no debe olvidarse que existe reiterada doctrina del
Tribunal Supremo (SS. 21 noviembre 1968 [RJ 1968\4826], 7
marzo 1988 [RJ 1988\1583] y 9 marzo 1991 [RJ 1991\1958]) estableciendo que, en los supuestos en que se condena al acusado por
falta, teniendo en cuenta los conceptos que como costas enuncia la
LECrim (art. 241), la reforma de la Ley 25/1986 (RCL 1986\3892)
y que en el juicio de faltas no es necesaria la intervención de
Abogado y Procurador ni aun para formular la querella (Decreto 21
noviembre 1952, art. 7) resulta que no procede cargar las costas
derivadas de la actuación de la acusación particular, estimando el
recurso de apelación en este extremo, revocando la sentencia a quo
en este punto, condenando al acusado al pago de las costas correspondientes a un juicio de faltas, sin incluir las de la acusación particular, añadiendo por último que el art. 124 del Código Penal de
1995 al hablar de que en las costas se incluirán siempre los honorarios de la acusación particular habla tan sólo de los delitos, omitiendo toda referencia a las faltas a diferencia de lo establecido en
el art. 123 ya citado (...)» (241).
No obstante, hoy, otra corriente minoritaria ha propugnado la
aplicación analógica de la Ley de Enjuiciamiento Civil, en particular de lo dispuesto en su artículo 11. II, al juicio de faltas (242). Esta
interpretación es la realizada en la Sentencia de la Audiencia
(241) SAP, Asturias (Sección 2.ª) de 17 de marzo de 1997, FD 2.°, BDAJ,
1997/549.
(242) GUILLÉN SORIA, J. M., Las costas procesales penales. Aspectos prácticos y jurisprudenciales, Barcelona, 1998, pp. 51-56.
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JUICIO DE FALTAS
Provincial de Barcelona de 10 de marzo de 1995, que hizo una
dudosa aplicación analógica de dicho precepto de la ley procesal
civil, en lo que parece, sin que pueda deducirse claramente, un verdadero juicio de faltas. No obstante, por concurrir la salvedad contemplada en el último inciso del precepto citado —que la residencia habitual de la parte representada y defendida sea distinta del
lugar en que se tramite el juicio— incluyó en la tasación de costas
los gastos generados por la intervención del Abogado y del
Procurador de la acusación particular. Pero no por la complejidad
objetiva o subjetiva del caso, sino por la aplicación analógica del
citado precepto.
«Queda pues por determinar —y éste es el punto controvertido—, si el condenado como criminalmente responsable en un
juicio sobre faltas y obligado por ello al pago de las costas, según
establece el artículo 109 del Código Penal, está o no obligado, y
en su caso en qué supuestos, al pago de los honorarios y de los
derechos devengados respectivamente por el Abogado y por el
Procurador de la acusación particular. Ninguna norma al respecto, salvo la alusión de la posibilidad de las partes de comparecer
asistidas por Abogado realizada en el artículo 962 de la LECrim,
se comprende —como antes se dijo—, en la referida Ley Procesal
Penal, lo que obliga a acudir, para colmar la laguna legal, a la
aplicación analógica de las normas correspondientes de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, y al respecto es de ver ... el artículo 11
de la misma.... Así pues, por aplicación de dicho precepto legal y
dado que —como se expresa en el auto recurrido—, todos los
reclamantes representados por la Procuradora ... y defendidos
por el Letrado ... cuyas costas han sido incluidas en la tasación,
tienen su domicilio en población distinta a la de la sede del juzgado, ha de estimarse como procedente y por dicha razón y no
por la especial complejidad que la causa pudiera tener o por el
éxito de la gestión letrada u otros motivos, la inclusión en la tasación de costas, no sólo de los derechos y suplidos de la
Procuradora, sino también de los honorarios del Letrado pues a
ambos alude el precepto legal y a ambos por igual se refiere la
excepción a la no inclusión en la tasación de los derechos y
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SECCIÓN III: INCIDENCIA DEL CARÁCTER FACULTATIVO DE LA DEFENSA...
honorarios de Procuradores y Letrado cuando su intervención no
sea preceptiva. Por consiguiente, procede desestimar el recurso
de apelación interpuesto y confirmar el auto recurrido; con
declaración de oficio de las costas de este recurso» (243).
De las anteriores resoluciones puede extraerse un elemento
común, que es el relevante en el ámbito de nuestro estudio, a
saber, que en el juicio de faltas los honorarios y derechos de
Abogado y Procurador no pueden incluirse en la tasación de costas, bien en ningún caso, bien con la excepción de que la residencia habitual de la parte sea distinta del lugar en que se tramita el juicio, y ello debido al carácter potestativo de su
intervención en esta clase de proceso penal.
Constatada esta interpretación jurisprudencial, resulta preciso valorar, siquiera sea someramente, la acomodación de esta
hermenéusis a los imperativos del derecho de defensa y de la justicia, valor superior de nuestro ordenamiento y de reconocimiento constitucional (art. 1.1 CE), así como la repercusión que
la Ley de Asistencia Jurídica Gratuita de 1996 puede tener sobre
la misma; sin olvidar la corrección de la aplicación analógica de
la norma contenida en el artículo 11. II de la ley procesal civil al
juicio de faltas.
Comenzando por esta última cuestión, es forzoso reconocer
que resulta cierto que, en la actualidad, existe en el ordenamiento procesal civil una consagración legal de la aludida regla general de exclusión de los derechos económicos de Abogado y
Procurador respecto de aquellos procesos civiles en los que su
intervención no resulta; legalmente preceptiva. En efecto, conforme al artículo 11. II de la LEC, «en estos casos, así como en
todos en los que su intervención no sea preceptiva, si hubiere
condena en costas a fayor del que se haya valido de Procurador
o de Letrado, no se comprenderán en ellas los derechos de aquél
(243) SAP Barcelona (Sección 6.a) de 10 de marzo de 1995, FD 3.°, Base
de Datos Aranzadi Audiencias, 1995/317.
185
JUICIO DE FALTAS
ni los honorarios de éste». Y es cierto también que, una vez establecida la regla general, este precepto exceptúa aquellos supuestos en los que «la residencia habitual de la parte representada y
defendida sea distinta del lugar en que se tramite el juicio».
Sin embargo, la aplicación analógica que la última sentencia
efectúa de la disposición civil citada no parece correcta. Por una
parte, porque son heterogéneos los criterios que rigen la condena en costas en el proceso civil y en el proceso penal. Así, en el
primero rige generalmente el criterio objetivo del vencimiento,
sin hacer acepción de la posición —demandante o demandada—
que se ocupa en la relación jurídica procesal (art. 523 LEC). Por
el contrario, en el proceso penal dicho criterio objetivo sólo rige
para el acusado, mientras que para el acusador y el actor civil
rige el criterio subjetivo de la mala fe o temeridad (art. 240
LECrim y art. 123 CP). Diversidad de criterios que pueden quebrar la identidad de razón requerida por el artículo 4.1 del
Código Civil para la aplicación analógica de las normas.
Por otra parte, porque la indicada excepción del artículo 11.
II de la LEC, si se quiere, también está prevista en la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, pero lo está para introducir una distinta consecuencia jurídica, es decir, para eximir al imputado de la
obligación de concurrir al juicio y permitirle que apodere a cualquier persona para que presente en el mismo las pruebas de descargo que tuviere (art. 970 LECrim), pero no para determinar los
criterios que rigen en materia de costas.
Finalmente, porque el rechazo del criterio de la complejidad
de la causa como criterio relevante a los efectos de incluir los
honorarios del Abogado en la tasación de costas, aun cuando su
intervención no fuera legalmente preceptiva, podría originar
situaciones de clara injusticia. La aplicación de la regla que
excluye de la tasación de costas los honorarios de Letrado cuando su intervención sea legalmente potestativa, siendo válida con
carácter general —perspectiva de generalidad propia de la ley—,
puede conducir a consecuencias reprobables y poco compatibles
con el derecho de defensa constitucionalmente reconocido en el
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SECCIÓN III: INCIDENCIA DEL CARÁCTER FACULTATIVO DE LA DEFENSA...
artículo 24.2 de la CE, de aplicarse de modo uniforme, y sin consideración alguna de las circunstancias concurrentes en el caso
concreto (244).
Por ello, la doctrina no ha dejado de poner de manifiesto que
la aplicación uniforme e indiscriminada de la anterior regla
general contenida en el artículo 11. II de la LEC, incluso con la
salvedad legal indicada, a todos los procesos civiles en los que
no sea preceptiva la intervención de Abogado y Procurador
puede llevar a soluciones manifiestamente injustas, contraviniendo las exigencias de un valor superior de nuestro ordenamiento (art. 1.1 CE).
En este sentido, Fernández Montalvo considera que la regulación del art. 11. II LEC «puede resultar contraria a la doctrina
contenida en la STC 47/1987, de 22 de abril, en cuanto que el
ejercicio de la facultad de defensa técnica en los procesos exceptuados de la regla general de intervención preceptiva de
Abogado no debiera verse penalizada, en todo caso, con la carga
de satisfacer los honorarios correspondientes» (245).
Así mismo, cierta «jurisprudencia menor», que atribuye carácter facultativo a la intervención de Letrado en el denominado «juicio verbal civil del automóvil», ha interpretado que no resulta justificado excluir sus honorarios en ciertos supuestos concretos,
excepcionalísimos por lo demás, en los que, por su complejidad y
(244) Tampoco parece ser un argumento contundente el hecho de que el
artículo 124 del CP de 1995, al abordar el tema de la inclusión en costas de los
gastos generados por la acusación particular, se refiera sólo a los delitos, pues
debe tenerse en cuenta que este precepto, más que atender a la entidad del ilícito penal —delito o falta—, está poniendo el énfasis en la naturaleza del
mismo —público, privado o semipúblico—. Y con la regulación que este cuerpo legal nos ofrece sólo existen delitos privados, al haber desaparecido las faltas de semejante naturaleza.
(245) FERNÁNDEZ MONTALVO, R, Comentarios a la Ley de Medidas
Urgentes de Reforma Procesal.I La reforma del proceso civil, con XlOL RÍOS,
Valencia, 1992, p. 44. La cursiva es nuestra.
187
JUICIO DE FALTAS
entidad, se revela necesaria su intervención, en aplicación directa
de la Constitución, para enervar la indefensión de la parte (246).
Esta interpretación resulta defendible, como advierte Santos,
en ciertos juicios de gran complejidad y en los que la pretensión
indemnizatoria formulada es de notable cuantía, «porque de lo contrario, el justiciable quedaría mermado en su derecho a una justa
indemnización..., si, pese a ganar el pleito, tuviese que deducir los
honorarios de su Abogado. Máxime, se añade, cuando el Tribunal
Constitucional ha establecido (v. gr., S. 230/1988, de 1 de diciembre) que la imposición de costas no significa en nuestro ordenamiento una sanción al que pierde, sino una contraprestación por los
gastos ocasionados para que quien obtuvo una victoria fundada no
vea menoscabados sus intereses».
Esta consideración resulta especialmente relevante en aquellos casos objetivamente complejos en los que se formulan pretensiones indemnizatorias de importante cuantía, como son los
juicios en los que se denuncia una falta de imprudencia con
resultado de muerte o lesiones (art. 621 CP) (247), en virtud del
actual sistema legal de acumulación general de la pretensión
civil y la aplicación a esta última del régimen de postulación propio del proceso penal en el que se acumula (248).
Si la complejidad es el parámetro utilizado por el legislador
para establecer la necesidad de la defensa técnica y el artículo
(246) Sobre el particular, ver las resoluciones citadas por SANTOS VIJANDE,
La intervención forzosa..., ob. cit., pp. 284-5, a quien pertenecen los entrecomillados siguientes, p. 289 (la cursiva es nuestra) y ALONSO-CUEVILLAS
SAYROL, J, El juicio verbal de tráfico: Problemas relativos a la postulación
procesal y su incidencia en la tasación de costas, Revista General de Derecho
(RGD) 1998, n.° 640-641, pp. 65 y ss.
(247) Complejidad respecto al objeto penal, que redunda en la dificultad de
determinar ab initio el proceso penal adecuado y en que no pocos procesos por delitos de imprudencia culminen con la absolución por el delito de imprudencia y en la
condena por falta de imprudencia Y complejidad respecto al objeto civil acumulado, similar y, en ciertos casos, idéntica a la del denominado juicio verbal de tráfico.
(248) MONTERO AROCA, Derecho Jurisdiccional, III, ob. colectiva cit., p. 92.
188
SECCIÓN III: INCIDENCIA DEL CARÁCTER FACULTATIVO DE LA DEFENSA...
24.2 de la CE garantiza la efectividad del derecho de defensa, no
se alcanza a comprender las razones que puedan justificar la
exclusión de las costas, al menos —aunque probablemente no
sólo— de los gastos generados por la intervención de un
Abogado designado de oficio al pobre, cuando esa complejidad,
y la consiguiente necesidad o imprescindibilidad de la defensa
técnica, concurra en un concreto juicio de faltas, y ello pese a la
sencillez que parece presidirle.
B.
Proyección de la Ley de Asistencia Jurídica Gratuita
Sin embargo, la aprobación de la Ley 1/1996, de 10 de
enero, de Asistencia Jurídica Gratuita permite cuestionar que ía
excepcional regla de inclusión de los honorarios de Abogado en
la tasación de costas en los procesos en los que no sea legalmente
preceptiva su actuación tenga, en la actualidad, un fundamento
exclusivamente constitucional. Es decir, que, tras la aprobación
y publicación de esta ley, cabría plantearse que la inclusión de
esos derechos económicos en la tasación de costas encuentra
fundamento legal cuando se haya reconocido el derecho de asistencia jurídica gratuita, fundamento que podría extenderse, además, a los derechos arancelarios del Procurador.
La cuestión es complicada, pues el artículo 36 de la LAJG,
que regula el régimen de imposición de costas procedente cuando se haya reconocido el derecho de asistencia jurídica gratuita,
no contempla expresamente el problema planteado. De hecho,
autorizadas opiniones doctrinales que han estudiado en profundidad este derecho, tras la aprobación de la nueva ley reguladora del mismo, no parecen considerar que los honorarios de
Abogado y los derechos arancelarios de Procurador designados
de oficio puedan incluirse en la tasación de costas en los casos
en que su intervención no sea preceptiva (249), como sucede en
(249) En este sentido, BACHMAIER, La asistencia,... ob. cit., p. 151, que cita
en apoyo de dicha interpretación la norma contenida en el art. 11, II LEC.
189
JUICIO DE FALTAS
el juicio de faltas (250). Sin embargo, en nuestra opinión, una
interpretación conjunta de lo dispuesto en los artículos 6.3 y 36
de la LAJG permite llegar a distinta conclusión (251).
Como se expuso anteriormente, el derecho a la asistencia
jurídica gratuita comprende la defensa y representación gratuitas
por Abogado y Procurador en el proceso, no sólo cuando su
intervención sea legalmente preceptiva, sino también cuando sea
exigida en virtud de resolución judicial motivada, es decir,
«cuando no siéndolo, sea expresamente requerida por el Juzgado
o Tribunal mediante auto motivado para garantizar la igualdad
de las partes en el proceso» (art. 6.3 LAJG) (252). Y, a nuestro
juicio, en estos supuestos también resulta de aplicación el artículo 36 de la LAJG, el cual establece un régimen de imposición
de costas para los procesos en los que alguna parte haya obtenido el reconocimiento del derecho de asistencia jurídica gratuita,
sin distinguir en función de que fuera o no legalmente preceptiva la intervención de Abogado y Procurador.
Es decir, el régimen de imposición de costas regulado en el
artículo 36 de la LAJG se aplica respecto «de quien obtuvo el
reconocimiento del derecho a la asistencia jurídica gratuita o de
quien lo tuviera legalmente reconocido» (números 1 y 2 del art. 36
LAJG) y el reconocimiento al que se refiere el primer inciso puede
producirse tanto cuando la intervención del Abogado y Procurador
sea legalmente imperativa, como cuando, no siéndolo, sea expresamente requerida por el Juez en el caso concreto. De modo que
el régimen de condena en costas en este último supuesto debiera
ser el mismo que cuando la intervención de dichos profesionales
(250) GUILLEN SORIA, Las costas..., ob. cit, pp. 51-56, salvo cuando concurra la excepción del segundo párrafo del artículo 11 de la LEC.
(251) En este sentido, parece pronunciarse, ARIZA COLMENAREJO, Las costas..., ob. cit., pp. 28-31, al admitir la inclusión en costas de los derechos económicos de Abogado y Procurador cuando su intervención sea requerida por el
juez para garantizar la igualdad de las partes.
(252) Sobre el particular ver el apartado IV.4.C de la Sección primera.
190
SECCIÓN III: INCIDENCIA DEL CARÁCTER FACULTATIVO DE LA DEFENSA...
sea legalmente preceptiva, pues, según vimos con anterioridad, el
derecho de asistencia jurídica gratuita comprende los derechos
económicos generados por la intervención del Abogado y del
Procurador designados de oficio en ambos casos.
Además del argumento j sistemático, podría añadirse un argumento lógico, pues parece poco razonable que, cuando es condenada en costas la parte contraria al declarado pobre, sea dicha parte
quien deba asumir los gastos generados por la intervención del
Abogado y del Procurador del beneficiario de la justicia gratuita
(art. 36.1 LAJG) si su intervención es preceptiva por ley. Mientras
que si su intervención es legalmente facultativa, pero necesaria
para garantizar la igualdad de las partes (art. 6. 3 LAJG) o la efectividad de la defensa (253), sea el Estado, y no la parte condenada
en costas, quien deba asumir los gastos generados por el Abogado
y el Procurador (254) designados de oficio, situación que se produciría, y en contravención con lo dispuesto en el artículo 36.1, en
aquellos juicios de faltas en los que el Juez acuerde mediante auto
motivado la designación de Abogado y Procurador de oficio para
garantizar la igualdad de las partes en el proceso (art. 6.3 LAJG), si
entendemos que, por no ser legalmente preceptiva su intervención,
los honorarios del Letrado y los derechos arancelarios del
Procurador no son incluibles en costas.
Por lo tanto, se puede concluir que cuando en el juicio de
faltas sea requerida por el Juez la intervención de Abogado y
Procurador para asegurar la igualdad de las partes o la efectividad de la defensa los derechos económicos devengados por la
(253) Segundo parámetro validable en virtud de los imperativos del art.
6.3.c) del CEDH, según vimos en los apartados II.. 1 y IV. 3. B de la Sección
primera.
(254) O sólo los devengados por la intervención del Abogado, si se considera; que la LAJG no ofrece cobertura para la designación de Procurador de
oficio. En este sentido, BACHMAIER, La asistencia..., ob. cit., p. 177, aunque
la autora no considera que en los supuestos en que no es legalmente preceptiva la intervención de Letrado sean incluibles en costas sus honorarios (ob.
cit, p. 151).
191
JUICIO DE FALTAS
intervención de estos postuladores técnicos deben considerarse
incluibles en costas y, en consecuencia, en materia de condena
en costas serán de aplicación las reglas establecidas con carácter
general en el artículo 36 de la LAJG. Esta conclusión tendría las
consecuencias siguientes.
En primer lugar, si es condenada en costas la parte contraria a
la que obtuvo el beneficio de justicia gratuita, aquélla deberá costear también los derechos económicos generados por la actuación
del Abogado y del Procurador, designados de oficio, para la defensa y representación del declarado pobre (art. 36.1 LAJG).
En segundo lugar, si es condenado en costas el declarado
pobre, éste debe pagar los honorarios y derechos arancelarios
devengados por su representación y defensa y los de la parte
contraria, si dentro de los tres años siguientes a la terminación
del proceso deviene de mejor fortuna (art. 36.2 LAJG) (255).
En tercer lugar, si no existe pronunciamiento expreso en
costas, cada parte debe pagar al Abogado y al Procurador que le
hayan defendido y representado, salvo la parte que hubiera obtenido el reconocimiento del derecho de asistencia jurídica gratuita, supuesto en el que los derechos y honorarios del Abogado y
del Procurador designados de oficio al declarado pobre serán a
cargo del Estado [art. 242, II LECRIM (256) y art. 36.3 LAJG].
Si bien, si venció en el juicio el declarado pobre, deberá éste
pagar las costas causadas en su defensa, siempre que no excedan
de la tercera parte de lo que en el juicio haya obtenido (art. 36.3
(255) Sin embargo, como advierten GÓMEZ COLOMER, El beneficio..., ob. cit,
p. 286 y BACHMAIER, La asistencia..., ob. cit, pp. 156-157, resultará difícil que
se haga efectiva la obligación del beneficiario que sea condenado en costas.
(256) En este sentido, GÓMEZ COLOMER, J. L.: Derecho Jurisdiccional, III, ob.
colectiva cit, p. 399, dice que «no entrando enjuego otra previsión expresa, o
cuando el tribunal no lo considere procedente, corre a cargo de las costas el
Estado (art. 240-1.° LECRIM), aunque las partes deben pagar en este caso, a
pesar de ello y salvo que gocen del beneficio de justicia gratuita, a los Abogados
y Procuradores que les hayan defendido y representado...». La cursiva es nuestra.
192
SECCIÓN III: INCIDENCIA DEL CARÁCTER FACULTATIVO DE LA DEFENSA...
LAJG), disposición que resultará de difícil aplicación al acusado
en el juicio de faltas, pero no tanto respecto del acusador que
haya formulado una pretensión civil acumulada.
Sin embargo, si, tras la designación provisional de Abogado
y Procurador, no se reconociera el derecho de asistencia jurídica
gratuita, en principio, la parte a quien hubiesen defendido y
representado tendrá que abonar los honorarios y derechos económicos correspondientes (arts. 18 y 27 LAJG) (257).
No obstante, consideramos que los honorarios del Abogado
también debieran ser incluibles en costas, aun cuando no se reconozca el derecho de asistencia jurídica gratuita —que constituye
el presupuesto de aplicación de la normativa contenida en la
LAJG y cuya ausencia conduciría a la aplicación del régimen
general de imposición de costas regulado en el CP y en la
LECrim-—, si el órgano jurisdiccional hubiera declarado la necesidad de la intervención de Letrado para asegurar la igualdad de
las partes o, en su caso, la efectividad de la defensa, habida cuenta de la complejidad del asunto concreto (258).
De hecho, la interpretación tradicional de que en el juicio de
faltas no cabe la condena en costas se fundaba en el argumento
de que en este proceso penal la intervención de Abogado no es
necesaria, pero constatado que en determinados juicios de faltas
la asistencia letrada no es legalmente preceptiva, pero sí necesaria por imperativos del interés de la justicia y, por ende, de garantizar la igualdad de las partes y la efectividad de la defensa,
puede cuestionarse la aplicación uniforme de dicha regla general, así como que los derechos devengados por la actuación del
Letrado, cuya intervención es necesaria para que la defensa se
realice de manera adecuada y efectiva, no sean incluibles en costas o considerables como tales. Máxime, cuando esta solución
(257) En contra, DE DÍEZ, Asistencia jurídica..., ob. cit, p. 145.
(258) En este sentido, CARMONA, «El principio acusatorio...», ob. colectiva
cit, p. 330 y DELGADO, El juicio..., ob. cit., pp. 36-7.
193
JUICIO DE FALTAS
tiene fundamento, como hemos visto, en la regulación efectuada
en la Ley de Asistencia Jurídica Gratuita.
Debiendo tenerse en cuenta, además, que, no siendo de aplicación esta normativa, sería plenamente aplicable el régimen de
condena en costas establecido en la Ley de Enjuiciamiento
Criminal y en el Código Penal. Y en estas leyes se deja un amplio
margen de apreciación al órgano jurisdiccional de instancia,
ordenando incluso el artículo 123 del Código Penal que las costas procesales se impongan a los condenados por todo delito o
falta, incluidas las de la acusación particular.
Para concluir conviene traer a colación el ATC 24/1993, de
25 de enero (Sala 1.a), que inadmitió un recurso de amparo contra la sentencia de la Audiencia Provincial de Sevilla de 13 de
noviembre de 1991, que condenó al actor a las penas de tres días
de arresto y multa de 50.000 pesetas, así como al pago de las costas procesales de la primera instancia, incluyendo las de la acusación particular, expresando que: «por imperativo legal se
imponen las costas de la primera instancia al condenado incluyendo las de la acusación particular, pues aun cuando el argumento que se emplea para desestimar este tipo de peticiones es
el de que no es necesaria la asistencia de Letrado en el juicio de
faltas, no estimamos que el mismo sea el más adecuado para la
estimación o desestimación, sino que consideramos correcto el
de la complejidad del asunto de que se trata, para estimar la
necesidad de asistencia o no, pues esta complejidad es la que
determina que una persona pueda defenderse por sí o por medio
de Letrado, para así obtener la tutela judicial efectiva que establece el art. 24 de la Constitución. Y en el caso enjuiciado hay
que afirmar que tiene una complejidad que indudablemente
necesitaba la asistencia de Letrado, que además ha sido decisiva
en la resolución que ahora se dicta, a efectos de la imposición
que se hace de las costas. Y no se hace expresa condena de las
causadas en el presente recurso».
Dicha interpretación no fue desvirtuada por el Tribunal
Constitucional, que, tras recordar que «las concretas decisiones
194
SECCIÓN III: INCIDENCIA DEL CARÁCTER FACULTATIVO DE LA DEFENSA...
judiciales en aplicación de la legislación sobre costas procesales
corresponden a los órganos judiciales en el campo de la mera
legalidad ordinaria» y que, «por tanto, corresponde enteramente
al Tribunal que conoce del correspondiente juicio o recurso,
tanto la determinación de a quién deben ser impuestas las costas,
corno la regulación de sus conceptos y cuantías», puso de relieve que «igualmente, resulta; indiferente que la Ley no imponga
de manera preceptiva la intervención de Abogado o Procurador
en los juicios de faltas, pues es un dato real e innegable que en
ocasiones estos procesos simplificados sirven para decidir conflictos de gran complejidad, por lo que la solución adoptada por
la Sentencia impugnada no sólo no es arbitraria, sino que, además, resulta adecuada para garantizar el acceso de los ciudadanos a la tutela judicial efectiva y sin indefensión que ordena el
art. 24.1 C E . , en la línea que marca la STC 47/1987».
2. Del proceso por delito en los supuestos de sentencia condenatoria
por falta
Una segunda cuestión cuya resolución tampoco es pacífica
es la atinente a si pueden incluirse en las costas los gastos generados por la intervención de Abogado y Procurador cuando,
habiéndose seguido un proceso por delitos, en la sentencia se
absuelve por delito y se condena por falta,
Ya hemos hecho referencia en el apartado anterior a una
corriente jurisprudencial que considera que en estos supuestos la
condena en costas debe ser la correspondiente a un juicio de faltas, pero, como en esta clase de proceso penal no es preceptiva
la intervención de Letrado y Procurador, se estima que no procede la imposición de costas (259).
(259) STS (Sala 2.a), de 9 de marzo de 1991. Fundamento de Derecho
Tercero, RA 1958 y SAP, Murcia (Sección 3.a), de 8 de mayo de 1996, FD 7.°,
RAJ 1996/364.
195
JUICIO DE FALTAS
Otra interpretación es la de entender que las costas deben
determinarse atendiendo a los actos procesales que efectivamente se realizaron, de manera que si se realizó un proceso por
delito, aunque se condenara por falta, debe estarse para el cálculo de las costas a lo dispuesto para el proceso por delito que
se siguió. En este sentido, el auto de 3 de junio de 1996 de la
Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de la
Comunidad Valenciana, Fundamento de Derecho Segundo,
dice que:
«De la exposición fáctica realizada anteriormente tiene que
deducirse que la cuestión planteada entre las partes ha quedado
reducida a un único punto y que éste se refiere a si, realizado un
proceso penal por la tramitación propia de los delitos, pero condenándose en la sentencia sólo por falta las costas de las que
debe responder el condenado han de ser las propias de un proceso por delito o las indicadas para un juicio de faltas. Así planteados los términos de la cuestión y admitiendo que la solución de
la misma no es unánime en la práctica jurisprudencial, la Sala
concluye que las costas deben calcularse con relación a los actos
procesales que efectivamente se realizaron, no en atención al
resultado final de la calificación jurídica de los hechos punibles
efectuada por el Tribunal Sentenciador.
(...) En este sentido lo efectivamente realizado fue, especialmente, un acto de juicio oral propio de delito, no un juicio de faltas, y el trabajo efectuado fue el propio de aquél, no el de éste».
Finalmente, una tercera corriente jurisprudencial, que se
está consolidando como mayoritaria, estima que en estos supuestos de seguimiento de proceso por delito y condena por falta
deben considerarse incluidas en las costas los gastos devengados
por la intervención de Abogado y Procurador, si bien para su cálculo habrá de estarse a lo dispuesto para el juicio de faltas.
En este sentido, el auto de 8 de febrero de 1994 de la
Audiencia Provincial de Valencia (Sección 3.a), dice:
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SECCIÓN III: INCIDENCIA DEL CARÁCTER FACULTATIVO DE LA DEFENSA...
«Segundo.—A dicha afirmación no empece el hecho de que
la condena no haya sido por delito, sino por falta, toda vez que
hubo de acusar y defenderse, respectivamente las partes, como
acusadora y acusadas (sic), de hechos que constituían delito, y
todo ello sin perjuicio de que los honorarios y derechos devengados se constriñan a los que según las normas colegiales se
devenguen en los juicios de faltas.
Tercero.— En consecuencia, procede estimar el recurso de
queja interpuesto y revocar la resolución recurrida en el sentido
de proceder a la inclusión de los derechos de Procuradores y
honorarios de Abogado que correspondan según un juicio de faltas, en la tasación de costas practicada» (260).
En la misma línea de considerar incluibles en costas los
derechos económicos causados por la intervención del Abogado
y del Procurador, pero cuantificando los mismos con arreglo a lo
establecido para el juicio de faltas se pronuncia la sentencia de
16 de enero de 1997 de la Audiencia Provincial de Asturias, la
cual afirma que:
«En lo que atañe a las costas de la acusación particular esta
misma Sección ha declarado que el hecho de que se terminara
condenando por falta no obsta a la inclusión de las costas correspondientes a la acusación particular —que se personó y actuó en
juicio por delito—, siempre que los honorarios de los profesionales sean los correspondientes a un juicio de faltas en el que, en
todo caso, su actuación, aunque no preceptiva, siempre sería
legítima.... Todo ello con independencia del criterio esencialmente objetivo que, en principio, establece el Código Penal acerca de la imposición de las costas procesales a los criminalmente
responsables de todo delito o falta (artículos 109 del CP y 240.
2.° de la LECrim), cuyo contenido incluye, entre otros conceptos, los derechos de Abogados y Procuradores (artículos 110 del
CP y 241. 3.° de la LECrim). Por tanto, también debe desesti(260) Resolución citada por GUILLÉN SORIA, Las costas..., ob. cit, pp. 58-59.
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JUICIO DE FALTAS
marse el recurso formulado en cuanto pretende la exclusión de
las costas de la acusación particular» (261).
Una vez expuestas las principales corrientes jurisprudenciales en torno a la inclusión en costas de los derechos económicos
generados por la actuación de Abogado y Procurador de la acusación particular en el proceso por delitos en el que se absuelve
por delito y se condena por falta, le corresponde al intérprete
asumir una postura. A nuestro juicio, es esta última corriente
jurisprudencial la más acertada, que no es precisamente la adoptada por la Sala Segunda del Tribunal Supremo, pero no porque
la intervención de Abogado y Procurador en el juicio de faltas,
no siendo preceptiva, resulte legítima, pues también es legítima
la intervención de estos profesionales en cualquier juicio de faltas, especialmente la del Abogado —pues, según vimos, el derecho a la defensa letrada pervive en los procesos en los que no es
legalmente preceptiva su actuación—, y no por ello se admite
que en todo juicio de faltas en que el acusado sea condenado por
la falta que se le atribuye deban incluirse en las costas los gastos
derivados por la actuación de estos postuladores técnicos de la
acusación particular.
Tampoco parece que el criterio adecuado para determinar o
calcular los gastos incluibles en costas sea el de que la tramitación de la causa no haya dependido de la voluntad de las partes
acusadoras, sino de la decisión del órgano jurisdiccional (262),
pues, si aquéllas no hubiesen calificado el hecho punible como
delito en su escrito de acusación —al margen del supuesto, poco
frecuente, en el que el Ministerio Fiscal realizara una calificación jurídica más grave que la acusación particular—, no se
hubiera seguido un juicio oral propio de proceso por delito.
(261) SAP, Asturias (Sección 2.a), de 16 de enero de 1997, en BDAJ
1997/13.
(262) En este sentido, GUILLÉN SORIA, Las costas..., ob. cit, p. 58 y auto de
la Sala de lo Civil y de lo Penal del Tribunal Superior de Justicia de la
Comunidad Valenciana, antes transcrito.
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SECCIÓN III: INCIDENCIA DEL CARÁCTER FACULTATIVO DE LA DEFENSA...
En consecuencia, en nuestra opinión, el criterio verdaderamente relevante para la determinación de los conceptos incluibles en costas en estos supuestos es el del proceso realmente
seguido, de modo que si se sigue un proceso por delito, aunque
se absuelva por éste y se condene por falta, deben considerarse
incluidas en las mismas los gastos devengados por la actuación
del Abogado y del Procurador de la acusación particular, pues en
el proceso por delito que se siguió es preceptiva legálmente esta
postulación procesal.
Sin embargo, a la hora de proceder a la tasación y cálculo de
las costas el criterio relevante debe ser atender a la cuantía correspondiente al juicio de faltas, ya que si se absolvió por delito, no
pueden imponerse al acusado absuelto por el mismo los gastos
generados por la intervención de Abogado y Procurador en la
cuantía correspondiente a un proceso por delitos, por resultar contrario al sentido de lo dispuesto en el artículo 240. 2 ° . II de la
LECrim y , a contrario sensu, en el artículo 123 del CP. Pero, si
se le condena por falta y siendo en estos casos preceptiva por ley
la intervención de estos postuladores técnicos, lo dispuesto en el
último precepto citado autoriza que se le impongan los gastos
generados por la intervención de Abogado y Procurador de la acusación particular, pero en la cuantía correspondiente a un juicio de
faltas, ya que por falta ha sido condenado.
II.
C O N RELACIÓN A LAS COSTAS OCASIONADAS EN LA SEGUNDA
INSTANCIA DEL JUICIO DE FALTAS
En el apartado anterior poníamos de manifiesto que las normas procesales penales conferían al órgano jurisdiccional de instancia cierto margen de apreciación en materia de costas, que
permitía que el mismo incluyera en la tasación de costas los
honorarios de Abogado y los derechos arancelarios del
Procurador—más claramente cuando se reconociera el derecho
de asistencia jurídica gratuita, aunque también extensible, al
menos respecto de los honorarios del Abogado, pese a que no se
199
JUICIO DE FALTAS
reconociera-— cuando las circunstancias del caso concreto requirieran la intervención de postuladores técnicos para garantizar la
igualdad de las partes o la efectividad del derecho de defensa.
Desborda con creces el objetivo de este trabajo acometer el
estudio de la condena en costas en la segunda instancia del proceso penal, deseando tan sólo realizar dos observaciones. De una
parte, que, ante la ausencia de normas que regulen expresamente
el régimen de imposición de costas en la segunda instancia (263),
el margen de apreciación de los órganos jurisdiccionales es mayor.
De otra, que una de las razones que hace necesaria la asistencia
letrada es la complejidad, y la complejidad procedimental, tratada
en la Sección segunda y resultado de la remisión que el artículo
976. II de la LECrim efectúa a los artículos 795 y 796 de la misma,
es manifiesta. En consecuencia, los argumentos y consideraciones
expuestos en relación a la primera instancia del juicio de faltas en
aras a la posible inclusión en costas de los gastos devengados por
la intervención de Abogado y Procurador son extensibles, con
mayor razón si cabe, respecto de la segunda instancia.
(263) En este sentido, ARIZA COLMENAREJO, Las costas..., ob. cit., pp. 249-
253, que analiza los criterios que se siguen en la práctica judicial en materia de
imposición de las costas causadas en la segunda instancia y a la incidencia del
recurso de apelación en las costas de la instancia.
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