NOTA TÉCNICA 32 Preparada por Luis I. Jacome Hidalgo* TIPO DE CAMBIO NOMINAL Y REAL EN EL ECUADOR. UNA MIRADA A LA EXPERIENCIA CON REGÍMENES DE MINIDEVALUACIONES Y DE FLOTACIÓN DIRIGIDA 1. Introducción * Durante los últimos 15 años, el Ecuador ha transitado de un régimen cambiario a otro con elevada frecuencia, como buscando aquel que más le conviene para alcanzar un mejor desenvolvimiento de su economía en general y del sector externo en particular. La importancia del tipo de cambio nominal en una economía es indiscutible. Es crucial en la determinación del valor de las tasas de interés, en la formación de los precios y en la generación de expectativas respecto a la inflación futura. En términos de balanza de pagos, su comportamiento, sobre todo el que se espera en el futuro, afecta principalmente al movimiento de los flujos de capital con el exterior. Todo esto es particularmente cierto en economías pequeñas, abiertas y con una elevada movilidad de capital con el exterior, como es el caso de la economía ecuatoriana. La evolución de la tasa de cambio real es todavía más importante. Su relevancia tiene que ver, no solo con el corto plazo, sino, sobre todo, con el mediano y largo plazo. Sus variaciones en el corto plazo afectan a las corrientes de comercio del país con el resto del mundo, en particular por el lado de las importaciones. En una perspectiva de más largo plazo, el comportamiento de la tasa de cambio real influye en la asignación de recursos entre los sectores transables y no transables de la economía y, por tanto, en la dirección del desarrollo de un país. En este contexto, existe un creciente consenso en la profesión en cuanto a que el objetivo de largo plazo de la política cambiaria debe ser el mantenimiento de una evolución estable de la tasa de cambio real alrededor de su nivel de equilibrio, lo cual implica mantener en lo posible una situación de equilibrio interno y externo de la economía. Los cambios que ha experimentado el Ecuador en los últimos 15 años en su política cambiaria han estado originados en algunos casos en la definición de objetivos macroeconómicos (promoción de las exportaciones o baja de la inflación), aunque en otras ocasiones, también han respondido al deseo de las autoridades económicas de ese momento de imprimir su propio "sello" en esta materia, sobre todo, cuando ha estado de por medio un cambio de gobierno. De esta manera, se ha partido del control del tipo de cambio nominal y, en la mayor parte de los casos, se ha supuesto que dicho control es posible extenderlo a la tasa de cambio real. A pesar de esto, es poco lo que se ha hecho en el país en términos de investigación para tener un mejor conocimiento sobre la relación entre estas dos variables. Este último aspecto es el componente central del presente trabajo. Se pretende examinar de forma preliminar el comportamiento del tipo de cambio nominal y de la tasa real en el Ecuador bajo el entorno de las dos modalidades cambiarias que estuvieron vigentes durante el período que va desde 1989 hasta el primer trimestre de 1996. Parte del estudio es el análisis de la dirección de causalidad entre las dos tasas de cambio, y entre éstas y la relación de precios internos y externos, así como la incidencia de las variaciones en el tipo de cambio nominal sobre la tasa real. A partir de esta investigación se pretende identificar lecciones válidas que contribuyan a orientar más técnicamente la adopción de políticas cambiarias en el futuro, teniendo en mente el objetivo de mantener estable el tipo de cambio real dentro de una trayectoria de equilibrio de largo plazo. Con este propósito, se ponen a prueba en el trabajo dos criterios importantes. Primero, la endogeneidad de la tasa de cambio real. Segundo, la superioridad de un sistema cambiario sobre el otro a partir de las dos modalidades ensayadas a lo largo del período de análisis. La elección del período responde a varios razones. Primero, la distinción entre los dos regímenes cambiarios, tasa reptante y flotación sucia con y sin banda, enriquece el análisis planteado. Se presume que las dos formas de política cambiaria determinaron relaciones diferentes entre las tasas de cambio nominal y real, y entre éstas y la variación de precios, además de que, en esencia éstos son los dos tipos de regímenes cambiarios que podrían ser aplicados hacia adelante en el Ecuador. Segundo, los últimos siete años corresponden a la etapa en que la economía ecuatoriana tuvo la más alta y prolongada inflación (con excepción de los últimos dos años) de su historia contemporánea. Como consecuencia, la formación de precios y la conducta financiera de los agentes económicos fue diferente a aquella observada en el pasado, en que, en el peor de los casos, hubo brotes inflacionarios, pero no un proceso sostenido de rápido aumento de los precios. Tercero, en este período de tiempo, la economía ecuatoriana sufrió shocks exógenos algo menos intensos que aquellos que ocurrieron en los primeros ocho años de la década anterior (por ejemplo las inundaciones de 1982-83 y el terremoto de 1987), con lo que se distorsiona menos la investigación propuesta. En todo caso, sí será necesario tomar en consideración para el análisis la situación y las políticas macroeconómicas vigentes a lo largo de los dos períodos, pues ellas contribuyen mucho a explicar la dinámica de las variaciones cambiarias y de los precios. El documento se estructura de la siguiente manera: luego de esta introducción, se revisa brevemente la experiencia de política cambiaria de los últimos quince años, con especial énfasis en el período 1989-1996. En la tercera sección se examina la relación entre el tipo de cambio nominal y la tasa real, y la estabilidad de esta última, bajo las dos modalidades de tipo de cambio vigentes en esos años. También se analiza la relación de causalidad que ha existido entre estas dos variables, y con respecto a la diferencia de las inflaciones interna y externa en los dos subperíodos considerados. Este ejercicio permite identificar importantes relaciones macroeconómicas que se dieron en cada período; en la siguiente sección se investiga la relación entre las variaciones en el tipo de cambio nominal y en la tasa de cambio real, también bajo los dos regímenes cambiarios alternativos; finalmente, se extraen las conclusiones más importantes del trabajo realizado. 2. La experiencia reciente de política cambiaria Las devaluaciones de la moneda han sido un componente importante de la política económica en el Ecuador desde 1982 en adelante, a diferencia de lo que había ocurrido en décadas anteriores en que la tasa de cambio se mantuvo fija durante la mayor parte del tiempo. En ciertos períodos, el sucre se devaluó en un esfuerzo por recuperar o mantener el tipo de cambio real en el marco de la teoría de la "paridad del poder de compra" (purchasing power parity). A partir de septiembre de 1992 se modificó esta estrategia, pues la política cambiaria se orientó a anclar las expectativas inflacionarias. Dicha política se revirtió en 1995 en medio de los problemas, principalmente extraeconómicos, que afectaron al país. En efecto, a raíz de la crisis de la deuda externa en los primeros años de la década de los ochenta, el Ecuador abandonó la prolongada política de tipo de cambio fijo vigente hasta esa fecha (las últimas devaluaciones habían sido en 1961 y 1970). Se inició así una etapa de flexibilidad cambiaria con el fin de generar mayores divisas para enfrentar de mejor manera las obligaciones originadas en el servicio de la deuda externa. Se ensayaron diferentes modalidades cambiarias. Inicialmente, en 1982 se realizaron dos devaluaciones discretas de más de un 20 por ciento cada una. Posteriormente, a partir de 1983 se instauró un sistema de minidevaluaciones diarias fijas y preanunciadas, el que fue reemplazado por un nuevo período de tipo de cambio fijo a partir de agosto de 1984. En agosto de 1986 se implantó un sistema de flotación cambiaria y se desincautaron (del Banco Central) las divisas originadas en transacciones privadas. En marzo de 1988 se experimentó con una banda fija luego que se decretó una revaluación del sucre. Este mecanismo estuvo vigente hasta agosto del mismo año. Durante el período revisado, el país sufrió simultáneamente shocks exógenos que afectaron al sector externo de la economía y al nivel de equilibrio de largo plazo de la tasa de cambio real. Los más importantes fueron las inundaciones de finales de 1982 y los primeros meses de 1983 que destruyeron una extensa zona de producción agrícola de consumo doméstico y de exportación, la caída del precio del petróleo en el mercado internacional a menos de US$ 10 por barril en 1986, y el terremoto de marzo de 1987 que impidió que se exporte petróleo durante más de cinco meses. De agosto de 1988 en adelante se distinguen dos períodos claramente diferenciados, alrededor de los cuales se realiza el análisis en el presente trabajo. En el primero, que va hasta agosto de 1992, la política cambiaria privilegió el objetivo de mantener un determinado nivel de paridad de compra, para con ello estimular la competitividad de las actividades transables, como parte de un programa macroeconómico que, al mismo tiempo, buscaba reducir la inflación, fundamentalmente a través del manejo monetario (ancla monetaria). Dentro de este manejo, era el Banco Central quien determinaba el precio de la divisa así como su administración, salvo en el caso de transacciones menores que se realizaban a precios de mercado. Operativamente, la política cambiaria estuvo basada en un sistema de minidevaluaciones semanales preanunciadas, que se complementaba con micro ajustes (de entre 1 y 4 por ciento aproximadamente por encima de la regla de ajuste cambiario) adoptados discrecionalmente con el objeto de corregir la persistente tendencia a la apreciación real del sucre. En efecto, en estos años la inflación bajó mucho menos de lo proyectado oficialmente (30 por ciento anual), pues la tasa anual se mantuvo estable y alta, en niveles de alrededor del 50 por ciento en promedio. Además de las políticas monetaria y fiscal, en este resultado inflacionario habría incidido el manejo cambiario, según se discute más adelante. En el segundo período, el manejo de la tasa de cambio se convirtió en el elemento central de la estrategia de estabilización de la economía ecuatoriana, en el sentido que fue utilizada como ancla nominal en la lucha contra la inflación, con el fin de influir sobre las expectativas de los agentes económicos acerca del crecimiento futuro de los precios. Operativamente, desde septiembre de 1992, el manejo cambiario estuvo basado inicialmente en un sistema de "flotación sucia" y, posteriormente, en el establecimiento de la banda de flotación que, aunque ha sido modificada ya dos veces, se mantiene hasta el momento. Si bien en este período se otorgó al mercado un rol más protagónico en la determinación de la tasa de cambio nominal y en la administración de las divisas, el Banco Central ha mantenido una participación reguladora muy activa en términos del precio del dólar como parte del manejo global macroeconómico. Bajo este manejo cambiario, la inflación se redujo en 1993 y 1994, como consecuencia en gran parte, aunque no exclusivamente, del rol de ancla nominal cumplido por el tipo de cambio. A lo largo de estos siete años también han ocurrido importantes eventos exógenos o se han adoptado políticas económicas que han afectado de alguna manera el comportamiento del sector externo de la economía y el nivel de equilibrio de largo plazo del tipo de cambio real. Entre los eventos exógenos, vale mencionar la drástica subida del precio del petróleo en el segundo semestre de 1990, las enormes variaciones del precio del café observadas en 1994 y 1995, y el conflicto bélico que enfrentó el país en el primer trimestre de 1995, que significó una importante salida de capitales. En términos de política económica, tienen importancia la liberalización arancelaria y el establecimiento de la zona de libre comercio con Colombia y Venezuela, que están en plena vigencia desde finales de 1992. Además, tiene gran significación el ingreso de capitales de largo plazo, sobre todo en los años 1993 y 1994, como consecuencia de factores exógenos y endógenos a la propia economía. En medio de la política cambiaria descrita, entre 1989 y el primer trimestre de 1996 el tipo de cambio real ha tenido una tendencia a apreciarse, tal como se observa en el gráfico 1. Esta tendencia fue menor entre 1989 y 1992, dado que el objetivo cambiario que se persiguió a lo largo de esos años fue el mantenimiento de la paridad real. A partir de 1993, en cambio, se produjo una marcada apreciación real, resultado que es propio del uso de anclas cambiarias en programas de estabilización. En 1994 se redujo significativamente dicha apreciación, y en 1995 se revirtió esta tendencia como consecuencia de los diferentes shocks adversos que afectaron a la economía ecuatoriana en ese año. En los primeros meses del presente año ha vuelto a generarse una apreciación real del sucre debido a la aceleración de la tasa de inflación. Bajo la óptica de los dos indicadores de competitividad representados en el gráfico 1, la tasa real bilateral (con relación al dólar norteamericano) y la tasa real multilateral (con respecto a las monedas de los 18 principales socios de comercio del país) o tasa efectiva real, se observa una evolución similar en ambos casos con tendencia a la apreciación, a excepción de la segunda parte de 1994 y 1995 en que el tipo de cambio efectivo real se depreció más rápidamente que la tasa bilateral. Por otro lado, a través de cualquiera de los dos indicadores se comprueba que el nivel de la tasa de cambio real de hoy tiende a acercarse al nivel más bajo del período de análisis. Esta comparación es la que determina la presunción de algunos sectores económicos en cuanto a que se requiere un ajuste de la tasa nominal que mejore la tasa real, es decir, la competitividad de las actividades transables. Gráfico 1: Tipo de Cambio Real (Bilateral y Multilateral) Dada esta evolución de la tasa de cambio real, el sector externo de la economía ecuatoriana ha tenido una persistente mejora en los últimos años (cuadro 1), como consecuencia, sobre todo, de mejoramientos en productividad y por la apertura de nuevos mercados en el caso de los bienes tradicionales de exportación. Además, debido a la ampliación de la producción de bienes en los que el país tiene ventajas comparativas, así como por la mayor apertura de la economía y el establecimiento de zonas de libre comercio (particularmente con Colombia) en el caso de productos no tradicionales. Así, las exportaciones de bienes fueron en 1995 casi el doble de lo que habían sido en 1989. Dicha expansión es todavía mayor en el caso de las exportaciones notradicionales, las que crecieron en más de cuatro veces en el mismo período (de US$ 189 millones a US$ 845 millones). Al mismo tiempo, las importaciones también crecieron, sobre todo en 1994 y 1995, a consecuencia de diversos factores, principalmente de la apertura de la economía y de la apreciación real ocurrida en 1993 y 1994. De esta manera, la cuenta corriente ha crecido en promedio a niveles de alrededor del 5 por ciento con respecto al PIB en los últimos dos años. Dada la mayor estabilidad de la economía ecuatoriana y el ambiente externo favorable a los flujos de capital hacia la región, las entradas netas de capital crecieron significativamente (con excepción de 1995), lo que permitió que se incrementaran las reservas internacionales. Cuadro 1: Principales Indicadores del Sector Externo 1989 1991 1993 1995p/ Exportaciones FOB (Mills. US$) 2.354 2.851 3.062 4.358 Importaciones FOB (Mills. US$) 1.693 2.207 2.474 4.095 Cuenta Corriente / PIB -7.4% -6.1% -4.7% -5.2% RMI (Mills. US$) 203 760 1.254 1.557 (p) Cifras provisionales Fuente: Banco Central del Ecuador. Para tener una idea más directa del impacto del la evolución del tipo de cambio efectivo real (multilateral) sobre el comercio exterior, el gráfico 2 muestra la relación entre la primera de estas variables expresada en números índices (ITCER) y la balanza comercial (excluyendo las transacciones de petróleo), a lo largo del período de análisis. Se comprueba el efecto que sobre el comercio ha tenido el nivel de la tasa de cambio real, ya que las depreciaciones reales (disminución del índice) estuvieron generalmente asociadas con menores niveles de desequilibrio de balanza comercial (sin petróleo) con respecto al PIB y viceversa. Gráfico 2 : Tipo de Cambio Real y Déficit Balanza Comercial no Petrolera. /PIB Nota: Una subida del ITCER implica una apreciación del sucre y viceversa. La correlación entre las dos variables se explica fundamentalmente porque, si bien las exportaciones en el Ecuador, al ser mayoritariamente de origen primario, no reaccionan en el corto plazo ante variaciones en la tasa de cambio real, es la demanda de importaciones la que aparentemente responde con mayor dinamismo. Esta misma correlación se mantendría si se realizara la comparación con la cuenta corriente (sin petróleo), dado lo estable que son las variaciones en la balanza de servicios. 3. Tipo de cambio nominal y tasa de cambio real Del análisis realizado en la sección anterior, queda claro que el comportamiento de la tasa de cambio real sí incide sobre los resultados del sector externo de la economía. Sin embargo, es importante conocer mejor la relación entre las tasas nominal y real. Particularmente interesante resulta acotar la discusión distinguiendo la relación entre las dos variables para cada uno de los dos periodos definidos en que estuvo vigente una diferente modalidad de política cambiaria. En esta sección se examina la trayectoria que ha seguido la tasa de cambio real en los últimos años así como su estabilidad, distinguiendo las dos modalidades cambiarias que estuvieron vigentes: el régimen de tasa reptante, desde enero de 1989 hasta agosto de 1992, y el de flotación dirigida que, a efectos de este estudio, incluye el período que va de noviembre de ese año hasta marzo de 1996. Se evalúa la influencia que sobre ella ha tenido uno y otro régimen cambiario, y se identifican las direcciones de causalidad que se han dado entre las tasas de cambio nominal y real, y la relación de precios internos y externos. Gráfico 3: Tipo de cambio Nominal y Real (Depreciación mensual con relación al dolar) Primeramente, una visión conjunta de la trayectoria del tipo de cambio nominal y de la tasa real, permite apreciar que las dos variables han seguido una tendencia más o menos similar. Además, dado que la inflación fue bajando a partir de 1993 hasta llegar en estos momentos a alrededor de la mitad de lo que había sido en el período 1988-1992, la magnitud de las variaciones en el tipo de cambio nominal con respecto al dólar norteamericano también han ido disminuyendo. Así mismo, la brecha entre la tasa nominal y real (en relación al dólar) también se ha ido achicando en el tiempo por la razón antes anotada, y sus variaciones han mantenido una relativa uniformidad, especialmente en los últimos tres años (gráfico 3). 3.1 Estabilidad de la trayectoria de la tasa de cambio real Dentro del análisis de la relación del comportamiento de las tasas nominal y real, una primera tarea consiste en evaluar qué tan estable ha sido la trayectoria del tipo de cambio real en los últimos años bajo los dos regímenes cambiarios. Esto se lo hace, no porque se considere que dicha estabilidad debe ser siempre el objetivo óptimo de política la cambiaria, sino porque éste fue el fin que se persiguió a través del manejo cambiario, al menos durante la primera parte del período de análisis. Además, porque dicha estabilidad favorece la expansión de las actividades transables de la economía. Técnicamente, la tarea propuesta equivale a probar la vigencia de la condición de "paridad de poder de compra" (PPC) del sucre con respecto al dólar norteamericano en el corto plazo, tema que ha recibido una gran atención en la literatura económica en los últimos 20 años, sobre todo en el análisis de la experiencia de los países industrializados. Para desarrollar esta tarea, a continuación se utilizan dos métodos. A través del primero, se evalúa la existencia de raíces unitarias en la serie tipo de cambio real, es decir, se prueba si dicha serie es estacionaria. Con el segundo enfoque se examina si existe cointegración entre el numerador y el denominador de la ecuación (1) que define el tipo de cambio real. 1) TCR(t) = E(t)xPx(t) / P(t) donde E(t) es el índice del tipo de cambio nominal con respecto al dólar, P(t) el índice de precios al consumidor (IPC) en el Ecuador, y Px(t) el IPC de Estados Unidos. Para iniciar el análisis, una inspección visual del comportamiento de las series de precios relativos y de tipo de cambio nominal se representa en el gráfico 4. La equivalencia en el comportamiento de estas dos variables define la llamada condición absoluta de la PPC. El gráfico muestra las trayectorias expresadas en logaritmos, del índice del tipo cambio nominal (sucres /dólar) y de la relación de los índices de precios al consumidor de Ecuador y Estados Unidos. En términos generales, parecería que las dos trayectorias tienden a ser similares, aunque más en el primer período que en los últimos años. Gráfico 4: Tipo de Cambio Nominal vs. Precios relativos Ecu/USA En cuanto a la evaluación estadística, al aplicar la prueba de existencia de raíces unitarias sobre la variable tasa de cambio real, se encuentra que la serie para los diferentes períodos considerados es estacionaria solamente cuando se obtienen primeras diferencias. Esta prueba se la realiza a través de dos caminos, uno gráfico y otro econométrico. En términos gráficos, en el apéndice a este documento se presentan los correlogramas en niveles (números índices) y en primeras diferencias de la serie de la tasa de cambio real para el período 1989 a marzo de 1996 (gráfico A1), y para cada uno de los dos períodos antes definidos (gráficos A2 y A3). En los correlogramas se representan las funciones de autocorrelación de cada serie con relación a un determinado número de rezagos proporcional al número total de observaciones en cada una de las series. Los tres gráficos definen un patrón de comportamiento similar de las series de tipo de cambio real. Las series son no-estacionarias en niveles, puesto que los coeficientes de autocorrelación caen monotónicamente conforme aumenta el número de rezagos, aproximándose cada vez más los coeficientes a cero. En primeras diferencias, dichos coeficientes muestran el comportamiento típico de las series que son estacionarias, esto es, que no contienen una raíz unitaria. En consecuencia, se puede afirmar que la variable estocástica tipo de cambio real es integrada de orden uno para los tres períodos considerados, es decir, es I(1). Como complemento al anterior análisis, a continuación se aplica el test de Dickey Fuller Aumentado (DFA), que tiene el mismo propósito, esto es, probar la existencia de raíces unitarias en la serie de tiempo tasa de cambio real, en este caso, directamente sobre la variable en primeras diferencias, dado que, en niveles, la serie es claramente noestacionaria según se observó en el correlograma. La ecuación general que se estimó para la variable estocástica antes definida es la siguiente: (2) Dy(t) = a + dy(t-1) + Siai Dy(t-i) + e(t) Los resultados de esta prueba para las series en primeras diferencias se presentan en el cuadro 2 considerando el período total y los dos subperíodos que nos interesan, con y sin inclusión del vector de constantes. En los dos casos, se presenta el valor de los estadísticos-t correspondientes a los coeficientes d en la ecuación (2) para un número de rezagos igual a 1, de acuerdo con la aplicación de los criterios de Akaike (AIC) y de Schwartz (SBC). Cuadro 2: Prueba Dickey Fuller Aumentada (Tasa de Cambio Real en logaritmos) Período Total Período I Período II En primeras diferencias DFA (incluye constante) -7.035 -6.150 -4.758 DFA (excluye constante) -7.023 -6.212 -4.474 Val. Críticos (Per. Total c/constante) 1% = -3.509 5% = -2.896 10% = -2.585 Val. Críticos (Per. Total s/constante) 1% = -2.591 5% = -1.944 10% = -1.618 Val. Críticos (Período I c/constante) 1% = -3.597 5% = -2.934 10% = -2.604 Val. Críticos (Período I s/constante) 1% = -2.620 5% = -1.949 10% = -1.620 Val. Críticos (Período II c/constante) 1% = -3.607 5% = -2.938 10% = -2.607 Val. Críticos (Período II s/constante) 1% = -2.623 5% = -1.950 10% = -1.620 La hipótesis nula que se prueba es que las series contienen raíces unitarias. Los resultados de la prueba DFA, al ser comparados con los correspondientes valores críticos, al 1%, 5% y 10% de nivel de significancia, permiten rechazar la hipótesis nula y concluir con cierta holgura que las series son estacionarias en primeras diferencias. De esta manera, se confirma la conclusión obtenida del análisis de los correlogramas de estas mismas series en el sentido que son I(1), y se colige que no se cumple la condición absoluta de la PPC. La prueba DFA muestra resultados más holgados en cuanto a la estacionariedad de la serie en el período I en que la política de minidevaluaciones apuntaba a mantener estable una determinada paridad real. Mientras tanto, los resultados menos holgados correspondientes al período II son consistentes con un objetivo de política diferente en que no se persiguió el mantenimiento de la condición de la PPC. El segundo método propuesto es más estricto y apunta a comprobar la hipótesis de si existe cointegración entre la serie formada por la suma de tcn(t) + p*(t) y la serie de precios internos p(t), expresadas de forma logarítmica, partiendo de la definición de la tasa real expresada en la ecuación (3). Al igual que en el ejercicio anterior, este análisis se lo hace de forma desglosada para los tres períodos que se consideran en este trabajo. (3) tcr(t) = tcn(t) + p*(t) - p(t) Para ello, en primer lugar, es necesario evaluar el orden de integración de las series. Los correlogramas para cada uno de los tres períodos de la serie que suma el tipo de cambio nominal y el vector de precios externos se presenta en el apéndice. Dado que esta serie también es I(1), no se hizo este análisis para la serie de precios internos, puesto que anteriormente se encontró que la serie tipo de cambio real también es integrada del mismo orden, lo que implica que p(t) también es I(1). En efecto, los correlogramas muestran que las series expresadas en niveles son noestacionarias, mientras que sus primeras diferencias sí son estacionarias, lo que equivale a decir que la series son I(1). Al tener las series el mismo orden de integración, cabe la posibilidad de que estén cointegradas, es decir, que exista entre ellas una relación de largo plazo, lo que es una forma de comprobar el cumplimiento de la condición de PPC que ha sido utilizada con más frecuencia en los últimos años. La ecuación que se examina expresada en términos logarítmicos para cada uno de los tres períodos definidos es la siguiente: (4) m(t) = a + b p(t) + u(t) donde m(t) corresponde a la suma de tcn(t) + p*(t). A partir de esta ecuación se utiliza el método de análisis de cointegración de Engle y Granger (1987), a través del que se prueba si los residuos son estacionarios a lo largo del período de interés tomando como base la ecuación (5) a continuación: (5) El cuadro 3 presenta los resultados del test de cointegración para cada uno de los dos períodos considerados y para los siete años en conjunto, utilizando datos mensuales. Para un número de rezagos igual a uno, las cifras obtenidas permiten concluir que no existe cointegración entre las dos series de tiempo en ninguno de los tres períodos considerados, pues los test DFA no superan en valor absoluto los valores críticos ni siquiera a un nivel del 10 por ciento de significancia, tanto para el período total como para cada uno de los dos subperíodos definidos. En consecuencia, se puede decir que no existe una estabilidad de largo plazo en el tipo de cambio real. Desde el punto de vista del cumplimiento de la condición absoluta de la PPC en los últimos siete años, también bajo este método se llega a la conclusión de que ésta no se cumple. Cuadro 3: Resultados del Test de Cointegración (Prueba de Engle y Granger) Período I Período II Período Total Tests DFA -2.2834 -1.3280 -1.9832 Valores críticos*/ 1% = -3.9618 5% = -3.3654 10% = -3.0657 */ Los valores críticos corresponden a los calculados por Phillips y Ouliaris (1990). A pesar de que la condición de la PPC, fue una meta explícita de la política cambiaria durante el período agosto de 1988 a julio de 1992, el resultado obtenido no debe llamar la atención. En general, en la literatura económica parece haber acuerdo en cuanto a que la condición de la PPC no se cumple en el corto plazo. La situación observada se explica en parte porque la teoría de la PPC está basada en la "ley de un solo precio", que se sustenta en supuestos poco realistas. Así, se supone que los bienes producidos domésticamente y sus similares extranjeros son sustitutos perfectos. Otro requisito es que las canastas de bienes y las ponderaciones definidas en los índices de precios de los dos países deberían ser las mismas, lo que generalmente no es así. Una distorsión adicional se refiere al impacto que sobre el precio interno de los bienes importados tienen los costos de transporte y seguros, así como las tarifas arancelarias, etc. No es menos distorsionante el problema de la existencia de bienes no transables dentro de la canasta de consumo de los dos países considerados, cuyos precios se determinan domésticamente en cada mercado. Dadas estas limitaciones, es mejor hablar de que la trayectoria del tipo de cambio nominal y de la relación entre precios internos y externos tiende a converger aunque no a igualarse. Más importante que si se cumple o no la condición de la PPC en el período examinado, es el hecho de que los resultados confirman la hipótesis de que la tasa de cambio real es una variable endógena, en cuanto no es controlada totalmente por el Banco Central a través del manejo del tipo de cambio nominal. En el comportamiento de la tasa de cambio real podrían incidir varios factores, como son, las políticas de demanda agregada en tanto afectan en la dinámica de los precios, los movimientos de capital con el exterior y las intervenciones del Banco Central en el mercado de cambios con el fin de mantener al tipo de cambio nominal en determinados valores, entre otras políticas, así como el impacto de los shock externos que afectan frecuentemente a la economía ecuatoriana. 3.2 Neutralidad de la política cambiaria Como complemento al análisis anterior, a continuación se examina la dispersión de las variaciones de la tasa de cambio real, según la modalidad de política cambiaria que estuvo vigente. Vinculado a este análisis por períodos está la discusión de la neutralidad del tipo de cambio nominal, en cuanto a si influye significativamente o no la elección de uno u otro régimen cambiario en la volatilidad de la tasa de cambio real. Este análisis es relevante en tanto la estabilidad de la tasa de cambio real debería ser un objetivo importante de la política económica hacia adelante dentro de un horizonte de largo plazo, puesto que contribuye a la estabilidad interna y externa, además de que favorece la expansión de las exportaciones, probablemente más que una acelerada depreciación real. El cuadro 4 muestra algunos indicadores estadísticos de las tres series que se han venido considerando en este documento. Concretamente, de la variación mensual del logaritmo del tipo de cambio nominal (De), de la tasa real (Dr), así como de los precios relativos (Dpr). Una primera conclusión es que, de acuerdo con la desviación estándar de cada serie, la volatilidad de la tasa de cambio real no es significativamente diferente en los dos períodos definidos (0.0212 versus 0.0184). Esto implica que la elección entre un régimen de tasa reptante y otro de flotación dirigida, no afectó mayormente a la estabilidad de la trayectoria de la tasa de cambio real en el período evaluado. La dispersión relativamente similar en los dos períodos abona en favor de la hipótesis de la neutralidad del tipo de cambio nominal. Además, este resultado fortalece también el criterio de endogeneidad de la tasa de cambio real, en el sentido que sus variaciones están determinadas por factores y políticas adicionales a las variaciones en el tipo de cambio nominal. Un segundo aspecto importante es que el tipo de cambio nominal tampoco muestra una volatilidad muy diferente, medida también a través de la desviación estándar de sus variaciones mensuales en términos logarítmicos. Es más, es curioso el hecho de que aparentemente esta variable fue algo más estable en los últimos años en medio del régimen de flotación dirigida, no obstante que en el período anterior estuvo vigente la regla predeterminada de devaluación semanal que, en términos teóricos, se acerca a una modalidad de tipo de cambio fijo. Obviamente, son las "microdevaluaciones" antes referidas las que explican la mayor volubilidad. Cuadro 4: Volatilidad del Tipo de Cambio Enero/1989 - Agosto/1992 Noviembre/1992 - Marzo/1996 Desviación Estándar (Dr) 0.0212 0.0184 Desviación Estándar (De) 0.0155 0.0148 Desviación Estándar (Dpr) 0.0129 0.0100 Varianza (Dr) 0.00044 0.00033 Varianza (De) 0.00024 0.00021 Varianza (Dpr) 0.00016 0.00010 Covarianza (De, Dpr) -0.000017 -0.00002 El anterior resultado resalta la importancia de la política económica (en un sentido amplio) aplicada en cada período, su incidencia en el comportamiento de los precios y, a través de ellos, en la tasa de cambio real. Así, mientras en el primer período la volatilidad de las variaciones en el tipo de cambio nominal (medida a través de su varianza) representa un 54 por ciento de la volatilidad de los cambios en la tasa real, en el segundo período este porcentaje ascendió a 64 por ciento. Así mismo, la volatilidad de los precios relativos fue mayor en el primero que en el segundo período (36 por ciento frente a 30 por ciento). Este último resultado es consistente con la mayor inestabilidad de la economía que se vivió en el primer período considerado. 3.3. Análisis de Causalidad Un tercer elemento importante del análisis de la relación entre el tipo de cambio nominal y la tasa real tiene que ver con la dirección de causalidad entre las dos variables cambiarias y la relación de precios internos y externos, que estuvo implícita en el contexto de los dos regímenes cambiarios. Para ello, a continuación se utiliza el criterio de causalidad definido por Granger. La causalidad a la Granger se define como aquella situación en la que la variable X causa a Y si la incorporación de los valores pasados de X ayudan a explicar o predecir el comportamiento de la variable Y. Utilizando este criterio, a continuación se evalúa la dirección de causalidad entre el Indice del Tipo de Cambio Nominal, el Indice del Tipo de Cambio Real y el Indice de Precios Relativos al Consumidor del Ecuador con respecto a Estados Unidos en los períodos I y II, representadas las variables en logaritmos, y en niveles con el fin de no perder información de la trayectoria de las series en el largo plazo. El planteamiento general de este test de causalidad se lo define en las ecuaciones (6) y (7) a continuación. (6) X(t) = S biX(t-i) + S djY(t-j) + u1(t) (7) Y(t) = S giY(t-i) + S ljX(t-j) + u2(t) donde i y j son el número de rezagos que se aplican a cada una de las variables estocásticas, y los errores u1 (t) y u2 (t) se supone que no están correlacionados. El test consiste en determinar, por ejemplo, si todos los coeficiente estimados dj son estadísticamente diferentes de cero, en la ecuación (6), y si todos los coeficientes estimados lj en la ecuación (7) no son estadísticamente diferentes de cero, en cuyo caso Y "Granger causa" a X. Cuadro 5: Test de Causalidad de Granger Hipótesis Nula Período I Rezagos Período II Test F Probab. Rezagos Test F Probab. TCR no precede al TCN 3 1.779 0.170 5 1.227 0.326 TCN no precede al TCR 3 4.408 0.010 5 0.422 0.829 PRE no precede al TCN 3 1.922 0.145 5 1.090 0.390 TCN no precede a PRE 3 2.121 0.116 5 2.729 0.042 PRE no precede al TCR 3 4.558 0.009 5 0.291 0.914 TCR no precede a PRE 3 2.037 0.127 5 3.843 0.010 El cuadro 5 presenta los resultados de la prueba para los dos períodos con un número de rezagos igual a 3 en el primero y a 5 en el segundo período. La hipótesis nula que se prueba es que la primera variable no precede a la segunda. Se encuentra que dicha hipótesis es rechazada en dos ocasiones en cada período, para una probabilidad de más del 90 por ciento. En efecto, en el primer período se comprueba que el TCN precede o "Granger causa" al TCR y que PRE "Granger causa" al TCR. Es decir, que las variaciones en el tipo de cambio nominal y en la relación de precios internos y externos causan o preceden a los cambios en la tasa real. Sin embargo, es muy importante anotar que, con una probabilidad algo menor (88 por ciento), también se observa una relación de causalidad desde el tipo de cambio nominal hacia la relación de precios. Además, todavía con una probabilidad de más del 85 por ciento, se da un proceso de retroalimentación desde la variación en precios hacia el tipo de cambio nominal. Estas relaciones de causalidad definen un comportamiento macroeconómico en el período I en que el manejo del tipo de cambio, si bien buscó mantener un nivel determinado de paridad real, también impulsó el crecimiento de los precios, con lo que se dificultó la consecución del objetivo perseguido. El problema es que la inflación inducida por la política de minidevaluaciones, no solo deterioró el tipo de cambio real, sino que además retroalimentó las variaciones en el tipo de cambio nominal, con lo que se conformó un círculo vicioso de inestabilidad económica, caracterizado por devaluaciones > inflación > nuevas devaluaciones. Esta descripción de lo que ocurrió entre finales de 1988 y agosto de 1992, confirma lo apropiado de la estrategia anti-inflacionaria utilizada en el siguiente período en base a un ancla cambiaria que contribuyó a romper dicho círculo vicioso. En efecto, en el segundo período solo es claro que TCN "Granger causa" a PRE, y que el TCR también "Granger causa" a PRE con un nivel de probabilidad de más del 95 por ciento. Es decir, que las variaciones en los tipos de cambio nominal y real antecedieron a las variaciones en el nivel de precios. No se distingue, en cambio, ninguna forma de causalidad o precedencia entre las dos tasas de cambio, ni retroalimentación desde la inflación al tipo de cambio nominal. Este resultado es además compatible con una política cambiaria que no ha pretendido mantener un determinado nivel de la tasa de cambio real, sino desacelerar la inflación crónica de los años anteriores. En términos de la estabilidad de la economía, los resultados del análisis realizado muestran que el régimen de flotación dirigida fue más eficiente que el de minidevaluaciones periódicas preanunciadas. La relación de causalidad del tipo de cambio nominal a los precios encontrada en los dos períodos confirma uno de los resultados del estudio de Albornoz (1994), que encuentra precedencia en ese sentido para el período 1980-1993. Por otro lado, en los dos casos examinados, se refuerza una vez más el criterio de endogeneidad de la tasa de cambio real; en el primer episodio debido a que existe retroalimentación desde los precios hacia el tipo de cambio nominal y, en el segundo caso, porque no existe precedencia desde la tasa nominal a la tasa real de cambio. 4. La relación entre cambios en la tasa nominal y real Generalmente se considera que una devaluación nominal cumple el propósito que se persigue solamente si su efecto se traslada sobre el tipo de cambio real. En esta sección del trabajo se discute la relación que existe entre las variaciones entre estas dos variables en el Ecuador sobre la base de la experiencia de los últimos siete años. En particular, se pretende realizar una aproximación a la dinámica que provocan sobre el tipo de cambio real los cambios en la tasa nominal, utilizando series mensuales de las variables en cada uno de los dos períodos. La discusión apunta a responder a la pregunta acerca de qué tan efectiva ha sido una devaluación o depreciación nominal en cuanto a trasladar su efecto al tipo de cambio real, en términos del número de meses (posteriores al ajuste realizado) en que se mantiene el efecto real. Con este propósito se utilizan dos metodologías. La primera es el llamado enfoque "antes-después", que se ha usado en otras investigaciones relacionadas con el mismo tema. El segundo enfoque se basa en simulaciones a través de un sistema no restringido de vectores autorregresivos (VARs). El tema es relevante hoy en día en el Ecuador ante la posibilidad de que el gobierno que asume funciones en agosto de 1996 modifique el régimen actual de política cambiaria por alguna otra alternativa. Además, dada la percepción de algunos sectores sobre un aparente rezago cambiario, que podría llevar a una importante depreciación del tipo de cambio nominal. El análisis propuesto no se ha desarrollado anteriormente en el país y, en general, son pocas las referencias que al respecto se encuentran en la literatura económica. 4.1. El enfoque "antes-después" Los estudios realizados sobre el tema que se plantea estudiar siguen todos una metodología muy similar. Se analiza el problema para grupos de países, y no para una economía en particular, y se compara la relación entre las dos tasas de cambio en períodos entre uno y tres años, antes y después de que se ha realizado la devaluación, es decir, utilizando el enfoque "antes-después". Así, con una muestra de 72 devaluaciones en países en desarrollo, Kamin (1988) encontró que, en general, no hay evidencia que lleve a pensar que no es posible afectar el tipo de cambio real a través de una devaluación nominal, efecto que, incluso, se mantiene en el largo plazo. Edwards (1989) toma una muestra de 39 episodios de devaluación adoptadas en un grupo de países en desarrollo. El estudio permitió concluir que, en la mayoría de los casos, el efecto real de una devaluación nominal desapareció en menos de los tres años posteriores a la adopción de la medida. Otro grupo de países lograron sostener la devaluación real en base a la implantación de minidevaluaciones como mecanismo complementario. Además, el trabajo desarrollado incorpora y resalta el impacto que sobre el tipo de cambio real provocan las políticas macroeconómicas aplicadas simultáneamente al ajuste cambiario, con el fin de separar el efecto de cada una de las dos políticas. Kiguel (1992) utiliza una muestra más pequeña y concentrada en países latinoamericanos (12 episodios de devaluación que no estuvieron seguidos por una nueva devaluación en los siguientes tres años), y llega a la conclusión de que en la mayoría de los casos las devaluaciones tuvieron solo un efecto temporal sobre la tasa de cambio real. Posteriormente, Kiguel y Ghei (1993) desarrollan el mismo análisis para una muestra más homogénea de países, en el sentido que se escogieron economías con una baja tasa de inflación (menor al 10 por ciento anual). La conclusión a la que llegaron los autores es que, en estas economías, una devaluación nominal es más efectiva en traspasar su efecto sobre el tipo de cambio real, que lo que es en economías con más alta inflación. En nuestro caso, bajo esta modalidad de análisis se evalúa el impacto sobre la tasa de cambio real, provocado por diferentes episodios devaluatorios o de depreciación del tipo de cambio nominal en el período 1989 a marzo de 1996. Es importante recordar que hasta agosto de 1992, en el Ecuador estuvo vigente un sistema de minidevaluaciones semanales fijas y preanunciadas, que equivalían a alrededor de un 2.5 por ciento mensual inicialmente y a menos del 2 por ciento hacia 1991 y 1992. Estas se complementaron con micro ajustes no anunciados, que son a los que nos vamos a referir en el presente análisis. En el período reciente, en cambio, las tasas mensuales de depreciación fueron menores, y no siguieron una trayectoria predefinida. El cuadro 6 presenta la trayectoria de la tasa de cambio real cuatro meses antes y después del ajuste cambiario ocurrido en siete ocasiones y, en la línea inmediatamente inferior, las tasas de devaluación o depreciación nominal que precedieron y sucedieron a dicho ajuste en los mismos meses. Además, se presenta la variación acumulada del tipo de cambio nominal con posterioridad a cada uno de los ajustes. Por cierto, el análisis que se realiza no es exactamente igual al que se encuentra en los trabajos antes citados. En este caso, se trabaja con observaciones mensuales y con tasas de depreciación menores, que fueron seguidas por variaciones adicionales. Además, se distingue en el análisis las dos modalidades de política cambiaria a las que se ha hecho referencia. Cuadro 6: Efectos de Variaciones en el Tipo de Cambio Nominal sobre la Tasa Real (Agosto 1992 = 100. Meses antes y después del ajuste) -4 -3 -2 -1 0 1 2 3 4 Mayo/1989 112.29 109.08 103.61 103.52 108.70 110.86 112.48 113.09 110.52 DTCN 2.6% 2.4% 2.3% 2.4% 5.6% 5.0% 2.6% 2.5% 2.6% Julio/1990 115.41 113.63 112.79 113.01 115.04 117.32 116.62 114.48 112.84 DTCN 4.75% 2.75% 1.90% 2.23% 4.61% 2.68% 1.94% 1.73% 2.05% Febrero/1991 114.48 112.84 112.36 112.01 114.64 112.12 110.71 108.00 107.31 DTCN 1.73% 2.05% 1.80% 3.39% 6.14% 1.48% 1.78% 1.45% 1.53% Diciembre/1991 110.58 107.65 106.05 108.38 113.07 109.78 107.70 106.82 103.40 DTCN 4.12% 1.37% 1.52% 4.17% 8.33% 1.22% 1.09% 1.43% 1.83% Septiembre./1992 101.38 103.10 101.94 100.00 115.33 113.90 114.38 107.86 104.03 Acum. 0 13.3% 8.67% 6.39% 5.69% 0.72% > DTCN 1.52% 4.96% 1.30% 0.86% 27.12% 4.56% 1.31% -4.13% -0.92% Enero/1994 92.46 89.81 89.81 90.97 92.66 88.75 88.97 88.13 87.35 DTCN 0.24% -0.21% 1.56% 1.87% 3.34% -0.67% 2.52% 1.94% 0.39% Noviembre./1995 85.60 85.52 84.81 85.51 88.73 90.00 88.35 87.11 86.86 DTCN 1.78% 0.71% 1.41% 1.82% 5.39% 3.31% 0.31% 0.90% 2.39% 4.21% 7.06% Las cifras muestran algunos aspectos interesantes de la asociación entre variaciones en el tipo de cambio nominal y en la tasa de cambio real. Así, es notable que en cuatro de los siete casos analizados, la devaluación o depreciación nominal fue erosionada en sus primeros cuatro meses de vida, no obstante que continuó depreciándose la moneda local, sobre todo en el período 1989-1992 en que existían minidevaluaciones periódicas. En el caso de la devaluación de mayo de 1989, fue necesario devaluar un 13.3 por ciento adicional para sostener el nivel de la tasa de cambio real. En esta misma línea de razonamiento, el efecto sobre la tasa de cambio real de la macrodevaluación del 27 por ciento adoptada en septiembre de 1992, sufrió una rápida erosión (desapareció en seis meses), debido, además, a que el "sobredisparamiento" del tipo de cambio, llevó incluso a que se produzcan apreciaciones nominales. Por otro lado, los ajustes en el período II han sido menores, y han requerido también menores depreciaciones posteriores para sostener el nivel de la tasa real. En suma, se puede decir que, en base a la reciente experiencia cambiaria en el Ecuador, parece claro que es muy importante a la hora de evaluar el impacto de una devaluación sobre la tasa de cambio real el nivel de inflación existente en la economía, pues cuanto mayor es ésta en relación a la inflación externa, más rápida es la pérdida de competitividad. Por cierto, si bien no se ha considerado en el análisis, quizás más importante aún son las expectativas que tiene el mercado sobre la inflación futura. El otro elemento que incide claramente es el que se refiere a las políticas de demanda agregada que se ejecutan simultáneamente, pues éstas contribuyen a una mayor o menor erosión del efecto de una devaluación sobre la tasa real a través de su impacto sobre la trayectoria de los precios. 4.2 El Modelo de VARs El ejercicio de VARs es de naturaleza diferente al anterior. Por un lado, no se concentra en el comportamiento de las tasas de cambio antes y después del ajuste, sino que simula shock sobre el tipo de cambio nominal para encontrar su impacto sobre la tasa de cambio real hacia adelante. Además, incorpora al análisis de una manera algo más explícita la incidencia de las políticas de demanda agregada que estuvieron vigentes durante los períodos considerados. En cuanto al modelo en sí mismo, se trata de un modelo alternativo a los modelos econométricos tradicionales que se basan en una estructura económica determinada. En efecto, en lugar de desarrollar un modelo que establece la relación entre las variables cambiarias, se optó por utilizar un sistema que permite vincular entre sí un conjunto de variables elegidas sin una estructura determinada y con otras que tuvieran una relación macroeconómica. En otras palabras, se seleccionan un conjunto de variables bajo criterios de racionalidad macroeconómica, para formar un sistema de ecuaciones en las que cada variable dependiente tiene las mismas variables explicativas. Quien propuso inicialmente el uso alternativo de este tipo de modelos fue Sims (1980). Posteriormente, su utilización se ha vuelto crecientemente popular, sobre todo en estudios referidos a la dinámica de los procesos inflacionarios y a la relación entre cambios en la cantidad del dinero y en el producto en una economía. Algunos ejemplos de estos trabajos son los de Bernanke (1986), Leiderman y Razin (1988), Montiel (1989), Reinhart y Reinhart (1992) y, sobre la economía ecuatoriana, Albornoz (1994). Un típico sistema no restringido de VARs se lo define de forma general de la siguiente manera: (8) y(t) = A0 + A1y(t-1) + ...... + Aiy(t-i) + Bx(t) + u(t), donde y(t) es un vector de variables endógenas; x(t) es un vector de variables exógenas; A0 es un vector de constantes; A1 hasta Ai y B son matrices de coeficientes asociadas a las variables endógenas y exógenas, respectivamente; i es el número de rezagos aplicados a las variables endógenas; y u(t) es un vector de errores. Se supone, además, que los errores están correlacionados con sí mismos contemporáneamente, pero no lo están con sus valores rezagados, ni tampoco con y(t-i) y con x(t). Las series de tiempo que se incluyen en el análisis a continuación son el índice de tipo de cambio nominal con respecto al dólar, el índice de tipo de cambio real con relación a la misma divisa, y la relación de precios internos y externos, como variables endógenas. Como variable exógena, en cambio, se considera el saldo de los activos internos netos del Banco Central. Los datos tienen una frecuencia mensual a lo largo del período desde 1989 hasta marzo de 1996. La incorporación al modelo de las dos primeras variables antes citadas se explica por la propia finalidad del trabajo que aquí se propone. La relación de precios, partiendo de la estabilidad de los precios externos, responde básicamente a la evolución del IPC interno, que resume y recoge el ajuste en precios y salarios provocado por las variaciones en la tasa de cambio nominal, lo que en última instancia, afecta el valor del tipo de cambio real. En cambio, el saldo de los activos internos netos del Banco Central (AIN) se lo incorpora como un indicador aproximado que recoge los cambios en la dirección de las políticas monetaria y fiscal, y de su efecto en la demanda agregada. Su inclusión en el modelo es importante, en el sentido que el efecto de una devaluación nominal sobre la tasa real no es el mismo si es que simultáneamente hay una expansión o una contracción de la demanda agregada. Esta serie recoge las variaciones que se producen en el crédito neto al sector público no financiero, que es un indicador de la dirección de la política fiscal. Adicionalmente, captura las variaciones en el crédito al sistema financiero privado, en las operaciones de mercado abierto, y en la posición financiera del Banco Central, entre otras variables monetarias. Por cierto, se pudo haber incorporado a la serie AIN como variable endógena. Sin embargo, en el análisis de causalidad realizado en la sección anterior se encontró que ésta es la más exógena de las series. Además, su inclusión como variable endógena hubiera restado un significativo número de grados de libertad al momento de hacer la estimación del modelo. Pero más que esto, cuando se hizo dicho ejercicio, los resultados que se obtuvieron no cambiaron en esencia en cada uno de los dos períodos. Antes de desarrollar la investigación propuesta, se debe hacer algún análisis estadístico de las series de tiempo, con el fin de definir la conveniencia o no de trabajar con las series en niveles o en primeras diferencias, no obstante que por ahora no existe consenso sobre una recomendación en uno u otro sentido. Así, mientras Sims (1980) y Doan (1992) recomiendan trabajar con las series en niveles, incluso si éstas tienen raíces unitarias, la mayoría de trabajos empíricos emplean series en primeras diferencias o en porcentajes (Enders (1995), Montiel (1989), Lizondo (1992), entre otros). 4.2.1 Análisis Estadístico de las Series Dado que las regresiones del modelo de VARs están basadas en mínimos cuadrados ordinarios, es necesario comprobar en primer lugar si las series son estacionarias, con el fin de evitar que exista una correlación espúrea entre ellas. Si éstas son no-estacionarias, los parámetros estimados a través de mínimos cuadrados son sesgados, inconsistentes, y el significado de los t-estadísticos pierde validez. Intuitivamente, se trata de evitar que exista subyacente una correlación entre las variables, determinada más por una similitud de tendencias en el tiempo, que por algún grado de causalidad que sea económicamente significativa. Sin embargo, si se encuentra que las variables son integradas del mismo orden, y que además son cointegradas, la estimación de los parámetros a través de mínimos cuadrados resultaría válida, ya que se produce "superconvergencia" de los estimadores. El análisis de estacionariedad propuesto es similar al que se realizó en la sección anterior, es decir, se busca probar la existencia de raíces unitarias en las series a través de la prueba DFA. Las series expresadas en logaritmos se examinan para los dos períodos. Los test DFA en primeras diferencias se presentan en el cuadro 7 para un número de rezagos igual a uno. Los resultados del test DFA superan los valores críticos y, por tanto, se confirma que las tres series analizadas son I(1), puesto que en primeras diferencias las series no tienen raíces unitarias, con excepción de la serie IPC sin constante que es I(2). El siguiente paso es probar si las series están cointegradas utilizando el método de Engle y Granger descrito anteriormente. En este caso, en la regresión inicial que se corre se define a la tasa de cambio real como la variable dependiente, y al tipo de cambio nominal y al índice de precios internos como variables explicativas (todas las series expresadas en logaritmos). Los residuos que se obtienen de esta regresión se someten a una prueba de estacionariedad bajo la forma definida en la ecuación (5). Cuadro 7: Prueba Dickey Fuller Aumentada (Series en logaritmos) TCN TCR IPC Período I (en primeras diferencias) DFA (con constante) -5.4414 -6.1504 -7.9608 DFA (sin constante) -1.7162 -6.2116 -2.1267 Período II (en primeras diferencias) DFA (con constante) -4.6470 -4.7584 -4.2450 DFA (sin constante) -2.4433 -4.4737 -1.0334 Valores Críticos Período I (con const.) 1% = -3.5973 5% = -2.9339 10% = -2.6048 Período I (sin const.) 1% = -2.6191 5% = -1.9490 10% = -1.6200 Período II (con const.) 1% = -3.6067 5% = -2.9378 10% = -2.6069 Período II (sin const.) 1% = -2.6227 5% = -1.9495 10% = -1.6202 Los resultados de la prueba descrita se presentan en el cuadro 8 para cada uno de los dos períodos considerados. Las cifras demuestran que no existe cointegración entre las variables consideradas en ninguno de los dos períodos, dado que el t-estadístico no supera en valor absoluto los valores críticos requeridos. Cuadro 8: Test de Cointegración de Engle y Granger (Tipo de cambio nominal, tipo de cambio real y precios) No. Rezagos Coeficiente a t-estadístico Error estándar Período I 1 -0.19 -2.432 0.079 Período II 4 -0.38 -2.870 0.134 Valores Críticos*/ 1% = -4.3078 5% = -3.7675 10% = -3.4494 */ Los valores críticos corresponden a los calculados por Phillips y Ouliaris (1990). 4.2.1 Resultados del Modelo Una vez realizado el análisis estadístico de las series de tiempo, a continuación se corren las regresiones del modelo de VARs, utilizando las primeras diferencias de los logaritmos de las series de tipo de cambio nominal y real, así como del vector de precios internos. Los resultados que interesan de estas simulaciones son los que se obtienen de las "funciones impulso-respuesta", que consisten en simular shock o innovaciones sobre los errores del sistema de VARs para evaluar su impacto sobre la respectiva variable dependiente en cada ecuación. Antes, es muy importante definir el ordenamiento de las variables, puesto que dicho orden incide en mayor o menor medida en los resultados que se obtienen. Por otra parte, también es necesario determinar el número adecuado de rezagos que se aplicarán a las variables independientes en el sistema de ecuaciones. Se trata de encontrar un equilibrio que permita una buena especificación del modelo y que al mismo tiempo conserve un aceptable número de grados de libertad. En este sentido, a medida que crece el número de rezagos mejora la especificación del modelo pero a costa de disminuir aceleradamente los grados de libertad. En cuanto a lo primero, hay que reconocer que cualquier ordenamiento que se establezca a las variables tiene algún grado de arbitrariedad. Para definir algún criterio, en el presente estudio dicho ordenamiento está basado en las relaciones de causalidad que se identificaron en la sección anterior para cada uno de los dos períodos. Así, en el primer período, el ordenamiento iría desde las variaciones en el tipo de cambio nominal, al incremento de los precios, y de ahí a las variaciones en la tasa de cambio real. En el segundo período, en cambio, el orden iría desde la tasa nominal hacia la tasa de cambio real y, posteriormente, a la inflación. Gráfico 8: Funciones Impulso-Respuesta TCN >> TCR En lo que se refiere al número óptimo de rezagos, se utilizan los criterios de Akaike y de Schwartz para el caso del análisis multivariado. Ambos criterios priorizan la reducción del valor del determinante de la matriz de varianzas y covarianzas de los errores que se obtienen al correr el modelo, aunque el segundo de ellos pone más énfasis en la limitación del número de regresores. En la práctica, cada uno de los dos métodos recomienda la utilización de aquel número de rezagos que minimiza el respectivo criterio. Hechos los cálculos, se encontró que el número óptimo de rezagos en el sistema de ecuaciones que se utiliza en el presente trabajo es 2 para ambos períodos. Los resultados de las simulaciones "impulso-respuesta" desde el tipo de cambio nominal a la tasa de cambio real se presentan en el gráfico 8 para cada período. En primer lugar, se observa que el impacto de la innovación en las variaciones del tipo de cambio nominal sobre las variaciones en la tasa real en el primer mes es mayor en el período (I). Sin embargo, este resultado se explica fundamentalmente tomando en cuenta que el shock o innovación es menor en el segundo período que en el primero (0.3 por ciento frente a 0.4 por ciento respectivamente, en relación al valor medio del tipo de cambio nominal en cada período). En segundo lugar, en los siguientes dos meses, en cambio, dicho impacto es mayor en el segundo período. Más que esto, el efecto en la tasa de cambio real se prolongaría a lo largo de dos meses en el primer período y durante tres meses en el segundo caso, para luego irse diluyendo dicho efecto en ambos periodos a lo largo de los meses siguientes. Esta conclusión es consistente con los resultados del análisis de causalidad realizado en la sección anterior y con los del enfoque "antes-después". En efecto, al existir en el primer período un vínculo más estrecho entre las variaciones en el tipo de cambio nominal y en el nivel de precios, el efecto sobre el tipo de cambio real es menor que en el segundo período. En este sentido, el impacto de variaciones en el tipo de cambio nominal sobre la tasa real habría durado menos tiempo bajo el régimen prolongado de minidevaluaciones que bajo la modalidad de flotación cambiaria. Como se anotó antes, esto es consecuencia del nivel de inflación más alto que existió durante el primer período considerado, pero también de la mutua interrelación que se dio en el primer período entre la política cambiaria y el comportamiento de los precios a través del uso de la política de minidevaluaciones. Como un subproducto del anterior análisis, se encontró que el efecto importante de las variaciones del tipo de cambio nominal sobre la inflación se produce entre el tercero y el quinto mes después de la variación cambiaria. La existencia de este rezago concuerda en mucho con el resultado de anteriores estudios sobre la dinámica de la inflación en el Ecuador (ver Albornoz (1994) y Rojas et.al. (1995)). 5. CONCLUSIONES El presente trabajo ha estado dirigido a evaluar la relación entre el comportamiento del tipo de cambio nominal y la tasa real en el Ecuador en los últimos siete años, bajo las dos modalidades cambiarias vigentes, vale decir, el régimen de minidevaluaciones y el de flotación dirigida con o sin banda. Esta discriminación establece la distinción entre dos subperíodos, el que va de enero de 1989 a agosto de 1992, y el que se inicia en noviembre de ese año y llega hasta marzo de 1996. La relevancia del estudio viene dada, no solo porque el tema no ha sido investigado en el país, sino también porque un mejor entendimiento de la vinculación entre las tasas nominal y real podría ayudar en el diseño de la política cambiaria futura. La investigación propuesta pretende distinguir la relación entre las dos variables bajo los dos regímenes cambiarios, y confirmar la hipótesis de que si bien el tipo de cambio nominal puede ser una variable de control del Banco Central, la tasa de cambio real suele ser una variable endógena en la economía. Luego del rápido examen de la experiencia cambiaria de los últimos años en el Ecuador, se verifica la variedad de regímenes que se han ensayado en el país, en algunos casos asociados más a los cambios de gobierno que a razones de política económica. Dentro de estos, al revisar la vinculación de la tasa de cambio real con el sector externo de la economía, se comprueba la importancia del nivel de esa variable incluso en el corto plazo, puesto que una apreciación suele estar asociada con un deterioro de la balanza comercial no petrolera y viceversa. En cuanto al análisis de la trayectoria de la tasa de cambio real, una primera evaluación, más bien de carácter académica, determinó que la condición absoluta de la PPC no se ha cumplido en el período de análisis, ni siquiera en los años en que éste fue un objetivo explícito de la política cambiaria. El resultado encontrado fortalece el criterio de que la tasa de cambio real es una variable endógena, que responde no solo a lo que ocurre con el tipo de cambio nominal, sino también a los efectos de otras políticas económicas y a su impacto en la formación de los precios, así como al impacto de shock exógenos que son muy comunes en la economía ecuatoriana. Una segunda conclusión de la investigación realizada tiene que ver con el resultado de que la modalidad de tipo de cambio nominal utilizada tuvo un efecto neutro en términos de su incidencia sobre la volatilidad de las variaciones de la tasa de cambio real. En consecuencia, si es que esta última se define como un objetivo prioritario de la política cambiaria, más importante que la elección de un sistema de minidevaluaciones o de flotación dirigida, es la naturaleza del resto de políticas económicas que acompañan a la política cambiaria. Esta conclusión también apunta en favor de la validez de la hipótesis de endogeneidad de la tasa de cambio real. Particularmente importante es el resultado del análisis de causalidad a la Granger realizado entre las dos tasas de cambio y la relación de precios internos y externos en los dos períodos. Se confirma la presunción de que durante el período de las minidevaluaciones en que se persiguió el mantenimiento de un cierto nivel de la tasa de cambio real, se produjo una interrelación mutua entre las variaciones del tipo de cambio nominal y de los precios relativos. Esta situación generó un círculo vicioso de devaluación > inflación > devaluación, consistente con un nivel crónico de incremento de precios de alrededor del 50 por ciento anual. En el período de flotación se rompió este círculo vicioso a través del uso del ancla cambiaria, lo cual también se verifica a través del análisis de causalidad. El resultado encontrado sugiere que sí es importante la modalidad cambiaria que se escoge, en tanto las implicaciones macroeconómicas de un régimen o de otro pueden llegar a ser diferentes. La cuarta conclusión del trabajo se obtiene del análisis de la relación entre las variaciones del tipo de cambio nominal y de la tasa real, el mismo que se lo desarrolló mediante la aplicación del llamado enfoque "antes-después", así como de un sistema no restringido de VARs. Los resultados encontrados señalan que el efecto de una devaluación o depreciación nominal sobre la tasa de cambio real fue más prolongado durante el período de vigencia del sistema cambiario de flotación dirigida. En este resultado se destaca la importancia del nivel de inflación vigente (además del efecto de la política de demanda agregada aplicada simultáneamente) al momento de examinar cuánto tiempo se prolonga el impacto de una devaluación sobre la tasa de cambio real. Una última conclusión del análisis realizado, aunque ésta se presta para el debate, se refiere a que, en el Ecuador, el régimen de flotación dirigida arrojó mejores resultados que la política de minidevaluaciones. Si bien es verdad que los efectos de las variaciones del tipo de cambio nominal sobre la tasa real, estuvieron determinados en parte por la dirección del resto de las políticas económicas aplicadas simultáneamente en los dos períodos, no es menos cierto que los resultados del análisis de causalidad muestran que durante el período de las minidevaluaciones, la inflación se generó en alguna medida como consecuencia de la propia política cambiaria. Esto contribuyó a la mayor volatilidad de la tasa de cambio real, así como a un menor efecto de devaluaciones o depreciaciones nominales sobre la tasa de cambio real durante los años 1989 a 1992. ANEXO Gráfico A-1 Correlograma Tipo de Cambio Real (1989.1 - 1996.3) Gráfico A-2 Correlograma Tipo de Cambio Real (1989.1 - 1992.8) Bibliografía Albornoz, V. (1994), "Análisis de la inflación ecuatoriana 1980-1983 en base a la técnica de vectores autorregresivos". 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