Caridad y Solidaridad 1

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ENVIO n º 2
Escuela de formación para docentes
CONTENIDOS DEL ENVIO 2º
Reflexión Sobre la Fiesta de Corpus Christi
Concepto de solidaridad.
.Solidaridad y caridad
Medios de comunicación para la solidaridad
La solidaridad y la colaboración en Gianelli y según Gianelli
Para leer y sugerir EJE I del Plan Estratégico
Para conocimiento y evaluación personal (esquema del Proyecto 150 años de amor y
servicio…:
Tiempo encuentro nº2: Junio- julio y agosto (Entregar 30 de agosto)
Modalidad: a distancia
CARIDAD, SOLIDARIDAD,
COLABORACIÓN
Hablar de la caridad es hablar del código genético, de la
esencia, de la suprema perfección de toda la vida cristiana.
Porque en la práctica de la caridad fraterna, se condensa toda la
enseñanza de Jesucristo. Las páginas más sublimes del
Evangelio y de todo el Nuevo Testamento son aquellas que nos
hablan por un lado del amor misericordioso de Dios Padre para
con los hombres, y por otro, del amor que Cristo pide que le
tengamos a Él y que nos tengamos unos a otros.
Y hablar de la caridad es hablar también del gran secreto con el que el cristianismo
revolucionar el mundo. La expansión de las comunidades cristianas mostró que es posible amar
sin fronteras de razas, de sexo, de cultura, de condición social. Ésta es, sin duda, una de las más
excelsas aportaciones del cristianismo a la humanidad.
El Evangelio de san Juan capítulos 13 a 17, habla de la insistencia de Jesús que pide a
sus discípulos que permanezcan en su amor, y que se amen unos a otros con un amor tan
intenso y tan radical como el amor con que Él los amó. A esta exhortación Cristo llega a darle el
valor, la densidad, y la obligatoriedad de un mandato: “Les doy un mandamiento nuevo: que se
amen los unos a los otros. Que como yo los he amado, así se amen también ustedes, los unos a
los otros (Jn 13, 34).
Jesucristo quiere que ese ‘mandamiento nuevo’ constituya como el signo distintivo de
todos los que quieran seguir sus huellas, esto es, de todos los que llevamos el nombre de
cristianos: “En esto conocerán todos que son mis discípulos: si se tienen amor los unos a los
otros” (Jn 13, 35).
La recomendación no es exclusiva para los apóstoles. Es el distintivo que Jesús nos ha
dejado a todas las generaciones de discípulos a lo largo y ancho del mundo y de la historia.
San Pablo afirma: Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no
tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe. Aunque tuviera el don de
profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como
para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy. Aunque repartiera todos mis bienes, y
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entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha (1 Co 13, 1-3). Sin
caridad no hay vida cristiana auténtica.
No debemos confundir la caridad cristiana con filantropía, o un simple sentimiento de
altruismo, ni mucho menos con la emoción del «sentirse a gusto» en un grupo. La caridad es
exigente porque no busca la propia satisfacción, sino que tiene en la mira, ante todo, el bien de
las otras personas. San Pablo trazó un programa de vida enla primera carta a los Corintios, en el
himno de la caridad: “La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es
jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el
mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo
espera. Todo lo soporta. La caridad no acaba nunca (1 Co 13, 4-8).
Y Cristo, en el discurso de la última cena, llegará a pedirnos una caridad tan grande que
nos haga estar dispuestos incluso a entregar la vida por los demás: Nadie tiene mayor amor que
el que da su vida por sus amigos (Jn 15, 12-13).
Un aspecto de la caridad cristiana que Cristo subrayó repetidas veces es la exhortación
de perdonar y amar incluso a nuestros enemigos. Porque si aman a los que los aman, ¿qué
recompensa van a tener? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si no saludan más que a sus
hermanos, ¿qué hacen de particular? ¿No hacen eso mismo los gentiles? (Mt 5, 46-47). conocía
bien nuestra tendencia a guardar rencores, resentimientos, odios, desprecios... Conocía muy
bien las dimensiones de nuestro amor propio, y la capacidad de revancha y de venganza que
podemos desarrollar. El amor que nos pide a sus seguidores se coloca por encima de nuestras
divisiones. Debemos amar con el mismo amor con que Él nos ha amado a nosotros, con ese
amor que perdonó nuestras culpas.
El perdón sincero, que nace del corazón y que no es un silencio resignado, nos asemeja
al mismo Dios en uno de sus rasgos más amables y grandiosos: la misericordia. Ustedes, dice
Jesucristo, sean misericordiosos, como el Padre es misericordioso (Lc 6, 36). Y es perdonando a
quienes nos ofenden como obtenemos el perdón de Dios.
La caridad debe ser una actitud de fondo que dé sentido y orientación a toda la vida de
relación en la convivencia habitual de todos los días. La caridad empieza allí, en el modo en que
nos conducimos ante los demás en lo cotidiano, en el encuentro ordinario con los otros. En este
nivel la práctica de la caridad no pide gestos espectaculares ni hazañas heroicas. Esta virtud se
tiene que expresar de un modo muy sencillo, por una serie de gestos aparentemente triviales e
intrascendentes, pero nacidos de la bondad del corazón. Son los pequeños detalles que hacen a
los demás más llevadero el peso de cada jornada: un saludo amable y sincero por la mañana,
una sonrisa que suaviza la negativa inevitable, una condescendencia con un compañero sobre el
modo de realizar una tarea, la atención paciente y servicial al familiar o al amigo enfermo, …
Hay un aspecto de la vivencia de la caridad y que constituye como un distintivo peculiar
de los miembros de la Familia Gianellina. Es la virtud de hablar positivamente de los demás.
Para no desentonar en la armonía familiar debemos esforzarnos por cultivar
precisamente la virtud de la ´benedicencia´, del hablar bien de los demás, resaltando sus
cualidades, sus triunfos, sus aciertos y ser constructivos en todas las conversaciones fijándonos
siempre en el lado positivo de las personas. Y aunque la evidencia muestre que esas personas
tienen graves deficiencias, preguntémonos: ¿Y detrás de esto que vemos, qué cualidades y
virtudes encerradas guarda esta persona?
Saber disculpar las acciones ajenas, o por lo menos tratar de respetar sus intenciones.
La Iglesia recomienda a todos los cristianos practicar las Obras de Misericordia, que el
nuevo Catecismo de la Iglesia Católica explica con estas palabras:
Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a
nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales (cf. Is 58, 6-7; Hb 13, 3). Instruir,
aconsejar, consolar, confortar, son obras de misericordia espiritual, como también lo son
perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en
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dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los
enfermos y a los presos, enterrar a los muertos (cf. Mt 25, 31-46). Entre estas obras, la limosna
hecha a los pobres (cf. Tb 4, 5-11; Si 17, 22) es uno de los principales testimonios de la caridad
fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios (cf. Mt 6, 2-4) (n. 2447).
Durante la celebración del 18º Capítulo General de la Congregación se estudió el tema de
la ECONOMIA DE COMUNIÓN. Iluminadas por expertos, comprendimos que nuestra caridad
practicada con la inteligencia del corazón, debe llevarnos a un compromiso serio en este sentido.
En otro momento retomamos este tema. Por ahora estamos invitados a tratar de integrar
dentro de nuestras costumbres y nuestro plan de vida la dedicación de una parte del tiempo y de
los bienes propios, a practicar las obras de misericordia. Esto ha sido parte constitutiva de la
vida de todas las generaciones de cristianos, desde la fundación misma de nuestra religión.
Y el Fundador, Antonio Gianelli, sin usar el término de economía de comunión, enseñó a
las Hermanas, desde el origen a compartir los bienes y les dejó escrito: “… vivirán del trabajo de
sus manos…serán solícitas en dar de limosna todos los ahorros que pudieran hacerse, teniendo
sin embargo en vista, aumentar el número de las Hermanas cuanto más se pudiera mantener y
alojar”1
Que esta preocupación por ayudar a quienes necesitan, no debe reducirse sólo a unos
gestos aislados: dar limosna a un pobre, regalar ropa a niños pobres, contribuir en un
dispensario, etc. Tenemos que trabajar para que todos a nuestro alrededor compartan esta
inquietud, y para que se vaya formando una verdadera cultura de solidaridad.
Entregarse a las obras de misericordia está siempre al alcance de todos, porque siempre
tendremos a los pobres, a los enfermos, a los ignorantes.
La Congregación trabaja en varias obras destinadas a atender a los más pobres.
Concretamente el Hogar San José de Niños hipoacúsicos, en Mendoza; el Hogar María
Crescencia en Pergamino, el Arca de Noé para niños y adolescentes con capacidades diferentes
en Nogoyá; la Escuela S.A. Gianelli en Paraná. En ellas podemos prestar nuestra colaboración,
el tiempo y la ayuda material.
Las diversas formas de expresar y vivir la caridad cristiana tienen un común
denominador: buscar ante todo hacer el bien. Hay una manifestación de la caridad que va
todavía más lejos. No se contenta tan sólo con ‘hacer el bien’, sino además busca ayudar al otro
a que sea mejor. Éste es el mayor bien que podemos ofrecer: Ayudar al prójimo a superarse, en
todos los aspectos de su personalidad. Y esto lo podemos practicar todos los días, sin ir muy
lejos a buscar las oportunidades …
SOLIDARIDAD y CARIDAD
1. Definiciones La solidaridad o caridad social, expresa una idea de unidad, cohesión,
colaboración. Se encuentra muy ligada al amor, y como éste admite dos planos de
consideración:
Solidaridad-sentimiento. Tendencia humana a asociarse en busca de bienes comunes.
Es la inclinación a sentirse vinculados con otros, bien por motivos de semejanza, bien debido a
intereses comunes. Incluye la tristeza cuando esas personas afines sufren un mal. Se trata de
sentimientos buenos pero a veces inestables o de tipo superficial.
Solidaridad-virtud. Es la determinación firme y perseverante de comprometerse por el
bien común. Estamos ante un hábito o virtud, ante una decisión estable de colaborar con los
demás. Con todos los hombres, pues realmente hay vinculación con todos, aunque uno no se
sienta unido a algunos.
2. La solidaridad se apoya en varios motivos que podemos reunir en dos grupos:
a) Razones humanas: igualdad de naturaleza, necesidad de apoyo, mayor eficacia.
1
A. Gianelli, Reglas Generales y Fundamentales, Art.IV.
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b) Motivos espirituales: fraternidad humana, común dignidad de hijos de Dios, unidad
de destino eterno, idéntica redención, unión común a Cristo y a María.
3. La solidaridad y la caridad se parecen mucho. Se puede decir que la solidaridad va
dirigida hacia grupos, mientras que la caridad piensa en las personas
Indicios que distinguen la caridad cristiana de la solidaridad:
1.- La caridad cristiana tiende a ocultarse. Leemos en el evangelio: "Tú, .. , cuando hagas
limosna, que no se entere tu mano izquierda lo que hace tu derecha" (Mt 6,3)
2.- La caridad cristiana brota de la propia privación. Es decir, consiste en hacerse uno
pobre para enriquecer al otro.
3.- La caridad cristiana no es parcial, sino que exige plena coherencia en los distintos
ámbitos de la vida. Efectivamente, es un contrasentido que en una sociedad en la que se valora
muy positivamente la adopción de niños abandonados, sin embargo, no se perciba
incompatibilidad alguna con la aceptación social del aborto.
La caridad cristiana no puede sufrir estas contradicciones, ya que el amor no se
administra en porciones, sino que se derrama a cualquier prójimo, sea quien fuere.
4.- Lo que da a la caridad cristiana su valor salvífico y redentor no es tanto su
materialidad, cuanto el espíritu que la anima, es decir el espíritu de Cristo. Caridad es convertirse
en instrumentos de Cristo para que sea El quien ame a cada uno de sus pequeños... Caridad es,
por lo tanto, amar con el mismo amor de Cristo. Caridad es amar al mismo Cristo, presente en
aquel a quien dirigimos nuestro acto solidario.
En un momento en el que la palabra "caridad" es despreciada por muchos por identificarla
con una mera compasión afectiva, sólo una vivencia seria y profunda de esta virtud cristiana
llegará a demostrar al mundo aquello de lo que es capaz del amor de Cristo.
A la Familia Gianellina se le pide ser Testigos de la Caridad. Vivir la Caridad Evangélica
exigirá fundamentalmente coherencia personal: un estilo de vida acorde con los principios y los
valores que constituyen su esencia, su identidad.
Para vivir esta coherencia necesitamos tener a Cristo como columna vertebral de nuestra
vida y “Ahondar siempre más nuestras raíces en el Señor…” (cfr 18 C.G.) . Y ello implica unir
estos dos grandes conceptos: contemplación y compromiso. Cuando el Papa habla de la Caridad
en la carta apostólica Novo Millennio Ineunte, se refiere a la unión de los dos amores del
creyente: el amor al prójimo y el amor a Dios sobre todas las cosas. Desde el seguimiento de
Jesucristo no se pueden separar ni dividir estas dos cosas. La fidelidad a Cristo implica un
determinado estilo de vida, de entrega al otro, como hermano.
La coherencia en el estilo de vida se aprecia en los valores de la vida cotidiana. El Papa
recurre a Mateo 25, para decirnos que en la presencia de los pobres hay una presencia especial
de Cristo. Desde el evangelio, la opción por los pobres no es simplemente un imperativo ético, lo
que está en juego es la imagen misma de Dios.
La opción preferencial por los pobres no es optativa ni en la vida del cristiano, ni entre los
laicos gianellins; forma parte del código genético del Evangelio. Es una llamada al seguimiento
de Cristo. Pero, para el cristiano, si llegamos a los pobres es porque hemos encontrado a Cristo,
que llama a nuestra puerta. El seguimiento de Jesús nos apremia a entrar en su mirada. en su
compasión, en su manera de actuar.
La Congregación se propone en estos seis años “ser respuesta profética a las
necesidades de los más pobres,… hacerse respuesta, en su acción apostólica, a las
necesidades emergentes de la familia, de los jóvenes y de los pobres “ (cfr 18º C.G)
Para responder a esta línea de acción, es necesario:
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adquirir y vivir personalmente y como comunidad, un compromiso que nace de la
fe, y que se traduce en criterios y comportamiento concretos en relación a las
personas que tratamos.
Colaborar generosamente - de acuerdo con nuestras posibilidades - de forma
continuada y responsable con las que trabajan por la justicia social y la
solidaridad.
Ser austeros en nuestra vida personal, familiar y social, navegando en contra del
consumismo.
Ser plenamente honrados en nuestra vida, en nuestras relaciones con los demás
evitando siempre el fraude y la corrupción, creando confianza.
Promover la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Gianelli lo hizo
cuando habló de la educación de la mujer.
Proteger la naturaleza y la biodiversidad, un legado que nos ha sido confiado y
que hemos de preservar para las generaciones venideras.
Compartir el tiempo, el esfuerzo personal y la capacidad profesional, poniendo
generosamente una parte de nuestra vida al servicio de los más necesitados.
Para nosotros el compromiso de caridad solidaria es la expresión del Dios Trinidad-Dios
Familia. Es desde este amor que podemos sentirnos fuertes. La comunidad gianellina debe
reflejar desde los lugares donde actúa, su compromiso con los pobres. Por eso cuando se dice
que sus acciones deben ser significativas, nos referimos no a un protagonismo o una
exclusividad, sino a mostrar los signos de posibilidad concreta de una vida alternativa fundada en
los valores del Reino.
Desde Jesús y el Evangelio entendemos que no puede ser creíble una palabra de
liberación, de amor y dignidad más que cuando se dice desde el pobre. Reflexionemos juntos
sobre qué lugar ocupan los pobres en nuestro quehacer, en nuestras celebraciones, en nuestras
decisiones, en nuestras urgencias, en nuestros criterios de actuación...
La comunidad gianellina, desde sus inicios y a lo largo de su historia buscó poner en
práctica la voluntad y la profecía del Fundador : “… irán donde otras no pueden ir…” o traducido
a nuestra realidad 2donde otros se van o no quieren estar…”
Algunas pistas para la acción:
Cultivar y desarrollar la dimensión de la fe coherente, v vivida hasta sus últimas
consecuencias. Si creo actuaré como manda el Señor..
Reconocer al pobre en sus riquezas. Escucharle y facilitarle cauces para la acción. Que
sean ellos protagonistas de su propia liberación.
Desarrollar relaciones fraternas y amistosas con los pobres. Tener siempre con ellos una
relación de proximidad, Poder responder a la pregunta: ¿Quiénes son para mí los pobres en mi
vida, mi familia, mi trabajo, en mí ciudad…?
Promover la participación y la creación de redes sociales. Creer en la lentitud de algunos
procesos colectivos que exigen la virtud de la paciencia histórica.
Seguir al Buen samaritano que actúa ante la situación del hombre caído y provee a sus
necesidades
Buscar que nuestra acción sea eficaz. Esto conlleva escuchar al pobre. Pero también el
análisis crítico y la capacidad de crear estrategias, de generar procesos de cambio.
Decálogo: Para una labor educativa en la caridad
1º No podemos convertir la limosna en un simple tranquilizante de conciencia o un medio
para que los pobres se vayan pronto y nos dejen en paz.
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2º Una caridad que olvida la dignidad y los derechos de la persona no es caridad
evangélica; es, más bien, una falsa caridad.
3º Toda ayuda debe entrañar para el interesado una exigencia de superación personal,
de promoción en su vida.
4º La opción caritativa ha de despertar la conciencia social de todos ante el hecho de la
pobreza y sus causas y nuestra responsabilidad en la misma.
5º La acción caritativa de la Congregación ha de plantearse el problema de las injusticias
sociales que oprimen y violan la dignidad y los derechos humanos, especialmente de los más
pobres e indefensos, así como la denuncia evangélica de las mismas.
6º La caridad nos exige sentido de responsabilidad y austeridad en el uso de los bienes.
7º La caridad nos pide compartir lo que somos y tenemos - incluso lo necesario en
nuestra vida - tanto entre nosotros como con los pobres del Mundo.
8º La acción caritativa exige una labor de formación en aquellos aspectos fundamentales
para la convivencia humana que, al mismo tiempo. son elementos constitutivos de la vida de fe:
caridad, justicia, solidaridad. derechos humanos, compartir, uso de bienes, economía de
comunión, etc.
9º La caridad pide, tanto a la comunidad creyente como a toda la sociedad, compromisos
concretos de acción y trabajo como respuesta a los problemas que presentan la pobreza y la
exclusión social.
10º Hoy como ayer, la caridad, el servicio a los hermanos, es el signo de identidad y
credibilidad de los discípulos de Jesús, de toda comunidad creyente, también de la familia
gianellina
(Trabajo inspirado en escritos de Caritas
y modificado para su adaptación a la realidad gianellina)
COLABORACIÓN Y CORRESPONSABILIDAD EN GIANELLI
La caridad apostólica fue para Gianelli delicia y cruz, alegría y tormento. Y como
la santidad fascina e incomoda, él se hizo alegría y tormento para todos aquellos que
quiso comprometer en la causa del Señor.
La colaboración es parte de un ánimo que siente la necesidad de expandirse
concretamente, porque al ser tan fecunda su creatividad tiene necesidad de fuerzas a su
alrededor que la realicen. Por esto nace la Congregación de las Misioneros de San
Alfonso en 1827. Eran los colaboradores del Santo también fuera de su Parroquia.
Después la Hijas de María, nacidas en 1829, de un impulso de Caridad Social. La
ocasión fue la necesidad de proveer buenas maestras y directoras para las pobres
huérfanas del Hospicio de Caridad y Trabajo. Gianelli quería colaboradores cualificados.
Pero, ¿cuál era su estilo de trabajo y de relación, en lo cotidiano, con sus
colaboradores?
De las páginas que ha dejado escrita, sobre todo de las cartas, podemos recabar
un programa y hasta una didáctica de gran sabiduría humana y cristiana sobre “cómo
trabajar juntos”
Punto de partida para que se pueda realizar la colaboraciones tener los mismos
ideales, las mismas razones de vida, creer en las capacidades del otro y sentir la
necesidad de la ayuda del otro.
“Mi proyecto, para qué servirá si no busco quien me de una mano?. Los
esfuerzos unidos se refuerzan mutuamente”. No hay iniciativa que, en su entusiasmo
contagioso, Gianelli no comunique a los amigos. Y así la iniciativa misma es instrumento
para multiplicar obreros en la viña del Señor.
También a nosotros, el 18º Capítulo General nos llama a trabajar juntos. ¿Cómo?
Con la misma pedagogía de Gianelli.
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Tener los mismos ideales:
“Bravísimos consultores y colaboradores míos. “Hicieron por lo menos algo y,
según mi opinión, lo hicieron bien. Un proyecto fracasa? El otro presenta dificultades
imprevistas?. Entonces, únanse, pónganse de acuerdo, asóciense, hagan congresos”. Y
viva la divina Providencia y los buenos amigos, esos que se conocen en esas
oportunidades…. se pusieron de acuerdo…muy bien. Esos son los amigos…”
Y de la pluma de Gianelli brota un himno a la solidaridad y a la amistad.
Doce días antes de su muerte, en Piacenza, piensa en las misiones proyectadas
para su Diócesis. De Chiavari, los amigos se ofrecen para darle una mano, y él escribe
conmovido: “Bendigo a Dios y les agradezco a ustedes y los espero con los brazos
abiertos”.
Creer en las capacidades del otro
Gianelli tiene confianza en el otro; conoce al otro y aprecia sus valores en el plano
humano y sobrenatural. Sabe que tiene que pedir mucho, y pedirá siempre mucho; pero
este pedir nace de la confianza que es un signo de su grandeza de ánimo. “Hable con el
amigo inválido y hágalo trabajar como un Hércules”: no es una excusa que ella no esté
bien de salud. Mientras pueda moverse, conviene que trabaje en la viña donde se
empleó. Sé que no está ociosa, pero es necesario que haga algo más..”
Sentir la necesidad de la ayuda del otro.
“Los Sínodos no se reúnen sin un por qué. Hablen libremente, Con tal de que el
bien, venga, no importa de quien viene” El Obispo, no solamente escucha, sino que
admite, acoge lo que se le dice, pronto a borrar incluso lo que ya ha escrito”. “Le
agradezco las sugerencias que me hizo para el Sínodo; si el Señor le inspira otras cosas,
escríbamelas con toda libertad”.
Con respecto al gobierno del Instituto de las Hermanas, Gianelli, desde Bobbio, le
escribió a la Madre Catalina: “Tu parecer sobre el gobierno me sorprendió; pero no deja
de gustarme y tal vez lo preferiré sobre otro proyecto” En efecto, lo piensa por dos años,
y después decide: “no quiero reinos divididos, sino compromisos divididos en la obra
entera” No para dividir la Obra sino para compartir responsabilidades y delegar funciones
y preocupaciones”.
******************************
Aclaración: como todo lo relacionado con la Escuela de Formación para laicos,
no tiene otra FINALIDAD que la FORMACIÓN PERSONAL y la TRADUCCIÓN en
OBRAS CONCRETAS DE LO QUE SE PROPONE o de las CONCLUSIONES a que
llegan los grupos, es muy importante la lectura personal, la interiorización y la oración,
para que TODOS seamos conscientes que el TESTIMONIO es más importante y más
CREIBLE que nuestras palabras.
En este módulo, que sale en el momento en que se está llevando a cabo el
proyecto solidario que debe involucrar a toda la Comunidad Huertano-gianellina: 150
años de amor y de servicio, se propone para estudio el tema SOLIDARIDAD y CARIDAD
y la COLABORACIÓN SEGÚN GIANELLI. Sería interesante evaluar personalmente,
fuera de lo que se escriba como respuesta a este módulo, cuál fue nuestra
colaboración personal y hasta qué punto nos implicamos TODOS en esta actividad
solidaria PROYECTADA POR EL COLEGIO..
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Medios de comunicación para la solidaridad
Lectura complementaria
El Santo Padre Benedicto XVI ha querido dedicar la 43ª Jornada Mundial de las
Comunicaciones Sociales que se celebra el 24 de mayo de 2009, festividad de la Ascensión del
Señor, a reflexionar sobre "Nuevas Tecnologías, nuevas relaciones. Por una cultura de respeto,
diálogo y amistad". Con este lema elegido, el Santo Padre sitúa en primer plano cuestiones
importantes desde el punto de vista ético y moral que se refieren al modelo de comunicación que
propician las nuevas tecnologías, destacando por un lado sus innegables valores positivos para
las relaciones humanas y el desarrollo personal, social y cultural; y, por otro, advirtiendo sobre
los peligros y daños que conlleva el uso inadecuado de estas mismas tecnologías que tanto han
transformado la vida de la sociedad actual y con las que con tanta naturalidad conviven los
jóvenes.
Es a los jóvenes precisamente a quienes dirige especialmente su mensaje el Santo
Padre pues los jóvenes, a los que llama "generación digital", son los que más usan estos nuevos
medios tanto para sus relaciones personales y de amistad, como para la comprensión del mundo
que les rodea y la manifestación libre de las propias ideas e intereses, estableciendo auténticas
redes sociales por las que transitan asiduamente dedicando gran parte de su tiempo y ocio,
hasta el punto de haberse producido en ellos una nueva pertenencia y ciudadanía en el mundo
digital.
El Papa señala que estas nuevas tecnologías encierran grandes posibilidades de
desarrollo y son un gran cauce abierto a la maravillosa capacidad humana de relacionarse con
los demás, "reflejo de nuestra participación en el amor comunicativo y unificador de Dios, que
quiere hacer de toda la humanidad un sola familia", pero a la vez nos advierte, refiriéndose al uso
de Internet, que "sería una pena que nuestro deseo de establecer y desarrollar las amistades `on
line´ fuera en deterioro de nuestra disponibilidad para la familia, los vecinos y quienes
encontramos en nuestra realidad cotidiana, en el lugar de trabajo, en la escuela o en el tiempo
libre".
No podemos, por tanto, renunciar a la auténtica relación que propicia la verdadera
amistad y el encuentro con los otros por un sustitutivo "virtual" que anulara o supliera la
comunicación y las relaciones humanas personales y directas, sino más bien, hemos de
empeñarnos en una verdadera misión evangelizadora en este nuevo mundo digital a fin de lograr
en él una cultura del respeto, el diálogo y la amistad, que el Cristianismo refuerza y trasciende
por el misterio redentor de Cristo, que nos ha mostrado la mayor prueba de amor entregando su
vida por nosotros (cf. Jn 15,13) y nos ha encomendado la tarea de imitar su amor en la entrega
generosa a los demás (cf. Jn 15,17).
Los cristianos, con la aportación de la sabiduría moral del Evangelio y la ayuda de la
doctrina de la Iglesia, hemos de preservar siempre la dignidad de la persona humana y el bien
común ante los cambios axiológicos o de valores que inevitablemente comporta la actual
revolución tecnológica.
1. Responsabilidad de los padres y de los educadores
A estos cambios, sobre todo en lo que afecta a los más jóvenes, han de estar atentos los
padres y educadores con una adecuada formación moral que acompañe el uso de las nuevas
tecnologías, en especial Internet, y los medios de comunicación en general, a fin de que éstos
sean beneficiosos para la persona y la sociedad y propicien la búsqueda de la verdad, el bien y
la belleza, sin dejarse engañar "por quienes tan sólo van en busca de consumidores en un
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mercado de posibilidades indiferenciadas, donde la elección misma se presenta como el bien, la
novedad se confunde con la belleza y la experiencia subjetiva suplanta a la verdad" (Benedicto
XVI).
Los padres y educadores han de estar vigilantes y propiciar un adecuado clima de familia
y amistad en el hogar y en la escuela, para que estos auténticos fraudes de las relaciones
humanas a los que hemos hecho referencia no afecten a los jóvenes, de manera especial a los
más indefensos psíquicamente como son los adolescentes, provocando en ellos, en no pocas
ocasiones, traumas afectivos y emocionales que condicionarán dolorosamente su futuro. El
ciberespacio no puede ser un terreno franco exento de la debida responsabilidad ética y moral ni
del cuidado y vigilancia de los padres y educadores, así como de la acción protectora de las
Autoridades, obligadas por nuestra Constitución (Cf. Art. 20, 4) a defender a los menores de los
contenidos perniciosos e inadecuados.
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