Trenta anys de n1-ala vida

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ANl'iALS DEL PERIODIS~IE CATAL.~
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semblen insignificants prendrien un interès extraordinari al
cap d'un cert temps. La direcció dels •Annals• hauria d'actuar amb la imparcialitat que permet actualment als periodistés de dreta i d'esquerra conviure a l'Associació de Periodistes que presideix l'admirat Costa i Deu. El cronista
dels •Annals•-permeteu·me que em repeteixi-hauria de
limitar-se a ordenar cronològicament els textos encapçalantlos amb el nom del periòdic i la data de publicació del document. Aquesta neutralitat permetria reconstruir tota mena
de debats polítics. Al cap d'uns quants anys de publicar-se,
aquest arxiu polèmic tindria un gran interès de lectura i de
consulta.
Amic Costa i Deu: un coHeccionista dels •Annals• que
publica l'Associació de Periodistes que presidiu amb tanta
autoritat, us ofereix aquesta idea.»
Trenta anys de n1-ala vida
Ens plau de reproduir a continuació uns fragments
de les memòries periodístiques de Clovis Eimeric,
publicades fa poc a «La Noche>.
cPompeyo Gener: El cronista no puede olvidar a Pompeyo Gener, el hombre que vivía del lado de Francia, el
intelectual que había traspasado las fronteras y que alguien
habfa calificado del •último mosquetero•.
Le recuerda perfectamente el cronista. •Peyus• tenía casi
caracteristicas de monumento barcelonés, propio para turistas y forasteros. Su corpachón robusto, firme, su chambergo, su barba afrancesada, eran populares en las Ramblas,
en los restaurants, en los cenaculos literarios.
Sus libros circulaban ampliamente y eran comentados en
publicaciones extranjeras; sus ocurrencias iban de boca en
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Al';NA!.S DEl, PERIODIS~IP. CA'I'Al.À
boca; sus amores con Ja Sarah Bernhardt, que agrandaba el
propio Gener con sus discretos remilgos .. todo contribuía a
convertir a • Peyus• en el intelectual representativo de
Cataluña.
No era un talento original, pero sí un hombre de ingenio,
culto, mas enterado que sus coetaneos, en general, y se !e
admiraba, porque, al fin, Pompeyo Gener nos hizo conocer
muchas cosas de Francia y nos hizo leer algo mas que el
<Madrid Cómico• .
Gener había sido rico; la jarabería de sus padres sigue
aún en la calle de Petritxol, calle barcelonesa que encierra
buena parte de la historia barcelonesa del siglo XIX, pero
había dilapidado s u fortuna y comcnzaba a mal vi vir con los
simples recursos de la pluma, a pesar de que con frecuencia
recibía encargos editoriales de empresas e.xtranjeras. Gozaba de autorÚ!ad en Francia y en Madrid, quiza mas que
en Barcelona. Por algo era barcelonés.
Gener, como Apeles Mestres, pintaba, escribía, hacía música, y si Apeles era un buen floricultor. Pompeyo fué un
hombre de ciencia, con sus inventos y todo. Ademas, en su
juventud, fué un arbitro de la elegancia. Basta leer sus memorias recogidas y ordenadas precisamente por el cronista,
.para darse cuenta de los vastos conocimientos que poseia en
diversas materias el hombre mas rico en fantasia que hemos
conocido en nuestra ya larga vida.
Toda la intelectualidad de la época formaba guardia de
honor al lado de Pompeyo Gener y se !e guardaban toda
suerte de respetos. En América se le veneraba. El propio
Peyo nos dice en sus memorias:
<<El gran escritor hispano-americano Vargas Vila, en su
libro •Sombras de aguila>>, al citarme como una de las seis
mentalidades principales de Europa al final del siglo XIX,
dice de mí que soy •un gran pensador> y •un gran soñador>.
Fué, sio embargo, mas soñador que pensador, ponderativo
como un gascón, humorista mas que filósofo y muy hombre
ANNALS DEL PSRIODISME CATALÀ
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de su tiempo; eso sí, barcelonés por sus cuatro costados.
De su fantasia nos clara idea exacta la siguiente anécdota,
narrada infinidad de veces por el mismo •Peyus•:
-«Acababa de abandonar a mis amigos del •Cercle de la
Presse•, en una noche lluviosa. Había salido con el para·
guas y marchaba tranquilamente hacia mi casa, cuando de
una esquina me salieron al paso tres •apaches• . Comprendí
inmediatamente que corria peligro si no me daba prisa a
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Aò'>NAJ,S 01!1- PllRIODISMI! CATAL À
defenderme y resol vi ve nd er cara mi pi el , sin pérdid:~ de
tierripo; haciendo servir de espada mi paraguas, lo hundí en
el vientre de uno de mis enemigos y le hice caer al suelo¡
acto seguido, le puse el pie en el cuello y fui contra el se·
gundo que venia contra mi, cuchillo en mano. Sereno, !e
aguardé y de golpe, con la cayata del paraguas, asile de la
pierna y !e tumbé; y por último, me acerco al tercero, que
esta ba rozando ya mis ro pas con s u cuchillo.. . y ... tris ...
tras ... una parada y a fondo : acababa de atravesarle el cue·
,
llo con la coetera del paraguas.
»Libre de los •apaches•, me fui hacia mi casa, convencido
de que al dfa siguiente me detendrfan. En efecto, dormia aún,
cuando vino a verme el ministro de la Guerra de Francia:
•- ¡Vaya, ya tenemos lío en puerta! -me dije, resignado
a lo que pudiese pasar. Y recibí al ministro.
•Este, con gran sorpresa mia, me dijo:
•-Perdonad la molestia, señor Gener... Os felicito por
vuestra aventura de ayer... ¡Qué estocada mas original y
certera la vuestra! Desde hoy, contaos eo posesión de la
Legión de Honor. ¡Y pedidme lo que querais, pero es preciso que enseftéis vuestra estocada al ejército francés!
•Por eso, desde entonces, en Francia me tenían en tanta
t!stima•.
¿Verdad que es detalle escapado de Ja descripción de
D'Artagnan al fecundo ingenio de Dumas?
Otra anécdota de •Peyus•, cuyos amores con Sarah Bern·
hardt se hicieron famosos, gracias a las indiscretas discre·
ciones del ilustre barceJonés.
Era hombre enamoradizo y aJguien hubo de preguntarle
un día:
-¿No ha raptado nunca a una monja?
-Nunca. ·
-¿Ni a una simple hermana de Ja Caridad?-le insistieron,
aguardanào, sin duda, alguna de las ocurreocias de •Peyus•.
-Nunca.
A l'Associació de Periodistes : Presidència dc la sessió dedicada a la memòria de Joaquim Folguera.
A rAssociació de Periodistes: :\Ionsenyor Pere Lisbona i algunes de les personalitats que escoltaren
la Se\·a noiabilíssima conferència sobre n:statut de Prem~a .
ANNAl. S
I)Kt..
PI~IUOOJS:'t.IJ$
CATAI.À
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- ¿Ni siquiera a la portera de convento alguno?
La vanidad herida de •Peyus• se exaltó. Aquello era ya
demasiado y, rapido como el rayo, replicó, con cierto desdén:
- No; sólo recuerdo haber raptado a una abadesa mitrada.
Una obsesión de •Peyus• eran sus altas relaciones en
París. Aunque hombre liberal, gustaba de declararse amigo
de reyes y lo revela mejor que nada la siguiente anécdota,
en la que, de todos modos, hay el humorisme gascón que
informó toda su vida.
Narraba en cierta ocasión que había cenado con el Sha'
de Persia, jugado a damas con el sultan de Turquia, refiido
a puñetazo¡; con Eduard o VII, estudiante aún, etc., etc.
La cosa era un poco desorbitada, y dandose cuenta de que
su imaginación era excesivamente volcanica, agregó:
- Yo he tratado a cuat ro reyes: a Sisowath, rey de los
annanitas; a Pedro Aladro-Kastriota, el famoso cosechero
andaluz, aspirante a la corona de Albania; al Negus Menelick, rey de Abisinia y, por último, al rey Cristian.
Y de éste agregaba, para convencer al auditorio:
-Cristüín era un rey muy campechano Imaginaos que
cuando Jlegaba a su palacio, colgaba Ja corona en el paragüero y dejaba el cetro en la bastonera, sin daries importancia. Sólo os diré que le conod haciendo tertulia en casa
de un sastre.
Como ésta, podría el cronista narrar docenas de anécdotas. Baste consignar las precedentes, y que al morir el siglo XIX, Pompeyo Gener era •internacional;, como se dice
ahora de los futbolistas.»
***
Luís Figuerola : Como figura representativa del periodisme informati vo de los fina les del siglo XIX, descuella la de
Luis Figuerola. Ya ha hablado el cronista de los sombreros
del que fué uno de los periodistas mas populares de Barcelona.
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ANNALS DEI, PEIHOOISM& CATALÀ
Figuerola, sin ser un escritor brillantc, tuvo temperamento de reporter y bien pudo ser considerado como el
creador de los reportajes pintorescos e interesantes en nuestra Prensa local. Gozaba de gran prestigio, era conocido en
todas las clases sociales, Jas notícias a la pluma se le iban
casi sin esfuerzo y supo siempre sacar partido dc sus nume·
r osas amistades.
Por otra parte, noticia que caía en poder de Figuerola,
rara vez llegaba a conocimiento de ningún olro periodista
basta verse publicada. Puede afirmarse que Figuerola poseia la vanidad del profesioual y amaba su crédito de hombre mejor informado que los demas.
Rasgo característico en el activo reporter, era el de su
afan de ocultar la edad, que era una incógnita para todos sus
compañeros, basta el extremo de evitar en todo instante revelar el pueblo de su nacimiento, que era Cal das de Nlontbuy.
Le cupo el honor de a·v eriguar la fecha de nacimiento y
el Jugar donde tuvo efecto, a un gran periodista político actual: Juan Costa y Deu, espíritu travieso, diestro en preparar bromazos y de un buen humor inagotable.
Realizaron, hace ya muchos años, un viaje de información
a la población citada, diversos periodistas barceloneses, entre ellos Figuerola y Costa y Deu. Figuerola, al llegar a
'Caldas, tuvo una cierta emoción delatora, daodo a enteoder
que había vi vi do en la humilde villa.
Costa y Deu, que quiza para averiguar un hecho de importaocia periodística, ande algo remiso-y no quiere el
cronista tratarle de vago, porque Costa y Deu no lo es,
aunque a veces peque de indolente-, para darle una vaya a
un compaí'lero no necesita acicate alguno. Así, una vez
concebida la sospecha, procuró ver al cura parroco del pueblo, al que expuso su deseo de saber si en los libros parroquiales existían noticias del nombre de Luis Figuerola.
Sus planes salieron a pedir de boca. El cura hojeó libros,
examinó partidas de bautismo y, por fio, averiguó que el
ANNAJ...S DEI. PEIUODISMfo: CAT.tU.À
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periodista •sin edad conocida• habia nacido el 11 de septiembre del año 1860.
Con estos dato~. y cuando se celebraba un banquete como
resumen de la excursión, invitado a hablar Costa y Deu,
quiso honrar a Caldas de Montbuy, revelando ante los comensales que en la población y en tal día de tal año había
nacido Luis Figuerola Anglada.
A éste la revelación le supo a rejalgar, y desde aquel
momento rompió toda amistad con Costa y Deu, y aun sospechamos que murió sin haberle perdonado Ja jugarreta.
Tenia, empero, buen fondo Figuerola, y aun era crédulo.
Recuerda el cronista que, en una época en que se había
puesto de moda dedicar banquetes a cualquier escritor que
viniese de Madrid, sin razón extremada para el agasajo, en
ocasión de la llegada de Julio Camba, se le ocurrió dar en
•El Noticiero Universal• Ja reseña detallada de un banquete
que se suponía celebrado en honor del notable humorista.
Se citaba el no~bre de los comensales, se hacía mención
de los discursos, se precisaba el brindis de Camba ... Todo
pura fantasia. Pero Figuerola se lo tomó en serio y estuvo a
punto de comunicar el banquete a Madrid, a los periódicos
de los cuales era corresponsal. Tuvo la suerte de hallar
periodista que le advirtió de la «coladura• y con ello salvó
un fracaso de su honor profesional,
Dejando de lado las pequeñas puerilidades- la del secreto
de la edad entre ellas-bueno es consignar que Figuerola
fué un maestro de repórters, y que bastó él solo, su actividad, para llenar toda una época del periodismo barcelonés,
bien mediocre, por desgracia. •
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