Toma Nota - LEGISLACIÓN la DIVISIÓN de la COSA COMÚN Compartir no es fácil, menos aún cuando se trata de bienes inmuebles, valiosos y caros de mantener. La Ley y los Tribunales habilitan procedimientos para quien no quiere permanecer en una comunidad. deshacerse de una propiedad familiar a la que tienen mucho apego. Javier Aguirre Pérez Abogado Bufete Suarez Bustamente Abogados [email protected] R esulta bastante habitual debido a la gran cantidad de bienes que se adquieren por herencia, que cuando el único existente en la herencia es un bien inmueble, se lo adjudiquen en proindiviso todos los herederos. Esa comunidad que se ha creado en ocasiones genera tensiones y problemas entre sus integrantes, dado por la necesidad de unos de vender y por la falta de interés de otros en hacerlo o simplemente por no querer Pero las herencias no es la única forma por la que se crean proindivisos. Otras formas de nacimiento más comunes de dicha situación se da por separaciones matrimoniales, deudas contraídas por alguno de los copropietarios del inmueble cuya participación se puede ver embargada, liquidación del activo inmobiliarios de empresas, etc. En esa comunidad de bienes creada, cada integrante esta obligado a soportar los gastos que el mantenimiento de la cosa requiera, y ello puede no ser del agrado de todos, sobre todo cuando uno de ellos vive en el inmueble, por lo que entrando en colisión dife- “Ningún copropietario estará obligado a permanecer en la comunidad...” 50n Octubre 2007 rentes intereses surge la necesidad de deshacer esa indivisión. La Ley y los Tribunales se han encargado de delimitar que en el momento que existe una comunidad, nace el derecho incuestionable e ilimitado para cualquier propietario de solicitar la división del bien común. El artículo 400 del Código Civil establece que “Ningún copropietario estará obligado a permanecer en la comunidad. Cada uno de ellos podrá solicitar en cualquier tiempo que se divida la cosa común”. La solución mas recomendable a este problema es que, por acuerdo previo de todos ellos, uno de los copropietarios adquiera la cuota de los demás abonándoles el precio de la participación transmitida, o que todos de acuerdo igualmente decidan la venta a un tercero repartiéndose el precio recibido en proporción a las cuotas en el condominio. Esta última opción, viene recogida en el artículo 404 del Código Civil que apunta que “Cuando la cosa fuere esencialmente indivisible y los condueños no convinieren en que se adjudique a uno de ellos indemnizando a los demás, se venderá y repartirá su precio” Uno de los problemas que suelen plantearse a los propietarios que ponen todo tipo de trabas para deshacer esa comunidad y dividir el bien o venderlo, es que el condueño que pretende legítimamente salir de ese proindiviso, venda su participación a un tercero. Se trata generalmente empresas que se dedican a la compra de estos derechos, normalmente minoritarios en el conjunto del bien, para inmediatamente instar la acción judicial de división de cosa común y obligar de esta forma al resto de copropietarios a comprar esa pequeña participación a un precio superior al suyo, o verse envueltos en un pleito y licitación en subasta de la finca litigiosa. En caso de desacuerdo la única salida a esa proindivisión es que uno de los copropietarios ejercite judicialmente la llamada “actio comuni dividundo”, demandando a los demás condueños y solicitando la división del inmueble en proporción a las cuotas que mantiene cada uno de ellos, esto en el caso de que el bien sea divisible, o la venta en publica subasta si el bien es indivisible o desmerece mucho con la división. Esto recogido por el artículo 1.062 de Código Civil. El inicio de la acción judicial de división de cosa común requiere por su especialidad y complejidad la intervención de Abogado y Procurador, y en su desarrollo, como veremos, tendrán que participar técnicos e inmobiliarios que dictaminen sobre los aspectos técnicos y fijen los valores de mercado que servirán de base para la ejecución judicial. El procedimiento judicial se inicia por demanda en la que la parte “disidente” solicita que se divida el bien si ello es posible.Y ello ocurre cuando hablamos de fincas o parcelas que dividiéndose no impiden el uso al que venían destinadas, o un piso lo suficientemente grande permita establecer que todas sus estancias y entradas sean totalmente independientes entre si. Por ejemplo, sería indivisible una finca rústica cuya división diera como resultado varias fincas que no cumpliesen con la normativa en cuanto a la unidad mínima de cultivo o un apartamento que no permitiese hacer En caso de desacuerdo, cualquiera de los copropietarios puede solicitar la división proporcional del inmueble 51n Octubre 2007 dos entradas a cada uno de los departamentos resultantes. La preparación de la demanda resulta importante para determinar qué es lo que realmente queremos, si la venta o la división, porque no queramos deshacernos del bien pero tampoco compartirlo con otras personas. Si lo que pretendemos es la división, resultará trascendente a efectos de prueba, valernos de un proyecto de división de la cosa realizado por un técnico (Arquitecto, Ingeniero, etc.). La parte o partes demandadas se opondrán, si les interesa, argumentando que la cosa no es divisible, ya por que lo sea materialmente imposible o porque al dividirla se desmerezca mucho o con ello se impida hace el uso que la naturaleza 8 del bien requiere. La Sentencia determinará si el bien es divisible o no. Si es indivisible, no quedará mas remedio que acudir a la subasta judicial con intervención de terceros licitadores, y con el resultado de la subasta se repartirá el importe obtenido entre los propietarios en proporción a las cuotas de participación. De resultar la finca divisible, ya sea en la forma solicitada por alguna de las partes, ya sea la que propone el Juez, se dará a la finca dicho destino. Pero no todo termina ahí: la decisión judicial de dividir la finca no es más que el inicio de las disputas acerca de qué parte del bien común se queda cada condueño. Ello ocurre en la parte del proceso denominada “ejecución de la sentencia”. Esta nueva disputa entre los copropietarios tiene su ejemplo más esclarecedor en los antiguos edificios que no estaban divididos horizontalmente. Si el bien fuera divisible habrá que proceder a su venta mediante subasta judicial, y el reparto del importe obtenido. Cuando se pretende hacer la división de dicho inmueble en pisos y locales, comienza una nueva discusión entre los condueños para ver quién se queda con el mejor piso o el mejor local. La decisión final puede tardar más de 10 años, ya que son procedimientos judiciales que agotan todas las instancias judiciales hasta llegar al Tribunal Supremo. La mejor solución, las mas rápida y la mas barata… ponerse de acuerdo. Pero eso no siempre es fácil precisamente por los factores emocionales que intervienen. n La herencia familiar de edificios singulares es una fuente frecuente de desacuerdos. Es difícil desprenderse de “las joyas de la familia”. La puesta a la venta de un edificio en copropiedad precisa de la autorización de todos los copropietarios, salvo que se especifique que la venta se refiere exclusivamente a una participación en ella. Anuncios recientes de “búsqueda de inversores” interesados en la Casa Vicens, una obra notable del arquitecto Gaudí, han encontrado confirmación por parte de algunos de los propietarios, mientras otros afirman no tener interés alguno en venderlo. La compra por un tercero de la participación de los copropietarios supone introducir un “caballo de troya” en el patrimonio familiar. La misma situación se puede producir por la adjudicación de una participación como parte del embargo de los bienes de uno de los copropietarios. El adquirente buscará completar su inversión, o liquidarla mediante el procedimiento judicial. 52n Octubre 2007
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