LA SUSTRACCIÓN DE MENORES EN EL ÁMBITO DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO.- Por Francisco Manuel Gutiérrez Romero, Magistrado del Juzgado de Violencia sobre la mujer número Dos de Sevilla. SUMARIO: I.- INTRODUCCIÓN; II.- ANALISIS DEL ARTÍCULO 225 BIS CP; III.- RESPUESTA JUDICIAL ANTE LA SUSTRACCIÓN DE MENORES: ANALISIS JURISPRUDENCIAL DE LAS DIVERSAS FIGURAS DELICTIVAS; IV.BREVE REFERENCIA A LA SUSTRACCIÓN INTERNACINOAL DE MENORES; V.- CONCLUSIONES.- RESUMEN.- La utilización de las vías de hecho para hacer efectivo un régimen de visitas establecido judicialmente o mediante voluntad de las partes, ante las trabas impuestas por el progenitor custodio, ha supuesto la aparición de una nueva figura delictiva con gran trascendencia sobre los hijos menores, dado que son retirados del entorno familiar y social, produciéndole, en ocasiones, perjuicios irreparables. Nos estamos refiriendo a la sustracción de menores, a cuyo estudio dedicaremos las siguientes líneas, haciendo especial hincapié en la respuesta otorgada por nuestros Tribunales. I.- INTRODUCCIÓN.Son cada vez más frecuentes en el ámbito de los Juzgados de Violencia sobre la mujer, el número de procedimientos civiles en los que el progenitor no custodio ante los continuos impedimentos para ejercer adecuadamente su régimen de visitas establecido judicialmente o por convenio entre ambas partes o bien ante la frustración de no haber obtenido unas visitas, comunicaciones o estancia con los hijos comunes que estimaba adecuadas o justas, decide “tomarse la justicia por su mano”, sustrayendo al menor o menores del ámbito familiar, social, cultural e incluso geográfico que ostentaban, en algunos casos restituyendo al mismo y en otros más excepcionales, llegando a trasladarlo a un país extranjero. Esta figura delictiva merece el adecuado reproche penal, si bien debe conjugarse el interés del menor que no siempre se corresponde con el interés general, y que en ocasiones, plantea dudas razonables al Juzgador. Ni que decir tiene que también en el lado contrario se producen supuestos en los que es la madre, titular de la guarda y custodia de hecho del menor, sin el consentimiento del órgano judicial, ni del otro progenitor, y a veces sin su conocimiento, quien, a veces por miedo atendiendo a su condición de extranjera irregular, en otras por “despecho” ante quien ha sido su cónyuge o pareja, o en ocasiones ante el temor de obtener una respuesta judicial no satisfactoria para sus intereses, decide poner “tierra por medio”, trasladándose a su lugar de origen, ya sea en nuestro territorio, o en el extranjero, llevándose consigo a sus hijos menores, y privando a su padre de poder cumplir sus obligaciones paterno filiales De otro lado, resulta igualmente interesante abordar la cuestión relativa a si este tipo de delitos deben caer dentro de las competencias de los Juzgados de violencia sobre la mujer, o simplemente el Juez de Violencia debe deducir testimonio para que sea el Juzgado de instrucción quien conozca del mismo, máxime cuando tanto se ha predicado la pretendida respuesta integral ante la violencia de género, constituyendo esta infracción penal un paso más de subordinación o dominación del “agresor” hacia la víctima, utilizando al menor para conseguir dicho objetivo. Expuesto lo anterior, no cabe duda que este tipo legal de nuevo cuño en nuestro sistema penal sustantivo (artículo 225 bis CP) ha generado el dictado de importantes resoluciones judiciales por nuestros Tribunales, siendo preciso su análisis y delimitación de cada uno de los supuestos, debiendo dejar sentado los principios básicos que delimitan este tipo penal de una mera infracción civil de los deberes de custodia que tan sólo requerirán del oportuno requerimiento o adopción de medidas civiles. Junto a ello, y dado el número creciente de extranjeros autores de actos de violencia de género, y por ende, el riesgo de que puedan retornar a su país de origen con los menores, quebrantando cualquier resolución judicial, es útil analizar esta vertiente internacional de la sustracción, así como plantearnos si el Juez de Violencia o Juez instructor dispone de instrumentos jurídicos adecuados no sólo para prevenir dicho traslado, sino también para conseguir su restitución. II.- ANALISIS DEL ARTÍCULO 225 BIS CÓDIGO PENAL.La Ley Orgánica 9/2002 ha introducido una nueva Sección Segunda dentro del Capítulo III del Titulo XII del Libro II del Código Penal denominado de la "Sustracción de menores", en la que se incardina un también novedoso artículo 225 bis, en el que, tras especificar en su apartado 1 las penas que se impondrán al progenitor que sin causa justificada para ello sustrajese a su hijo menor, se especifica en su apartado 2 que, a los efectos de dicho artículo se consideran sustracciones las siguientes conductas: 1º) El traslado consentimiento habitualmente o cuales estuviere de un menor de su lugar de residencia sin del progenitor con quien conviva de las personas o instituciones a las confiada su guarda o custodia. 2º) La retención de un menor incumpliendo gravemente el deber establecido por resolución judicial o administrativa. Ahora bien, esta conducta básica de sustracción, tanto en su vertiente de traslado, como de retención, que luego examinaremos con más detalle, viene complementada con un tipo agravado y con un tipo Atenuado. En efecto, el apartado 3ª del artículo que comentamos prevé la imposición de una pena en su mitad superior cuando el menor sea trasladado fuera de España (sustracción internacional de menores), o bien cuando por el sujeto activo sea exigida alguna condición para su restitución (“sustracción condicionada”). Por el contrario, el apartado 4ª con la finalidad de no judicializar algunos conflictos familiares o atender al principio de intervención mínima del Derecho penal, establece supuestos en los que o bien se exime de pena, o bien se impone una pena inferior, tomando en consideración la actuación del sujeto activo en orden a la restitución del menor y siempre que no transcurra determinados plazos. Así, quedarán exento de pena “cuando el sustractor haya comunicado el lugar de estancia al otro progenitor o a quien corresponda legalmente su cuidado dentro de las veinticuatro horas siguientes a la sustracción con el compromiso de devolución inmediata que efectivamente lleve a cabo o la ausencia no hubiese sido superior a dicho plazo de veinticuatro horas”. En cambio, si la restitución la hiciere, sin la comunicación a que se refiere el párrafo anterior, dentro de los quince días siguientes a la sustracción, la pena a imponer será de seis meses a dos años de prisión. En cualquier caso, los citados plazos se computarán desde la fecha de la denuncia de sustracción. Esta previsión legal motiva que es necesario la previa interposición de la denuncia para poder iniciar no sólo el procedimiento penal en orden a la devolución del menor y castigo del responsable de la sustracción, sino fundamentalmente para poder computar los plazos de 24 horas o 15 días anteriormente expuestos, con independencia de que dicha “notitia criminis” hubiere accedido al órgano judicial a través de la denuncia de un particular con interés legítimo o bien a través del M. Fiscal o incluso, mediante deducción de testimonio por el órgano judicial que esté conociendo del proceso civil. En última instancia, el apartado 5ª del artículo 225 bis CP, tomando en consideración que estas conductas delictivas se producen en el seno familiar, siendo sujeto activo tanto ascendientes del menor, como parientes hasta el segundo grado de consanguinidad o afinidad, no establece ningún tipo de excusa absolutoria respecto de los mismos, sino que los declara responsable penalmente y por ende, merecedores de igual pena que las fijadas a lo largo del citado artículo. Resulta preciso abordar algunas consideraciones generales respecto del tipo penal del artículo 225 bis CP de gran trascendencia práctica: 1.- Bien Jurídico protegido.- El bien jurídico protegido vendría representado por la vida, la integridad física y restantes intereses individuales personalísimos del menor, susceptibles de amparo jurídico-penal. Es obvio que, como no podría ser de otro modo, tales intereses del menor encuentran amplios ámbitos de protección en el Código Penal. Sin embargo, lo que se protege en el art. 225 bis CP es algo más concreto: el derecho del menor a relacionarse regularmente con sus dos padres en caso de crisis familiar, conservando en supuestos de crisis de pareja la relación de educación y cariño hasta entonces llevada con ambos progenitores, así como a salvaguardar el marco geográfico en el que conformaba su desarrollo mediante un entramado de relaciones sociales, familiares, educativas o de esparcimiento, evitando que todo ello sucumba de manera mezquina en un ciego enfrentamiento propiciado por los desafectos de pareja y sin sujeción a la vía judicial legalmente establecida para -en supuestos de discrepanciaponderar las circunstancias concurrentes y velar así por los derechos del menor. En este sentido, se han pronunciado múltiples resoluciones judiciales (AAP Barcelona núm. 676/2006 (Sección 2), de 13 octubre; SAP Barcelona núm. 571/2009 (Sección 3), de 16 junio, entre otras). En este sentido, resulta gráfico el Auto de la Audiencia Provincial de Tarragona 28 de noviembre de 2003 que realiza un estudio profundo sobre el origen de este precepto y el bien jurídico protegido, a cuyo tenor: “Esta norma punitiva tiene origen en la Convención sobre los derechos del niño de la Asamblea General de Naciones Unidas de 20 de noviembre de 1989, que considera al menor de edad como sujeto de derecho; y en la Declaración Universal de los derechos del niño de 1959, que reforzó la política internacional en materia de derechos de la infancia. La Carta Europea de Derechos del niño, aprobada por resolución A3-0172/92, de 8 de julio de 1992, reconoce en su apartado 8.13 que en caso de separación de hecho, separación legal, divorcio de los padres o nulidad del matrimonio, el niño tiene derecho a mantener contacto directo y permanente con los dos padres, ambos con las mismas obligaciones, incluso si alguno de ellos viviese en otro país; al tiempo que insta a los Estados a adoptar todas las medidas oportunas para impedir el secuestro de los niños, su retención o no devolución ilegales. Por ello, de la Carta Europea, en relación con nuestro Derecho positivo, puede extraerse una primera conclusión: el bien jurídico protegido por el art. 225 bis es el derecho del menor a relacionarse regularmente con sus dos padres en caso de crisis familiar, pues el precepto se halla sistemáticamente incluido en el Capítulo «De los delitos contra los derechos y deberes familiares”. 2.- Sujeto Activo.- Sólo podrá cometer este delito el progenitor con quien no conviva habitualmente el menor si el traslado o retención lo hace sin el consentimiento del otro con quien se da tal convivencia habitual, siempre que exista resolución judicial que le atribuya la guarda y custodia de aquél. Por tanto, el sujeto activo tan sólo podrá serlo el padre o madre que ostentando la titularidad de la patria potestad tan sólo cuente con un derecho de visitas (AAP BARCELONA 22 DE JUNIO DE 2005 (Sección 2ª), AAP Girona núm. 440/2007 (Sección 4), de 21 noviembre; SAP Murcia núm. 139/2010 (Sección 2), de 20 julio). 3.- Elemento subjetivo: dolo.- El requisito subjetivo del tipo no puede entenderse de otra forma que como la intención del autor de trasladar o retener al menor con voluntad de permanencia en tal situación, con la finalidad de alterar o pervertir el régimen de custodia legalmente establecido, privando al progenitor que lo tiene concedido de su disfrute y cumplimiento. Por tanto, no basta un mero retraso en la devolución de los hijos tras disfrutar del régimen de visitas. (AAP Bizkaia núm. 1031/2007 (Sección 6), de 14 diciembre; AAP Zaragoza núm. 726/2010 (Sección 1), de 3 diciembre; SAP Murcia núm. 139/2010 (Sección 2), de 20 julio, entre otras). III.- RESPUESTA JUDICIAL ANTE LA SUSTRACCIÓN DE MENORES: ANALISIS JURISPRUDENCIAL DE LAS DIVERSAS FIGURAS DELICTIVAS.- La interpretación del artículo 225 bis CP debe efectuarse a la luz de nuestra jurisprudencia, tomando en consideración no sólo las diversas figuras delictivas (traslado, retención, sustracción internacional, ..), sino también los presupuestos necesarios para su comisión, dado que la norma presupone una situación en la que un menor se encuentra bajo la custodia de uno de los progenitores o de una tercera persona o de una institución, en virtud de lo establecido por una resolución judicial o administrativa, y el otro progenitor (o cualquiera de ellos, si el menor está confiado a una tercera persona o a una institución) se lo lleva (lo traslada) de su lugar de residencia, ocultando el punto al que el menor ha sido trasladado; o, aprovechando la oportunidad de tenerlo en su compañía, no lo devuelve (lo retiene) cuando y donde tenía el deber de hacerlo, de forma tal que revela su propósito de convertir en definitiva la convivencia que había de ser meramente temporal. En definitiva, la antijuridicidad debe estar conectada con la eficacia de la resolución judicial que ha sido pronunciada o que puede dictarse en el futuro, en relación con una tendencia subjetiva dolosa de apartar definitivamente al otro progenitor, excluyéndole persistentemente del ejercicio de los derechos y deberes paterno-filiales. Expuesto lo anterior, y para una mejor comprensión, resulta necesario sistematizar su estudio, distinguiendo entre los elementos precisos para la comisión de esta infracción penal, las concretas conductas delictivas, y los supuestos de atenuación o exención de responsabilidad criminal: 1.- La no concurrencia de “causa justificada”.Resulta evidente que es necesario que concurra una situación no justificada, sin que pueda aludirse a esta infracción penal cuando el traslado a otro lugar del menor se produce por la madre que tiene atribuida la guarda y custodia y con el conocimiento del otro progenitor, sin perjuicio que con posterioridad la progenitora custodia le manifieste al otro progenitor su intención de no regresar, debiendo acudirse a los mecanismos propios que prevé el derecho de familia, tanto en su ámbito sustantivo, como procesal (AAP Sevilla núm. 43/2005 (Sección 1), de 26 enero; AAP LERIDA 22 DE JUNIO DE 2005). De igual forma, es obvio que concurre una situación justificada cuando el padre que sin tener atribuida la guarda y custodia en primera instancia “sustrae al menor” y posteriormente, en 2ª Instancia le atribuyen la guarda y custodia. A este supuesto se refiere la SAP VALENCIA 24 DE NOVIEMBRE DE 2005 (Sección 2ª, alegando que “si bien es cierto que ese otorgamiento de la guarda y custodia produce efectos civiles desde la sentencia de apelación, ningún inconveniente se ve para su retroacción en alguna medida al hecho sometido a enjuiciamiento penal, en atención al principio de protección del menor”. 2.- Vocación de permanencia.- Nuestra jurisprudencia ha dejado sentado que la redacción del precepto, con las expresiones "gravemente", como la contundencia de la propia palabra "sustracción" (en su acepción más común) lleva la idea de que el apoderamiento trata de ser definitivo; por ello están fuera de su ámbito aquellas actuaciones que revelan un ánimo de apoderamiento temporal. Por tanto, habrán de deslindarse esos actos "con vocación de permanencia" de aquellas otras conductas encaminadas a incumplir o hacer ineficaz el régimen de visitas establecido, sustituyéndolo por aquel que conviene a quien quebranta la resolución jurídica, en cuyo caso podría hablarse de otra infracción penal, generalmente, falta contra las relaciones familiares (AAP Bizkaia núm. 1031/2007 (Sección 6), de 14 diciembre). Un botón de muestra de esto último constituye la SAP Barcelona núm. 220/2007 (Sección 6), de 15 marzo, que acuerda el sobreseimiento libre respecto del delito del artículo 225 Bis CP y condena por una falta del artículo 622 CP en el supuesto en el que el denunciado devolvió a su hija menor al finalizar el período de vacaciones del mes de julio, permaneciendo la niña con la madre hasta el comienzo del curso escolar, a mediados de septiembre y no cumpliéndose entonces el régimen de visitas pactado para el mes de agosto, lo que supone un absoluto desprecio al mandato judicial, sin duda, y también a los intereses de las demás partes implicadas, la menor y su madre, pero, ello no supone la sustracción que describe el verbo nuclear del tipo. En un supuesto similar se pronunció AAP Madrid núm. 169/2008 (Sección 4), de 5 marzo respecto de un padre que se llevo a sus hijos de vacaciones de semana santa cinco días antes de que le tocara, argumentando que no existía una intención del denunciado de tener la guarda y custodia de sus hijos de forma definitiva, pues “el referido traslado se produce, en todo caso, durante el período de vacaciones, por lo que no se le ha ocasionado perjuicio en el ámbito escolar, habiendo permanecido en casa de sus abuelos paternos, en un pueblo de la provincia granadina. También hay que valorar que desde el primer momento la madre sabe que los menores están con el padre, porque así se lo manifiesta el abuelo de éstos en cuya presencia se produce la recogida y traslado de los menores, describiéndolo ésta en su denuncia” Por otra parte, la jurisprudencia menor entiende que no concurre una situación de permanencia cuando el progenitor no custodio actúa movido por cualquier situación de urgencia e incluso pone en conocimiento del otro progenitor dicho traslado o retención (AAP Madrid núm. 508/2009 (Sección 6), de 14 julio acordó el sobreseimiento respecto de un padre que pese a que tenía que devolver a sus hijas a la madre, al observar que una de ellas tenía lesiones, se personó en la Comisaría para denunciar los hechos, poniendo de manifiesto que no entregaría a las menores hasta tanto se aclarará judicialmente la situación de las mismas). En otras ocasiones, nuestros Tribunales atienden al principio de proporcionalidad de la pena y de intervención mínima del derecho penal, rechazando la calificación jurídica de sustracción de menores respecto de conductas de progenitores no custodios que se marchan con sus hijos menores a otro lugar de residencia e incluso, fuera de España, por un tiempo superior a que le correspondería según la resolución judicial o convenio establecido (AAP Tarragona núm. 485/2009 (Sección 2), de 14 octubre, sobresee el supuesto en el que un padre se marchó con su hijo menor a Francia más de una semana; AAP Zaragoza núm. 726/2010 (Sección 1), de 3 diciembre, que acordó el sobreseimiento libre en el caso en el cual un menor que se marcha del grupo de internos del Gobierno de Aragón, es acogido por su padre al ver su situación de depresión). De otro lado, y atendiendo a la crisis matrimonial o de pareja, resulta frecuente en la práctica que la progenitora custodia traslade a los hijos menores al lugar de residencia donde residen familiares de ésta, sin el conocimiento y consentimiento del otro progenitor, llegando incluso a escolarizar a los menores en el nuevo entorno, utilizando una verdadera vía de hecho y dejando absolutamente desprotegido el ámbito de relaciones paterno filiales. Resulta evidente la necesidad de valorar las circunstancias de cada caso y determinar si realmente ha existido esta intención de permanencia o si el por el contrario, esa huída tiene como finalidad la protección frente unos malos tratos. Respecto de esta última circunstancia ya se pronunció AAP Madrid núm. 302/2004 (Sección 17), de 17 junio, declarando que Si la querellada/denunciada abandonó el hogar, trasladándose, con sus hijos, al de un familiar, temiendo que su esposo pudiera realizar algún acto de violencia contra cualquiera de ellos, la situación creada es penalmente atípica, sin perjuicio de que el segundo pueda impetrar la tutela judicial de los derechos que como padre le corresponden. En cualquier caso, el mero dato de escolarizar a los menores en otro lugar de residencia sin más no constituye un factor determinante de la comisión de esta infracción penal. En este sentido, se ha pronunciado SAP Soria núm. 54/2010 (Sección 1), de 27 septiembre, a cuyo tenor: “los hechos no revisten la gravedad suficiente y ni denotan una intención de cambiar el régimen de custodia de forma permanente, como para ser considerados merecedores del castigo previsto en el artículo 225 bis del C.P , teniendo en cuenta las circunstancias expuestas anteriormente, y sin que a ello obste el hecho de que Dª Vicenta reservara plaza en un Colegio de la localidad, lo que no presupone en sí una intención de permanencia respecto de la compañía de sus hijos sino de previsión a lo que pudiera suceder en un futuro a la vista de la resolución judicial que ella esperaba”. La situación de permanencia está íntimamente ligada al elemento subjetivo del injusto, es decir, al conocimiento de la significación antijurídica del hecho y, a la vez, la voluntad para realizarlo, con independencia de que dicho traslado o retención hubiere durado escasos días, siempre y cuando la conducta del sujeto activo hubiere tenido consecuencias desfavorables en la protección de los menores. De este modo, la SAP Burgos núm. 185/2009 (Sección 1), de 9 julio condena por un delito de sustracción de menores al padre que, incumpliendo orden de alejamiento, recoge a los hijos, sobre los que no tiene guarda y custodia, del colegio y los tiene con él durante 4 días, dado que la actuación del acusado provocó lesión en los derechos de cuidado y protección de los menores que se ven obligados a salir de su ámbito de tutela familiar y a pasar días a la intemperie, en el monte o bosque y abandonados a su suerte durante horas por su padre, teniendo dichos menores la edad de 5 y 4 años en el momento de producirse los hechos. Junto a ello, no cabe duda de la existencia de una clara intención de permanencia en el supuesto de que la progenitora no custodia se traslade con el menor fuera de España, pese a tener conocimiento de la existencia de una resolución judicial que le otorga al padre la custodia (SAP Guadalajara núm. 28/2009 (Sección 1), de 27 enero Acusada que se llevó a su hijo a Ucrania teniendo conocimiento de la existencia de una resolución judicial española que le otorga la custodia al padre). En última instancia, debemos aludir aquellos otros casos en los que existiendo conflicto entre ambos progenitores, el progenitor no custodio acude al colegio a recoger a los menores, pese a que no le corresponde dichas visitas y estancias, y tras pasar unas horas con ellos, los devuelve a su madre. No cabe hablar en estos supuestos de una situación de permanencia, sino tan sólo de una intención de alterar el eficaz régimen de visitas establecido judicialmente, debiendo ser castigado con una falta contra las relaciones familiares (SAP Madrid núm. 103/2006 (Sección 7), de 7 noviembre, llevarse a su hijo tras la salida del colegio y dejarlo a las cinco horas en un parque situado en las inmediaciones del domicilio de la madre: no se aprecia el requisito de permanencia ni que la ausencia haya llegado a las 24 horas). 3.- Necesaria existencia de una resolución judicial o administrativa que atribuya la guarda y custodia a uno de los progenitores.Este presupuesto resulta esencial para valorar la concurrencia del tipo penal, pues es frecuente en la práctica forense que mientras se está tramitando el proceso de separación o divorcio, bien la madre, bien el padre, sin ostentar, ni tener legalmente atribuida la guarda y custodia, proceden a trasladarse con el menor a otro lugar de residencia e incluso fuera de España, haciendo imposible o muy difícil el ejercicio de la patria potestad por el otro progenitor. La aplicación e interpretación del artículo 225 bis CP, y concretamente del apartado 2.1º, debe realizarse, como ya se ha hecho por Auto de la Audiencia Provincial de Tarragona de 28 de noviembre de 2003, así como por la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Sevilla, en Auto de 20 de Enero de 2005, exige que exista una resolución judicial o administrativa que acuerde la custodia por uno de los progenitores, y no solo para el supuesto del nº 2 del apartado 2, que se refiere a la retención, sino para el supuesto del nº 1, que se refiere al traslado. Consecuentemente con lo expuesto, no estamos ante ninguno de los supuestos establecidos en el artículo 225 bis del C.P., cuando las facultades inherentes a la custodia del menor no habían sido atribuidas legalmente a ninguno de los progenitores, procediendo en estos casos el sobreseimiento libre de las actuaciones. Es decir, cuando no exista resolución judicial que establezca mejor derecho de uno o de otro progenitor a tener en su compañía a los menores, no cabe aludir al delito de sustracción de menores (AAP Huelva núm. 130/2004 (Sección 3), de 3 diciembre; AAP Jaén núm. 54/2006 (Sección 2), de 14 marzo; AAP Madrid núm. 340/2007 (Sección 4), de 7 junio; ). No obstante lo anterior, el número 1º del citado apartado 2 del artículo 225 bis incluye el supuesto de quien, aun sin resolución judicial previa, traslade a un menor de su lugar de residencia "sin consentimiento del progenitor con quien conviva habitualmente”. Las mismas palabras transcritas del legislador ponen de manifiesto que se parte de una situación de convivencia estable del menor con uno de los progenitores, que ejerce una custodia de hecho quebrantada de forma ilegítima frente a la voluntad de éste. Ello debe ser complementado con las disposiciones del Convenio de La Haya de 25 de octubre de 1980, sobre los aspectos civiles de la sustracción internacional de menores, cuyo art. 3 considera ilícitos el traslado o la retención de un menor cuando se haya producido con infracción de un derecho de custodia atribuido con arreglo al derecho vigente en el Estado en que el menor tenía su residencia habitual inmediatamente anterior al traslado o retención, siempre que este derecho se ejerciera de forma efectiva. 4.- Concepto de sustracción: Traslado y retención.La conducta que conforma el tipo es la sustracción del hijo menor. El propio precepto contiene una interpretación legal del término "sustracción" en su apartado segundo. Dos son las modalidades recogidas en dicho apartado. El traslado de un menor de su lugar de residencia sin el consentimiento del progenitor con el que convive y la retención del menor incumpliendo gravemente el deber establecido por la resolución judicial o administrativa. Veamos, pues, cada una de dichas conductas delictivas tomando como referencia las diversas resoluciones dictadas por nuestros Tribunales: a) Traslado de un menor de su lugar de residencia.- El artículo 225 bis castiga en su primera modalidad, la sustracción de menores que se produce por el traslado del menor fuera de su lugar de residencia habitual sin el consentimiento del progenitor con quien conviva. Se trata de proteger el interés del menor en permanecer en su entorno familiar y educativo estable y conocido que le otorgan las personas con las que convive ordinariamente, todo ello mientras no se decida legalmente el cambio de circunstancias, protegiendo al menor de las consecuencias negativas que para él se derivarían de un cambio injustificado y contrario a derecho de lo que es su medio natural. En este sentido, nuestra jurisprudencia ha estimado cometido el tipo penal cuando concurriendo los presupuestos citados (causa no justificada, vocación de permanencia, resolución judicial o administrativa que atribuya la guarda y custodia), el sujeto activo, tras apoderarse del menor, sin conocimiento, ni consentimiento del progenitor custodio, lo saca de su entorno no sólo con la finalidad de alterar el régimen de visitas, sino de lesionar el bien jurídico protegido, de forma grave e intolerable para el menor: - - - SAP Barcelona núm. 61/2009 (Sección 6), de 9 enero: La acusada pretendía tener a su hijo bajo su guarda y custodia de forma definitiva, pues, además de trasladar su residencia desde Barcelona a Palma de Mallorca, sin notificación alguna a su esposo, el cual averiguó el paradero de la niña por las gestiones realizadas por la policía, matriculó al menor en un colegio cercano al nuevo domicilio, lo que denota la voluntad de permanencia en el lugar de nueva residencia, no devolviendo al menor junto a su padre hasta que se dictó sentencia de divorcio. SAP León núm. 95/2009 (Sección 1), de 28 julio: El denunciado se llevó a los menores teniendo la obligación judicial de devolverlos a su madre, llegando a matricularlos en un colegio de una localidad distinta. AAP Barcelona núm. 676/2006 (Sección 2), de 13 octubre.- La esposa le manda un burofax a su cónyuge una semana después de haber marchado del domicilio con su hijo, no consta haber iniciado un proceso de separación y ambos tienen la guarda y custodia compartida; le fue denegada una orden de protección. b) La retención de un menor.- Esta segunda modalidad delictiva parte de un incumplimiento o quebrantamiento de la resolución judicial por la que se atribuye a uno de los progenitores la guarda y custodia, impidiendo generalmente que el menor pueda relacionarse con el otro progenitor o bien, que una vez iniciado el régimen de visitas, el progenitor no custodio no devuelva a los menores en la forma y modo estipulado, requiriéndose una vocación de permanencia, lo cual quedará acreditada, en algunas ocasiones, con la necesaria intervención de los Agentes de policía en orden a la restitución del menor. En este sentido, SAP Sevilla, núm. 476/2007, de 28 diciembre condena por el delito de sustracción de menores por aplicación del principio de especialidad, aludiendo a “la evidente la actitud obstativa y rebelde de la acusada, así como su interés en que la menor no comunique con el padre, existiendo una verdadera retención o secuestro de la menor respecto del derecho del padre en cuanto al régimen de visitas y custodia, impidiendo una normal comunicación entre padre e hija, así como la participación de éste no solo en la educación y formación de la citada, sino en los más elementales acontecimiento de la vida de la menor, por no decir la anulación de la más mínima reciproca afectividad, necesaria en el desenvolvimiento normal de las relaciones paterno filiales”. En términos muy similares se han pronunciado la SAP Zaragoza núm. 73/2008 (Sección 3), de 11 febrero (Acusado que retiene sin causa justificada a su hija menor de edad incumpliendo gravemente el deber establecido por resolución judicial) y SAP Murcia núm. 139/2010 (Sección 2), de 20 julio (el acusado con pleno conocimiento de la obligación de reintegrar a los menores a su madre a principios del mes de agosto, incumpliendo el mandato judicial, lo que hizo de forma plenamente consciente y deliberada fue retenerlos y no reintegrarlos sino hasta que los agentes de la Policía Nacional se personaron en su domicilio para hacer cumplir dicho mandato judicial) De igual forma, no será aplicable este apartado 2ª cuando ambos progenitores tienen atribuida la guarda y custodia compartida, sin perjuicio de calificar el referido incumplimiento como una falta contra las relaciones familiares (AAP Las Palmas núm. 690/2008 (Sección 2), de 24 noviembre.- incumplimiento de derecho de visitas y pernocta del hijo común respecto del que ambos progenitores tienen atribuida la guarda y custodia compartida. En definitiva, solamente son punibles las conductas que lesionen el referido bien jurídico protegido, partiendo de una interpretación restrictiva del tipo, conforme al principio de intervención mínima, que determina el carácter fragmentario del Derecho Penal, en cuanto que solamente se castigarán los comportamientos más graves e intolerables para la convivencia. 5.- Tipo Atenuado.- El artículo 225 bis del Código Penal contempla unos plazos de comunicación o de entrega que aminoran e, incluso, eximen de responsabilidad al sustractor, plazos que, en todo caso, se han de computar desde la fecha de la denuncia de la sustracción. Por tanto, quedará exento de pena si se procede a la devolución del menor de forma voluntaria en el plazo de veinticuatro horas (AAP Las Palmas núm. 152/2005 (Sección 2), de 14 abril). Ahora bien, queda claro que ninguno de los dos presupuestos objetivos para la aplicación del apartado 4ª CP, esto es, que la comunicación tenga lugar en el plazo máximo de 24 horas desde la sustracción, así como el compromiso de devolución del menor, puede predicarse cuando el sujeto infractor ni siquiera da razón de su paradero, y es a través de las investigaciones policiales cuando se logra su localización y posterior restitución del menor (AAP Barcelona núm. 676/2006 (Sección 2), de 13 octubre). En cualquier caso, resulta precisa la denuncia ante la Autoridad Judicial o policial a los efectos de poder computar dicho plazo, con carácter previo a la devolución, y sin perjuicio de la aplicación restrictiva del plazo de 15 días que prevé la citada norma. 6.- Diferencias entre el delito de sustracción de menores y el delito de infracción de los deberes de custodia previsto en el artículo 223 CP.Si bien es cierto que ambos tipos delictivos están contemplados en el Capítulo III, Título XII bajo la rúbrica de los delitos contra los derechos y deberes familiares, el sujeto activo es distinto, dado que la figura del artículo 223 CP exige que el sujeto activo sean aquellas personas, distintas a los padres, que ostentan la custodia de un menor o incapaz y no lo presentan a los padres o guardadores sin justificación para ello. Por tanto, lo que sanciona este tipo penal es una ocultación y por ende, este delito sólo puede cometerse respecto a aquellos menores o incapaces que no puedan decidir por sí mismos (AAP Madrid núm. 149/2008 (Sección 23), de 27 febrero). En cambio, en el delito de sustracción de menores sujeto activo serán los progenitores, no una tercera persona. IV.- BREVE REFERENCIA A LA SUSTRACCIÓN INTERNACIONAL DE MENORES.- Los tratados internacionales prevén el traslado ilícito incluso sin contravención de resoluciones judiciales, ya que puede estar dirigido precisamente a neutralizar la futura y previsible solución jurisdiccional del conflicto. En efecto, tanto el artículo 3 del Convenio de la Haya de 25 de octubre de 1980, sobre aspectos civiles de la sustracción internacional de menores, como el Reglamento núm. 1347/2000 del Consejo, relativo a la competencia, el reconocimiento y la ejecución de resoluciones judiciales en materia matrimonial y de responsabilidad parental sobre los hijos comunes, como el Convenio Europeo de Luxemburgo de 20 de mayo de 1980, sobre reconocimiento y ejecución de las sentencias sobre custodia de los hijos, definen lo que se entiende por traslado ilícito. No cabe duda de que estas normas de Derecho Internacional constituyen el origen del apartado 4ª del artículo 225 bis CP, que prevé una pena mayor cuando el menor es trasladado fuera de España o fuere exigida alguna condición para su restitución. En algunas ocasiones, el progenitor no custodio aprovechando el régimen de visitas establecido abandona el país con la intención de no restituir al menor, permaneciendo incluso en paradero desconocido. (AAP Bizkaia núm. 1031/2007 (Sección 6), de 14 diciembre: la madre tenía atribuida la guarda y custodia y el padre en una visita se llevó la menor a Italia) y en otras, es la madre quien abandona el país sin dar noticia alguna de su situación, ni tampoco de la de su hijo al otro progenitor (AAP BADAJOZ 28 DE OCTUBRE DE 2008.- traslado de la madre a Portugal), procediendo en tales supuestos por un delito de sustracción de menores. Sin embargo, existen otros supuestos en los que la madre que tiene atribuida la guarda y custodia del menor, se marcha a su país de origen y transcurrido un tiempo decide permanecer en el mismo, participando al padre los datos precisos para mantener contacto, sin que sea predicable la comisión de infracción alguna, pues como acertadamente expresó el AAP Madrid núm. 113/2008 (Sección 16), de 21 febrero, “pues si bien es cierto que el cambio de residencia y su establecimiento en otro país, representa una incidencia en el ejercicio de la patria potestad por parte del padre y en el régimen de visitas establecido a favor del mismo, tal incidencia, por si sola, carece de relevancia penal, pues, en principio, es expresión, reflejo y consecuencia de una relación jurídico privada de naturaleza paterno- filial, cuya protección compete a la jurisdicción civil”. También pudiera darse el caso en el que el traslado del menor fuera de España por parte de la madre obedeciera a cuestiones de necesidad por no tener las necesidades mínimas cubiertas. A ello, se refería la SAP Jaén núm. 11/2005 (Sección 3), de 20 enero, que absolvía a la perjudicada del delito de sustracción de menores al entender que dada la situación económica de la acusada en la época de los hechos, que la misma no trabajaba y que tenía a su cargo a sus dos hijos menores y que el marido no le pasaba ni completa ni regularmente las pensiones alimenticias y compensatorias establecidas, considera justificado el traslado de sus hijos menores a Marruecos donde viven sus padres para ser mantenidos por ellos, por no tener sus necesidades mínimas cubiertas. Expuesto lo anterior, no cabe duda que desafortunadamente y con cierta frecuencia en la práctica forense, se procede a trasladar a un menor de un país a otro, sin el consentimiento, ni autorización de uno de los progenitores en los supuestos de crisis familiares, pese al ejercicio compartido de la patria potestad. Ahora bien, no todos estos casos tienen encaje en la figura delictiva del artículo 225 bis, apartado cuarto del Código Penal, por las razones anteriormente expuestas. En tales supuestos, ¿Qué cabe hacer para obtener la restitución del menor? Esta pregunta merece una respuesta pausada, ordenada y transparente, pues la frustración que origina en el padre o madre perjudicada este traslado ilícito y el consiguiente archivo del proceso penal, exige una respuesta judicial contundente en otro ámbito jurisdiccional. Nos estamos refiriendo al procedimiento para obtener la restitución de los menores, regulado en la LEC de 1881. En efecto, el medio o herramienta a utilizar no es otro que el procedimiento de jurisdicción voluntaria previsto en los artículos 1901 y siguientes de la LEC de 1881, que continúan en vigor tras la nueva LEC de 1/2000, si bien no debe olvidarse que este procedimiento tiene por objeto no la decisión sobre el -o los- progenitores idóneos para la guarda ni sobre el derecho de visitas, sino que exclusivamente tiene por objeto pronunciarse sobre la existencia de una sustracción ilícita y sobre la procedencia de la restitución al país de origen, sin prejuzgar futuras decisiones complementarias de la sentencia de separación, divorcio o nulidad, nacional o extranjera -cuando éstas sean ejecutables en España-. En este ámbito, una vez delimitado las normas procesales aplicables, debemos dejar constancia de que Con arreglo al art. 1 del referido convenio de La Haya, la protección del menor es doble, de una parte garantizar la restitución inmediata de los menores trasladados o retenidos de manera ilícita en cualquier Estado contratante, y de otra, velar porque los derechos de custodia y visitas fijados por un estado se respeten en el otro. Por derecho de custodia se entiende a efectos del convenio, el relativo al cuidado de la persona del menor y ,en particular, el de decidir sobre su residencia, y por derecho de visita, el de llevar a un menor por un tiempo limitado o otro lugar diferente a aquel en el que tiene su residencia habitual. En consecuencia, la restitución del menor al país de su residencia deberá acordarse en aquellos casos en que el traslado ha sido ilícito, entendiendo el art. 3 del Convenio que lo es, cuando se haya producido con infracción del derecho de custodia atribuido a una persona con arreglo al derecho vigente en el Estado en el que el menor tenía su residencia habitual inmediatamente antes de su traslado, o cuando ese derecho, como es el caso, se ejercía de forma efectiva, separada o conjuntamente en el momento del traslado o de la retención, o se habría ejercido de no haberse producido dicho traslado o retención. No obstante lo anterior, el vigente artículo 1908 de la LEC de 1881, reformado por la Ley de protección jurídica del menor, establece que el juez debe resolver "en interés del menor y en los términos del convenio", lo que supone analizar cada caso concreto a fin de determinar el interés del menor cuya restitución se reclama, tomando en consideración los artículos 12 y 13 del Convenio de la Haya. En este sentido, existen múltiples resoluciones jurisdiccionales que, pese a reconocer la existencia de un traslado ilícito, han denegado la restitución por concurrir alguna de las siguientes circunstancias: 1.- cuando no lo permitan los principios fundamentales del Estado requerido en materia de protección de los derechos humanos y de las libertades fundamentales; 2.- o bien, si la persona, institución u órgano que se opone a su restitución demuestra que existe un grave riesgo de que la restitución del menor lo exponga a un peligro físico o psíquico o de cualquier otra manera ponga el menor en una situación intolerable. Veamos algunos ejemplos: - SAP Sevilla núm. 130/2009 (Sección 2), de 16 marzo.- denegación de la restitución ante el peligro que se le causaría a la menor si tuviera que volver a Venezuela con su padre. - AAP Las Palmas núm. 333/2008 (Sección 3), de 19 diciembre.se deniega la restitución de una menor a Alemania, dado que la misma estaba plenamente integrada en la isla de Lanzarote (España), adecuadamente escolarizada, que progresa en sus estudios, que habla perfectamente el idioma español, y que su relación tanto con su madre como con su entorno de relación social es adecuada. - SAP Málaga núm. 463/2007 (Sección 6), de 11 septiembre.- Traslado desde el Reino Unido hasta España de una menor escolarizada plenamente integrada en su nuevo medio. la separación de la menor de su madre, que ha venido cuidándola desde su nacimiento, pondría a la menor en grave situación de riesgo, causándole incluso, posiblemente, un conflicto de identidad. - AAP Madrid núm. 112/2006 (Sección 22), de 21 abril.- menor, de nacionalidad búlgara, que se encuentra residiendo en España desde hace más de un año, en compañía de su padre y en razón de una inicial autorización otorgada por la madre, teniendo ambos progenitores la misma nacionalidad que el hijo: perfecta integración de éste en el ámbito personal, social y escolar y deseo de quedarse en nuestro país. - AAP Almería núm. 20/2004 (Sección 1), de 6 febrero.- terror del hijo menor a volver con su padre. V.- CONCLUSIONES.- Cabe recordar, en primer término, que en relación con el delito de sustracción de menores, la Exposición de Motivos de la LO 9/2002 de 10 de diciembre, cuando justifica la redacción que da al art. 225 bis del CP, nos explica que "resulta necesario prever una respuesta penal clara, distinta del delito de desobediencia genérico, para aquellos supuesto donde quien verifica la conducta de sustracción o de negativa a restituir al menor es uno de los progenitores, cuando las facultades inherentes a la custodia del menor han sido atribuidas legalmente al otro". La utilización de las vías de hechos en los supuestos de crisis matrimoniales o de pareja no pueden llevar aparejada unas consecuencias perjudiciales y negativas para los menores que son objeto de traslado o retención por uno de los progenitores, una veces ante la falta de pretensión judicial, y en otras, por producir daño a la otra parte. El ejercicio de la patria potestad es compartido, salvo que por resolución judicial se establezca lo contrario, y por ende, aquellas cuestiones que afectan de forma esencial al desarrollo del menor, cual es su lugar de residencia, debe ser decidido de forma conjunta y en caso de desacuerdo, acudir a la necesaria autorización judicial, sin adoptar medidas unilaterales que pudieran ocasionar daños a los menores. Por tanto, esta figura delictiva que hemos expuesto constituye una respuesta judicial contundente desde el punto de vista penal, siempre y cuando concurran los requisitos anteriormente descritos, y tomando en consideración el principio de intervención mínima del Derecho penal y el de proporcionalidad de las penas, sin que pueda confundirse con otras conductas de menos entidad tendentes a obstaculizar o hacer ineficaz el régimen de visitas, en cuyo caso resultará de aplicación las faltas contra las relaciones familiares que prevé nuestro Código Penal (art. 618 y 622 CP). Junto a ello, tampoco debe obviarse que junto al mecanismo del derecho penal, existen normas de derecho internacional privado (principalmente, Convenio de la Haya, el Reglamento núm. 1347/2000 del Consejo, relativo a la competencia, el reconocimiento y la ejecución de resoluciones judiciales en materia matrimonial y de responsabilidad parental sobre los hijos comunes, el Convenio Europeo de Luxemburgo de 20 de mayo de 1980, sobre reconocimiento y ejecución de las sentencias sobre custodia de los hijos) tendentes a la restitución del menor, y que en nuestro ordenamiento procesal se articula a través del procedimiento de jurisdicción voluntaria de los artículos 1901 y siguientes del LEC 1881.