La espiral inflacionaria

Anuncio
5
Del 25 de Julio al 25 de Agosto de 2016
Opinión
La espiral inflacionaria
Por Amylkar
Acosta Medina
Desde mediados
del año pasado a
la preocupación de
la Junta directiva
del Banco Emisor
por la devaluación
galopante que acusaba el peso colombiano frente a la divisa americana se vinieron a sumar los brotes
inflacionarios. Como es bien sabido
la Constitución de 1991, que ahora
cumple 25 años, le atribuyó al Banco de la República la política cambiaria y la política monetaria y esta
última debe de estar encaminada
a preservar el poder adquisitivo de
la moneda. Con tal fin la Junta se
impuso como meta alcanzar una
Inflación – objetivo cada año, metiendo en cintura el índice de precios al consumidor (IPC) y a fe que
lo logró. En todo caso, el éxito del
Banco al mantener a raya la inflación fue uno de los pocos factores
que contribuyeron a mejorar la
competitividad de la economía colombiana, sobre todo porque el mismo sirvió de ancla de la estabilidad
macroeconómica.
Son varios los factores que vienen gravitando sobre el comportamiento de los precios internos en
Colombia. Podrían resumirse en
dos fundamentales: el fenómeno de
el Niño, que ha afectado enormemente los precios de los alimentos,
que tienen un peso del 28.2% en la
canasta familiar y ya acumula una
inflación del 14.3%. Adicionalmente
se afectaron también los precios de
la energía y el gas, a consecuencia
de la sequía. A ello se ha venido a
añadir tanto el paro agrario reciente como el paro camionero y ahora
se avizora el fenómeno de la Niña,
cuyo ocurrencia podría darse en el
último trimestre de este año.
De otra parte, tenemos la devaluación del peso frente al dólar (15
– 20%), la cual se ha traducido en
un incremento de los precios de los
bienes transables y de los insumos
importados y de contera, por el efecto contagio se transmite vía precios
a los no transables, así como a los
precios y tarifas de los bienes y servicios regulados. Y, para rematar,
muchos precios y tarifas (arriendos,
servicios de educación y salud, en-
tre otros), amén del salario mínimo,
están atados al IPC y por lo tanto se
ven arrastrados al alza debido a la
indexación de los mismos.
La inflación se trepó al cierre de
junio al 8.6% anual, la inflación más
alta en lo corrido de este siglo; en
menos de un año se triplicó, superando con creces el límite del rango
meta del 2 – 4%. La inflación, entonces, se convirtió de la noche a
la mañana en la mayor amenaza
para la estabilidad macroeconómica
del país, que le resta competitividad
al tiempo que erosiona la confianza tanto de los consumidores, los
industriales y los inversionistas. La
tasa de interés de intervención ha
subido desde 4.5% a 7.5%, postura
monetaria esta que todavía luce expansiva en la medida que la tasa de
interés real sigue siendo negativa.
Con sobrada razón el experto
analista económico Mauricio Cabrera cuestiona las decisiones de
la Junta directiva del Banco, porque
sabiendo que “la inflación es de
costos y no de exceso de demanda,
se empeñan en subir las tasas de
interés, que es un instrumento que
sólo sirve para frenar el consumo y
la inversión, es decir disminuir la demanda”. Y añade, “por qué aceptar
el costo de frenar el crecimiento y
aumentar el desempleo en aras de
contener una inflación” que el propio banco atribuye a factores transitorios, como lo son el fenómeno del
Niño y la devaluación. Remembranzas del poema del Maestro Valencia, este es el típico caso en el que
“se sacrifica un mundo para pulir un
verso”.
Pero, la Junta no puede perder de
vista que, como lo sentenció la Corte Constitucional en su oportunidad, justamente en el filo de la gran
crisis de la economía colombiana,
que “la finalidad del Banco de la
República no es exclusivamente
luchar contra la inflación. Esa es la
función básica del Banco, pero la
Junta no puede ser indiferente a los
otros objetivos económicos, pues
sus decisiones deben coordinarse
con la política económica general
y desarrollar el contenido social del
Estado colombiano…La Junta no
puede ser indiferente a los otros
objetivos del desarrollo económico
y social previstos por la Carta”. Así
de sencillo y claro!
El gobernador que nos acusa
Por Fredy
González Zubiría
En La Guajira todos esperábamos
que nos enviaran
un gobernador técnico. Un hombre
reposado que se sentara a analizar
los problemas del departamento desde sus raíces. Que propusiera salidas
reales a problemas como el económico de las comunidades indígenas y al
desempleo reinante en todo el departamento.
Para tener credibilidad como autoridad no hay que ser un patán. Vélez
resultó un prepotente y energúmeno. Llegó gritando a todo el mundo
y tratando a los funcionarios como
peones. Cree que todos los guajiros
somos bandidos o sospechosos de
serlo. Ahora estoy seguro que los funcionarios que despidió son más honestos y decentes que él.
Enfermizo con los medios, Vélez
quiere sorprender con audaces y explosivas declaraciones por hallazgos
administrativos. Intenta hacer de cada
frase una noticia y de cada gesto una
foto. En su afán de dar golpes de opinión, Vélez ha entregado información
falsa. La “guaca” de 200 mil millones,
ni estaba escondida, ni está disponible. Es plata ajena. El 22 de julio lanzó otra “bomba” a los medios: “El 89%
del presupuesto está ejecutado”. Una
fuente muy seria asegura que sólo se
ha ejecutado el 53%.
En aras de la equidad y la transparencia, se esperaba que la hoja de
vida de Jorge Enrique Vélez fuera
intachable, un líder. Estábamos bien
equivocados, ni lo uno, ni lo otro. Su
padrino político por una década, fue el
tristemente célebre Luis Alfredo Ramos, quien fue capturado y procesado por parapolítica. En el 2002 Jorge
Enrique Vélez aspiró a la alcaldía de
Medellín y quedó en un lejano cuarto
lugar con 25.000 mil votos.
Luego Vélez aparece como propietario del 39% de las acciones de la
empresa automotriz Estrella S.A. Según la revista Dinero, esta firma se vio
involucrada en un presunto delito penal, lo que llevó a la Superintendencia
de Sociedades en el 2013 a pedir a la
Fiscalía investigar al dueño de Factor
Group por posible estafa, caso que
involucra a Estrella S. A. y al actual
gobernador encargado de La Guajira
Jorge Enrique Vélez.
El 2006 se lanzó al Senado y se ahogó de nuevo. En el 2010 se lanzó otra
vez y se volvió ahogar. En el 2012 la
Corte Suprema de Justicia le abrió investigación por presuntamente haber
recibido para su campaña 60 millones
del paramilitar alias “El Tuso”. Posteriormente, gracias a sus relaciones,
fue nombrado como Superintendente
de Notariado y Registro. En síntesis,
el gobernador que nos acusa, el hombre intachable y el embalse de moral
que anunciaron los titulares, no es tal.
En aras de la transparencia, sería
saludable que Jorge Enrique Vélez le
dijera a La Guajira si recibió o no, dineros de “El Tuso”. Y en caso de haberlos recibido, los guajiros necesitamos saber si él devolvió ese dinero o
lo piensa devolver durante su gobierno en La Guajira.
Parece que el Presidente Santos envió a alguien que le jala a todo y está
dispuesto a todo. Vélez debe tener
una misión política que con el trascurrir de los días se ha visibilizado y no
es moralizar el departamento, porque
él sería el menos indicado con los antecedentes que tiene. “Dime a quien
persigue y te diré para quien trabaja”.
EL PERIÓDICO DE MAYOR TRADICIÓN
35 años impulsando el desarrollo regional
Fundado el 20 de enero de 1981
“Parece que el presidente
Santos envió a alguien
que le jala a todo y está
dispuesto a todo”
Descargar