Había una vez… Ana Teberosky INTRODUCCIÓN Este título hace referencia a una de las frases que, junto con otras como “Una vez”, son prototípicas de los cuentos. Para el niño funciona como una fórmula que lo sitúa en el mundo de los cuentos de hadas. ¿Cómo conseguir esos objetivos de aprendizaje? Para conseguirlos, los maestros/as necesitan tener información sobre la narración y los textos narrativos. ¿Qué necesitan conocer? Necesitan saber qué cómo se estructuran los textos narrativos, cuáles son sus unidades y cuáles sus dimensiones, de qué forma se relacionan y qué hace de un texto algo difícil o fácil. Es decir, necesitan saber lo que pasó y cuál es la manera de contarlo. Pero también necesitan saber la otra dimensión de la narración: la narración como manera de conocer ¿Por qué tendrían los profesores/ras que aprender tales conceptos? Porque las tareas que el profesor/a tiene que realizar para llegar a sus objetivos en el área del lenguaje escrito son tareas lingüísticas. JUSTIFICACIÓN 1.- ¿Por qué narración? En el desarrollo del niño y niña, la narración tiene una doble importancia y una doble base: se trata de una forma discursiva que se aprende en interacción social con otros hablantes productores de textos (orales y escritos), y se trata también de un modo de conocimiento del mundo. Como forma discursiva, los niños y niñas aprenden las características del género narrativo expresadas en los textos, sus formas retóricas, la estructura de sus enunciados y unidades. Como conocimiento, el modo narrativo es una forma de comprender que está en relación con las acciones e intenciones humanas, con las vicisitudes y consecuencias del transcurso de la vida a lo largo del tiempo. Existe una relación entre ambos, texto y conocimiento. Por ejemplo, la gramática de la historia, que establece las reglas formales de los textos para describir las secuencias causales de acontecimientos, se corresponde con el esquema del relato, que es una representación mental para dar cuenta de la secuencia de acciones humanas planificadas en función de un fin. La relación entre ambos explica la precocidad de la forma narrativa (existe una forma narrativa prelingüística) y su universalidad (todas las culturas presentan formas de narración). Explica también su papel como precursor y predictor de la alfabetización. Dada su importancia, el discurso narrativo debería ser uno de los aspectos más importante de los programas de intervención y evaluación de los niños y niñas en edad escolar. 2. ¿Qué necesitan conocer los maestros/as sobre la narración? La narración comprende una gran variedad de modalidades de expresión, de dimensiones textuales y de procesos psicológicos de aprendizaje. Presentaremos en primer lugar las modalidades, luego las dimensiones, el aprendizaje y dominio que suelen conseguir los niños prescolares. 2.1. Modalidades de la narración Las narraciones suelen presentarse de forma oral, para ser explicadas, o de forma escrita. Sin embargo, no debemos olvidar que las formas verbales (leyendas, mitos, sagas, cuentos populares, historias, relatos épicos, biografías, etc.) no son las únicas modalidades de presentación de la narración. Hay narraciones en la pintura, en las tiras dibujadas, en las fotonovelas, en el teatro, en el cine, en la danza, en la ópera, en la música popular (por ejemplo en la sucesión de narraciones cantadas, como el rap). No sólo hay narración en las expresiones más o menos artísticas o comerciales; también hay narración en los intercambios verbales de la vida cotidiana. Cuando explicamos qué nos ha pasado, o exponemos las motivaciones por las cuales hemos hecho algo, estamos recurriendo al relato con formas narrativas. Aunque todas estas modalidades son diferentes, hay algo en la narración que nos hace encontrarle un cierto “aire de familia” a pesar de dichas diferencias. El aire de familia se debe a que el relatar es una de las formas de comunicación más antigua de la humanidad. Cualquiera sea el tema o la situación, se trate de experiencia vivida, soñada o imaginada, a través del lenguaje, del cuerpo, de la música o de la pintura, el relatar constituye uno de los medios más eficaces para relacionarse con otras personas y para expresarse a sí mismo. 1 2.2. Dimensiones textuales y aprendizaje de la narración Los relatos se presentan a través de los textos. Los textos se caracterizan por su autonomía y por su cierre. Tienen, además, dimensiones propias. Cada dimensión define, divide y analiza el texto en unidades. Entre ellas debemos destacar la dimensión lingüística, con las expresiones que componen la manera de contar; la dimensión sintáctica que describe las relaciones entre las unidades textuales (relaciones lógicas, cronológicas); y la dimensión semántica que hace referencia al contenido temático de lo que se ha narrado. Lo narrado, a su vez, tiene que ver con las acciones, con las intenciones (y metas) de los personajes y los medios para conseguirlas. La secuencia de eventos Corresponde al narrador presentar el plano de la acción. En esta dimensión está implicada la presentación de eventos en un orden cronológico y lógico. En efecto, para que el oyente o el lector puedan interpretar la sucesión de acciones no es suficiente que haya un relación temporal, es necesario que haya además una relación de causalidad lógica para que formen un todo, es decir un “comienzo, medio y final” de la historia. En los cuentos populares, el comienzo está generalmente representado por una situación inicial, el final por una resolución y el medio por una transformación que lleva del estado inicial al estado final. Las acciones que se relatan constituyen una secuencia de eventos que tienen la forma de un guión (o script), de manera bastante estereotipada. Las secuencias tienen un orden cronológico y lógico fácil de interpretar para quienes pertenecen a la misma cultura. En estos casos no es necesario relatarlas todas de manera exhaustiva porque quienes las conocen pueden llenar los vacíos narrativos por un conocimiento compartido. Los niños menores de cinco años suelen construir sus narraciones con “saltos”, con eventos no presentados secuencialmente, algunos de los más importantes pueden ser omitidos o repetidos. Hacia los cinco, son capaces de secuenciar las eventos cronológicamente y de usar marcadores temporales que los ordenan (Bliss, McCabe y Miranda, 1998, p 349). La dimensión de la intención El narrador presenta no sólo las acciones del relato, sino también las intenciones de los personajes y sus respuestas internas a los eventos que ocurren. Así por ejemplo, presenta una gama amplia de experiencias internas: sensoriales (“oyó un ruido … ”), emociones (“sonrió porque pensó que era divertido … ”) y pensamientos (“creía que, pensaba que … ”). Esta dimensión se suele denominar evaluación y es importante porque sirve para informar al oyente o lector sobre la reacción de los personajes respecto a lo narrado. La evaluación no está presente entre los más pequeños, tampoco la pueden comprender. Pero deviene más frecuente hacia los cinco años. Estos niños mayores pueden comenzar a comprender las intenciones de los personajes, así como elaborar sus narraciones teniendo un inicio de conciencia de dichas intenciones y sus funciones comunicativas. La dimensión del discurso referido La completud de una narración está garantizada por la presencia de todos los ingredientes. Entre ellos debemos incluir no sólo la narración de la secuencia de eventos y de las intenciones de los personajes, sino también la narración de los diálogos. Corresponde a los personajes presentar los diálogos en discurso referido. En los cuentos populares, los diálogos pueden estar hechos en estilo directo, precedidos por un verbo declarativo que deja lugar directamente a la voz de los personajes; o en estilo indirecto, donde el narrador refiere el discurso de los personajes pero los presenta bajo su propia voz. La diferencia entre uno y otro estilo se puede apreciar por la presencia del pronombre relativo que: “dice” presenta directamente el discurso referido, “dice que” presenta indirectamente dicho discurso. El aprendizaje y uso del discurso directo se hace más temprano que el indirecto. Hacia los cinco años los niños suelen ser capaces de reproducir, más o menos literalmente, las expresiones de los diálogos en discurso directo. La fidelidad a las formas lingüísticas es uno de los indicadores de comprensión de la función de estabilidad del lenguaje en su forma escrita. La dimensión de la referencia Esta dimensión implica la identificación de los personajes, atributos y acciones que realizan. Los personajes en los cuentos de ficción (o las personas en las narraciones reales) necesitan ser identificados para que un relato sea coherente. La referencia inapropiada ocurre cuando los pronombres son usados sin una previa identificación. 2 Puesto que los personajes suelen estar dotados de una serie de atributos en relación con los papeles que desempeñan, su descripción es importante porque pueden ser portadores de un potencial conflicto. Por ejemplo, puede haber un personaje caracterizado por ser orgulloso y creído (como el protagonista del Nuevo traje del Emperador), otros personaje puede ser malvado (como la madrastra de Blancanieves), que junto con un ingenuo (como Blancanieves) puede desatar un conflicto. Estos atributos suelen coincidir con sus intenciones: así el malvado será agresor, el bondadoso ayudará al héroe, el ambicioso se convertirá en el falso héroe, etc. Los niños pequeños, los que tienen problemas específicos de lenguaje o los que no han participado en prácticas familiares y escolares narrativas, suelen tener dificultades en establecer la referencia. Pueden, por ejemplo, abusar de los pronombres o de los demostrativos para identificar los personajes o no presentar adecuadamente sus atributos. Estas dificultades pueden llegar, incluso, a limitar sus habilidades para mantener la referencia y hacer coherente el discurso. La dimensión de la cohesión La dimensión de la cohesión hace referencia a las expresiones que relacionan las unidades textuales del relato. Se trata de una dimensión que se expresa lingüísticamente. Dicha relación se establece entre diferentes eventos. Entre las expresiones son importantes las siguientes: - las conjunciones, que coordinan una serie de eventos, - las coordinaciones temporales, que relacionan segmentos de secuencia temporal, - las coordinaciones causales, que establecen causas y efectos, - las expresiones de posibilidad, que vinculan condiciones entre eventos, y - las expresiones adversativas, que expresan contrastes. Otros mecanismos de cohesión implicados en la relación entre enunciados suelen referirse a aspectos más externos de la narración, tales como los siguientes: - comienzos que sirven para iniciar la narración, - finales para terminarla, - cambios de perspectiva con inserciones de información adicional o comentarios, y - indicaciones de alteración de la secuencia cronológica de los eventos. El dominio en el uso de variedad de formas de cohesión se desarrolla a través de toda la escolaridad elemental. Los aspectos externos, como comienzos, finales, etc., son más precozmente aprendidos que la diversidad de formas de coordinación. Entre las coordinaciones, las conjunciones se adquieren antes que las otras formas; y entre las expresiones verbales, los verbos de acción y de discurso se usan antes que los mentales. La contraposición entre tiempos imperfecto e indefinido (o perifrástico) se consigue bastante pronto, en cambio las coordinaciones temporales (por ejemplo, el uso de adverbios) suelen ser más tardías. La incomprensión de las relaciones causales puede ser frecuente hasta los cinco años, en muchas ocasiones los niños invierten causa y efecto. La dimensión gráfica en las narraciones escritas En el nivel gráfico, algunas de las unidades del texto pueden ser expresadas a través de diversas señales gráficas. Por ejemplo, recursos lingüístico-gráficos tales como el título, los subtítulos, los encabezamientos; o recursos tipográficos tales como los parágrafos, la sangría, los signos de puntuación (guiones, comillas, signos de interrogación o de admiración), las separaciones entre líneas, la letra iluminada, el centrado, la disposición espacial, etc. son usados para dar cuenta de las partes del texto. Los subtítulos o los encabezamientos sirven para indicar al lector los motivos y los temas. Los parágrafos y la sangría para indicarle los episodios. Los guiones, las comillas, las separaciones entre líneas orientan la localización de los diálogos. La letra iluminada indica el comienzo del cuento o el comienzo de los episodios. El centrado o la disposición espacial sirve para la organización de las partes del texto. Estas marcas gráficas y tipográficas distintivas ayudan en la organización del texto. El recurso de organización gráfica y tipográfica es un proceso que dura toda la escolaridad primaria, aunque algunos niños pueden llegar a exhibir, desde los 5 o 6 años, una gran variedad de formas. El proceso de aprendizaje en el uso de tales recursos va desde lo externo hacia lo interno del texto. En general, las primeras marcas que aparecen en los textos escritos son el título y la indicación del final. Estas marcas pueden ir acompañadas de subrayado y/o de disposición central. Los discursos directos también suelen aparecer con indicaciones gráficas (por disposiciones espaciales o separaciones entre líneas) o tipográficas (con uso de signos de puntuación, como por ejemplos guiones, signos de interrogación o de admiración). 3 3. ¿Por qué los maestros/as necesitan conocer qué es la narración? El profesor/a tiene dos relevantes papeles o funciones que asumir en el trabajo con los niños. Su importancia deriva de la comprobación de que lo que ocurre en el desarrollo temprano es, en muchas ocasiones, la base de lo que ocurrirá más tarde. Estos dos papeles eran el de escriba y el de lector, que son funciones del profesor en relación con el lenguaje escrito. En un reciente trabajo, Fillmore y Snow (2000), proponen otras funciones relacionadas fundamentalmente con el lenguaje oral, que son las de comunicador, educador, evaluador, formador y agente de socialización. Estas funciones más amplias de Fillmore y Snow pueden ser completadas con las de escriba y lector, más específicamente relacionadas con lo escrito. Veamos, con más detalle, cómo los maestros/as pueden ayudar a los niños en su proceso de aprendizaje. Comunicándose Los niños y niñas adquieren el lenguaje en interacción con hablantes expertos en el uso del lenguaje, sean padres, otros miembros de la familia, maestros u otros niños. Sin embargo, muchos maestros de educación infantil no se perciben a sí mismos en esa función de comunicadores, y les resulta difícil hablar a un niño que aún no les responde de igual manera. Otros, tienen la tendencia a usar sólo algunas de las funciones del lenguaje cuando se dirigen a los niños pequeños. Por ejemplo, usualmente dan órdenes (“callaos”, “debéis hacer silencio”, “no toques eso”, “intenta hablar con claridad”), o recurren a la interrogación (“¿qué color es éste?”, “¿qué letra es ésta?”, “¿cómo se llama este animal?”), y finalmente, no esperan la explicación del niño sino que se adelantan y la dan por él. Así, entre ordenar, interrogar y explicar se pasa la mayor parte del tiempo verbal, sin que realmente los profesores lleguen a conversar, como pareja de interlocución, con los niños o a establecer comunicaciones discursivas. Es posible que a estos maestros se les hayan presentado el aprendizaje del lenguaje como un proceso puramente madurativo. En los programas de formación, tal vez, no se haya otorgado suficiente importancia a la experiencia y al ambiente social y cultural. No se haya explicado suficientemente bien la relevancia de la interacción verbal para asegurar que el desarrollo del lenguaje continúe, para ayudar que el vocabulario aumente, para favorecer que la gramática se vuelva más compleja y que se aprendan nuevas formas y funciones lingüísticas. Enseñando El lenguaje tiene una importancia vital en los años escolares, durante los cuales se sigue desarrollando y aprendiendo. La idea de que a los cinco años ya está todo adquirido es falsa. Y los maestros tienen la responsabilidad de ayudar en este proceso, seleccionando materiales y actividades adecuadas al nivel y las necesidades de los niños. Uno de sus responsabilidades consiste en enseñar las formas de lenguaje que están asociadas al aprendizaje de temas académicos en distintas materias. Para ello, los maestros/as necesitan ser conscientes de las diferentes funciones del lenguaje y de los diversos géneros y tipos en los varios modos de comunicación de las distintas materias. Por ejemplo, el aprendizaje de la narración es importante no sólo como un género discursivo, sino también porque ayuda en la entrada al uso del lenguaje para fines escolares de expresión y comprensión. Evaluando La distinción entre dificultades de lenguaje que se resuelven por sí mismas y dificultades que requieren atención e intervención es decisiva en los años escolares. En muchas ocasiones la verdadera naturaleza de la dificultad y su relación con los resultados académicos no pueden evaluarse adecuadamente sino no se recurre a trozos de discursos suficientemente largos y complejos como para ver ciertos fenómenos, tales como algunos de los anteriormente mencionados: coherencia, cohesión, mantenimiento de la referencia, diferencia entre narración y discurso referido, uso de coordinaciones, etc. El trabajo con la narración (así como con otros géneros) enseña al niño o niña estructuras retóricas, ordenación lógica y cronológica, organización en episodios, etc. que luego le ayudarán en el aprendizaje de textos con fines académicos. Por otra parte, la narración es útil para superar las limitaciones de muchas pruebas que consisten sólo en listas de palabras o en preguntas simples. El conocimiento del lenguaje escrito está en relación muy estrecha con la habilidad de reproducir, comprender y producir narraciones. Socializando 4 El proceso de socialización comienza en el hogar y continúa en la escuela. Cuando la cultura de la familia y la de la escuela coinciden, el proceso es continuo, sin disfunciones. Cuando no coinciden, puede ocurrir que los maestros/as tengan que desarrollar estrategias para facilitar la transición. Una de ellas consiste en la socialización en la cultura de la escuela. Esa socialización implica ayudar a los niños y niñas a participar en actividades donde la escritura, la lectura y la narración estén implicadas. Una enseñanza directa de las letras, de tareas de análisis y de segmentación en fonemas o de deletreo no resultará muy eficaz para quienes todavía no han experimentado y comprendido en qué contextos y en qué tipo de prácticas se pueden inscribir dichas tareas para tener significado. 4.- ¿Cómo trabajar los cuentos? La psicología cognitiva identifica con el nombre de estrategias algunas acciones humanas, en particular las acciones relacionadas con “cómo” conocer algo. Las estrategias presentan algunos atributos que sirven para diferenciarlas de otras acciones. Así, las estrategias son procedimientos que tienen un propósito, que requieren de un cierto esfuerzo y que se constituyen en instrumentos esenciales para el aprendizaje porque lo facilitan. Se diferencian de los hábitos y de las habilidades. A diferencia de las estrategias, los hábitos son conductas automatizadas, que ocurren sin que la gente piense en ellas. Las habilidades, por su lado, son el resultado de una práctica que, a lo largo del tiempo, se han convertido en procedimientos internalizados y bastante rutinarios. En cambio, las estrategias son procedimientos conscientes e intencionales que el aprendiz organiza para resolver un problema. El aprendizaje de la narración (producir y comprender a nivel oral y escrito) requiere de los tres. De los hábitos, porque la lectura de textos (hablar, escuchar, leer y escribir textos) debe incorporarse como hábito, como se incorpora el hábito de cepillarse los dientes después de cada comida. De las habilidades, porque el propósito educativo de la escuela es que los niños y niñas sean lectores habilidosos (hablantes, oyentes, lectores y escritores habilidosos). Y de las estrategias, porque requiere del compromiso intencional y de la participación activa del aprendiz. Pero al hábito, habilidades y estrategias, debemos agregar la motivación. Sin la gratificación personal, el premio interno, o la participación emocional, todo lo anterior se convierte en una pesada imposición. Como hábito: a través de las rutinas de lectura compartida realizadas cotidianamente. Como habilidades: ejercitando una serie de actividades que lleven a niños y niñas a desarrollar procedimientos de escuchar, de participar, de buscar libros, de simular lectura, etc. Como estrategias: para resolver problemas como por ejemplo, realizar una reconstrucción oral del cuento escuchado, utilizando en parte las palabras del libro, en parte sus propias palabras. O producir una reescritura del mismo. Referencias bibliográficas consultadas Adam, J-M. y Lorda, C. (1999) Lingüística de los textos narrativos. Barcelona. Ariel. Bliss, L, McCabe, A. Y Miranda, E. (1998) Narrative Asessment Profile: Discourse Analysis for SchoolAge Childre. Journal of Communicative Disordre, 3, 347-363. Bettelhein, B. (1999) Radiografía de los cuentos de hadas. Barcelona: Crítica. Fillmore, L. W. y Snow, C. (2000) What teachers need to know about language. www.cal.org./ericcll/teachers.pdf. 5