A C U E R D O En la ciudad de La Plata, a 21 de diciembre de 2011, habiéndose dispuesto en el siguiente orden establecido, Acuerdo de 2078, votación: de conformidad que deberá doctores con observarse Hitters, lo el Negri, Genoud, Soria, se reúnen los señores jueces de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo ordinario para pronunciar sentencia definitiva en la causa A. 70.322, "C. , L. y otros contra Provincia de Buenos Aires. Pretensión indemnizatoria. Recurso de inaplicabilidad de ley". A N T E C E D E N T E S I. La Cámara de Apelación en lo Contencioso Administrativo con asiento en San Nicolás, por mayoría, hizo lugar parcialmente al recurso de apelación interpuesto por los accionantes contra la sentencia de primera instancia (fs. 146/155) que había rechazado la demanda de daños y perjuicios que iniciaran contra la Provincia de Buenos Aires, condenando al Estado provincial al pago de $ 26.000 en concepto del daño moral ocasionado por la muerte del hijo de encontraba ambos, detenido acaecido y en cuando custodia de el las nombrado se autoridades policiales en la Comisaría de Pergamino (fs. 199/220). II. Fiscalía de Disconforme Estado con interpuso tal recurso pronunciamiento extraordinario la de inaplicabilidad de ley o doctrina legal (fs. 225/232), el que fue concedido por la Cámara a fs. 234. III. Dictada la providencia de autos y encontrándose la causa en estado de pronunciar sentencia, la Suprema Corte resolvió plantear y votar la siguiente C U E S T I Ó N ¿Es fundado el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley o doctrina legal? V O T A C I Ó N A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Hitters dijo: I. La Cámara de Apelación en lo Contencioso Administrativo con sede en San Nicolás acogió parcialmente el recurso de apelación presentado por los accionantes, revocando la sentencia de primera instancia que había rechazado la demanda. En lo que interesa para la solución de la cuestión planteada, los fundamentos tenidos en cuenta por la mayoría del tribunal a quo para así decidir (voto del doctor Schreginger al cual adhirió el doctor Cebey), son los que siguen: a) En punto a los hechos i) No se encuentra controvertido que el joven C. J. C. estuvo detenido en la Comisaría 1° de Pergamino, ni que su fallecimiento se produjo por el desencadenamiento de una enfermedad adquirida previamente a su detención, que se agravó durante su estadía en prisión. Lo que ha sido motivo de discusión es -por un lado- la atribución de causación del hecho exclusivamente a las enfermedades preexistentes (H.I.V., T.B.C.) y -por el otro- el señalamiento que el joven vio agravada su situación de salud durante su encierro. De la prueba aportada surge que el señor C. se encontraba enfermo con H.I.V. y que, durante su estadía en la Comisaría enfermedades de y Pergamino, falta la de aparición alimentación de otras aceleró su fallecimiento (fs. 204 y vta.). ii) Según testimonios obrantes a fs. 51 y 52 el interno gozaba de una aparente buena salud antes de su ingreso a S.I.D.A., la comisaría hasta que y en no el sabían hospital que sufriera descubrieran de tal padecimiento (fs. 204 vta.). iii) presentaba el Frente a detenido los (en acreditados principio, síntomas vómitos, que diarrea crónica y gastroenteritis crónica) la conducta a seguir que indicó la perito en su informe, no fue oportunamente llevada a cabo por las autoridades públicas que tenían a cargo su cuidado. En el mencionado informe se afirma: "la clave para tratar adecuadamente una diarrea crónica radica en establecer de manera fehaciente cual es su causa. Las diarreas crónicas en general se caracterizan por un deterioro progresivo del estado general, con la aparición paulatina de estigmas de desnutrición. Ante la presencia de un cuadro de gastroenteritis aguda es posible la indicación de metoclopramida como antiemético y loperamida u otro como antidiarreico, habiendo valorado previamente el caso y observando la respuesta. Pero ante la presencia de vómitos y diarrea crónicos es menester valorar la causa productora de los síntomas y realizar el tratamiento acorde" (fs. 204 vta.). iv) De la conclusión de la perito resulta clara la pluralidad de causas eficientes que determinaron el fallecimiento del detenido: "Considerando las actuaciones ofrecidas en autos, es posible que C. J.C. , quien estaba afectado por el VIH, tal vez desconociendo los orígenes de su afección, presentó una gastroenteritis crónica que pudo haber sido secundaria al SIDA, posiblemente por invasión parasitaria (protozoos) intestinal, asociada a una esofagitis crónica, lo que generaría un estado progresivo de desnutrición y deshidratación, el que no hubiera mejorado sólo con dieta y aportes necesarios de nutrientes. Al no recibir el tratamiento de base, puesto que se desconocía su condición de HIV+ y al no realizar estudios y controles favorece médicos la diseminación adecuados, depresión de una TBC el cuadro inmunológica (previa o del no), progresa. VIH que Esto con produce la el deterioro que ocasiona su deceso" (fs. 205). v) Resulta claro que fue la enfermedad terminal que padecía la que determinó su muerte, pero esta causal se vio agravada presentaron y acelerada durante su por las enfermedades detención y que no que se aparecen detectadas o tratadas; tampoco pueden pasar desapercibidas las condiciones de seguridad y salubridad del lugar, ya que -sin perjuicio de la imprevisión, o no, del suceso- no eran ni mucho menos las más adecuadas para prevenir o contener el agravamiento de la salud del detenido, debido a que la Comisaría donde estuvo alojado no tiene la estructura, ni los servicios penitenciarios. como sí lo Por ello poseen no los existe establecimientos contradicción en la relación de causalidad entre los hechos y actos señalados como productores del daño y éste. No obstante deben modificarse los alcances de la sentencia en tanto no ha considerado la a quo la confluencia de tales causas plurales con la omisión de prestar el servicio de salud penitenciaria reglamentación en y las que condiciones juntas, establecidas desembocaron en en la el agravamiento del estado de salud y posterior fallecimiento del señor C. (fs. 205 vta./206). vi) Con base en lo expuesto procede la revocación de lo decidido por la a quo, siendo pertinente ponderar por un lado- aquellas imputables al Estado y, por el otro, la incidencia de la enfermedad terminal preexistente a la detención, otorgando un ochenta por ciento (80%) de incidencia causal a la presencia de H.I.V. en el fallecido, y un veinte por ciento (20%) a la actuación u omisión del Estado (fs. 206). b) En punto al derecho i) Vencido holgadamente el plazo de 60 días otorgado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación para que cesen las detenciones en comisarías provinciales de menores y enfermos (res. del 3-V-2005 dictada en causa "Verbitsky , Horacio s/ habeas corpus"), e incumpliendo la resolución de la Suprema Corte de fecha 11-V-2005, dictada en la misma causa, por la cual se ordenara el cese de la detención en comisarías y dependencias policiales de menores y enfermos, el joven C. , padeciendo una enfermedad terminal que lo llevó a la muerte, permaneció alojado en la Comisaría traslado Primera al en hospital la ciudad San José de el Pergamino 28-XII-2005 hasta su (fs. 206 vta./207). ii) En la aludida causa "Verbitsky" el máximo Tribunal nacional declaró que, en reglamentación del art. 18 de la Constitución nacional, la ley 24.660 -que recoge las reglas mínimas para el tratamiento de reclusos de las Naciones Unidas- establece las pautas fundamentales a las que debe adecuarse toda detención. El a quo, tras transcribir los arts. 143, 144, 145, 147, 148, 151 del mentado digesto, concluyó que "... resulta claro que la demandada no ha acreditado el cumplimiento de lo establecido en esta norma ya que no existe prueba alguna que de cuenta de que al ingresar el señor C. a su lugar de detención se le haya realizado un control médico, que se haya confeccionado una historia clínica, que frente a la desnutrición controles se hayan médicos agravamiento, y el establecimiento intensificado surgiendo detenido que, no penitenciario los frente fue cuidados al cuadro trasladado especializado de a y de un carácter asistencial médico o psiquiátrico o a un centro apropiado del medio libre. Resulta evidente que el deficiente diagnóstico y el tardío tratamiento médico efectuado al detenido no se reconoce esta condice ley; con tampoco el derecho que las a la salud conductas de que las autoridades a cargo del cuidado del señor C. se adecuaron a lo expresamente reglamentado por la norma en estudio" (fs. 208/209 vta.). iii) La Provincia de Buenos Aires, en el caso en análisis, no ha prestado el servicio penitenciario en forma normal y ordinaria, sino que -al mantener detenido a C. C. en una comisaría durante los meses de progreso de su enfermedad terminal hasta su fallecimiento- incumpliendo lo ordenado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en la causa "Verbitsky" y por las sucesivas órdenes impuestas por la Suprema Corte bonaerense en el mismo expediente y en violación de presumir que nuestro ha ordenamiento generado -en jurídico, forma concausal permite con la enfermedad que padecía el detenido (S.I.D.A.) y con sus conductas probadas de deficiente atención médica- un daño a sus familiares que debe ser reparado por la demandada, en los porcentajes ya dispuestos. c) Rubros y montos indemnizatorios i) Daño material: es negado, en esencia, sobre la base de la falta de acreditación de que el accionante colaborara con la economía familiar (fs. 212). ii) Daño moral: se acoge, determinándose que el monto correspondiente para cada progenitor debe ascender a pesos sesenta y cinco mil ($ 65.000), cuantía sobre el cual debe calcularse el porcentaje de responsabilidad atribuido al Estado. En definitiva, concluye el a quo condenando al Estado provincial a abonar a cada uno de los progenitores de C. C. la suma de pesos trece mil ($ 13.000) en concepto de daño moral, imponiendo las costas por su orden. II. Contra esta decisión se alza Fiscalía de Estado. En esencia desarrolla dos líneas argumentales: La violación al art. 1112 del Código Civil, al considerar que el a quo no ha especificado, ni acreditado, cuáles son los deberes concretos que la ley le imponía a la Provincia y que la misma incumplió. En tal sentido destaca que la existencia de una falta en la función administrativa requiere que a fin de evitar el resultado dañoso, hubiere un deber jurídico de obrar en cabeza de la demandada (fs. 231). La existencia de absurdo en la valoración de la prueba, ello por cuanto "los vicios lógicos que contiene la pieza en recurso, el apartamiento de las reglas de la sana crítica y de la experiencia, la no valoración correcta de la prueba pericial objetiva esencial para la dilucidación del caso, la falta de análisis armónico y en conjunto por parte de la sentencia de la totalidad del plexo probatorio, hacen que se haya violentado e inobservado mediante estas deficiencias y transgresiones legales, la doctrina legal de V.E. sobre la prohibición de valorar absurdamente la prueba" (v. punto "c" del escrito de fs. 225/232). Puntualiza que, en tal sentido, se desconoce la doctrina legal de este Tribunal en las causas Ac. 42.980, sent. del 23-X-1990 y P. 70.784, "H., C. A. s/ Robo", sent. del 29-XII-2004, respecto de las reglas de la sana crítica para la valoración de la prueba. Luego de transcribir la opinión de reconocidos autores en la materia y de citar diversos precedentes de este Tribunal y de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, concluye que "no existen pruebas que demuestren la participación de mi mandante en las causales que ocasionaron el fallecimiento del hijo de los accionantes. Por el contrario, las mismas, acreditan, justamente, lo opuesto" (sic. fs. 229 vta.). En tal sentido, cita diversas constancias administrativas que dan cuenta de la oportuna intervención médica que se diera sobre el señor C. (v.g.: datos de fs. 11, 22, 36, 42 y 76/98) mientras se encontraba detenido, y aún sus traslados al Hospital de Pergamino. Afirma, pues, que no existe nexo efectivo entre el daño y el accionar de los sujetos a quienes se les imputaron las consecuencias ya que el perjuicio fatal tuvo origen en una enfermedad terminal previamente contraída por C. , sin que se advierta una "falta de atención médica" a su respecto que pudiera implicar un incumplimiento al art. 1112 del Código Civil. Finalmente, agrega que el defecto que adjudica a la sentencia se basa en que la misma "no repara en cuáles eran las obligaciones a cargo del Estado Provincial, no tiene en cuenta ciertas limitantes tales como la imposibilidad de efectuar análisis sin consentimiento del paciente y lo que es peor aún no considera la falta de acreditación, por parte de los accionantes, de la cuestión principal relativa a si el estado de salud del señor C. se vio agravad(o) por las circunstancias inherentes a su detención" (sic. fs. 231 vta.). III. Me anticipo a señalar que, en mi opinión, el recurso no puede prosperar. i) En cuanto a la falsa o errónea aplicación del art. 1112 del Código Civil denunciada por la representación fiscal, para justificar su rechazo me permitiré formular las siguientes consideraciones. La particular relación que vincula al Estado con las personas privadas de su libertad, ha sido objeto de análisis, tanto por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, como por el cimero Tribunal federal nacional. a) varias efecto, oportunidades, adoptando tanto En una garante doctrina de los aquel debió que órgano abordar internacional, tal responsabiliza derechos de los en problemática, al Estado individuos en bajo custodia, consagrados en la Convención (arts. 1.1 y 2 del Pacto de San José de Costa Rica). Así, en el caso "Juan Humberto Sanchez v. Honduras", sent. del 7-VI-2003, Serie C n° 99, expresó: "… 111. Asimismo, y en tercer lugar, el Estado es responsable de la observancia del derecho a la vida de toda persona bajo su custodia en su condición de garante de los derechos consagrados en la Convención Americana. Como lo ha señalado este Tribunal 'si bien el Estado tiene el derecho y la obligación de garantizar su seguridad y mantener el orden público, su poder no es ilimitado, pues tiene el deber, en todo momento, de aplicar procedimientos conformes a Derecho y respetuosos de los derechos fundamentales, a todo individuo que se encuentre bajo su jurisdicción'. El Estado como garante de este derecho le impone la prevención en aquellas situaciones pudieran conducir, -como ahora incluso por en el acción sub u judice- omisión, que a la supresión de la inviolabilidad del derecho a la vida. En este sentido, si una persona fuera detenida en buen estado de salud y posteriormente, muriera, recae en el Estado la obligación de proveer una explicación satisfactoria y convincente de lo sucedido y desvirtuar las alegaciones sobre su responsabilidad, mediante elementos probatorios válidos, ya que en su condición de garante el Estado tiene tanto la responsabilidad de garantizar los derechos del individuo bajo su custodia como la de proveer la información y las pruebas relacionadas con el destino que ha tenido la persona detenida". Poco tiempo después, en el caso "Bulacio v. Argentina", sent. del 18-IX-2003, Serie C N° 100 la Corte sostuvo: vivir en "... 126. Quien condiciones de sea detenido detención 'tiene derecho compatibles con a su dignidad personal y el Estado debe garantizarle el derecho a la vida y establecido a la integridad que el Estado, como detención, es establecimientos de personal'. La Corte responsable el garante de de ha los estos derechos de los detenidos, lo cual implica, entre otras cosas, que le corresponde explicar lo que suceda a las personas que se encuentran bajo su custodia. Las autoridades estatales ejercen un control total sobre la persona que se encuentra sujeta a su custodia. La forma en que se trata a un detenido debe estar sujeta al escrutinio más estricto, tomando en cuenta la especial vulnerabilidad de aquél, función estatal de garantía que reviste de particular importancia cuando el detenido es un menor de edad. Esta circunstancia obliga al Estado a ejercer su función de garante adaptando todos los cuidados que reclama la debilidad, presentan el desconocimiento naturalmente, en y tales la indefensión que circunstancias, los menores de edad...". "... 138. El Estado debe respetar el derecho a la vida de toda persona bajo su jurisdicción, consagrado en el artículo 4 de la Convención Americana. Esta obligación presenta modalidades especiales en el caso de los menores de edad, teniendo en cuenta como se desprende de las normas sobre protección a los niños establecidos en la Convención Americana y condición de en la Convención garante del de Estado Derechos con del respecto Niño. a La este derecho, le obliga a prevenir situaciones que pudieran conducir, por acción u omisión, a la afectación de aquél. Como lo señalara este Tribunal anteriormente (supra 110121) y para efectos del caso concreto, si Walter David Bulacio fue detenido en buen estado de salud y posteriormente, murió, recae en el Estado la obligación de proveer una explicación satisfactoria y convincente de lo sucedido y desvirtuar responsabilidad, las mediante alegaciones elementos sobre probatorios su válidos. Efectivamente, en su condición de garante el Estado tiene tanto la responsabilidad de garantizar los derechos del individuo bajo su custodia como la de proveer la información y las pruebas relacionadas con lo que suceda al detenido". Finalmente, en esta breve reseña cabe citar el precedente "Instituto de Reeducación del Menor v. Paraguay", sent. del 2-IX-2004, Serie C-112, oportunidad en la que la Corte insistió en señalar "... 151. Este Tribunal ha establecido que quien sea detenido tiene derecho a vivir en condiciones de detención compatibles con su dignidad personal y el Estado debe garantizarle el derecho a la vida y a la integridad personal. 152. Frente a las personas privadas de libertad, el Estado se encuentra en una posición especial de garante, toda vez que las autoridades penitenciarias ejercen un fuerte control o dominio sobre las personas que se encuentran sujetas a su custodia. De este modo, se produce una relación e interacción especial de sujeción entre la persona privada de libertad y el Estado, caracterizada por la particular intensidad con que el Estado puede regular sus derechos y obligaciones y por las circunstancias propias del encierro, en donde al recluso se le impide satisfacer por cuenta propia una serie de necesidades básicas que son esenciales para el desarrollo de una vida digna...". "153. Ante esta relación e interacción especial de sujeción entre el interno y el Estado, este último debe asumir una serie de responsabilidades particulares y tomar diversas iniciativas especiales para garantizar a los reclusos las condiciones necesarias para desarrollar una vida digna y contribuir al goce efectivo de aquellos derechos que bajo ninguna circunstancia pueden restringirse o de aquéllos cuya restricción no deriva necesariamente de la privación de libertad y que, por tanto, no es permisible. De no ser así, ello implicaría que la privación de libertad despoja a la persona de su titularidad respecto de todos los derechos humanos, lo que no es posible aceptar...". b) Por su parte, la Corte Suprema de Justicia de la Nación tuvo oportunidad de destacar que "el postulado que emana del art. 18 de nuestra Constitución nacional tiene un contenido operativo que impone al Estado, por intermedio de los servicios penitenciarios respectivos, la obligación y responsabilidad cumpliendo una condena o de una dar a quienes detención están preventiva la adecuada custodia, obligación que se cimienta en el respeto de su vida, salud e integridad física y moral" (C.S.J.N., in re "Badin", sent. del 19-X-1995, Fallos 318:2002). Recientemente, la Corte nacional reiteró tal criterio al resolver, en instancia originaria, un caso que guarda analogía con el de autos. En efecto, al dictar sentencia en la causa "Gatica, Susana Mercedes c/Buenos Aires, provincia de s/daños y perjuicios", sent. del 22XII-2009 (Fallos 332:2842) sostuvo que "... la seguridad, como deber primario del Estado, no sólo importa resguardar los derechos de los ciudadanos frente a la delincuencia sino también, como se desprende del citado artículo 18, los propios de los penados, cuya readaptación social se constituye en un objetivo superior del sistema". En tal oportunidad, recordó las declaraciones efectuadas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en torno a esta temática: "... quien sea detenido tiene derecho a vivir en condiciones de detención compatibles con su dignidad personal y el Estado debe garantizarle el derecho a la vida y a la integridad personal, y que es el Estado el que se encuentra en una posición especial de garante, toda vez que las autoridades penitenciarias ejercen un fuerte control o dominio sobre las personas que se encuentran sujetas a su custodia. De este modo, se produce una relación e interacción especial de sujeción entre la persona caracterizada por privada la de libertad particular y el Estado, intensidad con que el Estado puede regular sus derecho y obligaciones y por las circunstancias propias del encierro, en donde el recluso se le impide satisfacer por cuenta propia una serie de necesidades básicas que son esenciales para el desarrollo de una vida digna". En cuanto al derecho a la integridad personal puso de manifiesto el Tribunal internacional que "no sólo implica que el Estado debe respetarlo (obligación negativa), sino que, además, requiere que el Estado adopte todas las medidas apropiadas para garantizarlo (obligación positiva), en cumplimiento de su deber general establecido en el art. 1.1. de la Convención Americana", circunstancia que ya fuera considerada por la Corte federal al fallar la causa "Verbitsky , Horacio s/habeas corpus", Fallos 328:1146, en especial considerandos 44 y 45). c) Con este piso de marcha cabe ingresar en el análisis de uno de los presupuestos ineludibles para la procedencia de la responsabilidad del Estado actividad ilícita, esto es la "falta de servicio". por su El tribunal a quo tuvo por acreditada la omisión en que incurriera el Servicio Penitenciario al no alojar al señor C. en alguno de sus establecimientos, así como la de la propia de la autoridad policial a cargo de su custodia, respecto de la adopción de las medidas necesarias para evitar el agravamiento de la enfermedad del señor C. y su posterior fallecimiento. Así, negligencia ponderó al no que tratar la Administración adecuadamente una actuó con enfermedad adquirida previamente (H.I.V., T.B.C.), sin controlar su estado de desnutrición y agravando los padecimientos del detenido hasta su muerte. En ese orden, restó eficacia a la pretensión eximente de responsabilidad que persigue la demandada con fundamento en que sí habían sido tomados los recaudos necesarios de acuerdo a la normativa aplicable, pero que no podía hacerse responsable a la Provincia por una enfermedad terminal contraída en circunstancias que le eran ajenas. En tales circunstancias debe señalarse que -aún admitida la existencia de la enfermedad con anterioridad a la detención del señor C. - las deficientes condiciones de detención servicio evitarse y la médico, si la negligente constituyen autoridad adecuadamente sus funciones. prestación una de un eventualidad policial hubiera adecuado que pudo cumplido El máximo Tribunal federal ha expresado reiteradamente que "quien contrae la obligación de prestar un servicio lo debe hacer en condiciones adecuadas para llenar el fin para el que ha sido establecido y es responsable de los perjuicios que causare su incumplimiento o ejecución 315:1892,1902; irregular" (Fallos 306:2030; 312:1656; 316:2136; 320:266; 325:1277; 328:4175; 329:3065, 331:1690). Cabe recordar, entonces, que conforme la Constitución nacional "... Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas..." (art. 18); que, en sentido concordante, la ley fundamental provincial establece en su art. 30 que: "Las prisiones son hechas para seguridad y no para mortificación de los detenidos. Las penitenciarías serán reglamentadas de manera que constituyan centros de trabajo y moralización. Todo rigor innecesario hace responsable a las autoridades que lo ejerzan" (art. 30); que el deber del Estado provincial de garantizar la seguridad de los internos está regulado en el art. 2° de la Ley Orgánica del Servicio Penitenciario (decreto ley provincial 9079/1978), en cuanto dispone que "será misión del Servicio Penitenciario Bonaerense la custodia y guardia de los procesados y la ejecución de las sanciones penales privativas de la libertad..." mientras que el art. 3° inc. "a" establece entre sus funciones la de "velar por la seguridad y custodia de las personas que se encuentren en establecimiento de su dependencia, sometidas a procesos o cumpliendo penas privativas de libertad, procurando que el régimen carcelario contribuya a preservar y/o mejorar sus condiciones morales, educación y salud". Entiendo que cabe extender dichas mandas a la autoridad policial cuando asume la custodia y guardia de los procesados, deberes que, por lo demás, se encontraban contemplados en los arts. 6, 7 inc. d) y 10 de la ley 12.155 -vigente al tiempo de los hechos- y están establecidos actualmente en los arts. 9, 10, 13 inc. d) y 16 de la vigente ley 13.482. Por último, en su concreta vinculación con el presente caso -tal como lo ha hecho el a quo- resulta de particular importancia tener presente las pautas brindadas tanto por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, como por este 83.909, Tribunal, en "Verbitsky, Estudios casación. Legales Recs. y ocasión Horacio de decidir representante Sociales. Habeas extraordinarios los del corpus. de autos P. Centro de Rec. de nulidad e inaplicabilidad de ley", en particular respecto del cese de las detenciones en comisarías de menores y enfermos. En tal contexto, no cabe hesitación respecto de que el personal penitenciario y/o policial tiene la obligación de velar por la seguridad y salud de los detenidos, debiendo responder por los daños causados al haberse omitido el cumplimiento de tal deber legal (doct. causa A. 69.485, "Lobato", sent. del 30-IX-2009). Lo expuesto deja en falsete la primera línea argumental intentada. ii) En cuanto al vicio de absurdo en la valoración de la prueba, surge de la reseña efectuada en el punto II.ii que los agravios del impugnante se vinculan a cuestiones circunstanciales que son propias de los jueces de las instancias de mérito. En efecto, es doctrina reiterada de esta Corte que tanto la apreciación del material probatorio en general (conf. Ac. 70.361, sent. del 15-III-2000), como determinar la relación causal entre el hecho y los daños (conf. Ac. 76.040, sent. del 17-X-2001) y la procedencia y cuantificación de los mismos (conf. Ac. 70.939, sent. del 31-V-2000) constituyen típicas cuestiones de hecho inabordables, en principio, en sede extraordinaria salvo el supuesto excepcional de absurdo. Se entiende por tal sólo al error palmario, conclusiones grave y manifiesto contradictorias, que conduce inconciliables a e incongruentes con las constancias objetivas de la causa (conf. Ac. 58.938, sent. del 17-X-1995; Ac. 63.556, sent. del 8-X-1996; Ac. 64.347, sent. del 18-II-1997; Ac. 71.327, sent. del 18-V-1999); insuficiente a sentenciantes y tan es estos efectos pudiera ser ello que el así que resulta criterio calificado de de los objetable, discutible o poco convincente (conf. Ac. 76.525, sent. del 16-V-2001; C. 93.170, sent. del 6-IX-2006). En el caso bajo examen, la recurrente utiliza como única herramienta de impugnación la descalificación de la valoración efectuada por el a quo respecto de los antecedentes médicos y evaluaciones periciales relativas a las afecciones que llevaron a la muerte al señor C. , sosteniendo que la actuación del personal policial, dependiente de la Provincia, fue el adecuado y exigible en todos sus aspectos al requerir la atención médica en los casos que correspondía (fs. 230 vta.). No obstante, en ningún pasaje de su escrito, Fiscalía de Estado contradice concreta y eficazmente la estructura conceptual que llevó a la Cámara a entender el acaecimiento del daño coadyuvantes, asignándole a partir al obrar de de varias la causas Provincia un veinte por ciento (20%) de incidencia causal y el ochenta por ciento (80%) restante a la presencia de H.I.V. en el fallecido. El acabada absurdo demostración sólo de su queda configurado existencia, y no si media basta con invocarlo, sino que es menester evidenciarlo cabalmente a través de una correcta y concreta fundamentación, ya que la vía extraordinaria no puede abrirse sin una eficiente acreditación del error, resultando insuficiente el agravio cuyo contenido sólo se dirige a disputarle al juzgador de grado el ejercicio de la facultad que le asiste en materia de selección, jerarquización y meritación de la prueba (conf. doct. causas L. 96.707, "De Cenarriaga", sent. del 26-VIII-2009; L. 62.318, "Saavedra", sent. del 28-IV-1998). Por ello no se configura dicho vicio lógico cuando el recurrente presenta su particular versión de los hechos y su propia valoración de la prueba, resultando insuficiente para demostrarlo, ya que el mismo consiste reitero- en el error grave y manifiesto que conduce a conclusiones contradictorias, incongruentes o incompatibles con las circunstancias objetivas de la causa (conf. doct. causas C. 108.692, "Gianello", sent. del 9-II-2011; L. 99.449, "Barrionuevo", sent. del 28-XII-2010; L. 99.436, "Gómez, Héctor", sent. del 22-XII-2010; L. 101.954, "López", sent. del 9-XII-2010, entre muchas otras). En definitiva, la impugnación basada en la simple contraposición de criterios no satisface la gravosa carga que importa la demostración del vicio de absurdo (conf. doct. causa L. 103.429, "Iturbe", sent. del 17-XI-2010). Ello echa por tierra la segunda línea argumental ensayada por la recurrente. IV. Por lo hasta aquí expuesto, concluyo que no son de recibo los vicios endilgados al decisorio atacado, por lo que debe rechazarse el recurso extraordinario en tratamiento. En consecuencia, doy mi voto por la negativa. Las costas se imponen al recurrente vencido (arts. 60 inc. 1°, ley 12.008, texto según ley 13.101, 68 y 289 in fine del C.P.C.C., doctrina de la mayoría en la causa A. 68.914, "Larrauri", sent. del 22-XII-2008). A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Negri dijo: Los argumentos brindados por el colega que inicia el Acuerdo en los puntos III -aps. i.c); ii- y IV de su exposición, resultan suficientes para fundar el rechazo del recurso intentado, motivo por el cual presto adhesión a dicha parcela de su voto y doy el mío también por la negativa. Costas a la recurrente vencida (art. 289, C.P.C.C.). Los señores jueces doctores Genoud y Soria, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor Negri, votaron por la negativa. Con lo que terminó el acuerdo, siguiente S E N T E N C I A dictándose la Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, se rechaza el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley interpuesto, con costas a la recurrente en su condición de vencida (arts. 60.1, ley 12.008 -texto según ley 13.101- y 289, C.P.C.C.; conf. doct. de la mayoría en la causa A. 69.914, "Larrauri", sent. del 22-XII-2008). Regístrese y notifíquese. HECTOR NEGRI DANIEL FERNANDO SORIA JUAN CARLOS HITTERS LUIS ESTEBAN GENOUD JUAN JOSE MARTIARENA Secretario