La Vidriera Producciones DOSSIER C uando alguien habla de niños robados su interlocutor asocia el hecho con la dictadura argentina. Cuando se habla de incautación de bienes, el hecho se asocia con la Rusia bolchevique o la China maoísta. Y cuando se habla de campos de concentración, se asocia con la Alemania nazi. En ninguno de esos casos, los hechos aludidos se asocian con el nombre de España. Ni con el nombre de Andalucía. Ni con el nombre de Sevilla. Nuestra memoria como pueblo tiene profundas lagunas cuyas turbias aguas la historia o el periodismo todavía no han explorado lo suficiente. Ciertamente, están en ello, pero es un trabajo largo, paciente, casi interminable. Lo último que haría ese interlocutor al que le hablaran de campos de concentración sería asociar esa expresión con Sevilla, una ciudad con una fuerte identidad y una viva conciencia de sí misma. Sin embargo, su memoria colectiva parece haber amputado hechos históricos tan trascendentales como la existencia de esos ignotos campos de trabajo forzado para presos republicanos, el último de los cuales se cerró nada menos que en 1962. Aquellos campos de la infamia y el dolor no nacieron de la nada: sus autores tenían nombres y apellidos. Como los tenían sus víctimas. La memoria los rescata hoy para devolverlos al presente y asegurarles un lugar en el futuro. Es hora de dar a las víctimas lo que es de las víctimas y a los verdugos lo que es de los verdugos. Al dolor lo que es del dolor y a la infamia lo que es de la infamia. Es la hora, en fin, de dar a la memoria lo que es de la memoria. sinopsis C ampos sin memoria’ ofrece imágenes inéditas de los restos de estos campos de concentración, de los cuales apenas quedan visibles las ruinas de hormigón de los barracones de los presos. Es el caso del Colector, los Merinales, la Corchuela o las Arenas, el único campo de exterminio que ha existido en Andalucía donde, según la historiadora María Victoria Fernández Luceño, morían al mes entre 13 y 14 presos. “Aquellos campos de la infamia y el dolor no nacieron de la nada: sus autores tenían nombres y apellidos. Como los tenían sus víctimas. La memoria los rescata hoy para devolverlos al presente y asegurarles un lugar en el futuro” afirma Antonio Avendaño, director de Andaluces Diario y colaborador del documental ‘Campos sin memoria’ cuyo guión y producción han sido realizados por las periodistas María Serrano y Laura Reyna, con grabación y edición de Anabel Talaverón. Además, como colofón final, la cantante Mayte Martín ha cedido los derechos de su versión de ‘Campanilleros’ para poner la nota musical del documental. La cinta recuerda los restos de algunos centros ubicados en la provincia de Sevilla, donde los presos fueron convertidos en esclavos tras la llegada del general Queipo de Llano a la capital andaluza en el verano de 1936. Su mano de hierro convirtió al Ayuntamiento de Sevilla en la primera administración en hacer uso de esta mano de obra gratuita y esclava. El documental cuenta con el testimonio de Josep Subirats, último superviviente del que se tiene constancia de los campos andaluces, que narra a sus 97 años su experiencia en el Batallón de Trabajadores de Oromana, en Alcalá de Guadaíra. También con la voz de José Hormigo, que trabajó como aguador en uno de los campos conocido como los Merinales, en Dos Hermanas. ficha técnica Título: “Campos sin memoria” Año: 2016 Duración: 26 min. País: España Idioma: Español Directoras: María Serrano Velázquez y Laura Reyna García Guión: María Serrano Velázquez y Laura Reyna García Canción: Maite Martín Grabación y edición: Anabel Talaverón Moreno Productora: La Vidriera Género: Documental. Memoria histórica Color: Color. Blanco y negro Localizaciones: Sevilla, La Algaba, Dos hermanas y Alcalá de Guadaíra Sitios web oficiales: Facebook https://www.facebook.com/Documental-Campos-sin-memoria-188063941555033/?fref=ts Twitter- https://twitter.com/Camposinmemoria contacto María Serrano y Laura Reyna [email protected] 651152949 / 625120218