PÀGINAS DE Ml CARTERA. - Servei de Biblioteques de la Diputació

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D e l a colaboración particular de
EL ECO DE LA MONTANA.
PÀGINAS DE Ml CARTERA.
HI.
A. E r n e s t o .
Kl ateo es un Dios falso
que se adora à sí misnio.
['. FÈLIX.
Todas las difereiites escuelas filosóficas, Ernesto,
dejando aparte la que cree y reconoce à Dios, se
llustra con su doctrina y fortalece con su fe, tienden ai ateismo, à la negación de Dios.
Desde el materialismo que niega à Dios en el
inundo como niega el alma en el hombre, basta el
positivismo que sustituye el cuito de Dios por la
idolatria de la Humanidad, que segúu sns adeptos
es el Gran Sér, la suprema Existència, el único
objeto del cuito; desde el panteismo que afirma
que no existe un sér libre superior al hombre, y
que no existe otro que el hombre; hasta el liberticismo moderno que pretende hermanar el error
con la fe, la luz con las tinieblas, todas, todas estàs cscuelas íilosóficas tienden ú alejar de nuestro
corazón la idea de Dios y de la inmortalidad, y
crear una generación desposeída de todo sentimiento religioso.
He aquí el fin que se proponen, Ernesto, todas
estàs escuelas filosóficas y cuyas doctrinas propagan en millares de libros, en la tribuna y en la
prensa. ^ Ha dado fruto esta campana contra la
religióu y la moral ? i Quién lo duda ya, Ernesto !
El ateismo no es una escuela de pocos, sinó de
muchos. Ei ateismo lo invade todo; en todas partes ha penetrado este aire que trae la duda en la
iuteligencia y la muerte en el alma; que arrebata
à los hombres la razón y da paso à las mas extravagantes doctrinas. E\ ateismo es filosofo, fisiólogo, geólogo, astrónomo, medico, artista, industrial, político, y lo que es peor aún, maestro. i El
ateismo maestro I No faltaba ya mas al ateismo
que ser preceptor y uiaestro; que encaminar a la
juventud leutamente por los caminos do la falsa
filosofia; que hablarle, sí, de la ciència; però no
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de la ciència hermanada con la fe; enseúarle que
todos esos mundos y esos cielos han sido creados
al acaso; que el hombre no es sinó un animal perfeccionado que à copia de millares y millares de
siglos y de transformación en transformación hemos llegado à tener el predominio sobre los demàs animales, debido à nuestra inteligencia ó à
un fenómeno extrano; que la ciència esta en abierta contradicción con las Sagradas Escrituras; es
decir, explicarlo todo como la cosa mas natural,
prescindiendo de todo ser y de toda inteligencia
superior à la nuestra, es decir, de Dios, eterna
verdad, eterno bien.
Antes el ateismo permanecía en la obscuridad;
hoy desafia la luz y se muestra -^ante el siglo à
quien desafia y ante el genero humano a quien
ultraja. Todo està bajo sus mas acerados dardos;
así la verdad como el dogmu, así la filosofia como
la religión, así la razón como la fe.
Aun esto es poco, Ernesto. Lee todos los periódicos ateos, y veràs que en nombre de una falsa
libertad pideu la supresión de todo cuito y de toda iglesia; en nombre de esa falsa libertad, quisieran imponernos la fraternidad de la negación y
del sacrilegio, y en nombre de esta misma libertad
quieren oprimir à los demàs exaltàndose ú sí mis-,
mos.
jAh'.digoyo, Ernesto, à estos propagadores
del error; si la libertad que yo tanto amo fuese la
libertad que vosotros profesàis; si la libertad que
yo profeso fuese cua! la vuestra la enemiga irreconciliable de Jesucristo y de su Iglesia; si la libertad que yo profeso fuese vuestra libertad de
imprenta desde la que atacúLs con descaro à los
poderes públicos y religiosos, ridiculizando y calumniando à sus ministres; si la libertad que yo
profeso fuese vuestra libertad de la tribuna desde
la que ianzàis, à la faz de la nación catòlica por excelencia, vuestro grito de guerra contra Dios, renegaria de esta libertad, de la libertad, sí, que
para mi no es otra cosa que la justícia.
i Ah ! Ernesto, dejemos à esos soüadores de utopias, que en su loco frenesí quieren igualarse à
Dios y emanciparse de la iglesia y de sus saludables ensefianzas; permanezcamos fieles à las creencias de nuestros padres; sea uno nuestro Credo,
una uuestra fe en Jesucristo, que santa é iumortal
debe ser su doctrina cuando ha resistido losemba-
tes de tantos sofistas, de tantos tribunos, de tantos tiranos.
Hasta otra se despide de ti tu bueu amigo
C L AUDIO.
Colaboración inèdita.
CUENTOSDEUNMINUTO.
LA CAMPANA DE CHANG-TlS-Kü.
Es un cuento chino escrito en tablillas de bambú por Ti-chen, historiógrafo del Hijo del Cielo,
Hermano del Sol y de la Luna y Gobernador de la
tierra, que estàs dòminaciones recibe modestamente el Chang ó Emperador de las narices chatas, vulgo, chinos.
Remonta el historiador su relato diez millones
de aüos antes de nacer Jesucristo; un grano de anís
si se compara à la afirmación de Leosen, emulo
de Confucio que con toda formalidad asegura que
el Celeste Imperio cuenta noventa y dos millones
de aüos historiables.
En la època seBalada por Ti-chen, reinaba Changtó-kü, que dicho sea sin animo de ofenderle à pesar de ser hijo del Cielo y pariente de los astros,
era un chino clasico, de vientre abultado, tez de
barquillo, frente cuadrangular y su poquitín de
«coleta», amén de unos pies diminutos, única cosa admirable que orguUosamente podia ostentar el
gran senor chinesco.
Chang-té-ku, debía presentir à Luís XI de
Francia: gobernaba sus estados lo mas hipócritamente posible; disfrazàndose de santó yjusticiero,
hacía cuantas atrocidades se le antojaban: màs
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