CAPÍTULO V LA VIDA DE LA UNIVERSIDAD EN SUS COMIENZOS

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CAPÍTULO V
LA VIDA DE LA UNIVERSIDAD EN SUS
COMIENZOS
Al comienzo la vida de la UCA estuvo concentrada casi
exclusivamente en el edificio de la calle Riobamba 1227,
antigua Nunciatura, donde fue fundada.
La verdad es que carecíamos de muchas cosas: de
recursos financieros, de edificios, de bibliotecas y de
útiles de escritorio.
Sin embargo se trabajaba con alegría y entusiasmo.
Había mucho espíritu, generosidad y comprensión mutua.
Nuestros alumnos, que eran relativamente pocos,
estaban en íntima relación con nosotros. La lucha por la
libertad de enseñanza, llevada a la calle (ver Cap. I I ) ,
hizo que se sintieran más compenetrados con la
Universidad, por la que trabajaban y bregaban con
entusiasmo y generosidad.
Podríamos decir que el espíritu venció y triunfó sobre
la materia, en contradicción con la afirmación
de MARX.
Para podernos ubicar en los estrechos límites de nuestra
Casa, acudimos a los tabiques.
Recuerdo que en el antiguo comedor de la Nunciatura,
dividido en tres partes, funcionaba el Rectorado en un
ámbito de dos por cuatro, el Secretario del
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Rector en un salón similar, y en el centro del comedor,
un poco más amplio, tenían lugar las reuniones del
Consejo Superior. En el mismo lugar se reunía el
Consejo de Administración.
La Secretaría se ubicó en dos habitaciones de la
Nunciatura, a la vez subdividida.
Las reuniones del Consejo Superior se realizaban
periódicamente cada 15 días, cosa que ha continuado
invariablemente durante los 25 años de la Universidad.
Las reuniones del Consejo Superior suman más de 500 y
sus actas constituyen la verdadera historia de nuestra
Casa de Estudies. Solía decir un consejero, que era
realmente un milagro, que nunca a través de tantos años,
hubiese faltado el quorum a estas reuniones.
Es realmente admirable cómo, sobre la marcha, el
Consejo Superior fue redactando las sabias ordenanzas
fundamentales para el ordenamiento académico de ]a
Universidad y fue incorporando los profesores más
eximios, tanto por su saber como por sus condiciones
morales, para ocupar las diferentes cátedras.
Desde un principio se dio mucha importancia a la
formación humanista, filosófica y teológica en nuestra
Casa de Estudios. Podríamos decir que es la impronta
específica de nuestra Universidad.
El curso académico se realizó cumplidamente con
todas sus clases —pese a las dificultades engendradas
por la lucha en favor de la libertad de enseñanza, que
duró casi todo el año— con la colaboración de profesores y alumnos.
Había un auténtico espíritu de comunidad entre
profesores y alumnos y entre todos nosotros. Se trabajaba con entusiasmo, alegría y caridad. Formába-
L A UNIVERSIDAD CATÓLICA EN EL RECUERDO
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mos una gran familia, una verdadera comunidad universitaria.
A medida que la Universidad fue creciendo, ese
espíritu se ha mantenido sustancialmente, pero la comunidad se realiza más bien en cada Facultad y, más
todavía, en cada cátedra.
¡Ojalá que ese espíritu perdure ahora que la Universidad ha crecido tanto y es tan grande!
Con la asistencia obligatoria a las clases, los trabajos o
pruebas parciales y la generosidad y buena voluntad de
nuestros profesores, se demostró que el camino elegido
era el acertado.
Hoy, lejos de aquellos días primeros, evocados no sin
nostalgia, tanto los organizadores de la Universidad,
como los profesores y alumnos, hoy graduados,
recuerdan con alegría aquellos tiempos de iniciación de
la UCA: tiempos de austeridad, casi de pobreza, pero
tiempos de espíritu, de lucha y de coraje y de grandes
alegrías compartidas.
Con el correr de los años, las ordenanzas iniciales del
Consejo Superior se han ido modificando, simplificando,
corrigiendo y aun sustituyendo por otras más adecuadas
de acuerdo a la experiencia y a las necesidades de la
Universidad.
Sobre la sólida base de los Estatutos —verdadera
Constitución de la UCA— las Ordenanzas se han ido
ajustando a la realidad de la vida de la Institución. El
Consejo de Administración, en un principio, sólo se
ocupó del ordenamiento financiero. La mayor carga
económica de la Universidad recayó sobre los hombros
del en ese momento Rector y del Consejo Superior.
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LA VIDA DE LA UNIVERSIDAD EN SUS COMIENZOS
Con el advenimiento del Dr. CARLOS PEREZ
COMPANC, como Presidente de este Consejo de Administración, el mismo comenzó a tomar más injerencia en sus
funciones. Pero recién con el actual Presidente,
Cr. JULIO LÓPEZ MOSQUERA, el Consejo de
Administración ha asumido plenamente todas sus incumbencias y responsabilidades de acuerdo al Estatuto, en cuanto a
los recursos materiales: no sólo administrativos, sino de
búsqueda de los mismos; y con su clara inteligencia y visión y
su
sentido
profundamente administrativo, LÓPEZ
MOSQUERA ha impreso al mismo Consejo un nuevo y
dinámico ritmo y eficiencia.
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