xvi el arreglo pacífico de controversias internacionales

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XVI
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS
INTERNACIONALES
1.
LA NOCIÓN DE CONTROVERSIA
16.1. TIJ. ASUNTO DEL SUDOESTE AFRICANO, EXCEPCIONES PRELIMINARES.
SENTENCIA DE 21 DE DICIEMBRE DE 1962. OPINIÓN DISIDENTE DEL JUEZ
G. MORELLI
1. Tanto África del Sur como Etiopía y Liberia se han referido a la definición de controversia dada por el Tribunal permanente en su sentencia de 1924 relativa al asunto de las Concesiones Mavrommatis. Pero ésta no es más que una primera tentativa de definición. Después
de tantos años, no es posible, en mi opinión, atenerse a tal definición descuidando el análisis
profundo al que, posteriormente, la noción de controversia internacional ha sido sometido por
la doctrina.
La definición dada por el Tribunal permanente es la siguiente: «Una controversia es un
desacuerdo sobre un punto de derecho o de hecho, una contradicción, una oposición de tesis
jurídicas o de intereses entre dos personas» (CPJI, serie A, n.o 2, p. 11). Dado que un desacuerdo sobre un punto de derecho y una oposición de tesis jurídicas es la misma cosa, se puede
decir que, según la definición dada por el Tribunal permanente, una controversia puede consistir bien en un desacuerdo sobre un punto de derecho o de hecho bien en una contradicción u
oposición de intereses.
Por lo que se refiere al desacuerdo sobre un punto de derecho o de hecho, es preciso señalar
que, si tal desacuerdo puede acompañar y acompaña normalmente (pero no necesariamente)
a la controversia, no se identifica con ella. En todo caso, es completamente evidente que un
desacuerdo sobre un punto de derecho o de hecho, desacuerdo que podría ser incluso puramente teórico, no basta para que se pueda considerar que existe una controversia.
En cuanto a la oposición de intereses, es bien cierto que, como se verá seguidamente, una
controversia se encuentra necesariamente en una cierta relación con un conflicto de intereses
(real o supuesto). Pero el conflicto de intereses tampoco se identifica con la controversia. De
otro lado, un conflicto de intereses puede muy bien existir sin que haya una controversia correspondiente. Esta hipótesis no tiene nada de excepcional; es, por el contrario, la hipótesis normal.
Basta con pensar que toda la sociedad internacional resulta de las relaciones existentes entre
los intereses de los diferentes Estados; intereses que están muy a menudo en oposición entre
ellos sin que se deba pensar, por esto, que existan litigios entre los Estados interesados.
2. En mi opinión, una controversia consiste, no en un conflicto de intereses en tanto que
tal, sino más bien en un contraste entre las actitudes respectivas de las partes por relación a
un cierto conflicto de intereses. Las actitudes opuestas de las partes, por relación a un conflicto de intereses dado, pueden consistir, una y otra, en manifestaciones de voluntad por las
cuales cada una de las partes exige que su propio interés sea realizado. Es el caso de una
controversia resultante, de un lado, de la pretensión de una de las partes y, de otro, de la contestación, por la otra parte, de tal pretensión. Pero puede también que una de las actitudes opues[798]
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
799
tas de las partes consista, no en una manifestación de voluntad, sino más bien en una conducta, por la cual la parte, que adopta tal conducta, realiza directamente su propio interés. Es el
caso de una pretensión seguida, no de la contestación a tal pretensión, sino de una conducta
de la otra parte contraria a la misma pretensión. Y es el caso también en que hay, en primer
lugar, una conducta de una de las partes realizando el interés de ésta, conducta a la cual la
otra parte opone su protesta.
Resulta de lo que se acaba de decir que la manifestación de voluntad, al menos de una de
las partes, manifestación de voluntad consistente en una pretensión o bien en una protesta,
constituye un elemento necesario para que se pueda considerar que existe una controversia.
Por esta manifestación de voluntad, la parte que la realiza afirma la exigencia de la realización de un interés que le es propio. Afirma, en el caso de la pretensión, la exigencia de que
semejante interés sea realizado mediante cierta conducta a seguir, o bien, en el caso de la protesta, la exigencia de que su interés habría debido ser canalizado por una conducta de la otra
parte contraria a la que se ha seguido de hecho... [CIJ Recueil, 1962, pp. 566-567.]
16.2. TIJ. ASUNTO DE LAS ACTIVIDADES MILITARES Y PARAMILITARES EN NICARAGUA Y CONTRA ÉSTA (NICARAGUA C. ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA), FONDO.
SENTENCIA DE 27 DE JUNIO DE 1986
[...]
32. Antes de seguir adelante, el Tribunal considera útil examinar una cuestión preliminar que afecta a lo que podría denominarse la justiciabilidad de la controversia iniciada por
Nicaragua. En su contra-memoria sobre la competencia y la admisibilidad de la demanda, los
Estados Unidos han expuesto varias razones por las cuales había de estimarse la demanda
como inadmisible; en particular, esta argumentación estima que la motivación relativa al uso
ilícito de la fuerza armada depende de la competencia exclusiva de otros órganos, más concretamente del Consejo de Seguridad, en virtud de la Carta de las Naciones Unidas y de la práctica; por consiguiente, el Tribunal no podría conocer «un conflicto armado en curso» que
comporte el uso de la fuerza armada en violación de la Carta, sin rebasar los límites de una
actividad judicial normal. En su sentencia de 26 de noviembre de 1984, el Tribunal ha examinado y rechazado estos argumentos sin que los Estados Unidos, que no participaron en la
continuación del procedimiento, hayan presentado al Tribunal nuevos argumentos en esta
misma línea. No obstante, parece que podría sostenerse, en relación a la cuestión de fondo
que ahora examina el Tribunal, que existen circunstancias favorables a la no justiciabilidad
de la controversia misma o de las cuestiones de uso de la fuerza y de legítima defensa colectiva que están presentes en aquélla.
33. En primer lugar, se ha sostenido que la presente controversia debía ser declarada no
justiciable por no estar comprendida en la categoría de «controversias de orden jurídico», en
el sentido del artículo 36, párrafo 2 del Estatuto. Es cierto que en virtud de esta disposición
la competencia del Tribunal se limita a las «controversias de orden jurídico» que tengan por
objeto una cualquiera de las materias enumeradas. La cuestión de determinar si una controversia entre dos Estados constituye o no una «controversia de orden jurídico» a los fines de
esta disposición, puede suscitar en sí misma un litigio adicional entre estos dos Estados; en
tal caso, corresponde decidir al Tribunal, de conformidad con el párrafo 6 del artículo 36. Sin
embargo, en el presente supuesto este punto particular no parece presentar problemas entre
las Partes. Durante el procedimiento dedicado a las cuestiones de competencia y de admisibilidad, Estados Unidos avanzaron diversas razones en orden a que el Tribunal decidiera su
incompetencia o que la demanda era inadmisible. Se apoyaron sobre todo en la reserva de su
propia declaración de aceptación de la jurisdicción, en virtud del artículo 26 párrafo 2, sin
utilizar en ningún caso el argumento más radical consistente en la inaplicabilidad derivada de
que la controversia suscitada por Nicaragua ante el tribunal no era una «controversia de orden
jurídico», en el sentido de este mismo párrafo. En lo tocante a la admisibilidad, los Estados
Unidos presentaron una objeción contra la aplicación del artículo 36, párrafo 2, motivada no
en que la controversia no era «jurídica», sino en que las cuestiones contenidas en la deman-
800
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
da de Nicaragua dependían expresamente de órganos políticos en virtud de la Carta de las
Naciones Unidas, argumento rechazado por el Tribunal en su sentencia de 26 de noviembre
de 1984 (CIJ Recueil, 1984, pp. 431 a 436). En el mismo sentido, si bien los Estados Unidos
han sostenido que la naturaleza de la función judicial impide examinar el fondo de las alegaciones de Nicaragua en el presente asunto —argumento que el Tribunal tampoco aceptó (ibid.,
pp. 436-438)—, no obstante han debido reconocer que no consideraban que el derecho internacional careciera de pertinencia o fuera inaplicable a una controversia de esta natualeza. En
definitiva, el Tribunal no ve razón alguna que incline a pensar que, incluso desde el punto de
vista mismo de los Estados Unidos, la presente controversia escape a la categoría de las
«controversias de orden jurídico» a las que se aplica el artículo 36, párrafo 2 del Estatuto. Así
pues, debe abordar el examen de las demandas concretas de Nicaragua bajo el ángulo del
derecho internacional aplicable. [CIJ Recueil, 1986, pp. 26-27.]
16.3. TIJ. ASUNTO RELATIVO A LAS CUESTIONES DE INTERPRETACIÓN Y APLICACIÓN DEL CONVENIO DE MONTREAL DE 1971 RESULTANTES DEL INCIDENTE AÉREO DE LOCKERBIE (JAMAHIRIYA ÁRABE LIBIA C. REINO UNIDO),
EXCEPCIONES PRELIMINARES. SENTENCIA DE 27 DE FEBRERO DE 1998
[...]
22. Como las partes han recordado, la Corte Permanente de Justicia Internacional ha
afirmado desde 1924 que «una controversia es un desacuerdo sobre un punto de derecho o de
hecho, una contradicción, una oposición de tesis jurídicas o de intereses entre dos personas»
(Concesiones Mavrommantis en Palestina, 1924, CPJI, serie A, n.o 2, p. 11). La Corte actual
ha subrayado, por su parte, en su dictamen de 30 de junio en el asunto relativo a Timor Oriental (Portugal contra Australia) lo siguiente:
«Para establecer la existencia de una controversia: “Hace falta demostrar que la reclamación de una de las partes se enfrenta a la oposición manifiesta de la otra” (Sudoeste africano,
excepciones preliminares, sentencia, CIJ Recueil, 1962, p. 328); además, “la existencia de
una controversia internacional debe ser establecida objetivamente” (Interpretación de los
tratados de paz concluidos por Bulgaria, Hungría y Rumanía, primera fase, dictamen consultivo, CIJ Recueil, 1950, p. 74)» (CIJ Recueil, 1995, p. 100.) [CIJ Recueil, 1998, p. 17.]
2.
16.4.
LOS PROCEDIMIENTOS DE ARREGLO
NO JURISDICCIONALES
ASUNTO DEL CANAL DE BEAGLE
Acuerdos firmados entre Argentina y Chile el 8 de enero de 1979 en Montevideo, relativos a la aceptación de la mediación del Papa Juan Pablo II en la controversia relativa al canal
de Beagle.
I.
ANEXO I
1. Por invitación de Su Eminencia el cardenal Antonio Samore, representante especial
de Su Santidad el Papa Juan Pablo II, para cumplir una misión de paz aceptada por los Gobiernos de la República Argentina y de la República de Chile, los ministros de Asuntos exteriores de las dos Repúblicas, Sres. Carlos W. Pastor y Hernán Cubillos Sallato, se han reunido
en Montevideo. Después de haber analizado la controversia y tomando en consideración;
2. Que Su Santidad Juan Pablo II ha expresado, en su mensaje del 11 de diciembre de
1978 a los Presidentes de los dos países, su convicción de que un examen apacible y respon-
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
801
sable del problema podría hacer prevalecer «las exigencias de la justicia, de la equidad y de
la prudencia como fundamento seguro y estable de la coexistencia fraternal» de los dos pueblos;
3. Que, en su alocución del 22 de diciembre de 1978 ante el Colegio de Cardenales, el
Santo Padre ha recordado las preocupaciones y los deseos que había expresado ya para la
búsqueda de los medios de salvaguardar la paz, tan vivamente deseada por los pueblos de los
dos países;
4. Que Su Santidad Juan Pablo II ha manifestado el deseo de enviar a las capitales de
los dos Estados a un representante especial para informaciones más directas y concretas sobre
las posiciones respectivas de las dos Partes para contribuir a la realización de un arreglo pacífico de la controversia;
5. Que esta noble iniciativa ha sido aceptada por los dos gobiernos;
6. Que habiendo sido designado para esta misión de paz, Su Eminencia el cardenal
Antonio Samore ha mantenido a partir del 26 de diciembre de 1978 conversaciones con las
más altas autoridades de los dos países y con sus colaboradores más inmediatos;
7. Que el 1.o de enero de 1979, fecha en la cual, por decisión pontificia, ha sido celebrada la jornada mundial de la paz, Su Santidad Juan Pablo II le ha referido a esta situación delicada y ha formulado votos para que las autoridades de los dos países, con una visión de futuro,
con imparcialidad y valor, sigan las vías de la paz y pueda alcanzarse lo más pronto posible
al objetivo de un arreglo justo y honorable;
8. Declarando que los dos gobiernos renuevan por el presente acuerdo, su reconocimiento al Soberano Pontífice Juan Pablo II por el envío de un representante especial. Deciden aprovechar el ofrecimiento de la Santa Sede de llevar a buen fin una negociación y, deseos de dar pleno
valor a esta iniciativa de la Santa Sede, convienen en rogarle que actúe como mediador a los
fines de guiarles en las negociaciones y de ayudarles en la búsqueda de una solución de la controversia que consideren la más adecuada. A este fin se tendrán en cuenta cuidadosamente las
posiciones sostenidas y desarrolladas por las Partes en las negociaciones que se han desarrollado en relación con el Acta de Puerto Montt y los trabajos a los que esta última ha dado lugar;
9. Los dos gobiernos llevarán a conocimiento de la Santa Sede los datos de la controversia así como los antecedentes y elementos que estimen pertinentes, especialmente los que
han sido tomados en consideración en el curso de las diversas negociaciones cuyos documentos, instrumentos y proyectos serán puestos a su disposición.
10. Los dos gobiernos declaran no hacer objeción a que la Santa Sede, en el curso de
estas negociaciones, exprese las ideas que le sugiera un estudio en profundidad de todos los
aspectos controvertidos del problema de la zona austral, en el espíritu de contribuir a un arreglo
pacífico y aceptable para las dos Partes. Éstas se declaran dispuestas a tomar en consideración las ideas que la Santa Sede pudiera expresar.
11. En consecuencia, por el presente acuerdo, concluido en el espíritu de las normas
contenidas en los instrumentos internacionales dirigidos a preservar la paz, los dos gobiernos
se unen a las preocupaciones de Su Santidad Juan Pablo II y reafirman desde ahora su voluntad de resolver la cuestión pendiente por la vía de la mediación.
Hecho en Montevideo el 8 de enero de 1979 y firmado en seis ejemplares de contenido
idéntico.
Por el Gobierno
de la República Argentina:
Carlos W. Pastor,
Ministro de Asuntos Exteriores.
Por el Gobierno
de la República de Chile:
Hernán Cubillos Sellato,
Ministro de Asuntos Exteriores.
[RGDIP, 1979, pp. 896-898.]
16.5.
ASUNTO DE LA CONTROVERSIA FRONTERIZA ENTRE ECUADOR Y PERÚ
Perú y Ecuador firmaron, el lunes 26 de octubre de 1998, un acuerdo de paz global y definitivo que debe poner fin a la controversia fronteriza más antigua de América Latina (el inicio
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MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
de este conflicto data de 1859 con la invasión de Ecuador por el general peruano Castilla).
Este acuerdo se alcanzó tras años de negociaciones intensas iniciadas, gracias a la mediación
de los cuatro Estados garantes del Pacto que han confirmado el trazado de la frontera definida en 1942 (Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos), después de los sangrientos enfrentamientos que opusieron a los dos países en enero de 1995 en la cordillera del Cóndor (declaración de paz de Itamaraty entre Ecuador y Perú de 17 de febrero de 1995, DAI, 1995 p. 177;
acuerdo de Santiago de 29 de octubre de 1996, DAI, 1996, p. 967: séptimo ciclo de conversaciones de fondo entre Ecuador y Perú, DAI, 1998, p. 260). Con este acuerdo, Ecuador abandona sus pretensiones sobre 200.000 Km2 de la Amazonia. Sin embargo, obtiene un enclave de
un kilómetro en Tiwinsa, en la «oreja» de la Cordillera del Cóndor, allí donde sus soldados
lograron una victoria militar sobre Perú en 1995. El Tratado da lugar al nacimiento de una
comisión encargada de resolver pacíficamente todos los problemas fronterizos. El mismo día
se firmaron otros dos tratados conexos relativos a la integración fronteriza y al comercio y la
navegación. Ambos conceden a Ecuador una soberanía funcional sobre la Amazonia.
En efecto, dos conflictos armados han enfrentado a estos Estados, en 1981 y en 1995, a
causa de la porción de territorio mal delimitada por el protocolo de 1942. En enero de 1981,
Ecuador lanzó una operación militar en esta zona tendente a establecer allí una cabeza de
puente. El Consejo de la OEA, convocado de urgencia a petición de Ecuador, se reunió en
Washington el 30 de enero y propuso la constitución de una comisión de investigación y
buenos oficios. Perú se opuso a ese proyecto alegando la competencia exclusiva del grupo de
cuatro Estados garantes del Protocolo de Río. Éstos obtuvieron la firma de un alto el fuego el
2 de febrero y una comisión de observadores formada por los cuatro garantes se encargó de
controlar su aplicación. El 25 de febrero de 1981, Ecuador y Perú convinieron en establecer
una zona desmilitarizada en su frontera común. A pesar del alto el fuego, los incidentes continuaron y se asistió a un nuevo enfrentamiento armado en enero de 1984.
La última guerra ecuato-peruana que estalló al final de enero de 1995 apenas ha sorprendido. La controversia fronteriza entre estas dos «naciones hermanas» resurgió regularmente
(ver Desmartis Isabelle, Fournier Julie y Legault Albert, «El conflicto ecuato-peruano»,
Relations Internationales et Stratégiques, n.o 18, 1995, pp. 53-61). Combates violentos
enfrentaron a las tropas de los dos países el 26 de enero. De acuerdo con el mismo escenario que en 1981, Ecuador y Perú firmaron un alto el fuego el 17 de febrero de 1995 en Itamaraty (Brasil) y los cuatro garantes enviaron sobre el terreno una misión de observadores. En
marzo, en la Declaración de Montevideo, los dos Estados decidieron la separación de sus
fuerzas y la desmilitarización de la zona en conflicto. Sin embargo, continuaron los combates y la controversia quedó en suspenso (Le Monde Diplomatique, marzo de 1995, p. 3).
Esta guerra no declarada mantenida en las inmediaciones de la Cordillera del Cóndor en
una zona inhóspita, ocupada por algunos indios jíbaros, habrá costado cerca de 208 millones de dólares.
Los negociadores de Perú y Ecuador alcanzaron, el 13 de mayo de 1999, un acuerdo sobre
la demarcación definitiva de un centenar de kilómetros de fronteras en las montañas de la
Cordillera del Cóndor, poniendo de este modo fin a una controversia que enfrentaba a los dos
países desde el siglo XIX. [RGDIP, 1999.1, pp. 187-189, 1999.3, p. 712.]
16.6. CONVENIO PARA EL ARREGLO PACÍFICO DE LOS CONFLICTOS INTERNACIONALES, HECHO EN LA HAYA EL 18 DE OCTUBRE DE 1907
[…]
TÍTULO TERCERO
DE LAS COMISIONES INTERNACIONALES DE INVESTIGACIÓN
Art. IX. En los litigios de orden internacional que no comprometan ni el honor ni los
intereses esenciales y que provengan de una divergencia de apreciación sobre puntos de
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
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hecho, las potencias signatarias juzgan útil que las partes que no hayan podido ponerse
de acuerdo por la vía diplomática, establezcan en cuanto las circunstancias lo permitan,
una Comisión internacional de investigación encargada de facilitar la solución de estos
litigios, esclareciendo por medio de un examen imparcial y concienzudo las cuestiones
del hecho.
Art. X. Las Comisiones internacionales de investigación se constituirán por Convenio
especial entre las partes en litigio.
El Convenio de investigación fijará los hechos que hayan de examinarse, el modo y plazo
para la formación de la Comisión y la extensión de los poderes de sus miembros determinará también, si procede, la presidencia de la Comisión y la facultad de sustituirla, el idioma
que empleara la Comisión y los que podrán usarse ante ella, así como la fecha en que cada
una de las partes deberá depositar su exposición de hechos, y, en general, todas las condiciones que las partes hayan convenido.
Si las partes juzgan necesario nombrar asesores, el Convenio de investigación determinará el modo de designarlos y la extensión de sus poderes.
[…]
Art. XXXV. El informe de la Comisión, limitado a la comprobación de los hechos no tiene
ningún carácter de sentencia arbitral. Deja a las Partes en entera libertad en cuanto a las consecuencias de esta comprobación.
16.7. ASUNTO DEL RED CRUSADER
Como resultado de su investigación sobre el Capítulo II, la Comisión estima:
1) que el Red Crusader ha sido detenido. Esta conclusión es establecida por las declaraciones del capitán Solling así como por los testimonios prestados por el patrón del Red
Crusader, el capitán Wood. Aunque éste ha negado formalmente su culpabilidad, sus respuestas implicaban claramente que, en aquel momento, consideraba haber sido debidamente
detenido por pesca ilegal. Las notas que figuran en el carnet rojo del patrón del pesquero y
en el diario de a bordo del Red Crusader no dejaban tampoco ningún lugar a dudas sobre
este punto
2) que el capitán Wood, después de haber obedecido durante un cierto tiempo a la orden
que le había dado el capitán Solling, cambió de parecer mientras se dirigía hacia Thorshavn
y puso en ejecución un plan concertado con su tripulación, en virtud del cual intentó escaparse y sustraerse a la competencia de una autoridad que él, en un principio, había aceptado de
buen grado;
3) que, durante este intento de huida, el capitán del Red Crusader adoptó una serie de
disposiciones con el fin de tener alejados al teniente Bech y al cabo Kropp durante un cierto
tiempo, con la intención de llevarlos a Aberdeen;
4) que, al abrir fuego desde las 3 h. 22 hasta las 3 h. 53, el comandante del Niels Ebbesen
ha excedido, a doble título, el uso legítimo de la fuerza armada:
a) al efectuar disparos de cañón sin advertencia;
b) al poner en peligro vidas humanas a bordo del Red Crusader sin necesidad demostrada, pues los disparos de proyectiles reales continuaron después de las 3 h. 40 min.
La huida del Red Crusader en flagrante violación de la orden recibida y aceptada, el alejamiento de un oficial y de un marinero del Niels Ebbesen que se encontraban a bordo del
pesquero, y la negativa del capitán Wood a detenerse pueden explicar un cierto resentimiento por parte del capitán Solling. No obstante, estas circunstancias no podrían justificar una
acción tan violenta. La Comisión opina que hubieran podido ser utilizados otros medios, los
cuales, de haber sido llevados a cabo correctamente, habrían podido persuadir finalmente al
capitán Wood para que detuviera y volviera al procedimiento normal que él mismo había
aceptado anteriormente;
5) que la evaluación propuesta por el gobierno británico sobre los daños sufridos por
el Red Crusader a causa de los disparos, ha sido considerada razonable por el agente de
Dinamarca. [RGDIP, 1962, pp. 599-600.]
804
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
16.8. ASUNTO DE LOS NAVÍOS GORM Y SVAVA. INFORME DE LA COMISIÓN DE
CONCILIACIÓN
ACTA
El abajo firmante Emil Sandström, Presidente de la Comisión Permanente de Conciliación belgo-danesa, declara
1.o que he sido invitado por cartas de 29 de enero de 1952 que me eran dirigidas por los
representantes en Estocolmo de los gobiernos belga y danés a proceder a cualquier medida
susceptible de conducir a una conciliación en un litigio surgido con respecto a los vapores
daneses «Gorm» y «Svava» que habían sido objeto de ciertas medidas adoptadas en Amberes,
después de la invasión alemana de Bélgica, en mayo de 1940, por las autoridades belgas,
2.o que dicha Comisión, además de mi persona, comprende los cuatro miembros siguientes:…
3.o que después de finalizado el procedimiento escrito la Comisión se ha reunido en
Estocolmo los días…
4.o que ha oído a los agentes y consejeros de las Partes en sus explicaciones, especialmente en respuesta a las cuestiones que (esta Comisión) les ha planteado…
5.o que en su sesión final de 12 de septiembre y en nombre de la Comisión he hecho a
los representantes de las Partes una exposición verbal de las conclusiones a las que había
llegado la Comisión con respecto a los hechos en causa, al mismo tiempo que de las opiniones que habían sido avanzadas en el seno de la Comisión,
6.o que, a continuación, he expuesto a las Partes los términos de un acuerdo propuesto
por la Comisión unánimemente, del cual les he remitido el texto rubricado por mí y destinado a resolver los principios a adoptar en el arreglo del asunto,
7.o que he comunicado a las Partes que la Comisión les fijaba un plazo de un mes para
hacerme saber si aceptaban los términos del acuerdo propuesto,
8.o que he sido informado… de que el gobierno danés ha aceptado los términos del
acuerdo, y que por su lado el gobierno belga… acepta igualmente los términos del acuerdo
propuesto,
9.o que he constatado en consecuencia que las partes han llegado a un acuerdo sobre los
principios a adoptar para el arreglo del litigio relativo a los navíos «Gorm» y «Svava», a sus
cargamentos y a sus tripulaciones,
10.o que los principios a adoptar son los siguientes,
en lo que se refiere al navío «Gorm» y su cargamento,...
en lo que se refiere al cargamento del «Svava»,...
en lo que se refiere a los fletes de mercancías,...
en lo que se refiere a las tripulaciones,...
en lo que se refiere a los intereses,...
11.o que la misión de la Comisión permanente de conciliación se encuentra de este modo
provisionalmente finalizada,
12.o que la Comisión invita a las partes a ponerse de acuerdo, en los tres meses siguientes a la presente, sobre el montante de las indemnizaciones a pagar, estando entendido que si
a la expiración de este plazo no se han puesto de acuerdo, estará permitido a cualquiera de
ellas dirigirse de nuevo a la Comisión para conciliarlas.
Estocolmo, el 10 de octubre de 1952
El Presidente de la Comisión
Los abajo firmantes miembros de la Comisión declaran confirmar el presente acta. [RGDIP,
1953, pp. 369-371.]
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
3.
805
EL ARBITRAJE INTERNACIONAL
16.9. ALGUNAS CLÁUSULAS COMPROMISORIAS DE ARREGLO PACÍFICO DE
CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
A) Tratado de paz y amistad entre España y la República de Honduras, hecho el 28 de
agosto de 1895
[…]
Art. 2. Toda cuestión o diferencia entre España y Honduras sobre la interpretación de
tratados existentes, o sobre algún punto no previsto en ellos si no pudiere ser arreglada amistosamente, será sometida al arbitraje de una potencia amiga, propuesta y aceptada de común
acuerdo (Alcubilla, ap. 1896, pp. 382-383).
B) Tratado de amistad entre España y Turquía, hecho el 16 de abril de 1959
[...]
Art. 4. Cualquier diferencia jurídica que pueda surgir entre las Altas Partes Contratantes y que no hubiese podido ser resuelta de manera amistosa, en un plazo razonable, por los
procedimientos diplomáticos ordinarios, será resuelta de conformidad con el procedimiento
previsto en el Tratado hispano-turco de Conciliación, de Arreglo Judicial y de Arbitraje, de
28 de abril de 1930.
Si las Altas Partes Contratantes juzgasen preferible en un caso determinado, el empleo de
un procedimiento de arreglo pacífico no previsto en el Tratado mencionado más arriba, se
pondrán de acuerdo, por un convenio especial, sobre el procedimiento que decidieran aplicar
(BOE, 8 de marzo de 1961).
C) Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes,
10 de diciembre de 1984
[...]
Art. 30. 1. Las controversias que surjan entre dos o más Estados Partes con respecto a la interpretación o aplicación de la presente Convención, que no puedan solucionarse mediante negociaciones, se someterán a arbitraje a petición de uno de ellos. Si en el
plazo de seis meses contados a partir de la fecha de presentación de la solicitud de arbitraje las Partes no consiguen ponerse de acuerdo sobre la forma del mismo, cualquiera de las
Partes podrá someter la controversia a la Corte Internacional de Justicia, mediante una
solicitud presentada de conformidad con el Estatuto de la Corte (BOE, 9 de noviembre de
1987).
D) Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, 10 de diciembre de 1982
[...]
Art. 287. Elección del procedimiento.—1. Al firmar o ratificar esta Convención o al
adherirse a ella, o en cualquier momento ulterior, los Estados podrán elegir libremente, mediante una declaración escrita, uno o varios de los medios siguientes para la solución de las controversias relativas a la interpretación o la aplicación de la Convención.
a) el Tribunal Internacional del Derecho del Mar constituido de conformidad con el
Anexo VI;
b) la Corte Internacional de Justicia;
c) un tribunal arbitral constituido de conformidad con el Anexo VII;
806
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
d) un tribunal arbitral especial, constituido de conformidad con el Anexo VIII, para una
o varias de las categorías de controversias que en él se especifican;
2. Ninguna declaración hecha conforme al párrafo 1 afectará a la obligación del Estado
Parte de aceptar la competencia de la Sala de Controversias de los Fondos Marinos del Tribunal Internacional del Derecho del Mar en la medida y en la forma establecidas en la sección
5.a de la Parte XI, ni resultará afectada por esa obligación.
3. Se presumirá que el Estado Parte que sea parte en una controversia no comprendida en
una declaración en vigor ha aceptado el procedimiento de arbitraje previsto en el Anexo VII.
4. Si las partes en una controversia han aceptado el mismo procedimiento para la solución
de la controversia, ésta sólo podrá ser sometida a ese procedimiento, a menos que las partes
convengan en otra cosa.
5. Si las partes en una controversia no han aceptado el mismo procedimiento para la
solución de la controversia, ésta sólo podrá ser sometida al procedimiento de arbitraje previsto en el Anexo VII, a menos que las partes convengan en otra cosa.
[…]
16.10. COMPROMISO DE ARBITRAJE RELATIVO A LA DELIMITACIÓN DE LA
PLATAFORMA CONTINENTAL ENTRE GRAN BRETAÑA Y FRANCIA,
HECHO EL 10 DE JULIO DE 1975
El Gobierno del Reino Unido de Gran Bretaña y de Irlanda del Norte y el Gobierno de la
República Francesa.
Considerando que ha sido alcanzado un acuerdo de principio entre los dos Gobiernos sobre
la delimitación de las partes de la plataforma continental de la Mancha situada al este de la
longitud 30 minutos oeste del meridiano de Greenwich que pertenecen a cada uno de ellos;
Considerando que han aparecido divergencias entre ambos gobiernos en lo que se refiere
a la delimitación de las partes de la plataforma continental situada al oeste de la longitud 30
minutos oeste de este meridiano que pertenecen a cada uno de ellos y que no han podido ser
resueltas por medio de la negociación.
Considerando la urgencia en resolver estas divergencias a través de un procedimiento de
arbitraje que se pronunciaría rápidamente sobre los problemas que aún siguen en litigio.
Han convenido lo que sigue:
Art. 1. 1. El tribunal arbitral (a partir de ahora denominado el tribunal) estará compuesto por:
Señor Paul Reuter, nombrado por el gobierno francés;
Sir Humphrey Waldock, nombrado por el gobierno del Reino Unido;
Señor Herbert Briggs;
Señor Erik Castren;
Señor Endre Ustor;
El presidente del tribunal será el señor Erik Castren.
2. En caso de que el presidente o cualquier otro miembro del Tribunal estuviera inhabilitado para actuar o fuera a estarlo, la vacante será cubierta por un nuevo miembro designado por el gobierno que hubiera nombrado al miembro que debe ser reemplazado en el caso
de los dos miembros nombrados por el gobierno francés y el gobierno del Reino Unido o por
acuerdo entre los dos países en el caso del presidente o de los otros dos miembros.
Art. 2. 1. Se solicita al tribunal que, conforme a las normas del Derecho internacional
aplicables en la materia entre las partes, decida sobre la cuestión siguiente:
¿Cuál es el trazado de la línea (o de las líneas) que delimitan las partes de la plataforma
continental que pertenecen respectivamente a la República francesa y al Reino Unido así como
a las islas anglonormandas, al oeste de la longitud 30 minutos oeste del meridiano de Greenwich y hasta la isóbata 1.000 metros?
2. La elección de la isóbata 1.000 metros no prejuzga la posición de uno u otro gobierno en lo que se refiere al límite exterior de la plataforma continental.
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
807
Art. 3. 1. El tribunal, bajo reserva de las disposiciones del compromiso de arbitraje,
decidirá sobre su procedimiento y sobre todas las cuestiones relativas al desarrollo del
arbitraje.
2. En ausencia de unanimidad, las decisiones del tribunal relativas a todas las cuestiones que se refieran tanto al fondo como al procedimiento serán adoptadas por mayoría de sus
miembros, incluidas todas las cuestiones que afecten a la competencia del tribunal, la interpretación del compromiso y la decisión relativa a la cuestión enunciada en el artículo 2 anterior.
Art. 4. 1. Cada una de las Partes designará, en un plazo de catorce días a partir de la
firma del presente compromiso, un agente para las necesidades del arbitraje, y comunicarán
el nombre y la dirección de sus respectivos agentes a la otra Parte y al tribunal.
2. Cada agente así designado estará habilitado para nombrar un asistente para que, llegado el caso, actúe en su lugar. El nombre y la dirección del asistente así designado serán comunicados de la misma forma.
Art. 5. El tribunal, después de consultar con los dos agentes, designará un secretario y establecerá su sede en un lugar fijado de acuerdo con las Partes. Hasta que no haya sido determinada su
sede, el tribunal podrá reunirse en el lugar elegido provisionalmente por su presidente.
Art. 6. 1. Los procedimientos serán escritos y orales.
2. Sin prejuzgar ninguna cuestión relativa a la carga de la prueba, las Partes han convenido en que los procedimientos escritos consistirán en:
a) Una memoria que sera presentada por cada una de las Partes, a más tardar, seis meses
después de la firma del presente compromiso;
b) Una contramemoria que será presentada por cada una de las Partes en un plazo de
seis meses después del intercambio de las memorias;
c) Cualquier otro documento que el tribunal considerara necesario.
El tribunal, a solicitud de una de las Partes, podrá prolongar los plazos fijados anteriormente.
3. El secretario notificará a las Partes una dirección para el depósito de sus alegaciones
escritas y de cualquier otro documento.
4. El procedimiento oral seguirá al procedimiento escrito y se celebrará en privado en el
lugar y fecha determinados por el tribunal después de consultar a los dos agentes.
5. Las Partes pueden estar representadas en el procedimiento oral por sus agentes y por
todos aquellos consejeros expertos que puedan designar.
Art. 7. 1. Las alegaciones escritas y orales serán en francés o en inglés; las decisiones
del tribunal serán en estos dos idiomas.
2. El tribunal, en la medida de sus necesidades, procurará traducciones e interpretaciones, estará habilitado para contratar personal de secretaría y adoptará todas las medidas necesarias en cuanto a los locales y a la compra o alquiler de equipamiento.
Art. 8. 1. La remuneración de los miembros del tribunal será sufragada a partes iguales
por los dos gobiernos.
2. Las costas generales del arbitraje serán sufragadas a partes iguales por los dos gobiernos, pero cada gobierno sufragará los gastos propios realizados en o para la preparación y la
presentación de sus tesis.
Art. 9. 1. Cuando hayan finalizado los procedimientos ante el tribunal, éste hará saber
a los dos gobiernos su decisión en cuanto a la cuestión enunciada en el artículo 2 del presente compromiso. Esta decisión debe comprender el trazado de la línea o de las líneas sobre un
mapa. Con esta finalidad, el tribunal estará habilitado para designar uno o varios expertos
técnicos para asistirle en la preparación de este mapa.
2. La decisión será plenamente motivada.
3. La decisión del tribunal no expresa en todo o en parte la opinión unánime de sus
miembros, cada uno de ellos tendrá derecho a añadir la exposición de su opinión individual.
4. Cualquier cuestión relativa a la subsiguiente publicación de los debates será regulada por acuerdo entre los dos gobiernos.
Art. 10. 1. Los dos gobiernos han convenido en aceptar como definitiva y obligatoria
para ellos la decisión del Tribunal relativa a la cuestión enunciada en el artículo 2 del presente compromiso.
808
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
2. En los tres meses siguientes a la adopción de la decisión, cualquier Parte puede someter
al tribunal cualquier discrepancia entre las Partes en lo que se refiere a la interpretación y el
alcance de la decisión.
Art. 11. 1. En cualquier momento antes de que el tribunal haya emitido su decisión, una
Parte que desee efectuar cualquier actividad sobre la parte de la que ella considera que es su
plataforma continental en la región sometida al arbitraje deberá, bajo reserva de las otras
disposiciones del presente artículo, obtener el consentimiento previo de la otra Parte.
2. Si tal demanda es presentada por una de las partes, la otra Parte no podrá negar su
consentimiento durante más de un mes, ni, si lo da en ese plazo, someterlo a condiciones que
hagan valer que la medida prevista afecta a una zona que tiene la intención de reivindicar o
que podría reivindicar como formando parte de su plataforma continental en cualquier fase
del procedimiento del arbitraje.
3. La Parte que niegue su consentimiento o que lo someta a condiciones deberá, notificándolo a la otra Parte, describir brevemente los argumentos en base a los cuales justifica su
posición.
4. En el caso de que la Parte que haya presentado la solicitud estuviera en desacuerdo
con la justificación presentada, podrá someter la cuestión al tribunal para que decida.
5. Sin perjuicio de las disposiciones del párrafo 4, cada una de las Partes podrá someter
al tribunal, para decisión, cualquier litigio relativo a la interpretación o a la aplicación del
presente artículo.
6. El tribunal decidirá lo más pronto posible sobre cualquier cuestión que le sea sometida en aplicación de los párrafos 4 y 5 y podrá adoptar cualquier medida provisional que estime
útil para proteger los intereses de cada una de las Partes.
Art. 12. El presente compromiso entrará en vigor en la fecha de su firma.
En fe de lo cual, los abajo firmantes, debidamente autorizados por sus respectivos gobiernos, han firmado el presente compromiso.
Hecho en doble ejemplar, en París, el 10 de julio de 1915, en los idiomas francés e inglés,
dando fe igualmente los dos textos.
Por el Gobierno del Reino-Unido
de Gran Bretaña y de Irlanda del Norte
Edward E. Tomkins
Por el Gobierno de la República francesa:
G. De Courcel
[RGDIP, 1976, pp. 677-681.]
16.11. SENTENCIA ARBITRAL DE 21 DE OCTUBRE DE 1994 EN LA CONTROVERSIA SOBRE EL RECORRIDO DE LA TRAZA DEL LÍMITE ENTRE EL HITO 62 Y
EL MONTE FITZ ROY (ARGENTINA/CHILE)
[...]
61. El artículo I del Compromiso atribuye al Tribunal un mandato específico en los
siguientes términos:
«Ambas Partes solicitan de este Tribunal Arbitral (en adelante “el Tribunal”) que
decida el recorrido de la traza del límite en el sector comprendido entre el Hito 62 y
el Monte Fitz Roy, de la Región definida en el número 18 del Informe del Tribunal
Arbitral de 1902 y analizada en detalle en el párrafo final del número 22 del citado
informe».
El artículo III del compromiso señala:
«El Tribunal decidirá interpretando y aplicando el Laudo de 1902 conforme al
derecho internacional».
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
809
Por su parte el artículo XI del mismo agrega:
«El Tribunal tendrá facultades para interpretar el compromiso, pronunciarse
sobre su propia competencia y fijar las normas de procedimiento que no hayan sido
pactadas por las Partes».
62. Antes de decidir acerca de los puntos objeto de la presente controversia el Tribunal
estima conveniente precisar algunas ideas sobre su naturaleza, sobre el derecho aplicable y
sobre el alcance de sus funciones, temas sobre los cuales se han emitido opiniones diferentes
en el curso del proceso.
63. Este Tribunal es un órgano jurisdiccional autónomo instituido por el Compromiso
del 31 de octubre de 1991, dentro del marco del Tratado de Paz y Amistad de 1984. Este Tribunal no es el sucesor del Rey Eduardo VII, ni depende de ningún otro órgano arbitral, sino que
es enteramente autónomo. Su función está indicada con claridad en el Compromiso y consiste en decidir el recorrido de la traza del límite entre el hito 62 y el monte Fitz Roy fijada en
el Laudo de 1902, el cual ha sido reconocido por las Partes como res judicata y que no está
sujeto a ningún procedimiento de revisión, apelación o nulidad.
64. Para determinar la naturaleza jurisdiccional, administrativa o política de un órgano
creado por dos o más Estados con el encargo de resolver una controversia, la práctica internacional recurre a las características del procedimiento seguido por esos Estados ante dicho
órgano (cfr. art. 3, párr. 2 del Tratado de Lausana. Frontera entre Turquía e Irak, CPJI Serie
B, n.o 12, pp. 26 y 27; Sentencia en la cuestión de un arbitraje relativo a la frontera entre los
Emiratos de Dubai y Sharjah, 1981, p. 58). En este sentido, el procedimiento seguido ante
este Tribunal por las Partes es propio de un órgano jurisdiccional. Así se deduce del Compromiso y de las disposiciones correspondientes del Tratado de Paz y Amistad. Entre las características del procedimiento, cabe subrayar la facultad del Tribunal de decidir sobre su propia
competencia (art. 29 del anexo I del Tratado de 1894: art. XI del Compromiso), lo cual es
típico de los órganos jurisdiccionales.
65. El Tribunal está llamado a decidir el recorrido de la traza del límite en un sector de
la frontera. Esta decisión debe ser tomada fundándose en el Laudo de 1902, que el Tribunal
debe interpretar y aplicar conforme al derecho internacional. En ese orden de ideas, el Tribunal no está limitado por el texto del Laudo sino que puede aplicar cualquier norma del orden
jurídico internacional vigente para las Partes.
66. De conformidad con el Compromiso, el Tribunal debe interpretar y aplicar el Laudo
de 1902. Se ha planteado una diferencia entre las Partes acerca de cuáles instrumentos constituyen el Laudo. La Argentina sostiene que forman parte de él la decisión propiamente dicha,
el Informe del Tribunal y el mapa del Árbitro. Chile, por su parte, agregó a ellos, en alguna
instancia del proceso, un cuarto elemento que es la demarcación.
El artículo V del Laudo de 1902 trata la cuestión al precisar:
«Una definición más detallada de la línea de frontera se encontrará en el informe que Nos ha sido sometido por Nuestro Tribunal y en los mapas suministrados
por los expertos de las Repúblicas Argentina y de Chile sobre los cuales el límite
que hemos decidido ha sido trazado por los miembros de Nuestro Tribunal aprobado por Nos.»
Por su parte, la Sentencia de 1966 consideró que el Laudo de 1902 está constituido por la
decisión propiamente dicha, el Informe del Tribunal y el mapa del Árbitro (RIAA, vol. XVI,
p. 174). En el presente caso este Tribunal no encuentra razones para apartarse del precedente mencionado.
[…]
77. La competencia de los jueces internacionales está limitada por las atribuciones que
las Partes en el caso les otorgan. Sus poderes están igualmente limitados por las pretensiones
máximas que ellas demanden en el proceso. Exceder unas u otros implica decidir ultra vires
810
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
y viciar el fallo de nulidad por exces de pouvoir. La misma regla es aplicable a la interpretación de sentencias. La Corte Internacional de Justicia ha establecido:
«La interpretación no puede exceder en ningún caso los límites de la sentencia,
tal como los han fijado de antemano las conclusiones de las Partes» (Demanda de
interpretación de la Sentencia de 20 de noviembre de 1950 en el asunto del derecho
de asilo. Sentencia de 27 de noviembre de 1950. CIJ Recueil, 1950, p. 403).
[Original mecanografiado, pp. 44-50.]
4.
A)
a)
EL ARREGLO JUDICIAL
La competencia contenciosa
La aceptación de la jurisdicción del TIJ
16.12. DECLARACIÓN DE ESPAÑA ACEPTANDO LA JURISDICCIÓN OBLIGATORIA DEL TIJ
En fecha 29 de octubre de 1990, España depositó en la sede de las Naciones Unidas la
siguiente:
DECLARACIÓN
1. Tengo el honor de declarar en nombre del Gobierno español, que el Reino de España
reconoce como obligatoria ipso facto, y sin necesidad de convenio específico, la jurisdicción
del Tribunal Internacional de Justicia, conforme a lo dispuesto en el párrafo 2, del artículo 36
del Estatuto de dicho Tribunal, respecto a cualquier otro Estado que haya aceptado la misma
obligación, bajo condición de reciprocidad, en las controversias de orden jurídico no comprendidas en los supuestos y excepciones siguientes:
a) Controversias respecto de las cuales el Reino de España y la otra u otras partes hayan
convenido o convengan recurrir a un medio pacífico distinto de arreglo de la controversia.
b) Controversias en las que la otra parte o partes hayan aceptado la jurisdicción obligatoria del Tribunal únicamente en lo que concierne a la controversia de que se trate o para fines
exclusivos de la misma.
c) Controversias en las que la otra parte o partes hayan aceptado la jurisdicción obligatoria del Tribunal con menos de doce meses de antelación a la fecha de presentación de la
solicitud escrita incoando el procedimiento correspondiente ante el Tribunal.
d) Controversias surgidas antes de la fecha de remisión de la presente Declaración al
Secretario General de las Naciones Unidas para su depósito, o relativas a hechos o situaciones acaecidas con anterioridad a dicha fecha, aunque dichos hechos o situaciones puedan
seguir manifestándose o surtiendo efectos con posterioridad a la misma.
2. El Reino de España podrá completar, modificar o retirar, en cualquier momento, en
todo o en parte, las reservas arriba mencionadas, así como cualesquiera otras que pudiese
formular en el futuro, mediante notificación dirigida al Secretario General de las Naciones
Unidas. Estas modificaciones tendrán efectos a partir de la fecha de su recepción por el Secretario General de las Naciones Unidas.
3. La presente Declaración, que se remite para su depósito al Secretario General de
las Naciones Unidas, de conformidad con lo dispuesto en el párrafo 4 del artículo 36 del
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
811
Estatuto del Tribunal Internacional de Justicia, permanecerá en vigor mientras no sea retirada por el Gobierno español o reemplazada por otra declaración de dicho Gobierno.
La retirada de la Declaración tendrá efectos una vez transcurrido un período de seis meses,
contados a partir de la recepción por el Secretario General de las Naciones Unidas de la notificación correspondiente del Gobierno español. Sin embargo, respecto a Estados que hubieran
establecido un período inferior a seis meses entre la notificación y la producción de efectos
de la retirada de su Declaración, la retirada de la Declaración española surtirá efectos una vez
transcurrido dicho plazo más breve. [BOE, 16 de noviembre de 1990.]
16.13. OTRAS DECLARACIONES DE ACEPTACIÓN DE LA JURISDICCIÓN OBLIGATORIA DEL TIJ
NICARAGUA
En nombre de la República de Nicaragua, declaro reconocer como obligatoria y sin condición la jurisdicción del Tribunal Permanente de Justicia Internacional.
Ginebra, el 24 de septiembre de 1929.
(Firmado) T. F. Medina
[CIJ Annuaire, 1998-1999, p. 118.]
CAMERÚN
3 de marzo de 1994
Por orden del Gobierno de la República del Camerún, tengo el honor de declarar que:
El Gobierno de la República del Camerún, de conformidad con el párrafo 2 del artículo
36 del Estatuto de la Corte, reconoce como obligatoria ipso facto y sin convenio especial,
respecto a cualquier otro Estado que acepte la misma obligación, la jurisdicción de la Corte
en todas las controversias de carácter jurídico.
La presente declaración permanecerá en vigor durante un período de cinco años, transcurrido el cual continuará en vigor a menos que el Gobierno de la República del Camerún haga
una declaración en sentido contrario o envíe una modificación por escrito a la misma.
Firmado, Ferdinand Léopold Oyono, Ministro de Asuntos Exteriores. [CIJ Annuaire, 19981999, pp. 95-96.]
HUNGRÍA
22 de octubre de 1992
La República de Hungría reconoce por la presente como obligatoria ipso facto y sin convenio
especial, bajo condición de reciprocidad, la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia, de
conformidad con el párrafo 2 del artículo 36 del Estatuto de la Corte, en todas las controversias que
surjan respecto de hechos o de situaciones posteriores a la presente declaración y que no sean:
a) Controversias respecto de las cuales las partes en las mismas hayan convenido o vayan
a convenir recurrir a algún otro método de arreglo pacífico de controversias;
b) controversias respecto de asuntos que, según el derecho internacional, competan exclusivamente a la jurisdicción interna de la República de Hungría;
c) controversias que guarden relación o estén conectadas con hechos o situaciones de
hostilidades, guerra, conflictos armados, acciones individuales o colectivas tomadas en legítima defensa o en cumplimiento de cualesquiera funciones según cualquier resolución o recomendación de las Naciones Unidas, y otras medidas o situaciones similares o afines en que la
República de Hungría esté o haya estado o pueda verse implicada en el futuro;
d) controversias respecto de las cuales cualquier otra parte en las mismas haya aceptado la jurisdicción obligatoria de la Corte únicamente en relación con dicha controversia o a
efectos de la misma, o cuando la aceptación de la jurisdicción obligatoria de la Corte en nombre
812
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
de cualquier otra parte en la controversia hubiere sido depositada con menos de doce meses
de antelación a la presentación de la solicitud por la que se somete la controversia a la Corte.
El Gobierno de la República de Hungría se reserva el derecho en cualquier momento, por
medio de una notificación dirigida al Secretario General de las Naciones Unidas y con efecto
a los seis meses de dicha notificación, a modificar, ampliar o retirar cualquiera de las reservas anteriores o cualquiera de las que se hayan añadido posteriormente.
La presente declaración permanecerá en vigor hasta la expiración del plazo de seis meses
siguientes a la notificación de su terminación.
Firmado Dr. Geza Jeszenszky, Ministro de Asuntos Exteriores de la República de Hungría.
[CIJ Annuaire, 1998-1999, pp. 106-107.]
16.14. TIJ. ASUNTO DE LA COMPETENCIA EN MATERIA DE PESQUERÍAS (ESPAÑA
C. CANADÁ). SENTENCIA DE 4 DE DICIEMBRE DE 1998
[...]
44. El Tribunal recuerda que la interpretación de las declaraciones formuladas en virtud
del párrafo 2 del artículo 36 del Estatuto y de las reservas que contiene tiene como fin establecer si ha sido prestado un consentimiento mutuo a su competencia.
Corresponde a cada Estado, cuando formula su declaración, decidir los límites que asigna
a su aceptación de la jurisdicción del Tribunal: «la jurisdicción no existe más que en los términos en que ha sido aceptada» (Fosfatos de Marruecos, sentencia, 1938, CPJI, serie A/B, n.o
74, p. 23). Las condiciones o reservas, por el hecho de su redacción, no tienen por efecto
derogar una aceptación de carácter más amplio ya dada. Sirven ante todo para determinar el
alcance de la aceptación por el Estado de la jurisdicción obligatoria del Tribunal; no existe,
por lo tanto, ninguna razón para atribuirles una interpretación restrictiva. Todos los elementos de una declaración formulada en virtud del párrafo 2 del artículo 36 del Estatuto, que,
tomados en conjunto, comportan la aceptación de la competencia del Tribunal por el Estado
autor de la declaración, deben ser interpretados como formando un todo, al que deben ser
aplicados los mismos principios jurídicos de interpretación.
45. Esto es cierto incluso cuando, como en el presente caso, los términos pertinentes de
la aceptación por un Estado de la competencia del Tribunal, así como los límites incluidos en
esta aceptación, modifican la expresión anterior de un consentimiento dado de forma más
amplia. Una reserva adicional incluida en una nueva declaración de aceptación de la jurisdicción del Tribunal, que reemplace a una declaración anterior, no debe ser interpretada como
derogatoria de una aceptación más general dada en la declaración anterior; no existe, pues,
ninguna razón para interpretar tal reserva de forma restrictiva. Así, es la declaración tal y
como existe la única que constituye el conjunto a interpretar, y las mismas reglas de interpretación deben ser aplicadas a todas sus disposiciones, incluidas las reservas que contiene.
46. Una declaración de aceptación de la jurisdicción obligatoria del Tribunal, haya sido
o no provista de límites precisos. Constituye un acto unilateral que compete a la soberanía
del Estado. Al mismo tiempo, establece un vínculo consensual y abre la posibilidad de una
relación jurisdiccional con los otros Estados que hayan formulado una declaración en virtud
del párrafo 2 del artículo 36 del Estatuto. Y constituye una «oferta permanente a los otros
Estados partes en el Estatuto que no hayan remitido todavía declaración de aceptación» [Frontera terrestre y marítima entre Camerún y Nigeria (Camerún c. Nigeria), excepciones preliminares, CIJ Recueil, 1998, par. 25]. El régimen que se aplica a la interpretación de las declaraciones formuladas en virtud del artículo 36 del Estatuto no es idéntico al establecido para
la interpretación de los tratados por la Convención de Viena de 1969 sobre el derecho de los
tratados (ibid., par. 30). En sus exposiciones, España ha declarado que «esto no significa que
las reglas jurídicas y el arte de interpretación de las declaraciones (y las reservas) no coincidan con aquellas que rigen la interpretación de los tratados». El Tribunal hace notar que las
disposiciones de la Convención de Viena únicamente pueden aplicarse por analogía en la
medida en que resulten compatibles con el carácter sui generis de la aceptación unilateral de
la jurisdicción del Tribunal.
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
813
47. De hecho, el Tribunal ha precisado en sentencias anteriores las reglas a seguir para
la interpretación de las declaraciones y de las reservas en ellas contenidas. Toda declaración
«debe ser interpretada tal y como se presente, teniendo en cuenta las palabras efectivamente
empleadas» (Anglo-Iranian Oil Co., excepción preliminar, sentencia, CIJ Recueil, 1957, p.
27). Así, las declaraciones y las reservas deben ser consideradas como un todo. Además, «el
Tribunal no podrá fundarse sobre una interpretación puramente gramatical del texto. Debe
buscar la interpretación que esté en armonía con la manera natural y razonable de leer el texto»
(Anglo-Iranian Oil Co., excepción preliminar, sentencia, CIJ Recueil, 1952, p. 104).
48. Por otra parte, dado que una declaración en virtud del párrafo del artículo 36 del
Estado es un acto redactado unilateralmente, el Tribunal no ha dejado de poner el acento sobre
la intención del Estado que deposita tal declaración. De nuevo, en el asunto de la Anglo-Iranian
Oil Co., el Tribunal ha juzgado que los términos restrictivos elegidos en la declaración de Irán
eran «una confirmación decisiva de la intención del Gobierno de Irán, cuando ha aceptado la
jurisdicción obligatoria del Tribunal» (ibid., p. 107).
49. El Tribunal interpreta, pues, los términos pertinentes de una declaración, comprendiendo las reservas que figuren en ella, de una manera natural y razonable, teniendo debidamente en cuenta la intención del Estado concernido en la época en que éste ha aceptado la
jurisdicción obligatoria del Tribunal. La intención del Estado que ha formulado una reserva
puede ser deducida no solamente del texto mismo de la cláusula pertinente, sino también del
contexto en el que ésta debe ser leída y del examen de los elementos de prueba relativos a las
circunstancias de su elaboración y a los objetivos buscados. En el asunto de la Plataforma
continental del Mar Egeo, el Tribunal afirmó que resultaba claramente de su jurisprudencia
que para interpretar la reserva en causa,
«convenía tomar en consideración la intención del Gobierno de Grecia en la época
en que éste depositó su instrumento de adhesión al Acta General. En efecto, habida
cuenta de esta jurisprudencia el Tribunal ha solicitado a este gobierno que le proporcione todos los elementos de los que dispone respecto de las explicaciones dadas
en la época relativas al instrumento de adhesión.» (Plataforma continental del Mar
Egeo, sentencia, CIJ Recueil, 1978, p. 29, par. 69).
En el presente asunto, el Tribunal dispone de tales explicaciones bajo la forma de declaraciones ministeriales, de debates parlamentarios, de proyectos legislativos y de comunicados de prensa canadienses.
50. Por otra parte, cuando una declaración existente ha sido reemplazada por una nueva
declaración que contiene una reserva, como en el presente asunto, se pueden establecer también
las intenciones del gobierno interesado comparando los términos de los dos instrumentos.
51. La regla contra proferentem puede jugar cierto papel en la interpretación de las disposiciones convencionales. Sin embargo, del análisis precedente resulta que esta regla no juega
ningún papel en este caso respecto de la interpretación de la reserva contenida en la declaración unilateral formulada por Canadá en virtud del párrafo 2 del artículo 36 del Estatuto.
52. Las dos Partes se han referido delante del Tribunal al principio del efecto útil. Este
principio juega ciertamente un papel importante en el derecho de los tratados y en la jurisprudencia de este Tribunal, sin embargo, tratándose de una reserva a una declaración formulada en virtud del párrafo 2 del artículo 36 del Estatuto, lo exigido en primer lugar es que ésta
sea interpretada de manera compatible con el efecto buscado por el Estado autor.
53. España sostiene que en caso de duda las reservas que figuran en las declaraciones
deben ser interpretadas de manera que sean compatibles con el derecho existente y que ninguna interpretación incompatible con el Estatuto del Tribunal, la Carta de las Naciones Unidas
o el Derecho internacional general puede ser admitida. Llama la atención sobre la conclusión
siguiente del Tribunal en el asunto del Derecho de paso por territorio indio, en el que el Tribunal debía pronunciarse sobre la compatibilidad de una reserva con el Estatuto:
«Es una regla de interpretación que un texto que emana de un gobierno debe,
en principio, ser interpretado como produciendo y estando destinado a producir
efectos conformes y no contrarios al Derecho existente.» (Derecho de paso por
territorio indio, excepciones preliminares, sentencia, CIJ Recueil, 1957, p. 142).
814
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
España hace valer que, para conformarse a estos preceptos, hay que interpretar la expresión «las controversias a las que podrían dar lugar las medidas de gestión y de conservación
adoptadas por Canadá para los buques que pesquen en la zona de reglamentación OPANO ...
y la ejecución de tales medidas» como referida solamente a medidas que, desde el momento
en que afectan a espacios del alta mar, deben inscribirse en un marco convencional o estar
dirigidas a buques apátridas. Asimismo, hace valer que una ejecución de tales medidas en alta
mar que implicase el recurso a la fuerza contra buques que enarbolen pabellón de otros Estados
no sería compatible con el Derecho internacional y que, por igual motivo, la reserva debe
recibir una interpretación distinta de la que le atribuye Canadá.
54. La tesis de España no es compatible con el principio de interpretación según el cual
una reserva que figure en una declaración de aceptación de la jurisdicción obligatoria del
Tribunal debe ser interpretada de manera natural y razonable teniendo debidamente en cuenta
las intenciones del Estado autor de la reserva y la finalidad de la reserva. En efecto, los Estados
pueden formular reservas que excluyan la competencia del Tribunal por diversos motivos;
puede suceder que lo hagan, precisamente, porque la conformidad con el Derecho de su
posición o de su política sea apreciada como aleatoria. El Tribunal nunca ha dado a entender,
en su jurisprudencia, que una interpretación que privilegie la conformidad con el Derecho
internacional de actos excluidos de la competencia del Tribunal sea la regla que se impone
para la interpretación de tales reservas:
«Las declaraciones de aceptación de la jurisdicción obligatoria del Tribunal son
compromisos facultativos, de carácter unilateral, que los Estados tienen entera libertad para suscribir o no. El Estado es libre, por otra parte, sea para formular una
declaración incondicional y sin límite de duración, sea para incorporar condiciones
o reservas.» [Actividades militares y paramilitares en Nicaragua y contra ésta
(Nicaragua c. Estados Unidos de América), competencia y admisibilidad, sentencia, CIJ Recueil, 1984, p. 418, par. 59.]
La conclusión del Tribunal en el asunto del Derecho de paso por territorio indio, que
invoca España y que trata sobre la cuestión del eventual efecto retroactivo de una reserva, no
deroga este principio. El hecho de que un Estado pueda tener dudas en cuanto a la compatibilidad de ciertos de sus actos con el Derecho internacional no constituye una excepción al
principio del consentimiento a la jurisdicción del Tribunal y a la libertad para formular reservas.
55. Existe una distinción fundamental entre la aceptación por un Estado de la jurisdicción del Tribunal y la compatibilidad de ciertos actos con el Derecho internacional. La aceptación exige el consentimiento. La compatibilidad sólo puede ser apreciada cuando el Tribunal
examina el fondo, después de haber establecido su competencia y de haber oído a las dos
partes hacer valer plenamente sus argumentos en derecho. [CIJ Recueil, 1998, pp. 452-456.]
16.15. COMPROMISO ENTRE HONDURAS Y EL SALVADOR PARA SOMETER A
LA DECISIÓN DEL TIJ LA CONTROVERSIA FRONTERIZA TERRESTRE, INSULAR Y MARÍTIMA EXISTENTE ENTRE LOS DOS ESTADOS, SUSCRITO
EN LA CIUDAD DE ESQUIPULAS, REPÚBLICA DE GUATEMALA, EL DÍA 24
DE MAYO DE 1986
El Gobierno de la República de Honduras y el Gobierno de la República de El Salvador.
Considerando que el 30 de octubre de 1980, en la ciudad de Lima, Perú, suscribieron el
Tratado General de Paz, por medio del cual, inter alia, delimitaron la frontera terrestre de
ambas Repúblicas en aquellas secciones en donde no existía controversia;
Considerando que dentro del plazo previsto en los artículos 19 y 31 del Tratado General
de Paz, de 30 de octubre de 1980, no se llegó a un arreglo directo sobre las diferencias de
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
815
límites existentes con respecto a las demás zonas terrestres en controversia, y en lo relativo a
la situación jurídica insular y de los espacios marítimos;
Han designado como sus respectivos Plenipotenciarios, Honduras al Señor Ministro de
Relaciones Exteriores, Abogado Carlos López Contreras, y El Salvador al Señor Ministro
de Relaciones Exteriores, Licenciado Rodolfo Antonio Castillo Claramount, quienes, una vez
encontrados en buena y debida forma sus Plenos Poderes;
Convienen en lo siguiente:
Art. 1. Constitución de una Sala.—1. En aplicación del artículo 34 del Tratado General
de Paz suscrito el 30 de octubre de 1980, las Partes someten las cuestiones mencionadas en
el artículo segundo del presente Compromiso a una Sala de la Corte Internacional de Justicia
compuesta por tres miembros, con la anuencia de las Partes, las cuales la expresarán en forma
conjunta al Presidente de la Corte, siendo esta conformidad esencial para la integración de la
Sala, que se constituirá de acuerdo a los Procedimientos establecidos en el Estatuto de la Corte
y en el presente Compromiso.
2. Adicionalmente, integrarán la Sala dos jueces ad hoc especialmente nombrados uno
por El Salvador y otro por Honduras; los que podrán tener la nacionalidad de las Partes.
Art. 2. Objetivo del litigio.— Las Partes solicitan a la Sala:
1. Que delimite la línea fronteriza en las zonas o secciones no descritas en el artículo 16
del Tratado General de Paz, de 30 de octubre de 1980.
2. Que determine la situación jurídica insular y de los espacios marítimos.
Art. 3. Procedimiento.—1. Las Partes solicitan a la Sala autorizar que el procedimiento
escrito consista en:
a) una Memoria presentada por cada una de las Partes, a más tardar diez meses después
de la notificación de este Compromiso a la Secretaría de la Corte Internacional de Justicia;
b) una Contramemoria presentada por cada una de las Partes, a más tardar diez meses
después de la fecha en que se haya recibido la copia certificada de la Memoria de la otra
Parte;
c) una réplica presentada por cada una de las Partes, a más tardar diez meses después de
la fecha en que se haya recibido la copia certificada de la Contramemoria de la otra Parte;
d) la Corte podrá autorizar, o prescribir la presentación de una Dúplica, si las Partes están
de acuerdo a este respecto o si la Corte decide de oficio o a solicitud de una de las Partes si
esta pieza de procedimiento es necesaria.
2. Las piezas antes mencionadas del procedimiento escrito y sus anexos presentadas al
Secretario, no serán transmitidas a la otra Parte, en tanto el Secretario no haya recibido la
pieza de procedimiento correspondiente a dicha parte.
3. El procedimiento oral, la notificación del nombramiento de los respectivos agentes
de las Partes y cualesquiera otras cuestiones procesales, se ajustarán a lo dispuesto en el Estatuto y el Reglamento de la Corte.
Art. 4. Idiomas.—El caso se ventilará en los idiomas inglés y francés, indistintamente.
Art. 5. Derecho aplicable.—Dentro del marco del apartado primero del artículo 38 del
Estatuto de la Corte Internacional de Justicia. La Sala, al dictar su fallo, tendrá en cuenta las
normas de derecho internacional aplicables entre las Partes, incluyendo, en lo pertinente, las
disposiciones consignadas en el Tratado general de Paz.
Art. 6. Ejecución de la Sentencia.—1. Las Partes ejecutarán la sentencia de la Sala en
un todo y con entera buena fe. A este fin, la Comisión Especial de Demarcación que establecieron mediante el Convenio de 11 de febrero de 1986, iniciará la demarcación de la línea
fronteriza fijada por la sentencia, a más tardar tres meses después de la fecha de la misma y
continuará diligentemente sus actuaciones hasta concluirla.
2. Para tal efecto, se aplicarán las reglas establecidas sobre la materia, en el mencionado Convenio de creación de la Comisión Especial de Demarcación.
Art. 7. Entrada en vigor y Registro.—1. El presente Compromiso entrara en vigor el
de octubre de 1986, una vez que se haya cumplido con los procedimientos constitucionales
de cada Parte.
816
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
2. Será registrado en la Secretaría General de las Naciones Unidas de conformidad con
el artículo 102 de la Carta de las Naciones Unidas, conjuntamente o por cualquiera de las
Partes. Al mismo tiempo se hará del conocimiento de la Organización de los Estados Americanos.
Art. 8. Notificación.—1. En aplicación del artículo 40 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, el presente Compromiso será notificado al Secretario de la misma por
nota conjunta de las Partes. Esta notificación se efectuará antes del 31 de diciembre de 1986.
2. Si esa notificación no se efectúa de conformidad con el párrafo precedente, el presente Compromiso podrá ser notificado al Secretario de la Corte por cualquiera de las Partes
dentro del plazo de un mes siguiente a la fecha prevista en el párrafo anterior.
b)
Inicio del proceso ante el TIJ
16.16. TIJ. ASUNTO DEL INCIDENTE AÉREO DE 3 DE JULIO DE 1988 (REPÚBLICA
ISLÁMICA DE IRÁN C. ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA). DEMANDA DE LA
REPÚBLICA ISLÁMICA DE IRÁN
1. El Representante de la República Islámica del Irán al Secretario del Tribunal Internacional de Justicia.
Embajada de la República
Islámica de Irán
Oficina del Representante
La Haya
En el nombre de Dios
17 de mayo de 1989
Por el Gobierno de la República Islámica de Irán, y conforme al artículo 40, párrafo 1, del
Estatuto del Tribunal, tengo el honor de notificar al Tribunal que la República Islámica desea
iniciar proceso contra los Estados Unidos de América. La República Islámica solicita que este
Tribunal falle en apelación sobre la decisión emanada el 17 de marzo de 1989 por el Consejo de la Organización de la Aviación Civil Internacional si los Estados Unidos han violado la
Convención para la supresión de actos ilegales contra la seguridad de la aviación civil, por
las acciones de los Estados Unidos con relación al derribo de un avión comercial iraní, y,
además, la cuantía de la compensación debida. Los hechos y argumentos en este proceso son
detallados en la demanda posterior.
De acuerdo con el artículo 40 del Reglamento del Tribunal, el Gobierno de la República
Islámica de Irán desea informar al Tribunal que su representante será nombrado.
La dirección para comunicaciones al Representante de la República Islámica de Irán es:
Despacho del Representante de la Embajada de la República Islámica de Irán en Holanda,
Waldeck Pyrmontkade 872, 2518 JS La Haya.
(Firmado) Mohamad K. Eshargh.
La autoridad y firma del Sr. Mohammad K. Eshargh para iniciar el presente proceso en
nombre del Gobierno de la República Islámica de Irán es aquí autenticada.
(Firmado) Mohammad T. Moayed,
Embajador
de la República Islámica
de Irán en Holanda
I. Solicitud de inicio de proceso
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
817
EN SU EXALTADO NOMBRE,
Tengo el honor de referirme a los artículos 36.1 y 37 del Estatuto del Tribunal y el artículo 84 de la Convención sobre Aviación Civil Internacional de 1944 enmendada («Convención
de Chicago») para apelar la decisión dictada el 17 de marzo de 1989 por el Consejo de la
Organización de la Aviación Civil Internacional. También me refiero al artículo 14 de la
Convención para la Supresión de Actos Ilegales contra la Seguridad de la aviación civil de
1971 («Convención de Montreal»). La República Islámica y los Estados Unidos son partes
en ambas Convenciones Según la jurisdicción conferida al Tribunal, someto, de acuerdo con
el artículo 40.1 del Estatuto y el artículo 38 del Reglamento del Tribunal, la solicitud de inicio
del proceso en el nombre del Gobierno de la República Islámica de Irán contra el Gobierno
de los Estados Unidos en este caso.
[…]
II.
Competencia del Tribunal
Como Miembros de las Naciones Unidas, los Estados Unidos y la República Islámica de
Irán son partes del Estatuto del Tribunal, artículo 36.1 que prevé «La competencia del Tribunal se extiende... a todos los asuntos especialmente previstos... en los tratados y convenios
vigentes». Los dos países son partes en ambos la Convención de 1944 (15 UNTS 295) enmendada por la Convención de Montreal de 1971. La Convención de Chicago en la que 150 Estados
son partes fue ratificada por los Estados Unidos el 9 de agosto de 1946 y por Irán el 19 de
abril de 1950. La Convención de Montreal en la que 128 Estados son partes fue ratificada por
los Estados Unidos el 26 de enero de 1973 y por Irán el 10 de julio de 1973. Ambas Convenciones han entrado en vigor con relación a los dos países durante el proceso relevante en este
caso.
La Convención de Chicago, Capítulo XVIII, sobre controversias e incumplimientos artículo 84, prevé que:
«Arreglo de controversias.—Si cualquier desacuerdo entre dos o más Estados contratantes relativo a la interpretación o aplicación de esta Convención y sus Anexos no pudiera ser
arreglado mediante negociación, en base a la solicitud de cualquier Estado afectado en el
desacuerdo será decidido por el Consejo. Ningún miembro del Consejo votará la consideración del Consejo sobre cualquier controversia en la que sea parte. Cualquier Estado contratante, puede, conforme al artículo 85, apelar la decisión del Consejo a un tribunal arbitral ad
hoc de acuerdo con las otras partes en la controversia o al Tribunal Permanente de Justicia
Internacional. La apelación será notificada al Consejo en los sesenta días posteriores a la
notificación de la decisión del Consejo.»
Inmediatamente después que la flagrante violación de las principios enunciados en la
Convención de Chicago tuviera lugar, la República Islámica acudió al Consejo de la OACI y
en su alegación final ante el Consejo solicitaba:
«1. Condena por el derribo del IR 655 por las fuerzas militares de los Estados Unidos
en el Golfo Pérsico.
2. Reconocimiento explícito de un crimen de carácter internacional que afecta a un
quebrantamiento del derecho internacional y obligaciones legales de los [Estados Unidos
como] un Estado contratante de la OACI.
3. Reconocimiento explícito de las responsabilidades del Gobierno de los Estados Unidos,
y requerimiento de una compensación efectiva por daños morales y financieros.
4. Solicitud para la terminación inmediata de los actuales obstáculos, restricciones,
amenazas y uso de la fuerza contra aeronaves civiles en la región, incluyendo llamadas del
Consejo a cuerpos internacionales relevantes para que soliciten la retirada de todas las fuerzas
extranjeras del Golfo Pérsico.»
El Consejo de la OACI, sin embargo, en su decisión de 17 de marzo de 1989, rechazó dos
los requerimientos iraníes y los limitó a los siguientes y a un número general de observaciones no relevantes a aquellos propósitos:
818
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
«Deplora profundamente el trágico accidente que ocurrió como consecuencia de los acontecimientos y errores en la identificación de la aeronave que concluyó con la destrucción accidental de un avión de Iran Air y la pérdida de 290 vidas»;
La Convención de Montreal, artículo 14.1, prevé que:
«Cualquier controversia entre dos o más Estados Contratantes relativa a la interpretación
o aplicación de esta Convención que no pueda ser arreglada mediante negociación, será, a
requerimiento de una de ellas, sometida a arbitraje. Si en un plazo de seis meses desde la fecha
del requerimiento de arbitraje las partes no se ponen de acuerdo sobre la organización del
arbitraje, cualquiera de las partes llevará la controversia al Tribunal Internacional de Justicia
de conformidad con el Estatuto del Tribunal.»
En las circunstancias que acaban de ser descritas y que el Gobierno de la República Islámica completará en su Memoria y posteriores fases orales y escritas, existe una controversia entre
el Gobierno de los Estados Unidos y el Gobierno de la República Islámica relativa a la interpretación y aplicación de la Convención de Chicago y la Convención de Montreal. La República Islámica sostiene que la acción de los Estados Unidos con relación al vuelo 655 de la Iran
Air ha violado ciertas previsiones de las Convenciones de Chicago y Montreal. El Gobierno
de los Estados Unidos ha rechazado tal acusación. Desde el 3 de julio de 1988, la fecha en
que la aeronave fue destruida y se perdieron 290 vidas, los esfuerzos para resolver la controversia han sido infructuosos.
III. Los argumentos de la República Islámica
El Gobierno de la República Islámica sostiene que, por la destrucción de la aeronave
[vuelo 655] de la Iran Air y la pérdida de 290 vidas, su rechazo a compensar a la República
Islámica por los daños consecuencia de la pérdida de la aeronave y de las vidas humanas y
su continua interferencia en la aviación en el Golfo Pérsico, el Gobierno de los Estados
Unidos ha violado las Convenciones de Chicago y Montreal y que el Consejo de la OACI se
ha equivocado en su decisión de 17 de marzo de 1989. En concreto, la República Islámica
sostiene que:
a) la decisión del Consejo de la OACI fue errónea en lo relativo a la destrucción por el
Gobierno de los Estados Unidos del IR 655 y la pérdida de 290 vidas y en suma ha violado
el Preámbulo y los artículos 1, 2, 3 bis y 44.a) y h) de la Convención de Chicago;
b) la decisión fue errónea además porque las continuas interferencias de los Estados
Unidos en la aviación en el Golfo Pérsico violaron el Anexo 15 de la Convención de Chicago y la Recomendación 2.6/1 del Tercer Encuentro de la OACI sobre Navegación Aérea en
la Región de Oriente Medio;
c) rechazando aceptar la responsabilidad por las acciones de sus agentes en la destrucción el IR 655, y evitando el pago de compensaciones por la aeronave, o el acuerdo con la
República Islámica de un mecanismo propio para determinar y pagar los daños debidos a las
afligidas familias, los Estados Unidos han violado los artículos 1, 3 y 10.1 de la Convención
de Montreal.
IV. Fallo requerido
En conformidad, y reservando el derecho a completar y enmendar este sometimiento de
forma apropiada en el curso del proceso, la República Islámica requiere al tribunal fallar y
declarar como sigue:
a) que la decisión del Consejo de la OACI es errónea y que el gobierno de los Estados
Unidos ha violado la Convención de Chicago, incluyendo el Preámbulo, artículos 1, 2, 3 bis
y 44.a) y h) y el Anexo 15 de la Convención de Chicago así como la Recomendación 2.6/1
del Tercer Encuentro de la OACI sobre navegación Aérea en la Región de Oriente Medio;
b) que el Gobierno de los Estados Unidos ha violado los artículos 1, 3 y 10.1 de la Convención de Montreal; y
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
819
c) que el Gobierno de los Estados Unidos es responsable del pago de las compensaciones a la República Islámica, en la cuantía determinada por el Tribunal, como reparación por
los daños sufridos por la República Islámica y las afligidas familias como resultado de estas
violaciones, incluyendo las pérdidas financieras adicionales las cuales Iran Air y las familias
afligidas han sufrido por la interrupción de sus actividades.
El Gobierno de la República Islámica ha designado al abajo firmante como Representante a los fines de estos procesos. Todas las comunicaciones relativas a este caso serán enviadas al Despacho del Agente de la Embajada de la República Islámica de Irán, La Haya, Waldeck
Pyrmontkade 872.
Respetuosamente,
(Firmado) Mohammad K. Eshrage,
Representante del Gobierno de la República Islámica de Irán. [ILM, 1989, pp. 843846.]
16.17. TIJ. ASUNTO DE LA COMPETENCIA EN MATERIA DE PESQUERÍAS (ESPAÑA
C. CANADÁ). COMPETENCIA DEL TRIBUNAL. SENTENCIA DE 4 DE DICIEMBRE DE 1998
[...]
29. No existe ninguna duda de que corresponde al demandante, en su solicitud, presentar a la Corte la controversia sobre la que pretende su conocimiento y de exponer las peticiones que le somete.
El párrafo 1 del artículo 40 del Estatuto de la Corte exige, por lo demás que «el objeto de
la controversia» sea indicado en la solicitud y, por su parte, el párrafo 2 del artículo 38 de su
Reglamento exige que figure en ella «la naturaleza precisa de la petición». La Corte tuvo, en
el pasado, la oportunidad de referirse en varias ocasiones a estas disposiciones. Las calificó
de «esenciales respecto a la seguridad jurídica y a la buena administración de justicia» y, sobre
esta base, concluyó sobre la inadmisibilidad de nuevas demandas formuladas con la instancia en curso, que, de haber sido aceptadas, habrían transformado el objeto de la controversia
originariamente presentada ante ella en los términos de la demanda [Ciertos territorios con
fosfatos en Nauru (Nauru c. Australia), excepciones preliminares, sentencia, CIJ Recueil,
1992, pp. 266-267; ver también Administración del príncipe von Pless, ordenanza de 4 de
febrero de 1933, CPJI, serie A/B. n.o 52, p. 14 y Sociedad comercial de Bélgica, sentencia,
1939, CPJI, serie, A/B, n.o 78, p. 173].
Con el fin de identificar su labor en toda instancia presentada por un Estado contra otro,
la Corte empieza por examinar la demanda [ver Interhandel, excepciones preliminares, sentencia,CIJ Recueil, 1959, p. 21; Derecho de paso sobre territorio indio, fondo, sentencia, CIJ
Recueil, 1960, p. 27; y Ensayos nucleares (Australia c. Francia), sentencia, CIJ Recueil, 1974,
p. 260, par. 24]. Sin embargo, ocurre que surgen ciertas incertidumbres o cuestionamientos
en cuanto al objeto real de la controversia que conoce la Corte o respecto a la naturaleza exacta
de las demandas que le son sometidas. En tales casos, la Corte no podría tener exclusivamente
en cuenta los términos de la demanda, ni más generalmente, considerarse vinculada por las
afirmaciones del demandante.
Incluso en una instancia presentada por la vía del compromiso, la misma Corte ha determinado, después de haber examinado todos los documentos pertinentes, cual era el objeto de
la controversia presentada ante ella, cuando las partes estaban en desacuerdo sobre la calificación de éste [ver Controversia territorial (Jamahiriya árabe libia/Chad), sentencia, CIJ
Recueil, 1994, pp. 14-15, par. 19 y p. 28, par. 57].
30. Corresponde a la misma Corte, aun cuando preste una particular atención a la formulación de la controversia utilizada por el demandante, definir, sobre una base objetiva, la
controversia que enfrenta a las partes, examinando la posición de una y otra.
820
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
«Es por tanto el deber de la Corte circunscribir el verdadero problema motivo
de debate y precisar el objeto de la demanda. Nunca se ha discutido que la Corte
tiene el derecho e incluso el deber de interpretar las conclusiones de las partes; es
uno de los atributos de su función judicial.» [Ensayos nucleares (Nueva Zelanda c.
Francia), sentencia, CIJ Recueil, 1974, p. 466, par. 30; ver también Demanda de
examen de la situación en virtud del párrafo 63 de la sentencia pronunciada por
la Corte el 20 de diciembre de 1974 en el asunto de los Ensayos nucleares (Nueva
Zelanda c. Francia), ordenanza de 22 de septiembre de 1995, CIJ Recueil, 1995,
p. 304, par. 55].
Se deduce de la jurisprudencia de la Corte que ésta no se conforma con la formulación
utilizada por el demandante, cuando determina el objeto de la controversia. [...]
31. La Corte determina, por sí sola, cuál es la verdadera controversia presentada ante
ella (ver Delimitación marítima y cuestiones territoriales entre Qatar y Bahrein, competencia y admisibilidad, sentencia, CIJ Recueil, 1995, pp. 24-25). Se basa no sólo en la demanda y en las conclusiones finales, sino también en los intercambios diplomáticos, las declaraciones públicas y otros elementos de prueba pertinentes [ver Ensayos nucleares (Australia c.
Francia), sentencia, CIJ Recueil, 1974, pp. 262-263].
[…] [CIJ Recueil, 1998, pp. 447-449.]
16.18. TIJ. ASUNTO DE LA COMPETENCIA EN MATERIA DE PESQUERÍAS (ESPAÑA
C. CANADÁ). COMPETENCIA DEL TRIBUNAL. SENTENCIA DE 4 DE DICIEMBRE DE 1998. OPINIÓN DISIDENTE DEL JUEZ M. TORRES BERNÁRDEZ
[...]
52. Es un principio reconocido que: «La existencia de una controversia internacional
debe ser establecida objetivamente. El simple hecho de que se cuestione la existencia de una
controversia no prueba que ésta no exista.» (Interpretación de los tratados de paz, CIJ Recueil,
1950, p. 74; las comillas son mías). En el presente procedimiento de incidente preliminar no
se cuestiona la «existencia» de una controversia entre las Partes en la fecha del depósito ante
el Secretario de la Corte de la demanda de España de 28 de marzo de 1995. Las partes están
de acuerdo sobre este tema. Pero están lejos de estarlo sobre otra cuestión que debe ser igualmente «establecida objetivamente» por la Corte, a saber, la «identificación» de la controversia sometida por el demandante y de su «objeto». ¿Cómo debe ser apreciado el objeto de la
controversia? La jurisprudencia de la Corte no permite alimentar dudas a este respecto: «La
Corte recuerda que el objeto del presente litigio está indicado en la demanda, así como en la
conclusión final principal del Gobierno suizo...») siendo Suiza en el asunto el Estado demandante (Interhandel, fallo/sentencia. CIJ Recueil, 1959, p. 21; las comillas son mías) (CIJ
Recueil, 1998, p. 601).
[…]
104. La definición del objeto de las controversias que los Estados soberanos someten a
la Corte mediante demanda no es una función de la Corte. Mantener lo contrario es asumir
una grave responsabilidad respecto de la buena administración de la justicia internacional,
puesto que una regla elemental es que no se puede ser a la vez juez y parte. En todo caso, si
la actual sentencia constituye algún día jurisprudencia, los Estados declarantes en el marco
del sistema de la cláusula facultativa deben darse cuenta de que, en lo sucesivo, pueden entrar
en el Palacio de la Paz con una controversia determinada y salir de allí, algún tiempo después,
obligados por la res judicata de una sentencia que verse sobre una controversia que tenga otro
objeto. ¿Qué dirán entonces del derecho soberano que tenían cuando decidieron llevar una
controversia determinada ante la Corte? E igualmente, de forma más general, ¿de su consentimiento a la jurisdicción de la Corte?
El futuro responderá a estas inquietantes cuestiones. Un privilegio del demandante es el
de «definir» la controversia que somete a la Corte, sin perjuicio de que ésta aprecie, precise
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
821
o interprete el objeto de la controversia que le ha sido sometida. Aquí termina la función de
la Corte en la materia, ya que quien dice «definir» dice tener la competencia para «modificar» la competencia de la competencia del párrafo 6 del artículo 36 del Estatuto no implica
una facultad semejante de modificación. Seré siempre el último en negar el deber de la Corte
de circunscribir el verdadero problema en cuestión y, por tanto, su facultad de apreciar, precisar o interpretar el objeto de una demanda. Pero modificar el objeto, o sustituirlo por uno
distinto, es otra cosa.
De hecho, salimos del arreglo judicial de las controversias internacionales sin saber hacia
donde nos encaminamos en su lugar. [CIJ Recueil, 1998, p. 620.]
c)
El procedimiento ante el TIJ
16.19. TIJ. ASUNTO DE LA DELIMITACIÓN MARÍTIMA Y CUESTIONES TERRITORIALES ENTRE QATAR Y BAHREIN (QATAR C. BAHREIN). ORDEN DE 17 DE
FEBRERO DE 1999
Vista la orden de fecha 30 de marzo de 1998, por la que la Corte, habida cuenta de las
vistas de las Partes, ha
«Señalado el 30 de septiembre de 1998 la fecha de expiración de la prórroga
para el depósito por parte de Qatar de un informe provisional, tan completo y preciso como sea posible, sobre la cuestión de la autenticidad de cada uno de los documentos cuestionados por Bahrein en la instancia.»
«Prescrita la presentación de una réplica sobre el fondo por cada una de las
Partes, y decidido que la réplica de Qatar expondrá la posición detallada y definitiva de este Estado sobre la autenticidad de cada uno de los documentos cuestionados por Bahrein, y que la réplica de Bahrein contendrá sus observaciones sobre el
informe provisional de Qatar; y fijado el 30 de marzo como fecha de finalización
del plazo para el depósito de estas piezas».
Considerando que, el 30 de septiembre de 1998, Qatar, refiriéndose a la ordenanza indicada anteriormente, ha presentado un «Informe provisional» al que se adjuntaron claramente
cuatro informes de expertos realizados a lo largo del verano de 1998 que versaban, por lo que
se refiere a los primeros, sobre la cuestión de la autenticidad material de los documentos de
Qatar y, por lo que respecta a los dos últimos, sobre la de la coherencia, desde un punto de
vista histórico, del contenido de esos documentos; […]
[…]
Considerando que, por carta con anexos fechada el 27 de noviembre de 1998, el agente
de Bahrein, refiriéndose al «Informe provisional» de Qatar, ha hecho llegar a la Corte una
lista de los ochenta y dos documentos cuestionados por su gobierno, así como el texto de
ciertas observaciones que éste pensaba presentar «sobre la insuficiencia de las explicaciones
de Qatar»; […]
[...]
Considerando que, por carta de 11 de diciembre de 1998, el agente de Qatar ha hecho saber
a la Corte que su gobierno «prepara[ba]... su réplica sobre el fondo [pero que], habida cuenta
que, hasta el 30 de septiembre de 1998, Qatar se [había] consagrado esencialmente a la redacción de su Informe provisional sobre los documentos cuestionados por Bahrein, estima[ba]
no estar en condiciones de terminar su réplica para el 30 de marzo de 1999» y pedía en consecuencia «que la fecha de finalización del plazo para el depósito de una réplica por cada una
de las Partes sea aplazada dos meses, es decir, al 30 de mayo de 1999», y considerando que
el secretario, refiriéndose al párrafo 3 del artículo 44 del Reglamento de la Corte, ha hecho
llegar copia de esta carta al agente de Bahrein; […]
[...]
822
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Considerando que, por carta de 13 de enero de 1999, el agente de Bahrein, con acuse
de recibo de las cartas, con fecha 11 y 15 de diciembre de 1998, del agente de Qatar, ha
indicado que su gobierno había «acogido con satisfacción las excusas expresadas por Qatar
en relación con la situación resultante de la presentación de documentos falsos» y que,
tratándose de la demanda de prórroga del plazo presentada por éste, su posición era la
siguiente:
«Bahrein no ve ninguna objeción a que la ordenanza de la Corte de 30 de marzo
de 1998 sea modificada de modo que se acceda a la petición de Qatar tendente a
retrasar la fecha de expiración del plazo para el depósito de las réplicas.»
[...]
Habida cuenta de la coincidencia de opinión entre las Partes sobre la cuestión del destino
de los documentos cuestionados y de su acuerdo sobre la de la prórroga del plazo para el
depósito de las réplicas.
Toma acta de la decisión de Qatar de no tener en cuenta, a los fines del presente asunto,
los ochenta y dos documentos cuestionados por Bahrein;
Decide que las réplicas cuya presentación fue fijada por la ordenanza de 30 de marzo de
1998 no se basarán es estos documentos;
Retrasa al 30 de mayo de 1999 la fecha de expiración del plazo para el depósito de las
mencionadas réplicas;
Se reserva la continuación del procedimiento. [CIJ Recueil, 1999, pp. 4-8.]
16.20. TIJ. ASUNTO DE LA DELIMITACIÓN MARÍTIMA ENTRE NICARAGUA Y
HONDURAS EN EL MAR CARIBE (NICARAGUA C. HONDURAS). ORDEN DE
21 DE MARZO DE 2000
Presentes: M. Guillaume, presidente; M. Shi, vicepresidente; MM. Oda, Bedjaoui, Ranjeva, Fleischhauer, Koroma, Vereshchetin, Mme Higgins, MM. Parra-Aranguren, Kooijmans,
Rezek, Bergenthal, jueces; M. Couvreur, secretario.
La Corte internacional de Justicia,
Así compuesta,
Visto el artículo 48 del Estatuto de la Corte y los artículos 31, 44, 45, párrafo 1, y 48 de
su Reglamento,
Vista la demanda registrada ante el Secretario de la Corte el 8 de diciembre de 1999, por
la que la República de Nicaragua ha presentado una instancia contra la República de Honduras respecto a una controversia relativa a la delimitación de las zonas marítimas correspondientes a cada uno de los Estados en el mar del Caribe;
Considerando que, el 8 de diciembre de 1999 se remitió una copia certificada conformada de la demanda a la República de Honduras;
Considerando que la República de Nicaragua ha designado como agente a S. Exc. M.
Carlos Argüello Gómez, embajador; y que la República de Honduras ha designado como
agente a S. Exc. M. Max Velásquez Díaz, embajador;
Considerando que, en el curso de una reunión que el presidente de la Corte mantuvo, el 4
de febrero de 2000, con representantes de las Partes, el agente de Nicaragua ha indicado que
a fin de preparar la memoria su gobierno deseaba poder disponer de un plazo de nueve meses
a contar desde la fecha de la ordenanza que promulgara la Corte; y que el representante de
Honduras ha declarado no haber recibido mandato para expresar la opinión de su Gobierno
sobre esta cuestión;
Considerando que, por carta de 21 de febrero de 2000, el agente de Honduras ha hecho
saber a la Corte que su Gobierno proponía que las dos Partes dispusieran sucesivamente de
un plazo de doce meses para preparar su primera pieza del procedimiento; y que, por carta de
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
823
10 de marzo de 2000, el agente de Nicaragua ha informado a la Corte que su Gobierno no
veía objeción a que así fuera;
Habida cuenta del acuerdo de las Partes,
Fija seguidamente las fechas de expiración de los plazos para el depósito de las piezas del
procedimiento escrito:
Para la memoria de la República de Nicaragua, el 21 de marzo de 2001;
Para la contramemoria de la República de Honduras, el 21 de marzo de 2002.
Se reserva la continuación del procedimiento. [CIJ Recueil, 2000, pp. 6-7.]
d)
a)
Incidentes procesales
Demanda en indicación de medidas provisionales
16.21. TIJ. ASUNTO RELATIVO A LAS CUESTIONES DE INTERPRETACIÓN Y APLICACIÓN DEL CONVENIO DE MONTREAL DE 1971 RESULTANTES DEL INCIDENTE AÉREO DE LOCKERBIE (JAMAHIRIYA ÁRABE LIBIA C. REINO UNIDO),
MEDIDAS PROVISIONALES. ORDEN DE 14 DE ABRIL DE 1992
Presentes: ODA, Vicepresidente, haciendo las funciones de presidente en el asunto;
JENNINGS, Presidente del Tribunal; LACHS, AGO, SCHWEBEL, BEDJAOUI, NI,
EVENSEN, TARASSOV, GUILLAUME, SHAHABUDDEEN, AGUILAR MAWDSLEY,
WEERAMANTRY, RANJEVA, AJIBOLA, jueces; EL-KOSHERI, juez ad hoc; VALENCIAOSPINA, Secretario.
El Tribunal Internacional de Justicia,
Compuesto como arriba se indica,
Tras la deliberación,
Vistos los artículos 41 y 48 del Estatuto del Tribunal y los artículos 73 y 74 de su Reglamento,
Vista la demanda presentada en la Secretaría del Tribunal el 3 de marzo de 1992 por la
Jamahiriya Árabe Libia Socialista y Popular (en adelante «Libia») iniciando proceso contra
el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (en adelante «Reino Unido») con respecto a «una controversia entre Libia y el Reino Unido relativa a la interpretación o aplicación
de la Convención de Montreal» de 23 de septiembre de 1971, controversia que encuentra su
origen en los actos resultantes del incidente aéreo ocurrido en Lockerbie, Escocia, el 21 de
diciembre de 1988,
Aprueba la siguiente orden:
1. Considerando que, en la demanda presentada, Libia basa la competencia del Tribunal en el párrafo 1 del artículo 36 del Estatuto del Tribunal y el párrafo 1 del artículo 14 de la
Convención para la represión de actos ilegales dirigidos contra la seguridad de la aviación civil
hecha en Montreal el 23 de septiembre de 1971 (en adelante «Convención de Montreal»),
instrumento en el que Libia y el Reino Unido son partes;
[...]
10. Considerando que, en su requerimiento para la aplicación de medidas provisionales, Libia afirmaba que, en la medida en que la controversia afectaba a la interpretación o aplicación de la Convención de Montreal, correspondía exclusivamente al Tribunal pronunciarse sobre la validez de las acciones de Libia y el Reino Unido en relación
con esta Convención; que sólo la indicación de medidas provisionales prohibiendo al
Reino Unido adoptar las acciones consideradas contra Libia podían evitar que los derechos
de Libia no fuesen irremediablemente perjudicados, de hecho o de derecho; y que las
medidas provisionales eran además requeridas de urgencia para que el Reino Unido se
abstenga de toda acción que pudiera tener efectos perjudiciales sobre la decisión del
Tribunal en el caso y que se abstenga de toda medida que agravase o extendiese la contro-
824
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
versia, como seguramente sucedería si las acciones impuestas contra Libia o el uso de la
fuerza fueran empleados;
11. Considerando que Libia, estima que la competencia del Tribunal en el caso está prima
facie establecida en virtud de la convención de Montreal, ha sostenido que no existía ningún
impedimento para la aplicación de medidas provisionales y solicita del Tribunal sin dilación
las medidas provisionales;
«a) prohibir al Reino Unido adoptar ninguna acción contra Libia dirigida a reprimir u
obligar a ésta a entregar a las personas acusadas a una autoridad judicial ajena a Libia;
b) evitar toda medida que pudiera atentar de alguna manera a los derechos de Libia en
lo que concierne al procedimiento judicial objeto de la demanda libia»;
[...]
27. Considerando que el Reino Unido ha sostenido igualmente que las medidas provionales solicitadas por Libia deberían ser rechazadas pues entorpecerían al Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas en el ejercicio de los poderes que le han sido
conferidos e impediría al Consejo de Seguridad la adopción de medidas que afectasen a una
controversia de mayor relieve que implicaba acusaciones de que el Estado libio era culpable
de terrorismo de Estado;
28. Considerando que, las siguientes acusaciones formuladas por el procurador general
de Escocia contra los dos nacionales libios a propósito de la destrucción de la aeronave que
cubría el vuelo 103 de la Pan Am, el Reino Unido y los Estados Unidos de América han publicado, el 27 de noviembre de 1991, el siguiente comunicado:
«Los Gobiernos británico y americano declaran hoy que el Gobierno libio debe:
— entregar, con el fin de que sean sometidos a justicia, todos aquellos que estén acusados
de este crimen y aceptar la responsabilidad de las acciones de los oficiales libios;
— divulgar todos los informes en su posesión sobre este crimen, incluyendo los nombres
de todos los responsables, y permitir el libre acceso a todos los testigos, documentos y otras
pruebas materiales, incluyendo todos los dispositivos restantes;
— pagar la compensación apropiada;
Confiamos que Libia cumpla pronto con sus obligaciones y sin ninguna reserva»;
29. Considerando que la materia de tal declaración fue seguidamente considerada por el
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que adoptó el 21 de enero de 1992, su resolución 731 (1992), cuyos párrafos relevantes dicen lo siguiente:
[...]
30. Considerando que, en el transcurso del proceso oral, las dos Partes han evocado la
posibilidad inminente de que el Consejo de Seguridad imponga sanciones a Libia con el fin
de requerirle, inter alia, la entrega de los acusados al Reino Unido o a los Estados Unidos;
31. Considerando que Libia ha sostenido que las medidas provisionales debían ser
establecidas con carácter urgente con el fin de obtener que el Reino Unido se abstuviese de
todo acto susceptible de tener un efecto perjudicial sobre la decisión del Tribunal en este
caso, más precisamente, que se abstuviese de adoptar medida alguna en el marco del Consejo de Seguridad con el fin de impedir el derecho a ejercer la jurisdicción que Libia solicita
del Tribunal;
32. Considerando que el 31 de marzo de 1992 (tres días después de que finalizasen las
audiencias), el Consejo de Seguridad ha adoptado la resolución 748 (1992) afirmando inter
alia que el Consejo de Seguridad:
[...]
35. Considerando que, en las observaciones sobre la resolución 748 (1992) del Consejo de Seguridad presentadas en respuesta a la invitación del Tribunal, Libia afirma lo siguiente: en primer lugar, que la resolución conculca el derecho de Libia para requerir del Tribunal
la adopción de medidas provisionales, puesto que decidiendo, en efecto, que Libia debe entregar a sus nacionales al Reino Unido o a Estados Unidos, el Consejo de Seguridad infringe, o
amenaza infringir, el disfrute y ejercicio de los derechos conferidos a Libia por la convención
de Montreal y sus derechos económicos, comerciales y diplomáticos; considerando que Libia
reclama que el Reino Unido y los Estados Unidos deberían adoptar un comportamiento que
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
825
no infringiese los derechos de Libia, por ejemplo solicitando la suspensión de la parte pertinente de la resolución 748 (1992);
36. Considerando que Libia, en sus observaciones, sostiene, en segundo lugar, que el
riesgo de contradicción entre la resolución y las medidas provisionales que Libia solicita al
Tribunal no hace inadmisible la demanda libia, en tanto que no hay una jerarquía o competencia entre el Tribunal y el Consejo de Seguridad y que cada uno ejerce las competencias
que le son propias; y que Libia recuerda a este fin que considera la resolución del Consejo de
Seguridad contraria al derecho internacional y estima que el Consejo ha empleado su poder
para caracterizar la situación de acuerdo a los propósitos del capítulo VII como pretexto para
no aplicar la Convención de Montreal.
37. Considerando que en sus observaciones sobre la resolución 748 (1992), presentada
en respuesta a la invitación del Tribunal, el Reino Unido considera los argumentos hechos en
su nombre durante la audiencia relativa a las cuestiones de la relación entre el presente proceso y el existente en el marco del Consejo de Seguridad de acuerdo con las relaciones entre los
poderes que la Carta confiere respectivamente al Tribunal y al Consejo de Seguridad; sostiene que la resolución ha impuesto a ambas Partes las obligaciones (que el Reino Unido ha
especificado), y que en virtud del sistema de la Carta (principalmente los arts. 25 y 103) estas
obligaciones prevalecen en caso de conflicto con las obligaciones existentes conforme a otro
acuerdo internacional;
38. Considerando que el Tribunal, en el contexto del presente proceso, relativo a una
solicitud de aplicación de medidas provisionales, debe, conforme al artículo 41 del Estatuto,
examinar si las circunstancias llevadas a su atención exigen la aplicación de tales medidas,
pero no está habilitada para concluir definitivamente sobre los hechos y el derecho, y que su
decisión debe dejar intacto el derecho de las Partes de contestar los hechos y hacer valer sus
medios sobre el fondo;
39. Considerando que Libia y el Reino Unido, en tanto que Miembros de la Organización de las Naciones Unidas, están en la obligación de aceptar y aplicar las decisiones del
Consejo de Seguridad conforme al artículo 25 de la Carta; que el Tribunal, que, en esta fase
del proceso en examen, de una solicitud de aplicación de medidas provisionales estima que
prima facie esta obliagación se extiende a la decisión contenida en la resolución 748 (1992);
y que, conforme al artículo 103 de la Carta, las obligaciones de las Partes a este efecto prevalecen sobre sus obligaciones en virtud de todo otro acuerdo internacional, incluyendo la
Convención de Montreal;
40. Considerando que si, en esta fase, el Tribunal no se ha pronunciado definitivamente sobre el efecto jurídico de la resolución 748 (1992), estima sin embargo, que en la situación previa a la adopción de la resolución, los derechos que Libia dice tener según la Convención de Montreal no pueden ahora ser considerados como apropiados para protegerlos por
medio de la aplicación de medidas provisionales;
41. Considerando que de otorgarse las medidas solicitadas por Libia sería imposible
perjudicar los derechos que aparecen prima facie conferidos al Reino Unido en virtud de la
resolución 748 (1992) del Consejo de Seguridad;
42. Considerando que, para pronunciarse sobre la presente solicitud de aplicación de
medidas provisionales, el Tribunal no está llamado a pronunciarse sobre ninguna de las otras
cuestiones que han sido llevadas ante él en la presente instancia, incluyendo la relativa a su
competencia para conocer el fondo; y considerando que una decisión dada en el presente
proceso no prejuzga en nada ninguna cuestión de este género y que deja intacto el derecho
del Gobierno libio y el del Gobierno del Reino Unido para hacer valer sus medios en relación
con cualquiera de estas cuestiones;
43. Por estos motivos,
EL TRIBUNAL,
Por once votos contra cinco,
Afirma que las circunstancias del caso no son de tal naturaleza que exijan el ejercicio de
su competencia según el artículo 41 del Estatuto para establecer medidas provisionales.
[...] [CIJ Recueil, 1992, pp. 3-15.]
826
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
16.22. TIJ. ASUNTO LAGRAND (ALEMANIA C. ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA), MEDIDAS PROVISIONALES. ORDEN DE 3 DE MARZO DE 1999
[...]
6. Considerando que, el 2 de marzo de 1999, después de haber depositado su demanda,
Alemania presentó igualmente una demanda urgente en indicación de medidas provisionales
con el fin de proteger sus derechos, refiriéndose al artículo 41 del Estatuto y a los artículos
73, 74 y 75 del Reglamento de la Corte;
7. Considerando que, en su demanda de indicación de medidas provisionales, Alemania
se refiere a la base de jurisdicción de la Corte invocada en su demanda, así como a los hechos
que en ella se exponen y a las conclusiones que allí se formulan; y que reafirma en particular que Estados Unidos ha faltado a sus obligaciones en virtud de la Convención de Viena;
8. Considerando que, en su demanda en indicación de medidas provisionales, Alemania
recuerda que M. Karl LaGrand fue ejecutado el 24 de febrero de 1999, pese a todos los llamamientos de clemencia y a las numerosas intervenciones diplomáticas realizadas al más alto
nivel por el Gobierno alemán; que la fecha de ejecución de M. Walter LaGrand en el Estado
de Arizona se fijó para el 3 de marzo de 1999; y que la demanda en indicación de medidas
provisionales fue presentada en interés de este último; y considerando que Alemania subraya que:
«La importancia y el carácter sagrado de la vida humana son principios bien
establecidos del derecho internacional. Como reconoce el artículo 6 del pacto internacional relativo a los derechos civiles y políticos, el derecho a la vida es inherente a la persona humana y este derecho debe ser protegido por la ley»;
[...]
23. Considerando que la Corte no indicará medidas provisionales si «no se causa un
perjuicio irreparable a los derechos en litigio» [Ensayos nucleares (Australia c. Francia),
medidas provisionales, ordenanza de 22 de junio de 1973, CIJ Recueil, 1973, p. 103; Personal diplomático y consular de Estados Unidos en Teherán (Estados Unidos c. Irán), medidas
provisionales, ordenanza de 15 de diciembre de 1979, CIJ Recueil, 1979, p. 19, par. 36; Aplicación de la convención para la prevención y el castigo del crimen de genocidio —BosniaHerzegovina c. Yugoslavia (Serbia y Montenegro)—, medidas provisionales, ordenanza de 8
de abril de 1993, CIJ Recueil, 1993, p. 19, par. 34; Convención de Viena sobre relaciones
consulares (Paraguay c. Estados Unidos de América), medidas provisionales, ordenanza de
9 de abril de 1998, p. 10, par. 36];
24. Considerando que la orden de ejecución de M. Walter LaGrand fue señalada para el
3 de marzo de 1999, y que tal ejecución comportaría un perjuicio irreparable a los derechos
reivindicados por Alemania en este caso particular;
25. Considerando que las cuestiones presentadas ante la Corte no se refieren, en el caso,
al derecho de los Estados federados que componen Estados Unidos de recurrir a la pena de
muerte por los crímenes más odiosos; y considerando además que la función de la Corte es
resolver controversias jurídicas internacionales entre Estados, especialmente cuando derivan
de la interpretación o aplicación de convenciones internacionales, y no de actuar en tanto que
corte de apelación en materia penal;
26. Considerando que, habida cuenta de las consideraciones anteriormente mencionadas, la Corte concluye que las circunstancias exigen que indique con toda urgencia y sin otro
procedimiento medidas provisionales, de conformidad con el artículo 41 de su Estatuto y con
el párrafo 1 del artículo 75 de su Reglamento;
27. Considerando que las medidas indicadas por la Corte con el fin de obtener una
suspensión de la ejecución prevista serían necesariamente de naturaleza provisional y no
prejuzgarían en nada las conclusiones a las que la Corte pudiera desembocar sobre el fondo;
y considerando que conviene que la Corte, con la cooperación de las Partes, haga de forma
tal que toda decisión sobre el fondo sea pronunciada con la mayor celeridad posible;
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
827
28. Considerando que un Estado incurre en responsabilidad internacional por la acción
de los órganos y de las autoridades competentes que actúan en ese Estado, sean los que sean;
que Estados Unidos debe adoptar todas las medidas posibles para que M. Walter LaGrand no
sea ejecutado en tanto no haya sido dictada la decisión definitiva en la presente instancia; que,
según las informaciones de que dispone la Corte, la puesta en práctica de las medidas indicadas en la presente ordenanza corresponden a la competencia del gobernador del Estado de
Arizona; que el Gobierno de Estados Unidos tiene en consecuencia la obligación de transmitir la presente ordenanza al mencionado gobernador; y que el gobernador de Arizona tiene
la obligación de actuar de conformidad con los compromisos internacionales de Estados
Unidos;
[...] [CIJ Recueil, 1999, pp. 11-16.]
16.23. TIJ. ASUNTO LAGRAND (ALEMANIA C. ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA).
SENTENCIA DE 27 DE JUNIO DE 2001
[...]
92. El Tribunal considerará ahora el tercer argumento sometido por Alemania, en el que
solicita al Tribunal que declare:
«que los Estados Unidos, evitando adoptar todas las medidas a su disposición para
asegurar que Walter LaGrand no fuese ejecutado estando pendiente la decisión final
del Tribunal de Justicia sobre el asunto, violó su obligación internacional de cumplir
con la Orden sobre Medidas Provisionales dictada por el Tribunal el 3 de marzo de
1999, y se abstuvo de cualquier otra acción que pudiese interferir con la materia
objeto de controversia mientras el proceso judicial estuviese pendiente».
93. En su Memoria, Alemania sostenía que «las medidas provisionales señaladas por el Tribunal Internacional de Justicia eran obligatorias en virtud del derecho de la Carta de las Naciones Unidas
y del Estatuto del Tribunal». En apoyo de esta posición, Alemania desarrolló un número de argumentos en los que se retiró al «principio de efectividad», a los «requisitos procesales» para la adopción
de medidas provisionales, a la naturaleza obligatoria de las medidas provisionales como una «consecuencia necesaria de la obligatoriedad de la decisión final», al «artículo 94 (1), de la Carta de las
Naciones Unidas», al «artículo 41 (1), del Estatuto del Tribunal» y a la «práctica del Tribunal».
[...]
96. Los Estados Unidos... mantiene sin embargo que aquellas órdenes no pueden tener
tales efectos y, en apoyo de tal posición, desarrolla argumentos relativos al «lenguaje y a la
historia del artículo 41 (1) del Estatuto del Tribunal y el artículo 94 de la Carta de las Naciones Unidas», «la práctica del Tribunal y de los Estados según tales preceptos», y el «peso de
los comentarios de los publicistas».
[...]
98. Ni el Tribunal Permanente de Justicia Internacional, ni el actual Tribunal hasta la
fecha, han considerado el tema de los efectos legales de las órdenes dictadas conforme al
artículo 41 del Estatuto. Como el tercer argumento esgrimido por Alemania se refiere expresamente a la obligación internacional «de cumplir con la Orden sobre Medidas Provisionales
dictada por el Tribunal el 3 de marzo de 1999» y como los Estados Unidos discuten la existencia de tal obligación, el Tribunal está llamado ahora a regular expresamente tal cuestión.
[...]
102. El objeto y el propósito del Estatuto es permitir al Tribunal cumplir con sus obligaciones previstas en aquél, y en particular, la función básica de arreglo judicial de controversias
internacionales por medio de decisiones obligatorias conforme al artículo 59 del Estatuto. El
contexto en el que el artículo 41 tiene que ser examinado dentro del Estatuto es evitar que el
Tribunal sea obstaculizado en el ejercicio de sus funciones porque los respectivos derechos de
las partes en una controversia ante el Tribunal no son preservados. Del objeto y propósito del
Estatuto se deduce, así como de los términos del artículo 41 cuando se lee en su contexto, que
828
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
el poder para dictar medidas provisionales implica que tales medidas serían obligatorias, puesto
que el poder en cuestión está basado en la necesidad, cuando tales circunstancias llamen a ello,
para salvaguardar, y evitar perjudicar los derechos de las partes resueltos en la sentencia final
del Tribunal. La pretensión de que las medidas provisionales dictadas conforme al artículo 41
no fuesen obligatorias sería contrario al objeto y propósito de aquel artículo. [CIJ Recueil,
1999, pp. 26-30.]
16.24. TIJ. ASUNTO RELATIVO A LA LICITUD DEL USO DE LA FUERZA (YUGOSLAVIA C. ESPAÑA), MEDIDAS PROVISIONALES. ORDEN DE 2 DE JUNIO DE
1999
[...]
7. Considerando que, según su demanda en indicación de medidas provisionales, Yugoslavia precisa que:
«Si no se adoptan las medidas solicitadas, habrá nuevas pérdidas de vidas humanas,
nuevos perjuicios a la integridad física y mental de la población de la República
Federal de Yugoslavia, más destrucciones de blancos civiles, una fuerte contaminación del medio ambiente y la prosecución de la destrucción física de la población de Yugoslavia»;
y considerando que, aún reservándose el derecho a modificar y completar su demanda, ruega
a la Corte que indique la medida siguiente:
«El Reino de España debe cesar inmediatamente de recurrir al uso de la fuerza
y debe abstenerse de todo acto que constituya una amenaza de recurso o un recurso al uso de la fuerza contra la República Federal de Yugoslavia»;
[...]
19. Considerando que, en virtud de su Estatuto, la Corte no tiene automáticamente competencia para conocer de las controversias jurídicas entre los Estados partes en el mencionado
Estatuto o entre los otros Estados que han sido admitidos a promover acciones ante ella; que
la Corte ha declarado en numerosas ocasiones que «uno de los principios fundamentales de
su Estatuto es que no se puede resolver una controversia entre Estados sin que estos hayan
aceptado su jurisdicción» (Timor Oriental, sentencia, CIJ Recueil, 1995 p. 101, par. 26); y
que la Corte no puede por tanto ejercer su competencia respecto a Estados partes en una controversia salvo si estos últimos tienen no sólo acceso a la Corte, sino que han aceptado además
su competencia, ya sea de forma general o para la controversia particular de que se trate;
20. Considerando que, en presencia de una demanda en indicación de medidas provisionales, no es necesario en absoluto para la Corte, antes de decidir si indica o no tales medidas,
asegurarse de manera definitiva que tiene competencia en cuanto al fondo del asunto, pero
que sólo puede indicar tales medidas si las disposiciones invocadas por el demandante parecen
constituir prima facie una base sobre la cual pudiese fundarse la competencia de la Corte;
21. Considerando que Yugoslavia, en su demanda, pretende en primer lugar fundar la
competencia de la Corte en el párrafo 2 del artículo 36 del Estatuto; que cada una de las dos
Partes ha hecho una declaración reconociendo la jurisdicción obligatoria de la Corte en virtud
de tal disposición; que la declaración de Yugoslavia fue depositada ante el Secretario General
de la Organización de Naciones Unidas el 4 de abril de 1999, y la de España el 29 de octubre
de 1990;
[...]
23. Considerando que España hace valer que la competencia de la Corte no podrá fundarse en el párrafo 2 del artículo 36 del Estatuto de la Corte en este caso, en consideración de las
reservas que contiene su declaración; que recuerda en particular que de acuerdo con los térmi-
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
829
nos del punto del párrafo 1 de esta declaración, no reconoce la competencia de la Corte en lo
que se refiere a
«c) las controversias en las que la otra parte o las otras partes en cuestión hayan
aceptado la jurisdicción de la Corte menos de doce meses antes de la fecha de la
presentación de la demanda escrita que introduce la instancia ante la Corte»;
que expone que «esta limitación tiene un carácter temporal bien concreto y no equívoco y no
debería ser objeto de interpretación ni de duda» y que «la intención de España al formular su
declaración no podría ser más clara»; y que hace observar que manifiestamente no han transcurrido doce meses entre la fecha en que Yugoslavia ha aceptado la jurisdicción de la Corte
y la del depósito de su instancia;
24. Considerando que Yugoslavia no ha presentado ningún argumento al respecto;
25. Considerando que, Yugoslavia, habiendo depositado su declaración de aceptación
de la jurisdicción obligatoria de la Corte ante el Secretario general el 26 de abril 1999, y
habiendo sometido su demanda introductoria de la causa ante la Corte el 29 de abril de 1999,
no existe duda alguna de que las condiciones de exclusión de la jurisdicción de la Corte especificadas en el punto c) del párrafo 1 de la declaración de España se cumplen en el caso; considerando que, como la Corte recordó en su sentencia de 4 de diciembre de 1998 en el asunto
de la Competencia en materia de pesquerías (España c. Canadá),
«Corresponde a cada Estado cuando formula su declaración, decidir los límites que asigna
a su aceptación de la jurisdicción de la Corte: la jurisdicción no existe más que en los términos en que haya sido aceptada» (Fosfatos de Marruecos, sentencia 1938, CPJI, serie A/B, n.o
74, p. 23);
y que, como ha señalado en su sentencia de 11 de junio de 1998 en el asunto de la Frontera
terrestre y marítima entre Camerún y Nigeria (Camerún c. Nigeria), «desde 1952, juzgó en
el asunto de la Anglo-Iranian Oil Co. que “la competencia es conferida a la Corte solamente
en la medida en que [las declaraciones formuladas] coinciden en conferírsela” (CIJ Recueil,
1952, p. 103)» (CIJ Recueil, 1998, p. 298, párr. 43); y considerando que las declaraciones
hechas por las Partes de conformidad con el párrafo 2 del artículo 36 del Estatuto no podrían
manifiestamente constituir base de competencia en el presente asunto, ni siquiera prima facie;
[...]
29. Considerando que Yugoslavia, en su demanda, pretende en segundo lugar, fundar
la competencia de la Corte en el artículo IX de la Convención sobre el genocidio, en cuyos
términos:
«Las controversias entre las Partes contratantes relativas a la interpretación, a la
aplicación o a la ejecución de la presente convención, comprendiendo aquellas relativas a la responsabilidad de un Estado en materia de genocidio o de cualquier otro
de los hechos enumerados en el artículo III, serán sometidos ante la Corte Internacional de Justicia, a instancia de una parte en la controversia»;
que no se pone en duda que tanto Yugoslavia como España son partes en la convención sobre el genocidio; pero que el instrumento de adhesión de España a la convención, depositado ante el Secretario general el 13 de septiembre de 1968 incluye una
reserva «que afecta a la totalidad del artículo IX»;
30. Considerando que España sostiene que esta reserva, no habiendo dado lugar a
objeción por parte de Yugoslavia, el artículo IX de la convención sobre el genocidio «no
es aplicable a las relaciones mutuas entre España y... Yugoslavia» y que el mencionado
artículo no puede, por tanto, fundar la competencia de la Corte en el caso, ni siquiera prima
facie; y considerando que España hace valer además que la controversia presentada ante
la Corte por Yugoslavia no está «... comprendida en el ámbito de aplicación de la convención»;
830
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
31. Considerando que Yugoslavia ha contestado la interpretación dada por España a la
convención sobre el genocidio, pero no ha presentado ninguna argumentación en relación con
la reserva de España al artículo IX de la convención;
32. Considerando que la Convención sobre el genocidio no prohíbe las reservas; que
Yugoslavia no formuló objeción a la reserva hecha por España al artículo IX; y que esta reserva tuvo como efecto excluir este artículo de las disposiciones de la convención en vigor entre
las Partes;
33. Considerando que el artículo IX de la Convención sobre el genocidio no podría, en
consecuencia, fundar la competencia de la Corte para conocer de una controversia entre Yugoslavia y España que entrara en sus previsiones; y que esta disposición manifiestamente no
constituye base de competencia en el presente asunto, ni siquiera prima facie;
34. Considerando que España además precisa que «no acepta la competencia de la Corte
según los términos del párrafo 5 del artículo 38 del Reglamento»; que esta disposición está
así redactada:
«5. Cuando el demandante pretenda fundar la competencia de la Corte sobre
un consentimiento no dado o manifestado todavía por el Estado contra el que se
formula la demanda, la demanda se transmite a este Estado. No obstante, no se
inscribirá en el registro general de la Corte y no se efectuará ningún acto de procedimiento en tanto que el Estado contra el que se formula la demanda no haya aceptado la competencia de la Corte a los fines del asunto»;
y que resulta manifiesto que, en ausencia de consentimiento de España dado de conformidad
con el párrafo 5 del artículo 38 del Reglamento, la Corte no podría tener competencia en el
presente asunto, ni siquiera prima facie;
35. Considerando que se deduce de lo anterior que la Corte manifiestamente no tiene
competencia para conocer de la demanda de Yugoslavia; que no podría por tanto indicar
medida provisional alguna al efecto de proteger los derechos que son invocados en la misma;
y que, en un sistema de jurisdicción consensual, mantener en el registro general un asunto
sobre el que resulta cierto que la Corte no podrá pronunciarse sobre el fondo no correspondería ciertamente a una buena administración de justicia.
[...]
40. Por estos motivos,
La Corte,
1) Por catorce votos contra dos,
Rechaza la demanda en indicación de medidas provisionales presentada por la República
Federal de Yugoslavia el 29 de abril de 1999;
[...]
2) Por trece votos contra tres,
Ordena que el asunto sea suprimido del registro.
[...] [CIJ Recueil, 1999, pp. 11-16.]
b)
Intervención de terceros
16.25. TIJ. ASUNTO DE LA CONTROVERSIA TERRESTRE, INSULAR Y MARÍTIMA (EL
SALVADOR C. HONDURAS), DEMANDA A EFECTOS DE INTERVENCIÓN. SENTENCIA DE 13 DE SEPTIEMBRE DE 1990
[...]
35. En su demanda de intervención, presentada el 17 de noviembre de 1989, Nicaragua
afirmaba que la demanda se realizaba al amparo del artículo 36, párrafo 1, y artículo 62 del
Estatuto. Una demanda al amparo del artículo 62 debe ser presentada, según el artículo 81,
párrafo 1, del Reglamento del Tribunal, «tan pronto como sea posible, y nunca después de la
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
831
finalización de la fase escrita del procedimiento». La demanda de Nicaragua fue presentada
en el Registro del Tribunal dos meses antes del plazo fijado por la presentación de las contestaciones de las partes.
[...]
93. La Sala debe examinar todavía ahora el argumento de El Salvador según el cual, para
que Nicaragua pudiese intervenir en la presente instancia entre El Salvador y Honduras, le es
necesario establecer la existencia de un «vínculo de jurisdicción válido» entre Nicaragua y
estos dos Estados. La Sala ha mencionado ya (párrafo 39 supra) la condición que plantea el
apartado c) del párrafo 2 del artículo 81 del Reglamento del Tribunal, según el cual la demanda a fines de intervención debe especificar «toda clase de competencia que, según el Estado
que solicita intervenir, existiera entre él y las partes», así como la actitud de Nicaragua a este
respecto. En su demanda, Nicaragua no alega la existencia de otra base de competencia que
no sea el Estatuto mismo y expresa la opinión de que el artículo 62 no exige un título de
competencia distinto. En el párrafo 24 de su demanda, Nicaragua recuerda también que ha
hecho una declaración válida e incondicional de aceptación de la jurisdicción del Tribunal;
por tanto, no se funda en esta declaración en el presente procedimiento. El Salvador y Honduras han hecho también declaraciones en virtud de este artículo, pero éstas contienen reservas
que, según cada uno de estos Estados, impedirían invocar estas declaraciones para someter al
Tribunal cuestiones que son objeto de la presente instancia.
94. Se trata de saber si la existencia de un vínculo jurisdiccional válido con las partes en
la instancia —dicho de otra forma la existencia de una base de competencia que un Estado
que solicita intervenir podría invocar para introducir una instancia contra una u otra parte
constituye una condición esencial para que un Estado pueda ser admitido a intervenir en virtud
del artículo 62 del Estatuto. Es pues en este sentido como se emplean en adelante las expresiones «vínculo jurisdiccional» y «vínculo de competencia». La cuestión ha sido planteada
en el curso de asuntos en los cuales una demanda a fines de intervención había sido presentada al Tribunal en virtud del artículo 62. En el asunto de la Plataforma Continental
(Túnez/Jamahiriya Árabe Libia), el Tribunal ha estimado que no era necesario solucionar la
cuestión, puesto que había llegado, por otros motivos, a la conclusión de que la demanda de
Malta a fines de intervención no era de esas a las que podía acceder (CIJ Recueil, 1981, p.
20, par. 36). En el asunto de la Plataforma Continental (Jamahiriya Árabe Libia/Malta), el
Tribunal ha estimado de nuevo posible «pronunciarse sobre la presente demanda» sin resolver la cuestión delicada del «vínculo de competencia válido» (CIJ Recueil, 1984, p. 28, par.
45). Sin embargo, lo ha hecho indicando dos argumentaciones posibles, de las cuales una se
funda en el hecho de que un tal vínculo sería necesario y otra sobre el hecho de que no lo sería
y observando que, en las circunstancias del caso, las «dos maneras... tienen una y otra por
resultado necesario obligar al Tribunal a rechazar la demanda de intervención de Italia» (CIJ
Recueil, 1984, p. 22, par. 34). Esta última sentencia contiene útiles observaciones en la materia,
pero la cuestión no está resuelta. Como, en el caso presente, la Sala ha llegado a la conclusión de que Nicaragua ha establecido la existencia de un interés de orden jurídico susceptible de ser afectado por la decisión, y como la intervención de Nicaragua tiene un objeto
apropiado, sólo se plantea todavía la cuestión de la necesidad de un vínculo jurisdiccional; y
como se admite que no existe ningún vínculo de este género, la Sala está obligada a decidir
la cuestión. A este efecto, debe examinar el principio general de la jurisdicción consensual
en sus relaciones con la institución de la intervención.
95. La importancia de este principio general, sobre el cual el Estado que solicita intervenir ha insistido mucho él mismo en su demanda, no puede ponerse en duda. Como ha dicho
el Tribunal Permanente de Justicia Internacional, el Tribunal actúa «considerando el hecho
de que su jurisdicción es limitada, que se basa siempre en el consentimiento del demandado
y no existe fuera de los límites en los cuales este consentimiento ha sido dado» (Concesiones
Mavrommatis en Palestina, sentencia n.o 2, 1924, CPJI, serie A, n.o 2, p. 16).
El arreglo judicial internacional previsto en el Estatuto obedece por tanto al esquema
siguiente: dos o más Estados convienen que el Tribunal conozca una controversia particular;
su consentimiento puede ser dado sobre una base ad hoc, por vía de compromiso o de otra
manera, o resultar de la invocación, en presencia de esta controversia particular, de una cláusu-
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MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
la jurisdiccional de un tratado o del mecanismo del artículo 36, párrafo 2, del Estatuto del
Tribunal. Estos Estados son las «partes» en la instancia y estarán vinculados por la decisión
que el Tribunal dictará de modo definitivo, porque han convenido en dar al Tribunal competencia para resolver el asunto por una decisión que tendrá fuerza obligatoria, como prevé el
artículo 59 del Estatuto. Normalmente, ningún otro Estado puede pues mezclarse en el asunto
sin el consentimiento de las partes iniciales.
96. No obstante, en los artículos 62 y 63 del Estatuto del Tribunal están previstos procedimientos que permiten a un «tercer» Estado intervenir en un proceso. En materia de intervención, la competencia del Tribunal no deriva del consentimiento de las partes en el asunto,
a diferencia de su competencia para conocer del asunto que le ha sido sometido, sino del hecho
de que al convertirse en partes en el Estatuto del Tribunal han consentido en que éste ejerza
los poderes que le confiere el Estatuto. No es necesario interpretar la mención de los «tratados... en vigor», que figura en el artículo 36, párrafo 1 del Estatuto, como incluyendo al Estatuto mismo; la aceptación del Estatuto implica aceptación de la competencia que el artículo 62
confiere al Tribunal. El Tribunal es pues competente para admitir una demanda de intervención incluso si una de las partes en la instancia, o las dos, se oponen a ello; como el Tribunal
ha declarado en 1984 «la oposición (a una intervención) de las partes en causa, aunque muy
importante, no es más que un elemento de apreciación entre otros» (CIJ Recueil, 1984, p. 28,
par. 46). La naturaleza de la competencia así creada por el artículo 62 del Estatuto se define
por referencia al fin y al objeto de la intervención, como resulta del artículo 62 del Estatuto.
97. El fin de una intervención fundada en el artículo 62 del Estatuto es el de proteger un
«interés de orden jurídico» de un Estado susceptible de ser afectado por una decisión, en un
asunto pendiente entre otros Estados, a saber las partes en este asunto. Su fin no es el de permitirle añadir un nuevo asunto sobre el precedente, convertirse en una nueva parte y obtener así
que el Tribunal se pronuncie sobre sus propias pretensiones. Un asunto con una nueva parte
y nuevas cuestiones a resolver sería un asunto nuevo. La diferencia entre la intervención en
virtud del artículo 62 y la constitución de una nueva parte en un asunto no es solamente una
diferencia de grado; es una diferencia de naturaleza. Como el Tribunal ha señalado en 1984:
«Nada en el artículo 62 indica que este texto haya sido concebido como otro medio de someter
al Tribunal un litigio suplementario —materia que pertenece al artículo 40 del Estatuto— o
como un medio de hacer valer los derechos propios de un Estado no parte en el asunto» [Plataforma continental (Jamahiriya Árabe Libia/Malta), demanda a fines de intervención, CIJ
Recueil, 1984, p. 23, par. 37].
98. Hay que destacar que la intervención se trata en el Capítulo III del Estatuto del Tribunal, que lleva por título «Procedimiento». En la misma línea el Tribunal ha redactado y después
revisado su Reglamento: la intervención figura allí en la sección D, titulada «Procedimientos
incidentales». Por definición, los procedimientos incidentales son los que sobrevienen incidentalmente en el curso de un asunto ya llevado ante el Tribunal o una Sala. Un procedimiento
incidental no puede ser un procedimiento que transforma este asunto en un asunto diferente
con partes diferentes.
99. La intervención no puede haber sido concebida para servirse de ella en lugar de un
procedimiento contencioso. La aceptación del Estatuto por un Estado no crea en sí competencia para conocer de un asunto particular: el consentimiento expreso de las partes es necesario a este efecto. Si se considerase que un interviniente se convierte en parte en un asunto por
el simple hecho de que está autorizado a intervenir en este asunto, se haría una mala interpretación grave en este aspecto del principio de la jurisdicción consensual. El hecho de que
la competencia incidental conferida por el artículo 62 del Estatuto está limitada por el principio general de la jurisdicción consensual en materia de controversias particulares ha sido
afirmado por el Tribunal en la sentencia que ha dictado sobre la demanda a fines de intervención de Italia en el asunto de la Plataforma Continental (Jamahiriya Árabe Libia/Malta);
el Tribunal ha tenido cuidado de no adoptar una posición tal que: «admitiese que el procedimiento de intervención fundado en el artículo 62 constituye una excepción a los principios
fundamentales que establecen la base de su competencia: en primer lugar el principio del
consentimiento, pero también los principios de reciprocidad y de igualdad entre los Estados.
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
833
Pues el Tribunal considera que una excepción de este género no podría ser admitida más que
si estuviera claramente expresada» (CIJ Recueil, 1984, p. 22, par. 35).
Es pues patente que el Estado admitido a intervenir en un caso no se convierte también en
parte por el solo hecho de que es un interviniente. Recíprocamente, es cierto que, a reserva
del consentimiento requerido de las partes en el asunto, el interviniente no está impedido por
su calidad de interviniente de convertirse él mismo en parte en el proceso. Nicaragua también
parece considerar que la competencia que el artículo 62 del Estatuto atribuye al Tribunal no
es extensible hasta el punto de que un interviniente se convierte en parte en el caso, a menos
que las partes en el asunto hayan consentido en este cambio; ha declarado en el curso del
procedimiento oral que «el artículo 62 forma parte de la competencia incidental y (que) nada,
en buena lógica, obliga a contemplar sus disposiciones como una “excepción” al principio
del consentimiento»...
100. Se deriva pues también de la naturaleza jurídica y de los fines de la intervención
que la existencia de un vínculo jurisdiccional entre el Estado que solicita intervenir y las partes
en causa no es una condición del éxito de su demanda. Al contrario, el procedimiento de intervención debe permitir que el Estado cuyos intereses corren el riesgo de resultar afectados
pueda ser autorizado a intervenir, incluso aunque no exista vínculo jurisdiccional y no pueda
en consecuencia convertirse en parte en el asunto. En los términos del párrafo 2.c) del artículo 81 del Reglamento del Tribunal, una demanda a fin de intervención con base en el artículo 62 del Estatuto debe especificar «toda clase de competencia que, según el Estado que solicita intervenir, existiese entre él y las partes»; el empleo de las palabras «toda base de competencia
que... existiese» (en el texto inglés la fórmula any basis muestra que el vínculo de jurisdicción válido no es considerado como una condición sine qua non de una intervención) [ver
también Plataforma Continental (Túnez Jamahiriya Árabe Libia), demanda intervenir con
base de intervención, CIJ Recueil, 1981, p. 16, par. 27].
101. La Sala concluye en consecuencia que la ausencia de vínculo jurisdiccional entre
Nicaragua y las Partes en el presente caso no constituye un obstáculo para la concesión de la
autorización de intervenir.
102. Como es la primera vez en la existencia del Tribunal y de su antecesor que un Estado
habrá sido autorizado a intervenir en virtud del artículo 62 del Estatuto, parece apropiado dar
alguna indicación sobre la extensión de los derechos procedimentales adquiridos por el Estado
interviniente una vez autorizado a intervenir. Esto es particularmente deseable dado que la
intervención permitida afecta sólo a ciertas cuestiones de las muchas sometidas a la Sala. En
primer lugar, como ya se ha explicado, el Estado interviniente no llega a ser sujeto de las
obligaciones, las cuales afectan al status de una parte, según el Estatuto y Reglamento del
Tribunal, o los principios generales de procedimiento. Nicaragua, como interviniente, tiene
por supuesto derecho a ser oída por la Sala. Este derecho es regulado por el artículo 85 del
Reglamento del Tribunal, que prevé para el sometimiento la presentación de una declaración
escrita, y participación en las audiencias. Los plazos límites serán fijados para la presentación de la declaración escrita por Nicaragua, y las correspondientes observaciones por las
Partes, de acuerdo con el artículo 85, tras las consultas apropiadas que tendrán lugar después
del conocimiento de esta sentencia.
103. El alcance de la intervención en este caso particular, en relación con el alcance del
caso en su conjunto, necesariamente implica limitaciones del derecho del interviniente a ser
oído. Una limitación inicial consiste en que no corresponde al interviniente defender ante la
Sala tesis sobre la interpretación del compromiso concluido entre las Partes el 24 de mayo de
1986, en tanto que el compromiso es para Nicaragua res inter alios acta.
104. Nicaragua ha rechazado cualquier intención de implicarse en la controversia sobre
la frontera terrestre. La Sala ha encontrado que Nicaragua no ha mostrado la existencia de un
interés de orden legal que pudiera ser afectado por su decisión sobre «la situación legal de las
islas». En relación con la decisión requerida de la Sala relativa a la situación legal de los
espacios marítimos en el Golfo, la Sala ha indicado (en el parágrafo 72) que Nicaragua tiene
un interés legal que puede ser afectado por una decisión sobre el régimen legal de esas aguas,
por ejemplo, una decisión en favor de la tesis de El Salvador, que las aguas del Golfo están
sujetas a un régimen de condominio, o una decisión en favor de la tesis de Honduras, que
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MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
existe una «comunidad de intereses» entre los tres Estados sobre las aguas del Golfo. Nicaragua no ha demostrado satisfactoriamente a la Sala la existencia de un interés legal que pueda
ser afectado por una decisión de la Sala delimitando las aguas del Golfo de Fonseca entre El
Salvador y Honduras, o por cualquier decisión sobre la situación legal de los espacios marítimos fuera del Golfo, incluyendo cualquier decisión sobre los derechos o delimitación entre
El Salvador y Honduras, y la intervención a estos efectos no ha sido justificada. La Sala
encuentra por lo tanto que Nicaragua debe intervenir, pero únicamente en lo que concierne al
examen por la Sala del régimen jurídico de los espacios marítimos situados en el interior del
Golfo de Fonseca, y a participar en el presente asunto conforme al artículo 85 del Reglamento
del Tribunal.
105. Por estos motivos,
LA SALA,
Unánimemente,
1. Afirma que la República de Nicaragua ha establecido que tiene un interés de orden
jurídico susceptible de ser afectado por la sentencia de la Sala sobre el fondo en el presente
caso, a saber, su decisión sobre el régimen legal de las aguas del Golfo de Fonseca, pero no
ha mostrado que tal interés pueda quedar afectado por una decisión en la cual la Sala pueda
ser requerida y que afecte a la delimitación de esas aguas, o cualquier decisión sobre la situación legal de los espacios marítimos fuera del Golfo, o sobre la situación legal de las islas en
el Golfo;
2. Decide en consecuencia que la República de Nicaragua está autorizada a intervenir
en el caso, conforme al artículo 62 del Estatuto, sólo en la forma y fines especificados en la
presente sentencia.
[...] [CIJ Recueil, 1990, pp. 107-137.]
16.26. TIJ. ASUNTO DE LA FRONTERA TERRESTRE Y MARÍTIMA ENTRE CAMERÚN
Y NIGERIA (CAMERÚN C. NIGERIA), DEMANDA A EFECTOS DE INTERVENCIÓN. ORDEN DE 21 DE OCTUBRE DE 1999
[...]
3. Considerando que, en su demanda, Guinea Ecuatorial, refiriéndose al punto a) del
párrafo 2 del artículo 81 del Reglamento, especifica particularmente en estos términos «el
interés de orden jurídico... para [Guinea] en causa»:
«De conformidad con su derecho interno, Guinea Ecuatorial reivindica los
derechos soberanos y la competencia que le confiere el derecho internacional hasta
la línea media entre, de una parte, Guinea Ecuatorial y Nigeria, y, de otra parte,
entre Guinea Ecuatorial y Camerún. Estos derechos e intereses de orden jurídico
son los que Guinea Ecuatorial pretende proteger... Guinea Ecuatorial insiste... sobre
el hecho de que no solicita a la Corte que determine sus fronteras con Camerún o
Nigeria. Desea no obstante proteger sus derechos e intereses de orden jurídico subrayando que ninguna frontera marítima que la Corte pudiera determinar entre Camerún
y Nigeria debe cortar la línea media con Guinea Ecuatorial. Si la Corte llegase a
determinar una frontera marítima entre Camerún y Nigeria que se prolongase hasta
dentro de las aguas de Guinea Ecuatorial, tal como están definidas por la línea media,
se atentaría contra los derechos e intereses jurídicos de Guinea Ecuatorial. Guinea
Ecuatorial pretende hacer valer sus derechos e intereses jurídicos ante la Corte y,
de lo contrario, dar su punto de vista con respecto al modo en que las reivindicaciones de Camerún y Nigeria concernientes a su frontera marítima podrían o no
atentar contra los derechos legítimos y los intereses de orden jurídico de Guinea
Ecuatorial».
4. Considerando que, en su demanda, Guinea Ecuatorial, refiriéndose al punto b) del
párrafo 2 del artículo 81 del Reglamento, especifica así «el objeto preciso de la intervención»:
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
835
«En primer lugar, de forma general, proteger los derechos de la República de
Guinea Ecuatorial en el golfo de Guinea por todos los medios jurídicos de que dispone y en consecuencia, utilizar a este fin el procedimiento previsto en el artículo 62
del Estatuto de la Corte.
En segundo lugar, informar a la Corte de la naturaleza de los derechos legítimos
e intereses de orden jurídico de Guinea Ecuatorial que podrían verse afectados por
la decisión de la Corte, habida cuenta de la frontera marítima reivindicada por las
partes en asunto sometido a la Corte»;
5. Considerando que, en su demanda, Guinea Ecuatorial, refiriéndose al punto c) del
párrafo 2 del artículo 81 del Reglamento, se expresa del siguiente modo en relación con la
«base de la competencia que... existiría entre [ella] y las partes»:
«La República de Guinea Ecuatorial no busca ser parte en el asunto sometido a la Corte. No hay respecto al Estatuto o Reglamento de la Corte ninguna base
de competencia que resulte de acuerdos preexistentes entre Guinea Ecuatorial,
Nigeria y Camerún. Guinea Ecuatorial no ha formulado declaración en virtud
del párrafo 2 del artículo 36 del Estatuto de la Corte y no está en vigor ningún
acuerdo entre estos tres Estados que diera competencia a la Corte al respecto.
Los tres Estados pueden, desde luego, solicitar a la Corte no sólo que determine cuál es la frontera marítima entre Camerún y Nigeria sino también las fronteras marítimas de Guinea Ecuatorial con estos dos Estados. Pero Guinea Ecuatorial no ha presentado ninguna demanda en este sentido y desea continuar buscando
determinar sus fronteras marítimas con sus vecinos por la vía de las negociaciones.
[...]
En consecuencia, la demanda a efectos de intervención presentada por Guinea
Ecuatorial se funda únicamente en las disposiciones del artículo 62 del Estatuto de
la Corte».
6. Considerando que al final de su demanda Guinea Ecuatorial formula la siguiente
conclusión:
«Sobre la base de las observaciones precedentes, Guinea Ecuatorial pide respetuosamente ser autorizada a intervenir en la presente instancia entre Camerún y
Nigeria, con los fines y con el objeto enunciados en la presente demanda, y a participar en el procedimiento conforme a las disposiciones del artículo 85 del Reglamento de la Corte»;
[...]
12. Considerando que ninguna de las Partes se opone a que la demanda a efectos de intervención de Guinea Ecuatorial sea admitida;
13. Considerando que, en la opinión de la Corte, Guinea Ecuatorial ha establecido suficientemente que tiene un interés de orden jurídico susceptible de verse afectado por una sentencia que la Corte dictase con la finalidad de determinar la frontera marítima entre Camerún y
Nigeria;
14. Considerando además que, como una Cámara de la Corte ya tuvo la ocasión de
señalarlo,
«en la medida donde la intervención [de un Estado] tiene por objeto “informar a la
Corte de la naturaleza de los derechos [de ese Estado] que se cuestionan en el litigio”,
no se puede decir que este objeto no sea apropiado: parece además conforme al
papel de la intervención» [Controversia fronteriza terrestre, insular y marítima (El
Salvador/Honduras), demanda de Nicaragua a efectos de intervención, sentencia
de 13 de septiembre de 1990, CIJ Recueil, 1990, p. 130, par. 90];
836
15.
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Considerando por añadidura que, como la misma Cámara señaló,
«deriva [...] de la naturaleza jurídica y de los fines de la intervención que la existencia de un vínculo jurisdiccional entre el Estado que solicita la intervención y las
partes en la causa no es una condición para el éxito de su demanda. Al contrario,
el procedimiento de intervención debe permitir que el Estado cuyos intereses corren
el peligro de verse afectados pueda ser autorizado a intervenir, incluso cuando no
exista vínculo jurisdiccional y que por tanto no pueda en consecuencia llegar a ser
parte de la instancia» (ibid., p. 135, par. 100);
16. Considerando que en vista de la posición de las Partes y de las conclusiones a las
que ella misma ha llegado, la Corte estima que nada se opone a que la demanda a efectos de
intervención de Guinea Ecuatorial sea admitida; [...] [http://www.icj.cij.org.]
c)
Excepciones preliminares. Competencia y admisibilidad
16.27. TIJ. ASUNTO DE LAS ACTIVIDADES MILITARES Y PARAMILITARES EN
NICARAGUA Y CONTRA ÉSTA (NICARAGUA C. ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA), COMPETENCIA Y ADMISIBILIDAD. SENTENCIA DE 26 DE NOVIEMBRE
DE 1984
[...]
109. El Tribunal ha concluido así que Nicaragua ha hecho, el 24 de septiembre de 1929,
tal como la autorizaba el artículo 36, párrafo 2, del Estatuto del Tribunal Permanente de Justicia Internacional, y después de haber firmado el protocolo al cual el Estatuto estaba adjunto,
una declaración reconociendo la jurisdicción obligatoria del Tribunal permanente sin condición, particularmente de ratificación, y sin límite de duración, aunque no se haya establecido
al día de hoy que el instrumento de ratificación del protocolo haya llegado nunca al Secretariado de las Naciones Unidas. El Tribunal no está convencido por los argumentos que le han
sido presentados, según los cuales la ausencia de tal formalidad excluiría la aplicación del
artículo 36, párrafo 5, del Estatuto del Tribunal actual, e impediría la transferencia a ésta de
la declaración, en el que por otra parte Nicaragua ha consentido puesto que, estando representada en la Conferencia de San Francisco, ha firmado y ratificado la Carta, aceptando por
ello el Estatuto y su artículo 36, párrafo 5. El Tribunal ha concluido también que la aquiescencia constante de Nicaragua a las afirmaciones, hechas en las publicaciones de las Naciones Unidas, entre otras, según las cuales estaba vinculada por la cláusula facultativa constituye una manifestación apropiada de su intención de reconocer la jurisdicción obligatoria del
Tribunal.
110. El Tribunal tiene en consecuencia por válida la declaración nicaragüense del 24 de
septiembre de 1929 y concluye que a los fines del artículo 36, párrafo 2, del Estatuto Nicaragua era un «Estado que acepta la misma obligación» que los Estados Unidos de América en
la fecha del depósito de la demanda, lo que la autorizaba a invocar la declaración de los Estados
Unidos del 26 de agosto de 1946. El Tribunal concluye también que, no obstante la notificación hecha por los Estados Unidos de América el 6 de abril de 1984, la demanda no está
excluida del campo de la aceptación, por los Estados Unidos de América, de la jurisdicción
obligatoria del Tribunal. El Tribunal decide en consecuencia que las dos declaraciones establecen un fundamento a su competencia.
111. Además, está totalmente claro para el Tribunal que, sobre la única base del tratado
de amistad, comercio y navegación de 1956, Nicaragua y los Estados Unidos de América
están obligados a aceptar la jurisdicción obligatoria del Tribunal en cuanto a las reclamaciones presentadas por Nicaragua en su demanda, en la medida en que implican violaciones de
las disposiciones de este tratado. [CIJ Recueil, 1984, p. 44.]
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
837
16.28. TIJ. ASUNTO RELATIVO A LAS CUESTIONES DE INTERPRETACIÓN Y APLICACIÓN DEL CONVENIO DE MONTREAL DE 1971 RESULTANTES DEL INCIDENTE AÉREO DE LOCKERBIE (JAMAHIRIYA ÁRABE LIBIA C. REINO UNIDO),
EXCEPCIONES PRELIMINARES. SENTENCIA DE 27 DE FEBRERO DE 1998
[...]
17. El Tribunal examinará en primer lugar la excepción presentada por el Reino Unido
relativa a su competencia.
18. Libia sostiene que el Tribunal es competente sobre la base del párrafo 1 del artículo 14 de la Convención de Montreal que dispone:
«Las controversias que surjan entre dos o más Estados contratantes con respecto a la interpretación o aplicación de la presente Convención que no pueda solucionarse mediante negociaciones se someterá a arbitraje a petición de uno de ellos. Si,
en el plazo de seis meses contados a partir de la fecha de presentación de la solicitud de arbitraje, las Partes no consiguen ponerse de acuerdo sobre la forma del mismo,
cualquiera de las Partes podrá someter la controversia al Tribunal Internacional de
Justicia, mediante una solicitud presentada conforme al Estatuto del Tribunal.»
19. Las Partes están de acuerdo en que la Convención de Montreal está en vigor entre
ellas y que ya lo estaba tanto en el momento de la destrucción del aparato de la Pan Am sobre
Lockerbie, el 21 de diciembre de 1998, como en el momento de la presentación de la demanda, el 3 de marzo de 1992. Sin embargo, el demandado niega la competencia del Tribunal
alegando que, en este caso, no se habían cumplido todas las condiciones enunciadas en el
párrafo primero del artículo 14 de la Convención de Montreal.
[...]
37. No obstante, el Reino Unido ha afirmado que, aun cuando la Convención de Montreal confiera a Libia los derechos que reivindica, estos no podrán ser ejercidos en el caso,
debido a que han sido suplantados por las resoluciones 748 (1992) y 883 (1993) del Consejo de Seguridad quien, en virtud de los artículos 25 y 103 de la Carta de las Naciones Unidas,
prevalecen sobre los derechos y obligaciones creados por la Convención de Montreal. El
demandado asimismo ha alegado que, por el hecho de la adopción de estas resoluciones, la
única controversia que existiría en adelante opondría a Libia con el Consejo de Seguridad; o,
en todo caso, se trataría de una controversia que no entraría dentro de las previsiones del párrafo primero del artículo 14 de la Convención de Montreal, por lo que el Tribunal sería incompetente para conocer del asunto.
38. El Tribunal no puede admitir esta argumentación, las resoluciones 748 (1992) y 883
(1993) del Consejo de Seguridad han sido adoptadas después del depósito de la demanda, el
3 de marzo de 1992. De conformidad con una jurisprudencia constante, si el Tribunal era
competente en la fecha del depósito de la demanda, ésta se mantiene; la adopción posterior
de las resoluciones arriba mencionadas no pueden afectar a una competencia ya establecida
(cf. Nottebohm, excepción preliminar, sentencia, CIJ Recueil, 1953, p. 122; Derecho de paso
por territorio indio, excepciones preliminares, sentencia, CIJ Recueil, 1957, p. 142).
39. En vista de lo que precede, el Tribunal concluye que la excepción de incompetencia
invocada por el Reino Unido sobre la inexistencia de controversias entre las partes respecto
de la interpretación o aplicación de la Convención de Montreal debe ser rechazada, y que tiene
competencia para conocer de las controversias entre Libia y el Reino Unido concernientes a
la interpretación o aplicación de las disposiciones de la presente Convención.
40. El Tribunal pasará ahora a examinar la excepción del Reino Unido según la cual la
demanda libia no es admisible.
41. El principal argumento presentado por el Reino Unido en este contexto es el siguiente:
«lo que Libia afirma ser la o las cuestiones en litigio entre ella y el Reino Unido
está ahora regulado por las decisiones que el Consejo de Seguridad ha tomado en
aplicación del Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas y que vinculan a las
dos Partes, y ... las resoluciones adoptadas prevalecen, conforme al artículo 103 de
838
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
la Carta, en caso de conflicto entre lo dispuesto en ellas y los derechos u obligaciones que derivan de la Convención de Montreal».
El Reino Unido precisa al respecto que
«las resoluciones 748 y 883 son jurídicamente obligatorias y crean para Libia y el
Reino Unido obligaciones jurídicas que son determinantes para toda controversia
sobre la que el Tribunal pueda tener competencia».
Según el Reino Unido, las mencionadas resoluciones prescriben la entrega por parte de
Libia de los dos sospechosos al Reino Unido o a los Estados Unidos, a fin de que sean juzgados, y esta decisión del Consejo de Seguridad es obligatoria para Libia, independientemente
de todo derecho que ésta puede deducir de la Convención de Montreal. Sobre esta base, el
Reino Unido sostiene que Libia no podría
«obtener las medidas provisionales que solicita del Tribunal en virtud de la Convención de Montreal y que el Tribunal debería, por tanto, ejercer su poder de declarar
inadmisible la demanda libia».
El Reino Unido hace igualmente valer que, en la hipótesis en que el Tribunal considerase
examinar las cuestiones planteadas por Libia relativas a la Convención de Montreal sin tener
en cuenta el efecto de las resoluciones del Consejo de Seguridad, el Tribunal se encontraría
en la situación de proceder al examen de dichas cuestiones sobre el fondo; si el Tribunal se
pronunciara a favor del análisis planteado por Libia, quedaría verosímilmente obligada a dictar
una sentencia sobre esta base, aun cuando ésta no fuera ni aplicable ni ejecutable en virtud
de las decisiones anteriores del Consejo de Seguridad que permanecerían en vigor...
[...]
43. Libia, además, llama la atención del Tribunal sobre el principio según el cual «la
fecha crítica para determinar la admisibilidad de una demanda es la del depósito» [Acciones
armadas fronterizas y transfronterizas (Nicaragua c. Honduras), competencia y admisibilidad, sentencia, CIJ Recueil, 1988, p. 25, par. 66]. Observa en este sentido que su demanda
ha sido introducida el 3 de marzo de 1992 y que las resoluciones 748 (1992) y 883 (1993) del
Consejo de Seguridad han sido adoptadas el 31 de marzo de 1992 y el 11 de noviembre de
1993 respectivamente; y que la resolución 731 (1992) de 21 de enero de 1992 no ha sido
adoptada en virtud del Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas y no constituye más
que una simple recomendación. En consecuencia, Libia sostiene que su demanda es, en todo
estado de causa, admisible.
44. En opinión del Tribunal, ha lugar a retener esta última conclusión de Libia. La fecha
de 3 de marzo de 1992 en la que Libia ha depositado su demanda es, en efecto, la única fecha
pertinente para apreciar la admisibilidad de la demanda. Las resoluciones 748 (1992) y 883
(1993) del Consejo de Seguridad no pueden ser tenidas en consideración al respecto puesto
que han sido adoptadas en una fecha ulterior. En cuanto a la resolución 731 (1992) del Consejo de Seguridad, adoptada antes del depósito de la demanda, no constituye un obstáculo
jurídico a la admisibilidad de ésta, puesto que se trata de una simple recomendación sin
efecto vinculante, tal y como lo ha reconocido, por otra parte, el propio Reino Unido. Por
consiguiente, la demanda libia no puede ser declarada inadmisible por estos motivos.
45. En vista de lo anterior, la Tribunal concluye que ha lugar a rechazar la excepción de
inadmisibilidad deducida por el Reino Unido de las resoluciones 748 (1992) y 883 (1993) del
Consejo de Seguridad, y que la demanda de Libia es admisible.
46. Refiriéndose a la admisibilidad, el Agente del Reino Unido ha expuesto también que
su Gobierno «ha rogado al Tribunal que declare que las resoluciones tomadas en el intervalo
por el Consejo de Seguridad han dejado sin objeto las demandas de Libia».
El Tribunal ha reconocido en distintas ocasiones en el pasado que los sucesos posteriores
a la introducción de una demanda pueden «[dejar] después la demanda sin objeto» [Acciones
armadas fronterizas y transfronterizas (Nicaragua c. Honduras), competencia y admisibilidad, sentencia, CIJ Recueil, 1988, p. 95, par. 66] y «que por lo tanto no ha lugar a pronun-
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
839
ciarse» [Ensayos nucleares (Australia c. Francia), sentencia, CIJ Recueil, 1974, p. 272, par.
62] (cf. Camerún Septentrional, sentencia, CIJ Recueil, 1963, p. 38).
En este caso, el Reino Unido desarrolla una excepción que tiende a obtener del Tribunal
el pronunciamiento de un no ha lugar que debe ser examinada en el marco de esta jurisprudencia.
[...]
50. El Tribunal debe reconsiderar en el caso si la excepción que el Reino Unido deduce
de las decisiones del Consejo de Seguridad comporta o no «a la vez aspectos preliminares y
aspectos de fondo».
Esta excepción interesa a múltiples aspectos del litigio. Manteniendo que las resoluciones
748 (1992) y 883 (1993) del Consejo de Seguridad han privado a las demandas de Libia de
todo objeto, el Reino Unido pretende obtener del Tribunal una decisión de no ha lugar que
pondría inmediatamente fin al proceso. Ahora bien, solicitando tal decisión, el Reino Unido
solicita en realidad, al menos otras dos, que el pronunciamiento de no ha lugar conllevaría
necesariamente: de una parte, una decisión estableciendo que los derechos reivindicados por
Libia en los términos de la Convención de Montreal son incompatibles con las obligaciones
resultantes para ella de las resoluciones del Consejo de Seguridad; y de otra, una decisión
haciendo prevalecer estas obligaciones sobre estos derechos por el juego de los artículos 25
y 103 de la Carta.
Por lo tanto, no habría ninguna duda para el Tribunal de que los derechos de Libia sobre
el fondo no solamente resultarían afectados por una decisión de no ha lugar dictada en esta
fase del procedimiento, sino que constituirían, a todos los efectos, el objeto mismo de esta
decisión. La excepción presentada por el Reino Unido sobre este punto tiene el carácter de
defensa sobre el fondo. En opinión del Tribunal, esta excepción hace mucho más que «afectar
someramente a materias que pertenecen al fondo del asunto» (Ciertos intereses alemanes en
la Alta-Silesia polaca, competencia, sentencia n.o 6, 1925, CPJI, serie A, n.o 6, p. 15); está
«inextricablemente unida» a éste (Barcelona Traction, Light and Power Company, Limited,
excepciones preliminares, sentencia, CIJ Recueil, 1964, p. 46).
Por otra parte, el Tribunal hace notar que el mismo Reino Unido ha abordado numerosos
problemas de fondo en sus escritos e intervenciones en esta fase y ha subrayado que estos
problemas habían sido objeto de debates exhaustivos ante el Tribunal; así pues, este Gobierno implícitamente ha reconocido la existencia entre la excepción presentada y el fondo del
litigio de una «conexión... íntima» (Barcelona Traction, Light and Power Company, Limited,
excepciones preliminares, sentencia, CIJ Recueil, 1964, p. 46 y referencia a Pajzs, Csáky,
Esterházy, orden de 23 de mayo de 1936, CPJI, serie A/B, n.o 66, p. 9).
Si el Tribunal se pronunciara sobre esta excepción, estaría pronunciándose indefectiblemente sobre el fondo; ahora bien, invocando el derecho previsto en las disposiciones del artículo 79 del Reglamento, el demandado ha activado un procedimiento tendente, precisamente,
a impedir que el Tribunal lo hiciera.
Por todo lo anterior, el Tribunal concluye que la excepción del Reino Unido según la cual
las demandas de Libia habrían quedado sin objeto no posee un «carácter exclusivamente preliminar» en el sentido de este artículo.
51. Habiendo establecido su competencia y estimado la admisibilidad de la demanda, el
Tribunal conocerá de esta excepción en el marco del examen sobre el fondo del asunto. [CIJ
Recueil, 1998, pp. 16, 23-29.]
d)
Demanda reconvencional
16.29. TIJ. ASUNTO DE LAS PLATAFORMAS PETROLÍFERAS (REPÚBLICA ISLÁMICA DE IRÁN C. ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA), DEMANDA RECONVENCIONAL. ORDEN DE 10 DE MARZO DE 1998
1. Considerando que, el 2 de noviembre de 1992, el Gobierno de la República islámica
de Irán (denominado en adelante «Irán») ha depositado ante la Secretaría del Tribunal una
840
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
demanda introductoria de instancia contra el Gobierno de Estados Unidos de América (denominado en adelante «Estados Unidos») con motivo de una controversia
«teniendo su origen en el ataque y la destrucción de tres instalaciones de plataformas de producción petrolífera, propiedad de la compañía nacional iraní de petróleos y explotada por ella misma con fines comerciales, por varios navíos de guerra
de la marina de Estados Unidos, el 19 de octubre de 1987 y el 18 de abril de 1988,
respectivamente»;
que en su demanda, Irán, sosteniendo que esos actos constituían una «violación fundamental» de diversas disposiciones del tratado de amistad, de comercio y de derechos consulares
entre los Estados Unidos de América e Irán, firmado en Teherán el 15 de agosto de 1955 y en
vigor el 16 de junio de 1957 (denominado en adelante el «Tratado de 1955»), así como del
Derecho Internacional, ha invocado como base de competencia el párrafo 2 del artículo XXI
del tratado de 1955;
[...]
4. Considerando que, el 23 de junio de 1997, en el nuevo plazo fijado a estos efectos por
orden del presidente del Tribunal con fecha de 16 de diciembre de 1996, los Estados Unidos
han depositado su contra-memoria denominada «contramemoria y demanda reconvencional»;
indicando, en la introducción de esta contramemoria, de una parte, que la «demanda reconvencional de los Estados Unidos está expuesta en la sexta parte y se basa en los hechos que el
examen de la petición iraní pone directamente en juego» y, de otra, que «esta demanda reconvencional está “en conexión directa con el objeto de la demanda” iraní y “depende de la competencia del Tribunal”, tal como lo exige el artículo 80 del Reglamento»; que en la sexta parte de
su contramemoria, los Estados Unidos han procedido a la exposición de los hechos, los motivos
por los que estiman que el Tribunal tiene competencia para conocer la demanda reconvencional y que ésta es admisible, así como su tesis según la cual «por sus acciones contra los navíos
de Estados Unidos, Irán ha violado el artículo X del tratado de 1955» y que, al término de la
referida contramemoria, han presentado las conclusiones siguientes;
«Sobre la base de los hechos y los argumentos arriba expuestos, el Gobierno de
los Estados Unidos de América solicita al Tribunal que diga y juzgue:
1. que los Estados Unidos no han infringido sus obligaciones respecto de la
República islámica de Irán a título del párrafo 1 del artículo X del Tratado de amistad
entre Estados Unidos e Irán; y
2. que las demandas de la República islámica de Irán, en consecuencia, deben
ser rechazadas.
Tratándose de su demanda reconvencional, y conforrme al artículo 80 del Reglamento del Tribunal, los Estados Unidos de América solicitan que el Tribunal diga
y juzgue:
1. que atacando los navíos, sembrando minas en el Golfo y llevando a cabo
otras acciones militares en 1987 y en 1988 peligrosas y perjudiciales para el comercio marítimo, la República islámica de Irán ha infringido sus obligaciones respecto de Estados Unidos derivadas del artículo X del Tratado de 1995; y
2. que la República islámica de Irán tiene en consecuencia que reparar íntegramente el perjuicio causado a Estados Unidos al haber violado el Tratado de 1955,
de acuerdo con la forma y el montante determinados por el Tribunal en fase posterior del procedimiento.
Los Estados Unidos se reservan el derecho de someter al Tribunal, en su momento, una evaluación precisa de la reparación debida por Irán»;
[...]
33. Considerando que el Tribunal ha tenido ya la ocasión de exponer en estos términos
los motivos por los que la admisibilidad de una demanda reconvencional en tanto que tal está
subordinada a estas condiciones:
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
841
«Considerando que el demandado no debería sacar partido de la acción reconvencional para llevar ante el juez internacional demandas que excederían los límites
en los que las partes han reconocido su competencia; y que el demandado no debería
tampoco imponer por esta vía al demandante cualquier tipo de demanda, a riesgo
de atentar contra los derechos de éste y de comprometer la buena administración
de la justicia; y considerando que es por este motivo que se exige en el párrafo 1
del artículo 80 del Reglamento que la demanda reconvencional «caiga dentro de la
competencia del Tribunal» y «esté en conexión directa con el objeto de la demanda principal de la parte contraria» [Aplicación de la Convención para la prevención
y la represión del crimen de genocidio (Bosnia-Herzegovina c. Yugoslavia), orden
de 17 de diciembre de 1997, CIJ Recueil, 1997, par. 31].
[...]
36. Considerando que la demanda reconvencional presentada por los Estados Unidos
alega ataques contra el transporte marítimo, de colocación de minas y de otras actividades
militares consideradas como «peligrosas y perjudiciales para el comercio marítimo»; que tales
hechos son susceptibles de entrar dentro de las previsiones del párrafo 1 del artículo X del
Tratado de 1995 tal como ha sido interpretado por el Tribunal; y que éste es competente para
conocer de la demanda reconvencional de Estados Unidos en la medida en que los hechos
alegados han podido atentar contra las libertades garantizadas por el párrafo 1 del artículo X;
37. Considerando que el Reglamento no define el concepto de «conexión directa»; que
corresponde al Tribunal apreciar de forma soberana, teniendo en cuenta las particularidades
de cada caso concreto, si la unión que debe existir entre la demanda reconvencional y la demanda principal es suficiente; y que, por regla general el grado de conexión entre las demandas
debe ser evaluado desde el punto de vista de los hechos como del derecho;
38. Considerando que en el presente caso se deduce de las conclusiones de las Partes
que sus demandas se basan sobre hechos de la misma naturaleza; que se inscriben en el marco
de un mismo conjunto factual complejo, puesto que los hechos invocados —que se refieren
a la destrucción de las plataformas petrolíferas o la de los navíos— se estima que han tenido
lugar en el Golfo en el transcurso del mismo período; que los Estados Unidos han indicado,
por otra parte, que creían prevalerse de los mismos hechos y circunstancias a la vez para rechazar las alegaciones de Irán y para conseguir una condena por ello; y que las dos Partes, por
medio de sus respectivas demandas, persiguen el mismo fin jurídico, a saber, el establecimiento de una responsabilidad jurídica a causa de la violación del Tratado de 1955.
39. Considerando que a la vista de lo que precede el Tribunal estima que la demanda
reconvencional presentada por Estados Unidos cumple las condiciones exigidas en el párrafo 1 del artículo 80 del Reglamento;
[...]
46. Por estos motivos,
EL TRIBUNAL
A) Por quince votos contra uno,
Dice que la demanda reconvencional presentada por Estados Unidos en su contramemoria
es admisible como tal y forma parte de la instancia en curso. [CIJ Recueil, 1998, pp. 190-206.]
e)
Desistimiento
16.30. TIJ. ASUNTO DE LAS ACTIVIDADES MILITARES Y PARAMILITARES EN
NICARAGUA Y CONTRA ÉSTA (NICARAGUA C. ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA). ORDEN DE 26 DE SEPTIEMBRE DE 1991
El Presidente del Tribunal Internacional de Justicia,
Vistos el artículo 48 del Estatuto del Tribunal, y el artículo 89 del Reglamento del Tribunal,
Vista la demanda presentada por la República de Nicaragua el 9 de abril de 1984, mediante la que se inició el proceso contra los Estados Unidos de América,
842
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Vista la Sentencia dictada por el Tribunal el 27 de junio de 1986, en la que estableció (inter
alia) que los Estados Unidos de América estaban obligados a indemnizar a la República de
Nicaragua por todos los daños causados a Nicaragua por determinados incumplimientos de obligaciones derivadas del Derecho Internacional consuetudinario y de tratados internacionales,
cometidos por los Estados Unidos de América; y decidió que la forma y cuantía de tal reparación, en defecto de acuerdo entre las partes, sería fijada por el Tribunal, reservando, a tal
efecto, el subsiguiente procedimiento en el caso,
Vista la Orden del Tribunal del 18 de noviembre de 1987, en la que fijó los plazos para la
fase escrita en la cuestión sobre la forma y cuantía de la reparación que debía ser realizada,
y vista la memoria presentada sobre esta cuestión por Nicaragua, el 29 de marzo de 1988;
Considerando que el 15 de junio de 1990 el Secretario dirigió una carta a ambas partes,
solicitando su parecer sobre la fecha oportuna para la apertura de la fase oral en la cuestión
de la reparación; considerando que no se recibió respuesta a dicha carta por parte de los Estados
Unidos, y que el Agente de Nicaragua, en su respuesta, indicó que circunstancias especiales
hacían extremadamente difícil para el Gobierno de Nicaragua tomar una decisión sobre el
procedimiento a seguir en este caso durante los meses siguientes; y considerando que, en
consecuencia, se decidió no fijar ninguna fecha para la fase oral;
Considerando que, en una carta fechada el 12 de septiembre de 1991, el Agente de Nicaragua informó al Tribunal de que su Gobierno había decidido renunciar a cualquier derecho
procesal derivado de este caso, y no deseaba continuar el procedimiento, y de que solicitaba
que se dictase una Orden que diera constancia oficial del desistimiento del proceso y de su
retirada de la lista;
Considerando que una copia de dicha carta se transmitió también al Gobierno de los Estados
Unidos de América, al que se informó simultáneamente de que el Presidente había fijado la
fecha del 25 de septiembre de 1991 como término del plazo en que los Estados Unidos podían
declarar si se oponían al desistimiento, de conformidad con el artículo 89, párrafo 2, del Reglamento del Tribunal;
Considerando que, en una carta fechada el 25 de septiembre de 1991, recibida en el Registro por fax el mismo día, el Asesor Jurídico del Departamento de Estado de los Estados Unidos
informó al Tribunal de que los Estados Unidos recibían con agrado la solicitud de Nicaragua
de desistimiento en el procedimiento,
Toma nota del desistimiento de la República de Nicaragua del procedimiento iniciado por
la demanda registrada el 9 de abril de 1984; y
Ordena que el caso sea retirado de la lista.
Hecho en inglés y francés, siendo auténtico el texto inglés, en el Palacio de la Paz, La
Haya, este veintiséis de septiembre, mil novecientos noventa y uno, en tres ejemplares, de los
cuales uno será depositado en el archivo del Tribunal y los otros serán transmitidos respectivamente, al Gobierno de la República de Nicaragua y al Gobierno de los Estados Unidos de
América. [CIJ Recueil, 1991, p. 47.]
16.31. TIJ. ASUNTO RELATIVO AL CONVENIO DE VIENA SOBRE RELACIONES
CONSULARES (PARAGUAY C. ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA). ORDEN DE
10 DE NOVIEMBRE DE 1998
Visto el artículo 48 del Estatuto del Tribunal y el artículo 89 de su Reglamento;
Vista la demanda registrada ante la Secretaría del Tribunal el 3 de abril de 1998 por medio
de la cual la República de Paraguay ha introducido una instancia contra los Estados Unidos
de América a causa de «violaciones de la Convención de Viena (de 24 de abril de 1963) sobre
relaciones consulares» que habrían sido cometidas por Estados Unidos;
Vista la demanda en indicación de medidas provisionales presentada por Paraguay el 3 de
abril de 1998 y la orden dictada por el Tribunal el 9 de abril de 1998 en la que se indican las
medidas provisionales;
Vistas las órdenes de 9 de abril de 1998 y de 8 de junio de 1998, por medio de las cuales el
Vicepresidente del Tribunal, ejerciendo en este asunto las funciones de Presidente, ha estable-
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
843
cido y comunicado las fechas de expiración de los plazos para el depósito de las piezas de procedimiento sobre el fondo, y vista la memoria depositada por Paraguay el 9 de octubre de 1998;
Considerando que, mediante carta de 2 de noviembre de 1998, depositada ante la Secretaría el mismo día, el Agente de Paraguay ha comunicado al Tribunal que su gobierno desearía desistir de la instancia y renunciar a cualquier acción en el asunto, y que solicitaba en
consecuencia que fuera suprimido el caso de la Lista;
Considerando que una copia de esta carta ha sido dirigida inmediatamente al Gobierno de
Estados Unidos, quien ha sido informado que el juez decano actuando en virtud de los artículos 13, párrafo 3 y 89, párrafos 2 y 3 del Reglamento, había fijado el 30 de noviembre de 1998
como fecha de expiración del plazo en el que Estados Unidos podía declarar si se oponía al
desistimiento;
Considerando que, por carta de 3 de noviembre de 1998, cuya copia ha sido depositada el
mismo día ante la Secretaría del Tribunal, el Agente de Estados Unidos ha informado al Tribunal que su gobierno aceptaba el desistimiento de Paraguay de la instancia y su renuncia a toda
acción en el asunto, así como la petición de que el asunto fuera suprimido de la Lista,
Toma nota del desistimiento de la República de Paraguay de la instancia introducida por
medio de la demanda registrada el 3 de abril de 1998;
Ordena que el asunto sea suprimido de la Lista. [CIJ Recueil, 1998, pp. 426-427.]
e)
16.32.
Efectos de las sentencias del TIJ y recursos
CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS
[...]
Art. 94. [...] 2. Si una de las partes en un litigio dejare de cumplir las obligaciones
que le imponga un fallo de la Corte, la otra parte podrá recurrir al Consejo de Seguridad, el
cual podrá, si lo cree necesario, hacer recomendaciones o dictar medidas con el objeto de que
se lleve a efecto la ejecución del fallo.
16.33. CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA DE HONDURAS, DE 20 DE ENERO DE
1982
[...]
Art. 15. [...] 2. Honduras proclama como ineludible la validez y obligatoria ejecución de las sentencias arbitrales y judiciales de carácter internacional.
16.34. TIJ. RECURSOS DE REVISIÓN Y DE INTERPRETACIÓN DE LA SENTENCIA
DE 24 DE FEBRERO DE 1982 EN EL ASUNTO DE LA PLATAFORMA CONTINENTAL (TÚNEZ C. JAMAHIRIYA ÁRABE LIBIA). SENTENCIA DE 10 DE
DICIEMBRE DE 1985
[...]
19. El artículo 61 del Estatuto estipula que la revisión de la sentencia sólo puede solicitarse al Tribunal como consecuencia del descubrimiento de un hecho «que, al pronunciarse
el fallo, fuera desconocido por el Tribunal y por la parte que pida la revisión». En la medida
en que el conocimiento de este hecho pudiera resultar de las alegaciones y de otros documentos sometidos al Tribunal en la instancia relativa a la sentencia inicial, todo lo que era conocido por el Tribunal debe presumirse conocido igualmente por la parte que solicita la revisión.
Ahora bien, debe considerarse que el Tribunal está al corriente de todos los hechos contenidos en el expediente, ya se haga o no mención expresa de los mismos en su sentencia; de la
misma forma, una parte no puede pretender haber ignorado un hecho que estaba expuesto en
844
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
las alegaciones de su adversario o en un documento anejo a estas alegaciones o presentado
regularmente al Tribunal de cualquier otra forma.
[...]
43. El Tribunal desea formular una observación sobre este problema, dada su importancia. Ciertamente un principio fundamental impone que «el consentimiento de los Estados
partes en una controversia [—constituya—] el fundamento de la jurisdicción del Tribunal en
materia contenciosa» (CIJ Recueil, 1950, p. 71). De ello se deriva, en primer lugar, que las
partes en los tratados o en los compromisos son libres de adecuar su consentimiento al Tribunal, y a su jurisdicción, a todas las condiciones previas compatibles con el Estatuto que ellas
convengan; y, en segundo término, que un Estado puede renunciar a una excepción de orden
jurisdiccional que hubiere suscitado conforme a derecho. Cuando examina su competencia
en virtud del artículo 36 del Estatuto, el Tribunal debe hacer efectivas estas condiciones jurisdiccionales previas y cualquier renuncia inequívoca a una excepción relativa a su jurisdicción. Por otra parte, la competencia del Tribunal para interpretar una de sus sentencias es una
competencia especial que resulta directamente del artículo 60 del Estatuto. En este sentido,
el Tribunal debe analizar en todo caso si se cumplen las condiciones necesarias para la existencia de esta competencia. Además, las Partes en el presente asunto, al aceptar el Estatuto del
Tribunal, han consentido en dicha competencia sin preliminar alguno. El artículo 3 [—del
compromiso—], interpretado por Libia in pari materia con el artículo 60 del Estatuto, tendría
como efecto subordinar el derecho de cada Parte a pedir una interpretación —derecho que
puede ser ejercido unilateralmente— al previo recurso a un procedimiento que imponga la
participación de las dos Partes. En otros términos, el ejercicio del derecho que posee una parte
a solicitar una interpretación en aplicación del artículo 60 del Estatuto, quedaría bloqueado
de hecho por otra parte si ésta decidiera no cooperar. Independientemente del hecho de saber
si tal acuerdo puede permitir válidamente derogar el Estatuto a sus signatarios, no podría
presumirse a la ligera que un Estado abandone o restrinja su derecho a solicitar unilateralmente una interpretación en virtud del artículo 60. En estas condiciones, el Tribunal no considera correcto interpretar el compromiso en este sentido, y no considera que la existencia del
artículo 3 del compromiso afecte al recurso de interpretación presentado por Túnez sobre la
base del artículo 60 del Estatuto [CIJ Recueil, 1985, pp. 19 y 28.]
Texto del artículo 3 del compromiso entre Túnez y Libia: «En el caso de que no fuera
posible llegar al acuerdo mencionado en el artículo 2 en un período de tres meses, renovable
por acuerdo de las dos Partes, a partir de la fecha de aparición de la sentencia del Tribunal,
las dos Partes acudirán conjuntamente al Tribunal y solicitarán todas las aclaraciones o explicaciones que faciliten la tarea de las dos delegaciones para llegar a la línea que separe las dos
zonas de plataforma continental, y ambas Partes se comprometen a conformarse a la sentencia del Tribunal y a sus explicaciones y aclaraciones». [CIJ Recueil, 1982, p. 22.]
16.35. TIJ. RECURSO DE INTERPRETACIÓN DE LA SENTENCIA DE 11 DE JUNIO
DE 1998 EN EL ASUNTO DE LA FRONTERA TERRESTRE Y MARÍTIMA ENTRE
CAMERÚN Y NIGERIA (CAMERÚN C. NIGERIA), EXCEPCIONES PRELIMINARES (NIGERIA C. CAMERÚN). SENTENCIA DE 25 DE MARZO DE 1999
[...]
9. Camerún, por lo que a él se refiere, recuerda en sus observaciones escritas sobre la
solicitud de interpretación de Nigeria que, por medio de la sentencia de 11 de junio de 1998,
el Tribunal ha rechazado siete excepciones preliminares de incompetencia y de inadmisibilidad planteadas por Nigeria y declara que, en estas circunstancias concretas, la octava excepción no tenía un carácter exclusivamente preliminar; por esta sentencia, el Tribunal reconoce además su competencia para decidir sobre la controversia y ha declarado admisible la
demanda de Camerún de 29 de marzo de 1994 tal como aparece modificada por la demanda
adicional de 6 de junio de 1994. Camerún hace observar que las Partes «no tienen que “aplicar”
la sentencia (sino que) deben únicamente tomar nota». Remitiéndose a la sabiduría del Tribu-
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
845
nal, declara «alimentar serias dudas en lo que se refiere a la facultad de introducir una solicitud de interpretación de una sentencia basada en excepciones preliminares».
10. De acuerdo con los términos del artículo 60 del Estatuto, «el fallo será definitivo e
inapelable. En caso de desacuerdo sobre el sentido o el alcance del fallo, el Tribunal lo interpretará a solicitud de cualquiera de las partes». Esta disposición ha sido completada por el
artículo 98 del Reglamento del Tribunal que precisa en su párrafo 1: «En caso de divergencia sobre el sentido o el alcance de una sentencia, cualquier parte podrá presentar una demanda de interpretación...».
En virtud de la segunda frase del artículo 60, el Tribunal es competente para conocer las
peticiones de interpretación sobre cualquiera de sus sentencias. Esta disposición no distingue
en cuanto a la naturaleza de la sentencia. De esto resulta que una sentencia sobre excepciones preliminares puede, como una sentencia que decida sobre el fondo, ser objeto de una
solicitud de interpretación.
Sin embargo,
«A fin de permitir al Tribunal precisar lo que ha sido decidido con fuerza obligatoria en una sentencia, como la segunda frase del artículo 60 ha introducido [...] una
demanda que no tenga esta finalidad no entra en el marco de esta disposición» [Interpretación de las sentencias n.os 7 y 8 (Fábrica de Chorzów), sentencia n.o 11, 1927,
CPJI, serie A, n.o 13, p. 11].
Por consiguiente, toda solicitud de interpretación debe versar sobre la parte dispositiva de
la sentencia y no puede referirse a otros motivos que los referidos en la parte dispositiva
de la misma. [CIJ Recueil, 1999, p. 34.]
16.36. ASUNTO RELATIVO A LA APLICACIÓN DEL CONVENIO SOBRE LA PREVENCIÓN Y CASTIGO DEL DELITO DE GENOCIDIO. DEMANDA DE REVISIÓN DE
LA SENTENCIA DE 11 DE JULIO DE 1996, PRESENTADA POR LA R. F. DE
YUGOSLAVIA
1. En su Sentencia de 11 de julio de 1996 en el caso relativo a la aplicación de la Convención sobre la prevención y castigo del delito de genocidio, encargándose de las objeciones
preliminares, el Tribunal fundamentó que tenía competencia rationae personae sobre Yugoslavia con base en el artículo IX de la Convención sobre la prevención y castigo del delito de
genocidio. Esta decisión fue explicada en el parágrafo 17 de la Sentencia. En el parágrafo 41
se afirmó que el Tribunal no pudo encontrar otras bases adicionales de la competencia además
de las previstas en el artículo IX de la citada Convención.
En esta solicitud el Gobierno de la República Federal de Yugoslavia (en adelante: la RFY)
señala que este honorable Tribunal no tuvo ni tiene competencia sobre Yugoslavia en el caso
relativo a la aplicación de la Convención sobre la prevención y castigo del delito de genocidio (en adelante: Bosnia Herzegovina c. Yugoslavia).
2. En la solicitud se argumentará que esta petición es admisible sobre la siguiente base:
«los hechos y las circunstancias del caso suministran un adecuado fundamento para
la presentación de una solicitud de revisión de la Sentencia de 11 de julio de 1996
con base en el artículo 61 del Estatuto del Tribunal».
3. En la solicitud se argumentará que hay tres razones claras y concluyentes que conducen a la conclusión que este honorable Tribunal carece de competencia sobre la RFY en el
presente caso:
a) La RFY no era Miembro de las Naciones Unidas el 20 de marzo de 1993
cuando la solicitud de la República de Bosnia Herzegovina fue presentada, ni en
846
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
ningún momento posterior hasta que la Sentencia de 11 de julio de 1996 fue dictada (ni fue Miembro con posterioridad, hasta el 1 de noviembre de 2000);
b) La RFY no era parte en el Estatuto de este Tribunal el 20 de marzo de 1993,
ni en ningún momento posterior hasta que la Sentencia de 11 de julio de 1996 fue
dictada (ni fue Miembro con posterioridad, hasta el 1 de noviembre de 2000).
Además, la RFY nunca formuló una declaración conforme al artículo 35 del Estatuto ni con arreglo a la Resolución del Consejo de Seguridad de 15 de octubre de
1946, lo cual podría haber supuesto una base para la competencia del Tribunal sobre
la RFY como un Estado no parte en el Estatuto.
c) La RFY no era parte contratante en la Convención sobre la prevención y
castigo del delito de genocidio (en adelante: la Convención sobre el Genocidio) el
20 de marzo de 1993, ni en ningún momento posterior hasta que la Sentencia de 11
de julio de 1996 fue dictada. (Ni ha sido Parte Contratante desde entonces hasta la
fecha). Conforme al artículo IX de la Convención sobre el Genocidio, está sólo
abierta a los Miembros de las Naciones Unidas o a los no-Miembros a los cuales la
Asamblea General les haya invitado a firmar o adherirse. La RFY no fue Miembro
de las Naciones Unidas hasta el 1 de noviembre de 2000, y nunca recibió una invitación de la Asamblea General para firmar o adherirse. Asimismo, la RFY nunca
aceptó el artículo IX de la Convención sobre el Genocidio. (La RFY envió una notificación de adhesión el 8 de marzo de 2001, que aún no ha llegado a ser efectiva, y
que hace una reserva al artículo IX.)
[...]
c) Admisibilidad de la solicitud de revisión de la sentencia de 11 de julio de 1996, sobre la
base del artículo 61 del Estatuto
22.
El artículo 61 (1) del Estatuto del Tribunal Internacional de Justicia afirma:
«(1) Sólo podrá pedirse la revisión de un fallo cuando la solicitud se funde en
el descubrimiento de un hecho de tal naturaleza que pueda ser factor decisivo y que,
al pronunciarse el fallo, fuera desconocido del Tribunal y de la parte que pida la
revisión, siempre que su desconocimiento no se deba a negligencia.»
Los requisitos de admisibilidad de una solicitud de revisión son, en consecuencia:
a) la solicitud tiene que estar basada en un nuevo hecho de tal naturaleza que pueda ser
factor decisivo, y
b) éste tiene que ser un hecho desconocido por el Tribunal y para la parte que solicita la
revisión en el momento en el que la sentencia fue dictada.
c.1)
Nuevo hecho «de tal naturaleza que pueda ser factor decisivo»
23. La admisión de la RFY en las Naciones Unidas como un nuevo Miembro el 1 de
noviembre de 2000 es ciertamente un nuevo hecho. Puede ser demostrado y la solicitud lo
hace, que este nuevo hecho es de tal naturaleza que puede ser factor decisivo en relación con
la cuestión de la competencia rationae personae sobre la RFY.
Después que la RFY fuese admitida como un nuevo Miembro el 1 de noviembre de 2000,
los dilemas relativos a su condición fueron resueltos, y es un hecho inequívoco que la RFY
no continuó la personalidad de la RSFY, que no era Miembro de las Naciones Unidas antes
de 1 de noviembre de 2000, no era parte en el Estatuto, y no era parte en la Convención sobre
Genocidio. En la medida que la condición de miembro de las Naciones Unidas, combinada
con la posición de parte en el Estatuto y en la Convención sobre Genocidio (incluyendo el
artículo IX) representa la única base de la competencia sobre la RFY, y así pudo ser asumi-
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
847
da, la desaparición de esta suposición y la prueba de su desaparición son claramente de tal
naturaleza que pueden ser factor decisivo para considerar la competencia sobre la RFY y
requiere una revisión de la Sentencia de 11 de julio de 1996.
La admisión de la RFY como Miembro de las Naciones Unidas clarifica ambigüedades y
arroja luz sobre la cuestión de la condición de miembro de la RFY en las Naciones Unidas,
en el Estatuto y en la Convención sobre Genocidio. En la medida que la Sentencia de 11 de
julio de 1996 basó la competencia del Tribunal en el artículo IX de la Convención sobre
Genocidio, nuevos hechos que demuestran que la RFY no estaba y no podía estar obligada
por el artículo IX de la Convención sobre Genocidio, son decisivos.
La solicitud muestra además que la competencia sobre la RFY no podía haberse asegurado sin la condición de miembro de las Naciones Unidas y sin que la RFY fuese parte en el
Estatuto y en la Convención sobre Genocidio en el momento en que se dictó la Sentencia de
11 de julio de 1996. La RFY asegura que no existían bases alternativas. Teóricamente existen
dos bases que podían servir como precondición para extender la competencia del Tribunal a
un Estado no miembro de las Naciones Unidas o a un Estado que no es parte en el Estatuto.
Éstas son el artículo 93 (2) de la Carta de las Naciones Unidas y el artículo 35 (2) del Estatuto respectivamente. En la solicitud se demostrará que en las circunstancias del caso está absolutamente claro que ninguna de las dos bases podían justificar la competencia sobre la RFY.
[...]
c.2) Hecho «desconocido del Tribunal y de la parte que solicita la revisión en el momento
en el que la sentencia fue dictada»
33. El hecho que la RFY fuese admitida como un nuevo Estado por las Naciones Unidas
el 1 de noviembre de 2000, era obviamente desconocido para el Tribunal y para el solicitante en el momento de dictarse la Sentencia en julio de 1996.
El solicitante cree que es suficiente asegurar esta condición de admisibilidad para que sea
satisfecha la petición de revisión.
En nuestro caso, este nuevo hecho se convierte en relevante por lo siguiente. Hubo un
auténtico debate sobre si la RFY continuaba o no en la condición de Miembro de la RSFY en
las Naciones Unidas y sobre la posición de la RSFY como parte en el Estatuto y en la Convención sobre Genocidio. Esta controversia fue resuelta por el nuevo hecho de la admisión de la
RFY en las Naciones Unidas como nuevo Estado, y por la adhesión de la RFY a la Convención sobre Genocidio, una vez más como un nuevo Estado. El nuevo hecho —claramente
desconocido con carácter previo— se ha convertido en decisivo porque confirma una solución
diferente a la controversia —el cual no sirvió como fundamento en la Sentencia—.
B)
La competencia consultiva
16.37. TIJ. ASUNTO DEL SAHARA OCCIDENTAL. OPINIÓN CONSULTIVA DE 16 DE
OCTUBRE DE 1975
[...]
23. El artículo 65, párrafo 1, del Estatuto que confiere al Tribunal el poder de emitir
dictámenes consultivos es permisivo y el poder que así le atribuye tiene un carácter discrecional. En el ejercicio de este poder discrecional, el Tribunal internacional de Justicia, al igual
que el Tribunal Permanente de Justicia Internacional, ha seguido siempre el principio según
el cual, en cuanto cuerpo judicial, debe permanecer fiel a las exigencias de su carácter judicial,
incluso cuando emite dictámenes consultivos. Si se le plantea una cuestión jurídica sobre la
cual tiene incontestablemente competencia para responder, puede no obstante negarse a hacerlo. Como el Tribunal ha declarado en dictámenes consultivos anteriores, el carácter permisivo del artículo 65, párrafo 1, le da el poder de apreciar si las circunstancias del caso son tales
848
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
que deben determinarle a no responder a una solicitud de dictamen. Ha dicho igualmente que
la respuesta constituye una participación del Tribunal, él mismo (es) órgano de las Naciones
Unidas, en la acción de la Organización y que en principio no debería ser negada. Al prestar
su asistencia a la solución de un problema que se plantea a la Asamblea General, el Tribunal
cumpliría sus funciones de órgano judicial principal de las Naciones Unidas. El Tribunal ha
dicho por otro lado que serían precisas «razones decisivas» para conducirle a negarse a una
solicitud de dictamen consultivo [ver Interpretación de los tratados de paz concluidos con
Bulgaria, Hungría y Rumanía, primera fase, CIJ Recueil, 1950, p. 72; Consecuencias jurídicas para los Estados de la presencia continua de África del Sur en Namibia (Sudoeste africano) a pesar de la resolución 276 (1970) del Consejo de Seguridad, CIJ Recueil, 1971, p. 27].
[CIJ Recueil, 1975, p. 21.]
16.38. TIJ. ASUNTO RELATIVO A LA UTILIZACIÓN DE LAS ARMAS NUCLEARES
POR UN ESTADO EN CONFLICTO ARMADO. OPINIÓN CONSULTIVA DE 8
DE JULIO DE 1996
[...]
12. Así no hay duda de que la OMS ha sido debidamente autorizada, de acuerdo con el
artículo 96.2 de la Carta para solicitar opiniones consultivas de la Corte. La primera condición que debe reunirse para fundar la competencia de la Corte ha sido cumplida, en este caso.
[...]
15. Por tanto, en primer lugar, la Corte debe comprobar que la opinión consultiva solicitada se refiere, efectivamente, a una cuestión jurídica en el sentido de lo dispuesto en su Estatuto y en la Carta de Naciones Unidas.
[...]
16. La cuestión planteada a la Corte por la Asamblea Mundial de la Salud constituye de
hecho una cuestión jurídica, pues se le ha solicitado a la Corte que decida si
«en vista de los efectos para la salud y el medio ambiente [...] el uso de armas nucleares por un Estado en un conflicto armado constituiría una violación de sus obligaciones de derecho internacional incluida la Constitución de la OMS».
Para ello, la Corte debe identificar las obligaciones de los Estados según las reglas de
derecho invocadas, y valorar si el comportamiento en cuestión se conforma a aquellas obligaciones, de manera que se dé una respuesta jurídica a la cuestión planteada.
El hecho de que esta cuestión tenga aspectos políticos como sucede, por la naturaleza de
las cosas, con tantas cuestiones que surgen en la vida internacional, no basta para privarle del
carácter de cuestión jurídica ni para «privar a la Corte de una competencia expresamente
atribuida por su Estatuto» (Aplicación para la revisión de sentencia n.o 158 del Tribunal
Administrativo de Naciones Unidas, opinión consultiva, ICJ Reports, 1973, p. 172, pár. 14).
Cualesquiera que sean los aspectos políticos, la Corte no puede dejar de admitir el carácter
jurídico de una cuestión que le invita a desarrollar una tarea esencialmente judicial, específicamente, una valoración de la legalidad de la posible conducta de los Estados en relación con
las obligaciones a que están sometidos en virtud del derecho internacional (cf. Condiciones
de la admisión de un Estado como miembro de las Naciones Unidas, art. 4 de la Carta, opinión
consultiva, 1948, ICJ Reports, 1947-1948, pp. 61-62; Competencia de la Asamblea General
para la admisión de un Estado en las Naciones Unidas, opinión consultiva, ICJ Reports, 1950,
pp. 6-7; Ciertos gastos de las Naciones Unidas, art. 17, párrafo 2, de la Carta, opinión consultiva, ICJ Reports, 1962, p. 155).
Asimismo, como afirmó la Corte en la Opinión de 1980 relativa a la Interpretación del
Acuerdo de 25 de marzo de 1951 entre la OMS y Egipto:
«Realmente, en las situaciones en las que las consideraciones políticas son muy
relevantes puede ser particularmente necesario para una organización internacional
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
849
la obtención de una opinión consultiva de la Corte en cuanto a los principios jurídicos aplicables con respecto a la materia objeto de debate, especialmente cuando ello
conlleve la interpretación de su constitución» (ICJ Reports, 1980, p. 87, par. 33).
Igualmente, la Corte entiende que la naturaleza política de los motivos que pueda decirse
que han inspirado la solicitud, ni las implicaciones políticas que la opinión emitida pueda
tener, son relevantes en la determinación de su competencia para emitir tal opinión.
18. La Corte intentará determinar ahora si la opinión consultiva solicitada por la OMS
se refiere a una cuestión que surge «en el marco de las actividades» de aquella Organización,
de acuerdo con el artículo 96.2 de la Carta.
[...]
19. Para la determinación del campo de actividad o el área de competencias de una
organización internacional, uno debe referirse a las normas relevantes de la organización y,
en primer lugar, a su constitución. Desde un prisma formal, los instrumentos constitutivos
de las organizaciones internacionales son tratados multilaterales, a los que se les aplican las
normas bien establecidas de intepretación de tratados. Como ha afirmado la Corte en relación
con la Carta:
«En ocasiones previas en las que la Corte ha tenido que interpretar la Carta de
Naciones Unidas, ha seguido los principios y reglas aplicables de modo general
a la interpretación de los tratados, ya que ha reconocido que la Carta es un tratado multilateral, aunque con ciertas características especiales» (Ciertos gastos de
Naciones Unidas, art. 17.2 de la Carta, opinión consultiva, ICJ Reports, 1962,
p. 157).
Pero los tratados constitutivos de las organizaciones internacionales son también tratados
de un tipo particular; su objeto es la creación de nuevos sujetos del derecho provistos de una
cierta autonomía, a los que las partes confían la tarea de la consecución de objetivos comunes.
Tales tratados pueden dar lugar a problemas específicos de interpretación relativos, entre otras
cosas, a su carácter, que es a la vez convencional e institucional; la propia naturaleza de la
organización creada, los objetivos asignados por sus fundadores, los imperativos asociados
con el desarrollo efectivo de sus funciones, así como su propia práctica, son todos ellos elementos que pueden merecer una especial atención cuando llegue el momento de interpretar estos
tratados constitutivos.
De acuerdo con la norma consuetudinaria de interpretación expresada en el artículo 31 de
la Convención de Viena del Derecho de los Tratados de 1969, los términos de un tratado deben
interpretarse «en su contexto y a la luz de su objeto y fin» y será tenido en cuenta junto al
contexto
«b) toda práctica ulteriormente seguida en la aplicación del tratado por la cual
conste el acuerdo de las partes acerca de la interpretación del tratado;
[...]
k) proponer convenios, acuerdos y reglamentos, y formular recomendaciones
con respecto a materias internacionales de la salud y desarrollar las obligaciones
que puedan ser asignadas para ello a la Organización que sean compatibles con su
objetivo;
[...]
p) estudiar e informar, cooperando con otros organismos especializados cuando
sea necesario, sobre técnicas administrativas y sociales que afecten a la salud pública y a la atención médica desde los puntos de vista preventivos y curativos, incluidos los servicios hospitalarios y la seguridad social;
[...]
y
v) de manera general emprender cualquier acción necesaria para la consecución del objetivo de la Organización».
850
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
En opinión de la Corte, ninguna de estas funciones tiene una conexión suficiente con la
cuestión planteada como para que aquella cuestión pueda considerarse que surge «en la esfera
de las actividades» de la OMS. [...]
21. Interpretada de acuerdo con su significado ordinario, en su contexto y a la luz del
objeto y el fin de la Constitución de la OMS, así como de la práctica seguida por la Organización, las provisiones de su artículo 2 pueden leerse como que autorizan a la Organización
a ocuparse de los efectos sobre la salud del uso de las armas nucleares, o de cualquier otra
actividad peligrosa, y a adoptar medidas preventivas dirigidas a la protección de la salud de
la población en el caso de que sean utilizadas tales armas o se realicen tales actividades.
La cuestión planteada a la Corte en el presente caso se refiere, sin embargo, no a los efectos
del uso de las armas nucleares sobre la salud, sino a la legalidad del uso de tales armas a la vista
de sus efectos sobre la salud y el medio ambiente. Cualesquiera que sean aquellos efectos, la competencia de la OMS para ocuparse de ellos no depende de la legalidad de los actos que los causaron.
Consecuentemente, a la Corte no le parece que las disposiciones del artículo 2 de la Constitución
de la OMS, interpretadas de acuerdo con el criterio antes mencionado, pueden ser entendidas como
que confieren a la Organización una competencia para ocuparse de la legalidad del uso de las armas
nucleares, y por ende una competencia para preguntar a la Corte sobre el tema.
22. La Resolución WHA 46.40 de la Asamblea Mundial de la Salud en virtud de la cual
se ha solicitado a la Corte esta opinión, se refiere expresamente en su Preámbulo, a las funciones indicadas en los subpárrafos a), k), p) y v) del artículo 2 objeto de consideración. Estas
funciones son definidas como:
«a) actuar como la autoridad de directiva y coordinadora en la tarea de la salud
internacional»;
[...]
26. De los diversos instrumentos mencionados anteriormente se desprende que la Constitución de la OMS solamente puede ser interpretada, en la medida en que concierna a las competencias atribuidas a esta Organización, tomando debida cuenta no sólo del principio general de
especialidad, sino también de la lógica del sistema general contemplado por la Carta. Si de acuerdo con las reglas en que se basa el sistema la OMS dispone, en virtud del artículo 57 de la Carta,
de «amplias responsabilidades internacionales» aquellas responsabilidades están necesariamente
restringidas a la esfera de la «salud» pública y no pueden entrometerse en las responsabilidades de otras partes del sistema de Naciones Unidas. Y no hay duda de que las cuestiones relativas al uso de la fuerza, la regulación de armamentos y el desarme entran dentro de las competencias de Naciones Unidas y quedan fuera de las de los organismos especializados. Además,
cualquier otra conclusión convertiría la noción de organismo especializado en algo casi sin sentido; es difícil imaginar qué otro significado podría tener esta noción si un organismo especializado sólo necesita demostrar que el uso de ciertas armas podría afectar a sus objetivos para ser
capacitada para ocuparse de la legalidad de tal uso. Por tanto, es difícil mantener que con la
autorización a varios organismos especializados para solicitar opiniones a la Corte, en virtud
del artículo 96.2 de la Carta, la Asamblea General trató de permitirles el acceder a la Corte para
plantear cuestiones pertenecientes a la competencia de Naciones Unidas.
Por todas estas razones, la Corte considera que la cuestión planteada en la solicitud de la
opinión consultiva sometida por la OMS no surge «en la esfera de las actividades» de esta
Organización como se define en su Constitución. [ICJ Reports, 1996, pp. 71-81.]
16.39. TIJ. ASUNTO RELATIVO A LA INMUNIDAD DE JURISDICCIÓN DE UN
RELATOR ESPECIAL DE LA COMISIÓN DE DERECHOS HUMANOS. OPINIÓN
CONSULTIVA DE 29 DE ABRIL DE 1999
22. El Consejo ha solicitado la presente opinión consultiva de acuerdo a las disposiciones del párrafo 2 del artículo 96 de la Carta de las Naciones Unidas...
EL ARREGLO PACÍFICO DE CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
851
23. En su decisión 1998/297, el Consejo recuerda que la Asamblea General, por medio
de la resolución 89 (I) le ha autorizado a solicitar opiniones consultivas, refiriéndose expresamente al hecho de
«que una diferencia enfrenta a la Organización de las Naciones Unidas y al Gobierno malasio, en relación a la sección 30 de la Convención sobre privilegios e inmunidades de Naciones Unidas, respecto de la inmunidad de jurisdicción de Dato Param
Cumaraswamy, relator especial de la Comisión de Derechos Humanos encargado
de la cuestión de la independencia de jueces y abogados».
24. Es la primera vez que el Tribunal recibe una solicitud de opinión consultiva relativa
a la sección 30 del artículo VIII de la Convención general bajo cuyos términos
«toda controversia relativa a la interpretación o a la aplicación de la presente Convención será llevada ante el Tribunal Internacional de Justicia, a menos que, en el caso
concreto, las partes convengan recurrir a otro modo de solución. Si surge una diferencia entre la Organización de las Naciones Unidas, de una parte, y un Miembro de
otra, se solicitará una opinión consultiva sobre la cuestión planteada, de conformidad con el artículo 96 de la Carta y del artículo 65 del Estatuto del Tribunal. La
opinión del Tribunal será aceptada por las partes como decisiva».
25. Esta disposición prevé el ejercicio por parte del Tribunal de su función consultiva
cuando una diferencia enfrente a la Organización de las Naciones Unidas y a uno de sus
miembros. En este caso concreto, existe dicha diferencia, pero ese hecho no modifica el carácter consultivo de la función del Tribunal, que aparece regulada por los términos de la Carta y
del Estatuto. Así como el Tribunal ha afirmado en su opinión consultiva de 12 de julio de
1973
«la existencia, en último término, de una controversia y de partes que la opinión del
Tribunal puede afectar no modifica [...] el carácter consultivo de la función del Tribunal, que consiste en responder a las cuestiones que le sean planteadas [...]» (Solicitud de reforma del fallo n.o 158 del Tribunal Administrativo de Naciones Unidas,
opinión consultiva, CIJ Recueil, 1973, p. 171, par. 14).
El párrafo 2 de la decisión por medio de la cual el Consejo solicita la opinión consultiva
retoma textualmente la disposición de la sección 30 del artículo VIII de la Convención general
que prevé que la opinión «será aceptada por las partes como decisiva». Sin embargo, esto no
deberá afectar al carácter de la función que el Tribunal desempeña otorgando su opinión
consultiva. Como ha afirmado el Tribunal en su opinión consultiva de 23 de octubre de 1956
a propósito de una solicitud análoga contenida en el artículo XII del Estatuto del Tribunal
Administrativo de la Organización Internacional del Trabajo, este efecto «decisivo» u «obligatorio»
«va más allá del alcance atribuido por la Carta y el Estatuto del Tribunal a la opinión
consultiva [...] No afecta en nada el modo de funcionamiento del Tribunal establecido por su Estatuto y por el Reglamento. No afecta ni al razonamiento utilizado
por el Tribunal para formar su opinión ni al contenido del mismo» (Fallos del Tribunal administrativo de la OIT sobre demandas contra la UNESCO, opinión consultiva, CIJ Recueil, 1956, p. 84).
Así, debe establecerse una distinción entre el carácter consultivo de la función del Tribunal y los efectos particulares que las partes en una controversia concreta puedan desear atribuir,
en sus relaciones mutuas, a una opinión consultiva del Tribunal que «como tal... no debería
tener efecto obligatorio» (Interpretación de los tratados de paz concluidos entre Bulgaria,
Hungría y Rumania, primera fase, opinión consultiva, CIJ Recueil, 1950, p. 71). Estos efectos
852
MATERIALES DE PRÁCTICAS DE DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
particulares, ajenos a la Carta y al Estatuto que determinan las reglas de funcionamiento del
Tribunal, provienen de acuerdos distintos; en concreto, la sección 30 del artículo VIII de la
Convención general dispone que «la opinión del Tribunal será aceptada por las partes como
decisiva». Esta consecuencia ha sido expresamente reconocida por la Organización de las
Naciones Unidas y por Malasia. [CIJ Recueil, 1999, pp. 75-77.]
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