Sentimiento político y conflicto de competencias. Lucas Murillo de la

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PABLO LUCAS MURILLO DE LA CUEVA
Profesor Titular de Derecho Constitucional
SENTIMIENTO POLITICO y
CONFLICTO DE COMPETENCIAS
(A propósito de la STC 94/1985, de 29 de julio)
SUMARIO
l.
2.
3.
4.
Introducción
Los términos del problema
La decisión del Tribunal Constitucional
La naturaleza política de la materia como elemento para resolver el conflicto de
competencias
1. INTRODUCCION
La Sentencia del Tribunal Constitucional 94/1985, de 29 de julio que resuelve el
conflicto positivo de competencias promovido por la Diputación Foral de Navarra
con motivo de la utilización por parte de los órganos de la Comunidad Autónoma del
País Vasco del escudo de armas navarro plantea, sin duda, diversos problemas de
interés respecto de la mecánica de este tipo de controversias. En efecto, en dicha
decisión del alto Tribunal surge la discusión en torno a la legitim ación del órgano que
suscita el conflicto: la Diputación Foral , legitimada por la disposición transitoria 5.'
de la LOTC , no es , tras la Constitución, exactamente un órgano provincial , nos dirá
la sentencia, pero tampoco un órgano autonómico porque -y , aquí , aparece otra
singularidad- cuando promueve el conflicto no existe la Comunidad Foral, ni siqu iera
se ha aprobado por las Cortes Generales la Ley Orgánica de Reintegración y Amejo­
ramiento Foral de Navarra'. Llama además la atención el objeto sobre el que versa el
conflicto : más que un acto, una actuación reiterada que trae su causa de un acuerdo
pre-constitucional de un órgano pre autonómico . También es significativa la naturale­
za de la lesión competencial que se alega y las consecuencias que de la misma infiere
la Diputación Foral y, en relación con lo anterior , el alcance de la competencia que se
reivindica por parte de los promotores del conflicto. Todas ellas, junto a otras que no
mencionamos, son cuestiones de evidente trascendencia en el contexto del estudio de
los conflictos de competencia que se producen por razón de la distribución territorial
del poder y que está llamado a resolver el Tribunal Constitucional.
Ahora bien, sin desconocer este extremo, conviene precisar que esta sentencia
nos ha interesado porque sigue , para resolver el problema competencial que se le
1. Pese a ello , el conflicto se tramitó como los que enfrentan a dos o más Comunidades Autónomas
ent re si, siendo la sentencia que nos ocupa la primer a dictada en Jos procesos que contempla el artículo 59.2
LOTe. Advirt amos , además, que la Comunid ad For al y la Ley Org ánica de Reintegración y Am ejoramien­
to Foral, pese a sus denominaciones, poseen la naturaleza propia de las restante s Comunidades Autónomas
y de los demás estatutos de autonomía respectivamente según ha declarado la STC 16/1984, de 6 de febrero.
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había sometido al Tribunal , un razonamiento claramente antiformalista que no siem ­
pre ha sido el elegido por los magistrados constitucionales, pero que aquí se m anifies­
ta de forma rotunda . E s, precisamente, este extremo el que queremos poner de
manifiesto. Por ello , no es nuestro propósito entrar en la discusión de fondo , es decir,
en si es o no constitucionalmente correcto que las cadenas de Navarra figuren en el
escudo vasco.
Para apreciar adecuadamente el significado de la posición juri sprudencial a que
nos referimos, es preciso explicar , previamente , los términos en los que se planteó el
conflicto y las alegaciones de las partes.
.
2. LOS TERMINOS DEL PROBLEMA
Sin ánimo de reproducir en todos sus detalles los antecedentes del conflicto/
digamos que éste fue promovido el 25 de enero de 1982 por la Diputación Foral de
Navarra con el fin de que se eliminara del escudo de la Comunidad Autónoma del
País Vasco el escudo de arm as de Navarra. Este venía siendo utilizado ya, durante el
régimen preautonómico , por decisión del Consejo General del País Vasco adoptada
el 2 de noviembre de 1978, mantenida, después, por las instituciones autonómicas
vascas . T al hecho fue con siderado por los promotores del conflicto, lesivo de las
competencias de la Comunidad Foral de Navarra .
Concretamente, los actores entendieron que las cadenas, incorporadas injustifi­
cadamente al embl ema vasco , son un símbolo genuinamente navarro , objeto de un
der echo histórico propio de Navarra que, de acuerdo con la dispo sición adicional
primera de la Constitución, ha de ser respetado y amparada jurídicamente la reacción
contra su uso indebido. Además, consideraban , que utilizar , sin el consentimiento
foral , dicho emblema equivalía a invadir una competencia ajena en violación de la
Constitución (art. 4.2) y del Estatuto de Autonomía del País Vasco (arts . 2 y 5) .
Asimismo, incorporar este símbolo navarro al escudo del País Vasco vulneraba tam­
bién a su juicio la disposición adicional 4.' de la Constitución en la medida en que
dicha inclusión anticipaba , siquiera fuese a est e nivel emblemático , la incorporación
de Navarra a la Comunidad vasca, lo que obviamente no se correspondía con los
hechos.
En defin itiva, la Diputación Foral reivindicaba para Navarra la competencia de
definir y utili zar sus símbolos políticos , competenci a que fundamentaba en el artículo
4.2 de la Constitución y que , en su opinión , incluye no s610 el derecho a disponer
so bre dichos símbolos , sino también el de impedir toda utilización de los mismos por
otros entes sin el consentimiento de los órganos forales competentes .
Frente a estos planteamientos , la representación del Gobierno Vasco , según se
resume en los antecedentes de hecho de la sentencia, entendió respecto de la cuestión
de fondo , que : «a) El ' Laurak Bat' no incorpora jurídicamente el escudo de Navarra,
sino alguno de sus elementos; b) no se trata de un conflicto jurídico , puesto que el uso
del «L a urak Bat» no impide a Navarra el ejercicio de sus competencias propias , ni
alt era la distribución competencial, ni produce ilegalmente efectos jurídicos -siquiera
porque no produce ninguno- en los admini strados navarros, alterando la situación
jurídica de los mismos ; c) es un conflicto político , y d) no implica riesgo alguno para
la seguridad jurídica»:'. Todas estas razones, junto con otras relativas a la inadrnisibi­
lidad del conflicto r le condujeron a solicitar al Tribunal que desestimase la pretensión
esgrimida por la Diputación Foral.
2. Nos remitim os para ello al texto de la propia STC 94/1985, de 29 de julio . publicada en el Boletín
Of icial del Estado de 14 de agosto, número 194 y recogida, entre otros lugares, en la Revista Juríd ica de
Navarra , n. ~ 1/1 986, págs. 180 y siguientes.
3. Cfr. STC 94/1985. antecedente séptimo , in fi ne.
4. Cfr. el anteced ente sexto .
NOTAS YCOMENTARIOS
3. LA DECISION DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
La sentencia dictada tres años y medio más tarde reconoció que la titularidad de
la competencia controvertida corresponde a la Comunidad Foral de Navarra y decla­
ró la nulidad del Acuerdo de 2 de noviembre de 1978 del Consejo General del País
Vasco .
Del razon amiento seguido por el Pleno del Tribunal Constitucional para llegar a
esta decisión solamente nos fijaremos en los aspectos que se refieren al núcleo de la
disputa' . En especial , conviene detenerse en los que conducen a resolver la duda de si
existe o no una competencia navarra respecto de los símbolos políticos que haya sido
lesionada por la actuación reiterada de las instituciones vasca s.
El Tribunal entendió, por mayoría", que las materias sobre las que pueden
asumir competencias por medio de sus estatutos las Comunidades Autónomas no son
únicamente las consignadas en los artículos 148 y 149 de la Constitución . Por el
contrarío , señala que el artículo 147.2 , d), también del texto fundamental, cuando se
refiere al contenido necesario de los estatutos de autonomía, habla -en materia de
competencias- de las que se asuman «e n el marco de la Constitución». Indudable­
mente , dicho marco es más amplio que el que trazan los artículos 148 y 149, pues
aba rca los restantes preceptos constitucionales que contengan habilitaciones compe­
tenciale s en favor de las Comunidades Autónomas. Así , si no puede invocarse ahora
la disposición adicional primera de la Constitución , ya que el reconocimiento de los
derechos históricos de los territorios forales no es un título autónomo del qu e puedan
deducirse específicas competencias", sí puede y debe aducirse el artículo 4.2 de la
Constitución.
T al precepto, en la medida que permite a los estatutos «reconocer banderas y
en señas propias de las Comunidades Autónomas» fundamenta la asunción de compe­
tencias en esta materia", Por eso dice de él la sentencia? que «entraña así necesaria­
mente la atribución a éstas (las Comunidades Autónomas) de la competencia para
determinar qué símbolos reconocen o establecen como propios».
Desde luego, las partes que intervienen en el conflicto no rechazan esta interpre­
tación . Al contrario , parten de ella . De lo que discrepan, en cambio , es del alcance de
la competencia en materia de símbolos y el Tribunal Constitucional acude a la dimen­
sión política propia de los emblemas para precisarlo . Seguramente, aquí reside uno
de los puntos más relevantes de esta decisión jurispru dencial: concretamente , en la
consideración de la función integradora e identificadora, de la «materia sensible del
símbolo político», -que «trasciende a sí misma para adquirir una relevante función
significativa. .., que ejerce una función integradora y promueve una respuesta socioe­
mocional contribuyendo a la formación y mantenimiento de la conciencia
comunitaria»!". En efecto, dicha dimensión significativa , integradora , representativa
e identificadora característica de todo símbolo político y, por tanto , de las cadenas de
Navarra para esta Comunidad Foral , lleva al Tribunal a estimar que la competencia
5. Contenidos en los funda mentos jurídicos quinto y siguientes de la sentencia.
6. El magistrado Rub io Llorente formuló un voto particular respecto a este extremo.
7. Cfr. al respecto la STC 1111 984. de 2 de febrero F.J . 4.0y, especialmente , la STC 123/1984, de 18 de
diciembre , F .J . 4.
8. Extremo éste del qu e discrepa el voto particular. En él se dice que en el articulo 4.2 de la
Constituci ón «no se atribuye comp etencia algun a a ninguna Comun idad A utóno ma, sino que se autoriza a
las Cortes Generales como órgan o titular de la potestad legislativa (art. 66.2 C. E .) y, por tanto , órgano único
con facultades para adopt ar las Leyes Org ánicas que aprueben los Est atutos de Autonom ía (art. 81.1 C.E.)
para reconocer en éstos las band era s y enseñas propias de las Comunidades Autónomas. Es cierto que en
algunos casos y, con un entendimiento laxo de la reserva de ley. las Cortes Ge nerales han transferido a las
Asambleas Legislativas de ciert as Comunidades Aut ónom as la facult ad de determinar sus respectivos
escudos y. en su caso . incluso, su bandera . No ha sido así, sin emb argo , en el caso de Navarra . cuya norma
estatutaria fija ya el escudo. que no puede ser alterado por los órgan os navarros que tienen sólo el derecho a
utilizarlo y claro está, en ejercicio de sus comp etencias propi as. la posib ilidad de regular y proteger su uso en
el ámbito territorial propio».
9. Fundamento jurídico 6.°.
10. Fundamento jurídico 7.0.
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no se agota «en la potestad para fijar las características de sus propios símbolos», sino
que abarca «también -ya que de otro modo la relación de identidad quedaría rota-la
potestad frente a las demás Comunidades para regular de forma exclusiva su utiliza­
ción ... Ello implica que dichos símbolos no puedan ser utilizados sin el consentimien­
to de la comunidad a la que correspondan, ni apropiándose de ellos aisladamente ni
integrándolos como tales símbolos identificadores en el emblema de otra Comunidad
Autónoma para establecer o configurar su propio emblema»!':
«Por ello -continúa la sentencia- sólo si se considera que el contenido de la
competencia controvertida se reduce a la potestad para fijar las características del
propio símbolo podría afirmarse -como hace la representación del Gobierno vasco'<­
que la adopción del «Laurak-Bat» como emblema del País Vasco no invade el ámbito
competencial de Navarra ... Pero, si la competencia objeto del presente conflicto
comprende también . .. la potestad para regular en exclusiva la utilización del símbolo
que la identifica, 10 que impide, en consecuencia, que otra lo integre en su emblema,
en virtud precisamente de ese carácter identificador, entonces es preciso concluir que
la adopción del «Laurak-Bat» como emblema del País Vasco invade el ámbito como
petencial de Navarta-P.
4. LA NATURALEZA POLlTICA DE LA MATERIA COMO ELEMENTO PARA
RESOLVER EL CONFLICTO DE COMPETENCIAS
Según se acaba de ver, resulta decisiva para la resolución de este conflicto la
naturaleza política de la materia sobre la que versa . En efecto, una vez admitida la
competencia navarra en 10 referente a la determinación y regulación del uso de sus
símbolos políticos'", el problema se circunscribe a la definición del alcance de esa
11. Fundamento jurídico 8. 0 •
12. Y, también, el voto particular.
13. Fundamento jurídico 8.· .
14. Con un razonamiento que nos parece correcto, toda vez que el artículo 4.2 es bien explícito : «Los
Estatutos podrán reconocer las banderas y enseñas propias de las Comunidades Autónomas» . Por consi­
guiente, aquí hay una potestad de la que se puede o no hacer uso a la hora de la asunción estatutaria de
competencias y en el caso de que el estatuto determine cuáles son los símbolos de una Comunidad , sin duda
ésta podrá promover, si lo estima oportuno, su sustitución por otros, mediante la reforma de su norma
institucional básica. Si se dice que el artículo 4.2 de la Constitución no atribuye competencia alguna a las
Comunidades Autónomas, también habrfa que decir 10 mismo respecto del artículo 3.2, del texto fundamen­
tal en materia de pluralismo lingüístico . Sin embargo, aquí la STC 82/1986, de 26 de junio, F.J. 4.· reconoce
-esta vez sin discrepancias-, que ese precepto genera competencias en favor de las Comunidades Autóno­
mas, que pueden ser asumidas por sus estatutos, posición que también mantienen las STC 83 y 8411986,
ambas de 26 de junio, en sus fundamentos primeros. Lo mismo se podría afirmar respecto del artículo 69.5 ,
(cfr. STC 4011981 , de 18 de diciembre) , dcl artículo 87.2 , o del artfculo 133.2 , (cfr. STC 611983 , de 4 de
febrero, F .J . 4.°) .
En todos estos casos nos encontramos con la previsión constitucional de potestades asumibles por las
Comunidades Autónomas. Negar la existencia de competencias autonómicas sólo tendría sentido si se
reservara este término para las previstas en los artículos 148 y 149 de la Constitución, como se hace cuando se
distingue entre competencias y atr ibuciones . Así, desde este punto de vista, se apunta que el artículo 3.2, el
4.3 y los otros que hemos mencionado prevén atribuciones para las Comunidades Autónomas, no competen­
cias en sentido estricto. Sin embargo, esta matización es irrelevante a los efectos que nos interesan ahora,
pues se entiende que las atribuciones también pueden ser objeto de conflicto (cfr. al respecto Francisco
Javier García Roca y Pablo Santolaya Machetti , «La asignación de competencias en el Estatuto de autono­
mía del País Vasco », en Primeras Jornadas de Estudio sobre el Estatuto de Autonomía del País Vasco , vol. 1.
rVAP , Oñate, 1983, págs . 391 y sigs.) .
Por otra parte, incluso el voto particular reconoce la competencia de la Comunidad Foral, para regular y
proteger el uso de sus símbolos en el ámbito territorial propio. Claro que aqu í, al incluir la referencia
territorial , da a entender que no hay objeto de conflicto, porque la Comunidad Foral no puede ir más allá de
su territorio al efectuar esa regulación de manera que en la medida en que las instituciones vascas no se han
entrometido en la manera en la que en Navarra se usan los símbolos forales, no hay ninguna lesión
competencial. De esta forma, se entra en el núcleo de la cuestión : el alcance de la potestad navarra en
materia de enseñas y emblemas.
Sin ánimo de reproducir ahora lo dicho en el texto . conviene recordar que, en ocasiones, el limite
territorial a las competencias autonómicas ha de ser entendido de una manera flexible, de modo que una
decisión. un acto o una norma de una Comunidad pueda, en algunos casos , producir efectos fuera de su
territorio . (Cfr . Santiago Muñoz Machado, Derecho Público de las Comunidades A ulónomas, vol. l . Cívitas,
Madrid, 1982. Págs . 196 y sigs. También la STC de 16 de noviembre de 1981. F.J. 1..)
NOTAS YCOMENTARIOS
competencia, es decir , a la definición de las concretas potestades que comprende.
Una vez conocidas éstas, se podrá saber si las instituciones vascas han invadido la
esfera competencial navarra. Llegado a este punto , el Tribunal no se fija en el
derecho positivo, en los preceptos contenidos en las disposiciones jurídicas, sino en
un elemento político , sustancial , no formal: la dimensión sensible de los símbolos
políticos , su capacidad identificadora e integradora. Y de ella, extrae una consecuen­
cia jurídico-positiva: en el ámbito de la competencia controvertida no sólo se ha de
incluir la potestad de definir cuáles son los símbolos propios, sino la de regular de
forma exclusiva y excluyente su utilización de modo que ninguna otra institución
pueda apropiarsede ella sin autorización, De esta manera, nos parece que se configu­
ra para los símbolos políticos un régimen jurídico que más que asemejarse al caracte­
rístico del derecho de propiedad'", se aproxima al de los llamados bienes o derechos
de la personalidad'" ,
No obstante, volviendo al tema que nos preocupa, hay que subrayar que en la
sentencia se introducen -con los efectos prácticos que se han indicado- una 'serie de
ideas que enlazan directamente con los planteamientos que sobre la Constitución y el
Derecho constitucional manejaron algunos de los autores que protagonizaron la
reacción antiformalista surgida en el período de entreguerras. Así , si acudimos a la
obra de Rudolf Smend y recordamos cuanto nos dice sobre el Estado como realidad
espiritual esencialmente dinámica que existe y se desarrolla en un proceso «de conti­
nua renovación y permanente reviviscencia» que él denomina integraci ón!", esta
decisión del Tribunal Constitucional es un ejemplo «de libro» , de la aplicación de
esas tesis . En efecto, en ella se tiene en cuenta «la enorme fuerza integradora de los
contenidos simbólicos» 18 que no se agota sólo en su dimensión emocional sino que se
extiende , sobre todo , a su proyección material , valorativa . Porque , los procesos de
integración material , entre los que figuran los que se relacionan con los símbolos
políticos, gracias a su especial intensidad permiten que sea «vivida toda la plenitud
valorativa del Estado en su conjunto», logrando así «el máximo grado de compromiso
e integración»19.
Que el jurista y, en concreto, el supremo intérprete de la Constitución se preocu­
pen por estos problemas no debe causar extrañeza. Al fin y al cabo , la integración del
Estado o , en este caso , la integración de la Comunidad Foral y, en el fondo, de una
organización política pluralista y descentralizada, interesa al derecho en la medida en
que afecta a su legitimidad , es decir , a los «valores concretos que actúan, por un lado,
como facto res y, por otro , como elementos básicos de la validez de un orden jurídico­
político determinado o-".
Así , pues, detrás de la simbología pol ítica, nos dice esta doctrina, hay, cierta­
mente, emociones , sentimientos, pero estas manifestaciones del espíritu son relevan­
tes en el derecho constitucional en la medida en que la Constitución «es la ordenación
jurídica del Estado , mejor dicho , de la dinámica vital en la que se desarrolla la vida
del Estado, es decir, de su proceso de integración . La finalidad de este proceso es la
perpetua reimplantación de la realidad total del Estado: y la Constitución es la
15.
16.
Com o se dice en el voto particular.
Cfr. al respecto , CARLOS ROGEL VIDE, Bienes de la personalidad, derechos fundamentales y
libertades públicas, Publicaciones del Real Colegio de Españ a , Bolonia , 1985. En la pág . 54 incluye ,
siguiendo a Adriano DE CUPIS, ,,1 diritti della personalita» , en ANTONTO Crcu y FRANCESCO MESSlNEO (dir.)
Trattatto di diriuo civile e commerciale, Vol. IV , 1, Giuffre , Milán , 1959, Págs. 399 Y ss. , dentro del
derecho al nombre (id entida d personal) los signos figurativos (escudos, emblemas) .
17. RUDoLF SMEND, Constitución y Derecho Constitucional, C.E.C., Madrid , 1985, págs . 62 Y ss.
18. SMEND , op . cit. p ág. 98.
19. SMEND, op . cu. págs . 98 y 99.
20 . SMEND, op . cit. pág . 101.
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plasmacíón legal de este proceso»?'. Ella misma contribuye a esa integraciorr'" , a 'la
renovación del ideal comunitario fundado sobre una serie de valores compartidos .
Existe, en cons ecuencia , una conexión , mediada por el derecho con stitucional , entre
los símbolos políticos y los sentimientos que suscitan y los vínculos que hacen posible
la convivencia política . Al admitirla se corrobora aquella concepción para la que el
ordenamiento constitucional no se reduce a un conjunto de formas, sino que se
distingue de otro tipo de normas jurídicas por su intensa carga axiológica, lo cual
tiene que incidir necesariamente en la manera en que es interpretado y aplicado".
La especial naturaleza política de las normas constitucionales , su dimensión
valorativa , la necesidad de tener en cuenta esto s datos a la hora de efectuar su
interpretación son puntos comunes tanto en la doctrina" como en la jurisprudencia
constitucional'". Por eso, pudiera parecer fuera de lugar preocuparse por est as cosas
a estas alturas. Sin embargo, ese extendido acu erdo sobre la singularidad de la
Constitución en cuanto norma jurídica que el intérprete ha de tener necesariamente
en cuenta , normalmente se queda ahí. Es decir en pocas ocasiones conduce a resulta­
dos prácticos . Así , buena parte de la doctrina se preocupa más por los aspectos
jurídico-formales que por los valorativos y otro tanto se puede decir de la jurispru­
dencia del Tribunal Constitucional que, si muy a menudo habla de valores , muy
pocas veces puede fundar directamente en ellos una decisi órr". Sin duda esto se
debe , más que a modas proclives al juridicisrno, a las dificultades y riesgos que puede
entrañar el salirse de él 27 .
Estas razones son las que hacen que la sentencia que hemos considerado desta­
que entre las demás : en ella, un dato político , efectivo , vinculado a elementos valora­
tivos profundos ha sido utilizado para resolver un conflicto de competencias .
21. SMEND. op . cit. pág. 132.
22 . SMEND. op. cit. págs. 165 y ss .
23. Sobre la conexi ón entre integraci6n política , símb olos, sentim ientos, val or es , derecho constitucio­
nal e interpretación constitucional, cfr. la monografía de PABLO Lu cAS VERDÚ El sentimiento constitucional
(A p rox ima ción al estudio del sentir const itucional como m od o de integració n política ), Reus, Madrid , 1985.
También , del mismo autor cfr . "Co ment ario al artículo 4.". Símbolos políticos», en Comen tarios a las Leyes
politicas, dirigidos por Ose ar Alzaga Villa amil, Constitución Española de 1978, Tomo 1, Edersa , Madrid ,
1983, págs. 216 y ss.
24, Así , por ejemplo, LUCAS VERDÚ, op. cit. págs . 103 y ss., del mismo autor , Curso de Der echo
Politico, Vo l. Il , Tecnos, Madrid , 1974, págs . 529 y ss .: también , ENRIQUE ALONSO GARC1A, La interp reta­
ci án de la Constitu ci ón, C .E.C. , Madrid , 1984, págs. 25 y ss ., y 517 Y ss.. ent re otros muchos auto res han
puesto de relieve este extremo . Véase tam bién , SMEND , op. cit. págs . 191 y ss.; además , PIETRO M EROLA
CHIERCHI A, L 'lnterpretazione sistem atica de/la Costuuz ion e, Cedam, Padua , 1978, págs . 87 y ss .; JERZY
WRÓBLEWSKI , Constitución y teoría general de la interpretación jurídica, Civitas, Madrid , 1985 págs. 93 y ss.
25 . Cfr. STC de 31 de marzo de 1981 que reconoce -que la «Cons tituci ón es un a norma ... pero una
norma cualitativamente distinta de las demás por cuanto incorpora el sistema de valores esenciales que ha de
con stituir el orden de conviven cia política y de informar todo el ordenamiento jurídico». Por lo dem ás, la
referencia a la dimensión axio lógica de las normas co nstitucionales se reitera en num erosas sentencias .
26, Cfr. LUIS AGUIAR DE LUOUE: «Dogmática y teoría jurídica de los derechos fundamentale s en la
interpretación de éstos por el Tribunal Constitucional español". en Revista de Derecho Político, n ." 18-19,
pág . 24. En contra, ALONSO G ARCIA, op . cit. págs. 350 y ss.
27. Cfr. sobre esta cue stión P ABLO LUCAS VERDÚ, Estimativa y polltica constitucionales, Publ icacio­
nes de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense , Madrid, 1984 , págs. 121 y ss. , especialme nte,
141 y ss .; también, LUCAs VERD Ú, El sentim iento, op . cit., págs . 83 y ss.; también, A LONSO G ARC1A , op . cit.
págs. 315 y ss . Advirtamos, por otra parte, que al hacer las o bse rvacio ne s qu e se recogen en el texto , no
ignoramos que el Tribunal Constitucional, en la jurisprudencia producida en los procesos de amp aro . a
menudo ha seguido criterios claramente ant iforrnalistas. Sin embargo , creemos que esta circu nstancia no
invalida lo dicho , dado qu e es e antiformalismo se ha producido bás icam ente en el ámbito procesal y ha
venido motivado en buena medida por el excesivo rigo rismo de nue stro sistema jurisdiccional. C fr. al
respecto . L ORENZO MARTfN-RETORTILLO BAQUER : «A ntifo rrnalisrno y e njuiciamiento efectivo en el siste­
ma de la justicia const itucional", en Revista de Derecho Político, números 16 (págs. 39 y ss.) y 17 (págs. 177 y
ss .). Véase también , José María Martínez Val , «E l exce sivo formalismo en la casació n civil», en Boletín del
Ilustre Colegio de Abogados de Madrid, R evista Jurídica General, N.Ol!l987, págs . 109 y sigs .. donde se
comentan las sentencias d ictadas por el Tribun al Co nstitu cional en proceso s de amparo relacionados con los
problemas planteados por la nueva regul ación del recurso de casaci ón civil tras su reforma por la Ley
34/1984.
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