Resumen - 한국외국어대학교

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Ⅰ. Introducción
Ⅱ. El rechazo del presente temporal y espacial
Ⅲ. El rechazo del mundo positivista
Ⅳ. El rechazo de los valores establecidos.
Ⅴ. Conclusión
<Resumen>
Se cree que los modernistas eran evasivos y sólo interesados por la
belleza, superficiales en lo ideológico. El modernismo era, sin embargo, un
movimiento complejo y cabe decir que todo lo que se ha dicho sobre el
movimiento es verdad parcial. Los poetas modernistas no fueron
conformistas sino rebeldes en el sentido más profundo. Era una rebeldía
contra la sociedad regida por el positivismo y el materialismo. Este
estudio tiene como fin averiguar los carácteres rebeldes del modernismo
en término de seis aspectos: indigenismo, exotismo, ocultismo,
pitagorismo, erotismo y esteticismo.
* 이 연구는 2008학년도 한국외국어대학교 교내학술연구비 지원에 의해 이루어진 것임.
** Hankuk University of Foreign Studies.
Los poetas modernistas, alienados de los valores seculares, rechazaron
el mundo mezquino, el mundo positivista y los valores establecidos de la
sociedad moderna. Por tanto, es un error acusar al modernismo como
escapismo, ya que la rebeldía modernista fue la más profunda. Contra la
prevaleciente vulgaridad y grosería circundantes ellos sostuvieron los
valores de una tradición humanista y culta. Era un movimiento de la
insumisión profunda contra la sociedad burguesa y materialista. Cabe decir
que el modernismo como primer movimiento poético que padece de la
modernidad, prosigue la independencia o emancipación cultural de
Hispanoamérica. El modernismo fue una respuesta literaria ante la entrada
en la modernidad. Fue, como dice Octavio Paz, 'Literatura de Fundación'
de Hispanoamérica.
Key words: modernismo, modernidad, Rubén Darío, exotismo, erotismo/ 모데
르니스모, 근대성, 루벤 다리오, 엑소티즘, 에로티즘.
El modernismo hispanoamericano es un movimiento literario que nace
en 1888 a raíz de la publicación de Azul de Rubén Darío y que termina con
la muerte del poeta(1916). Su importancia fue decisiva para la evolución
de la poesía de habla española, dado que supuso una renovación total de la
misma. Pero no se puede definir el modernismo fácilmente porque este
movimiento tiene muchas corrientes y los poetas distintos.
Ellos fueron los primeros hispanoamericanos que se consideraron
escritores profesionales. Además, el poeta modernista tendió a considerar
la actividad literaria como superior en la escala de valores a la actividad
política. Por estas razones, se pensó que los modernistas eran evasivos y
desarraigados, sólo interesados por la belleza, superficiales en lo
ideológico y que su poesía no tenía nada que ver con su momento. Más
cierto sería decir que fue una fuga de la actualidad local en busca de una
actualidad universal, la única y verdadera actualidad.
El modernismo era, sin embargo, un movimiento complejo y versátil y
cabe decir que todo lo que se ha dicho sobre el movimiento es verdad
parcial. En especial, los estudios de Octavio Paz han demostrado que los
superficiales eran los críticos que vieron nacer este movimiento. Los
poetas modernistas no fueron conformistas. Ellos sólo querían una
América contemporánea de París y Londres, lo cual es también verdad
parcial.
Cuando se empezó el movimiento modernista, Hispanoamérica se
bautizó con el positivismo europeo y las grandes ciudades se modernizaron
rápidamente mientras que la intervención imperialista de EE.UU. era cada
vez mayor. En esta circunstacia, no pocos poemas modernistas nos
muestran índole anti-capitalista o anti-imperialista que se prevalecía en
Hispanoamérica en su momento. Pero creemos que el inconformismo de
los poetas modernistas tenía un sentido más esencial y profundo. Era una
rebeldía contra la sociedad regida por el positivismo y el materialismo.
Este estudio tiene como fin averiguar los carácteres rebeldes del
modernismo en término de seis aspectos.
El modernismo se caracteriza no sólo por la revolución poética sino
también por los cambios del modo de pensar a consecuencia de las
transformaciones ocurridas en el mundo occidental del siglo XIX. Todos
los fenómenos finiseculares tales como la industrialización, el positivismo
filosófico, la politización creciente de la vida, el anarquismo ideológico y
práctico, el marxismo incipiente, el militarismo, la lucha de clases, la
ciencia experimental, el auge del capitalismo y la burguesía, neoidealismo,
etc. provocan de modo mezclado en la gente, y desde luego en los
artistas, una reacción compleja y a veces devastadora.
El poeta modernista, partiendo de la herencia romántica, se siente al
margen de la sociedad y rebelde contra ella. Los poetas románticos se
sentín infelices en la realidad y trataban una fuga, lo cual se expresa en
tres tipos de nostalgia: la temporal, la espacial y la ontológica. Cada cual
se dirige respectivamente al pasado, al mundo lejano y a la muerte.1) De
este modo, el modernismo manifiesta la protesta contra la indeseable
realidad en la que ni puede ni quiere integrarse y busca caminos para la
evasión.
En la poesía de Rubén Darío, podemos observar dos tipos de evasión:
indigenismo y exotismo. Ellos no se contradicen pues son las dos faces
del mismo deseo de adscribirse, de integrarse en algo distinto de lo
presente.
1) El parnasianismo, otra corriente que influyó al modernismo, comparte este tipo de
escapismo que era una evasión del mundo real por medio del ensueño. Se trata de una
evasión que se produce bien huyendo en el espacio(a Oriente) bien en el tiempo(al
mundo greco-latino y medieval).
Cabe decir que el indigenismo es nostalgia de un pasado ignorado de
una América abolida, y al mismo tiempo al paraíso perdido. Indigenismo es
retorno al pasado legendario e histórico. El poeta modernista mira un
momento localizado en el espacio y los indigenistas encuentran en sus
héroes locales lo que buscaban, como vemos en <Caupolicán> de Azul de
Rubén Darío:
Es algo formidable que vio la vieja raza;
robusto tronco de árbol al hombro de un campeón
salvaje y aguerrido, cuya fornida maza
blandiera el brazo de Hércules, o el brazo de Sansón.
(Darío, 1987: 27)
El poeta describe a un héroe americano de los indios del valle de Arauco
y consigue reforzar las connotaciones míticas(Hércules), tanto clásica
como bíblicas(Sansón) de Caupolicán(Ferreiro Villanueva, 1986: 60). El
indigenismo modernista será el equivalente del tradicional descenso a los
infiernos, y es síntoma de pérdida de fe en la razón. Además, junto a la
urgencia de comunicar con lo sobrenatural y calar en los estratos más
secretos del alma para desde ellos ver al hombre completo, integrado en su
múltiple y ondulante diversidad, se trasluce en el indigenismo la ilusión de
hallar en el remoto ayer formas de vida más nobles, no regidas
exclusivamente por las ideas del beneficio y el progreso económico.
Cabe decir que el americanismo pertenece a la segunda etapa del
modernismo. Como afirma Max Henríquez Ureña, el modernismo de este
período intenta captar la vida de la gente americana y traducir su miedo,
ideas y esperanzas sin sacrificar las cualidades características del
modernismo: trabajo artístico del lenguaje.(Henríquez Ureña, 1954: 32)
De igual modo, Rubén Darío muestra un nivel más íntimo y profundo en
Cantos de vida y esperanza(1905) donde el poeta se libra del
cosmopolitismo2) y empieza a tener conciencia como un ser americano que
habla castellano, como vemos en <Cyrano en España> y <A Roosevelt>.
El americanismo rubendariano se destaca más en su obra posterior, Canto
a la Argentina y otros poemas(1914) donde Darío se considera un poeta
americano y trata las historias de gaucho.
En término de americanismo, cabe decir que el indigenismo modernista
fue una receta filosófica contra la amenaza imperialista impuesta por los
Estados Unidos. Una faceta de este americanismo es el arielismo.
Derivado de la obra Ariel de José Enrique Rodó, el arielismo expresa una
visión idealista de la cultura latinoamericana como modelo de nobleza y
elevación espiritual en contraposición a la cultura de los Estados Unidos
como ejemplo de sensualismo y grosería materialista(Biblioteca Virtual
Latinoamericana). El planteamiento de Rodó no era nuevo, dado que ya
podía advertirse en José Martí y en Rubén Darío.(Fernández, 1990: 80)
Por otra parte, los modernistas, alienados de la realidad han de
enfrentarse con el hecho dramático de su soledad. Al descender a los
abismos busca estimular su sensibilidad con lo irracional y encontrar una
esfera extrasocial y primitiva donde comunicar con los demás hombres por
la verdad y autenticidad de lo natural. Los modernistas querían negación
de la asediante vulgaridad y negación de la historia para saltar por encima
del espacio y del tiempo. En este anhelo, el indigenismo americanista
coincide con la tendencia epocal complementaria: el exotismo.
2) El americanismo no va siempre en contra del cosmopolitismo. Se trata de una evasión
más hacia el pasado legendario y hacia los mitos indígenas. El cosmopolitismo
modernista comparte muchos rasgos con el exotismo.
Cabe decir que exotismo e indigenismo responden al mismo impulso.
Ellos son dos caras de un fenómeno de rebeldía originado al contacto con
la realidad mezquina. Es una rebeldía contra el destino del hombre, no
solamente condenado a morir, sino a vivir en sociedades dominadas por el
materialismo más brutal.
Los modernistas, igual que los románticos, tuvieron vocación de
exilados, y quienes no pudieron serlo sintieron la nostalgia de la vida en
otras tierras y se pensaron desterrados en la patria. Los modernistas se
sienten atraídos por espacios lejanos, más imaginados que vividos como
Persia, China, o Japón.
La tendencia a lo exótico se completa con la inclinación a distanciarse
hacia dentro, en el interior del propio país, buscando en las raíces un vigor
y una nobleza que la actualidad no ofrece.
Al modernista, le basta invocar para soñar; la palabra quiere tener
mágicas resonancias. La arroja el poeta como piedra en el charco de la
vida vulgar. Para entender el fenómeno exotista es preciso analizar las
causas de esa inclinación al escapismo que tanto se reprochó a los
modernistas. El poeta vive en la realidad y se nutre de cuanto en ella
crece; si la niega es por no encontrarla según la desea, por hallarla
desustanciada, exhausta, sin vitalidad. Las imágenes de lo remoto tanto en
el espacio como en el tiempo pueden soportar una carga mítica muy rica.
El modernismo pudo tender a abandonar la realidad, pero una realidad
engañosa, y la imaginada para suplantarla tuvo sobre ella la superioridad
de reconocerse invención. El exotismo es indenpendiente de las llamadas
influencias extranjeras o extranjerizantes sobre los escritores modernistas;
importantes como fueron, ni la estética de Edgar A. Poe.
El exotista-modernista, se siente impulsado a revelar las maravillas
imaginadas para que esas imaginaciones influyan por carambola sobre la
realidad. La tendencia del modernismo a lo exótico es el arma del soñador,
y su importancia no estriba en los contenidos, sino en la actitud. El
exotismo sirvió al modernismo para crear una imagen de sí que el
ambiente le negaba y le dio seguridad respecto a su identidad. Pero el
exotismo modernista no es pretexto para negarse a la realidad, sino medio
para rectificarla. La lucha del poeta no podía acabar en abdicación de lo
exótico ante lo real, sino en intergración y supervivencia de todo ello.
Antes de tratar el tema del ocultismo, hay que comprender el concepto
del esoterismo. El esoterismo quiere saber leer lo que hay detrás de los
símbolos que constituyen el lenguaje que narra las relaciones del hombre
con el universo y del hombre con los dioses. El objetivo primero del
esoterismo lleva los ojos del iniciado del mundo exterior y del mundo de
las apariencias, al de la verdad oculta en el mundo interior, invisible, y del
cual el exterior es perfecta réplica. Todo lo que en el conocimiento de las
correspondencias se exteriorice pertenece al ocultismo. De ahí que se
hable de ciencias ocultas al referirse a la magia.
El siglo XIX fue época de positivismo y materialismo y se difundió
mucho el ocultismo. Un fragmento de una novela, Allá lejos(1891) de
Joris-Karl Huysmans, testimonia la nueva sensibilidad mística finisecular:
-¡Qué época tan extraña! Precisamente en el momento en que el
positivismo está en todo su apogeo, se despierta el misticismo y
comienzan las locuras del ocultismo.
- Pues siempre ha ocurrido así; los finales de siglo se asemejan. Todos
vacilan y se turban. Cuando el materialismo se sobreexcita, se alza la
magia. Este fenómeno reaparece cada cien años.
(Barrero Pérez, 2002)
El ocultismo es la ventana que abre a los misterios que el arte sólo
puede revelar cuando es esencial, transcendental y no meramente
materialista. Cantar las correspondencias y la identidad del macrocosmos y
microcosmos con el deseo de reinventar el lenguaje de los misterios en su
poesía, he ahí el papel del poeta y de la poesía para las mentes analógicas
y los pensamientos poéticos. El poeta, capaz de penetrar el mundo
espiritual, capta el mundo basado en la ciencia y la razón.
El modernismo es por esencia anti-materialista y nos muestra varios
elementos ocultistas.(Barrero Pérez, 2002) No es de extrañar que el
modernismo muestra los caracteres ocultistas, debido a la influencia del
romanticismo y del simbolismo. Conviene decir que el diseño que
comparten el romanticismo, simbolismo y modernismo centra en la
analogía que es “la visión del universo como un sistema de
correspondencias y la visión del lenguaje como el doble del universo”(Paz,
1990: 35). El poeta finisecular, obsesionado por resolver el dilema que se
le planteaba: ciencia o espíritu, se vuelve hacia lo oculto rechazando la
razón y ciencia. El ser poeta como ocultista se asoma a la puerta del
misterio y vuelve con una vislumbre de lo desconocido en los ojos.
Al encontrarse con el alma del mundo, el poeta también se encuentra
con su propio yo. La poesía es el vehículo de la revelación del misterio del
Universo, gracias a una de sus cualidades intrínsecas más importantes, la
intencionalidad mágica. El Universo están en correspondencias con el Cielo
y con el Creador. Desde el punto de vista poético-religioso del alma del
Mundo y del Cielo, cada poema es un descubrimiento al Creador, una
ceremonia de encantación en la que el alma deja de lado lo verosímil para
interesarse en lo inverosímil. El poeta desempeña el papel o el privilegio
de intérprete o de clarividente. El soplo de la Creación nutre su obra. Los
modernistas, bajo la doble mirada de Apolo y de Orfeo, orgullosos de ser
poetas, iluminan los secretos de la Naturaleza con la musicalidad de las
palabras, lo cual nos recuerda las ideas de pitagorismo.
Conviene decir que el pitagorismo es el concepto que pertenece también
al ocultismo general junto con magia, teosofía, cabalismo, alquimia, etc.
Pero el pitagorismo es tan importante que merece ser tratado aparte junto
con el modernismo. La inquietud modernista buscó por todas partes
caminos de perfección diferentes de los impuestos por las ortodoxias
predominantes.
La llamada escuela pitagórica tenía tanto de religiosa como de filosófica.
Los pitagóricos creían en la inmortalidad y en la transmigración del alma y
consideraban el número como primer principio del universo, espíritu y
sustancia de todo y fundamento de la armonía, que es la concordancia de
lo discordante en una unidad superior. Hay una armonía cósmica
determinada por los números, que no sólo rigen la musical o la
arquitectónica sino los movimientos del sol, la luna y las estrellas. El alma
misma es armonía y el cuerpo prisión pasajera de la que cabe librarse
mediante contemplación, incorporándose a la sustancia del universo; a
través de sucesivas reencarnaciones la purificación se acendra hasta
alcanzar la suma pureza(Gullón, 1967: 20). Es lógico que tal doctrina
incitara a trascender la realidad mediante experiencias místicas y oníricas
a las que muchos poetas se sienten temperamentalmente inclinados.
Lo sustancial de la doctrina consistía en una concepción rítmica del
universo y de la vida que los modernistas no sólo aceptaron sino
convirtieron en idea central determinante de la creación poética. La poesía
se les aparecía como articulación rítmica de intuiciones: el ritmo y la
armonía que de él se derivan son claves de la belleza. Como Gullón afirma,
el pitagorismo fue visto como un sistema concebido para poner orden en
el caos; los números son cifras mágicas que revelan la significación
secreta de las cosas(Gullón, 1967: 23). Por tanto, cabe decir que es un
afán de reconciliar la ciencia y la religion, especialmente oriental.
El interés por las doctrinas esotéricas y por las formas orientales de
religiosidad, especialmente por el budismo, se manifestó de muchas
maneras. El empeño por lograr la armonía, es decir, la perfección y la
seguridad de poder alcanzarla mediante la ascesis purificadora unió
budismo y pitagorismo en la imaginación de los escritores.
Que el pitagorismo sea una de las corrientes más reveladoras del
modernismo es cosa fácil de comprobar como vemos en un soneto de
Prosas profanas de Rubén Darío, titulado <Ama tu ritmo...>:
Ama tu ritmo y ritma tus acciones
bajo su ley, así como tus versos;
eres un universo de universos,
y tu alma una fuente de canciones.
La celeste unidad que presupones,
hará brotar en ti mundos diversos;
y al resonar tus números dispersos
pitagoriza en tus constelaciones.
(Darío, 1987: 90)
Como afirma Paz, el modernismo se inicia como una estética del ritmo
y desemboca en una visión rítmica del universo(Paz, 1965: 19). Por otra
parte, para Darío, el pitagorismo y el budismo sugerían algunas
posibilidades salvadoras, es decir, negadoras de la aniquilación total: la
concepción cíclica de la vida y la idea del eterno retorno eran una
alternativa a la nada cuya vigencia tendía a imponerse(Gullón, 1967: 23).
El amor o el erotismo será el tema tratado con más frecuencia por
Rubén Darío quien piensa que no es el poeta el que no ama. Según el
poeta nicaragüense, el hombre que no ama es incompleto. Pero ni el amor
ni el erotismo satisfacen al poeta. A menudo, la posesión total de la
persona amada no le devuelve la felicidad; por el contrario, le sume en la
tristeza. Amor y dolor e, incluso, amor y muerte se unen en muchas
composiciones poéticas como algo que no puede disociarse(Ferreiro
Villanueva, 1986: 35), como vemos en <Caso> de El Canto Errante de
Darío:
Pues el caso es verdadero;
yo soy el herido, ingrata,
y tu amor es el acero;
si me lo quitas, me muero;
si me lo dejas, me mata!
(Darío, 1987: 193)
Pero el amor de Darío no sólo se limita al humano sino abarca todos los
seres del universo como vemos en <Amo, amas...> de Cantos de vida y
esperanza de Darío:
Amar, amar, amar, amar siempre, con todo
el ser y con la tierra y con el cielo,
con lo claro del sol y lo obscuro del lodo:
amar por toda ciencia y amar por todo anhelo.
(Darío, 1987: 140)
Por tanto, el erotismo de Darío tiene el caráter filosófico, mejor dicho,
ocultista. El poeta ve al mundo como un ser dual, hecho de la continua
oposición y copulación entre el principio masculino y el femenino como lo
es el principio oriental de Yin-yang. Según Paz, el verbo amar es
universal y conjugarlo es practicar la ciencia suprema: no es un saber de
conocimiento sino de creación(Paz, 1965: 37). El erotismo, las conductas
amorales aparecen con frecuencia en los poemas modernistas, como
demostración del espíritu rebelde y antiburgués, lo cual sería espíritu
modernista.
Darío siente la heterogeneidad del mundo como la prueba o
manifestación de la unidad: cada forma es un mundo completo y
simultáneamente es parte de la totalidad. La unidad no es una; es un
universo de universos, movido por la gravitación erótica: el instinto, la
pasión. El erotismo de Darío es una visión mágica del mundo(Paz, 1965:
38).
Rubén Darío amó a varias mujeres en su vida como vemos en su
<Canción de otoño en primavera>. Pero aunque “plural ha sido la celeste
historia de mi corazón”(Darío, 1987: 122), sus mujeres son la Mujer y su
Mujer las mujeres. El cuerpo de la mujer es el cuerpo del cosmos y amar
es un acto de canibalismo sagrado, de modo que su cosmología culmina en
un misticismo erótico: hace de la mujer la manifestacion suprema de la
realidad plural y endiosa al semen(Paz, 1965: 39). Por eso, los actores de
esta pasión no son personas sino fuerzas vitales y el poeta no busca
salvar su yo ni el de su amada sino confundirlos en el océano
cósmico(Paz, 1965: 39). Como dice Octavio Paz, amar es ensanchar el ser
y estas ideas, corrientes en pensamiento oriental tales como el taoísmo,
tantrismo, budismo etc. nunca habían aparecido con tal violencia en la
poesía castellana, toda ella impregnada de cristianismo(Paz, 1965: 39).
Al redescubrir la solidaridad
entre el hombre y la naturaleza,
fundamento de las primeras civilizaciones y religión primordial de los
hombres, Darío abre a nuestra poesía un mundo de correspondencias y
asociaciones donde la vena de erotismo mágico de Darío confluye al
ocultismo y se prolonga en varios grandes poetas hispamoamericanos(Paz,
1965: 39).
Sin duda, el modernismo hereda este tipo de erotismo de romanticismo.
Ante todo, el romanticismo y el modernismo coinciden en su apuesta por
la pasión, en detrimento de la razón; en su rechazo del orden burgués, etc.
Al igual que en el romanticismo, en el modernismo se le concede a la
mujer un papel relevante como símbolo de aspiraciones idealistas(Barrero
Pérez, 2002).
Otro rasgo común del modernismo con el romanticismo es su
esteticismo o 'arte por arte'. En el modernismo hispánico predominó
inicialmente el esteticismo de raíz parnasiana y pronto se impuso la
tendencia profunda del simbolismo. El esteticismo, como otras direcciones
modernistas, sólo puede entenderse en el contexto de la realidad donde se
produjo, no como impulso de evasión, en abstracto, sino como manera de
mostrar la repulsa de los poetas a la sociedad sin ideales en donde les
tocaba vivir. Como afirma Ricardo Gullón, el esteticismo consistiría en
hacer del arte la razón de la vida, lo que sería ir más lejos de donde
nuestros modernistas llegaron. En ellos, esteticismo quiso decir
independencia del arte, de manera que el arte no debe estar al servicio de
otra cosa que el arte mismo, es decir, no debe convertirse en instrumento
para otros fines. Cuando derivó al 'inmoralismo' es porque fue un repudio
total de los valores vigentes y una negación de la ética burguesa(Gullón,
1967-2: 374).
En el modernismo, desde muy pronto, desde Darío mismo, esteticismo
significa más que belleza pura; sinifica una adhesión a la idea, tan
sobriamente expuesta por Keats, de que la belleza es la verdad y la
verdad es la belleza. En efecto, el arte es una fuerza redentora y
todopoderosa que triunfa siempre para Rubén Darío, como vemos en su
<Cyrano en España>:
El arte es el glorioso vencedor. Es el arte
el que vence el espacio y el tiempo.
(Darío, 1987: 140)
El poeta, en vez de derivar al inmoralismo, se desliza hacia una
consideración de su papel social como vigilante, y a ratos profeta, del
orden eterno, del orden cósmico, que paradójicamente puede parecer
revolucionario en un mundo donde la injusticia, máximo desorden, se ha
instituido, suplantando a la armonía natural(Gullón, 1967-2: 374).
Rubén Darío contempla un panorama de codicias, de materialismo, de
indigencia espiritual; una sociedad regida por la idea del lucro y la
dominación de los fuertes sobre los débiels, y lo contempla en las
naciones consideradas aisladamente y en las relaciones internacionales
(Gullón, 1967-2: 377). Sin embargo, como decía Yeats, la belleza es el
fin y la norma de la poesía y ésta existe para encontrar la belleza en
todas las cosas: filosofía, naturaleza, pasión. Tan pronto como rechaza la
belleza, destroza su propio derecho a existir(Ellmann, 1964, 42). El
modernismo, por medio de esteticismo, quería eliminar las restricciones
filosófica, moral, o didáctica de su poesía y negó de modo tajante el papel
social de la literatura(Davison, 1966: 38). La apología del arte constituye
la otra faceta de rebeldía del modernismo.
El tipo de sociedad que los modernistas odiaban con mayor violencia era
la sociedad burguesa contemporánea. Viviendo en una sociedad donde se
consolida la burguesía, los poetas modernistas buscaban el amor por la
vida bohemia y manifestaban el desdén por la moral burguesa. Se trata del
rechazo de los poetas modernistas del tiempo y del espacio de su
sociedad.
Además, como ya hemos visto, ellos rechazaron la visión del mundo de
la sociedad materialista. Lo que buscaban ellos eran la armonía y el amor
basándose en en principio de la analogía. Sobre todo, el modernismo
justificó la entrega total al arte y afirmó valores opuestos a los de las
sociedades en que vivían. De este modo, sería imposible acusar al
modernismo como escapismo o evasión de la realidad, ya que la rebeldía
modernista fue la más profunda y de más largo plazo. Este movimiento
ayudó a expresar, con el apoyo de la cultura, la insatisfacción de una clase
entera de intelectuales. Contra la prevaleciente vulgaridad y grosería
circundantes ellos sostuvieron los valores de una tradición humanista y
culta. Era un movimiento de la insumisión profunda contra la sociedad
burguesa y materialista.
Cabe decir que el modernismo como primer movimiento poético que
padece de la modernidad, prosigue la independencia o emancipación
cultural de Hispanoamérica. (Fernández, 1998: 30) El modernismo fue una
respuesta literaria ante la entrada en la modernidad de Hispanoamérica
(Jrade, 1998: 5). Como hemos visto, las armas invisibles que emplearon
los poetas modernistas para la confrontación con lo establecido eran
indigenismo, exotismo, ocultismo, pitagorismo, erotismo y esteticismo, por
lo cual ellos querían recuperar la armonía perdida. Fue, como dice Octavio
Paz, ‘Literatura de Fundación’ de Hispanoamérica.
Barrero Pérez, Óscar(2002), “El modernismo literario español, hoy”, Revista
Liceus,
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Recitado
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논문 접수일 : 2009년 1월 31일
심사 완료일 : 2009년 2월 13일
게재 확정일 : 2009년 2월 20일
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