FRANCISCO JAVIER ENERIZ OLAECHEA Director del Servicio de Ordenación del Territorio y Urbanismo del Gobierno de Navarra LA AUTONOMIA MLTNICIPAL y LA APROBACION DEFINITIVA DE LOS PLANES LTRBANISTICOS SUMARIO 1. Introducción 2. Una aproximación a la polémica doctrinal sobre la naturaleza jurídica de la aprobación definitiva de los planes urbanísticos. 3 , El vigente marco jurídico de la autonomía municipal en materia de urbanismo. 4. La práctica administrativa del Gobierno de Navarra en la aprobación definitiva de los planes urbanísticos. 5, La autonomía municipal y la aprobación definitiva de los planes urbanísticos en dos recientes sentencias del Tribunal Supremo. 6, Conclusiones I. INTRODUCCION \ Las Primeras Jornadas sobre Legislación Urbanística de las Comunidades tutónomas, celebradas en Barcelona, en mayo de 1988 1 , permitieron establecer di­ versas conclusiones acerca del actual panorama legislativo urbanístico del Estado de (as Autonomías, poniendo de manifiesto la existencia de un elevado número de pro­ fundo s problemas que atañen hoy al todavía confuso y complejo mundo del urba­ nismo. Entre este cúmulo de dificultosas cuestiones que afectan a la ordenación ur­ bana, una de ellas quedó referida directamente al ámb ito de la Administración Local y al principio de autonomía municipal como límite de la actividad urbanística de las Comunidades Autónomas. Después de debatir profundamente acerca de las relaciones entre las Comuni­ dades Autónomas y las entidades locales, los organizadores de las referidas Jornadas conclu ían que «el proceso descentralizador en el urbanismo, generado por el Estado 1. Las co nclusio nes de esta s Jornadas pueden verse en la Revista de Derecho Urb anístico n? 108, mayo­ jun io [988, págs. 199-200. Sobr e algunas manifestaciones expue stas en tales Jorn ad as véase, en la misma Revista, la ponen cia presentada por F. P ERALE S M ANDUEÑO, Legislación ur bantstica y legislación secto­ r ial. Un ejemplo: Proyecto de Ley de Costas, pá gs. 115-124. Asimism o, pu ede verse en la Revista Jurídica de Navarra n° S, enero-j u nio 1988. la comunicación presentada por J. ENERIZ , P, L ARUMBE , y H . NA. eDRE, «Anotaciones sobre la Ley Foral de la Ordenación del Territorio », LA AUTONO MIA.. 11 FRANCISCO JAVIER ENERIZ OlAECHEA de las Autonomías, debía alcanzar a las Entidades locales municipales y supramuni­ cipales, con capacidad de gestión y sin perjuicio de la salvaguarda de los distintos ámbitos del interés general ». Tal corolario nos da pié para intentar delimitar, en estas líneas, a la luz de la última jurisprudencia del Tribunal Supremo, la incidencia del concepto de auto­ nomía municipal en la elaboración de [os instrumentos generales de ordenación ur ­ bana de ámbito estrictamente municipal y, más concretamente, de perfilar la natura­ leza jurídica que se da por el Alto Tribunal al acto adininistrativo de aprobación definitiva de los Planes Generales de Urbanismo y de las Normas Subsidiarias por los órganos competentes de la Administración del Estado, y hoy de las Comunida­ des Autónomas -en Navarra el acto de aprobación definitiva de los principales pla ­ nes urbanísticos corresponde a la Comisión de Urbanismo y Medio Ambiente 2_ . Es preciso traer a colación que, sobre esta cuestión que pretendemos diluci­ dar, no ha resultado extraño, aunque sí ciertamente doloroso y sumamente injusto para quienes desempeñen o han desempeñado ciertas funciones decisorias relativas a la actividad urbanística en Navarra, escuchar, casi cotidianamente, desde las esfe­ ras locales, sin el más mínimo atisbo de argumentación jurídica y respondiendo a solapados y subj etivos intereses de conveniencia ajenos al Derecho, ciertas acu sacio­ nes de «centralism o» o de «persecución , sitio, acoso o ataque a la autonomía local » en esta materia 3 . Más bien al contrario, y dejando al margen las latentes intencionalidades po­ líticas que ocultan tan falsas acusaciones, lo cierto es que creemos que, tras esas imputaciones, no existe más que una errónea interpetación de lo qué significa y has­ ta dónde se extiende el concepto constitucional de autonomía municipal en una fun­ ción pública de la importancia del urbanismo. Por ello, quizá convenga analizar has­ ta qué punto los órganos competentes de la Administración Foral de Navarra en materia de urbanismo respetan , a la hora de aprobar definitivamente un plan de urbanismo (cuestió n bási ca y esencial en el intrincado juego de las relaciones entre dos Administraciones, la local y la autonómica, y momento cumbre de la vida urba­ nística, del que dependen los demás actos d ictados en desarrollo del plan), el princi­ pio de autonomía local que la Constitución consagra en sus artículos 137 y 140 Y la LORAFNA garantiza en el número 3 de su artículo 46 4 • Vamos a referirnos, 2. El Decreto Foral 254/1987. de 10 de diciembre, por el que se modifica la distr ibución de competen­ cias en materia de ordenación del territorio y urbani smo entre los órganos de la Administración de la Comunidad Foral de Navarra, atribuye a la Comi sión de Urbani smo y Medi o Ambiente de Navarra la competencia para aprobar definitivamente los Planes Generales Municipales, Normas Subs idiarias y Complementarias de Planearniento, Planes Especial es y Programas de Actuación Urbanística promovidos por Entidades Locales y particulares (artículo 6.1). La misma disposi ción asigna al Con sejero de Ord ena ­ ción del Territorio, Vivienda y Medio Ambiente la aprobación definitiva de las modificaciones del planea­ miento general y de desarrollo promovidas por particulare s y por entidades locales y la aprobación defi­ nitiva de los planes parciales, proyecto s de delimitación del suelo urbano, estudios de alineaciones y catálogos promovidos por particulares y entida des locales (artícul o 5.2). Sobre la Comisión de Urbanismo y Medio Amb iente de Navarra, vid. F. J. ENERI Z OLAECHEA, «Competencias de las entidades locales de Navarra en materia de ord enación del territorio y urb ani smo», en la obra colectiva La Administración Local de Navarra, Ed. Aranzadi, 1987, pág . 541. Téngase en cuenta además el Decreto Foral 210/19 87, de 5 de noviemb re, por el que se modifica el Reglamento de Organización y Funcionamiento de la Comisión de Urbanismo y Medio Amb iente de Nava rra (BON n" 141, de ][ de noviembre de 1987). 3. Esta po stura críti ca por parte de las entidades locales hacia la actividad del Departamento de Orde­ nación del Territor io, Vivienda y Medio Ambiente del Gobierno de Navarra ha quedado reflejada en la revista «Concejo» , elaborada por la Federación Navarra de Municipios y Concejos, en sus núm eros 40 y 45, de 1988, en d onde se califica de «ac oso » la acción de los técnico s del Gobi erno de Navarra en el pro ceso de formación de los plane s urbanístico s. 4. Sobre la autonomía municipal en Na varra y su visión con stitucional, vid . D. LOPERENA ROTA, «El marcon constitucional y las competencias de Navarra sobre régimen local » , en la obr a colecti va La Admi­ nistración Local ..., op. cit ., págs . 27-37, P. M. LARUMBE BIURRUN , «Co mpetencias locales», en la mis­ - - - -- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -_." - - - - - - ­ NOTAS Y COMEN1ARIOS por tanto, al acto de aprobación definitiva de los planes urbanísticos y a su análisis desde la óptica de la autonomía municipal. 11. UNA APROXIMACION A LA POLEMICA DOCTRINAL SOBRE LA NATURA­ LEZA JURIDICA DE LA APROBACION DEFINITIVA DE LOS PLANES URBANIS­ TICOS Como es sabido, el Texto Refundido de la Ley del Suelo ha establecido un procedimiento de formulación de los planes urbanísticos, configurando, en líneas muy básicas, por las siguientes etapas: a) aprobación inicial; b) información pública; e) aprobación provisional y d) aprobación definitiva s. Mientras las competencias administrativas sobre las tres primeras fases ta.b y e) corresponden, en la elaboración de los planes municipales de urbanismo, a las entidades locales, el último acto, el de aprobación definitiva, compete a la Adminis­ tración Foral 6 . Sobre la naturaleza jurídica de la aprobación definitiva se ha posicionado ya la Doctrina española, llegando a mantenerse dos posturas totalmente opuestas 7 . Una de ellas sostiene que la aprobación definitiva por la Administración esta­ talo, en su caso, autonómica, es un simple acto de tutela sobre el pronunciamiento municipal o concejil, una «mera conditio iuris» para la eficacia del acuerdo local, de manera que el acuerdo válido y sustantivo es el dictado por las Corporaciones Locales, lo que convierte a la aprobación provisional en el punto final de un proce­ dimiento administrativo completado en el ámbito local, y a la aprobación definitiva en un acto de tutela de una Administración sobre otra dictado en otro procedimien­ to administrativo independiente. ma obra colectiva, págs. 79-108, en donde recoge la doctrina constitucional sobre la autonomía local, y H. M. NAOORE SORAVILLA, «La autonomía municipal. El Tribunal Administrativo delegado de la Di­ putación Foral», Revista Vasca de la Administración Pública n? 7, 1983, págs . 259 y ss. 5. El artículo 41.1 de la Ley del Suelo dispone: «Aprobado inicialmente el Plan Parcial , Programa de Actuación Urbanística o Proyecto de Urbanización por la Corporación u Organismo que lo hubiese redactado, éste lo someterá a información pública durante un mes, y transcurrido el plazo, si se tratare de Planes, Programas o Proyectos no redactados por el Ayuntamiento respectivo , se abrirá otro período de igual duración para dar audiencia a las Corporaciones Locales a cuyo territorio afectaren». El número 2 del mismo artículo agrega : «La Corporación u Organismo que hubiere aprobado inicial­ mente el Plan, Programa O Proyecto en vista del resultado de la información pública lo aprobará provi­ sionalmente con las modificaciones que procedieren y lo someterá a la Autoridad u Organo competente que deba otorgar la aprobación definitiva, a fin de que lo examine en todos sus aspectos y decida en el plazo de seis meses desde el ingreso del expediente en el Registro, transcurrido el cual sin comunicar la resolución se entenderá aprobado por silencio administrativo». 6. Como excepción, debe tenerse en cuenta lo establecido en el artículo 5.1 del Real Decreto Ley 16/1981, de 16 de octubre, de aceptación de Planes Generales de Ordenación Urbana: «Los Ayuntamien­ tos de capitales de provincia y ciudades de más de cincuenta mil habitantes serán competentes para la aprobación definitiva de Planes parciales y de Planes especiales que desarrollen y se ajusten a las determi­ naciones del Plan General », 7. A. CARCELLER FERNÁNDEZ, en Instituciones de Derecho Urbamstlco, 2' ed., Editorial Montecor­ vo, Madrid, 1981 , pág . 196, mantiene que son tres las posturas sostenidas por la Doctrina y la Jurispru­ dencia sobre la naturaleza jurídica de la aprobación definitiva: a) Mero acto de fiscalización de un acuerdo municipal perfecto pero condicionado en su eficacia; b) Resolución final de un procedimiento en el que todos los demás actos (incluidas las aprobaciones inicial y provisional) son meros trámites, no susceptibles de impugnación independiente; e) Acto de control o fiscalización con individualidad jurídica propia porque alcanza a todos los as­ pectos. En nuestra opinión, la postura e) es perfectamente encuadrable en la a), por lo que quedarían las tesis reducidas a las dos que nosotros citamos. LA AUTONOMIA .. 11 FRANCISCO JAVIER ENERIZ OLAECHEA La corriente contraria 8 considera el procedimiento de tramitación del plan urbanístico como único y no doble, que termina en una resolución final, que es el acto de aprobación definitiva; esta postura concibe la aprobación inicial y provi­ sional del plan por la ent idad local como simples actos de trámite, siendo e! acto sustantivo, según esta tesis, el proveniente de la Administración Foral. Como se ha llegado a señalar certeramente 9, en el fondo de la polémica en torno a la naturaleza de la aprobación definitiva de los planes urbanísticos subyace hasta ahora la opción política entre una solu ción de carácter centralizador (tesis de la condición sustantiva de dicha aprobación) o descentralizador (tesis del acto de tutela o fiscalización) de las actividades administrativas locales. 111. EL VIGENTE MARCO JURIDICO DE LA AUTONOMIA MUNICIPAL EN MA­ TERIA DE URBANISMO Con el fin de hallar una correcta solución, acorde con el actual marco j urídi­ co, del problema relativo a la naturaleza de la aprobación definitiva de (os planes urbanísticos y de las importantísimas consecuencias que de ello se derivan en lo que a la autonomía local respecta , es preciso contemplar la principal normativa le­ gal reguladora del supuesto polémico de la aprobación de finitiva . Este cuadro normativo se centra fundamentalmente en los artículos 25 de la Ley Reguladora de las Bases de Régimen Local, 41 del Texto Refundido de la Ley de! Suelo y 13 de la Ley Foral 2/1986, de 17 de abril, reguladora del control por el Gobierno de Navarra de la legalidad y del interés general de las actuaciones de las entidades locales de Navarra. A) El artículo 25.2.d de la Ley 7/ 1985, de 2 de abril, Reguladora de las Bases de Régimen Local, otorga al Municipio el ejercicio, «en todo caso », de com­ petencias (no de todas las competencias, sino de aquellas que sea menester y que las leyes les otorguen), en los términos de la legislación del Estado y de las Comuni­ dades Autónomas, en materia de ordenación, gestión y disciplina urbanística. El precepto citado sirve para precisar las siguientes cuestiones: 1a) Todas las Comunidades Autónomas quedan obligadas a respetar las com­ petencias de las entidades locales en materia urbanística sin que en ningún caso una ley autonómica pueda dejar vacía de contenido la competencia que la Ley estatal (la Ley del Suelo, actualmente) reconozca a las entidades locales . O dicho de otro modo, una Ley Foral que in genere atribuyese a la Administración de la Comunidad Foral de Na­ varra la competencia para aprobar inicial y provisionalmente todos los planes de urba ­ nismo de las entidades locales sería contraria a la garantía mínima de competencias que el artículo 25 de la Ley Reguladora de las Bases de Régimen Local asigna a favor de los municipios como concreción del principio de autonomía local y, en con­ secuencia, devendría inconstitucional. En este sentido, la expresión «en todo caso» que la Ley utiliza debe interpretarse como una garantía básica que asegura a la enti­ dad local el perpetuo ejercicio de competencias en las decisiones sobre ordenación urbana que afecten a sus intereses propios (artículo I de la Ley 7/1985) . 2 a) La competencia local sobre la ordenación urbana ha de ejercitarse siem­ pre según lo determine la legislación estatal, o la autonómica, cuando las Comuni­ dades Autónomas hayan asumido competencias en materia de urbanismo en virtud 8. A favo r de esta postura se muestran E. G AReiA DE E NTERR IA Y L. P AREJO ALFONSO, Lecciones de Derecho Urbanistico, 2 ' ed. , Edi toria l Civitas, Madrid , 1981, pág. 361, Y T. R. FERNÁNDI; Z, Manual de Derecho Urbanistico, 4 ' ed., Editorial Abella, Madrid , 1984. págs. 88-89 . En contra de la misma. S. M u Ñoz M ACHADO, en «E l Plan eamiento Urban íst ico )" en la obra colectiva Tratado de Derecho Mu­ nicipal, vo l. 1I, Editorial Civiras, Madrid , 1988, págs . 1780-1783. 9 . G ARelA DE ENTERRIA Y P AR EJO ALFONSO. Lecciones de Derecho.... op. cit ., pág . 360 . NOTA.S y COMEN1A.RIOS de sus respectivos Estatutos de Autonomía y procedan a dictar su legislación propia. La alusión a la legislación del Estado tiene también un segundo significado, cual es, al hilo de lo expuesto precedentemente, el de establecer un límite mínimo y bási­ co de reconocimiento de competencias en cada materia de las que el artículo 25 de la Ley 7/1985 cita. Por debajo de ese límite, las Comunidades Autónomas no pueden dictar leyes que nieguen a los municipios competencias otorgadas en la legis­ lación estatal sectorial. La Ley del Suelo cumple así, en lo que a este punto de las competencias municipales se refiere, la función de ley básica del Estado, inderogable por las Comunidades Autónomas 10. 3') Dejando a salvo ese mínimo contenido, la legislación comunitaria es li­ bre para fijar, en beneficio de las entidades locales, un mayor grado de autonomía municipal, sin que el otorgamiento de competencias pueda conllevar la dejación ma­ terial o formal de todas las facultades de los órganos autonómicos sobre el urbanis­ mo, de modo que las entidades locales sean soberanas para decidir sobre el destino y uso del suelo, aun cuando estén perfectamente capacitadas para ello. 4') El ejercicio por las entidades locales de las facultades que comprende la «ordenación urbanística» (expresión esta última que, a la vista del artículo 2 de la Ley del Suelo, debe entenderse sinónima de la que se emplea como planeamiento urbanístico) ha de sujetarse, por mor del principio de legalidad de la actividad ad­ ministrativa, a lo que dispongan, primero, las leyes autonómicas, y sólo en su defec­ to, a lo que preceptúe la Ley del Suelo 11 . B) El segundo precepto que nos permite acercarnos a la resolución del con­ flicto planteado con motivo de la naturaleza de la aprobación definitiva de los pla­ nes urbanísticos es el artículo 41, número 2, de la Ley del Suelo. Esta disposición atribuye a la autoridad competente para otorgar la aprobación definitiva de los pla­ nes urbanísticos la facultad de examinar éstos en todos sus aspectos. Los partidarios de considerar la aprobación definitiva como un acto de tutela de la Administración estatal o autonómica sobre la decisión aprobatoria de la enti­ dad local, han venido defendiendo que el examen del Plan por el órgano competente para la aprobación definitiva sólo puede limitarse a un control de la legalidad del Plan, tanto en sus extremos formales (competencias, procedimiento, documenta­ ción, ...) como materiales (disposiciones legales sustantivas de ordenación, determi­ naciones de planes territoriales de ámbito O jerarquía superior. ..), sin extenderse a aspectos o elementos de oportunidad, pues aquí juega la autonomía municipal para 10. La Sala Cuarta del Tribunal Supremo ha sostenido el carácter de legislación básica de la Ley del Suelo en el fundamento jurídico quinto de su sentencia de 16 de diciembre de 1985 (R.Ar. 655/85, Ponen­ te: D. Francisco González Navarro): «( ...) la Ley del Suelo, cabecera del grupo normativo en la materia (con funcionalidad propia de una ley básica estatal, aunque de una manera expresa y directa el urbanismo no esté constitucionalmente declarado competencia estatal, SI; desde luego, de manera Impiicita como la mejor doctrina ha probado) agota por sí mismo, en cuanto ello es posible, la regulación abstracta y general, pero cumplido este come­ tido son 105 Planes, los que, por remisión O reenvío formal de aquélla, realizan las determinaciones singu­ larizadas en cada porción del territorio nacional. Dentro de aquel marco básico nacional , corresponderá a las decisiones políticas que inspiren los planes -o incluso la legislación urbanística elaborada por los Parlamentos regionales-, el adoptar un modelo territorial más o menos avanzado (.. . j». 11. A . CARCELLER FERNÁNDEz, «La competencia urbanística de 105 municipios en la nueva legislación de régimen foral», Revista Jurídica de Cataluña nO 3/1987, págs. 75-82, en donde concluye que la nueva legislación de régimen local no ha innovado la competencia urbanística de los Municipios, sino que se ha limitado a mejorar el enunciado de esta competencia y a remitir su alcance a los términos de la legislación urbanística del Estado y de las Comunidades Autónomas. R. GÓMEz-FERREZ MORANT, «le­ gislación en materia de urbanismo: competencia de la Comunidad y novedades más significativas», en la obra colectiva Estudios sobre el Derecho Público de la Comunidad de Madrid, Ed . Civitas, Madrid, 1985, págs. 460-465 , donde postula la desaparición del concepto de tutela en el juego de las relaciones entre la Administración autonómica y la local en materia de urbanismo y su sustitución por 105 princi­ pios de coordinación y de eficacia. LA AUTONOMIA ... 11 FRANCISCO JAVIER ENERIZ OLAECHEA decidir libremente la opción final. Para los defensores de esta tesis la expresión «en todos sus aspectos» del artículo 41.2 se refiere exclusivamente a los aspectos legales de forma o de fondo, siendo el control de la Administración tutelante una auténtica y especifica supervisión jurídica sin ningún otro tipo de valoraciones posibles de oportunidad o control del interés general. Por el contrario, quienes apuestan por una concepción de la aprobación defi­ nitiva como el acto final de un procedimiento único de formación del plan sostienen que el control del plan urbanístico incluye, además de la inspección de las cuestiones legales, el análisis de los aspectos de oportunidad o conveniencia, pudiendo el órga­ no competente revocar, modificar o condicionar las decisiones adoptadas por las en­ tidades locales sobre una concreta ordenación del espacio. C) El artículo 13 de la Ley Foral reguladora del control por el Gobierno de Navarra de la legalidad y del interés general de las actuaciones de las entidades locales de Navarra, dispone que el Gobierno de Navarra ejercerá el control del inte­ rés general de las actuaciones de las Entidades Locales en aquellos casos que las Leyes así lo prevean, sin que tal control tenga «en ningún caso por objeto juzgar sobre la oportunidad del acuerdo adoptado por la entidad local, sino que tratará sobre su adecuación o no a los intereses generales que puedan concurrir en la deci­ sión de aquella». Ahora bien, como es sabido, la Ley del Suelo concibe el urbanismo desde 1956, como una materia compartida en la que el Municipio y el Estado (hoy las Comunidades Autónomas) ejercen competencias concurrentes 12. En esta concep­ ción, corresponde a la Comunidad Foral la función directiva del urbanismo, llegan­ do incluso a la aplicación de decisiones discrecionales en el ámbito de la ordenación urbanística (no así en el campo de la gestión urbanística), a través de la aprobación definitiva. Es en este último momento cuando la Administración directiva emite su pronunciamiento concurrente y libre, capaz de corregir el pronunciamiento previo de la entidad local proponente. Es por ello que, al estar en presencia de la técnica de las competencias concu­ rrentes, diferente in radice de las técnicas administrativas de la tutela sobre las ac­ tuaciones locales, no resulte en modo alguno aplicable el artículo 13 de la Ley Foral 2/1986. Tal precepto proscribe el control de oportunidad como contenido de las téc­ nicas tuitivas, mas no se refiere -porque no puede hacerlo, pues la Ley del Suelo, por su concepción del urbanismo como materia compartida, no es de las leyes a que remite genéricamente el artículo 13 de la repetida Ley Foral, previsoras de tute­ las sobre el interés general exclusivamente local-, a un supuesto tan distinto como es el de emisión de un acto administrativo sustantivo y definitivo en un procedi­ miento administrativo en el que intervienen las Administraciones Locales y Foral. En cambio, en los supuestos que contempla el articulo 13 citado no se produce tal particularidad de existir un único iter administrativo formado por las entidades lo­ cales y la Administración Foral, sino un procedimiento genuinamente local que la Comunidad Foral tutela, pero jamás completa con un acto sustantivo final análogo a la aprobación definitiva de los planes urbanísticos. Esta idea explica el por qué la Administración Foral puede entrar, en materia de ordenación urbana, al control de oportunidad de las actuaciones locales, que en otros supuestos la legislación ve­ da, control de oportunidad que en todos los casos se hace siempre, salvo que se 12. G ARCí A DE ENTERRIA Y PAREJO ALFONSO. Lecciones de Derecho...• op. cit., págs . 116-128. Sobre esta cuestión. vid. también T.R. F ERNANDEZ, «El urbanismo en la Jurisprudencia Constitucional: notas crítica s», Revista de Derecho Urbanístico núm . 112. 1989. págs. 27-31. en las que sostiene que el territorio de una Comunidad Autónoma es algo distinto de la mera agregación de los términos municipales de la misma: «ningún municipio -dice- acepta ser vertedero, cementerio, prisión, almacenamiento radiac­ tivo, campo de tiro, etc. Todos sin excepción quieren ser turismo de lujo. industria blanca, parque natu­ ral, Arcadia redivida . Si la única regla es la autonomía municipal, el caos está garantizado de an­ ternano ». NOTA.S y COMEN1A.RIOS acredite lo contrario (lo que nos llevaría a estar en presencia de una clarísima des­ viación de poder), atendiendo a la mayor parcela de interés general que a la Admi­ nistración Foral corresponde gestionar, de acuerdo con lo que el artículo 137 de la Constitución prescribe. En otras palabras, las entidades locales gestionan sus respec­ tivos intereses sobre su término municipal, pero en cuanto éste forma también parte del territorio de la Comunidad Autónoma, ésta es competente, a la luz del artículo 148.1.3. de la Constitución y de su respectivo Estatuto, para decidir el destino de ese espacio con prevalencia sobre lo que diga la entidad local, máxime si la ordena­ ción del territorio condiciona y coordina el urbanismo local. Lo apuntado nos lleva a concluir que ni la Ley reguladora de las Bases de Régimen Local ni la Ley Foral 2/1986 han roto o modificado el sistema competen­ cia! concurrente y el juego de técnicas de control de la legalidad y de la oportunidad sobre las actuaciones locales en materia de urbanismo que la Ley del Suelo introdu­ jo en su momento. IV. LA PRACTICA ADMINISTRATIVA DEL GOBIERNO DE NAVARRA EN LA APROBACION DEFINITIVA DE LOS PLANES URBANISTICOS A la vista de los tres preceptos citados y de su correspondiente desarrollo reglamentario 13, la práctica habitual de la Administración de la Comunidad Foral de Navarra en este punto concreto ha sido la de considerar la aprobación definitiva de los planes urbanísticos por el órgano competente (la C.u.M.A.N. o el Consejero de Ordenación del Territorio, Vivienda y Medio Ambiente, según los casos) como un acto que pone fin a un procedimiento administrativo único de formación del plan, promovido y propuesto por la correspondiente entidad local, pero cuya deci­ sión última corresponde al Gobierno de Navarra. Se entiende así que los Planes Ge­ nerales y las Normas Subsidiarias que la C.U.M.A.N. aprueba definitivamente son en realidad auténticas normas reglamentarias emanadas del Gobierno de Navarra y no disposiciones municipales controladas por aquél, razón que explica sobrada­ mente su distinto trato legal y su control de oportunidad. Prueba de ello es que el acto recurrible ante la jurisdicción Contencioso-Administrativa es el emanado de la Administración Foral y no el de la entidad local, como debería serlo en caso de estar ante un supuesto de mera tutela. 13. El artículo 132 del Reglamento de Planeamiento Urbanístico dispone: «1. La aprobación definitiva es el acto del órgano no estatal competente en cuya virtud el Plan adquie­ re fuerza ejecutiva, una vez publicada. 2. La autoridad y órgano que debe otorgar la aprobación definitiva examinará el Plan en todos sus aspectos . Si no encontrare completo el contenido o faltare por realizar algún trámite. lo devolverá al Organismo o Entidad de procedencia, a fin de que por el mismo se proceda a cumplimentar los requisi­ tos o trámites omitidos. 3. Cuando el expediente esté formalmente completo. la Administración competente podrá adoptar algu­ na de estas decisiones: a) Aprobar pura y simplemente el Plan sometido a su consideración. b) Suspender la aprobación del Plan por deficiencias que debe subsanar la Entidad u Organismo que hubiere Otorgado la aprobación provisional. devolviendo a ésta el expediente . Si las deficiencias señaladas obligaren a introducir modificaciones sustanciales en el Plan. éste se some­ terá de nuevo a información pública y, en su caso. a audiencia de las Corporaciones Locales a cuyo territorio afecte, elevándose finalmente, y previo acuerdo de la Entidad. a la aprobación definitiva. Si las deficiencias no exigieren modificaciones sustanciales, el órgano competente para la aprobación definitiva señalará en su acuerdo si, una vez subsanadas por la Entidad que hubiere otorgado la aproba­ ción provisional , debe elevarse de nuevo a la aprobación definitiva o si el Plan entra en vigor directamen­ te sin necesidad de este último trámite, una vez realizada la subsanación por la Entidad u Organismo citado, de la que se dará cuenta a la Administración competente. e) Denegar la aprobación definitiva del Plan .» LA AUTONOMIA .. 11I FRANCISCO JAVIER ENERIZ OLAECHEA Es colegible de lo anterior que, llegado el momento de resolver sobre el plan, la Comisión o el Consejo de Ordenación del Territorio, Vivienda y Medio Ambiente elucidan sobre todos los aspectos que se deduzcan del expediente y pueda incluso incorporar otros nuevos, referidos no sólo a las cuestiones de legalidad sino también de oportunidad e interés general, en cuanto que el suelo perteneciente a una entidad local también es suelo incluido dentro del ámbito territorial de la Comunidad Foral. El control final por la Administración Foral de cada plan es por tanto doble: desde el punto de vista de la oportunidad de la decisión y de su correspondencia con el interés de la Administración autonómica, institución encargada además de gestionar la política supramunicipal de ordenación del territorio mediante la coordinación de los intereses locales. De este modo, el quehacer cotid iano del Gobierno de Navarra se pronun­ cia por la teoría doctrinal de concebir la aprobación definitiva de los planes ur­ banísticos como el acto definitivo y resolutorio de un único procedimiento, en el que las entidades locales tienen la competencia para elevar las propuestas y a la C.U.M.A .N. corresponde adoptar la decisión última e, incluso, enmendar lo pro­ puesto. Analicemos a continuación en qué modo se ajusta esta conducta administra­ tiva a la reciente línea fijada por el Tribunal Supremo a la hora de estudiar las relaciones entre la autonomía municipal y la aprobación defin itiva de los planes ur­ banísticos por las Administraciones autonómicas 14. V. LA AUTONOMIA MUNICIPAL y LA APROBACION DEFINITIVA DE LOS PLA­ NES URBANISTICOS EN DOS RECIENTES SENTENCIAS DEL TRIBUNAL SU­ PREMO Hasta mayo de 1988, la Sala Cuarta del Tribunal Supremo ha tenido ocasión de manifestarse en varias ocasiones, de las que recojo las dos más significativas, en mi opinión, acerca del cáracter de la aprobación definitiva de los planes urbanís­ ticos. Pero, lo que es más importante, al fallar sobre la naturaleza y eficacia de tal acto, ha entrado a analizar la adecuada constitucionalidad del propio mecanismo 14. En lo que a Navarra respecta, no puede pasarse por alto el pronunciamiento de la Saja de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Territorial de Pamplona, emitido por el ponente D. Igna cio Merino Zalba . E n esta ocasión se estudiaba la suspensió n decretada por el Director General de Ordena­ ción de Territorio, Vivienda y Medio Ambiente del Gobierno de Navarra de una licencia municipal otor­ gada por el Ayuntamiento de Olite para la construcción de una industria en suelo no urbanizable. Por el titular de la licencia se alegó la vulneración del principio de autonomía municipal por la actuación del Gobierno de Navarra. La Sala en su fundamento de derecho segundo rechaza con toda contundencia el argumento: «Postulada también la nulidad de la resolución combatida en cuanto la suspensión decretada por la Administración de la Comunidad Foral supone un ataque a la autonom ía municipal garantizada por el artículo 140 de la Constitución y transgreda el contenido del artículo 8 de la Ley 40/1981, de 28 de octubre -Medidas sobre el Régimen Jurídico de las Corporaciones Locales- así como el del artículo 65 de la Ley de Bases de Régimen Local -7/85 de 2 de abril-, resulta preciso señalar con carácter prioritario que precisamente esta última Ley citada -la de Régimen Local- deroga a la Ley 40/81­ disposición derogatoria c)-, y que, por tanto, mal apoyo tiene el demandado en la invocada sentencia del Tribunal Supremo de 21 de febrero de 1986, en la que se analiza un supuesto acaecido en el año 1982, y se estudia el o los efectos de la tan citada Ley 40/81. Mas al margen de ello, no sufra el Ayunta­ miento por su autonomía por cuanto la suspensión en sí y por sí no significa nada si no está refrendada por resolución judicial, caso que ahora nos ocupa, al margen de los efectos económicos que de ello se deriven, y ello se halla en concordancia con lo dispuesto en el también citado artículo 65 de la Ley de Bases de Régimen Local de 1985 en relación con el artículo 186.2 de la Ley del Suelo, debiendo resolverse que tanto ésta como las demás autonomías tienen el tope marcado por la Ley, y su transgresión ya no es tal autonomía sino ilegalidad o arbitrariedad» . NOTAS Y COMENTARIOS de la aprobación definitiva, entrelazándolo con el principio de autonomía municipal y fijando el alcance mismo de este principio en la materia urbanística 15. A) Ha sido en la sentencia de 5 de marzo de 1988 (ponente D. Jaime Barrio Iglesias) donde el Tribunal interpreta en toda su extensión el concepto de autonomía municipal en lo que al urbanismo atañe. En este caso, el Ayuntamiento de Tarrasa recurrió contra una resolución del Consejero de Política y Obras Públicas de la Generalidad de Cataluña por la que se ap robaba definitivamente la revisión del Plan General de Ordenación Urbana de Tarrasa . La entidad local argumentaba en contra de la resolución impugnada, entre otras cuestiones que no hacen al caso, lo siguiente: a) Corresponde a los Ayuntamientos la competencia para determinar el mo­ delo territorial de los planes de ordenación, y si bien la Administración autonómica está facultada para examinar el Plan en todos sus aspectos, controlando la legalidad y oportunidad del Plan, ello es así en la medida en que las previsiones del Plan afecten el ámbito de dicha Administración, pero sin inmiscuirse en la competencia municipal para la elección del modelo territorial, lo que se ha vulnerado en la reso­ lución recurrida. b) La revisión del Plan se basa en unos criterios para clasificar el suelo en que se ubica la finca «X», que se alteran sustancialmente mediante los cambios in­ troducidos en la resolución recurrida, sin justificación alguna y en oposición a los objetivos del Plan señalados por el Ayuntamiento, en uso de su competencia. e) Las rectificaciones introducidas en la resolución que se recurre son sus­ tanciales, sustituyendo la clasificación que el Plan asigna a la mencionada finca, de suelo urbanizable no programado, por las de suelo urbano y suelo urbanizable programado, disminuyendo, de otro lado, la superficie destinada a equipamientos, aumentando la edificabilidad y variando la clasificación del suelo. 15. En sentencia de 2 de noviembre de 1987 (R.Ar. 876211987, Ponente D. Joaquín Salvador Ruiz Pé­ rez), la Sala Cuarta del Tribunal Supremo analizó la naturaleza jurídica de la aprobación definitiva de los Planes urbanísticos, y en su fundamento de derecho tercero afirmó: «Que se impugna también la resolución recurrida en razón de la po sible ilegalidad que representa la aprobación definitiva de las Normas en parte del suelo urbano y en el no urbanizable, ya que la fórmula empleada por la Administración no está contemplada en los artículos 41 de la Ley del Suelo y 132 del Reglamento de Planeamiento, en tanto que la autoridad co mpetente podrá aprobar pura y simplemente, suspender la aprobación o denegarla . Pero en esta dialéctica se olvida que el acto de aprobación definiti­ va no repr esenta ninguna fiscalización de un acuerdo municipal condicionado en su eficacia, sino más exactamente la resolución final de un procedimiento en el que todos los demás actos, incluso la aproba­ ción inicial y provisional son meros trámites, y la Ley del Suelo, en confirmación de esta tesis, al precisar las facultades del órgano competente para el otorgamiento de la aprobación definitiva, no las reduce al mero control de legalidad , sino que las extiende al examen del plan proyectado «en todos sus aspec­ tos», que incluyen expresamente la posibilidad de rechazarlo o de condicionar su aprobación a modifica­ cione s incluso sustanciales . Y si el órgano administrativo decisor tiene facultade s para imponer hasta una conformación esencialmente distinta del plan, por consideraciones metajurídicas basadas en una con­ cepción urbanística diferente , resulta patente que la amplitud del tratamiento facultativo que le otorga el legislador, no permite sostener el crit erio restrictivo mantenido por los recurrentes; aparte que nada se opone, dentro de las posibilidades que confiere la previsión legal a la autoridad decisoria , para que se pronuncie de manera diferente en los distintos elementos que integran el Plan con autonomía e inde­ pendencia». Vid. también las sentencias de la Sala Cuarta del Tribunal Supremo de 26 de enero de 1988 (R . Ar. 428/1987 , Ponente D. Francisco Gonz ález Navarro), en la que precisa que la aprobación definitiva no constituye un acto de aprobación en sentido técnico, sino un acto de contenido creador e innovativo equivalente a la fase de terminación en un procedimiento simple; de 18 de julio de 1988, (Ponente: D. Fco. Javier Delgado Barrios), en lo que señala que el acuerdo de aprobación definitiva de los planes no es un simple acto de tutela sobre la decisión local, es una resolución sustantiva que culmina el proce­ dimiento de elaboración de los planes, resultado de un examen del Plan en todos sus aspectos, tanto reglados como de oportunidad, puesto que el urbanismo impli ca una ordenación integral del territorio qu e afecta no sólo a los intereses locales sino a otros muy variados que hay que coordinar con las otras Administraciones territoriales; y de 22 de noviembre de 1988, que reconoce la capacidad de la Adminis­ tración que aprueba definitivamente para introducir modificaciones en el Plan . LA AUTONOM IA... FRANCISCO JAVIER ENERIZ OLAECHEA En el fundamento de derecho primero el Tribunal Supremo confirma la sen­ tencia del Tribunal a quo 16 y declara al respecto: «por la parte apelante (...) se cuestiona la potestad del Consejero de Políti­ ca Territorial y Obras Públicas de la Generalidad de Cataluña para contro­ lar por motivos de oportunidad el Plan General de Ordenación de Tarrasa, al entender que el control de oportunidad sólo podía ejercitarlo, en el caso presente, en aquellas determinaciones del Plan que afectasen al ámbito de sus propias competencias: coordina ción con la actuación de otras Adminis­ traciones territoriales e inserción del modelo territorial propuesto por el Ayuntamiento en el previsto en los instrumentos de planeamiento urbanísti­ co superior (Plan Director Territo rial, Plan de Costas, Plan de Carreteras, Parques Naturales, etc.); mas nun ca en el ámbito de competencias el Ayun­ tamiento de Thrrasa , por infringirse con ello el pr incipio de autonomía mu­ nicipal proclamado por el artículo 140 de la Constitución española. No es admi sible esta alegación del apelante, sólo compartible con una equivocada idea de la autonomía , que por no ser soberanía no se opone a la existencia de controles superiores sobre los actos del órgano autónomo, y que hace perfe ctamente compatibles en materia de urbanismo la autonomía munici­ pal y la fiscali zación o tutela de instancias superiores, cada una en orden a gestionar sus respectivos intere ses, como indica el articulo 137 de la pro­ pia Constitución, sean éstas el Estado o las Comunidades Autónomas, a las que esta misma Ley Fundamental, en su ar ticulo 148.3° permite asumir competencias en materia de ordenación del territorio, urbanismo y vivien­ da, naturalmente correspondientes al Estado, ya que el urbanismo no es por esenc ia atribuible totalmente a una sola esfera administrativa, al afee­ 16. La senten cia apelada es la dictada por la Sala Primera de lo Contencioso-Admini strati vo de la Aud iencia Territori al de Barcelona, con fecha de 12 de junio de 1986. En su fundamento de derecho cua rt o expon ía lo siguiente: « (.. .) B) ha de entenderse superada la polémica sobre la naturaleza jurídica del acto de aprobación definitiva de un Plan, en cuanto a si el mismo es o no un mero acto de fiscalización y tutela, porqu e com o se desprende de la doct rina jurisprudencial (sentencias del T.S, de 27 de octubre de 1977. 28 de juni o de 1978 y 4 de junio de 1979) la potestad del órgano urbanístico competente para otorgar la apro­ bación definitiva de un Plan de Ordenación, no se concreta en una simple alternativa de aprobarlo lisa y llanamente. o en caso de denegar la aprobación definitiva de orden técnico, pues, lejos de ello, el art ículo 41 de la Ley del Suelo le faculta para examinar el Plan o Proyecto «en todo s sus aspectos », porque el acto de aprobaci ón definitiva excede de la categoría de acto de mera tutela, siendo verdadera­ mente sustantivo. pues es incue stionable la posibilidad legal de introducir «rectificaciones», siempre que éstas no sean esenciales ni «supla n» la voluntad del órgano competente para elaborar el Plan, de modo que, como se ind ica en la sentencia de! T.S, de 6 de febrero de 1984, en la aprobación de los Planes de Ordenación Urb ana no existe una función fiscalizadora o de tutela, sino más bien una aplicación de la técn ica de las «competencias compartidas», lo que permite en e! momento de su aprobación defini­ tiva. el exa men tot al del Pro yecto del Plan en cuestión en todos sus aspectos, pudiendo tomar, en con se­ cuencia, la resolución más adecua da con lo qu e resulte de dicho examen; C) si el ente facul tado para otor gar la aprobación defin itiva tiene las referidas competencias, siempre que no se altere en lo esencial e! model o terr itori al porqu e en ese caso se trataría de un nuevo Plan , resulta congruente que pueda, por vía de recurso , modifi car el contenido del acto de apr obación definiti va, también lógicamente, dentro de los mismos límites dich os de no alterar sustanc ialmente el model o escogido inicialmen te, y así lo ha entendido la doctrina ju risprudencia] (sentencia del T.S. de 3 y 28 de febrero y 25 de abril de 1984, entre otras), al establecer que la Autoridad competente para aprobar definitivament e un Plan lo es igual­ mente para revoca r su precedente acuerdo aprobatorio a través de los corre spondientes recursos , e inclu­ so, tra tánd ose de la alteración a través de un recurso de alzada, en que, por esencia , es decid ido por órgano distin to del que emiti ó la aprobación definiti va de 1984, se determina que no ofrece duda la competencia del Ministerio, órgano resolutorio de la alzada urbanística, para introducir modificaciones en el acto aprobatori o del Plan , por razones de oportunidad o convenciencia y no por puro control de legalidad, revocándolo en lo pert inente para alterar las determin acione s objeto de aquel recurso , pues­ to que en el mismo debe decidir cuantas cuestiones deri ven del expediente sin distinci ón cualitativa y no cabe su limitación a las de pura legalidad (...).» NOlAS y COMEN1ARIOS tar a todas, todas deben necesariamente interven ir si se quiere que se pro­ duzca armónicamente y no se produzcan distorsiones en una íntegra orde­ nación del territorio nacional. Por ello, ha de reputarse perfectamente ajus­ tado a la Constitución, pese a ser preconstitucional la Ley sobre Régimen del Suelo y Ordenación Urbana, el sistema de esta Ley, en el que sobre la base de encomendar la dirección de la actividad urbanística del Estado, hoy tamb ién a las Comunidades Autónomas, y de únicamente asignar a los Ayuntamientos las facultades que siendo de índole local no hubiesen sido atribuidas expresamente por ella a otros org anismos (artículos 5° y 214), se efectúa un reparto competencial en la materia que nos ocupa (artí­ culos 31, 35, 40 Y 41), en el que se hace propio de los Ayuntamientos la formulación del Plan General , así como sus aprobaciones inicial y provisio­ nal , y se reserva al Estado o Comunidad Autónoma, en su caso, su aproba­ ción definitiva, trámite en el cual el Plan puede ser examinado en todos sus aspecto s sin restricción alguna y, por tanto, no sólo en cuanto a su legalidad formal o material, sino respecto de su oportunidad y convenien­ cia , tanto para coordinar las soluciones ofrecidas desde le punto de vista local con las previstas por otras Administracion es, como para garantizar el acierto técnico de éstas desde una perspectiva más amplia y menos loca­ lista. Corroboración de lo cual cabe hallarla en un texto preconstitucionai (sic), la Ley 7/1985, de 2 de abril, reguladora de las Bases del Régimen Local, en el artículo 25 de la cual se expresa que las competencias de los Municipios en materia de ordenación, gestión, ejecución y disciplina urba­ nística se ejercerán en todo caso en los términos de la legislación del Esta­ do y de las Comunidades Autónomas». B) En la segunda de las sentencias, dictada el 14 de marzo de 1988 (ponen­ te, D. Francisco Javier Delgado Barrio), un particular impugnaba la denegación mu­ nicipal de una licencia de legali zación y de obras y, con motivo de la interposición del correspondiente recurso, recurre indirectamente el Plan Parcial en que se funda­ mentaba el Ayuntamiento de la Oliva para denegar la licencia, por haber incorpora­ do de oficio, en su día, la Comisión Provincial de Urbanismo diversas modificacio­ nes, debiendo haberse ajustado -según el recurrente- el órgano estatal a tutelar la actividad municipal sin haber cambiado el modelo territorial propuesto ab initio. El Tribunal recuerda la línea jurisprudencial seguida y declara en su fundamento de derecho sexto : «En otro sentido la parte apelante viene a negar la validez de la modifica­ ción introducida por la Comisión Provincial de Urbanismo y relativa al re­ tranqueo de treinta metros en razón de su carácter discrecional. Implica esta alegación una impugnación indirecta del Plan Parcial -art. 39,2 de la Ley j urisdiccional- que ordena el terreno litigioso, perfectamente viable en razón de la naturaleza jurídica normativa de los Planes -sentencia de 22 de enero de 1988. Importa en este terreno recordar que una reiterada jurisprudencia -así sentencias de 13 de octubre de 1986, 26 de enero de 1988, etc.-, aplicando el antiguo art. 32 de la Ley del Suelo y el actual art. 41 del Texto Refundi­ do, viene poniendo de relieve que el acuerdo de aprobación definitiva de los Planes no es un simple acto de tutela sobre la decisión local, es decir , no es una mera conditio iur is para su eficacia, sino una resolución sustanti­ va que culmina el procedimiento de elaboración de los planes, de suerte que las precedentes aprobación inicial y provisional son actos de trámite. Esta concepción del acto de aprobación definitiva queda reflejada en la expresa dicción del art. 41,2 y 3 del Texto Refundido y de su desarrollo reglamentario en el ar t. 132 del Reglamento de Planteamiento -en su día LA AUTO NOMIA.. FRANCISCO JAVIER ENERIZ OLAECHEA en el art. 32 de la Ley del Suelo de 1956- que configuran dicha aproba­ ción como el resultado del examen del Plan «en todos sus aspectos» tanto reglados como discrecionales o de oportunidad, afirmación esta última que, claro está, ha de ser entendida a la luz de las exigencias del principio de la autonomía municipal proclamado en los arts. 137 y 140 de la Consti­ tución -principio de interpretación conforme a la Con stitución de todo el ordenamiento jurídico, art. 5°, 1 de la Ley Orgánica del Poder Judicial-. En este sentido es de advertir ante todo que la Constitución atribuye a los Municipios autonomía «para la gestión de sus respectivos intereses». Esta es su finalidad u objeto y por tanto la base para una definición positiva y también para una definición negativa de la autonomía: a) positivamente, la autonomía municipal significa un derecho de la comun idad local a la participación, a través de los órganos propios, en el gobierno y admin istra­ ción de cuantos asuntos te atañen, graduándose la intensidad de esta parti­ cipación en función de la relación entre intereses locales y supralocales dentro de tales materias o asuntos -sentencia del Tribunal Constitucional 32/1981, de 28 de julio -; b) negativamente, es de indicar que la autono­ mía no se garantiza por la Constitución, como es obvio, para incidir de forma negativa sobre los intereses generales de la nación o en otros intere­ ses generales distintos de los propios de la Entidad -sentencia del Tribunal Constitucional 4/1981, de 2 de febrero. Así las cosas y puesto que el urbanismo implica una ordenación integral del territorio que afecta no solo a los intereses locales sino a otros muy variados sobre los que como se ha visto no pueden incidir negativamente las decisiones de los entes locales, hay que entender subsistente el control de oportunidad que se lleva a cabo con la aprobación definitiva para ga­ rantizar la coordinación de los intereses locales con aquellos por los que han de velar otras Administraci ones territoriales -así sentencia de 13 de octubre de 1986-. (oo .). La claridad en la Jurisprudencia del Tribunal Supremo viene a confirmar una vez más las acertadas palabras de los profesores García de Enterria y Parejo Al­ fonso 17: «Porque el urbanismo, concebido como ordenación integral del territorio, no es una función pública reducible a una sola esfera administrativa ­ municipal, provincial, regional o estatal-, sino necesariamente compartida por todas estas. La afirmación, pues, de competencias urbanísticas sustan­ tivas supralocales (regionales o estatales), lejos de significar un atentado a la autonomía local hoy garantizada en el art o 140 de la Constitución, se limita a reconocer a cada nivel territorial el ámbito decisorio en la orde­ nación urbanística que corresponda al círculo de intereses públicos que le está encomendado. Toda otra solución condu ce a una sobrevaloración de la autonomía local, no sólo injustificada en este caso, sino empobrecedora de la misma (ahí está el resultado a que ha llevado la mitificación de este principio en los últimos años, pura coartada con la que encubrir su progre­ 17. Lecciones de Derecho..., op. cit., págs. 360-361. Esta postu ra doctrinal ha encontrado plena ratifi­ cación constitucional en la senten cia 227/1988, de 29 de noviembre, del Tribunal Con stitucional, sobre la ley de Aguas, en cuyo fundamento jurídico 20, apartado d), contempla el acta de aprobación de los plan es hidrol ógicos de cuenca por el Estado como una actividad de coordinación e integración en un solo sistema, o rdenando las acciones emprendida s por diversas entidades u órganos, de modo que se po sibilita la acción homogénea de todos ellos. NOTAS Y COMENTARIOS sivo vaciamiento), y, en definitiva, a la desvalorización de los propios ins­ trumentos de ordenación, incapaces así de encauzar y ordenar toda la acti­ vidad con incidencia física de las Administraciones superiores. » VI. CONCLUSIONES A la vista de la Jurisprudencia del Tribunal Supremo, no nos queda sino co­ legir lo siguiente: 1°) La aprobación definitiva de los planes urbanísticos por la Comisión de Urbanismo y Medio Ambiente de Navarra es el acto resolutorio y sustantivo en que finaliza el procedimiento de formulación y aprobación de los planes, procedimiento en el que se vertebra el ejercicio de competencias concurrentes por la Administración de la Comunidad Foral de Navarra y por las entidades locales en una materia com ­ partida, cual es el urbanismo. 2°) El acto de aprobación definitiva de los planes generales y de las normas subsidiarias conlleva un doble control de la Administración de la Comunidad Foral de Navarra sobre la actuación de la entidad local respectiva: de legalida, en el que se examina la conformidad del Plan con el ordenamiento jurídico en sus aspectos tanto formales como materiales, y de oportunidad, con el fin de asegurar la coordi­ nación entre las decisiones locales y las exigencias postuladas por la Administración Foral, en su función directiva, en materia de urbanismo. 3°) Sin perjuicio de lo que pueda decir en contrario el Tribunal Constitucio­ nal, lo cierto es que, al haber interpretado la aprobación definitiva conforme a lo señalado en los puntos 1° Y 2° precedentes, la Administración de la Comunidad Foral de Navarra se ha ajustado plenamente a Derecho y al marco legal hoy vigente, sin que tengan fundamento jurídico alguno las imputaciones de interferencia en el modelo territorial de cada municipio, basadas en una errónea concepción del consti­ tucional principio de autonomía municipal o en una equívoca aplicación del artículo 13 de la Ley Foral 2/1986 a una materia compartida entre las Administraciones, co­ mo es el urbanismo. 4°) La autonomía municipal en materia de urbanismo debe ajustarse en to­ do caso a lo que dispongan las leyes estatales y forales reguladores de la materia, quedando, de forma general, las atribuciones locales limitadas a la facultad de pro­ puesta de un modelo de territorio que la Administración de la Comunidad Foral de Navarra puede finalmente modificar y sustituir por otro más acorde con el inte­ rés general comunitario. LA AUTONOMIA...